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cuello, que llegó a tierra con su rostro azul y que la fecha de su cum pleaños corresponde a

la fecha de concepción de su tía abuela, la que quería cortarse el cuello, creo que no es necesario
buscar más allá. El título de su película podría ser: "La memoria del cuello ataca de nuevo".

He aquí, en resumen, la trayectoria del Fantasma y la de esta memoria de cuello, ambas, bien
implantadas en una Yacente —Mélusine —y su hija. Mélusine está ligada a su padre y a su abuelo
por su fecha de concepción. También lo está a Marie por su fecha de nacim iento. Su punto Y
corresponde a la fecha de defunción de Marguerite de quien lleva el segundo nombre. Por lo tanto,
ella lleva consigo la memoria de estos cuatro per sonajes. Podemos considerar que le "han pedido"
que metabo- lice el duelo no hecho por el abuelo respecto a sus dos hijas: el de Marie en calidad de
Yacente y el de Marguerite, igualmente en calidad de Yacente, a nivel de la memoria de esta tos
ferina mortal. Estos Fantasmas "germinaron" en el espíritu del abuelo. Ellas "pasaron" por el filtro
del inconsciente de su padre y "ater rizaron" en ella materializándose gracias a un comportamiento
de Yacente y a una patología a nivel del cuello. De su madre, recibió un mensaje más centrado en
esta región, proveniente de un intento de suicidio por corte de garganta. Por último, esta memoria
fue transmitida a su hija a través de un comunicado del cordón y de un sentimiento de angustia
localizado en el tórax y

en el cuello.

La particularidad del "Y acente local" nos lleva directam ente hacia la medicina orgánica más
centrada en las especialidades médico-quirúrgicas. Podríamos pensar que solo una parte dél
cuerpo es afectada debido a una colonización precisa, una es pecie de "golpe quirúrgico" de
mucho mejor calidad que los pro gramados por los ordenadores del estado mayor militar durante las
últimas güérras llamadas "tecnológicas". ¡Con el Yacente, no habría ningún error, ningún daño
lateral! Hoy día, es demasiado pronto para afirmar esta proposición de trabajo. Por lo tanto, no
dejaré de informarles del avance de las operaciones.

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EíSíndrome del Yacente
Elfalso Yacente
Sí, tuve el placer de encontrar un falso Yacente o, más bien, una falsa Yacente. Desde hace muchos
años, había hecho rabiar una gran cantidad de terapeutas de la región: médicos, psiquiatras,
psicólogos, psicoanalistas, terapeutas corporales, em ocionales, etc.

En cuanto entró a mi consulta, mis neuronas sintieron que era una Yacente. Este diagnóstico fue'
confirmado por muchos ele mentos anotados en el pliego de especificaciones del Yacente clásico.
Habría podido adherir fácilmente al club sin necesidad de pasar frente a una comisión de admisión.

Vivo soiá. Estoy triste de so/ a sol. Duermo con un fuíar en /a cabeza para no ser
despertada por Ia luz. Tengo /a impresión que no spy yo misma, como si fuera otra
persona. Todo esto dicho con una voz monocorde.

Contento conmigo mismo, le presenté el síndrorrie y partí a la búsqueda de un eventual drama que
me parecía muy fácil de determinar dada la invasión de signos clínicos típicos. Resulta dos: nada.
La dejo irse con esta idea en la cabeza y la cito para la seínana siguiente con una duda. ¿No me
habrán engañado mis neurbnas?

Durante la consulta siguiente, decidí no decir nadá y me confor mé don escuchar su soporífero
discurso. Mi atención fluctuante percibe a alguien muy angustiado, que quiere ser comprendido.
Ella pronuncia frases que no tienen nada que ver con el tema de inicio. Era como si pidiera ayuda
sin atreverse a formularlo claram ente. La hago partícipe de esta observación y em pieza a llorar em
itiendo profundos sollozos.

No, no soy una Yacente sino más bien alguien que está muy cerca del suicidio. No puedo
más. Hace demasiado tiempo que estoy actuando. Y todo eso para recolectar un poco de
amor. Hago que me compadezcan. Es la única manera que encontré

para existir a los ojos d e los otros.

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- -
Las otras formas clínicas
La continuación de la terapia consistió en una escucha psicoló gica clásica en primer lugar.
Enseguida, fue cuestión de poner un poco más de realidad en su manera de funcionar aprendida
durante una infancia trastornada por muchos dramas en el seno de una familia muy destructora, con
un padre alcohólico e inces tuoso. Aquí, salimos de nuestro marco de estudio y este ejemplo fue
citado solamente para mostrarles que siempre hay que sér muy precavido, incluso si tiene la
sensación de dominar el tema.

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Sexto Capítulo
La terapéutica, los resultados clínicos
Lo repito: el Síndrome del Yacente es solo un simple hecho ge nealógico, una "banal"
constatación cuyas repercusiones pue den ser leídas en los libros de medicina, de psiquiatría y
de psi cología.

¡¿Se dan cuenta?! Estoy siendo "colonizado" a mis espaldas y esta memoria fantasmagórica que no
me pertenece para nada, me empuja hacia mis defensas biológicas celulares, las enferme dades, o
altera más o menos fuertemente mi comportamiento. Todos somos "niños-síntomas" encargados de
administrar lo mejor posible los haberes familiares psicológicos u orgánicos. Pero, ¿qué es un
"niño-síntoma"? Es aquel que se encarga o que es "encargado", "designado" por el clan para que
porte sobre él, a sus espaldas, las consecuencias de un drama familiar de cualquier tipo. Él lo
materializará gracias a su comportamiento, a su cuerpo, a sus células, a su oficio o gracias a
cualquier cosa. Durante los seminarios o los cursillos que animo, lo ilustro con una anécdota
personal muy demostrativa.

El niño-síntoma
o la verdadera historia del coche rojo
En ese entonces, cursaba mi último año de medicina y ocupa ba la función de interno en psiquiatría
en un centro de reinser ción donde eran recibidos algunos adultos jóvenes minusváli dos mentales
cuando salían del hospital. Fue la primera yez de mi vida en que gané un sueldo decente. En efecto,
durante mis años de externado, mi remuneración mensual equivalía al diez por ciento del: Sueldo
mínimo, lo cual no me alcanzaba para

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