Solo deseaba tenerlo en sus brazos una vez más cuando despertó desnuda en
aquella cama. Experimentó el más crudo dolor con su abandono, pero aun así
tomó sus pedazos para ser hielo y renació del fango siendo fuego.
Lo que no te mata, te hace inteligente. La chica buena había muerto. Aprovechó
su talento, belleza y sensualidad para ser el gancho de sus propios sueños. El
éxito se volcó contra su cuerpo, estaba a punto de alcanzar su meta más
preciada pero no contaba con un inesperado encuentro con el pasado.
Él, el hombre que la hizo más fuerte había regresado convirtiéndose a la vez
en su mayor debilidad... y deseo.
Flor Di Vento
Corazón de Hielo
Copyright © 2015 Flor Di Vento All rights reserved.
El sabor de sus labios hace que me incendie con solo saborearlos. Sabe
a fresas en mi boca, las mismas que no he podido ver desde que se fue. Su
lengua es un torbellino de emociones: recorre el arco de mi boca para luego
unirla con la mía. Mientras me acorrala con su cuerpo sus manos exploran mis
piernas.
Mierda.
Una conocida sensación de humedad se hace sentir entre mis piernas y
jadeo cuando siento uno de sus dedos entre mis muslos… ¡Como he querido
esos dedos desde hace mucho tiempo! Hoy en la mañana me puso en aprietos,
pero ahora no puedo contenerme.
—Quiero todo de ti, ¿Lo entiendes? —Se separa se mí y me parece casi
un insulto. Mis labios hinchados revelan el deseo que corre por mi cuerpo. Me
mira, sonríe, chupa su labio inferior y vuelvo a ser prisionera de su boca. Toma
su mano derecha y toca mi trasero mientras que su mano izquierda se hunde
en mi ropa interior.
Joder.
Todo en mí se prende en ese preciso instante. Explora con sus dedos
toda mi amplitud y pronto introduce sus dedos en la fina capa de mi encaje…
Se separa de mí bruscamente, pega su nariz a la mía y me mira buscando
respuestas.
—Me gustas, Dulce. Mucho. Muchísimo. Sé mía de nuevo. —Ahoga un
grito en su garganta y se contiene.
Con un suave roce toca mi interior y grito, entonces me calla con un beso.
Jadea en mi interior y su aliento me parece perverso, me gusta. Lo muerdo al
instante, he querido malditamente hacerlo desde hace días… Mi corazón
palpita fuerte, mi cuerpo se engarrota al sentir su toque. Fóllame, Miller….
Cógeme como quieras —Solo pienso. Y me mareo con toda una ola llena de
sentimientos. Aruña mi nombre y me despeina en su increíble necesidad por
tenerme segura. Toma mi cabeza y sigue besándome.
Joder, no más besos… solo quiero sexo, pero creo que no lo entiende,
entonces se engarrota mirándome serio.
“Recordar de cómo hacíamos de cada noche un día. De cada cama una vida”
D
Soy un maldito estúpido. —Digo mientras llevo una copa de vodka a mis
labios.
No se lo dije, no pude. El dolor me sometió.
¡Estúpida vida! —Gruño pateando la pared— Me pone al límite cuando
estoy a punto de lograr algo. Y tiene razón, toda la maldita razón… pero aún
duele y mucho.
La dejé ir… Me perdí en el vacío, en la frustración, quizá en el miedo por
toda la oscuridad que vivíamos. No fue suficiente el amor, no lo fue.
Doy un sorbo mirando la ventana. Su habitación está a una puerta de mía.
Juro que entraría corriendo y la llevaría conmigo de vuelta a Vallarta, pero no
así… no hasta que lo sepa todo.
¿Cómo se lo digo? —Tomo el alcohol de golpe haciendo que mi garganta
arda—Jamás me creería… y peor después de esto. Me siento perdido entre la
ansiedad, venganza y el olor de su pelo.
Elevo un suspiro y me siento en la mesa colocando mi cabeza entre mis
brazos. Esto es tan dificil… No es más la Dulce que conocí, ahora es distinta
pero sigue siendo mía de alguna forma. Sus ojos, sus labios, el aroma de su
cuerpo me vuelven loco ¿Será solo atracción sexual? ¿O un deseo frustrado?
Cierro los ojos en silencio y puedo sentir sus labios palpitando junto a los
mios. El sabor de su boca es infinito y no… no quiero compartir a mi chica, a
mi Bonita… pero sé perfectamente que no es mía y eso me carcome por dentro.
—Christopher. —Escucho un sonido de la puerta. Me levanto con
desgano y doy pase a un viejo amigo, André, quien entra deprisa.
—¿Qué sucede?
—Me liberé del acoso de Tatiana. —Ríe— Está loca por ti.
Ruedo mis ojos y vuelve a sentarme en la silla de mi escritorio.
—¿No le dirás nada? Pregunta por ti a cada 5 minutos. Mi hermano y yo
estamos a punto de mandarla a la mierda, pero es del equipo… ya sabes. Aún
no entiendo cómo el jefe la dejó entrar en este caso.
—No le tomes interés.
—¿No? Es una mujer despechada y arrecha por tu polla. No te olvida
—Esa historia es vieja, amigo. —Contesto y me mira de inmediato.
—¿Qué te pasa?
No contesto.
—Ya veo… —Se acerca a mí y toma los recortes de periódico en sus
manos— ¿Sigues pensando en ella?
—¿Cómo no hacerlo? —Me río de mí mismo al notar que sonríe.
—No te enojes si lo digo, pero… Es muy hermosa. Y sexy… Es entendible
tu obsesión por ella.
—André, ¿Crees que estoy loco? Han pasado 5 años…
—Hubieras estado loco si en estos 5 años no hubieras sabido nada de
ella, pero te volviste un maldito psicópata siguiéndola, investigando su vida y
no dejándola sola.
Levanto mis hombres confundido. Sí, lo hice… a escondidas del jefe pero
lo hice.
—Mi hermano y yo somos testigos de tu infinita preocupación por esa
chica. Ella debería saberlo en su momento.
—¿Y qué le voy a decir? ¿Qué la dejé por vengarme de un maldito
bastardo?
—Luego pensarás en eso, amigo, hoy debes enfocarte en el caso que
tenemos. Estamos a punto de descubrir toda la mafia de los Hilton, debes ser
firme en ello. Le demostraste al jefe que pudiste pasar 5 años sin la mujer que
amabas, él piensa que liderarás esto con facilidad ya que conoces más que a
nadie a esa mujer… Y ella será nuestra estocada final.
—Eres policía, André. Al igual que tu hermano y Tatiana, pero yo soy solo
un simple Ingeniero que dejó su profesión por cobrar una venganza. Y no
meteré a Dulce en esto.
—¿Estás loco? El jefe accedió a darte el caso porque eres su ex marido.
—No lo soy, lo sabes.
—Bueno… como sea, pero la conoces más que nadie. Las mujeres
siempre logran más cosas con…
Mis ojos lo asesinan con solo escuchar lo que dice. Su rostro es duro de
nuevo y solo calla. Ha sido mi amigo todos estos años, pero sé que su intención
es simplemente la cabeza de la mafia, sin importarle la seguridad de Dulce ni
de nadie.
—¿Se lo propusiste? —Pregunta de nuevo— ¿Le dijiste que el jefe quiere
que seduzca a Brando?
—Mi mujer no es ninguna perra, ¿Lo entiendes? —Me levanto con ganas
de golpearlo.
—Christopher, basta. Estás afectado ahora pero mañana todo será
distinto. No dije que tu mujer sea una perra, pero es increíblemente hermosa…
La belleza ayuda, ella es lo que más desea Hilton, necesitamos usar eso. Estás
aquí por ello, lo sabes.
—Voy a cuidar cada uno de sus pasos y no podrás impedírmelo.
—Lo sé, tranquilo tiburón… —Sonríe— Mejor bebamos algo, a ver si así
se te quita lo intenso.
Dulce.
El maldito vuelo me dejó más cansada de lo que imaginé, el tipo que iba
mi costado no dejaba de roncar y por más que hice mil esfuerzos no pude
detenerlo. Camino firme por el largo del pasillo y le doy mi maleta a uno de los
empleados para poder entrar con tranquilidad y ver a Brando.
Aunque suene extraño… lo he extrañado.
—Cariño… —Sonríe al verme y me abraza. No soy tan afectuosa con la
gente, pero en este momento necesito hacerlo así que rodeo mis brazos en él.
—¿Cómo has estado?
—Bien, muy feliz. —Suspira y besa mi mano.
—¿Feliz? ¿No me has extrañado? —Pregunto sabiendo la respuesta.
Ríe.
—He tenido mucho trabajo, Dulce. Solo fue un día, no te pongas intensa.
Mi media sonrisa se va al instante, ¿Cómo puedo ser tan estúpida?, solo
quiere follarme y listo. Jamás me extrañará… Ni él ni nadie. Este viaje ha
abierto puertas que cerré hace muchos años y no debo dejar salir viejos
sentimientos. No debo esperar nada de nadie.
—Bien. —Respondo seca. Él me mira aún riendo, luego saca una caja y
la abre frente a mis ojos
Un collar de diamantes…
Es hermoso, no puedo negarlo, pero no tengo ánimos ahora. Sonrío
fingiendo de nuevo y pronto me lo pone en el cuello.
—Estoy feliz porque cerré un trato importante. Millones… —Susurra— Y
porque el gobierno está contento con la propuesta de Christopher. Ese tipo me
cae bien.
—Pues a mí no. Te he pedido mil veces que lo saques del proyecto, pero
parece que no te soy suficiente.
—Por supuesto que no lo eres, cariño. Estás enojándome… Christopher
se queda —Es firme, me muerdo la lengua— Me conviene que esté porque
tiene contactos con el gobierno, ¿No lo entiendes? Es dinero. Tú eres el
cerebro. Yo el beneficiado. No deberías tomarte atribuciones que no debes.
Estás aquí por mi, nunca lo olvides.
Por un momento imagino un cuchillo clavado en su garganta, pero luego
me enfoco en sus palabras. Es así… Es la verdad… Y no debe cambiar. Para
él solo soy una mente brillante con buen culo, ¿Qué debo esperar? Nada. Me
paga por esto y no debo ir más allá.
Lo extrañé quizá porque es mi único refugio contra el pasado, pero no
debe ser así… debo poner fin a lo que me genera ansiedad y estrés. Y volver
a ser implacable como siempre.
—Brando, voy a decirte algo. —Suelto.
Me mira serio, pero en ese momento entra él como si fuera mi sombra.
Sonríe al mirarme y extiende su mano para saludarme. Yo ni siquiera lo veo,
pero la tensión de Brando me obliga a contestarle con un apretón de manos.
Lo suelto apenas puedo.
—Christopher, estás aquí… —Lo abraza— Me ha llegado la carta del
gobierno, has hecho un buen trabajo.
—Gracias, Brando. La señorita Evans también hizo lo suyo.
—Si, si… no lo dudo, pero realmente estoy muy feliz contigo. Eres un tipo
brillante que quiero tener por siempre aquí, deberíamos hablar de negocios.
—Claro que sí.
—Vamos, siéntate. Cuéntame todo lo que el gobierno te dijo. Por años
intenté convencer a los gemelos De Fillippi y nunca pude, ni si quiera Dulce ha
podido —Se burla, yo no emito ningún tipo de emoción.
—Pues no fue nada del otro mundo, son viejos amigos y les presenté el
proyecto.
—Dulce… ¿Nos dejarías a solas? —Pregunta Brando.
—Por favor, no… —Contesta Christopher— Me gustaría que la Señorita
Evans esté presente, ya que ella ha sido parte de todo esto.
—Veo que no soy necesaria por ahora, Sr. Miller. —Le respondo.
—Claro que lo es. El proyecto lo dibujé yo, pero la mujer de las grandes
ideas ha sido usted. —Sonríe torciendo sus labios.
—Vaya… cualquiera diría que eres un poeta —Se burla Brando— ¿Así
seduces a las chicas?
—Solo a mi esposa. —Me mira fijamente, me engarroto.
¿Su esposa? Joder.
—Ah si, es muy afortunada… Deberías traerla y presentarmela.
Podríamos planear una salida de 4.
—Mi esposa es un poco hogareña, quizá más adelante. Nos conocimos
hace muchos años… En la playa como te conté. Me casé tan joven…
—18 años, eras un crío. Yo jamás hubiera perdido el tiempo en eso.
El aire se me va y pronto siento que mis manos sudan, ¿Qué carajo le
dijo de mi a Brando? ¿Lo sabe? No, Dulce… ¡Vuelve! Si lo supiera estaría
muerto y tú con él… ¿Entonces?
—Hay mujeres que se tatúan en la piel de uno y no puedes dejar de
pensarlas… —Sonríe mirándome.
—Al menos tendrá un buen culo… —Bromea.
—Ese culo solo es mio. —Responde agresivo, mis ojos se abren.
Ha sido agresivo y quizá posesivo con Brando. Él se queda serio
mirándolo, un silencio extraño invade el lugar poniéndome los pelos de punta…
entonces todo pasa, la efusiva carcajada de Brando solo hace que mi corazón
descanse.
Lo ha tomado como Broma, pero sé que Christopher no bromea.
Está serio, intentando contenerse. Esos celos de macho jamás se irán de
él, entonces me divierto mirándolo en esa posición. Llevo mi mano hacia el pelo
y lo bato sin querer encontrándome con sus ojos de nuevo.
—¡Eres tan divertido! —Ríe Brando.
—Disculpen, tengo que ir por algunos pendientes. Me retiro.
—Bien, cariño. Ve.
—Hasta pronto, cariño.
La venganza es un plato que se come frío, dicen por ahí… Río, piso
lentamente lo que hago y me acerco hacia el rostro de Brando para darle un
suave beso. La tensión aumenta, podría sentir la rabia de mi ex marido a lo
lejos, entonces lo dejo. Me despido asintiéndole, él tensa su mandíbula.
—Quizá podríamos retomar el plan de viaje, querido. —Agrego— Solos.
Brando abre sus ojos mirándome el trasero. Jamás accedí a viajar solos
porque seria inevitable meterme en su cama y no es lo que quiero, pero mis
ansias por joder a Miller ganaron la partida en este momento.
Le jode.
Le arde
Le quema.
Y me gusta. Me encanta. Me fascina ver sus ojos abrirse, sus cejas
tensarse, su piel erizarse con solo nombrarlo. Conozco todo de él… y lo usaré
a mi favor siempre.
***
Mi cabello huele a malditas fresas de nuevo… Es el nuevo shampoo de
Italia que me regalaron en el último cumpleaños. Jamás lo probé, pero hoy
quise hacerlo. Masajeo mi piel con el aceite de coco que tanto me gusta, la he
sentido reseca muchas veces y hoy me daré mi merecido spá de siempre.
—¿Lista señorita? —Dice Delia, mi masajista.
—Claro.
Me acuesto casi desnuda en la camilla y siento cómo Delia hace su
trabajo. Los masajes son una de las cosas que más me relajan en la vida, así
que suspiro cada vez que sus suaves manos pasan por mi piel.
Y pensar que un día amé las fresas… —Vuelve a mi ese maldito
pensamiento. Abro mis ojos tensa, ¿Por qué no puedo dejar de pensar en él?
Maldita sea.
—Tenemos una crema exclusiva recién traída de Paris, Señorita Evans.
¿Desea que…
No la dejo terminar, ¿Dijo Paris? Me irrito.
—No.
—Bien.
Trago enojo porque todo huele a él, hasta las palabras que dicen los
demás. No es posible que tenga que estar recordándolo a cada rato, de este
tiempo a ahora se ha convertido en mi tormento sin querer…
Y solo han pasado algunos días…
¿Si pasa más tiempo cómo será?
Tomo mi móvil para distraerme un rato y sin querer abro un correo que
enviaron en donde no estoy directamente copiada.
Joder, son ellos.
Christopher y Brando dándose un apretón de manos. Es la estupidita
mandándome un correo del periódico de hoy, en la nota sale que hacen
negocios juntos y que Hilton Company está a punto de hacer el proyecto
ensueña liderado por él
¿Por él? ¡El maldito proyecto es mio!
Mi rabia aumenta y siento que mis manos arden por dentro. Bien…no voy
a ayudarlo.
No lo ayudaré ahora que quiere destronarme. Claro, es su plan…
Destronarme y seducirme para luego dejarme. ¿Cómo no va a dejarme? Es lo
único que sabe hacer.
Mi mente se nubla cuando vuelvo a ver la fotografía. Él de terno no se ve
mal… ¿Qué? ¿Qué estoy diciendo? —Me reprimo a mi misma— ¡Mierda!
No puedo ayudarlo cuando me siento estúpidamente atraída por algo de
él. No sé si es su cuerpo, su inteligencia, su voz, su olor, sus manos… o lo que
sea. Desde ese día no he podido concentrarme en nada porque solo pienso en
él y en sus malditos planes para arruinar a Brando
Necesito desaparecerlo de alguna forma y desaparecer mi deseo.
Quizá con Brando pueda hacerlo. Quizá si acceso a una noche en su
cama pueda lograrlo…. Me enfocaré en ello, no importa si se olvida de mi…
haré que no lo haga, lo volveré loco en la cama, fingiré que me gusta aunque
esté vomitando por dentro… porque necesito hacerlo.
Voy a acostarme con Brando.
—Sueltame. —Le digo a Delia levantándome de inmediato.
—¿Todo bien, Señorita?
—Sí, me harté. Solo eso.
Me levanto envuelta en una toalla con la rabia invadiendo mi interior. Mis
manos sudan por la ansiedad, pero mi impulso es más fuerte.
¿Y si hoy duermo en tu cama? —Envío un mensaje de texto a Brando—
Hoy tengo ganas de ti.
Está hecho.
Mi corazón ardiendo en llamas.
Mi vida pasando por mis ojos en un segundo.
Solo pasan dos minutos y contesta
Hoy, en un par de horas, en mi suite cariño. —llega mí un mensaje.
Me paro y me cambio, luego voy a mi recámara para buscar mi mejor
traje. Tomo un vestido negro y me pongo los diamantes que me regaló en el
cuello.
Soy lo que soy, soy lo que soy —Repito en mi fiel espejo— Vas a
sacártelo de la cabeza y de las piernas, Dulce. —Me lo repito.
Estoy harta y cansada. Tomo mi peine e improviso algo, entonces siento
mi celular vibrar…
Christopher.
Mi rabia hace que me exaspere. No controlo mi ira, así que no le respondo
la llamada pero sí con un mensaje.
Te puedes ir a la mismísima mierda y pudrirte dentro.
Envío.
Él no vuelve a llamar y tampoco pretendo que lo haga.
No sé cuánto tiempo pasa, quizá algunas horas en las que solo doy
vueltas y respiro. Estoy lista, maquillada, con perfume y solo lleno algunos
preservativos en mi cartera.
No quiero infecciones y menos de su parte.
Hoy seré su puta por primera vez y haré que no me olvide para que no
pretenda dejarme. Abro la puerta y camino decidida hasta el último piso del
hotel: La suite mayor, la más lujosa, la de Brando.
Me paro un segundo en mi sitio, pero luego vuelvo a caminar. El pasillo
es solitario ahora y pronto abro la puerta para marcar la clave, porque tiene una
contraseña personal para ingresar a su recámara.
Y ahí está….
Libre, solitaria, antigua habitación que ama. La decoración es
extremadamente lujosa, tal y como me gusta, y pronto escucho un sonido en el
baño. Sé que está ahí, pasa horas ahí… entonces dejo mi cartera a un lado y
llevo mis manos al rostro.
Hoy, es hoy.
Sabías que el día iba a llegar, Dulce. No te arrepientas.
De solo pensar en sus manos recorriéndome me siento sucia, pero es lo
que debo hacer. ¿Tomé una decisión pronta? Quizá. Me invade, sí…. Me
invade la ansiedad y el estúpido deseo.
Me conozco, soy obsesiva con mis cosas y las personas. Y estoy
pensando demasiado en él. Christopher ha hecho que vuelva abrir puertas que
no debo y no lo permitiré. Necesito olvidarme de su cuerpo, de sus dedos en
mi intimidad. Ese día revolvió mi piel… ¡Es un maldito tipo guapo! —No hay que
negarlo. Pero no me sirve ahora, no me sirve tener sentimientos.
—Cariño… —Digo para hacerlo ya. No quiero demorarme y estoy lista
para fingir. Estoy segura que no va a durar mucho, ni si quiera sé si se le va a
parar. Quizá con esto pueda volverlo a centrar en mi y seducirlo para que
despida a Christopher. Estuve a punto de decírselo sus planes.
El sonido de sus pies me alteran. Miro simplemente a la cama y pronto
empiezo a deshacerme del collar de diamantes pero no puedo, así que siento
unas manos quitármelo de inmediato.
Mi cuerpo se paraliza, un olor particular invade mi nariz con fuerza y el
deseo explota como fuegos artificiales en mi interior… Mierda.
Toso, mi cuerpo se engarrota, estoy tan obsesionada por él que lo huelo
en todas partes. Siento unos dedos recorriendo mi espalda y no puedo respirar.
Sus manos se lanzan a mi cintura y puedo sentir un musculoso cuerpo detrás.
No es Brando.
Mis sentidos se alteran, volteo rápidamente y lo veo sonreir. Trae una
camisa blanca y unos pantalones jean ceñidos. Me mira sonriendo, como si
todo esto fuera una gran aventura, y yo simplemente me tenso.
¿Qué carajos?
Christopher.
—¡Qué mierda haces aquí! —Me despego casi chispando.
—¿Crees que iba a permitir que hicieras esto con el viejo? —Suena
indignado, saca el celular de Brando de su bolsito y ríe.
Infeliz….
—¿Cómo obtuviste…?
—Yo sé todo, Dulce. Hasta que ropa interior usas ahora…
—Eres un maldito idiota. —Me dispongo a irme, pero jala fuerte de mi
brazo y me arrincona hacia la pared.
Mi corazón palpita, el suyo también.
Somos dos malnacidos tentando al diablo. Sus ojos se oscurecen y pronto
me veo reflejada en sus pupilas… Me desea, lo deseo, pero no es correcto.
Intento negarme pero me sostiene fuerte. Forcejear con él no es una opción
ahora, sin embargo lo hago.
—¿Quieres que te tome a la fuerza? —Pregunta divertido.
Su voz ronca eriza mi piel y me humedece. Tomarme a la fuerza… fue
una maldita fantasía del pasado. Fuimos dos sádicos niños jugando a ser
grandes. Hicimos de todo, en todos los sentidos. Con él aprendí a que el cuerpo
nunca dice basta, al menos con la persona que te pone caliente con solo
mirarlo.
—No lo harías. —Respondo tragando saliva.
—No quiero que te acuestes con ese vejete, ¿Lo entiendes?
—¿Y si no quiero? —Lo reto, me encanta. Me fascina ver su debilidad:
Celos.
—Juro que le digo toda la verdad.
—Te mataría.
—¿Matarme? Yo lo mataría de un disparo y luego me llevaría a mi mujer
de regreso a casa…
Río alto.
—Iluso. —Sonrío.
—Estás jugando con fuego, Dulce. —Se pega más a mí— No olvido el
beso que le diste hoy en mi cara. No quiero que lo beses, no quiero que lo
toques, no quiero que lo mires de la forma en que quiero que me mires a mí…
¿Lo entiendes? No es una petición, es una orden. —Dice totalmente serio.
—¿Estás consciente de lo que dices? Voy a follarmelo… Fo. Llar. Me. Lo
y duro, muy duro.
—¿Así? —Pega su rostro contra mí y me tenso. Todas las partículas de
mi cuerpo se encienden, mis pechos se vuelven duros y mi piel no reacciona…
solo se defiende.
—No te atrevas. —Amenazo con la voz entre cortada. Maldita sea solo
miro sus labios hincharse.
—No puedes negarlo… te gusto. —Chupa mi labio inferior y me prendo—
y te gusta como lo hago.
Quiero darle un rodillazo en las bolas pero no puedo. Mi carne se vuelve
fuego, mis vellos se erizan evocando calor, mis manos no pueden detenerse si
vuelve a hacerlo.
—Chris…
—Sh… —Besa el lóbulo de mi oreja— Disfrutalo, mi amor.
¿Mi amor?
Esa palabra hace fusión con mis recuerdos. Mi maldito corazón tiembla.
—Christopher… —susurro— Brando llegará en cualquier momento.
—Nada más excitante que hacerlo en su propia cama.
—Basta. —Imploro.
Se pega completamente a mí y puedo sentir su erección. Me besa sin
pedir permiso y mis labios no pueden contenerse ante su roce. Su boca baila
con la mía y por más que intento parar no puedo… Me gusta, me encanta, me
quemo.
Con su lengua recorre mi interior las veces que quiere. Lo chupo fuerte y
me devuelve la acción triplicada. Somos dos ex amantes desesperados por
volver un recuerdo… y en ningún momento suelta mis manos. Me puntea con
fuerza presionándome a la pared y no me suelta para que no escape.
No quiero escapar, pero no debo.
Mi piel aumenta su calor cuando lo hace. Me besa como si fuera la última
vez y no puedo dejar de hacerlo también. Lo dijo… dijo esa palabra. Intento
razonar pero no puedo, me invaden los recuerdos.
Con gran agilidad suelta mis manos para encarcelarme con sus caderas.
Nos estamos besando sin control ni arrepentimientos. Succiona fuerte de mí y
puedo escuchar en el más frio silencio el sonido de nuestras bocas. Me toma
de la nuca con una mano y con la otra aprieta mi cuerpo hacia él.
—Te he extrañado tanto… —Dice entre besos.
Lo miro con ganas de todo, me mira con deseo.
Entonces besa mi mentón, cierro los ojos. Luego baja por mi cuello y con
otra mano levanta mi falda del vestido para meterse en mi ropa interior. Ahí
presiona todo de mi y con su boca besa mi cuello… me arqueo como puedo
pero no tengo espacio, esta necesidad de él aumenta cuando muerde mi piel
con pequeños saltos de su boca.
—Vendrá Brando en cualquier momento… —Jadeo.
Pero no me hace caso.
Intento luchar con él una vez más pero me es inútil, entonces me rindo…
me rindo ante lo que siempre he querido hacer desde que lo ví de nuevo.
—Quiero hacerte mía en todas las posiciones. —Ordena casi
ahogándose.
No respondo, solo lo miro. Entonces baja con cortos besos por mis senos
para luego arrodillarse ante mí. Mi mente se nubla, entonces baja mi ropa
interior de un solo jalón hacia abajo y la guarda en su bolsillo.
Ardo.
Sus ojos brillan con maldad y pronto hunde su cabeza entre mis piernas.
La… puta… mierda…
Me incendio con su solo contacto, todo es muy rápido. Su lengua explora
las profundidades de mi sexo sin ningún tipo de piedad, entonces solo me aferro
a la pared intentando contenerme pero grito.
—Ah…. —Siento mi alma quebrarse de deseo.
Y pronto tomo su cabello para hundirlo más dentro de mí. Con su lengua
hace círculos y luego me lame. Mi necesidad es infinita y no pararé hasta que
logre mi orgasmo. Me construye lentamente moviendo su generosa lengua y
luego aumenta la velocidad. Jadeo mil veces y cuando siento que voy a lograrlo
para. Me mira. Sonrie vengativo.
¿Qué mierda….?
—Te vendrás dentro de mí—Ordena, abriéndose el pantalón que luego
cae por sus piernas.
Miro su bóxer y me hielo al ver el bulto que nace de sus piernas. No puedo
pensar ni razonar, solo sentir… entonces jala su ropa interior para dejar
desnuda toda su parte privilegiada.
Lo miro, muerdo mi labio como idiota, y en mí nacen solo recuerdos.
Malditos recuerdos. Se acerca una vez más y jala mi vestido hacia abajo para
dejar mis pechos al aire. Se maravilla con solo verlos y me siento la mujer más
poderosa del universo.
Los lame, hace un circulo, y luego succiona cada uno dejándome
totalmente húmeda.
—Maldita sea…. —Susurra
Entonces me alza hacia arriba presionándome contra la pared una vez
más y me deja caer en su miembro para luego besarme con fuerza.
Intento dejar de besarlo, abro mis ojos y él abre los ojos con sus labios
aún en los mios. Un momento pasa. Me sonríe y sus ojos están llenos de
esperanza, una esperanza extraña que no puedo dejar de ver…
—No voy a dejarte, bonita… Aunque no quieras escucharme, hay una
razón más allá de todo. Confía en mí, creeme… por favor creeme. —Dice
contra mis labios.
Bonita, dijo Bonita
8. Ardo
Chris
Mi vestido azul era precioso, escotado en los senos por su forma V y largo
hasta cubrir mis tobillos. Amaba su vuelo, su textura y lo fino que se veía en mi
piel bronceada. La perfecta combinación para mí.
Las horas pasaban y yo seguía mirando el horizonte, pero ahora desde
la arena. Tenía el brazo levantado, mi mano haciendo un circulo esperando el
sol ocultarse y luego pasó, lo capturé gritando de alegría entonces cerré mis
ojos y pedí un deseo.
Seguir mis sueños…
Dos segundos bastaron y todo sucedió muy rápido. Su olor se impregnó
hasta en la partícula más fina de mi cuerpo… Sus manos tambalearon junto a
las mías y mi corazón dio un vuelto de 360 grados. ¿Quién era ese chico? —
Solo pensé— Estaba tan cerca de mí… Se puso a mi costado sin decirme nada
y yo solo lo miraba de reojo con nervios inexplicables, la garganta a punto de
explotar y mis sentidos alborotados.
¿Quién era ese ken vivo? Con el pelo castaño claro, ojos chispones y
unos labios dibujados. Me ponía tan nerviosa cuando miraba a cualquier
hombre que la sola idea de tener uno cerca me mataba.
—¿Pides un deseo? —Susurró suave, tan suave que su voz me pareció
ser casi un sueño. Lo miré de reojo… era alto, fuerte, traía una camisa blanca
abierta en el pecho y unos shorts color crema. Su sonrisa iluminó mi rostro,
pero debía controlarme. Estaba tan nerviosa que no pude contestar.
Silencio.
—¿Acaso te comieron la lengua los ratones? —Insistía y mi pecho se veía
presionado por la curiosidad, entonces voltee altanera. Mamá decía que una
chica joven era manipulable, sobre todo por los hombres, y no quería serlo.
—No hablo con extraños. —Lo miré y sentí que mi piel ardía por tanta
hermosura. Sonrió apenas me vió, no sé si se burlaba o simplemente le daba
pena, pero no me bajé en ningún momento. Crucé mis brazos y levanté mi
mentón hecha una fiera.
—Sí, es un buen punto. —Suspiró divertido— Christopher. —Extendió su
mano y realmente, realmente quise darle la mia pero las ideas controvertidas
de mamá seguían rodando por mi cabeza y me negué… pero qué hermoso
nombre tenía— ¿Entonces seguirás queriendo que sea un extraño? Me he
presentado, ¿Cuál es tu nombre?
No contesté.
—No importa, de todas formas sé cómo te llamas.
—¿Ah si? —Me sentía curiosa.
—Apuesto a que te sorprenderías… —Intentaba hacer psicología inversa
conmigo, quería descubrir mi nombre y no tenía idea. Tampoco era tonta, pero
me gustaba jugar a no saberlo…
—No sabes cómo me llamo. Si lo supieras ya me lo hubieras dicho. —
Sonreí, entonces clavó sus ojos de avellana en mí y no los quitó nunca más.
Suspiró suave, parpadeó solo dos veces y nos perdimos en ese instante.
Sonreí sonrojada y elevó una risa achinando sus ojos. Nos reímos como dos
locos sin saber de qué ni por qué, sin existir un motivo… solo lo hacíamos.
—¿Darías un paseo por la playa conmigo?
Me ericé con su propuesta. Si llegaba al anochecer mamá era capaz de
castigarme, entonces no respondí.
Lo tomaré como un sí —Entonces tomó mi mano y no volvimos a
separarnos. Caminábamos lento y pausado. Era un tipo gracioso y de gran
mundo. Habia viajado por muchos lugares, en cambio yo solo a la ciudad de
lado. Cuando hablaba solo pensaba en que estaba en un sueño… y no sabia
explicármelo.
Las horas pasaron y pronto mi alma sucumbió por la noche. Jamás lo
había hecho, jamás habia pasado tanto tiempo con un hombre… jamás había
faltado a la promesa que le hice a mi madre, pero esta vez habia sido distinto,
mágico, irreal… con un extraño guapo.
—¿Te vas? —Preguntó sin soltarme.
—¿Me devuelves mi mano? —Sonreí sin querer.
—No me has dicho tu nombre…
—Dijiste que lo sabías…
No contestó, solo sonrió.
—Es verdad… Tu nombre es Bonita… como el sol, esta playa y las
estrellas. Mi Bonita.
Ahogo un grito en mi garganta mientras levanto mi vista hacia el espejo
de nuevo… Estoy sonriendo y por tonterías.
Me acuesto en el mismo sofá con pereza haciéndome bolita y tomando
posición fetal. Cierro mis ojos y veo su lengua recorriendo mi cuerpo, entonces
lo abro de inmediato escuchando sus gemidos en mi oreja.
Ha sido todo un placer volver a coger con él.
Mi cuerpo evoca su nombre, mis senos tienen plasmado su aliento y mis
piernas llenas de su sexo. No quiero bañarme, ni si quiera ir al baño, deseo
quedarme con esta suciedad que siempre me ha gustado… pero que no
debería importarme demasiado.
Voy perdiendo lucidez sin querer y solo bostezo llevándome un Bonita a
mis recuerdos.
***
¡Las 10 de la mañana! Son las 10 de la mañana y no me perdono haber
estado todo el santo día distraída, ni si quiera pude ordenar mis pendientes con
la estupidita. Me levanté tarde, desayuné más rompiendo mi dieta y no entiendo
por qué no me di cuenta de las llamadas de Brando.
Fue una buena cogidita pero nada más, Dulce. No te engañes.
Suspiro mientras presiono mis labios color vino de nuevo. Camino como
solo yo se hacerlo por el pasillo intentando no cruzar con nadie. Llego a la
cocina y veo a la estupidita conversando con todos los empleados. Cuando me
ven se erizan y mantienen quietos, entonces doy un paso adelante.
—Buenos días. —Saludo y todos me miran extrañados.
—Buenos días, Dulce. —La estupidita sonríe entre sus lentes y luego me
abre el paso.
—Hoy tenemos una cena para el presidente en el salón de reuniones
privado, deberíamos mantener todo en orden desde temprano. Elena, tú
encárgate de las presentaciones y Rosario verás qué personal va a cada
zona… Rita, monitorea el proceso.
—De acuerdo, Dulce.
—Saben que de ustedes depende la imagen que nosotros damos al
público. Nada de enojos, nada de caras de fastidio. Todos somos parte de un
equipo.
Sus caras expresan sorpresa y hasta sonríen, ¿Qué demonios les pasa?
Camino sin despedirme y salgo de la habitación de servicio sin explicaciones.
No me extraña que me ponga atención pero sí que me sonrían…
—¿Dónde mierda te metes? —Escucho una voz conocida a lo largo del
pasillo. Volteo de inmediato y veo a Brando furioso mirándome de un extremo.
Le sonrío y ni vuelve a mirarme porque camina apresurado a su sala de
reuniones.
¿Ahora qué le pasa?
Camino con pereza, entonces me detiene en la puerta.
—¿Dónde te metes? —Repite.
—Estaba haciendo mi trabajo. —Saco mi muñeca de su toque.
—Tu trabajo está a mi lado, no lo olvides.
—¿Qué sucede? —Cambio de tema. Sé que algo le pasa.
—La perra de Paris. —Dice entre dientes, entonces entiendo. Me invita a
pasar a su sala y solo me estreso cuando empieza todo de nuevo.
Sus miedos, sus celos, su envidia hacia la hija de uno de sus tios… La
amenaza perfecta para sus negocios ha regresado. Lo escucho bloqueando mi
cerebro, he escuchado la misma historia desde que lo conozco y sencillamente
no estoy interesada en ayudarlo.
Es ella. Ella siempre como una piedra en mis zapatos —Susurra tenso.
—Ya pasará. Se olvidará. Dejará de molestar. —Solo digo.
—¿Dejará de molestar? —Se abalanza hacia mí con la mirada retadora—
¿Qué sabes tú de esa? Maldita zorra, perra de las perras, ninfómana
asquerosa… Esa malnacida no volverá a joder mis planes, ¿Lo entiendes? —
Toma mi brazo y me jala hacia abajo. Un leve dolor sale por mis articulaciones,
entonces lo detengo.
—Basta. —Digo.
—Estás aquí para complacerme, cierra la maldita boca. —Me aprieta
fuerte.
—Brando…
—Te necesito, cariño. —Ahora me abraza, pasa una mano por mi espalda
y besa mi hombro. El tipo huele a cementerio y solo deseo vomitarle encima,
pero me dejo. Para eso vine, por ello estoy aquí y no debo olvidarlo.
Cierro mis ojos intentando pensar en otra cosa: Dinero.
Jadeo al sentir sus dedos en mi vientre, pero no por placer sino por
tensión. Mi cuerpo se mantiene erguido, jamás perderé la elegancia en un
momento como este, entonces me aprieta estrujando hasta el fondo de mis
huesos.
La puerta se abre.
Mi corazón palpita jodidamente fuerte y lo veo. Él me ve siendo de Brando
porque sus manos aún siguen tocándome… y bajando hasta mi trasero. Los
ojos de Christopher se incendian de frustración y enojo. No, no lo disfruto… no
ahora.
—Brando. —Exclama como un reclamo. Brando se detiene y voltea para
mirarlo como si Christopher fuera su salvación.
—Christopher, necesito que hagas algo por mi.
—Buenos días, Señorita. —Me saluda, pero sinceramente no quiero
mirarlo.
—Paris… La perra de mi prima está aquí y sé que quiere joderme. Eres
un tipo inteligente, podrás seducirla. Su debilidad siempre será un joven guapo.
—¿Paris?
—Paris Hilton. —Levanto una ceja y me mira conteniendo la risa. Es real,
aunque no lo crea, Paris es la prima de Brando. Gracias a ella él tiene toda esta
fortuna porque prácticamente se la regaló hace muchos años.
Él intenta no reír, entonces lo escucha. Doy un suspiro mientras vuelve
con sus lamentos. Christopher me mira, lo miro… y puedo oler su perversión
en sus ojos. No lo soporto. Bajo la mirada hacia mi móvil y cuando lo prendo
encuentro un mensaje no leído.
Número desconocido.
Ha sido una noche placentera. Hoy desperté con tu olor en mi cama…
Llevaré tu Braga a lugares inexplicables, bonita. No te conviertas en amarga,
no ahora.
Con cariño… Toqueteando tu cuerpo.
Tu Romeo de nuevo.
Sonrío sin querer y lo miro contemplarme entre sus pestañas. Ninguno de
los dos está escuchando a Brando, pero finge tan bien… que hasta yo me lo
creo.
—Lo siento, caballeros. Necesito regresar a mis labores.
Me despido y Brando intenta besarme pero no lo dejo. Doy media vuelta
y salgo rozando suavemente el brazo de Christopher. Me tenso al sentir sus
vellos con los mios, pero sigo mi camino sin problemas
Control. Maldito control.
La estupidita aparece por arte de magia y aprovecho para ver con ella mis
pendientes.
—¿Llamaste al abogado?
—Sí, Dulce.
—¿Compraste los libros que te pedí?
—Si, Dulce. —Repite de manera automática
—¿Follaste ayer?
—Si, Dulce…
Pero cuando se da cuenta es demasiado tarde, me mira sonrojada y tapa
su rostro.
—¡No! No quise decir eso.
Río.
—Es solo una broma. No quiero máquinas automáticas trabajando
conmigo.
—Tienes una bella sonrisa, Dulce. Jamás te vi sonreir….
Entonces vuelvo a ser seria.
Qué me pasa.
Me tenso.
—Nada.
—Hola. —Sonríe Christopher de nuevo, aparece como fantasma tras de
mi y Rita no deja de mirarlo.
—Christopher. —Suspira, lo mira como si fuera un cantante famoso.
—Rita, qué guapa te ves hoy. ¿Te hiciste algo?
—¿Yo? Eh… no, no en realidad pero gracias. —Tardamudea la
estupidita, ¿Qué pretende este idiota? Lo estudio y no digo nada. Puedo ver
cómo la enamora sin enamorarla, algo trae entre manos…
—¿Pudiste conseguirme esos documentos?
—Ay, Christopher… es que me pones en aprietos.
—Brando está de acuerdo.
—Bien, entonces ahora mismo te lo traigo.
—Gracias, linda. —Le dice linda y mi paciencia se agota.
—Lárgate. —Le digo a Rita, ella se sorprende y suspira yéndose. Su
sonrisa no se quita por más que le haya gritado.
—¿Ahora seduces nerds? —Pregunto.
—¿Celosa? —Responde.
—No, solo cuido mi información personal. ¿Es ella, cierto? Ella te ha dicho
todo lo que sabes.
—No, Dulce. Claro que no. —Esboza estrés, pero luego hace silencio
cuando ve mi brazo.
Ni yo lo habia notado…
—¿Ese infeliz te hizo esto? —Pregunta tenso tomándolo.
—No. No sé. —Miento mientras me zafo. Mi brazo está rojo y trae las
marcas de alguien que claramente es Brando.
—¿Ese infeliz te hizo esto? —Repite jodidamente enojado. Sus ojos
echan chispas y se da media vuelta con la mandibula contraída.
Reacciono en dos segundos y lo sigo.
—Christopher…
—Haré puré su maldito pito. —Se contiene cuando pasa por la gente, yo
también finjo. El idiota está apunto de echarlo todo a perder y me desespero.
—¡Christopher! —Grito susurrando.
Camina rápido y lo veo dirigirse hacia el pasillo de las oficinas de Brando.
Mi mente se estresa y pronto lo tomo del brazo para detenerlo.
—No hagas esto. —Ordeno— Por favor… Es por demás. Él solo está
acostumbrado. No me golpeó, solo me tomó fuerte del brazo por la rabia que
siente. Es comprensible.
—¿Es comprensible que te lastime? —Pregunta indignado mirándome
como si yo fuera una tonta.
—Fue sin querer —Digo pensándolo porque no es la primera vez. Cuando
él suele enojarse lastima lo primero que ve. Nunca me ha golpeado, solo ha
hecho marcas en mis brazos.
—¿Qué más te hizo? Dimelo.
—Nada. De verdad nada. —Aún no sé qué hago dándole explicaciones,
solo lo siento.
Y me queda mirando. Enrolla sus ojos en los mios y parpadea mientras
toma suavemente mi brazo para llevarlo a su boca. Me besa, acaricia mis vellos
con sus labios y todo lo hace sin quitarme la vista.
—Llegará el día, Dulce. El dia en el que nos podamos ir de este lugar. Lo
juro. —Habla como si realmente hubiera un nosotros, pero no lo hay. Él
realmente cree que vivimos aún en el pasado.
—No lo creo. —Digo.
Y explota en mis ojos conteniendo su rabia, pero luego se calma y no
suelta mi mano.
—Aún tengo tus Bragas —Toma mi fino encaje y lo saca de su bolsillo.
—Basta. —Extiendo mi mano intentando quitárselo sin éxito— No me
parece divertido.
—Acepta el trato. —Suspira— Solo así no iré detrás de ese tipo porque
tendré la plena seguridad que estarás a salvo.
—Pff… hablas tonterías, ¿A salvo de qué? —Me mira pero no habla, a
veces pienso que guarda más cosas de las que imagino.
—¿Es tu última palabra? —Cambia mi pregunta por otra, entonces no
respondo.
Silencio.
—Bien. Entonces ahora mismo iré a matarlo.
Da media vuelta y camina serio, pero no puede hacerlo… simplemente
no puede. Lo veo caminar más rápido y lo sigo. Joder, mierda. Maldita sea. Lo
está haciendo. Mi mente se nubla, va a matarlo… Va a reclamarle, va a decirle
que es mi marido.
Mi cuerpo pasa de frio a caliente y cuando levanto la mirada veo una
especie de arma en su correa.
Mierda.
Corro lo más rápido que puedo. Toca la manija de la puerta y por fin puedo
ver su rabia más que visible en sus ojos. ¿Por qué lo odia tanto? ¿Por mi? Mi
boca se seca, grito en silencio pero no se da cuenta.
En un segundo pasan mis intereses por delante. Mi vida, mis sueños, mis
metas. No va a arruinarlo, simplemente no lo hará. Jadeo para alcanzarlo, pero
está a punto de abrir la puerta y darle un tiro. Sé que lo hará. Conozco esos
ojos tiritantes, ese vistazo asesino, ese veneno en su rostro.
Mi mirada se alinea a la suya y de un tirón lo jalo.
—Acepto. —Digo deteniendo su mano.
He firmado un pacto con el diablo.
9. Me eres inevitable
Dulce
No hay nada más doloroso que mirar algo que te lastima y tener que sonreír
Sus ojos se tornan hacia los míos como bombas explosivas estallando de
emoción. Doy un suspiro intentando hacer que su mano salga de esa maldita
puerta, pero simplemente no lo hace ¿Qué pretende? ¿Qué me de un infarto?
Maldita sea.
—Ven —Susurro entre dientes y tomo su mano para empujarlo hacia una
oficina contínua. No me conviene que nos vean.
—¿A solas para repetir lo de anoche? —Pregunta divertido.
—Haré como que no escuché eso. —Contesto. Me sigue mirando
entretenido.
—Pues… yo sí quiero repetirlo. —Sonríe— Eres fabulosa, bonita.
Mi piel se eriza al escuchar esa palabra, aún tengo recuerdos marcando
mi mente cuando la escucho en sus labios, pero debo ser precavida… sé que
me está estudiando.
—¿No te gusta, cierto?
—Eso no importa ahora. —Miro hacia la puerta— Necesitamos hablar
rápido, alguien puede venir.
—Bien, pero no aquí. —Curvea su sonrisa, lo que me hace pensar que
tiene una propuesta para mi— Aquí siempre será peligroso. Este hotel tiene
más de 400 cámaras.
—Estás loco, realmente loco. —Suelto. Eso es imposible.
—Dulce, créeme, Hilton es más rata de lo que puedes imaginar. Graba a
sus disque socios para amenazarlos, a sus empleados para extorsionarlos y a
sus clientes para tener resguardo.
Mis ojos se abren más de lo normal y solo me pierdo en el vacio… Si eso
fuera cierto, ¿Entonces pudo haber visto cuando….? Mi garganta se seca, él
me mira y sonríe.
—No, Dulce. El único lugar que no graba es su habitación… —Responde
como si hubiera leído mis pensamientos.
—¿Cómo puedes asegurarlo? —Eleva su cabeza y se acerca a mí.
—Te contaré todo esta noche. Te quiero ver pero no aquí… A unos
metros de este lugar hay un terreno en construcción. Veámonos ahí.
—Bien.
—Te enviaré la dirección por mensaje.
Me mira con cautela y sonriendo pone una de sus manos en mi cintura
para luego apretarme contra él. Mis pechos rozan su cuerpo y se erizan al
instante. Él mantiene fijos sus ojos en mi rostro y pronto acerca su boca a la
mía.
—¿Sabes todas las cosas que quiero hacerte ahora? —Pregunta casi
reprimiendo un gemido. Su aliento se mezcla con el mío y una pronta necesidad
aflora de mis labios. Vuelve a acercarse sin decir más y, cuando tiene su nariz
junto a la mía, retira su boca para elevarla a mi frente.
Perro.
—Cuidate, te veo en la noche. —Resuena sus labios y finge naturalidad,
cuando realmente está jugando con el deseo.
Infeliz
Bastardo
Quiero follarte
Me mantengo seria mientras se va y cierra la puerta, pero luego mato mi
impotencia tirando lo primero que encuentro al suelo ¿Qué pretende? Mi
garganta se seca, realmente me está descontrolando y no puedo permitirlo. Es
un hombre que me saca del juego con tanta facilidad que hasta yo misma me
reclamo.
Agrio es el sentimiento, pero no me queda de otra.
Si le digo que No malogrará mis planes.
Es mejor tener al enemigo cerca que lejos. Jugaré por los dos lados y solo
me inclinaré con el bando que más me convenga. Brando ni siquiera imagina
lo que su Ingeniero favorito quiere hacerle y Christopher tampoco se acerca a
todo el poder que tiene Brando.
Él mata. Él corrompe personas. Y juega sucio. Lo sé, lo he sabido desde
que entré en este lugar y me propuse seducirlo.
El zumbido de mi móvil vuelve a presionarme, ¿Tan rápido me envió el
mensaje? Cuando leo mi buzón ruedo mis ojos.
Necesito hablarte, es urgente. Contesta el maldito celular. ¿O ya te
olvidaste que tienes familia? – Kiara S.
¡Es de nuevo la pesada de mi hermana menor!
No la soporto y tampoco soporto a mi madre con sus pensamientos
puritanos.
Jadeo al sentir angustia, entonces decido olvidarlo. No voy a malograrme
el día con ellos.
Chris
¡Lo logré! ¡Aceptó! Y estoy malditamente feliz por ello.
Mi bella mujer nos ayudará, terminaré con el plan rápido y pronto podré
hacer justifica. Mi alma, mi corazón y honra anhelan con ese día… Yo tomando
la cabeza de ese malnacido.
—Christopher —Escucho su voz a lo largo del pasillo derecho. Mi mente
se detiene, ¿Habré hablado en alto? Dudas sucumben mi memoria, entonces
siento su mano delante de mí —¿Cómo estás? —Le extiendo la mía
estudiándolo…
—Bien, gracias.
—Te necesito en mi oficina —Ordena Brando. Esta mañana ha estado
más amable que de costumbre.
Doy media vuelta mientras lo sigo. Al entrar en ese lugar solo puedo verlo
caminar lentamente. No es tan viejo para ser Presidente de toda la cadena de
hoteles Hilton. Su nombre ha sido mi martirio todos estos años y cuando no me
ve solo deseo exprimir su cuello en mis manos.
Lo odio.
Quebraría sus músculos y destrozaría sus huesos en un solo instante,
pero debo contenerme. Sonrío. La hipocresía jamás fue conmigo y me está
costando. Me sirve una copa, se sienta y me mira en complicidad.
—Dime, ¿A quién te follaste anoche?
Mi cuerpo se paraliza y siento que estoy siendo observado. El pánico no
va conmigo, soy un hombre cauteloso, así que sonrio con naturalidad
estudiando todos sus movimientos
Nariz erguida
Ojos tranquilos
Mirada asquerosa de viejo en celo
Paso saliva y doy un trago, debo seguirle el juego.
—¿Por qué lo dices? —Contesto con una pregunta.
—Mis hombres te vieron salir del hotel. —Ríe— ¿Quién es la afortunada?
¡Lo sabía!
Elevo una ceja y me quedo en silencio.
Mi absoluto cuidado en todas las jugadas que hago han hecho que esta
vez me salve el pellejo. Anoche, antes de asistir a la cita con Dulce, salí del
hotel y di un par de vueltas en mi auto. Supuse que me seguían, esperé un
tiempo mientras coqueteaba con mi propia esposa y regresé como una sombra.
Sabía que este idiota tenía algo entre manos. Mi intuición no me traicionó.
—Vamos… tener una amante no es un pecado —Eleva su pecho como
si fuera motivo de orgullo— Yo lo he hecho mil veces. Anda, necesito saberlo.
—¿Me estás siguiendo? —Lo encaro.
—Nunca se sabe, Christopher. Digamos que soy… un tipo precavido. —
Aletea su vaso sin remordimientos.
—Me ofendes. —Contesto serio. Necesito armar una especie de drama
con él para que todo parezca natural. Maldita sea, necesito tener más cuidado
y entrenar a Dulce para que también lo tenga. He tenido que borrar cámaras
de video en estos días, pero no puedo estar al pendiente de todo.
—Confío en ti, Christopher. —Bebe un sorbo de Whisky— No lo dudes.
No contesto, entonces agrega:
—¿A quién te follaste? —Insiste. Sus fosas nasales se abren, está
curioso… ¿O me está probando?
—Es mi amante. —Respondo— No necesitas saber su nombre.
—¿Le diste duro? —Pregunta divertido. Su boca se ancha y solo puedo
sentir asco.
—Muy duro.
—¿Qué tal su culo? Dime que es una rica virgencita.
Siento nauseas, pero sonrío. No me conviene que piense lo contrario.
—No es virgen, prefiero a las experimentadas.
—Pues yo a las tiernitas. Cuando estoy dentro me vengo rápido. He
desvirgado a muchas… —Eleva una ceja y vuelve a beber su copa. Mi
mandíbula se tensa, claro que lo sé, entonces experimento el infierno en mis
ojos.
Un día voy a asesinarte con mis propias manos, malnacido. En nombre
de todas esas niñas que violaste.
—Me gustan las mujeres experimentadas. La follé duro, muy duro… en
un lugar muy peculiar. —Extiendo mi copa y choco la suya. Si supieras que la
follé en tu cama…
—Bravo, muchacho. Me gustan los tipos rudos. Podemos ir a un
prostíbulo pronto.
—Puede ser —Digo sin ganas— ¿Y tú? ¿Has follado últimamente? —
Pregunto ansioso.
—No. Bueno… un par de putas. Me corrí en ellas con gusto, pero la mujer
que me interesa no.
Mi mente me grita alerta, hago puños y me calmo. ¿La mujer que le
interesa? ¿Qué tanto le interesa?
—¿Quién es esa mujer?
—Dulce. —Sonríe— Han pasado varios meses y no hemos tenido sexo.
Realmente es una chica que me encanta, aguantarme lo hace más divertido,
pero necesito de ella… Veo sus curvas y me aloco, su hermoso trasero… —Se
pavonea el idiota— Lo he tocado tantas veces pero jamás la he follado.
—Es… —Respiro— Una mujer muy guapa.
Sonrío. Sí que lo es, pero no para él.
—Lo es, pero quiere un anillo. Posiblemente se lo de…
—¿Piensas casarte? —Arremeto de inmediato.
—Necesito algo estable, quizá. —Agrega sin interés— Pero no quiero
pensar en ello ahora. Tengo a Dulce de mi lado.
—Entiendo.
Me excuso diciendo que tengo pendientes y dejo solo a Brando de nuevo.
Fue un martirio sobrevivir escuchando sus porquerías… ¡Es un maldito hijo de
puta! Y no simplemente no lo soporto.
Paciencia, Miller. —Me lo repito una y otra vez mientras rechino los
dientes. Falta poco, muy poco. Pasé todos estos años estudiando sus pasos,
este solo es el final de un arduo y minucioso trabajo. No puedo arruinarlo.
—Sr. Miller… —Me sigue una de las recepcionistas del hotel.
—¿Si? —La miro intentando reconocerla sin éxito.
—Estuve tratando de ubicarlo en su celular pero me fue imposible. Tiene
una visita.
—Oh… lo siento. Si, lo tuve apagado, ¿Quién es?
—La Señorita Constanzo. Dijo que era importante, está esperándolo en
la sala de reuniones.
—Muchas gracias —Pego mis labios por impotencia, ¿Qué demonios
hace Tatiana aquí ahora? Es muy peligroso que esté en este lugar.
—Jamás.
—¡Por qué no puedes entender que esto es esencial! —Grita contra mí—
¡El maldito es un hijo de puta violador! —Contrae y hace puños— ¡El maldito
es un malnacido que lava dinero!
—No me veré perjudicada —Digo con calma.
—Tendrás tu dinero, si es lo que quieres.
—¿Quién me lo garantiza?
—Yo.
—No creo en ti, Christopher.
—Por favor… —Se exaspera— ¿Crees que voy a traicionarte? ¡Soy tu
jodido marido!
—¿Piensas que confío en ti después de todo lo que ha pasado entre
nosotros?
El ping pong de preguntas, reclamos y respuestas se detiene cuando
evoco el pasado. Me mira tenso, con el puño hecho hierro y se contiene… Solo
se contiene para luego dar vuelta y golpear a la pared.
No siento absolutamente nada por él ahora, ni si quiera pena al ver su
mano roja. Todas mis lágrimas se volvieron hierro, mis noches depresivas en
oscuridad y mis sueños rotos en el diccionario de la vida.
No, simplemente no.
No me permito flaquear cuando se trata de mi misma. El mundo está
contra mi, yo no puedo darme el lujo de perjudicarme.
Mis intenciones van más allá de un simple trato. Lo quiero todo.
¿Por qué tendría que hacerlo?
—¿Quieres dinero? Tendrás tu maldito dinero. El gobierno es poderoso,
solo debes pedir lo que sea.
—Medio millón de dólares para empezar. —Elevo una sonrisa.
—¿Qué? —Responde aturdido.
—Dijiste “lo que sea” No expondré mi pellejo por ayudar a la policía, ¿Qué
beneficio tengo?
—Ayudar a todas esas niñas violadas, por ejemplo.
—La vida es cruel, patancito. Está mal, por supuesto, pero no me voy a
poner a llorar por ello. Y tampoco a sacrificarme por la gente.
—Esa niña violada podría haber sido tu propia hija —Arremete contra
mí— ¿Dirías lo mismo?
El tiempo se detiene cuando menciona esas palabras… “Tu propia hija”
La hija que nunca tendré. Mi mente colapsa, contraigo mi garganta y exhalo
fuerte. Estoy mareada… tengo emociones amargas en mi interior.
La hija que nunca tendré.
Levanto la mirada para encararlo y pronto siento cambios en mi interior.
Bien, me cuesta… no aceptarlo pero sí tener que recordarlo. Es una extraña
contradicción, sobre todo cuando luzco de esta manera delante de él.
Pero no voy a flaquear. Si lo hago puedo utilizarlo en mi contra. Por su
actitud puedo ver que no todo está perdido…
Es frágil con el tema. Le afecta de alguna manera… y me cuesta
entenderlo, pero puede ser una posibilidad que debo aprovechar.
—No estás siendo objetivo. —No le quito la vista. Pelear con él por el
pasado sería algo interminable y no llegaríamos a nada. Aunque esté con
ganas de matarlo me contengo.
Silencio.
—Te necesito, Dulce. —Suspira sin verme— Es la maldita verdad.
No contesto, solo me quedo observando su expresión llena de odio hacia
Brando. Lo odia más de lo que imaginé. Y todo esto me da curiosidad.
—Hace frio… —Solo digo, sin saber qué más decir. No soy buena
consolando, nunca lo he sido. Cuando estaba preocupado solo me abrazaba y
yo no podía articular palabra. Nunca he sido una mujer muy… romántica,
aunque creyera en el amor.
Me costó decirle Te amo, y se lo he dicho pocas veces.
Me costó aceptar el matrimonio, pero lo hice porque realmente no podía
soportar tenerlo lejos.
Eramos dos chiquillos tontos creyendo en las historias que nos cuentan,
y quizá fue todo.
Elevo mi mirada y sigue perdido.
Me siento estúpida, sí… muy estúpida aquí. Y, aunque no quiera
moverme, tengo que hacerlo. Me rebelo contra mí y me exijo abrir la boca, pero
no puedo. Empujo mis piernas para elevarme, entonces siento su mano tomar
mi muñeca.
No te vayas. — Parpadea. Alínea sus claros ojos en mí y acaricia con un
dedo mi piel.
Brando puede darse cuenta. — Miento.
Él no importa. — Jala mi brazo y reboto en sus piernas.
¿Me dirás qué pasa? — Pregunto una vez más. Odio no tener el control
y esto me jode demasiado.
Lo haré, te lo prometo… lo juro Dulce pero enserio no puedo.
¿Por qué?
Porque no lo creerías y estaría jugando mis últimas cartas sin pruebas.
Porque debo terminar con este asunto antes de llevarte conmigo.
¿Perdón? ¿Oí bien? Mi piel se eriza.
Lo haré, Dulce. — Prosigue muy seguro— No voy a soltarte nunca más.
Ya ha sido suficiente.
Resoplo indignada.
Eres un maldito idiota — Río para no enojarme— ¿Estás loco? Yo tengo
planes para mi vida, Christopher. Y tú… no estás en ellos.
Me mira sonriendo cansado y pronto se une a mi cintura dándome un
beso en la frente. El shock invade mi respiración… Él realmente está muy
seguro de todo lo que dice, jamás podré volver con él… No como él quiere,
pero su seguridad me reprime de alguna manera.
Tampoco puedes despegarte, Bonita… Jamás pudimos hacerlo.
Ronroneo hacia mí misma y cierro mis ojos. Es verdad, pero también
pasado.
Me eres inevitable, solo eso. —Digo muy bajito en su oreja sin si quiera
soltarme. Soy un bla bla blá conmigo misma y es lo que aún no comprendo.
Quiero ser inevitable siempre, entonces. No voy a soltarte, nunca más mi
bonita…. Nunca más. No podré hacerlo.
*
Es un día soleado en México.
Las nubes se abren formando una especie de dibujo en el cielo. El sol
arremete en mi piel calentando mis orejas y pronto empiezo a pensar en que
debí sacar mi protector solar, pero es tarde. La clase de yoga ha empezado.
Con muchas ganas y poca pereza me uno a la rueda de yoga. Estiro mi
mat para sumergirme encima del jardín y empezar mis estiramientos. Ah…
como me encanta, aunque al principio lo haya odiado. El yoga es bueno para
desestresarte y ahora lo necesito más que nunca.
Levantemos las manos y agradezcamos por este momento — Susurra
Chelo, un increíble profesor de Yoga.
Enseguida siento cómo los nudos de mi espalda se sueltan y pronto un
dolor bueno arremete en mis músculos dejándolos como nuevos. Respiro en
cada estiramiento y exhalo cuando me contraigo…. Entonces vuelvo a
recordarlo.
Me es inevitable
Parezco chiquilla de 16 y eso me enoja… porque no puedo controlarlo.
No sé si es su piel, su olor o las malditas ganas que tengo de follarmelo.
Puede ser lo que quiera pero es muy bueno en la cama… más de lo que
recuerdo, pero también es cierto que debo irme con precaución.
Hemos pasado 5 años sin vernos, al menos eso creo.
Ayer me dijo que me necesitaba, ¿Por qué lo hace? ¿Costumbre? ¿O
quiere enamorarme para luego volverme a dejar? ¿Con qué intención? ¿Y por
qué odia tanto a Brando? ¿Por qué se volvió parte del equipo del gobierno y
dejó de ejercer su profesión? ¿Cuál fue su motivación? Son tantas preguntas
que necesito responderme pero simplemente me evade.
Sé que hay algo, algo más que una simple venganza y necesito
entenderlo.
Por otro lado es tan seguro de sí mismo conmigo… que a veces me
intimida. Él realmente piensa que tenemos un “de nuevo” y yo solo lucho por
alejarme de él, pero es inevitable… y no, hoy no voy a juzgarme.
Quiero pensar que es solo deseo porque mi corazón es de hielo y así
seguirá siendo.
Las clases terminan sin que me de cuenta. El sol sigue quemando así
que me dispongo darme un baño. Camino rápido hacia mi recámara
alejandome de todo conocido porque no tengo ganas de saludar a nadie,
aunque sea por hipocresía.
El zumbido de mi móvil hace vibrar mi mano. Elevo una mirada y puedo
notar el remitente. Me es extraño…
Te espero en 10 minutos, Dulce. Ven a mi recámara. Necesitamos hablar.
Christopher.
¿Su recámara? Es un completo descarado, y más porque me ha enviado
el mensaje sin aparecer como privado, lo que se me hace raro.
Ignoro su propuesta hasta que llego a mi suite. Quiere que vaya… solo
está en el piso de abajo. ¿Y si no voy? Últimamente estoy cediendo demasiado
y no quiero, pero no puedo dejar de recordar sus labios en mi boca, su lengua
en mis pechos aclamado mi piel… Lo deseo. Deseo esto de nuevo y me río
porque no puedo evitarlo.
Me es jodidamente inevitable.
Exhalo riendo, ¿Estoy riendo? ¡Ya qué! Soy una mujer sexual, ¿Qué hay
de malo en ello? No hay acciones prohibidas entre nosotros, al menos eso creo.
Renegando camino hacia el pasillo y bajo por las escaleras. Han pasado
10 minutos, ni más ni menos, entonces encuentro su puerta entre abierta
¿Acaso es idiota? Es peligroso. Miro la cámara del pasillo y escondo mi rostro
para luego unirme en su espacio rápidamente. Doy 3 pasos y veo su silueta de
espalda.
Está ahí… pero no solo.
Mi sonrisa se apaga.
Un segundo. Sus manos abrazan su nuca y con rapidez pega su cuerpo
mirandome con desdén. Lo hace como una maldita zorra… y él simplemente
no reacciona. Ella lo presiona y ataca su boca hundiendo su lengua, puedo
verlo… entonces baja sus manos por su espalda hasta hundir sus uñas en su
trasero.
Jadeo sintiendo que toda mi temperatura corporal se leva. Mis puños
hacen fuerza y pronto experimento un infierno… el infierno que no quiero.
10. Haré lo que quieras
Dulce
Camino con mis aretes en la mano. Debería estar pensando en las joyas
en vez de solo estar enojada, pero no puedo. Mi cabeza se centra en una sola
cosa y no me la quito de la cabeza. Arrastro mis pies por el pasillo, aburrida de
mi propio trabajo, y solo intento concentrarme en mis pendientes: Control,
selección, imagen. Debería tomar en cuenta las recomendaciones de Elia, mi
asesora. Los colores del hotel deberían cambiar de alguna manera, sin tener
que salirnos de los manuales de marca.
Quizá unos sillones nuevos, o alguna pared pintada.
No he tenido tiempo de ver nada, me confié quizá porque supe que
habían contratado a una nueva diseñadora.
Mi mente se concentró en el patancito cuando regresó y he dejado mis
labores por estar intentando descubrir sus patrañas… Y ya no.
—Dulce…. —Grita la estupidita, lo que me faltaba. Ruedo los ojos, exhalo
y me detengo sin volver a mirarla. Ella se acerca, me sonríe y solo me tenso.
—Ya te he dicho que odio tus gritos, niña. —Mantengo mi cara dura.
—Lo siento, intenté encontrarte ayer pero no atendias la puerta. Espero
estés mejor de tu gripe.
—Sí. —Solo digo.
—Em… hoy teníamos una cita. Rosaura de Recursos humanos te está
esperando con la nueva diseñadora. Es urgente, necesitas darle el visto bueno.
—Bien, vamos ahora.
Con desgana escucho los reportes de Rita, mi asistonta. Ladeo mi cabello
para los dos lados intentando arreglar un poco mi alisado. Ella solo sigue
hablando y no le estoy tomando atención, ¿Quién le tomaría atención a esta
niña? Ronroneo en silencio renegando por mi suerte. Hace mucho la hubiera
despedido pero Brando insistió tanto que no pude negarme.
El elevador se detiene en el segundo piso llevándonos a una sala
privada… Son las oficinas de recursos humanos. Camino por el largo pasillo
junto a Rita, algunos trabajadores me saludan, otros se levantan. Ahora
correspondo sus muestras de respeto elevando una simple y ligera sonrisa. Ya
estoy más calmada, aunque sigo estresada.
—Por aquí —Dice Rita, anteponiéndose a mi paso. Abre la puerta y me
sumerjo en la sala de Rosaura. Ella está ahí vestida de azul y blanco, se levanta
para saludarme y cuando levanto mi vista a profundidad puedo ver la silueta de
una mujer vestida con un eterizo negro.
Mierda.
Mis manos se hacen puño, la temperatura de mi cuerpo se eleva y pronto
siento cómo mi garganta está a punto de explotar. Es ella… Tatiana sonriendo
como la gran perra que es, con su aparente cuerpo de lagarto mirándome con
triunfo.
Y no, no le daré el gusto.
—Deseo presentarte a la Señorita Constanzo, Dulce. Ella ha trabajado
con el gobierno, es arquitecta y a la vez diseñadora.
—La conozco, no necesitas presentarla. —Digo mirándola seria.
—Oh…. —Solo dice Rosaura, mirándonos de lado a lado— Eh… bueno.
—Intenta bajar la tensión entre ambas pero no puede y se sorprende así como
Rita. Ambas solo nos miran ajenas a lo que pasa.
—No contratamos amateurs en el tema, punto. —Digo decidida. Ella
sonríe elevando una carcajada, con sus labios gruesos y boca de ramera. La
miro como jamás he mirado a nadie y solo puedo ver cómo me reta. No querida,
no estás a mi nivel… así que ni lo intentes
—No soy amateur, Señorita Evans… De hecho tengo un buen CV. —
Extiende un documento. La miro de arriba abajo y no lo recibo.
—Nuestros estándares son altos. —Mantengo mi paciencia pero la como
con mis ojos. Imagino mis manos arrastrándola por todo el hotel y solo me
regocijo viéndola.
Me encanta
La follaría aquí mismo a la fuerza. Sé que le gustaría porque no puede
resistirse. Me mira con indignación, pone sus brazos en mis pectorales para
empujarme pero sé que los palpea. Siempre fui un hombre que se ejercitaba,
ella lo sabe, y sé que aún la dejo sin aliento. Mi miembro roza con sus piernas
entonces la boca se me vuelve agua de solo desearlo, ahogo un grito en mi
garganta y solo suspiro.
—Vete. —Repite.
—Tus ojos me dicen lo contrario. Puedo leerlos, Señora Miller… me
necesitas, me deseas tanto como yo a ti. —Insisto porque quiero insistir. Deseo
lamer esa boca… ¿Qué no haría con ella? Su labial rojo vino me envenena, es
tóxico para mi piel y mis sentidos.
—Basta. —Logra empujarme, entonces la suelto. Tampoco seré un
arrastrado… por el momento. Suspira tensa.
—Eso se llama celos, Dulce. —Suspiro. Sé que me degollará vivo pero
es necesario llamarlo por su nombre— Jamás tuviste celos de mí porque
siempre me tuviste en tus manos, pero Tatiana ha venido a moverte el piso.
Ríe sarcástica
—¿Estás seguro que aún me interesas, no? ¿Realmente lo crees? Ay,
qué penita. —Aplaude— Pobre idiota.
—Bien, entonces le dejarás el camino libre a Tatiana.
Junta sus labios, sonrío.
—Puedes meter tu pene donde quieras. —Suelto— No me interesas,
patancito.
—Tú me encantas, amarga. Solo quiero estar dentro de ti, créelo. —
Suelto una carcajada y se enfurece más.
—Lárgate. —Toma mi brazo para expulsarme de su habitación, entonces
me agacho echando un beso al aire sin éxito. Mierda, queria probar su boquita,
aunque sea por fuera
—Un beso, solo uno.
—Metete el beso por el culo, idiota. —Grita
—Esa boca…. Castigaría esa boca de mil maneras. —Sigo jodiendo
porque me encanta y ella se pone roja de rabia. Ni ella misma se aguanta con
el mal humor que maneja.
De pronto una voz conocida parece asomarse por el pasillo. Ella se
congela, yo también lo hago. Nuestros ojos se abren al instante y la más fina
complicidad aflora de nuestras almas. Esto es tan casero… tan extraño…
Voltea, lo hago también. La imagen de una linda jovencita de 22 años aparece
de inmediato.
Kiara Evans, su hermana.
Ella se tensa y comienza a rascarse la cabeza. Le incomoda, ¿Por qué?
No lo sé. Kiara se acerca con la boca abierta y me mira de pies a cabeza. Ella
siempre me cayó bien, pero creo que me odia con toda la razón.
—¿Qué hace este traidor aquí, Dulce? —Pregunta en voz alta, Dulce la
calla.
—Entra a la habitación —La jala como si quiera esconderla, pero Kiara
se impone.
—¡No! ¿Qué haces aquí, Christopher? —Voltea, me mira con furia.
—Hola Kiki, un gusto volver a verte. —Digo, ella me ignora porque levanta
el dedo amenazándome. En eso es parecida a su hermana.
—No vuelvas a decirme Kiki, ¿Entiendes, traidor? No me dirijas la
palabra. Abandonaste a mi hermana. Eso jamás te lo perdonaré. ¿Sabes
cuántas noches lloró por ti? ¿Sabes cuá…
Dulce la calla.
¿Llorar por mi? Mi corazón se hace estragos. Pensar en mi Bonita
llorando hace que me sienta una basura.
—Basta, niña. Entra o te golpeo. —Amenaza como solo ella podría
hacerlo con su hermana. Dulce es mayor que Kiara, pero ambas se han cuidado
mucho aunque peleaban todo el día.
—Yo quiero agua —Se pone prepotente— ¿Puedes hacerlo o tengo que
servirme yo?
—No, claro que sí señorita… —Sisea.
—Señora. —Contiene su rabia y luego pone sutilmente su mano encima
de la mía. Río. No puedo evitarlo, estoy muriendo de risa. Me aprieta fuerte la
mano, como si estuviera golpeándome con eso, entonces finjo que me duele…
pero no me sale. Sigo riendo.
Clava sus uñas… y doy un grito.
—Quiero un sándwich de jamón light… —Mantiene clavada sus uñas—
¿Tú no quieres uno, cielo? —Finge mientras me lastima.
—No. —Respondo aturdido por el dolor.
—Enseguida —La aeromoza se sonrisa y pasa al otro pasajero, entonces
por fin me suelta. Tomo mi mano, veo las marcas de su rabia en mi piel y volteo
enseguida indignado.
—¿Qué te pasa? —Pregunto.
—¿Qué me pasa? —Respondo— Eres un maldito cerdo. No voy a ser
cornuda estos días, ¿Lo entiendes?
—Controla tus celos —Advierto.
—Deja de estar coqueteando con cualquier culo que se te ponga en
frente. Y no, no estoy celosa solo defiendo mi honor.
—Esto no es honor —Le enseño mi mano.
—Que te lo cure la zorra esta entonces.
Se levanta furiosa y ni ella misma se aguanta. Entra en el baño y se queda
ahí por mucho tiempo, quizá media hora… y solo me preocupo. ¿Por qué
debería? Dulce trapea el suelo con mi trasero cuantas veces quiere… Exhalo,
me relajo, esto no está saliendo como yo lo espero.
Si seguimos así no funcionará lo que tengo planeado para ella.
Me aventará la sorpresa por la cara.
El vuelo se torna más frio que un témpano… Y no por el aire sino porque
me ha vuelto a ignorar desde que salió del baño. No sonríe, es amarga… más
amarga que de costumbre. Pero si puedo ver sus ojos vigilantes al ver a la
aeromoza traernos la comida. La pobre chica se ha sentido intimidada por los
ojos de mi cruela. Joder, esto es intenso… pero divertido.
Me divierto aunque mi mano haya pagado las consecuencias.
Aterrizamos pronto y, apenas se abre la puerta del avión, ella ya está
parada saliendo de inmediato. Es claro que no quiere verme.
—Señor, ¿Puedo ayudarlo? —Me para un paramédico, entonces miro mi
mano… Mierda.
—No sé por qué se puso así… —Le explico.
—Lo vi desde que salió de su vuelo, por favor déjeme llevarlo a la
enfermería.
Bien. Lo que me faltaba. Mi mano está morada y sangro pero no siento
ardor solo picazón.
—Déjeme avisarle a mi esposa.
La llamo y no contesta. Y no me va a contestar.
A duras penas llego a la enfermería, el doctor me revisa y cuando me toca
la mano siento dolor. Pone un par de medicamentos, cierro un ojo y soporto
con incomodidad la presión cuando la mueve.
—¿Cómo pasó esto? Felizmente no llegó a mayores… Debe tener
cuidado, la altura hizo que se ponga peor.
—Bien.
Me termina de curar y pone una pequeña venda en mi mano. Envío un
mensaje de voz a Dulce diciéndole que estoy aquí pero no obtengo respuesta.
Pronto camino hacia la sala donde están las maletas y la veo furiosa hablándole
mal a otros…. Hasta que se encuentra con la aeromoza.
Mierda.
Todo sucede en cámara lenta.
Ella le sube el dedo como si estuviera advirtiendo un asesinato y abre sus
ojos como fiera. Jadeo, no… Está tan insoportable que ni ella logra aguantarse
y corro hasta que llego a su lado. La muchacha baja la mirada y se va
sollozando.
—Esa perra está fingiendo —Arremete Dulce contra mí, pero luego ve mi
mano vendada y se calma.
—Dulce, basta. Estás pasándote de la raya… —Le digo y se enoja más.
Toma su maleta, da media vuelta y sale del aereopuerto.
Estoy cansado, pero no puedo evitarlo: La sigo. Lo hago como un idiota.
Lo he venido haciendo desde hace años y no puedo controlarme.
Ella es mi odio y también mis sueños.
Jodida vida la que tengo.
Avanzo a pasos largos porque está casi corriendo. Esconde su rostro en
sus manos, simplemente no se soporta. Pasamos el estacionamiento y sigo sin
poder detenerla. No la entiendo. Me rechaza y a la vez me cela.
—¡Espera Dulce! —Le grito.
Entonces camina más lento, pero antes de que la alcance para en seco.
Voltea. Sus ojos, sus bellos y perfectos ojos se detienen con mi mirada. Jadea,
intenta hablar pero no le sale.
Dos segundos.
Esboza un suspiro, se acerca. Toma el cuello de mi camisa violentamente
y luego jala mi pecho junto al suyo…. Reboto en sus senos. Sus ojos me
miran… torpe, tensa, pausada….
—Tú eres mio, Miller. ¿Lo entiendes? Mio.
Presiona sus labios en mi… y son frios. Su lengua… tibia, áspera…
perfecta.
12. Tu cuerpo me quema
Christopher
“Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con las cerezas” Pablo
Neruda
¿Lo que debo hacer? ¿Según quién? Cada uno apoya como quiere. No
soy una mujer de cocina, ¿Lo entiendes? Ni nací para ser buena esposa.
Eres una víbora
Pero una víbora con clase no una chiquilla que no sabe ni lo que quiere.
Si sigues en este maldito lugar vas a pudrirte sola. Ni si quiera aceptaste mi
ayuda para estudiar en otro país.
¡No quiero tu cochino dinero! ¿Acaso crees que no sé lo que haces?
Perra, seguro te estás acostando con el maldito Hilton.
La temperatura de mi cuerpo se eleva y pronto siento mi mano arder. Le
di un bofetada…
El silencio hace que sienta los latidos de mi corazón. Puedo ver todavía
su cara volteada ¿Qué hice? Jamás le pegué a mi hermana… no de esta forma.
Mi manos pican por la calentura y sigo en shock… entonces escucho su llanto.
Kiara es muy impulsiva, quizá más que yo, no puede controlar sus emociones
fácilmente, ese es su punto más débil.
Maldita seas… — Me empuja furiosa, le tomo las muñecas y solo grita.
Mi espalda se topa con el mueble donde guardan los platos y siento que mi
adrenalina aumenta. Entonces veo que toma un tenedor y me lo enseña. Mierda
—¡Te odio! —Grita una vez más—
¡Hey! — Christopher se interpone con furia ¿De dónde salió? Toma su
brazo y le quita el tenedor. Kiara llora y lo golpea.
Eres igual a ella…. — Es un mar de lágrimas y yo no sé qué sentir.
Forcejea una vez más y Christopher pone su pecho.
Kiara, ¿Tienes idea de lo que estás haciendo? Tus padres están
descansando, felizmente no te escucharon.
No la soporto. — Digo por fin y me voy esquivándola.
Chris
Me quedé aterrado cuando la vi tomar ese tenedor. Lo primero que se me
vino a la mente es “Salva a tu bonita” y eso hice. Tengo un rasguño en mi pecho
pero no importa. Necesito saber por qué esta niña ha hecho esto.
¿Estás mejor? — Le paso un vaso de agua, ella lo toma temblando.
Si.
¿Puedes decirme qué sucedió? — Estoy ansioso, Dulce tiene la culpa…
estoy seguro.
¿Por qué tendría que decirtelo? — Me mira a la defensiva.
Porque soy como tu hermano. — Suspiro sentándome en el suelo con
ella. Kiara solo mira sus manos y nos quedamos sin hablar por largos minutos.
Odio a mi hermana. — Dice por decir. Está enojada y la ama más de lo
que ella misma puede imaginar, pero sé que si le doy la contra lo negará…
posiblemente me mande a la mierda y me clave ese tenedor. Mujeres…
Entiendo. — Le doy la razón— Es muy odiable. — Río, entonces sonríe.
Nos peleamos porque no quiso lavar los platos. Estoy cansada,
Christopher. Ella siempre se sale con la suya. Desde que eramos pequeñas yo
siempre tuve que cargar con todo. ¿Acaso mamá le exigía? Todo era yo…
“Kiara ve a hacer café” “Kiara tráele las pastillas a tu padre” Todo yo, jamás la
molestaron a ella. Yo soy la que se traga con toda la enfermedad de papá y es
que han pasado muchas cosas….
Kiki…. — Sonríe cuando le digo su apelativo, así solo le dice la gente más
cercana a ella— Tu hermana no es mala, solo… un poco especial. ¿Sabes qué
me hizo a mí una vez? Tiró toda mi ropa por la ventana de nuestra casa, solo
porque le dije que me hiciera el favor de meterla en la lavadora. — Río.
¿Cómo la aguantas? — Sigue riendo.
Ni yo lo sé, supongo que… es así porque la quiero. — Me sincero y sus
ojos se iluminan.
Entonces por qué la dejaste… ¿No fue por… eso de los bebés, cierto? —
Me hielo cuando lo pregunta, entonces suspiro lento. Es la pregunta que yo
mismo me hice hace muchos años…
No. — Solo digo. Tardé mucho tiempo en darme cuenta. Fue doloroso
para ambos, quizá más para mí porque lo deseaba con mucha fuerza, pero no
fue mi principal motivo.
¿Qué sucedió, Chris? ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué de esa forma?
¿Sabes cuánto le costó recuperarse? Ni si quiera comía, se enfermó muy feo…
Mamá y yo te odiábamos. Tuvimos que alejarla de papá para que no se diera
cuenta. Su vida fue un infierno… entonces cambió. Un día dijo que no
necesitaba más de nadie y se fue.
Me quedo en silencio mirándola con presión en los ojos. Mis fosas
nasales sienten el aire más pesado y puedo sentir dolor en mi interior. Ver a
Dulce así no ha sido nada fácil, pero hubo un tiempo en el que ni yo mismo
pude levantarme porque también lloré. Estuve afectado por la decepción de no
poder tener bebés con ella. No quería ser papá con nadie más solo con ella. Y
mi mundo se vino abajo cuando me enteré de lo peor… Hay tantas cosas,
tantos secretos, tantas respuestas que aún vienen a mí como balas pero todo
a su tiempo.
Me lo he dicho siempre, a su tiempo.
Kiki… ahora no. — Digo con media sonrisa.
No eres una mala persona, lo siento. — Se disculpa— Pero ella si lo es.
Ella los quiere mucho.
¿Querer? Solo envía dinero.
Es una forma de querer. — Contesto— Debemos aprender algo, Kiara.
No toda la gente tiene por qué ser como uno quiere que sea. Si quieres a tu
hermana intenta entenderla.
¿Entonces por qué mamá la prefiere? ¿Por qué si yo he estado con ella
y Dulce no?
Una madre siempre sabe quién es su hijo más débil…. Decía mi abuela.
Dulce necesita de ustedes aunque no lo quiera aceptar. Está viviendo una vida
que no debe por mi culpa.
¿Por qué la dejaste? — Pregunta ansiosa.
Quizá yo soy su respuesta. Y me siento mal por ello. Deseo recuperarla,
Kiara. No tienes idea, pero debo ser paciente. Jamás hice nada sin motivo. Solo
quería protegerla.
¿De quién o qué?
De mí mismo. — Respiro— Y de toda la mierda que viene conmigo.
Me mira como si no entendiera, pero respeta mi privacidad y solo se
levanta para irse a su cuarto. El padre y la madre de Dulce descansan, como
es costumbre después de la comida. Este lugar es un sitio tranquilo, un pueblo
de Vallarta muy bonito donde la gente vive en paz consigo misma. Me pregunto
si algún día podré hacerlo yo también…
Por supuesto. Sigo siendo su esposa porque armó todo un circo cuando
supuestamente firmé el papel de divorcio. No fue verdadero. ¿Aún así quieres
a ese idiota después de todo esto?
No, hija…. Lo aprecio pero primero es mi hija. Dulce… — Toma mi
mano— Te lo he dicho muchas veces, no está bien lo que haces. Estás llena
de dolor y no lo sacas.
Estoy viviendo la vida que siempre merecí, mamá.
¿Sin él? — La pregunta me aturde, quizá más de la cuenta. Parece que
mi familia confabula contra mí cuando mencionan a Christopher como parte de
mi vida y eso me molesta.
Claro que sí. Es más, lo odio. No lo soporto.
Mamá se queda mirándome y luego baja la cabeza.
¿Qué? — Pregunto.
Nada, cielo. — Acaricia mi rostro— Solo deseo que seas feliz.
Soy feliz.
Me mira triste.
Una madre siempre sabe lo que sus hijos sienten….
Me quedo mirándola
…Bueno, cariño. Iré a preparar algo de café. Tu padre despertará de su
siesta. —Cambia de tema y me sonríe. No le digo más. Suspiro en silencio
cerrando mis ojos, ¿Es que todos están en mi contra?
Suspiro cansada.
Quiero irme. Necesito irme. Y lo peor es que recién he llegado.
Miro mi celular y veo una llamada entrante…
Brando.
Con sutíl movimiento contesto. Me levanto y voy hacia un rincón de la
sala.
Cariño, ¿Todo bien? — Pregunta al teléfono.
Bien, cariño. — Sonrío a medias— Aburrida pero ni modo, trabajo es
trabajo.
Cuando Christopher sale del baño se sienta en la sala y me mira, parece
saber quién es y puedo ver su mandíbula tensa. Río, inventando cualquier cosa,
entonces alargo la conversación con Brando. Él no deja de mirarme, se lo
merece por tramposo.
Yo también te quiero cariño y deseo todo lo que tú quieres…. — Mis ojos
se unen a los suyos y puedo verlo incómodo haciendo un puño. Tose y ladea
su cabeza.— Ajá… eso y más. — Sueno coqueta, es tan placentero hacerlo….
Picarlo, joderlo, hacerlo explotar pero se mantiene tranquilo. Y esa misma
acción me desespera. El Christopher de antes golpeaba a todo aquel que me
miraba con otras ganas… ahora se contiene, algo ha cambiado en él, algo que
quiero saber.— Bien, te extrañaré esta noche…. Claro. Em… debo cortar, la
señal no anda bien. Adiós. — Cuelgo al ver a papá bajar por las escaleras.
Tortolitos, siempre tan juntos…. — Bromea papá.
Espero estés más tranquilo, Carlos. Te vi ansioso — Dice él.
No ansioso, hijo. No había tomado mi pastilla. No puedo agitar mi corazón
mucho tiempo. ¿Y ustedes?
Nada. Tu hija hablaba por teléfono…. — Me mira el muy desgraciado y le
advierto con mis ojos— con sus clientes. A veces trabaja mucho, lo sabes.
Maldita sea
No sé cuánto tiempo pasa exactamente pero me siento sin fuerzas. Caigo
a la cama con una estúpida sensación de vacío. Con el rostro hacia abajo.
Cansada y mareada por el movimiento. Mamá se une a mi sin si quiera decir
nada, solo toca mi pierna y espera…
No hablo. No habla.
El corazón se me vuelve más frío. Tengo un nudo de emociones en la
garganta y no puedo llorar.
No he llorado hace muchos años.
—Todo estará bien… —Sonrie con miedo. Como si fuera una bomba que
podría dañarla en cualquier momento, entonces parpadeo.
—Estoy cansada de todo esto. —Confieso con una voz que ni yo misma
reconozco.
—Estás cansada de luchar contra ti misma… —Añade. Y solo me quedo
en silencio. No quiero pensar.
—Estoy perfecta. —Murmuro sin levantar la vista.
—Te duele… No lo perdonas porque aún lo quieres.
La idea tirita en mi cabeza como un silbido. Mi corazón se acelera. No…
no puedo quererlo. No al hombre que me hizo la mujer más triste del planeta.
No puedo querer lo que aún me cuesta aceptar. No puedo. Es estúpido. No
puedo.
—No. —Ahogo un grito de terror. El miedo invade mis venas.
Hija…
Por favor mamá, vete. Por favor vete.
Le doy la espalda mirando nuevamente hacia la ventana. Pasan algunos
segundos, quizá minutos y puedo sentir sus pasos alejarse hacia la puerta. El
sonido hace que me desplome de inmediato. Llevo una mano hacia mi frente y
me pongo a pensar en todo lo que dijo…
Sus palabras aún me torturan
¿Lo quiero? No… no podría ¿Cómo se puede querer lo que te lastima?
Sería una falta de respeto hacia mí misma. Viví un horror cuando se fue… y
pasó tan violentamente que no he podido volver a recordarlo sin sentirme
angustiada, perdida, cansada. Todas las lágrimas que derramé hicieron que
me secara. Ese día me sequé por dentro.
Quería matar ese lado de mí que todavía insistía en esperarlo…
No me mató, me hizo más fuerte… o quizá inteligente, pero algo murió en
mí ese día. No soy la misma.
Punto final, Dulce. — Murmuro en mí misma— Es punto final para ti.
Suspiro y vuelvo a inspirar calmando mi pecho. Mientras me miro al
espejo acaricio mi rostro. Soy más fuerte que cualquier recuerdo…
Porque eso es… solo un recuerdo.
El sol nace fuerte e invade mis ojos por la ventana desde muy temprano.
Bostezo aún agotada y pronto me topo con todo el desastre de ayer. Joder…
aquí no hay sirvientas, por lo que debo hacer todo yo sola.
Con pereza pongo mis pies en el suelo y comienzo a levantar todo. Son
las 7 am y mi estómago ruge con fuerza. No cené… y tampoco dormí bien
porque me quedé avanzando algo de trabajo. Revisar detalladamente la
historia de los empleados no es tan divertido pero al menos entretuvo a mi
cabeza.
Peino mi cabello con mis dedos cuando me paro delante del espejo y
luego amarro mi bata de seda en la cintura. ¿Mamá habrá cocinado algo? ¿O
tendré que ir fuera? Da igual. Necesito alimentarme para luego seguir con mis
planes.
Dos días más. No aguantaré mucho en este lugar. Necesito regresar a mi
vida de antes.
Camino por el pasillo y veo como Kiara se cruza delante de mí. Tiene el
pelo alborotado y sigue usando pijamas infantiles ¿Acaso no sabe su edad?
Ruedo mis ojos ignorándola y paso más rápido que ella.
Buenos días, mamá. Hola papá. — Saludo sin más emoción. Kiara se une
y no estoy incómoda… Si ella se quiere enojar que se joda.
Buenos días, chicas. Disfruten el desayuno.
Tomo un jugo de naranja y siento cómo va calando en mi interior de
manera apresurada. Mamá me mira sonriendo, sé que ama que coma porque
últimamente he estado a dieta… pero no me interesa hacerla en este momento.
¿Y Christopher, hija? — Papá pregunta y siento cómo todos los recuerdos
invaden este momento. ¿Dónde mierda se metió? Pienso en qué decir pero no
se me ocurre nada.
Aquí suegro. — Sonríe como si nada hubiese pasado. Tiene el pelo
mojado, quizá durmió en algún hotel cercano pero no me importa. Ni si quiera
sostengo mi mirada en él, simplemente tomo el periódico de la mesa y leo.
Oh… madrugaste. — Papá sonríe con tanta soltura que juro que voy a
hablar en cualquier momento. Mataría a su favorito cuando se entere de todo.
Si, Carlos. Fui a caminar un rato. — Miente con tanta verdad que estoy
pensando seriamente en regalarle un Oscar por hipócrita.
¿Café? — Pregunta mamá. Levanto mi mirada, él asiente. Mamá le sirve.
Él puede servirse solo, mamá. Tú estás cansada. — Agrego.
Hija, sirvele a tu marido. — Papá sonríe y solo sostengo mis ojos en mí
misma. No le serviré. Jamás lo haré.
—Puedo hacerlo. — Christopher toma la tetera y se sirve café.
El desayuno se torna aburrido. Él y papá hablando de fútbol, economía,
noticias… yo leyendo el periódico, Mamá y Kiara conversando. No damos para
más. Cuando termina todo mamá se ofrece a limpiar pero termina haciéndolo
Kiara.
No olvides que hoy es el compromiso de tu primo Lucas.
Bien. Iré de shopping. — Levanto una ceja y me voy a mi recámara.
Mientras arreglo mi enterizo blanco mirándome al espejo puedo sentir que
unos pasos se acercan…. Entonces lo veo asomarse por la puerta. No me mira,
solo se dirige a un rincón de la habitación… su maleta. La toma y abre, yo sigo
ignorándolo.
Somos un par de desconocidos ahora y eso es lo que fuimos siempre:
nada.
Chris
Me fastidia su forma de ser.
Me ahoga su sonrisa
Me vuelven loco sus senos
Pero no soporto cuando le habla así a ese malnacido.
Lo peor es que lo hace con toda la intención de joderme y no lo aguanto,
simplemente he perdido la paciencia.
Tomo mi maleta y abro la puerta de inmediato encontrándome con la
presencia de su madre. Me mira tensa y luego me sonríe casi por nervios. Yo
solo suspiro ¿Qué querrá ahora?
No te vayas….
Señora…
No la dejes sola de nuevo.
Siento cómo mi garganta se ahoga con solo escuchar sus palabras.
No me diga eso, por favor… — Mi voz se suelta como gelatina. La miro
perdido en sus ojos… los mismos de mi amarga favorita.
¿Por qué te fuiste, Christopher? — Pregunta angustiada.
No hablaré de eso ahora. Por favor, no insista.
Está bien. Solo no la dejes sola… Su vida está hecha un desastre por tu
culpa, ¿Volverás a dejarla?
Jamás. — Contesto— Solo estoy enojado.
Te irás….
No. Solo… — Miro mi mano cargando la maleta y luego la suelto. Su
madre tiene razón, no puede dejarla ahora por más que esté furioso y celoso,
pero… ¿Cómo le explico mi situación?
Es por ese hombre, ¿Verdad? Ellos salen en todas las revistas y yo vivo
angustiada temiendo que Carlos las vea. — Sus ojos se llenan de lágrimas—
Si la quieres lucha por ella, hijo. Aunque te rechace, aunque te diga que no te
quiere… lo hace porque es su única forma de defenderse contra lo que lleva
muy dentro… amor por ti.
Tranquila, señora… — Toco su hombro— Jamás la dejaría con ese tipo.
Primero la secuestro y me la llevo lejos. Y… bueno, no creo que me quiera pero
al menos voy a protegerla.
¿Lo prometes?
Se lo juro. Por mi vida, por la de ella.
La madre de Dulce me sonríe y toca mi hombro con fuerza. En ese mismo
instante entra Carlos, nos mira y se queda sorprendido.
¿Qué haces mujer? Estás molestando a Christopher con tus cosas… ¿Y
esa maleta? — Oh… mierda. Trago saliva y vuelvo a ponerla en su lugar.
Solo estaba… buscando algo. ¿Un café? — Propongo para evitar más
preguntas, Carlos accede.
Mientras caminamos hablamos de su salud. Su infarto anterior lo dejó
vulnerable. Hoy tiene que tomar pastillas y cuidar su alimentación de por vida.
Conociéndolo es fastidioso para él, pero no tiene de otra.
Tus pastillas, no lo olvides. — Insisto y me sonríe mientras toma un par.
Estoy encantado con tu visita, Christopher. — Palmea mi espalda— Eres
el hijo que nunca tuve.
Gracias Carlos. Es bueno saberlo, al principio me odiabas. — Río.
¿Cómo no iba a odiarte? — Él también rie— Si te llevaste a mi princesa,
pero me equivoqué. Resultaste ser un gran muchacho, hiciste muchas cosas
por nosotros y haces feliz a mi hija ¿Qué más puedo pedir?
Trago saliva ahogando un suspiro.
Claro. — El temor invade mis fosas nasales. Ojalá nunca se enterara de
nada…
Aunque he sentido que Dulce ha cambiado. Ya no sonríe como antes,
casi ni nos visita y tú te desapareciste todos estos años.
Tuvimos fuertes discusiones, Carlos. Solo eso. — Evito el tema pero él
es insistente.
Mi hija tiene un carácter de mierda.
Lo tiene. — Bufo.
Lo de ayer me dejó preocupado. ¿Seguro que tú y ella….? Bueno, todo
bien en su vida sexual ¿Cierto?
Muy bien, Carlos. Lo dijo para fastidiarme.
¿Seguro?
Sí. — Suspiro.
¿Entonces por qué no han tenido hijos? —La inquietud se hace presente
y una sensación de amargura invade hasta mis médulas
Dulce
—¿Cómo que no hicieron el conteo de personas? —Elevo mi voz al
teléfono— ¡Hazlo ahora o te despido llegando a México! —Cuelgo. La
estupidita me saca de mis casillas. Es una maldita idiota que no sabe hacer
bien su trabajo, aún no entiendo cómo Brando la protege tanto siendo tan
ineficiente.
Me pongo duro de nuevo y siento que duele. Trago saliva porque sé que
tiene un plan para mí… Va a provocarme y dejarme picado en venganza. La
conozco a la perfección, siempre fue vengativa y ahora debe estar
potenciada… pero no sabe que tengo un plan bajo la manga.
Um… — Jadea agudamente— Qué rica noche… hace tanto calor… —
Salta sobre mi de nuevo y toca mi miembro con sus diminutas manos— Me
pregunto…. — Se detiene mirándome y yo siento que voy a perder la puta
cabeza. Me estimula con sus manos y dejo mis ojos en blanco. Cada toque de
su piel hace electricidad en mi cuerpo.
Dulce… sé tus intenciones. — Me ahogo y saco fuerzas de donde
sea…Termino con esto ahora. Ella se sorprende. Intento tocarla pero no me
deja.
Ojo por ojo… —Dice.
Diente por diente… cogida por cogida — Digo y de otro giro la entierro en
la cama presionando sus muñecas con mis manos, haciendo que se detenga.
Ella abre los ojos con fuerza y solo intenta zafarse pero no la dejaré hacerlo.
Déjame. — Chilla.
Me deseas, pequeña fierecilla….
No así. No. Yo arriba. Yo domino. Tú no. No quiero… sueltame — Ahora
es ella…
Maldita bruja
¿Vas a dejar al maldito viejo? — Presiono sus muñecas con más fuerza.
No. Le voy a hacer todo lo que él quiera… — Escupe con furia
prendiendome más. Mi furia me envenena— Lo tocaré donde quiera que lo
haga, besaré, su cuerpo, su cuello, su..
La beso y me esquiva pero sigo luchando hasta que abro su boca con mi
lengua. Se mueve para evitarlo, pero soy más fuerte. Juro que estoy perdiendo
la cabeza.
La beso como si no hubiera un mañana. Como si nuestros sueños
existieran.
Presiono sus labios y enredo mi lengua con la suya. Es distinto ahora…
Sabe a adrenalina, a prohibido. Me come con sus garras, con sus dientes, con
su aliento y nos devoramos el uno al otro.
Somos un par de enfermos intentando sanarse. Somos el fuego y el hielo
queriendo ser pareja. Soy su dolor y también su mayor fuerza.
Suelto sus labios con amargura y puedo ver sus ojos hambrientos. Con
rapidez la suelto y pronto bajo el vestido para luego deshacerme de su ropa
interior con mis pulgares….
La huelo y hace una mueca.
Intenta escapar y la jalo de las piernas hasta mi cuerpo. Ahí beso su ingle
y pronto llego a su centro…. Jugueteo con su clitoris con mi lengua. Sabe a
miel… y la beso de la forma en que sé que le gusta. Se retuerce en mi toque y
se arquea hacia atrás gritando que pare, pero no lo hago. Quiero esto, quiero
su sabor, su centro, mi piel, mi puto pene dentro. Con agilidad abro sus labios
internos y meto mis dedos. Podrá ser de hielo pero veo cómo se derrite con mi
toque…
¡Ah! — Grita con furia— Maldito idiota… — Sus palabras desaparecen
en el placer que siente. Por más que quiere no puede pararme. Se retuerce
entre las sábanas de forma violenta y yo sigo estimulándola. Con mis dedos
aumento mi ritmo y se vuelve loca. La sigo atormentando mientras subo mis
besos por su vientre, a su ombligo, entre sus senos…
Y los muerdo. Primero uno… hago un circulo con mi lengua y chupo el
pezón fuertemente. Succiono con fuerza y con mis dientes los jalo hacia arriba,
entonces la miro… Está perdida. Sonrio porque es lo que quería.
Con gran prisa vuelo hacia el otro seno sin dejar de mover mis dedos en
su centro. Hundo despacio uno mientras chupo su pezón y luego la dejo. Su
rostro está en el cielo y pronto me mira con los ojos desviados, los labios
hinchados y sus mejillas rojas.
El calor invade mi ser como si estuviera ardiendo. Los rayos del sol entran
por la ventana y me siento extraña… quizá incómoda. Doy un suspiro aún con
los ojos cerrados y siento todo mi cuerpo adolorido.
Mierda.
Su brazo está rodeándome. Su boca aún yace en mi cuello y solo puedo
escuchar su respiración lenta en mi oído. Él sigue aquí… ¿Qué carajos he
hecho?
Me muevo en silencio arrastrándome por las sábanas. Él hunde su rostro
en la almohada y solo puedo ver su trasero. Jodida noche… Los recuerdos
vienen a mí como flashbacks. Me llevó a esa playa, me enojé y luego terminé
follando con él. Ruedo mis ojos y me golpeo la cabeza… La carne es débil.
Elevo mi respiración mientras lo sigo observando… Es un tipo guapo pero debo
tener cuidado. Me conviene más tenerlo de amigo que de enemigo así que
jugaré su juego de lleno.
Doy un paso y siento que mi cadera está rota pero aún así logro llegar a
la ducha. Cierro la puerta con llave y me baño con total tranquilidad para luego
orinar. Mi piel sabe a la suya. Aún tengo su olor pragmado en mi boca, en mis
piernas y en mis recuerdos… necesito quitármelos de alguna manera así que
vuelvo a enjabonar mi cuerpo.
Tengo hambre. Mi estómago ruge pidiendo comida así que me cambio
rápido.
—Buenos días… —Susurro sonriendo a medias. Mamá luce genial con
ese peinado pero no lo digo. Qué flojera.
—Hija, estaba preparando algo rico. Anoche llegamos tarde…
—Deberías descansar —Bostezo— Pediré comida, no te preocupes.
—No, no… por favor. Me gusta hacerlo. No te vi salir… ¿A qué hora
regresaron?
—Um… tarde también. —Suspiro.
—Qué linda te veías con Christopher… Me acordé de los viejos tiempos.
Bailabas tan feliz…
Ruedo los ojos.
—Estaba borracha, mamá. Supéralo.
Tomo mi mano y la llevo a mi cadera.
—¿Te duele la espalda? —Intento no reír… Si supiera que no es la
espalda sino otra cosa.
—No. Creo que dormí mal. Voy a salir a comprar algo para comer. De
verdad no quiero que te canses cocinando.
—Oh, no… es solo un desayuno. —Sonríe cándida.
—Bueno, iré a comprar comida saludable. No puede ser que en esta casa
solo haya pan, mantequilla y jamón. Yo quiero frutos secos, yogurt natural, fruta
de estación. Ya regreso.
Mamá me mira sorprendida y pronto ignoro su actitud. Tomo la llave y
extiendo mi mano para por un taxi. Qué día más aburrido… Miro por la ventana
y me concentro en la extraña imagen de dos enamorados besándose. El tráfico
nos ayuda y pronto veo cómo un jovencito baja su mano hasta el trasero de la
chica. Ella trae un vestido blanco, quizá uno de playa, entonces mi piel arde.
¡Estúpida niña!
—Deténgase. —El taxi para y salgo como puedo. La furia invade mis
pupilas y me doy cuenta de lo que había estado sospechando. —¡Kiara!
La mocosa voltea y abre los ojos como si hubiese visto al diablo. El chico
es alto, delgado, tiene tatuajes y un arete en el oído. ¿Qué clase de partido es
este? No se nota con dinero. Mi pánico se abre cuando la veo con la misma
ropa de la fiesta. Pequeña zorra…
—Dulce…
—¡Vamos ahora a la casa! —La jaloneo pero se impone.
—Déjame.
—Cállate. Sube al auto. Estás en problemas. —La empujo hacia el auto
y solo chilla. No soy buena hermana. No me interesan sus problemas pero
tampoco seré ajena a este tipo de cosas. Le propuse estudiar en la mejor
Universidad de México y no quiso. Estuve dispuesta a pagarle todo y me
rechazó… ¿Por esto?
—Eres una estúpida —Dice entre lágrimas— Me haces pasar vergüenza.
—Tú me haces pasar vergüenza —Muerdo mi lengua y cuando llegamos
a casa mamá sale por la puerta asustada.
—Escuché a Kiara llorar…. ¿Qué sucede? Tu padre aún duerme —Dice
con pánico.
—¿Sabías que tu hija tiene novio? ¿O es solo tu cogidita?
—¡Dulce! —Grita mamá con la cara roja.
—Por favor… tu hija estaba besuqueándose con una pequeña lacra.
—¡No es una lacra! ¡Es Osito! —Defiende a ese nerd y mi paciencia se
agota
—¿Osito? Qué asco. Qué ridícula. —Digo.
—Mamá… —Suplica a mi madre.
—Hija… me dijiste que no verías a ese muchacho. Dijiste que solo era un
amigo. A tu padre no le gusta.
—Así que ya lo conocías…
—Tú cállate —Me ataca— Vienes con aire de digna cuando eras toda una
maestra en putería.
—Mira niña… —Le apunto con mi dedo y pronto siento que alguien llega.
—¡Chris! —Dice Kiara. Ruedo mis ojos.
—No voy a permitir que hagan un escándalo. Su padre está adentro.
Luego hablaremos Kiara —Mamá entra y Kiara seca sus lágrimas.
—Eres una metiche. Me hiciste pasar vergüenza. ¿Qué le diré a Osito?
¿Osito? Jadeo pensando en lo estúpida que es, pero ahora no puedo
burlarme… necesito hacerla entrar en razón.
—Ese tipo no te conviene. Es un sucio bueno para nada. ¿Piensas en tu
futuro? No te voy a mantener, te lo advierto. —Amenazo.
—No quiero que me mantengas. Siempre actúas como quieres….
—Basta las dos. Kiara ¿Quién es ese muchacho?
—Su novio. —Llevo una mano a mi cabeza cuando veo al chiquillo
aparecer. Christopher me mira tenso, él se ha dado cuenta, entonces toma al
muchacho del cuello y se van a otro lado. Kiara se aterra.
—¡No! —La jalo.
—Es por tu bien. Tú no entiendes.
—¿No entender? ¡Quiero vivir mi vida! —Vuelve a decir.
—¿Te has cuidado? —La encaro.
—¿Qué estás diciendo? —Se tensa
—Que si te has cuidado, estúpida. ¿O qué crees? ¿Qué me chupo el
dedo?
—Yo no soy como tú, Dulce. Tranquila. Tan sexual imposible.
La miro con ganas de matarla, entonces agrega…
—Si lo que te da miedo es que haga las cosas que tú hiciste con
Christopher no te preocupes. —Levanto una ceja. — No me voy a encerrar en
el baño. No lo haré en la cocina, en el cine, en el garaje o el jardín…
Me congelo.
—¿Ahora sí, verdad? Ayer regresé temprano y escuché todos tus gritos.
Eres tan hipócrita que dices odiarlo cuando te lo estás cogiendo… Tú sí tuviste
tu historia con él, tiraste las veces que quisiste en nuestra casa… ¿Ahora tú me
lo estás prohibiendo? ¡Quiero vivir mi vida! ¡Tener mi historia con alguien! No
eres ni mi mamá ni nadie para prohibírmelo. Y si hablamos de zorras… tú sales
perdiendo.
Se va furiosa y cierra la puerta de golpe dejándome con la boca abierta.
Mocosa… estúpida mocosa… Debería estar llena de furia pero no puedo
porque me ha descubierto… Rio. Me dio una pequeña lección y a la vez me da
risa, pero no dejaré que joda su vida. No con cualquiera.
Veo a Christopher venir serio. Se detiene delante de mí y me mira como
si estuviera sumamente preocupado.
—Se droga. Olía a lo lejos. Voy a investigarlo.
—Christopher, todos los niños de su edad lo hacen… —Ruedo mis ojos—
Quiero saber si es un buen partido o no. Punto. Si tiene dinero podría
acostumbrarle al aretito en su oreja.
—No es un buen partido. Es un chiquillo bobo. Hablaré con Kiara. —Lo
tomo del brazo cuando se mueve.
—Déjala. Me ha dicho mi vida ahora…. —Suspiro— Sabe casi todo.
—¿Qué? —Pregunta sin saber.
—Nuestros encuentros de antes, idiota. Me los ha listado… y el de ayer.
—Refunfuño y su seriedad se va… Sonríe.
—¿Enserio? —Pasa una mano por su pelo— ¿Todos todos todos? No
creo que alcancen los dedos de su mano para contártelos. —Sigue sonriendo
y estira sus brazos hacia mis caderas para pegarme suavemente a su
cuerpo.—¿Cómo va el dolor?
Tiene un aire triunfador que me molesta de alguna manera. Mantengo
erguido mi cuerpo y solo escupo.
—No te creas tan importante —Intento esquivarlo pero acerca su boca y
me besa. Sus labios saben a menta… y tiene un sutíl aliento de rosas. Su
perfume invade mis fosas nasales y pronto siento cómo mis pezones se
erectan.
Jodido patancito.
Es increíble cómo mi cuerpo reacciona a su toque… Él me envenena con
solo mantenerse cerca. Es eso que “no debes hacer” y que terminas haciendo
por impulso. Me es tan incongruente que ni yo misma puedo apartarlo.
—Hueles bien. —Susurra entre besos. Muerde mi labio inferior y lo atrapa
suavemente con sus dientes.— Te tengo una sorpresa. —Sonríe mientras lo
deja ir de manera sutíl— Voy a secuestrarte toda la tarde ¿Qué dices? —Habla
en mis labios.
—Que no. —Pongo mi mano en su pecho para luego darme una media
vuelta. Enseguida se pega a mi cuerpo.
—Más te vale aceptar…. —Susurra en mi oído— Solo advierto.
No le digo nada porque no tengo más que decir.
No iré. No me gustan las sorpresas. Y tampoco quiero tenerlo cerca
mucho tiempo.
Él es la manzana jugosa que deseo morder todos los días… pero no debo
acostumbrarme. Por mi bien no debo.
—¡No soporto a mi hermana, mamá! —La escucho chillar y ambas se
callan cuando me ven entrar.
—Tampoco te soporto, mocosa. —Agrego— Pero tampoco permitiré que
le des más preocupaciones a mis padres.
Christopher entra y se une a mí entrelazando sus dedos con los mios. Lo
miro furiosa, ¿Qué carajos está haciendo?, Mamá nos mira y Kiara solo rueda
los ojos. Esta situación me incomoda… pero ahora no quiero tener más foco
para nadie, solo para Kiara.
Sus labios son suaves y a la vez pesados. Captura mis besos como si
fuera una fotografía… Su aliento es de sabor a fresas y mis movimientos solo
hacen que juntos hagamos la combinación perfecta.
La aprieto, la abrazo, la huelo… y en todas sus formas termina siendo la
misma persona: Mi bonita.
Su lengua baila con la mía. Es cálida, tibia y a la vez fogosa. Chocamos
nuestros labios con fuerza y con giros capturo todos sus lados.
—Basta —Me da un empujón y gruño, así que vuelvo a besarla— Mmm…
no —Vuelve a separarme.
—Estás muy Dulce hoy, amarga. —Bromea y le agarro la nariz.
Enseguida se enfurece, golpea mi mano y luego me empuja haciendo que mi
cuerpo se balancee. Tomo con fuerza el árbol y trago saliva… Casi me caigo.
—No vuelvas a hacer eso, idiota —Me amenaza— Te lo advierto.
—Está bien —Digo levantando las manos hacia arriba— Pero vas a
darme un último beso. Solo uno…
—No. —Vuelve a tener su mal humor, entonces sonrío.
—Uno… —Repito.
—¡Que no! —Grita furiosa.
—No saldrás de aquí si no me lo das. —Suspiro, entonces intenta
sobrepasarme y no puede. En un rápido movimiento me hace girar y pierdo el
equilibrio… caigo.
—¡Christopher! —Escucho su agudo grito y solo siento dolor. Mi espalda
golpea fuerte contra los seguros que le puse al suelo. Estamos entre
ramificaciones de árboles, lo que me ha salvado la vida.
No puedo mover mis articulaciones, tampoco mi espalda. Solo siento que
todo late con fuerza y me genera malestar.
Joder.
Araño con mis manos las rejillas e intento levantarme pero no puedo. Abro
los ojos y miro hacia el cielo… Ella no está. Segundos después siento sus
manos tomando las mías.
Ha venido por mí
—Levántate… —Su voz es aparentemente fría. Sin pensarlo dos veces
intento hacerlo, pero no puedo así que recuesto mi cabeza hacia atrás.
—Está bien, Dulce… dame unos segundos.
—Levántate, puedes hacerlo —Me da su hermosa mano y la tomo con
fuerza. En un impulso me paro sintiendo todo mi cuerpo quebrarse. Evoco un
grito ahogado y me controlo porque no quiero que me vea débil…
—Tú tuviste la culpa —Me regaña— No quisiste dejarme pasar. Fue sin
querer ¿Lo sabes, cierto? Ahora vendrás a decir que yo hice todo esto por
venganza o algo… pero déjame decirte que…
—Estás temblando. —Puedo ver cómo sus dedos bailan, como su boca
tiembla y sus ojos se entornan en sí mismos. Cierra la boca cuando la corto y
no dice más. Camina en silencio conmigo, tomo su hombro y me apoyo en ella
de a pocos. — Espera… solo un segundo.
Mis piernas se entumecen y siento que no puedo moverme. Ella me
espera, rueda los ojos malhumorada y vuelve a arrastrarme. Con pequeños
pasos llegamos a la casa de nuevo.
—Debería llamar a un médico. —Dice, tomando el celular
—No. Casi nadie conoce este lugar, por favor… no quiero ser yo quien lo
muestre
—¿Entonces qué? ¿Te contrato un helicóptero para que venga a mover
tu cuerpo? —Arremete contra mi y solo la miro. — ¡Tú tuviste la culpa! Te
metiste en mi camino y sin querer te empujé.
Sus manos vuelven a temblar y le doy una media sonrisa. Cualquiera diría
que está furiosa y loca, pero yo sé que está tensa porque en el fondo de su
negro corazón se preocupa por mi… solo que no sabe controlarlo.
—Dulce… estoy bien —Exhalo— Felizmente puse rejas de seguridad, así
que todo está correcto. Solo es el golpe.
—¿Solo el golpe? —Toma mi camisa y la desabotona con torpeza. Solo
puedo dedicarme a mirarla sin que se cuenta. Sus pestañas son largas, su
rostro algo pecoso y sus labios perfectamente delineados. Me fascina y
simplemente no me canso.
Trae una blusa blanca. Jeans y zapatos bajos. Su pelo liso se entremete
en su rostro haciendo que se ve más sexy.
—Estoy bien… —Sonrío mirándole los senos sin que se de cuenta. Los
he visto y tocado tantas veces… y jamás me cansaría de ellos— Aunque me
duele mucho aquí… —Digo señalando mi hombro.
—¿Dónde? —Pregunta muy concentrada. Abre mi camisa y termina
deslizándola por mis brazos.
—Aquí… —Tomo su mano y la llevo hasta mi hombro. Ella roza mi piel
suavemente y puedo suspirar en este momento pero no lo hago para que no
se de cuenta. Cuando se encuentra con mis ojos finjo dolor, entonces vuelve a
estresarse.
Se estresa cuando no puede controlarse
—Tienes raspones, nada más… —Explora mi piel con sus dedos. Sube
para adelante y regresa para atrás con sus uñas suavemente. Jadeo. Mi
respiración se acelera y solo tengo ganas de volver a tenerla en mi cama. Ella
me prende, me provoca, me consume con solo tocarme.
—Duele… —Hago un puchero y se sienta a mi lado mientras quita por
completo mi camisa.
Con sus dedos vuelve a acariciar mi espalda. Se pone casi detrás de mi
para hacerlo y cierro mis ojos intentando contenerme. Sus manos son tan
suaves… casi una caricia y me pierdo en su aroma.
—Traes rasguños… solamente eso. —Su voz es tan caliente que trago
saliva cuando susurra en mi espalda. Eres un tipo necio ¿Sabes?... Todo es tu
culpa, patancito —Presiona en los raspones con fuerza y doy un grito—
¿Duele? —Acerca su boca a mi oreja— A mí también me dolió ayer…
—¿Es una venganza? —Tuerzo mis labios
—Algo así… —Besa mi cuello y luego baja con besos por mi espalda.
Con sus brazos rodea mi cintura y solo cierro mis ojos, entonces siento cómo
sus labios tocan mi columna vertebral, mis músculos y hasta mis rasguños.
Cada toque es medicina para mí… Si ella lo hace no siento dolor.
—Amo tu venganza entonces… —Digo, exigiendo verla— Pero me duele
aquí… mucho —Toco nuevamente mi hombro. Camina y se sienta en mis
piernas.
—¿Qué quieres que haga, patancito? —Muerde su labio.
—Quiero muchas cosas, Dulce… muchas —La miro sonriendo y creo que
me entiende. Bufa y levanta mi mentón con sus manos.
—Jamás….
—¿Por qué no? Antes lo hacías y te gustaba… —Sonrío— Es justo. Si yo
lo hago por ti tú deberías hacerlo por mí…
—Yo no me arrodillo nunca ante nadie —Arremete en mi cuello y pega
sus labios a los mios— Podrías clavarte las uñas ahora mismo… Tu sangre
sería mi completa venganza.
—Podrías, pero no vas a hacerlo. —Atrapo su boca y luego me empuja
haciéndome caer de la silla. Jadeo al sentir nuevamente el dolor y la veo
transformarse.
Es de hielo de nuevo.
Su mirada tiene molestia, quizá fastidio. Cruza los brazos y puedo ver sus
verdaderas intenciones… Vengarse de verdad.
“Para que nada nos separe… Que nada nos una” Pablo Neruda
Mierda
Empinando mis pies vuelvo a quitárselo y se rie.
—No te soporto. Eres un idiota. El rey de los idiotas. — Me acuesto en la
cama y le muestro mi espalda. Él se desviste quedándose únicamente en
boxers…. Jadeo.
No entiendo qué me pasa. Jamás he sido tan sexual como ahora. Mis
piernas en su cadera solo hacen que me prenda en un segundo, pero no
puedo… no ahora.
—¿Sigues enojada?... — Pregunta mientras apaga las luces y no le
respondo.— Oh… vamos, bonita. No fue mi culpa.
–Claro que lo fue. Tú le dijiste a esa zorra que estábamos aquí.
—¿Yo? — Respondo indignado— Jamás. Ella lo averiguó sola. Te
recuerdo que trabaja para nosotros.
—Sí, y seguro la has follado hasta cansarte. — Miro al techo.
—No. Mi amor, no te pongas celosa…Ella no será problema. — Ardo de
furia.
–¿No será problema? ¡No me jodas! Y no me digas “mi amor” porque no
lo soy, ¿De acuerdo? Apenas llegue a México voy a joderla. Le prohibiré el
ingreso al hotel.
—Dulce..
—¡Nada! Salte de mi cama o juro que no dormirás en la noche. Estoy
harta de tener que estar hablandote como si fueras un niño. Entiendelo de una
vez… No. Quiero. Nada. Contigo. Te lo digo mil veces pero no me entie… —
Siento sus labios en los mios….
En un segundo se movió y ahora está besándome. Por más que lucho
con él no puedo. Pone sus brazos fuertes a los costados de mi cuerpo y me
aprisiona con sus manos. Toma mi rostro y se hunde en él con su lengua.
Jadeo… Mierda.
—Tatiana no es nadie, por favor deja de hacer problemas por esto.
—¿Problemas? Problemas tendrás tú cuando…
—Estoy harto. — Es firme— Te ruego las veces que quieres y aún así te
pones en este plan. Tatiana y yo somos compañeros de trabajo, nada más. Y
sí…. Quizá se pasó pero no irá a mayores. Mi única pensamiento y necesidad
se resumen en un nombre: Tú.
—Lloraré… — Digo irónica con furia aún— Qué bonito. Así no me
enamoras, Christopher. Ya te lo he dicho… soy de hielo. No me fijo en nadie
que no tenga dinero, y tú… tendría que investigarte y luego usarme como
herramienta sexual un tiempo.
Me revienta el hígado que en vez de enojarse se rie.
—¡Estoy intentando mil maneras para hacerlo y no aprende! Mi enojo me
sobrepasa, pero luego me pongo a observarlo…
Se muere por mí.
—Piensa, Dulce… — Me digo a mí misma— Piensa.
Me quedo en silencio un momento. Si él no quiere decirme nada…
entonces lo descubriré poco a poco todo, incluyendo qué tiene o tuvo con esa
zorra de mercado. Debo ser más agresiva quizá, visitar todos los lugares de
Christopher visita y saber quienes son sus amigos.
Pero antes debo aprender a ganarme su confianza.
Joder, de solo pensarlo me estreso. No soy nada cariñosa ni buena chica
ni puritana pero debo hacerlo. Intentar… de alguna manera quizá… agradar a
las dos partes sin quitarme el objetivo de la cabeza.
Una placa. La zorra de Tatiana. Su odio por Brando.
— Tienes una placa…. — Susurro bipolarmente. Él debe estar pensando
en que estoy loca, pero no me importa. Aprovecharé que está vulnerable para
sacarle información, sobre todo porque sabe que estoy enojada.
La tengo.
No dice más. Es extremadamente inteligente cuanto quiere, entonces
vuelve a darle la espalda.
—Piensa, Dulce. Piensa
—Oye… — Susurra en mi oído y me abraza por detrás. Cayó… y sin
quererlo— No te enojes, preciosa… De verdad no tengo nada con ella — Besa
mi cachete y sonrío.
—No parecía… — Volteo fingiendo tranquilidad. Él me mira, me sonríe…
Lo sé porque la luz de la luna lo alumbra de una manera casi maravillosa.
—Te lo juro, Bonita. Solo tengo ojos para ti… — Acerca su boca a la mía
y lo callo con mi dedo.
—Demuéstramelo — Susurro lento y siento que mi voz suena a orgasmo.
Se hiela.
Traga saliva y toma su mano para ponerla en mi hombro. Es un tipo
inteligente, gana campo cada vez que quiere.
—¿Cómo? — Pregunta con ansiedad.
—Cuéntame… — Acaricio su cabello y no falla. Se acerca a mí con
desesperación y me doy cuenta que es como un perro sin cariño.
—Hay algo que necesita y no tiene… YO.
—¿Qué cosa, mi amor? — Desde aquí puedo oler su aliento a menta de
nuevo.
—La historia de tu placa, Tatiana… por qué estás con el gobierno. — Lo
digo tan suave que puedo hacer dormir a un niño con mi voz ahora. Él se tensa,
pero luego se relaja a medida que voy tocando su cuello con mis manos.
—Es algo que no puedo, Dulce. — Estoy a punto de mandarlo a la mierda
pero no me conviene.
—¿Entonces ella te ayudó a meterte en ese lugar? — Pregunto sabiendo
que va a enredarse.
–No. Yo entré por voluntad. Dulce, te juro que ella vino aquí sola…
–Quizá… — Carraspeo mi garganta— ¿Qué podemos hacer al respecto?
—Tatiana realmente es un fastidio. Hablaré con el jefe para que la saque
de la operación a la brevedad, solo quiero que tú estés cómoda… — Me roba
un piquito y le sonrío hipócritamente.
—Así que operación….
–Y tiene un jefe.
—Muy bien, Dulce…. Cómo no lo pensaste antes. Su mayor debilidad
eres tú… úsate.
– Y ese jefe… ¿Es del gobierno también?
—La jodí.
Se pone tenso y de un tirón intenta levantarse de la cama pero no lo dejo.
Beso su hombro y lo rodeo por la espalda haciendo que se quede. No me gusta
dormir con nadie, de hecho no lo hice hace tiempo, pero… lo necesito a él
ahora.
-—Sin preguntas, Dulce.
—Está bien. — Estoy que me pudro de furia pero debo ser cautelosa. Ya
vi que no puedo preguntarle directamente todo sino ir de pocos.
Te descubriré, patancito… y por fin tendré mi libertad.
La mañana nace un poco nublada y siento su cuerpo junto al mío. No me
gusta mucho esta sensación… aunque debo reconocer que me trae recuerdos.
Río cuando veo su mano en mi cuerpo. Él realamente está obsesionado
y de alguna forma me conviene. Los hombres no se resisten ante una mujer
bella y elegante, peor si es su ex mujer, así que me cambio apresurada para
vestirme como siempre lo hago.
—Dulce. Basta.
—¿Basta? ¿Teníamos un trato, no? —Grita. La contengo en mi pecho.
Puedo sentir su respiración haciendo mierda la mía… Es adictiva.
—Lo sé, pero necesito explicarte.
—¿Qué me vas a decir? ¿Qué me mentiste? —Me suelta y se aleja de
mí para no complicarse. Yo sigo mirándola y por más que quiero su ropa interior
me distrae y solo nota.
—Estúpido enfermo —Dice, toma una bata de baño y se la pone encima.
—Dulce.. —No he empezado y ya estoy cansado.
—Te escucho. Quiero ver que me vas a inventar ahora. —Contiene su
rabia y finge desinterés.
—Es necesario. —Exhalo— Tatiana es necesaria para el plan. —Digo y
toco mi cabeza. Deseo decírselo todo pero si lo hago preguntará más de la
cuenta. ¿Cómo miedosa voy a explicarle?
—Ja… —Lo ironiza— lárgate.
—Dulce… por favor.
—Que te largues.
—Tatiana me amenazó. —Perderla sería muy doloroso, entonces abro mi
boca. Con un solo movimiento se congela y vuelve su atención a mi.
Muerda, mierda. Esto significará preguntas… las mismas que no estoy
preparado para responder. No ahora.
—¿Qué? —No puede creerlo.
—Es difícil de explicar pero… —Trago saliva— Sabe más cosas de lo que
imaginas. Ella es policía, está en esta misión desde hace mucho. Y… quiso
meterse más a fondo, por ello intentó encontrar un trabajo aquí pero no la
dejaste. Trabajamos con una cabeza, el jefe, y me ha pedido que la incluya. La
única manera es… presentarla como mi prometida. Tenía que ser algo formal
para que Brando la invite a todos lados. Créeme que esto es más jodido para
mi que para ti… Dulce.. yo… lo siento. Solo es parte del juego.
Me mira como si no pudiera creerlo y se queda callada. Gira en si misma
para luego caminar y pensar… Sigue furiosa, lo sé porque tensa sus brazos,
pero lo está racionalizando de una manera.
—De verdad lo siento. —Digo sintiéndome como un Perfecto Imbecil. No
me interesa Tatiana, y prometimos algo, pero cuando fue a Vallarta me lo dijo.
Cumplió su palabra. Me lo había advertido de alguna forma— Prefiero esto a
separarme de ti por completo…
—¿La sarnosa te lo propuso? —Dice sin emoción.
—Me lo había advertido. —Exhalo.
—Bien. Ahora puedes irte. —Es firme cuando lo menciona. Y yo… estoy
confundido.
—¿Entonces? Tú… yo… íbamos a intentarlo. Dulce…
—¿Intentarlo? —Ríe— Creo que fui muy clara desde el inicio,
Christopher. Tú y yo… jamás podríamos volver a tener nada… nada que yo no
quiera —Cambia de golpe, Sonrie como toda la maestra en seducción y solo
parpadeo para ver si esto es real o mentira
—Dijiste que…
—Te quiero para mi, patancito. —Se acerca como una fiera y toma con
sus manos mis cachetes— No me gusta compartir mis caprichos. Odio a esa
zorra, por eso no te quiero con ella. Haces bien tu trabajo en la cama… —Pega
sus labios junto a los míos y solo los roza… Estoy sediento de ella, pero no
accede. Se separa de golpe— Pero nada más. Me gustan los buenos polvos.
Creo que siempre he sido clara.
Soy un idiota.
La miro sintiendo dolor en el pecho. ¿Esa es mi Bonita? Entonces se
voltea, mira a la ventana y no me habla. Saca sus ojos de los míos quizá por
gusto… o tal vez por miedo.
Si no la conociera me iría de este lugar escupiéndole la cara, pero no
puedo dejarla. No cuando quizá es mi culpa…
—Tienes una última oportunidad, Miller…
Me congelo
—… Decirme toda la verdad. Qué es lo que buscas en realidad, por qué
maldita sea te fuiste y que te trajo aquí después de todos estos años.
Voltea y me mira a los ojos. Cuando lo hace enseguida tiemblo. Suspiro
intentando contenerme… No puedo. No ahora. No cuando jamás me
entendería. Pensaría que fui un cobarde o que quizá pudimos afrontarlo juntos,
pero jamás se daría cuenta que hubiera estado en peligro.
Todos estos malditos años la he cuidado, quizá más de la cuenta.
La cuidé cuando dormía, cuando se cambiaba de apartamento, cuando
iba a la maestría. La cuidé en sus más delicados sueños… e hice hasta lo
imposible porque tuviera todo para ser feliz.
Pero también fui testigo de su dureza. Ella cambiaba poco a poco. Antes
tenía respeto por la gente… y poco a poco fue volviéndose hielo. Ya no sonreía,
solo manipulaba. Su egoísmo creció. Se alejó de todos los que la querían y
sedujo profesores, compañero, directores de hoteles para que le dieran una
oportunidad.
¿Y yo? No pude hacer nada.
—No puedo.
Digo con profundo dolor. Ella levanta el mentón y camina hacia la puerta
para invitarme a salir. La miro perdido… perdóname Bonita, perdóname por
todo. Algún día me comprenderás… y seremos libres.
Jadeo y me mira sin emoción pero a lo lejos puedo ver como sus ojos se
enfurecen. Mi garganta pica. Siento ganas profundas de gritar pero me reprimo.
—Dulce. —Digo.
—Adiós. —Me empuja y cierra la puerta tras mi salida. Lo que me afecta
no son tanto sus palabras sino sus ojos…
Odio que me mire de esa manera… con odio.
Me asfixio en mi recámara. Siento que no puedo respirar teniéndola tan
cerca y a la vez tan lejos. Todo el maldito dia pienso en ella… y me aterro
imaginándola con otro. No puedo. He perdido la tolerancia y me he vuelto débil
desde que la vi de nuevo.
Su mirada fría, su sonrisa hipócrita y sus ojos me entercan cada vez
más…. Necesito más tiempo, una esperanza, una vida con ella de nuevo pero
voy de mal en peor.
Camino por el lobby intentando despejar mi mente, pero es imposible.
Tengo un nudo en la garganta cada vez que recuerdo lo sucedido y
sinceramente ya no sé qué más hacer. Los marrones y grises de las paredes
solo me hacen pensar en que debería salir de este lugar y distraerme antes de
la cena. Alzo la vista y veo a muchas mujeres guapas caminando. Antes hubiera
ido tras sus faldas, pero hoy solo tengo el foco en una.
Margarita, no estoy para nadie. Iré a la peluquería. — La veo aparecer
como una luz estrellante en mi camino, entonces giro y me pego a la pared…
No me ve. Sigue su paso y camina como toda una diosa manejando a la
perfección los tacones.
Regresó a mi vida, ¿Lo puede creer? Dice que me quiere — Río sintiendo
rabia— Pero no le creo. Juro que no le creo. ¿Cómo puede ser tan cínico? Se
va, me deja sola, luego regresa como si nada hubiera pasado y dice que soy
“su mujer”. Me engañó con lo del divorcio, contrató un maldito juez falso… —
Alzo la voz sintiendo que todo mi cuerpo arde de rencor— y me chantajea para
que lo ayude con su maldito juego. Tiene tratos con el gobierno, quiere hundir
a Brando, y me ha amenazado… Ahora tiene a esa zorra de mercado encima…
Es una estúpida yegua fracasada que solo busca su maldito pene. Teníamos
un trato… Y…. no sé por qué siento que no puedo con todo lo que tengo
encima. Quiero joderlo, aplastarle los huevos y a la vez tengo temor… Él puede
hundirme si lo quiere. Puede mostrarle fotos a Brando, ¿Se imagina qué
pasaría si se entera que es mi marido? ¡Nos mataría! Y yo perdería todo… todo.
No me habla… solo deja que me calme. Es tan sabio que se queda en
silencio… porque a veces es la mejor respuesta.
Lo veo y siento ganas horrorosas de abrazarlo, de llorar… pero yo no
lloro. Me he mecanizado. Y así es mejor.
Llora, hija…. — Palmea mi espalda.
No. No puedo. —Respondo con franqueza— Usted es la única persona
en el mundo que conoce mis secretos… y la poca fragilidad que me queda.
Yo siempre estaré para ti… —Su mirada me conmueve pero no digo
nada. A veces me pregunto si es un ángel… o un tipo de buena suerte en mi
vida.
Gracias, Señor Tomás. Quizá es el papá que me faltó… Uno que sí me
escuchó. Que no me impuso. Que con su silencio me dice más de lo que
debería… — Digo sintiendo asco por la cursilería, pero él se lo merece porque
sé que me aprecia…
¿Te haré taxi más seguido? — Pregunta animado cambiando de tema.
Juro que lo amo. Ha entendido mi rostro de incomodidad y solo quiere hacerme
sentir mejor.
Quizá — Sonrío.
Ten mucho cuidado con Brando, hija. Puedes quemarte… —Es tan
locamente padre cuando lo dice… y a la vez amigo.
Solo quiero su dinero. — Elevo una ceja— Y nada ni nadie me detendrá.
Salgo del auto y camino sintiendo un peso menos de encima. La
peluquería está abierta y solo camino hasta el salón privado. La recepcionista
me trae vino, tal y como me gusta, entonces veo el rostro de mi asesor personal
favorito…
Pensé que ibas a demorar horas, mi reina. — Eleva un grito y me da dos
besos en la cara. Tressi sonríe, es la gata más regia del mundo y solo río al ver
a su feo chihuahua en sus brazos.
Estoy aquí… y quiero que me dejes fabulosa. Que nadie me quite la vista.
Mi perra favorita…. — Chasquea los dedos.
Chris
Trago saliva y miro de reojo una figura conocida acercándose. Estoy
ansioso… muy ansioso.
Señor…. — Dice mientras camina con lentitud mirando a los costados.
¿Cómo está? Por favor, dígamelo. — Me desespero y contengo el aliento.
La même chose, s’il vous plaît —Agrego. El mozo apunta y luego mira
a Brando y Tatiana, quienes quedan mirándonos.
Yo deseo la especialidad de la casa. — Brando entrecierra los ojos —
Lo mismo para la señorita — Impone a Tatiana, quién solo se dedica a
estudiarnos. — No sabía que hablaban tan bien francés…. — Lanza el
comentario y Dulce abre los ojos.
Joder. Mierda.
Aprendí en uno de mis viajes… — Explico— Trabajar con empresas
francesas ayuda definitivamente. — Me tenso al ver a Dulce tomar su mano.
Tú nos pagaste un curso de francés, cielo. — Arrastra sus dedos junto a
los suyos y siento que este será un infierno.
Tienes razón, cariño… — Levanta y besa su mano. No quiero que la
toque… no donde yo la besé primero. — ¿Y bien? Cuéntanos… cómo nació el
romance.
Me dispongo a hablar pero Tatiana gana la palabra.
Pues… trabajando, ¿Verdad querido? Christopher es un hombre
extremadamente romántico. Me regalaba chocolates todo el día… y empezó a
enamorarme. Trabajar con el gobierno es complicado, pero somos ingenieros…
viajábamos juntos y un día terminó besándome.
Así que eres un tipo romántico… — Bufa Brando. La mirada de Dulce no
emite emoción y me tranquilizo al ver que aún está quieta. Solo un poco más…
un poco más.
No. — Miro a Tatiana— Bueno… sí. Lo de siempre. — Soy cortante,
Dulce me observa.
Ay, chiquito… no seas modesto. — Ríe— Un día nos acostamos y todo
se fue haciendo más intenso.
Brando ríe, ella sigue sin emitir emoción. Estoy incómodo… realmente
incómodo, pero la suave melodía de un piano termina por relajarme. Me pierdo
con ello. Sus agudos y bajos me remeten a Francia… y vuelve aparecer en mis
pensamientos la silueta sublime de una mujer desnuda. Mi Dulce melodía.
Siempre la misma.
Ella es esa pieza de piano que busco en mi vida.
Tu actitud me gusta, Tatiana. Eres una chica decidida. — Agrega Brando
quebrando mis pensamientos, mirando a Tatiana con perversión
Es la imagen más asquerosa que veo, pero sencillamente no me importa.
Algunos minutos pasan y el mesero trae la comida junto a los vinos
rápidamente. Tatiana empieza a armar una historia y yo… simplemente la
ignoro al igual que Dulce. Brando está realmente entretenido, lo que me ayuda
a dejarme llevar por la belleza de mi esposa sin preocuparme porque lo note.
Dulce hecha un vistazo a su celular y luego lleva su copa a sus labios.
Pero también soy romántica… — Chilla con una falsa emoción Tatiana—
¿Sabes cómo me terminó de enamorar? Empezó a llamarme Bonita.
Golpe bajo.
Mi corazón salta hasta el techo. Dulce tose, sé que le incomoda. Miro en
sus ojos tensión… Maldita sea, maldita sean todos. Empiezo a sudar frío y
Tatiana ríe con sabor a venganza. ¿Cómo lo sabe? ¡Jamás se lo he dicho! ¡Es
totalmente una mentira! Dulce hace puños, está desorbitada…
Ha manchado nuestra palabra. Y desatado a la bestia…
Todo esto me parece asqueroso, sinceramente. — Dulce se levanta—
Buenas noches.
Me levanto apunto de arruinar todo, pero Tatiana se une a mí tomando mi
brazo. Brando camina tras ella llamándola con furia, pero Dulce no hace caso.
¡Ven aquí, maldita sea! — Grita— ¡Te estoy ordenando que vengas!
Jodido viejo, voy a matarlo.
Mi corazón no soporta más este martirio y pronto camino furioso tras sus
pasos.
Vuelve, idiota — Dice Tatiana casi susurrando— Vas a arruinarlo.
No me interesa — Me suelto de su agarre— Todo esto es tu culpa.
¿Mi culpa? Tiene que creernos…
Nunca voy a perdonártelo — Le advierto.
Termino de zafarme y pronto veo cómo Brando toma la muñeca de mi
esposa. La obliga a mirarlo. La toca como si fuera cualquier zorra. Mi furia está
contenida… voy a matarlo. Juro que voy a matarlo ahora.
Vamos, cariño… — Dulce se acerca a su boca— Necesito tu calor en mi
cama. Quiero hacerte travesuras… — Susurra tan alto cuando llego que
empiezo a volverme loco.
¿Enserio? — Brando parece confundido y pronto la suelta para enrollarla
en sus brazos— Pensé que no querías nada hasta tener el anillo…
Quiero todo, todo contigo — Lo hace de una manera tan sexual que siento
que ardo.
Voy a golpearlo. Voy a hacerlo. Lo mataré en este puto instante y la
tomaré de los brazos… me la llevaré lejos.
También quiero, cariño. — Toca sus nalgas y la pega a su cuerpo.
No puedo. No puedo contenerme.
Hago puños y por fin veo su rostro malicioso. Dulce besa su cachete y
luego me mira directamente. Lo hace por venganza… Lo hace para
provocarme… porque sabe que es lo que más me enferma. Combate conmigo
de la peor manera y solo me siento extraño.
Sácame el vestido ahora… y tómame como quieras — Vuelve a decir sin
ningún tipo de vergüenza.
¡Eres mi maldita esposa! — Digo en mis pensamientos. Estoy rojo de
furia, jodido de celos, quemándome en el fuego del infierno.
Lo toca…. Lo toca como si estuviera a punto de desatar una bomba. Si
no la detengo va a hacerlo, lo besará con furia delante de mis ojos y no podré
soportarlo….
¿Quieres guerra, amarga? Jugaré tu maldito juego.
Tomo a Tatiana del brazo y ladeo su rostro junto al mío. Me mira sin
entender… y pronto la beso.
19. Nunca digas nunca
Dulce
Mi pulso aumenta mientras tomo mis manos y las hago puños. Duele…
traigo las uñas largas y puedo sentir como se entierran en mi carne haciendo
que arda. No puedo con esto.
La sensación de vacío cala en mi cuerpo lentamente. Nauseas amenazan
mi interior al ver el hocico de esa zorra devorándolo. No lo soporto, voy a
matarla… y a degollarlo.
Mi piel quema. De pronto todo se convirtió en fuego. Tengo la temperatura
tan elevada que siento morir. Jadeo, mi corazón no deja de latir y simplemente
aparto mi vista.
—Cariño… —Susurra Brando en mi oreja, entonces siento que todo
suena como un pitillo agudo. Mi mente colapsa, todo es distinto ahora. Me
balanceo y tomo su brazo para sostenerme.
Me siento mal, muy mal.
Enseguida Christopher me mira como si su vida fuera a joderse en este
momento. Hipócrita… es un maldito hipócrita. Tengo tanta rabia que solo deseo
que se muera. Juro que lo mataría con mis propias manos, pero ahora solo me
concentro en mi. Respiro hondo, me falta el aire y mi cuerpo emana un calor
extraño.
—Estoy bien. —Digo manteniéndome firme. Lo menos que quiero es dar
lástima.
Pero el zumbido sigue y estoy incómoda.
—Dulce… —Entorna sus ojos en mi y me dedico a maldecirlo con mis
labios. Veo que se acerca y solo doy un paso hacia atrás.
No quiero que me toque.
—Estoy bien. —Repito al sentir las manos de Brando sujetarme la
cadera— Vámonos por favor.
Brando se excusa y mientras me asomo al borde de la puerta puedo ver
a la zorra de mercado mirándome como si me hubiera ganado la guerra.
Entrecierro mis ojos y levanto mi mentón como puedo. Sin soltar la mano de
Brando la miro con furia.
Vas a pagarlo. Lo juro.
Brando insistió en que el Doctor López me haga una visita, pero no quiero
ver a nadie. Cuando entra con su bata blanca solo lo maldigo en mi mente y
accedo. Me duele terriblemente la cabeza y al parecer no será algo pasajero.
—Voy a tomarle la presión, Señorita Evans. Por favor, su brazo. —
Accedo y hace su trabajo.
Me hace mil preguntas que no dudo en contestar a medida que voy
sintiéndome aún peor. Llevo una mano a mi cabeza e intento calmarme
respirando, pero no lo logro. El dolor sigue y mi cuerpo aún quema.
—Tiene la presión alta. —Dice y solo jadeo ¿Presión alta? ¿Qué carajos
es eso? — Le recetaré algunas pastillas. Por favor, señorita. Debe seguir a pie
de la letra mis indicaciones, ¿Sufre de hípertensión?
—Qué es eso. —Respondo aturdida. El médico me mira y sonríe a
medias mientras escribe algo en un papel.
—Por favor, necesito que se haga estos análisis y que se cuide. ¿Sufre
de dolores de cabeza comúnmente?
—Si. Bueno. Lo normal. —Contesto.
—Por favor, no olvide hacerse los análisis. Es probable que hoy haya
sufrido esta descompensación por alguna emoción fuerte. Si es hipertensa
debe cuidarse.
—Necesito sacarme este malestar. El oído sigue zumbándome y la
cabeza me explota.
—Debe seguir mis indicaciones. —Repite y no sé quién es más terco.
Tomo el papel y no digo más.
Sin interés tiro el papel al tacho de basura y dejo la comida de lado. Estoy
enojada de nuevo. Recordarlo no me hace bien porque me exaspero de alguna
forma generando en mí ansiedad.
Voy a resolverlo. Lo sacaré de este juego y tendré mi dinero sin su ayuda.
Chris
Está comiendo… Ella come tranquilamente en su suite y seguro ya llevó
mi mensaje. Si no contesta mis llamadas y textos, entonces llegaré a ella de la
forma más tradicional posible y no me interesa.
Camino por el largo pasillo del Hilton. Veo a muchos empresarios llegar,
otros irse. Si supieran que este lugar funciona gracias al nacotráfico algunos
saldrían corriendo. No veo la hora de terminar con esta misión e irme con mi
esposa muy lejos, pero tiempo al tiempo.
¿Babeando por la Bonita? — Escucho una voz conocida que me
sorprende.
Es André.
Me pregunto qué hace aquí a estas horas y en este día. Su visita debe
ser sinónimo del jefe, por lo que me enerva apenas sonríe con esa actitud
arrogante.
¿Qué haces aquí? — Susurro. Miro las cámaras y finjo saludarlo.
El jefe está preocupado — Aprieta mi mano con fuerza sonriendo— ¿Qué
diablos estás haciendo?
Hice lo que Tatiana quiso, ¿No era lo que quería?
La miras con odio, el blanco puede sospechar. Es un hombre muy
inteligente.
No me interesa. No puedo fingir con Tatiana. — Espeto y lo invito a pasar
a una de las salas privadas.
Vine porque me dieron una cita con el viejo, ¿Supuestamente soy parte
de Ensueña, no? — Ríe despreocupado— Quería ver tu cara de idiota también.
Tatiana informa que no dejas de cometer errores.
Tatiana puede irse a la mierda — Jadeo. Por su culpa pasó todo esto.
Escuchamos todo, tranquilo. — Mi piel se eriza y abro los ojos de
inmediato.
¿Qué cosa? — Pregunto.
Vamos, Christopher…. Sabes que es común en este tipo de trabajos.
Audífonos por todos lados. Escuchamos toda la conversación de la cena —
Levanta una ceja y aprieto mi mandíbula. ¿Qué otra cosa escucharán? Por lo
menos yo me aseguro de no llevar nada de ellos cuando veo a Dulce.
Liberame de esa estúpida — Digo cansado— Me trae problemas con
Dulce. — Suspiro apelado a su cordula. André me mira confundido.
¿Por qué problemas? ¿No se supone que Tatiana ayuda a la misión?
No. — Miro de reojo a los costados, luego hacia arriba. La cámara está
justo dando hacia el otro pasillo, por lo que sigo mi concentración— Dulce está
furiosa, la odia. Ayer tuvo una descompensación. Tuve que aguantar mucho
para no ir tras ella.
¿Quieres decir que está celosa? — Se sorprende y pone interés en el
caso— Interesante.
Sabes que lo nuestro fue especial. Realmente quiero una oportunidad con
ella. Tengo un trato con el jefe y no puede negarse. Libérame de este asunto,
André. Además… — exhalo— Dulce querrá vengarse de mí y conociéndola es
capaz de joder todo.
¿Vengarse? ¿Joder todo? — Se estresa— Debes impedirlo de alguna
forma.
Ese es el maldito problema. Me va a pedir que me aleje de Tatiana ¿Y yo
qué voy a decirle? Lo mismo que ayer… que no podía porque es parte del
juego. Sin querer el jefe me está obligando a rechazarla ¿Sabes qué tipo de
mujer tengo? — Rio— Caprichosa y amarga a más no poder.
Mierda…
Mi corazón de hielo late de una forma extraña. Él abre los ojos cuando
intento sacar mi mano y con la suya la aferra a sus labios.
—Nunca dejes de hacerlo. No dejes de tocarme… —Lleva mi mano por
su rostro y besa mis nudillos—Son tan suaves… tan bonitas… como tú.
Una punzada en el corazón… es lo que siento. Intento contenerme pero
no puedo. Sus ojos embrujan los míos y cuando estoy dispuesta a hablar él me
calla con un dedo. Toca mis labios casi acariciándolos. Lo miro, trago saliva y
veo cómo su rostro se acerca.
Va a besarme.
—Hermosos tortolitos —Chilla Tatiana desde el marco de la puerta—
Cuánto amor… —Ironiza sus palabras.
Enseguida me vuelvo dura y levanto mi mentón esquivando a
Christopher. Verla solo me hace sentir rabia, pero debo controlarme… necesito
controlarme y mirar todo esto de la manera más objetiva posible.
Lo intento. Parpadeo y veo cómo Christopher sigue manteniendo una
mano junto a la mía. Por más enojada que este, no lo suelto. Entonces la zorra
lo devora con la mirada.
—Se supone que eres mi prometido, querido. —Infantilmente lo jala y él
se despega de mi. Mi cabeza da vueltas en ese momento ¡A la mierda la
objetividad! Me retracto de todo y solo lo veo con cara de imbécil mirándome.
¿Harás algo o no? —Le pregunto en silencio.
No necesito ver más. Giro en mi misma y camino hacia la puerta sin
voltear. Él murmura mi nombre pero ni si quiera me preocupo en hacerle caso.
Estoy cansada… muy cansada. Por mi mente pasan muchas ideas e intento
evadirlas concentrándome en las cosas que debo hacer: Ver reportes,
chequear a los empleados y las instalaciones. Lo hago como siempre… pero
con ganas de matar a todo mundo. No soporto mi furia, necesito desquitarme.
Estrangularía al primero que se me ponga en frente.
Dulce… — Llama la estupidita tras de mi. Abro mis manos y luego hago
puños.
Respira, Dulce. — Digo sin voltear.
No tengo tiempo. — Avanzo.
Pero Dulce… quería contarte algo. — Insiste y exhalo para descargar mi
ira.
¡No tengo tiempo! — Alzo la voz y me sigue. Joder, voy a matarla.
Le dí los documentos que me pediste a Christopher.
¿Documentos? Volteo con prisa y la miro.
¿Qué documentos? — Estoy apunto de explotar. Mi cuero cabelludo pica
Eh… Christopher me dijo que iba a dartelos. Los documentos sobre la
inversión total en Ensueña. — Abro los ojos como platos.
¿Qué?
Maldito infeliz, maldito infeliz.
Si, pensé que sabías…. Chris me dijo que sabías.
¿Chris?
¿Quién te dio permiso para llamarlo “Chris”? — Digo sin pensar. Estoy
exhausa, jodidamente furiosa, con ganas de matarlo, matar a la zorra de
mercado y a esta estúpida que me tiene harta. ¿Chris? ¿Chris? ¿Qué tanta
confianza le da ese idiota a todos que hasta mi asistente lo llama por su
nombre?
Em… él. Me dijo que lo tuteara, además… es muy lindo. — Se sonroja.
Mierda. Sonríe como estúpida, los ojos le brillan… le gusta
¡Lo que me faltaba! ¡Le gusta!
Este maldito es de servicio público. Le gusta a todas las zorras que
habitan este lugar, hasta mi estúpida asistente.
“Te conocí como a cualquiera, sin buscar nada, y terminé queriéndote como a
nadie, encontrándolo todo”
Sus besos son como el agua que no he bebido por días. Mi rostro se
alinea con el suyo y nuestras lenguas bailan a un solo ritmo. Toma con sus
manos mi nuca y me devora con todo su aliento sin que podamos respirar ni un
poco. Jadeo al sentir su aroma caliente, sus labios cálidos, sus chupadas
varoniles y pienso que no podré detenerme si sigo haciéndolo.
—Chris… —Me despegó de él y hablo rozando aún sus labios—No… no
ahora. —Muestro mi rostro más hipócrita.
—¿Por qué no? —Parece desorientado, sus labios hinchados me
muestran el deseo que tiene por mi y solo sonrio.
—Es tarde, debo ir a mi recámara. —Ladeo mi cabeza y suspiro.
—Dulce… —Achina los ojos— Jamás has sido una cucufata, amas esto
tanto como yo… ¿Por qué te resistes? —Me mira entretenido y camina
sexymente hacia mi, pero me escapo de su agarre casi saltando hacia el otro
lado.
—No quiero que nadie sospeche, solo eso. Además debes estar
cansado… —Digo riéndome de mi misma. Él no está acostumbrado a esto.
Jamás le dije que no. Jamás lo dejé con las ganas.
—No importa… —Insiste— Quiero besar cada centímetro de tu cuerpo.
—Perversamente me entre alza del trasero pegándome a su miembro. Jadeo
al sentirlo, pero debo orientarme hacia mis objetivos.
—Chris, no. —Lo regaño y siento que me duele despegarme. Yo también
quiero… pero debo volverlo loco por mi primero.
Suspira rindiéndose y se sienta en la cama, entonces sonrió en son de
paz.
—Déjame algo tuyo entonces… No sé, algo que me permita recordar tu
aroma toda la noche. —Parpadeo.
—¿Qué cosa? —Mi garganta está seca y pronto veo en sus ojos su idea.
Jadeo. ¡Estoy segura que lo ha hecho! Doy media vuelta y abro sus cajones
buscando evidencia, él ríe, entonces me quedo muda al ver mi ropa interior
entre sus cosas.
Solía hacerlo cuando éramos novios. Me molestaba su manera de
entrometerse en mi intimidad, y al parecer ha vuelto a hacerlo.
—¿Es enserio? —Volteo indignada y él rie.
—No tenía de otra. —Me sonríe.
—Maldición Christopher. —Busco nuevamente y encuentro lencería que
creí haber perdido. Ronroneo mientras tomo mis bragas rojas de encaje ¿Qué
carajos? Achino mis ojos y lo fulmino con la mirada, entonces me doy cuenta
de algo importante.
Tiene ropa interior mía que compré hace 4 años.
Mi pulso se acelera y me quedo analizando el tema: ¿Cómo diablos las
consiguió si jamás nos vimos en ese tiempo?
Silencio.
—No te enojes, bonita…. —Me abraza por detrás— perdón.
Suelto mis prendas íntimas y finjo no haberme dado cuenta de este
detalle. Mi cabeza empieza a pensar y pensar… no dejo de pensar en mil
posibilidades mientras él devora mi cuello con sus besos.
Maldita sea.
No puede ser. Este idiota no puede haberme estado siguiendo todo este
tiempo, ¿Qué clase de maniático es? Y si lo hizo… ¿Por qué no regresó a mi
lado? ¡Por que tuvo que esperar 5 años para volver! ¿Qué clase de querer dice
sentir por mi si viéndome rota no me buscó? Si viéndome llorar por él no lo
hizo… Estas son las cosas que me desesperan. No lo soporto. Sus besos en
mi piel me generan calor, pero mi frío corazón pide venganza y una buena
explicación.
—¡Déjame! —Grito. Lo esquivo enojada, con mil preguntas en mi cabeza.
No quiero que me toque, todo el resentimiento sale con fuerza.
—¿Qué pasa? —Su mirada luce confusa, me gira por los hombros y tensa
sus cejas.
La puta madre.
Estoy furiosa, pero mi plan tiene que salir a la perfección. Debo
controlarme… y bajar mi enojo para que no sospeche. Me contengo, intento
hacerlo aunque pruebe hiel cuando lo veo. Me jode, me jode… mi estómago se
retuerce con furia, entonces cierro mis ojos y pienso en todo lo que pierdo.
Dinero. Venganza. Verdad.
—No pensé que te molestarías tanto por esto. —Enreda sus dedos en mi
cabello— Perdona a tu marido que te quiere tanto.
Ja…
—¿Me quieres? —Pregunto con ironía.
Suspira. Esboza un grito ahogado y siento que sus labios se tensan. Baja
lentamente sus dedos hasta mis labios. Los explora, los acaricia, lo toca como
si me estuviera esculpiendo. Traga saliva y con lentitud dirige sus ojos hacia
los míos.
—Más que a mi vida. —Su tono es serio y empiezo a sentir como el eco
de su voz vibra por todo mi cuerpo.
Me besa. Lo hace con suavidad y yo solo me mantengo helada, sin
moverme ni hacer ningún tipo de emoción. Es un maldito provocador, pero esta
vez me gusta. Es extraño, obtuso, distinto… mis latidos no dejan de aumentar
y tengo unas extrañas ganas de llorar ahora.
Quiero hacerlo.
Me dejó. Lo lloré como nunca. Me desgarró el alma con su abandono.
Quizá ha estado ahí… quizá me ha visto morir desde lejos y lo que más me
enfurece es que no hizo nada.
Me duele… Lo quiero.
Y lo necesito en mi vida, en mi cama, entre mis piernas. Me gruño a mi
misma porque ahora me siento bipolar e inestable. Es tan complicado… es tan
frustrante… con una sola caricia me engarrota, mi corazón de hielo intenta
detenerlo y solo me derrito.
Con sus uñas me lastima y a la vez me reconforta. Es un dolor bueno…
un dolor que mata y te vuelve obsesivo.
Soy una puta perra loba. Aúllo en su boca y meto mi lengua con
desesperación. Lo necesito. Necesito saber de qué está hecho y cuál es su
secreto para volverme humana, sencilla, estúpida. Enredo mis manos en su
nuca y lo pego hacia mí con fuego. Necesito más, más…. Y más de él.
—Follame, cogeme, tómame toda. —Jadeo en sus labios para respirar—
Hazme tuya como quieras.
—Hey… —Me para. El jodido patancito me para y solo lo miro herida.
¿No era lo que quería? ¿Follar?
Es tan obtuso… tan extraño.
—Así no… —Me mira—Eres más que dos piernas en las que puedo
enterrarme, ¿Lo entiendes? Eres mi amor.
Parpadeo.
—El amor de mi vida. —Suspira— Yo no quiero ser el consuelo de tu
ansiedad. No quiero solo sexo, quiero hacerte el amor.
Hacer el amor…
Trago saliva y giro en mis pies para luego irme. No soporto este tipo de
romanticismos. Él no me detiene, y tampoco quiero que lo haga. Necesito estar
sola… entenderme, pensar con la cabeza y no con mi ansiedad.
Tiene razón. Maldita sea, tiene razón. Lo besé con ganas de devorarlo e
intenté calmar mis dudas con su cuerpo. Era una necesidad… pero no actúe
pensando. Últimamente no pienso cuando estoy con él, solo me dejo llevar y
no me gusta. Lo peor es que estoy furiosa pero cuando me besa todo pasa.
Cuando me mira de esa forma me envuelvo en una burbuja y no me puedo
despegar.
No romanticismos… Ese fue mi lema desde hace 5 años. Con ningún
hombre me pegué, a ninguno le dí una oportunidad más allá, y nadie ha logrado
calarme de esa forma dolorosa e incesante como lo hace Christopher.
Estúpida adicción.
Llego a mi habitación rompiéndome la cabeza. Cómo es posible…
Cuándo sucedió… ¿En qué momento me inundó con su olor de nuevo? ¿Cómo
tiene una amplia colección de mi ropa interior? —Caigo en mi cama confusa.
Lo odio. Quiero matarlo pero a la vez estar con él.
Preguntas, más preguntas, pero sé que no accederá muy fácil si se lo
digo de frente. Necesito volverlo loco primero. Y también necesito controlarme.
No puedo ser tan expresiva con él… No puede sentir que me estoy dando
cuenta de sus secretos. Debo hacerle creer que estoy resignada y que esperaré
con paciencia a lo que tiene que contarme. No enojos, no malas caras, solo
hipocresía… Siempre funciona. A la gente le gusta una sonrisa falsa, y es lo
que debo mantener ahora.
Pasa exactamente una hora y, después de mi baño, empiezo a revisar
mis prendas íntimas. Faltan 3 de ellas… Ruedo los ojos y ya sé quién es el
ladrón, son de mis favoritas así que probablemente se las pida de regreso.
¿Qué más me habrá robado? Hago una lista mental de todo lo que me falta y
achino los ojos imaginándolas en sus manos.
Patán. Es un patancito idiota.
Un zumbido… Es mi celular
“¿Sigues enojada? “ —Dice el mensaje. Pienso seriamente en mandarlo
a la mierda, pero no me conviene…
“ No” —Contesto.
“Entonces puedo ir a tu recámara… “ —Mientras leo sonrío de forma
tonta. Joder…
“Perdiste tu oportunidad, Romeo”
“ ” —Solo envía iconos y esbozo una pequeña risa.
Al segundo veo su llamada y contesto.
Romeo, eres muy intenso. Sé que te gusto pero deberías dejarme en
paz… — Solo digo y puedo notar su risa. Es particular, tiene chispa, energía y
es contagiosa.
Pensé que estabas enojada y no quería arruinarlo… Solo eso.
Bien, ya te dije que no estoy enojada. Ahora cuelga, quiero dormir. Las
mujeres se avejentan cuando no duermen, y yo quiero ser hermosa y joven
siempre. — Me pavoneo con mi voz.
¿Qué hiciste, bonita? Llegaste, arruinaste tu recámara y luego te bañaste
para terminar pasándote esa crema que me aloca en el cuerpo. Apostaría a
que hiciste eso.
Error. No arruiné mi recámara y tampoco me he pasado crema.
¿Ah no?... Con gusto iría yo a pasarte esa crema un día de estos. —
Trago saliva y niego con mi cabeza. Necesito controlarme.
Um… No lo sé, depende de cómo te portes.
Me porto muy bien. — Contesta de inmediato— Merezco un premio.
¿Qué quieres de premio? ¿Tocarme? — Digo expectante a su respuesta.
Tocarte, sí… pero también besarte, dormir contigo.
¿Dormir? — Casi río. Hace mucho tiempo no duermo enserio con nadie,
a las justas lo toleré en Vallarta y me pareció un exceso.
Sí, dormir… Después de haber hecho el amor y comer, claro. — Suspira.
Odio el romanticismo, Christopher. No soporto cuando roncas y me
aprietas toda la noche. Me das calor ¿Sabes? No me gusta. Además sería muy
peligroso.
No te preocupes por eso, bonita. Tengo un departamento al que podemos
ir… Es mio, además sé que buscarás una excusa para faltar algunas noches.
Y… no ronco.
Levanto mis cejas y siento que es la oportunidad que necesito… Su
departamento. Podría tener información para mí, así que necesito visitarlo lo
más pronto posible.
Bien. Es una buena opción.
No sé cuánto tiempo ha pasado, solo me despierto de madrugada con el
móvil en mi oreja. ¿Cuánto hemos hablado? Suspiro y cuelgo. Al parecer
también se ha quedado dormido y ni nos dimos cuenta. Abrazo a mi almohada
y me acurruco a un costado… No sé en qué estoy metiéndome, solo deseo
saber la maldita verdad y acabar con este juego.
Chris
El amanecer es tal y como me gusta… perfecto. Mientras seco mi cuerpo
doy unas pequeñas cantadas frente al espejo de mi baño y me río de mí mismo
por ello. Estoy feliz… más que feliz y todo este embullo de emociones tiene un
nombre: Dulce.
Mi bonita me ha dado una oportunidad y no voy a desperdiciarla. Cuando
atrape a Brando y lo haga pagar por todo el dolor que un día le causó a esas
niñas inocentes todo habrá terminado, y por fin podré contarle toda la verdad.
Quiero hacerlo, claro que sí… pero es dificil tener que lidear con preguntas en
este momento, por lo que debo mantener tranquila la curiosidad de mi esposa
hasta conseguirlo.
Escucho el sonido de mi puerta y enrollo una toalla en mi cadera.
Posiblemente es ella, así que no voy a cambiarme. Con una sonrisa maliciosa
camino y me encuentro con la mirada de Rita. Joder…
Bu….bu…buenas Christopher — Atora su lengua y me dedico a mirar sus
lentes. Son interesantes.
Buenos días — Contesto a su salido extrañado— ¿Qué haces aquí?
Vine a preguntar por los documentos que te dí. La verdad es que… —
Noto sus ojos y está mirándome la zona inferior— …que… mi jefita se enojó
mucho porque los tienes en tu poder.
Tranquila, Rita. Ya hablé con ella. No te preocupes.
¿Enserio? — Pregunta sorprendida
Sí, nos peleamos un rato pero entendió por fin. — Le doy una sonrisa—
Ahora como comprenderás… debo terminar de alistarme.
No me contesta nada porque está mirando mis pectorales ahora. Miro de
reojo todo el pasillo y no hay nadie, así que no la apresuro. Dulce está más
receptiva que nunca… y no quiero que se enoje de nuevo.
Oh, ya veo…
¡Mierda! No tengo más sonrisas que darle. Se queda parada por largos
minutos y ninguno de los dos dice nada. Esto se volverá incómodo si no la
corto.
Rita, disculpa… voy a….
¡Lo siento! Si, tienes razón. Discúlpame tú a mi. — Mira de reojo mi
habitación como si estuviera checandola, entonces cierro la puerta de
inmediato. La vida me ha enseñado a desconfiar hasta de mi sombra por lo que
me preocupa su acción.
Con ligereza me cambio y bajo a desayunar junto a lo empleados del
hotel. Recepcionistas están reunidas en el salón de colaboradores, asesores
también. Todos ellos son un grupo de trabajadores que busca un sueldo para
su manutención, pero ignoran lo basura que es su gerente.
Entre giros llego hasta la mesa y tomo un jugo de naranja con frutas. El
sabor dulce de las mismas solo hacen que sacie mi hambre, así que lo
agradezco con muy buena intención. Una de las chicas empieza a mirarme de
una forma… agresiva y solo suspiro e intento evitarla pero me es imposible.
Christopher, ¿Cómo estás? — Sonríe intentando ser amable, pero lleva
su blusa muy ceñida.
Bien, ¿Y tú… em…. Lorena? — Pregunto sin acordarme mucho de su
nombre. Ella jadea de alegría y me contesta.
Sí, mi nombre es Lorena. Oye… qué lindo que te acuerdes de mi nombre.
— Dice muy segura.
Eh… bueno, no es tan dificil cuando tienes una placa con el mismo. —
Bromeo enseñándole una placa que lleva en su ropa donde dice su nombre.
Ella en vez de reír se tensa, ¿Por qué? No lo sé.
¿Y tienes novia? — Pregunta al grano— Ví que salías con la Srta Tatiana.
No, de hecho hemos terminado. Yo… soy un hombre casado y deseo
recuperar a mi esposa que vive en Brasil
Brasil… — Suena sorprendida— ¿Y esa mujer está loca o qué? Digo…
para dejarte ir.
Río, está insinuándose.
Yo soy el afortunado. — La corrijo— Y la amo. La amo con toda mi alma.
Una vez en claro mi punto de vista solo tomo un café y me voy hacia el
otro extremo. Me mantengo parado observando a los trabajadores, entonces
aparece ella… Mi bonita. Y lo hace de una manera tan deslumbrante que
parece que inunda la sala. Sonrío… está seria. ¿Cuándo no es seria? Los
trabajadores se engarrotan al verla y no se mueven, miran con cuidado cada
uno de sus movimientos y puedo notar que otros la miran con deseo.
Imbéciles.
El fracasado de contabilidad le sonríe amablemente pero ella lo ignora.
Vuelvo a reir… Es tan mala onda que siento que enloquezco. Me encanta su
rostro serio, su falda negra decorando su cintura y su blusa ceñida que deja
entre ver su hermosa figura. Es perfecta, la mujer perfecta. Mala como la
muerte y hermosa como el cielo… Solo deseo probar mi pequeño juguetito con
ella.
Buenos días. — Todos contestan— No me miren como un ogro, solo
deseaba ver cómo están pasándola y también chequear personalmente sus
áreas comunes. Para Hilton Company es muy importante mantenerlos a gusto.
Si se les exige es por su propio bien y mantenimiento en la empresa, pero no
significa que sea cruel con ustedes… ¿O si?
Claro que no, señorita Evans… — Contesta una de las chicas, entonces
pienso en que mi apellido sonaría mejor en todos lados. Dulce Miller… mi chica,
mi bonita, mi esposa.
Bien, qué bueno que lo sepan. Ahora por favor continúen, iré chequeando
con Gabriela algunos pendientes.
Gira sus ojos y su mirada se encuentra con la mía.
Buenos días — Alzo mi café y me ignora también. Sé que lo hace para
no destapar sospechas pero no lo soporto. Paciencia Christopher… algún día
podrás presumirla.
Gabriela, los reportes. — La señora Gabriela es una vieja trabajadora de
este lugar, por lo que sé, pero tiene envidia de mi bonita. Sus ojos saltan de
furia cuando la ve y solo me dedico a estudiarla.
Sí, señorita — Le brinda un sobre blanco y Dulce lee toda la
información…. Solo la miro.
La miro, la miro, la miro y no me canso de verla. Ella es toda una escultura
viva y me genera emociones que extrañaba sentir. Mala, maldita, diabólica…
Mi mente da vueltas y pienso en mil formas de hacerle el amor, pero me
controlo.
No están las comidas completas — Reclama— ¡Te pedí las comidas
completas! — Alza la voz y Gabriela se estresa. Es una mujer mayor,
comunmente se sienten mal porque una “mocosa” es más que ella.
Señorita, hago mi trabajo. — Solo dice.
Pues no parece. — Se enfurece— ¿Crees que así lograremos un cambio
de actitud? ¡Despierta Gabriela! Esto no es nada personal pero debes pensar
en tu cliente no en tus gustos. Ahora está de moda ser vegetariana, vegana, o
la comida saludable. No podemos ofrecer menús así… ¿Sabes cuántos
clientes podemos estar perdiendo? ¿Lo imaginas?
Le grita y Gabriela solo baja la cabeza. Por lo que dicen es una mujer muy
terca y es seguro que chocará con Dulce. Pobre de ella…
Mi bonita sale de ahí con furia y yo me dedico a seguirla, aunque pronto
se me ocurre una mejor idea. Camino rápido por el otro pasillo y entro en su
oficina personal de inmediato. Cuanto sus pasos, los reconozco porque usa
tacones y ví que venía en la dirección correcta, entonces alineo mi cuerpo justo
en el filo de la puerta.
La veo a lo lejos, viene muy enojada. Voy a jugármela pero no me
importa… Cuando pasa rechinando con los dientes tomo su brazo en el
momento indicado y luego la jalo hacia adentro cerrando la puerta.
Me mira aterrada, entonces la beso con furia presionando mis caderas
contra la suya, jugueteando con su cabello y tomando su nuca con fuerza. Ella
intenta separarse pero no la dejo, la necesito para sobrevivir… y solo muerdo
sus labios con frescura para meter mi lengua en su hermosa boca.
No. — Me separa— Estoy furiosa y de mal humor — Respira hondo—
Esa zorra me desafía y no estoy dispuesta a aguantarla.
Río y vuelvo a besarla. Intenta nuevamente separarse y esta vez no la
dejo. Con suaves empujos la llevo hacia su baño privado, el cuál he explorado
anteriormente, y cierra la puerta con llave. Sus labios me saben a pedazo de
cielo y su aliento fresco me envenena. Acaricio su rostro mientras siento que
se va calmando, que sus músculos ya no están tensos, y pronto me desespero.
Christopher…. — Se separa de mí— Estás loco.
Por ti. — Vuelvo a besarla y me muerde el labio inferior haciendo que
jadee con su acción.
Se mueve como quiere y solo cierro mis ojos mientras agarro su cadera.
Ella choca sus nalgas contra mis piernas y el placer inunda mis sentidos, pero
la detengo… Si sigue posiblemente no pueda en unos minutos. Parece perdida,
la saco de mí para subirla encima del lavadero de cara. Se choca con el caño
pero no importa, entonces uso el juguete…
Vibra… y jadea. Grita, no puede controlarse y yo me excito viendola
vibrar, me puteo cuando veo cómo se mueven sus senos porque no puedo
detenerme. Hago círculos en su centro y solo no puede con su genio. La dejo
gozar un rato más… porque yo mismo la estimulo pero a la vez mi cuerpo la
reclama, entonces tiro el juguete y me entierro en ella.
Sus ojos están desorbitados pero cuando me ve se aferra a mi hombro.
Lo besa y clava sus uñas en mi espalda. La penetro con fuerza y tiro, tiro, tiro
como una metralleta. Nuestro ritmo aumenta así que hace pequeños sonidos.
Nuestras respiraciones se elevan y siento que en cualquier momento
explotaré….
¿Dulce? — Escuchamos un sonido… es Rita. Me mira y no puedo parar,
la sigo tomando como un puto pervertido. Me hundo en ella más fuerte y sus
nalgas suenan pero no me importa. Su reacción es entre risa y enojo y la callo
con mi boca. Me resbalo fuerte y recorro mi extensión en resbalándome su
interior con furia… cada vez más profundo.
Choco, choco… y vuelvo a chocar. Levanto sus piernas hacia arriba y
sigo moviéndome duro contra sus nalgas. Amo ese ruido al frotarme en ella.
Amo mi miembro entrando en su cuerpo una y otra vez. Afuera, adentro. Afuera,
adentro. Afuera, adentro…
Chilla, entonces tapo su boca con un rollo de papel higiénico. Pronto
subimos a la cima y explotamos juntos con gritos reprimidos. La gloria…
Pego mi frente a la de ella y me deshago de todo lo que me impide
besarla. Mantengo sus labios entre abiertos junto a los mios y siento que
empiezan a mover la cerradura de la puerta del baño. Trago saliva, ella me mira
pero aún así no nos movemos. Cuelga su brazos en mi cuello y entierra su
cabeza en mi pecho. Siento su piel cálida y caliente a la vez… los latidos de su
corazón se controlan al pasar los segundos y pronto peino su cabello.
Silencio… — Digo muy bajito en su oreja y no me suelta. Esperamos unos
minutos más y ya no escuchamos ruido. Me sorprende su actitud cariñosa… y
a la vez me emociona.
Me quiere. Me quiere. Me quiere. Y yo lucharé por ella… por nuestro amor
y una nueva oportunidad para nosotros.
Se ha ido, esa mojigata no podría sospechar jamás. — Dice aclarándose
la garganta— Saben bien tus dedos… — Me guiña un ojo.
Sabe mejor otra cosa… — Contesto interesado. Ella rueda los ojos y me
salgo de ella al instante. Duele hacerlo…
La veo peinarse frente al espejo y no puedo evitar abrazarla. Lo hago,
cierro mis ojos y entierro mi rostro en su cuello. Nos balanceamos, nos
exploramos…. Pero ahora de otra manera. Quizá más suave, quizá amena…
Eres muy bonita, mi bonita… — Le digo al oído— Quisiera dormir esta
noche contigo. Solo dormir.
Christopher — Me saca las manos de su cuerpo— Ya te dije que odio
que me des calor — Veo cómo se pone la ropa interior y el sujetador… me
entristezco.— Controla a tu amigo — Me humilla y río. Amo a esta mujer… la
amo ¡La amo!
Está controladísimo — Bromeo. Y me visto también.
Con sutileza espero a que termine y, cuando se dispone a salir, le doy un
último beso.
Duerme conmigo… — Le digo triste— Haré lo que quieras.
¿Lo que quiera? — Pregunta.
Lo que quieras…
Quiero conocer tu departamento — Me mira interesada, quizá más de lo
que imagino.
Mierda… lo solté ayer. Ya lo recuerdo. Tenso mi mandíbula y lo pienso…
Es peligroso, tengo toda la información importante ahí pero… sé que puedo
esconderla de alguna forma.
Está bien. Tú conoces mi depa y yo duermo contigo. — Sonrío.
Con mis reglas. — Advierte— Nada de roces extraños… — Levanta una
ceja, me conoce…— Dos. No tocamientos románticos. Tres. Tú a un extremo
y yo al otro. Cuatro. Espero que tenga aire acondicionado. 5. No ronquidos.
Río y le miento.
Bien, todo eso… pero lo del romanticismo um…
No. — Advierte.
¿Y si no me doy cuenta? — Pregunto.
Me enojo. — La pego de nuevo a mi cuerpo y vuelvo a besarla.
La amo, la amo con locura y desesperación. Y también sé que es mejor
pedir perdón a permiso así que no le digo nada. Claro que habrá romanticismo,
es lo que más anhelo con ella, pero si lo discuto en este momento arruinaré
todo lo ganado.
La embaucaré.
Basta — Se separa y yo tomo su rostro con mis manos.
No puedo, me eres irresistible. — Confieso.
Estamos trabajando, no es tiempo de besos… — Suspira— Vete ahora
o sospecharán. Sal por la ventana, no sé.
Tú tranquila, yo lo soluciono.
A duras penas puedo despegarme, entro nuevamente en el baño y siento
la necesidad de quedarme. Ella espera solo unos segundos, la puedo ver a
escondidas, y luego abre la puerta encontrándose con el rostro de Brando.
Mierda.
Rita está acompañándolo y ambos miran de forma extraña a Dulce, ¿Qué
carajos? Suspiro. Brando entra y le da un pequeño empujón con el rostro serio,
Dulce se queja… Maldita sea. Rita explora su oficina de reojo, entonces
escondo mi cabeza. Mi corazón late con fuerza.
Quiero una maldita explicación ahora — Le grita y de mi piel emana furia
contenida. Lo sabe… lo sabe… entonces saco del bolsillo de mi pantalón mi
pistola. Es un arma pequeña pero furiosa y está lista para esta ocasión.
Voy a matarlo si le hace daño.
22. Peligro
Dulce
Sonrio. No se quedará con nada porque todo será para mi. Y que sea gay
me viene bien. Brando es extremadamente machista.
—No hay nada más interesante…. ¿O si? —Curveo mi sonrisa y bato mis
pestañas.
Cae. Es tan predecible…
—Tuve otro hijo, pero murió. Yo lo maté.
Un escalofrío pasa por mi espalda… puedo esperar todo de él menos
esto. No quiero que vea mi sorpresa, así que sigo comiendo sin darle
importancia. Que ironía… Unos desean tener un hijo y otros lo matan.
—Supongo que era un estorbo. —Digo justificándolo para que no
sospeche.
—Lo era. Como ves cariño, soy implacable. —Besa mi mano— solo tú
eres mi debilidad.
Lo miro con precaución porque solo tengo asco cuando lo veo. Da una
palmada y enseguida aparece un mozo con un plato tapado. Levanto una ceja
y sonríe.
—Que es esto.
—El postre. —Dice— ábrelo. —Mi curiosidad pica y lentamente abro el
plato que contiene un anillo de brillantes.
Un anillo de compromiso.
Mi sorpresa es evidente. Es hermoso, lleno de brillantes y justo a mi
medida. Toma mi mano y me lo pone lentamente.
—Te había dicho que algún día te lo daría… quiero te cases conmigo. —
Suspiro sintiéndome aterrada. No puedo sonreír y tampoco saltar de felicidad,
porque me siento vacía.
Y pensar que he luchado por esto muchos años…
Pensar que solo me enfoqué en este momento y ahora todo me sabe
diferente. Intento concentrarme, pensar en mi beneficio, pero no quiero hacerlo.
Me siento traicionada conmigo misma, sin poder ocultar más mis sentimientos.
—Brando…
—Nos casaremos después de solucionar algunos problemas. La policia
me dio un golpe duro incautando mi carga de droga. Hay un soplón entre mis
trabajadores, en mis hoteles, y voy a descubrir quien es. Redoblaré la seguridad
y cortaré sus bolas.
Mi mente solo piensa en una persona, entonces siento la necesidad
terrible de avisarle pero me controlo. Siempre me controlo.
—No creo, Brando. Eres muy inteligente para dejar que hagan eso.
—Pues ya lo ves. Nadie más tiene acceso a mis documentos que yo, tú
o mis hombres de confianza. Jamas sospecharía de ellos… —Me mira— Serás
mi esposa, estás embarrada de la misma forma. —Amenaza sutilmente y
recuerdo haber firmado algunos papeles.
—No me conviene que seas pobre, cariño —Ríe—Tranquilo.
—Lo sé, hermosa. —Besa mi mano de nuevo— Si yo caigo tú vienes
conmigo. Pero sé que no será necesario. Los malos siempre triunfamos. La
justicia no existe, todo es comprable. Hasta tú
Me hielo. No digo nada, entonces continúa.
—Aprenderás a quererme también… —Parpadea sus ojos y puedo ver
por fin claridad en sus pupilas. Me quiere. Y eso es bueno.
El día con él es aburrido. Tuve que aguantar sus tonterías y que me
desnudara con sus ojos de vez en cuando. Miro la noche por fin desde mi
recámara y puedo notar que Christopher no me ha escrito ni llamado.
¿Acaso no me extraña?
La respuesta es evidente y tomo mi mano dándome golpecitos pequeños
en la frente. No confíes en él… ni en nadie, ¿Cuándo voy a entenderlo?
Parezco esa niña de 16 que se dejó embaucar por sus palabras bonitas. Solía
esperarlo todas las noches desde mi ventana, él había convencido a la vecina
de alado para entrar de vez en cuando a su casa y verme desde la suya.
Ahí empezó toda esta mierda de Romeo y Julieta. ¿Qué cosa no ha
inventado? Me paseo por mi habitación sintiendo espasmos en el pecho,
mirando tímidamente el anillo que llevo en el dedo. No sé cómo vaya a
tomarlo… y tampoco creo que le guste mucho la idea.
Lo extraño. Y no puedo negarlo. Me he acostumbrado a sus tonterías de
noche, a su olor por las mañanas, a sus cogidas intensas de vez en cuando.
¿Y si lo llamo? ¡No! —Me digo a mi misma cayendo sentada en la cama.
Estoy perdida… y tengo que hacer algo.
No voy a decirle que lo quiero. Y tampoco quiero quererlo. Encontraré la
manera de sacarlo de mi mente, pero antes necesito saber la verdad y tener
más cuidado.
La puerta de mi habitación suena. Me paro y camino hasta abrirla, pero
no hay nadie… solo una flecha en el suelo que me indica que debo dirigirme
hacia otra habitación. Mi pulso se acelera, porque siento que es quien creo,
entonces camino mirando a todos lados.
No hay nadie, ni si quiera guardaespaldas ni empleados.
Llego a ese lugar y tomo la manija para abrirla. Al entrar puedo ver un
babydoll en la cama. Muerdo mi labio, pero a la vez me tenso cuando veo el
traje del maldito viejo expandido en una de las sillas.
Joder, mierda. La puerta de cierra y doy vuelta encontrándome con la
mirada punzante de Brando. Me quiere, me desea. Trago saliva y no puedo
dejar de estar nerviosa. Con suavidad pasa sus brazos por los míos y me
encuentro con sus ojos.
—Quiero que seas mía, cariño. Tienes el anillo… y mi promesa. Te deseo
con toda mi alma.
Lo miro suspendida en el tiempo, porque en el fondo siempre supe que
tendría que enfrentarme a este día. Suspiro cansada y vuelvo a posar mis ojos
en su rostro. ¿Tengo que hacerlo? Carraspeo mi garganta, no tengo
escapatoria.
Me hielo.
23. Romeo
Dulce
Abro mi boca consternada, entonces pasa sus dedos por mis labios.
Claro que sí, tuve que besarlo porque no había escapatoria. Llegaste
justo a tiempo…
—Mátalo. —Gruñe con furia hacia Brando mientras yo voy metiendo mis
dedos entre sus piernas.
—Primero es necesario comprobar si él fue —Opina uno de los
empresarios desatando un caos. Todos hablan a la vez y discuten, incluyendo
Brando. Sonrio solo no por él sino por mi Bonita, quien se ha quedado callada
con la cabeza abajo. Voy estimulando su centro poco a poco hasta donde llego
y se que le gusta. La conozco. Se donde ir en el mar de su cuerpo y solo deseo
besarla ahora mismo.
—Basta —Dice ella alzando la voz, entonces finge que es por la discusión
entre los socios pero en realidad ha gritado por mi toque. La dejo porque sé
que implora por ello, así que guardo mi mano de inmediato. Aún tengo su ropa
interior en mi armario y no he podido dejar de mirarla.. me aloca.
Cuando por fin Hilton decide viajar con algunos miembros ejecutivos, de
inmediato le hago recordar a mi chica que debemos vernos a la brevedad.
La esperaré en un café de la condesa mientras soluciona su salida y
distrae a todos. Sé que lo hará porque es inteligente y muere por tener intimidad
como se debe conmigo, pero no sabe que le tengo una sorpresa.
He cuidado los detalles para que se sienta cómoda en mi espacio y,
aunque no sea un departamento de última generación y lleno de lujos, sé que
lo amará cuando lo vea.
—Hola, Romeo… ¿O debo decir Alexander El grande? —Exploto en risa
cuando lo dice y ella también sonríe. Su expresión así es la forma más sublime
en la que la he visto hasta ahora… está relajada, calmada y con ánimos de
todo.
—Mi Bonita… vámonos ya. Tú sales por la puerta de allá —Le señalo—
Hay un auto negro. Yo termino mi café y te doy el alcance.
—Bien. —Me dice y eleva un suspiro para dirigirse al auto que renté de
prisa. Pasan solo algunos minutos y pago para luego encontrarla limándose las
uñas.
—No has dejado esa manía —Le digo empezando a manejar.
—No. —Se limita a responder y luce sería. Si no la conociera diría que
está enojada con todo el mundo, pero sé que lo hace porque es su carácter.
Me parece extraño tenerla conmigo en él auto. Recuerdos vienen a mi de
su sonrisa cuando le enseñé mi primer carro y su alegría al llevarla de paseo.
En ese tiempo soñaba con verla hecha mi esposa… y ahora solo sueño en
tenerla de vuelta a mi lado. El vuelo de su cabello por el aire de la ventana la
hace sencilla y aún más hermosa… De rato en rato la miro, porque no puedo
dejar de hacerlo. Soy un maldito pisado por ella.
—Bienvenida. —Digo mientras camina por todo mi espacio. El
departamento no es grande, pero si muy práctico. Tiene una sala, comedor,
baños suficientes, cocina pequeña y una habitación. Le doy un paseo por todo
el lugar y siento que explora más de la cuenta con sus ojos.
Trago saliva. No lo ha visto. Hay una pequeña puerta escondida entre la
sala y la cocina que es casi desapercibida. Es como mi caja fuerte, por lo que
tiene clave en letras y un reconocimiento de huella digital. No será problema si
pregunta, puesto que es usualmente utilizada para guardar implementos de
limpieza.
—Es bonito. —Dice sentándose en el sofá— Cómodo y muy acogedor.
Dulce no dice cosas para agradar a la gente
Comúnmente por lo que me siento aplaudido. Estamos en el piso 18 por
lo que se puede ver toda la ciudad desde las amplias ventanas.
—Ven aquí, Corazón…. —Le digo envolviéndola en mis brazos— De
anoche a ahora te extrañé como nunca —Beso su cuello e inhalo el aroma de
su cabello. Es exquisito…
—Le dije a Brando que necesitaba relajarme por lo que iría de compras,
shopping y toda esa mierda. —Me mira sonriendo y pego mis labios junto a los
suyos mientras nos balanceamos sin rumbo.
La beso suavemente y la aprieto contra mi cuantas veces quiero. Capturo
sus labios en los míos y me parece el sabor más agradable del mundo. Ella
sigue siendo una serpiente, pero ya no es venenosa… no conmigo. Me excita
su manera de actuar frente a los otros, la manera en la que mira a la gente y a
la vez en la que ha vuelto a mirarme.
Me quiere, lo sé. Lo siento.
Y no puedo dejarla. Simplemente no puedo.
—¿Tienes hambre? Será hora de almuerzo y pedí ensaladas.
—Buena elección, patancito.
—Siéntate —La suelto— ponte cómoda. Ahora regreso.
Salto a la cocina para traer copas de vino. Ella solo ve las fotografías de
mi estante y la encuentro sonriendo al ver a mamá en una de
Ellas.
—Macarena… ¿Cómo está? —Pregunta y siento que me da vértigo. Aún
me cuesta asimilarlo y se lo diré pero no ahora.
—Tranquila. —Respondo con verdad, porque sé que mamá está
tranquila— Brindemos por nosotros.
Sonríe y acepta el vino de la mejor manera. La comida llega de inmediato,
por lo que comemos con calma… riéndonos de todo. Así, como antes.
—Entonces la estúpida perra barata de Morgana intentó acusarme con el
profesor —Saca su ira— Cuando ella había copiado. Me la encontré hace un
año y ni si quiera le dirigí la palabra.
La veo y sonrió.
Habla de una compañera en Vallarta. La odia porque quiso conmigo.
Desde ese día le puso la cruz y me obligó a no hablarle.
—Pobre Morgana, me caía bien pero se topó contigo. —Sonrio.
—No me provoques. —Lanza una mirada llena de furia.
—No cielo, no. —Tomo su mano para besarla y me topo con un anillo que
no había visto antes. Lo miro… es caro, tiene brillantes y parece de…
compromiso. Me hielo al darme cuanta. Hubo un momento en donde no pude
ver nada de lo que hablaban porque estaban comiendo. Levanto mi mirada para
encontrarme con la suya y pronto quita sus manos de encima de las mías
haciendo que todo en mi se enfurezca.
—Iba a decírtelo, por eso… lo tengo puesto. Brando me pidió matrimonio.
—Me mira como si no fuera gran cosa y solo siento mi estómago retorcerse.
¡Mierda!
Fuego. Siento fuego dentro de mi cuerpo. Me levanto y de un arranque
golpeo la pared haciendo que unos cuadros se caigan. Dulce se levanta e
intenta controlarme pero no la dejo.
No voy a permitirlo, no.
—Basta. —Me dice y solo necesito sacar mi ira de alguna manera. Hago
puños para no golpear más cosas pero voy a explotar, juro que explotaré.
El sonido del timbre hace que todo en mi se paralice. Nadie conoce este
lugar, solo André y Tatiana, por lo que me asomo con cuidado a
La puerta.
—André, no es el momento. —Digo mientras lo veo pasar de golpe. Se
sorprende cuando ve a Dulce en la sala, pero no tengo por qué darle
explicaciones.
—¿Interrumpo? —Se burla y pienso que en cualquier momento voy a
golpearlo. Dulce lo mira con los ojos en blanco y él se sienta de la manera más
fresca del mundo en el sofá— ¿Esto es una luna de miel o qué?
—Deja tus ironías de lado, ¿Qué quieres? —Voy al grano. Estoy enojado,
no puedo controlar mis sentimientos y lo menos que quiero es a este idiota
molestando.
—¿Por qué el enojo? Oh, ya veo… te enteraste — Ríe— Iba a decirtelo.
Ese anillo es muy llamativo.
Tenso mi mandíbula cuando empieza a burlarse, Dulce solo lo mira con
desgano, yo… no lo soporto ¡Se está burlando de esta situación y quiero
golpearlo!
Para mí no es broma. — Espeto con furia— Deja de reirte.
Piensa las cosas de manera objetiva, Christopher. Que Dulce se case con
el viejo nos conviene a todos. Tendría acceso a todas sus cuentas bancarias y
más poder sobre él. Todo sería más rápido.
Mis ojos saltan mientras escucho sus estupideces. El corazón me late tan
fuerte que estoy a punto de tener un infarto por cólera ¡Jamás lo permitiría! ¡No
dejaría que ese malnacido toque a mi esposa! ¡Y mucho menos la pondría en
peligro! Respiro con profundidad para mantener mi cordura, pero me es
imposible. Muerdo mi labio y le lanzo una mirada asesina, entonces ríe… sigue
riendo.
Pareces un cavernícola así, hermano. Tranquilo… tu hermosa mujer
sabrá cómo seducirlo y en todas sus formas.
No siento cuando mi mano hace puño y lo golpeo. Estoy tan furioso que
soy capaz de matarlo, él me empuja y yo sigo partiendole cara. Dulce grita e
intenta separarnos pero no puede. Con fuerza lo lanzo hacia la mesa del centro
haciendo que se rompa el vidrio. Su rostro sangra pero no me interesa nada…
¡Juro que voy matarlo!
¡Christopher! ¡Déjalo! — Escucho su voz como un chillido a lo lejos. En
un descuido él me lanza otro golpe y siento que mi nariz sangra.
—Eres un imbécil, Christopher… ¡Un embécil! La primera regla ¿La
recuerdas? — Apunta con su dedo, entonces Dulce aprovecha para meterse
entre nosotros— No sentimientos. No corazón. No apegos… Las emociones
dañan, idiota… Querer te hace débil, vulnerable. Ya veo que sigues siendo el
mismo chiquillo tonto de hace 5 años. No aprendes.
No dejaré que involucres a Dulce más de la cuenta, ¿Lo entiendes?
Tenemos un trato. — Espeto contra él.
El trato no incluía perjudicar nuestros planes. Esto se dio y debemos
aprovecharlo. El jefe quiere verte pronto. Así no quieras tendrás que aceptarlo
y tú… — Mira a Dulce con tensión— Desde ahora harás todo lo que nosotros
te digamos. El dinero estará en tu cuenta pronto.
Con rapidez se dirige a la puerta y siento que necesito matarlo, pero Dulce
me detiene. Se larga dejándome aún con más furia ¿Quién carajo se cree para
amenazar a mi mujer? ¿Quién es esa pequeña mierda para venir a hacerlo
conmigo? ¡Prometieron no ponerla en peligro! Y lo están haciendo al permitir
este estúpido matrimonio.
Siento mi cuerpo arder después de que se va, aún tengo furia así que
golpeo nuevamente la pared. Voy a matarlo… a matar a todos… y no puedo
controlar mi ira. Todos estos años me he aguantado pero tengo un límite.
Cuando se meten con lo mío pierdo la paciencia.
“No te quiero por cómo eres… sino por lo que me haces sentir cuando
estoy contigo”
Cierra sus ojos lentamente y solo arreglo la almohada para que tenga un
largo sueño. Mi pulso aumenta a medida que los minutos pasan, quiero
desesperadamente darle vuelta a todo este lugar pero sé que debo esperar…
Solo un poco más, un poco más.
Exhalo lento y paso mi mano por la nariz de Christopher para ver si está
dormido. Doy pequeñas palmadas en su rostro y no despierta ¡Está
profundamente dormido! ¡Si! ¡Es mi hora!
Con prisa corro hacia la sala y empezo a buscar en todas partes. La
puerta de entrada, en las paredes, detrás de los cuadros y nada. ¡No hay nada!
Todo parece ser muy normal aquí pero no voy a rendirme. Con rapidez ahora
Abro cajones, saco papeles, los ojeo rápidamente pero tampoco encuentro
nada fuera de lo normal.
Mierda.
Miro la alfombra y examino su extensión palpeando el suelo como en las
películas de acción y nada. ¡No hay nada! Mierda. Corro hacia el otro lado y
exploro el comedor, cocina y cuarto de limpieza pero solo puedo ver todo en
orden ¿Dónde carajos guarda sus cosas? Es tan pulcro que hasta me
sorprendo. Jamás fue un tipo ordenado.
O es muy inteligente o yo estoy perdiendo mi tiempo en este lugar.
Con las manos en mi cabeza camino y doy vueltas para manejar mi
frustración. Dónde… dónde… dónde… —Me pregunto— ¡No vas a salirte con
la tuya, patancito! Levanto la mirada y me dirijo a la habitación donde yace
dormido. Él sigue sin moverse, inspirando y exhalando tranquilamente, sin si
quiera sospechar nada. Yo busco debajo de la cama, en el armario, baño, mesa
de noche y no hay nada… pero sí encuentro un cajón con llave.
¡Mierda! ¡Aquí debe haber algo!
Trago saliva y voy en busca de un cuchillo para luego forzar la chapa. Me
molesta no poder hacerlo a la perfección pero así tenga que pasar años lo
abriré… ¡Voy a hacerlo! Aprieto con fuerza el pequeño orificio, lo muevo por
ambos lados y por fin cede…
—¡Lo hice! —Digo casi saltando. Trago saliva y me concentro— Eso es…
Jalo el cajón y lo que veo solo me causa dolor. Mi corazón de hielo está
caliente, y temo por mi cordura.
No puedo…
Jadeo tocando la pequeña cadenita de oro que un día compramos para
nuestro bebé… ese bebé que fue un sueño no realizado. Suspiro intentando
reprimirme de nuevo, tengo que hacerlo… No puedo quebrarme ante una
realidad que nadie cambiará, ¿Por qué tiene esto? ¿Por qué si yo misma lo tiré
en la playa? ¿Cómo es posible que él lo tenga? Cuando me fui de Vallarta quise
olvidar todo mi pasado, quemé todas sus cosas y me quise deshacer de lo que
aún me hacía llorar…
Y ahora esto…
Me duele recordarlo. No porque aún quiera ser madre sino porque tengo
muchos recuerdos. Beso la cadenita y la guardo en su mismo lugar, tenerla
conmigo solo haría que mi corazón se derrita y sería muy riesgoso para mis
intereses. Enseguida encuentro un sobre con dinero, mucho dinero… lo tiro y
no me interesa, luego veo fotos mías… ¡Maldito idiota! No quiero ver más. Estoy
tan afectada que ya no quiero seguir buscando.
Me paro contenida y voy hacia el baño para verme en el espejo. Eres
bella, grande y fuerte, Dulce… No lo hagas —Me digo a mí misma— Y no lo
haré. Me mantendré firme como siempre. Porque así es la vida, porque así
funciona el mundo, porque yo funciono así.
Después de estar vagando por el departamento un rato vuelvo más
tranquila nuevamente hacia la cama. Lo miro dormir… y mi paciencia se agota
¿Dónde demonios tienes tus evidencias, patancito? Por más que lo pienso no
me entra en la cabeza. He vuelto a rebuscar todo y no he encontrado nada pero
algo me dice que este es el lugar correcto.
Me siento agotada por todas las emociones que vivimos. Miro mi celular
y Brando no me ha hablado, estoy segura que este enfermo ha quemado otro
de sus hoteles… y en el fondo no me molesta. Es un viejo que me está
aburriendo.
Suspiro. No tengo sueño.
Paso mi mano por las sábanas intentando distraerme en cualquier cosa,
entonces veo un bulto en el bolsillo de su pantalón… es su arma. Lo sé porque
puedo notar el gatillo a lo lejos. Y la jalo con cuidado para luego mirarla.
Es pequeña, rara… peligrosa. Un extraño frenesí asoma como fantasma
por mis pensamientos, muerdo mi labio y lo apunto. He querido hacerlo desde
que me dejó. Soñaba con fantasías en mi cabeza. Lo odiaba… lo odiaba
mucho. Y sería fácil acabar con este tormento. Está dormido… solo bastaría
jalar el gatillo para matarlo y vengarme por su abandono. Me pudre su juego.
Me exaspera su paciencia. Me saca de mis casillas sus ironías.
Mátalo entonces —Dice mi otro lado. Con seriedad sigo apuntándolo y
solo puedo ver que duerme tranquilo. Su pecho se levanta y acuesta mil
veces… y yo puedo asesinarlo.
Pero no lo hago.
Bajo el arma con temor a no saber usarla, la dejo en la mesa de noche y
sigo observándolo como entorpecida. No me culpo, nunca he asesinado a
nadie, aunque me coman las ganas.
Miro el reloj y el tiempo ha pasado volando porque marca las 23:00 hrs.
Debería irme dejándole claro que no soy idiota, pero arruinaría todos mis
planes. Él es muy sentimental cuando quiere serlo, y yo debo encontrar el
momento para atacarlo de frente
Lo miro, miro, miro… y sigo perdiéndome en esa imagen. Una tonta
emoción aflora es mi pecho. Es estúpido y bipolar de mi parte hablar como lo
hago de él y ahora ceder tan rápido, pero ni yo misma me entiendo. Lo odio y
quiero. Lo necesito y a la vez me duele. ¿Qué clase de daño estoy
haciéndome?
Exhalo sintiendo mis fuerzas débiles. Nace en mi garganta la necesidad
de hablarte, aunque esté en completa inconsciencia, siento que necesito pasar
por esto.
¿Cómo habríamos sido tú y yo juntos si nunca me hubieras dejado? —
Pregunto en voz alta. Mi voz carraspea y me siento traicionada. Prometi no
pensar en este tipo de situación, ni recordar el pasado pero ahora… estoy
haciéndolo.
¿Y él? Solo Ronca.
Elevo mis ojos rondándolos con ironía y se me ocurre grabarlo solo para
demostrarle que sí lo hace pero no perderé mi tiempo en ello. Con tensión toco
su brazo y me llama la atención lo fuerte que se ha vuelto.
No lo recuerdo tan ejercitado. Debió pasar muchas cosas en este tiempo
para que haya cambiado su alimentación y estilo de vida. Cosas que no sé…
mundos que no conozco de él.
—Probablemente estaríamos separados y odiándonos… — Contesto la
anterior pregunta— Igual jamás podré darte hijos. — Digo y mi voz suena con
pena— Lo he superado, ¿Sabes?, pero me costó muchisimo tiempo… —Hago
la pausa más difícil de mi existencia— ….¿Por qué haces todo esto,
Christopher? ¿Por qué ahora? Dejaste pasar tanto tiempo… y sencillamente no
te creo. — Exhalo— No creo ni en mi sombra.
Mi voz rebota por toda la habitación siendo eco y pronto la tentación me
supera. Mi alma grita dentro y solo quiero gritarle, golpearlo.
Si tan solo hubieras tenido una buena razón… yo… — Digo,
enredandome con mis palabras— ¡Soy una estúpida! — Murmuro bajito—
rompí mi propio corazón queriéndote.
Me giro en la cama hacia el otro lado y mantengo mis ojos hacia el techo.
Pasan largos minutos en los cuales mi corazón pasa por emociones opuestas.
Y tengo la certeza de que estoy mal… muy mal pero no lo expreso. Me he
vuelto una máquina infinita de hielo.
¿Qué hago aquí? ¿Por qué no me he ido?
Él duerme aún y siento que será una agonía pasar toda la noche a su
lado pero no puedo levantarme. No quiero hacerlo. Algo me dice que me quede.
La receta médica nombra que dormirá algunas horas más, por lo que puedo
hacer lo que quiera y Lo golpeo. Doy un puño fuerte en su brazo contenida y
parece no afectarle. Estoy sumamente cansada de toda esta mierda y también
de él. Sí, de él… — Rechino mis dientes, respiro un par de segundos y me
vuelvo a frustrar.
¡A quién engaño!
Sollozo pensando en que necesito separarme de su cuerpo, pero cada
vez que avanza el plan no puedo seguir conteniéndome ante sus encantos.
Si tan solo no me hubieras dejado… — Escucho mi voz con sorpresa. Es
sublime, terca, llena de agonía… Llevo mis manos a mi boca y vuelvo a mirar
hacia el techo
Tiemblo.
Y con tensión veo mi mano acercarse a su corazón… lo toco. ¿Cómo hice
esto? Estoy aterrada mirándome hacerlo, pero a la vez complacida por seguir
mis impulsos aunque sea de esta manera.
Jadeo, muerdo mi labio y mantengo mis ojos abiertos mientras mi cuerpo
se va balanceando hasta llegar a su pecho.
Y me quedo ahí… sintiéndolo.
Mi oreja roza su lado izquierdo y puedo escuchar su corazón bombear
como metralleta. El silencio me hace querer morir… porque pronto descubro
que mi alma está unida a la suya.
Lo quiero, lo necesito, lo extraño y ya es tonto engañarme. Acabo de
imaginarme matándolo, acabo de darme un discurso barato sobre la distancia
que debo tener con él y todo se ha ido al puto demonio cuando lo toqué.
Respira con tranquilidad y yo sigo quieta escuchando sus latidos pero
pronto necesito más, así que me siento y acaricio su cabello para luego olerlo.
Amaba su perfume… y todo lo que él me hacía sentir con su cuerpo. Bajo como
si estuviera esculpiéndolo con mis dedos por su rostro y me acuesto en su
encima sin ningún tipo de interés sexual.
Con mis labios beso su frente, su nariz y luego llego a su boca para luego
acariciar su piel con mis manos. Bebé tonto…. —Me digo a mi misma
recordando sus estupideces— y pronto tomo sus brazos enrollándolos encima
de los míos.
Lo imagino…
Lo imagino diciéndome bonita y estando en la playa. Lo imagino besando
mi cabello y peinándome. Lo imagino mirándome con sus ojos de avellana, pero
luego se pierde.
—Te quiero…. —Suspiro…
…Y una lágrima explota como volcán por mi rostro. Solo una. Es pura,
valiosa y llena de sentimiento, el mismo que he perdido a lo largo de los años.
Ladeo mi cara y cierro mis ojos mientras la quietud nos mece. No hay
ruido, no hay gente, no esta despierto. Solo estoy yo y mi corazón de hielo.
El tiempo pasa y siento que voy adormeciéndome. Pronto despertará y
no puede verme en este estado así que me levanto con amargura y pongo mis
pies en el suelo.
Necesito desnudarme.
Con calma me desvisto y mientras voy quitando mi braga sigo mirándolo.
Doy un salto hacia su armario y encuentro una polera larga de algodón suave,
entonces me la pongo. Tiene su olor… y yo empiezo a morir lento.
Pero ya no es momento para cursilerías, sino debo enfocarme en
descubrirlo. Inspiro contendiéndome y cierro los ojos para pasar de caliente a
frío.
Me acuesto en la cama en silencio, los minutos van y vienen, me centro
viendo un reloj dar vueltas. Él sigue dormido y por más que quiera no puedo
conciliar el sueño.
Olvidé un pequeño detalle… ¿qué voy a decir cuando despierte? Sonrio.
Tendrá que creerme.
Bajo mi mano por su estómago hasta llegar a su parte inferior. Me gruño
a mi misma por las ideas locas que tengo, así que con suavidad abro su cierre
y lo toco por encima.
Me siento una violadora. No lo haré. Pero si desabrocho su pantalón y lo
jalo como puedo hacia abajo, luego voy con su ropa superior y le quito la camisa
lentamente. ¡Está listo!
Abro mis ojos olvidando un detalle muy importante… ¡La mesa de noche!
Me levanto y trato de mantener todo como si no hubiera pasado nada, pero la
chapa está forzada así que empiezo a caminar histéricamente por todo el
cuarto.
Condones. Donde tiene los malditos condones.
Abro y cierro cajones, hasta que se me ocurre buscar en el otro bolsillo
de su pantalón. ¡Aquí está! Meto uno de ellos en el cajón, un poco lejos de la
cadenita de oro, y lo cierro escondiendo el cuchillo.
Me voy al otro filo de la cama para dormir y lo miro una vez más con
tensión… Trago saliva y cierro mis ojos. Si quiero despegarme tengo que
alejarme de alguna manera, de la mejor forma posible… Así que no pasaré
horas a su lado, y tampoco quiero que me vea en su pecho cuando despierte.
La alarma de un maldito celular suena y hace que pierda el poco sueño
que he logrado. Jadeo rechinando mis dientes, miro por la ventana y aún no
amanece. Cuando volteo lo veo sentado mirándome implacable, sin su quiera
decir una palabra.
Está molesto
Suspiro lentamente para calmar mi ansiedad, entonces viene todo de
golpe. Abro mis ojos para fingir que no sé nada y se acerca a mi conteniéndose.
—Me dopaste. —Sigue enojado, lo sé.
—¿Qué? —Finjo como profesional— De donde sacas eso.
—¡Dulce! ¡Lo hiciste! —Se acerca a mí peligrosamente y no puedo dejar
de mirar su pecho fuerte acosándome— No soy un idiota. —Tensa sus labios.
Estás loco, de verdad estás loco. — Me levanto y camino mientras pienso
en los detalles— ¿Acaso no lo recuerdas?
Me mira incrédulo y aquí empieza mi drama.
¡Tuvimos sexo y no te acuerdas! — Abro mi boca— Qué clase de hombre
eres….
Levanta una ceja y sigue sin hablarme.
Te volviste un enfermo y me sedujiste. Te dije que no pero insistías… y
bueno, terminamos follando en tu cama. Maldito cogedor… —Alzo la voz— Me
puse tu ropa y dormimos.
No me cree. No me cree. Mierda…
Mi mesa de noche está abierta — Mira a un punto fijo y camina hacia él—
¿Cómo vas explicarlo?
Pfff… Buscabas condones como loco y no sé, parece que ahí tenías
alguno… quién sabe, lo abriste no sé cómo.
Asiente con la cabeza y a la vez tensa su expresión.
¿Cómo es posible que no me acuerde de esto?
—Porque eres un idiota. — Cruzo mis brazos— Y poco caballero. ¿Crees
que yo te dormí para rebuscar tus cosas? No, querido… no tengo necesidad.
—Eres muy aburrido. — Digo con tanta verdad que sé que hasta lo hago dudar.
Se da vuelta y camina por toda la habitación, está pensando en algo que
no me va a decir. Murmura entre dientes y me asfixio sin saber si me ha creído
o no, entonces carraspeo mi garganta…
No me cree aunque intente disimularlo. Es todo.
¿Cuándo se volvió tan hábil? Antes caía fácilmente en mis brazos, pero
ahora… es muy cauteloso.
Christopher… — Me juego la última carta— ¿De verdad crees que soy
una mentirosa? — Pregunto suavemente y se inmuta.
Mierda.
Camino sutilmente y me acerco a él como si fuera el diablo tentando a
un inocente. Recorro mis manos por su pecho y luego me envuelvo en su
cuello. Él no hace nada, ni si quiera me abraza, entonces me balanceo y pego
mis labios a los suyos para darle un casto beso.
Bebé… ¿Vas a dudar de mí, tu bonita? — Le digo lo más cursi posible.
Siento que voy a vomitar cuando escucho mis palabras, entonces veo un
cambio en su mirada. Suspira y besa mi cabeza.
Me ha creído ¡Lo he logrado! Hombres…
Dulce… — Entona mi nombre y siento que va a castigarme.
Si, hazlo… — Digo susurrando— Como quieras.
Abriste ese cajón — Me mira fijamente— Y me dopaste. Lo hiciste para
investigarme un poco más, por favor… no me mientas. — Mi cuero cabelludo
pica en cuanto escucho sus palabras. Con seguridad quito mis manos y me
mantengo seria pero es inútil… No lograré nada.
Me siento en la cama un poco frustrada, ¿Ahora qué voy a decirle? Mis
planes no pueden arruinarse, no cuando estoy a punto de descubrirlo.
Viste lo que hay en ese cajón… — Mis ojos se encuentran con los suyos
y no necesitamos palabras para sentir lo que sentimos. Con una paz resignada
camina y toma entre sus manos la pequeña cadenita de oro haciendo que mi
corazón explote.
Entonces… bajo mi mirada porque es demasiado fuerte para soportarlo
de golpe. Se sienta a mi lado y juguetea con el pequeño brazalete. Me quejo
cuando une sus manos a las mías y luego me mira fijamente…
Duele, lo sé… pero esto es nuestro… ¿Sabes por qué? Aunque no
hayamos cumplido ese sueño, ha sido nuestro sueño.
Aléjalo. — Le digo de inmediato resignada, pero sintiendo una especie de
rechazo por todo aquello que un día desgarró mi alma.
Lo tiraste… Dejaste que el mar se lo llevara, ¿Por qué Dulce?
No quiero contestar esa pregunta, ¿Es obvio no?
Lleva la pequeña cadenita hacia su boca y la besa con suavidad para
luego volverla a su sitio. Me mira incesantemente y siento que está
explorándome. He llegado a sentir que sabe todos mis movimientos y se hace
el estúpido, lo que me crea aún más ansiedad.
Creo que es mejor que me vaya… — Digo intentando irme pero de un
tirón me jala del brazo obligándome a verlo.
Son las 4am, es tarde. — Advierte.
Llamaré a un taxi, no te preocupes. —Murmuro irónica.
—Dulce… —Suelta un lamento— No lo hagas más difícil.
No me quedaré en un lugar con un tipo que no me cree. —Me mantengo
firme y parece hartarse, entonces me abraza.
—Bien, como tú digas. Lo que tú digas. Pero no te vayas… por favor, no
te vayas.
Pasan segundos y cierro mis ojos en sus brazos. Rendirme sería
estúpido, porque en realidad necesito de él. Con tranquilidad lo miro fijamente
y puedo ver en sus ojos que aún no me cree, que sabe todo y solo está
fingiendo. ¿Por qué lo hace? Quizá para retenerme…
“Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos” – Pablo
Neruda
Te lo juro por mi vida, amor… — Acunó mi rostro con sus manos— Jamás
podría hacerlo.
Tengo miedo, Chris… — Dije sin pensar— Lates tan fuerte en mí que
podrías destruirme en un segundo. Jamás amé así, jamás sentí la terrible
necesidad de estar con alguien todo el día. Por favor, nunca me dejes…
Lo abracé tan fuerte que hasta mis huesos dijeron basta. Danzábamos el
baile de recién casados en la playa mientras observaba a mamá llorar. Cerré
mis ojos sintiendo a mi amor conmigo, entonces me sentí protegida. Dijo que
no iba a dejarme… y le creí.
Le creí hasta ese día.
No… —Me digo a mí misma— No vas a llorar. No tienes permitido
hacerlo. Mi mente se desenfrena y en un grito solo suelto palabras sin si quiera
pensarlas:
Cambie esa música — Ordeno mientras siento mi rostro mojado, ¿En qué
momento sucedió y no me di cuenta? Me aterra llorar y sentir porque luego no
podré contenerme. Lo sé, me conozco, y estoy cansada de luchar.
Con temple saco un pequeño papel de mi cartera y limpio el rastro de mi
debilidad, entonces me doy cuenta que no estamos en la carretera correcta.
¿Cuánto tiempo ha pasado? Mis ojos se ponen en blanco al sentir que vamos
por una calle peligrosa, lo sé porque la conozco a la perfección. Miro al taxista
y está centrado en su camino.
Señor, no quiero ir por este lugar ¿Por qué no entró por la otra carretera?
Pero no me escucha.
¿Señor? — Pregunta aterrada y empiezo a sentir no estoy con la persona
correcta— Voy a gritar si no para el auto.
No dice nada.
¡Auxilio! — Grito por la ventana, entonces la cierra automáticamente.
¡Oiga! — Forcejeo la puerta pero está cerrada.
Cierre la boca. — Por fin habla y mi mente colapsa.
Qué quiere, no tengo dinero.
Ríe.
Por favor… detenga el auto. — Siento que mis nervios explotan.
Usted se lo buscó.
Parpadeo.
Es la perra de Hilton. —Agrega sonriendo— Es una buena forma de
vengarnos.
Mi corazón se paraliza y pronto no puedo moverme. El shock es tan
grande que me deja muda y sin poder hacer nada. El auto avanza más rápido
y puedo mirar con terror un cartel que dice “Cuidado”
Me hielo
Todo pasa muy rápido y siento que el aliento se me va cuando dos
hombres abren la puerta de golpe y me jalan del brazo.
Avanza, perra — Dice uno solo me enterco poniendo mis pies en el suelo.
Déjenme… — Los esquivo, intento correr pero otro me detiene.
Sabrosa… — Lame sus labios— Y exigente como me gustan. ¿Quién la
follará primero?
Abro mis ojos de golpe.
Quizá el jefe. — Responde otro de inmediato.
Jefe….
Mi cuerpo experimenta mil latigazos de golpe y solo me aterro.
¿Por qué hacen esto?
¿No le dijiste, Bruce? — Mira al hombre que me trajo— Nos gustan las
perras de los millonarios.
“Solo los dos sabemos la falta que nos hacemos” – Pablo Neruda
Tiemblo en el instante que pone sus manos sobre mis hombros. Estoy
exhausta de llorar pero increíblemente no puedo dejar de hacerlo. Ya no
importa si me ve… solo necesito sacar todo el dolor que traigo desde hace 5
años.
Esperé tanto este momento y sucedió sin querer. La noticia aún me afecta
porque no sé cómo reaccionar ante todo lo que he visto y oído. Tomo mis
manos y me obligo a contenerme, pero no puedo. Jadeo, me retuerzo, lloro…
lo hago con toda mi alma quemándose por dentro.
Me veo gritar, aruñar, morder, morir, y volver a despertar mil veces. Por
qué…
Entonces vienen a mi los recuerdos de esas imágenes y me horrorizo al
sentir que todo se va de golpe hacia abajo: mi alma, mis sueños, mis ideas del
mundo y la historia que cree en mi cabeza… Él.
Lo esquivo un segundo y de pronto mis manos sudan sin dejar de temblar.
Me toma del brazo y no quiero que me toque, solo que se aleje, pero no hace
caso alguno y con fuerza me sostiene.
—Dulce… —Dice con la voz ronca y el alma destruida como la mía.
—Macarena, necesito hablar con Macarena. Mamá…
Yo solía decirle mamá. Sin sentido doy vueltas por el departamento
buscándola desesperada. No quiero creer que esté muerta, no. No voy a
aceptarlo. Hace 5 años no la veo, pero la amo… Ella es mamá, la madre que
elegí para mi sin discusión y no soporto la idea de perderla.
—Mamá… —Grito—Macarena… aparece por favor. No me dejes. —
Chillo y mi pecho vuelve a colapsar haciendo que mis piernas se aflojen y
caigan al suelo.
Macarena…
Mi amiga, mi madre, mi confidente. Ella me acogió en su pecho cada vez
que peleaba com Christopher, se convirtió en todo lo que un día no me dieron:
liberad, sueños, cariño.
Entonces mi corazón se detiene y empiezo a recordar.
—Dulce… —Susurraba sonriendo.
—Maca…. —La abracé fuerte— Muchas gracias por hablar con mis
padres.
—Aunque se hubieran opuesto, haría lo que sea porque mi hijo y tú sean
felices. Te casaras con él y luego vas a ir a la universidad. Para nada vas a
quedarte en este sitio sin cumplir tus sueños. Mi hijo te apoya, yo te apoyo, no
naciste para ser ama de casa cariño. Si quieres, ve, lucha… y así te caigas mil
veces estaré a tu lado.
—Maca… —Jadié con alegria— Eres la mejor. Muchas gracias.
—Ahora cuéntame, ¿Christopher te pidió perdón? Es un tonto. No le
hagas caso. Así son los hombres… cuando tengan hijos vas a darte cuenta.
—Me trajo serenata —Me avergoncé con ella. Era la única mujer a la cual
podía confiarle mis cosas, hasta intimidades… — Y luego tuvimos sexo.
—Hija… no sean tan intensos —Rio con nervios— Cuidense.
—Él lo hace, Maca. Pronto será mi marido de todas formas, así que no
me quejo.
—Y tú mi querida hija… mi niña. He deseado mucho tener una hija y voy
a apoyarte en todo lo que necesites. No voy a cortarte las alas jamás, lo juro.
Si nos caemos, te levantas y volvemos al rumbo que tú decidas.
Nuestras risas van desapareciendo a medida que voy entrando a la
realidad de nuevo. Todo lo que tenía ella era amor para mí y, a comparación
de mi familia, jamás me enjauló ni cortó las alas. Fue la única mujer que creyó
en mí. Por ella postulé a la Universidad y gracias a ella tuve esa beca… Ella
fue mi maestra, mi guía, mamá. Y cuando Él me dejó decidí no volver a llamarla
o rompería mi propio corazón con la despedida.
—Mamá no puede irse…. —Digo aún con lágrimas— Mamá no.
Dulce…
Hace una pausa y se sienta a mi lado. Sabe respetar mi espacio porque
no me abraza ni vuelve a tocarme, y tampoco quiero que lo haga.
Cuándo…. Cuándo pasó. — Pregunto en voz alta, con la garganta
hinchada y mis labios aún temblando.
Suspira
No importa eso, por favor leva…
¡Deja de tratarme como una estúpida! — Grito con furia — Dime cuándo
pasó. Dímelo ahora.
Mi corazón se detiene pero mis lágrimas no dejan de salir de mis ojos. Me
mira y habla:
Hace 5 años… — Agua sus ojos.
5 años… es el número que no he querido escuchar en mucho tiempo.
Pasaron 5 años y nunca fui a verla, jamás le llevé flores ni esos chocolates
de frambuesa que tanto le gustaban.
Doy un bocanada de aire y me siento en la cama perdida en mis propios
pensamientos. Él busca mi mirada pero no quiero hablar con nadie, solo llorar
en completa soledad.
Déjame sola… — Digo con la voz quebrada, y lo hace.
Abrazo mi cuerpo en posición fetal y siento espasmos aparecer de
repente cuando escucho el golpe de la puerta. Lo minutos pasan y solo destello
emociones que duelen, pero a la vez sanan. Aún no puedo creer que esto esté
sucediendo… y necesito asimilarlo. Necesito verla, despedirme, pedir perdón
por no haber estado ahí… y dejarla ir también.
Macarena… — Doy un último suspiro y cierro mis ojos con su nombre en
mis labios. Todo es tan doloroso y confuso ahora que deseo olvidarme por un
rato de la realidad.
*
El ruido de un mueble moviéndose solo me despierta haciendo que salga
de mi burbuja. Pronto descubro que no estoy sola en la habitación sino que
Christopher está conmigo. Abro mis ojos percibiendo su aroma por todos lados
y murmuro algo que ni yo misma entiendo.
Flores… — Mi garganta arde y se quiebra. El dolor viene de nuevo como
látigos de realidad resonando en mi pecho. Pensé que había sido un sueño.
Lo siento, Dulce. Te desperté. — Dice suspirando.
Cierro mis ojos ignorándolo y toda la cabeza me explota. Siento que el
aire entra de manera distinta y no puedo evitar marearme por toda esta ola de
sentimientos.
¿Estás bien? — Pregunta con ansiedad. Sus dedos se mueven al filo de
la cama y veo cómo se sienta con temor.
No. — Acepto rendida. No quiero ocultar más lo que siento.
—Puedo traerte un medicamento, ¿Te duele la cabeza?
Me explota la cabeza — Digo— Pero ya me pasará.
Exhalo sintiendo que las lágrimas vuelven a amenazar con salir de mis
ojos y toso para aguantar. Enseguida él se acerca y acaricia con sus nudillos
mi rostro. Lo miro… lo he querido mirar así desde hace mucho tiempo pero algo
en mi aún lo repele.
—Me voy al hotel.
—No, por favor. Quédate. No estás bien… y empezó a llover. Quédate…
al menos hasta que pase un poco la tormenta.—Sus ojos palpitan en los míos
y la verdad es que no quiero irme.
—Está bien. —Respondo sin voz sin decir más ¿Qué podría decirle?
¿Qué me gusta su cama y compañía?
—Te traeré una aspirina y algo de comer.
Suspira.
¿Tú no lo hubieras hecho?
Exhalo y no digo nada. Acaba de hacerme la pregunta más complicada
de mi vida…
Pero sé que debí decirtelo e intentar ser sincero desde el principio —
Suspira— Pronto el tiempo pasaba y… no pude detenerme. Me entrené como
policía espía profesional y seguí los pasos de Brando desde hace mucho
tiempo. Sin querer te metiste en ese camino, entonces no iba a permitir que
salieras afectada y…
Regresaste — Completo su frase— Solo cuando te fue necesario.
Dulce… — Tira aire cansado— ¿Por qué te aferras en pensar eso?
¡Porque es la verdad! No fui suficientemente apta para que regreses
antes, y tampoco me creíste fuerte para soportarlo. Eramos un matrimonio,
Christopher… Dos chiquillos enamorados queriendo comerse el mundo, pero
podríamos haberlo hecho juntos.
¿Juntos? A la primera oportunidad te hubieran matado. No podría haber
sobrevivido sin ti. Además, yo cuidé todos tus pasos… Interferí en papeles,
documentos importantes, credenciales para que Brando jamás sospechara de
ti ni supiera de nuestro matrimonio.
Lo miro y todo es lo mismo.
Estoy harta, cansada, agotada emocionalmente.
Dulce… — Agrega— Sé que todo esto es confuso y dificil, pero hoy más
que nunca debemos ser una fuerza. ¿Quieres hacer pagar a esa rata, cierto?
Yo también. Tu información será sumamente valiosa.
Jadeo suspendida en el tiempo…
Bien.
Pero no debes regresar al hotel, el mafioso chino sigue buscándote. Uno
de mis hombres te sacará del país y…
No. — Contesto— No quiero. Ayudaré en lo que pueda y fingiré mejor
que tú con tus mentiras — Se lo digo restregándole en la cara mi enojo. Estoy
frustrada, consternada, indignada porque no fue capaz de confiar en mí y me
alejó de su lado… pero a la vez otra parte de mí lo entiende y eso es lo que me
resulta tóxico.
Dulce… — Repite.
Es un trato, Miller… Lo hago por Macarena, no por ti — Cruzo mis brazos
mordiendo mi labio.
Pero esos hombres…
Entrename. Haré lo que sea para aprender a defenderme. Di lo que
quieras pero no me alejes de esto. No quiero. No lo haré. No es una petición
sino una advertencia.
Lleva una de sus manos a la cabeza y lo piensa…
Bajo mis condiciones — Accede— No quiero que estés mucho tiempo
con él — Pronto me doy cuenta de sus intenciones.
Haré lo que sea por verlo hundido, Christopher. No eres mi jefe ni mi
dueño, ya te lo he dicho. — Refunfuño con rabia.
De acuerdo — Responde enojado— No puedo tener una conversación
alturada contigo. Eres más terca que una mula.
Y tú un maldito idiota…
No quiero saber más de él, he escuchado lo necesario. Con furia camino
pisando fuerte pero antes que pueda irme me jala del brazo de nuevo y me
lleva a sus brazos. Suspiro aún con dolor… dolor porque se fue, porque tuvo
una razón y no sé cómo tomarlo.
Me mira cansado, agitado, agotado de tanta pelea… pero a la vez sus
ojos me muestran un brillo y pronto me veo reflejada en ellos.
No he terminado.
Yo sí — Intento empujarlo, estoy a la defensiva.
Dulce… tenemos dos opciones: O nos enojamos haciendo drama por el
pasado, o intentamos salir adelante con un nuevo comienzo.
Mis manos tiemblan, trago saliva.
Te amo, te lo he dicho… — Acaricia mis labios con mis dedos— pero solo
haces que me enoje cuando me hablas de esa manera.
¿Y qué quieres? ¿Qué te perdone con las excusas que me das? Pudiste
haberme buscado antes y…
Sh… basta — Pone sus dedos en mi boca— Necesito una respuesta.
Jadeo.
¿De qué? —Pregunto.
Me evades de una forma increíble — Ríe sin humor— Parece que tengo
que repetirte mil veces que te quiero a mi lado. Juntos. Construyendo una
nueva historia… sin importar el pasado. Lo único que nos queda es esto —
Pone una mano en mi corazón— Porque sé que late tan fuerte como el mio…
y eso se llama amor sincero.
Parpadeo perpleja, él besa mi mano.
Construiré nuestro hogar de nuevo, bajo esas 7 estrellas en el cielo…
Prometo cuidar de tus noches y sueños. Prometo abrazarte sin avisar y
perderme en tus ojos como antes. Dame esta oportunidad, mi amor… He
estado esperándola desde hace mucho tiempo. Vuelve a ser mía, Bonita.
Cásate conmigo de nuevo.
27. No me gusta compartir
Dulce
—Eh…
—Tómala. —Me aprieta las manos obligándome a tomarla. Apunto hacia
el cartel con círculos y en un acto tonto disparo.
¡Mierda! ¡Maté a un pájaro!
Me horrorizo y suelto el arma gritando haciendo que Christopher empiece
a reír.
—Lo maté… —Jadeo.
—Qué mala eres, bonita. —Se burla a carcajadas y lo miro con furia
mientras lo empujo. —Hey…. —Jala mi brazo— está bien, no voy a torturarte.
No lo mataste, solo lo asustaste. El pobre pájaro salió volando.
—No podré hacer esto. —Lo suelto aterrada—Siempre he odiado estas
cosas, Christopher.
—Vas a poder. Te ayudaré.
Sonríe y me ayuda una vez más sosteniendo el arma en mis manos para
luego acomodarse en mi cuerpo. Jadeo…. Esta proximidad no me gusta para
nada pero intento concentrarme en mi objetivo.
—Así… —Enreda mis dedos en el gatillo y puedo sentir su respiración en
mi oído— sostenla de manera correcta… —Susurra en mi oreja y empiezo a
sentir un shock nervioso. Tiemblo… él se aprieta contra mi haciendo que sus
pectorales abracen mi espalda y sus piernas colinden con las mías.
—De lejitos… —Digo advirtiéndole, entonces ríe.
—Estoy siendo profesional. —Sonrie y me paralizo con su voz ronca
palpitando en mi interior.—Mira al punto, luego quiebra las rodillas y sostén el
arma con fuerza. No dudes, solo dispara
Y lo hago.
—¡Si! —Sonrio emocionada—Ahora lo haré sola.
Bajo mis piernas y con seguridad lanzo un tiro que entra en el centro del
cartel. Lo miro, me pavoneo y arreglo mi cabello mientras él no deja de sonreír.
—Aprendes rápido.
—Gracias, claro… soy muy inteligente.
—Ahora vuelve a hacerlo pero desde otro ángulo.
Se hace a un lado, cruza los brazos y me reta haciendo que mis ganas
por ganar salgan.
—Voy a demostrarte lo buena que puedo ser.
Apunto mi vista como fiera hacia el árbol y disparo hacia otro lado.
Christopher me mira sin reír, solo levanta una ceja, pero lejos de desanimarme
vuelvo a intentarlo haciéndolo mejor. Mi obsesión empieza a salir en este
momento. Perfilo mis acciones y doy tres, cinco, diez disparos perfectos. Salto
cuando lo veo y vuelvo a pavonearme ante su mirada.
—¿Cómo te quedó el ojo, perdedor? —Digo saltando. Él ríe, yo sigo
presumiendo mi acción y me pavoneo. Estoy raramente feliz, no sé si es porque
he tenido otro logro.. o porque está aquí.
Entonces me hielo al pensarlo, ¿lo dije? ¿Realmente lo pensé? Vuelvo a
mi seriedad y se acerca para darme su mano.
—Muy bien, señora Miller…
—Evans —le corrijo y no dice nada.
El tiempo va pasando y yo sigo practicando. Pronto convertimos este
lugar en un mar de balas. Los pájaros se van y el sonido intenso del rebote ya
no me altera, aunque haya sido complicado al principio. La vegetación hace
que sea un camino escondido, me siento bien arruinando todo por primera vez
en mi vida, hasta he tirado hojas con las balas.
Um….
Ya que estás aquí… voy a preguntar. Hace un tiempo creo que me excedí
con este amante que te digo, tuve un poco de dolor y ya no debería, digo… no
soy ninguna virgen.
Bueno, suele pasar cuando no has tenido práctica o porque fue un poco
intenso.
¿Pero no afecta, cierto?
No mientras te sientas bien. El cuerpo es un músculo, Dulce. Se
acostumbra.
Um… — Frunzo el ceño— Bien.
Bueno, si no tienes más dudas me voy. Te espero en mi consultorio
cuando puedas para tus revisiones anuales.
No te pierdas, Erika — Nos despedimos. Ella es la hermana de una
compañera de la maestría y le tengo confianza… La suficiente para contarle
este tipos de cosas, pero sin revelar el nombre Christopher delante de ella.
Tú eres la ocupada — Sonríe— Aquí te apuntaré las anticonceptivas que
debes tomar para que genere tu balance hormonal. SI no las tomas te seguirá
doliendo todo. Sé prudente, todas a la hora y no se las enseñes a los
hombres… es peor.
Bien. —Contesto pensando en las anticonceptivas. Jamás las usé
demasiado hasta que me enteré que era estéril y todo fue más relajante porque
al menos no tenía que preocuparme por ello.
Las horas siguen pasando sin sentido y no puedo concentrarme. Un nudo
en la garganta empieza a formarse en mi interior, miro mi móvil y no veo ningún
mensaje ni llamada. ¡El idiota se ha enojado! Y no entiendo por qué.
Que se joda — Murmuro hacia mí y sigo leyendo documentos, manuales
de imagen corporativa y los reportes que me dio la estupidita. Nada me quita
de la cabeza que ella tuvo que ver en algo… ¡Algo quiere hacerme! Pero debo
ser muy precavida para evitarlo— Menú corporativo… grasas.— Aprieto mi
mandíbula de golpe. ¡Le dije a la zorra con lentes que necesitaba menús bajos
en grasa! Se supone que ella debía darle seguimiento a lo que Gabriela estaba
preparando…
La gente es inútil — Pienso.
Me levanto cansada pero con ganas de ponerla en su sitio, francamente
me tiene harta. Camino hacia la cocina y todos los empleados se quedan en
silencio al verme entrar, pero no la veo.
¿Vieron a Rita? — Pregunto.
Dijo que estaría en el salón 2 — Contesta uno de ellos.
Gracias — Contesto seca, no tengo humor.
Voy a regañarla, y quizá le diga que es una buena para nada.
¿Es estúpida o qué?
El tiempo es oro y no puede perderse. Le repetí 350 veces que debería
ser menús bajos en grasa, sobre todo porque Gabriela quiere hacer lo que se
le da la gana con mis comidas. Me hierve la sangre que no me hagan caso, y
no volveré a hacer excepciones.
Ri… — Me callo al ver la puerta del salón entre cerrada, ¿Qué
demonios…?
Christopher… — Toma sus manos entre las suyas— Eres un gran apoyo.
Christopher se tensa, pero no dice nada.
Tú me escuchas y me das buenos consejos. Yo… quería decirte otra
cosa.
Rita…
Sh… no hables. Lo haré — Cierra los ojos— Me gustas y siempre me
has gustado. Yo sé que es un poco precipitado pero quisiera saber si tengo
alguna oportunidad contigo.
Mi boca cae abriéndose de inmediato. Una extraña sensación de tristeza
y celos invade mi cuerpo, ¿Quién. Mierda. Se. Ha. Creído? Contengo mi aliento
y aprieto mi estómago con fuerza, eso era lo que quería… robarme al marido.
Cuidate de las aguas mansas…. —Jadeo furiosa, pero me controlo. Miro
hacia un lado y luego al otro. Puedo hacerlo.
Pero al ver que toca sus brazos, se acerca a su pecho y lo huele como yo
lo hago todo mi mundo se incendia y arde en el infierno. Mi corazón se acelera,
la loba que vive en mí sale de golpe y puedo mirar a Rita con ganas de
asesinarla.
Zorra, mil veces zorra.
Vuelvo a contenerme con inteligencia, pero no puedo.
Respiro.
Como en yoga… respiro.
¡A la mierda el yoga y su puta coherencia!
Doy un portazo fuerte para que noten mi presencia y ambos se
sorprendes.
Voy a matarla ¿Y a él? Haré algo mucho peor, lo juro. Mucho peor.
28. No sueltes mi mano
Dulce
“Si estás esperando a sentirte listo, Vas a seguir esperando por el resto
de tu vida”
El dia pasa increíblemente lento. He contado los minutos para que sean
más tarde y mientras más lo deseaba más demoraba. Necesito descansar,
tirarme en mi cama y dormir un rato pero el trabajo me lo impide. Monitoreo con
insistencia a todos mis empleados, sobre todo ahora que Rita ha desaparecido.
—Es lo último, señora. —Espeta Gabriela con rabia.
—Puedes retirarte.
Con paciencia evalúo la propuesta vegana, y estoy satisfecha. Gabriela
ha sido mi tormento. Es una mujer vieja, terca y rebelde pero he logrado
domarla. Con esto pongo fin al asunto.
Mientras camino por el hotel intento mantener mi concentración en la
copa de vino que voy a tomarme. Estoy agotada pero necesito un poco de esto
para tranquilizar los nervios que aún azotan mi corazón, así que me siento en
la terraza mientras uno de los mozos me ofrece una colección antigua que he
querido probar desde hace días.
Mis empleados me conocen y contesto con una media sonrisa.
El vino es alimento para mi cuerpo. Bebo con sed y a lo lejos diviso de
nuevo a mi ex marido. Mierda… tiene que aparecerse justo ahora. La vida se
empeña en juntarnos y no lo entiendo. Mantengo firme mi posición quizá por el
orgullo. Él nota mi presencia y vuelve a hacerse invisible. Ambos ahora somos
un perfectos desconocidos.
Con tensión bebo de golpe todo lo que quedaba en mi copa. Las luces
semi apagadas no ayudan, porque crean en mi un ambiente depresivo.
—Más vino. —Ordeno. El mozo me sonríe y sirve otra copa. Jamás me
he embriagado con vino, pero en este momento deseo terriblemente hacerlo
para olvidar… solo quiero olvidar.
Minutos pasan, minutos se van. Miro mi celular y marca ya las 8pm, muy
temprano para tomar descontroladamente pero necesito hacerlo.
Viene dos, cuatro copas…
Lo miro de reojo y no me mira. Tiene los ojos centrados en su tablet.
Apostaría a que está leyendo…. ¡Leyendo! Y yo sintiéndome morir por su
rechazo.
No debo pensar en él, no debo. Pero parece que mi mente está en mi
contra. Extraño su olor… —Digo en mi mente mientras tomo la otra copa— Sus
manos explorando mi piel, sus ojos centrados en los míos… y no lo tengo.
Le pedí tiempo para asimilar todo lo sucedido. He querido perdonarlo
desde hace mucho y no me atrevo. No sé si es orgullo o miedo, pero no puedo
soportar su falta de cariño.
Odio pelear…
Odio que no me quiera…
Odio su desinterés hacia mi…
Lo he odiado desde que lo conocí. Han sido pocas las veces en que las
ha hecho. Estuve tan segura de su pasión por mi que jamás lo he sentido
perdido… y ahora me aterra su indiferencia.
Hoy me ha atacado, se ha enojado, ha defendido a una tipa que ni si
quiera le importa solo para molestarme. Pero también estuvo ahí contra su
orgullo para cuidarme —Cierro mis ojos soltando una lágrima— me defendió
de ese tipo y de sus matones.
Él es todo lo que llamo bueno y malo. Es mi desastre hecho belleza. Es
mi boca y mi aliento. La respiración que necesito todos los días para vivir.
Lo quiero, maldita sea. Lo quiero.
—¿Algo más, señor? —Escucho a otro mozo preguntar.
—No, gracias. —Dice tranquilo— Ya me voy.
Se va… y pasarán más horas así, llenas de muerte.
Mis ojos se inundan apenas siento que se levanta. No me mira y tampoco
me persigue. Agacho mi cabeza para ignorarlo, entonces pasa dolorosamente
por mi costado sin si quiera mirarme. Una lágrima cae por mi rostro, ¿Qué
demonios estoy haciendo? Demasiado tarde, Dulce… has vuelto al hoyo. —
Respondo a mi misma.
Te amo, cielo… y todo lo que hago es por ti, solo por ti. Prometo no volver
a hacerte llorar nunca y a no mentirte jamás….
Le sonrío.
No puedo olvidar lo de Lapolla… — Ríe como estúpido de nuevo y vuelvo
a burlarme de todo con él.
Con seguridad me carga entre sus brazos y cierro mis piernas en su
cintura mientras lo tomo del cuello. Gira y yo con él haciendo mi cabeza hacia
atrás, dejando los miedos de lado. Somos esos niños que intentaron ser
grandes queriéndose… me siento en el pasado, como en la playa, él dándome
vueltas hasta marearme. Solíamos hacerlo siempre y yo siento que mi corazón
explota de amor cuando lo veo.
Lo quiero malditamente. Lo necesito con agonía.
Caemos en la cama y él pone sus codos para no lastimarme. Enseguida
exploro su rostro con mis manos y con la yema de mis dedos acaricio sus ojos…
A él le gusta, lo cierra y vienen a mí risitas en medio de nuestra cama de plaza
y media. Él ya no es el muchachito caliente de antes, ahora es el hombre sexy
que me ha desbordado por completo.
Te he extrañado mucho… — Confieso sin miedo.
Yo a ti, mi vida… — Sonríe y vuelve a besarme ansioso. Ahora cae
encima mio y estamos haciendolo en el lugar más peligroso del mundo: una
cama.
Entre risas controlo sus manos sueltas en mi cintura y las pongo en su
sitio. Esto es una agonia pero debo hacerlo. Inspiro intentando contenerme
pero parece que el destino quiere que exploremos estas sábanas con nuestros
cuerpos. La intensidad viene de forma agresiva y pronto siento que mis
pezones me traicionan erizándose con solo un tocamiento en mi pierna.
Debo parar. O muero.
—Basta. —Me giro y él me sube en su encima.
—Vamos, bonita… tómame. —Me seduce con sus palabras. Es el
demonio.
—No, basta. —Digo un poco enojada, entonces hace que mis nalgas
salten en su encima.—Christopher…
Me levanto seria y sonríe rindiéndose.
—Está bien. Me retiro del juego… por hoy —Sonrie levantando las
manos— Me rindo ante mi reina. La dueña de mi vida y mi corazón.
Lo miro en shock
—Ajjj…
Ríe, me toma del brazo y me jala hacia él
—Te encanta. No lo niegues —Susurra en mi oído. — Es tarde. Tenemos
que dormir antes que quiera hacerte el amor de nuevo.
Le doy toda la razón y camino hacia el baño muy segura. Al cerrar la
puerta exhalo profundamente y doy un pequeñísimo grito de emoción.
Que tonta… —Dice mi razón.
Es amor —Digo yo.
Y pronto me cambio me doy un baño sencillo para luego usar su bata.
Salgo de inmediato buscando algo para dormir y lo veo por fin en pijama… pero
sin polo. Intento concentrar mis ojos en su ropa y, cuando menos lo pienso,
encuentro más de mi lencería en su armario.
¿Es enserio?
Él ríe al ver que lo he descubierto y lo ignoro mientras encuentro un polo
largo que parece cómodo. Entro en el baño de nuevo y me lo pongo. Con mis
ojos exploro sus cosas.. y veo que tiene más cepillos dentales en cajas, por lo
que tomo uno y lavo mis dientes de inmediato.
Pasan algunos minutos y la luz se apagada se hace presente. Miro su
rostro iluminado por la luna que da a nuestra ventana y sin pensarlo corro con
destello hasta la cama. Levanto la sábana y me acurruco en sus brazos cálidos.
—Tramposo. —Digo— duermes sin polo.
—Siempre lo he hecho, Dulce. —No me suelta.
—Bien. Buenas noches. —Digo pero no puedo separarme de su pecho.
—Siéntelo… —Lo miro—… Como late mi corazón cuando estás aquí, a
mi lado. —Su voz es un canto. Lleva mi mano hacia su piel y efectivamente
puedo sentir sus latidos.
Son rápidos cuando estoy con él y me maravillo.
—Hoy no tendremos pesadillas, solo sueños. —Solo Sonrio.
—El sueño que quiero ya está a mi lado, mi amor. Porque tú eres mi
sueño….
Lo dice y siento que quiero llorar porque he pensado absolutamente lo
mismo, pero no quiero decirlo.
Sin quejarme sigo su balanceo y pongo mi rostro en su pecho
descubierto, escuchando la suave música de su corazón… que es también el
mío.
La luz de la ventana hace que odiosamente abra mis ojos. Renegando
intento salir de la cama pero me siento presionada por unos brazos fuertes que
acunan mi cuerpo.
No, no ha sido solo un sueño.
Miro el reloj y marca las 7:00 am. Me acostumbré tanto a la hora que
aunque haya dormido tarde estoy programada para despertarme a esta hora,
pero hoy haré una maravillosa excepción.
Con suavidad me despego de su toque y de puntillas voy hacia su
ventana para cerrar la cortina gruesa de golpe y quedarnos de nuevo sin luz.
Torpemente me tropiezo, pero no es nada. Gateo en la cama y de un tirón me
jala de nuevo.
—Buenos días, bonita… —Su voz es ronca y excitante. Control, Dulce.
Control.
—Hola, Romeo. —Digo.
—Osaste en alejarte de mis brazos…
—Es que odio la luz blanca de la mañana —Me quejo justificándome—
pero ya estoy aquí. Se supone que debía ir a una reunión con los empleados,
pero me llega altamente a la punta de mi zapato.
—Te daré un castigo… —Ríe y besa mis labios— Quiero una cita contigo.
No digo más porque asumo que es una broma. Me vuelvo a acurrucar en
sus brazos y milagrosamente no tengo calor sino frío.
—No tuve calor…
—He ahí el secreto. —Murmura— Prender el aire acondicionado a full
para que mi chica me abrace por horas. Así solo te abrigas de mi calorcito.
Río.
—Idiota…
—Hermosa…
—Estúpido…
—Mi bonita… —Contesta y nos besamos de nuevo. Besaría sus labios
hasta secarme los míos toda la vida pero el sueño me gana. Estar con él es
una medicina… medicina para mi alma.
Me pierdo en sus brazos mientras acaricia con sus dedos mi cabello.
Suspiro intentando contener mi emoción y solo sonrio quedándome dormida de
nuevo.
Esa sensación… quedarte en tu cama sin presión, abrigadita en sus
brazos con frío… y con el amor de tu vida enrollándote en sus labios.
No sé exactamente cuánto tiempo pasó, solo sé que me despierta con
besos en mi frente. Abro un ojo perezosa y luego bostezo al verlo cambiado.
—Chris…
—Cielo, cámbiate por favor. Debemos estar abajo en unos minutos. —
Suena serio.
—¿Qué hora es?
—11 AM.
Abro mis ojos de golpe
¿Qué? Pero si pensé que habían pasado Unos minutos
—Cámbiate , amor. —Por más que esté serio es cariñoso.
—¿Qué Pasó? —Me alarmo.
—Tenemos una reunión con unos amigos abajo. Por favor, no preguntes.
Solo cámbiate.
Mi garganta se afloja y me visto de manera inmediata para ir a mi
recámara y alistarme. Sería peligroso si me ven con la misma ropa, por lo que
debo ser discreta.
Entre la rapidez y la angustia bajó sin su quiera mirar la comida. En el
salón privado del jardín puedo ver a dos hombres que conozco, Niovis y un tipo
alto más junto a Christopher destinando. Mi mente no piensa, solo me siento
junto a él y tomo su mano por debajo de la mesa.
—Buenos días.
Digo y todos me responden. Sus caras serias me asustan y pronto
empiezan a hablar de cosas que no entiendo:
El plan
Las estrategias
Dinero
Cuando sus conversaciones se tornan sangrientas aprieto la mano de mi
marido, él voltea y me sonríe mirando de reojo a todos lados. Deseo tanto
besarlo… pero debo aguantar. Y se que él también quiere hacerlo.
—Por lo pronto deberíamos despistar al chino. —Dice uno de ellos.
—Si nuestras sospechas son ciertas debemos proteger a Dulce. —Abro
mis ojos.
—De qué. —Contengo el aliento.
—Cielo… esos tipos están en constante asecho. Debemos cuidarte.
Tiene ganas de tocarme y se controla.
—Chris, debemos ver el otro asunto. —Ella lo mira en complicidad y mi
garganta resuena.
—Si, correcto.
No quiero preguntar. Tengo un nudo en el estómago que no me deja
respirar. Enseguida hablan de planes para ir fuera. Rusia, Londres, Las Vegas.
¿De qué carajos habla? Me mareo.
—Señora Miller… —Dice Juan, uno de los hombres de Chris. Lo sé
porque tiene una placa que dice su nombre. Y está con… uniforme de Hilton
Company. Mierda, es un espía— ¿Qué sabe de una entrega de drogas a
Estados Unidos?
Mi boca se abre.
—Nada. Lo único que sé es que tiene tratos con gente muy mala. Hay
dinero de por medio. Ha matado hombres. Y… —Me quedo en silencio— Si…
hay una entrega en estos días.
—¿Dónde? —Espeta Chris.
—Brando habló de China. Quizá es una mentira su bronca con él tal… —
Llevo mis manos a mi boca— Entonces… quiere matarme.
—No lo creo, Señora. —Agrega Nio— Está perdidamente obsesionado
con usted. —Sonrie— Lo que debe haber pasado es que esto se le haya salido
de las manos. Investigaré jefito.
Sonríe de una manera incisiva y Chris se ríe mientras me mira mirarla con
furia. Toma mi pierna por Debajo de mi falda y palmea en mi piel con una
sonrisa, como si me dijera que me calme.
Los minutos pasan y pronto acompañamos a la chica metiche hasta su
taxi. Juan ha vuelto a sus labores, y el otro hombre desapareció antes que me
de cuenta. Necesito hablar con Chris, preguntar qué está sucediendo antes de
colapsar. Confío plenamente en él pero necesito estar enterada de alguna u
otra forma para saber a qué atenerme.
—Los veo muy juntitos… —Dice ella— Cuidado qué hay cámaras.
Suspiro.
—Eso debe importarle. —Le guiño el ojo.
—Soy la secretaria y amiga personal de Christopher.
—Amiga personal… —Repito levantando una ceja.
—Si. —Sonrie para fastidiarme. Quiero creer en Chris y pienso que es
una de esas amigas chinchosas que se meten en todo.
—¿Su marido? ¿No vendrá a verla? —Digo aguantando la risa.
—No. —Contesta sería— Le dijiste. —Dice hacia Chris— Pensé que
querías que la molestáramos un rato, traidor.
Chris sonríe
Nos reconciliamos. — Dice con el impulso de abrazarme pero se contiene
mientras observa de reojo a todos lados de nuevo.
Oh… — Su mirada es sorpresiva— Bueno, felicidades. Me consta que
mi jefito está babeando por usted — Ríe.
Qué bueno que lo tengas presente — Sonrío y marco mi territorio. La
chica acomoda sus lentes y ríe sutilmente.
Qué sorpresa… — Dice Christopher al ver a un tipo alto y moreno
acercarse.
Uh… — Mi boca se abre, es mi momento de gloria— ¿Señor.. Lapolla?
— Pregunto a punto se explotar de risa, Christopher aprieta mi mano con
fuerza.
Sonrío.
Bien, ahí estaré.
Dejo el celular y corro hacia mi habitación para alistarme. Me baño,
perfumo y pongo crema de vainilla con fresas por todo mi cuerpo. Abro mi
armario y veo un sinfín de ropa atrevida ahí, pero sé que con él no funcionan
tanto estas cosas… sino más el secreto.
Un vestido semi abierto.
Es azul, tiene una abertura en el pecho y es apretado. No muestro mi
trasero como siempre, pero sí dejo a la imaginación por la forma de mis curvas.
Un collar de oro va enrollado en mi cuello y estoy más que lista para ir en busca
de mi chiquito.
Pediré un taxi… — Sueno tensa y sin querer me fijo en la fecha.
¡Joder!
Llevo mi mano a la cabeza. Faltan algunos días para su cumpleaños.
¿Qué debería obsequiarle? No compré nada. Y tampoco lo haría si
estuvieramos peleados, pero ahora es diferente. Tenemos una promesa de
nuevo, un sueño en rumbo, las siete estrellas en el cielo guiándonos. Estoy tan
emocionada… como jamás he estado. Ya no recordaba lo que era sentirse de
esa manera, compartir tus horas con el hombre que amas y disfrutar una vida
juntos.
Una vida juntos.
El taxi va pasando por las calles de manera rápida. Tuve que pedir uno
de agencia para evitar que vuelvan a querer secuestrarme, aunque aún el
miedo navega por mis venas. Cuando llegamos veo un maravilloso pórtico de
madera. Este lugar es precioso, fino y elegante. Sonrío mientras entro y lo
encuentro con una media sonrisa a lo lejos. Me dispongo a ir hacia la mesa,
pero él me lleva hacia un callejón para otro lado.
Un lugar privado.
Sonrío como tonta mientras veo que estamos solos y, cuando el personal
se va, me arrincona hacia la pared para plantarme un beso. Um… huele tan
bien. Suelto una risita y muevo mis labios con rudeza para soportar sus
provocaciones intensas. Reímos mientras nos fastidiamos con nuestras
lenguas. Es muy divertido, siempre lo fue. No puedo ni imaginar todos los
recuerdos que tenemos en la playa, en nuestra vida y en la cama. Acaricio su
rostro y pego mi nariz junto a la suya.
Tengo hambre. — Mascullo.
Y empezamos a conversar mientras traen la comida. Como imaginé es
exquisita pero no puedo pesar en más cosa que sus brazos tomándome. Él me
cuenta de sus proyectos y lo escucho con atención, me pregunta sobre Brando
y contesto puntualmente. No me gusta hablar de él ahora porque siento que
mancha lo bonito que tenemos.
¿Y ahora? — Digo terminando.
Ahora… iremos por ahí.
¿Por ahí? — Me tenso con sorpresa.
Correremos un rato.
¿Correr? Estoy en tacones.
Entonces me enseña una bolsa de zapatos. Río, ¿Enserio cree que me
pondré zapatillas o tenis con un vestido? No.
Y termino haciéndolo.
Me siento tan mal vestida que me aterro de pensar que alguien pueda
verme. Salimos por la puerta trasera y me sumerjo en un auto que conozco. Él
maneja, yo solo suspiro por la ventana. Es increíble que esas estrellas siempre
estén en el cielo… ¿Será por algo? No importa, solo lo disfruto.
Pasan algunos minutos y llegamos a un mirador donde puede observarse
toda la ciudad y sus luces. Jadeo sonriendo y él me abraza por detrás mientras
pega su cabeza en mi hombro.
¿Te gusta?
Me encanta. — Aprieto mi estómago— Lo bueno es que no hay nadie,
ya que estoy mal vestida.
Por favor, cielo… tú eres bella hasta con una bata de loca. — Sonríe—
Eres muy bonita.
Solo quiero ser tu bonita, amor…
Y yo tu Romeo. — Enreda sus brazos en mi cintura y pienso en que podría
mirarlo toda la vida sin cansarme.
Qué asco.
Estoy jodida.
Mi vida siempre fue un golpe de extremos. Mamá solia decirme que debía
tener cuidado, y es la única forma en la que he sobrevivido. Darlo todo o nada.
Una sombra pasa por mi rostro, él me acaricia y pregunta preocupado:
¿Qué sucede?
Nada — Contesto.
Dulce…
Solo… — Respiro dándome valor— Siento que todo esto ha venido de
golpe. Tengo… miedo.
No debes tener miedo, ¿Por qué? Nos amamos.
Christopher, hay mucha mierda detrás de nosotros.
La superaremos juntos. Hundiremos a Brando y nos iremos a vivir a
Londres, ¿Qué te parece?
Londres… — Sonrío— ¿Cuándo será eso?
Pronto, cielo. Pronto.
Me abraza y siento que podría morir mil años en sus brazos y quedarme
así apretadita a él sin vida. Porque él es mi vida. Pasan segundos en silencio y
cierro mis ojos para disfrutar de este momento. Oh, cielos… como lo he
extrañado. Esta reconciliación me está pasando la factura con emociones que
no puedo controlar. Tengo reacciones que ni yo misma entiendo, solo sigo mis
impulsos.
—Hoy no dormirnos en el hotel… —Susurra en mi oído y saca su lengua
para rozar mi piel— Hoy vamos a mi departamento.
—¿Si? —Contesto con la voz ronca.
—Si… Es más, no dormiremos. —Ríe en mi oído.
—Si me convences puedo darte un premio —Muerdo mi labio.
—¿Cuál? —Suspira y pronto se acerca con sus dientes para morder el
labio que estoy presionando.
Me derrito.
—Quizá… una noche loca. —Hablo como puedo y volvemos a besarnos.
Me siento mal. No puedo con mis ganas de tenerlo dentro de mi. Han
pasado días sin eso.
Disfruto del beso como nunca pero raramente se separa de mi de golpe.
Jadeo. Su cuerpo se tensa y lo veo estar alerta.
—Christopher… —Digo.
No responde
—¡Chri…!
Me jala con fuerza hacia el auto y apenas cierro la puerta ya estamos
corriendo hacia la carretera. Maldice una y mil veces, golpea el volante y me
siento aterrada. Todo cambió de repente… estoy temblando.
¿Qué sucede, Christopher? — Pregunto cansada.
Nos están siguiendo. Nos encontraron. Nos vamos de México ahora.
30. Cuidado con tus palabras
Chris
Cuando la veo temblar siento que muero. Han pasado horas desde que
salimos de la ciudad y aún no tengo certeza si el extorsionador se ha ido. Lo
importante es que la tengo a mi lado. Ella siempre será mi fuerza para salir
adelante y mantenerme firme ante mis ideales.
—A donde vamos, ¿Vas a decírmelo? —Su tono es áspero, quizá lo usa
como mecanismo de defensa para protegerse, o quizá está mecanizada. Han
sido 5 años… y, a pesar de haber estado con ella desde lejos, siento que no la
conozco del todo.
Ella puede ser la más sublime poesía, pero a la vez el mismo infierno
hecho persona.
Hace un par de horas estábamos besándonos y ahora solo me ignora
hablándome de esa manera. No me gusta. No de ella. Pero debo entenderla,
lo estoy intentando… la he dejado sola mucho tiempo y se me parte el corazón
hacerlo.
—Te estoy hablando, Christopher —Su ansiedad crece cuando doy
vuelta al auto sin decir nada, entonces grita aterrada.
—Estás a salvo, calma. —Espeto y sigo manejando como un rayo.
Ninguno de los dos habla. Ella solo mira por la ventana la noche y sigue
moviendo sus piernas. Necesito hablarle… necesito que confíe en mi si no no
podremos avanzar con el plan que tengo para destruir a Hilton.
—Dulce… —Susurro y no me hace caso. En un abrir y cerrar de ojos
empieza la lluvia, por lo que es más difícil manejar en carretera— Mierda… —
Solo digo y unos kilómetros más allá entro por un desvío para adentrarme en
un lugar que conozco a la perfección. Es limpio, seguro y pasa fácilmente
desapercibido.
—¿Qué haces? —Pregunta a la defensiva. Estaciono el auto entre unos
árboles y la tomo en mis brazos intentando hacerla caminar rápido.
Al entrar en el Motel pido una habitación para pasar la noche, o al menos
hasta que acabe la lluvia. El cuarto es amplio, tiene una cama matrimonial y
unas velas que alumbran el espacio. No hay luz, solo se alimenta de lámparas
con velas por todos lados, por lo que lo hace más desapercibido.
—Podría criticar cada uno de los errores en el manejo de este hotel, pero
supongo que no tenemos alternativa.
—No es un hotel, es un motel. Y si, no la tenemos.
La ropa me ajusta y decido abrirme la camisa para luego tirar mi arma en
la mesa de noche. El sonido de la naturaleza está presente y solo la veo
husmear por la ventana de lejos. Sonrio. Es fan hermosa así… reflejada por la
luz de la luna y las velas que suelo admirarla en silencio. Si le digo posiblemente
me tire un golpe en el rostro porque sé que está enojada.
—¿Y si la cama tiene bichos? —Dice
—Los matamos —Sonrio— Se que todo esto es confuso, pero… confía
en mi. —Susurro apresurándome a su oreja.
—Quiero saber la verdad. Qué está pasando con esos tipos, por qué nos
siguen…
—Saben lo nuestro y están amenazándome. Solo nos protegemos hasta
mañana, día en el cual les dejaré claro que ellos pierden más.
—¿Por qué?
—Porque si le dicen a Brando, yo destruyo todo lo que han formado. No
tienen pruebas, Bonita. Solo quieren manipularte.
—Entonces…
Parpadeo
—Solo has lo que te diga.
—¿Por qué no te ayudan lo del gobierno?
—No debes ser fiel a nadie más que a ti mismo. —Con sutiliza le explico
lo sucedido, tensa sus labios mirándome como si no supiera quien soy,
entonces me acerco a ella y sostengo su rostro con mis manos. — Confia en
mi.
Me acerco a su boca y doy un casto beso sobre la comisura de sus labios.
Poco a poco voy sintiendo como se relaja, baja los hombros y se entrega a mí
por completo. Somos dos plumas envueltas en el aire. Mis manos ahora están
en su cintura sosteniéndola fuerte y mi rostro enterrado en el suyo comiéndola
como puedo.
Es uno de mis momentos favoritos: besarla.
Con sumo cuidado la giro y voy guiándola hacia la cama. Ella no imagina
todo lo que quiero hacerle… Lo que he querido hacerle desde que me confesó
que también me quiere. Ese fue el mejor día de mi vida después de haberla
dejado. Ella me dio una oportunidad y no voy a defraudarla.
—Chris…. —Se despega de mis labios— Para. —Con los labios
hinchados levanta su mirada hacia mi y puedo ver que me desea tanto como
yo a ella. —Pueden venir… pueden…
—No vendrán, los perdí. —Digo mientras desato el sutil moño que lleva
en el cabello—Por eso di el giro —Le Sonrio y pongo su pelo detrás de sus
orejas.
—Yo…
—Se que es muy arriesgado, pero… ¿Cuándo no nos hemos arriesgado?
No soporto más sin ti. Eres mi vida, Dulce… —Pongo mis labios en su rostro—
Mi mundo… —Beso su nariz— Mis sueños… —Acuno sus cachetes con mis
labios y la beso.— Quiero hacerte el amor.
Incendio sus ojos cuando menciono esa palabra. Ella levanta una ceja
retándome, le devuelvo la sonrisa y la abrazo fuertemente para luego besar su
oreja.
Con suavidad doy pequeños toques con mis labios en su mandíbula, para
luego bajar hacia su cuello. Ella jadea suave y se suelta su cabeza hacia atrás
permitiéndome el acceso total a su piel. La beso… la beso delicadamente,
entonces me incorporo e invado su boca sosteniéndola con mis manos.
Sabe a deseo.
Inundo su boca con tranquilidad, como si estuviera esculpiéndola con mi
aliento, y cuando por fin me lo permite meto mi lengua para danzar con la suya.
La temperatura sube y siento sus músculos reprimidos hacia mi de nuevo. Oh
Dios… esto es la gloria.
Con mis dedos tomo la tira de su vestido y la desato haciendo que el
pedazo de tela que lleva encima se resbale por su cuerpo. Su piel es cálida,
suave, perfecta para mi… y poco a poco voy subiendo mis manos hacia el
broche de su sujetador.
—Eres un maldito provocador —Susurra sonriendo— Quiero tocarte. —
Dice empujándome.
Muerde su labio y puedo sentir cómo desabrocha los botones en mi
camisa en un segundo. Con manos hábiles me la quita para luego incendiarme
con su toque. Extiende sus pequeñas manos en mis pectorales y con una
sonrisa malvada besa mi cuello.
Mierda… No podré controlarme.
Sus labios son mi medicina. Los baja con cuidado dando pequeños
toques y luego los sube haciendo que los capture en mi boca. Con sus uñas
acaricia mi espalda y luego toca toda mi zona superior.
—Um… —Se separa de mi boca— Me gustan estos… —Toca mis
brazos— Y estos… —Llega a mis pectorales— Me pregunto si… hay algo
interesante que ver por aquí… —Ríe traviesa esculcando hacia abajo. Desata
mi cinturón, abre mi cierre y empuja mi pantalón hasta que cae en mis pies.
Ahora ambos estamos solo en ropa interior y no puedo esperar para verla
desnuda.
—Te amo. —Le Digo con todo el corazón. La miro embobado y ella vuelve
a besarme pero ahora de manera apresurada. Por un momento me dejo llevar,
pero luego le advierto:
—Mírame —Ordeno. Abre los ojos y toma sus manos tensas para
ponerlas en mi rostro. Voy aumentando el ritmo y ella mordiéndose el labio
inferior que luego libero con mis dientes.
Adentro, afuera, adentro, afuera. Me sigo moviendo y sigo succionando
su labio carnoso. Ella abre la boca y deja salir sus emociones que luego se ven
opacadas por mi boca y lengua.
—Mmm…. —Suelta un gemido en mi. Sigo besándola, sigo
apoderándome de su cuerpo, de su alma.
Ella es mía. Eterna, poderosa, mi hermosa esposa. La mujer que amo.
El silencio ayuda a sentir mi corazón hecho tambores, su corazón hecho
pesadilla. Es ese sonido de nuevo… el sonido del sexo. Mis caderas chocando
contra su cuerpo, la velocidad que aumenta, nuestras respiraciones hecha
mierda.
Empujo más profundo porque sé que le gusta, pero a la vez la cuido
mirándola. Quiero ver como reaccione, si es suficiente o quiere más fuerte. La
última vez la dañé sin querer queriendo, estaba furioso por Brando y en el fondo
lo hice para que supiera quien era su marido.
No me sentí bien, aunque lo tomé a broma. Hoy será distinto. Haré lo que
ella quiera. Haré que ella lo disfrute más que yo.
Abre los ojos y me mira… es una completa Diosa. Me jala del cuello contra
sus labios de nuevo y abre la boca para capturar la mía como si fuera una
serpiente. Me gusta su veneno.
Con rapidez enrolla sus piernas en mi cintura incitándome a ser más rudo.
La miro con dulzura y me despego de sus labios.
—Hacer el amor… —Le digo de nuevo educándola, oliéndola, amándola.
Se aturde y ahora hundo mi cabeza en el hueco de su hombro, cerca a su oreja
y ahí le susurro mil cosas que hacen que la piel se le ponga de gallina.
Eres mi vida. —Digo suave acariciando su oído con mi lengua,
moviéndome un poco más rápido, haciendo que ella vaya al cielo.
Pero pronto empezamos a construir algo y le doy más duro. Beso sus
labios una vez más y la penetro hasta el fondo. Oh cielos… podría morir así
agradecido. Entonces lo decido y de un tirón le doy vuelta para ponerla encima
de mí. Ella me mira aún perdida.
—Hazlo, preciosa… Manda. —Sonrio y me mira con fuego. Apoya sus
piernas en la cama y se mueve con fuerza hacia adelante y atrás.
La vista es increíble. Verla moverse de esa manera con sus senos
saltando el aire para mi no tiene precio. Sigue mordiéndose el labio para
contenerse y yo la ayudo agarrando con mis manos sus caderas. Lo aprovecha
y poco a poco va más rápido. Adelante, atrás, adelante. Sus movimientos son
certeros y precisos, como ella quiere… como a ella le gusta. Y pronto siento la
tensión en mi cuerpo.
No joder, no. No quiero que acabe tan pronto, pero esto es tan placentero
que siento morir cuando aumenta aún más sus movimientos.
—Mierda, Dulce….
Digo su nombre y siento que muero. Salta con sus nalgas encima de mi
y la cama se mueve de toda la fuerza que estamos poniéndole. Me siento
perdido cuando ella misma se hunde y vuelve a salir con furia, hasta que siento
que no aguanto más. Me contraigo y veo acercarse nuestra liberación. Mierda,
mierda, mierda… no lo soporto, no puedo, voy a explotar
¡Ah! Perfección….
Ella cae encima de mi desplomada, cansada y a la vez libre. Su rostro
choca mi cuello y yo solo la abrazo con fuerza como puedo.
El latido de nuestros corazones es muy rápido, pero pronto va
normalizándose en el más completo silencio. Mi garganta se seca y cuando
puedo la acaricio suavemente en la espalda. Su Columna vertebral es perfecta,
su espalda limpia y suave. Ella es la mujer que quiero en mi vida siempre.
Ruedo los ojos y mi corazón palpita con solo verla. Ella es valiente, fuerte,
única… ¿Cómo no quererla? Debería sentirme un bastardo ahora mismo, pero
no lo hago. Hay cosas en la vida que deben quedarse bajo 7 llaves. Solo puedo
asegurar que ella estará bien, así sea lo último que haga en esta vida la
protegeré.
Ha sido una terrible pesadilla luchar contra sus preguntas, pero por fin he
logrado hacer que se duerma. Los abrazos cálidos que le dí, algunos besos en
el cuello y mis piernas entre las suyas siempre han funcionado en nosotros. La
conozco, la conozco demasiado y a la vez no lo hago. Me preocupa su interés
obsesivo en el caso Hilton. He querido alejarla de todo sin éxito, así que debo
buscar alguna forma para que deje de pensar en ello.
Dime Juan — Digo mirando hacia la ventana alejado de la cama— Sí,
¿Qué quiere? No voy a reunirme con ese hijo de puta — Murmuro lo más bajo
que puedo— ¿Quiere que le meta un balazo en la cabeza? ¡Mis pelotas! —
Exclamo susurrando— Decide tú, estoy con mi mujer ahora. Bien, ¿Estás
seguro? Bueno, entonces regresamos pero quiero que alistes el departamento
de Nueva York. No sé, intentaré que sea pronto. Bien, adiós. — Cuelgo.
Dejo el móvil sobre una mesita de centro y camino de lado a lado por toda
la habitación. Son las 5 am y no he podido dormir después de sus preguntas.
Me la estoy jugando, lo sé… pero no quiero perderla. No soportaría perderla de
nuevo. Mi corazón tiembla cada vez que lo pienso y mi razón solo debe ir a su
beneficio.
¿Por qué demonios tengo que pensar en los demás? Solo debo pensar
en ella y en mí.
Necesito terminar con mi trabajo para luego ser libre. Quiero hacerlo.
Deseo formar una familia con mi bonita, quizá adoptar un bebé… quizá tener
un perro… quizá intentarlo de nuevo. Me da pánico decirselo, y lo mejor será
esperar hasta que las cosas se hayan calmado un rato. Tengo mucho en
juego… muchisimo. Necesito desaparecerlo antes de que abra la puta boca.
El día va apareciendo. En el completo silencio y oscuridad por fin nace un
rayo de luz en el cielo. Hay tranquilidad, solo se escuchan los cánticos suaves
de los pájaros, y pronto un suspiro se hace notar entre mis pensamientos.
Es ella.
Volteo para mirarla y camino suavemente hacia la cama. Me siento
despacio y puedo observarla dormir… Es tan tierna cuando está ajena al
mundo. Luce tranquila y no está a la defensiva. Me gusta observarla así…
suave, sublime, pequeña. La acaricio con las yemas de mis dedos y no se da
cuenta. Quisiera besarla… pero podría despertarla.
Juro que te protegeré así muera… — Digo con mil nudos en el pecho.
Cierro mis ojos y vuelvo a abrirlos pensando en que debo terminar de
contarle todo, pero… ¿Si me rechaza? El miedo a que se vaya me paraliza, no
podría soportar vivir otro día sin ella. He sido un imbécil por haberme contenido
tanto tiempo y estoy enfermo… enfermo de rabia, de dolor, de sed de
venganza.
Muchas veces me pregunté si era ideal para ella. Largos meses hincando
mi corazón y martirizándome porque pensaba que no la merecía a mi lado. Me
sentí un maldito mal nacido intentando escapar de un mundo de sombras. La
dejé por eso… por el dolor de no poder soñar con un bebé, por seguridad, por
el gobierno… pero también por temor a su rechazo. Ella era un ser de luz casi
perfecta. Bella, ingenua, traviesa… No soportaba las mentiras ni medias tintas,
¿Y si yo le decía qué habria pensado? Quizá se hubiera asustado.
No quiero perderte… — Mascullo muy bajo y la beso suavemente en el
cabello.
Me levanto angustiado pero la luz del día que cae en su rostro vuelve a
iluminar mi noche. Sonrío, carraspeo mi garganta y luego tomo una fotografía
con mi celular. Necesito tenerla en mis días… en mis tardes… en mis noches.
Protejo la foto como me lo han enseñado y me aseguro de no dejar rastro. Ella
es realmente hermosa así… cubierta de blanco, perdida en las estrellas,
soñando.
Me dedico a mirarla una y otra vez. Cuento sus pecas, hasta intento
hacerlo con sus pestañas, entonces decido no perder el tiempo y me ajusto en
su cuerpo. La abrazo y ella automáticamente me corresponde sin abrir los ojos.
Ambos olemos a sexo, tenemos los pelos alborotados y es la sensación más
hermosa de esta maldita tierra.
Pasa una hora, eso creo. Y pronto me encuentro con sus ojos
adormecidos mirándome. Ella sonríe y pasa su suave mano por mi rostro, yo la
beso.
¿Cuánto dormí? — Dice con la voz ronca.
Lo suficiente — Sonrío— ¿Tienes hambre?
Sí… de ti — Suelta una risita.
¿Nos desayunamos entonces? — Suspiro abrazándola.
Era una broma, patancito. Chu chu — Dice zafándose— Voy a cambiarme
para luego irnos.
Vamos a regresar a México.
Lo suponía… — Dice sin interés— La verdad es que no me iría como
una cobarde sin resolver el asunto Hilton.
Dejemos eso, amor. Hoy no… — Le ruego.
Bien, pero no te vas a librar de mí. — Me sonríe y empieza a cambiarse
delante de mis ojos. La miro sonriendo… es preciosa. Tengo muchas ganas de
todo con ella, pero sé que ahora no es una buena opción. — ¿Disfrutando de
la vista? — Pregunta sonriendo.
Sí. — Sonrío.
Se mira y no se toca por hoy — Termina de subir su vestido, es tan segura
de sí misma y su cuerpo que empiezo a admirarla.
Por hoy… — Insisto y me levanto de la cama para ponerme los
pantalones.
En dos días es tu cumpleaños, ¿Qué quieres de regalo?
Um… — Lo pienso— Nada, cielo. — Río— Solo pasar todo el día contigo
lejos de todo y todos.
Bien — Suspira— ¿Nada más? ¿Seguro?
¿Por qué tan buena onda conmigo? No te preocupaste por mis
cumpleaños antes.
Antes me caías gordo. Te odié por 5 años, pero ahora… empiezas a
caerme mejor — Me sonríe— Así que aprovechame.
Río.
Solo quiero un día contigo y un pastel, nada más.
Sonríe.
Bien.
Cuando por fin estamos listos pago y nos dirigimos hacia el auto. Ella
sigue en tacones por lo que decido cargarla en mis brazos, así no demoramos.
Bájame ya, estás tocándome toda la pompa.
¿Y? La he tocado mil veces… Cállese, señora.
Señorita, aún soy joven y hermosa.
Es una mujer casada — Contesto.
Pero no enjaulada. Deberíamos hacer cosas de jóvenes, ¿Me llevarás a
una disco?
Puedo hacerlo, aunque no sea conveniente ahora.
Quiero ponerme ropa apretada y vestirme como zorra. He sido muy
señorita hasta ahora y aún soy muy joven. A veces extraño la sensación de
perderme entre la gente, embriagarme hasta morir y toquetear toda la noche a
cualquiera
Mi boca se seca, entonces ríe.
Perdón, a mi marido. — Dice corrigiéndose.
Nada de ropa apretada, solo yo puedo verte así.
Pero la ropa apretada me gusta y no estoy en una jaula ¿O si? — Me
reta, maldita sea.
Otros te verán como carnada — La dejo en el suelo.
A mí no me interesan los otros, patancito. Me interesa solo uno… —
Cuelga sus brazos en mi cuello— Y me vestiría así porque me gusta no para
provocar a nadie. ¿Vas a cortarme las alas?
Ruedo mis ojos
Bien, pero no enseñes mucho. — Murmuro y la beso suavemente. Sus
labios son energía para mi día. Ella juega conmigo con su lengua, la miro
ansioso y vuelve a hacerlo. Aprieto su cintura hacia mí con ganas de tomarla
de nuevo. Su olor me envenena… su cabello me acaricia… sus manos son mi
vida.
Sin querer abro mis ojos y me quedo perplejo. No sé cuánto tiempo ha
pasado, pero me detengo invadiéndome de una furia que no puedo evitar sentir.
Ella se queja, yo ni si quiera la miro. Cuando voltea se queda pasmada al igual
que yo… tampoco puede creerlo.
Así que era verdad… Me da gusto verlos. — Retumba su voz como
cuchillos violentos. Ninguno de los dos hace nada, hay tres hombres tras él que
lo protegen, y yo empiezo a sacar mi arma sin que se de cuenta.
Es todo o nada.
31. Cuidado
Dulce
—Voy a bañarme.
Me quedo quieto. Quiero follarla pero quizá ha sido mucho para ella. Me
pongo los boxers y camino en forma circular hasta que la veo salir con el cabello
mojado. Ella me sonríe y luego se acerca para darme un piquito.
¿Qué pasó, patancito? — Su cabello moja mi piel pero me encanta.
Nada. Ha sido maravilloso. — Le sonrío.
Qué bueno, mmm… tienes todavía tiempo para seguir pidiendo deseos.
— Ríe risueña.
¿Tú estás bien? Digo… ¿Cómoda?
Me gusta verte sufrir ante mi, solo eso. — Me besa en el cachete y se va
hacia la sala. La sigo de inmediato y pronto prende las luces de nuevo. Al
principio pensé que habían entrado a mi departamento, pero luego me dí cuenta
que era ella y sinceramente me ha encantado la sorpresa.
—Dulce…
¿Si? — Parpadea.
Gracias, cielo… ha sido maravilloso. Sé que no lo harás siempre y que te
ha costado, de verdad lo aprecio.
Ya deja de agradecer, sé que es dificil superarme pero… — Ríe y la jalo
hacia mi.
Ese encaje te quedaba tan bien…
Yo sé, es lindo. — Me besa— ¿Qué quieres hacer ahora?
Muchas cosas… — La miro perverso— ¿Tú?
Lo que tú digas, es tu cumpleaños. — Sonrío.
Oh, Dios… esto es la gloria.
¿Estamos solos cierto? ¿No tienes cámaras escondidas?
Solo en la parte del ascensor y la puerta. Este lugar está diseñado para
mi, Dulce. — Murmuro en su oreja. Puedo oler su pelo, huele a mujer
maravillosa.
Bien. Veamos una película.
Me lleva hacia la sala y se sienta a mi lado. Prendemos la televisión y
sigo viendo Criminal minds sin miedo. Ella hace caras cuando ve escenas
violentas, y yo me pregunto si tiene ganas de hacerlo conmigo. Dios… he
quedado satisfecho pero quiero estar dentro de ella. Desde aquí puedo ver sus
senos erectos por el agua fria traspasando la seda blanca de su bata de baño.
Mira la televisión entretenida, entonces la apago sin decirle una palabra.
¿Qué haces? — Pregunta tensa.
Quiero pasar el tiempo con mi mujer no viendo televisión.
Bueno, entonces conversemos.
Sonríe y me siento un estúpido arrastrado. La miro perfilando con mis ojos
su rostro. Tiene las pestañas largas, los ojos brillando. Su rostro limpio y
rosado. Sus labios dibujados.
¿Qué? — Pregunta como si no pudiera leerme.
Vas a decir que soy un idiota romántico, pero… qué bonita eres. —
Sonrío, tomo su mano y la beso— Mi corazón explota cuando te tengo aquí en
mi vida cotidiana. Te extraño.
Chistopher… — Ríe— Tanta miel me empalaga.
Lo siento. — Levanto una mano— pero al menos déjame admirar tu
hermosura. Desde que te ví en esa playa no he podido dejar de hacerlo.
Ay, patancito…. — Se queja y se levanta para luego sentarse en mis
piernas— Fue hermoso pero ya pasó.
¿Enserio crees que ha pasado? ¿No sigue latiendo algo aquí cuando
recuerdas nuestras estrellas? — Toco su corazón.
Sí, pero…
Pero nada. — La callo— Te amo.
Ella solo me sonríe y busca mi rostro para besarme. Sus labios son
cálidos, su aliento fresco. Muerde mi boca como toda una experta y me
succiona hasta dejarme sin habla. Adoro besarla.
Olvidé decirte algo. — Me separo— El tal “osito” resultó ser un malandrín
con poder, pero ya me encargué de él. Hoy mis hombres lo amenazaron, está
alejado de Kiara. Ah… y no está embarazada.
Su pecho se desinfla.
Esa niña me va a sacar canas verdes, gracias. — Acaricia mi mandíbula.
Kiara solo actúa de forma impulsiva.
¿Cómo están? — Pregunta con temor— Te encargué cuidarlos y veo que
lo has hecho muy bien.
Perfectos, amor. A veces llamo a tu padre y conversamos de todo.
Rueda sus ojos.
Ay si, su hijo favorito… — Sonríe— Si están bien eso me tranquiliza,
aunque no soporte a mi hermanita.
Kiara merece otro tipo de muchachos, me pongo celoso… — Susurro.
Idiota — No puede contener la risa— Es solo Kiara.
Pero es mi cuñada favorita, la única. Vamos a cuidarla.
Mi sonrisa se borra del rostro cuando veo su seriedad. Una sombra pasa
por sus ojos, quizá las ganas frustradas de ser mamá. Ella es fuerte. Aún me
sorprende su capacidad de salir ante los problemas. La admiro…. Palmeo su
mano y no digo nada para no quitarle su espacio, pero sé que sabe que lo
imagino. No debería hablarle de mi idea de adoptar ahora, no sería prudente,
pero ya estoy haciendo algunos trámites.
¿Qué hora es? — Pregunta levantándose— Debo llamar a Lili. — Toma
el teléfono y espera unos segundos, enseguida alguien le contesta. — Lili,
querida… bien, bien. ¿Brando te llamó?
Su nombre produce amargura en mi interior.
Oh… gracias, querida. Te debo una. Un beso. — Cuelga y mantengo mi
mirada dura hacia ella.
Soy un maldito psicópata obsesivo compulsivo contra ese hombre.
Ya no soporto tenerlo cerca, por eso lo evito. Si sigo en ese maldito hotel
es por cuidarla.
No empieces… — Dice como si fuera una bruja.
Esto me desborda.
Tienes que aprender a asimilarlo. Falta poco, es lo que dices. Oh…
mierda — Se lleva una mano a la cabeza— Olvidé contarte. Brando está
apunto de darle un golpe al chino. Le ha metido drogas en sus tierras y hoteles,
pronto llamará a la policía. Dice que será en un par de días. Y también abrió 10
burdeles.
Mi puño se hace fuerte y contengo mi rabia mientras texteo esa
información. Ella me mira con cautela, doy al botón enviar y tiro mi móvil en el
sofá. Respiro profundo. Maldita sea, no lo soporto.
Camino, deambulo de esquina a esquina. De solo recordar lo que han
informado me tenso aún más. Mi mujer besándolo… él oliéndola, respirando su
aroma, acariciando su piel. ¡Me vuelve un enfermo! Soy capaz de matarlo. Lo
mataría sin importarme nada. Mi odio se hace grande, santo cielo… acabo de
tener un momento especial con mi chica y ahora esto.
No me controlo, gruño.
Ella me mira cruzando los brazos ¿Acaso no entiende que me produce
ronchas ese hijo de perra?
Christopher, contrólate.
¡No puedo! — Me desahogo gritando. Soy un volcán en erupción de
nuevo.
Bueno, entonces quédate un rato solo… No quiero pelear, voy a la cocina.
Se va sin decir más y en el fondo me siento triste porque esperaba su
apoyo. Cuando Tatiana estuvo conmigo ella se volvió loca, cuando Rita se
acercó a mí también… ¿Acaso no puede entenderme? Me muero por esa
mujer. Me fascina ser su hombre, su chico, su marido. No estoy dispuesto a
compartirla. Mi capacidad de tolerancia se ha acabado.
Entonces la sigo. Entro en la cocina y la veo cortar fruta con un cuchillo.
Es tan torpe… se nota mucho que no hace eso comunmente. Recuerdo haber
padecido con ella comiendo sus cosas quemadas, pero aún así lo hacía porque
la amaba. ¡Mierda! Deseo disfrutar estas últimas horas con ella, pero mi rabia
aún está.
Tengo ganas de comer… — Dice tranquila— Cada vez hacen más filudos
estos cuchillos, me estresa cortar fruta.
Dulce… — Ahogo un suspiro.
No quiero pelear, ya te lo dije. —Me evade y sigue intentando cortar con
perfección la fruta.
Dulce… — La abrazo por detrás y siento sus músculos rígidos. Hago que
suelte el cuchillo, lo tiro lejos y luego la volteo— Lo siento, estoy ansiosos y
celoso. — Tomo sus dedos y chupo el extra de jugo.
Pero debes controlarte. — Susurra tranquila.
¿Controlarme? ¿tú podrías hacerlo con Tatiana o Rita? — Doy el golpe
maestro y se pone seria.
No me provoques — Dice con sus dedos. Agradezco al cielo por haber
tirado ese cuchillo.
Eso mismo siento, cielo… por favor entiéndeme. No lo soporto cerca de
ti ni en tus labios.
Estoy intentando evitarlo, pero a veces es complicado. — Me dice sincera
y me maldigo por haber aceptado el trato con el jefe.
Aguanta 1 mes, máximo un mes… — Digo seguro— Haré lo que sea
para atraparlo. — Beso su frente— Te lo juro.
Atrapo sus labios en mi boca sin poder dejarla decir basta. Tomo su nuca
con desesperación hacia mí y no la dejo separarse. Ella intenta hacerlo, pero
sigo apretándola contra la tabla de la cocina.
Chri… — Dice resbalándose de mí.
Sh, no… no quiero dejarte. — Me desespero. El solo hecho de pensar en
Brando hace que quiera dejar mi huella en su alma. Bajo mis manos por sus
caderas para pronto llegar a su trasero. Los aprieto, abro sus nalgas y la
impulso hasta subirla en la mesa de cocina. Abro su bata de rudeza dejándola
desnuda de nuevo para mí. Sus senos están listos para mí, me acuesto en su
encima chupándolos de frente. Ella intenta empujarme pero sé que le gusta…
quiere hacerlo tanto como yo.
Estás enojado. — Dice y entre jadeos.
¿Y? Voy a quitarte hasta el mínimo roce que ha dejado ese vejete en ti.
— Me impongo, con mi boca lamo mordiendo su piel y pronto abro sus piernas
de golpe. Me mire confundida y pronto hundo mi cabeza en su centro. Ella se
contrae y arquea. Yo lamo con furia su feminidad haciéndola subir hasta el
límite.
—Chri… Chris no. —Dice— Así no.
Pero no le hago caso porque sé que lo está disfrutando. Su sabor me
enloquece. De solo pensar en ese hijo de puta de nuevo me vuelvo loco. No
dejaré que toque lo que es mio. Cuando la siento lista bajo mis bóxers de nuevo
y jalo sus piernas hacia mi para introducirme en ella hasta el fondo. Jadea, grita
mi nombre y me muevo como bestia calando hasta topar sus paredes. Ella
apoya sus pies en mis hombres y pronto la embisto sin piedad. Muerde su labio
fuerte, contiene el aliento, pero no lo soporta por mucho y grita…
—Mi nombre más fuerte. —Ordeno dominando. Ella me mira perdida pero
lo hace. Grita fuere, alto, con dureza el nombre de su marido. Juro que la
mataría con mi miembro, pero debo controlar mi furia.
—Ah… —Sigue aumentado sus gritos cada vez más hondos y agudos.
El silencio incendia el lugar y el rebote de mi cuerpo con su trasero hacen
que me prenda. Brando sigue en mi cabeza, y lo hago duro hasta cansarme.
Veo una gota de agua pasar por sus senos y pienso que son míos.
—Yo. Soy. Tu. Marido. —Pronuncio subiendo el ritmo.
Me mareo. Todo es violento. La mesa se mueve y las cosas se caen pero
no importa. Ella se agarra como puede y sigue abriendo la boca. Oh Dios…
estoy llegando. Empujó hacia dentro y fuerzo con furia. Mis, Eres mia Dulce.
Grito. Cielos… esto es intenso. Me hundo chocando todo de mi y gruño al sentir
que me desplomo. Ella se tensa y pronto explota. Hemos llegado… y todo pasa
rápido. La mesa se cae pero logró atraparla en mis brazos. Me abraza fuerte
con miedo y solo la pongo a salvo cuando dejo que pise el suelo. Me he salido
de ella sin aviso. Solo me mira desorbitada y se cubre con la bata.
—Dulce….
Con furia me tira la puerta pero la sigo. Va hacia la habitación y toma su
ropa. No, no…
—Lo siento.
—Así no, ¿Lo entiendes?
La veo seguir y no sé qué más hacer. Se va.. Mi bonita se ha enojado. El
sonido de mi celular me tensa, aunque no quiera no puedo dejar de contestar.
Con rapidez logra vestirse y toma su cartera para irse. No… no te vayas,
no de nuevo. Mi corazón se hace pequeño. Quiero gritar pero tengo mi celular
vibrando.
Brando sospecha que eres el soplón. Cuidado.
Es un mensaje.
Ella sale de mi habitación y tengo la certeza de que no es un juego. Debo
protegerla, debo advertirle pero mi pecho colapsa haciendo que caiga en el
suelo. No puedo respirar, me tenso.
—Dulce…. Dulce… —Grito.
33. Algún dia
Dulce
¿Por qué no? — Sonríe— Podemos ir de antro y hacer todas esas cosas
que quieres. Eres joven y hermosa. Solo tienes 26.
Pero las responsabilidades son más grandes.
¿Y? Te prometo pasar un día de libertad contigo. Iremos a comer
hamburguesas, beberemos como adolescentes, iremos de antro, tendremos
sexo desenfrenado y nos vestiremos a la moda.
Estás loco… — Río, sería hermoso tener ese día de libertad pero no creo
que pueda hacerse realidad.— ¿Y Brando, qué? ¿Crees que no tendría mil
espias siguiéndonos?
Descuida cielo, cuando quiero desaparecer a alguien lo hago muy bien.
Me consta — Respondo— Desapareces muy bien.
Momento incómodo. Su sonrisa se apaga y en el fondo no me arrepiento
de decirlo.
No me has perdonado del todo, ¿Cierto?
Sí, Christopher… pero los recuerdos quedan.
Entonces haré que no tengan importancia. — Besa mi frente— Haré que
todo lo malo pase, lo juro.
Yo solo pido que seas sincero, solo eso.
Sonrío y escucho mi celular sonar. Entrecierro un ojo y luego me doy
vuelta para extender mi mano. Christopher se detiene, estoy segura que piensa
que es Brando, pero luego se alivia cuando ve el nombre Kiara en mi teléfono.
Es tarde, ¿papá está bien? — Pregunto sin saludar, entonces escucho
todo un sermón de su parte. Quiero reir, es una niña malcriada, pero me
contengo para luego poner el altavoz.
¡Christopher hizo que osito se fuera! ¿Cómo se atreve? Lo odio… — Dice
en un mar de lágrimas.
Christopher hizo lo correcto. Ese chiquillo solo quería usarte. Tiene tratos
con narcotraficantes. Punto.
¡No! — Chilla y llora.
Kiki… — Susurra Chris— Ha sido por tu bien.
¿Lo tienes a tu lado?? — Grita al teléfono— ¡Pusiste el altavoz!
Río.
Ya deja de quejarte.
No entiendo por qué si dices que lo odias te lo estás follando. Por favor
paren ya, por su culpa tengo pesadillas con el sexo. Escucho sus voces
asquerosas chillando… Era tan pequeña e inocente.
Vamos Kiara, no eres inocente — Chris bromea— No te quejes, cuñadita.
¡Ahhh!! Eres un maldito estúpido, Christopher. Te odio.
No me odies, cuñadita. Luego me lo vas a agradecer. Solo le di una
lección.
Deja de tirarte a mi hermana…
Um… — Me mira— No creo. Lo disfrutamos demasiado.
Río como estúpida, Kiara colapsará. Entonces pasa. Empieza con su
sermón infantil y reimos. Lo miro, me mira… estúpidamente extrañaba esta
complicidad. Lo hicimos tantas veces en mi cuarto… que la pobre tuvo que
hacerse de la vista gorda.
Después de sus quejas e insultos, le cuelgo. No la soporto. Christopher
no deja de reir porque se sabe todos nuestros tapitos sucios. Me duele el
estómago de todas las emociones que hemos pasado, entonces me abraza.
¿No te enojaste?
Me duele la panza de tanta risa.
Tengo la solución para ello. — Me acuesta y con suavidad levanta su
camisa. Me mira con ojos provocadores pero no intenta nada indebido. Pone
sus labios en mi vientre y me besa. Tengo la sensación más bella y dolorosa
del mundo. Sin querer ha hecho algo que quería hacer hace tiempo… Me mira,
lo miro. Ambos nos hemos metido en terrenos que no podemos soportar. Una
extraña sensación de llanto invade mi pecho, por lo que vuelvo a voltearme sin
preocuparme porque me vea el trasero. Estoy un poco extraña desde hace un
tiempo… pensando y pensando en el “hubiera”, reclamándome a mí misma
porque la vida no me dejó ser madre.
Me observa con sus ojos chispones, suspiro y pego mis labios intentando
que no lea mis pensamientos. Me sonríe y de un tirón vuelve a tenerme en sus
brazos.
—Puedes…
—Pero no hoy, puede sospechar. —Contesto hábilmente.
—¿Qué pasa, bonita? —Me observa profundamente— Alguna idea loca
está pasando por tu hermosa cabeza.
—A veces me abrumas… —Me separo.
—Tienes miedo, ¿Verdad?
Lo ignoro y tensa sigo guardando mis cosas. Tomo mi cartera, dejo en
una bolsa la lencería y salgo de su habitación sin responderle pero él me sigue.
—No voy a dejarte nunca más, mi vida. —Entona y captura mi mano para
luego obligarme a verlo— Se que cometí errores, y que posiblemente todo esto
sea un maravilloso desastre pero es lo que sentimos.
—Me abruma sentir —Contesto— Esta no soy yo…
—Claro que si, solo has estado escondida. Nunca te avergüences de tus
sentimientos. Te amo, con toda mi existencia. Y quiero estar todos los días
contigo porque te necesito. Desde el día en el que te conocí no he parado de
imaginarte.
Sus palabras hacen que todo en mi se mueva; sin embargo me mantengo
firme. Es difícil, sobre todo porque también siento lo mismo. A veces me
pregunto si estoy loca… o realmente no mido el peligro que él me representa,
pero es más dulce la sensación que tengo a su lado. Sonrio, lo quiero, pero
también me quiero a mi misma y quizá necesito un breve descanso.
—Estoy corriendo el riesgo más entretenido de mi vida, patancito. Hasta
algún día. —Levanto mi ceja y le sonrio.
—Hey… —Enrolla de nuevo sus brazos en mi cintura— está bien,
entiendo. Pero no te vayas así… sin un beso.
Acerca su rostro precioso a mis labios y con sumo deseo lo beso.
Mordisquear su boca es la maravilla para la mía. Tomo su rostro con mis manos
y juntos profundizamos nuestro acto. Doy pequeños inspiros para soportar más
tiempo y siento que su perfume me envenena. Podría besarlo toda la vida… De
pronto siento una de sus manos en mi trasero, entonces me obligó a mi misma
a seguir pegadita a su cuerpo. Dejo que lo haga, en el fondo me encanta, pero
lo que más odio es el machismo por lo que también lo toco. Sus pompas son
redondas, duras y perfectas. Soltamos una risita en nuestros labios y seguimos
comiéndonos como si no existiera mañana. Es mi despedida por ahora…
—Hasta algún día. —Repito sin aliento.
—Adiós, hermosa. No hagas nada tonto, ¿Si? Quizá vaya esta noche a
tu recámara… para volver a hacerlo.
—No sé si se me antoje —Digo altiva— Te llamo si es qué pasa —Le
guiño el ojo y giro para irme por fin.
Se cierra la puerta de ascensor y suspiro.
Mi regreso a Hilton fue un poco estresante. Para salir del departamento
de Christopher tuve que cambiar de autos y partir por estaciones de buses. Un
taxi conocido me esperó en una esquina y por fin pude regresar con calma.
¿Hasta cuando tendré que soportarlo? Falta poco, Dulce. —Me digo a mi
misma.
Cuando entro en el hotel todo parece normal. El personal de recepción
en su sitio, los empleados, turistas, el movimiento fluyendo como siempre.
Aprieto mis piernas y me sumerjo en mi oficina.
Mierda
—Cariño… —Está sentado en mi mesa mirándome de manera incisiva.
—Brando, ¿Qué sucede? —Respondo natural.
—Nada, pensé que estabas ya aquí. Qué tal tu reunión con Liliana,
cuéntamelo todo.
Sonríe como si todo estuviera normal, entonces tiemblo. ¿Sospechará
algo? Carraspeo con mi garganta y me siento en el sofá sonriendo como si
nada pasara.
—Todo bien. Pasamos una noche de chicas increíble hablando de todo y
de negocios.
—Que bueno, cariño. Te ves más relajada… —Me sonríe, se levanta y
pone su cuerpo a mi lado— ahora que estás de buen humor quisiera hablarte
de algunas cosas.
—¿Qué cosas? —Pestañeo.
—Dulce, necesito formalizar esto ya. Necesito una esposa. Quiero
compartir todo contigo, cariño. —Besa mi mano— y asegurar mi futuro.
—No entiendo. —Digo seca, él sonríe.
—Tengo una herencia importante. No había querido cobrarla porque
realmente tengo los millones suficientes como para querer más dinero; sin
embargo, necesito asegurarme. Con esos otros millones hundiría a todos mis
enemigos de una vez. La lacra del Chino me tiene harto, la perra de Paris
intenta competir conmigo, y ahora el gobierno…
Mi boca se seca, entonces hablo.
—¿El gobierno? Pensé que tenías buenas relaciones.
—Mandaron un espia.
—¿Qué? —Mi sorpresa aumenta.
—Miller. —Mi pulso se acelera— puede que sea su espía. Tengo “buenas
relaciones” pero recibí un mensaje anónimo diciéndome que me cuide de él.
Suspiro, mi cabello pica e intento controlar mi ansiedad. Él sigue
mirándome, respiro con lentitud y ruedo los ojos para distraerlo. No puede darse
cuenta de nada, tengo que ser muy precavida. Defenderlo levantaría
sospechas.
—Bueno, has lo que quieras. —Digo fría.
Ríe
—Siempre tan precisa, cariño. Odias a Christopher.
—Me interesa una mierda su vida, pero si hablamos de negocios… debo
confesar que el tipo es necesario. —Tomo su mano sonriendo y a la vez
sintiendo asco— Te da dinero.
—Tienes razón. No quiero desconfiar de ese muchacho, pero no meto las
manos al fuego por nadie. Voy a investigarlo. Primero hablaré con mi contacto
en el gobierno para preguntar más por él, luego veré que hacer.
—Por qué ese tipo querría ser un espía. Él trabaja por dinero, y tú le
darías más que cualquier gobierno. —Levanto una ceja sembrando la duda. Lo
consigo.
—Siempre tan inteligente, cariño. No aguanto más… me tienes
embobado. —Recorre su mano por mi pierna y siento terror. Aguanto, Sonrio,
lo maldigo en mi mente y tomo su mano para volverla a su sitio.
—No seas travieso. —Suspiro.
—Pareciera que te doy asco. —Espeta serio— Ya te di el anillo que tengo
querías, te haré mi esposa, necesito tu cuerpo. —Toma mi cintura y mientras
besa mi cachete me siento tensa. Jamás he tenido tanto asco con alguna
persona, cuando tuve que seducir a otros hombres no me costaba tanto como
ahora.
Sus labios chocan con mi piel y siento que traiciono al patancito. Su
nombre está tatuado en cada centímetro de mi cuerpo, por lo que ardo cada
vez que lo pienso. Vamos… ya falta poco —Me digo dándome ánimos— él no
puede sospechar, así que lo miro sonriendo y beso sus labios.
Asco.
Cuento los segundos para que esto termine. Siento náuseas cuando su
aliento golpea mis poros. Huele a carne vieja podrida y solo ansío poder
librarme de todo.