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Una chica buena conoce sus límites, una mujer inteligente no tiene ninguno.

Solo deseaba tenerlo en sus brazos una vez más cuando despertó desnuda en
aquella cama. Experimentó el más crudo dolor con su abandono, pero aun así
tomó sus pedazos para ser hielo y renació del fango siendo fuego.
Lo que no te mata, te hace inteligente. La chica buena había muerto. Aprovechó
su talento, belleza y sensualidad para ser el gancho de sus propios sueños. El
éxito se volcó contra su cuerpo, estaba a punto de alcanzar su meta más
preciada pero no contaba con un inesperado encuentro con el pasado.
Él, el hombre que la hizo más fuerte había regresado convirtiéndose a la vez
en su mayor debilidad... y deseo.
Flor Di Vento
Corazón de Hielo
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1. Tu juego

“Lo que no te mata, te hace inteligente”

Mientras me miro en el espejo de mi lujosa habitación, solo pienso en


todas las batallas que he logrado vencer hasta ahora. Fueron años de trágicas,
sexuales y dulces experiencias que me hicieron aprender de la vida, los
hombres, las malas amigas, el falso amor, además del dinero, lujos y joyas.
Años, solo años de intensa soledad y éxito profesional que sacaron mi fortaleza
y me convirtieron en lo que soy: Fuego que renació del fango por dolor.
Son las tres de la tarde y puedo entender la fascinación por el lujo del
hotel. Las recepciones después de la comida se han vuelto costumbre en este
lugar, por lo que todo en este día está más que perfecto y yo no seré la
excepción: acomodo mis pechos en mi corpiño negro, dejando entrever solo la
parte superior; subo las tiras de mi vestido, me pongo los tacones y termino
acomodando mi ropa interior.
Mierda.
El pitillo de mi alarma suena de nuevo haciéndome recordar que es hora
de volver a interpretar mi propio juego de seducción. Observo mis ojos una vez
más y están perfectamente delineados, mis pestañas largas en su lugar, el
labial de un intenso rojo pasión y mi mirada lista para devorar lo que tanto he
perseguido por años.
—¡Jefa! —Grita una voz dulce desde afuera y enseguida ruedo mis ojos—
. Lo… si, siento.Disculpa, eh… Dulce. —se corrige y tartamudea. Es una pobre
inútil hablando.
—Un momento. —respondo arremetiendo contra ella.
Ignoro lo sucedido y me levanto del asiento asomando mi cuerpo al
espejo central. Llevo un vestido blanco apretado escondiendo una línea
perfectamente dibujada. Mis senos acunan el costoso collar que me regaló
Brando la semana pasada y puedo ver mi porte bien formado. Las clases de
etiqueta social por fin se hacen notar. Me costó años aprender de este mundo
y hoy tengo los frutos de mi esfuerzo. Nadie jamás sospecharía que nací de
una familia tradicional con bajos recursos, porque para ellos soy toda una dama
de alcurnia con éxito en la vida y así seguirá siendo.
—Dulce… qué bella estás. —vuelve a hablar Rita, mi asistente. Aun no
entiendo por qué la pusieron a mi cargo cuando es completamente un cero a la
izquierda. Viste mal y no es nada agraciada. Nada que vaya conmigo.
—¿Todo en orden? —pregunto mientras camino, mirando a la vez de
reojo los ojos sarnosos de los ejecutivos del hotel. Buenos para nada que solo
se dedican a admirar mi trasero.
—Eh… sí, todo listo. —la inútil exhala con nervios. Definitivamente no
tengo paciencia.
Me cuesta algunos pasos más llegar al gran salón exclusivo para
recepciones. Estoy lista para jugar mi juego. El personal de seguridad abre las
puertas y me sumerjo de inmediato encontrándome con los aplausos de la
prensa. Sonrío hipócritamente mostrando sencillez, la que lógicamente no
tengo, pero que funciona en estos casos. Presiono mis labios y ladeo sutilmente
mi cabeza para buscar mi ángulo en sus cámaras. Levanto una copa para
brindar por el éxito de mi proyecto y vierto el exquisito Krug sobre mis labios.
Um… delicioso. Una colección que pedí exclusivamente para este
acontecimiento. Suave alcohol ahogando mis recuerdos en un día como hoy,
dulce olor a sexo reprimido en mis labios. El krug me trae momentos que no
me permito recordar.
Cuando estoy más tranquila saludo ampliamente a los empresarios
inversionistas de la compañía, la cadena de hoteles Hilton para cual laboro
desde unos años. Todos viejos están ahora con sus zorras compañía, pero mi
mirada se centra en una persona especial. Trago más alcohol y bato mis
pestañas para que se acerque a mí de inmediato. Me mira y da un paso,
entonces no hago nada <<Cariño… yo no iré por ti, tú vendrás por mí>> —
pienso. Y se acerca como un gato entrenado. Jamás se debe dejar que un
hombre te sienta en sus manos, hay formas de tenerlos arrastrando por ti y es
completamente necesario.
—Cómo me gustaría ser esa copa ahora mismo… para sumergirte en mis
labios. —Sonríe coqueteándome y le devuelvo el acto. Brando R. Hilton es un
tipo de 50 años, presidente por herencia de la cadena Hilton Company, mi
próximo objetivo. No en vano luché todos estos años para ascender a la
gerencia de imagen y marketing sin intención alguna. Soy de las mujeres que
quiere todo o nada, y su puesto es significado de la mayor expresión de poder
y dinero que quiero en mis bolsillo.
Vuelvo a chocar mi copa para luego deslizar mis dedos sutilmente encima
de los suyos. Sus pupilas se agrandan, sus labios tiemblan y pronto traga
saliva. Nunca falla con los hombres como él. Sonrío como zorra buena y enseño
mis dientes para parecer inocente.
—Sin anillo no hay revolcón. —Le repito directa al sentir que me desnuda
con sus ojos. Odio tanto que me diga poesía cuando lo mío va por otro lugar.
Se asombra por mis palabras, así que vuelvo a sonreír falsamente—.Ya sabes
que… soy tradicional, corazón. —Arqueo mi rostro, sonríe también.
Mantengo firme mis ojos en los suyos para estudiarlo. Digamos que es
un tipo… temperamental, pero sé dominarlo. Mi asfixia se va cuando lo veo
sonreír, hasta que por fin respiro con normalidad al ver que no se ha enojado
por mi rechazo. Y vuelvo a confirmar mis pensamientos sobre la castidad de
una zorra enjaulada. En mi experiencia a los hombres les gusta a su mujer
vestida de cucufata. Podrás haber abierto las piernas a medio mundo, pero
nunca querrán saberlo. Sus mujeres deben vestir de hábito y a la moda, un
estúpido juego que me encanta interpretar y más con tipos como estos. Si me
acuesto con él ahora seré solo una más y no quiero.
—¿Ahora me dirás que eres virgen a tus cortos 26? —Bufa entretenido—
. Porque no te creo.
—Ni puta ni santa, cariño —Acaricio su barbilla, voy probando su
reacción— Pero tengo valores y creencias. —Le guiño el ojo y sé que me
entiende.
—Aunque no lo creas eres la joya más hermosa que he visto, Dul —Besa
mi mano— Fuerte, decidida, un poco calculadora, con valores… y tan fría como
me gusta. Tienes mi palabra y compromiso, cariño. Te admiro. Debo felicitarte
por Ensueña, engañaste tan bien a todos…
Tuerce sus labios para evocar una sonrisa, la misma que en el fondo
comparto. Me encargué del proyecto Ensueña, una cadena de hoteles de lujo
en Cancún que tendrá como principal aliado al gobierno Mexicano. La campaña
“apoyará” la construcción ecológica en espacios protegidos de Quintana Roo,
lo que nos permitirá tener una vista envidiable del Caribe siempre y cuando no
dañemos el ecosistema. Una mentira que maquillé perfectamente ante la
prensa. El gobierno aceptó sin problemas y el contrato le traerá millones de
dólares para los Hilton, los mismos que también quiero en mis cuentas.
—…. Pero no puedes engañar al maestro. Algo traes entre manos. —Me
mira y bebe su copa—. No importa, cariño. Daría millones por una noche
contigo. 5 meses de seducción no han sido suficientes para llevarte a mi cama.
Sonríe y solo me jala a la pista de baile para danzar. Nada puede salir
mal. La suave melodía instrumental nos mece suavemente, pero de pronto
cambia. El hombre de terno empieza a cantar un cover de Ella Fitzgerald –
SummerTime y voy removiendo mis recuerdos, intentando calmar la adrenalina
que emana por mi piel pero no puedo.
—Adoro la suavidad de tu cuerpo. —Agrega Brando y no puedo
responderle. Mi mente se nubla y siento frío en mis manos.
No, no ahora.
Raspo mi garganta y el nudo no se va. Veo cómo todos bailan lento y es
el infierno para mí. Esa puta canción está prohibida en mi vida. El corte fino de
su voz ronca me marea, y pronto mi pasado explota…
La misma canción con otra compañía.
Un susurro se aprieta y puedo ver todo como si volviera a vivir el
momento. Una chiquilla de 16 años desvirgada en una playa solitaria, un
amante que prometió bajo 7 estrellas amor eterno. La pobreza, el miedo, un
vientre seco con ganas de un pedazo de niño dentro. Memorias, aquella cama
en la noche de luna llena, su ausencia… vagos y ásperos recuerdos.
Me engarroto y siento mis párpados pesados. Con cada pestañeo voy
tensándome porque su voz es tan suave como el filo de aire en mi interior.
Cierro los ojos y me enfoco: ¡Mierda, me tengo que enfocar! Mi mente colapsa
y pronto obstruyo con fuerza mi pecho. No, no quiero. Me incomoda. Sus manos
son ariscas y firmes, tan firmes que el hijo de puta no me suelta. No puedo
seguir danzando esta canción con él, no puedo imaginármela con él. Me pega
hacia su pecho y puedo sentir su perfume expandiéndose en su ropa… y me
inquieta. Intento alejarme pero no me deja. Soy de las mujeres que besan por
olor, muerden por olor, follan por olor. Y no lo soporto ahora. Brando huele a
cítrico viejo concentrado y no puedo dejar de compararlo con la única persona
que me hizo oler a rosas, malditas rosas.
Y ahí viene de nuevo… Estúpido 6 de diciembre, el día de mi cumpleaños
hicimos el amor por primera vez. Fue la única persona con la que hice el amor
de verdad y terminó pagándome mal. Mi ex marido fue el amor y el dolor más
grande que pude experimentar en esta vida, pero ya no está… no estará. Se
fue, terminó. Y yo renací por ello.
Lo que no te mata, te hace inteligente. Me juré a mí misma no volver a
ser buena con los demás, ¿Para qué? Terminan pagándote mal, pero sí
puedes aprovechar las oportunidades que te da la vida. Y aquí estoy de nuevo
frente al viejo.
¡Joder! No lo soporto.
Me aparto de un empujón y lo dejo solo mirándome extraño en la pista.
Acomodo mi vestido y camino sigilosamente buscando a la perra de Rita con
mi mirada. Prohibí 3 cosas en mi vida: esa canción, las fresas y París. Y no
pudo hacerlo ¡Estúpida niña! La veo conversando con Tomás, el bar tender,
¿Enserio cree que se fijará en ella? Doy un último paso y el niño idiota me mira
con los ojos abiertos.
—Retírate. —Le digo y se va de inmediato. Sabe que si no me obedece
puedo despedirlo.
—Dulce… —Se avergüenza.
—¿Quién demonios autorizó esa canción? —Muerdo— ¿Quién mierda
autorizó esa canción?
—El…. Señor que… —Tartamudea de nuevo.
—¡No quiero escuchar esa canción en mi vida! ¿Lo entiendes? —La
interrumpo. Escuchar sus excusas solo me quitan tiempo—. Tenías que seguir
órdenes y ni siquiera tienes la capacidad para hacerlo. Considérate despedida.
Doy media vuelta y siento que el aire suena distinto. La canción termina,
mi agonía se va, pero puedo sentir un suave aroma familiar recorriendo la sala.
Miro hacia los costados y no veo nada anormal. El lloriqueo de Rita solo me
estresa, así que me alejo moviendo mi trasero como solo yo sé hacerlo… Y
pronto me siento vigilada, ¿Qué carajos sucede? Salgo de la sala, camino por
el lujo y mármol del Hilton. Los empleados me miran con miedo y los ignoro de
nuevo. Algo anda mal y voy a descubrirlo, pero quizá luego.
Entro al baño y vuelvo a mirarme de pies a cabeza. Primero yo, segundo
yo, tercero yo porque soy fuerte. Una estúpida canción no va arruinarme el día,
así que arreglo mi maquillaje, delineo nuevamente mis labios y lo hago hasta
que la perfección grite en mis manos. La humildad no va conmigo, por lo que
debo verme fina y bella siempre. Esa belleza que me llevará al éxito.
Regreso a la fiesta y me excuso con todos, especialmente con Brando,
quien se ha molestado. Odia los desplantes y acabo de hacerle uno, pero sé
cómo arreglarlo. Las horas trascurren muy rápido y en cada espasmo que
siento por el frío me prometo a mí misma no volver a lo sucedido. No puedo
sacarme de la cabeza la maldita idea de esa canción, pero sobretodo la forma
en cómo reaccioné a ella.
—Te quiero en la sala de reuniones en 5 minutos. —Aparece Brando
serio. Levanto mi barbilla fingiendo desinterés y vuelvo al espejo para
arreglarme el cabello. La gente se ha ido pero hoy tenemos una de las
reuniones más importantes de mi carrera.
Con agilidad camino nuevamente por el segundo pasillo que nos lleva a
una sala privada. Los ejecutivos suelen reunirse ahí para hablar sin que nadie
los moleste, porque solo hablan de lavado de dinero. Sí, todos lo sabemos. El
dinero que se invierte aquí no es dinero limpio pero mientras no me afecte todo
estará en completo orden y seguiré fingiendo no saber nada.
Entro con facilidad a la sala encontrando a los directivos de nuevo.
Camino por sus espaldas y puedo sentir su mirada represiva. Me siento
excusando mi tardanza, 2 minutos para ellos es mortal. Brando está mirándome
sigilosamente… sé que lo provoco cuando muerdo mi labio fingiendo que es
una manía, pero en realidad es un arma bajo fuego. Toso y aclaro mi voz para
pasar como zorra inocente y sonrío para iniciar lo que pronto me llevará al éxito
de mi carrera, la gran oportunidad que he estado buscando desde hace muchos
años.
—Iniciemos. —Digo sintiéndome poderosa. Soy la única mujer en medio
de 5 hombres pervertidos.
—No. —Responde Brando mirando el reloj.
—¿Esperamos a alguien? —Contesto de inmediato.
—Por supuesto —Responde.
Escucho pasos venir desde afuera. Brando se levanta y sonríe
mirándome con sutil venganza. Trago saliva, mi corazón palpita más de lo
común y hago puño para controlarme. Estúpidamente estoy nerviosa, ¿Qué
carajos pasa? El olor a rosas vuelve y mi mente se nubla.
—Te presento a tu nuevo compañero de proyecto, el Ingeniero
Christopher Miller.
Aparece de inmediato y me inmuto en su mirada. Sonríe con frialdad y
sus labios solo traen punzadas en mi interior. Sus ojos se posan en los míos y
solo recuerdo el olor a sexo postrado en mi cama. Pego mis labios para
controlar mi rabia, pero a la vez mis nervios. ¿Qué carajos hace aquí? Mi
mandíbula se tensa cuando sonríe retándome y solo pongo mis ojos en su
cuello.
Después de 5 años, ha vuelto.
2. Una rosa, mil espinas
Dulce

Después de 5 años, ha vuelto.


Me mira y sonríe al ver que no le quito la mirada. Control, Dulce… Control
—Me lo repito una y otra vez en mi cabeza. Tengo mil preguntas sin respuestas
que necesito aclarar, ¿Por qué está aquí? ¡Justo aquí! ¿Qué demonios quiere?
¿Por qué ahora? ¿A qué juega?
—Bienvenido, Sr. Miller. —Dice uno de los inversionistas más importantes
de Hilton Company. Mi mente se nubla haciendo que todo esto me parezca una
maldita pesadilla.
—Gracias. —Sonríe y toma el asiento de enfrente. Mi adrenalina sube,
los latidos de mi corazón se aceleran y pronto me siento sofocada. Han sido
tantos años sin respuestas… pero ya no interesa. Él no me interesa en
absoluto.
—Bien. No se diga más, empezaremos esta reunión presentando el
proyecto Ensueña, la cadena de hoteles más ambiciosa y grande de Quintana
Roo Paraíso ecológico. Ensueña se construirá, como todos saben, en las zonas
protegidas por el estado, sin… “afán” —Espeta irónico— de dañar el
ecosistema, pero todos sabemos que tenemos una misión especial en ello.
La ironía de Brando y sus sermones en doble sentido en este momento
no sirven para distraerme. Es la primera vez que me siento incómoda en mi
propio terreno y esa sensación no me gusta. Maldita sea, no puedo dejar de
mirarlo de reojo. Ha cambiado… y esa nueva versión no me desagrada en
absoluto. El hijo de puta sigue siendo atractivo y quizá viste más fino. Lleva un
saco clásico Armani, camisa celeste y un pantalón informal blanco, ¿Será que
sus negocios han mejorado? Supe que renunció a su profesión y se dedicó a
hacer otro tipo de negocios, ¿Entonces qué mierda hace aquí? ¿Y cómo
Brando lo contrató? Son demasiadas preguntas, por lo que reprimo la rabia en
mi garganta. Él complica mis planes, ¡Complica mi vida! ¿Qué sucedería si él
habla? ¿Si le dice a Brando todo?
Maldición.
Jadeo, lo hago fuerte, y puedo notar que ahora me mira de reojo, así que
giro lentamente la cabeza hacia Brando. Mi mirada se posa en los números
proyectados en la pantalla, pero mi mente aún se hace preguntas.
Cinco malditos años sin verlo.
—¿Qué opinas, cariño? —Brando me cuestiona. No escuché nada de lo
que dijo, pero siempre hay formas de solucionarlo.
—Bien, eres un hombre inteligente. A mí me gusta todo lo que haces…
—Suspiro esbozando una media sonrisa, porque responde el halago
mirándome con intensidad. Sus labios se hinchan y me contengo… quiere
follarme, pero no lo logrará. No hasta que se comprometa conmigo.
—Gracias por tu apoyo, cariño. —Vuelve a sonreír y me doy cuenta que
ya no está enojado. Bien, eso es bueno… Muerdo mis labios bridándole mi
mejor actitud seductora. Tomo un mechón de mi cabello, lo llevo tras mi oreja
y parpadeo lentamente. Sé que le encanta, pero mi alegría se ve opacada
cuando giro mi rostro y me encuentro con los ojos fulminantes de mi ex marido.
Me está mirando… y siempre he odiado que me mire de esa forma.
Suspiro sintiendo un temblor en mis piernas. Evitarlo e imaginar que no
existe es muy complicado ahora. Se muestra serio, pero no debería
importarme, por lo que lo ignoro mientras reviso algunos documentos. El
silencio vuelve y puedo sentir su respiración de alguna forma. Documentos,
solo concéntrate en los malditos documentos. Firmo y sigo firmando. Los
minutos se me hacen eternos a su lado, miro mi reloj… ¡Joder! ¡Estoy
retrasada! Será una buena excusa para irme. Necesito irme. Simplemente no
lo soporto.
—Bien, tienen mi firma. Necesito irme, disculpen… —Sonrío cándida.
—¿Qué sucede, querida? —Pregunta Brando levantándose.
—Tengo una reunión con el personal de apoyo. La convención china es
en unos días y debo asegurarme que todo esté perfecto. —Pego mis labios, él
luce orgulloso.
—Siempre tan pulcra en lo que haces, querida. Gracias. —Me quita los
documentos y me despido con un beso y… no, no lo miro. No quiero hacerlo.
Al terminar hecho una vista rápida y escapo de inmediato. Mi sonrisa se
borra al cruzar la puerta. Exhalo aire y luego respiro sintiendo que me he
liberado de un enorme peso. Estoy enojada, muy enojada ¡Podría jurar que solo
ha regresado para fastidiarme! Pero no le daré el gusto, lo ignoraré hasta que
se canse.
—¡Dulce! —Una aguda voz arremete en el espacio. Joder, lo que me
faltaba… Rita.
—Je…jefa. Perdón, Dulce. —Sigue mis pasos y empiezo a estresarme
de nuevo. No salgo de una para entrar en otra. No tengo tiempo para lidiar con
inútiles.
—Te dije que no quería hablar contigo, deberías tomar tus cosas e irte de
una vez. —Avanzo sin ningún remordimiento.
—Lo siento, de verdad lo siento. No me eche por favor, necesito el
trabajo. Mi madre está enferma y yo soy el sustento de mi familia. Cuando era
pequeña…
—No me interesa tu vida, niña ¿No lo entiendes? —Respondo fastidiada.
Cómo jode esta pequeña mierda.
—Dulce… por favor —Tiembla, solloza— Por favor, fueron órdenes del
Sr. Miller. Él ordenó que pusieran esa canción. Intenté evitarlo, pero fue tarde.
Lo siento.
Mi pulso aumenta al escuchar su excusa y pronto me embarga la rabia,
¿Qué carajos piensa ese imbécil? ¿Qué saldré llorando por esa maldita
canción? Respiro. Rita me mira sigilosamente, entonces me recompongo
fingiendo estar bien. Sus ojos de niña buena me producen náuseas, pero a la
vez me hace pensar que debo ser más inteligente ahora. Brando recomendó a
esta tipa para ser mi asistente y podría soltarle lo sucedido si la despido por
haber puesto esa canción, así que muerdo mi lengua. Ya encontraré la forma
de deshacerme de ella.
—Bien. Me encargaré de ello. Tienes otra oportunidad. Si no la
aprovechas estás muerta, ¿Lo entiendes? —La amenazo y me sonríe.
—Querida… —Brando sale de la oficina y nos encuentra en el pasillo
mientras sonríe ampliamente, por lo que le brindo un abrazo. Odio los abrazos,
pero debo complacerlo. Él es mi fortuna, mi dinero. Necesito mucho dinero.
—Retírate —La estupidita me mira y me hace una venia para luego irse.
Es tan idiota… Ruedo los ojos.
—Mi Dulce cruela, eres tan mala con tus súbditos… —Ríe.
—Esa estupidita no me sirve mucho, Brando. Deseo cambiarla. —Toco
su barbilla, quizá deba crear una falsa historia.
—Oh, no… no. Soy un hombre bueno, aunque no lo creas. Le prometí
trabajo y es de confianza. Nos ayudará en todo… —Susurra— Podríamos
ensuciarla fácilmente si algo sale mal. —Tuerce sus labios.
—Es un buen punto. —Suspiro y me concentro en él— ¿Ya no estás
enojado conmigo? — Ahora jugueteo con su corbata.
—Para nada, nena. Me encantas… y más tus nalgas. —Baja su mano por
mi cintura y siento asco. Joder, maldito viejo. Detengo su mano y me hago para
atrás dándole una media sonrisa.
—Brando. —Lo regaño.
—Está bien, sin anillo no. —Repite mis palabras riendo— Eres muy
obtusa, cariño. Y eso me encanta. Te follaré con más placer.
—Hablemos de trabajo —Cambio de tema aguantando— ¿Por qué
contrataste al Sr. Miller?
Ríe desagradablemente y me pongo seria.

—Lo siento. —Continúa— Sé que querías exclusividad en el proyecto


pero… siempre es bueno retar, ¿No lo crees? Miller es un tipo inteligente, ha
trabajado con el Gobierno y un ministro lo recomendó. Mientras más
simpaticemos con ellos es mucho mejor.
—Ese tipo no tiene experiencia, Brando. Es un simple idiota, ¿Crees que
podrá liderar un proyecto como Ensueña? Dejó de trabajar muchos años, no
ha ejercido su profesión.
Me mira entrecerrando los ojos y estudia mis pasos.
—¿Cómo sabes eso, querida? ¿Acaso lo conoces? —Trago saliva y me
tenso. Sostengo rectas mis piernas y agradezco el pase de unos de los
ejecutivos, porque nos distrae y me da tiempo para pensar.
—No. Yo… oí hablar de él. Acabo de llamar a López para que investigue
su carrera.
Vuelve a reír desagradablemente.
—¿Tienes miedo, hermosa? —Me jala a sus brazos— ¿Crees que es
mejor que tú y te intimida? —Su aliento es asqueroso, pero sonrío.
—¡Para nada! —Digo seria— Es un simple idiota que no me llega ni a los
talones. Simplemente no me cae bien. Échalo. —Impongo.
—Cariño… —Pone sus brazos en mis hombros— Sabes que te
complazco en todo, pero esta vez no puedo. Es un tipo inteligente, nos conviene
tenerlo. La respuesta es un no y punto, ¿No vas a discutirme, cierto? —Susurra
y acerca su rostro al mío.
No contesto, contengo mi rabia. Hijo de puta, maldito patán. Me las
pagará. Descubriré sus planes y lo hundiré como la mierda que es. Cagaré su
propio terreno y terminaré sepultando al viejo también.
Mi rostro cambia al notar las dudas en Brando, por lo que decido no
enojarme ahora. Soy más inteligente que eso.
—Dame un beso. —Me desnuda de nuevo, dejando que pegue sus labios
contra los míos.
—Pueden vernos. —Encuentro una excusa y me separo.
—No interesa, todos saben. —Enrolla sus brazos alrededor de mi cintura.
—Estoy indispuesta, Brando. —Me alejo y se sorprende—Quizá vuelva a
besarte cuando despidas al idiota ese.
Entre abre su boca para decir algo, pero no le doy tiempo. Me alejo. Giro
mi cuerpo y me dispongo a ir a mi suite. Necesito pensar en lo que sucederá
de ahora en adelante.
Mientras camino por el hotel siento que todo es distinto. Estoy fastidiada,
quizá demasiado. Y debo aceptar que me ha afectado porque no puedo leer
sus verdaderas intenciones: ¿Qué demonios hace aquí? ¿Y por qué Brando lo
protege tanto? ¿Será una trampa? Me sirvo un poco de whisky y muevo mi
vaso sintiendo que el olor a alcohol hace que vuelva a mis recuerdos. Cierro
los ojos, mi garganta arde. Joder… ¡No ahora! No de nuevo.
6 de diciembre, el día de mi cumpleaños.
Desperté con el cuerpo desnudo en envuelta entre sábanas. Busqué su
cuerpo con mis brazos y no estaba. Me erguí de prisa presionando mis ojos.
Su olor seguía latiendo, pero no había presencia alguna de su cuerpo… solo
aquella carta. Maldita carta.
Se había ido dejándome hecha pedazos.
Mi cuerpo seguía oliendo a sexo, habíamos hecho el amor la noche
anterior. Prometió paciencia, prometió aceptarme tal y como era… Fueron
mentiras, malditas mentiras.
Tiro el vaso llena de rabia, ¿Por qué lo estoy recordando? Su presencia
me genera más preguntas sin respuestas. Lo he superado, juro que lo he
superado. Ni si quiera me interesa saber sus motivos. Ya no me importa, no lo
quiero en mi vida. Pero sé que tiene una intención y no me quedaré de brazos
cruzados. Lo hundiré hasta pisar sus malditos huevos. Voy a humillarlo. Y me
encargaré de ello.

—Es una promesa. —Digo mirándome a mí misma frente al espejo. Estoy


agotada, necesito relajarme, quizá sea buena idea un baño.
Entro con pereza a la bañera y preparo las sales tal y como me gusta. La
calefacción está activada, todo en perfecto orden y limpieza. Las mucamas
realmente se esforzaron, quizá las felicite por eso.
Estiro mis brazos desperezándome y pronto mi vestido cae por mis pies.
Miro al espejo, todo en orden. Me he sentido observada el día de hoy y no me
gusta. Suspiro mirándome mis senos perfectos, son lindos. Me quito el
brassiere y luego la ropa interior para adentrarme en la bañera… ¡Ah! ¡Una
maravilla!
Tomo mi celular y empieza a sonar música relajante proyectada en todo
el cuarto de baño. Mis pechos saltan, me erizo. Una corriente de aire frio ha
entrado. Joder…No importa. Me hundo en el agua y salgo de inmediato
cerrando mis ojos. Masajeo mi cuero cabelludo y pronto paso el jabón por todo
mi cuerpo. Um… Durazno, mi favorito.
Solo me toma un par de minutos más relajarme, hasta que decido
enjuagar mi cuerpo para luego enrollar una toalla entre mi pecho y mis piernas.
Camino con tranquilidad tomando mi crema corporal entre mis manos hasta
que noto la puerta entre abierta…
Qué extraño.
Bostezo agotada, ignorando lo anterior. Despediré a la maldita mucama,
seguro dañó la puerta de baño. Estos infelices jamás pueden hacer nada bien,
pero no debo enojarme… me haré vieja, y yo quiero ser siempre bella.
Vuelvo a lo mío y tomo un poco de crema para pronto cernirla en mis
brazos. La hidratación corporal hace que la piel siempre se vea bonita, por lo
que nunca falta en mi vida. El tarro destella un suave olor a coco, pero algo
anda mal ahora… Ese olor… No, no es el mio. Giro mis ojos apresurada
sintiendo que nada es normal, entonces veo una rosa roja postrada en mi cama.
Joder. No.
<<Sé bella como esta rosa, pero no tan cruel como la espina.>>
Mi cuerpo vuelve a tensarse y suelto la nota. No puedo evitar reconocer
el olor, una sombra acercándose a mi cuerpo, mis labios temblando.
Joder. Es él.
Volteo de improviso y sin querer la toalla se resbala de mi cuerpo. La
santa mierda… Quedo desnuda y me mira clavando sus rudos ojos en mí para
luego explorar mis senos. Oh… mierda. Contengo el aliento al ver sus ojos de
deseo… No, no me ha olvidado. A comparación de algunas mujeres, no soy
nada pudorosa. Me gusta mi físico y todo lo que compone mi estructura, por lo
que levanto la mirada y me dedico a ver sus labios hinchados.
Patancito idiota, lo pagarás caro.
Muerde su labio y tuerce su sonrisa. Una gota de sudor cae por su pecho
y ahoga un grito en su garganta. Sonrío. Pobre idiota, ¿Realmente cree que
voy a intimidarme? Me amo desnuda. Adoro mi cuerpo, mis pechos, mis curvas,
mi trasero. Y se lo estoy demostrando.
—Es bueno verte de nuevo. —Curvea su cabeza sonriendo y mirando mi
perfecta depilación.
—Lástima que no pueda decir lo mismo —Hago una pausa—.Necesitas
un babero. —Le digo con astucia mientras camino por la habitación buscando
mi bata de dormir.
A continuación tomo la fina seda entre mis manos y me cubro por
completo.
—Mucha maravilla para tanta porquería. —Digo mientras vuelvo a mirarlo
de frente.
—La espina dañó a la rosa —Responde atacándome.
—La rosa fue más inteligente —Contesto con una media sonrisa—.
Tengo cosas que hacer, la puerta está abierta. —Insisto y no se mueve, por lo
que ignoro su presencia caminando por toda la habitación. Sé que está
mirándome, así que aprovecharé este juego. Muevo mi trasero como solo yo
sé hacerlo. Hombres… siempre tan predecibles. Pero no deseo verlo más
ahora, así que tomo mis cremas dispuesta a irme y bloquea mi paso para llamar
mi atención. Respondo su acto sin ningún tipo de emoción y sé que le duele.
La peor debilidad de un hombre es sentirse desplazado.
—No sigas haciéndolo. —Ordena, mirándome con furia.
—¿Hacer qué, patancito? ¿Ignorarte? —Sonrío.
—Necesito hablar contigo. —Aclara su garganta evadiendo mi pregunta.
—Yo no. No pierdo mi tiempo. —Lo encaro.
—Dulce, esto es serio. —Se acerca a mí y retrocedo.
—¿Serio? Nada en tu vida es serio.
Doy medio vuelta y toma mi brazo con fuerza. Me mira, lo miro. Sus
perfectos marrones claros provocan una chispa en mi estómago y pronto veo
el deseo en sus ojos. Es tan inestable… Su respiración se entre corta y su
frente aún suda. Maldito calor… Lo tengo a centímetros de mí. Me pregunto si
sigue enrollando su lengua de esa manera, pero no… no puedo aunque quiera
morderlo ahora mismo.
Estoy en un terreno incierto, ¿Y si ha regresado para hacerme caer? No
confío en él, no puedo. Y soy más fuerte que mi deseo.
Me impulso de nuevo y tomo mi brazo de vuelta. Tengo una huella de sus
dedos, maldita sea.
—¿Qué quieres? —Lo enfrento— ¿A qué regresaste, Miller?
—Vengo por ti.
3. Sigues siendo mía

“Cuanto más grande es la herida, más privado es el dolor” I.A

Sus ojos son un par de avellanas que me embrujan al instante, no puedo


dejar de mirarlos. Sonríe, saca su lengua y chupa su labio inferior sin darse
cuenta. Está tenso, lo sé. Lo conozco. Carraspeo mi garganta sin dejar de
postrar mis ojos en los suyos, ¿Qué maldita sea está planeando? Me río, ¿Venir
a buscarme ahora después de tantos años? ¿Por qué? ¿Para qué? El aire se
hace pesado y simplemente estoy actuando mi papel.
—¿Por mí? Me decepcionas, Miller. Es un juego muy usado. —digo,
minimizando su acción, pero se inmuta en sí mismo y me quema con sus ojos
apremiantes.
—¿Por qué no me miras? —pregunta acercándose peligrosamente. He
bajado la mirada por un segundo y le estoy dando armas para acosarme.
Alerta. No.
—Vete de mi cuarto. —Advierto sin decir más, ¿Qué voy a decirle? No
quiero tener esta conversación con él.
—Necesitamos hablar. —Insiste.
—¿De qué? —Bufo— No tenemos nada de qué hablar, patancito.
—Patancito… —Susurra y ríe— ¿Enserio crees que soy un patán?
Lo miro sonriendo.
—Te queda perfecto, cariño. Agregaría más palabras a tu vocabulario
descriptivo, pero la verdad es que estoy cansada.
—Vaya.. —Pasa una mano por su pelo. Sigue riendo.
—Vete de mi cuarto. —Advierto de nuevo.
—¿Y si no quiero? —Me reta, vuelve a acercarse.
—Te saco a la fuerza. Grito y digo que me estás violando. Brando te
meterá un tiro.
—Brando… —Carraspea su garganta, maldice algo entre sus dientes. De
pronto todo cambia y, aunque sigue con su actitud bromista, lo siento fastidiado.
—¿A qué viniste, Miller? —Aprovecho el momento y se queda en silencio,
pero vuelve a agregar:
—Por ti, ya te lo dije. —Bufa, me mira de arriba abajo— Sigues siendo
muy hermosa. —Extiende su mano y le doy un golpe.
—No te atrevas a tocarme, ¿Quién te crees? —Amenazo— No es una
mala idea gritar.
—No lo harás si sabes lo que te conviene —Sonríe—. Necesito que me
ayudes en algo. —Lo suelta y me tenso aún más.
—¿Qué? Pff… Jamás. —Soy imparcial, no sé si reír o enojarme.
—Dulce… ¿Puedes dejar de hacer eso? Actúas como una nena
despechada. Supérame. —Me muestra los dientes, entonces empiezo a sentir
cómo toda la sangre hierve por mi cuerpo.
Es un maldito imbécil.
—No sabes lo que dices, idiota. —Lo miro con furia.
—Tenemos un pasado que nos une, cariño. —Roza un dedo por mi brazo
y acaricia lentamente mis vellos.
Joder, ¡Que se pudra! Lo esquivo.
—¿Esa es tu mejor táctica? —Sonrío— Viejo truco, patancito.
—No se puede hablar contigo —Cambia de tema—. Quizá podamos
entendernos de otra forma. —Intenta no reír pero lo hace, entonces levanto mi
cabeza.
—¿Sexo? Me supero todos los días, Christopher. Contigo sería…um…
retroceder. No duras mucho. Ni si quiera fornicas bien.
—No decías lo mismo hace años. —Responde al ataque de inmediato.
—Tú mismo lo has dicho: Pasado. Comprenderás… Era una linda chica
inexperta que se conformaba con cualquier… —Lo miro sonriendo— Cosita —
Pego mis dedos en señal de “pequeño” y suelto una carcajada. Él se tensa. Me
suelta.
Venganza. Punto débil. Los hombres odian que los… minoricen. Triunfé,
lo derrumbé. Veo su debilidad. Sigue siendo el maldito macho de siempre. Su
actitud es posesiva, realmente cree que va a afectarme. Nunca más, imbécil.
Nunca más.
—Al menos te hice sonreír. —Me mira fijamente y vuelvo a mi estado de
seriedad. Un silencio incómodo aparece, lo odio.
—No me harás enojar si es lo que quieres. —Camino hacia la puerta y la
abro.
—No sin conversar. —Toma mi muñeca y vuelvo a tensarme.
—Lárgate. No voy a decírtelo más. —Le advierto mostrándole un dedo.
—Necesito conversar… —Toma mis manos— Dulce, ese tipo es un
maldito corrupto. —Mis ojos se agrandan cuando escucho esa palabra,
¿Corrupto? ¿Cómo demonios lo sabe? ¿Y qué más sabe? Trago saliva, pero
una voz nos desconcentra.
—¡Dulce! —Suena una voz chillona desde fuera. Abro mis ojos, maldita
sea. Es la estupidita. Mi corazón palpita a velocidad y solo quiero que no note
la presencia de Christopher.
Piensa, Dulce. Piensa. Lo empujo hacia el baño.
—No hables. —Amenazo.
—Pero me escuchas. —Negocia conmigo ¡Maldita sea!
—Dulce…. —Habla mi asistente tocando la puerta.
—No te voy a escuchar. —Respondo en voz baja.
El calor de la calefacción del baño hace que me sienta húmeda.
Christopher tiene la camisa casi entre abierta y mis ojos se posan en sus
pectorales. Joder, no. Lo miro confundida, ¿Cómo es posible que esté viendo
esto justo ahora?
—Entonces salgo por esa puerta. ¿Qué le dirás a Brando cuando la niña
esa le cuente que el Sr. Miller estuvo aquí? —¡Infeliz bastardo!
—¡Eres una maldita rata! —Empujo su pecho volviendo a la realidad.
—Favor con favor se paga.
—Bien. Si te escucho un solo estornudo lo lamentarás. —Digo
refunfuñando.
Enseguida me miro al espejo y respiro profundamente para luego abrir la
puerta. La estupidita entra sonriendo. Trae una bandeja de comida. ¿Qué
carajos? Pongo mis ojos en blanco y la sigo.
—Te traje la cena. Es tu favorita. Ah… y le puse unas florcitas rosadas
para que queden así lindas…. —Me sonríe. Pobre infeliz, es demasiado idiota.
—Yo no te pedí nada. —Respondo.
—Lo sé jefita, digo… Dulce. Pero… quise sorprenderte. Estoy tan
agradecida por la nueva oportunidad. —Es tan idiota…
—Lárgate. —Le digo tajante.
—Pero….
—¿Cuántas veces te he dicho que no quiero que me molestes? Si te
llamo vienes, sino no, ¿Lo entiendes? —Agrando mis ojos.
—Si… —Susurra— Disculpa.
—Ahora vete.
—Quería recordarte que mañana tienes una cita temprano. Luego el Sr.
Hilton pidió hablar contigo en privado. Dijo que debía agentarte porque eres
una mujer muy ocupada.
—Bien. Mañana me llamas y me haces acordar, ahora vete. —La empujo
de a pocos y me mira extrañada.
—Dulce, ¿Todo está bien? —Joder…
—Sí. —Me exaspero.
—Pensé que… podías darme algunos consejos de moda. Bueno… dijiste
eso la última vez que…
—Lar…ga…te —Le digo tronando los dedos y mi corazón palpita más
fuerte, ¿Qué no lo entiende? Se despide de mí con una venia y luego sale
tirando la puerta
¡Ah! Maldita fea.
Enseguida siento unos pasos y Christopher aparece.
—Que mal tratas a tu personal, ¿Así eres la gerente de imagen?
—Así he logrado estar donde estoy. —Le contesto solo porque necesito.
—Ahora sí me escucharás. —Cruza los brazos.
—No. —Respondo tajante.
—Lo prometiste.
—Yo no te prometí nada, ¿Y sabes una cosa? Me aburre tu vida.
Esfúmate.
—Hey… —Jala mi brazo y forcejeamos— No juegues conmigo, Dulce. —
Me advierte— También puedo hacerte la vida imposible.
—Eso lo veremos. —Respondo muy cerca de él.
—¿Te crees invencible, no? Hace falta alguien que te de unas buenas…
nalgadas. —Dice susurrando. Pega su pecho a mí y mis senos retumban en su
piel. Joder, la adrenalina me sube a la cabeza cuando lo siento cerca. Su olor
me abruma. Suelta un respiro y traga saliva. Me mira como si no pudiera
creerlo… pero sí, soy otra. No soy la misma chica tonta que dejó desnuda en
una cama. Y tampoco la mujer que nunca pudo darle un hijo, pero sé que aún
puedo hacerle perder la cabeza.
—Definitivamente —Sonrío a medias— No serás tú. —Agrego.
Sonríe indiferente y lo empujo para que deje de tocarme, entonces se va.
—¡Idiota! —Grito tirando lo primero que veo a la puerta.
Siento mi cabeza caliente a punto de estallar. Lavo mi cara con fuerza y
luego me miro al espejo. No puedes dejar que se interponga en tus planes…
No puedes dejar que venga a fastidiarte después de tanto tiempo.
Entonces… ¿Qué demonios hace aquí? El silencio embarga mi alma
cuando recuerdo sus palabras “Ese hombre es un corrupto”, lo dijo por Brando.
Joder, Mi cabello pica. Quizá piensa que estoy absorta a todo y no. Claro que
sé de sus jugadas sucias, así actúan los millonarios. No dejaré que interfiera
en mi vida ni en mis planes.
Y no lo voy a escuchar.
No puedo tener más encuentros con él. Eso sería muy peligroso. He
pintado un mundo distinto al que viví. Jamás nadie puede enterarse que no nací
en una cuna de oro y que estuve casada con este idiota. Para todos soy la
heredera de grandes haciendas y tierras.
Joder.
Necesito encontrar una forma, algún indicio para sacarlo de mi vida, para
hacer que salga del juego ¿Pero cómo? ¿Dónde? Juro que no doy a darme por
vencida.
***
La mañana pinta distinta en la sala de cocina. Mis tacones resuenan por
el suelo mientras observo a los empleados en constante silencio. Paso por sus
costados evaluando su ropa pulcra y como me gusta. Hay uno que no se peinó,
así que lo marco en mi lista. Otro luce sin afeitar, vuelvo a marcar. Los demás
parecen estar al completo ritmo de la exigencia Hilton y eso me alegra.
—Dulce, en unos minutos debes ir con el Sr. Hilton. —Murmura mi
asistonta. Porque es una reverenda tonta.
—Lo sé. —Respondo— Tú —Señalo al tipo que no se afeitó— Adelante.
Puedo notar que tiembla al acercarse y continúo:
—Hilda… — Suspiro. Ella es la responsable del personal y me reporta
directamente cualquier inconveniente. Con una mirada puede entender mi
veredicto.
—Señorita Dulce… por favor. —Agrega el muchacho, quien es
automáticamente separado del resto.
Recursos humanos se encargará de todo, lo sé. Y Brando no se puede
quejar. He hecho que este hotel no sea bueno sino perfecto. Hemos tirado a
las cucarachas y nos hemos quedado con el mejor potencial para el trabajo.
Soy estricta con mis reglas, no más.
—Dulce. —aparece Rita y me sigue.
—Qué quieres. —respondo.
—El Sr. Bruni canceló la cita —me detengo—. Se excusa y pide una
reprogramación.
¡Mierda! Quería ver a ese hombre de nuevo.
—Bien. —respondo, ocultando mi decepción— Dale la prioridad que
quiera.
—Sí. Bueno… el Sr. Hilton sí te espera en su oficina.
—Está bien. Ve tú a mi oficina.
Acomodo mi blusa y arreglo mis pechos mientras camino. La estupidita
se quedó arreglando mis papeles, por lo tendré paz algunas horas.
Cuando entro en la sala puedo ver a Christopher parado junto a él. Mi
respiración se agita, tiene puesto ese maldito traje informal que un día amé. Lo
ha hecho al propósito, pero no me importa. Lo ignoro. Soy más fuerte que todo
su enredo.
—Cariño… —digo abrazando a Brando.
—Tardaste. Odio que tardes. —me regaña.
—Lo siento tanto…. Estaba con los bichos. —arrugo la nariz y reímos, él
me entiende.
—Buenos días. —Dice Christopher. Volteo de inmediato y lo miro.
—Buenos días. —Soy cortés.
—El Ingeniero Miller y tú empezarán a trabajar en el proyecto. Debes
revisar los planos civiles que nos está planteando. Es un trabajo que no lo
quiero hacer, ¿Lo entiendes, cierto cariño?
—Claro, pero sería bueno que te quedes aunque sea para visualizar el
concepto general. —Digo con solo una intención.
—Bien. Como siempre…tienes toda la razón.
Christopher proyecta sus planos y no puedo ocultar mi sorpresa: son
perfectos. Nunca negué su talento para diseñar grandes cosas, pero realmente
me pone en aprietos ahora.
Piensa, Dulce.
Mi mente proyecta una idea y escucho atenta a su explicación lógica de
entradas y salidas. El dibujo trae algunas cifras de altura que sinceramente no
me importan, pero sé que puedo aprovecharme.
—Como pueden observar, no tendremos ningún tipo de destrucción
ecológica si iniciamos la construcción en la zona de reserva alta. —Prosigue.
—Tenemos un proyecto de construcción bajo el agua, sería una atractivo
para el hotel. —Respondo.
—Hacerlo implicaría sacrificar el ecosistema de los peces. —Me reta.
—No nos interesan los peces —río— Solo los ingresos que nos traería.
Lo imaginas, ¿Cierto Brando? Miles de personas visitarían el hotel solo para
ver el atractivo. Imaginas una habitación con ventana al mar profundo, viendo
tiburones y peces a lo lejos…
—Es una buena idea, cariño. —Pone su mano sobre la mía y volteo para
reírme en la cara de mi ex marido
—¿El gobierno aprobó esta solicitud? —Sonríe entre dientes.
—Claro que sí. Es extraño que usted no esté enterado… Resulta un poco
incompetente. —Lanzo mi veneno. Sus labios se tensan.
—Solo pienso en el equilibrio de ambas partes. Por otro lado, Ensueña
podría expandirse en zonas que no son tan riesgosas para la flora natural.
—No nos interesa la flora natural —Arremeto— Nos interesa lo que nos
da ingresos. —Soy directa.
Brando tose.
—¿Ingresos? Debemos pensar en un equilibrio. —Responde Christopher
un poco indignado.
—No lo hemos contratado para que piense en hacerle bien al mundo, sino
para que nos plantee soluciones ante los requerimientos que le pedimos…
Ingeniero —Sonrío menospreciándolo— Pero si usted no puede, podemos
buscar nuevas personas para…
—Me parece que no está contenta con mi presencia, Dulce. He traído
planteamientos que creo. En mi experiencia, vendrán mejor y usted
simplemente me los refuta sin haberme dado tiempo para explicarlos. —Finge
falso enojo, pero no voy a bajar la guardia.
—No nos interesa sus explicaciones, Sr. Miller. —Remato mi ataque.
—Bueno, basta. —Dice Brando. El silencio invade la sala y nos mira—.
Dulce, podrías darle tiempo al Ingeniero. Sr. Miller, sabemos que usted ha
trabajado con el gobierno muchos años pero esto no nos sirve. Necesitamos
los planos civiles de las zonas que le especificamos, no más.
Christopher pasa saliva y está fingiendo tranquilidad cuando tiene la
sangre hirviendo. Lo sé. Sus manos sudan, sus cejas están ligeramente
dobladas y puedo notarlo en su mirada. Te vas a joder, Miller —Me Digo a mí
misma.
Lo lograré, haré que te echen de este trabajo.
—Está bien, Brando. Dame un par de días, o quizá antes. —Contesta.
—Bien. Debo salir a una reunión.
—Te acompaño, mi amor… —Sonrío.
La mirada de Christopher es asesina. Brando toma mi mano y solo me río
en mí misma al pasar por su lado. Caminamos juntos por el área verde y pronto
se detiene cerca a la piscina.
—¿Te cae mal Miller, cierto? —Arruga la nariz
—Muy mal. Échalo. —Sonrío.
—Cariño, intenta llevar la fiesta en paz con él. No nos conviene que nos
mal informe.
—No lo hará —Le digo con seguridad.
—Eres tan mala… me encantas. —Pega mi cintura a su cuerpo— No veo
la hora de follarte.
—Anillo… —Sonrío— No seré una más de tus zorras.
—Bien, cariño. Debo irme. —Suena su celular— Martos debe esperarme,
cerramos un negocio.
—Suerte entonces.
Besa mi mano y se va. Lo traigo loco, lo sé. Pronto caerá. No tardaré
mucho en volverme su esposa. Y cuando eso suceda nadie podrá oponerse.
Seré la Señora Hilton, heredera de toda la fortuna de la compañía. Suspiro con
una sonrisa y pronto siento que alguien me jala del brazo hacia un arbusto.
—Silencio. —Ordena.
Al darme cuenta de su presencia lo empujo pero arremete contra mí y
toma mis manos para luego pegarme a la pared. Una gota de sudor cae por mi
pecho hasta mis senos hundiéndose en el vacío. Él me mira, vuelve a suspirar
ahogando un grito.
—¿Qué quieres? —Sigo forcejeando hasta que me obliga a mirarlo.
—No te metas conmigo. —Responde Christopher.
—No me provoques.
—Ahora vas a escucharme. Ese tipo es un maldito corrupto, criminal en
muchos aspectos. Está metido en mil mafias y tú vas a ayudarme. Quiero su
cabeza, ¿Lo entiendes? —Me mira con furia.
Mi corazón se detiene. Mierda
—Eres un enfermo.
—¡No lo soy! Estás entorpeciendo mis planes. Vas a ayudarme.
—No lo haré. No me conviene. Voy a casarme con él.
—¿Casarte? —Me mira riendo.
—Lo haré.
—No puedes casarte con ese tipo.
—¿Por qué no? —Lo empujo— Tú no vas a venir a mi vida a obligarme,
¿Lo entiendes?
—¿No te importa que sea corrupto?
—Mientras no me afecte todo estará bien. —Cruzo mis brazos— Juro que
voy a destruirte, Miller.
—¿Por qué? —Vuelve a empujarme hacia la pared— ¿Por qué aún no
me superas?
—¡Porque se me da la puta gana!
En un microsegundo me zafo de su toque y suspira sonriendo. Doy media
vuelta y me dispongo a retirarme prometiendo venganza.
—Sra. Miller… Yo no iría tan rápido.
Me paralizo. Mis vellos se erizan escuchando solo ese nombre. Paso
saliva y respiro.
—No vuelvas a dirigirme la palabra —Doy media vuelta para amenazarlo.
—¿Así le hablas a tu marido? —Cruza sus brazos sonriendo.
—¿Marido? Ex marido. —Lo corrijo.
—Siento decepcionarte, mi amor… —Dice irónico, se acerca— Pero…
aún eres mi esposa. Jamás fue válido nuestro divorcio. Sigues siendo mía, así
que vas a ayudarme a hundir a ese tipo… y no pienso compartirte.
4. El pacto

“Una mujer inteligente besa sin enamorarse, escucha pero no cree y


abandona antes de ser abandonada” M.M

Mi boca se seca al instante, paso saliva y mantengo mi mirada fija en sus


ojos. No, no voy a doblegarme… No puedo demostrárselo. Pestañeo para
evitar sentir tensión y respiro en el más sumiso silencio para controlar mis
nervios. Esta es una estupidez, yo misma firmé ese maldito papel. Está
engañándome… esto solo es parte de su sucio juego y no pienso caer.
—No te creo. —Digo con la voz aún temblorosa. Necesito volver a mi
centro, concentrarme, no puede ver que me afectan sus palabras.
—Dulce… hay tanto que debo decirte. —Intenta acercarse, doy un paso
atrás. ¿Qué carajos planea? Estudio sus movimientos. Lame su labio y sus ojos
se orbitan en mí. Tiene algo que no ha soltado, lo sé. Puedo describir
perfectamente su intención.
Maldita sea.
—¡Yo firmé ese maldito papel! —Exclamo en casi histeria. Joder.
—Lo sé. —Cierra sus ojos y luego vuelve a abrirlos. Toma una de sus
manos y la lleva a su cabello. No sabe cómo decírmelo… ¡Mierda!
—Esta debe ser una maldita broma.
—No podemos hablar aquí —Mira a todos lados— Pueden vernos y no
me conviene. Supuestamente no nos conocemos. —Rodea sus ojos y mira a
todos los costados.
—¡No me interesa tu juego, Miller! —Me erizo como un gato a punto de
atacar— ¿Qué demonios planeas?
—Dulce, baja la maldita voz —Me empuja hacia un árbol.
—¡No voy a bajar la maldita voz! —Grito y con su mano cubre mis labios.
—Voy a explicártelo, lo juro, pero ahora no. Es peligroso que nos vean
aquí. Solo debes saber que necesito tu ayuda.
Intento hablar pero presiona fuerte sobre mi boca.
—No estoy mintiéndote… —Pasa saliva y me mira de forma profunda.
Un día amé sus ojos revoloteados. Lo amé… Amé profundamente a este
hombre, pero hoy lo odio. Jamás voy a perdonárselo. Jamás. Me llevó hasta el
infierno y me dejó ahí… Por su culpa perdí todo, hasta mi propia vida.
—No necesito tus explicaciones —Lo empujo con fuerza— Voy a
destruirte. —Lo amenazo.
Rueda sus ojos y suspira.
—Termina con tu drama y luego me buscas. Te conviene estar de mi lado.
—Jamás estaré de tu lado. Voy a casarme con Brando, ¿Lo entiendes?
Nada ni nadie podrá evitarlo.
Me deja pasar y salgo con furia del maldito jardín. Miro a todos lados y
felizmente no hay nadie rondando la zona. Mis tacos se ensuciaron, no puedo
estar así, entonces camino rápidamente hacia mi suite pensando una y otra vez
en lo que me dijo.
No puede ser cierto.
Cierro mis ojos y solo me veo firmando ese maldito papel. Cuando envió
aquella solicitud de divorcio yo estaba destruida, pero todavía me quedaba
orgullo y firmé. Jamás lo ví en ese lugar, solo a su abogado. El tipo de lentes
me dijo que había acabado todo, ¿Por qué estaría mintiendo?
Joder. No puedo quedarme así. Necesito sacarme el clavo.
Rápidamente me cambio de ropa. Estoy tan tensa que solo puedo sentir
temblor en mis brazos. Si es cierto estaré perdida… ¡Mierda! ¡Perdida! Mis
planes no pueden salir mal, tengo todo finamente calculado. El viejo será mio.
Y su maldito dinero también. Seré la próxima presidenta de los Hoteles Hilton.
Hice tanto por llevarlos al éxito que solo estoy pidiendo lo que me corresponde.
El zumbido de mi móvil me hace volver a la realidad. Necesito calmarme
y arreglar este asunto, así que respiro profundamente. No en vano tomé tantos
meses las clases de dominio personal. Son dos respiraciones profundas y tres
exhaladas fuertes.
—Diga —Contesto el teléfono mientras exhalo.
—Dulce… —Puedo reconocer su voz con solo nombrarme de esa
manera. Mi hermana.
—Te he dicho mil veces que no me llames. —Ataco.
—Lo sé, te has olvidado de tu familia pero es necesario que te diga que…
—La corto.
—Kiara, no tengo tiempo para ti en ese momento. —Saco mi furia con
ella.
—Papá preguntó por ti… —Su voz se quiebra al instante y yo me hielo.
Mi padre…
—¿Qué pasó? —Bajo el tono de mi voz.
—Ha tenido recaídas. —Dice suave. Paso saliva.
—Te enviaré más dinero, pide lo que quieras. —Contengo mi respiración.
—No necesitamos dinero, Dulce. Con lo que envías es suficiente.
Además yo también trabajo. Él necesita a su hija. No vienes a verlo desde la
última navidad, ¿Quién te crees? Te quedas 10 minutos con él y luego te vas.
—No he tenido tiempo, viaje mucho y…
—¡Son excusas! —Grita al teléfono— Pregunta mucho por… —Se
detiene— Por Christopher, ¿Cuándo vas a decirle la verdad? ¿Cuándo vas a
decirle que te divorciaste?
—No menciones a ese hijo de puta. —Le digo.
—Como sea, Dulce. Necesitas venir a arreglar ese asunto. Ya no nos
cree.
—Te he dicho mil veces que…
—¿Crees que se puede sostener una mentira tantos años?
—Kiara, te llamo luego. —Digo harta.
—Vas a venir por su cumpleaños, ¿Lo entiendes? O yo misma iré a
buscarte.
Cuelga el teléfono.
Mierda.
Caigo sentada en el sofá mientras me sirvo una copa de whisky. Mi padre.
Joder, mi padre. He intentado alejarme de todo, pero no puedo desconectarme
totalmente de ellos. Soy una mala hija, y sí… no me importa. No quiero cargar
con su enfermedad, pero tampoco me perdonaría matarlo por mis acciones.
Ama a Christopher con toda su existencia. Quizá porque fue el hijo varón
que nunca pudo tener. Él no sabe que me divorcié del patancito, no lo sabe. No
pude decírselo… y más sabiendo que estaba recién operado al corazón.
Maldito Miller. Maldito seas.
Bebo un sorbo de whisky el sabor a alcohol recorre por mi garganta, ¿Qué
haré para deshacerme de él? Encontraré la forma, juro que lo haré. Pero antes
debo cerciorarme de una cosa: Mi libertad.
—Te necesito aquí ahora. —Digo, enviando un mensaje.
Solo espero 2 minutos y siento que alguien toca la puerta.
—Entra. —Miro a través de mis pestañas y veo a la estupidita entrar.
—Dulce. —Sonríe.
—Camina delante de mi. —Bebo otro sorbo y la veo esmerarse— Bien,
dijiste que querías que te ayude con tu… forma de vestir.
—Por favor… —Se intimida.
—Regla número uno: No te pongas esa falda larga. Eres muy baja como
para hacerlo. Y no combines asi tu… —Doy vueltas la muñeca de mi mano y
me contengo— ropa. ¿Qué son esos colores? Te regalaré algo de estilo, pero
debes esmerarte para ello.
—¿Qué tengo que hacer? —Susurra desesperada. Es una pobre idiota
que quiere ser aceptada.
—Ayudarme. —Suspiro— Estás aquí para ser mi asistente de trabajo,
pero necesito un favor muy especial que no tiene nada que ver con ello.
—Lo haré —Contesta rápido.
—Quiero que llames a algunas personas. —Me levanto y le doy un
papel— Aquí encontrarás sus números. Necesito encontrar a una persona, es
abogado.
—¿Quién es? —Pregunta.
—Eso no te incumbe. Consigue su dirección y todo acerca de él. Necesito
saber todo, ¿Lo entiendes? Absolutamente todo: Debilidades, amistades,
trabajo.
—Sí Dulce, lo haré.
—Tienes todo este maldito dia. —Le digo convencida— Si no puedes
hacerlo, entonces no hay ayuda y es probable que cambie de asistente.
—No, por favor… dame la oportunidad.
—Bien. Esfuérzate y dile a Vargas que lo quiero en mi oficina en 10
minutos.
—¿El Abogado Vargas? Él está lejos de aquí.
—No me interesa donde esté, lo necesito en 10 minutos. Ahora lárgate.
—Le doy la espalda y miro por la ventana de mi lujosa habitación. La vista es
excelente, no puedo negarlo, pero no puedo disfrutarla como acostumbro
porque hay una sola idea en mi mente: Él y su maldito juego.
***
Los 10 minutos pasaron y pronto estoy ansiosa caminando por el salón
de piano. El hombre de manos largas toca una exquisita pieza de Beethoven,
pero no puedo disfrutarla. Suspiro mirando de reojo a mis lados. Puedo ver a
los perros de Brando merodeando el hotel. Hay más movimiento del que
acostumbro a ver y eso me hace pensar que debe haber algún mafioso
instalado ahora.
Joder.
Normalmente desaparezco cuando eso sucede. No me gusta meterme
en líos mayores, pero hoy no me puedo dar el lujo de escapar y dejar al imbécil
de Miller aquí. Él quiere hundir a Brando por alguna razón, pero no voy a
permitírselo. Brando es mi mina de oro.
—Cariño… —Escucho una voz a lo lejos.
—Hola. —Sonrío a medias y me mantengo erguida al ver a un anciano
con él.
—Marco, esta es mi hermosa chica… Dulce, él es el Sr. Marco Grucci,
uno de los empresarios más afamados en el mundo inmobiliario.
—Un gusto. —Me toma la mano y siento cómo su barba asquerosa besa
mi piel.
—Vaya… era más hermosa de lo que decías. —Sonríe. De inmediato
unos hombres se acercan y ponen a su lado.
—Brando, cariño… debo irme. Un gusto Sr. Grucci.
—Dime Marco, querida. —Sonríe con ganas de desvestirme y me tenso.
Brando toma mi mano y se despide de Marco para luego jalarme hacia el
corredor.
—¿Incómoda? —Pregunta divertido.
—Odio que me vea de esa manera. —Confieso.
—También lo odio por mirarte, pero es el Jefe de todo el dinero. —
Sonríe— Hay que pasar ciertas cosas.
—¿Para qué vino?
—Preguntas mucho, cariño. Ya lo sabes… —Se acerca hacia mí y toca
el collar que llevo puesta— ¿Por qué no vamos adentro y… conversamos un
rato?
—No, Brando. Estoy un poco… indispuesta ahora. Además, no he
olvidado tu preferencia por el idiota de Miller.
—Oh, sigues con eso… —Ríe.
—No me parece gracioso. Ese tipo no es confiable.
—Claro que es confiable, ha aceptado ingresar al negocio. —Sonríe
orgulloso.
—¿Qué? —Me hielo.
—Necesitaba un poco de… incentivo. Falsificará los planos que
necesitamos para engañar al gobierno. El fiscal está de nuestro lado por si
sucede algún imprevisto.
La sangre hierve de nuevo por mi cuerpo. Esto es inaudito, ¿Christopher
y Brando socios? ¡Qué carajos! Está yendo muy lejos, lo único que quiere es
ganarse su confianza para luego hundirlo. Lo sé, ¡Maldito bastardo! .
—¿Qué sucede, cariño? Te pusiste pálida.
—Nada.
—Dulce —Grita Rita mientras corre— El Sr. Vargas está en la sala 2.
Abro mis ojos y la miro con furia, ¡Maldita estúpida! Tenía que decirlo
delante de Brando. Llevo una mano a mi cabeza y respiro pensando muy
rápido, porque sé que va a hacerme preguntas.
—Retírate. —Le digo conteniéndome.
Rita se excusa y se va.
—¿Vargas? —Frunce el ceño.
—Tengo que hacerle algunas preguntas sobre las compensaciones
laborales. Despedí a dos idiotas. —Exhalo lentamente y contengo el aliento.
—Dulce… —Rueda sus ojos— Bueno, cariño, confío en ti. Debo irme,
pero antes quiero contarte que esta noche tendremos una fiesta privada en el
jardín del hotel.
—¿Fiesta privada? —Me aburren sus fiestas privadas.
—Sellaremos una negociación millonaria, cariño. Marco será el nuevo
inversionista de Ensueña. —Tuerce sus labios.
—Pensé que querías mantener este proyecto lejos de…
—No. No me conviene. Cambié de opinión. —Interrumpe.
—No quiero ir. —Soy clara, esas fiestas apestan.
—Debes asistir. Es de suma importancia para todo. —Me mira
fijamente— Sabes de lo que hablo.
Me da un beso en el cachete y sigue su rumbo. Las fiestas de ese tipo no
me agradan. La última vez que asistí a una vi a un hombre llevándose a una
jovencita mesera y nadie hizo nada. Esos tipos toman lo que quieren y listo,
pero sé que de ello depende en gran parte el negocio de Brando así que me
aguanto.
Intento despejar mi mente mientras me dirijo a la sala 2 de reuniones. Al
entrar veo a Vargas revisando su celular… me ve y lo suelta.
—Vargas. —Le doy la mano y me corresponde— Toma asiento.
—Señorita Dulce, en qué puedo ayudarla.
—Hay algo que necesito de ti con la más absoluta discreción. Por mí
tienes un empleo. Si yo no te hubiera dado esta oportunidad no serías nadie,
¿Lo sabes, cierto? —Entrecierro los ojos para estudiarlo.
—Aprecio su confianza, señorita. —Sonríe tímido.
—Rita te enviará un correo esta noche con algunos datos que necesito
tener, pero antes debo saber si… existe algún tipo de lazo nupcial entre un
hombre y yo.
Sus ojos lo dicen todo: está sorprendido. Lo miro con la más completa
frialdad mientras evalúo sus movimientos.
—Sé que es sorprendente —agrego— pero necesito esa información.
Hace algunos años me casé con un infeliz y necesito saber si estoy divorciada
de él realmente.

—Es muy fácil saberlo, señorita. Puedo averiguarlo en unas cuantas


horas.
—Bien. Quiero el informe lo más pronto posible contrastando con la
información que Rita te hará llegar. Verás, en ese tiempo era una chiquilla
inexperta y no presté atención a todos esos formalismos, pero hoy necesito
saber la verdad. — Voy al grano y rostro sigue rojo.
—Está bien, señorita. —Suspira y luego me queda mirando dos
segundos.
—… ¿El Sr. Brando está enterado de esto? —Agrega y le sonrío.
—No. Y no debe saberlo. —Sigo sonriendo.
Silencio.
Su interés sale a flote cuando veo que sus ojos brillan y me enternezco,
¿Realmente este intento de hombre cree que puede chantajearme? Esbozo un
suspiro y espero su ataque para contraatacar. No le daré un solo dólar si eso
es lo que piensa.
—Podríamos tener algún tipo de compensación. —Afirma sonriendo casi
tímido.
—Vargas… —arreglo mi pelo—¿Realmente crees que estás a mi altura?
—Pregunto con certeza— Por cierto, ¿Cómo sigue tu niña? ¿Tiene 2 años? Me
contaron que era muy enfermiza, debes cuidarla mucho… los accidentes
pasan. —Sonrío dando justo en el blanco. Él traga saliva y pronto se centra en
sí mismo manteniendo sus manos temblorosas en sus piernas. — Espero
hayas entendido.
—Lo siento, señorita. Haré lo que usted me diga y mantendré discreción.
—Balbucea.
—Uno nunca debe morder la mano que los alimenta —Digo
levantándome—. Espero todo hoy a más tardar en la madrugada.
—Bien, señorita. —Suspira.
—Eres un buen padre, nunca lo olvides. —Sonrío y salgo de ese lugar.
Sé que Vargas no hablará, quizá deba darle algo de dinero para mantenerlo
incentivado, pero de ninguna manera dejaré que me chantajee. La familia
siempre es una debilidad.
Escucho el sonido de la puerta detrás de mí y me olvido de Vargas para
concentrarme en mi vestuario. Esta noche debo verme más que reluciente para
recibir a una serie de mafiosos. La novia del jefe necesita brillar y es lo que haré
sin duda.
—Dulce, disculpa… no debí decir nada delante del Sr. Brando. —Aparece
Rita tras de mí de nuevo. Mierda, ¿De dónde sale esta estupidita? Ni si quiera
la vi. Camino sin responder, lo que la obliga a seguirme —.Por favor,
discúlpame.
—Regla número uno, niña. Jamás actúes sin que yo te lo diga. Regla
número dos: me debes lealtad. Luego hablaremos de eso, tengo algunas horas
para estar lista para la fiesta de esta noche.
—Lo sé, la fiesta privada. —Sonríe.
—¿Cómo lo sabes?
—Todos lo comentan en los pasillos. El equipo técnico se ha movido
recién, de hecho me preguntaron si habría algún tipo de comida especial para
hoy. La señorita Patricia se está encargando de la coordinación.
—Bien —Suspiro—. Ayuda a Patricia en todo.
Vuelvo a ignorarla y regreso a mi habitación para alistarme. Las horas
pasan volando sin que me de cuenta y por más que intenté tranquilizarme no
pude. La sola idea me aterra, pero debo mantenerme fría, ¿Qué podría pasar
si es cierto? No. —Sacudo mi cabeza— No es cierto. No puede ser cierto.
Ajusto mi Invisible Bra y termino de amarrar la tira de mi vestido de noche.
Estoy lista… La mujer que veo en el espejo me gusta. Llevo un vestido rojo vino
con la espalda descubierta. Sexy o discreto a la vez. El corte no es tan corto ni
largo, sutil para mi gusto. Pero sé que mis piernas serán el toque fino que
amerita esta noche. Mis tacones negros altos, los brillantes en mis oídos y el
maquillaje solo son la mínima expresión de todo lo que llevo dentro.
Es todo o nada.
Esta es mi noche. Debo asegurarme que Brando firme esos papeles. Si
lo hace automáticamente llenará sus bolsillos de millones, más inversión para
Ensueña, beneficio que me corresponde.
Esparzo el perfume por mi cuello y pego mis labios para sellar mi labial.
Mis pestañas solo se alinean con mis ojos haciéndolos más grandes. Finjo una
sonrisa, me creo. Estoy lista para ser la Señora hipocresía. Me encanta jugar a
serlo. Desde hace algunos años no vuelvo a sonreír de verdad. No sé… es
como si la vida se hubiera llevado mis emociones. Un día mamá dijo que era la
pena, o quizá la soledad, pero hoy soy más consciente de todo: Es simplemente
una estrategia.
No sientes, no sufres.
El zumbido de mi móvil vuelve a sacarme de mis pensamientos. Abro el
mensaje y veo el remitente. Mi presión aumenta pero debo enfrentarlo ya.
“Tengo noticias, Señorita Dulce. Estoy recopilando los papeles con toda
la información que me dejó Rita. Se lo haré llegar a la brevedad.”
Vaya… Vargas me ha sorprendido. Lo hizo más rápido de lo que imaginé
y no voy a estresarme más. Hoy no. Dejaré que pase la noche para leer todo,
y luego tomaré una decisión con respecto al patancito.
No puedo tenerlo cerca.
***
Son 11 de la noche y el momento ha llegado. Bajo con cuidado las
escaleras y pronto aparezco en la fiesta. Puedo notar las miradas de los
presentes, pero mi atención ahora se centra en Brando.
El lugar está decorado tal y como lo pedí. Luces pequeñas en los árboles,
un espacio lleno de telas blancas y cálidas. El aroma a incienso se hace
presente, durazno como me gusta. El personal lleva comida de un lado al otro
y los meceros sirven champagne a los invitados. Brando no me quita la vista,
entonces me quedo parada para lanzarle una sonrisa falsa. Y se acerca.
—Admiro profundamente tu buen gusto, cariño. Estás hermosa. —Besa
mi mano.
—Gracias. —Sonrío.
—¿Ves esos tipos de allá? Tienen tierras petroleras. —Habla como una
vieja chismosa, pero aun así lo escucho.
—¿Son inversionistas también? —Pregunto.
—Más que eso, cariño. Marco no te quita la mirada.
—Tengo asco —Digo de inmediato—. Ese tipo es realmente
desagradable. —Es cierto, el viejo no deja de mirarme.
—No debes ser ni tan amable ni tan agria con él. Promételo. —Ordena.
Estoy segura que no tendría consideración conmigo si es que interfiero en sus
planes. Soy su juguete, pero no es idiota.
—Intentaré evitarlo. —Cruzo mis brazos.
—Hay otra cosa que debo pedirte —Se aclara la garganta—. Necesito
que seas más… tolerante con Christopher. —Abro mis ojos como platos,
¿Realmente me está pidiendo esto?
—¿Perdón? —Mi alerta empieza.
—Mira, estuve hablando con él esta tarde y se siente un poco incómodo
con tu falta de tino. No lo quiero de enemigo, ¿Me entiendes? —Suspiro. No
puedo creer que ese idiota haya hecho esto. Lo que quiere es provocarme, solo
eso.
—Ese tipo no me cae, ya te lo dije. —Refunfuño pensando en que el
patancito ha sabido jugar bien sus cartas.
—No te estoy preguntando, te lo estoy exigiendo —Tensa su mandíbula—
. Sé buena chica, cariño. Prometo que solo será por un tiempo. —
Definitivamente Brando no imagina que él solo quiere su cabeza.
Mi rabia aumenta cuando lo veo entrar, ¿Por qué demonios está aquí?
¡Tonta Dulce! Él también es parte de Ensueña —Repito entre dientes. El infeliz
saluda a todos como si fuera última chupada del mango. Coquetea con unas
cuantas mujeres y posa sus ojos en mí… entonces pasa un escalofrío en mi
espalda. Y llueg sonríe como si pudiera leer mis pensamientos.
—Christopher… —Brando abre los brazos y lo aprieta. Ruedo mis ojos y
vuelvo a encontrarme con los suyos.
—Dulce, es un gusto. —Toma mi mano y la besa.
Sus labios en mi piel hacen que saque chispas del aire. Estoy tensa, me
retiro de su toque. Brando me mira enfadado, ¿Cómo es posible que este idiota
esté manipulándolo? Sonrío incómoda y me quedo en silencio mientras ellos
conversan. Es como si todo pasara en cámara lenta. No me quita la mirada,
entonces vuelvo a inquietarme.
—Bueno, debo atender a algunos empresarios. Estoy seguro que mi
querida Dulce te puede hablar un poco más del proyecto. —Brando me mira
como si fuera una advertencia para luego irse y perderse entre la gente.
Joder, solos de nuevo.
—Ese rojo vino te queda perfecto. —Sonríe, no le contesto. Avanzo hasta
el pequeño bar y pido una copa—. Que sean dos. —Agrega Christopher
mientras se acerca a mi cuerpo— ¿Estarás de mi lado? —Susurra despacio en
mi oído y me erizo.
—No. —Contesto intentando evadirlo de nuevo.
—No estoy jugando. —Sus ojos son armas apuntando los míos y pronto
me huelo apretando mi mandíbula al sentir su mano deslizarse por mi cintura
para luego subir lentamente por mi espalda. Mi piel se eriza contemplando
sutilmente el sonido de alerta en silencio. Despliega sus dedos de forma recta
y acaricia mi piel de una forma conocida. ¡Las mil y una mierdas! ¡Lo está
haciendo! Intento concentrarme pero no puedo. Mi boca se hace agua y mi
corazón palpita más fuerte, ¿Qué mierda me está pasando? No puedo
desearlo, simplemente no puedo. Me es negativo hacerlo.
—Lo admito. Son infinitas mis ganas de tenerte a mi lado. —Susurra
cerca.
—No puedo decir lo mismo. —Respondo de inmediato.
—Tus palabras lo dicen, pero tu cuerpo lo niega. Reaccionas como
siempre has reaccionado conmigo, Dulce.
—¿Qué pretendes? —Giro mi cuerpo para encararlo— ¿Qué caiga en tu
juego una vez más? Bravo, estás consiguiendo ser amigo de Brando pero te
advierto que no durará mucho. Cuando él sepa tus intenciones va a matarte.
Pisaré tu cabeza con mucho gusto.
—Solo estoy asegurando mis pasos, Dulce. Si sabes lo que te conviene
debes estar de mi lado.
—No. —Soy firme y me mira.
—Me pregunto qué ropa interior estás utilizando… Quizá ese encaje
negro que me encanta.
Suspiro tensa, maldita sea.
—Patán.
Me dispongo a irme pero él toma mi mano.
—Vamos a bailar, necesito hablar contigo.
En dos pasos me avienta a la pista de baile sin dejarme opción. Mi mente
se nubla, miro a Brando a lo lejos y puedo observar su sonrisa. ¿Está a gusto
con esto? Si supiera quién es el hombre al que está dándole tanta confianza
no diría lo mismo. Christopher me aprieta sutilmente alejándome de la multitud.
El suave sonido del piano y su olor vuelven a embriagarme, no lo soporto.
Necesito despegarme.
—Soy bueno. Esta vez no pedí Summertime. —Sonríe.
—Hijo de puta. —Lo insulto mientras sonrío falsamente.
—¿Así te portas con tu marido?
—¡No soy tu mujer! —Respondo susurrando
—Lo eres. —Me aprieta.
—No pienso ser parte de tu sucio juego.
—No tendrás otra opción, Dulce. He regresado para hacer justicia.
—¿Justicia? ¡No me interesa tu justicia!
—Brando nos está mirando. Sé buena conmigo.
—Maldito cerdo, ¿Vas a firmar estos papeles realmente?
—Puede que sí. Quizá invente una excusa y te eche la culpa, sería
divertido. —Gruñe.
—No te atrevas —Respondo—. Te odio tanto…. —Le digo mirándolo a
los ojos— Solo sabes lastimar.
Se para en medio de la pista y de pronto deja de bailar, ¿Por qué le dije
eso? Ni yo misma me entiendo. Hay un mundo de emociones entre nosotros.
Sus ojos son un nudo de oscuridad y por alguna estúpida razón siento que voy
a desarmarme. Soy capaz de matarlo, lo juro. Mi alma se revuelve por dentro
intentando bloquear todo sentimiento de costumbre por él, pero hay mucha
confusión en mi vida ahora. No, no quiero ser su esposa. Significaría poner en
riesgo todo lo que he logrado hasta ahora.
Sin mirar atrás termino por despegarme de todos para luego disponerme
a ir a mi habitación e intentar descansar un rato. Ese imbécil me arruinó la
fiesta. Estoy aturdida, estresada, cansada… ¡Se puede ir a la mierda todo
mundo!
—Señorita Dulce, le dejaron este sobre. —Dice una recepcionista cuando
me ve.
Lo tomo entre mis manos y cambio de planes, doy media vuelta hacia mi
oficina porque necesito privacidad, así que abro el sobre mientras camino. Voy
a acabar con esto ahora mismo y sabré la verdad.
Cuando cierro la puerta puedo ver por la ventana que la fiesta sigue su
rumbo. Todos ignoran lo que me sucede y así debe quedar. Mis manos sudan
de la tensión y sea lo que sea voy a abrir el sobre ahora.
Acta de divorcio, México 2012
Documento: Inválido.
Mi alma se congela, ¿Qué quiere decir con inválido? La boca se me seca
y tengo que sentarme para no caer del impacto. Tomo mi celular y veo un
mensaje de Vargas, ¿Qué demonios sucede? No aguanto más y lo escucho:
Señorita Dulce, he hecho una investigación exhaustiva del caso
contrastando los papeles que me brindó Rita. Efectivamente usted sigue
casada con el Sr. Miller. Al parecer el acta que usted firmó fue inválida. El juez
que firmó el divorcio no ejercía en ese entonces el cargo. Usted sigue siendo
la Señora Miller. En el sobre están todos los papeles que lo acreditan. Lo siento.
La llamaré mañana para hacer una demanda.
No necesito escuchar más porque suelto mi celular al instante. Mis puños
se contraen y pronto tiro los malditos papeles al suelo.
¡Maldita sea!
Tomo una copa de alcohol y vuelvo a tirarla. ¿Cómo es posible? Mi mente
empieza a pensar y pronto los recuerdos invaden mi cabeza. Era solo una
chiquilla de 21 años despechada y llena de dolor. Él había mandado la
demanda y por orgullo fui al juzgado para firmarla. No había más que ese
maldito juez, mierda… ¡Me engañaron de la peor forma! Mi corazón no deja de
contraerse, esto arruina totalmente mis planes.
Soy suya religiosa y civilmente, ¿Cómo podré casarme con Brando si sigo
siendo la mujer de Miller?
¡Mil veces mierda! ¡Maldita sea!
Doy un golpe con la palma de mis manos en el escritorio y hundo mi
cabeza entre mis brazos. Estoy a punto de conseguirlo. He luchado tanto…
tanto. Cinco malditos años de agonía no fueron suficientes. Maldita sea, mil
veces maldita sea. Necesito encontrar una solución, pero juro que voy a cortarle
las bolas a ese imbécil, ¿Cómo pudo engañarme? ¿Cómo pudo ser capaz?
Respiro profundo y siento que la puerta se abre.
Es él.
Lo miro con furia mientras lo veo examinando el lugar: Papeles en el
suelo, una copa rota, el acta de divorcio inválida sobre sus pies y todavía tiene
el cinismo de sonreír.
—Entonces ya lo sabes. —Contiene la risa.
—Eres un maldito malnacido —Me arrastro hacia él y lo golpeo sin éxito.
Toma mis muñecas y me obliga a mirarlo.
—No es momento de reclamos, Dulce. Vine aquí con un solo propósito.
—Si yo me hundo te hundes, ¿Lo entiendes? Le diré toda la verdad a
Brando y te correrá como la basura que eres. Haré una demanda por engaño y
me divorciaré de ti como sea. —Amenazo sin pensar.
—¿Y crees que él te aceptará después de todo? Piensa un poco, eres
una mujer inteligente. No nos conviene a ninguno de los dos que se sepa esta
verdad. Ayúdame a destruirlo. —Es claro y directo.
—¿Y yo qué gano? —Mis ojos se centran en los suyos y puedo ver un
terrible fuego nacer.
—Dinero. —Me suelta.
—¿Qué dices? —Me desconcierta.
—¿Eso es lo que quieres, no? Hundes a Brando, te quedas con todo. —
No emite emoción.
—¿Piensas que voy a creerte?
—No tienes de otra. Necesito información sobre él: cuentas, movimientos,
negocios. Quiénes son sus socios, cuánto dinero invierte por proyecto. Todo,
absolutamente todo de él. Tú eres la única que puede hacerlo. A cambio
pondremos las cuentas a tu nombre, las que quieras, sin necesidad de un
matrimonio con ese vejete.
—¿Crees que va a firmar sin que sea su esposa? —Le digo bruscamente.
—Lo hará, confía en mí.
El silencio vuelve de nuevo y pronto camino pensando por toda la sala.
La ventana está entre abierta, puedo ver a Brando a lo lejos. Tiene mil mujeres
a su alrededor, y también a esos mafiosos cerca. Miro a Christopher de reojo,
claramente no confío en él pero debo ser inteligente
Jugar su juego es lo único que me queda.
—Bien. Negociemos. Quiero mi libertad. —Espeto sin mirarlo. Se toma
algunos segundos en responder.
—Bien. Te daré el divorcio después de su cabeza. ¿Cuál es tu decisión?
—Me has acorralado a tal punto de no dejarme opción. Voy a hacerlo. —
Suspiro con mil emociones dentro.
—Perfecto —Hace una pausa—. También quiero algo más. —Dice de
inmediato y volteo.
Me mira intensamente y se acerca peligrosamente hacia mí. Su piel
excreta sudor y sus labios se hinchan cuando ven mis pupilas. Mi garganta se
seca, ¿Cómo demonios lo hace? Odio tanto su ser pero a la vez me envenena.
—¿Qué? —Respondo.
—Una noche en tu cama.
5. Peligro
Christopher

“Me siento como en casa” -solo dije. Y hablaba de ti . D

Su mirada se enciende como el fuego cuando lanzo mi propuesta. Intenta


mantenerse fría, pero sé que le afecta de alguna manera porque aún me desea.
Sus ojos se clavan en mi rostro sin dejar de mirarme, entonces mi garganta
aruña su nombre creando en mí un maldito infierno por dentro. Toso para
liberarme, ella solo sigue observando cada uno de mis movimientos. Tenerla
tan cerca me abruma, porque sé que está calculando mis debilidades, pero a
la vez me prende de una manera inexplicable… No, no puedo con ella. Es una
gata asesina cuando posa sus pupilas sobre mí, una fiera indomable que me
quema y aún duele. Es otra: Huraña. Maldita. Distinta. No hay esa rojez en sus
mejillas ni dulzura en su mirada y quizá es mi culpa. Enteramente mi culpa.
Levanta su mentón ladeando su cabeza, entre abre sus labios para decir
algo pero se arrepiente porque sé que lo está pensando… calculando,
midiendo. Es una chica inteligente, siempre lo supe, pero ahora más que nunca.
Su inhumanidad me envenena y a la vez me llama. Ya no es mi Bonita,
mi chica buena. Aquella mujer que a pesar de no saber cocinar, lo intentaba.
Aquella doncella que me esperaba con una sonrisa cuando llegaba del trabajo.
Esa misma niña que un día fue mía por primera vez en una playa…
Simplemente se ha esfumado, no existe, murió. Y quizá el dolor la haya vuelto
de esa manera. La decepción, el miedo, soledad, pero todo esto ha sido una
injusticia del destino. Algo que aclararé con ella en su momento.
—Nunca pensé que estuvieras tan… necesitado. —Sonríe mirándome
con lástima. Ah… Bonita, sé que también lo deseas pero jugaremos un rato.
—Digamos que… estoy un poco obsesionado. —Tuerzo mis labios
coqueteándole, acercándome más y más suavemente.
—¿Conmigo? —Se aleja con tensión.
—No pude dormir desde que te vi desnuda. —Paso saliva y ahogo en mi
garganta un gemido. Joder, la necesito. Sus ojos se prenden junto a los míos y
no podemos evitar esta increíble atracción naciendo en nosotros de nuevo. Su
respiración es corta, nos perdemos en el infierno. Puedo ver sus mejillas
ardiendo. Si no para voy a lanzarme encima.
—No hay mujer como yo, Miller… pero esto es totalmente injusto. Yo
merezco mi libertad sin pedir nada a cambio. Tú me engañaste, creaste toda
esa farsa y aún sigo sin entender cuál fue la razón. Dijiste que no me querías
más en tu vida, ¿Por qué planear un falso divorcio?
Mierda. Mi sonrisa se borra porque es muy pronto. No puedo decírselo
ahora aunque tenga ganas de hacerlo.
Suspiro pasando mi mano por la cabeza. Me doy un segundo y la miro de
nuevo. Sus ojos chispan de curiosidad y me extraña verla tan… quieta. Ella ya
no es emocional y eso hace que un cuchillo atraviese mi interior.
Definitivamente no es la misma.
—Sin preguntas, Dulce. Por ahora no. —Respondo totalmente serio.
—Dijiste que querías hablar. Bien, te escucho. —Cruza sus brazos
dispuesta a escuchar. Esta es la oportunidad más grande que tengo con ella,
pero debe esperar.
—No, Dulce. Ahora no. —Vuelvo a repetirle. Simplemente no debo soltar
más información de la que debo. No hasta recuperar su confianza.
Un silencio invade el lugar, ella solo me mira… yo la sigo mirando y podría
perderme en sus ojos años enteros.
—Pues si no hablas… no hay trato. —Se mueve con dirección a la puerta
—Dulce —lamo mi labio—. Por favor, esto es serio —La detengo posando
mis manos en sus brazos—. Prometo contarte todo más adelante.
—¿Cómo quieres que haga algo sin saber a qué me estoy metiendo? —
Se zafa y exalta.
—Confía en mí. —Alzo la voz.
—¿Podría confiar en el hombre que se largó de mi vida sin explicaciones?
Se tensa… lo ha dicho. Es eso. Siempre fue eso. Y me siento un maldito
infeliz cuando la miro. Joder, mierda. Si supieras Dulce… Solo si supieras, pero
no puedo. No puedo.
—Tienes razón —Suspiro—. No tienes motivos, pero esto es simple y
sencillo: Si quieres seguir con tus planes debes ayudarme a hundir a Brando.
Y si quieres tu libertad…
—Maldito idiota. —Me empuja y se va.
¡Mierda!
Doy un golpe contra la pared haciendo que un cuadro caiga. Lo levanto y
sin querer leo su nombre… Honor en Marketing. Tiene un certificado con
honores porque es brillante en todo lo que hace. Desde que la conocí siempre
fue así: Una chica valiente, decidida, ambiciosa con sus estudios. Y lo ha
logrado.
Solía contarme sus sueños bajo 7 estrellas en la playa. Amábamos estar
en ese lugar solos y en silencio, simplemente conversando de todo y de nada.
Me enamoré como un maldito estúpido cuando la ví mirando el horizonte. Su
vestido azul la hacía una doncella frágil, fuerte y a la vez hermosa. “Lo siento”
—Le dije cuando fingí tropezarme con ella. Sus ojos hábiles se dieron cuenta
que todo había sido un plan, pero me siguió el juego.
Era de una familia nuclear totalmente cerrada. Batallé mucho para que su
padre me diera permiso de ser su enamoradito de novela. Le juré a su madre
que siempre la respetaría… estúpida mentira. Le falté al respeto apenas pude
hacerlo porque simplemente no me aguantaba. Éramos un volcán de fuegos
juntos. Cogíamos a escondidas de sus padres y eso me excitaba. Mientras su
hermana menor dormía nos encerrábamos en su baño… ¡Qué cosas no hemos
hecho!
Ella siempre fue mi punto aparte. Con ella nunca hubo comas, solo
renglones llenos del más puro sentimiento. Acepto que al principio quise solo
una aventura, como cualquier chiquillo en celo, pero pronto se volvió parte de
mi vida. Apenas tuve la mayoría de edad convencí a mi madre para pedir su
mano… y contra todos logramos casarnos.
Dos idiotas adolescentes siguiendo un puto sueño.
Tantos recuerdos pasan por mi mente, pero sí… Ella ya no es la mujer
que un día conocí y de la cual me enamoré como un tonto. Ahora es distinta,
extraña, con la misma sexualidad de siempre pero superada. Ya no se
avergüenza de su hermoso cuerpo, muestra lo que es más bello. Es fuerte,
decidida, mala. Una víbora arrastrándose y que muerde en cualquier momento
y me encanta. Siempre me ha encantado verla en sus mejores versiones, pero
también me abruma saber que puede no volver a quererme. Es otra. Se
relacionó con muchos hombres indecentes y, aunque me cueste aceptarlo, los
utilizó para llegar hasta donde está ahora. Mi lado más frágil salió cuando recibí
sus fotografías, ¿Qué hicieron con mi esposa? —Me lo pregunté mil veces—
La respuesta fue mi nombre y el abandono, aunque mi única finalidad siempre
fue protegerla.
—Sr. Miller… —Escucho el sonido de la puerta.
—Hola. —Respiro mirando a su asistente— ¿Cuál es tu nombre?
—Ri…Rita —Sonríe.
—Mucho gusto Rita —Le doy la mano— Estaba hablando con Dulce pero
tuvimos un pequeño altercado y mira… —Digo, justificándome. Sé cómo es
ella, la chica va a creerme.
—Sí, mi jefa es… un poco explosiva. —Sus mejillas se sonrojan.
—Lo es. Por más intentos que hago creo que no le caigo bien.
—Pero si usted es el hombre más bueno del mundo… —empiezo a
estresarme. Me mira a los ojos sonriendo. Mierda, ahora no.
—Gracias por el cumplido. Me retiro ahora, buenas noches.
Zafo lo más rápido posible. Sé que Dulce la trata mal ,y eso es un punto
a mi favor porque utilizaré a la chica cuando me convenga, pero no pretendo
relacionarme mucho con ella.
Pasan algunos minutos mientras mis pies se arrastran por el pasillo hasta
su suite. No puedo despegarme de ella aunque esté molesta. Han pasado cinco
años observándola a lo lejos y hoy, que por fin estoy frente a sus ojos, algo más
me impide ser feliz con ella. Toco suavemente la manija de su puerta, no sin
antes mirar a mis alrededores, y… no me atrevo. Una sensación agridulce
florece en mi garganta, ¿Debería estar haciendo esto?
Miller, esto no es un juego. —Las palabras del jefe retumban ahora
sabiendo que debo aprender a contenerme. La deseo con toda mi estúpida
existencia. Y no, no debería estar haciendo esto pero quizá sea la última vez
que suceda.
—¿Busca algo, señor? —Dice una mucama con sábanas en las manos.
—Eh… olvidé mi habitación. —Solo digo mientras su rostro parece
confundido.
—Puede ir a recepción, si gusta lo llevo.
Joder.
—Bien. Gracias.
Me siento un estúpido haciendo este teatro, pero nada debe salir de
control. No sé si llegue a más con ella, aunque lo que sí es seguro es una cosa:
Hundiré al mal nacido de Brando, cobraré todo el dolor que causó y saldaré mis
cuentas con el Gobierno Mexicano, así muera en el intento.
***
La mañana es perfecta para mí, sobre todo después de un relajante baño.
Hoy tengo que finiquitar algunos papeles con mi equipo y luego armar la gran
farsa del año con Hilton. Me pregunto qué estará haciendo mi chica ahora, ¿Lo
estará pensando? Realmente estoy ansioso, pero sé que aceptará así sea lo
último que haga.
—¿Cómo vas? —Escucho a Aldo en el teléfono.
—Trabajando en ello. —Me reporto.
—Bien. La licencia de autorización para la construcción está totalmente
aprobada. Sabes lo que debes hacer.
—Lo sé. —Contesto de inmediato— Pero Dulce es un problema.
—¡Ya te dije que tienes que sacarla del camino! —Grita— O se une a
nosotros o la desapareces, ¿Me entiendes, cierto?
—Entiendo. —Contengo mis ganas de mandarlo a la mierda porque no
debe sospechar que Dulce me importa más de lo que piensan.
—Infórmame de todo. Los documentos que me pediste están en camino.
Te llamo luego.
Corta, saco el chip del teléfono y lo tiro al baño. Maldita sea, tengo poco
tiempo. Necesito convencerla y unirla a mi bando antes que ellos intenten
lastimarla.
***
Pasan horas hasta que nos reunimos en la sala de conferencias. Ella está
ahí reluciente y hermosa como siempre. Su perfume me invade apenas cruzo
la puerta. La miro concentrada en sus papeles pero sé que ha notado mi
llegada.
—Buenos días, Dulce. —Sonrío admirando su rostro esculpido. Ella me
ignora y sigue mirando sus documentos— Ignórame y hoy mismo Brando
tendrá nuestra acta de matrimonio.
—¿Qué quieres? —Voltea agresiva hablando bajito.
—Ya sabes lo que quiero. —La presiono.
—Buenos días. —Brando entra con algunos hombres más y me
concentro en él.
—Hola, cariño. —Dulce actúa como siempre y le da un beso en la boca.
La sangre hierve en mí de una manera asesina, hago un puño y pronto me
controlo. La forma en la que lo mira me genera ansiedad, ¿Qué carajos le vio
a ese vejete?
—Estás muy guapa hoy, ese vestido te viene bien. —Sonríe— Buenos
días a todos, empezaremos con la reunión. —Todos se sientan y no puedo
evitar las ganas de mirarla más de lo debido, por lo que no me detengo.
—Estudiamos los impactos y podemos retraer al pueblo de Cancún si es
que soltamos dinero en sus comunidades. La idea está pactada con las
regiones, solo falta tu autorización Brando. —Dice uno de los ejecutivos.
—Me parece excelente la idea. Necesito que vean el terreno de una
buena vez, así que les pediré que viajen a Cancún lo antes posible. —Brando
agrega.
—Mis socios y yo estamos ocupados en el proyecto de Europa,
conjuntamente con Dulce. —Responde otro socio.
—Nos hemos dividido el trabajo entre Roma, Berlín y… Francia. —Dice
Dulce un poco estresada.
—¿Quién se encarga de Paris?
—Yo. —Contesta Alejandro, otro inversionista.
—Bien, quiero que veas desde ahora Paris tú, cariño.
Suspiro congelándome y puedo ver sus manos apretar el lápiz con
determinación. No levanta la mirada, solo exhala. Mi corazón galopea con
fuerza y sé que ella siente lo mismo… pero se da valor.
—No. Paris no. —Responde seca. Paris… nuestro Paris.
—¿Por qué no?
—No quiero. —Contesta.
Brando se incomoda, los accionistas se tensan.
—Cariño… —Murmura—. Aquí haces lo que quiero, ¿Lo entiendes,
cierto? Se que odias Paris pero eres mi mejor arma y necesito que vayas a
verificar el proyecto.
—Tengo Cancún. —Se excusa.
—Pues ahora verás Paris y Cancún y punto. Tienes tiempo para superar
tus estúpidos traumas —dice sin piedad— ¿Qué mujer no quiere ir a Paris? No
me decepciones.
Sus estúpidos traumas…. —La voz del mal nacido retumba en mi interior.
Si supieras, desgraciado. Solo yo sé por qué no ha pisado ese lugar en todos
estos años.
—Bien. —Dice entre dientes— Como digas.
Muerde su lengua intentando parecer normal pero sé que está furiosa. A
la nueva y antigua Dulce jamás le gustó ser humillada, odiaba el machismo y
poder masculino, realmente está luchando contra ello y es mi oportunidad. El
vejete sigue hablando, entonces la veo echar humo de rato en rato. Escribe
tonterías en el papel, como si asi pudiera despejar su mente. Es muy buena
haciéndolo… engañando a todos, pero solo yo sé que no lo hace.
Tomo mi mano y la llevo por debajo de la mesa lentamente. Me la estoy
jugando, lo sé… pero no puedo desaprovechar mi momento. Junto mis dedos
y, sin dejar de mirar a Brando, rozo su pierna desnuda. Ella se tensa, abre los
ojos pero no dice nada. Resbalo mis dedos hacia arriba descubriendo su piel
caliente entre mis dedos. Es suave, amena… y corre con facilidad, por lo que
meto mi mano en el hueco de sus piernas, subo por sus muslos y me topo con
una piel erizada.
Le gusta, lo sé.
Topo su fina ropa interior y deseo con todas mis fuerzas arrancarla. Ella
esboza un suspiro y tose de inmediato para luego bajar su mano rápidamente
y alejar la mia de su cuerpo pero no la dejo. Entrelazo mis dedos con los suyos
y siento que la vida no puede ser más dulce ahora…
Hacía mucho tiempo que no lo hago…
Voltea su rostro como fiera, intenta zafarse de mi mano pero no puede,
así que disimula de nuevo. Acaricio lentamente su mano debajo de la mesa.
Por Dios, es tan suave… tan pequeña. Mi bonita ha regresado por un segundo
y mil cuchillos atraviesan mi garganta haciendo que me pese respirar.
—Disculpen. —Es notoria su voz— Debo retirarme, tengo una entrevista
con los nuevos empleados de cocina.
Se levanta de inmediato obligándome a soltar su mano. Su rostro pesa,
Brando la mira pero sé que piensa que está enojada. Mujeres… son tan
predecibles a veces. Aclaro mi voz y capto la atención del malnacido para
distraerlo. No quiero que vaya tras ella, quiero seriamente que se mantengan
enojados…
No soporto sus dedos encima de mi mujer
No soporto sus ojos llenos de deseo.
Si pudiera arrancarle el pene lo haría ahora mismo para que jamás pueda
tocarla
Le sonrío con la más cordial naturaleza y pongo toda su atención en los
documentos que le he traído.
—Lo conseguimos, Brando. Tenemos la autorización. El gobierno no
podrá retractarse ni aunque patalee. Las tierras son nuestras.
Brando se levanta y estira sus brazos. Lleva una oscura emoción dentro:
Dinero. Me abraza fuerte y solo deseo sacar un cuchillo para degollarlo.
Calma, Christopher —Me digo— Tiempo al tiempo. La venganza es un
plato que se come frio.
Los ejecutivos y accionistas me felicitan. Todos son unos malditos
mafiosos y sonrío con naturalidad para esconder mi rabia. Los mataría a todos.
—Deseo invitarte a almorzar para ajustar detalles. —Dice Brando.
—Bien.
Todo con tal de mantenerlo alejado de ella.
Entramos en una especie de lujo privado del hotel. Pedimos la carta y
solo deseo pasta italiana. Mis manos fingen tomar los tenedores pero solo
anhelo hundir mi pistola entre sus ojos. Es un maldito cerdo.
La familia Hilton siempre fue considerada millonaria, pero hay una historia
negra tras ello. Mataron a muchos inocentes, se aprovecharon del trabajo de
los pobres y hicieron pactos con narcotraficantes de todo el mundo.
Humberto A. Hilton fue la cabeza de todo, heredando la dinastía a sus
hijos y nietos. Brando es el único heredero ahora, ha eliminado gente desde su
adolescencia aprovechándose de los más débiles. Tiene dos hijos y todo el
mundo piensa que es soltero. Uno legalmente reconocido y el otro olvidado. El
hijo de perra ha cometido los actos más crueles, desde que supe de él mi mente
no lo ha quitado de vista… y juro que voy a derrotarlo.
Por mí, por los inocentes, por Ella.
—Y cuéntame de ti, Christopher… ¿Hay alguna mujer en tu vida? —Toma
la copa de vino y bebe un sorbo.
—Mi esposa, claro está. —Sonrío maldiciendo su nombre.
—¿Eres casado entonces? —Pregunta sínicamente, sé que me ha
investigado. Aldo ha cambiado todo mi historial, así que estoy protegido.
—Lo soy, pero mi esposa y yo no tenemos una buena relación… Quizá
nos divorciemos pronto.
—Si te dijera que lo siento por eso estaría siendo hipócrita —Ríe— Las
mujeres solo sirven para hundirse en ellas, estar casado es una sencilla
estupidez.
—Amé mucho a mi esposa. —Digo sincero— Pero ella es irritante. Vive
en Brasil, muy lejos de este lugar. Nos dimos un tiempo así que por eso estoy
aquí.
—Y supongo que ibas de vez en cuando a Brasil a verla… —Me mira
cauteloso. Mierda, lo olvidé totalmente. No tengo registros de vuelos, pero debo
mantener mi calma.
—Ella solía venir. —Respondo sonriendo.
—Yo tuve una mujer que solo me sirvió para darme un heredero, era lo
único que quería. El niño aún es pequeño, así que no me preocupo por
enseñarle todo lo concerniente a mi negocio. —Cambia de tema olvidando mi
caso.
—¿Y Dulce? —Pregunto.
—La quiero en mi cama y punto. Es una chica hermosa… pero
simplemente no puedo con ella. Me saca de mis casillas, me prende, me arde…
—Sonríe— Quizá se convierta en mi mujer pronto, no mi esposa pero sí mi
mujer.
¡Tal y como lo imaginaba! El hijo de puta solo está utilizándola.
—Me imagino. —Bebo vino.
—Hasta ahora no la he tenido en mi cama —Ríe— Nunca nadie se me
escapó, definitivamente es una mujer espectacular.
Mi pecho se infla al instante. No dejaré que la toques, idiota.
—Debes tener mujeres de sobra, la Señorita Dulce es simplemente una
excepción.
—Lo es… ¿Y tú? ¿Cómo vas con ella? Tuviste un altercado.
Mi mente se congela, ¿Cómo lo sabe? Las cámaras, idiota —Me digo—
O quizá algún miembro de su equipo nos vio. Pongo mi cara seria y respondo:
—La Señorita Dulce es un poco… especial. Creo que no le agrado.
—Tranquilo, aprenderá a trabajar contigo. Eres un buen aliado.
—Eso espero.
Sonrío y seguimos conversando. El botón de mi grabadora está alerta…
y pronto la apago sin que nadie se de cuenta. Los audios están siendo espiados
por Aldo y su equipo, pero quizá deba guardarlos para mi propio beneficio.
Después de beber unas cuantas copas más me retiro sintiéndome
afectado por el alcohol. Brando se burla de mí por mi incapacidad y finjo
normalidad mientras me retiro.
Idiota, todo es un maldito plan para debilitarte.
Cuando un hombre ve a otro hombre siendo más débil se infla, se siente
poderoso y lo hace insignificante. Es lo que quiero, que me vea como
insignificante. Necesito su confianza para poder acercarse a sus negocios y
sobre todo a mi bonita pronto.
La tarde cae de manera apresurada y solo me dedico a estudiar los
movimientos de sus empleados. La recepción alerta atendiendo nuevos
clientes, los camareros en su lugar. Todo es un completo orden en el Hilton
gracias a la acción y trabajo de mi chica.
La veo cruzar a lo lejos con el rostro duro. Quien iba a creerlo… Jamás
ha sido así en su vida, hoy veo a otra mujer.
Los empleados la miran con admiración y deseo. Trae un vestido
hermoso que deja entre ver sus lindas piernas y el brote de sus senos. Está
peinada a la perfección y luce totalmente impecable. Su mirada es fría como el
hielo, todos tiemblan ante ella y eso me encanta de alguna manera.
Me siento en el sofá y disfruto del espectáculo: Ella llamándole la atención
al personal de limpieza porque dejaron caer un pedazo de bocadillo. Es
implacable y buena en lo que hace, desde que la conocí pude saber que ese
amor por la hotelería la llevaría lejos. Nuestro plan siempre fue contruir hoteles
por todo el país, pero nunca se dio. Solo pude construir una casa de madera a
orillas de un viejo bosque con vista al lago, casa que vendió cuando nos
separamos.
Al terminar con su personal dirige su mirada sin querer hacia mí. Me mira
con furia y yo solo le sonrío, da media vuelta y camina con mayor velocidad
entonces la sigo. Finjo normalidad al pasar por las cámaras, miro mi reloj y voy
de prisa persiguiéndola. Necesito una respuesta lo más pronto posible.
Entra al ascensor y presiona el botón, pero pongo mi mano para
detenerla. Entro de inmediato saludando a los presentes, unos turistas chinos
que al parecer no entienden español y no dejo de mirarla. La tensión se hace
más grande cuando observo sus labios húmedos, muerde su labio sin que se
de cuenta. Mi garganta se agrieta al sentir su cuerpo reaccionando al mio.
Puedo ver sus pezones entre la fina tela de su vestido… ¡Joder! Está usando
un brassiere de encaje y recién caigo en cuenta. Mi mente solo se enfoca en la
cantidad de hombres que pueden haberlo notado antes que yo y pronto me
erizo de solo pensarlo.
Lo ha hecho por y para mí….
Trago saliva y miro se reojo su rostro tenso. La sed de ella aumenta, pero
intento controlarme. Ahora no, Miller… Ahora no —Me repito de inmediato. Mi
corazón se acelera al sentir que infla el pecho para respirar y que yo puedo
estar saboreando sus senos.
Joder.
Los chinos se bajan en el piso 0 del estacionamiento con sus respectivas
maletas, entonces mi cordura se va al demonio. Al cerrarse el ascensor trabo
la puerta poniendo mi brazo apoyado en la pared interna. La miro, me mira. Sus
labios se hinchan de inmediato, pero me esquiva.
—¿Qué demonios te pasa? —Contesta rápido y abre la puerta del
ascensor aún estando en el estacionamiento.
—Necesito una respuesta —Le digo ahogándome por dentro.
Camina rápido de nuevo, sé que irá por las escaleras. Mi mente se nubla
y una extraña fuerza me invade. Me desespero al verla irse ¡Maldita terca! Y
sin pensarlo más la tomo del brazo y la arrastro a la fuerza hacia un viejo
almacén lleno de implementos. Jadea al sentir mi toque y pronto la enfrento
pegándome a ella.
—Déjame en paz —Ahoga un sonido. Sus senos erectos, sus piernas
perfectas, su olor embriaga mis sentidos. Me empuja sin éxito y solo tomo sus
brazos para hacerle saber que yo mando. La fiera se rebela y sube su pierna
rozando mi miembro. Sonrío al darme cuenta de su juego, sé que quiere
golpearme pero no la dejo. — ¡Ah! —Grita.
Me rasguña en los brazos logrando zafarse, pero mi cuerpo no le permite
escapar así que la empujo hacia un viejo callejón alterno. Se mueve de
inmediato y pronto la arrincono con brutalidad golpeando suavemente su
cabeza contra la pared. Ella jadea de nuevo y solo descubro en sus ojos
perfecto deseo, entonces la beso, lo hago con fuerza. Sus labios son tóxicos
en mi boca, intenta zafarse de nuevo pero empujo mi lengua entre sus dientes.
Gime de inmediato, sé que me desea. Me desea como yo a ella.
6. Aunque duela
Dulce

“La herida sana… pero uno ya no es el mismo”

El sabor de sus labios hace que me incendie con solo saborearlos. Sabe
a fresas en mi boca, las mismas que no he podido ver desde que se fue. Su
lengua es un torbellino de emociones: recorre el arco de mi boca para luego
unirla con la mía. Mientras me acorrala con su cuerpo sus manos exploran mis
piernas.
Mierda.
Una conocida sensación de humedad se hace sentir entre mis piernas y
jadeo cuando siento uno de sus dedos entre mis muslos… ¡Como he querido
esos dedos desde hace mucho tiempo! Hoy en la mañana me puso en aprietos,
pero ahora no puedo contenerme.
—Quiero todo de ti, ¿Lo entiendes? —Se separa se mí y me parece casi
un insulto. Mis labios hinchados revelan el deseo que corre por mi cuerpo. Me
mira, sonríe, chupa su labio inferior y vuelvo a ser prisionera de su boca. Toma
su mano derecha y toca mi trasero mientras que su mano izquierda se hunde
en mi ropa interior.
Joder.
Todo en mí se prende en ese preciso instante. Explora con sus dedos
toda mi amplitud y pronto introduce sus dedos en la fina capa de mi encaje…
Se separa de mí bruscamente, pega su nariz a la mía y me mira buscando
respuestas.
—Me gustas, Dulce. Mucho. Muchísimo. Sé mía de nuevo. —Ahoga un
grito en su garganta y se contiene.
Con un suave roce toca mi interior y grito, entonces me calla con un beso.
Jadea en mi interior y su aliento me parece perverso, me gusta. Lo muerdo al
instante, he querido malditamente hacerlo desde hace días… Mi corazón
palpita fuerte, mi cuerpo se engarrota al sentir su toque. Fóllame, Miller….
Cógeme como quieras —Solo pienso. Y me mareo con toda una ola llena de
sentimientos. Aruña mi nombre y me despeina en su increíble necesidad por
tenerme segura. Toma mi cabeza y sigue besándome.

Joder, no más besos… solo quiero sexo, pero creo que no lo entiende,
entonces se engarrota mirándome serio.

—Arréglate —Dice casi con dolor sacando su mano de mis piernas.


Mierda, escucho unos pasos… No, no, maldita sea.
Lo empujo como puedo y mi adrenalina sube, ¿Quién diablos es ahora?
Me peino y bajo el vestido sintiendo que me ahogo, respiro profundo y veo de
reojo a alguien pasar. Cuando me doy cuenta él me ha jalado para el otro lado.
—No hagas ruido. —Ordena.
—No soy idiota. —Respondo jodidamente molesta, odio que me ordene.
—¿Entonces qué eres?
—Tu jefa. —Respondo.
—Mi Dulce jefa… —Bromea irónico con mi nombre susurrando.
—Para ti no soy Dulce, ¿De acuerdo?
—Está bien… Amarga. Debiste llamarte así. —Voy a responderle con
rabia pero unos pasos me lo impiden… ¡Mierda!
Entre veo más hombres llevando ropa de cama, toallas y algunos otros
implementos del hotel. Distingo algunos empleados conocidos, y puedo
observar que quizá son más de lo que imaginé.
—Oye José, ¿Dónde pusieron las toallas de mano? —Pregunta.
—En el almacén de allá, hermano. —Habla en un tonito extraño. Miro al
hombre voltear y caminar hacia nosotros. Christopher me pone contra la pared
y cambiamos de posición, el tipo entra sin sospechar nada.
Mi corazón late con más velocidad y puedo sentir el suyo de igual forma,
pero intento mantenerme tranquila.
Pasan segundos, quizá minutos y pronto los hombres se van. El calor
aumenta, no hay aire acondicionado en la zona, y pronto me siento sofocada.
Me separo de Christopher cuando veo que ya no hay peligro… odio estar de
esa forma con él, entonces toma mi brazo con fuerza obligándome a mirarlo.
—No hemos terminado. —Sonríe.
Lo miro levantando una ceja y doy media vuelta. No sé qué decirle, no
puedo dejar que me vea débil en ese sentido, entonces opto por callar. Es mi
mejor arma ahora. Camino sin mirar atrás y me pierdo en el pasillo para luego
llegar a mi habitación y tirarme en la cama.
Maldita seas de nuevo, Christopher.
Me quedo suspendida en el tiempo con rabia. Sí, estoy enojada…
enojada conmigo misma por no haberme contenido. Es experto en seducción
por lo que veo, ¿Entonces cómo dejé que me tocara? Llevo mi mano a la
cabeza ¡Qué mierda hice! Ahora va a tener más motivos para chantajearme.
Intento calmarme, cierro mis ojos y ahí viene de nuevo…
16 años, la playa….Su cuerpo tomándome.
No, Dulce… No. Es pasado. Te enseñó a vivir, solo eso.
Suspiro sintiendo el celular vibrar en mi estómago, miro la pantalla y abro
el mensaje:
Número desconocido.
Robaría todo de ti de nuevo, Amarga. Especialmente ese fino encaje…
Quiero respuestas, estaré esperando por ellas…. Borra este mensaje, de todas
maneras sabes quien soy. Tu Romeo.
Inmediatamente borro el mensaje, maldito idiota… Una estúpida
sensación de risa invade mi cuerpo y cambio de humor rápido, ¿Qué me pasa?
¡Me dijo Amarga! Pero aún río. Escuchar mi risa es raro, no lo hago de esta
forma desde hace mucho tiempo. Estoy a punto de joder mis planes y me estoy
riendo… ¿Qué carajos? Pero aún así no paro.
Extraño, asqueroso… y placentero.
Me giro en mi sitio y miro hacia el techo pensando en todo lo que vendrá
encima de mis hombros. Aún no puedo olvidar a Brando hablándome de esa
manera… A lo largo de estos años he aguantado muchas cosas: Palabras
obscenas, miradas de desprecio, envidia, miedo… pero jamás nadie me trató
de esa manera. Si lo hago es por mis malditos planes, pero también tengo un
límite.
¿Y si Christopher tuviera razón? Es una posibilidad. No confío en nadie,
ni si quiera en mi sombra, y Brando debe tener sus propios planes. Sé más de
la cuenta, no creo que me aparte de su lado porque simplemente no le conviene
y le gusto demasiado, pero algún dia acabará y debo protegerme de alguna
manera.
¿Entonces? —Suspiro pensando— Quizá sea bueno jugar de los dos
lados. No perdería nada en hacerlo. Ayudar a Christopher sin levantar
sospechas de Brando. No hablar demasiado, ir a paso lento hasta que él vuelva
a tenerme confianza. Si me gano su confianza me dirá sus verdaderos planes…
y quizá sea interesante. Podría cobrarme todas las que me debe el patancito
de alguna forma. De todas formas no pierdo.
El sonido de la puerta me saca de mis pensamientos, ¿Es él? Me levanto,
camino con pereza y pronto veo a Rita en el marco de la puerta sonriéndome.
Estoy agotada, pero la dejo entrar.
—Dulce, ¿Te molesto?
—Para nada —Suspiro mintiendo. Claro que sí, estupidita.
—Aquí te traigo los reportes que pediste. Investigué sobre la vida de esa
persona, es un juez corrupto.
—Mm… ya veo —Miro los papeles desganada, al final ya no importa
porque seguro Christopher lo compró.
—¿Hay algo que está mal, Dulce? —Suspira.
—No. Puedes irte.
—Dijiste que… —Calla, pero vuelve a hablar— que… me ayudarías con
mi atuendo.
Mira tímida y ruedo los ojos.
—Bien. —Me siento— Camina, anda.
Ella lo hace.
—¿Cómo puedes ponerte un vestido floreado manga larga y largo? Es un
negro totalmente despintado. No va con tu cuerpo. El estampado grande hace
que luzcas… deforme. No todo vestido le va a bien a toda mujer ¿Qué edad
tienes, niña?
—21 —Responde.
—¿Y te vistes de esa manera siempre? —Centro mis ojos en los suyos,
ella muerde su labio.
—Es que…. No, no me gusta mi cuerpo. —Confiesa, la miro— De niña
me decían bola, eso…
—Si, es cruel para un niño pero no debería seguir afectándote ahora.
Quitate esos lentes, bien… Ponte unos lentes de contacto, o usa otros lentes…
esos parecen de botella. Vistete con ropa más ceñida, no estás gorda.
—¿Enserio lo crees?
—Si. ¿Jamás tuviste novio?
—Una vez pero me dejó porque era muy aburrida, eso dijo.
La miro cautelosa, algo en ella me resulta tonto y a la vez extraño, pero
no es un problema.
—Jamás dejes que un hombre te pisotee, ¿De acuerdo? Si lo haces le
das poder, él podrá destruirte en cualquier momento y eso es totalmente injusto.
Las mujeres debemos dominar siempre. Los hombres son tan fáciles… —Río—
Se prenden con un solo toque, con una sola caricia, si sabes utilizar tus armas
todo estará bien.
—¿Todo tiene que ser sexual?
—No. Claro que no, solo te lo puse como ejemplo. Cuando conoces a un
hombre debes estudiarlo: Hay machos posesivos y otros animales mansos.
Una debe saber tomarlo como viene.
—Wow Dulce… ¿Cómo sabes tanto de esto?
—Digamos que he vivido mucho. —Contesto.
—Suenas tan sabia en el tema… ¿Alguna vez… te hirieron?
Su pregunta llega como una cubeta de hielo en mi corazón, me congelo
con solo pensarlo.
—Sí. —Respondo— Pero es pasado. A veces necesitamos rompernos
para volver a nacer.
—¿Fue tu novio? —Pregunta.
—Eso no importa, era más chiquilla que tú. Una niña prácticamente.
—Oh….
—Ahora que ya sabes mi primera recomendación quiero verte distinta,
¿De acuerdo?
—Sí, gracias… gracias de verdad.
—Bien. Ahora vete.
Sonríe y vuelve a darme las gracias, entonces cierra la puerta con fuerza.
El silencio cae de nuevo como lluvia estrellando en mi ventana. Miro a mi
alrededor y puedo observar el lujo de mi suite. Esto es lo que siempre quise…
quizá desde muy chica pero a la vez fue lo que nunca quise admitir.
Nos enseñan a ser buenas personas porque está bien ser buenas
personas. Lo escuchamos de nuestra madre, padre, quizá maestros… o en la
calle. Instauran un prototipo que debemos seguir sin cuestionar hundiendo
nuestros sueños, callando nuestra chispa, ignorando nuestras ambiciones y
metas.
Deberías pensar en la bondad porque al señor le gusta que seas buena…
—Solía decir mamá— Una señorita como tú debe vestirse de manera correcta,
¿Qué va a decir la gente? Que solo enseñas las tetas… —Me lo repetía cada
vez que podía.
Era una chica que empezaba a descubrir su belleza en el espejo…
mirando, simplemente haciéndolo. Mamá reprimía cada acto de vanidad que
tenía, como si eso realmente estuviese mal. Me hacía servirle la comida a papá,
esperar a que él coma para recién poder hacerlo, ir a un colegio de monjas,
aprender a cocer y cocinar… Como si realmente las mujeres dependiéramos
de eso.
Jamás fui una chica que siguiera los pensamientos tradicionales, los
cuestionaba cada vez que podía pero no me atrevía a decirlo en voz alta.
Soñaba con ser grande, salir de la casa con goteras que teníamos cerca de la
playa… viajar, conocer el mundo, tener dinero.
“Debes encontrar un buen marido, cielo. Que te lleve de viaje, te pague
una sirvienta y te haga feliz” —Otra vez mi madre con sus ideas lamentables.
Una mujer muy bella pero a la vez sometida en la oscuridad… ¿Pensar que
una mujer solo puede superarse alado de un hombre? Un terrible engaño.
Y pensar que mucho tiempo viví siendo una de ellas…
La sola idea me da escalofrío. Escapé de ese mundo de mierda, donde
el hombre es más importante por su condición y la mujer tiene que quedarse
en casa cocinando. Escapé, lo hice. Y debo aceptar que el primer paso fue
gracias a Él.
Christopher marcó mi vida, lo hizo. Me salvó de la ratonera, deslumbró a
mi familia con su apacible amabilidad y dinero. Desposó a una chiquilla pobre
que solo quería ser grande, la hizo sufrir hasta el infierno pero fue gracias a ello
que renací de nuevo… Y hoy soy otra.
La misma chica ambiciosa pero ahora con propia voz. Aceptando sus
errores, volando en libertad, hablando como una mujer hecha y derecha que le
gusta el lujo y las joyas, que juega con el sexo y que no volverá a amar.
Esta soy yo, y no… No me arrepiento.
***
La mañana pintó bien desde que abrí mis ojos. Hoy fue un día de viajes…
Al final tuve que hacer un vuelo corto a Miami para firmar unos documentos,
pero ya estoy nuevamente en México rumbo a Can Cun. Desde el avión puedo
ver el hermoso paisaje: Playas azules y calmadas, turistas nadando, arena
blanca esperando… Amo este lugar, es maravilloso… simplemente
maravilloso.
Estimados pasajeros, estamos a punto de aterrizar. Pedimos que
abrochen sus cinturones de seguridad. Hemos llegado a Can Cun, lugar que
presenta unos 38°C. Muchas gracias por haber volado con nosotros.
Aprieto mi cinturón y pronto veo de reojo la carita de un pequeño bebé
sonriendo. Estrujo mis manos al notarlo, pongo mi rostro en blanco e ignoro…
porque solo me queda ignorar.
Pasan minutos, quizá unos cuántos más y poco a poco empezamos a
descender. Apenas el avión abre sus puertas salto hacia la puerta
sumergiéndome en la terrible cola del aereopuerto. Jamás podré entender por
qué México lo hace tan complicado… No acepta conexiones, todos debemos
pasar por migraciones de nuevo.
—Su pasaporte.
—Soy Mexicana, pero también tengo Nacionalidad Europea. —Digo
levantando una ceja— ¿Realmente vas a detenerme aquí por esto? Solo salí
del país por trabajo, pero bueno… Toma, usa el que quieras.
—El de México. —Aprieta los dientes el hombre de azul, ruedo mis ojos
sin poder entender por qué hacen todo más tedioso y le doy el pasaporte de
México.
—¿Viene con su esposo? —Pregunta el mismo hombre. ¿Esposo? ¿Qué
mier…? ¡Fuck! Es cierto. Es el pasaporte que jamás uso. Mi estado civil es de
“casada”, jamás lo actualicé porque no tuve necesidad de hacerlo.
—No. —Contesto.
—Claro que sí. —Escucho una voz tras de mí. Mierda. — Lo siento,
señor… Mi vuelo tuvo un retraso.
Sonríe como si realmente este fuera un viaje de placer cuando es uno de
negocios. Ignoro sus comentarios y pronto me distraigo mirando mi celular.
Dios, este aereopuerto tiene pésima señal…
—Bien.
—¿Sabe del tiempo en la ciudad?
—38 grados, señor. —Responde amable con Christopher.
—Bien, quizá debamos comprar más protector solar… ¿No lo crees, mi
amor?
Me congelo. Siento que respirar duele y a veces no me entiendo… no lo
entiendo, ¿Qué pretende?
—¿Esto es todo? —Lo ignoro y tomo mi pasaporte para irme.
—Todas son iguales, hay que entenderlas. —Dice en voz baja el maldito
viejo a Christopher. Logro escuchar porque estoy atenta a todo… Me paro,
volteo dispuesta a golpearlo, pero Christopher me jala del brazo.
—Calma, mejor vamos. Hay un auto esperándonos.
—Suéltame. —Me zafo— ¿Qué pretendes, Miller? No vuelvas a decirme
“mi amor” ¿Lo entiendes? No soy tu amor.
Sonríe lamiéndose los labios. No, no es divertido.
—Bien, amarga… —Ríe.
Ruedo los ojos y me apresuro a la sala revisión. Un perro ronda entre
nosotros, lo ignoro, así como ignoro a Christopher. La mujer con el niño está
delante de mí y el pequeño sigue sonriéndome…
Joder. No lo hagas, Dulce… No ahora.
—Debe pasar primero sola, señora. El pitillo suena cuando pasa con el
niño.
La mujer me mira.
—¿Podría sostenérmelo?
Mi boca se seca al instante. No he cargado a un bebé desde hace muchos
años… y me trae malos recuerdos. Christopher me mira a lo lejos sosteniendo
su mirada en el pequeño. Hay un aire a melancolía en sus ojos, puedo verlo. Y
esto es incómodo… para mí, para él, para la mujer que sigue con los brazos
estirados dándome al pequeño.
No, no puedo.
—Lo siento. No.
Digo sin más preámbulos y se ofende, responde mi decisión con cara de
asco, ¿Por qué juzgarme? No quiero. Pocas personas lo dicen, yo soy una de
ellas. ¿Debí haber inventado una excusa? No.
Un policía carga al niño, quien sigue mirándome como si estuviera
obsesionado, paso la maldita banda de seguridad y tomo mi maleta para
dirigirme hacia la puerta. Sé que Christopher está detrás, pero no deseo
hablarle… No después de esto.
Mamaaaa —Grita el pequeño a lo lejos, puedo saber que es él aunque
no quiera mirarlo. Un estruendo vuelve a mi interior calando hasta el último
reflujo de mis sentimientos. Toso, tengo ansiedad, mis manos sudan sin saber
por qué… O quizá sí lo sé.
—¿La Señora Miller? —Dice un chofer.
—No, está equivocado. —Ignoro al hombre y voy directo a un taxi del
aereopuerto. Me jode tanto que Christopher se tome atribuciones así…
El viaje el auto se me hace rápido, quizá más de lo que imaginé. El hotel
en que nos hospedaremos es de nuestra competencia, por lo que es también
un buen momento para estudiarla sin que se den cuenta.
—Suite presidencial. —Sonríe la recepcionista. Es alta, bella y habla
perfectamente el español.
—Bien. —Sonrío a medias.
—Señorita Dulce, un gusto tenerla aquí. —Agrega Josh, un viejo colega
al que estrecho la mano.
—Gracias, igual manera. ¿Trabajas en este lugar?
—Así es. Debo confesar que estoy nervioso por tenerla en nuestra
cadena. Escuché que Hilton Company hará una Resort en Can Cun, ¿Es eso
cierto?
Sonrío hipócritamente.
—No. No lo sé, vengo a vacacionar. —Digo mintiendo.
—¿Viene sola? —Pregunta entendiendo mis intenciones. Jamás le diría
mis planes.
—No. Un gusto. Christopher Miller… —Aparece como piedra en mi
zapato. Aprieto mis manos y lo miro con recelo.
—Vaya… Señorita Evans, veo que tiene un galán.
—No. El Sr. Solo es mi…
—Hermano. Venimos en familia, ya sabe. —Sonríe. ¿Qué carajos?
—Oh, bueno… disfruten la estadía entonces. Pediré que los atientan
como se lo merecen.
—Gracias Josh, saludame a tu esposa… y también a tu amante. —Sonrío
haciéndole recordar que sé más cosas de él de lo que imagina. Su rostro se
congela de inmediato ¡Joder! ¡Como amo esa sensación! Sonrío y me voy
ladeando mis caderas.
—Hey —Agrega Christopher alcanzándome en el ascensor sin poder
evitar la risa— Eres tremenda.
—Ese idiota me cae mal, engaña a la mujer hace muchos años…
—No parece, tienes buen ojo.
—Sé más cosas de las que imaginas, Miller.
La puerta del ascensor se cierra y el silencio vuelve a embargarnos.
Pasan algunos segundos, los suficientes como para sentirme tensa. El piso 11,
llegamos.
—¿Qué pretendes? —Le digo al sentir que me sigue.
—Descansar un rato, luego ir a la reserva.
—La reserva natural estará abierta en un par de horas.
—Entonces descansaré con mi esposa. —Sonríe.
—¿Qué? No soy tu esposa y no quiero que vuelvas a hacer ese tipo de
nombramientos delante de otros. ¿Sabes qué puede pasar? Que todo esto
llegue a oídos de Brando.
—No pasará nada, nena… lo tengo calculado.
—Jódete, Miller. Si querías molestarme bien… lo lograste.
Camino hacia mi habitación y lo dejo fuera. Han pasado horas desde que
entré en mi habitación, me dí un baño y dormí un rato. La pastilla que tomé en
el avión ayudó, por supuesto, pero ahora debo despertar para volver al trabajo.
No trates mal al Sr. Miller, cariño. Recuerda que no nos conviene… —
Recibo un mensaje de texto de Brando.
Si supieras que el tipo que defiendes es el que quiere follarme y tener tu
cabeza… —Suspiro, aún sin decidirme. Hacerlo es un gran riesgo, podría
perderlo todo pero a la vez tener mucho más.
1 hora más pasa, minutos suficientes para tener todo en orden. El tiempo
es dinero, el dinero es poder… y no puedo perderlo. Necesito verificar el área
con los planos, tomar fotografías y reunirme con los encargados del gobierno
para cerrar definitivamente el trato e irme de este hermoso lugar, aunque no
quiera. Mis pendientes en la ciudad son más importantes que un simple paseo.
—¿Dónde está la gente del gobierno? —Pregunto al ver a Christopher
aparecer.
Mi voz se hace ronca cuando lo veo: lleva solo una camisa blanca y short
ceñido al cuerpo. Sus lentes le dan un aire misterioso, lo que me preocupa un
poco porque lo conozco. Y mucho para mi mal gusto. Pero vivo de apariencias
en este momento, así que solo pongo mi mirada en blanco.
—Es un hermoso vestido… —Sonríe— Un poco provocador para mi
gusto.
—Vete a la mierda, Miller… ¿Dónde está la gente del gobierno?
—Esperándonos en la zona de reserva, amarga. Estamos retrasados y
decidieron adelantarse. ¿Nos vamos?
Lo miro cautelosa.
—¿Qué tienes en mente? ¿Me lo vas a decir?
Ríe.
—Eres maravillosa, definitivamente. No se te escapa nada, cielo… tengo
en mente trabajar, solo eso. Lo prometo. —Alza sus manos en señal de
inocencia. No le creo pero no tengo de otra.
El yate nos espera justo en donde habíamos pactado. Christopher me
brinda la mano para subir, yo me trepo sin corresponder el gesto y pronto escojo
estar cerca de la baranda. El calor apremiante inunda mi piel, el sol quema
fuerte, hay una gota de sudor que se forma en mi pecho hundiéndose
lentamente por mis senos. Joder, no lo soporto… pero no puedo dejar de ver
la hermosa naturaleza que tengo en frente, el mar tranquilo que nace en mis
pies y el sonido de silencio siendo cómplice en este momento.
Solo quiero disfrutarlo… Así, sin más que decir. Tomo mis lentes y los
llevo a mi cabello.
—Luces tan bella como una fotografía de verano… —Susurra cerca a mí.
—¿No puedes mantenerte quieto, cierto? —Respondo.
—No. No contigo. —Sonríe tocando la baranda— Es un día de sol, tú con
un vestido azul… El mar, el silencio…
—Es pasado, Christopher. Deberías aceptarlo.
—El pasado no implica que se olviden los recuerdos… —Suspira.
No respondo.
Y así pasamos largos minutos mientras vamos perdiéndonos en el vacío.
El mar es testigo.
—Sr Miller, hemos llegado. —Dice un pequeño jovencito. Christopher le
sonríe y luego extiende su mano para ayudarme a bajar del yate…. Lo pienso,
pero finalmente acepto. Es suave, caliente por el sol, y lo suficientemente
grande como para apretarme.
—¿Dónde están los ejecutivos del gobierno? —Volteo mirando a todos
lados, la presión invade mis dientes que empiezan a rechinar porque no ven a
nadie. Tengo la ligera sospecha de que este es un sucio plan, pero mantengo
la calma lo más que puedo.
—No comas ansias. —Sonríe y me obliga a seguirlo. La Isla de las
tortugas es preciosa, protegida, no hay casi nadie en este lugar. Caminamos
un par de minutos hasta llegar a una pequeña cabaña en medio de la flora de
este lugar.
—Dijiste que los ejecutivos estaban aquí —Me impongo.
—Me escribieron para decirme que fueron a dar una vuelta por la zona,
no tardarán mucho. Cualquiera diría que te desagrada estar sola conmigo. No
voy a tocarte, amarga… por ahora —Sonríe.
—Debiste ser payaso, te quedaría mejor.
—Veamos los planos. —Ignora mi comentario, como si realmente fuera
una ardida, entonces vuelvo a seguirlo.
La cabaña es muy rústica, pero tiene una luz cenital que evita cualquier
índole de oscuridad. El calor abraza la zona, no hay aire acondicionado y
tampoco ventiladores, así que aleteo mis manos para darme aire mientras lo
veo extender algunos rollos de papel dibujados.
—Demonios… —Maldice y saca unos lápices de inmediato.
Entonces se da vuelta, ignorando nuevamente que estoy aquí, y mira
hacia las ventanas: está sofocado como yo. Tose, enrolla su playera desde
abajo y se la quita sin preocupación quedándose entera y exclusivamente en
short.
Mierda.
Desvío mi mirada, pero me es imposible. Sus pectorales están bien
formados pareciendo casi un atleta. ¿Cuándo y por qué cambió tanto? Cuando
lo conocí era menos flaco. Me pregunto si ha estado entrenando por algo en
especial… y la curiosidad embarga mis sentidos.
—Hace mucho calor. —Se justifica al darse cuenta de mi silencio. Toma
un lápiz y lo lleva a la boca mordiéndolo entre sus dientes.— Debo ajustar algo.
Traza una línea recta entre dos puntos y anota algunos números dentro.
Saca una regla de su pequeña maleta y pronto empieza a extender su letra por
todas partes. Mi curiosidad aumenta a medida qué pasa el tiempo, entonces
me acerco. Lo que veo es sencillamente increíble… un plano. Un trazo. Un
puente en el aire.
—Tuve algunas ideas locas —Sonríe— ¿Qué te parece un puente en el
aire? Que pase por esta espectacular vista y que no toque el suelo protegido.
—Es.. una buena idea. —Solo contesto y me dedico a observarlo.
Se mueve por todos los ángulos, es un hombre obsesionado con los
puentes y cosas extremas. Cuando lo conocí prometió construir una villa entre
las montañas, alta… tan alta que nos permitiera mirar las estrellas, pero jamás
pudo hacerlo.
Era un increíble soñador. Y no se vive de sueños.
—¿Sabes? Estoy emocionado con esto. Volver a crear planos me tiene
entretenido, no lo hago desde hace 5 años.
—¿Por qué? Amabas tu profesión. —Lo miró.
—A veces se tienen que hacer sacrificios por las personas que quieres…
—Vuelve a sonreír. Sus labios se extienden de manera perfecta y pronto puedo
observar que el pequeño lunar de tu rostro sigue ahí.. como si no hubieran
pasado años, como si hubieran sido solo unas horas.
—¿Qué hay del baño? —Señalo en el plano una cuadrícula sin nombre.
Es lo único que aprendí de él, reconocer el baño en sus planos. Y suelta una
risa que me hace sonreír también. Debe estar pensando que soy una bruta…
me lo explicó tantas veces y jamás pude aprender.
—El baño será elevado también.
Suspiro y me sigo echando aire. Miro una vez más esas líneas negras y
me agacho para mirar lo que dice “Zona de escape” Rozo mis dedos sobre el
papel y sin querer extiendo un borrón en el blanco perfecto del plano.
—Lo arreglaré —Digo tomando un borrador. Entonces siento su mano
rodeando la mía.
—No. Asi no. —Susurra en mi oreja y pronto experimento un pequeño
escalofrío. Se pone tras de mi y puedo sentir su cuerpo rodeándome. Con sus
brazos extiende mi mano y la lleva dando pequeños toques en el manchón. —
No aprendes, amarga. No así, no de golpe… hazlo suave.
Su voz penetra en mi piel, retumba mis sentidos y hace vibrar mi más
íntimo vello. Jadeo por calor, entonces besa mi oreja ligeramente. Puedo sentir
su aliento, su cuerpo presionando mi trasero contra la mesa, sus manos
reclamando mi piel. No, no puedo… no ahora.
—No me has dado una respuesta, ¿Hasta cuando tendré que esperar?
Si no me respondes pronto atribuiré un Si a mi favor…
Dejo que un segundo pase, solo uno, y en él me someto a esta estúpida
atracción. No puedo decir que si.. pero tampoco No.
—Tómalo como quieras. —Lo esquivó— estoy en contra de tus chantajes.
Me sonríe y siento que he firmado un pacto con el diablo, pero me
contengo. Muerdo mi labio para luego soltarlo por presión. En segundos
escuchamos pasos, son los ejecutivos, Christopher Sonríe y los saluda con un
apretón de manos.
Dos hombres y una mujer.
Mi mirada se centra en los ojos de la chica mirando los pectorales de mi
ex marido. La zorra barata no deja de elogiarlo. No es fea pero tampoco gran
cosa. Ignoro sus comentarios y me centro en lo que realmente me interesa: los
negocios.
—Este plano es perfecto. —Afirma André.
—Perfecto porque lo hizo Christopher —Sonríe la puta de mercado.
—No nos hemos presentado, disculpe. Somos André y Carlos De fillippi,
ella es Tatiana Constanzo.
Apenas me miraron sonreí a medias.
—Bien, podemos seguir entonces. —Dice Christopher poniéndose de mi
lado— ¿Te parece si empezamos por mi idea del puente? —Pregunta. Yo ladeo
mi rostro con una estúpida incomodidad que no quiero sentir, él prosigue—
Tengo la genial idea de hacer un puente aéreo. Las personas podrían pasar de
habitaciones por ese medio, sería de igual manera ecológico y dañamos lo
menos posible el ecosistema. La idea de este concepto es brindar una
experiencia distinta… llámenlo turismo vivencial si quieren, ¿Qué les parece?
—Excelente, apoyo la idea. —Sonríe Tatiana.
Su voz me estresa, pero me centro en el trabajo. Mientras los hermanos
De Fillippi hablan sobre el impacto ecológico puedo sentir un dedo de
Christopher rozando el mio…. Y mi voz se vuelve gruesa. Intento hablar para
soltar mis pensamientos, pero los gemelos están tan concentrados en su
trabajo que solo no me dan la oportunidad.
—¿Estás bien? —Susurra descaradamente.
—Sí. —Respondo.
La tensión se hace más evidente cuando levanto mi mirada y me
encuentro con los ojos de Tatiana. Me mira con desprecio, pero he aprendido
a bloquear ese tipo de sentimientos. Elevo mi pecho y camino hacia el plano
para alejarme de Christopher, ahí vuelvo a mirarlo… realmente está muy bien
hecho.
Las horas pasan agonizantes por el calor extremo. Cuando por fin todo
termina ya es de tarde y el viento sopla más fuerte. Me despido de los
ejecutivos, incluyendo de la zorrita esta, y camino hacia el yate que nos trajo
en un principio sin ánimos de esperar a Christopher. El sol se está ocultando,
por lo que hace un poco de frio.
—Este lugar es peligroso de noche —Digo habiendo investigado— ¿O
no, niño?
—Pues si se previene no, Señorita. —Sonríe ayudándome a subir al
yate— Gracias por la propina. —Agradece.
—De nada, ¿Qué haces? —Pregunto al verlo salir del yate. Sonríe.
—Pos… yo vivo aquí, Señorita. El Señor que me contrató solo me pidió
que maneje de venida, no de regreso. Ah mire… ahí viene. Gracias de nuevo.
—¿Qué? —Me irrito— ¡Oye niño! ¡Ven aquí!
—¿A dónde vas? —Christopher bloquea mi paso.
—¿Cómo que a donde? ¿Quién nos llevará de regreso?
—Yo. —Sonríe— Recuerda que sé manejar estas cosas, anda. No tienes
otra opción. Pablito vive aquí con su familia, son una especie de cuidadores…
y es tarde.
Accedo porque no tengo otra opción. Christopher sube al yate y maneja
con cuidado hasta que nos adentramos en el mar. Las marea crece, entonces
me alejo de la baranda para sentarme en el pequeño sofá de la terraza… y
pronto todo cambia, siento que rebotamos en el mar, el motor se para y mis
nervios aumentan de inmediato.
—¿Qué sucede? —Corro hacia él, quien solo revisa pausadamente sus
mandos.
—Creo que esta cosa se detuvo.
—¿Qué? ¿Cómo que se detuvo? ¡Dijiste que sabías manejarla! —Grito
estresada. Mi mente se nubla, intento ayudar pero me vuelvo torpe.
—No toques los mandos de manejo, Dulce. —Suena irritado.

Y pasan largos minutos así… intentando. Él solo presiona algunos


botones, llama a la guardia costera pero no contestan. Veo gotas de lluvia caer
por la ventana y mis miedos más profundos salen a flote, entonces golpeo la
maldita máquina. Christopher me detiene, pero lo esquivo haciendo que una
palanca se rompa.
—¡Dulce! —Jadea enojado, como si realmente estuviera pactando mi
sentencia de muerte. Miro de reojo todo lo que hice producto de mis nervios y
veo mis manos temblar de impotencia. No puedo, simplemente no puedo.
Con torpes movimientos salgo de la sala de comando rumbo a la terraza
¡Lo arruiné de nuevo! Mi corazón tambalea, mi razón empieza a pensar pero
no encuentra escapatoria. Llueve y cada gota para mí es significado de peligro.
Estamos varados en medio del mar con un yate sin motor, sin palas ni forma
de seguir adelante, solo siendo arrastrados por la marea. Descargo mi
impotencia dando golpes en la baranda ¡No puede estar pasando! ¡No ahora!
—Basta… —Escucho una suave voz tras de mí.
—¿Qué haremos ahora? —Lo miro con pánico— Lo arruiné.
—Todo estará bien, la guardia costera contestó. Vendrán por nosotros.
—Sonríe tímido— Siempre te gana el impulso, Dulce. Si aprendieras a esperar
un poco y a enojarte menos todo sería mejor.
—¿No me mientes? —Me cuesta hablar por el frio, la lluvia y el pánico.
—Aunque fuera mentira… jamás dejaría que te ahogues aquí. —Suspira.
Entre cierro mis ojos pasando saliva y me pregunto lo mismo… Siempre
le tuve miedo al mar, aunque me gustara muchísimo la playa. Jamás volví a
navegar ni a pescar desde que caí del bote de mi padre a los 10 años.
—Gracias. —Solo digo cansada.
—Ven, entremos, estás mojada… te enfermarás.
Lleva mi mano junto a la suya y entramos en la sala de comando de
nuevo. Me sienta en un rincón y mis manos aún tiemblan ¡Joder! ¡No quiero!
Hago puños intentando contenerme, pero lo nota… y toca mi rostro.
—No tienes por qué ponerte la coraza conmigo… Sé tus miedos y sabes
los mios.
El silencio florece una vez más, como si pudiera leerme y yo leerlo.
—¿Por qué haces esto, Christopher? —Lo miro sincera buscando en sus
ojos la verdad. Es un estúpido momento pero me voy a arriegar— ¿Qué
quieres? Dímelo por favor.
—A ti, Dulce… Te lo he dicho pero no entiendes.
—¿Por qué de esta manera? ¿Por qué chantajeándome como lo haces?
¿Por qué el engaño del divorcio? ¿Por qué ahora y en este momento?
Parpadea y me mira como si tuviera mil explicaciones que dar, pero no
habla. Calla… de nuevo.
—Te quiero de vuelta, es lo único que debes saber.
—¿Crees que voy a perdonarte? ¿Realmente lo crees?
No habla.
—Dulce…
—Solo fuiste un cobarde, un maldito cobarde que huyó en el peor
momento de mi vida. Me dejaste sola hundiéndome en la tormenta.
—También sufrí, Dulce.
—¿Sufriste? —Bufo.
—Teníamos un sueño… —Agrega incómodo, entonces mi corazón se
vuelve hielo.
—Ese bebé… —No puedo terminar porque me ahogo sintiendo un nudo
en la garganta. Entonces vuelve el silencio entre los dos —¿No pudiste
superarlo, cierto? —Agrego.
—No quiero hablar de eso. —Se levanta tenso, pero lo jalo del brazo.
—¿Por qué? —Lo miro dura— ¿Por qué no puedes aceptarlo? Mírame
cuando te hablo. Hazlo. Mira a la mujer que dejaste hecha mierda cuando más
te necesitó.
Sus ojos son un par de avellanas tambaleantes. Suspira exasperado,
como si le faltara el aire, entonces se deshace de mi toque dándome la espalda,
mirando la lluvia como si ella pudiera traer ese recuerdo.
—No fue mi culpa…
—No sigas. —Eleva su voz, llevándose una mano a la cabeza, pegando
su rostro contra el marco de la puerta, suspirando martirio y recuerdos.
—Mi vientre está seco y jamás podré borrar aquello… aunque aún duela.
7. Mi bonita
Dulce

“Recordar de cómo hacíamos de cada noche un día. De cada cama una vida”
D

El silencio embarga nuestro pequeño espacio paralizándonos el corazón.


Lo miro fijamente y solo veo en sus ojos dolor… El dolor de no poder soñar con
algo que ambos deseamos con todas nuestras fuerzas: Un pequeño milagro.
Durante muchos años soñé con ser mamá y cuando lo conocí era algo
que no quería dejar pasar. “Son muy jóvenes” —Decía mamá constantemente.
Lo conocí a los 16, nos casamos a los 18 y desde ese día lo intenté más
de una vez. Solía esperarlo, juguetear con su cuerpo, follar sin parar sin ningún
tipo de protección sin poder quedar embarazada.
Solía llorar cada vez que veía la prueba, él me consolaba y decía que
sería poco a poco, pero nunca pasó… Llegué a obsesionarme, ver mil médicos,
tratar con inseminación pero lo que obtuve fue grandes decepciones y un aborto
espontáneo. Ví muchos psicólogos, pedí distintas opiniones y todos llegaban a
la misma conclusión: Jamás podrás ser mamá.
Mi alma, mi vida y mi razón se desequilibraron… y simplemente él se
cansó. Fueron 3 años… 3 agridulces años llenos de esperanza y lucha, pero
no fueron suficientes para él, quizá para mí, para una pareja joven que tal vez
se apresuró en todo y que no fue fuerte para superarlo.
—Es mejor la cruda verdad a mil años en engaño. —Solo digo y no me
mira.
—¿Cómo puedes ser tan fría? —Voltea tenso— Vivimos un infierno y lo
dices así… —Está enojado, lo sé. Sus ojos destellan frustración y no puedo
hacer nada contra eso.
—¿Debería ser yo la afectada por ser la culpable? Así es la vida,
Christopher. No me voy a poner a llorar siempre… Lo he superado.
—Suenas como si no te importara…. Como si…
—Un momento. —Lo miro con énfasis— Han pasado 5 años… El mismo
tiempo que te conozco y viví una relación contigo la he pasado sola, ¿Cómo
quieres que me importe? Parece que congelaste el tiempo, Miller. Me juzgas
como si yo fuera la misma persona que un día conociste y no… No lo soy. Estoy
hecha de hielo ahora y no hay lugar para ti ni para nadie en mi corazón.
Aclaro seria intentando mantenerme entera cuando sus ojos de avellana
se posan con una especie extraña de arrepentimiento en mí. Mi mente da mil
vueltas y pronto empiezo a hacerme mil preguntas, pero no… no debo hacerlas.
Si lo hago, si le pido explicaciones volveré a caer en lo que tanto tiempo me
costó superar, quizá mi mente confunda mis sentimientos y correré peligro…
un peligro que no quiero ahora.
Amé más que a mi vida a este hombre…
Caí en el infierno cuando se fue… y la depresión me hundió tanto que
hasta quise matarme, pero lo superé. Fui fuerte. Saqué todo el dolor para
convertirlo en garra y hoy estoy aquí por una sola razón: Mis propios intereses.
Y no debo olvidarlo, pero sí… tengo rabia, una rabia que se convirtió en odio
hacia él.
—Dulce… —Suspira.
—No… —Respondo— No digas nada.
—Tengo tantas cosas que decirte… Solo dame esta oportunidad.
—Perdiste tus oportunidades, Christopher. No somos nada. Nunca
seremos algo más, ¿No lo entiendes? Mírame, soy tan distinta a la chica de
pueblo que conociste. Me gusta el dinero, el lujo, las joyas… el sexo sin control.
No he sido solo tuya y jamás volveré a tocar la cocina, ¿Crees que podrás
soportarlo?
Él calla, sus ojos se vuelven duros cuando me mira de nuevo. No es más
que el mismo idiota de siempre jugando a ser diferente y no puedo. No puedo.
—Solo mantente lejos de la víbora interesada —Sonrío— Y dame el
maldito divorcio.
El sonido de un barco arremete contra nosotros. Levanto la mirada y
puedo verlo acercarse: es la guardia marina que viene a salvarnos de este agrio
momento. Con rapidez salgo y paso por su lado ignorándolo, la tensión ha
hecho que mis manos se pongan helada y solo pienso en mi cómoda cama
mirando la preciosa vista del mar.
Me encanta el mar, pero lo prefiero de lejos.
—¿Todo bien, señorita? —Pregunta un tipo moreno, asiento y me
aseguro de subir en el barco. Christopher camina lento y en silencio, apenas
cruza algunas palabras con los marinos y luego se sienta en el otro extremo.
Ni siquiera lo miro.
Mientras el barco avanza solo miro el azul turquesa del mar saltando y
haciendo burbujas. Mi sorpresa ha aumentado, claro que sí… He logrado
hablar del tema sin quebrarme y solo pienso en que estoy curada de todo
aquello.
No puedes llorar sobre la leche derramada —Es una vieja frase.
No puedo seguir renegando por el destino. Debo tomar las riendas de mi
propia vida y seguir adelante.
Cuando llegamos al hotel me ignora totalmente como si fuera un niño
pequeño. Suspiro cansada de toda su infantilería, pero a la vez no puedo negar
que ha sido complicado para él, para mí, para un nosotros que no soportó la
lucha por un sueño.
Volver a recordar ha abierto un baúl que no quería abrir, pero que ya no
duele tanto como antes. El tiempo, quizá los años, ha hecho que lo asimile de
la mejor manera… y que aproveche de ello. Con gran normalidad entro a mi
cuarto, me doy un baño rápido para luego salir y mirarme al espejo.
Por más que el mundo te juzgue… Nunca lo hagas contigo misma.
Lo que miro en el espejo es un rostro pálido que no tiene corazón, y me
gusta… me gustará siempre y nadie podrá cambiarlo.
Entre ser y no ser… Yo soy.
Christopher

Soy un maldito estúpido. —Digo mientras llevo una copa de vodka a mis
labios.
No se lo dije, no pude. El dolor me sometió.
¡Estúpida vida! —Gruño pateando la pared— Me pone al límite cuando
estoy a punto de lograr algo. Y tiene razón, toda la maldita razón… pero aún
duele y mucho.
La dejé ir… Me perdí en el vacío, en la frustración, quizá en el miedo por
toda la oscuridad que vivíamos. No fue suficiente el amor, no lo fue.
Doy un sorbo mirando la ventana. Su habitación está a una puerta de mía.
Juro que entraría corriendo y la llevaría conmigo de vuelta a Vallarta, pero no
así… no hasta que lo sepa todo.
¿Cómo se lo digo? —Tomo el alcohol de golpe haciendo que mi garganta
arda—Jamás me creería… y peor después de esto. Me siento perdido entre la
ansiedad, venganza y el olor de su pelo.
Elevo un suspiro y me siento en la mesa colocando mi cabeza entre mis
brazos. Esto es tan dificil… No es más la Dulce que conocí, ahora es distinta
pero sigue siendo mía de alguna forma. Sus ojos, sus labios, el aroma de su
cuerpo me vuelven loco ¿Será solo atracción sexual? ¿O un deseo frustrado?
Cierro los ojos en silencio y puedo sentir sus labios palpitando junto a los
mios. El sabor de su boca es infinito y no… no quiero compartir a mi chica, a
mi Bonita… pero sé perfectamente que no es mía y eso me carcome por dentro.
—Christopher. —Escucho un sonido de la puerta. Me levanto con
desgano y doy pase a un viejo amigo, André, quien entra deprisa.
—¿Qué sucede?
—Me liberé del acoso de Tatiana. —Ríe— Está loca por ti.
Ruedo mis ojos y vuelve a sentarme en la silla de mi escritorio.
—¿No le dirás nada? Pregunta por ti a cada 5 minutos. Mi hermano y yo
estamos a punto de mandarla a la mierda, pero es del equipo… ya sabes. Aún
no entiendo cómo el jefe la dejó entrar en este caso.
—No le tomes interés.
—¿No? Es una mujer despechada y arrecha por tu polla. No te olvida
—Esa historia es vieja, amigo. —Contesto y me mira de inmediato.
—¿Qué te pasa?
No contesto.
—Ya veo… —Se acerca a mí y toma los recortes de periódico en sus
manos— ¿Sigues pensando en ella?
—¿Cómo no hacerlo? —Me río de mí mismo al notar que sonríe.
—No te enojes si lo digo, pero… Es muy hermosa. Y sexy… Es entendible
tu obsesión por ella.
—André, ¿Crees que estoy loco? Han pasado 5 años…
—Hubieras estado loco si en estos 5 años no hubieras sabido nada de
ella, pero te volviste un maldito psicópata siguiéndola, investigando su vida y
no dejándola sola.
Levanto mis hombres confundido. Sí, lo hice… a escondidas del jefe pero
lo hice.
—Mi hermano y yo somos testigos de tu infinita preocupación por esa
chica. Ella debería saberlo en su momento.
—¿Y qué le voy a decir? ¿Qué la dejé por vengarme de un maldito
bastardo?
—Luego pensarás en eso, amigo, hoy debes enfocarte en el caso que
tenemos. Estamos a punto de descubrir toda la mafia de los Hilton, debes ser
firme en ello. Le demostraste al jefe que pudiste pasar 5 años sin la mujer que
amabas, él piensa que liderarás esto con facilidad ya que conoces más que a
nadie a esa mujer… Y ella será nuestra estocada final.
—Eres policía, André. Al igual que tu hermano y Tatiana, pero yo soy solo
un simple Ingeniero que dejó su profesión por cobrar una venganza. Y no
meteré a Dulce en esto.
—¿Estás loco? El jefe accedió a darte el caso porque eres su ex marido.
—No lo soy, lo sabes.
—Bueno… como sea, pero la conoces más que nadie. Las mujeres
siempre logran más cosas con…
Mis ojos lo asesinan con solo escuchar lo que dice. Su rostro es duro de
nuevo y solo calla. Ha sido mi amigo todos estos años, pero sé que su intención
es simplemente la cabeza de la mafia, sin importarle la seguridad de Dulce ni
de nadie.
—¿Se lo propusiste? —Pregunta de nuevo— ¿Le dijiste que el jefe quiere
que seduzca a Brando?
—Mi mujer no es ninguna perra, ¿Lo entiendes? —Me levanto con ganas
de golpearlo.
—Christopher, basta. Estás afectado ahora pero mañana todo será
distinto. No dije que tu mujer sea una perra, pero es increíblemente hermosa…
La belleza ayuda, ella es lo que más desea Hilton, necesitamos usar eso. Estás
aquí por ello, lo sabes.
—Voy a cuidar cada uno de sus pasos y no podrás impedírmelo.
—Lo sé, tranquilo tiburón… —Sonríe— Mejor bebamos algo, a ver si así
se te quita lo intenso.
Dulce.

El maldito vuelo me dejó más cansada de lo que imaginé, el tipo que iba
mi costado no dejaba de roncar y por más que hice mil esfuerzos no pude
detenerlo. Camino firme por el largo del pasillo y le doy mi maleta a uno de los
empleados para poder entrar con tranquilidad y ver a Brando.
Aunque suene extraño… lo he extrañado.
—Cariño… —Sonríe al verme y me abraza. No soy tan afectuosa con la
gente, pero en este momento necesito hacerlo así que rodeo mis brazos en él.
—¿Cómo has estado?
—Bien, muy feliz. —Suspira y besa mi mano.
—¿Feliz? ¿No me has extrañado? —Pregunto sabiendo la respuesta.
Ríe.
—He tenido mucho trabajo, Dulce. Solo fue un día, no te pongas intensa.
Mi media sonrisa se va al instante, ¿Cómo puedo ser tan estúpida?, solo
quiere follarme y listo. Jamás me extrañará… Ni él ni nadie. Este viaje ha
abierto puertas que cerré hace muchos años y no debo dejar salir viejos
sentimientos. No debo esperar nada de nadie.
—Bien. —Respondo seca. Él me mira aún riendo, luego saca una caja y
la abre frente a mis ojos
Un collar de diamantes…
Es hermoso, no puedo negarlo, pero no tengo ánimos ahora. Sonrío
fingiendo de nuevo y pronto me lo pone en el cuello.
—Estoy feliz porque cerré un trato importante. Millones… —Susurra— Y
porque el gobierno está contento con la propuesta de Christopher. Ese tipo me
cae bien.
—Pues a mí no. Te he pedido mil veces que lo saques del proyecto, pero
parece que no te soy suficiente.
—Por supuesto que no lo eres, cariño. Estás enojándome… Christopher
se queda —Es firme, me muerdo la lengua— Me conviene que esté porque
tiene contactos con el gobierno, ¿No lo entiendes? Es dinero. Tú eres el
cerebro. Yo el beneficiado. No deberías tomarte atribuciones que no debes.
Estás aquí por mi, nunca lo olvides.
Por un momento imagino un cuchillo clavado en su garganta, pero luego
me enfoco en sus palabras. Es así… Es la verdad… Y no debe cambiar. Para
él solo soy una mente brillante con buen culo, ¿Qué debo esperar? Nada. Me
paga por esto y no debo ir más allá.
Lo extrañé quizá porque es mi único refugio contra el pasado, pero no
debe ser así… debo poner fin a lo que me genera ansiedad y estrés. Y volver
a ser implacable como siempre.
—Brando, voy a decirte algo. —Suelto.
Me mira serio, pero en ese momento entra él como si fuera mi sombra.
Sonríe al mirarme y extiende su mano para saludarme. Yo ni siquiera lo veo,
pero la tensión de Brando me obliga a contestarle con un apretón de manos.
Lo suelto apenas puedo.
—Christopher, estás aquí… —Lo abraza— Me ha llegado la carta del
gobierno, has hecho un buen trabajo.
—Gracias, Brando. La señorita Evans también hizo lo suyo.
—Si, si… no lo dudo, pero realmente estoy muy feliz contigo. Eres un tipo
brillante que quiero tener por siempre aquí, deberíamos hablar de negocios.
—Claro que sí.
—Vamos, siéntate. Cuéntame todo lo que el gobierno te dijo. Por años
intenté convencer a los gemelos De Fillippi y nunca pude, ni si quiera Dulce ha
podido —Se burla, yo no emito ningún tipo de emoción.
—Pues no fue nada del otro mundo, son viejos amigos y les presenté el
proyecto.
—Dulce… ¿Nos dejarías a solas? —Pregunta Brando.
—Por favor, no… —Contesta Christopher— Me gustaría que la Señorita
Evans esté presente, ya que ella ha sido parte de todo esto.
—Veo que no soy necesaria por ahora, Sr. Miller. —Le respondo.

—Claro que lo es. El proyecto lo dibujé yo, pero la mujer de las grandes
ideas ha sido usted. —Sonríe torciendo sus labios.
—Vaya… cualquiera diría que eres un poeta —Se burla Brando— ¿Así
seduces a las chicas?
—Solo a mi esposa. —Me mira fijamente, me engarroto.
¿Su esposa? Joder.
—Ah si, es muy afortunada… Deberías traerla y presentarmela.
Podríamos planear una salida de 4.
—Mi esposa es un poco hogareña, quizá más adelante. Nos conocimos
hace muchos años… En la playa como te conté. Me casé tan joven…
—18 años, eras un crío. Yo jamás hubiera perdido el tiempo en eso.
El aire se me va y pronto siento que mis manos sudan, ¿Qué carajo le
dijo de mi a Brando? ¿Lo sabe? No, Dulce… ¡Vuelve! Si lo supiera estaría
muerto y tú con él… ¿Entonces?
—Hay mujeres que se tatúan en la piel de uno y no puedes dejar de
pensarlas… —Sonríe mirándome.
—Al menos tendrá un buen culo… —Bromea.
—Ese culo solo es mio. —Responde agresivo, mis ojos se abren.
Ha sido agresivo y quizá posesivo con Brando. Él se queda serio
mirándolo, un silencio extraño invade el lugar poniéndome los pelos de punta…
entonces todo pasa, la efusiva carcajada de Brando solo hace que mi corazón
descanse.
Lo ha tomado como Broma, pero sé que Christopher no bromea.
Está serio, intentando contenerse. Esos celos de macho jamás se irán de
él, entonces me divierto mirándolo en esa posición. Llevo mi mano hacia el pelo
y lo bato sin querer encontrándome con sus ojos de nuevo.
—¡Eres tan divertido! —Ríe Brando.
—Disculpen, tengo que ir por algunos pendientes. Me retiro.
—Bien, cariño. Ve.
—Hasta pronto, cariño.
La venganza es un plato que se come frío, dicen por ahí… Río, piso
lentamente lo que hago y me acerco hacia el rostro de Brando para darle un
suave beso. La tensión aumenta, podría sentir la rabia de mi ex marido a lo
lejos, entonces lo dejo. Me despido asintiéndole, él tensa su mandíbula.
—Quizá podríamos retomar el plan de viaje, querido. —Agrego— Solos.
Brando abre sus ojos mirándome el trasero. Jamás accedí a viajar solos
porque seria inevitable meterme en su cama y no es lo que quiero, pero mis
ansias por joder a Miller ganaron la partida en este momento.
Le jode.
Le arde
Le quema.
Y me gusta. Me encanta. Me fascina ver sus ojos abrirse, sus cejas
tensarse, su piel erizarse con solo nombrarlo. Conozco todo de él… y lo usaré
a mi favor siempre.
***
Mi cabello huele a malditas fresas de nuevo… Es el nuevo shampoo de
Italia que me regalaron en el último cumpleaños. Jamás lo probé, pero hoy
quise hacerlo. Masajeo mi piel con el aceite de coco que tanto me gusta, la he
sentido reseca muchas veces y hoy me daré mi merecido spá de siempre.
—¿Lista señorita? —Dice Delia, mi masajista.
—Claro.
Me acuesto casi desnuda en la camilla y siento cómo Delia hace su
trabajo. Los masajes son una de las cosas que más me relajan en la vida, así
que suspiro cada vez que sus suaves manos pasan por mi piel.
Y pensar que un día amé las fresas… —Vuelve a mi ese maldito
pensamiento. Abro mis ojos tensa, ¿Por qué no puedo dejar de pensar en él?
Maldita sea.
—Tenemos una crema exclusiva recién traída de Paris, Señorita Evans.
¿Desea que…
No la dejo terminar, ¿Dijo Paris? Me irrito.
—No.
—Bien.
Trago enojo porque todo huele a él, hasta las palabras que dicen los
demás. No es posible que tenga que estar recordándolo a cada rato, de este
tiempo a ahora se ha convertido en mi tormento sin querer…
Y solo han pasado algunos días…
¿Si pasa más tiempo cómo será?
Tomo mi móvil para distraerme un rato y sin querer abro un correo que
enviaron en donde no estoy directamente copiada.
Joder, son ellos.
Christopher y Brando dándose un apretón de manos. Es la estupidita
mandándome un correo del periódico de hoy, en la nota sale que hacen
negocios juntos y que Hilton Company está a punto de hacer el proyecto
ensueña liderado por él
¿Por él? ¡El maldito proyecto es mio!
Mi rabia aumenta y siento que mis manos arden por dentro. Bien…no voy
a ayudarlo.
No lo ayudaré ahora que quiere destronarme. Claro, es su plan…
Destronarme y seducirme para luego dejarme. ¿Cómo no va a dejarme? Es lo
único que sabe hacer.
Mi mente se nubla cuando vuelvo a ver la fotografía. Él de terno no se ve
mal… ¿Qué? ¿Qué estoy diciendo? —Me reprimo a mi misma— ¡Mierda!
No puedo ayudarlo cuando me siento estúpidamente atraída por algo de
él. No sé si es su cuerpo, su inteligencia, su voz, su olor, sus manos… o lo que
sea. Desde ese día no he podido concentrarme en nada porque solo pienso en
él y en sus malditos planes para arruinar a Brando
Necesito desaparecerlo de alguna forma y desaparecer mi deseo.
Quizá con Brando pueda hacerlo. Quizá si acceso a una noche en su
cama pueda lograrlo…. Me enfocaré en ello, no importa si se olvida de mi…
haré que no lo haga, lo volveré loco en la cama, fingiré que me gusta aunque
esté vomitando por dentro… porque necesito hacerlo.
Voy a acostarme con Brando.
—Sueltame. —Le digo a Delia levantándome de inmediato.
—¿Todo bien, Señorita?
—Sí, me harté. Solo eso.
Me levanto envuelta en una toalla con la rabia invadiendo mi interior. Mis
manos sudan por la ansiedad, pero mi impulso es más fuerte.
¿Y si hoy duermo en tu cama? —Envío un mensaje de texto a Brando—
Hoy tengo ganas de ti.
Está hecho.
Mi corazón ardiendo en llamas.
Mi vida pasando por mis ojos en un segundo.
Solo pasan dos minutos y contesta
Hoy, en un par de horas, en mi suite cariño. —llega mí un mensaje.
Me paro y me cambio, luego voy a mi recámara para buscar mi mejor
traje. Tomo un vestido negro y me pongo los diamantes que me regaló en el
cuello.
Soy lo que soy, soy lo que soy —Repito en mi fiel espejo— Vas a
sacártelo de la cabeza y de las piernas, Dulce. —Me lo repito.
Estoy harta y cansada. Tomo mi peine e improviso algo, entonces siento
mi celular vibrar…
Christopher.
Mi rabia hace que me exaspere. No controlo mi ira, así que no le respondo
la llamada pero sí con un mensaje.
Te puedes ir a la mismísima mierda y pudrirte dentro.
Envío.
Él no vuelve a llamar y tampoco pretendo que lo haga.
No sé cuánto tiempo pasa, quizá algunas horas en las que solo doy
vueltas y respiro. Estoy lista, maquillada, con perfume y solo lleno algunos
preservativos en mi cartera.
No quiero infecciones y menos de su parte.
Hoy seré su puta por primera vez y haré que no me olvide para que no
pretenda dejarme. Abro la puerta y camino decidida hasta el último piso del
hotel: La suite mayor, la más lujosa, la de Brando.
Me paro un segundo en mi sitio, pero luego vuelvo a caminar. El pasillo
es solitario ahora y pronto abro la puerta para marcar la clave, porque tiene una
contraseña personal para ingresar a su recámara.
Y ahí está….
Libre, solitaria, antigua habitación que ama. La decoración es
extremadamente lujosa, tal y como me gusta, y pronto escucho un sonido en el
baño. Sé que está ahí, pasa horas ahí… entonces dejo mi cartera a un lado y
llevo mis manos al rostro.
Hoy, es hoy.
Sabías que el día iba a llegar, Dulce. No te arrepientas.
De solo pensar en sus manos recorriéndome me siento sucia, pero es lo
que debo hacer. ¿Tomé una decisión pronta? Quizá. Me invade, sí…. Me
invade la ansiedad y el estúpido deseo.
Me conozco, soy obsesiva con mis cosas y las personas. Y estoy
pensando demasiado en él. Christopher ha hecho que vuelva abrir puertas que
no debo y no lo permitiré. Necesito olvidarme de su cuerpo, de sus dedos en
mi intimidad. Ese día revolvió mi piel… ¡Es un maldito tipo guapo! —No hay que
negarlo. Pero no me sirve ahora, no me sirve tener sentimientos.
—Cariño… —Digo para hacerlo ya. No quiero demorarme y estoy lista
para fingir. Estoy segura que no va a durar mucho, ni si quiera sé si se le va a
parar. Quizá con esto pueda volverlo a centrar en mi y seducirlo para que
despida a Christopher. Estuve a punto de decírselo sus planes.
El sonido de sus pies me alteran. Miro simplemente a la cama y pronto
empiezo a deshacerme del collar de diamantes pero no puedo, así que siento
unas manos quitármelo de inmediato.
Mi cuerpo se paraliza, un olor particular invade mi nariz con fuerza y el
deseo explota como fuegos artificiales en mi interior… Mierda.
Toso, mi cuerpo se engarrota, estoy tan obsesionada por él que lo huelo
en todas partes. Siento unos dedos recorriendo mi espalda y no puedo respirar.
Sus manos se lanzan a mi cintura y puedo sentir un musculoso cuerpo detrás.
No es Brando.
Mis sentidos se alteran, volteo rápidamente y lo veo sonreir. Trae una
camisa blanca y unos pantalones jean ceñidos. Me mira sonriendo, como si
todo esto fuera una gran aventura, y yo simplemente me tenso.
¿Qué carajos?
Christopher.
—¡Qué mierda haces aquí! —Me despego casi chispando.
—¿Crees que iba a permitir que hicieras esto con el viejo? —Suena
indignado, saca el celular de Brando de su bolsito y ríe.
Infeliz….
—¿Cómo obtuviste…?
—Yo sé todo, Dulce. Hasta que ropa interior usas ahora…
—Eres un maldito idiota. —Me dispongo a irme, pero jala fuerte de mi
brazo y me arrincona hacia la pared.
Mi corazón palpita, el suyo también.
Somos dos malnacidos tentando al diablo. Sus ojos se oscurecen y pronto
me veo reflejada en sus pupilas… Me desea, lo deseo, pero no es correcto.
Intento negarme pero me sostiene fuerte. Forcejear con él no es una opción
ahora, sin embargo lo hago.
—¿Quieres que te tome a la fuerza? —Pregunta divertido.
Su voz ronca eriza mi piel y me humedece. Tomarme a la fuerza… fue
una maldita fantasía del pasado. Fuimos dos sádicos niños jugando a ser
grandes. Hicimos de todo, en todos los sentidos. Con él aprendí a que el cuerpo
nunca dice basta, al menos con la persona que te pone caliente con solo
mirarlo.
—No lo harías. —Respondo tragando saliva.
—No quiero que te acuestes con ese vejete, ¿Lo entiendes?
—¿Y si no quiero? —Lo reto, me encanta. Me fascina ver su debilidad:
Celos.
—Juro que le digo toda la verdad.
—Te mataría.
—¿Matarme? Yo lo mataría de un disparo y luego me llevaría a mi mujer
de regreso a casa…
Río alto.
—Iluso. —Sonrío.
—Estás jugando con fuego, Dulce. —Se pega más a mí— No olvido el
beso que le diste hoy en mi cara. No quiero que lo beses, no quiero que lo
toques, no quiero que lo mires de la forma en que quiero que me mires a mí…
¿Lo entiendes? No es una petición, es una orden. —Dice totalmente serio.
—¿Estás consciente de lo que dices? Voy a follarmelo… Fo. Llar. Me. Lo
y duro, muy duro.
—¿Así? —Pega su rostro contra mí y me tenso. Todas las partículas de
mi cuerpo se encienden, mis pechos se vuelven duros y mi piel no reacciona…
solo se defiende.
—No te atrevas. —Amenazo con la voz entre cortada. Maldita sea solo
miro sus labios hincharse.
—No puedes negarlo… te gusto. —Chupa mi labio inferior y me prendo—
y te gusta como lo hago.
Quiero darle un rodillazo en las bolas pero no puedo. Mi carne se vuelve
fuego, mis vellos se erizan evocando calor, mis manos no pueden detenerse si
vuelve a hacerlo.
—Chris…
—Sh… —Besa el lóbulo de mi oreja— Disfrutalo, mi amor.
¿Mi amor?
Esa palabra hace fusión con mis recuerdos. Mi maldito corazón tiembla.
—Christopher… —susurro— Brando llegará en cualquier momento.
—Nada más excitante que hacerlo en su propia cama.
—Basta. —Imploro.
Se pega completamente a mí y puedo sentir su erección. Me besa sin
pedir permiso y mis labios no pueden contenerse ante su roce. Su boca baila
con la mía y por más que intento parar no puedo… Me gusta, me encanta, me
quemo.
Con su lengua recorre mi interior las veces que quiere. Lo chupo fuerte y
me devuelve la acción triplicada. Somos dos ex amantes desesperados por
volver un recuerdo… y en ningún momento suelta mis manos. Me puntea con
fuerza presionándome a la pared y no me suelta para que no escape.
No quiero escapar, pero no debo.
Mi piel aumenta su calor cuando lo hace. Me besa como si fuera la última
vez y no puedo dejar de hacerlo también. Lo dijo… dijo esa palabra. Intento
razonar pero no puedo, me invaden los recuerdos.
Con gran agilidad suelta mis manos para encarcelarme con sus caderas.
Nos estamos besando sin control ni arrepentimientos. Succiona fuerte de mí y
puedo escuchar en el más frio silencio el sonido de nuestras bocas. Me toma
de la nuca con una mano y con la otra aprieta mi cuerpo hacia él.
—Te he extrañado tanto… —Dice entre besos.
Lo miro con ganas de todo, me mira con deseo.
Entonces besa mi mentón, cierro los ojos. Luego baja por mi cuello y con
otra mano levanta mi falda del vestido para meterse en mi ropa interior. Ahí
presiona todo de mi y con su boca besa mi cuello… me arqueo como puedo
pero no tengo espacio, esta necesidad de él aumenta cuando muerde mi piel
con pequeños saltos de su boca.
—Vendrá Brando en cualquier momento… —Jadeo.
Pero no me hace caso.
Intento luchar con él una vez más pero me es inútil, entonces me rindo…
me rindo ante lo que siempre he querido hacer desde que lo ví de nuevo.
—Quiero hacerte mía en todas las posiciones. —Ordena casi
ahogándose.
No respondo, solo lo miro. Entonces baja con cortos besos por mis senos
para luego arrodillarse ante mí. Mi mente se nubla, entonces baja mi ropa
interior de un solo jalón hacia abajo y la guarda en su bolsillo.
Ardo.
Sus ojos brillan con maldad y pronto hunde su cabeza entre mis piernas.
La… puta… mierda…
Me incendio con su solo contacto, todo es muy rápido. Su lengua explora
las profundidades de mi sexo sin ningún tipo de piedad, entonces solo me aferro
a la pared intentando contenerme pero grito.
—Ah…. —Siento mi alma quebrarse de deseo.
Y pronto tomo su cabello para hundirlo más dentro de mí. Con su lengua
hace círculos y luego me lame. Mi necesidad es infinita y no pararé hasta que
logre mi orgasmo. Me construye lentamente moviendo su generosa lengua y
luego aumenta la velocidad. Jadeo mil veces y cuando siento que voy a lograrlo
para. Me mira. Sonrie vengativo.
¿Qué mierda….?
—Te vendrás dentro de mí—Ordena, abriéndose el pantalón que luego
cae por sus piernas.
Miro su bóxer y me hielo al ver el bulto que nace de sus piernas. No puedo
pensar ni razonar, solo sentir… entonces jala su ropa interior para dejar
desnuda toda su parte privilegiada.
Lo miro, muerdo mi labio como idiota, y en mí nacen solo recuerdos.
Malditos recuerdos. Se acerca una vez más y jala mi vestido hacia abajo para
dejar mis pechos al aire. Se maravilla con solo verlos y me siento la mujer más
poderosa del universo.
Los lame, hace un circulo, y luego succiona cada uno dejándome
totalmente húmeda.
—Maldita sea…. —Susurra
Entonces me alza hacia arriba presionándome contra la pared una vez
más y me deja caer en su miembro para luego besarme con fuerza.
Intento dejar de besarlo, abro mis ojos y él abre los ojos con sus labios
aún en los mios. Un momento pasa. Me sonríe y sus ojos están llenos de
esperanza, una esperanza extraña que no puedo dejar de ver…
—No voy a dejarte, bonita… Aunque no quieras escucharme, hay una
razón más allá de todo. Confía en mí, creeme… por favor creeme. —Dice
contra mis labios.
Bonita, dijo Bonita
8. Ardo
Chris

“¿Mi lugar favorito?... Entre tus piernas”

—No voy a dejarte, bonita… Aunque no quieras escucharme, hay una


razón más allá de todo. Confía en mí, creeme… por favor creeme. —Dice
contra mis labios.
Bonita, dijo Bonita
Mi alma empieza a sentir una especie de transición tormentosa entre el
deseo, la calentura y los recuerdos. Jadeo incongruente conmigo mismo,
porque mi razón me dice ¡Para! Pero mi instinto sigue incendiándose con su
boca.
Toma mi labio inferior, lo chupa y abre sus ojos mientras se hunde por
completo en mí. Todo de él llena mi interior, desde el inicio hasta el fondo de
mis entrañas. Se queda quieto mientras vuelve a devorarme con su gran lengua
y yo solo pienso en blanco cuando empieza a poseerme. Abre mis piernas, las
enrolla en su cintura y me hinca por completo.
Joder.
Santa mierda.
Me escurro en su piel y luego me sujeto de su cuello para no caerme.
Alza mis nalgas hacia arriba estirándome para caer nuevamente en su
miembro. Lo hace una y otra vez… me está volviendo loca y yo estoy siendo
muy paciente.
Quiero toda su maldita rudeza ahora.
—¿Qué esperas? —Jadeo en su oreja y la muerdo porque sé que le
gusta.
Automáticamente se activa de manera más tortuosa y pronto me veo
rebotando en él. Se hunde, sale de mí, se hunde, sale de mí de nuevo… y
vuelve a hacerlo. Estoy al límite. Me invade rápidamente y aumenta su ritmo
cada vez que quiere.
—Mírame. —Ordena. Por alguna razón abro los ojos— Acepta el maldito
trato. —Dice entre respiros.
—Muevete —Respondo casi ida, ¿Estamos cogiendo y viene a decirme
eso?
—Acepta. —Ríe entre jadeos.
Pero no digo más. Y tampoco puede parar. Vuelve a moverse como loco,
como si el mundo dependiera en dos segundos de ello, y no me suelta. Me
duelen los muslos, mis piernas están contraídas en él y no deja de chocar. Está
haciéndolo de nuevo… tomándome… Me gusta, me encanta, me vuelve tan
oscura que ahora mismo deseo morder… lo pero hay algo que he aprendido
en este tiempo y que no dejaré nunca más: Mi propio placer es primero.
En dos segundos estoy en la cama de Brando sin darme cuenta. Mi
espalda choca contra la cama y solo lo veo hundirse una vez más en mí. Me
toma como quiere, abre mis piernas y se vuelve una metralleta. Choca fuerte,
rebota en mi y siento que me da un latigazo con su miembro caliente. Jadeo,
tuerzo los ojos y abro la boca mordiéndome el labio. No puedo dejar de hacerlo,
me encanta… él sabe, sabe… sabe cómo me gusta en todos los sentidos y
formas, luego presiona contra mi boca sus labios para bajar con su lengua
hasta uno de mis senos… Muerde mi pezón y lo levanta hacia arriba
hundiéndose de nuevo. Empuja fuerte hacia mi y solo lo disfruto, pero ahora es
mi turno así que me volteo subiéndome en su encima
—Yo mando. —Digo con el pelo alborotado.
Me muevo cabalgando contra él mientras lo veo sorprendido. Jadea y me
toma de la cintura presionando mis nalgas hacia abajo. Doy pequeños círculos.
Lo hago como quiero, como sé que me llevará al límite rápido y me encanta,
me fascina, me emperra.
Salto gritando, él grita.
Estoy dándome el placer que merezco y pronto me ayuda levantando mis
caderas para soltaras y hundirme hasta el más exquisito fondo de mis ser. Me
muevo rápido, tomando el control de todo, y solo lo escucho dar pequeños
gritos al unísono de mi boca. Salto, vuelvo a hundirme. Y siempre es profundo,
más profundo, más y más…. Y más profundo.
Nos unimos a un mismo ritmo y cierro los ojos escuchando el tic tic de la
cama moviéndose. Gimo, gimo y vuelvo a gemir cada vez más agudo, más
corto, más intenso y pronto exploto, explota entonces me mareo cuando siento
la liberación venir…
Lo hemos hecho…. Y no me interesa nada más que esto.
Me salgo de su toque y me acuesto a su lado con los ojos cerrados y una
mano en la frente. Mi corazón palpita a mil por hora, es tanta la fuerza que he
dejado ir que siento que no puedo respirar.
Silencio.
Experimento el más confuso y tentador silencio a su lado.
Pasan segundos, quizá algunos minutos y pronto siento su boca con mi
sabor sobre la mía de nuevo. Baja su mano por mi estómago, toca mi ingle y
abro de inmediato los ojos.
—Sabes a las mismas fresas que tu perfume… —Susurra en mis labios—
Y tienes todo de mi en tu cuerpo ahora.
—Asqueroso. —Quito su mano.
—Te encanta lo sucio, no lo niegues. —Levanta su mano y lleva sus
dedos a sus labios. De inmediato me siento y empujo su pecho, pero su piel es
electricidad para mi ahora.
—Comería todo de ti sin sentir asco, Dulce… Eres mi postre favorito. —
Sonríe.
—Vístete, idiota. —Ordeno— Brando puede llegar en cualquier momento.
—Que llegue. Le diría que eres mía.
—Yo no soy de nadie —Digo parándome— Solo me pertenezco a mí
misma. Fue un buen polvo. Gracias.
Sonrío volteando, me bajo el vestido y pongo mis pechos en su lugar.
¿Dónde maldita sea está mi…? Veo su rostro sonriendo.
—Devuélvemelo —Lo miro.
—¿Qué cosa? —Sonríe y empieza a vestirse. Sube su bóxer y se arregla
el pantalón.
—Mi ropa interior.
Tuerce sus labios y saca mi braga de encaje, pero cuando voy hacia ella
da un paso atrás y la lleva su boca.
—Es mía ahora.
—¡No empieces! —Arremeto mi cuerpo y en un segundo me tiene en sus
brazos apretando mi cintura. Pega su nariz y atrapa mis labios.
Joder. No puedo, pero sí quiero.
Caigo porque quiero caer y lo tomo de la nuca para besarlo una última
vez con fuerza. Enredo mi lengua con la suya y nuestros labios suenan por toda
la presión que le damos en este momento. No sé cuánto tiempo pasa, pero
sigo… no quiero dejar de besarlo porque me excita hacerlo. Su olor me vuelve
loca, me envenena y hace que todo lo tóxico salga a flote.
Es un dolor malo, muy malo para mí. Cáncer a mi corazón, lepra para mi
piel, una condena a mis sentidos… pero aún así estoy besándolo, chupándolo
lo más que puedo, mezclando su aliento junto al mio.
Es tan sucio, tan perverso, tan… él
—Puedes irte a la misma mierda, dame mi braga. —Intento quitársela
pero me evade.
—Es mia. —Me roba un pico— Tendrás que hacer muchos puntos
conmigo para que te la devuelva. Tiene tu más plena intimidad… y necesito
esto en mi vida. —Me mira sutilmente, entonces achino mis ojos. No me quiero
soltar y no sé por qué.
—Damela. —Insisto.
—No. —Sonríe y camina hacia la cama para luego jalar la sábana. —
Hilton es muy inteligente, podría oler a sexo si se acuesta aquí. Y prefiero
llevarme tu olor un rato más.
Llevo una mano a mi frente intentando no reír, estoy de tan buen humor…
que no renegaré por nada en este momento.
—Nuestra cogidita no se repetirá. —Afirmo.
—¿Enserio? Yo no podría asegurarlo. —Sonríe y me jala del brazo para
luego llevarme hacia el
. ¿Qué demonios?... — Sé que estás confundida, pronto entenderás.
Saca una planta y puedo visualizar una especie de puerta, la cual se abre
con una clave. Él teclea un par de números y me empuja rápidamente hacia el
corredor. Voy de frente, él tras de mí pegando su miembro aún tenso en mi
trasero.
—Basta. —Reniego.
Entonces se aparta sin decir nada y pronto estamos en la sala privada de
Brando, ¿Cómo carajos llegamos aquí? Jamás supe de esa puerta secreta,
pero Chris si… ¿Cómo lo sabe? Lo miro estudiándolo, quizá no sea tan idiota
como pensé…
—Hay muchas cosas que no sabes, Dulce.
—Supongo que no me dirás nada.
—No por ahora. —Dice cerrando la puerta— ¿Sabes a cuántas chicas se
ha tirado Brando? En su oficina tiene una puerta como esta, un poco más
pequeña quizá, escondida detrás de una repisa. Ahí hay un pequeño cuarto…
¿Imaginas para qué sirve?
Lo miro sin presentar ningún tipo de emoción, pero en el fondo estoy
sorprendida. ¿Cómo sabe tanto? ¡Ni yo lo sabía! Es un simple Ingeniero de
pueblo, ¿O…no? Mi mente maquinea posibles teorías, pero simplemente no
doy con algo lógico.
—Deja de pensar ideas tontas. —Sonríe como si pudiera leer mis
pensamientos, toma mis manos y se acerca a mi. — Me ha encantado tenerte
como domadora.
—No volverá a pasar. —Besa mi mano para luego succionarme. Doy un
grito y me escurro de él, entonces ríe— Ese chupetón que dejé en tu mano te
hará recordar lo de hoy. No me olvidarás en largas horas.
—¡Imbécil! —Grito.
—Pero bien que te gusta montar al imbécil. —Ríe.
Lo miro furiosa, ahora estoy volviendo a la normalidad, entonces vuelve
a acercarse para abrazarme fuerte… Y me quedo inmóvil. No puedo negar que
me atraen sus brazos fuertes en mi cuerpo, pero esto escapa a cualquier tipo
de permisos que tengo en mí.
Me juré no más abrazos, ni besos que no me beneficien…
Entonces me engarroto de inmediato, pongo mi cara en blanco y me toma
en sus manos pasando sus dedos por mis labios.
—¿Aceptarás el trato, cierto? —Habla susurrando, su voz me intoxica el
cuerpo—Debes decir mañana mismo.
—Lo pensaré.
—Debemos irnos ahora. —Mira hacia todos los lados.
—Po… —Me calla con un dedo, entonces entiendo. Se escuchan pasos,
mi temperatura se eleva por la adrenalina, todo es muy confuso y las pisadas
están cerca a nosotros.
—Vete ahora. —Susurra muy bajito— Piensa en mí… Bonita.
Jala mi brazo, me da un último beso y luego me empuja hacia afuera.
Todo pasa en un segundo y mi rostro sigue en shock aún. Estoy tan
confundida… pero camino de inmediato de forma automática. Mis piernas
flaquean, pero mantengo mi postura. Paso por un espejo y me veo horrenda.
El colorete de mis labios se esfumó, mi pelo está todo alborotado y mi boca un
poco hinchada.
Huelo a sexo, tengo cara de haber follado duro, entonces sonrío.
¿Sonrío?
Quito mi sonrisa de los labios y vuelvo a mi seriedad, ¿Qué carajos estoy
haciendo? Refunfuño contra mí y sigo caminando, entonces veo a la estupidita
pasar y giro en mí misma para dar una vuelta.
—¡Dulce! —Grita, me desespero, ¿Por qué siempre está donde no la
llaman? —¿Qué sucedió?
—¿Qué?
—Luces extraña, no sé… despeinada.
—No, para nada. —Arreglo mi cabello.
Me mira como si no pudiera creerme, pero mantengo mis ojos fijos en los
suyos. Siempre es bueno para confundir a la gente, entonces me sonríe. La
veo distinta también, quizá más arreglada y eso me hace pensar que ha
seguido mis consejos.
—Cambiaré mis lentes pronto. —Esboza una sonrisa.
—Qué bien. Debo irme. —Sigo caminando sin darle opción a reclamos.
Sé que me mira, pero no voltearé, entonces subo por el ascensor hacia mi piso
para luego adentrarme en mi recámara.
Y exhalo fuerte…
¡Dios!
¿Qué hice?
Me saco los tacones y camino descalza para mirarme frente al espejo.
Soy una loca saciada por su ex marido.
Me siento en el sofá sin dejar de mirarme. Mis labios siguen hinchados
por su toque, mis brazos huelen a él, mi interior reclama su posesión y yo…
estoy en medio de una gran incógnita: Qué. Carajos. Haré. Ahora.
Me gustó, me encantó fallármelo de nuevo.
Él siempre superó toda expectativa y ahora fue rudo, no tonto ni romántico
como antes. Ha cambiado también.
Y me dijo Bonita…
Toco mis labios, tienen aún su sabor, entonces evoco recuerdos.
Una tarde en Vallarta, el sol quemando mi piel y yo simplemente
acurrucada en el silencio mientras miraba el horizonte. Mamá estaba de un
lado, Kiara del otro enfadada porque no la dejaron usar bikini, y yo… solamente
mirando el mar mientras mi mente revoloteada pensaba en mi futuro. Papá me
había dicho que no tenía dinero para pagarme una universidad, habia llorado
toda la semana porque mis sueños de ser una gran gerente hotelera se fueron
a la basura.
Desde que era una niña me gustó este mundo. Crecí en un lugar turístico
y aprendí inglés desde muy jovencita. Por horas ayudaba a mi tía a administrar
un gran restaurant de la zona, me inmiscuía en las finanzas de ese lugar y
amaba tratar con personas distintas todo el tiempo.
Soñaba con ser grande, salir del círculo cerrado de mi familia, crecer,
ganar dinero, tener un carro y comprarme unos aretes de perlas que tanto
añoraba.
Creí que todo estaba perdido. Mamá hablaría con mi madrina para que
me ayude a recibir una beca, pero no era nada seguro. Era solo una chiquilla
con drama de 16.
—Ya nos vamos a casa —Dijo mi hermana enfadada— Mamá está
histérica.
—No entiendo por qué te prohíbe usar bikini, ni tetas tienes… —La miré
intentando bromear, pero explotó lloriqueando en mi delante. Mamá me miró
con furia, como casi todos estos días por mi negativa a comer. Estaba siendo
una chiquilla rebelde que no entendía por qué sus padres no querían apoyarla,
pero iba más allá de eso…
—Vamos a casa. —Ordenó mamá.
—Iré en un rato, quiero ver el atardecer de nuevo y capturar el sol entre
mis manos, así se cumplirá mi deseo. —Sonreí creyendo fielmente en eso. Era
una chiquilla con esperanzas.
—Bien. —Rodó sus ojos— Pero abrígate.
Me miró de arriba abajo centrando sus ojos en mi pecho. Suspiré
evitándola, porque sé que odiaba que me mostrara más de la cuenta, pero
estaba más que orgullosa de mi cuerpo desarrollado, así que se fue sin decir
más.

Mi vestido azul era precioso, escotado en los senos por su forma V y largo
hasta cubrir mis tobillos. Amaba su vuelo, su textura y lo fino que se veía en mi
piel bronceada. La perfecta combinación para mí.
Las horas pasaban y yo seguía mirando el horizonte, pero ahora desde
la arena. Tenía el brazo levantado, mi mano haciendo un circulo esperando el
sol ocultarse y luego pasó, lo capturé gritando de alegría entonces cerré mis
ojos y pedí un deseo.
Seguir mis sueños…
Dos segundos bastaron y todo sucedió muy rápido. Su olor se impregnó
hasta en la partícula más fina de mi cuerpo… Sus manos tambalearon junto a
las mías y mi corazón dio un vuelto de 360 grados. ¿Quién era ese chico? —
Solo pensé— Estaba tan cerca de mí… Se puso a mi costado sin decirme nada
y yo solo lo miraba de reojo con nervios inexplicables, la garganta a punto de
explotar y mis sentidos alborotados.
¿Quién era ese ken vivo? Con el pelo castaño claro, ojos chispones y
unos labios dibujados. Me ponía tan nerviosa cuando miraba a cualquier
hombre que la sola idea de tener uno cerca me mataba.
—¿Pides un deseo? —Susurró suave, tan suave que su voz me pareció
ser casi un sueño. Lo miré de reojo… era alto, fuerte, traía una camisa blanca
abierta en el pecho y unos shorts color crema. Su sonrisa iluminó mi rostro,
pero debía controlarme. Estaba tan nerviosa que no pude contestar.
Silencio.
—¿Acaso te comieron la lengua los ratones? —Insistía y mi pecho se veía
presionado por la curiosidad, entonces voltee altanera. Mamá decía que una
chica joven era manipulable, sobre todo por los hombres, y no quería serlo.
—No hablo con extraños. —Lo miré y sentí que mi piel ardía por tanta
hermosura. Sonrió apenas me vió, no sé si se burlaba o simplemente le daba
pena, pero no me bajé en ningún momento. Crucé mis brazos y levanté mi
mentón hecha una fiera.
—Sí, es un buen punto. —Suspiró divertido— Christopher. —Extendió su
mano y realmente, realmente quise darle la mia pero las ideas controvertidas
de mamá seguían rodando por mi cabeza y me negué… pero qué hermoso
nombre tenía— ¿Entonces seguirás queriendo que sea un extraño? Me he
presentado, ¿Cuál es tu nombre?
No contesté.
—No importa, de todas formas sé cómo te llamas.
—¿Ah si? —Me sentía curiosa.
—Apuesto a que te sorprenderías… —Intentaba hacer psicología inversa
conmigo, quería descubrir mi nombre y no tenía idea. Tampoco era tonta, pero
me gustaba jugar a no saberlo…
—No sabes cómo me llamo. Si lo supieras ya me lo hubieras dicho. —
Sonreí, entonces clavó sus ojos de avellana en mí y no los quitó nunca más.
Suspiró suave, parpadeó solo dos veces y nos perdimos en ese instante.
Sonreí sonrojada y elevó una risa achinando sus ojos. Nos reímos como dos
locos sin saber de qué ni por qué, sin existir un motivo… solo lo hacíamos.
—¿Darías un paseo por la playa conmigo?
Me ericé con su propuesta. Si llegaba al anochecer mamá era capaz de
castigarme, entonces no respondí.
Lo tomaré como un sí —Entonces tomó mi mano y no volvimos a
separarnos. Caminábamos lento y pausado. Era un tipo gracioso y de gran
mundo. Habia viajado por muchos lugares, en cambio yo solo a la ciudad de
lado. Cuando hablaba solo pensaba en que estaba en un sueño… y no sabia
explicármelo.
Las horas pasaron y pronto mi alma sucumbió por la noche. Jamás lo
había hecho, jamás habia pasado tanto tiempo con un hombre… jamás había
faltado a la promesa que le hice a mi madre, pero esta vez habia sido distinto,
mágico, irreal… con un extraño guapo.
—¿Te vas? —Preguntó sin soltarme.
—¿Me devuelves mi mano? —Sonreí sin querer.
—No me has dicho tu nombre…
—Dijiste que lo sabías…
No contestó, solo sonrió.
—Es verdad… Tu nombre es Bonita… como el sol, esta playa y las
estrellas. Mi Bonita.
Ahogo un grito en mi garganta mientras levanto mi vista hacia el espejo
de nuevo… Estoy sonriendo y por tonterías.
Me acuesto en el mismo sofá con pereza haciéndome bolita y tomando
posición fetal. Cierro mis ojos y veo su lengua recorriendo mi cuerpo, entonces
lo abro de inmediato escuchando sus gemidos en mi oreja.
Ha sido todo un placer volver a coger con él.
Mi cuerpo evoca su nombre, mis senos tienen plasmado su aliento y mis
piernas llenas de su sexo. No quiero bañarme, ni si quiera ir al baño, deseo
quedarme con esta suciedad que siempre me ha gustado… pero que no
debería importarme demasiado.
Voy perdiendo lucidez sin querer y solo bostezo llevándome un Bonita a
mis recuerdos.
***
¡Las 10 de la mañana! Son las 10 de la mañana y no me perdono haber
estado todo el santo día distraída, ni si quiera pude ordenar mis pendientes con
la estupidita. Me levanté tarde, desayuné más rompiendo mi dieta y no entiendo
por qué no me di cuenta de las llamadas de Brando.
Fue una buena cogidita pero nada más, Dulce. No te engañes.
Suspiro mientras presiono mis labios color vino de nuevo. Camino como
solo yo se hacerlo por el pasillo intentando no cruzar con nadie. Llego a la
cocina y veo a la estupidita conversando con todos los empleados. Cuando me
ven se erizan y mantienen quietos, entonces doy un paso adelante.
—Buenos días. —Saludo y todos me miran extrañados.
—Buenos días, Dulce. —La estupidita sonríe entre sus lentes y luego me
abre el paso.
—Hoy tenemos una cena para el presidente en el salón de reuniones
privado, deberíamos mantener todo en orden desde temprano. Elena, tú
encárgate de las presentaciones y Rosario verás qué personal va a cada
zona… Rita, monitorea el proceso.
—De acuerdo, Dulce.
—Saben que de ustedes depende la imagen que nosotros damos al
público. Nada de enojos, nada de caras de fastidio. Todos somos parte de un
equipo.
Sus caras expresan sorpresa y hasta sonríen, ¿Qué demonios les pasa?
Camino sin despedirme y salgo de la habitación de servicio sin explicaciones.
No me extraña que me ponga atención pero sí que me sonrían…
—¿Dónde mierda te metes? —Escucho una voz conocida a lo largo del
pasillo. Volteo de inmediato y veo a Brando furioso mirándome de un extremo.
Le sonrío y ni vuelve a mirarme porque camina apresurado a su sala de
reuniones.
¿Ahora qué le pasa?
Camino con pereza, entonces me detiene en la puerta.
—¿Dónde te metes? —Repite.
—Estaba haciendo mi trabajo. —Saco mi muñeca de su toque.
—Tu trabajo está a mi lado, no lo olvides.
—¿Qué sucede? —Cambio de tema. Sé que algo le pasa.
—La perra de Paris. —Dice entre dientes, entonces entiendo. Me invita a
pasar a su sala y solo me estreso cuando empieza todo de nuevo.

Sus miedos, sus celos, su envidia hacia la hija de uno de sus tios… La
amenaza perfecta para sus negocios ha regresado. Lo escucho bloqueando mi
cerebro, he escuchado la misma historia desde que lo conozco y sencillamente
no estoy interesada en ayudarlo.
Es ella. Ella siempre como una piedra en mis zapatos —Susurra tenso.
—Ya pasará. Se olvidará. Dejará de molestar. —Solo digo.
—¿Dejará de molestar? —Se abalanza hacia mí con la mirada retadora—
¿Qué sabes tú de esa? Maldita zorra, perra de las perras, ninfómana
asquerosa… Esa malnacida no volverá a joder mis planes, ¿Lo entiendes? —
Toma mi brazo y me jala hacia abajo. Un leve dolor sale por mis articulaciones,
entonces lo detengo.
—Basta. —Digo.
—Estás aquí para complacerme, cierra la maldita boca. —Me aprieta
fuerte.
—Brando…
—Te necesito, cariño. —Ahora me abraza, pasa una mano por mi espalda
y besa mi hombro. El tipo huele a cementerio y solo deseo vomitarle encima,
pero me dejo. Para eso vine, por ello estoy aquí y no debo olvidarlo.
Cierro mis ojos intentando pensar en otra cosa: Dinero.
Jadeo al sentir sus dedos en mi vientre, pero no por placer sino por
tensión. Mi cuerpo se mantiene erguido, jamás perderé la elegancia en un
momento como este, entonces me aprieta estrujando hasta el fondo de mis
huesos.
La puerta se abre.
Mi corazón palpita jodidamente fuerte y lo veo. Él me ve siendo de Brando
porque sus manos aún siguen tocándome… y bajando hasta mi trasero. Los
ojos de Christopher se incendian de frustración y enojo. No, no lo disfruto… no
ahora.
—Brando. —Exclama como un reclamo. Brando se detiene y voltea para
mirarlo como si Christopher fuera su salvación.
—Christopher, necesito que hagas algo por mi.
—Buenos días, Señorita. —Me saluda, pero sinceramente no quiero
mirarlo.
—Paris… La perra de mi prima está aquí y sé que quiere joderme. Eres
un tipo inteligente, podrás seducirla. Su debilidad siempre será un joven guapo.
—¿Paris?
—Paris Hilton. —Levanto una ceja y me mira conteniendo la risa. Es real,
aunque no lo crea, Paris es la prima de Brando. Gracias a ella él tiene toda esta
fortuna porque prácticamente se la regaló hace muchos años.
Él intenta no reír, entonces lo escucha. Doy un suspiro mientras vuelve
con sus lamentos. Christopher me mira, lo miro… y puedo oler su perversión
en sus ojos. No lo soporto. Bajo la mirada hacia mi móvil y cuando lo prendo
encuentro un mensaje no leído.
Número desconocido.
Ha sido una noche placentera. Hoy desperté con tu olor en mi cama…
Llevaré tu Braga a lugares inexplicables, bonita. No te conviertas en amarga,
no ahora.
Con cariño… Toqueteando tu cuerpo.
Tu Romeo de nuevo.
Sonrío sin querer y lo miro contemplarme entre sus pestañas. Ninguno de
los dos está escuchando a Brando, pero finge tan bien… que hasta yo me lo
creo.
—Lo siento, caballeros. Necesito regresar a mis labores.
Me despido y Brando intenta besarme pero no lo dejo. Doy media vuelta
y salgo rozando suavemente el brazo de Christopher. Me tenso al sentir sus
vellos con los mios, pero sigo mi camino sin problemas
Control. Maldito control.
La estupidita aparece por arte de magia y aprovecho para ver con ella mis
pendientes.
—¿Llamaste al abogado?
—Sí, Dulce.
—¿Compraste los libros que te pedí?
—Si, Dulce. —Repite de manera automática
—¿Follaste ayer?
—Si, Dulce…
Pero cuando se da cuenta es demasiado tarde, me mira sonrojada y tapa
su rostro.
—¡No! No quise decir eso.
Río.
—Es solo una broma. No quiero máquinas automáticas trabajando
conmigo.
—Tienes una bella sonrisa, Dulce. Jamás te vi sonreir….
Entonces vuelvo a ser seria.
Qué me pasa.
Me tenso.
—Nada.
—Hola. —Sonríe Christopher de nuevo, aparece como fantasma tras de
mi y Rita no deja de mirarlo.
—Christopher. —Suspira, lo mira como si fuera un cantante famoso.
—Rita, qué guapa te ves hoy. ¿Te hiciste algo?
—¿Yo? Eh… no, no en realidad pero gracias. —Tardamudea la
estupidita, ¿Qué pretende este idiota? Lo estudio y no digo nada. Puedo ver
cómo la enamora sin enamorarla, algo trae entre manos…
—¿Pudiste conseguirme esos documentos?
—Ay, Christopher… es que me pones en aprietos.
—Brando está de acuerdo.
—Bien, entonces ahora mismo te lo traigo.
—Gracias, linda. —Le dice linda y mi paciencia se agota.
—Lárgate. —Le digo a Rita, ella se sorprende y suspira yéndose. Su
sonrisa no se quita por más que le haya gritado.
—¿Ahora seduces nerds? —Pregunto.
—¿Celosa? —Responde.
—No, solo cuido mi información personal. ¿Es ella, cierto? Ella te ha dicho
todo lo que sabes.
—No, Dulce. Claro que no. —Esboza estrés, pero luego hace silencio
cuando ve mi brazo.
Ni yo lo habia notado…
—¿Ese infeliz te hizo esto? —Pregunta tenso tomándolo.
—No. No sé. —Miento mientras me zafo. Mi brazo está rojo y trae las
marcas de alguien que claramente es Brando.
—¿Ese infeliz te hizo esto? —Repite jodidamente enojado. Sus ojos
echan chispas y se da media vuelta con la mandibula contraída.
Reacciono en dos segundos y lo sigo.
—Christopher…
—Haré puré su maldito pito. —Se contiene cuando pasa por la gente, yo
también finjo. El idiota está apunto de echarlo todo a perder y me desespero.
—¡Christopher! —Grito susurrando.
Camina rápido y lo veo dirigirse hacia el pasillo de las oficinas de Brando.
Mi mente se estresa y pronto lo tomo del brazo para detenerlo.
—No hagas esto. —Ordeno— Por favor… Es por demás. Él solo está
acostumbrado. No me golpeó, solo me tomó fuerte del brazo por la rabia que
siente. Es comprensible.
—¿Es comprensible que te lastime? —Pregunta indignado mirándome
como si yo fuera una tonta.
—Fue sin querer —Digo pensándolo porque no es la primera vez. Cuando
él suele enojarse lastima lo primero que ve. Nunca me ha golpeado, solo ha
hecho marcas en mis brazos.
—¿Qué más te hizo? Dimelo.
—Nada. De verdad nada. —Aún no sé qué hago dándole explicaciones,
solo lo siento.
Y me queda mirando. Enrolla sus ojos en los mios y parpadea mientras
toma suavemente mi brazo para llevarlo a su boca. Me besa, acaricia mis vellos
con sus labios y todo lo hace sin quitarme la vista.
—Llegará el día, Dulce. El dia en el que nos podamos ir de este lugar. Lo
juro. —Habla como si realmente hubiera un nosotros, pero no lo hay. Él
realmente cree que vivimos aún en el pasado.
—No lo creo. —Digo.
Y explota en mis ojos conteniendo su rabia, pero luego se calma y no
suelta mi mano.
—Aún tengo tus Bragas —Toma mi fino encaje y lo saca de su bolsillo.
—Basta. —Extiendo mi mano intentando quitárselo sin éxito— No me
parece divertido.
—Acepta el trato. —Suspira— Solo así no iré detrás de ese tipo porque
tendré la plena seguridad que estarás a salvo.
—Pff… hablas tonterías, ¿A salvo de qué? —Me mira pero no habla, a
veces pienso que guarda más cosas de las que imagino.
—¿Es tu última palabra? —Cambia mi pregunta por otra, entonces no
respondo.
Silencio.
—Bien. Entonces ahora mismo iré a matarlo.
Da media vuelta y camina serio, pero no puede hacerlo… simplemente
no puede. Lo veo caminar más rápido y lo sigo. Joder, mierda. Maldita sea. Lo
está haciendo. Mi mente se nubla, va a matarlo… Va a reclamarle, va a decirle
que es mi marido.
Mi cuerpo pasa de frio a caliente y cuando levanto la mirada veo una
especie de arma en su correa.
Mierda.
Corro lo más rápido que puedo. Toca la manija de la puerta y por fin puedo
ver su rabia más que visible en sus ojos. ¿Por qué lo odia tanto? ¿Por mi? Mi
boca se seca, grito en silencio pero no se da cuenta.
En un segundo pasan mis intereses por delante. Mi vida, mis sueños, mis
metas. No va a arruinarlo, simplemente no lo hará. Jadeo para alcanzarlo, pero
está a punto de abrir la puerta y darle un tiro. Sé que lo hará. Conozco esos
ojos tiritantes, ese vistazo asesino, ese veneno en su rostro.
Mi mirada se alinea a la suya y de un tirón lo jalo.
—Acepto. —Digo deteniendo su mano.
He firmado un pacto con el diablo.
9. Me eres inevitable
Dulce

No hay nada más doloroso que mirar algo que te lastima y tener que sonreír

Sus ojos se tornan hacia los míos como bombas explosivas estallando de
emoción. Doy un suspiro intentando hacer que su mano salga de esa maldita
puerta, pero simplemente no lo hace ¿Qué pretende? ¿Qué me de un infarto?
Maldita sea.
—Ven —Susurro entre dientes y tomo su mano para empujarlo hacia una
oficina contínua. No me conviene que nos vean.
—¿A solas para repetir lo de anoche? —Pregunta divertido.
—Haré como que no escuché eso. —Contesto. Me sigue mirando
entretenido.
—Pues… yo sí quiero repetirlo. —Sonríe— Eres fabulosa, bonita.
Mi piel se eriza al escuchar esa palabra, aún tengo recuerdos marcando
mi mente cuando la escucho en sus labios, pero debo ser precavida… sé que
me está estudiando.
—¿No te gusta, cierto?
—Eso no importa ahora. —Miro hacia la puerta— Necesitamos hablar
rápido, alguien puede venir.
—Bien, pero no aquí. —Curvea su sonrisa, lo que me hace pensar que
tiene una propuesta para mi— Aquí siempre será peligroso. Este hotel tiene
más de 400 cámaras.
—Estás loco, realmente loco. —Suelto. Eso es imposible.
—Dulce, créeme, Hilton es más rata de lo que puedes imaginar. Graba a
sus disque socios para amenazarlos, a sus empleados para extorsionarlos y a
sus clientes para tener resguardo.
Mis ojos se abren más de lo normal y solo me pierdo en el vacio… Si eso
fuera cierto, ¿Entonces pudo haber visto cuando….? Mi garganta se seca, él
me mira y sonríe.
—No, Dulce. El único lugar que no graba es su habitación… —Responde
como si hubiera leído mis pensamientos.
—¿Cómo puedes asegurarlo? —Eleva su cabeza y se acerca a mí.
—Te contaré todo esta noche. Te quiero ver pero no aquí… A unos
metros de este lugar hay un terreno en construcción. Veámonos ahí.
—Bien.
—Te enviaré la dirección por mensaje.
Me mira con cautela y sonriendo pone una de sus manos en mi cintura
para luego apretarme contra él. Mis pechos rozan su cuerpo y se erizan al
instante. Él mantiene fijos sus ojos en mi rostro y pronto acerca su boca a la
mía.
—¿Sabes todas las cosas que quiero hacerte ahora? —Pregunta casi
reprimiendo un gemido. Su aliento se mezcla con el mío y una pronta necesidad
aflora de mis labios. Vuelve a acercarse sin decir más y, cuando tiene su nariz
junto a la mía, retira su boca para elevarla a mi frente.
Perro.
—Cuidate, te veo en la noche. —Resuena sus labios y finge naturalidad,
cuando realmente está jugando con el deseo.
Infeliz
Bastardo
Quiero follarte
Me mantengo seria mientras se va y cierra la puerta, pero luego mato mi
impotencia tirando lo primero que encuentro al suelo ¿Qué pretende? Mi
garganta se seca, realmente me está descontrolando y no puedo permitirlo. Es
un hombre que me saca del juego con tanta facilidad que hasta yo misma me
reclamo.
Agrio es el sentimiento, pero no me queda de otra.
Si le digo que No malogrará mis planes.
Es mejor tener al enemigo cerca que lejos. Jugaré por los dos lados y solo
me inclinaré con el bando que más me convenga. Brando ni siquiera imagina
lo que su Ingeniero favorito quiere hacerle y Christopher tampoco se acerca a
todo el poder que tiene Brando.
Él mata. Él corrompe personas. Y juega sucio. Lo sé, lo he sabido desde
que entré en este lugar y me propuse seducirlo.
El zumbido de mi móvil vuelve a presionarme, ¿Tan rápido me envió el
mensaje? Cuando leo mi buzón ruedo mis ojos.
Necesito hablarte, es urgente. Contesta el maldito celular. ¿O ya te
olvidaste que tienes familia? – Kiara S.
¡Es de nuevo la pesada de mi hermana menor!
No la soporto y tampoco soporto a mi madre con sus pensamientos
puritanos.
Jadeo al sentir angustia, entonces decido olvidarlo. No voy a malograrme
el día con ellos.
Chris
¡Lo logré! ¡Aceptó! Y estoy malditamente feliz por ello.
Mi bella mujer nos ayudará, terminaré con el plan rápido y pronto podré
hacer justifica. Mi alma, mi corazón y honra anhelan con ese día… Yo tomando
la cabeza de ese malnacido.
—Christopher —Escucho su voz a lo largo del pasillo derecho. Mi mente
se detiene, ¿Habré hablado en alto? Dudas sucumben mi memoria, entonces
siento su mano delante de mí —¿Cómo estás? —Le extiendo la mía
estudiándolo…
—Bien, gracias.
—Te necesito en mi oficina —Ordena Brando. Esta mañana ha estado
más amable que de costumbre.
Doy media vuelta mientras lo sigo. Al entrar en ese lugar solo puedo verlo
caminar lentamente. No es tan viejo para ser Presidente de toda la cadena de
hoteles Hilton. Su nombre ha sido mi martirio todos estos años y cuando no me
ve solo deseo exprimir su cuello en mis manos.
Lo odio.
Quebraría sus músculos y destrozaría sus huesos en un solo instante,
pero debo contenerme. Sonrío. La hipocresía jamás fue conmigo y me está
costando. Me sirve una copa, se sienta y me mira en complicidad.
—Dime, ¿A quién te follaste anoche?
Mi cuerpo se paraliza y siento que estoy siendo observado. El pánico no
va conmigo, soy un hombre cauteloso, así que sonrio con naturalidad
estudiando todos sus movimientos
Nariz erguida
Ojos tranquilos
Mirada asquerosa de viejo en celo
Paso saliva y doy un trago, debo seguirle el juego.
—¿Por qué lo dices? —Contesto con una pregunta.
—Mis hombres te vieron salir del hotel. —Ríe— ¿Quién es la afortunada?
¡Lo sabía!
Elevo una ceja y me quedo en silencio.
Mi absoluto cuidado en todas las jugadas que hago han hecho que esta
vez me salve el pellejo. Anoche, antes de asistir a la cita con Dulce, salí del
hotel y di un par de vueltas en mi auto. Supuse que me seguían, esperé un
tiempo mientras coqueteaba con mi propia esposa y regresé como una sombra.
Sabía que este idiota tenía algo entre manos. Mi intuición no me traicionó.
—Vamos… tener una amante no es un pecado —Eleva su pecho como
si fuera motivo de orgullo— Yo lo he hecho mil veces. Anda, necesito saberlo.
—¿Me estás siguiendo? —Lo encaro.
—Nunca se sabe, Christopher. Digamos que soy… un tipo precavido. —
Aletea su vaso sin remordimientos.
—Me ofendes. —Contesto serio. Necesito armar una especie de drama
con él para que todo parezca natural. Maldita sea, necesito tener más cuidado
y entrenar a Dulce para que también lo tenga. He tenido que borrar cámaras
de video en estos días, pero no puedo estar al pendiente de todo.
—Confío en ti, Christopher. —Bebe un sorbo de Whisky— No lo dudes.
No contesto, entonces agrega:
—¿A quién te follaste? —Insiste. Sus fosas nasales se abren, está
curioso… ¿O me está probando?
—Es mi amante. —Respondo— No necesitas saber su nombre.
—¿Le diste duro? —Pregunta divertido. Su boca se ancha y solo puedo
sentir asco.
—Muy duro.
—¿Qué tal su culo? Dime que es una rica virgencita.
Siento nauseas, pero sonrío. No me conviene que piense lo contrario.
—No es virgen, prefiero a las experimentadas.
—Pues yo a las tiernitas. Cuando estoy dentro me vengo rápido. He
desvirgado a muchas… —Eleva una ceja y vuelve a beber su copa. Mi
mandíbula se tensa, claro que lo sé, entonces experimento el infierno en mis
ojos.
Un día voy a asesinarte con mis propias manos, malnacido. En nombre
de todas esas niñas que violaste.
—Me gustan las mujeres experimentadas. La follé duro, muy duro… en
un lugar muy peculiar. —Extiendo mi copa y choco la suya. Si supieras que la
follé en tu cama…
—Bravo, muchacho. Me gustan los tipos rudos. Podemos ir a un
prostíbulo pronto.
—Puede ser —Digo sin ganas— ¿Y tú? ¿Has follado últimamente? —
Pregunto ansioso.
—No. Bueno… un par de putas. Me corrí en ellas con gusto, pero la mujer
que me interesa no.
Mi mente me grita alerta, hago puños y me calmo. ¿La mujer que le
interesa? ¿Qué tanto le interesa?
—¿Quién es esa mujer?
—Dulce. —Sonríe— Han pasado varios meses y no hemos tenido sexo.
Realmente es una chica que me encanta, aguantarme lo hace más divertido,
pero necesito de ella… Veo sus curvas y me aloco, su hermoso trasero… —Se
pavonea el idiota— Lo he tocado tantas veces pero jamás la he follado.
—Es… —Respiro— Una mujer muy guapa.
Sonrío. Sí que lo es, pero no para él.
—Lo es, pero quiere un anillo. Posiblemente se lo de…
—¿Piensas casarte? —Arremeto de inmediato.
—Necesito algo estable, quizá. —Agrega sin interés— Pero no quiero
pensar en ello ahora. Tengo a Dulce de mi lado.
—Entiendo.
Me excuso diciendo que tengo pendientes y dejo solo a Brando de nuevo.
Fue un martirio sobrevivir escuchando sus porquerías… ¡Es un maldito hijo de
puta! Y no simplemente no lo soporto.
Paciencia, Miller. —Me lo repito una y otra vez mientras rechino los
dientes. Falta poco, muy poco. Pasé todos estos años estudiando sus pasos,
este solo es el final de un arduo y minucioso trabajo. No puedo arruinarlo.
—Sr. Miller… —Me sigue una de las recepcionistas del hotel.
—¿Si? —La miro intentando reconocerla sin éxito.
—Estuve tratando de ubicarlo en su celular pero me fue imposible. Tiene
una visita.
—Oh… lo siento. Si, lo tuve apagado, ¿Quién es?
—La Señorita Constanzo. Dijo que era importante, está esperándolo en
la sala de reuniones.
—Muchas gracias —Pego mis labios por impotencia, ¿Qué demonios
hace Tatiana aquí ahora? Es muy peligroso que esté en este lugar.

—Cuando quiera, estoy a su entera… disposición —Extiende sus labios


en señal de amabilidad, pero entiendo su mensaje apenas la veo mirarme de
esa manera. Es una chica bonita, pero hay muchas chicas bonitas en este
mundo… y nadie es como la mía.
Le agradezco de nuevo y me giro en mis pies para caminar
apresuradamente hacia la sala de reuniones. Necesito saber qué ocurre, no
creo que Tatiana esté aquí sin motivo. Sabe que es peligroso, muy peligroso
quizá y aún asi se ha atrevido a venir.
Al entrar la veo sentada con las piernas cruzadas. Lleva un pantalón
negro, blusa blanca y tacones rojos, un tanto formal para ser una policía
malhumorada. Elevo mi mirada hacia todos lados y sonríe rodando los ojos. No
me parece divertido.
—Había una cámara ahí —Señala— La he desactivado.
—¿Qué haces aquí? —Pregunto pausadamente. Por la ventana puedo
ver a meseros pasar de un lugar a otro, todo parece normal pero no me confío.
—Si te digo que te he extrañado no vas a creerme. —Bufa sin quitarme
la mirada.
—No tengo tiempo para bromas, ¿Qué sucede?
—Nada. Digamos que soy tu supervisora, ¿Qué problema tienes con
eso? —Pregunta divertida. Solo la miro intensamente— Vine a meterme en tus
planes. —Suelta descarada.
—No te atreverías. Este es mi proyecto. —Amenazo con total sinceridad.
—Sí y tú eres mi hombre.
—Maldita sea, no lo soy. —Respondo de manera agresiva. Se levanta de
su asiento y coloca sus manos en mis brazos… Solo la esquivo.
—Porque no quieres.
Mierda.
Solo fue una noche. Una maldita noche.
—Te he dicho mil veces que eso fue un simple polvo. No soy un hombre
para ti.
—¿Y sí para ella? —Pregunta sin evocar emoción alguna. Es una mujer
paciente y muy inteligente.
—Qué quieres. —Repito por última vez.
—Me conoces… —Coquetea.
—No tengo tiempo, Tatiana. —Respondo entendiendo su intención.
—¿La zorrita aceptó? —Pregunta, me incomodo.
—Esta noche hablaré con ella. No me presiones.
—Has tenido mucho tiempo. —Suelta la lengua— Así que decidí actuar
por mi propia cuenta. Seduciré a Hilton.
—¿Qué? —Intento contenerme pero me es imposible. Abro los ojos y
parpadeo un par de veces, realmente necesito comprenderla… si no voy a
perder la cabeza.
—Lo que escuchas. Esta motivación también es personal y lo sabes.
Todos estamos a pié del cañón para hundir a Hilton y tú lo estás arruinando.
—¿Arruinando? ¡No ha pasado mucho tiempo! Sabes perfectamente que
todo está calculado.
—¿Y si tu zorra no acepta, qué? ¿Vas a seguir rogándole?
La tomo del brazo y la miro dándole una última advertencia.
—No vuelvas a venir a este lugar, lo lamentarás. —Empujo su cuerpo y
se ríe.
—Eso está por verse.
Dulce
Son las 10 de la noche y espero ansiosa el maldito taxi.
Mi día pasó muy rápido y Christopher se encargó de recordarme de
nuestra cita de negocios con un mensaje, ¿Quién lo diría? Juré no volver a
verlo, jamás caer en su juego y ahora estoy aquí cediendo ante él… pero no
tengo de otra. El maldito semental me tiene en sus manos… pero no por mucho
tiempo.
Muerdo mis labios cuando veo un auto acercarse, entonces salgo por la
puerta trasera con ropa deportiva. El cuento de mis clases de meditación no va
a convencer a Brando en caso llegue a descubrirme, pero Christopher ha
insistido.
Demoro un par de minutos en llegar. Hace frío así que agradezco tener
abrigo. Me detengo en una vieja construcción a medio terminar y toco la puerta.
Enseguida me abre un hombre de negro, ¿Esto es enserio? ¿No estamos
solos? Gruño conmigo misma preguntándome cómo caí en toda esta mierda,
pero no es tiempo de reclamos sino de acciones. Necesito terminar con esto.
—Bienvenida. —Christopher sonríe de inmediato.
—¿Qué es todo esto? —El lugar es sucio y viejo. Solo hay cajas y algunos
asientos. No me gusta para nada.
—Necesito hablar contigo.
—Eso lo sé, pero… por qué aquí. ¿No estamos solos, cierto?
Enseguida dibuja una sonrisa en su rostro. Lo miro sin entender y pronto
caigo en cuenta de la idea que empieza a formar en su cabeza. Ruedo mis ojos
y cruzo mis brazos en señal de desaprobación.
—No, Christopher. No lo digo porque quiera estar a solas contigo y esté
decepcionada, sino porque…
—Hablas demasiado. —Me corta y suspira, dejando de lado las tonterías.
—¿Entonces?
—Necesito tu entera discreción.
—Te dije que iba a ayudar, pero quiero explicaciones, ¿Por qué
apareciste asi? ¿Por qué persigues a Brando de esa manera?
Da una pausa y me mira un tanto molesto. Sus fosas nasales se abren y
pronto evoca un sonido ahogado. Está enojado.
—¿Tanto lo quieres como para defenderlo y tapar sus crímenes?
Elevo una ceja, esto parece más una escena de celos que de negocios.
Su mayor debilidad era siempre los celos… Río, no ha cambiado, podría sacar
ventaja pero ahora necesito comprender más su manera de actuar así que me
aguanto.
—No entiendo. —Contesto haciéndome la tonta.
—Por favor, ¿Vas a negar que le conoces sus negocios sucios?
—No. —Digo con soltura— Pero no es mi problema.
—¿No es tu problema que viole niñas? —Pregunta indignado, quizá
furioso. No puedo evitar sorprenderme, no porque viole niñas sino por su
reacción ante el tema.
Definitivamente no es normal su actitud.
—No lo sabía. —Digo con verdad. Sé que Brando es narcotraficante, lava
dinero por sus hoteles y comete crímenes, pero jamás supe lo de las
violaciones.
—Se acuesta con niñas y luego las vende a sus socios. Roba dinero.
Hace negocios sucios con drogas. Es un maldito malnacido y todavía lo
defiendes.
—Bien, no estoy aquí para discutir si lo defiendo o no. Estoy aquí para
que me digas qué hago. —Mantengo mi frialdad ante sus ojos decepcionados.
Sé que le cuesta no verme como antes y sí… he cambiado.
Se toma unos segundos, pasa su mano por su cabeza y vuelve a mirarme
tensión. Traga su enojo como si le fuera muy normal hacerlo y suspira
fuertemente.
—Información. Necesito saber todos sus movimientos sucios. Con quién
negocia, cuándo hace entregas de drogas, en qué ciudades opera, direcciones,
cómplices, contratos. Todo lo relacionado al lavado de dinero, narcotráfico y
trata de blancas.
Mis ojos se abren más de lo normal y esbozo una risa de impotencia.
¿Realmente cree que voy a hacerlo? Si le entrego esa información yo me
veré perjudicada. El gobierno y la policía se quedaría con todo y no recibiría
nada.

—Jamás.
—¡Por qué no puedes entender que esto es esencial! —Grita contra mí—
¡El maldito es un hijo de puta violador! —Contrae y hace puños— ¡El maldito
es un malnacido que lava dinero!
—No me veré perjudicada —Digo con calma.
—Tendrás tu dinero, si es lo que quieres.
—¿Quién me lo garantiza?
—Yo.
—No creo en ti, Christopher.
—Por favor… —Se exaspera— ¿Crees que voy a traicionarte? ¡Soy tu
jodido marido!
—¿Piensas que confío en ti después de todo lo que ha pasado entre
nosotros?
El ping pong de preguntas, reclamos y respuestas se detiene cuando
evoco el pasado. Me mira tenso, con el puño hecho hierro y se contiene… Solo
se contiene para luego dar vuelta y golpear a la pared.
No siento absolutamente nada por él ahora, ni si quiera pena al ver su
mano roja. Todas mis lágrimas se volvieron hierro, mis noches depresivas en
oscuridad y mis sueños rotos en el diccionario de la vida.
No, simplemente no.
No me permito flaquear cuando se trata de mi misma. El mundo está
contra mi, yo no puedo darme el lujo de perjudicarme.
Mis intenciones van más allá de un simple trato. Lo quiero todo.
¿Por qué tendría que hacerlo?
—¿Quieres dinero? Tendrás tu maldito dinero. El gobierno es poderoso,
solo debes pedir lo que sea.
—Medio millón de dólares para empezar. —Elevo una sonrisa.
—¿Qué? —Responde aturdido.
—Dijiste “lo que sea” No expondré mi pellejo por ayudar a la policía, ¿Qué
beneficio tengo?
—Ayudar a todas esas niñas violadas, por ejemplo.
—La vida es cruel, patancito. Está mal, por supuesto, pero no me voy a
poner a llorar por ello. Y tampoco a sacrificarme por la gente.
—Esa niña violada podría haber sido tu propia hija —Arremete contra
mí— ¿Dirías lo mismo?
El tiempo se detiene cuando menciona esas palabras… “Tu propia hija”
La hija que nunca tendré. Mi mente colapsa, contraigo mi garganta y exhalo
fuerte. Estoy mareada… tengo emociones amargas en mi interior.
La hija que nunca tendré.
Levanto la mirada para encararlo y pronto siento cambios en mi interior.
Bien, me cuesta… no aceptarlo pero sí tener que recordarlo. Es una extraña
contradicción, sobre todo cuando luzco de esta manera delante de él.
Pero no voy a flaquear. Si lo hago puedo utilizarlo en mi contra. Por su
actitud puedo ver que no todo está perdido…
Es frágil con el tema. Le afecta de alguna manera… y me cuesta
entenderlo, pero puede ser una posibilidad que debo aprovechar.
—No estás siendo objetivo. —No le quito la vista. Pelear con él por el
pasado sería algo interminable y no llegaríamos a nada. Aunque esté con
ganas de matarlo me contengo.
Silencio.
—Te necesito, Dulce. —Suspira sin verme— Es la maldita verdad.
No contesto, solo me quedo observando su expresión llena de odio hacia
Brando. Lo odia más de lo que imaginé. Y todo esto me da curiosidad.

¿Qué fue lo que le hizo?


¿Y por qué es una especie de policía ahora?
¿Qué pasó en su vida para actuar de esta manera?
Me necesita, lo dijo. Y lo peor es que siempre lo supe. Desde que
presionaba su cabeza contra mi pecho en las noches. Desde ese día en el que
llorando me contó sobre sus pesadillas. Desde que me pedía no apagar la luz
en días de lluvia. Desde ese día me necesitó… y lo sabía.
Sabía que algo lo aquejaba, pero jamás me metí en su intimidad. Lo único
que me importaba era él en cualquiera de sus formas, con sus sombras e
incógnitas. Mi corazón siempre palpitó a su ritmo, en el cielo o en el infierno,
con luz u oscuridad.
Jamás me detuve a pensar en estos detalles, pero ahora no puedo ser
ajena a sus sentimientos. Algo le pasa, algo tiene, y voy a descubrirlo.
—El tipo tiene mil amantes, tú eres una más en su lista. ¿Eso quieres?
Te estoy ofreciendo dinero, hacer una buena acción y no aceptas.—Agrega y
salgo de mis pensamientos.
—Yo no hago buenas acciones, pensé que lo habías entendido.
—Bien. Bien. —Ironiza sus palabras— Tendrás tu medio millón.
No sonrío.
—Y mi libertad. —Contesto, hace una pausa y me mira.
—También tu libertad. —Responde— Si es lo que quieres.
—Es lo que quiero. —Digo con firmeza encontrando mil preguntas en sus
ojos.
—Entonces firmemos este pacto. —Estira su mano conteniéndose de
nuevo.
—Lo haremos. —Le doy la mía y aprieta con fuerza mi piel. Su roce me
hace perder la cabeza, pero soy más fuerte que simples ganas de follar.
Ahoga sus palabras y suelta mi mano.
No debería preocuparme… No por él.
Enseguida hay un silencio entre nosotros, quizá más largo de lo que
puedo soportar. Estoy incómoda y sola en un cuarto horrendo con mi ex marido,
el hombre que sacó lo mejor y peor de mí y al que juré no volver a mirar nunca
más.
Y me es inevitable.
—Bien. Supongo que hemos terminado. —No me mira, camina hacia una
esquina y saca una pequeña maleta negra. Ahí enrolla unos cables ¿Es todo?
Lo veo suspirar y pronto surgen más incógnitas en mi cabeza.
—Bien.
Lárgate, Dulce. —Me lo repito una y otra vez pero mis piernas no
responden.
Estoy inválida ante su presencia. Quiero correr hacia la puerta, irme y
darme un relajante baño de burbujas pero no puedo… mi maldito cerebro no
funciona. Y él sigue sin darme la cara, eso me encolera… Necesito que me
motive a irme, no que me de por mi lado.
¿Qué carajos me pasa? Suspiro, llevo una mano a la cabeza, no puede
estar pasando esto. La sensación de vacío que tengo es extrema. Entonces
quiero hacerlo, pero no me lo permito.
¡No!
—¿Qué sucede? —Suelto queriendo sin querer. Me odio. Cierro los ojos
y me veo acuchillándome por abrir la maldita boca. Él voltea y me mira con
tristeza, una pena infinita que solo agranda mi curiosidad
—No lo entenderías, pero quizá algún día. —Suspira, se sienta reprimido
y solo tengo ganas de acercarme, hablar con él, conversar… no sé perderme
en el silencio como antes.
La nostalgia está pero los recuerdos no dejan que mi cuerpo avance. Es
extraño, soy extraña, quizá es su presencia o tal vez porque me dijo bonita… y
esa palabra aún me mueve, pero no debe saberlo.

—Hace frio… —Solo digo, sin saber qué más decir. No soy buena
consolando, nunca lo he sido. Cuando estaba preocupado solo me abrazaba y
yo no podía articular palabra. Nunca he sido una mujer muy… romántica,
aunque creyera en el amor.
Me costó decirle Te amo, y se lo he dicho pocas veces.
Me costó aceptar el matrimonio, pero lo hice porque realmente no podía
soportar tenerlo lejos.
Eramos dos chiquillos tontos creyendo en las historias que nos cuentan,
y quizá fue todo.
Elevo mi mirada y sigue perdido.
Me siento estúpida, sí… muy estúpida aquí. Y, aunque no quiera
moverme, tengo que hacerlo. Me rebelo contra mí y me exijo abrir la boca, pero
no puedo. Empujo mis piernas para elevarme, entonces siento su mano tomar
mi muñeca.
No te vayas. — Parpadea. Alínea sus claros ojos en mí y acaricia con un
dedo mi piel.
Brando puede darse cuenta. — Miento.
Él no importa. — Jala mi brazo y reboto en sus piernas.
¿Me dirás qué pasa? — Pregunto una vez más. Odio no tener el control
y esto me jode demasiado.
Lo haré, te lo prometo… lo juro Dulce pero enserio no puedo.
¿Por qué?
Porque no lo creerías y estaría jugando mis últimas cartas sin pruebas.
Porque debo terminar con este asunto antes de llevarte conmigo.
¿Perdón? ¿Oí bien? Mi piel se eriza.
Lo haré, Dulce. — Prosigue muy seguro— No voy a soltarte nunca más.
Ya ha sido suficiente.
Resoplo indignada.
Eres un maldito idiota — Río para no enojarme— ¿Estás loco? Yo tengo
planes para mi vida, Christopher. Y tú… no estás en ellos.
Me mira sonriendo cansado y pronto se une a mi cintura dándome un
beso en la frente. El shock invade mi respiración… Él realmente está muy
seguro de todo lo que dice, jamás podré volver con él… No como él quiere,
pero su seguridad me reprime de alguna manera.
Tampoco puedes despegarte, Bonita… Jamás pudimos hacerlo.
Ronroneo hacia mí misma y cierro mis ojos. Es verdad, pero también
pasado.
Me eres inevitable, solo eso. —Digo muy bajito en su oreja sin si quiera
soltarme. Soy un bla bla blá conmigo misma y es lo que aún no comprendo.
Quiero ser inevitable siempre, entonces. No voy a soltarte, nunca más mi
bonita…. Nunca más. No podré hacerlo.
*
Es un día soleado en México.
Las nubes se abren formando una especie de dibujo en el cielo. El sol
arremete en mi piel calentando mis orejas y pronto empiezo a pensar en que
debí sacar mi protector solar, pero es tarde. La clase de yoga ha empezado.
Con muchas ganas y poca pereza me uno a la rueda de yoga. Estiro mi
mat para sumergirme encima del jardín y empezar mis estiramientos. Ah…
como me encanta, aunque al principio lo haya odiado. El yoga es bueno para
desestresarte y ahora lo necesito más que nunca.
Levantemos las manos y agradezcamos por este momento — Susurra
Chelo, un increíble profesor de Yoga.
Enseguida siento cómo los nudos de mi espalda se sueltan y pronto un
dolor bueno arremete en mis músculos dejándolos como nuevos. Respiro en
cada estiramiento y exhalo cuando me contraigo…. Entonces vuelvo a
recordarlo.
Me es inevitable
Parezco chiquilla de 16 y eso me enoja… porque no puedo controlarlo.
No sé si es su piel, su olor o las malditas ganas que tengo de follarmelo.
Puede ser lo que quiera pero es muy bueno en la cama… más de lo que
recuerdo, pero también es cierto que debo irme con precaución.
Hemos pasado 5 años sin vernos, al menos eso creo.
Ayer me dijo que me necesitaba, ¿Por qué lo hace? ¿Costumbre? ¿O
quiere enamorarme para luego volverme a dejar? ¿Con qué intención? ¿Y por
qué odia tanto a Brando? ¿Por qué se volvió parte del equipo del gobierno y
dejó de ejercer su profesión? ¿Cuál fue su motivación? Son tantas preguntas
que necesito responderme pero simplemente me evade.
Sé que hay algo, algo más que una simple venganza y necesito
entenderlo.
Por otro lado es tan seguro de sí mismo conmigo… que a veces me
intimida. Él realmente piensa que tenemos un “de nuevo” y yo solo lucho por
alejarme de él, pero es inevitable… y no, hoy no voy a juzgarme.
Quiero pensar que es solo deseo porque mi corazón es de hielo y así
seguirá siendo.
Las clases terminan sin que me de cuenta. El sol sigue quemando así
que me dispongo darme un baño. Camino rápido hacia mi recámara
alejandome de todo conocido porque no tengo ganas de saludar a nadie,
aunque sea por hipocresía.
El zumbido de mi móvil hace vibrar mi mano. Elevo una mirada y puedo
notar el remitente. Me es extraño…
Te espero en 10 minutos, Dulce. Ven a mi recámara. Necesitamos hablar.
Christopher.
¿Su recámara? Es un completo descarado, y más porque me ha enviado
el mensaje sin aparecer como privado, lo que se me hace raro.
Ignoro su propuesta hasta que llego a mi suite. Quiere que vaya… solo
está en el piso de abajo. ¿Y si no voy? Últimamente estoy cediendo demasiado
y no quiero, pero no puedo dejar de recordar sus labios en mi boca, su lengua
en mis pechos aclamado mi piel… Lo deseo. Deseo esto de nuevo y me río
porque no puedo evitarlo.
Me es jodidamente inevitable.
Exhalo riendo, ¿Estoy riendo? ¡Ya qué! Soy una mujer sexual, ¿Qué hay
de malo en ello? No hay acciones prohibidas entre nosotros, al menos eso creo.
Renegando camino hacia el pasillo y bajo por las escaleras. Han pasado
10 minutos, ni más ni menos, entonces encuentro su puerta entre abierta
¿Acaso es idiota? Es peligroso. Miro la cámara del pasillo y escondo mi rostro
para luego unirme en su espacio rápidamente. Doy 3 pasos y veo su silueta de
espalda.
Está ahí… pero no solo.
Mi sonrisa se apaga.
Un segundo. Sus manos abrazan su nuca y con rapidez pega su cuerpo
mirandome con desdén. Lo hace como una maldita zorra… y él simplemente
no reacciona. Ella lo presiona y ataca su boca hundiendo su lengua, puedo
verlo… entonces baja sus manos por su espalda hasta hundir sus uñas en su
trasero.
Jadeo sintiendo que toda mi temperatura corporal se leva. Mis puños
hacen fuerza y pronto experimento un infierno… el infierno que no quiero.
10. Haré lo que quieras
Dulce

Quédate con las culpas, no con las ganas

Con dura expresión sigo perpleja mirando lo que no debo. Su asquerosa


boca recorre la extensión de sus labios y poco a poco siento mi pulso acelerarse
¿Qué hago viendo esto? No lo sé, quizá lo necesito para darme cuenta de sus
mentiras.
Es un mentiroso. Un maldito mentiroso.
Con tensión él la aparta de inmediato. Ella se eleva una vez más
sosteniéndose en sus brazos, pero Christopher simplemente la evade de
nuevo. Sonríe como estúpida y solo me doy vuelta en mis pies para irme. He
visto demasiado. No quiero ver cómo termina follandola en mi rostro. No estoy
dispuesta a verlo.
—¡Dulce! —Escucho un zumbido a lo lejos, quizá se dio cuenta de mi
presencia pero es muy tarde. No lo escucharé. Piso fuerte, decidida, y con una
extraña rabia ahogada en mi garganta mientras subo las escaleras. No quiero
ver a nadie. No quiero hablar con nadie. Sería capaz de disparar hasta una
anciana en este momento.—¡Dulce! —Grita de nuevo.
Sus pasos acelerados hacen que mi pulso se eleve. Tengo la temperatura
alta, mi piel aflora rabia y mis dientes rechinan de solo sentirlo cerca, entonces
bloquea mi paso.
—¿Por qué no vas a atender a tu zorrita? —Mi voz suena a reclamo, ni
yo misma sé por qué pero no puedo evitarlo. Siento que sería capaz de
matarlos a ambos.
—Puedo explicarlo. —Se excusa con sus ojos, pega sus labios con
tensión y veo cómo sus brazos tiemblan.
—No te preocupes, no quiero explicaciones. —Paso por su lado, subo un
escalón pero él vuelve a ser más rápido y me detiene de nuevo.
—Tatiana es solo una compañera… Yo…
—Wow… qué bien aprovechas a tus compañeras entonces. —Espeto
con ironía, cruzo mis brazos y lo enfrento.
—Deja el sarcasmo, por favor escúchame. —Insiste, me impulso hacia
adelante para pasar pero vuelve a bloquearme haciéndome enfurecer más.
—No. No tengo por qué hacerlo. Al final tú y yo no somos nada. Puedes
follarte a cuantas quieras, hasta las gatas de mercado como esa tipa. —¡Estoy
harta! ¡Cansada de este juego! No me deja pasar así que forcejeo. Saco fuerzas
de donde sea y por más que lucho no puedo lastimarlo. Mi cara se pone roja,
lo sé porque siento cómo la sangre sube hacia mi cabeza, y lo apuñalo con mis
muñecas. Lo golpeo por rabia, por justicia, por su maldito juego, entonces se
deja… deja que lo haga pero luego con un jalón me detiene obligándome a
mirarlo de frente.
—Dulce… eres mi esposa, mereces una explicación. —Susurra con
ansiedad. Sus ojos son un tormento cuando me mira de forma, hay misterio en
él… y me frustro porque no sé qué está pasando por su cabeza.
Me suelto, lo esquivo y ladro de nuevo.
—Sencillamente no te entiendo. ¿Me escribes para esto? ¿Para que vea
cómo besas a esa tipa?
—¡Yo no te escribí! Jamás… —Se detiene y mira a un punto fijo, luego
cierra los ojos y lleva una mano a la cabeza. —Fue ella, Tatiana… Ella lo hizo.
—Ahoga su malestar y solo rueda sus ojos. Lo minimiza, como si esa acción
fuera una raya más al tigre. Maldita sea.
No me interesa quién haya sido, parece que esa zorra sabe jugar muy
bien sus cartas. Y a mí no me importa.
Mi rabia asciende por mis brazos, entonces con fuerza corro hacia arriba
y me deja pasar sin problemas. Mis manos tiemblan, mis ojos están a punto de
salirse de mi rostro y solo experimento una rabia contenida.
Lo odio… ¡Maldita sea, lo odio! ¡Que se pudra! ¡Y que se lleve de paso a
esa zorra! Estúpida, maldita estúpida… ¿Quién diablos se cree? Muerdo mi
labio y presiono con fuerza mi llave para luego adentrarme en mi suite
¡Al diablo todo!
Pateo lo primero que veo y luego siento una fuerza incontrolable que
necesito sacar de alguna manera, entonces arrastro con lo que puedo. La ira
invade mis fosas nasales… mis manos, mis brazos hasta mis piernas. Grito
sofocada. Tomo algunos libros y los tiro por la ventana ¡Maldita sea! ¡No puedo
detenerme! Atrapo el alcohol con mis manos y reviento las botellas en el suelo
¡Púdrete zorra! ¡Púdrete!
Que se muera
Pisoteo los vidrios imaginando su cara de lagarto… ¡Estúpida! ¡Zorra
estúpida! ¡Culo fácil! Entonces las imágenes vuelven a mí como cuchillos en mi
orgullo, sus manos recorriendo la espalda de mi marido… ¡Porque es mi maldito
marido! Sus uñas clavadas en su piel, su voz orgásmica susurrándole al oído y
él… ¿Él? ¡Simplemente no hizo nada!
No hizo nada.
¡Idiota!— Grito furiosa, tan furiosa que siento que he sonado por todo el
hotel pero no me importa. Mis manos tiemblan como si fuera un terremoto, mi
voz se agrieta al instante en el que caigo en la cama y solo exhalo con el
corazón latiendo a mil por hora.
¿Qué me pasa?
Mi garganta cobra los estragos, mi pecho palpita fuertemente y pronto
caigo de nalgas en la cama con la mano engarrotada delante de mis ojos. Qué
estoy haciendo…
Suspiro. Me enterco. El aire pasa agudamente por mi interior y pronto
siento espinas en mis pulmones. No hay nada más.
Me quedé en la habitación todo el día, ignorando las llamadas de Brando.
No leí mensajes, no abrí mi puerta a nadie, ni siquiera a la estupidita por
comida. Simplemente me quedé en mi cama, levantándome un par de veces
solo para ir al baño y pensar… pensar en mi próximo juego.
La noche es larga, la sentí larga por cómo me quedé mirando la ventana
como estúpida suspendiéndome en el tiempo. Dormí poco, una hora me
despertaba y otra simplemente mantenía mis ojos abiertos, pero hoy es un
nuevo día y mi rabia se ausenta de manera inmediata. Me ducho pasando el
jabón suavemente por todo mi cuerpo, acariciando las hebras de mi cabello,
lavando mi cabeza. Con suavidad pongo mi crema hidratante de a toques,
inspiro su aroma a fresco y me lleno de las energías que necesito.
Tengo hambre, mucha quizá. No comí nada en todo el día, por lo que me
cambio rápido para ir al restaurante central.
Cuando entro la gente me sonríe, pero yo no. Saludan mi presencia pero
no respondo el cumplido. No me importa, que se mueran. De reojo observo
cómo un par de hombres me sonríen, son huéspedes del hotel supongo, y no
digo nada. Siempre pasa… se pegan como chicle cuando coloreo mis labios
de rojo vino. El rojo me viene bien, dicen por ahí, pero sinceramente no me fijo
mucho en eso ahora.
—Café, frutas y una tostada. —Digo elevando mi mirada hacia el mozo
que se acerca. Pongo mis ojos fríamente en él y luego miro su placa, entonces
se tensa. Sabe que si no cumple mis caprichos puedo despedirlo y se va de
inmediato. Corre, casi vuela.
Suspiro mientras prendo mi móvil. 10 llamadas perdidas de Brando, 2 de
Christopher y 2 mensajes que tengo sin leer de un número desconocido.
Automáticamente elimino todo de inmediato. Tengo flojera.
—Su pedido —Regresa el mozo de inmediato, me sorprendo al verlo tan
atento, entonces bebo el café de un solo empujón. Perfecto. —Gracias.
Como con desgana, aunque mi cuerpo ruge por comida. Nunca antes me
habían dolido las tripas, así que lo hago para tener energía.

—Disculpe, ¿Usted es la… Señorita Evans? —Aparece un hombre rubio,


alto y delgado. Me mira como me miran todos los hombres… con deseo y solo
río en mi mente. No es tan millonario para ser candidato ni tan atractivo para
hacer excepciones, pero deseo divertirme un rato así que sigo la corriente.
—Esa soy. —Contesto cortante. A los hombres les encanta toda esta
mierda.
—¿Puedo sentarme? —Pregunta con interés, sonriéndome,
palpeandome mentalmente.
—Ya está aquí, ¿No? No me queda de otra. —Sonrío a medias, él se
incomoda pero su macho interior le dice que continúe. Quiere ganar esta
partida.
—Veo que es una mujer directa… así como hermosa. —Tuerce sus labios
y como mi fruta sin mirarlo. Dejo que hable, solo suspiro. Se presenta “Gerardo
Picasso”, accionista de un banco, nacido en Reino Unido. Su inglés es perfecto,
pero su español a medias. Ni si quiera me molesto en escucharlo de nuevo. —
¿Señorita?
—Ah, sí. —Bebo un último sorbo de mi café.
—¿Me puede usted dar su tarjeta? Podríamos tomarnos un café en mi
próximo viaje. —Dice, con ilusiones. Pobre inútil, solo sonrío.
—No.
—¿Qué?
—Que no. —Inspiro gloria— Las mujeres como yo simplemente no
perdemos el tiempo. Búsquese una más de su altura, Señor.
Me levanto moviendo mis caderas, con mi pecho elevado, sin saber ni por
qué dejé que ese tipo se sentara en mi mesa.
No tengo humor.
Paso con la cara seria por todo lado. Lo sé porque puedo verme en el
relejo de mi espejo… triunfando pero a la vez seca. Paso mis manos por mis
mejillas y me palpeo para despertarme. Esto no puede afectarme, no de esta
manera. Levanto la mirada y me reconforto en mis ojos.
—Cariño… —No necesito escuchar su voz para sentir su presencia. Lo
huelo a metros, entonces finjo no verlo. No quiero nada de ese maldito viejo
ahora, solo deseo que desaparezca.
—Brando… —Me es inevitable no saludarlo… si se lo que me conviene,
así que lo tolero. Sonríe y pega su cuerpo en mí, pasa su mano por mi cintura
y me aprieta obligándolo a ver sus ojos sarnosos.
—¿Si? —Contesto sin evocar ningún tipo de emoción. Soy un témpano
de hielo ahora.
—¿Qué sucede? Ayer te llamé muchas veces, odio que me hagan
esperar.
No contesto.
—¿Estás en tus días? ¿Es eso? —Pregunta burlándose como si el dolor
menstrual fuera algo de locas.
—No.
—¿Estás enojada, cariño? —Sigue preguntando y me alejo. Entonces
saca de su bolsillo una caja negra. La miro, intuyo de qué se trata y solo me
suspendo en el tiempo. Cuando la abre veo un par de aretes Cartier, finos y
caros, brillantes que me encantan pero simplemente hoy no tengo ganas.
—Gracias. —Los tomo entre mis dedos y me siento insípida con ellos.
Nada me gusta, nada me llama la atención, nada me emociona y extraño.
¿Qué carajos tengo?
Suspiro ahogando mi estrés, el mismo que hasta ahora no termino de
entender. Vuelvo a levantar mi mirada y leo veo posando sus ojos firmemente
en los mios… está sorprendido. Sonrío para no despertar sospechas fingiendo
una emoción que no siento, entonces respira tranquilo y pega sus labios con
los mios.
—Hace mucho no me das un verdadero beso, cariño. —Su aliento huele
a cigarro, cosa que me da asco. Me aparto excusándome, me mira riendo.
—Las mujeres y sus días… —Se burla de nuevo y solo tengo ganas de
patearlo. Se va rozando mi trasero, entonces solo mantengo mi rostro duro con
él. Por fin me libero.

Camino con mis aretes en la mano. Debería estar pensando en las joyas
en vez de solo estar enojada, pero no puedo. Mi cabeza se centra en una sola
cosa y no me la quito de la cabeza. Arrastro mis pies por el pasillo, aburrida de
mi propio trabajo, y solo intento concentrarme en mis pendientes: Control,
selección, imagen. Debería tomar en cuenta las recomendaciones de Elia, mi
asesora. Los colores del hotel deberían cambiar de alguna manera, sin tener
que salirnos de los manuales de marca.
Quizá unos sillones nuevos, o alguna pared pintada.
No he tenido tiempo de ver nada, me confié quizá porque supe que
habían contratado a una nueva diseñadora.
Mi mente se concentró en el patancito cuando regresó y he dejado mis
labores por estar intentando descubrir sus patrañas… Y ya no.
—Dulce…. —Grita la estupidita, lo que me faltaba. Ruedo los ojos, exhalo
y me detengo sin volver a mirarla. Ella se acerca, me sonríe y solo me tenso.
—Ya te he dicho que odio tus gritos, niña. —Mantengo mi cara dura.
—Lo siento, intenté encontrarte ayer pero no atendias la puerta. Espero
estés mejor de tu gripe.
—Sí. —Solo digo.
—Em… hoy teníamos una cita. Rosaura de Recursos humanos te está
esperando con la nueva diseñadora. Es urgente, necesitas darle el visto bueno.
—Bien, vamos ahora.
Con desgana escucho los reportes de Rita, mi asistonta. Ladeo mi cabello
para los dos lados intentando arreglar un poco mi alisado. Ella solo sigue
hablando y no le estoy tomando atención, ¿Quién le tomaría atención a esta
niña? Ronroneo en silencio renegando por mi suerte. Hace mucho la hubiera
despedido pero Brando insistió tanto que no pude negarme.
El elevador se detiene en el segundo piso llevándonos a una sala
privada… Son las oficinas de recursos humanos. Camino por el largo pasillo
junto a Rita, algunos trabajadores me saludan, otros se levantan. Ahora
correspondo sus muestras de respeto elevando una simple y ligera sonrisa. Ya
estoy más calmada, aunque sigo estresada.
—Por aquí —Dice Rita, anteponiéndose a mi paso. Abre la puerta y me
sumerjo en la sala de Rosaura. Ella está ahí vestida de azul y blanco, se levanta
para saludarme y cuando levanto mi vista a profundidad puedo ver la silueta de
una mujer vestida con un eterizo negro.
Mierda.
Mis manos se hacen puño, la temperatura de mi cuerpo se eleva y pronto
siento cómo mi garganta está a punto de explotar. Es ella… Tatiana sonriendo
como la gran perra que es, con su aparente cuerpo de lagarto mirándome con
triunfo.
Y no, no le daré el gusto.
—Deseo presentarte a la Señorita Constanzo, Dulce. Ella ha trabajado
con el gobierno, es arquitecta y a la vez diseñadora.
—La conozco, no necesitas presentarla. —Digo mirándola seria.
—Oh…. —Solo dice Rosaura, mirándonos de lado a lado— Eh… bueno.
—Intenta bajar la tensión entre ambas pero no puede y se sorprende así como
Rita. Ambas solo nos miran ajenas a lo que pasa.
—No contratamos amateurs en el tema, punto. —Digo decidida. Ella
sonríe elevando una carcajada, con sus labios gruesos y boca de ramera. La
miro como jamás he mirado a nadie y solo puedo ver cómo me reta. No querida,
no estás a mi nivel… así que ni lo intentes
—No soy amateur, Señorita Evans… De hecho tengo un buen CV. —
Extiende un documento. La miro de arriba abajo y no lo recibo.
—Nuestros estándares son altos. —Mantengo mi paciencia pero la como
con mis ojos. Imagino mis manos arrastrándola por todo el hotel y solo me
regocijo viéndola.

—Soy experta. —Me retiene la vista.


—Señorita Constanzo… —Interviene Rosaura— Déjeme su CV por favor,
yo le prometo revisarlo.
Le hace caras como diciéndole que no se meta conmigo. Cruzo mis
brazos, ella me mira con furia. De mi cuenta corre que no entre en este hotel y
creo que lo sabe. Sonrío triunfante, Rosaura se pone nerviosa y la invita a
retirarse. Cuando la zorra lagartona se ve acorralada muerde su lengua y se va
siendo brusca. Rosaura me mira y se excusa de inmediato, yo solo ruedo los
ojos.
—Lo siento, lo siento Srta. Dulce…. No ha sido mi intención…
—Sin explicaciones. —La corto— No la quiero aquí. Punto.
Abro la puerta y salgo apresurando mi paso. La veo entrando en el
ascensor y pronto salto hacia ella bloqueando la puerta con mi brazo, mirándola
con furia y ganas de asesinarla. Ella se sorprende y luego se rie, entonces
pongo el botón número 11. Me mira indignada y la jalo del brazo de forma
violenta. La puerta se abre, jadea, solo aprieto su piel, entonces me empuja con
gran experiencia pero me mantengo bien puesta.
—¿Qué te pasa? —Grita.
—No te metas en mi vida, zorra. —Suelto con rabia, empujándola
nuevamente hacia una habitación libre.
Ríe.
—¿Estás ardida, cierto? Porque Christopher me besó ayer.
—¿Te besó o lo besaste? —Aclaro— Que penita, zorrita… Tienes que
mendigar besos.
Aprieta sus manos, muerde sus labios, tensa su mandíbula ¡Le di en el
clavo! Suspiro sonriendo, entonces se acerca enseñándome un puño.
—¿Sabes a cuánta gente he matado con estas manos?
—Um…No. Y tampoco me importa.
—¿Qué pasaría si te golpeo? —Se acerca.
—Dejate de amenazas, culo fácil. —La empujo— ¿Crees que no sé de
tus mañas? Zorra barata, perra de mercado, oferta del día… ¿Cuántas cosas
más no podría decirte? Solo te advierto una cosa, zorra. No te metas conmigo.
O lo lamentarás. Sé tus movimientos, Christopher me ha contado todo. Sé que
trabajas para el gobierno, ¿Qué pasaría si se me ocurre abrir la boca? Te jodes,
idiota… ¿Lo entiendes, cierto?
Me mira con furia.
—Y si vuelves a molestarme de alguna manera, no tendré piedad —Le
muestro el dedo. Mi furia sale, mi humor se eleva, mi respiración se agita
porque me estoy conteniendo. — ¿Lo entiendes? Vete a ofrecer tu culo a los
carniceros. Christopher no es hombre para ti.
—Ja…. ¿No? ¿Acaso te contó las noches de pasión que nos dimos?
—Los hombres siempre se equivocan, hay que reconocerlo. Pero solo te
quiere para correrse un rato, ¿Lo entiendes, verdad? Si quiero puedo retenerlo
así —Digo tronando mis dedos— No te metas conmigo, puta. O lo lamentarás.
Mi furia sale por mis cabellos cuando doy media vuelta y me voy. Estoy
enojada, furiosa, harta ¡Lo que sea! ¡Mierda! He tenido que contenerme mucho,
pero fue necesario. No podía perder completamente los papeles, no con ella.
Mi corazón late fuerte cuando veo las puertas del ascensor cerrarse y me
sigo preguntando por qué hago esto. Jamás, en toda mi vida, jamás me rebajé
de esta manera.
Los hombres vienen a mi, yo no a ellos
Y si se cruza alguna zorra, no me interesa. Abandono el plan. No me
enojo, solo lo olvido pero Christopher es mi maldita excepción, siempre lo ha
sido.
Aún recuerdo con rabia las manos de esa lagartona en su espalda.
Christopher jamás tuvo ojos para otra, nunca experimenté esa sensación y es
agobiante.
Lo mio es mio, pero él ya no es mio. Mi mente da vueltas, mi razón me ha
abandonado en estos tiempos y solo sigo mis impulsos.
¿Será orgullo? Quizá y solo me muerdo la lengua. El ascensor se detiene
y camino rápidamente hacia mi suite encontrándome la puerta entre abierta.
Lo que me faltaba.
Christopher
Cuando entré en esta suite lo primero que ví fue esa botella de whisky
rota. Lo suponía. Suspiré en silencio mientras pude darme cuenta de lo
inevitable: Estaba furiosa. Quizá más de lo que pensé.
Junté los libros caídos en el suelo y los puse en su mesa. Su olor se
asienta en esta habitación y me encanta, es como un perfume que recorre mis
sentidos cada vez que lo huelo, entonces mis ojos se posan en su armario y
me veo tentado. Acelero el paso, doy vuelta para ver si viene, y abro el cajón.
Perfecta.
Su ropa interior está ordenada, pero me voy directamente a los
sujetadores. La talla que me gusta, la textura que me gusta, los colores que me
vuelven loco. Babeo por olerlos, así que tomo uno para inspirar su aroma.
Es jodidamente hermosa e irresistible, pero de hielo.
Me pregunto qué pensaría si supiera todo lo que he venido cargando,
¿Me perdonaría? ¿Me amaría de nuevo? Ella ha cambiado. Lo peor es que yo
he sido testigo de aquello y no hice nada. Soy un maldito bastardo.
Con rapidez beso algunas prendas y vuelvo a dejarlas en su sitio. Anhelo
que mis labios estén en su ropa íntima aunque sea de esta forma. Carraspeo
al sentir pasos y vuelvo a mi sitio fingiendo revisar mi celular.
Entonces llega.
—Lárgate. —Espeta decidida. Río en silencio y volteo de forma
sorpresiva. Ella me mira con ojos de fuego, hermosos ojos clavados en mi
rostro.
—Hola, qué tal. —Ironizo mis palabras, un poco de humor no viene mal
para estos tiempos— Veo que has estado ocupada.
—¿Qué quieres? —Espeta mirándome con furia. Me encanta, me prende,
me fascina su forma especial para matarme con sus ojos. Me destruye en un
instante y me construye con su sonrisa.
—Hablar contigo. —Respondo sonriendo.
—No tenemos nada de qué hablar. —Vuelve a decirme, ¿Acaso no lo
entiende? No me detendrá con eso.
—Pues yo creo que si… Ayer te llamé dos veces. —Levanta su mentón
dispuesta a hacer drama. Lo sé, la conozco, sé sus movimientos y rio.
—Brando lo hizo 9 veces más que tú. —Dice.
—¿Es un reclamo? —La molesto, claro que lo es pero sé que no lo va a
reconocer.
—Es solo un decir. —Agrega.
—Te conozco, amarga. Cuando estás furiosa no hay poder humano que
te pare. A veces la soledad ayuda, contigo siempre funciona. Si me hubiera
acercado ayer posiblemente me hubieras tirado esos vidrios en la cabeza. —
Sonrío señalando su destrozo.
—¿Y bien? —Me corta, quiere que me vaya pero no lo haré.
—No tengo nada con Tatiana. —Digo por fin, me acerco pero da un paso
atrás.
—Eso no me importa. —Evade, sus pestañas tiemblan de solo tenerme
cerca. Quiero comerla aquí… sin restricciones en nada.
—¿No? —De un jalón la tiro a mis brazos.

Me encanta
La follaría aquí mismo a la fuerza. Sé que le gustaría porque no puede
resistirse. Me mira con indignación, pone sus brazos en mis pectorales para
empujarme pero sé que los palpea. Siempre fui un hombre que se ejercitaba,
ella lo sabe, y sé que aún la dejo sin aliento. Mi miembro roza con sus piernas
entonces la boca se me vuelve agua de solo desearlo, ahogo un grito en mi
garganta y solo suspiro.
—Vete. —Repite.
—Tus ojos me dicen lo contrario. Puedo leerlos, Señora Miller… me
necesitas, me deseas tanto como yo a ti. —Insisto porque quiero insistir. Deseo
lamer esa boca… ¿Qué no haría con ella? Su labial rojo vino me envenena, es
tóxico para mi piel y mis sentidos.
—Basta. —Logra empujarme, entonces la suelto. Tampoco seré un
arrastrado… por el momento. Suspira tensa.
—Eso se llama celos, Dulce. —Suspiro. Sé que me degollará vivo pero
es necesario llamarlo por su nombre— Jamás tuviste celos de mí porque
siempre me tuviste en tus manos, pero Tatiana ha venido a moverte el piso.
Ríe sarcástica
—¿Estás seguro que aún me interesas, no? ¿Realmente lo crees? Ay,
qué penita. —Aplaude— Pobre idiota.
—Bien, entonces le dejarás el camino libre a Tatiana.
Junta sus labios, sonrío.
—Puedes meter tu pene donde quieras. —Suelto— No me interesas,
patancito.
—Tú me encantas, amarga. Solo quiero estar dentro de ti, créelo. —
Suelto una carcajada y se enfurece más.
—Lárgate. —Toma mi brazo para expulsarme de su habitación, entonces
me agacho echando un beso al aire sin éxito. Mierda, queria probar su boquita,
aunque sea por fuera
—Un beso, solo uno.
—Metete el beso por el culo, idiota. —Grita
—Esa boca…. Castigaría esa boca de mil maneras. —Sigo jodiendo
porque me encanta y ella se pone roja de rabia. Ni ella misma se aguanta con
el mal humor que maneja.
De pronto una voz conocida parece asomarse por el pasillo. Ella se
congela, yo también lo hago. Nuestros ojos se abren al instante y la más fina
complicidad aflora de nuestras almas. Esto es tan casero… tan extraño…
Voltea, lo hago también. La imagen de una linda jovencita de 22 años aparece
de inmediato.
Kiara Evans, su hermana.
Ella se tensa y comienza a rascarse la cabeza. Le incomoda, ¿Por qué?
No lo sé. Kiara se acerca con la boca abierta y me mira de pies a cabeza. Ella
siempre me cayó bien, pero creo que me odia con toda la razón.
—¿Qué hace este traidor aquí, Dulce? —Pregunta en voz alta, Dulce la
calla.
—Entra a la habitación —La jala como si quiera esconderla, pero Kiara
se impone.
—¡No! ¿Qué haces aquí, Christopher? —Voltea, me mira con furia.
—Hola Kiki, un gusto volver a verte. —Digo, ella me ignora porque levanta
el dedo amenazándome. En eso es parecida a su hermana.
—No vuelvas a decirme Kiki, ¿Entiendes, traidor? No me dirijas la
palabra. Abandonaste a mi hermana. Eso jamás te lo perdonaré. ¿Sabes
cuántas noches lloró por ti? ¿Sabes cuá…
Dulce la calla.
¿Llorar por mi? Mi corazón se hace estragos. Pensar en mi Bonita
llorando hace que me sienta una basura.
—Basta, niña. Entra o te golpeo. —Amenaza como solo ella podría
hacerlo con su hermana. Dulce es mayor que Kiara, pero ambas se han cuidado
mucho aunque peleaban todo el día.

—¿Por qué siempre estás dándome ordenes? —Espeta contra ella,


empezarán una pelea así que río. Lo extrañaba… La emoción aflora de mi
rostro, las miro divertido. Las hermanas Evans siempre serán las mismas.
—Porque soy tu hermana mayor… más bonita e inteligente que tú, ¿De
acuerdo?
—No, no. Déjame. Voy a decirle sus verdades a este traidor. ¿Por qué,
Christopher? ¿Por qué dejaste a mi hermana? ¡Eres una rata! —Me empuja—
Papá te confió a su hija.
—Kiara…. —Mi corazón se detiene. Pensar en ella, su madre y sobre
todo en el padre de Dulce me hace daño. Ellos también han sido mi familia.
—Basta —La regaña y jala del brazo hacia dentro.
—No le hemos podido decir la verdad a papá por tu culpa, traidor… —
Grita a lo lejos.
¿No le dijeron nada?
Mi alma se suspende… ¿Entonces Carlos no sabe nada? Su problema al
corazón… es eso. Jadeo. Todo esto es más dificil de lo que imaginé.
La puerta de su suite se cierra al instante y mi curiosidad se eleva. Camino
de un lado al otro intentando esperarla, necesito hablar con Kiara ¿Qué hace
aquí? ¿Qué es eso tan importante que haya hecho que la hermana de Dulce
venga hasta México?
Me preocupo, pero sé que Dulce no dirá nada.
Estuve al pendiente de todo menos de su familia en estos años.
Mis problemas, mi vida, mis intereses personales han hecho que lo olvide
por completo.
Pasan 10 minutos y solo escucho gritos, pero no puedo distinguir nada.
15 minutos más dan casi media hora. Miro mi reloj incesante, ¿Y si entro?
Pero por fin la puerta se abre, es Kiara.
—Pasa. —Dice ahora más tranquila pero triste a la vez. Sus ojos están
rojos, sé que ha llorado. Es Dulce de nuevo… Dulce haciéndola menos. Dulce
molestándola. Dulce siendo ella misma.
Entro con la garganta seca, Dulce solo está de espaldas mirando por la
ventana. Kiara se asegura que nadie escuche y cierra la puerta, entonces se
pone al centro del uno al otro pero Dulce no voltea.
Sufre, lo hace de alguna manera.
Mi corazón de hielo, mi bonita, mi esposa está ensimismada en ella
intentando demostrar que el dolor no existe, que es fuerte pero sé que su familia
es su vulnerabilidad.
Brando no sabe nada, lo sé porque me contó algunas cosas. Dulce no le
ha dicho que tiene padre, madre, hermana en Vallarta. No le ha contado sobre
el gato Tomás, sobre su vecina chismosa y sus primos gemelos. Él no sabe
nada de ella, no sabe nada de lo que yo sé.
—Vete. —Dice Dulce a su hermana. Kiara la mira con furia.
—Piensalo. —Kiara sale de la habitación sin despedirse. Mi intriga
aumenta ¿Qué sucede? Dulce está de espaldas mirando al vacío. Espera
algunos segundos, respira hondo y voltea.
Me mira, lo hace.
Me mira con sus ojos de hielo pero a la vez sensibilizados. Su familia le
afecta de alguna manera.
—Necesito hacer un trato. —Dice manteniéndose en su lugar. Se muerde
la lengua, vence su orgullo para hablarme aunque esté enojada y pronto
empiezo a pensar que es algo grave. Solo eso cambiaría su actitud de esa
manera.
—¿Qué? —Pregunto confundido.
—Mi padre está mal. Él no sabe de nuestro divorcio. Mi madre y Kiara se
lo han ocultado por años. Si lo sabe posiblemente le daría un infarto. Él te ama,
eres el hijo que nunca pudo tener —Me mira con desgana— Pero es mi padre,
sea como sea…. —Respira profundo, me mira, vuelve a respirar— Regresa
conmigo a Vallarta… no como un Christopher más sino como mi esposo.
Silencio.
—…Vuelve conmigo por unos días, como si nada hubiese pasado. —
Agrega fría—Fingiremos que nos amamos, aunque sea mentira. Papá no debe
darse cuenta. A cambio… haré lo que quieras. Lo juro. Lo quieras.
Lo. Que. Quiera.
11. Mi esposa
Christopher

“Me sabes a infierno… en el que quiero arder por siempre”

Haré lo que quieras…


¿Lo dijo?
Mi garganta se seca cuando la miro postrar sus ojos en mi rostro. Su
mirada se muestra tensa, como si tuviera miedo de mi. Mi mente empieza a
imaginar millones de posibilidades, pero no puedo aprovecharme de esto. No
con lo que quiero todo el tiempo.
Inspiro tomando una bocanada de aire, abro mi boca para decirle algo
pero no puedo articular palabra, entonces callo.
—Necesito saber qué pasa por tu mente, Miller. ¿Irás a Vallarta conmigo
y serás parte de este circo? —Sus ojos, sus pestañas, sus labios tiemblan
alineándose perfectamente con su rostro. La miro, es ella. Ella… mi Bonita, mi
esposa, la chica de vestido azul de la playa, la mujer que he amado toda mi
vida me observa preocupada. Es la primera vez que la siento temblar así… y
solo paso saliva.
—Lo haré. —Contesto firme. No solo lo hago por ella, sino también por
su padre. Aprecio a Carlos, quizá como la figura paternal que nunca tuve.
—¿Qué me pedirás a cambio? —Suspira con calma, como si con mis
palabras le hubieran quitado un peso de encima, pero luego me mira curiosa,
elevando su mirada como si pudiera descubrir mis bajos deseos.
—Algo muy simple. —Susurro torciendo mi sonrisa. Ella me mira, le
devuelvo la mirada y ambos entramos en una especie de complicidad mutua.
—Sexo. —Afirma como si yo fuera muy predecible. Si, es lo que quiero.
La deseo, pero no de esta forma. No ahora, cuando está en juego la vida de su
padre… su familia, la mía.
—Te equivocas —Sonrio, entonces su atención en mí se eleva.
Carraspea la garganta, ladea su rostro por instinto y luego separa los labios.
Está a punto de decir algo… a punto de abrir su apetecible boca pero se
detiene. Lo hace. Quiere escucharme y yo solo sigo sonriendo
Amo volverla loca
—Sin juegos ahora. —Ordena, como si yo fuera uno de sus empleados.
Me rio. Cree realmente que todo lo que hago es para molestarla pero esta
equivocada. Tengo una misión en esta vida, y cuando La Haya finalizado por
fin podré ser feliz con ella.
—Quiero que me dejes abrazarte cuantas veces quiera. Deseo ir contigo
a la playa, al cine, a una fiesta. Y también deseo que me dejes decirte mi amor,
que me dejes besarte las veces que se me antoje hacerlo. Solo eso, Dulce. No
pido más que abrazos y besos.
Suspiro, lo dije. Su mirada se paraliza. Me mira sorprendida, como si
realmente no lo hubiera esperado… entonces sonrio, ¿Qué más da?
Realmente la deseo así… simple, sencilla, mía.
La deseo sin maquillaje, sin sujetador en mi cama. La deseo frágil y
perversa, con el pelo suelto y mirada intensa. Quiero a mi bonita de nuevo, en
la casa que construí para ella. En la soledad del mar lejos de toda la mierda
que nos rodea. No puedo evitarlo, los recuerdos florecen en mi como si
estuvieran naciendo de nuevo. La necesito. La he necesitado desde el día en
el que me fui dejándola sola.
Ella ha sido mi vida y también mi ausencia.
—Eres un maldito romántico. —Carraspea incomoda.— Pensé que
pedirías sexo.
No contesto pero si sonrío. En el fondo sé que vamos a tener intimidad
en cualquier momento, pero ella no me deja abrazarla. Es lo que me falta y me
aprovecho.
—¿Entonces?
—No sé a qué juegas, Miller. Pero voy a intentarlo por papá.
Chispo cuando la escucho y le voy contra ella. Pego mis brazos en su
cintura y la sorprendo mirándola fijamente. Sus pecas son hermosas, sus
pestañas perfectas y su boca toda mía…
Esa boquita… haría mil cosas con su boca.
—Hey… —Me aparta— Todavía no empieza el trato.
—Bien. —Sonrío levantando mis manos.
—Necesitamos encontrar una buena excusa. Podríamos decirle a Brando
que regresamos a Can Cun, pero necesito que armes toda una farsa. Pon
problemas en las negociaciones, que se yo. Así aceptará que vayamos juntos
sin sospechar nada.
—Piensas en todo, amarga. —Bromeo pero no contesta. Me ignora.
—No debe descubrirnos.
—Si no ha podido descubrir que cogimos en su cama esto no será
problema —Suelto una carcajada y me mira seria. Mi mujer de antes se hubiera
sonrojado pero esta es distinta. Aún me cuesta acostumbrarme.
—No volverá a pasar —Dice firme, pero no le creo. Sé que me desea.
Cuando me acerco sus pechos florecen y se ponen erectos, listos para ser
tocados por mi mano.
Amo tocarla… A pesar de tener espinas sigue siendo una rosa que se
embellece en mi boca.
Yo no estaría tan seguro — Solo digo, rueda los ojos y vuelve a
ignorarme.
El trato está hecho y debo aceptar que estoy emocionado, así que me
apuro para cumplir con mi parte del plan. Hago un par de llamadas y creo una
farsa. Pasan un par de horas, entonce recibo un mensaje de Brando.
¡Está hecho!
Camino con una sonrisa que nadie podrá quitarme por el pasillo, saludo
a las recepcionistas para luego llegar a su oficina. Me adentro, él está serio…
quizá molesto. Con gran naturalidad lo saludo, aprieto su mano y me invita a
sentarme.
—Christopher, necesito tu ayuda. — Sus dedos tiemblan en el escritorio,
claramente está tenso.
¿Si? — Pregunto fingiendo.
La gente del gobierno. Recibí un correo donde me indican que hubo un
problema con Ensueña. Al parecer el material de construcción es muy dañino,
quizá muy vistoso, eso puede malograr la imagen que tenemos ante las
organizaciones ecológicas. ¿Quién es el proveedor?
Cementos Mistral — Agrego inventando un nombre cualquiera— Me
aseguraron que todo estaba bajo control. Trabajarían sin que nadie se de
cuenta de los productos que están usando.
Pues todo salió mal. — Su voz es un reclamo— No quiero errores, lo
sabes. Tengo mucho dinero invertido en ese proyecto.
Bien, me encargaré de ello. Quizá haga un par de llamadas ahora, tendré
una respuesta en dos días. — Digo esbozando solo palabras porque en
realidad sé lo que quiero. Brando lo piensa, actúa exactamente como sé que lo
hará, no en vano pasé años siendo su sombra sin que lo sepa.
No. No quiero más errores. Necesito que vayas a Can Cun para ver el
tema personalmente. Tárdate lo que tengas que tardarte pero arregla el maldito
problema.
De acuerdo, Brando. Será como tú quieras. La… señorita Evans no sabe
del tema ¿Cierto?
No. — Piensa— Pero debería estar al tanto. Si no se lo digo me odiará.
Este es un proyecto que ha perseguido por mucho tiempo.
Finjo incomodidad.
No quiero que se entere, me echará la culpa. — Suspiro hipócrita— Ya
sabes que no nos llevamos bien.
Pues deberían hacerlo. Es más, que vaya a supervisar el tema de mi
parte. Será bueno un poco de presión para ti. ¿Cuántos días calculas?

Quizá una semana. No sabemos en qué condiciones está el material y


cómo van avanzando. Me han enviado reportes pero no es suficiente.
Bien. Le informaré a Dulce todo esto.
La puerta suena.
Oh… es cierto. — Brando agrega— Adelante.
Entonces me quedo perplejo al ver la figura de Tatiana entrar por la
puerta. Me mira sonriendo, mi garganta se presiona contra los nudillos de mi
boca, ¿Qué demonios hace aquí? Camina decidida y sexy. Brando la mira de
pies a cabeza y sonríe… es un maldito seductor, pero no me importa si se la
folla lo que me preocupa son sus intenciones.
Señorita Constanzo, ya conoce al Sr. Miller.
Sí, claro. — Me extiende la mano, yo la miro con furia.
¿A qué debemos el honor de su visita? — La reprendo con mis ojos pero
parece ignorarme.
Bien, me parece que es una buena oportunidad para sumarme a su
equipo laboral. Hablé con la Señora Rosaura pero parece que su… novia —
Dice extendiendo sus dientes, Brando ríe— no me quiere aquí.
Dulce, Dulce, Dulce…. — Sonríe— Es toda una fierecilla. No le tome
mucha atención.
Me gustaria realmente sumarme a su equipo de trabajo. A parte de
trabajar para el gobierno como arquitecta y diseñadora, también podría
asesorar a Hilton Company. Nuestras relaciones serían más… cercanas, ¿No
lo cree?
Hablaré con Dulce, Tatiana. No se preocupe.
Ella lo mira presionando sus labios, haciéndose la tonta, excitándolo con
sus ojos y comienzo a pensar que tiene más secretos de los que imagino.
Necesito ponerla en su sitio de una buena vez.
Bueno. Un gusto hablar contigo Brando.
Ya que está aquí… Hemos tenido un problema con el gobierno. —
Impeta. Mierda.
¿Qué problema? — Tatiana pone atención.
Encontraron material tóxico que no debió salir, ¿Me entiendes, cierto?
Claro…. — Se queda en silencio y me mira. Me mira como si realmente
estuviera explorandome. Joder, mierda. Si abre la boca juro que la mato— No
tengo conocimiento de eso, qué extraño.
Brando me mira ¡Lo hizo! Tatiana está a punto de malograr mis planes y
no voy a permitirlo. Encuentro sus ojos con furia y le advierto con una mirada.
Sucedió recién, tengo entendido. — Sumo.
Es cierto.
Pues… entonces dejeme arreglarlo.
Lo haré yo, Tatiana. No te preocupes.
Después de lo que le digo no dice nada. Suspira, sabe que tramo algo
pero no me echa de cabeza. Ya no. Se ha arrepentido después de verme. Sí,
fue una advertencia. Le he dicho mil veces que es mi caso pero no entiendo
por qué está obsesionada con esto.
¿El problema soy yo?
La sigo mientras entra en uno de los pasillos. Sonríe y frena en seco para
darme la cara. Puedo ver sus facciones… interés, viveza, censura. Ruedo los
ojos entendiéndola, pero solo ríe. Maldita sea.
—Si sabes cómo soy entonces no te sorprendas —Arremete.
—Deja de meterte en mis planes, te lo he dicho.
—Y yo te he dicho que no voy a dejarte. ¿Qué es lo que planeas? ¿Por
qué le mentiste al ruco? —Pregunta con ansiedad, pero no digo nada.
—Ya te enterarás —Sonrio.

—Tu ex juega sucio. Me dejó mal parada delante de la jefa de recursos


humanos.
Una sonrisa sale de mi boca sin planearlo. Me encanta que sea sucia al
mover sus fichas porque sé que lo hace por celos.
Jamás le di motivos. Mis ojos siempre fueron para ella. Y debo reconocer
que esta nueva faceta es interesante.
—¿De que te ríes? No veo por qué tu risa, Christopher.
—Olvídalo.
—¿Olvidarlo? Me dio una advertencia. La sucia de mierda me jaloneó
hasta el último piso y me insultó como quiso.
¿Eh?
Achino los ojos y sonrió aún más, pero sin llamar mucho su atención.
Tatiana empieza a contar lo sucedido como si creyera que con eso me enfadaré
con ella. Su lengua rebota una y otra vez en sus labios soltando veneno… un
veneno que me encanta porque me hace creer que tengo esperanzas.
Está celosa. Si, lo está. Y eso hace que no pueda dejar de sonreír. Me
quiere, o quizá haya una especie de recuerdo que puedo avivar.
—¿Qué opinas? –Pregunta Tatiana. En un momento me perdí en mis
pensamientos, no sé de lo que siguió hablando pero finjo sonriendo a medias.
Ella me mira apresurada, intentando descubrir mis sentimientos, pero no lo
consigue.
—Dulce es un poco especial. —Sostengo. Me estudia.
Las horas pasan y solo ansío cada vez más que llegue mañana. Arreglé
todo con respecto a Brando, Hilton no sospechará nada. Tuve que convencer
a Tatiana de mis planes, aunque no sabe que en realidad iremos a Vallarta.
Miro por mi ventana con un poco de whisky en la mano, ladeo mi rostro
con una sonrisa encubierta y puedo observar a lo lejos una pequeña estrella.
Suspiro y sin querer la veo en su ventana, a un piso más arriba que el mismo,
de la misma forma. En pijama, sin maquillaje, con el pelo revuelto y la mirada
perdida… ¿Pensará en mi? No digo nada… no puedo. Porque solo deseo
mirarla.
*
El día amanece soleado como me gusta. Abro mis ojos con rapidez y
luego me ducho apresurado. Me pregunto si ella está lista, quizá sí…
conociéndola es posible que esté en el lobby a punto de salir. Sonrío mientras
saboreo mis planes, no se lo espera. Cambie su vuelo para las 10 am, al igual
que el mio. Iremos en primera clase, uno junto al otro como marido y mujer.
Todo está listo, hermano. —Leo el mensaje entrante de André.
Todo en marca.
El corazón me palpita fuerte mientras bajo por el ascensor. La veo con
una blusa apretada y pantalón de vestir flojo, todo de negro como si fuera a un
velorio. Río, Dulce es tan divertida a veces… Lo peor es que sé que lo hace
por molestarme.
—Siga a ese taxi —Digo al taxista mientras la espío. No me es inusual
hacerlo porque lo he hecho desde hace algunos años, aunque ella no lo sepa.
El tráfico no nos ayuda, pero hemos salido temprano así que no me
preocupa. Juego con mis nudillos mientras la observo de perfil casi casi cerca
de mi ventana. Ella no lo sabe pero la estoy mirando… quizá más de lo que
pienso. Me alborota su sensualidad, aunque esté desganada. Trae lentes
oscuros en los ojos pero su boca hace un juego excitante con su nariz. ¿Por
qué es tan bonita? Me lo pregunté desde ese día en que la ví por primera vez…
La playa. Nuestra playa.
Estaba tomando sol con su madre y hermana. Yo pasaba aburrido por la
vereda en mi patineta, cuando de pronto caí y sin querer tuve que acercarme a
la arena. Ella fue un hermoso reflejo del sol en su piel… Blanca, suelta y
hermosa. Contestona por naturaleza y hábil para molestar a su madre.

La observé a lo lejos por un par de horas sin importarme el regaño de mi


madre. Su vestido azul entallaba perfectamente su hermoso cuerpo. Tenía solo
16 años, una niña, pero parecía mayor por su escultural figura. Al principio me
llamó la atención la forma de sus senos. Sus pechos saltaban de sobra en la
línea de su ropa, ¿Qué muchacho no se sentiría atraído? Pensé mil veces en
acercarme, pero la vi discutiendo con tanta simpleza que no me atreví… Debía
crear un plan primero.
Cuando su madre y hermana se fueron, sonreí porque era mi
oportunidad… La que había esperado hace muchas horas. Mordí mis labios y
me acerqué sin miedos, entonces empezó todo el juego.
Y me dí una grata sorpresa.
Pensé solo en robarle un beso, luego tocar sus senos, quizá un polvo e
irme pero no… Terminé siendo un asqueroso romántico, embobado por su
hermosa boca, contándoles las estrellas.
Fue más dificil de lo que imaginé. Y me costó mucho pedirle una cita. Hice
todo lo que un papanatas haría: Pedir permiso a sus padres, verla solo en
horas determinadas y bajo la presión de su familia.
Recuerdo haber sufrido, pero también obtuve mi recompensa… Fue mía,
quizá más rápido de lo que imaginé. No nos aguantamos casi nada. Ella era
una chica reprimida en todos los sentidos por su familia, yo fui la llave de su
jaula.
Su padre y madre son conservadores, pero me los gané de un solo
empujón cuando prometí respetarla. Me miraba con excitación. Mientras juraba
que la respetaba ya habíamos hecho de todo… y en todas las formas. Su madre
hablaba de pureza, entonces lo hicimos en el baño de su casa.
Fue perversa desde chiquilla…
Tuvimos mil horas de sexo intenso… Descubriéndonos el uno al otro.
Para ser virgen parecía experimentada y esa fue una de las cosas que más
amaba de mi novia… Era simplemente ella.
Al sexto mes le pedí matrimonio. Me miró asombrada pero aceptó.
Hablamos con sus padres y no quisieron darme su mano, no hasta que sea
mayor de edad. Me enojé tanto ese día… pero era de esperarse.
A los 18 nos casamos, y solo así la sentí completamente mía.
Mía. Para siempre mía.
—¿Señor? —Pregunta el taxista. Al levantar mis ojos veo que estoy ya
en el aereopuerto, el tiempo se me pasó volando.
—Lo siento. —Me excuso al verlo sacar mi maleta. Saco un billete y me
sonríe para despedirse. Todo está listo.
Sin querer me uno a la fila de atención rápida entonces veo a Dulce
discutiendo con la señorita de la aereolinea. Río… es tan divertido verla
enojada, pero pronto voy en ayuda de la pobre mujer que la mira exhausta.
—Señora, su vuelo está programado para las 10… Es la información que
tengo. —Repite cansada. Dulce es muy intensa a veces.
—¡Y yo le he dicho que no me interesa! Quiero viajar ahora.
—Buenos días. —Digo y voltea de inmediato.
—¿Qué haces aquí? —Pregunta.
—Señorita, por favor disculpe a mi esposa. Es una confusión. Mi amor,
viajamos a las 10 no ahora. —Sonrío, entonces me mira como si quisiera
asesinarme porque la he dejado en ridículo.
Hacemos los trámites rápido y pronto tomo su mano, acción que repele
de inmediato.
—¿Quién te crees para cambiar mi vuelo, imbécil? —Está enojada.
—Tu marido. —Sonrío— Disculpa, hermosa… solo quise ayudarte en
todo. Compraste el vuelo sin decirme nada, no me pareció justo.
—¿Tengo que darte explicaciones? —Alza la voz— ¿Con qué derecho te
metes en mis cosas?

—Dulce… estás gritando, todos te miran. —Susurro, entonces hace


puños para luego bajar su rudeza.
—Me exasperas —Exhala tensa.
—Se supone que tenemos que llegar juntos, ¿Es lo que tu padre necesita
creer no?
—No nos van a recoger del aereopuerto. —Me mira como si estuviera
reclamando.
—De todas maneras…. ¿O qué pensabas? ¿Llegar tú primero? —Cruza
sus brazos y rueda los ojos. ¡Punto para Christopher! Sonrío.
—Bueno, ya está hecho. Mantente alejado de mí hasta que entremos en
ese avión, ¿Bien?
Da media vuelta y pasa por la línea de seguridad sin esperarme. La sigo
con una sonrisa de oreja a oreja. Entra a un tienda cara y compra un perfume.
Luego se mete a otra y pregunta cosas… Hace todo lo posible por alejarse de
mí y no lo entiendo, o quizá sí.
Si es lo que sospecho está ansiosa, tan ansiosa como yo. Se aleja porque
no quiere caer en mis brazos y justamente eso es lo que más deseo: Su amor.
El tiempo ayuda y pronto entramos en el avión. Se sienta en su sitio, junto
a la ventana, y yo me pongo a su lado. Me mira irritada, entonces saca sus
audífonos y empieza a escuchar música clásica a todo volumen. Muerdo mis
labios al verle la blusa, me aloco con su cuerpo. Toso, veo a un chiquillo
pasando y me inquietan sus ojos… Está mirándola y lo peor es que puedo ver
lo que le hace en su imaginación.
Entonces lo miro, casi a casi a punto de pararme y se aleja. Baja la
mirada, me evita, solo defiendo lo que es mio. Dulce ni se ha dado cuenta,
cierra los ojos y finge dormir hasta que despegamos.
No lo soporto. Odio que me ignore.
—¿Hasta cuándo vas a fingir que duermes? ¿No se supone que debemos
llevarnos bien al menos estos días?
—Jódete. —Responde enojada ¡Lo sabía! No estaba durmiendo. La
conozco más de lo que piensa.
—Debemos armar toda una historia delante de tu padre. —Solo deseo
que me mire, necesito mirarla.
—Nos peleamos, regresamos, volvimos a pelear y regresamos. Así
pasaron 5 años. Punto. —Dice con los ojos cerrados. Me exaspera su perfecta
boca palpitando en su rostro.
Esa boca….
—¿Y por qué nunca fui a visitarlo?
—Porque estabas tan ocupado con tus negocios que fuiste un ingrato.
Tendrás que reconocerlo, patancito. Nada más. No te estreses… y déjame
dormir.
No digo más. Me callo cuando la veo voltear su rostro hacia la ventana.
Estoy intentándolo, realmente pongo de mi parte pero simplemente me revienta
en los huevos que se porte como si fuera un don nadie en su vida.
Paciencia —Me digo a mí mismo— Es mi culpa. Yo la dejé, pero aún no
sabe los motivos.
Entonces abro Tetris en mi celular y empiezo a jugar. Es aburrido, pero al
menos entretiene mi vista.
—¿Qué desea comer, señor? —Pregunta una rubia alta. Sonrío al verla
mirarme de esa manera…
—Lo siento, no la sentí llegar. Em…. Vino tinto por favor y de comer quizá
algunos frutos secos.
—Oh, disculpe… No tenemos tinto. —Dice excusándose. Se agacha, trae
un traje apretado y quizá un poco escotado en la parte delantera. Puedo ver
sus senos pequeños y solo río con ansiedad.
—No se preocupe, deme el que tenga. —Le devuelvo la sonrisa— Usted
es una chica muy… amable.
Mi estómago se presiona al sentir que Dulce se mueve de inmediato, abre
los ojos y la destruye con furia en sus ojos. La aeromoza se incomoda,
carraspea y baja la mirada irguiéndose de inmediato.

—Yo quiero agua —Se pone prepotente— ¿Puedes hacerlo o tengo que
servirme yo?
—No, claro que sí señorita… —Sisea.
—Señora. —Contiene su rabia y luego pone sutilmente su mano encima
de la mía. Río. No puedo evitarlo, estoy muriendo de risa. Me aprieta fuerte la
mano, como si estuviera golpeándome con eso, entonces finjo que me duele…
pero no me sale. Sigo riendo.
Clava sus uñas… y doy un grito.
—Quiero un sándwich de jamón light… —Mantiene clavada sus uñas—
¿Tú no quieres uno, cielo? —Finge mientras me lastima.
—No. —Respondo aturdido por el dolor.
—Enseguida —La aeromoza se sonrisa y pasa al otro pasajero, entonces
por fin me suelta. Tomo mi mano, veo las marcas de su rabia en mi piel y volteo
enseguida indignado.
—¿Qué te pasa? —Pregunto.
—¿Qué me pasa? —Respondo— Eres un maldito cerdo. No voy a ser
cornuda estos días, ¿Lo entiendes?
—Controla tus celos —Advierto.
—Deja de estar coqueteando con cualquier culo que se te ponga en
frente. Y no, no estoy celosa solo defiendo mi honor.
—Esto no es honor —Le enseño mi mano.
—Que te lo cure la zorra esta entonces.
Se levanta furiosa y ni ella misma se aguanta. Entra en el baño y se queda
ahí por mucho tiempo, quizá media hora… y solo me preocupo. ¿Por qué
debería? Dulce trapea el suelo con mi trasero cuantas veces quiere… Exhalo,
me relajo, esto no está saliendo como yo lo espero.
Si seguimos así no funcionará lo que tengo planeado para ella.
Me aventará la sorpresa por la cara.
El vuelo se torna más frio que un témpano… Y no por el aire sino porque
me ha vuelto a ignorar desde que salió del baño. No sonríe, es amarga… más
amarga que de costumbre. Pero si puedo ver sus ojos vigilantes al ver a la
aeromoza traernos la comida. La pobre chica se ha sentido intimidada por los
ojos de mi cruela. Joder, esto es intenso… pero divertido.
Me divierto aunque mi mano haya pagado las consecuencias.
Aterrizamos pronto y, apenas se abre la puerta del avión, ella ya está
parada saliendo de inmediato. Es claro que no quiere verme.
—Señor, ¿Puedo ayudarlo? —Me para un paramédico, entonces miro mi
mano… Mierda.
—No sé por qué se puso así… —Le explico.
—Lo vi desde que salió de su vuelo, por favor déjeme llevarlo a la
enfermería.
Bien. Lo que me faltaba. Mi mano está morada y sangro pero no siento
ardor solo picazón.
—Déjeme avisarle a mi esposa.
La llamo y no contesta. Y no me va a contestar.
A duras penas llego a la enfermería, el doctor me revisa y cuando me toca
la mano siento dolor. Pone un par de medicamentos, cierro un ojo y soporto
con incomodidad la presión cuando la mueve.
—¿Cómo pasó esto? Felizmente no llegó a mayores… Debe tener
cuidado, la altura hizo que se ponga peor.
—Bien.
Me termina de curar y pone una pequeña venda en mi mano. Envío un
mensaje de voz a Dulce diciéndole que estoy aquí pero no obtengo respuesta.
Pronto camino hacia la sala donde están las maletas y la veo furiosa hablándole
mal a otros…. Hasta que se encuentra con la aeromoza.
Mierda.
Todo sucede en cámara lenta.
Ella le sube el dedo como si estuviera advirtiendo un asesinato y abre sus
ojos como fiera. Jadeo, no… Está tan insoportable que ni ella logra aguantarse
y corro hasta que llego a su lado. La muchacha baja la mirada y se va
sollozando.
—Esa perra está fingiendo —Arremete Dulce contra mí, pero luego ve mi
mano vendada y se calma.
—Dulce, basta. Estás pasándote de la raya… —Le digo y se enoja más.
Toma su maleta, da media vuelta y sale del aereopuerto.
Estoy cansado, pero no puedo evitarlo: La sigo. Lo hago como un idiota.
Lo he venido haciendo desde hace años y no puedo controlarme.
Ella es mi odio y también mis sueños.
Jodida vida la que tengo.
Avanzo a pasos largos porque está casi corriendo. Esconde su rostro en
sus manos, simplemente no se soporta. Pasamos el estacionamiento y sigo sin
poder detenerla. No la entiendo. Me rechaza y a la vez me cela.
—¡Espera Dulce! —Le grito.
Entonces camina más lento, pero antes de que la alcance para en seco.
Voltea. Sus ojos, sus bellos y perfectos ojos se detienen con mi mirada. Jadea,
intenta hablar pero no le sale.
Dos segundos.
Esboza un suspiro, se acerca. Toma el cuello de mi camisa violentamente
y luego jala mi pecho junto al suyo…. Reboto en sus senos. Sus ojos me
miran… torpe, tensa, pausada….
—Tú eres mio, Miller. ¿Lo entiendes? Mio.
Presiona sus labios en mi… y son frios. Su lengua… tibia, áspera…
perfecta.
12. Tu cuerpo me quema
Christopher

“Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con las cerezas” Pablo
Neruda

Su lengua tibia acuna mi boca de una manera casi violenta. Su


respiración agitada me aprieta hasta casi asfixiarme. Sus brazos, su cuerpo,
sus senos rebotan haciendo vibrar hasta la célula más lejana de mi cuerpo. Y
me encanta, me fascina, me excita… me vuelve loco.
Con movimientos ágiles meto una de mis piernas entre las suyas para
pronto estrujarla en mis brazos. Aprieto su espalda con fuerza y bailo con su
lengua sin soltarla.
Mierda.
Esboza un sonido agudo en su boca y solo me tenso al sentir sus uñas
recorriendo mi espalda.
Entonces se detiene, lo hace vilmente como si no pudiera reconocerse.
Levanta sus ojos, me mira con los labios hinchados y solo toco su rostro
suavemente. Mi bonita ha regresado, por dos segundos pero ha regresado.
—Estás advertido —Dice recuperando el aliento. Lamo mis labios mis
labios para no perder su olor y solo me quedo en shock.
Me ha destruido con su boca
En el camino casi no hablamos. Me quedé en silencio apretando mis
labios con los dedos mientras que ella solo retocaba su maquillaje… ¿Cómo es
posible? Acaba de darme el beso más orgásmico de todos y está como si nada
hubiera pasado.
No me atrevo a pregúntale. No ahora. Cuando volteamos la calle puedo
ver a lo lejos su casa. Tantos años… tantos recuerdos. Mis sentidos se estrujan
y solo deseo volver a besarla. Estoy sediento de su lengua enredando la mía y
de su olor a esposa… mi esposa.
—Llegamos. —Digo. Ella solo se queda mirando por la ventana del taxi
como si entrar fuera doloroso
—Lo sé, ya lo vi. —Suelta fría.
Y cierra los ojos. Suspira, vuelve a abrirlos y junta sus piernas. La veo
triste y a la vez confundida… Sé cuánto le cuesta, puedo intuirlo, entonces
pongo mi mano vendada encima de la suya.
—No puedes golpearme ahora. No sobre la mano que lastimaste… —
Sonrío y ella suelta una media sonrisa— Así es, bonita… No me gusta tu
tristeza. Todo saldrá bien. Prometo no aprovecharme mucho… de ti —Bromeo
y ella ahora sonríe completamente.
—Idiota. —Dice
—Preciosa. —Respondo divertido.
—Deja de hacerlo, Miller. No voy a caer. No soy la niña de 16 que
enamoraste hace mucho tiempo. —Advierte con franqueza.
—Pero sigues siendo mi Bonita….
Con agilidad me paro y le doy mi mano para ayudarla a bajar del auto.
Tiembla, puedo sentirlo. Entonces enredo mi brazo en su cintura y pego mi
nariz a su oreja.
La huelo…
Es suave, fina, gloriosa.
—Empecemos el juego. —Suspira, me quema.
Con suavidad tomo su mano y la entrelazo con mis dedos. Al principio se
pone rígida, quizá por la falta de experiencia, pero luego entiende que estamos
empezando el trato y que debemos hacer todo lo necesario para que su padre
nos crea. A pesar de su dureza ella lo quiere.
Suspira lento, le doy fuerza.
Con suaves movimientos tocamos el timbre. Pasan cinco segundos y una
mezcla de ella con más años aparece por la puerta: Es su madre. Carraspeo
mi garganta cuando la miro y puedo sentir sus ojos de rabia puestos en mi. Ella
lo sabe.. y debe verme con el infeliz desgraciado que dejó a su hija
abandonada.
—¡Llegaron! —Grita sonriendo, saluda a Dulce primero con un gran
abrazo, el mismo que la deja paralizada. Ya no es una mujer de cariños, le
cuesta corresponder este tipo de afectos pero finge muy bien. Al parecer sabe
como controlarla.
Dulce pasa y ruego porque no me deje solo con ella, pero me ignora.
—No me dirijas la palabra —Agrega sería— ¿Cómo pudiste, Christopher?
Te dimos toda la confianza… —Sus ojos están dolidos y me duele también ver
su trato. Jamás fue mala conmigo. Entonces elevó la cabeza
—Señora… no puedo ni si quiera contestar porque tiene toda la razón del
mundo. Pero estoy aquí porque aprecio mucho a Carlos, y porque quiero
recuperar a su hija. Las cosas no son… —Hago una pausa, no debo contarle—
no son como parecen.
—Entra Christopher, hablaremos luego. Tenemos mucho tiempo. Pero no
te librarás de mi.
Con lentitud entro un poco incómodo a la casa… está tal y como siempre
estuvo hace muchos años: cuadros con fotografías en las paredes, muebles
marrones, espejos, un pequeño altar de la virgen y alfombras cálidas. Dulce se
queda parada junto a Kiara, quien sigue asesinándome con la mirada, luego
aparece por el marco Carlos… y me sonríe
Su emoción salta cuando me acerco y pronto me da un fuerte abrazo.
—Hijo…. Hijo ingrato —Dice feliz, sonriente, abrazándome con fuerza—
Tantos años…
—Carlos, estás muy bien —Lo veo.
No es así. Los años pasan. Dulce… mi niña —La abraza y ella recuesta
su cabeza en sus hombros. En el fondo no puede vivir sin su padre, aunque
esté haya sido cruel con ella cuando era pequeña.
—Papá… —Su voz se ahoga pero se controla.
—¡Ustedes son un par de ingratos! —Exclama con fuerza— No han
venido a verme en años. Hijo… ¿Qué sucedió? Pensé que tenían problemas,
no sabes cómo sufrí pensando en ello.
Miro a Dulce con astucia, entonces asiente.
—Carlos, mi vida dio un giro muy grande. Los viajes, negocios, apenas y
podíamos vernos —Jalo a Dulce hacia mi lado, ella se tensa— ¿Verdad, Dul?
—Así es papá. No te preocupes por nada —Vuelve a soltarme con la
excusa de querer ayudar a su padre, entonces la miro entre cerrando los ojos…
Es una chica inteligente, pero no será tan fácil…
Toso para hacerle notar que estoy aquí, pero me ignora con facilidad. Nos
sentamos un rato en la sala. Carlos saca algunos discos de colección y me los
enseña, siempre le encantó la música. Yo correspondo el gesto y escuchamos
un rato una que otra canción. Dulce no puede dejar el celular, escribe mensajes
todo el momento.
—Hija… Deja ese aparato por favor. Mejor ve a atender a tu marido, ¿Un
café, hijo? —Me pregunta y no sé qué responder. Dulce hierve de rabia, odia
este tipo de cosas. El machismo no va con ella… Puedo intuir qué está
pensando y solo asiento sutilmente.
—Eh… papá, yo les traigo el café. —Sonríe Kiara salvando el momento.
Enseguida sale de la sala.
—¿Y cómo has estado Christopher?... En tus… viajes. —Añade intensa,
sospecho que aún quiere asesinarme.
—Bien, Señora Sofia. —Sonrío.
—Sofía, solo sofía ¿Cuántas veces te lo dije? —Suspira fingiendo risa.
Carlos la mira y sonríe también.
—No molestes a Christopher, mujer… Mejor ve a preparar algo para
comer antes del almuerzo.
Dulce

Mi madre agacha la cabeza como si fuera un súbdito ante mi padre, sale


de la sala y se pierde en la cocina… siempre es lo mismo.
Durante todos estos años odié la manera de pensar de mi familia,
especialmente la de mi padre. Trataba a mamá como su sirvienta y jamás dejó
que trabajara en lo que le gustaba. Mamá soñaba con estudiar economía…
pero me tuvo muy chiquita, a los 21 quizá, y le tocó un esposo autoritario que
no quería que salga de su casa. Ella simplemente fue una esclava de sus hijos
y marido por toda la vida, así fue la vida que conoció. Así nos crió. Con una
actitud hacia lo “correcto” y eso fue lo que más me molestaba.
—Deberías ayudar a tu madre, hijita. Sé toda una buena esposa y atiende
como se debe a tu marido. —Carraspeo mi garganta de rabia, pero logro
controlarme. Papá está enfermo. Hemos tenido estas discusiones por años y
siempre terminamos mal cada vez que abro mi boca.
Con soltura me levanto sin mirarlos y entro en la cocina de mamá. Ella y
Kiara están preparando algo, yo solo tomo una manzana y me dedico a
morderla.
—Hey, ¿Ayuda, no? —Kiara me mira con furia, pero solo ruedo los ojos.
La cocina jamás fue conmigo.
—Terminaría estorbando — Suspiro sonriendo, entonces se exaspera y
golpea la sartén contra la cocina muy fuerte.
—Ya basta, Kiara. Sabes cómo es tu hermana, ademas es nuestra
invitada.
Mamá sonríe y seca sus manos para luego dirigirse hacia mi. Toca mi
cabello, me ve de arriba abajo y luego posa sus dedos en mi mentón. Me mira
de una forma que solo ella puede hacerlo… entonces la evito. Me alejo. Doy un
paso atrás cuando quiere abrazarme.
—Sabes que no me gusta: —Le digo.
—Oh, si… mi niña de ahora es así pero la que vive dentro de ti es una
hermosa mujer dulce. ¿Por qué crees que te puse ese nombre? Cuando naciste
eras…
Vuelvo a rodar los ojos cada vez que habla de mi infancia. Ni si quiera
estoy escuchando, solo mirando como el arroz se cocina. Y no, tampoco me
siento mal por ello.
—Te quiero mucho, hija… Aunque no… bueno, aunque no tengamos
mucho contacto ahora.
—Ajá —Intentó sonreír.
—Corazón de hielo… —Suelta Kiara con veneno— Es lo que eres, Dulce.
No digo nada, ni si quiera puedo contestarle porque quizá es verdad. En
este tiempo he logrado despegarme de diferentes tipos de sentimientos. Amo
a mi familia, de alguna forma, pero no soporto tenerlos cerca, sobre todo a
papá.
Muchos años llevé esa carga sobre mis hombres. Tenía largas
conversaciones con Christopher sobre esto, pero nunca me juzgó. Encontré en
él una especie de salida y refugio, quizá por eso accedí a casarme siendo casi
una niña, necesitaba escapar de la cárcel de mi familia.
Y también aprendí a no juzgarme.
Mamá y Kiara terminan de servir la comida y me dan una bandeja. Abro
los ojos y salgo de mis pensamientos para luego Soltar en risa, ¿Enserio creen
que lo haré? Ella me responde con la mirada.
—Por tu padre. —Tenso mis brazos refunfuñando. Sin ganas tomo la
bandeja en mis manos.—Luego hablaremos de Christopher, ¿De acuerdo?
Oh rayos…
—No. No se metan, tengo un arreglo con él.
—¿Regresaron? —Mamá me mira como si esa fuera la solución a todos
mis males.
—No. Jamás. —Soy clara con mis palabras. Ella sonríe, como si no me
creyera, y luego da media vuelta. Kiara y yo la seguimos con la comida.
Al regresar solo puedo ver a papá y Christopher cuchichear mientras dejo
los platos en la mesa, ¿De qué mierda hablarán? Carraspeo mi garganta y
Chris se da cuenta de mi presencia, entonces me sonríe.

—Comamos algo —Mamá es risueña ahora, y la verdad es que me


incomoda.— Carlos, tú tienes una dieta especial.
—No mujer, comeré lo que quiera. —Impera con mando. Mamá exhala
con fuerza, aguantándose el malestar, y yo solo miro a mi padre. Podrá estar
delicado pero tampoco aguantaré muchas de estas cosas.
Cállate, Dulce. —Me digo a mi misma una y otra vez— Entonces suspiro
lento intentando sonreír con hipocresía.
—Deberias hacerle caso a mamá, papá. Ella solo se preocupa por ti.
Papá me mira distraído.
—Cuida tu salud, suegro. —Chris le sonríe y Papá es como un niño… le
hace caso. Extiende la mano, le pide a mamá su comida especial, y toma
asiento.
Lo que viene es aún peor: nos ignora. Todo gira entorno a él, como
cuando el patancito se ganó su confianza. Muerdo mi lengua cada vez que le
habla de esa manera, como si fuera él su hijo y nosotras no.
Si supiera todo lo qué pasó en este tiempo…
Si supiera que ese hombre dejó a su hija de la peor manera…
Si supiera que jamás le pidió perdón…
Bebo agua para no soltar la lengua. Todo es por papá, por papá —Le
repito a mi mente— entonces sale mi lado más egoísta. ¿Debería tener
consideración por el hombre que me hizo menos toda mi vida? Suspiro. Cierro
mis ojos y luego los abro recordando mis risitas de niña en sus piernas, sus
manos balanceándome en la playa y su presencia en el colegio.
Recuerdo haberle tenido miedo. Era un hombre fuerte y con una voz muy
ronca, pero a la vez me sentía protegida.
Papá… —Digo en mis pensamientos. Vale más que cualquier celo, pero
Christopher no se salva.
Me jode tanto que lo haga… porque sé que es al propósito.
—Papá, te traje unos chocolates. —Digo para que le quite la vista a
Christopher
—Gracias hija, mira que casualidad… Christopher también me los trajo.
—Pero los míos son más ricos —Digo. Mantengo la sonrisa. Kiara ríe.
—Ay hermanita, deja los celos. Ya sabes que a papá solo le interesan los
hijos varones y como no tuvo uno….
—Que cosas dicen, chicas. Son mis princesas y Christopher es el esposo
de una de ellas. —Palmea su espalda.
—De la más bonita —Responde el patancito. Juega sucio.
—Mira nomás… hija, estás muy lejos. Siéntate al costado de tu marido.
Mímalo, quiérelo, que es un gran hombre. —Papá y su gran boca…
—Si, deberías mimar a tu marido más seguido. —Entre cierro mis ojos
para asesinarlo, pero es tarde. Ha extendido su mano obligándome a ir junto a
él.
Me levanto con desgana y me siento a su lado mirando siempre a papá
quien solo nos sonríe. Chris entrelaza su brazo en mi cintura y me pega a su
cuerpo. Pone sus labios en mi mentón y suelta un beso fuerte sin ningún tuvo
de vergüenza.
—Me excitas cuando pones esa cara… amo ver tus celos —Susurra muy
bajito en mi oído y a continuación todas las partículas de mi cuerpo entran en
alerta. Me tenso sintiendo mis senos erectos y aprieto mis piernas para
controlarme. Cuando abro los ojos veo a Kiara mirándome. Ríe. Estúpida.
Paso siguiente saco su mano izquierda de mi pierna, porque conozco de
memoria sus acciones.
—No te atrevas —Lo amenazo bajito entre dientes.

Entonces sonrio cuando siento las miradas en nosotros.


—Ayyyy qué bonitos. —Habla Kiara sonriendo—Siempre fui fan de su
amor. Nunca dejaré de agradecerte Chris por haberme quitado a mi hermana
de encima. Te la llevaste y gratis…
Todos ríen y solo la miro con furia. Maldita mocosa.
—…Pero merecen ser felices. —Me sonríe y puedo notar que tiene algo
en mente para molestarme— Beso, beso…. —Aplaude y mi padre le sigue el
juego. Mamá tiene cara de preocupación. ¡Estúpida! Sabe perfectamente que
esta es una farsa y odio este tipo de presiones.
—No. No. —Digo— Que va a pensar Papá… yo respeto la casa y la mesa.
—Repito las palabras de mi padre encontrando una salida. Kiara me mira como
si fuera la mujer más hipócrita del mundo, mamá me apoya y Christopher solo
sonríe.
—Bueno, hija. Eso… dije cuando eran novios pero ahora son esposo.
Dale un beso a tu marido. Anda.
Me congelo. Christopher voltea mi rostro y posa sus Suaves labios sobre
los míos. Están tibios ahora. Y yo sigo tensa. Juro que la mocosa lo pagará. Le
doy un empujón y sonrío fingiendo.
—Mañana es la fiesta de compromiso de tu primo Lucas. Le dije que ibas
a estar aquí y nos invitó. Deberíamos ir.
Ruedo los ojos. No soporto este tipo de actividades y menos cuando son
sencillas. A mi me gusta el lujo y esta fiesta seguro es en la playa… Me
incomoda la playa. Ya no estoy acostumbrada, simplemente es eso.
Claro que iremos. — Christopher pavonea como si fuera mi dueño,
entonces le doy un codazo y tose.
Las horas pasan y logro zafarme de mi ex marido cuando finjo llevar los
platos a la cocina para lavarlos. Apenas desaparezco por la puerta los tiro al
lavadero, entonces seco mis manos con una toalla…. ¡Mierda! Me las he
ensuciado. Soy obsesiva con mis manos. Odio que huelan a cebolla, carne o
lo que sea. Tomo un poco de crema de mi cartera y las paso por encima. Huele
a limón con vainilla francesa y es todo un éxito.
Kiara entra con más platos a la cocina, me mira y tensa su mandíbula.
Estamos solas… esto terminará en guerra.
¿Por qué no lavas? — Pregunta mandando. Pobre mocosa, ¿Realmente
piensa que voy a lavar los platos?
Para eso estás tú. — Bufo y se acerca furiosa.
¿No te da pena mamá? Lava todo el día los trastes, la ropa, limpia… ¡Y
solo vienes a hacer más desorden!
Mira niña, estoy aquí por papá haciendo un esfuerzo muy grande con
Christopher a mi lado ¿Lo entiendes? No voy a venir a lavar platos ni a limpiar.
¡Esto es injusto! — Alza la voz— Siempre haces lo que quieres. Siempre.
— Se viene contra mi— Me tienes harta Dulce. Eres una insensible. Ni si quiera
le hablas a nuestros padres, solo mandas tu estúpido dinero. ¿Crees que con
eso basta? Papá se lamenta todos los días por ti, por Christopher…. Quiere a
su hija a su lado. Ni si quiera te has preocupado en preguntar por su salud,
venir a acompañarlo al médico. Eres una maldita egoista.
Basta. — Digo, alterada.
Eres una maldita egoísta — Me empuja.
¿Sabes cuánto cuesta esta blusa, idiota? — Pierdo la paciencia.
¡No me importa tu puta blusa! Voy a obligarte a hacer lo que debes hacer
como hija responsable.

¿Lo que debo hacer? ¿Según quién? Cada uno apoya como quiere. No
soy una mujer de cocina, ¿Lo entiendes? Ni nací para ser buena esposa.
Eres una víbora
Pero una víbora con clase no una chiquilla que no sabe ni lo que quiere.
Si sigues en este maldito lugar vas a pudrirte sola. Ni si quiera aceptaste mi
ayuda para estudiar en otro país.
¡No quiero tu cochino dinero! ¿Acaso crees que no sé lo que haces?
Perra, seguro te estás acostando con el maldito Hilton.
La temperatura de mi cuerpo se eleva y pronto siento mi mano arder. Le
di un bofetada…
El silencio hace que sienta los latidos de mi corazón. Puedo ver todavía
su cara volteada ¿Qué hice? Jamás le pegué a mi hermana… no de esta forma.
Mi manos pican por la calentura y sigo en shock… entonces escucho su llanto.
Kiara es muy impulsiva, quizá más que yo, no puede controlar sus emociones
fácilmente, ese es su punto más débil.
Maldita seas… — Me empuja furiosa, le tomo las muñecas y solo grita.
Mi espalda se topa con el mueble donde guardan los platos y siento que mi
adrenalina aumenta. Entonces veo que toma un tenedor y me lo enseña. Mierda
—¡Te odio! —Grita una vez más—
¡Hey! — Christopher se interpone con furia ¿De dónde salió? Toma su
brazo y le quita el tenedor. Kiara llora y lo golpea.
Eres igual a ella…. — Es un mar de lágrimas y yo no sé qué sentir.
Forcejea una vez más y Christopher pone su pecho.
Kiara, ¿Tienes idea de lo que estás haciendo? Tus padres están
descansando, felizmente no te escucharon.
No la soporto. — Digo por fin y me voy esquivándola.
Chris
Me quedé aterrado cuando la vi tomar ese tenedor. Lo primero que se me
vino a la mente es “Salva a tu bonita” y eso hice. Tengo un rasguño en mi pecho
pero no importa. Necesito saber por qué esta niña ha hecho esto.
¿Estás mejor? — Le paso un vaso de agua, ella lo toma temblando.
Si.
¿Puedes decirme qué sucedió? — Estoy ansioso, Dulce tiene la culpa…
estoy seguro.
¿Por qué tendría que decirtelo? — Me mira a la defensiva.
Porque soy como tu hermano. — Suspiro sentándome en el suelo con
ella. Kiara solo mira sus manos y nos quedamos sin hablar por largos minutos.
Odio a mi hermana. — Dice por decir. Está enojada y la ama más de lo
que ella misma puede imaginar, pero sé que si le doy la contra lo negará…
posiblemente me mande a la mierda y me clave ese tenedor. Mujeres…
Entiendo. — Le doy la razón— Es muy odiable. — Río, entonces sonríe.
Nos peleamos porque no quiso lavar los platos. Estoy cansada,
Christopher. Ella siempre se sale con la suya. Desde que eramos pequeñas yo
siempre tuve que cargar con todo. ¿Acaso mamá le exigía? Todo era yo…
“Kiara ve a hacer café” “Kiara tráele las pastillas a tu padre” Todo yo, jamás la
molestaron a ella. Yo soy la que se traga con toda la enfermedad de papá y es
que han pasado muchas cosas….

Kiki…. — Sonríe cuando le digo su apelativo, así solo le dice la gente más
cercana a ella— Tu hermana no es mala, solo… un poco especial. ¿Sabes qué
me hizo a mí una vez? Tiró toda mi ropa por la ventana de nuestra casa, solo
porque le dije que me hiciera el favor de meterla en la lavadora. — Río.
¿Cómo la aguantas? — Sigue riendo.
Ni yo lo sé, supongo que… es así porque la quiero. — Me sincero y sus
ojos se iluminan.
Entonces por qué la dejaste… ¿No fue por… eso de los bebés, cierto? —
Me hielo cuando lo pregunta, entonces suspiro lento. Es la pregunta que yo
mismo me hice hace muchos años…
No. — Solo digo. Tardé mucho tiempo en darme cuenta. Fue doloroso
para ambos, quizá más para mí porque lo deseaba con mucha fuerza, pero no
fue mi principal motivo.
¿Qué sucedió, Chris? ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué de esa forma?
¿Sabes cuánto le costó recuperarse? Ni si quiera comía, se enfermó muy feo…
Mamá y yo te odiábamos. Tuvimos que alejarla de papá para que no se diera
cuenta. Su vida fue un infierno… entonces cambió. Un día dijo que no
necesitaba más de nadie y se fue.
Me quedo en silencio mirándola con presión en los ojos. Mis fosas
nasales sienten el aire más pesado y puedo sentir dolor en mi interior. Ver a
Dulce así no ha sido nada fácil, pero hubo un tiempo en el que ni yo mismo
pude levantarme porque también lloré. Estuve afectado por la decepción de no
poder tener bebés con ella. No quería ser papá con nadie más solo con ella. Y
mi mundo se vino abajo cuando me enteré de lo peor… Hay tantas cosas,
tantos secretos, tantas respuestas que aún vienen a mí como balas pero todo
a su tiempo.
Me lo he dicho siempre, a su tiempo.
Kiki… ahora no. — Digo con media sonrisa.
No eres una mala persona, lo siento. — Se disculpa— Pero ella si lo es.
Ella los quiere mucho.
¿Querer? Solo envía dinero.
Es una forma de querer. — Contesto— Debemos aprender algo, Kiara.
No toda la gente tiene por qué ser como uno quiere que sea. Si quieres a tu
hermana intenta entenderla.
¿Entonces por qué mamá la prefiere? ¿Por qué si yo he estado con ella
y Dulce no?
Una madre siempre sabe quién es su hijo más débil…. Decía mi abuela.
Dulce necesita de ustedes aunque no lo quiera aceptar. Está viviendo una vida
que no debe por mi culpa.
¿Por qué la dejaste? — Pregunta ansiosa.
Quizá yo soy su respuesta. Y me siento mal por ello. Deseo recuperarla,
Kiara. No tienes idea, pero debo ser paciente. Jamás hice nada sin motivo. Solo
quería protegerla.
¿De quién o qué?
De mí mismo. — Respiro— Y de toda la mierda que viene conmigo.
Me mira como si no entendiera, pero respeta mi privacidad y solo se
levanta para irse a su cuarto. El padre y la madre de Dulce descansan, como
es costumbre después de la comida. Este lugar es un sitio tranquilo, un pueblo
de Vallarta muy bonito donde la gente vive en paz consigo misma. Me pregunto
si algún día podré hacerlo yo también…

Pasan dos segundos y mi increíble necesidad por ella vuelve. La veo en


el jardín sentada en una de las sillas mirando las flores. Sonrío al verla porque
está furiosa. Puedo notarlo por sus cejas direccionadas hacia sus hermosos
ojos.
Joder, es tan hermosa.
Camino lento rondándola y pronto me siento de golpe junto a ella. Hace
un poco de viento pero no me preocupa, solo veo cómo su pelo se eleva de vez
en cuando y me pierdo en su estructura. Han pasado muchos años sin estar
así… y yo sigo como idiota admirándola.
¿Me perdonará algún dia?
Hola. — Digo.
No responde.
Soy Christopher, tu marido. Mucho gusto. — Bromeo y solo me muestra
su peor cara.
¿Ya dejaste a la chiquilla tranquila? Demoraste más de 10 minutos. —
Voltea y me mira tensa.
Sí. Está celosa y cree que todo esto es injusto. Ya sabes…
No nací para hacer lo “correcto”,Miller. Si nacer, crecer, reproducirme y
morir es lo que una mujer debe hacer entonces no soy de este planeta. Me
incomoda este lugar. Es todo… simple y aburrido que me asfixia. Además del
machismo de mi padre.
Quedan pocos días — Pongo mi mano encima de la suya con miedo,
entonces la aleja.
No me olvido que estás aprovechándote.
Ah… obvio — Sonrío— Me seguiré aprovechando. Soy un hombre
ansioso por su chica. — Río.
Ja ja — Ironiza sus palabras y levanta una ceja— ¿Entonces qué se
supone que debo hacer para sacarte de encima?
Um… no creo que te guste que me vaya de tu encima. — Digo con toda
la perversidad del mundo, ella no emite ninguna emoción.
Idiota.
Preciosa. — Digo.
Maldito acosador
Mi bonita… — Me levanto, la jalo del brazo y pego su cuerpo junto al mio.
Paso mis brazos por su cintura apretándola fuerte. Ella intenta resistirse pero
no la dejo— Dijiste que harías todo esto.
Rueda su cabeza aturdida.
Lo prometiste, Dulce.
Odio besar sapos. — Dice aún seria— Y ya te besé en la comida.
Ese fue solo un piquito, no un beso. Me sentí estafado. — Sonrío.
Eres un maldito manipulador, ¿Crees que es bonito besarte?
Sí. — Me pavoneo— Somos la pareja perfecta, todos lo dicen. Tú una
mujer muy hermosa y yo un tipo apuesto también.
¿Más hermosa que Kiara? — Me pregunta y no sé su intención, solo río.
Está celosa.
Tu hermana es una chiquilla linda, pero tú eres más bella que todas las
mujeres de este planeta ¿Contenta?

Qué bueno que lo reconozcas, también lo creo. — Sonríe y me empuja.


Me debes un beso. — La jalo de nuevo.
No. No hay nadie. No tengo por qué dartelo. — Me mira sin emoción.
Está tu madre mirandonos desde la ventana…. — Pego su nariz a la
mia— Actúa como si fuera normal.
Recorro su espalda con mi mano y puedo sentir su frágil cuerpo arder.
Me mira fijamente, estoy tan intimidado con sus ojos… son los mismos que un
día me miraron de esa forma. Su olor invade mi nariz, huele a fresas….
Amábamos las fresas, hicimos muchas cosas con las fresas. Carraspeo mi
garganta jadeando, estoy prendido con solo estar muy cerca de ella. Entonces
no lo pienso y le robo un beso. Sus labios saben a miel para mi, chupo su boca
como un maldito niño pervertido. Voy rápido, la necesito…. La he necesitado
mucho tiempo entonces me empuja y asumo que se dio cuenta. Voltea. No hay
nadie.
Sonrío enseñándole mis dientes.
Trampa.
Da media vuelta y se va dejandome ansioso por su cuerpo. Veo su
trasero, es tan perfecto… recuerdo haberlo golpeado muchas veces. Eramos
unos niños sucios. Ella queriendo descubrir el mundo y yo siempre babeando
por estar a su lado. Abre la mampara de vidrio y entra en la sala… ¿Y yo?
Necesito un baño.
Dulce
Es un maldito tramproso…
Suspiro tocándome los labios y lo miro de reojo entrar al baño.
—Hija…. — Dice mi madre con una bandeja de té— Tu favorito.
Gracias madre pero tengo calor, no quiero nada caliente.
¿Te preparo una limonada?
No. Gracias. Mejor descansa. Mira tus uñas… deberíamos ir seriamente
uno de estos días al spa
Terminaría arruinando todo. Hija… no quiero molestarte pero debes ser
un poco más comprensiva con tu hermana. — Ruedo mis ojos.
Mamá, ella empezó. Yo no hice nada. Debería agradecer todo lo que
hago.
Lo sé, hija pero… bueno, supongo que ya se les pasará. No me gusta ver
a mis hijas así.
Y a mí no me gusta que seas la sirvienta de la casa.
Soy una ama de casa, no una sirvienta
¿Ama de casa? ¡Papá ni si quiera te da la gracias! Jamás le has dicho no
a nada.
Es mi forma de ser y no está mal. ¿Acaso te lo reclamo?
Bueno, entonces no me pidas que cambie mi manera de ser con Kiara.
¿De acuerdo? Estoy aquí con mucha presión y tengo que tragarme todo lo que
no me gusta, incluyendo a Christopher.
Te lo agradezco hija, sé que lo haces por tu padre aunque no te guste su
manera de ser. ¿Cómo vas con él? Cuando Kiara me dijo que lo vio en ese
hotel donde trabajas….
Regresó para joderme la vida, pero no importa. Lo he superado.
¿Sí? — Pregunta como si no me creyera.

Por supuesto. Sigo siendo su esposa porque armó todo un circo cuando
supuestamente firmé el papel de divorcio. No fue verdadero. ¿Aún así quieres
a ese idiota después de todo esto?
No, hija…. Lo aprecio pero primero es mi hija. Dulce… — Toma mi
mano— Te lo he dicho muchas veces, no está bien lo que haces. Estás llena
de dolor y no lo sacas.
Estoy viviendo la vida que siempre merecí, mamá.
¿Sin él? — La pregunta me aturde, quizá más de la cuenta. Parece que
mi familia confabula contra mí cuando mencionan a Christopher como parte de
mi vida y eso me molesta.
Claro que sí. Es más, lo odio. No lo soporto.
Mamá se queda mirándome y luego baja la cabeza.
¿Qué? — Pregunto.
Nada, cielo. — Acaricia mi rostro— Solo deseo que seas feliz.
Soy feliz.
Me mira triste.
Una madre siempre sabe lo que sus hijos sienten….
Me quedo mirándola
…Bueno, cariño. Iré a preparar algo de café. Tu padre despertará de su
siesta. —Cambia de tema y me sonríe. No le digo más. Suspiro en silencio
cerrando mis ojos, ¿Es que todos están en mi contra?
Suspiro cansada.
Quiero irme. Necesito irme. Y lo peor es que recién he llegado.
Miro mi celular y veo una llamada entrante…
Brando.
Con sutíl movimiento contesto. Me levanto y voy hacia un rincón de la
sala.
Cariño, ¿Todo bien? — Pregunta al teléfono.
Bien, cariño. — Sonrío a medias— Aburrida pero ni modo, trabajo es
trabajo.
Cuando Christopher sale del baño se sienta en la sala y me mira, parece
saber quién es y puedo ver su mandíbula tensa. Río, inventando cualquier cosa,
entonces alargo la conversación con Brando. Él no deja de mirarme, se lo
merece por tramposo.
Yo también te quiero cariño y deseo todo lo que tú quieres…. — Mis ojos
se unen a los suyos y puedo verlo incómodo haciendo un puño. Tose y ladea
su cabeza.— Ajá… eso y más. — Sueno coqueta, es tan placentero hacerlo….
Picarlo, joderlo, hacerlo explotar pero se mantiene tranquilo. Y esa misma
acción me desespera. El Christopher de antes golpeaba a todo aquel que me
miraba con otras ganas… ahora se contiene, algo ha cambiado en él, algo que
quiero saber.— Bien, te extrañaré esta noche…. Claro. Em… debo cortar, la
señal no anda bien. Adiós. — Cuelgo al ver a papá bajar por las escaleras.
Tortolitos, siempre tan juntos…. — Bromea papá.
Espero estés más tranquilo, Carlos. Te vi ansioso — Dice él.
No ansioso, hijo. No había tomado mi pastilla. No puedo agitar mi corazón
mucho tiempo. ¿Y ustedes?
Nada. Tu hija hablaba por teléfono…. — Me mira el muy desgraciado y le
advierto con mis ojos— con sus clientes. A veces trabaja mucho, lo sabes.

Hija querida, nunca debes descuidar a tu marido. — Va directo a mi, me


abraza, me congelo. No soy muy demostrativa de cariño… ya no.
No lo hago papá, pero está grandecito como para venir a quejarse
contigo. Lo que pasa es que está celoso…. —Susurro alto, él puede
escucharme— Ya sabes, soy irresistible. —Bromeo.
Lo es, Carlos pero tiene una lengua muy… afilada. — Me ataca lleno de
furia. Imbécil.
Eh… . —Papá no sabe qué decir.
Tengo la lengua perfecta y digo lo que pienso, solo eso.
De acuerdo con lo de tu lengua perfecta. — Me mira perverso. Mierda.
Deberías agradecerlo. — Respondo.
Chicos…. — Papá interrumpe— No discutan.
No discutimos papá, mi querido maridito y yo solo intercambiamos
palabras. — Me acerco a él y me toma con fuerza del brazo, entonces lo pellisco
por la espalda.
Mamá y Kiara se unen de inmediato. Ni si quiera las miro. Estoy tan
jodidamente furiosa con este imbécil que mi centro ahora es él.
Así es Carlos, solo eso. — Sonríe a papá mientras baja su mano
apretando mi trasero.
¡Ah! —Doy un pequeño grito.
¿Qué sucede? — Pregunta papá. Estoy ardiendo de rabia.
Nada, papá. Chris es un poco bromista y me olvidé que tiene que tomar
su pastilla… ¿Verdad, cielo?
¿Qué pastilla? —Pregunta sin saber.
La azul… esa que necesitas por las noches. La que hace que funciones,
cariño. —Suelto y sonrío.
Oh…. — Dice papá incómodo— Hijo, em…. Podríamos conversar un rato
a solas si quieres.
No es necesario — Aprieta los dientes. Yo sonrío— Dulce es muy
bromista.
Papá se siente incómodo, pero me da igual… solo disfruto viendo a
Christopher rojo de rabia. Punto para mí, maldito tramposo.
Papá da buenos consejos — Sonrío acomodándole la camisa— Deberías
conversar con él.
Dulce… — Dice entre dientes.
Volteo y veo a mamá roja, papá incómodo y Kiara riendo. Todos han
entendido.
¿Por qué no lo quieres aceptar? Estamos en familia. La pastilla azul es
muy buena. Lucas, mi primo, es médico. Podrías pedirle que te recete otras,
aunque es fácil conseguirlas ¿No? Va a ayudar a tu… pequeño problema —
Miro su pantalón y sonrío.
Hijo, por favor acompáñame afuera.
Mi papá está rojo de vergüenza y Christopher molesto. Amo verlo así…
que me lleve en su mente todo el día. Cuando se van volteo y veo a mamá
tensa, Kiara ni si quiera se acerca a mí pero sigue riendo.
Hija, no debes avergonzar a tu marido. — Está roja como un tomate.
¿Por qué? No le funciona, el viagra siempre es la solución a los
problemas. — Sonrío.
Hija….
Mamá, quédate tranquila. Se lo merece por tramposo. — Susurro en su
oído— Estoy harta de sus juegos. Me voy a dormir.
Ladeo mi cabello y lo extiendo mientras ignoro a Kiara. Subo por las
escaleras… triunfando, riendo, queriendo explotar por todas la que me ha
hecho el patancito. Ir contra la virilidad de un hombre es más que castigo para
él. Abro la puerta de mi recámara y veo todo como si nunca me hubiera ido de
este lugar.
Los recuerdos vienen a mí pero los hago a un lado.
Necesito remojarme un rato. Tomo mi toalla y entro en el baño. Me
desvisto con total naturaleza aún riendo por lo sucedido. Papá debe pensar que
Chris no sirve en la cama y no puedo dejar de divertirme. El pobre debe estar
concientizandolo, quizá dándole algunos consejos, y la verdad es que no me
importa… pero pagaría por ver su cara. Seguro lo va a negar, como todos los
hombres, y eso me encanta.
Echo shampoo a mi cabello masajeando mi pelo. He tenido suficiente por
hoy y aunque no me guste dormiré temprano, saldré a correr por la mañana y
me desapareceré todo el día fingiendo estar ocupada. Hay una sucursal Hilton
aquí, aprovecharé para irme al spa un rato.
Paso el jabón por mi cuerpo… mi cuello, entre mis senos, mi obligo… mis
piernas y puedo sentir cómo el calor inunda mi nariz. Quizá está muy caliente
el agua, no lo sé, pero empiezo a sofocarme. Junto un poco de espuma en mis
manos y masaje mi nuca sin dejar de cerrar mis ojos en el agua. No cerré el
grifo porque amo la sensación de la lluvia cayendo por mi piel, intento llegar a
mi espalda pero no puedo…
Entonces siento sus manos. Abro mis ojos de inmediato y no me deja dar
vuelta. Intenta tocar mis senos pero le agarro las muñecas.
Tienes una maldita manía…. Apareces sin hacer ruido, sin que me de
cuenta. — Digo a duras penas porque sigo hablando bajo el agua.
Y tú eres una chica muy traviesa. Estaba enojado, ¿Sabes? Pero cuando
te ví desnuda se me quitó todo…
Vete.
—Voy a enseñarte lo que puede hacer tu marido, mi amor. Sin pastillita….
—Siento su erección en mi trasero.
Christopher… — Le advierto pero no me deja voltear. Me tenso porque
sé que si me toca estaré arruinada.
Entonces siento cómo su boca muerde mi cuello… y solo jadeo.
13. Siete estrellas bajo el cielo
Dulce

“Jamás te recuerdo… porque nunca te olvido”

Su aliento arremete en mi oreja haciendo que todos mis nervios colapsen.


Suspiro, intento mantenerme firme pero no puedo. La necesidad empieza a
aflorar por todas las partes de mi cuerpo.
—Sh… —Dice firme y me parece escuchar una especie de mandato.
Trago saliva, intento separarme pero no me deja porque enseguida roza su
mano en mi vientre.
Maldito provocador
Muerdo mi labio para contener mis nervios, entonces siento como su
mano baja en forma de círculos hacia abajo. Oh mie… Elevo un pequeño grito
y arqueo mi cabeza hacia atrás para luego encontrarme con la boca de mi
marido en mi cuello. La sensación es agrietante… succiona mi piel con fuerza
y luego la suelta para morderla suavemente con sus dientes. Lo hace una y
otra… y otra vez. Vuelvo a jadear sintiéndome mareada. El agua caliente
cayendo… mi cuerpo en sus manos y su boca en mi cuello hace que solo me
vuelva loca.
—Así bonita… —Sus palabras rebotan en mi piel y siento punzadas en
mis pechos— así… para mi.
Doy vuelta de golpe para mirarlo de frente y pronto veo su… emoción
nacer entre sus piernas. Lo escaneo lentamente con mis ojos… sus piernas, su
pecho, su cuello… y esa carnosa boca es perfecta. Cuando mis ojos caen en
los suyos curvea su sonrisa y puedo ver como el agua salpica en su piel…
Oh santo cielo… soy fuerte pero tampoco tonta entonces chupo mi labio.
—Quisiera ser esa boca… —Dice de forma inmediata. Ruedo mis ojos y
me jala haciendo que ambos nos centremos debajo del agua. Enseguida todo
sus hombros, bajo mis manos por su cuello y luego por su pecho.
—Predecible. Me decepcionas, Miller. —Levanto una ceja.
—¿Lo hago? ¿Quieres ver cómo no necesito la pastilla? —Suelto en risa
y me aprieta como una serpiente.
—Que flojera. —Exhalo con tensión. Mi voz acciona pero mi cuerpo sede
ante sus encantos.
—Eres una chica mala, amarga. Y yo un hombre muy necesitado de ti.
Mucha habla, poca toqueteada. Lo jalo del cuello hacia mi boca y empiezo
a devorarlo con mi lengua. Sabe a menta cuando me choco con su aliento y
pronto deseo solo ponerme encima. Entre abre mis piernas y me puntea de
forma casi agotadora… Recorro su amplia espalda con mis manos y luego
estrujo su trasero con fuerza. Es grande y fuerte… generoso…
—Me alocas con tu tóxico veneno. —Jala mi cabello hacia atrás y muerdo
mis labios sonriendo—Me prendes, me excitas… —Pasa un dedo por mi zona
íntima, entre mis piernas —…me vuelves un maldito arrastrado… —Pega sus
labios y me mira intensamente. De pronto sus ojos oscurecen y su mandíbula
se tensa— Pero hay una sola cosa que no aguanto… y es que me provoques
con ese maldito viejo.
Suelta mi cuerpo de golpe y su furia se eleva. Lo ha estado guardando…
puedo verlo. Parpadeo preguntándome si esto es cierto, veo cómo sale de la
ducha y se enrolla una toalla en la cintura. No puedo creer que lo haya hecho…
me ha rechazado. Accedí a tener sexo y no le ha importado.
Trago saliva, levando mi mentón y luego sale tirando la puerta. Mierda,
está enojado… y no fue la broma, sino Brando.
Me giro intentando comprender lo sucedido. Estoy mojada, con la boca
entre abierta y agarrando mi cabello. ¡Qué le pasa! Idiota. Es un idiota. Lo
planeó desde el principio. Venir a seducirme para luego dejarme picada… no
lo soporto.
Muevo mis manos rápidamente y termino de bañarme sin que me de
cuenta. Mi pelo no es un problema, lo seco en un dos por tres y pronto me
pongo encima una pijama. Camino en círculos por mi habitación sin saber qué
más decir… Aún tengo su olor en mi piel, pero no debo preocuparme por eso.
No lo supera, mierda. No lo supero. Me dejó picada y se largó sin decir
más.
Jodido patancito
Pateo lo primero que veo. Tengo un humor de mierda, ni yo misma me
aguanto. ¿Cómo se atreve? Mi rabia aumenta al pensar en que se está
burlando de mi en este momento.
Fuiste demasiado obvia, Dulce. —Contesta mi mente sin decir más. No
debí acceder tan rápido. Debí haberlo hecho sufrir un poco más.
Mis piernas se tensan al pensar que estuve a punto de volver a tenerlo
dentro. ¿Esto es una broma? Sigo pensando en ello.
La puerta suena y mi corazón late con fuerza. Me levanto furiosa, debe
ser él arrepentido. No voy a pasárselo. Que se joda. Lo torturaré de alguna
forma.
—Vete a la mierda U… —Me congelo. El rostro de mamá se queda quieto.
Sus ojos se abren y puedo ver como la incomodidad nace en su presencia.
Tose.
—Hija…
—Mamá… —Entra sin pedir permiso y se dedica a levantar lo que he
tirado—No mamá, no hagas eso. —La detengo— Lo siento. Pensé que era…
—¿Discutiste con Christopher? —Pregunta de manera incisiva. No estoy
acostumbrada a dar explicaciones, pero sé que no dejará de molestar hasta
que hable.
—Si, no… bueno. No sé. No es que tengamos una buena relación. Está
aquí porque tenemos un trato, nada más.
—Dulcesita… —Coloca su mano en mi rostro y simplemente me molesta,
entonces doy un paso atrás arqueándome. Mamá se pone triste, y no… no haré
nada al respecto.
—Odio que me digas así y que me toquen. —Soy clara. Ella lo sabe. Le
puse mis condiciones y no está respetándome.
—Disculpa a tu madre que te ha extrañado horrores y aún te ve como una
niña. —Sonrie con nostalgia
—No soy una niña.
—Lo sé, mi vida. Te extraño mucho. Quizá es eso.
No respondo.
—No cenaste… —Eleva un suspiro, quizá resignada, cambiando de
tema.
—No tengo hambre. Mamá… ¿Puedes dejarme sola? —Sigo enojada,
quizá rabiosa y no quiero desquitarme con ella. Mamá es la persona más dócil
de este mundo… no lo merece.
—Hija… ¿Por qué estás tan furiosa? Puedo verlo en tus ojos, mi vida. Vi
a Christopher salir de tu habitación. Y ahora tu…
—Que se largue si quiere. —Respondo cortándola.
—Hija, deberias hablar con él. Es tu marido. Se han querido mucho…
Tuvo la valentía de enfrentar a tu padre por ti siendo aún un chiquillo —Sonrie—
E hizo grandes cosas por nosotros. Yo… no le justifico nada. Dejarte así fue
terrible pero quizá hay una razón. Quizá…
—Mamá! —Grito indignada— ¿Estas escuchándote???? Me estás
pidiendo que lo perdone cuando sabes perfectamente lo que hizo. ¿Qué
demonios te pasa? ¿Crees que no tengo orgullo? ¿Crees que dejaré que me
pisotee? ¡Como te atreves! —Me exaspero conteniéndome. No quiero explotar
frente a mi madre pero hablar del tema me molesta
—Hija, es tu marido… debe haber una razón para…
—No hay razón que valga. Es un idiota. No voy a dejar que se vuelva a
burlar de mi ¿lo entiendes? ¡Lo odio! Con todas mis fuerzas lo odio.
No aguanto.
La rabia vuelve a invadirme haciendo que toda mi sangre hierva. Tiro la
lámpara y sale volando con fuerza. Veo a mamá, intento contenerme de nuevo
y no puedo. Mis manos ya están agarrando cualquier cosa. Lo hago, lo estoy
haciendo… pateando, rechinando, golpeando cualquier cosa.

Maldita sea
No sé cuánto tiempo pasa exactamente pero me siento sin fuerzas. Caigo
a la cama con una estúpida sensación de vacío. Con el rostro hacia abajo.
Cansada y mareada por el movimiento. Mamá se une a mi sin si quiera decir
nada, solo toca mi pierna y espera…
No hablo. No habla.
El corazón se me vuelve más frío. Tengo un nudo de emociones en la
garganta y no puedo llorar.
No he llorado hace muchos años.
—Todo estará bien… —Sonrie con miedo. Como si fuera una bomba que
podría dañarla en cualquier momento, entonces parpadeo.
—Estoy cansada de todo esto. —Confieso con una voz que ni yo misma
reconozco.
—Estás cansada de luchar contra ti misma… —Añade. Y solo me quedo
en silencio. No quiero pensar.
—Estoy perfecta. —Murmuro sin levantar la vista.
—Te duele… No lo perdonas porque aún lo quieres.
La idea tirita en mi cabeza como un silbido. Mi corazón se acelera. No…
no puedo quererlo. No al hombre que me hizo la mujer más triste del planeta.
No puedo querer lo que aún me cuesta aceptar. No puedo. Es estúpido. No
puedo.
—No. —Ahogo un grito de terror. El miedo invade mis venas.
Hija…
Por favor mamá, vete. Por favor vete.
Le doy la espalda mirando nuevamente hacia la ventana. Pasan algunos
segundos, quizá minutos y puedo sentir sus pasos alejarse hacia la puerta. El
sonido hace que me desplome de inmediato. Llevo una mano hacia mi frente y
me pongo a pensar en todo lo que dijo…
Sus palabras aún me torturan
¿Lo quiero? No… no podría ¿Cómo se puede querer lo que te lastima?
Sería una falta de respeto hacia mí misma. Viví un horror cuando se fue… y
pasó tan violentamente que no he podido volver a recordarlo sin sentirme
angustiada, perdida, cansada. Todas las lágrimas que derramé hicieron que
me secara. Ese día me sequé por dentro.
Quería matar ese lado de mí que todavía insistía en esperarlo…
No me mató, me hizo más fuerte… o quizá inteligente, pero algo murió en
mí ese día. No soy la misma.
Punto final, Dulce. — Murmuro en mí misma— Es punto final para ti.
Suspiro y vuelvo a inspirar calmando mi pecho. Mientras me miro al
espejo acaricio mi rostro. Soy más fuerte que cualquier recuerdo…
Porque eso es… solo un recuerdo.
El sol nace fuerte e invade mis ojos por la ventana desde muy temprano.
Bostezo aún agotada y pronto me topo con todo el desastre de ayer. Joder…
aquí no hay sirvientas, por lo que debo hacer todo yo sola.
Con pereza pongo mis pies en el suelo y comienzo a levantar todo. Son
las 7 am y mi estómago ruge con fuerza. No cené… y tampoco dormí bien
porque me quedé avanzando algo de trabajo. Revisar detalladamente la
historia de los empleados no es tan divertido pero al menos entretuvo a mi
cabeza.
Peino mi cabello con mis dedos cuando me paro delante del espejo y
luego amarro mi bata de seda en la cintura. ¿Mamá habrá cocinado algo? ¿O
tendré que ir fuera? Da igual. Necesito alimentarme para luego seguir con mis
planes.
Dos días más. No aguantaré mucho en este lugar. Necesito regresar a mi
vida de antes.
Camino por el pasillo y veo como Kiara se cruza delante de mí. Tiene el
pelo alborotado y sigue usando pijamas infantiles ¿Acaso no sabe su edad?
Ruedo mis ojos ignorándola y paso más rápido que ella.

Buenos días, mamá. Hola papá. — Saludo sin más emoción. Kiara se une
y no estoy incómoda… Si ella se quiere enojar que se joda.
Buenos días, chicas. Disfruten el desayuno.
Tomo un jugo de naranja y siento cómo va calando en mi interior de
manera apresurada. Mamá me mira sonriendo, sé que ama que coma porque
últimamente he estado a dieta… pero no me interesa hacerla en este momento.
¿Y Christopher, hija? — Papá pregunta y siento cómo todos los recuerdos
invaden este momento. ¿Dónde mierda se metió? Pienso en qué decir pero no
se me ocurre nada.
Aquí suegro. — Sonríe como si nada hubiese pasado. Tiene el pelo
mojado, quizá durmió en algún hotel cercano pero no me importa. Ni si quiera
sostengo mi mirada en él, simplemente tomo el periódico de la mesa y leo.
Oh… madrugaste. — Papá sonríe con tanta soltura que juro que voy a
hablar en cualquier momento. Mataría a su favorito cuando se entere de todo.
Si, Carlos. Fui a caminar un rato. — Miente con tanta verdad que estoy
pensando seriamente en regalarle un Oscar por hipócrita.
¿Café? — Pregunta mamá. Levanto mi mirada, él asiente. Mamá le sirve.
Él puede servirse solo, mamá. Tú estás cansada. — Agrego.
Hija, sirvele a tu marido. — Papá sonríe y solo sostengo mis ojos en mí
misma. No le serviré. Jamás lo haré.
—Puedo hacerlo. — Christopher toma la tetera y se sirve café.
El desayuno se torna aburrido. Él y papá hablando de fútbol, economía,
noticias… yo leyendo el periódico, Mamá y Kiara conversando. No damos para
más. Cuando termina todo mamá se ofrece a limpiar pero termina haciéndolo
Kiara.
No olvides que hoy es el compromiso de tu primo Lucas.
Bien. Iré de shopping. — Levanto una ceja y me voy a mi recámara.
Mientras arreglo mi enterizo blanco mirándome al espejo puedo sentir que
unos pasos se acercan…. Entonces lo veo asomarse por la puerta. No me mira,
solo se dirige a un rincón de la habitación… su maleta. La toma y abre, yo sigo
ignorándolo.
Somos un par de desconocidos ahora y eso es lo que fuimos siempre:
nada.
Chris
Me fastidia su forma de ser.
Me ahoga su sonrisa
Me vuelven loco sus senos
Pero no soporto cuando le habla así a ese malnacido.
Lo peor es que lo hace con toda la intención de joderme y no lo aguanto,
simplemente he perdido la paciencia.
Tomo mi maleta y abro la puerta de inmediato encontrándome con la
presencia de su madre. Me mira tensa y luego me sonríe casi por nervios. Yo
solo suspiro ¿Qué querrá ahora?
No te vayas….
Señora…
No la dejes sola de nuevo.
Siento cómo mi garganta se ahoga con solo escuchar sus palabras.
No me diga eso, por favor… — Mi voz se suelta como gelatina. La miro
perdido en sus ojos… los mismos de mi amarga favorita.
¿Por qué te fuiste, Christopher? — Pregunta angustiada.
No hablaré de eso ahora. Por favor, no insista.

Está bien. Solo no la dejes sola… Su vida está hecha un desastre por tu
culpa, ¿Volverás a dejarla?
Jamás. — Contesto— Solo estoy enojado.
Te irás….
No. Solo… — Miro mi mano cargando la maleta y luego la suelto. Su
madre tiene razón, no puede dejarla ahora por más que esté furioso y celoso,
pero… ¿Cómo le explico mi situación?
Es por ese hombre, ¿Verdad? Ellos salen en todas las revistas y yo vivo
angustiada temiendo que Carlos las vea. — Sus ojos se llenan de lágrimas—
Si la quieres lucha por ella, hijo. Aunque te rechace, aunque te diga que no te
quiere… lo hace porque es su única forma de defenderse contra lo que lleva
muy dentro… amor por ti.
Tranquila, señora… — Toco su hombro— Jamás la dejaría con ese tipo.
Primero la secuestro y me la llevo lejos. Y… bueno, no creo que me quiera pero
al menos voy a protegerla.
¿Lo prometes?
Se lo juro. Por mi vida, por la de ella.
La madre de Dulce me sonríe y toca mi hombro con fuerza. En ese mismo
instante entra Carlos, nos mira y se queda sorprendido.
¿Qué haces mujer? Estás molestando a Christopher con tus cosas… ¿Y
esa maleta? — Oh… mierda. Trago saliva y vuelvo a ponerla en su lugar.
Solo estaba… buscando algo. ¿Un café? — Propongo para evitar más
preguntas, Carlos accede.
Mientras caminamos hablamos de su salud. Su infarto anterior lo dejó
vulnerable. Hoy tiene que tomar pastillas y cuidar su alimentación de por vida.
Conociéndolo es fastidioso para él, pero no tiene de otra.
Tus pastillas, no lo olvides. — Insisto y me sonríe mientras toma un par.
Estoy encantado con tu visita, Christopher. — Palmea mi espalda— Eres
el hijo que nunca tuve.
Gracias Carlos. Es bueno saberlo, al principio me odiabas. — Río.
¿Cómo no iba a odiarte? — Él también rie— Si te llevaste a mi princesa,
pero me equivoqué. Resultaste ser un gran muchacho, hiciste muchas cosas
por nosotros y haces feliz a mi hija ¿Qué más puedo pedir?
Trago saliva ahogando un suspiro.
Claro. — El temor invade mis fosas nasales. Ojalá nunca se enterara de
nada…
Aunque he sentido que Dulce ha cambiado. Ya no sonríe como antes,
casi ni nos visita y tú te desapareciste todos estos años.
Tuvimos fuertes discusiones, Carlos. Solo eso. — Evito el tema pero él
es insistente.
Mi hija tiene un carácter de mierda.
Lo tiene. — Bufo.
Lo de ayer me dejó preocupado. ¿Seguro que tú y ella….? Bueno, todo
bien en su vida sexual ¿Cierto?
Muy bien, Carlos. Lo dijo para fastidiarme.
¿Seguro?
Sí. — Suspiro.
¿Entonces por qué no han tenido hijos? —La inquietud se hace presente
y una sensación de amargura invade hasta mis médulas
Dulce
—¿Cómo que no hicieron el conteo de personas? —Elevo mi voz al
teléfono— ¡Hazlo ahora o te despido llegando a México! —Cuelgo. La
estupidita me saca de mis casillas. Es una maldita idiota que no sabe hacer
bien su trabajo, aún no entiendo cómo Brando la protege tanto siendo tan
ineficiente.

Señorita… — Dice el chofer mientras me ayuda con las bolsas.


Vaya rápido por favor.
Se me hizo tarde.
Es de noche y ni si quiera me he alistado. No es que lleve una buena
relación con Lucas, pero realmente necesito distraerme. El spa me cayó bien y
las compras que hice han sido de mi agrado, por ende deseo lucirlas de alguna
manera.
Hija, todavía no estás lista… — Abro la boca al ver a mamá con un vestido
de blanco. Es sutíl y suelto. Se ve hermosa. Hacía mucho no la veía así…
Por favor, no me esperen. Demoraré.
Ladeo mi rostro ignorando su reacción. Una mujer debe darse el tiempo
para arreglarse… porque debe ser toda una obra de arte digna de mostrar.
A muchas mojigatas les gusta aparentar simpleza, a mí no… amo tener
los ojos mirandome, alabándome, deseandome en sus diminutas cabezas.
Vuelvo a bañarme con tranquilidad. Me seco el pelo con paciencia y luego
pongo encima mi hermoso vestido recién comprado. Es azul, mi color favorito,
y se ciñe a mi cuerpo tal y como me gusta.
Como la ceremonia es en la playa no es tan informal pero tampoco
cualquier cosa. Su corte en V hace que reluzcan mis senos. El vuelo de
campana se sumerge en la transparencia de mis piernas, dejando entre ver
parte de mi piel. El collar de verano trae una de mis piedras favoritas, por lo que
veo resaltar mi cuello en su presencia.
Labios rojos, pestañas largas, rubor en mis mejillas.
Solté mi cabello y lo dejé ser libre. Experimento con mis ondas inferiores
y amarro un pequeño gancho en el lado derecho de mi cabeza.
Me siento en casa, debo reconocerlo. Hacía mucho que no iba a una
fiesta en la playa.
Cuando bajo por las escaleras huelo el perfume de Christopher desde
lejos. Joder, está aquí… Levanto mi mentón para encontrarme con su rostro y
me quedo perpleja al mirarlo con ese traje elegante. Su camisa es pequeña
para su pecho y espalda. Puedo notar sus músculos a lo lejos.
Estás… preciosa. — Suspira sonriendo ¿Ya no está enojado? No me
interesa.
Gracias. ¿Dónde están todos?
Se fueron.
Bien. Por tu bien y el mio necesitamos llevar la fiesta en paz, pero una
vez que toda esta farsa acabe todo será como antes ¿Lo entiendes? —
Amenazo y no dice nada. Tomo mi cartera y salgo con prisa hacia el taxi que
nos espera.
La noche es joven, bien dicen por ahí.
Cuando llegamos todo lo cursi ha pasado por lo que me siento feliz. La
fiesta ha empezado y solo me dedico a mirar hasta el mínimo detalle.
Velas, arreglos florales, tabladillo bien armado y un toldo de ensueño.
Puedo notar que la estructura no es barata… ¿De dónde sacaron todo este
dinero? Entonces suspiro. Es ella. La novia de Lucas tiene dinero.
Prima…. — Se asoma con la chica. Es más alta que él y rubia, pobre…
Felicidades. — Digo fingiendo estarlo, pero en realidad no me interesa su
vida. Saludo a su novia, quien empieza a mirar a Christopher de una manera
casi excesiva.
Ana Lavaggi — Se presenta.
Mucho gusto. — Tomo mi mano y la paso por el brazo de Christopher—
¿Ya conoces a mi marido? Christopher Miller.
Oh…. Un gusto. — Le da la mano, Christopher solo la saluda. Y todo
acaba. Se larga con el fracasado de mi primo, entonces me separo del patancito
de inmediato.

¿Por qué haces eso?


No me jodas. — Respondo y me voy.
No lo soporto.
Una hora pasa sin darme cuenta.
Las miradas de la gente se han centrado en mí desde ese entonces, pero
eso no me preocupa… sigo bebiendo. Necesito soportar de alguna manera
toda esta mierda.
A lo lejos veo gente bailando, viejas conversando, papá hablando con su
hermano… mamá mirándome de reojo y Kiara… con una especie de figura
masculina. ¿Será su novio? Imposible. Lo habría sabido. Ella sabe que tiene
que buscar un buen partido y ese muchacho parece pordiosero.
Con suavidad siento unas manos entrelazar mi cintura. De inmediato me
voy vuelta y veo una especie de niño sonriendome.
Que ven mis hermosos ojos… un ángel caído del cielo. — Dice el mocoso,
debe tener unos 20 y tantos años… Yo bufo. — ¿Cómo te llamas, hermosa?
Baila conmigo…
Haber, nene… muéstrame tu identificación primero. — Río y siento la
lengua medio pesada. Mierda, es el trago.
Graciosa. Vamos a bailar, anda… Los ángeles como tú no deben estar
solos.
Toma mi brazo con fuerza y me empuja hacia la pista de baile. Una
sensación de risa invade mi cuerpo ¿Esto es enserio? Estoy dejando que un
nene me saque a bailar, pero me divierto. Christopher no tardará.
Que rico hueles… — Pega su rostro a mi pecho— Me pregunto qué
traerás debajo de ese vestido…
Eso no es de tu incumbencia, niño. — Una voz masculina resuena en mis
oídos. Cuando levanto la mirada puedo ver a Christopher tomando al nene del
cuello.— Estás jugando fuera de tu kinder, mocoso.
¿Quién eres tú?
Su marido. Si no quieres que te parta la cara lárgate ahora o te
arrepentirás de haber nacido. — Lo empuja con facilidad y no puedo evitar reir.
Un mozo pasa con alcohol, entonces tomo una copa más llevando todo hacia
mi garganta.
Hey… No más. Te has tomado más de 10 copas, sabes que eres
intolerante a todo esto.
No me interesa. — Intento evitarlo pero me toma del brazo.
¿Ahora te gustan los mocosos? — Pregunta insistente.
El pobre nene solo quería bailar — Digo
Pues ahora tu marido quiere bailar contigo. — Me arrastra hacia sus
brazos y pega su cuerpo junto al mío. Su olor y el alcohol me excita rápido pero
debo contenerme.
Eres un maldito idiota, pobre nene…
Ese nene tocaba lo que no debe — Sube mis brazos hacia su cuello y
nos balanceamos en silencio— Estás picada.
Un poco… pero bastará para aguantarte toda la noche. — Ahora todo me
parece divertido. Christopher sonríe y pega su frente junto a la mía.
Así que soy desagradable.
Mucho. — Peino su nuca con mis dedos— Pero… estás presentable.
Siento lo de anoche — Confiesa mirándome a los ojos— No soporto
compartirte con nadie.
Da igual — Respondo sintiéndome un poco mareada pero seguimos
bailando. Sus brazos fuertes me acunan haciendome sentir segura. Al menos
sé que no caeré en la pista si está conmigo.
Eres una chica mala. — Suspira pegando sus labios a los mios— Te ves
tan hermosa… Sabes que me mata verte en vestidos azules, aquí en la playa…
¿Por qué lo haces, Dulce?

Para provocarte mejor…. — Río sintiéndome el lobo de caperucita. Él ríe


conmigo, ¿Qué carajos estoy diciendo? Nuestras risas siguen a medida que
avanza la música
Wiii…..
Ok, no. No estoy bien. La sensación de energía nace en mi cuerpo. Él me
da una vuelta y se burla de mi caminar. Me suelta y vuelve a unirme a sus
brazos. Viene una música rápida y me despego, pero vuelve a pegarme sin
ninguna explicación.
Muy gracioso. ¿Tomaste la pastillita?
¿Eh? — Me mira como si fuera chiste viejo.
La que hace crecer tu pulguita…. Y la vuelve una anaconda. —Vuelvo a
reirme con soltura y pronto siento sus brazos tensarse.
No es gracioso. — Me advierte.
¿Qué pasaría si grito que tomas la pastillita? — Lo miro elevando una
ceja.
Te llevo a casa para demostrarte lo que puedo hacer contigo. — Susurra
Cuento chino. Eres puro bla bla bla. Me siento estafada…Fuuuckerman…
— Suelto en risa— Fuler, digo Miller.
Río nuevamente como retardada. Mierda, no más alcohol por ahora. Él
me tiene paciencia y solo guía mis pasos por la pista de baile. Puedo notar la
mirada de mamá sonriendo… ¿Acaso no puede dejarnos en paz? Me tenso.
Siento que todo me da vueltas y cierro mis ojos mientras me pego en el pecho
de Christopher, entonces me abraza.
No. — Digo tensa.
Tenemos un trato…. — Con suavidad peina mi cabello y me mece al ritmo
de su cuerpo.
¡Qué carajos!
Me siento tonta, tonta porque estoy picada y hago escándalos cuando
nadie me controla. El idiota se aprovecha. Pone su rostro en mi hombro y solo
se dice cosas al oído que no puedo comprender.
Me tenso.
No estoy acostumbrada, pero estoy jodidamente elevada de alcohol.
Me siento mal… — Confieso.
¿Quieres agua? — Pregunta sacando un mechón de mi cabello. Yo niego
con mi cabeza, solo deseo dormir.
Llévame a casa. — Suspiro y toma mi mano para guiarme hacia la salida.
Pone su chaqueta en mis hombros y abraza mi cintura hasta que llegamos a
un espacio solitario.
Creo que la salida era por el otro lado. — Sin querer llegamos a la playa
entonces mi cuerpo entra en histeria.
Vamonos… — Jadeo queriendo escapar.
Dulce… cálmate.. — Tiemblo. No lo soporto. Quizá es el alcohol o su
estúpida presencia pero me siento aterrada.
¡Vamonos! — Casi grito y de un jalón vuelve a tenerme en sus brazos.
Todo está bien… — Acuna mi rostro con sus manos y me mira con
intensidad.
La playa está desolada y el ritmo de mi corazón aumenta al sentir una
canción conocida sonar a lo lejos.
Las estrellas alumbran el cielo. El mar revolotea a lo lejos. Mi alma se
rompe haciendo tiritar mi cuerpo. Su presencia me intoxica, pero a la vez me
sana. Puedo mirarlo por años sin cansarme… y eso hace que me sienta una
tonta.
Soy una tonta.
Lo miro apunto de romperme en pedazos. Él tan culpable… yo tan llevada
por mis recuerdos
SummerTime… —Carraspea la preciosa voz de Ela a todo volumen y mi
alma se transporta.
Cierro los ojos… y pronto siento su presencia. Los mismos brazos
rodeando mi cintura, llevando mi rostro a su hombro, haciendo que la melodía
se vuelva una agridulce poesía que desborda mis sentimientos.
Soy fría, no siento.
Pero lo hago. Estúpidamente lo hago.
Solo esta canción…. Por favor — Implora y sin decir más estamos
bailando de nuevo bajo las estrellas, en nuestra completa imperfección.
Cada paso es una herida que se abre en mi corazón pero a la vez la más
completa fantasía de mis recuerdos. Me daña, pero a la vez me reconforta. Su
olor ha sido toda mi vida, sus manos mi seguridad y su rostro la cuna de mis
sueños…
Estoy haciéndolo de nuevo. Consciente y a la vez libre por el alcohol.
Sintiendo que me desgarran el alma otra vez.
Él besa mi oído y susurra un pedazo de la canción. Yo… simplemente
sigo con los ojos cerrados aferrandome a su hombro, sintiendo que la
necesidad explota de manera incontrolable.
¿Sabes cuánto deseo besarte, bonita?
Toma mi rostro entre sus manos y sin decir más me besa como antes…
al viento, bajo las 7 estrellas que alumbran el cielo y sin dejar de moverme. Sus
labios saben a rosas, su cuerpo duro me vuelve indefensa y mis labios solo se
abren para dar paso a su lengua.
Lo hace suave y ligero. Estamos perdidos en medio de la playa, a
oscuras, con la luna de testigo, llenando nuestra vida de recuerdos. Con su
mano derecha acaricia mi nuca y con la izquierda me pega a su cintura sin
soltarme. Es tan suave… que me siento embriagada por todos lados. Menea
sus caderas para seguir el ritmo y solo siento que explotaré en su presencia.
Dulce… — Susurra en mis labios y abre sus ojos de avellana torturando
mi vida entera— Mi bonita…
Mis ojos se entierran y por más que intento no puedo evitarlo… Mis ojos
pican al instante.
No… — Lo evado con pánico y empujo con poca fuerza su pecho para
liberarme de su toque. Corro, corro porque temo… y solo me encuentro con el
mar de testigo, la oscuridad por todos lados y la brisa del océano cacheteando
mi rostro
No…
Jadeo cansada y llena de horror. Mis ojos lagrimean rompiendo poco a
poco la estructura que tardé por años contruír en mi.
Mi alma, mi vida, mis sueños se van a la mierda y solo lo veo acercarse
hacia mí.
¡No! — Grito separándome— Aléjate. — Me vuelvo una fiera.
Dulce… — Dice asombrado
¡Aléjate! — Grito con desesperación
Lo apunto una mano y puedo ver que tiembla como un papel en el aire.
Lo planeaste todo, ¿Cierto? ¡Maldito idiota! — Grito con los ojos rojos—
¡Maldito seas! Lo planeaste todo ¿Cierto? Este lugar, la playa, las estrellas…
mis sueños. Rompiste todo lo que construí en segundos, solo quieres hacerme
daño.
Jamás te lastimaría… — Traga saliva y se contiene.
¿Jamás? ¡Te fuiste! ¡Lo hiciste como un cobarde! Me dejaste sola cuando
más te necesitaba, cuando más dolía… Desnuda en esa cama, con mis sueños
hechos basura, con mi cuerpo hecho pedazos. Me hiciste el amor como
ninguna otra vez, prometiste quedarte… dijiste que no importaba que fuera
estéril ¡Lo hiciste, maldita sea! ¡Y te fuiste! Me dejaste rota, muerta en vida,
hecha una basura por tu culpa…
Perdón…. Perdóname Dulce — Suelta en llanto— Perdón.
Se quiebra delante de mí y de un solo tirón cae de rodillas al suelo. Lo ha
hecho, me ha pedido perdón… y yo… muero.
14. Un sucio juego
Christopher

“Quisiera besarte hasta averiguar qué sabor tienen tus sueños”

Mi garganta resuena al ritmo de mi rostro… porque duele. Mi corazón


palpita muy fuerte cada vez que veo el dolor en sus ojos porque yo soy el
culpable.
Esto es demasiado…
La veo como un espejismo. Es una hermosa sirena a orillas de la playa,
bajo la luna y nuestras 7 estrellas sufriendo.
Se carcome e intenta manejarlo, pero es en vano.
Su mirada excreta furia contenida, la misma que va hacia mi cuando me
mira a los ojos. No sé qué me duele más… que sufra o que me odie de esa
forma. Con suaves pasos me levanto con el corazón en la mano. Soy tan
imperfecto… que a veces pienso que no la merezco. No ha sido mi intensión
dañarla de esa manera, no cuando cuidé cada una de sus lagrimas en el
pasado.
Mi pequeña bonita…
—Lo… siento tanto. —Aprieto mi diafragma para contenerme. Pero no
dice nada. Mira mi rostro de manera casi aterradora.
Sufre. Y sigue temblando.
Sus manos son una mezcla de terremoto cuando se agitan. Y su piel solo
deja salir resentimiento hacia mi.
Me lo merezco.
Lo hago por haberla hecho sentir el infierno de esa manera, pero no es
tarde… no para hablar y contar lo que pueda.
—No. —Su voz resuena como una puerta que se cierra violentamente
cuando intento acercarme. —No te perdono.
Entonces se transforma. Vuelve a ser la fiera de siempre. La expresión
de miedo y dolor mutan para generar una frialdad que se acomoda a su cuerpo.
No hay emociones…. Ninguna.
Sostiene su mirada como si quisiera fusilarme y a la vez es cruel con la
actitud hacia el momento. Da un paso hacia adelante y camina hasta la vereda
sin decir más ni despedirse.
Se ha ido. ¿Y yo? Solo soy un tipo destruido. Pateo con fuerza la arena y
me siento en la orilla sintiendo el agua tibia entre mis pies.
Eres un Imbecil, Christopher —Me digo a mi mismo. Realmente fue muy
pronto… pero no pude aguantar más cuando vi sus ojos heridos. Todo es mi
culpa. Solo mi culpa.
Bonita… Mi Bonita.
Escucho mi propia voz resonando en el silencio. Las olas no me ayudan,
son suaves y calmadas… generando en mí vagos recuerdos. Esta noche, las
estrellas, nuestra playa…
—¿Por qué eres tan cursi? ¿Quieres seducir a esta pollita para luego
llevarla a la cama? —Sonrió libre y solo me dediqué a mirarla.
—Me eres inevitable, Bonita… Solo eso.
Acuné en sus mejillas mis dedos y luego pegué mis labios a los suyos
como un nerd en su primer beso. Recuerdo no haber querido tocarla… porque
me era difícil contenerme.
—Que feo besas —Separó sus labios de los míos— Como un bebé… Yo
quiero un hombre. —Entonces volvimos a besarnos con furia y fuego. No pude
contenerme.
—Dulce… —Jadee con desdén sintiendo como mi erección saltaba con
un mínimo roce.
—Qué esperas… sácame lo virgencita. —Mordió mi cuello.
—No. Le prometí a tu padre que te respetaría…
—Pero si yo quiero que me faltes al respeto… —Su risa fue muy
contagiosa y pronto la vi sobre mí intentando torpemente de todo. Tomé sus
manos y la acosté tras unas rocas.
—¿Qué pasa? —Preguntó confundida cuando me detuve.
—Hay 7 estrellas en el cielo… Cada una significan los días de la semana.
Te haré el amor todos los días, bonita… y esta será nuestra playa. No lo olvides,
princesa… mi princesa .
La dejé en su casa hecho un baboso por su cuerpo, ella solamente me
miraba como si no pudiera vivir sin mis besos. Su padre la recibió en la puerta
mirándome con recelo, pero ella fingió tan bien que no se dio cuenta…
Habíamos tenido nuestra primera noche de muchas.
Desde ese día no paramos. Y experimentamos todo tipo de cosas…
Todo. Dos simples niños viviendo su adolescencia, compartiendo sus miedos,
dejando de lado la sociedad represiva, disfrutando de sus cuerpos y sueños.
Ella y yo también fuimos poesía.
Eres un idiota — Sigo repitiéndomelo. Golpeo con un puño la arena. No
me va a escuchar y tampoco puedo decirle toda la verdad. No así… no de
golpe. Necesitaba más tiempo. Necesitaba acostumbrarla nuevamente a mí,
ganarme su confianza, ir soltando cabos poco a poco para que no le afectara.
Necesitaba conocer su nuevo mundo, sus nuevos sueños, sus
inquietudes y miedos para poder entrar en su corazón de hielo.
Y lo arruiné, maldita sea… lo arruiné. Pero este lugar hizo que todo el
dolor saliera. Este mágico lugar ha vuelvo a abrir las heridas de nuevo… 7
estrellas bajo nuestro cielo.
Dulce…. — Toco la puerta de su habitación y espero. Sé que está dentro,
puedo oler su perfume a lo lejos— Tenemos que hablar… — Digo. Mi corazón
se acelera, no quiero dejarla así… no de esta manera.— Por favor… — Imploro
y no me importa.
Nadie contesta. Cierro mis ojos intentando encontrar respuestas en mi
cabeza. Estamos solos, su familia aún está en la fiesta y deseo aprovechar el
momento.
Con lentitud pego mi cabeza en la puerta y vuelvo a tocar. Abre, maldita
sea… Tengo ganas de tirar la puerta pero esa no es una buena idea ahora. Lo
que ella más odia es que le impongan las cosas.
Dulce… — Mi naríz roza el pedazo de madera que tengo en frente y siento
cómo mi paciencia se va agotando. Necesito ver sus ojos de nuevo… y quizá
abrazarla, hacerlo aunque no quiera.
Pasan segundos, quizá un minuto y mi pulso de acelera al sentir unos
pasos. Abre, me mira con total frialdad de nuevo. Aún lleva el vestido azul, aún
tiene los ojos pintados… y yo solo me centro en mirarla, soñarla, apreciar su
belleza. Es hermosa, maldita sea, hermosa en todas sus formas y colores.
Hermosa hasta cuando está molesta. Aún no sé cómo soporté todos estos años
sin ella…
¿Qué quieres? — Pregunta sin emoción.
Hablar… — Entonces entro cerrando la puerta. Carraspeo mi garganta y
veo cómo se aleja de mí. Su sitio favorito es frente a la ventana, pero sé que
ahora lo hace para evitarme. — Perdón…
Ya dijiste eso. — Cruza sus brazos y me desafía cuando me mira así.
Por favor… no me mires de esa forma. — Imploro— Nos hemos querido
demasiado.
Es cierto. Te quise demasiado. Yo. Porque tú… no lo sé. Pero es pasado.
No podemos pretender volver a ser los mismos cuando la vida nos ha
cambiado, Christopher.
Yo te hice mucho daño… Dulce… — No sé qué más decirle. Tengo ganas
de gritar, hablar, correr hacia ella y decirle toda la maldita verdad.
¿A eso viniste? ¿No hay nada más interesante que quieras decir? —
Pregunta y puedo ver sus ojos contenidos. Se domina a la perfección, pero
cuando no está pensando vuelve a mostrarme su odio contenido.

Y me siento un maldito idiota. Me deprima la forma en la cuál me mira


ahora. Mi bonita ya no sonríe quizá por mi culpa. Mi bonita ya no chispea sus
ojos como antes. Mi bonita ya no me dice que soy su vida…
¿Y qué pretendía? ¿Qué después de tantos años lo haga? ¡La dejé de la
peor forma por cobarde! Y también por protegerla de toda la mierda que nos
rodea.
Tienes razón… — Termino hundiéndome. ¿Qué voy a decirle? ¿Solo
perdón? Me siento un fracasado sin poder decirle la verdad y queriendo que
me perdone sin si quiera dar explicaciones— Solo… quería saber cómo
estabas.
De maravilla, ¿No lo ves? Te abrí la puerta solo para que tú mismo lo
comprobaras. Es pasado, Christopher… Toda esta historia de las estrellas, la
playa, la canción fue… algo lindo para dos adolescentes inmaduros, pero hoy
todo ha cambiado. Quizá… la idea nos ha dejado deslumbrar por un momento
pero… eso ya pasó.
No digo nada.
Quise escuchar esa palabra por mucho tiempo ¿Sabes? — Continúa
hablando y siento que todo mi cuerpo se estremece— Y hoy te ví arrastrado
como la cucaracha que eres… a mis pies suplicando. Bien — Sonríe— Ya lo
hiciste. Ya me di el placer de despreciarte, pero sé que hay algo más… ¿Cuál
es tu maldito juego? ¿Por qué regresaste? — Levanta sus cejas muy segura,
entonces siento que no puedo más con esto…
Y me rindo.
Porque me importas. Porque te quiero. — Confieso poniendo todo en
juego. La razón por la cuál la dejé, los años que pasé sin ella, el sacrificio del
abandono, mi cobardía… Todo, todo en bandeja. ¿Y ella? Se desmorona por
segundos. Sus ojos se quiebran y vuelven a contenerse. Es como si estuviera
bloqueada… pero esos maravillosos segundos me dejan ver su hermoso
corazón de nuevo.
Suspira, parpadea. Las lindas manos que maneja vuelven a temblar y
hacen puños. Jadea, y ese pequeño aliento solo me muestra que hay algo más
dentro. Tengo ganas de besarla. Su boca es apetecible. Sus labios dibujados…
y es mía, mi esposa… pero me contengo.
Es una buena broma — Sonríe fingiendo diversión, pero es mala
actuando ahora. Su voz tiembla y yo solo me quedo observándola. Ella es
magia… La principal razón por la cuál me despierto todos los días y mis sueños
de noche.
No es una broma. — Me acerco lentamente sin que se de cuenta.
¿Cómo puedes quererme? No me has visto en 5 años. Quien quiere no
lastima… y tú lo has hecho de la peor forma. — Suspira y tiembla, entonces
sonrío. ¿Esto es un reclamo? Una enorme emoción invade mi corazón…
Si supieras que he velado tus noches en el más completo secreto…
Y no digo nada. Si le digo algo probablemente vuelve a cerrarse conmigo.
Bueno, hay personas que jamás podemos olvidar… — Me acerco y se
dedica a mirarme. Está estudiándome…
Esa es una palabra que no está en mi diccionario, Christopher. No existe
“el querer” para mí sin tener nada a cambio. Yo en cambio… jamás te quise —
Sonrío más al ver que me miente. Hace lo que todos los mentirosos hacen…
Mueve sus manos y su cabeza, eso en el lenguaje policial es más que una
prueba pero le sigo el juego. Con Dulce funciona de esa manera.
Pero yo sí te quiero… ¿Qué hacemos? — Bromeo arrugando mi nariz.
Ella levanta una ceja y traga saliva. Estamos peligrosamente cerca.
¿Por qué te fuiste?... Te lo he preguntado muchas veces y siempre dices
que no lo dirás ahora. ¿Fue otra mujer? ¿Fue tu cobardía? ¿Fue que te
aburriste de mí? — Doy un respiro exasperado y pego su cintura hacia mí.

¿Crees sinceramente que podría haberme fijado en otra mujer cuando


contigo tuve todo? — Va a contestar pero me adelanto. Pongo un dedo en sus
labios y continúo— No, Dulce. Y jamás podría haberme aburrido de ti…. Yo…
— Cierro los ojos— Fui un maldito idiota, pero también sufrí cuando sentí que
nuestros sueños se venían abajo. Que tú..
Que yo no pueda tener hijos te hizo huír — Me mira sin poder creerme—
Lo que tuvimos no fue tan fuerte como para soportarlo juntos. ¿Lo ves? El
querer no existe, solo la idea que uno tiene sobre ese sentimiento.
Te pido perdón por eso… — Trago saliva y me quedo mirándola perdido.
Hay algo más — Entrecierra sus ojos— ¿Verdad? — Suspiro y mis ojos
contienen las lágrimas. Me ha descubierto de otra manera solo con mirarme.
Quizá esa fue la principal razón por la que me fui lejos.
Me importas más de lo que crees… — Cambio de tema tocando con mis
pulgares sus mejillas. El dolor invade mi cuerpo y ella me reconforta sin saberlo.
Hay algo más…— Toma mis manos con las suyas apretándome fuerte,
como si quisiera destruirme con su fuerza.
Sí… — Confieso harto.
El sonido de su celular saca toda la calma que hemos tenido. La miro sin
querer perder sus ojos, pero luego extiendo mi mano y veo quién llama..
Brando.
Una enorme rabia me invade de inmediato, ella solo suspira y no hace
nada entonces corto el teléfono y empiezo a revisarlo de forma desesperada.
Me jode que lo vea. Me jode que lo toque. Me jode que ese malnacido la llame
a esta hora. Mi mente colapsa y miro sus conversaciones… Ese tipo de habla
de una forma brusca y a la vez sucia.
No deberías hacer eso… — Dice muy calmada, como si pudiera
dominarlo a su antojo. No me quita el celular, simplemente deja que lo haga. Y
lo hago.
En los mensajes puedo leer de todo…
Lamer tu trasero, ahogarme entre tus senos, montarte de día y de noche.
Dulce rueda los ojos y pronto siento cómo toda mi sangre hierve y revienta
contra mi piel. Hay una foto… Ella con la blusa entre abierta y mi boca se abre.
¿Qué demonios significa esto? — Arremeto contra ella, entonces suspira.
Deja de meterte en mis cosas — Me quita el celular.
¡JAMÁS HICISTE ESTO CON NADIE! ¡SOLO CONMIGO! — Grito con
furia. Mi cara está roja, puedo sentirla y ella solo me observa.
Bueno, ya no eres el único. — Sonríe regocijándose.
No quiero que vuelvas a hacerlo. Ni que contestes sus llamadas ni que lo
beses ni que lo mires…. ¡NADA! ¿Lo comprendes? — Jalo su brazo hacia mí.
Pero si tú mismo me estás pidiendo que los ayude… — Se suelta— ¿O
no? Yo quiero mi dinero y tú tendrás la cabeza de Brando, ¿Ese es el trato,
cierto? No deberías tomarte atribuciones que no debes. Solo sigo el juego del
maldito viejo, no deberías ponerte de esa manera.
¿No debería? ¿¿No debería?? ¡Soy tu marido! — Grito y siento que con
mi voz quebraré todas la ventanas.
No lo serás pronto. Prometiste mi libertad, así que anda
acostumbrándote. Esto es un simple trato. Aquí nadie tiene sentimientos. Aquí
está en juego mucho dinero. MI dinero.
Me empuja y vuelve a separarse de mi. Siento que mis brazos, mis
manos, mi rostro, mis pies y todo mi maldito cuerpo concentran furia. No voy a
permitirlo. No dejaré que ese idiota vuelva a tocarla… Simplemente no lo
soporto.

Quiero dormir. — Levanta una ceja— ¿Te largarías de mi cuarto?


Este también es mi cuarto. No me voy. — Me siento en la cama aún
furioso. Ella ríe.
Pareces un niño pequeño enojado. Vuelve al mundo real, patancito.
Aceptalo… Esta belleza — Paso mis manos por mi cuerpo— No es tuya ahora.
Claro que eres mía — Me levanto con más furia— Mía cuando quiera.
Mía para siempre.
¿Para siempre? — Suelta una carcajada— Perdiste tu oportunidad…
ahora asume tus consecuencias.
Ese tipo es un malnacido. Viola mujeres, comete delitos, asesina a
gente… Realmente no puedo creerlo.
Esta soy yo, idiota… Corazón de hielo. Solo quiero su dinero, nada más.
Tampoco es que sea muy agraciado, pero al menos besa bien. — Sonríe como
una perra…
No lo soporto. Colapso.
La tomo de las manos y la arrincono en la ventana…. Está abierta, ella se
sorprende. Tiene su cabeza y espalda fuera y solo está siendo sostenida por
mis brazos. Tengo tantas ganas de matarla… y a la vez follarmela que no me
reconozco. Estoy celoso, furioso, indignado.
No vas a volver a decirlo. No quiero que lo vuelvas a tocar, ¿De acuerdo?
Harás todo lo que yo diga o sino…
Sino qué… ¿Vas a matarme? Vamos, suéltame. Tírame por la ventana.
Mi mandíbula se tensa. Por dios que quiero hacerlo… Esta mujer es
capaz de cambiarme de emociones de golpe, pero me contengo.
Voy a tirarte de otra manera — Jalo sus brazos y siento que el aire se me
va cuando siento que su cuerpo golpea en mi pecho. Ella abre los ojos y
sonríe… me mira como una diosa sexual conteniendose entonces no aguanto,
no lo soporto, la beso arañando su pelo.
Ella me da entrada abriendo sus labios y exploro su boca con mi lengua.
Saboreo el alcohol que ha dejado rastros en ella y su olor es tan perverso que
me excita de una manera incontrolable. Jadea entre besos y pronto la tiro en la
cama con fuerza. Ella se lame los labios y se dedica a mirarme.
Pulgarcito…. — Bromea. No entiendo cómo es capaz de hacerlo pero me
desborda. Rompo mi camisa lentamente haciendo que los botones exploten por
el suelo. Tiro el pedazo de tela y desabrocho mis pantalones atorándolos en
mis caderas.
No estoy dispuesto a aguntarte, Dulce. — Amenazo, es una ladilla… le
mostraré qué tan pulguita soy ahora. Ríe… me desprecia y luego jalo mi
pantalón y boxer de un tirón hacia abajo. Estoy desnudo ahora y puedo ver mi
pene reflejado en sus ojos. Se admira y levanta sus ojos para verme.
No me aguantes entonces. —Sus palabras son una invitación clara, pero
sigo furioso. Tengo ganas de dejarla picada de nuevo pero eso sería más
fastidioso para mí que para ella. No la he hecho mía lo suficiente y la he
extrañado por años…
Mi erección lo dice todo: La necesito pero voy a disfrutarla primero. Me
unto en ella y se gira para quedar en mi encima. El espectáculo que viene es
entretenido. Baja las tiras de su vestido azul lentamente y la lujuria aparece por
mi rostro enojado. Sus movimientos hacen que se quede en brassiere. Intento
tocarla pero no me deja. Abre el broche con facilidad dejando saltar sus senos
grandes y rosados. Me quemo… y la miro aún más enojado.
Sé que no se ha acostado con Brando y no estoy dispuesto a compartirla.
Si no quiere entender juro por mi vida que la secuestro.
¿Lindas, no? — Me provoca— Um… — Estira sus brazos hacia arriba y
se arquea fingiendo que salta en mi encima.

Me pongo duro de nuevo y siento que duele. Trago saliva porque sé que
tiene un plan para mí… Va a provocarme y dejarme picado en venganza. La
conozco a la perfección, siempre fue vengativa y ahora debe estar
potenciada… pero no sabe que tengo un plan bajo la manga.
Um… — Jadea agudamente— Qué rica noche… hace tanto calor… —
Salta sobre mi de nuevo y toca mi miembro con sus diminutas manos— Me
pregunto…. — Se detiene mirándome y yo siento que voy a perder la puta
cabeza. Me estimula con sus manos y dejo mis ojos en blanco. Cada toque de
su piel hace electricidad en mi cuerpo.
Dulce… sé tus intenciones. — Me ahogo y saco fuerzas de donde
sea…Termino con esto ahora. Ella se sorprende. Intento tocarla pero no me
deja.
Ojo por ojo… —Dice.
Diente por diente… cogida por cogida — Digo y de otro giro la entierro en
la cama presionando sus muñecas con mis manos, haciendo que se detenga.
Ella abre los ojos con fuerza y solo intenta zafarse pero no la dejaré hacerlo.
Déjame. — Chilla.
Me deseas, pequeña fierecilla….
No así. No. Yo arriba. Yo domino. Tú no. No quiero… sueltame — Ahora
es ella…
Maldita bruja
¿Vas a dejar al maldito viejo? — Presiono sus muñecas con más fuerza.
No. Le voy a hacer todo lo que él quiera… — Escupe con furia
prendiendome más. Mi furia me envenena— Lo tocaré donde quiera que lo
haga, besaré, su cuerpo, su cuello, su..
La beso y me esquiva pero sigo luchando hasta que abro su boca con mi
lengua. Se mueve para evitarlo, pero soy más fuerte. Juro que estoy perdiendo
la cabeza.
La beso como si no hubiera un mañana. Como si nuestros sueños
existieran.
Presiono sus labios y enredo mi lengua con la suya. Es distinto ahora…
Sabe a adrenalina, a prohibido. Me come con sus garras, con sus dientes, con
su aliento y nos devoramos el uno al otro.
Somos un par de enfermos intentando sanarse. Somos el fuego y el hielo
queriendo ser pareja. Soy su dolor y también su mayor fuerza.
Suelto sus labios con amargura y puedo ver sus ojos hambrientos. Con
rapidez la suelto y pronto bajo el vestido para luego deshacerme de su ropa
interior con mis pulgares….
La huelo y hace una mueca.
Intenta escapar y la jalo de las piernas hasta mi cuerpo. Ahí beso su ingle
y pronto llego a su centro…. Jugueteo con su clitoris con mi lengua. Sabe a
miel… y la beso de la forma en que sé que le gusta. Se retuerce en mi toque y
se arquea hacia atrás gritando que pare, pero no lo hago. Quiero esto, quiero
su sabor, su centro, mi piel, mi puto pene dentro. Con agilidad abro sus labios
internos y meto mis dedos. Podrá ser de hielo pero veo cómo se derrite con mi
toque…
¡Ah! — Grita con furia— Maldito idiota… — Sus palabras desaparecen
en el placer que siente. Por más que quiere no puede pararme. Se retuerce
entre las sábanas de forma violenta y yo sigo estimulándola. Con mis dedos
aumento mi ritmo y se vuelve loca. La sigo atormentando mientras subo mis
besos por su vientre, a su ombligo, entre sus senos…
Y los muerdo. Primero uno… hago un circulo con mi lengua y chupo el
pezón fuertemente. Succiono con fuerza y con mis dientes los jalo hacia arriba,
entonces la miro… Está perdida. Sonrio porque es lo que quería.
Con gran prisa vuelo hacia el otro seno sin dejar de mover mis dedos en
su centro. Hundo despacio uno mientras chupo su pezón y luego la dejo. Su
rostro está en el cielo y pronto me mira con los ojos desviados, los labios
hinchados y sus mejillas rojas.

Voy a cogerte ahora. — Ordeno. Ella se niega pero vuelvo a presionar


sus muñecas hacia arriba. La miro, me mira…
Pronto muevo mis caderas hacia adentro… jadea. Se mueve y vuelvo a
apretarla con mi peso. Me entierro lentamente y salgo con paciencia, ella
carraspea. Cierra los ojos porque le duele que me contenga, entonces vuelve
a abrirlos cansada.
Rápido…. — Dice con voz ronca.
¿Asi? — Aumento solo un poco la velocidad.
¡Ah! — Grita— ¿O asi? — Subo mi ritmo.
Yo… arriba… yo…
No, nena…. Esta vez mando yo ¿De acuerdo? — Beso sus labios y subo
de a pocos mi ritmo, entonces enrolla sus piernas en mi cintura y luego la suelto
para acunar con mis manos su rostro y besarla.
La beso como quiero. Lo hago como quiero. Estoy montándola como me
da la puta gana. Cada vez que paro me toca con sus manos las pompas y hace
que me hunda más en ella. Luego las sube tocando toda la amplitud de mi
espalda.
Muevete, idiota… — Me mueve con sus caderas y solo rio en sus labios.
Estoy aguantandome pero más divertido es verla de esa manera.
Duro. Empiezo.
Choco mis caderas con fuerza y me hundo en toda la extensión. Le doy
fuerte y rudo, entonces el sonido de mi piel con la suya me estimula. Nuestras
respiraciones se tornan intensas.
Di…dime que no lo harás — Jadeo en su boca— Que no volverás a besar
a ese idiota.
AH…. — Grita y bajo mi velocidad
Dimelo. Dime que jamás lo vas a querer como a mi… Jurame que jamás
vas a hacerlo con él.
Chris…. — Lloriquea con furia.
Dime — Paro. No me muevo— Juramelo.
Sí — Dice desesperada y la beso como si jamás volviera a hacerlo.
Empujo nuevamente sobre ella y la tomo como metralleta. Choco su cintura
violentamente y me hundo hasta adentro. Vuelvo a chocar y jadea. Grita. Se
retuerce. Le doy duro, duro, duro… fuerte, fuerte, fuerte y más fuerte. En cada
embestida grita más alto y la callo con mi boca. Me enredo en su lengua y me
sabe a sexo… Abro más sus piernas y siento que voy a romperla pero sigo
dandole con toda mi fuerza.
Estrujo su interior con toda mi extensión. Uno, dos, tres, cuatro, mil,
millones de veces. Es un adentro, afuera, adentro, afuera incesable. Su rostro
emite dolor pero no me importa. Quiero que le duela, que no pueda sentarse,
que piense en mi cada vez que mira a ese idiota.
Basta — Dice entre placer y dolor pero no paro. De un tirón le doy vuelta
y apenas puede sostenerse. Me pongo al pié de la cama y me paro sin soltarla.
Tengo su trasero agarrado con mis manos y me hundo con más fuerza.
Oh si… esto es más intenso. Con sus puños logra sostenerse y hunde su
rostro en la cama. Sé que le gusta, pero también le incomoda… Es una posición
buena para mi pero no para ella.
Y sigo sumando. Me hundo más, más, más… y más cuando choco mis
caderas en su trasero. Puedo verla roja pero estoy tan excitado y furioso que
no me importa. Siempre la cuidé y hoy quiero castigarla.
Nada romántico.
Empujo fuerte calandola y escucho como se retuerce. Doy, doy, doy sin
más y mi cuerpo es un latigazo para su piel. Entonces la energía se concentra
y siento que voy a llegar. Se contrae, también lo hago. Me impresiona la
facilidad y sintonía en la que estamos…
Ah…. — Grito con furia y la penetro con más fuerza. Sus gritos se ahogan
en la cama y pronto todo el volcán explota en ella. Empujo una vez más por
costumbre, entonces se queja…. Sonrio. Salirme de ella es doloroso pero lo
hago porque siento que he sido un bruto. Abro mis ojos y veo cómo se
desploma en la cama.
Mierda.
Estoy tan saciado y en las nubes que no me di cuenta. Espero algunos
segundos y su actitud me preocupa. La toco pero me esquiva arrastrandose
entre las sábanas, tapándose con lo primero que ve, dándome la espalda.
Dulce… — Digo aún en mi cielo. Estoy con tanto placer que no me atrevo
a preguntarle. En cambio ella esconde su cabeza con sus manos .
Eres un bruto, maldito animal — Dice casi quebrándose.
Qué he hecho.
Dulce… — Me acerco a su espalda y solo me quedo mirándola. Su
trasero está rojo… abro mis ojos sorprendido. Jamás le hice esto, pero la rabia
me invadió y no pude controlarme.
La veo respirar y solo me preocupo. Su espalda y trasero vuelven a
excitarme. Ahora no Christopher — Me digo y espero.
Con un suave movimiento toco su hombro y pego mi mentón en la curva
de su espalda. Subo con besos y siento que se estremece… Es mi chica de
nuevo. Sonrío y meto mi brazo en su cintura para luego acercar mis labios a su
oreja.
Disculpame bonita, me volví loco… — Saca sus manos de su rostro y
respira profundo.
Vete. — Dice.
No puedo. Estoy muy bien aquí contigo. — Huelo su cabello y su aroma
me enamora— ¿Duele? — No responde— De verdad lo siento.
La jalo hacia mí y le doy vuelta con dificultad. Ella entrecierra sus ojos al
ver nuevamente la luz y hace un gesto de malestar cuando está frente a mí.
Sus cabellos despeinados me hacen sentir ternura. Es como si viera la
fotografía de mi chica de antes… y solo elevo un beso en su frente.
Fue bueno. — Por fin habla— Pero nunca más vuelvas a tomarme de
esa manera.
¿Nunca más de esa manera? ¿Entonces habrán más? — Pregunto
divertido.
Depende de mi siempre. No eres malo en la cama y yo necesitaba un
buen polvo. — Sonríe y cree que me hiere.
Destruyes mi corazón… — Digo fingiendo estar destruido. Ella rueda los
ojos y solo entrelazo mi mano con la suya— Mira…. Como duele — Llevo su
mano a mi pecho y ella solo me toca.— Eres irresistible, amor mio… De verdad
lo siento — Toco su rostro y no encuentro imperfección en ella. Es
extremadamente hermosa en todas sus formas.
Tendré que visitar a mi ginecóloga después de tiempo..
Cada vez que te sientes pensarás en mí. Cada vez que lo veas pensarás
en mi. Y me prometiste no volver a tocarlo — Con mis dedos arrugo su boca y
le planto un beso. Muerdo su labio inferior y lo chupo para volver a soltarla.
Deberías conocerme… Si quiero cumplo mis promesas, sino no. No soy
tan confiable, patancito.
Entonces vuelvo a follarte con furia como ahora. Y ahora haré una sutíl
amenaza… Si no sigues lo que te digo voy a secuestrarte y no me importarán
tus súplicas. He trabajado mucho con el gobierno, ¿Sabes? Desaparecer tu
nombre de los registros será muy fácil. Nadie nos conocerá. Nadie se acordará
de nosotros. Y tú serás mía hasta la eternidad.
Bien… — Sonríe— Entonces solo te pido algo.
¿Qué cosa? — Entrecierro mis ojos.
Aleja a la zorra esa de tu vida. — Me toma del cuello— No quiero verla
junto a ti. No quiero que te toque ni que te huela. Te quiero para mí en todos
los sentidos ¿Lo entiendes?
Sonríe haciendo que pierda la cabeza, entonces jalo sus piernas para
entrelazarlas con la mía. Cierra un ojo de dolor.
Si esto le ha dolido… juro que será peor.
15. Fue Un placer conocerte
Dulce

“ Siempre supe que eras un error… pero fue un placer conocerte”

El calor invade mi ser como si estuviera ardiendo. Los rayos del sol entran
por la ventana y me siento extraña… quizá incómoda. Doy un suspiro aún con
los ojos cerrados y siento todo mi cuerpo adolorido.
Mierda.
Su brazo está rodeándome. Su boca aún yace en mi cuello y solo puedo
escuchar su respiración lenta en mi oído. Él sigue aquí… ¿Qué carajos he
hecho?
Me muevo en silencio arrastrándome por las sábanas. Él hunde su rostro
en la almohada y solo puedo ver su trasero. Jodida noche… Los recuerdos
vienen a mí como flashbacks. Me llevó a esa playa, me enojé y luego terminé
follando con él. Ruedo mis ojos y me golpeo la cabeza… La carne es débil.
Elevo mi respiración mientras lo sigo observando… Es un tipo guapo pero debo
tener cuidado. Me conviene más tenerlo de amigo que de enemigo así que
jugaré su juego de lleno.
Doy un paso y siento que mi cadera está rota pero aún así logro llegar a
la ducha. Cierro la puerta con llave y me baño con total tranquilidad para luego
orinar. Mi piel sabe a la suya. Aún tengo su olor pragmado en mi boca, en mis
piernas y en mis recuerdos… necesito quitármelos de alguna manera así que
vuelvo a enjabonar mi cuerpo.
Tengo hambre. Mi estómago ruge pidiendo comida así que me cambio
rápido.
—Buenos días… —Susurro sonriendo a medias. Mamá luce genial con
ese peinado pero no lo digo. Qué flojera.
—Hija, estaba preparando algo rico. Anoche llegamos tarde…
—Deberías descansar —Bostezo— Pediré comida, no te preocupes.
—No, no… por favor. Me gusta hacerlo. No te vi salir… ¿A qué hora
regresaron?
—Um… tarde también. —Suspiro.
—Qué linda te veías con Christopher… Me acordé de los viejos tiempos.
Bailabas tan feliz…
Ruedo los ojos.
—Estaba borracha, mamá. Supéralo.
Tomo mi mano y la llevo a mi cadera.
—¿Te duele la espalda? —Intento no reír… Si supiera que no es la
espalda sino otra cosa.

—No. Creo que dormí mal. Voy a salir a comprar algo para comer. De
verdad no quiero que te canses cocinando.
—Oh, no… es solo un desayuno. —Sonríe cándida.
—Bueno, iré a comprar comida saludable. No puede ser que en esta casa
solo haya pan, mantequilla y jamón. Yo quiero frutos secos, yogurt natural, fruta
de estación. Ya regreso.
Mamá me mira sorprendida y pronto ignoro su actitud. Tomo la llave y
extiendo mi mano para por un taxi. Qué día más aburrido… Miro por la ventana
y me concentro en la extraña imagen de dos enamorados besándose. El tráfico
nos ayuda y pronto veo cómo un jovencito baja su mano hasta el trasero de la
chica. Ella trae un vestido blanco, quizá uno de playa, entonces mi piel arde.
¡Estúpida niña!
—Deténgase. —El taxi para y salgo como puedo. La furia invade mis
pupilas y me doy cuenta de lo que había estado sospechando. —¡Kiara!
La mocosa voltea y abre los ojos como si hubiese visto al diablo. El chico
es alto, delgado, tiene tatuajes y un arete en el oído. ¿Qué clase de partido es
este? No se nota con dinero. Mi pánico se abre cuando la veo con la misma
ropa de la fiesta. Pequeña zorra…
—Dulce…
—¡Vamos ahora a la casa! —La jaloneo pero se impone.
—Déjame.
—Cállate. Sube al auto. Estás en problemas. —La empujo hacia el auto
y solo chilla. No soy buena hermana. No me interesan sus problemas pero
tampoco seré ajena a este tipo de cosas. Le propuse estudiar en la mejor
Universidad de México y no quiso. Estuve dispuesta a pagarle todo y me
rechazó… ¿Por esto?
—Eres una estúpida —Dice entre lágrimas— Me haces pasar vergüenza.
—Tú me haces pasar vergüenza —Muerdo mi lengua y cuando llegamos
a casa mamá sale por la puerta asustada.
—Escuché a Kiara llorar…. ¿Qué sucede? Tu padre aún duerme —Dice
con pánico.
—¿Sabías que tu hija tiene novio? ¿O es solo tu cogidita?
—¡Dulce! —Grita mamá con la cara roja.
—Por favor… tu hija estaba besuqueándose con una pequeña lacra.
—¡No es una lacra! ¡Es Osito! —Defiende a ese nerd y mi paciencia se
agota
—¿Osito? Qué asco. Qué ridícula. —Digo.
—Mamá… —Suplica a mi madre.
—Hija… me dijiste que no verías a ese muchacho. Dijiste que solo era un
amigo. A tu padre no le gusta.
—Así que ya lo conocías…
—Tú cállate —Me ataca— Vienes con aire de digna cuando eras toda una
maestra en putería.
—Mira niña… —Le apunto con mi dedo y pronto siento que alguien llega.
—¡Chris! —Dice Kiara. Ruedo mis ojos.
—No voy a permitir que hagan un escándalo. Su padre está adentro.
Luego hablaremos Kiara —Mamá entra y Kiara seca sus lágrimas.
—Eres una metiche. Me hiciste pasar vergüenza. ¿Qué le diré a Osito?
¿Osito? Jadeo pensando en lo estúpida que es, pero ahora no puedo
burlarme… necesito hacerla entrar en razón.
—Ese tipo no te conviene. Es un sucio bueno para nada. ¿Piensas en tu
futuro? No te voy a mantener, te lo advierto. —Amenazo.
—No quiero que me mantengas. Siempre actúas como quieres….
—Basta las dos. Kiara ¿Quién es ese muchacho?
—Su novio. —Llevo una mano a mi cabeza cuando veo al chiquillo
aparecer. Christopher me mira tenso, él se ha dado cuenta, entonces toma al
muchacho del cuello y se van a otro lado. Kiara se aterra.
—¡No! —La jalo.
—Es por tu bien. Tú no entiendes.
—¿No entender? ¡Quiero vivir mi vida! —Vuelve a decir.
—¿Te has cuidado? —La encaro.
—¿Qué estás diciendo? —Se tensa
—Que si te has cuidado, estúpida. ¿O qué crees? ¿Qué me chupo el
dedo?
—Yo no soy como tú, Dulce. Tranquila. Tan sexual imposible.
La miro con ganas de matarla, entonces agrega…
—Si lo que te da miedo es que haga las cosas que tú hiciste con
Christopher no te preocupes. —Levanto una ceja. — No me voy a encerrar en
el baño. No lo haré en la cocina, en el cine, en el garaje o el jardín…

Me congelo.
—¿Ahora sí, verdad? Ayer regresé temprano y escuché todos tus gritos.
Eres tan hipócrita que dices odiarlo cuando te lo estás cogiendo… Tú sí tuviste
tu historia con él, tiraste las veces que quisiste en nuestra casa… ¿Ahora tú me
lo estás prohibiendo? ¡Quiero vivir mi vida! ¡Tener mi historia con alguien! No
eres ni mi mamá ni nadie para prohibírmelo. Y si hablamos de zorras… tú sales
perdiendo.
Se va furiosa y cierra la puerta de golpe dejándome con la boca abierta.
Mocosa… estúpida mocosa… Debería estar llena de furia pero no puedo
porque me ha descubierto… Rio. Me dio una pequeña lección y a la vez me da
risa, pero no dejaré que joda su vida. No con cualquiera.
Veo a Christopher venir serio. Se detiene delante de mí y me mira como
si estuviera sumamente preocupado.
—Se droga. Olía a lo lejos. Voy a investigarlo.
—Christopher, todos los niños de su edad lo hacen… —Ruedo mis ojos—
Quiero saber si es un buen partido o no. Punto. Si tiene dinero podría
acostumbrarle al aretito en su oreja.
—No es un buen partido. Es un chiquillo bobo. Hablaré con Kiara. —Lo
tomo del brazo cuando se mueve.
—Déjala. Me ha dicho mi vida ahora…. —Suspiro— Sabe casi todo.
—¿Qué? —Pregunta sin saber.
—Nuestros encuentros de antes, idiota. Me los ha listado… y el de ayer.
—Refunfuño y su seriedad se va… Sonríe.
—¿Enserio? —Pasa una mano por su pelo— ¿Todos todos todos? No
creo que alcancen los dedos de su mano para contártelos. —Sigue sonriendo
y estira sus brazos hacia mis caderas para pegarme suavemente a su
cuerpo.—¿Cómo va el dolor?
Tiene un aire triunfador que me molesta de alguna manera. Mantengo
erguido mi cuerpo y solo escupo.
—No te creas tan importante —Intento esquivarlo pero acerca su boca y
me besa. Sus labios saben a menta… y tiene un sutíl aliento de rosas. Su
perfume invade mis fosas nasales y pronto siento cómo mis pezones se
erectan.
Jodido patancito.
Es increíble cómo mi cuerpo reacciona a su toque… Él me envenena con
solo mantenerse cerca. Es eso que “no debes hacer” y que terminas haciendo
por impulso. Me es tan incongruente que ni yo misma puedo apartarlo.
—Hueles bien. —Susurra entre besos. Muerde mi labio inferior y lo atrapa
suavemente con sus dientes.— Te tengo una sorpresa. —Sonríe mientras lo
deja ir de manera sutíl— Voy a secuestrarte toda la tarde ¿Qué dices? —Habla
en mis labios.
—Que no. —Pongo mi mano en su pecho para luego darme una media
vuelta. Enseguida se pega a mi cuerpo.
—Más te vale aceptar…. —Susurra en mi oído— Solo advierto.
No le digo nada porque no tengo más que decir.
No iré. No me gustan las sorpresas. Y tampoco quiero tenerlo cerca
mucho tiempo.
Él es la manzana jugosa que deseo morder todos los días… pero no debo
acostumbrarme. Por mi bien no debo.
—¡No soporto a mi hermana, mamá! —La escucho chillar y ambas se
callan cuando me ven entrar.
—Tampoco te soporto, mocosa. —Agrego— Pero tampoco permitiré que
le des más preocupaciones a mis padres.
Christopher entra y se une a mí entrelazando sus dedos con los mios. Lo
miro furiosa, ¿Qué carajos está haciendo?, Mamá nos mira y Kiara solo rueda
los ojos. Esta situación me incomoda… pero ahora no quiero tener más foco
para nadie, solo para Kiara.

—¿Preocupaciones? No voy a embarazarme si eso te preocupa.


—¿Cómo estaría yo segura de eso? Las chiquillas como tú solo actúan
con el corazón. De nada sirve sentir si no te conviene lo que sientes. —En un
movimiento brusco me zafo de la mano de Christopher, entonces se tensa.
Kiara está furiosa, me mira como si yo fuera su enemiga.
—¿Sabes qué pasa? —Ríe con amargura— Me tienes envidia. Tienes
miedo que yo pueda quedar embarazada porque jamás dejas que nadie sea
más que tú. Eso es lo único que no puedes hacer en este mundo, invencible
Dulce, embarazarte… y yo si.
Sus palabras me congelan… Mi corazón late a velocidad y no puedo
controlarlo. En un segundo todo ha pasado de blanco a negro. Mi pulso se
acelera y empiezo a sentir que estoy cansada…
No tengo palabras.
La miro como si esto no me afectara. Levanto mi rostro, no me voy a
derrumbar porque lo he superado… al menos eso es lo que deseo que todos
piensen. Mamá está al borde del colapso, toma con fuerza a Kiara y la reprende
como si lo que acaraba de decir fuera un pecado. Inspiro. Intento hablar pero
no puedo. Es como si mis cuerdas vocales hubieran muerto…
—Retira lo que acabas de decir —Siento el cuerpo de Christopher ir
contra ella y Kiara se hace chiquita, tiembla— ¡Retíralo! —Grita. Sus ojos están
casi salidos… está enojado.
—Chris… —Murmura Kiara.
Pero no dice más. Su estrés es evidente, pero el dolor que carga peor.
Con furia toma mi mano a la fuerza y me obliga a salir de la casa. Caminamos
en dirección a la playa y solo siento que me pierdo. ¿Qué demonios hace? ¿Por
qué actúa de esa manera? Mis pasos van en línea recta pero mente está hecha
un desorden.
Mi familia, Kiara, el mocoso, esto… Él.
Con pequeños temblores en su cuerpo puedo darme cuenta que aún le
cuesta…
Me siento en la banca mientras observo el mar. Él está haciéndolo
también pero lejos. El tiempo se congela en un segundo y solo siento que la
brisa inunda mis sentidos.
No quiero pensar en nada más que en la playa. La coherencia no es
buena en estos momentos.
Pasan algunos largos minutos, quizá una media hora, y ambos nos
hemos perdido en nuestro propio mundo pero es tiempo de regresar así que
me levanto de golpe y doy media vuelta sin decirle nada.
—¿Te vas? —Pregunta.
—Sí. Ya es medio tarde. —No quiero tocar el tema. No con él.
—¿Y la sorpresa que te tengo? —Se levanta y sacude su cuerpo de
arena. Toma mi mentón y me mira de frente— ¿Vendrás, cierto?
—Te dije que odio las sorpresas. Odio el cariño. Odio que me toques
asi… —Le saco la mano.
—¿Así?... ¿Así como? — Finge no saber.
—Así… con ternura —Decirlo casi me da nauseas, pero parece no
importarle porque ahora me abraza. Intento zafarme pero no puedo. Su cuerpo
es muy pesado para mis brazos y me rindo… pero solo será un momento.
Mientras huelo su aroma puedo recordar muchas cosas… Sus palabras,
las promesas, nuestros sueños. Quizá Kiara tenga razón… Ella también quiere
vivir su vida, pero por algún motivo tengo la necesidad de protegerla, así no se
lo merezca.
—Vamos. —Él me sonríe y toma mi muñeca con fuerza. Resistirme es
otra discusión por lo que accedo harta de todo.
Estoy como ida…
Ya no me interesa mucho nada, no por el momento. Que haga lo que
quiera, al final siempre saldrá ganando aunque le moleste.
Caminamos algunas calles y solo me dedico a pensar en silencio.
Números, dinero, joyas.. es lo que me espera pero no puedo concentrarme. Me
frustro a mi misma intentando encontrar excusas cuando mi interior me grita
que pare.

Increíblemente me han afectado sus palabras.


—Cierra los ojos. —Me mira emocionado.
—No. —Contesto con total seguridad. Ya no estoy para este tipo de
cosas… pero insiste y con molestia dejó que ponga sus manos en mi rostro.
No veo ni mierda, solo camino y siento piedras. Entramos a un lugar con
árboles. Lo sé porque puedo sentirlos, y mi instinto me da una respuesta pero
no quiero imaginarlo.
No ese lugar. No se atrevería.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que salimos de la playa. Ya no hay
ruido ni bulla de la gente, solo escucho pajaritos cantando.
La puta mierda.
Me paro tensa y lo esquivo para abrir mis ojos… entonces compruebo mis
sospechas. Se ha atrevido a traerme a este lugar y siento que voy a matarlo,
pero a la vez no quiero hacer nada.
Estoy cansada de luchar contra él.
Y si, las palabras de mi hermana me han noqueado de alguna manera.
—Nuestra casa… —Sonrie como idiota y solo cruzo mis brazos para
verla.
Es hermosa, más hermosa de como la recordaba.
Una casa del árbol que empezó siendo de una pieza ahora es un lugar
de dos pisos. La madera fina y el corte antiguo la hacen especial… Sus
ventanas perfectamente talladas y aire de escondido hace que vibre por un
momento… entonces veo cómo imágenes en retroceso los brazos de
Christopher cargando los palos, clavándolos, tallándolos con algunos amigos.
Me dedicaba a ver sus ganas de construirme el cielo y solo me perdía en
el silencio.
Su voz era la mía. Sus manos mis manos. Su corazón mi vida. Todo lo
que hacía me parecía bonito, hasta cuando roncaba por las noches. No me
interesaba ensuciarme en lodo si eso me permitía estar con él, tampoco pelear
con mis padres y mucho menos la pobreza…
Era una chica ambiciosa que puso por encima de sus sueños al amor. Y
quizá ese fue mi mayor error. Di todo, hasta mis oportunidades fuera por
quedarme a su lado.
—La renové. ¿Entramos? —Su emoción es evidente, pero no digo nada.
Ya no se que siento.
Mis pasos avanzan pero mi alma se detiene. Al entrar puedo verla más
grande de lo que la recuerdo. Una sala acogedora decorada al estilo
minimalista. Muebles blancos, paredes marrones. Una ventana de vidrio, si…
madera con vidrio que nos brinda una vista impresionante a la pequeña Laguna
de fuera.
Con una media sonrisa miro el librero que está en la esquina. No necesito
acercarme para ver qué ahí yacen mis libros favoritos. Una pequeña mesa
adorna el centro. Y las sutiles lamparas hacen que la luz caiga de manera casi
perfecta.
Cuadros antiguos, velas, una alfombra cálida hacen que todo me huela a
pasado.
—Lo sé, es increíble. Ahora tienes que ver la habitación… —Me jalonea
de nuevo y yo lo sigo por costumbre. Subimos unas pequeñas escaleras y luego
veo a lo lejos nuestro pequeño espacio…
Nuestro…
Examino mis pensamientos y me siento estúpida, pero quizá he
aprendido a recordarlo de esa manera .
La cama es de dos plazas. Hay lámparas cálidas esparcidas por todo el
lugar y mientras camino siento que mis pasos queman.
—No te enseño la cocina porque sé que me darás un tiro. —Ríe y espera
mi respuesta con atención. Sus nervios lo están matando, lo sé porque puedo
ver como habla muy rápido.
Te conozco, patancito. Más de lo que piensas… —Digo en mi mente. Me
es insípido y a la vez extraño ahora.
Con lentitud exploro el espacio… y tiene todo lo que me gusta. El idiota
me conoce, sabe mis gustos y que funciona conmigo. Levanto mis ojos y me
encuentro con los suyos… entonces me conecta de alguna forma.
Veo su mano girar suavemente una pequeña ventana y solo trago saliva
cuando veo que se abre.
No…
Esto es imposible. Jadeo en mi mente porque todo esto está
estresándome pero no le interesa nada y vuelve a jalarme hacia ese lugar.
No. No quiero.
—Dulce… es solo un momento. —Promete y tomo su mano. Hay una
pedazo de árbol que parece un camino por la ventana.
En el pasado solíamos treparnos y quedarnos horas mirando el horizonte.
A lo lejos se puede ver la playa y de cerca la naturaleza que nos rodea.
—Cuidado. —Dice. Y veo cómo hay una pequeña rampa a nuestros pies
en caso de seguridad, pero aún así estamos en el aire.
Con esfuerzo logro sentarme abierta de piernas y siento su cuerpo atrás
del mío. Rodea sus brazos en mi cintura apretándome hasta su cadera. Ahí
solo espera… porque sé que me está probando.
Sigo sin decir nada… porque no puedo.
Pega su mentón en mi hombro y observamos el horizonte en el más
completo silencio. No entiendo como estoy haciendo esto… ni yo misma
reconozco esta actitud pero por alguna razón la necesitaba.
Quiero alejarme de todo.
—Kiara solo es una niña boba. —Dice casi cantando en mi oído y solo lo
esquivo por costumbre de nuevo.
—Yo sé. —Digo seca— No tuvo como defenderse y pensó que me
atacaría en mi punto débil.
—Olvídalo, bonita. Eres más que una placenta…
Sus palabras hacen que me ría de amargura.
—Lo dices tú… el hombre que me dejó por ser estéril.
—Al principio no lo entendía, Dulce. Ahora lo comprendo. —Contesta
—Aún te afecta. Pude verlo en tus ojos. —Suelto un suspiro y no me
contradice— Déjalo ir… yo ya lo hice, solo… me siento tonta.
—¿Por qué tonta?
—He caminado por costumbre y te he hecho caso en todo hasta llegar
aquí —Bufo—Soy una tonta. Debería estar rompiéndote la cara.
—Pero no lo has hecho… —Besa mi mejilla y mi cuerpo se estremece.
Me aprieta con fuerza y mi cuerpo no reacciona… Solo siente.
—No te creas importante, patancito. —Lo ataco pero sigo sin hacer nada
para zafarme de su toque. Es como si hubiera metido algún tipo de droga en
mi.
—Quizá es el lugar… y mi compañía. —Ruedo los ojos— Este lugar
siempre ha sido nuestro.
—Tuviste que pasar mucho tiempo aquí para convertirlo en todo lo que
he visto. —Afirmó segura.
—Te dije que no pararía hasta hacerlo Perfecto. Es nuestro hogar, bonita.
—¿Nuestro? —Me burlo— ¿Realmente piensas que voy a regresar
contigo, Christopher?
—Yo no soy quien tiene esa respuesta… —Curvea suavemente su
sonrisa y me mira.
Mi incomodidad crece de inmediato. Intento salir pero para eso él debe
pararse y no lo hace. Estamos colgados en un árbol, con los pies en el aire y
yo nuevamente sujeta su cuerpo. Si me empuja o me suelta caeré a la rampa
y no quiero.
—¿Me vas a decir por fin tus planes? Traerme aquí con todo este aire
asquerosamente romántico tiene una intención, lo imagino. No creo que quieras
seguir cogiéndome… o si?
—Contigo quiero todo, Dulce pero hoy solo quería pasar tiempo de
calidad con mi esposa. Besarla bajo nuestro árbol y escuchar que guarda en
su corazón
—Así no funciona conmigo, Uckermann —Vuelo a tensarme— A mi sin
sorpresas ni corazones. Habla directo.
—Bien. Estás muy bella hoy…
—No. Me. Toques. —Me congelo.
—Está bien, bonita. No te amargues de nuevo.
—Me molesta tu forma de actuar conmigo. Soy de las mujeres que
enfrentan y no se andan con rodeos, y lo estás haciendo. Vienes después de 5
años y me dices tonterías… Estás a punto de arruinarme los planes con
Brando. Me tienes amenazada y estoy obligada a ayudarte, es eso suficiente?
—Lo es… —Acaricia mi cabello de nuevo y pronto hunde su boca en el
hueco de mi cuello para darme un casto beso. —Hueles tan bien… Desearía
quedarme aquí contigo para siempre.
No tengo voz ni energías…
Miro el horizonte viendo la playa brillar de nuevo. La sensación de falta
de aire me genera ansiedad y soy como un papel que va por el vacío ahora.
Simplemente no me entiendo.
—Estás cansada de luchar, amor mío… —Volteó mi rostro como puedo
y pega su frente en mi
—¿Por qué según tu?
—Porque también me quieres…
Su nariz cierra la mía y pronto su boca explora lentamente mis labios. Sus
palabras han sido el cuchillo más filudo de todos.
16. Llamalo destino
Christopher

“Es difícil olvidar a alguien que te ha dado tanto para recordar… “

Sus labios son suaves y a la vez pesados. Captura mis besos como si
fuera una fotografía… Su aliento es de sabor a fresas y mis movimientos solo
hacen que juntos hagamos la combinación perfecta.
La aprieto, la abrazo, la huelo… y en todas sus formas termina siendo la
misma persona: Mi bonita.
Su lengua baila con la mía. Es cálida, tibia y a la vez fogosa. Chocamos
nuestros labios con fuerza y con giros capturo todos sus lados.
—Basta —Me da un empujón y gruño, así que vuelvo a besarla— Mmm…
no —Vuelve a separarme.
—Estás muy Dulce hoy, amarga. —Bromea y le agarro la nariz.
Enseguida se enfurece, golpea mi mano y luego me empuja haciendo que mi
cuerpo se balancee. Tomo con fuerza el árbol y trago saliva… Casi me caigo.
—No vuelvas a hacer eso, idiota —Me amenaza— Te lo advierto.
—Está bien —Digo levantando las manos hacia arriba— Pero vas a
darme un último beso. Solo uno…
—No. —Vuelve a tener su mal humor, entonces sonrío.
—Uno… —Repito.
—¡Que no! —Grita furiosa.
—No saldrás de aquí si no me lo das. —Suspiro, entonces intenta
sobrepasarme y no puede. En un rápido movimiento me hace girar y pierdo el
equilibrio… caigo.
—¡Christopher! —Escucho su agudo grito y solo siento dolor. Mi espalda
golpea fuerte contra los seguros que le puse al suelo. Estamos entre
ramificaciones de árboles, lo que me ha salvado la vida.
No puedo mover mis articulaciones, tampoco mi espalda. Solo siento que
todo late con fuerza y me genera malestar.
Joder.
Araño con mis manos las rejillas e intento levantarme pero no puedo. Abro
los ojos y miro hacia el cielo… Ella no está. Segundos después siento sus
manos tomando las mías.
Ha venido por mí
—Levántate… —Su voz es aparentemente fría. Sin pensarlo dos veces
intento hacerlo, pero no puedo así que recuesto mi cabeza hacia atrás.
—Está bien, Dulce… dame unos segundos.
—Levántate, puedes hacerlo —Me da su hermosa mano y la tomo con
fuerza. En un impulso me paro sintiendo todo mi cuerpo quebrarse. Evoco un
grito ahogado y me controlo porque no quiero que me vea débil…
—Tú tuviste la culpa —Me regaña— No quisiste dejarme pasar. Fue sin
querer ¿Lo sabes, cierto? Ahora vendrás a decir que yo hice todo esto por
venganza o algo… pero déjame decirte que…
—Estás temblando. —Puedo ver cómo sus dedos bailan, como su boca
tiembla y sus ojos se entornan en sí mismos. Cierra la boca cuando la corto y
no dice más. Camina en silencio conmigo, tomo su hombro y me apoyo en ella
de a pocos. — Espera… solo un segundo.
Mis piernas se entumecen y siento que no puedo moverme. Ella me
espera, rueda los ojos malhumorada y vuelve a arrastrarme. Con pequeños
pasos llegamos a la casa de nuevo.
—Debería llamar a un médico. —Dice, tomando el celular
—No. Casi nadie conoce este lugar, por favor… no quiero ser yo quien lo
muestre
—¿Entonces qué? ¿Te contrato un helicóptero para que venga a mover
tu cuerpo? —Arremete contra mi y solo la miro. — ¡Tú tuviste la culpa! Te
metiste en mi camino y sin querer te empujé.
Sus manos vuelven a temblar y le doy una media sonrisa. Cualquiera diría
que está furiosa y loca, pero yo sé que está tensa porque en el fondo de su
negro corazón se preocupa por mi… solo que no sabe controlarlo.
—Dulce… estoy bien —Exhalo— Felizmente puse rejas de seguridad, así
que todo está correcto. Solo es el golpe.
—¿Solo el golpe? —Toma mi camisa y la desabotona con torpeza. Solo
puedo dedicarme a mirarla sin que se cuenta. Sus pestañas son largas, su
rostro algo pecoso y sus labios perfectamente delineados. Me fascina y
simplemente no me canso.
Trae una blusa blanca. Jeans y zapatos bajos. Su pelo liso se entremete
en su rostro haciendo que se ve más sexy.
—Estoy bien… —Sonrío mirándole los senos sin que se de cuenta. Los
he visto y tocado tantas veces… y jamás me cansaría de ellos— Aunque me
duele mucho aquí… —Digo señalando mi hombro.
—¿Dónde? —Pregunta muy concentrada. Abre mi camisa y termina
deslizándola por mis brazos.
—Aquí… —Tomo su mano y la llevo hasta mi hombro. Ella roza mi piel
suavemente y puedo suspirar en este momento pero no lo hago para que no
se de cuenta. Cuando se encuentra con mis ojos finjo dolor, entonces vuelve a
estresarse.
Se estresa cuando no puede controlarse
—Tienes raspones, nada más… —Explora mi piel con sus dedos. Sube
para adelante y regresa para atrás con sus uñas suavemente. Jadeo. Mi
respiración se acelera y solo tengo ganas de volver a tenerla en mi cama. Ella
me prende, me provoca, me consume con solo tocarme.
—Duele… —Hago un puchero y se sienta a mi lado mientras quita por
completo mi camisa.
Con sus dedos vuelve a acariciar mi espalda. Se pone casi detrás de mi
para hacerlo y cierro mis ojos intentando contenerme. Sus manos son tan
suaves… casi una caricia y me pierdo en su aroma.
—Traes rasguños… solamente eso. —Su voz es tan caliente que trago
saliva cuando susurra en mi espalda. Eres un tipo necio ¿Sabes?... Todo es tu
culpa, patancito —Presiona en los raspones con fuerza y doy un grito—
¿Duele? —Acerca su boca a mi oreja— A mí también me dolió ayer…
—¿Es una venganza? —Tuerzo mis labios
—Algo así… —Besa mi cuello y luego baja con besos por mi espalda.
Con sus brazos rodea mi cintura y solo cierro mis ojos, entonces siento cómo
sus labios tocan mi columna vertebral, mis músculos y hasta mis rasguños.
Cada toque es medicina para mí… Si ella lo hace no siento dolor.
—Amo tu venganza entonces… —Digo, exigiendo verla— Pero me duele
aquí… mucho —Toco nuevamente mi hombro. Camina y se sienta en mis
piernas.
—¿Qué quieres que haga, patancito? —Muerde su labio.
—Quiero muchas cosas, Dulce… muchas —La miro sonriendo y creo que
me entiende. Bufa y levanta mi mentón con sus manos.
—Jamás….
—¿Por qué no? Antes lo hacías y te gustaba… —Sonrío— Es justo. Si yo
lo hago por ti tú deberías hacerlo por mí…
—Yo no me arrodillo nunca ante nadie —Arremete en mi cuello y pega
sus labios a los mios— Podrías clavarte las uñas ahora mismo… Tu sangre
sería mi completa venganza.
—Podrías, pero no vas a hacerlo. —Atrapo su boca y luego me empuja
haciéndome caer de la silla. Jadeo al sentir nuevamente el dolor y la veo
transformarse.
Es de hielo de nuevo.
Su mirada tiene molestia, quizá fastidio. Cruza los brazos y puedo ver sus
verdaderas intenciones… Vengarse de verdad.

—¿Qué haces? —Pregunto indignado.


—Dejarte donde debes estar… en el suelo.
Da media vuelta y se va.
Estoy cansado… pero a la vez divertido. Me encanta tener que lidiar con
mi bonita. Aunque ella lo niegue sé que algo de simpatía tiene por mi y eso ya
es bastante.
Dulce
Estoy más que furiosa y estresada.
Maldito idiota.
Se cayó y me dejó los nervios de punta. Si se hubiera muerto tendría que
haber cargado el peso yo sola. Él se puso en mi camino, yo no hice nada….
Mi corazón tiembla y estoy suficientemente lejos como para que me
alcance. No debería dejarlo solo y lastimado pero es lo mejor… No quiero que
piense que me preocupo por él.
Con firmes pasos llego por fin a la playa y luego a mi casa. Mamá está
seria, quizá porque discutió con Kiara, me saluda a medias y luego se mete en
la cocina.
—Qué sucede…
La sigo y encuentro a Kiara con la cabeza abajo. Mamá la mira como si
estuviera decepcionada y no puedo estar atenta a la situación.
—Te mereces un castigo. —Mamá le habla tan mal… que ahora estoy
sorprendida—Uno debe sólo tener intimidad con el marido, no con cualquiera.
—¡Mamá! —Chilla la mocosa y yo ruedo mis ojos.
—Mamá… cálmate. —Agrego pero Mamá se levanta y lleva una mano en
la cabeza. Su decepción es tan grande que solo llora.
—Pensé que eras una niña distinta, Kiarita. No puedo creerlo….
Kiara se levanta y sale corriendo. Ni si quiera me preocupo en seguirla.
—Mamá… es normal tener sexo. Por favor, no satanices el acto.
—Ese niño no es nada de ella, ¿Cómo es posible??? —Grita.
—Bueno, ya está hecho. Deja de llorar que me alteras… Yo también hice
travesuras en su tiempo. —Digo sin ánimos de pelear.
—Con Christopher… —Ladea su cara— Pero al menos te casaste. Es tu
marido. No está mal.
La miro como si fuera una rara persona. Intento calmarse pero mi
impaciencia se eleva cuando veo su drama.
Y aquí va de nuevo…
El matrimonio. Nacer, crecer, reproducirte y morir. La pureza de una
mujer. Servirle al marido. No trabajar si tienes hijos. Toda esa mierda se ha
formado en su cabeza y por más que quiera no puedo hacerla desistir de ello.
—Déjala en paz. —Digo. Aunque la mocosa se haya portado mal conmigo
no puedo dejar de defender lo que pienso.
—No lo haré. Es mi hija.
—Con esa actitud solo vas a lograr alejarla. Yo soy su hermana, a mi
puede odiarme, pero tú eres su madre… al menos a ella entiéndela
Mierda
—¿Al menos a ella? —Reclama remedandome—¿Y tú? Yo fui quien te
ayudó en todo…
—A medias. No pasabas a Christopher antes, pero cuando trajo dinero
todo cambió —Maldita sea mi boca… jadeo en mi misma
—¿Qué estás diciendo? —Se indigna— ¡Sabes que esto no es cierto!
—Bueno Mamá… no dire más. ¡Hablar contigo es imposible.

—No. No te irás —Me mira furiosa. He despertado su lado más peleón


quizá, pero no le hago caso. Me marcho pero pronto chilla gritando como si no
pudiera moverse
Trago saliva y me quedo inmóvil, doy vuelta para verla y yace en el suelo.
Se toca la cabeza y lucha consigo misma para respirar.
Me paralizo…
Estoy viéndola sufrir y no hago nada. El pánico me embarga haciendo
que mi mente grite pero mi cuerpo no se mueva. En ese momento llega papá
y se lanza a ella. Ambos luchan juntos… uno y el otro intentando darse fuerza.
—¡¡Kiara!!! —Solo Digo. Bastan dos segundos y ella está aquí…
Todo pasa muy rápido. El llanto, la bulla, la ambulancia. Voy en el taxi
intentando seguirlos pero ellos se apresuran.
Cuando llegamos a la clínica solo veo paredes blancas y enfermos. Es
horrible para mi este lugar. Sus rostros no me dan paz y solo deseo salir
corriendo. Kiara llora. Está asustada y no soy capaz de decir nada
Mis padres están muriendo y yo solo me quedo sin voz. No tengo voz. No
siento. No puedo llorar porque no estoy acostumbrada, las lagrimas se me
fueron hace 5 años, en cambio ahora tengo pánico. El mismo que no me deja
en paz.
Tiemblo como un papel… y no sé cómo controlar mi estrés. Mis manos
son un duro baile de nervios y solo intento ponerme fuerte.
—Todo es tu culpa… —Grita mi hermana de nuevo. Llora con tanta
facilidad que solo me dedico a observarla…
Ella se rompe, en cambio yo no puedo.
Trago saliva y bajo mi cabeza. De reojo veo cómo “osito” se acerca a la
recepción. ¿Qué demonios hace ahí ese chiquillo? Me levanto dispuesta a
decirle sus verdades pero pronto veo cómo corre hacia Kiara… y la besa.
Verlos me causa una especie de náuseas al instante, entonces recuerdo
sus palabras
También quiere su propia historia…
Y vuelvo a sentarme sin quitarle la vista. El tiempo pasa y la espera se
hace larga. Es de noche y no me di cuenta. Con todo esto
Me he olvidado del patancito.
Tomo mi celular y veo mi buzón vacío…
No me ha llamado y tampoco me ha enviado mensajes.
No me importa —Me digo a mi misma repitiéndome en la cabeza.
—No te alejarás… ¿Verdad? —Kiara jadea en sus labios y yo pongo una
cara de asco. No puedo entender como le gusta ese niño.. Ver un beso de ellos
me supera, así que me levanto para ir a otra esquina.
La sensación de vacío viene de nuevo.
Quiero saber más sobre mis padres pero también de Christopher. Pienso
en llamarlo, pero me arrepiento. No voy a rogarle. No quiero rogarle. Quizá esta
enojado.
Me doy vueltas por los pasillos y sin querer escucho el llanto de un bebé
en una de las habitaciones. Me paralizo…
La enfermera trae un pequeño cunero con ruedas y se topa conmigo.
—Disculpe. —Dice sonriendo. Bajo mi mirada y puedo observar a una
pequeña cosita arrugada llorando.
Dejo de respirar y vuelvo a caminar. Estar en este lugar realmente me
ahoga… pero es mi realidad. Ya nada es como antes, el tiempo no volverá.
Sigo casada con él pero ni si quiera puedo creer en sus palabras. Sigo
casada con él pero siento mucho rencor cuando lo veo. Sigo casada con él y
de alguna maldita manera echo de menos mi pasado.

Todo era más fácil.


Solo me preocupaba en que papá y mamá no nos encontraran. Tenía que
estudiar, ir a la universidad y listo. Por las tardes lo veía a escondidas… era tan
divertido que no contaba las horas con él.
Pero todo se arruinó en algún momento. Y quizá fue mi culpa por haber
creído que el amor existía. Lo que existe no es ese sentimiento sino la
idealización de los sueños. Quieres amar porque todos aman, pero nunca te
preguntas si es lo que realmente sientes. Quieres tener compañía porque quizá
tu vida es un poco aburrida o porque tu cuerpo también tiene necesidades.
Aún no sé cómo pude ser tan suave… si siempre fui una mujer que soñó
con ser grande. Y para serlo hay que saber pisar a todo el que se interponga.
Así crecí yo…
Con talento, esfuerzo, maldad… —Si así puede llamarse.
Nadie me dio nada. No tuve padres ricos ni suerte, solo educación y un
corazón lastimado.
Entorno mis ojos hacia la sala de espera y Kiara sigue con su “osito” Su
pegajosidad me marea, así que doy media vuelta a mis ojos y me encuentro
con un par de avellanas mirándome.
Ha estado aquí…
Mi corazón da un salto gigante y Sudán mis manos. Qué carajos está
haciendo… Me sonríe y pronto se acerca hacia mi con un café en sus manos.
—Todo estará bien. —Lo extiende y me niego con la cabeza.
—Donde estuviste todo este tiempo… —Mi voz suena a reclamo y me
corrijo al instante— Digo, no te vi…
—Estuve aquí. Vine para que me curaran… solo eso. Luego te vi a lo lejos
entrar y pregunté a las enfermeras, me dijeron que tus padres se habían puesto
mal.
—A Mamá se le cerró el pecho y papá tuvo una especie de taquicardia.
Por su problema al corazón lo trajeron aquí para estabilizarlo, pero nadie nos
dice nada. —Pesan mis ojos cuando lo veo mirándome como si quisiera
abrazarme.
—Todo estará bien… —Vuelve a repetir y su tono es un arrullo. No soy
de las chillan, pero de alguna manera necesito no sentirme culpable. Hice
enojar a mamá…
Con sus brazos fuertes me abraza, quizá porque me ha entendido. No sé
cuánto tiempo pasa, tampoco si están mirándonos, solo deseo dormir…
Estoy agotada
—Ese mocoso no es fiar —Susurra Chris en mi oreja como si fuera el
padre de mi hermana.
—¿No? —Pregunto pero en ese momento aparece el médico, así que
nos concentramos en él.
—Los señores están estables. —Un peso se me va de encima— La
señora tuvo un ataque de nervios severo, pero ya le dimos un cálmate. El señor
está estable también, el susto hizo que su presión subiera y felizmente lo
controlamos. No hay de que preocuparse.
Kiara salta y seca sus lágrimas mientras el doctor se va.
—Insensible. —Dice.
—Mira mocosa, me tienes harta —Jalo su brazo— Este fue un accidente.
—Ni si quiera has llorado. No te has preocupado por papá y mamá… No
pudiste reaccionar. Si les hubiera pasado algo sería tu..
—Que yo no llore, patalee, o reaccione como todo el mundo reacciona
no quiere decir que no sienta. ¿Lo entiendes? Y no voy a darte más
explicaciones. Que hace este niño aquí. Mamá se pondrá furiosa… ya sabe de
tu acoston.
—Es mi novio.
—Así que su novio… —Christopher lo interroga como si fuera el hermano
mayor o papá de mi hermana.
—Quién eres tú, bro. No tengo que darte explicaciones, ¿Captas?
Con un puño Él lo sujeta del cuello y lo eleva contra la pared. Kiara entra
en horror y solo susurra algo en su oído. El muchacho se pone nervioso, como
si Christopher supiera su vida entera, y se va sin despedirse.
—Que te pasa!! —Dice Kiara.
—Ese tipo es narco, trabaja para bandas muy peligrosas Kiara. No te
conviene. —Saca un papel arrugado y ella lee todo con atención. Se quiebra
de nuevo…
Estoy harta de que lloriquee
Se va de nuevo.
—Le dije que podía destruirlo. —Suspira— En un segundo tomaría a toda
su banda.
Solo lo observo. Como demonios tiene tanto poder… si es un simple
ingeniero, ¿O no?
Mi curiosidad pica cuando empieza a hablar del tema. Sabe exactamente
todos los movimientos del muchacho: familia, como empezó, amigos, drogas,
dinero…
Cuando convivimos hace años solía reunirse de vez en cuando con
amigos policías, pero nunca imaginé que terminaría siendo una especie de
ellos.
Tanto misterio…
Su abandono…
Jadeo al sentir que todo tiene algo más profundo. Me mira fijamente
cuando encuentra mis ojos estudiándolo, entonces cambia de tema.
Voy a averiguarlo.
Sabré la verdad de alguna forma
—Dime que clase de policía eres. —Enfrento.
—¿Perdón? —Dice fingiendo. Si no lo conociera podría creerle…
—¿A eso regresaste? ¿A detener a Brando por sus crímenes o por algo
más serio?
Tose y me mira.
—Vino a revolcarse conmigo. —Escucho una voz aguda y el sonido
parecido a una rata acercándose. Mi mentón pica cuando levanto mis ojos y la
veo…
Tatiana
17. No todo es lo que parece
Dulce

“Para que nada nos separe… Que nada nos una” Pablo Neruda

La rabia invade mi cuerpo apenas la veo aparecer con total soltura. Me


sonríe apenas llega hasta nosotros y yo cruzo mis brazos para desafiarla…
Maldita zorra. Con miradas asesinas miro a Christopher, quien parece estar
sorprendido al igual que yo. Ella le toma el brazo y él se suelta con cuidado. Mi
paciencia se está agotando… Juro que voy a estrangularla.
¿Por qué ponen esas caras? Vine a ver a mi hombre. — Suelta su lengua
sin ningún tipo de vergüenza y juro que voy a desangrar toda su fea cara de
caballo.
— Tu hombre… — Repito irónica— Sigue soñando, perrita.
No me molestan tus palabras, querida. Pero creo que te equivocaste…
aquí la perra es otra.
—¡Basta! — Christopher gira y le jala el brazo— Largate ahora.
—Ay… por qué bebé, ¿No me has extrañado? — Acerca sus labios
sarnosos a la boca de mi marido, entonces mi paciencia se esfuma. Doy tres
pasos y la empujo sintiendo que tengo toda la fuerza del mundo como para
romperle toda la cara.
—Vete de aquí o te saco a la fuerza. — Amenazo.
—¿Ah, si? Haber… inténtalo. Soy policía, de un tiro te mando al otro
mundo nena.
—Basta. — Agrega Christopher— Estamos en una clinica.
—¿Sabes qué pasa? Que nadie quiere hacerte el favor, por eso vienes a
buscar a Christopher. Para tu información… es mi marido. Déjalo en paz.
—¿Tu marido? — Ríe.
—Tatiana…
Se mete en medio de nosotras y solo deseo darles un tiro a ambos. Estoy
jodidamente molesta, ¿Quién demonios le dio la información de nuestro
paradero? ¿No se suponía que era secreto? Con rabia la evito alejándome un
poco de ella, entonces veo como Christopher se la lleva a la fuerza hacia la
puerta. Mientras ellos hablan solo me tenso…
Voy a enviarla envuelta a la china para que no regrese
—¿Qué pasa? — Regresa Kiara, lo que me faltaba. Tatiana ha hecho un
escándalo y todos nos han mirado feo. Refunfuño en mí misma y no le quito los
ojos a Christopher, quien parece batallar con ella.
—Nada. — Contesto seca.
—¿Quién es esa chica?
—No es de tu incumbencia. — Cierro el tema y me muevo aún con los
brazos cruzados. Kiara me mira dos segundos, solo dos segundos y luego echa
a reir fuertemente.
—Ay…. Esto es para fotografiar. Estás celosa, hermanita. —Volteo con
furia cuando escucho esa palabra… Abro mi boca para decirle algo pero veo
de reojo que la zorra de mercado se le trepa a mi marido.
No aguanto.
Camino hecha toda una fiera y la jalo del polo para luego abofetearla. Ella
rechina los dientes y luego intenta golpearme pero Christopher la detiene. La
seguridad de la clínica se alerta. Tatiana lucha con Christopher de una manera
asesina y francamente estoy sorprendida. Ella es experta en artes marciales,
pero Christopher no se queda atrás. Toma cada uno de sus movimientos y los
combate con facilidad.
—Estoy aburrido de todo esto, Tatiana. — La toma de las muñecas y
pronto la seguridad llega. Él le quita las manos y la zorra lo mira como si fuera
una guerra…. Entonces se va.
—¿Todo bien, señor? Debemos informar a la policía. — Dice uno de los
hombres de seguridad.
—No. Todo está bien. — Saca del bolsillo de su pantalón una pequeña
billetera y le enseña su placa… ¿Tiene una placa? Mi mandíbula cae cuando
veo la escena. El personal de seguridad le sonríe y luego se va.
Suspira y exhala fuertemente. Lleva sus manos hacia su cabeza y mira al
cielo como si estuviese pidiendo “paciencia”. Mi presencia lo aturde, lo sé
porque cuando se da cuenta que estoy mirándolo solo tiembla.
Jodido imbécil… algo traes. Y juro que voy a descubrirlo.
—Dulce…
—No. — Levanto mi mano— No vuelvas a dirigirme la palabra. Mejor
vete con tu zorra.
—Estoy molesta, muy molesta. Mi malestar no se queda solo en ella sino
en él… ¡Es la única persona que pudo decirle dónde estábamos! ¿A dónde se
fue todo eso de “solo nosotros”? ¿De dónde saca tantas palabras poéticas?
Felizmente no soy la misma
No lo quiero
No me muero por él
Y así estoy bien.
Me uno a Kiara quien está ahora perdida en sus propios pensamientos
de inmediato. Ella me mira y puedo ver que en sus ojos aún tiene resentimiento.
Francamente… no me importa. Ya aprenderá.
—Familiares del Sr. Evans, pasen a la habitación 201. La señora Evans
está en el 202.
—Yo iré a ver a mamá, tú encárgate de papá. — Dice Kiara y solo subo
una ceja. ¿Acaso cree que puede darme ordenes?
—Vamos… — Dice Christopher.
—¿Vamos? Dijeron familiares. Tú eres un extraño. Te he dicho que vayas
a ver a tu puta de mercado, no quiero verte aquí.
Y le cierro la puerta en la cara.
La plática con mi padre se hace ligera, por primera vez en nuestras vidas.
Lo veo pálido y con un controlador de pulso en su dedo. Pregunta por mamá
siempre y yo le respondo que está bien… porque todo estará bien.
Horas pasan después de lo sucedido, pero pronto papá y mamá ya están
en casa. Fue difícil volver a hablarle, sobretodo por la discusión que tuvimos
antes. Ella es una mujer dócil pero terca y yo… yo no soporto que me den la
contra.
Mi última noche en este lugar…
Extraño México y sus placeres. Extraño a mi masajista, mis joyas, mi
cama gigante con sábanas de plumas y todo lo que dejé ahí por venir a este
lugar. Espero que mi padre se quede contento con haber visto al patancito y no
vuelva a pedirlo… sino moriré.
—Dulce… — Salto al verlo entrar por la puerta. Estoy justo quitándome
el brassiere y ha entrado sin tocar.
—¡Toca antes de entrar! — Grito.
—Esta es mi recámara. Tú eres mi mujer. Te he visto desnuda millones
de veces. — Se impone y afloja su camisa frente a mí para luego quitarsela.
—¿Perdón? ¡Es mí recamara! Vete a otro lado. — Digo ignorándolo. No
me he olvidado de esa perra… y sigo enojada
—Somos marido y mujer, por ende esta es mi recámara también. —
Sonríe y tengo más furia. Tomo la almohada y se la lanzo en la cara. Él la aparta
de sí mismo, se levanta y camina peligrosamente hacia mi.
–Joder. No.
Lo miro de reojo y puedo ver sus pectorales bien formados.
La puta mierda…. ¡No puedo! ¡No! ¡Control, Dulce! ¡Control! Soy una
mujer que admira la belleza y… potencialidad en un hombre. A pesar de todos
nuestras peleas no puedo dejar de reconocer que este hombre es muy
atractivo.
—Mil metros lejos de mí — Me volteo y jalo mi brassiere por debajo de mi
pijama.
—Gracias… — Me quita el pedazo de tela de encaje y lo lleva
directamente a su boca para olerlo.

Mierda
Empinando mis pies vuelvo a quitárselo y se rie.
—No te soporto. Eres un idiota. El rey de los idiotas. — Me acuesto en la
cama y le muestro mi espalda. Él se desviste quedándose únicamente en
boxers…. Jadeo.
No entiendo qué me pasa. Jamás he sido tan sexual como ahora. Mis
piernas en su cadera solo hacen que me prenda en un segundo, pero no
puedo… no ahora.
—¿Sigues enojada?... — Pregunta mientras apaga las luces y no le
respondo.— Oh… vamos, bonita. No fue mi culpa.
–Claro que lo fue. Tú le dijiste a esa zorra que estábamos aquí.
—¿Yo? — Respondo indignado— Jamás. Ella lo averiguó sola. Te
recuerdo que trabaja para nosotros.
—Sí, y seguro la has follado hasta cansarte. — Miro al techo.
—No. Mi amor, no te pongas celosa…Ella no será problema. — Ardo de
furia.
–¿No será problema? ¡No me jodas! Y no me digas “mi amor” porque no
lo soy, ¿De acuerdo? Apenas llegue a México voy a joderla. Le prohibiré el
ingreso al hotel.
—Dulce..
—¡Nada! Salte de mi cama o juro que no dormirás en la noche. Estoy
harta de tener que estar hablandote como si fueras un niño. Entiendelo de una
vez… No. Quiero. Nada. Contigo. Te lo digo mil veces pero no me entie… —
Siento sus labios en los mios….
En un segundo se movió y ahora está besándome. Por más que lucho
con él no puedo. Pone sus brazos fuertes a los costados de mi cuerpo y me
aprisiona con sus manos. Toma mi rostro y se hunde en él con su lengua.
Jadeo… Mierda.
—Tatiana no es nadie, por favor deja de hacer problemas por esto.
—¿Problemas? Problemas tendrás tú cuando…
—Estoy harto. — Es firme— Te ruego las veces que quieres y aún así te
pones en este plan. Tatiana y yo somos compañeros de trabajo, nada más. Y
sí…. Quizá se pasó pero no irá a mayores. Mi única pensamiento y necesidad
se resumen en un nombre: Tú.
—Lloraré… — Digo irónica con furia aún— Qué bonito. Así no me
enamoras, Christopher. Ya te lo he dicho… soy de hielo. No me fijo en nadie
que no tenga dinero, y tú… tendría que investigarte y luego usarme como
herramienta sexual un tiempo.
Me revienta el hígado que en vez de enojarse se rie.
—¡Estoy intentando mil maneras para hacerlo y no aprende! Mi enojo me
sobrepasa, pero luego me pongo a observarlo…
Se muere por mí.
—Piensa, Dulce… — Me digo a mí misma— Piensa.
Me quedo en silencio un momento. Si él no quiere decirme nada…
entonces lo descubriré poco a poco todo, incluyendo qué tiene o tuvo con esa
zorra de mercado. Debo ser más agresiva quizá, visitar todos los lugares de
Christopher visita y saber quienes son sus amigos.
Pero antes debo aprender a ganarme su confianza.
Joder, de solo pensarlo me estreso. No soy nada cariñosa ni buena chica
ni puritana pero debo hacerlo. Intentar… de alguna manera quizá… agradar a
las dos partes sin quitarme el objetivo de la cabeza.
Una placa. La zorra de Tatiana. Su odio por Brando.
— Tienes una placa…. — Susurro bipolarmente. Él debe estar pensando
en que estoy loca, pero no me importa. Aprovecharé que está vulnerable para
sacarle información, sobre todo porque sabe que estoy enojada.

La tengo.
No dice más. Es extremadamente inteligente cuanto quiere, entonces
vuelve a darle la espalda.
—Piensa, Dulce. Piensa
—Oye… — Susurra en mi oído y me abraza por detrás. Cayó… y sin
quererlo— No te enojes, preciosa… De verdad no tengo nada con ella — Besa
mi cachete y sonrío.
—No parecía… — Volteo fingiendo tranquilidad. Él me mira, me sonríe…
Lo sé porque la luz de la luna lo alumbra de una manera casi maravillosa.
—Te lo juro, Bonita. Solo tengo ojos para ti… — Acerca su boca a la mía
y lo callo con mi dedo.
—Demuéstramelo — Susurro lento y siento que mi voz suena a orgasmo.
Se hiela.
Traga saliva y toma su mano para ponerla en mi hombro. Es un tipo
inteligente, gana campo cada vez que quiere.
—¿Cómo? — Pregunta con ansiedad.
—Cuéntame… — Acaricio su cabello y no falla. Se acerca a mí con
desesperación y me doy cuenta que es como un perro sin cariño.
—Hay algo que necesita y no tiene… YO.
—¿Qué cosa, mi amor? — Desde aquí puedo oler su aliento a menta de
nuevo.
—La historia de tu placa, Tatiana… por qué estás con el gobierno. — Lo
digo tan suave que puedo hacer dormir a un niño con mi voz ahora. Él se tensa,
pero luego se relaja a medida que voy tocando su cuello con mis manos.
—Es algo que no puedo, Dulce. — Estoy a punto de mandarlo a la mierda
pero no me conviene.
—¿Entonces ella te ayudó a meterte en ese lugar? — Pregunto sabiendo
que va a enredarse.
–No. Yo entré por voluntad. Dulce, te juro que ella vino aquí sola…
–Quizá… — Carraspeo mi garganta— ¿Qué podemos hacer al respecto?
—Tatiana realmente es un fastidio. Hablaré con el jefe para que la saque
de la operación a la brevedad, solo quiero que tú estés cómoda… — Me roba
un piquito y le sonrío hipócritamente.
—Así que operación….
–Y tiene un jefe.
—Muy bien, Dulce…. Cómo no lo pensaste antes. Su mayor debilidad
eres tú… úsate.
– Y ese jefe… ¿Es del gobierno también?
—La jodí.
Se pone tenso y de un tirón intenta levantarse de la cama pero no lo dejo.
Beso su hombro y lo rodeo por la espalda haciendo que se quede. No me gusta
dormir con nadie, de hecho no lo hice hace tiempo, pero… lo necesito a él
ahora.
-—Sin preguntas, Dulce.
—Está bien. — Estoy que me pudro de furia pero debo ser cautelosa. Ya
vi que no puedo preguntarle directamente todo sino ir de pocos.
Te descubriré, patancito… y por fin tendré mi libertad.
La mañana nace un poco nublada y siento su cuerpo junto al mío. No me
gusta mucho esta sensación… aunque debo reconocer que me trae recuerdos.
Río cuando veo su mano en mi cuerpo. Él realamente está obsesionado
y de alguna forma me conviene. Los hombres no se resisten ante una mujer
bella y elegante, peor si es su ex mujer, así que me cambio apresurada para
vestirme como siempre lo hago.

—Cámbiate. Debemos bajar a desayunar juntos para que no hagan


preguntas y luego largarnos. — Tiro todo mi vaso de agua de la noche anterior
en su rostro.
Cuando papá y mamá nos ven bajar juntos sonríen. Tenemos una
conversación amena hasta que Kiara llega y cuenta la verdad sobre “Osito”. Al
parecer el muchacho se esfumó y empiezo a a sospechar que Christopher tuvo
algo que ver con esto.
Y la verdad no me importa. Lo único que quiero es que no se vea
afectada.
—Los vamos a extrañar — Papá habla. Christopher estrecha su mano y
se despide con un abrazo. Ruedo mis ojos al verlos… papá es tan infantil a
veces que siento que no lo reconozco.
—Regresen pronto por favor — Implora mamá y puedo ver cómo e dirige
la mirada a Christopher… ¿Me perdí de algo? Lo ignoro. Perderemos el avión
si no salimos a la brevedad.
—Cuidense mucho. Kiara…. — Chris la regaña y me abraza sutilmente.
Sigue enojada conmigo y con él.
—Que les vaya bien, vengan a vernos…. Oh y saludame a tu mami —
Dice mamá a Christopher
Silencio, solo puedo ver silencio es sus ojos.
Sonríe a mamá como si quisiera pasar el tema y yo siento que mi cara
pica cuando lo veo reaccionar de esa forma.
—¿Qué mierda está sucediendo?
—¡El vuelo! ¡Maldita sea! ¡El vuelo! Con rapidez llegamos a la justas para
entrar en la última llamada. Abordamos el vuelo que va directamente al DF, por
lo que cierro mis ojos feliz y cómoda en al avión…
—Pronto estaré en casa.
—¿Me dejas ver tu placa? — Pregunto con actitud normal. Él me niega
con su rostro.
Y no digo más. Es un misterio que deseo descubrir pronto, así tenga que
hacerle lo quiera….
México, hermoso México.
El tráfico nos reúne desde temprano y nos deja por la tarde en el Hotel.
Entro con soltura a mi espacio, mi casa, mi vida… y pronto los empleados se
desesperan por atenderme. Ruedo los ojos al verlos turnarse, ¿Cómo podría
dejar esta vida? Estoy tan acostumbrada al lujo y dinero que jamás podría
hacerlo
La estupidita aparece corriendo, sinceramente extrañé sus tonterías… No
he tenido con quién desahogarme y a quién maltratar en unos días, al menos
sirve para eso. Sonríe y jala una de mis maletas.
Mi hotel por fin de nuevo….
—Cariño…. — Brando sale de su oficina con euforia y me abraza. Tocar
su cuerpo me hace sentir vacía… y pronto miro de reojo a Christopher.
—Hola…. — Doy una media sonrisa.
—Necesito tiempo.
Me choca.
Me he acostumbrado a no tenerlo
Y pronto siento cómo su mano baja por mi cadera hasta mis nalgas. Me
exalto, pero no se aleja. Christopher tensa la mandibula… Oh, mierda, lo sé…
Por primera vez en todo este tiempo siento que está en conjunto conmigo. No
quiero ver ni besar a Brando, pero no tengo de otra. Empotro mi rostro a su
altura y agarra mis cachetes para darme un piquito.
Christopher tose, lo estoy viendo.
Por favor… no ahora. No una locura ahora.
Controla sus puños y nos interrumpe fingiendo estar preocupado por los
últimos informes. Me divierte la manera en la que saca todo de su renglón, la
forma en cómo pone sus labios y su escultura corporal.
Es un hombre follable
—Muerdo mi labio ¡Lo hice con él ayer! —Jadeo. No puede ser que ahora
quiera más….
—¿Y cómo les fue? Chris, vi tu informe… en orden.
—Bien Brando, muy bien.
—Lo único malo es que este señor nos acompañó. — Lo ataco y puedo
ver que me entiende. Solo sigo sus órdenes
—No nos tiene que ver juntos y deberá parecer que nos odiamos
—Hemos aceptado un pacto de confidencialidad.
—Oh, cariño… no empieces. Esta noche tenemos una cena
—¿Qué cena? — Pregunto sonriendo.
—Christopher…. ¿Le dices tú?
Él se tensa.
-Brando…. — Intenta hablar pero se traba.
—No seas modesto, vamos… va a aceptar — Sonríe.
—¿Qué sudece? — Pregunto curiosa
La mirada de Christopher se apaga y respira profundamente.
Exhala.
Mis venas entran en tensión porque lo conozco… Y sus ojos me dicen
que hay algo más.
—Hoy es la cena de pedida de mano — Brando sonríe— Christopher
estuvo guardandonos esta sorpresa, cariño. Se casará con su prometida
pronto… Su nombre es Tatiana.
Abro mis ojos como platos al sentir las palabras.
¿Qué? ¿Novia? ¿boda? Christopher cierra los ojos y no me observa…
Lo sabe. Siempre lo supo. Y no me dijo nada.
Se casará con esa.
18. Te lo buscaste
Christopher

“La venganza es un plato que se come frio…”

Puedo notar sus ojos asesinos cuando Brando menciona este


compromiso… Ella va a cortarme las bolas y luego las enterrará con una pala
haciendo pedacitos mi cuerpo. Elevo un jadeo sintiendo que estoy perdido.
Soy hombre muerto.
Cierro los ojos achinando mi rostro y pronto vuelvo a abrirlos para ver su
relación. Está confundida y también enojada, lo sé… y yo no puedo hacer nada
más que esperar hasta tener un tiempo a solas con ella.
—Te lo dije, Christopher. Necesitabas unas buenas piernas para no
extrañar a tu esposa, ¿Sabes que este señor tiene una esposa, cariño? Que
vive en Brasil…
Mierda. Mierda. Mierda.
La conversación que tuve con Brando hace semanas solo hace que todo
esto se agrave de la peor manera. Dulce levanta el mentón y mira a nuestro
alrededor como si necesitara sacar su enojo con alguien y gracias al cielo nadie
aparece.
—No lo sabía… —Agrega seca— Pero como usted se va a casar con otra
tendiendo esposa, señor Miller. —El tono de su voz me indica que necesito
hacer algo rápido. Es rasposa y ligeramente más aguda… celos.
—Eh… —Voy a hablar pero me callo al sentir las risas de Brando.
—Se llevaban mal. De hecho me comentó que la mujer era una
problemática. Seguro es horrenda. La señorita Constanzo me parece una
buena opción.
Sus labios y mente solo emanan sexo. Miro a Dulce y pienso en todo lo
que le ha tenido que aguantar a este malnacido…
—No. —Aclaro mi voz al verla reventar de furia— No dije eso, Brando.
Dije que no nos llevábamos bien, y por el bien de todos nos estamos
divorciando. La cena de hoy es para oficializar… —Todo, es tan difícil decirlo—
Nuestra salida formal.
Decir la palabra “novio” me cuesta delante de su rostro. Todo tiene una
explicación, pero sé que va a tirarme la puerta en la cara, sobre todo ahora que
no deja de mirarme.
—Oficializar… —Ironiza.
—Si. Bueno, los trámites están en marcha y en Brasil Todo es más fácil
por lo que creo no demorar mucho para darle a… a Tatiana el título que se
merece.
Es lo más difícil que digo. Miro los puños de Dulce y siento que voy a
perder la paciencia. Estoy a punto de dejar todo por ella, correr y decirle que lo
siento… que todo esto es una mierda pero debo aguantar.
Años de sacrificio pronto habrán valido la pena.
—Me parece bien, Christopher. Bueno cariño, esta noche tenderemos
una cena. —Brando palmea su espalda y pronto veo sus ojos en ella. Trago
saliva, aguanto. Dulce solo lo evita, está furiosa…
—Cariño.. El viaje ha sido cansado. La verdad es que estoy indispuesta.
Vayan ustedes. La señorita Constanzo no es de mi agrado tampoco.
—Y dale con lo mismo, mujer. Christopher es parte importante del
proyecto, por lo que esto no es una petición… sino una orden.
Sus ojos voltean a él con furia contenida. Aprieta la mandíbula y suspira
exasperada mente.
—Ya lo dijiste tú. No tengo más que hacer ahora. —Da vuelta a su cuerpo
y se va ignorándonos completamente. Ahora destruirá todo a su paso… Ni ella
misma aguanta su carácter. Es vengativa, rencorosa, celosa, maldita… pero
aún así sigue siendo mi Bonita
Estoy en problemas y estaré muerto si no actúo rápido.
—Mujeres… —Dice Brando mirándole el trasero. Contengo mi pulso para
no golpearlo, realmente esto está siendo cada vez más difícil, pero acabará
pronto. Muy pronto.
—Dulce es una mujer complicada. —Digo sin querer. Él me mira y ríe.
—Hablas como si la conocieras de toda la vida… —Su tono es bromista
y me hielo. Sonrio para que no sospeche de nada, entonces aclaro mi garganta
y termino de una dona vez con esta conversación.
—Para nada. Creo que la señorita Evans y yo jamás podríamos haber
sido amigos o algo más si nos hubiéramos conocido antes.
Levanta una ceja y se contiene
—Si fueran algo más tú estarías muerto ahora. —Me mira con extrema
seriedad y siento como todo mis músculos se tensan. Mierda. Entonces suelta
su risa y no me queda de otra que sonreír, aunque solo quiera golpearlo.
Las horas pasan y presiento que ella sigue tirando todo por la ventana.
La miro desde mi habitación y veo un libro volando. Es increíble como nada ni
nadie puede contra su enojo, sobre todo ahora que es más caprichosa y
calculadora.
Aún así la quiero.
Jadeo al sentir que todo dentro de mi se mueve. Si la llamo… va a
colgarme. Si le envío un mensaje no lo leerá. Y si voy a verla es probable que
termine lastimado.
Debí decírselo pero no quería arruinar nuestro momento. El Tiempo de
calidad con ella es casi imposible, por lo que lo he disfrutado el doble.
Tengo que ir —Aprieto mi mandíbula al ver caer más cosas por la
ventana. Simplemente no puedo dejarlo pasar, no cuando tuve un compromiso
con ella.
Eres un idiota, Christopher —Me digo a mi mismo.
Con temor cruzo la puerta y subo un piso. Son exactamente las 2 de la
tarde y no tengo idea si llegue vivo a la noche.
—Du… —Digo y callo. Si llamo a la puerta no me abrirá, entonces tomo
mi celular e ingreso al panel de seguridad de todos los Hilton. Tener el acceso
fue complicado, pero supongo que trabajar con el gobierno tiene también sus
ventajas.
Cámaras desactivadas.
Sonrio y me adentro para poner la clave e ingresar a su suite. Tenerla
tampoco fue fácil, pero durante mucho tiempo estudié todos sus movimientos y
me concentré en reunir toda la información que necesitaba.
Al entrar veo como toda su recámara está destruida. Los muebles boca
abajo, las sabanas fuera de su cama, mil papeles en el suelo y lo peor… ella
en ropa interior pisando todos sus vestidos.
Jadea confundida y solo me dedico a mirarla hasta que note mi presencia.
Trae el pelo alborotado, las mejillas rojas y un cuerpo de infarto.
Paso saliva, ¿Cómo maldita sea lo hace? Me provoca… sus nalgas son
casi poesía y sus pechos un insulto a la ropa. No quiero verla con ropa…
quisiera verla siempre así, mínima…. Suelta… con encaje.
—Hola —Sonrio al verla y siento como mi diafragma se tensa.
Abre sus ojos y me tira mil almohadas. Acercarme a ella es complicado,
entonces avanzo sintiendo que voy venciendo su furia. Esquivo todas las
almohadas. Pateo una, golpeo otra… y pronto llego hasta mi reina loca. La
tomo de las muñecas y se dedica a luchar conmigo.

—Dulce. Basta.
—¿Basta? ¿Teníamos un trato, no? —Grita. La contengo en mi pecho.
Puedo sentir su respiración haciendo mierda la mía… Es adictiva.
—Lo sé, pero necesito explicarte.
—¿Qué me vas a decir? ¿Qué me mentiste? —Me suelta y se aleja de
mí para no complicarse. Yo sigo mirándola y por más que quiero su ropa interior
me distrae y solo nota.
—Estúpido enfermo —Dice, toma una bata de baño y se la pone encima.
—Dulce.. —No he empezado y ya estoy cansado.
—Te escucho. Quiero ver que me vas a inventar ahora. —Contiene su
rabia y finge desinterés.
—Es necesario. —Exhalo— Tatiana es necesaria para el plan. —Digo y
toco mi cabeza. Deseo decírselo todo pero si lo hago preguntará más de la
cuenta. ¿Cómo miedosa voy a explicarle?
—Ja… —Lo ironiza— lárgate.
—Dulce… por favor.
—Que te largues.
—Tatiana me amenazó. —Perderla sería muy doloroso, entonces abro mi
boca. Con un solo movimiento se congela y vuelve su atención a mi.
Muerda, mierda. Esto significará preguntas… las mismas que no estoy
preparado para responder. No ahora.
—¿Qué? —No puede creerlo.
—Es difícil de explicar pero… —Trago saliva— Sabe más cosas de lo que
imaginas. Ella es policía, está en esta misión desde hace mucho. Y… quiso
meterse más a fondo, por ello intentó encontrar un trabajo aquí pero no la
dejaste. Trabajamos con una cabeza, el jefe, y me ha pedido que la incluya. La
única manera es… presentarla como mi prometida. Tenía que ser algo formal
para que Brando la invite a todos lados. Créeme que esto es más jodido para
mi que para ti… Dulce.. yo… lo siento. Solo es parte del juego.
Me mira como si no pudiera creerlo y se queda callada. Gira en si misma
para luego caminar y pensar… Sigue furiosa, lo sé porque tensa sus brazos,
pero lo está racionalizando de una manera.
—De verdad lo siento. —Digo sintiéndome como un Perfecto Imbecil. No
me interesa Tatiana, y prometimos algo, pero cuando fue a Vallarta me lo dijo.
Cumplió su palabra. Me lo había advertido de alguna forma— Prefiero esto a
separarme de ti por completo…
—¿La sarnosa te lo propuso? —Dice sin emoción.
—Me lo había advertido. —Exhalo.
—Bien. Ahora puedes irte. —Es firme cuando lo menciona. Y yo… estoy
confundido.
—¿Entonces? Tú… yo… íbamos a intentarlo. Dulce…
—¿Intentarlo? —Ríe— Creo que fui muy clara desde el inicio,
Christopher. Tú y yo… jamás podríamos volver a tener nada… nada que yo no
quiera —Cambia de golpe, Sonrie como toda la maestra en seducción y solo
parpadeo para ver si esto es real o mentira
—Dijiste que…
—Te quiero para mi, patancito. —Se acerca como una fiera y toma con
sus manos mis cachetes— No me gusta compartir mis caprichos. Odio a esa
zorra, por eso no te quiero con ella. Haces bien tu trabajo en la cama… —Pega
sus labios junto a los míos y solo los roza… Estoy sediento de ella, pero no
accede. Se separa de golpe— Pero nada más. Me gustan los buenos polvos.
Creo que siempre he sido clara.
Soy un idiota.
La miro sintiendo dolor en el pecho. ¿Esa es mi Bonita? Entonces se
voltea, mira a la ventana y no me habla. Saca sus ojos de los míos quizá por
gusto… o tal vez por miedo.
Si no la conociera me iría de este lugar escupiéndole la cara, pero no
puedo dejarla. No cuando quizá es mi culpa…
—Tienes una última oportunidad, Miller…
Me congelo
—… Decirme toda la verdad. Qué es lo que buscas en realidad, por qué
maldita sea te fuiste y que te trajo aquí después de todos estos años.
Voltea y me mira a los ojos. Cuando lo hace enseguida tiemblo. Suspiro
intentando contenerme… No puedo. No ahora. No cuando jamás me
entendería. Pensaría que fui un cobarde o que quizá pudimos afrontarlo juntos,
pero jamás se daría cuenta que hubiera estado en peligro.
Todos estos malditos años la he cuidado, quizá más de la cuenta.
La cuidé cuando dormía, cuando se cambiaba de apartamento, cuando
iba a la maestría. La cuidé en sus más delicados sueños… e hice hasta lo
imposible porque tuviera todo para ser feliz.
Pero también fui testigo de su dureza. Ella cambiaba poco a poco. Antes
tenía respeto por la gente… y poco a poco fue volviéndose hielo. Ya no sonreía,
solo manipulaba. Su egoísmo creció. Se alejó de todos los que la querían y
sedujo profesores, compañero, directores de hoteles para que le dieran una
oportunidad.
¿Y yo? No pude hacer nada.
—No puedo.
Digo con profundo dolor. Ella levanta el mentón y camina hacia la puerta
para invitarme a salir. La miro perdido… perdóname Bonita, perdóname por
todo. Algún día me comprenderás… y seremos libres.
Jadeo y me mira sin emoción pero a lo lejos puedo ver como sus ojos se
enfurecen. Mi garganta pica. Siento ganas profundas de gritar pero me reprimo.
—Dulce. —Digo.
—Adiós. —Me empuja y cierra la puerta tras mi salida. Lo que me afecta
no son tanto sus palabras sino sus ojos…
Odio que me mire de esa manera… con odio.
Me asfixio en mi recámara. Siento que no puedo respirar teniéndola tan
cerca y a la vez tan lejos. Todo el maldito dia pienso en ella… y me aterro
imaginándola con otro. No puedo. He perdido la tolerancia y me he vuelto débil
desde que la vi de nuevo.
Su mirada fría, su sonrisa hipócrita y sus ojos me entercan cada vez
más…. Necesito más tiempo, una esperanza, una vida con ella de nuevo pero
voy de mal en peor.
Camino por el lobby intentando despejar mi mente, pero es imposible.
Tengo un nudo en la garganta cada vez que recuerdo lo sucedido y
sinceramente ya no sé qué más hacer. Los marrones y grises de las paredes
solo me hacen pensar en que debería salir de este lugar y distraerme antes de
la cena. Alzo la vista y veo a muchas mujeres guapas caminando. Antes hubiera
ido tras sus faldas, pero hoy solo tengo el foco en una.
Margarita, no estoy para nadie. Iré a la peluquería. — La veo aparecer
como una luz estrellante en mi camino, entonces giro y me pego a la pared…
No me ve. Sigue su paso y camina como toda una diosa manejando a la
perfección los tacones.

No vayas, Christopher…. — Me digo a mí mismo, pero termino


siguiéndola como siempre. Ella espera un rato y luego sube a un auto que me
parece conocido. Achino mis ojos para ver de lejos y puedo ver la silueta de un
anciano esperándola dentro…
Dulce
No la veía hace tiempo, señorita Dulce. — Miro directamente hacia
adelante. El anciano sigue hablando y no contesto… porque no puedo
contestar.
El auto avanza no sé cuántas calles y sigo sin decir nada… simplemente
no tengo voz. Estoy ida, afectada de una manera extraña… y ni yo misma me
entiendo.
Llegamos, señorita. — Dice el viejo, suspiro y por fin me enfrento a él.
Gracias. — Digo pero no bajo del auto.
Usted está aquí para hablar, ¿Cierto? No para que la lleve a algún lugar.
— Lo dice con toda la sabiduría que lo caracteriza, entonces de alguna manera
dejo ir lo que he estado apretando desde hace tiempo… Mi alma.
Jadeo confundida y llevo una mano a la cabeza.
El Señor Tomás es un anciano, quizá de 80 años, fuerte y con una
sabiduría increíble. Lo conocí hace 5 años cuando pasaba por el peor momento
de mi vida. Cuando ya no quería vivír… Me salvó de la muerte. Corrió hacia mí
cuando y evitó que me tirara de ese abismo. Me apretó tan fuerte que sentí que
era el padre comprensivo que me faltaba. Jamás fui abierta con nadie, ni si
quiera con mi madre, pero con él fue diferente… Le conté mi vida siendo todo
un extraño para mí y lo que hizo fue aún mejor: Me dio un techo, comida,
abrigo… y comprensión.
Llegué como una indigente a México. Había escapado de mi vida en
Vallarta. Mi familia me buscaba y solo quería huír de ellos… del dolor que sentí
por su abandono y por tener un vientre seco. Este hombre me dio abrigo, me
trató como si fuera su propia hija… y eso jamás lo voy a olvidar. Usualmente le
paso un cheque que nunca cobra. Lo he tenido olvidado, pero hoy lo necesito
más que nunca… Más que nunca.
Nunca aceptó mis cheques — Suspiro.
Hija, jamás lo haría. Lo sabes. Te quiero por lo que eres, no por lo que
me das… — Sonríe y sus arrugas me parecen la cosa más extraordinaria que
he visto.
Mis papás lo cobran todos los meses… — Elevo un suspiro.
Nunca es bueno juzgar. Eres el orgullo de tu familia, creelo. — Toca mi
hombro y saco mi vista de sus ojos. — Te has transformado en la forma más
dura de ti misma.
Sabe que es mi forma de vida, Tomás. — Carraspeo mi garganta— Y
tiene razón… vine aquí para hablar. —Me sonríe y siento que estoy con el mejor
abuelo del mundo sin quererlo. Jamás entendí eso de mi misma… — Aún no
entiendo por qué fui tan cerrada con todos los mios y con usted… —No sigo
porque me calla con su sonrisa.
A veces uno busca hablar con alguien de fuera… El extraño te puede
brindar mejores consejos que un conocido, dicen por ahí. — Sonrío también.
Entonces quiero que siempre sea un extraño en mi vida, Señor Tomás.
— Suspiro desesperadamente.
¿Es el Señor Miller, cierto? — Me sigue mirando…

Regresó a mi vida, ¿Lo puede creer? Dice que me quiere — Río sintiendo
rabia— Pero no le creo. Juro que no le creo. ¿Cómo puede ser tan cínico? Se
va, me deja sola, luego regresa como si nada hubiera pasado y dice que soy
“su mujer”. Me engañó con lo del divorcio, contrató un maldito juez falso… —
Alzo la voz sintiendo que todo mi cuerpo arde de rencor— y me chantajea para
que lo ayude con su maldito juego. Tiene tratos con el gobierno, quiere hundir
a Brando, y me ha amenazado… Ahora tiene a esa zorra de mercado encima…
Es una estúpida yegua fracasada que solo busca su maldito pene. Teníamos
un trato… Y…. no sé por qué siento que no puedo con todo lo que tengo
encima. Quiero joderlo, aplastarle los huevos y a la vez tengo temor… Él puede
hundirme si lo quiere. Puede mostrarle fotos a Brando, ¿Se imagina qué
pasaría si se entera que es mi marido? ¡Nos mataría! Y yo perdería todo… todo.
No me habla… solo deja que me calme. Es tan sabio que se queda en
silencio… porque a veces es la mejor respuesta.
Lo veo y siento ganas horrorosas de abrazarlo, de llorar… pero yo no
lloro. Me he mecanizado. Y así es mejor.
Llora, hija…. — Palmea mi espalda.
No. No puedo. —Respondo con franqueza— Usted es la única persona
en el mundo que conoce mis secretos… y la poca fragilidad que me queda.
Yo siempre estaré para ti… —Su mirada me conmueve pero no digo
nada. A veces me pregunto si es un ángel… o un tipo de buena suerte en mi
vida.
Gracias, Señor Tomás. Quizá es el papá que me faltó… Uno que sí me
escuchó. Que no me impuso. Que con su silencio me dice más de lo que
debería… — Digo sintiendo asco por la cursilería, pero él se lo merece porque
sé que me aprecia…
¿Te haré taxi más seguido? — Pregunta animado cambiando de tema.
Juro que lo amo. Ha entendido mi rostro de incomodidad y solo quiere hacerme
sentir mejor.
Quizá — Sonrío.
Ten mucho cuidado con Brando, hija. Puedes quemarte… —Es tan
locamente padre cuando lo dice… y a la vez amigo.
Solo quiero su dinero. — Elevo una ceja— Y nada ni nadie me detendrá.
Salgo del auto y camino sintiendo un peso menos de encima. La
peluquería está abierta y solo camino hasta el salón privado. La recepcionista
me trae vino, tal y como me gusta, entonces veo el rostro de mi asesor personal
favorito…
Pensé que ibas a demorar horas, mi reina. — Eleva un grito y me da dos
besos en la cara. Tressi sonríe, es la gata más regia del mundo y solo río al ver
a su feo chihuahua en sus brazos.
Estoy aquí… y quiero que me dejes fabulosa. Que nadie me quite la vista.
Mi perra favorita…. — Chasquea los dedos.
Chris
Trago saliva y miro de reojo una figura conocida acercándose. Estoy
ansioso… muy ansioso.
Señor…. — Dice mientras camina con lentitud mirando a los costados.
¿Cómo está? Por favor, dígamelo. — Me desespero y contengo el aliento.

Confundida, hijo. — Sonríe— Pero pronto entenderá.


Exhalo.
¿Me quiere? — Hago la pregunta más estúpida de todas— Aunque sea
un poco….
No lo sé, hijo. Pero estás calando en su vida… de nuevo.
Sonrío y le doy la mano. El viejo me devuelve la sonrisa y no dice más.
Realmente es un hombre maravilloso… y discreto. Se limita a hablar lo
necesario y tiene una neutralidad increíble por más que esté trabajando para
mí hace años.
Gracias Tomás. Muchas gracias.
*
8pm. — Au pied du Cochon
Elegí este lugar porque me recuerda a Paris… y se que ella podrá
entender mi mensaje. Es la farsa más grande que he vivido, pero no me queda
de otra. No hasta que todo esto camine por si solo.
El aire francés del lugar solo hace que mis músculos se tensen. Ellos
llegarán en cualquier momento y sinceramente tengo miedo… porque sé que
ella estará más que hermosa que nunca, impecable. Después de conocerla por
años, de haber visto su cuerpo desnudo junto al mio y de haberla hecho mi
mujer… no puedo dejar de sorprenderme cada vez que la veo con distintos
vestuarios. Ella simplemente brilla…
—¿Babeando? —La agria voz de Tatiana me genera un malestar
conocido. Salgo de mis pensamientos al instante cuando la veo entrar con un
“sutil” vestido verde que muestra parte de su trasero.
Por mi esposa — Sonrío.
Yo seré tu esposa, no lo olvides — Me reta.
Sabes que todo esto es una farsa. Jamás me casaría contigo. — Me
desespera, simplemente lo hace.
Nunca digas nunca, cariño. — Intenta besarme y me separo de ella. El
reloj ha marcado las 8:20 pm y no llegan… ¿Se habrán arrepentido?
No tienes que mostrar tu culo para ser sexy, ¿Lo sabes, cierto? —
Arremeto contra ella y solo ríe ignorándome.
Amaste este culo en su momento… — Me molesta y coquetea—
Podríamos volver a repetirlo.
No gracias. — Digo.
Entonces llegan. Mi bonita agarrando la mano de ese malnacido. Me
quedo estúpido cuando la veo cruzar con ese apretado vestido negro. Lo lleva
ceñido a su cuerpo y tiene una pequeña abertura en el pecho que deja entrever
sus senos. Su espalda desnuda me mata… y solo me contengo al verla brillar
cuando camina con sus afilados tacones y un collar de brillantes que la adornan
aún más.
Llegamos. Sentimos el retraso. México está insoportable con el tráfico. —
Brando se excusa y cuando estoy cerca a ella solo me mira altanera. Siento
temblar cuando sus labios rojos se entreabren y luego se cierran.
Buenas noches. — Dice y se sienta junto a Brando, exactamente delante
de mí mirándome incisivamente. Me pone loco cuando parece estar tranquila…
¿Y sus celos? Ya no me mira quejándose sino como si yo no fuera nadie.
Bienvenue, messieurs. — Dice el mozo con un tono francés— Estas son
las cartas de vino y aquí de la cena.
Je veux juste une salade à manger, merci —Jadeo al sentir su tono
tiritando en mis oídos. Oh… Paris. Hicimos tantas cosas en aquella ciudad…

La même chose, s’il vous plaît —Agrego. El mozo apunta y luego mira
a Brando y Tatiana, quienes quedan mirándonos.
Yo deseo la especialidad de la casa. — Brando entrecierra los ojos —
Lo mismo para la señorita — Impone a Tatiana, quién solo se dedica a
estudiarnos. — No sabía que hablaban tan bien francés…. — Lanza el
comentario y Dulce abre los ojos.
Joder. Mierda.
Aprendí en uno de mis viajes… — Explico— Trabajar con empresas
francesas ayuda definitivamente. — Me tenso al ver a Dulce tomar su mano.
Tú nos pagaste un curso de francés, cielo. — Arrastra sus dedos junto a
los suyos y siento que este será un infierno.
Tienes razón, cariño… — Levanta y besa su mano. No quiero que la
toque… no donde yo la besé primero. — ¿Y bien? Cuéntanos… cómo nació el
romance.
Me dispongo a hablar pero Tatiana gana la palabra.
Pues… trabajando, ¿Verdad querido? Christopher es un hombre
extremadamente romántico. Me regalaba chocolates todo el día… y empezó a
enamorarme. Trabajar con el gobierno es complicado, pero somos ingenieros…
viajábamos juntos y un día terminó besándome.
Así que eres un tipo romántico… — Bufa Brando. La mirada de Dulce no
emite emoción y me tranquilizo al ver que aún está quieta. Solo un poco más…
un poco más.
No. — Miro a Tatiana— Bueno… sí. Lo de siempre. — Soy cortante,
Dulce me observa.
Ay, chiquito… no seas modesto. — Ríe— Un día nos acostamos y todo
se fue haciendo más intenso.
Brando ríe, ella sigue sin emitir emoción. Estoy incómodo… realmente
incómodo, pero la suave melodía de un piano termina por relajarme. Me pierdo
con ello. Sus agudos y bajos me remeten a Francia… y vuelve aparecer en mis
pensamientos la silueta sublime de una mujer desnuda. Mi Dulce melodía.
Siempre la misma.
Ella es esa pieza de piano que busco en mi vida.
Tu actitud me gusta, Tatiana. Eres una chica decidida. — Agrega Brando
quebrando mis pensamientos, mirando a Tatiana con perversión
Es la imagen más asquerosa que veo, pero sencillamente no me importa.
Algunos minutos pasan y el mesero trae la comida junto a los vinos
rápidamente. Tatiana empieza a armar una historia y yo… simplemente la
ignoro al igual que Dulce. Brando está realmente entretenido, lo que me ayuda
a dejarme llevar por la belleza de mi esposa sin preocuparme porque lo note.
Dulce hecha un vistazo a su celular y luego lleva su copa a sus labios.
Pero también soy romántica… — Chilla con una falsa emoción Tatiana—
¿Sabes cómo me terminó de enamorar? Empezó a llamarme Bonita.
Golpe bajo.
Mi corazón salta hasta el techo. Dulce tose, sé que le incomoda. Miro en
sus ojos tensión… Maldita sea, maldita sean todos. Empiezo a sudar frío y
Tatiana ríe con sabor a venganza. ¿Cómo lo sabe? ¡Jamás se lo he dicho! ¡Es
totalmente una mentira! Dulce hace puños, está desorbitada…
Ha manchado nuestra palabra. Y desatado a la bestia…
Todo esto me parece asqueroso, sinceramente. — Dulce se levanta—
Buenas noches.
Me levanto apunto de arruinar todo, pero Tatiana se une a mí tomando mi
brazo. Brando camina tras ella llamándola con furia, pero Dulce no hace caso.
¡Ven aquí, maldita sea! — Grita— ¡Te estoy ordenando que vengas!
Jodido viejo, voy a matarlo.
Mi corazón no soporta más este martirio y pronto camino furioso tras sus
pasos.
Vuelve, idiota — Dice Tatiana casi susurrando— Vas a arruinarlo.
No me interesa — Me suelto de su agarre— Todo esto es tu culpa.
¿Mi culpa? Tiene que creernos…
Nunca voy a perdonártelo — Le advierto.
Termino de zafarme y pronto veo cómo Brando toma la muñeca de mi
esposa. La obliga a mirarlo. La toca como si fuera cualquier zorra. Mi furia está
contenida… voy a matarlo. Juro que voy a matarlo ahora.
Vamos, cariño… — Dulce se acerca a su boca— Necesito tu calor en mi
cama. Quiero hacerte travesuras… — Susurra tan alto cuando llego que
empiezo a volverme loco.
¿Enserio? — Brando parece confundido y pronto la suelta para enrollarla
en sus brazos— Pensé que no querías nada hasta tener el anillo…
Quiero todo, todo contigo — Lo hace de una manera tan sexual que siento
que ardo.
Voy a golpearlo. Voy a hacerlo. Lo mataré en este puto instante y la
tomaré de los brazos… me la llevaré lejos.
También quiero, cariño. — Toca sus nalgas y la pega a su cuerpo.
No puedo. No puedo contenerme.
Hago puños y por fin veo su rostro malicioso. Dulce besa su cachete y
luego me mira directamente. Lo hace por venganza… Lo hace para
provocarme… porque sabe que es lo que más me enferma. Combate conmigo
de la peor manera y solo me siento extraño.
Sácame el vestido ahora… y tómame como quieras — Vuelve a decir sin
ningún tipo de vergüenza.
¡Eres mi maldita esposa! — Digo en mis pensamientos. Estoy rojo de
furia, jodido de celos, quemándome en el fuego del infierno.
Lo toca…. Lo toca como si estuviera a punto de desatar una bomba. Si
no la detengo va a hacerlo, lo besará con furia delante de mis ojos y no podré
soportarlo….
¿Quieres guerra, amarga? Jugaré tu maldito juego.
Tomo a Tatiana del brazo y ladeo su rostro junto al mío. Me mira sin
entender… y pronto la beso.
19. Nunca digas nunca
Dulce

“Estás ahí entre mis ganas de arriesgarme y el miedo a enamorarme” A.

Mi pulso aumenta mientras tomo mis manos y las hago puños. Duele…
traigo las uñas largas y puedo sentir como se entierran en mi carne haciendo
que arda. No puedo con esto.
La sensación de vacío cala en mi cuerpo lentamente. Nauseas amenazan
mi interior al ver el hocico de esa zorra devorándolo. No lo soporto, voy a
matarla… y a degollarlo.
Mi piel quema. De pronto todo se convirtió en fuego. Tengo la temperatura
tan elevada que siento morir. Jadeo, mi corazón no deja de latir y simplemente
aparto mi vista.
—Cariño… —Susurra Brando en mi oreja, entonces siento que todo
suena como un pitillo agudo. Mi mente colapsa, todo es distinto ahora. Me
balanceo y tomo su brazo para sostenerme.
Me siento mal, muy mal.
Enseguida Christopher me mira como si su vida fuera a joderse en este
momento. Hipócrita… es un maldito hipócrita. Tengo tanta rabia que solo deseo
que se muera. Juro que lo mataría con mis propias manos, pero ahora solo me
concentro en mi. Respiro hondo, me falta el aire y mi cuerpo emana un calor
extraño.
—Estoy bien. —Digo manteniéndome firme. Lo menos que quiero es dar
lástima.
Pero el zumbido sigue y estoy incómoda.
—Dulce… —Entorna sus ojos en mi y me dedico a maldecirlo con mis
labios. Veo que se acerca y solo doy un paso hacia atrás.
No quiero que me toque.
—Estoy bien. —Repito al sentir las manos de Brando sujetarme la
cadera— Vámonos por favor.
Brando se excusa y mientras me asomo al borde de la puerta puedo ver
a la zorra de mercado mirándome como si me hubiera ganado la guerra.
Entrecierro mis ojos y levanto mi mentón como puedo. Sin soltar la mano de
Brando la miro con furia.
Vas a pagarlo. Lo juro.
Brando insistió en que el Doctor López me haga una visita, pero no quiero
ver a nadie. Cuando entra con su bata blanca solo lo maldigo en mi mente y
accedo. Me duele terriblemente la cabeza y al parecer no será algo pasajero.
—Voy a tomarle la presión, Señorita Evans. Por favor, su brazo. —
Accedo y hace su trabajo.
Me hace mil preguntas que no dudo en contestar a medida que voy
sintiéndome aún peor. Llevo una mano a mi cabeza e intento calmarme
respirando, pero no lo logro. El dolor sigue y mi cuerpo aún quema.
—Tiene la presión alta. —Dice y solo jadeo ¿Presión alta? ¿Qué carajos
es eso? — Le recetaré algunas pastillas. Por favor, señorita. Debe seguir a pie
de la letra mis indicaciones, ¿Sufre de hípertensión?
—Qué es eso. —Respondo aturdida. El médico me mira y sonríe a
medias mientras escribe algo en un papel.
—Por favor, necesito que se haga estos análisis y que se cuide. ¿Sufre
de dolores de cabeza comúnmente?
—Si. Bueno. Lo normal. —Contesto.
—Por favor, no olvide hacerse los análisis. Es probable que hoy haya
sufrido esta descompensación por alguna emoción fuerte. Si es hipertensa
debe cuidarse.
—Necesito sacarme este malestar. El oído sigue zumbándome y la
cabeza me explota.
—Debe seguir mis indicaciones. —Repite y no sé quién es más terco.
Tomo el papel y no digo más.

Cuando se va solo exhalo fuertemente. Brando no es la persona más


amable del mundo, pero al menos se preocupó en que viera a ese médico.
Ahora estoy sola… de nuevo. Y solo pienso en que necesito relajarme de
alguna manera, pero la cabeza sigue molestándome.
Quiero verte ahora —Texteo y en dos minutos toca la puerta la estupidita.
—Dulce… —Sonrie.
—Envía a que me consigan esto —Le Doy el papel y sale volando.
Necesito descansar y olvidarme de todo pero si sigo de esta manera solo
conseguiré morirme de nervios.
Estúpido idiota.
Aún sigo furiosa por lo que hizo. Besar a Tatiana ha roto completamente
toda comunicación entre nosotros, así que no pienso hablarle ni dirigirle la
palabra. ¿Quién se cree? Imbécil, idiota, patán… ¿Qué más podía esperar?
Mi celular vibra y solo veo un mensaje de texto en mi pantalla.
“¿Estás bien?” Pregunta el muy sinverguenza. Ruedo mis ojos porque no
pienso responderle.
Dulce. — Llega corriendo Rita para luego darme las pastillas. Tomo un
poco de agua y las paso.
Gracias. Ahora vete. — Digo. No estoy de humor. Ella no se va… ¡No
estoy de ánimos para aguantarla! Así que la miro— ¿Qué quieres?
Acompañarte. Te sientes mal, Dulce. Por favor… — Implora y recuesto
mi cabeza en mi almohada. No me importa si se va o se queda, simplemente
quiero que este dolor pase.— Dulce… ¿Qué sucedió? El médico dijo que tenías
la presión alta. Le pregunté cuando salía.
Nada. No sé cómo pasó. — Cierro mis ojos, claro que lo sé pero no pienso
decírselo. Es imposible que todo esto esté pasándome ahora. Me decepciono
de mi misma por haberlo permitido. Christopher solo quiere volverme loca, es
eso… pero no le daré el gusto.
Quizá necesites trabajar menos. Digo… has estado de viaje, ni si quiera
disfrutaste la estadía en Can Cun ¿Cierto? — Su curiosidad me estresa, así
que decido no contestar. Ella solo me mira… y siento la extraña necesidad de
hacer que se largue.
Vete. Quiero dormir.
Quería… contarte algo. Yo… no sé… si… tú…
No. — Digo.
Es algo… personal — Exhala con tensión.
Estoy indispuesta. — Y tomo la sábana para enrollarla en mi cuerpo. La
verdad es que no me interesa la vida de Rita, y tampoco cargar con sus
problemas ahora. Solo deseo que este maldita presión en mi cabeza pase y
que que Christopher desaparezca de mi vida.
Solo ha venido a hundir lo que tanto trabajo me costó superar y no lo
acepto.
*
La mañana se torna agradable para mis ojos. Ya no hay dolor, el sol salió
y solo me dedico a darme un merecido baño de espumas. Mientras me hundo
en el tibio mar de mi bañera masajeo mis piernas con total paciencia… Toco la
punta de mis dedos del pié y subo con suaves movimientos circulares hacia
mis rodillas haciendo que todos mis malos pensamientos se vayan.
Por un momento suspiro y arqueo mi cuello hacia atrás… Esto es vida.
Siento que todas las energías están alineadas en sus respectivos sitios en este
momento, así que me doy el tiempo para disfrutarlo. Mis senos están erectos,
una pequeña corriente de aire pasa por mi rostro y abro los ojos de golpe… ¡Es
la maldita puerta! La dejé cerrada. Qué mier….
Hago silencio. Es él, puedo sentirlo. Esta escena ya es conocida. Hace lo
que quiere con el hotel y aún no comprendo cómo es que tiene todo este poder.
Miro hacia todos los lados y no lo veo, ¿Estaré loca? Curveo mi sonrisa y sigo
tocándome pero ahora de manera más intensa. Voy a provocarlo y sé que
odiará tener que aguantarse. Lo haré hasta que diga basta y salga de su
escondite.
Un dedo…
Subo de mis rodillas hacia mis piernas y luego hacia mi ingle. Me arqueo
nuevamente y curveo mis ojos mordiéndome los labios. Jadeo… y paso saliva
mientras finjo pasar mi mano por mi zona íntima. El agua y la espuma cubren
toda evidencia, por lo que aprovecho este tiempo y murmuro pequeños gritos.
No lo veo pero siento la tensión
Con suaves movimientos vuelvo a subir mi otra mano por mi ombligo para
luego llegar hacia mis pechos. Y los toco… finjo lavármelos y pronto termino en
mi cuello. Un masaje no quedaría mal, así que me demoro unos segundos.
Necesito… comer algo — Digo entre suspiros con toda la intención del
mundo y remato mi osadía llevándome un dedo a mi boca.. Lo succiono. Lento,
con furia y total olor a venganza.
Entonces escucho un pequeño grito ahogado. Está aquí… pero no
conseguirá lo que quiere.
Demoro 5 minutos mientras termino de enjuagarme y ponerme la toalla.
Camino lentamente por mi recámara atenta a cualquier movimiento; Sin
embargo, todo parece igual. Sigo mi rutina como acostumbro: Me peino, pongo
crema a mi cabello y cuerpo para luego vestirme. Los sujetadores de encaje
son mis favoritos, sobre todo porque no agrandan mis senos. Los tengo
suficientemente generosos como para quererlos más voluptuosos.
Dulce… — Escucho la voz chillona de Rita. Miro una vez más a mi
alrededor y no encuentro a nadie.
Adelante.
Mis ojos se sorprenden cuando la veo entrar con una bandeja de comida.
Sonríe como idiota pensando en impresionarme y yo solo noto que ha
cambiado su vestimenta. Ya no es ridícula al combinar su ropa, ahora es…
aceptable.
Como te gusta — Sonrío y noto el café expreso recién hecho, tostadas y
jamón de pavo en un plato. Fruta en un pequeño pote al costado.
Gracias. — Sueno bien… hasta yo me sorprendo— Déjalo ahí.
No olvides que debes tomar otra pastilla hoy, ¿Cómo amaneciste? —
Pregunta preocupada. Su interés en mí me genera curiosidad.
O es una estúpida o se hace la estúpida
A lo largo de estos años aprendí a ser precavida, quizá más que de
costumbre. La confianza no va conmigo, solo es interés. Utilizo a las personas
a mi antojo. Y sí… soy una bendita interesada, ¿Está mal? Al menos no me
llevo el puño al pecho arrepintiéndome de algo que volveré a hacer sin duda.
Soy lo que quiero ser.
Soy mi propio destino y nadie me va a detener, ni si quiera el patancito.
Desayunaré e iré a la reunión de Brando.
Bien. — Sonríe— Eh… estaré abajo entonces.
Sale moviendo sus nalgas y siento ganas de reir, ¿Realmente cree que
es sexy? No interesa. El hambre ruge en mi estómago y no lo haré esperar.
Tomo un tenedor y lo unto en mi fruta para llevármela a la boca. Puedo ver todo
limpio y perfectamente decorado, pero un detalle me genera curiosidad. Hay
una especie de mancha detrás de mi plato.
Levanto una ceja y vuelvo a mirar a mi alrededor… es un papel pegado
sutilmente. Lo tomo entre mis manos y luego puedo visualizar la letra… Mierda.
“Puedes estar lejos de mis ojos pero no de mis pensamientos” Tu Romeo.
Arrugo la nota intentando pensar con la cabeza, pero mi rabia aún gana
las emociones que emano de mi piel. Jodido patancito, voy a cobrarme todas
las que me has hecho.

Sin interés tiro el papel al tacho de basura y dejo la comida de lado. Estoy
enojada de nuevo. Recordarlo no me hace bien porque me exaspero de alguna
forma generando en mí ansiedad.
Voy a resolverlo. Lo sacaré de este juego y tendré mi dinero sin su ayuda.
Chris
Está comiendo… Ella come tranquilamente en su suite y seguro ya llevó
mi mensaje. Si no contesta mis llamadas y textos, entonces llegaré a ella de la
forma más tradicional posible y no me interesa.
Camino por el largo pasillo del Hilton. Veo a muchos empresarios llegar,
otros irse. Si supieran que este lugar funciona gracias al nacotráfico algunos
saldrían corriendo. No veo la hora de terminar con esta misión e irme con mi
esposa muy lejos, pero tiempo al tiempo.
¿Babeando por la Bonita? — Escucho una voz conocida que me
sorprende.
Es André.
Me pregunto qué hace aquí a estas horas y en este día. Su visita debe
ser sinónimo del jefe, por lo que me enerva apenas sonríe con esa actitud
arrogante.
¿Qué haces aquí? — Susurro. Miro las cámaras y finjo saludarlo.
El jefe está preocupado — Aprieta mi mano con fuerza sonriendo— ¿Qué
diablos estás haciendo?
Hice lo que Tatiana quiso, ¿No era lo que quería?
La miras con odio, el blanco puede sospechar. Es un hombre muy
inteligente.
No me interesa. No puedo fingir con Tatiana. — Espeto y lo invito a pasar
a una de las salas privadas.
Vine porque me dieron una cita con el viejo, ¿Supuestamente soy parte
de Ensueña, no? — Ríe despreocupado— Quería ver tu cara de idiota también.
Tatiana informa que no dejas de cometer errores.
Tatiana puede irse a la mierda — Jadeo. Por su culpa pasó todo esto.
Escuchamos todo, tranquilo. — Mi piel se eriza y abro los ojos de
inmediato.
¿Qué cosa? — Pregunto.
Vamos, Christopher…. Sabes que es común en este tipo de trabajos.
Audífonos por todos lados. Escuchamos toda la conversación de la cena —
Levanta una ceja y aprieto mi mandíbula. ¿Qué otra cosa escucharán? Por lo
menos yo me aseguro de no llevar nada de ellos cuando veo a Dulce.
Liberame de esa estúpida — Digo cansado— Me trae problemas con
Dulce. — Suspiro apelado a su cordula. André me mira confundido.
¿Por qué problemas? ¿No se supone que Tatiana ayuda a la misión?
No. — Miro de reojo a los costados, luego hacia arriba. La cámara está
justo dando hacia el otro pasillo, por lo que sigo mi concentración— Dulce está
furiosa, la odia. Ayer tuvo una descompensación. Tuve que aguantar mucho
para no ir tras ella.
¿Quieres decir que está celosa? — Se sorprende y pone interés en el
caso— Interesante.
Sabes que lo nuestro fue especial. Realmente quiero una oportunidad con
ella. Tengo un trato con el jefe y no puede negarse. Libérame de este asunto,
André. Además… — exhalo— Dulce querrá vengarse de mí y conociéndola es
capaz de joder todo.
¿Vengarse? ¿Joder todo? — Se estresa— Debes impedirlo de alguna
forma.
Ese es el maldito problema. Me va a pedir que me aleje de Tatiana ¿Y yo
qué voy a decirle? Lo mismo que ayer… que no podía porque es parte del
juego. Sin querer el jefe me está obligando a rechazarla ¿Sabes qué tipo de
mujer tengo? — Rio— Caprichosa y amarga a más no poder.

Quizá tengas razón… Obviamente Tatiana se está aprovechando del


asunto.
Puede que sea peor, André. Además… —Lo miro sin quitarle la vista—
Estoy cumpliendo con mis objetivos.
Lo sabemos, Christopher pero queremos que la enamores de una buena
vez. Hazlo. Las mujeres son muy emocionales. Si ella te ama no te dejará de
nuevo. Si te ama… hará todo lo que nosotros pidamos y no tendrá reparos. Una
vez que hayamos vencido a Hilton, entonces serás libre para hacer lo que
quieras.
Asiento sonriendo.
Ellos no tienen idea de mis verdaderos planes.
Dulce
Buenos días — Digo.
Una rueda de hombres se levanta al verme entrar. Llevo una falda negra
y blusa blanca, por lo que hace que esta reunión sea más formal de lo que
imaginaron.
Brando me estudia como siempre y sonríe mientras mira mi trasero. He
intentado no sentirme asqueada cada vez que lo hace, pero como es costumbre
no logro amoldarme del todo así que ignoro sus mensajes.
Siempre puntual, cariño. — Besa mi mano y ruego porque no lo haga en
mis labios. Los empresarios están acostumbrados a verme como una más de
sus zorras, pero yo voy a demostrarles que puedo ser más que eso así que
saco mi mano y no le doy por su lado.
Ríe. Creo que también se ha acostumbrado.
Empecemos entonces. — Suspiro y pronto siento que la puerta se abre.
La imagen que temí aparece por el cuadro de la puerta: Christopher,
Tatiana y el amigo del gobierno. Desvío mi mirada lo más que puedo al sentir
que sus ojos se enfocan en mí, leo algunos documentos y luego empiezo a
hablar de la manera más tranquila del mundo.
De vez en cuando puedo sentirme oprimida por las miradas del patancito,
pero no me interesa nada.
La construcción sobre las áreas protegidas del mar se realizará lo más
pronto posible. — Impongo.
Lo siento, señorita Evans pero no será posible hasta obtener el resultado
del perito.
Ya tenemos esos estudios, señorita Constanzo. Puede leerlos en la
carpeta de documentos que lleva en sus manos.
La dejo en ridículo y solo sonrío.
La mirada incesante de Christopher se cruza con la mía y solo lo evito.
Tenerlo aquí… con ella me genera más dolor de cabeza, por lo que solo me
contraigo evitando respirar. Tengo que reprimir este extraño suceso de alguna
manera, y es lo más cercano que puedo hacer con mi cuerpo.
¿Cómo fue todo por Can Cun Christopher?
De maravilla, Brando. Avanzamos conversando con las comunidades de
Quintana Roo. Hay una muy cerca de una de nuestras playas que apoya todo
el tema natural, pero me encargué de eso. No hay nada que con dinero no se
compre.
Devuelve sus ojos hacia mí y esta vez no le quito la vista.
Vine aquí para verificar el proceso, pero veo que todo marcha de maravilla
— Agrega André. Si Brando supiera toda esta farsa quizá los mataría en un
instante… Lo que no me desagrada.
Qué bueno Sr. De Fillippi. Tengo el mejor equipo.
Tienes al mejor ingeniero — Dice Tatiana enredando sus manos en el
cabello del maldito Miller. Mi mente se nubla cuando la veo acercarse con
descaro a sus cachetes. Christopher la aparta.
No se preocupen, nos encanta las muestras de cariño — Dice Brando
bufándose de todo. Mi ansiedad vuelve a relucir y los miro… ¡Lo hago! ¡Y lo
seguiré haciendo hasta que me de cuenta! Es un maldito idiota, este es un
estúpido juego y no pienso seguirlo.
Mi amor, ¿Iremos de paseo de nuevo? Ya extraño tus besos en mi
cuello… — Susurra tan alto que parece que lo grita. Brando se divierte,
Christopher se tensa. Y yo… solo intento levantarme.
No la soporto, simplemente no puedo.
¿Se va de nuevo señorita Evans? — Pregunta haciendo que mis pies no
avancen.
Tengo muchas cosas que hacer. Trabajo todo el día, Srta. Constanzo.
Para las personas inteligentes como yo esto no es un lujo.
Oh…. — Ironiza sus palabras— Ya veo. Entonces vaya mientras nos
quedamos tomando una copa, ¿Qué les parece? ¿Qué te parece cielito? —
Besa su cachete y Christopher no hace nada.
No. Hace. Nada.
No. De hecho necesito hacer unas llamadas — Se excusa pero Tatiana
lo toma del brazo.
¿Llamadas? No corazón, mejor quédate conmigo.
Es cierto. Quédese con ella, Sr. Miller… que necesita alguien con quién
terminar de perder el tiempo.
¿Envidia o coraje? — La muy zorra se atreve a desafiarme delante de
todos. Mi cara se pone blanca de la rabia— Digo… porque usted se queja de
trabajar mucho. Nosotros en cambio disfrutamos el momento.
Intenta arreglar su comentario de la forma más estúpida posible. Miro a
Brando y está mirándola con cautela. Mierda. Mierda. Mierda…. André explota
de furia al igual que Christopher.
Respétese, señora. Mírese a u espejo y pase por un cirujano para que
termine de arreglar su hermoso rostro de caballo. Quizá así se sienta mejor
consigo misma y deje de estar metiendo las narices donde no debe.
Lanzo mi espada de una forma sutíl pero venenosa. Miro a Brando y ríe,
creo que lo acepta. Él sabe que no me cae. Sabe que no soporto a esa zorra
de mercado y aún así la ha puesto en mi camino. Tatiana no dice nada porque
Christopher está agarrándola del brazo.
No puedo. Simplemente no puedo.
No tolero que lo huela, que lo toque, ni si quiera que lo tome del maldito
brazo.
Me voy echando fuego y sintiendo mi corazón palpitar con furia. Jadeo.
No lo soporto. ¿Cómo haré entonces?
Algunas personas me hablan y solo me dirijo a mi recámara. Golpear las
cosas y tirarlas por las ventanas ya no me funcionan, entonces me acuesto en
mi cama conteniendo toda mi hiel.
Voy a matarla
La imagino degollando su asqueroso cuello barato.
Y vuelvo a sentarme
¿Qué hago? Me aloco, me asfixio, me quemo.
No la soporto. Y no tolero a Christopher con ella ni si quiera a centímetros
de su piel. Imagino sus besos, sus caricias y me enfermo pensando en que
puede gustarle. ¿Qué maldita sea le vio? Grito. Lo hago. Grito con furia sobre
mi cama y me acurruco en posición fetal cuando me canso.
La odio, juro que la odio pero a la vez no me creo.
Mi corazón quema. Mi alma arde en el infierno.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué maldita sea?
Me levanto sintiendo que todo me arde. Tengo una fuerza muy grande en
mis manos, soy capaz de golpearla ahora mismo pero hago puños por mientras.
Necesito entenderme y sacarlo de alguna manera.
Qué mierda me pasa. Por qué estoy siendo más débil…
Débil, mierda, Débil.
Jadeo al sentir mi corazón vibrar a mil por hora, entonces me acerco al
espejo. Soy la Bruja del cuento. Soy la maldita antagonista de mi propia historia
porque quiero. Estoy permitiéndolo y eso no es sano.
Mi mente colapsa al ver pasar imágenes de Christopher en mi cama, en
mis labios, en mi vida. ¿Cómo lo estoy haciendo? Quiero gritar, correr, huir…
por primera vez después de lo sucedido.
Estoy sintiendome acorralada y lo pienso… lo pienso más de lo que
acostumbraba a pensarlo.
No…
No podría.
Mi mente se queda en blanco.
Silencio.
Escapo de mí vista y caigo sentada en la cama con la boca abierta. ¿Esto
es real o es una maldita fantasía? Trago saliva y siento que mi garganta está
cada vez más áspera, entonces grito en silencio aullando como un animal.
Tomo mis manos y los llevo a mi cabeza, es ese dolor… el mismo que sentí
hace tantos años. Mi vida, mi mundo, mi mente dan vueltas.
Deseo verlo hundido y a la vez en mis brazos. Deseo que se arrepienta
por haberme dejado. Deseo que trapee el suelo con esa puta de mercado y
luego venga a rogarme llorando, suplicando, arrastrado. Quiero que le duela y
arda en el infierno, pero también lo quiero en mi cielo…
Abro los ojos de golpe. No hay más…
Lo quiero. Y me importa quizá más de lo que pienso.
20. Más que simples besos
Dulce

“Cuando alguien te gusta hasta sus defectos te parecen interesantes…”

El olor a papas fritas hace que se me revuelvan los intestinos. No sé si es


porque he aprendido a rechazar las grasas o por el incesante aceite que le
echan, pero no lo tolero. Paso caminando por la otra esquina de la cocina de
hotel y verifico que todo esté en orden.
Los cocineros son buenos, debo admitirlo. Pero sus caras largas me
hacen pensar en que no les soy de su agrado. No me interesa… Levanto mi
mentón y sigo caminando mientras controlo los estándares de limpieza:
Guantes, gorros esterilizados, rostros limpios y pequeños esparadrapos en sus
bocas. Todo correcto. Gabriela, la nueva encargada del área, debe intentar
impresionarme si quiere mantener su puesto de trabajo.
—Buenas tardes. —Asume su función y camina conmigo por las salas de
cocina. Huele tan fuerte que llevo una mano a mi boca.
—Deberían prender el aire acondicionado. —Reclamo directamente
ignorando su saludo y me mira con tensión.
Río internamente al ver sus ojos reflejados en los míos. Debe estar
pensando en que soy una especie de chica suertuda, o quizá la perra del jefe,
pero no me importa.
—Si, está bien señorita Evans. —Dice reteniendo sus comentarios.
—Exigí comida saludable en la cocina, ¿Por qué no lo han hecho? Cada
vez que entro huelo a grasa. Hilton Company intenta Pertenecer al conjunto de
empresas que apoyan la comida sana, sobre todo con los índices de muerte
por la mala alimentación en México.
—Un cliente ordenó lo tradicional, señorita. —Tensa su mandíbula.
—Acabas de decirlo. Uno. Pero la cocina huele así todos los días. Quiero
un reporte de menús ofrecidos en el almuerzo para la noche.
—Pero… señorita. —Intenta decir algo. Su rojez extrema me dice que
está en problemas entonces la miro fijamente. Me miente.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí? —La corto con otra pregunta.
—Casi 15 años. —Responde sería. Lo sabía… 15 años trabajando aquí
y nunca ha subido de puesto. Me envidia, lo veo en sus ojos, pero estoy
acostumbrada.
—Um… y siempre estuviste en cargos bajos, ¿Es eso?
—No sé de que me habla. —Pone su cara de hipócrita y miro mi reloj. Es
tarde. No tengo tiempo para esto ahora así que lo dejo pasar.
—Con esfuerzo y sacrificio se cumplen las metas. —Sonrio y se que me
ha entendido. Soy menor que ella y soy su jefa, eso debe joderle— A partir de
ahora quiero reportes de los menús diariamente. No quiero que incluyan
comidas grasosas en las cartas, sino saludables. Si el cliente pide comida no
saludable, es un extra. Todo entra por los ojos, Gabriela. Si no te lo ponen en
bandeja, no lo piden. ¿Bien?
No me responde.
—¿Bien? —Vuelvo a preguntar.
Asiente.
Le doy una falsa sonrisa y cuando volteo hago una mueca. Debe estar
odiándome… pero por algo me maté años estudiando una maestría. Soy la
mejor en mi rubro y nadie puede negarlo.
Con pasos firmes camino por las otras salas del hotel. Chequeo la
iluminación y todo está en completo orden. Levanto una mano saludando a
algunos conocidos, sonriendo como retardada, fingiendo sentir que me caen
bien pero luego vuelvo a mi seriedad de siempre. El aire circula bien, inhalo y
siento el olor a lavanda… Perfecto. Debo felicitar a Justin, nunca falla.
La mirada incesante de André hace que me vuelva a girar en mis talones.
No deseo hablar con ese hombre, tampoco ser su amiga o tener algún tipo de
relación laboral. No me gusta. Siento que sus ojos calan en los míos y que me
estudia cada vez que puede, así que toso fingiendo no verlo y camino lo más
rápido que puedo.
—Bonita…. —Me congelo. ¿Qué me dijo? ¿Me dijo Bonita? Se acerca
riendo y lo miro con ganas de escupirle en la cara.
—Dulce Evans. —Lo corrijo y me mira desafiante de nuevo.
Está bien, Dulce…. ¿Evans o Miller? — Mis ojos saltan y arremeto contra
él. Todas las partículas de mi cuerpo se ponen en alerta, ¿Está loco o qué?
¿Qué quieres? ¿Por qué vienes aquí con tus aires de grandeza a
molestar?
Hablar contigo en privado, solo eso. — Sonríe enseñando los dientes.
No tenemos nada de qué hablar — Respiro.
Claro que sí. Se acabó el recreo, quiero saber cuándo nos pasarás los
documentos que te pedimos.
Sonrío ignorándolo y luego me doy la vuelta. Pronto siento su mano tomar
mi brazo con furia. Mierda… mi respiración se acelera y siento cómo la presión
es capaz de marcarme la piel así que lo suelto.
¡Qué te pasa! — Sobo mi brazo.
Enseguida siento su olor… Christopher.
Mi pulso se acelera cuando lo veo asomarse por la esquina de unos
pasillos. Camina lentamente y muy seguro de sí mismo. André suelta a reír
cuando lo ve, realmente es un tipo despreciable, y yo solo no puedo evitar
mirarlo… Su traje sigue siendo medio formal y a la vez sport.
Calma tiburón, ¿No le puedes quitar los ojos de encima, cierto? — Bufa.
Cierra la boca — Dice entre dientes— ¿Qué está pasando?
Levanto mi mentón y sigo frotándome el brazo. Christopher me mira
explorando mis ojos, yo… solo lo evito. Jadea al darse cuenta de lo sucedido y
pronto susurra muy bajo a André, quien quita la sonrisa de sus labios para
volverla seriedad plena.
Solo venía a hablar con tu… esposa — Ironiza de nuevo. Juro que voy
a matarlo.
No la metas en esto — Espeta contra él tensando la mandíbula. En ese
instante pasa un empleado, nos saluda con la cabeza y sigue su rumbo. Es
muy peligroso hablar de esto aquí…
Está bien, hablaré contigo pero vámonos a otro lado. —Camino con
seguridad hacia uno de los pasillos del personal de limpieza para luego
meterlos en una de las lavanderías. La mirada de Christopher incesante me
estresa, pero debo aceptar que me gusta que este solo y no con la zorra de
mercado.
—Quiero los documentos. —Maldigo la hora en la que metí en este lío.
—No los tengo ahora, ademas no hemos cerrado el trato. Quiero mis
millones. Alguno de ustedes debe asegurarme que voy a tenerlos en mi cuenta.
—¿Millones? —Andre pregunta y Christopher solo lo mira. Al parecer no
está enterado de nada.
—Es un tema del que te hablé antes, Andre. Tendrás tu dinero, Dulce.
—Quiero un adelanto. —Los miro segura— Qué me garantiza que no me
estafarán. No puedo perder todo por ayudarlos
Christopher rueda los ojos y André cruza los brazos viendo la escena
divertido. No estoy entendiendo nada, y solo mantengo mi posición. Algo me
dice que el patancito está jugando sucio.

—Adelanto… —Vuelve a reír, juro que lo mataré.


—Dulce, este arreglo va más entre nosotros. Tendrás lo que quieres si es
posible mañana mismo, pero necesitamos avanzar con los documentos que lo
inculpen.
—Existen documentos fantasmas que puedo conseguir. Firmas, trafas,
ayudantes pero los documentos que quieren me tomarán un poco más de
tiempo.
—Si trabajas para nosotros debes ser rápida, Señora Miller. —Sonrie.
—Evans —Vuelvo a corregir— No me gustan las presiones.
—Y a nosotros no nos gusta esperar.
Entona su voz y me da una advertencia con sus ojos
—Lo quiero esta misma semana, mientras más rápido actuemos será
mejor.
¿Actuar? Su mirada se torna misteriosa luego de lo dicho, por lo que me
quedo pensando en todas las posibilidades en la que me estoy viendo
involucrada.
Con su largo caminar se estira para luego irse de la habitación. Jadeo
cansada e intento salir pero Christopher bloquea mi paso. Estar así… con él
me exaspera, pero a la vez me excita. El corazón sube mis latidos y la ridiculez
invade mis orejas. Me siento tonta… y a la vez caliente.
Sus ojos son dos bolas de fuego. Suspira lento y mientras lo hace puedo
sentir el aroma de su piel recién afeitada. Me brinda una media sonrisa e indaga
en mi con su mirada…
—Debo irme. —Afirmo.
—¿Ahora? Debemos hablar.. del pacto. —Agrega mintiendo. Los dos
sabemos que no hablaremos de nada, solo de nosotros.
—Brando me espera… Y seguro te esperan a ti también.
Ambos hacemos silencio, el mismo que deja entrever muchas cosas. Mi
vida, su vida, todo este maldito juego que nos pone de cabeza. Respiro con
dificultad cuando mete su brazo en mi cintura y se acerca a mi lentamente. La
tensión me quema, sus labios son tan comestibles que solo deseo probarlos,
pero debo aguantarme. Aún no he terminado de ordenar mis ideas con respecto
a él, y es peligroso que sienta cosas que no debo.
—Bonita… —No deja de mirarme. Con la dirección de sus ojos muevo los
míos. Si él me mira arriba yo miro arriba, si él mira abajo también lo sigo. Mi
piel emana una especie de lamento y solo deseo sus labios.
Maldita sea, no.
Me controlo. Intento salir de su agarre pero no me deja. Se aferra a mi
como una lacra bendita del que no me puedo librar.
—Debo irme… —Murmuro y por primera vez en todo este tiempo siento
malditos nervios. ¿Qué diablos está sucediendo? Mi garganta pica…. Quiero
besarlo. Lo deseo en el más profundo sueño oscuro que tengo.
—No… por favor, hablemos. ¿Cómo estás? —Pregunta y siento que voy
a gritar de alguna manera. Una simple pregunta… Cómo estás hace que mis
hormonas se vuelvan contra mi.
—Bien. —Respondo sin dejar de mirarlo, balanceándome como puedo.
Exhalo lentamente y siento mi diafragma tenso. El aire no es el mismo, el día
no es el mismo desde ayer, y solo me dedico a mirar un pequeño lunar que
tiene el rostro.
Lo toco. No pude aguantarme… Mis uñas están sobre su rostro ahora y
con cada roce él cierra sus ojos. Le gusta que lo acaricie y, mientras lo hace,
pienso seriamente en clavarle mis uñas… pero no lo hago.
No puedo.
Se estremece cuando mis dedos se acercan a su boca. Soy un navegante
perdido en el mar de su rostro… Lo miro, sigo mirándolo. Y recuerdo haberlo
hecho desde que lo conozco. Cuando él dormía en la noche… cuando solo nos
cuidaba un techo de madera que él mismo construyó para mi.

Mierda…
Mi corazón de hielo late de una forma extraña. Él abre los ojos cuando
intento sacar mi mano y con la suya la aferra a sus labios.
—Nunca dejes de hacerlo. No dejes de tocarme… —Lleva mi mano por
su rostro y besa mis nudillos—Son tan suaves… tan bonitas… como tú.
Una punzada en el corazón… es lo que siento. Intento contenerme pero
no puedo. Sus ojos embrujan los míos y cuando estoy dispuesta a hablar él me
calla con un dedo. Toca mis labios casi acariciándolos. Lo miro, trago saliva y
veo cómo su rostro se acerca.
Va a besarme.
—Hermosos tortolitos —Chilla Tatiana desde el marco de la puerta—
Cuánto amor… —Ironiza sus palabras.
Enseguida me vuelvo dura y levanto mi mentón esquivando a
Christopher. Verla solo me hace sentir rabia, pero debo controlarme… necesito
controlarme y mirar todo esto de la manera más objetiva posible.
Lo intento. Parpadeo y veo cómo Christopher sigue manteniendo una
mano junto a la mía. Por más enojada que este, no lo suelto. Entonces la zorra
lo devora con la mirada.
—Se supone que eres mi prometido, querido. —Infantilmente lo jala y él
se despega de mi. Mi cabeza da vueltas en ese momento ¡A la mierda la
objetividad! Me retracto de todo y solo lo veo con cara de imbécil mirándome.
¿Harás algo o no? —Le pregunto en silencio.
No necesito ver más. Giro en mi misma y camino hacia la puerta sin
voltear. Él murmura mi nombre pero ni si quiera me preocupo en hacerle caso.
Estoy cansada… muy cansada. Por mi mente pasan muchas ideas e intento
evadirlas concentrándome en las cosas que debo hacer: Ver reportes,
chequear a los empleados y las instalaciones. Lo hago como siempre… pero
con ganas de matar a todo mundo. No soporto mi furia, necesito desquitarme.
Estrangularía al primero que se me ponga en frente.
Dulce… — Llama la estupidita tras de mi. Abro mis manos y luego hago
puños.
Respira, Dulce. — Digo sin voltear.
No tengo tiempo. — Avanzo.
Pero Dulce… quería contarte algo. — Insiste y exhalo para descargar mi
ira.
¡No tengo tiempo! — Alzo la voz y me sigue. Joder, voy a matarla.
Le dí los documentos que me pediste a Christopher.
¿Documentos? Volteo con prisa y la miro.
¿Qué documentos? — Estoy apunto de explotar. Mi cuero cabelludo pica
Eh… Christopher me dijo que iba a dartelos. Los documentos sobre la
inversión total en Ensueña. — Abro los ojos como platos.
¿Qué?
Maldito infeliz, maldito infeliz.
Si, pensé que sabías…. Chris me dijo que sabías.
¿Chris?
¿Quién te dio permiso para llamarlo “Chris”? — Digo sin pensar. Estoy
exhausa, jodidamente furiosa, con ganas de matarlo, matar a la zorra de
mercado y a esta estúpida que me tiene harta. ¿Chris? ¿Chris? ¿Qué tanta
confianza le da ese idiota a todos que hasta mi asistente lo llama por su
nombre?
Em… él. Me dijo que lo tuteara, además… es muy lindo. — Se sonroja.
Mierda. Sonríe como estúpida, los ojos le brillan… le gusta
¡Lo que me faltaba! ¡Le gusta!
Este maldito es de servicio público. Le gusta a todas las zorras que
habitan este lugar, hasta mi estúpida asistente.

Tenso la mandíbula. Tengo dos opciones… O echarla o irme.


¿Sabes una cosa, niña? Púdrete, multiplícate por 0 y vuelve a tu hueco.
No quiero verte. —Lo dije, se lo dije…
Camino nuevamente tratando mal a todos. No saludo, no perdono ni una
casualidad y tampoco soporto a los de limpieza. Estoy jodidamente furiosa.
Qué me pasa…
Qué estoy sintiendo…
Voy a morir.
Mi corazón se engarrota y solo entro en el baño para mirarme al espejo.
Qué estupidez estás haciendo, Dulce… Todo es su culpa. Llevo mis manos a
la frente y luego lavo mi cara… el agua fria me cae a pelo. Necesito pensar en
algo. No podré soportarlo. No puedo.
No quiero que lo vean. No quiero que lo toquen. No quiero que lo huelan.
Es mio —Doy un golpe en el mármol— Mio. Mio… No quiero compartirlo… no
puedo. No puedo.
Jadeo y miro mis ojos… Siento una extraña necesidad de llorar. Parpadeo
y veo mis ojos rojos. Estoy cagada…. Jodida por él.
No…
Vuelvo a agarrar mi cabeza. No, no, no. ¿Por qué? Lo he llorado mucho
tiempo… lastimó mi corazón de la peor forma. Me desgarró. Me abandonó
cuando más lo necesitaba… ¿Y sigo queriéndolo?
¿Qué clase de querer es este? Yo no quiero a nadie, solo a mí misma.
Él fue mi muerte… y también mi resurrección
Fue las 7 estrellas que apagué con mis lágrimas…
Y también es mi mayor debilidad.
Levanto mi rostro de nuevo y peino mi cabello recordando su voz… Voy
a seducirlo. Lo haré. Usaré mis mayores tácticas para retenerlo a mi lado hasta
que investigue qué fue lo que sucedió en el pasado. Encontraré la forma de
alejar a la zorra de mercado, a la estupidita, y a todas las perras que lo rondan.
Lo haré mio, solo mio, hasta cansarme… porque tengo que cansarme algún
dia.
Brando se puede ir a la mierda mientras tenga el dinero, pero tampoco lo
soltaré. Él es mi seguro de vida.
Necesito pensar… pensar… y solo pensar…
Es de noche y camino por los pasillos lentamente. Los empleados
terminaron sus labores y mi reloj marca las 8 en punto. Vi al patancito salir con
André, por lo que me da tiempo para entrar en su recámara. Necesito saber
qué planea, al menos intentarlo, y leer los documentos que Rita le dio.
Joder… — Muevo bruscamente la tarjeta y el botón amarillo me da pase.
Respiro mirando a mis costados y luego entro.
Su habitación está desordenada y no dejo de imaginarlo con la zorra de
Tatiana en la cama. Muevo mi cabeza para enfocarme y luego veo sus camisas
tiradas a un costado. Muerdo mi labio, contengo mi ansiedad y luego exhalo…
No puedo evitarlo.
La huelo. Su olor me mata… y me encanta. Rosas varoniles. Huele a
hombre, mi hombre. Y no hay otro olor… Esa perra no ha vuelto a entrar en
este lugar. Miro a un lado y no puedo visualizar nada extraño. El otro lado solo
tiene montones de ropa acurruadas en una mesa. Al centro… un pequeño
escritorio.
Papeles, hay papeles…
Documentos de pasajes de avión, trámites de visas, cuentas… Maldita
sea.
Entonces lo veo… Un sobre con la palabra “Ensueña” tatuada en su
exterior. Choco mis dientes y me dispongo a abrirlo, pero cuando intento jalarlo
caigo de casualidad otro sobre y saltan de golpe algunas fotos.

Las veo. Me es inevitable.


Macarena… —Suspiro mirando la imagen de su madre, mi mejor amiga.
Macarena es la mujer perfecta: buena mamá, emprendedora, la persona más
confiable y dulce del mundo. No me atrevo a hablar con ella de nuevo… porque
sería capaz de hacer todo lo que ella me pida. Con cariño acaricio su rostro…
Es hermosa… Sus ojos verdes solo destellan luz y no me siento con capacidad
para encontrarla.
Yo…
También tiene una foto mía. Llevo mis manos a mi rostro cuando me veo
reflejada. 16 años, sonrisa inmensa y a su lado. Ya no sé qué es sonreír de
verdad ahora… hace mucho tiempo perdí el gusto.
Eras una niña tonta, Dulce. — Murmuro— E ilusa…
Yo no lo creo. — Su voz choca por todo el espacio de esta habitación y
me erizo al instante. ¿Cómo carajos entró? ¿Y como no pude escucharlo? No
puedo voltear a mirarlo, no puedo. Entonces se acerca sonriendo — Regla
número uno… Nunca escondas cosas importantes en el lugar donde está tu
enemigo.
Soy tu enemiga entonces — Me levanto.
No lo dije por ti, amarga… — Jala el sobre de ensueña y me lo quita—
Solo le pedí el presupuesto a Rita, no más. Esto… — Me enseña el sobre—
No me importa.
Vuelve a dármelo y me ignora dándome la espalda. Lo miro achinando
los ojos al verlo tan campante… El maldito es más inteligente de lo que imaginé
pero descubriré su juego. Paso saliva al ver cómo se desviste en mi rostro.
Desabotona su camisa y la deja caer de una manera lenta y sexy al suelo. Me
mira a través del espejo y sonríe… yo muerdo mi labio inferior.
Puedes quedarte todo el tiempo que quieras. — Voltea y solo miro sus
pectorales bien formados acercarse. Está dominando… lo sé y, aunque no me
guste, sabe muy bien lo que hace.
¿Y tu fea? — Pregunto sin dejar de mirarlo.
¿Mi fea? — Ríe— Ya no existe la fea en mi vida.
Mientes… como todos los de tu tipo. — Cruzo mis brazos.
No lo hago. — Curvea su sonrisa— Pero tú si eres una mentirosa.
¿Yo? — Levanto una ceja, me embruja.
Mueres por besarme y no eres capaz de hacerlo. — Me reta con
intención. Achino mis ojos y no me muevo. La tensión aumenta cuando lo
observo lamerse los labios. Sexo.
No beso sapos, ya te lo dije — Sonrío, él tampoco se mueve. Estamos
estúpidamente jugando con fuego.
Está bien, entonces no hagas nada. — Carraspea su garganta y nos
perdemos en el tiempo.
Su mirada… su voz. Esos ojos chispantes me tensan. Soy un elevador
de emociones ahora, pero me aguanto. Una dama nunca debe rendirse… ellos
primero. Ellos comiendo de tu mano.
¿Disfrutaste la vista? — Pregunto— Porque fuiste muy obvio cuando me
bañaba…
Ríe.
¿La zorra de mercado no te satisface, verdad?
No para de reír.
Quién va querer ver a esa fea desnuda. Debe ser planisima… y muy
frígida en la cama. Qué asco, eh Miller. Cuidado con la sarna.
Explota en risa y no puede controlarse. Me parece tan… bonito verlo reír.
Extiende su rostro de una manera generosa, chilla de una manera particular y
solo me contagio. Evito hacerlo pero no puedo. Reímos juntos y se me olvida
todo.
Ven aquí, amarga… — Me jala hacia su cuerpo y enreda sus brazos en
mi cadera— Eres tan divertida… pero tienes razón. Es horrenda y muy plana,
además huele feo… — Nos burlamos de ella como un par de malnacidos… y
paramos la risa cuando nuestros ojos vuelven a envolverse— Nadie es como
tú — Pasa nuevamente sus dedos por mis labios.
¿No? Entonces por qué estás con ella… — Susurro haciéndome la zorra
víctima.
Ya te dije que es como una “orden” que tengo que cumplir. — Se pone
serio.
No la soporto. Y tampoco te soporto. Christopher… — Toco sus orejas—
Dime la verdad por favor… — He pedido por favor… y veo sus ojos
venciéndose ante mis encantos— ¿Qué mierda está sucediendo?
Dulce…. — Dice tensándose, sacando sus brazos de mi cintura. Cuando
le hablo del tema se bloquea como si hubiera una pared entre nosotros. Piensa,
Dulce… piensa… Sonrío pegando sus brazos nuevamente a mi cuerpo y me
mira extrañado.
Está bien — Acaricio su piel— Respetaré tus misterios… — Digo con
mentira— Pero… ¿Puedes alejar a esa tipa de tu vida? — Hablo suavemente.
Intento, pero…
Pensé que me querías… — Suelto mi arma final y se vuelve loco. Emana
un sonido con su boca y pega mi frente junto a la suya.
—Te quiero. Te quiero como un imbecil y solo me rechazas.
Sonrio.
—Bebé… —Me mira como si fuera una diosa. Sé que lo he matado, así
le decía cuando éramos novios… Es tan tontamente sentimental que solo se
emociona …— Me has lastimado en el pasado ¿Qué podría haber hecho?
¿Recibirte con los brazos abiertos? Además… —Hago un puchero— odio que
Tatiana te toque. Quedamos en algo, ¿No lo recuerdas? Yo he evitado a
Brando… y tú no lo has hecho con esa zorra.
Suspira.
—Tienes razón, mi amor. Voy a arreglarlo, lo juro. Le dije a André que
hablé con el jefe. Le dije que tú estabas un poco… enojada por lo de Tatiana.
Y ellos van a preferirte. Entiende que esto no es algo que he elegido hacer.
Necesitamos la cabeza de Brando, por ende debemos estar todos unidos.
Siento tanto haberte hecho enojar ese día… besar a Tatiana fue un error, pero
me dejé llevar por los celos. ¿Me perdonas?
—Con una condición. —Levanto mis cejas.
—Lo que sea, haré lo que sea —Me mira desesperado.
—Vuelve conmigo y júrame que me contarás toda la verdad. Deja a la
zorra y no mires a ninguna otra mujer que no sea yo, pero sobre todo… quiero
que no me guardes secretos. Promételo, bebé… me lo dirás. Confía en tu
bonita…
Achina los ojos y lo piensa. Lo está pensando…
Suspira como si esto le costara la vida, entonces puedo ver sus ojos
emanar pequeñas lagrimas reprimidas. Su bonita… Me mira como si fuera una
poesía… y yo lo acaricio. Pego mi nariz a la suya y no dejo de mirarlo.
—Ámame Dulce. Solo hazlo…. Te necesito más que a mi vida. Está bien,
lo prometo.
Con suaves movimientos muerdo mi labio y luego lo beso.
Ha caído.
21. Dormir contigo
Dulce

“Te conocí como a cualquiera, sin buscar nada, y terminé queriéndote como a
nadie, encontrándolo todo”

Sus besos son como el agua que no he bebido por días. Mi rostro se
alinea con el suyo y nuestras lenguas bailan a un solo ritmo. Toma con sus
manos mi nuca y me devora con todo su aliento sin que podamos respirar ni un
poco. Jadeo al sentir su aroma caliente, sus labios cálidos, sus chupadas
varoniles y pienso que no podré detenerme si sigo haciéndolo.
—Chris… —Me despegó de él y hablo rozando aún sus labios—No… no
ahora. —Muestro mi rostro más hipócrita.
—¿Por qué no? —Parece desorientado, sus labios hinchados me
muestran el deseo que tiene por mi y solo sonrio.
—Es tarde, debo ir a mi recámara. —Ladeo mi cabeza y suspiro.
—Dulce… —Achina los ojos— Jamás has sido una cucufata, amas esto
tanto como yo… ¿Por qué te resistes? —Me mira entretenido y camina
sexymente hacia mi, pero me escapo de su agarre casi saltando hacia el otro
lado.
—No quiero que nadie sospeche, solo eso. Además debes estar
cansado… —Digo riéndome de mi misma. Él no está acostumbrado a esto.
Jamás le dije que no. Jamás lo dejé con las ganas.
—No importa… —Insiste— Quiero besar cada centímetro de tu cuerpo.
—Perversamente me entre alza del trasero pegándome a su miembro. Jadeo
al sentirlo, pero debo orientarme hacia mis objetivos.
—Chris, no. —Lo regaño y siento que me duele despegarme. Yo también
quiero… pero debo volverlo loco por mi primero.
Suspira rindiéndose y se sienta en la cama, entonces sonrió en son de
paz.
—Déjame algo tuyo entonces… No sé, algo que me permita recordar tu
aroma toda la noche. —Parpadeo.
—¿Qué cosa? —Mi garganta está seca y pronto veo en sus ojos su idea.
Jadeo. ¡Estoy segura que lo ha hecho! Doy media vuelta y abro sus cajones
buscando evidencia, él ríe, entonces me quedo muda al ver mi ropa interior
entre sus cosas.
Solía hacerlo cuando éramos novios. Me molestaba su manera de
entrometerse en mi intimidad, y al parecer ha vuelto a hacerlo.
—¿Es enserio? —Volteo indignada y él rie.
—No tenía de otra. —Me sonríe.
—Maldición Christopher. —Busco nuevamente y encuentro lencería que
creí haber perdido. Ronroneo mientras tomo mis bragas rojas de encaje ¿Qué
carajos? Achino mis ojos y lo fulmino con la mirada, entonces me doy cuenta
de algo importante.
Tiene ropa interior mía que compré hace 4 años.
Mi pulso se acelera y me quedo analizando el tema: ¿Cómo diablos las
consiguió si jamás nos vimos en ese tiempo?
Silencio.
—No te enojes, bonita…. —Me abraza por detrás— perdón.
Suelto mis prendas íntimas y finjo no haberme dado cuenta de este
detalle. Mi cabeza empieza a pensar y pensar… no dejo de pensar en mil
posibilidades mientras él devora mi cuello con sus besos.
Maldita sea.
No puede ser. Este idiota no puede haberme estado siguiendo todo este
tiempo, ¿Qué clase de maniático es? Y si lo hizo… ¿Por qué no regresó a mi
lado? ¡Por que tuvo que esperar 5 años para volver! ¿Qué clase de querer dice
sentir por mi si viéndome rota no me buscó? Si viéndome llorar por él no lo
hizo… Estas son las cosas que me desesperan. No lo soporto. Sus besos en
mi piel me generan calor, pero mi frío corazón pide venganza y una buena
explicación.
—¡Déjame! —Grito. Lo esquivo enojada, con mil preguntas en mi cabeza.
No quiero que me toque, todo el resentimiento sale con fuerza.
—¿Qué pasa? —Su mirada luce confusa, me gira por los hombros y tensa
sus cejas.
La puta madre.
Estoy furiosa, pero mi plan tiene que salir a la perfección. Debo
controlarme… y bajar mi enojo para que no sospeche. Me contengo, intento
hacerlo aunque pruebe hiel cuando lo veo. Me jode, me jode… mi estómago se
retuerce con furia, entonces cierro mis ojos y pienso en todo lo que pierdo.
Dinero. Venganza. Verdad.
—No pensé que te molestarías tanto por esto. —Enreda sus dedos en mi
cabello— Perdona a tu marido que te quiere tanto.
Ja…
—¿Me quieres? —Pregunto con ironía.
Suspira. Esboza un grito ahogado y siento que sus labios se tensan. Baja
lentamente sus dedos hasta mis labios. Los explora, los acaricia, lo toca como
si me estuviera esculpiendo. Traga saliva y con lentitud dirige sus ojos hacia
los míos.
—Más que a mi vida. —Su tono es serio y empiezo a sentir como el eco
de su voz vibra por todo mi cuerpo.
Me besa. Lo hace con suavidad y yo solo me mantengo helada, sin
moverme ni hacer ningún tipo de emoción. Es un maldito provocador, pero esta
vez me gusta. Es extraño, obtuso, distinto… mis latidos no dejan de aumentar
y tengo unas extrañas ganas de llorar ahora.
Quiero hacerlo.
Me dejó. Lo lloré como nunca. Me desgarró el alma con su abandono.
Quizá ha estado ahí… quizá me ha visto morir desde lejos y lo que más me
enfurece es que no hizo nada.
Me duele… Lo quiero.
Y lo necesito en mi vida, en mi cama, entre mis piernas. Me gruño a mi
misma porque ahora me siento bipolar e inestable. Es tan complicado… es tan
frustrante… con una sola caricia me engarrota, mi corazón de hielo intenta
detenerlo y solo me derrito.
Con sus uñas me lastima y a la vez me reconforta. Es un dolor bueno…
un dolor que mata y te vuelve obsesivo.
Soy una puta perra loba. Aúllo en su boca y meto mi lengua con
desesperación. Lo necesito. Necesito saber de qué está hecho y cuál es su
secreto para volverme humana, sencilla, estúpida. Enredo mis manos en su
nuca y lo pego hacia mí con fuego. Necesito más, más…. Y más de él.
—Follame, cogeme, tómame toda. —Jadeo en sus labios para respirar—
Hazme tuya como quieras.
—Hey… —Me para. El jodido patancito me para y solo lo miro herida.
¿No era lo que quería? ¿Follar?
Es tan obtuso… tan extraño.
—Así no… —Me mira—Eres más que dos piernas en las que puedo
enterrarme, ¿Lo entiendes? Eres mi amor.
Parpadeo.
—El amor de mi vida. —Suspira— Yo no quiero ser el consuelo de tu
ansiedad. No quiero solo sexo, quiero hacerte el amor.
Hacer el amor…
Trago saliva y giro en mis pies para luego irme. No soporto este tipo de
romanticismos. Él no me detiene, y tampoco quiero que lo haga. Necesito estar
sola… entenderme, pensar con la cabeza y no con mi ansiedad.

Tiene razón. Maldita sea, tiene razón. Lo besé con ganas de devorarlo e
intenté calmar mis dudas con su cuerpo. Era una necesidad… pero no actúe
pensando. Últimamente no pienso cuando estoy con él, solo me dejo llevar y
no me gusta. Lo peor es que estoy furiosa pero cuando me besa todo pasa.
Cuando me mira de esa forma me envuelvo en una burbuja y no me puedo
despegar.
No romanticismos… Ese fue mi lema desde hace 5 años. Con ningún
hombre me pegué, a ninguno le dí una oportunidad más allá, y nadie ha logrado
calarme de esa forma dolorosa e incesante como lo hace Christopher.
Estúpida adicción.
Llego a mi habitación rompiéndome la cabeza. Cómo es posible…
Cuándo sucedió… ¿En qué momento me inundó con su olor de nuevo? ¿Cómo
tiene una amplia colección de mi ropa interior? —Caigo en mi cama confusa.
Lo odio. Quiero matarlo pero a la vez estar con él.
Preguntas, más preguntas, pero sé que no accederá muy fácil si se lo
digo de frente. Necesito volverlo loco primero. Y también necesito controlarme.
No puedo ser tan expresiva con él… No puede sentir que me estoy dando
cuenta de sus secretos. Debo hacerle creer que estoy resignada y que esperaré
con paciencia a lo que tiene que contarme. No enojos, no malas caras, solo
hipocresía… Siempre funciona. A la gente le gusta una sonrisa falsa, y es lo
que debo mantener ahora.
Pasa exactamente una hora y, después de mi baño, empiezo a revisar
mis prendas íntimas. Faltan 3 de ellas… Ruedo los ojos y ya sé quién es el
ladrón, son de mis favoritas así que probablemente se las pida de regreso.
¿Qué más me habrá robado? Hago una lista mental de todo lo que me falta y
achino los ojos imaginándolas en sus manos.
Patán. Es un patancito idiota.
Un zumbido… Es mi celular
“¿Sigues enojada? “ —Dice el mensaje. Pienso seriamente en mandarlo
a la mierda, pero no me conviene…
“ No” —Contesto.
“Entonces puedo ir a tu recámara… “ —Mientras leo sonrío de forma
tonta. Joder…
“Perdiste tu oportunidad, Romeo”
“ ” —Solo envía iconos y esbozo una pequeña risa.
Al segundo veo su llamada y contesto.
Romeo, eres muy intenso. Sé que te gusto pero deberías dejarme en
paz… — Solo digo y puedo notar su risa. Es particular, tiene chispa, energía y
es contagiosa.
Pensé que estabas enojada y no quería arruinarlo… Solo eso.
Bien, ya te dije que no estoy enojada. Ahora cuelga, quiero dormir. Las
mujeres se avejentan cuando no duermen, y yo quiero ser hermosa y joven
siempre. — Me pavoneo con mi voz.
¿Qué hiciste, bonita? Llegaste, arruinaste tu recámara y luego te bañaste
para terminar pasándote esa crema que me aloca en el cuerpo. Apostaría a
que hiciste eso.
Error. No arruiné mi recámara y tampoco me he pasado crema.
¿Ah no?... Con gusto iría yo a pasarte esa crema un día de estos. —
Trago saliva y niego con mi cabeza. Necesito controlarme.
Um… No lo sé, depende de cómo te portes.
Me porto muy bien. — Contesta de inmediato— Merezco un premio.
¿Qué quieres de premio? ¿Tocarme? — Digo expectante a su respuesta.
Tocarte, sí… pero también besarte, dormir contigo.
¿Dormir? — Casi río. Hace mucho tiempo no duermo enserio con nadie,
a las justas lo toleré en Vallarta y me pareció un exceso.
Sí, dormir… Después de haber hecho el amor y comer, claro. — Suspira.
Odio el romanticismo, Christopher. No soporto cuando roncas y me
aprietas toda la noche. Me das calor ¿Sabes? No me gusta. Además sería muy
peligroso.
No te preocupes por eso, bonita. Tengo un departamento al que podemos
ir… Es mio, además sé que buscarás una excusa para faltar algunas noches.
Y… no ronco.
Levanto mis cejas y siento que es la oportunidad que necesito… Su
departamento. Podría tener información para mí, así que necesito visitarlo lo
más pronto posible.
Bien. Es una buena opción.
No sé cuánto tiempo ha pasado, solo me despierto de madrugada con el
móvil en mi oreja. ¿Cuánto hemos hablado? Suspiro y cuelgo. Al parecer
también se ha quedado dormido y ni nos dimos cuenta. Abrazo a mi almohada
y me acurruco a un costado… No sé en qué estoy metiéndome, solo deseo
saber la maldita verdad y acabar con este juego.
Chris
El amanecer es tal y como me gusta… perfecto. Mientras seco mi cuerpo
doy unas pequeñas cantadas frente al espejo de mi baño y me río de mí mismo
por ello. Estoy feliz… más que feliz y todo este embullo de emociones tiene un
nombre: Dulce.
Mi bonita me ha dado una oportunidad y no voy a desperdiciarla. Cuando
atrape a Brando y lo haga pagar por todo el dolor que un día le causó a esas
niñas inocentes todo habrá terminado, y por fin podré contarle toda la verdad.
Quiero hacerlo, claro que sí… pero es dificil tener que lidear con preguntas en
este momento, por lo que debo mantener tranquila la curiosidad de mi esposa
hasta conseguirlo.
Escucho el sonido de mi puerta y enrollo una toalla en mi cadera.
Posiblemente es ella, así que no voy a cambiarme. Con una sonrisa maliciosa
camino y me encuentro con la mirada de Rita. Joder…
Bu….bu…buenas Christopher — Atora su lengua y me dedico a mirar sus
lentes. Son interesantes.
Buenos días — Contesto a su salido extrañado— ¿Qué haces aquí?
Vine a preguntar por los documentos que te dí. La verdad es que… —
Noto sus ojos y está mirándome la zona inferior— …que… mi jefita se enojó
mucho porque los tienes en tu poder.
Tranquila, Rita. Ya hablé con ella. No te preocupes.
¿Enserio? — Pregunta sorprendida
Sí, nos peleamos un rato pero entendió por fin. — Le doy una sonrisa—
Ahora como comprenderás… debo terminar de alistarme.
No me contesta nada porque está mirando mis pectorales ahora. Miro de
reojo todo el pasillo y no hay nadie, así que no la apresuro. Dulce está más
receptiva que nunca… y no quiero que se enoje de nuevo.

Oh, ya veo…
¡Mierda! No tengo más sonrisas que darle. Se queda parada por largos
minutos y ninguno de los dos dice nada. Esto se volverá incómodo si no la
corto.
Rita, disculpa… voy a….
¡Lo siento! Si, tienes razón. Discúlpame tú a mi. — Mira de reojo mi
habitación como si estuviera checandola, entonces cierro la puerta de
inmediato. La vida me ha enseñado a desconfiar hasta de mi sombra por lo que
me preocupa su acción.
Con ligereza me cambio y bajo a desayunar junto a lo empleados del
hotel. Recepcionistas están reunidas en el salón de colaboradores, asesores
también. Todos ellos son un grupo de trabajadores que busca un sueldo para
su manutención, pero ignoran lo basura que es su gerente.
Entre giros llego hasta la mesa y tomo un jugo de naranja con frutas. El
sabor dulce de las mismas solo hacen que sacie mi hambre, así que lo
agradezco con muy buena intención. Una de las chicas empieza a mirarme de
una forma… agresiva y solo suspiro e intento evitarla pero me es imposible.
Christopher, ¿Cómo estás? — Sonríe intentando ser amable, pero lleva
su blusa muy ceñida.
Bien, ¿Y tú… em…. Lorena? — Pregunto sin acordarme mucho de su
nombre. Ella jadea de alegría y me contesta.
Sí, mi nombre es Lorena. Oye… qué lindo que te acuerdes de mi nombre.
— Dice muy segura.
Eh… bueno, no es tan dificil cuando tienes una placa con el mismo. —
Bromeo enseñándole una placa que lleva en su ropa donde dice su nombre.
Ella en vez de reír se tensa, ¿Por qué? No lo sé.
¿Y tienes novia? — Pregunta al grano— Ví que salías con la Srta Tatiana.
No, de hecho hemos terminado. Yo… soy un hombre casado y deseo
recuperar a mi esposa que vive en Brasil
Brasil… — Suena sorprendida— ¿Y esa mujer está loca o qué? Digo…
para dejarte ir.
Río, está insinuándose.
Yo soy el afortunado. — La corrijo— Y la amo. La amo con toda mi alma.
Una vez en claro mi punto de vista solo tomo un café y me voy hacia el
otro extremo. Me mantengo parado observando a los trabajadores, entonces
aparece ella… Mi bonita. Y lo hace de una manera tan deslumbrante que
parece que inunda la sala. Sonrío… está seria. ¿Cuándo no es seria? Los
trabajadores se engarrotan al verla y no se mueven, miran con cuidado cada
uno de sus movimientos y puedo notar que otros la miran con deseo.
Imbéciles.
El fracasado de contabilidad le sonríe amablemente pero ella lo ignora.
Vuelvo a reir… Es tan mala onda que siento que enloquezco. Me encanta su
rostro serio, su falda negra decorando su cintura y su blusa ceñida que deja
entre ver su hermosa figura. Es perfecta, la mujer perfecta. Mala como la
muerte y hermosa como el cielo… Solo deseo probar mi pequeño juguetito con
ella.
Buenos días. — Todos contestan— No me miren como un ogro, solo
deseaba ver cómo están pasándola y también chequear personalmente sus
áreas comunes. Para Hilton Company es muy importante mantenerlos a gusto.
Si se les exige es por su propio bien y mantenimiento en la empresa, pero no
significa que sea cruel con ustedes… ¿O si?

Claro que no, señorita Evans… — Contesta una de las chicas, entonces
pienso en que mi apellido sonaría mejor en todos lados. Dulce Miller… mi chica,
mi bonita, mi esposa.
Bien, qué bueno que lo sepan. Ahora por favor continúen, iré chequeando
con Gabriela algunos pendientes.
Gira sus ojos y su mirada se encuentra con la mía.
Buenos días — Alzo mi café y me ignora también. Sé que lo hace para
no destapar sospechas pero no lo soporto. Paciencia Christopher… algún día
podrás presumirla.
Gabriela, los reportes. — La señora Gabriela es una vieja trabajadora de
este lugar, por lo que sé, pero tiene envidia de mi bonita. Sus ojos saltan de
furia cuando la ve y solo me dedico a estudiarla.
Sí, señorita — Le brinda un sobre blanco y Dulce lee toda la
información…. Solo la miro.
La miro, la miro, la miro y no me canso de verla. Ella es toda una escultura
viva y me genera emociones que extrañaba sentir. Mala, maldita, diabólica…
Mi mente da vueltas y pienso en mil formas de hacerle el amor, pero me
controlo.
No están las comidas completas — Reclama— ¡Te pedí las comidas
completas! — Alza la voz y Gabriela se estresa. Es una mujer mayor,
comunmente se sienten mal porque una “mocosa” es más que ella.
Señorita, hago mi trabajo. — Solo dice.
Pues no parece. — Se enfurece— ¿Crees que así lograremos un cambio
de actitud? ¡Despierta Gabriela! Esto no es nada personal pero debes pensar
en tu cliente no en tus gustos. Ahora está de moda ser vegetariana, vegana, o
la comida saludable. No podemos ofrecer menús así… ¿Sabes cuántos
clientes podemos estar perdiendo? ¿Lo imaginas?
Le grita y Gabriela solo baja la cabeza. Por lo que dicen es una mujer muy
terca y es seguro que chocará con Dulce. Pobre de ella…
Mi bonita sale de ahí con furia y yo me dedico a seguirla, aunque pronto
se me ocurre una mejor idea. Camino rápido por el otro pasillo y entro en su
oficina personal de inmediato. Cuanto sus pasos, los reconozco porque usa
tacones y ví que venía en la dirección correcta, entonces alineo mi cuerpo justo
en el filo de la puerta.
La veo a lo lejos, viene muy enojada. Voy a jugármela pero no me
importa… Cuando pasa rechinando con los dientes tomo su brazo en el
momento indicado y luego la jalo hacia adentro cerrando la puerta.
Me mira aterrada, entonces la beso con furia presionando mis caderas
contra la suya, jugueteando con su cabello y tomando su nuca con fuerza. Ella
intenta separarse pero no la dejo, la necesito para sobrevivir… y solo muerdo
sus labios con frescura para meter mi lengua en su hermosa boca.
No. — Me separa— Estoy furiosa y de mal humor — Respira hondo—
Esa zorra me desafía y no estoy dispuesta a aguantarla.
Río y vuelvo a besarla. Intenta nuevamente separarse y esta vez no la
dejo. Con suaves empujos la llevo hacia su baño privado, el cuál he explorado
anteriormente, y cierra la puerta con llave. Sus labios me saben a pedazo de
cielo y su aliento fresco me envenena. Acaricio su rostro mientras siento que
se va calmando, que sus músculos ya no están tensos, y pronto me desespero.
Christopher…. — Se separa de mí— Estás loco.
Por ti. — Vuelvo a besarla y me muerde el labio inferior haciendo que
jadee con su acción.

Pensé que querías hacer el amor…


—Hacemos el amor, bonita… porque todo es con sentimiento. Hoy no te
traje corazones pero te los debo… — Choco mi rostro contra el suyo—Tú me
sacas de este mundo, me llevas a las putas estrellas y luego me dejas caer.
Así me siento… Te necesito como a mi vida, Dulce. Sé mia.
Soy tuya, bebé — Dice y no puedo creerlo. Mi corazón salta de golpe y
la beso como si no existiera mañana, como si sus labios fueran fuente de vida
eterna y no puedo detenerme.
Me quiere, lo sé… lo siento. En un primer momento pensé en que podía
tener otra intención pero ahora lo dudo. Deseo entregarme a este sentimiento…
a mi bonita… a nuestro amor. Siento que muero cuando me mira sonriendo,
que me vuelve loco su cuerpo y a la vez que la deseo con perversión.
Te traje un regalo… — Curveo mi sonrisa mientras me separo de ella—
Un juguetito. — Jadea excitándose cuando lo ve, intenta agarrarlo pero se lo
quito.
No estamos en una cama, será incómodo — Dice.
No importa, es mejor así… — Río y le doy un casto piquito en los labios—
Ahora quiero verte… — Desabotono su blusa y a medida que voy haciéndolo,
va saliendo su perfección a mis ojos.
Dejo caer el pedazo de tela y me dedico a mirarla en lencería. Trae un
sujetador negro de encaje y tomo con mis dedos sus tiras para bajarlas
suavemente por sus brazos. Es hermosa… Sus pechos son grandes y
perfectos, así que de un tirón desabrocho completamente todo lo que me evita
besarlos y saltan libres hacia mí.
Vicioso…. — Muerde su labios y con pequeños besos bajo hasta llegar a
sus pezones. Ahí los aprieto con mis dedos y se arquea, coloco uno de ellos
en mi boca y chupo fuerte hasta que le duela. Gime… y es el sonido más
hermoso del mundo. Los toco como quiero y en mi mano no alcanza su
extensión— mmm…. — Jadea. Entierro mi cara en el centro y voy con el otro.
Puedo ver que están excitados y duros, entonces solo los presiono hacia mí.
Mi mano está ansiosa por tocarla. Bajo mis dedos izquierdos por la línea
vertical de su cuerpo y le bajo la falda para entrometerme en sus bragas.
Exploro su mundo hasta llegar a su centro. Doy giros y empieza a humedecerse
muy rápido.
Hazlo ya — Casi chilla, entonces tapo su boca con dos dedos.
Nos miramos al instante y no necesitamos las palabras para
comunicarnos. Ríe, muerde su labio y luego atrapa los mismos dedos en su
boca. Y chupa…. Grito como un enfermo y me mira con ánimos de callarme.
La estimulo y ella a mí. Con cada movida que doy en su clítoris ella succiona
con fuerza. Me imagino lo que podría hacerme con mi miembro, pero sé que
no lo hará hasta que la complazca y se le de la gana.
Duros… fuertes… largos… — Jadea suciamente, entonces bajo sus
bragas me abro el cierre del pantalón con furia.
Hey… — Dice contenida, desabotona mi camisa y da besos en mis
pectorales. Al llegar a mis tetillas solo las capta entre sus dientes y me mira,
eso me excita… siento que estoy duro de inmediato.
Sus manos siguen mi ritmo y me quita todo sin que me de cuenta. Besa
mi pecho mientras explora mi trasero. Los toca y sube nuevamente hasta mi
espalda.
Me encanta todo de ti, patancito…. — Nos besamos y ahora sus manos
están en mi miembro. Estira, jala y choca profundamente sus dedos. Grito en
su boca y no me suelta con sus labios.— Sentado. — Ordena como si fuera
un perro. La tapa del inodoro está encima, por lo que caigo de nalgas. Ella
posiciona sus piernas encima mio y se hunde lentamente mientras atrapa mi
rostro entre sus senos. Es la sensación más exquisita del mundo…

Se mueve como quiere y solo cierro mis ojos mientras agarro su cadera.
Ella choca sus nalgas contra mis piernas y el placer inunda mis sentidos, pero
la detengo… Si sigue posiblemente no pueda en unos minutos. Parece perdida,
la saco de mí para subirla encima del lavadero de cara. Se choca con el caño
pero no importa, entonces uso el juguete…
Vibra… y jadea. Grita, no puede controlarse y yo me excito viendola
vibrar, me puteo cuando veo cómo se mueven sus senos porque no puedo
detenerme. Hago círculos en su centro y solo no puede con su genio. La dejo
gozar un rato más… porque yo mismo la estimulo pero a la vez mi cuerpo la
reclama, entonces tiro el juguete y me entierro en ella.
Sus ojos están desorbitados pero cuando me ve se aferra a mi hombro.
Lo besa y clava sus uñas en mi espalda. La penetro con fuerza y tiro, tiro, tiro
como una metralleta. Nuestro ritmo aumenta así que hace pequeños sonidos.
Nuestras respiraciones se elevan y siento que en cualquier momento
explotaré….
¿Dulce? — Escuchamos un sonido… es Rita. Me mira y no puedo parar,
la sigo tomando como un puto pervertido. Me hundo en ella más fuerte y sus
nalgas suenan pero no me importa. Su reacción es entre risa y enojo y la callo
con mi boca. Me resbalo fuerte y recorro mi extensión en resbalándome su
interior con furia… cada vez más profundo.
Choco, choco… y vuelvo a chocar. Levanto sus piernas hacia arriba y
sigo moviéndome duro contra sus nalgas. Amo ese ruido al frotarme en ella.
Amo mi miembro entrando en su cuerpo una y otra vez. Afuera, adentro. Afuera,
adentro. Afuera, adentro…
Chilla, entonces tapo su boca con un rollo de papel higiénico. Pronto
subimos a la cima y explotamos juntos con gritos reprimidos. La gloria…
Pego mi frente a la de ella y me deshago de todo lo que me impide
besarla. Mantengo sus labios entre abiertos junto a los mios y siento que
empiezan a mover la cerradura de la puerta del baño. Trago saliva, ella me mira
pero aún así no nos movemos. Cuelga su brazos en mi cuello y entierra su
cabeza en mi pecho. Siento su piel cálida y caliente a la vez… los latidos de su
corazón se controlan al pasar los segundos y pronto peino su cabello.
Silencio… — Digo muy bajito en su oreja y no me suelta. Esperamos unos
minutos más y ya no escuchamos ruido. Me sorprende su actitud cariñosa… y
a la vez me emociona.
Me quiere. Me quiere. Me quiere. Y yo lucharé por ella… por nuestro amor
y una nueva oportunidad para nosotros.
Se ha ido, esa mojigata no podría sospechar jamás. — Dice aclarándose
la garganta— Saben bien tus dedos… — Me guiña un ojo.
Sabe mejor otra cosa… — Contesto interesado. Ella rueda los ojos y me
salgo de ella al instante. Duele hacerlo…
La veo peinarse frente al espejo y no puedo evitar abrazarla. Lo hago,
cierro mis ojos y entierro mi rostro en su cuello. Nos balanceamos, nos
exploramos…. Pero ahora de otra manera. Quizá más suave, quizá amena…
Eres muy bonita, mi bonita… — Le digo al oído— Quisiera dormir esta
noche contigo. Solo dormir.
Christopher — Me saca las manos de su cuerpo— Ya te dije que odio
que me des calor — Veo cómo se pone la ropa interior y el sujetador… me
entristezco.— Controla a tu amigo — Me humilla y río. Amo a esta mujer… la
amo ¡La amo!
Está controladísimo — Bromeo. Y me visto también.
Con sutileza espero a que termine y, cuando se dispone a salir, le doy un
último beso.
Duerme conmigo… — Le digo triste— Haré lo que quieras.
¿Lo que quiera? — Pregunta.
Lo que quieras…
Quiero conocer tu departamento — Me mira interesada, quizá más de lo
que imagino.
Mierda… lo solté ayer. Ya lo recuerdo. Tenso mi mandíbula y lo pienso…
Es peligroso, tengo toda la información importante ahí pero… sé que puedo
esconderla de alguna forma.
Está bien. Tú conoces mi depa y yo duermo contigo. — Sonrío.
Con mis reglas. — Advierte— Nada de roces extraños… — Levanta una
ceja, me conoce…— Dos. No tocamientos románticos. Tres. Tú a un extremo
y yo al otro. Cuatro. Espero que tenga aire acondicionado. 5. No ronquidos.
Río y le miento.
Bien, todo eso… pero lo del romanticismo um…
No. — Advierte.
¿Y si no me doy cuenta? — Pregunto.
Me enojo. — La pego de nuevo a mi cuerpo y vuelvo a besarla.
La amo, la amo con locura y desesperación. Y también sé que es mejor
pedir perdón a permiso así que no le digo nada. Claro que habrá romanticismo,
es lo que más anhelo con ella, pero si lo discuto en este momento arruinaré
todo lo ganado.
La embaucaré.
Basta — Se separa y yo tomo su rostro con mis manos.
No puedo, me eres irresistible. — Confieso.
Estamos trabajando, no es tiempo de besos… — Suspira— Vete ahora
o sospecharán. Sal por la ventana, no sé.
Tú tranquila, yo lo soluciono.
A duras penas puedo despegarme, entro nuevamente en el baño y siento
la necesidad de quedarme. Ella espera solo unos segundos, la puedo ver a
escondidas, y luego abre la puerta encontrándose con el rostro de Brando.
Mierda.
Rita está acompañándolo y ambos miran de forma extraña a Dulce, ¿Qué
carajos? Suspiro. Brando entra y le da un pequeño empujón con el rostro serio,
Dulce se queja… Maldita sea. Rita explora su oficina de reojo, entonces
escondo mi cabeza. Mi corazón late con fuerza.
Quiero una maldita explicación ahora — Le grita y de mi piel emana furia
contenida. Lo sabe… lo sabe… entonces saco del bolsillo de mi pantalón mi
pistola. Es un arma pequeña pero furiosa y está lista para esta ocasión.
Voy a matarlo si le hace daño.
22. Peligro
Dulce

Uno de los sentimientos más hermosos del mundo es cuando abrazas a


la persona que quieres y ella te abraza aún más fuerte.

Mi cabeza empieza a pensar más de mil opciones y siento que mi pulso


no deja de traicionarme. Tranquila Dulce… —Dice mi inteligencia— Quién se
desespera pierde. Y es así. Por más que esté ansiosa no puedo demostrarlo,
entonces cruzo mis brazos y tomo una posición neutral aunque por dentro esté
tiritando.
—¿Puedes decirme qué mierda te sucede? ¿Y por qué está aquí ella? —
Miro de reojo a Rita, quien ahora me mira de una manera distinta. No me
importa.
—Déjanos solos. —Le dice Brando en un tono molesto, entonces tensa
la mandíbula y se va.
—Quien demonios te crees para gritarme de esa manera. — Sueno
indignada, estoy indignada.
—¿Quién es ese hombre? —Tira unas fotos en mi cuerpo de manera
violento. Mi garganta se seca, pero no pierdo la paciencia. Me agacho tomando
aquel retrato y puedo observar la imagen en sombra de dos amantes
besándose. Joder. Es la captura de una de las cámaras manipuladas de forma
sospechosa, estoy yo besándolo… pero no se ve mi rostro sino mi ropa.
Enseguida mi corazón se detiene y empiezo a sudar frío. Mierda, no…
no, piensa. Levanto la otras fotos mientras me doy tiempo y en ninguna salen
nuestros rostros pero si la ropa.
Maldita sea
—Estoy sumamente ofendida —Le digo con excelencia haciéndome la
victima. Él no deja de acercase a mi, sus ojos destellan furia contenida, puedo
notarlo.—Esta no soy yo. —Digo. ¿Me estas juzgando solo por la ropa?
Enseguida su rostro cambia, quizá a un nivel menor, pero aún sigue
enojado. Lo conozco… es capaz de matarme con sus propias manos sino logro
convencerlo.

—No puedo creerlo. —Hago mi drama exactamente como en las novelas,


doy vueltas en círculo fingiendo furia y presiono mi nariz cuando no se da
cuenta para parecer sollozando. Maldita sea, mil veces puta su madre.
—No soy idiota, Dulce. —Sigue mirándome con furia— Eres una maestra
en el engaño, ¿Crees que no lo sé? Tengo un expediente completo de ti, cariño
—Suena irónico— Suele conocer muy bien a las zorras con las que me voy a
acostar.
Me quedo sin aliento, mi pulso no reacciona, pero voy a salir adelante.
Tengo que hacerlo. Jadeo al sentir sus músculos tensos, ahora me aprisiona
de una manera enferma hacia la mesa. No sé qué decir ni como actuar ¡Maldita
sea! Estoy aterrada con su forma de mirarme, entonces lo veo… de lejos, está
ahí. Él está ahí vigilandome. Christopher… es él, no se ha ido. Nos mira de una
forma casi asesina y tiene en su mano un arma. Dios… ¡No! No puede
arruinarlo, yo no puedo arruinarlo. He pasado por tanto… por tanto para llegar
a donde estoy que no puedo permitirlo, no dejaré que todo mi esfuerzo se vaya
a la mierda.
No lo hagas, Christopher —Digo en mi mente. Va a arruinarlo, estoy casi
al borde del colapso.
Brando, cariño… — Sueno sutíl— ¿Realmente discutimos por esto? —
Mi corazón no deja de bombear con fuerza, me cuesta respirar— Sabes
perfectamente que soy solo tuya. Y si me has investigado puedes darte cuenta
de algo muy importante: Jamás estaría con alguien inferior.
Sonríe irónico.
Es cierto, no hay nadie mejor que yo, pero… — Toma su mano y toca mi
pierna para luego subirla lentamente hasta mis caderas— No me has dado lo
que quiero. — Siento asco cuando sus labios se acercan a los míos y tomo mi
distancia al ver que Christopher entra en furia total. No puedo provocarlo, está
tan celoso que no piensa en lo que hace, así que me alejo del rostro de Brando
sonriendo, fingiendo, dramatizando.
Soy una chica inteligente — Carraspeo mi garganta— No quiero ser una
puta más. Yo no.
Eso es lo que me encanta de ti, cariño… Eres una maldita interesada que
quiero coger de mil maneras. No vienes con vendas, eres solo tú. Y si te importa
mi dinero bien… te compraré para mí porque no puedo dejar de pensar en ti y
en tu belleza.
Siempre fui sincera contigo, Brando. — Le digo utilizando mi último
recurso— No quiero a nadie.
Vas a quererme, Dulce… — Acerca sus labios a los mios en contra de mi
voluntad y los roza. Su aliento es algo que no quiero sentir, sus labios son duros
y ásperos, pero no puedo hacer nada.
Mmm… — Me quejo, entonces cambia y con su dura mano aprieta mis
cachetes.
Me duele.
Pero te advierto. Mandaré a analizar estas imágenes, sabré la verdad de
todas maneras. Si me engañas… vas a pagarlo con tu vida ¿Lo entiendes? Con
tu vida.
Lastima mi piel con sus dedos fuertes y me empuja hacia el escritorio
lastimándome. Jadeo, no puedo respirar por el terror, entonces veo cómo gira
y se va de inmediato. Me toma algunos segundos calmarme, bajo mi falda y
siento que estoy erizada. Christopher sigue mirando impaciente, con rabia
contenida y profundo dolor. Lo sé, lo veo… sus ojos son dos cristales que me
permiten hacerlo.
Brando se ha ido y no sale, ¿Por qué? Mi instinto me dice que es más
inteligente de lo que creo, porque enseguida entra la estupidita y sigue
explorando la habitación. Estoy exhausta, me mira de forma inocente…
¿Inocente? Es una maldita zorra.
¡Quién mierda te crees! — Exploto contra ella, estoy furiosa— ¡Cómo
eres capaz de traicionarme de esta manera! ¡Me acusaste injustamente! —
Grito, grito con terror por lo sucedido. Tomo su brazo y la muevo.
Dulce… yo no fui, yo no fui. — Llora.
¡Eres una maldita hipócrita! — Sigo histérica.
Solo pensé que estabas en problemas, por eso llamé al Señor Brando.
Lárgate estúpida, lárgate… déjame sola — La apunto con mi mano y veo
cómo tiemblo. Ella se va de inmediato, ni si quiera lo piensa. Debo tener
cuidado… cuidado con todos. No puedo desentenderme de esta situación,
¿Qué pasará si descubre esas fotografias? ¡Estoy muerta! Necesito hacer algo,
algo…
Entonces siento sus brazos jalarme con sutiliza hacia el baño.
Regresamos a ese lugar y cierra la puerta con llave. Me abraza…. Y yo me
rindo. No puedo llorar pero sí sentir miedo. De un momento a otro pasé de
caliente a frio, y eso me estresa.
Estoy confundida, muy confundida. Mi corazón no deja de latir y no puedo
calmarme.
Todo va a estar bien…. — Dice de manera suave. Su voz es un eco de
paz que calma mis sentidos ahora. No tengo idea de cómo lo hace o si esto es
una farsa… y me rindo, me rindo ante su maravilloso cuerpo.
Su voz es protección y su olor es toda mi vida. Jadeo sintiéndome sucia,
entonces él viene y me saca de este maldito mundo. Mis músculos se relajan
cuando me aprieta y solo beso su pecho en silencio. Lo necesito, quizá más de
lo que yo misma he creído… entonces sucede, un milagro sucede y no estoy
dispuesta a racionalizarlo. Tengo miedo, estoy temblando, por fin dejo de lado
un poco el corazón de hielo que me impuesto a mi misma… y sollozo. Un
intento de lágrima se asoma como fantasma por mis ojos, estoy tan asustada…
Pero no por Brando, sino por él. Tengo mucho miedo de que todo esto
sea una mentira. Tengo miedo que sus palabras sean fantasía. Tengo miedo
que no esté conmigo… Temo que sus “te quiero” sean solo intereses
personales. Me está robando lo poco que hice por mí misma, mi racionalidad.
He sido una chica fuerte. Soporté ser estéril y su abandono, pero no
podría soportar de nuevo un engaño más.
Me doy asco.
Cierro mis ojos con fuerza y no quiero pensar, solo sentir. Él besa mi
cabeza y yo solo lo aprieto con mis brazos. Soy una estúpida, una estúpida,
una maldita estúpida… Mi mente me dice que pare, que lo aleje, que no vuelva
más… pero no puedo. No puedo. No quiero. No Quiero. Mi único intento de
lágrima se va desplomándose por mi rostro. Y esa lágrima es para él… con él…
por él.
Vamos a terminar con esto pronto, bonita… — Me mece y no soy capaz
de soltarlo— Te lo juro. — Si tan solo le pudiera creer… pero ya no sé qué
pensar. Él ha dicho que tuvo una razón para dejarme, pero mi razón dice que
es mentira. Y mi corazón está en duda.
No hablo, pero él sigue hablando.
No sabes cómo me contuve… — Susurra lento— Quise matarlo cuando
lo vi tocándote. ¿Te lastimó? — Pregunta e intenta separarme para explorar mi
rostro, pero no lo dejo. Sigo con mi cara hundida en su pecho, muy cerca de su
corazón. No quiero que me vea, no cuando estoy aprovechándome de su olor…
Su olor a malditas rosas— Amor mio… —Se rinde y pega su cabeza en mi
hombro— Lo siento tanto… No te preocupes por nada, voy a desaparecer esas
evidencias. No es tan dificil hacerlo. Va a terminar, lo juro. Te lo prometo por mi
vida. No dejaré que te haga daño, primero me mato…
Entonces por qué te fuiste…. —Digo en mi cabeza— Por qué me dejaste
tantos años. Por qué me miraste desde lejos sabiendo que estaba rota por ti.
Por qué no me tienes confianza… por qué me dejas huérfana de sus labios y
vuelves a buscarme.
No sé cuánto tiempo ha pasado, solo sé que estoy más tranquila. Me
separo de su pecho y de inmediato me explora. Sonríe al ver que estoy bien y
luego me acaricia con sus pulgares haciendo que mis labios choquen los suyos.
Suspiro. No debería pero quiero besarlo, así que solo me entrego a este
beso pensando en que últimamente estoy haciendo todo lo que no me
conviene. Él es del tipo de hombres por las que una mujer perdería la cabeza
facilmente y estoy cayendo… cayendo en su juego sin imaginarlo. Voy a
controlarme, necesito hacerlo, pero primero termino de aprovecharlo.
Intensifico el beso y no me deja… Quiero jodidamente volver a coger aquí con
él y no me deja. Me besa con estúpida paciencia y me desespero pero me
enseña a calmarme.
Habrá tiempo para todo, bonita — Habla en mis labios— Pueden
regresar, es peligroso además… así no.
Como quieras — Digo.
Hey… — Levanta mi mentón— No lo tomes a mal por favor.
Bien. — Espeto seca. No sé cómo controlar mis sentimientos y es la única
manera que conozco— Debo irme.
Sí, estoy de acuerdo, solo… — Enreda sus dedos en los mios— Gracias.
Pensé que sería tu iniciativa besar a Brando, provocarme, pero no lo hiciste.
Gracias, amor mio. Te sueño todas las noches a mi lado… y juro que será
pronto. Juro que voy… — Cierra sus ojos— A contarte todo, pero tenme
paciencia. Debo acabar con él primero.
No creo que debamos vernos — Cambio de tema— Seria imprudente
ahora. — Me mira como niño regañado— No me mires así.
Siempre podremos a escondidas. — Insiste
No. — Solo digo— No podemos, Christopher.
Tú no te preocupes por nada, yo buscaré la forma ¿Si? — Me desespera
su insistencia, ruedos mis ojos y exhalo lentamente.
Tienes un arma… — Miro el bolsillo de su pantalón volviendo a recordar—
¿De dónde la conseguiste? Jamás fuiste un hombre así…
Han pasado muchas cosas en mi vida que voy a contarte, pero no ahora
por favor. Te dije que voy a protegerte.

Ya no sé si creer… — Digo con una sonrisa triste— Ojalá no seas


mentira.
Sus ojos me miran con dolor, y yo sigo manteniéndome firme. Esto de
cambiar de emociones de golpe me agota, pero no tengo elección. Al menos
no se dio cuenta de mi momento débil, pero no puedo volver a sentir cosas así
de esta forma.
No me digas eso, bonita… Me lastimas. — Y lo dice él… Parpadeo
preguntándome si sabe o no que yo he sido más lastimada que nadie, entonces
lo dejo ir… No haré drama por un tema perdido, pero nunca podré dejarme de
preguntar por qué, ese maldito por qué.
Debo irme. No hagas cosas que yo no haría. Eres inteligente, yo también.
Hasta algún día… —Suspiro y vuelve a jalarme para besarme. Mete su lengua
con desesperación en mi boca y solo respondo de la misma forma. Me rio de
mí misma por esta mierda… Ambos somos obtusos e incongruentes ahora.
Somos el “si, pero no” de todos los días… — Adiós.
Lo suelto y camino más tranquila hacia la puerta. Cuando cruzo el
pequeño marco de madera siento que vuelvo a toda la mierda que me rodea.
Elevo un suspiro mientras camino por el pasillo. Arreglo mi cabello
peinándome con los dedos y atravieso dos salones continuos para no
encontrarme con Brando. Me es asqueroso ahora. Su presencia me altera.
Pasan un par de horas y me distraigo haciendo mis labores. Veo a un
hombre seguirme y no me sorprende, es uno de sus guardaespaldas que
seguro sigue vigilándome. El maldito idiota ya no confía en mi y eso es grave.
—¿Me deja pasar? —Ladro con furia al ver que me bloquea el paso. Con
esto solo pienso en que será difícil mis posibles encuentros con el patancito.
—Lo siento, señorita. Por órdenes del Sr. Hilton debe acompañarme.
—¿Qué? —Enseguida estoy caminando con ese hombre a la fuerza.
Joder. Llegamos al jardín central y, mientras miro a la gente disfrutar del sol,
me aterro pensando en que será mi fin ahora.
Mierda. Debo hacer algo.
—Necesito ir al baño. —Suspiro con la más completa naturalidad del
mundo, pero por dentro tiemblo.
—La espero afuera.
Entro en el baño y saco mi móvil de inmediato. No puedo llamarlo, no
sería prudente ahora. El mismo lo dijo, pueden rastrear el teléfono, pero enviar
un mensaje es menos peligroso.
Patancito… —Texteo y de inmediato él responde en clave.
Tengo las imágenes, ya han sido destruídas. Jamás podrá saberlo. Estate
tranquila. Borra este mensaje ahora. Yo lo desapareceré de las redes
telefónicas en 10 minutos.
Respiro profundamente y destruyo el mensaje haciéndole caso. El
guardaespaldas toca la puerta apresurado y no me da tiempo de decirle nada.
Puedo sola. Puedo hacerlo. No debo depender de Christopher, no cuando
estoy insegura de sus acciones.
Abro la puerta y camino con tranquilidad junto a ese hombre. Me lleva
hacia el patio trasero y juntos entramos en una camioneta.
Mierda.
En el camino veo cómo salimos de la ciudad hacia Hilton Garden, una
sucursal del hotel que aún está en construcción. Brando se afanó en el
proyecto hace muchos años, por lo que sé aún no otorgan todos los permisos
ya que tiene problemas con el presidente, pero aún así siguió la construcción a
escondidas. Ha sobornado a muchas personas y no me sorprende que quiera
torturarme de alguna manera.
Bajo con cuidado. Me acompañan dos guardaespaldas ahora mientras
camino por el pasto hacia el salón principal. Cuando entramos puedo ver el lujo
de siempre, pero en una versión menos extendida. La iluminación es perfecta
y el toque de campo lo hace lucir aún más elegante. Él está ahí sonriéndome,
sentado en uno de los muebles con una copa de vino en las manos. Lo deja de
lado cuando me ve y pronto me pega a su cuerpo para darme un beso. Yo no
respondo… Lo miro sin emitir ninguna emoción y me separo de inmediato.

He comprobado que esas imágenes no son tuyas, cariño. — Dice


tranquilo— Lo siento.
¿Lo sientes? — Miro a los guardaespaldas.
Larguense — Les dice él y lo hacen.
Yo no lo siento. Me lastimaste…. Me trataste como a una cualquiera y
eso no voy a perdonártelo. — Estoy tan asqueada que esta es mi excusa
perfecta para no complacerlo.
Por eso quiero compensarte en este lugar. No hemos salido de
vacaciones, así que nos tomaremos este dia. No puedo dejar el trabajo ahora,
sobre todo porque tengo problemas, pero quiero pasar un tiempo contigo.
Yo no quiero pasar un tiempo con él, pero no puedo negarme.
Sospecharia…
Camino aún seria a su lado y pronto llegamos a la piscina. Me mira
sonriendo.
Por qué no te relajas un rato… — Me dice y toma una de las bolsas que
hay en la mesa.
Es ropa. Bikinis, vestidos, collares… Todo de marcas carisimas y
diseñadores de última moda. No puedo evitar sonreír, es la colección que tenía
pendiente comprar, pero a la vez lo miro con furia.
Sé que te gusta… — Sonríe.
No me comprarás con esto. — Le digo.
Lo siento, cariño… De verdad lo siento, pero quiero que entiendas algo:
Eres mía.
No soportaré tus arranques de furia. Si confiaras en mí no me hubieras
puesto a tu maldito guardaespaldas a seguirme por horas.
Mujeres… drama en toda su expresión — Ríe. Y no confío— Vamos,
relájate.
Jadeo al sentir que estoy presionada a hacerlo. Tomo la ropa en mis
manos y me dirijo al baño para ponerme más cómoda. A Christopher no le
gustaría, lo sé… pero debo hacerlo por mi propio bien. ¿Qué hago pensando
en él? ¿Él estará pensando en mí? Soy un mar de ideas de nuevo y por más
que quiero mantenerme neutra no puedo. Aunque la estúpida zorra de mercado
ya no haya aparecido no debo confiarme. Voy a pensar en ese beso que le dio
delante de mí cada vez que tenga asco por Brando.
Camino con el bikini puesto por el borde de la piscina. Brando me ve y se
maravilla con mi cuerpo. Si supieras con quién cogí esta mañana… — Me río—
y puedo notar otras miradas explorándome.
Los malditos guardaespaldas.
Brando se da cuenta cuando yo me quedo mirándolos y con furia los
expulsa de este lugar. Al parecer no hay nadie, solo nosotros, entonces pienso
que no será tan dificil como pienso. Me hundo en el agua deslizándome por
todos los espacios. Salgo para respirar y vuelvo a bucear para alejarme de su
mirada. Enseguida vuelven a mí los gemidos ahogados de Christopher en mi
oreja. Maldita sea…
De qué maldad estás acordándote, cariño — Suelta Brando cuando me
ve heleada suspendida en el vacio.
De nada — Respondo y lo miro.
Christopher rebotando entre mis piernas es todo lo que imagino ahora,
así que lamo mis labios y los muerdo. ¿En qué momento me volví tan sexual
por ese hombre? Lo quiero todos los dias entre mis piernas y no es sano.
Oh vamos, ponte a mi lado — Pide y lo hago. Mi cuerpo está mojado, mis
pezones se traslucen en los pequeños triángulos de tela de bikini. Y solo cierro
mis ojos.
Eres perfecta, Dulce… — Me dice tomando mi mano.
Y nos quedamos así. Él pensando en mi… y yo en mi marido. Mio. Si
pudieramos volver al pasado todo sería un cuento de hadas, pero sé que eso
no existe ¿Para qué soñarlo? Mejor despejo mis ideas de otra manera — Digo,
solo me digo.

Las horas pasan volando y pronto me he cambiado de ropa, ahora estoy


con un vestido. El almuerzo es agradable y Brando está muy cariñoso conmigo.
Lo controlo cuando quiere tocarme, porque no puedo hacerlo… simplemente
no puedo. No por Christopher, sino por mi. No quiero que sus besos salgan de
mi piel, que su aliento salga de mi boca, que la huella de sus manos
desaparezcan de mi cuerpo.
Lo ansío… quizá más que ayer.
Entonces mi mirada se topa con Brando y él sonríe. Es increíble cómo he
llegado al punto de sumergirme en mis propios pensamientos sin si quiera
darme cuenta del resto. Todos mis pensamientos se resumen en un solo
nombre: Mi patancito.
¿Te das cuenta que nunca hemos hablado de nosotros? — Pregunta con
sutileza, yo levanto una ceja.
Dices que sabes todo sobre mí — Respondo y sigo comiendo.
Sí. Tienes familia que no visitas ni quieres. Y… solo te han conocido un
novio. — Ríe— No me digas que eres virgen ahora.
Si supieras lo virgen que soy… — Pienso en mi cabeza— Tan virgen que
hasta no he podido sentarme de lo duro que ha sido. — Río. Suelto una
carcajada
Mi familia me averguenza — Digo para minimizarlos— y sí, solo tuve un
novio… pero eso no quiere decir que no haya tenido otras experiencias —
Curveo mis labios.
El Señor Campbell, lo asesiné. — Me dice y no me sorprendo. Ha sido
uno de sus enemigos por años
Lo sé — Suspiro— Tampoco me interesaba.
Y Eduardo Jacobs…. — Sonríe— Depende de mí.
Eduardo fue mi compañero de maestría, el imbécil quería que fuera su
amante. ¿Puedes creerlo? Tenía una novia con la que se iba a casar, y
tampoco era gran cosa para darle bola. Solo fue un tema de orgullo. La tipa me
caía mal. — Digo con verdad pensando en que lo besé delante de ella en su
fiesta de compromiso. Brando ríe tan fuerte que hasta me asusta.
¿Hermosa o maldita? — Pregunta.
Las dos cosas… — Retengo mi mirada y me reflejo en sus ojos.
Jamás has querido a nadie entonces — Suspira.
No. — Respondo con mentira
¿Y tu novio? — Pregunta— Alexander El Grande. — Casi escupo el agua
cuando escucho su nombre. No sé si reír o llorar… Christopher solía llamarse
así con sus amigos de escuela, Alexander es su segundo nombre por lo que
me parece hasta cómico que Brando lo sepa.
Aunque no lo creas era su nombre. — Respondo con risa y él se pone
serio.
Tu rostro cambia cuando habla de él. Lastima que murió… sino me
hubiera encantado darle un tiro.
—No lo creas importante. —Digo sorprendida. Qué carajos ha hecho
Christopher con los archivos y documentos nacionales? Ha cambiado todo,
incluso el presidente no podría rastrearlo. Aquí hay algo más fuerte que simple
justicia, y voy a averiguarlo. — ¿Y tú? —Pregunto. Este es mi momento para
sacarle más información.
—Ya te había dicho que no me gusta hablar de mi vida. Lo poco que
sabes es suficiente. —Evade mi mirada y siento que es como un niño, entonces
pongo mi mano encima de la suya.
—Pero si quieres algo más serio conmigo deberías decírmelo. —Lo
presiono— Tienes un hijo… eso es lo que sabía. Por qué nunca habla él.
—Tengo un hijo porque necesito un heredero. Tuve que comprar a su
madre y vive en Europa, como ya sabes. Está de moda ser gay, no verá mi
dinero hasta que se le pase la manía. En realidad No me interesa, solo sé que
se quedará con mi legado cuando deje de follar hombres.

Sonrio. No se quedará con nada porque todo será para mi. Y que sea gay
me viene bien. Brando es extremadamente machista.
—No hay nada más interesante…. ¿O si? —Curveo mi sonrisa y bato mis
pestañas.
Cae. Es tan predecible…
—Tuve otro hijo, pero murió. Yo lo maté.
Un escalofrío pasa por mi espalda… puedo esperar todo de él menos
esto. No quiero que vea mi sorpresa, así que sigo comiendo sin darle
importancia. Que ironía… Unos desean tener un hijo y otros lo matan.
—Supongo que era un estorbo. —Digo justificándolo para que no
sospeche.
—Lo era. Como ves cariño, soy implacable. —Besa mi mano— solo tú
eres mi debilidad.
Lo miro con precaución porque solo tengo asco cuando lo veo. Da una
palmada y enseguida aparece un mozo con un plato tapado. Levanto una ceja
y sonríe.
—Que es esto.
—El postre. —Dice— ábrelo. —Mi curiosidad pica y lentamente abro el
plato que contiene un anillo de brillantes.
Un anillo de compromiso.
Mi sorpresa es evidente. Es hermoso, lleno de brillantes y justo a mi
medida. Toma mi mano y me lo pone lentamente.
—Te había dicho que algún día te lo daría… quiero te cases conmigo. —
Suspiro sintiéndome aterrada. No puedo sonreír y tampoco saltar de felicidad,
porque me siento vacía.
Y pensar que he luchado por esto muchos años…
Pensar que solo me enfoqué en este momento y ahora todo me sabe
diferente. Intento concentrarme, pensar en mi beneficio, pero no quiero hacerlo.
Me siento traicionada conmigo misma, sin poder ocultar más mis sentimientos.
—Brando…
—Nos casaremos después de solucionar algunos problemas. La policia
me dio un golpe duro incautando mi carga de droga. Hay un soplón entre mis
trabajadores, en mis hoteles, y voy a descubrir quien es. Redoblaré la seguridad
y cortaré sus bolas.
Mi mente solo piensa en una persona, entonces siento la necesidad
terrible de avisarle pero me controlo. Siempre me controlo.
—No creo, Brando. Eres muy inteligente para dejar que hagan eso.
—Pues ya lo ves. Nadie más tiene acceso a mis documentos que yo, tú
o mis hombres de confianza. Jamas sospecharía de ellos… —Me mira— Serás
mi esposa, estás embarrada de la misma forma. —Amenaza sutilmente y
recuerdo haber firmado algunos papeles.
—No me conviene que seas pobre, cariño —Ríe—Tranquilo.
—Lo sé, hermosa. —Besa mi mano de nuevo— Si yo caigo tú vienes
conmigo. Pero sé que no será necesario. Los malos siempre triunfamos. La
justicia no existe, todo es comprable. Hasta tú
Me hielo. No digo nada, entonces continúa.
—Aprenderás a quererme también… —Parpadea sus ojos y puedo ver
por fin claridad en sus pupilas. Me quiere. Y eso es bueno.
El día con él es aburrido. Tuve que aguantar sus tonterías y que me
desnudara con sus ojos de vez en cuando. Miro la noche por fin desde mi
recámara y puedo notar que Christopher no me ha escrito ni llamado.
¿Acaso no me extraña?
La respuesta es evidente y tomo mi mano dándome golpecitos pequeños
en la frente. No confíes en él… ni en nadie, ¿Cuándo voy a entenderlo?
Parezco esa niña de 16 que se dejó embaucar por sus palabras bonitas. Solía
esperarlo todas las noches desde mi ventana, él había convencido a la vecina
de alado para entrar de vez en cuando a su casa y verme desde la suya.
Ahí empezó toda esta mierda de Romeo y Julieta. ¿Qué cosa no ha
inventado? Me paseo por mi habitación sintiendo espasmos en el pecho,
mirando tímidamente el anillo que llevo en el dedo. No sé cómo vaya a
tomarlo… y tampoco creo que le guste mucho la idea.
Lo extraño. Y no puedo negarlo. Me he acostumbrado a sus tonterías de
noche, a su olor por las mañanas, a sus cogidas intensas de vez en cuando.
¿Y si lo llamo? ¡No! —Me digo a mi misma cayendo sentada en la cama.
Estoy perdida… y tengo que hacer algo.
No voy a decirle que lo quiero. Y tampoco quiero quererlo. Encontraré la
manera de sacarlo de mi mente, pero antes necesito saber la verdad y tener
más cuidado.
La puerta de mi habitación suena. Me paro y camino hasta abrirla, pero
no hay nadie… solo una flecha en el suelo que me indica que debo dirigirme
hacia otra habitación. Mi pulso se acelera, porque siento que es quien creo,
entonces camino mirando a todos lados.
No hay nadie, ni si quiera guardaespaldas ni empleados.
Llego a ese lugar y tomo la manija para abrirla. Al entrar puedo ver un
babydoll en la cama. Muerdo mi labio, pero a la vez me tenso cuando veo el
traje del maldito viejo expandido en una de las sillas.
Joder, mierda. La puerta de cierra y doy vuelta encontrándome con la
mirada punzante de Brando. Me quiere, me desea. Trago saliva y no puedo
dejar de estar nerviosa. Con suavidad pasa sus brazos por los míos y me
encuentro con sus ojos.
—Quiero que seas mía, cariño. Tienes el anillo… y mi promesa. Te deseo
con toda mi alma.
Lo miro suspendida en el tiempo, porque en el fondo siempre supe que
tendría que enfrentarme a este día. Suspiro cansada y vuelvo a posar mis ojos
en su rostro. ¿Tengo que hacerlo? Carraspeo mi garganta, no tengo
escapatoria.
Me hielo.
23. Romeo
Dulce

“El amor no necesita ser perfecto, pero sí verdadero” M.M

Sus manos son dos espinas clavando en mi piel. Me da vuelta de la


manera más brusca posible y quedo de espaldas ante sus ojos. Con
desesperación recorre mis piernas, cintura hasta llegar a mis pechos. Los toca
y aprieta mientras siento asco, mucho asco.
—Vas a gozarlo… —Dice en mi oreja y siento cómo todo mi cuerpo se
endurece de tensión. No puedo, simplemente no puedo. Christopher está en mi
piel. Christopher está en mis labios y en cada centímetro de mi cuerpo.
—Brando… — Lo separo de mi con fuerza.
—¿Quieres rudo? — Dice y me indigno. No puedo hacer nada cuando me
acuesta en la cama. Tengo terror, miedo, pánico… Lame sus labios con fuerza
y siento que voy a colapsar en cualquier momento.
—¡Fuego! — Una explosión sucede no muy cerca de donde estamos.
Brando se hiela, yo me contengo. Jadeo al sentir movimiento por todos lados,
entonces me toma del brazo obligándome a seguirlo. Corremos y pronto los
guardaespaldas nos sacan del lugar. A lo lejos puedo ver un incendio en la
zona trasera de Hilton garden. El lugar se desploma y pronto la torre cae. Mi
cuerpo se queda inmóvil y grito. Jamás en mi vida vi algo como eso…
—¡Saquen mi dinero! ¡Mi dinero! — Brando colapsa y corre hacia los
costados. Sus guardaespaldas van tras él y pronto escucho algunas balas
atravesándose frente a mis ojos. Grito, estoy sola… no sé cómo actuar, solo
retrocedo mirando con horror la escena.

Silencio. — Escucho una voz que tapa mi boca y me hunde lentamente


hacia los arbustos. Todo el maldito cuerpo se me engarrota y no puedo
moverme. Mi presión se altera y muerdo su mano.

¡Déjame! — Me alejo y me jala de nuevo hacia su cuerpo para luego


besarme. No puedo ver su rostro porque lleva un tapa cara que solo lo cubre
hasta la nariz. Lo esquivo de inmediato pero sus brazos fuertes me sostienen…
entonces jadeo y me odio a mí misma por sentir. Me gusta. Su sabor me sabe
a familiar y conocido. Con una mano lo descubro totalmente dejando en claro
que es mi marido.
Así que no reconociste mi voz, bonita… — Sonríe y en un arrebato me
lanzo a sus brazos. Lo he extrañado… mucho, muchisimo.

Hablaste muy bajo… Por Dios, Christopher pensé que me habías


olvidado. — Abro mis ojos y me doy cuenta de la tontería que acabo de hacer.
Él suspira y besa mi cabello para luego acunar mi rostro con sus manos.

Jamás me he olvidado de ti — Me mira profundamente como si estuviera


dándome una indirecta— Solo que no puedo actuar de frente, sino por los
costados. — Ríe y mira la explosión.

Joder. Fue él.

Abro mi boca consternada, entonces pasa sus dedos por mis labios.

Tocó lo que es mio, ¿Verdad? —Inquiere contra mí con una impaciencia


que me desespera, así que ruedo mis ojos.

Claro que sí, tuve que besarlo porque no había escapatoria. Llegaste
justo a tiempo…

Lo sé — Pasa saliva— Estuve mirándolos todo el maldito dia. Vi que te


llevó a su habitación.

Me separo de él con fuerza y cruzo mis brazos furiosa porque no hizo


nada.

No hiciste ni mierda para ayudarme…

No pude. En todos estos años he afianzado mi paciencia, actuando con


la cabeza fría ganas más, pero juro que estoy desbordandome. Amor mio, te
necesito… no discutamos, solo abrázame. Vendrán por ti y no podré verte hasta
quién sabe cuándo.

¿Quién sabe cuando?


Nos pegamos como dos lacras al instante, entonces lo beso y él aprecia
mi acto. Sus labios son furiosos en mi boca, haciendo que pierda la cabeza. Me
pega contra el árbol y mete una pierna entre las mias para luego alzarme y
pegarme en sus caderas. Enredo mis brazos en su cuello sosteniéndome como
puedo y profundizamos la danza de nuestras lenguas. Su olor… me vuelve loca
su olor a mío y pronto me separo con dolor para morder su mentón.
—Quiero morderte —Digo con sinceridad y pronto bajo con suaves besos
hasta su cuello haciendo que de un grito ahogado.
Y yo a ti —Suspira mirándome derretido. Curveo mi sonrisa y tomo sus
manos para subirlas por mis piernas dejándolas finalmente en mis pechos—
Tócalos por favor — Me río y lo hace. Necesito que lo haga para limpiarme.
Vamos a tirar aquí mismo… y me excita, me encanta, me fascina verlo loco por
mi, aunque no me guste verme loca por él.
¿Tenemos tiempo? — Digo entre besos.
Lo haremos rápido… Amo ver que estás lista para mí siempre que te toco
— Susurra en mi oído mientras abre el cierre de su pantalón y deja salir su
erección. Jadeo contida y de un tirón destruye mi braga y se entromete dentro
de mí. Siento que muero cuando lo hace… Salto en su encima y se mueve
como una metralleta. Todo es rápido, intenso, inexplicable que en un abrir y
cerrar de ojos siento que estoy llegando. Su extensión es tan grande que no
puedo contenerme cuando entra y sale de mí llenando cada centímetro de mi
alma. Jadeo en su oreja mientras me aprieto en él para hacerlo más profundo
y con mis dientes lo muerdo.
—Mm…. — Digo en cada fundida— mmm… — Grito y me calla
capturando mis labios. Todo pasa muy rápido así que siento que exploto
cuando está dentro de mí con gritos que solo se proyectan en su boca.
Lo hicimos de nuevo. Levanta mis caderas para salirse de mí y siento que
me mareo por toda la ola de emociones que he recibido. Me besa, lo beso una
vez más. Somos un par de locos follando en el árbol.
Vístete, arréglate — Dice con el color latiendo a mil, puedo sentirlo— Se
acomoda el pantalón y vuelve a ponerse el tapa cara. Me excito de nuevo.
¿Qué pasa? — Me desconcierto y peina mi cabello con rapidez para
luego entregarme mi braga destruída.
Lo siento. — Intento tomarla pero me la quita de inmediato y luego la
guarda en su bolsillo— Para mi colección
De todas formas no sirve — Sonrío— Debo irme ¿Verdad? — Plancho
mi vestido con mis manos.
Vendrán por ti pronto, pero no te tocarán. Están demasiado ocupados
para hacerlo. Te quiero mañana en mi cuarto ¿Si? Dormiremos juntos.
Depende… — Levanto una ceja.
¿De qué? — Rie.
De dónde sea. Llévame a tu departamento. — Insisto mordiendo mis
labios.
Está bien, preciosa. — Me da el último beso.
Enseguida aparezco nuevamente cerca de la piscina y doy vueltas
mientras espero a que regresen. Estoy relajada y cansada a la vez, mi cuerpo
nuevamente sabe a él y me encanta… Ahora veo este incendio como fuegos
artificiales y no puedo quitarme la sonrisa cuando pienso en lo que acabamos
de hacer. Los sujetos de negro se acercan llenos de suciedad en sus rostros y
los miro incrédula, fingiendo tensión cuando en realidad no lo siento.
—Señorita Evans, hay un auto en el estacionamiento que la espera para
llevarla al hotel, el jefe está arreglando otros asuntos y nos pidió que la
acompañemos.

—No es necesario, puedo irme con el chofer. Estoy sumamente aterrada


—Digo poniéndome una mano en el pecho— y asustada.
Deberían darme el Oscar, Sonrio con sutileza y uno de ellos se apena.
Mientras camino intento cerrar mi vestido de campana, ya que hay viento y
estoy sin bragas.
Llegar al hotel fue fácil, más fácil de lo que imaginé. Bajo del auto y me
voy directamente a mi recámara para ponerme una pijama decente. Me
acuerdo en la cama oliendo mi piel a él y, mientras lo hago, veo brillar el anillo
que llevo en el dedo.
¿Lo haré? Ni si quiera pude soportar una caricia de ese hombre, peor aún
soportaría toda una vida con él. Pero debo sacarle dinero, mucho dinero antes
de dar mi último giro. Lo haré.
Chris
Mientras veo que la luz de la habitación de mi Bonita se apaga, puedo por
fin descansar tranquilo. Ha sido un día complicado… y mañana es el día
Perfecto para nosotros. Si que lo es.
—Gracias, Ventura. —Digo al teléfono a uno de mis hombres— Has
hecho un excelente trabajo.
Cuelgo mientras río y me desvisto para entrar en mi cama solo en bóxer.
La deseo aquí… —Pienso acariciando las sábanas— y pronto la tendré de
nuevo.
Hilton ha tenido una lección y no puedo esperar a mañana para fingir
preocupación. Sé que estará histérico y sobretodo muy ocupado descubriendo
quien fue el culpable. Mi experiencia me ha enseñado que sembrar pistas falsas
es una buena opción para enfrentar a la gente, lo que ha hecho que queme
claves y deje evidencias de uno de sus enemigos en el hotel quemado.
Yin Lai Su
Un mafioso chino de 35 años dueño de la cadena de hoteles naturales
más grande de China. Lo odia por ser su competencia, y porque le quitó varios
proyectos en Mexico. No será difícil que vaya a matarlo con sus propias
manos… mientras mi Bonita y yo tenemos un día decente como esposos.
Sus besos aún han quedado plagados en mi piel, entonces acaricio mi
rostro y cierro los ojos… la amo
Tal y como lo imaginé la mañana se torna plagada de hombres de negro,
movimiento y una reunión de urgencia a última hora. Brando luce sumamente
afectado. Tiene el rostro perdido, lleno de furia y parece no haber dormido.
Entro saludando a todos sin dar motivos para que desconfíen de mi, tomo la
mano de sus socios e incluso la de Brando para luego llegar a mi chica… Ella
me mira seria y esquiva mi saludo, yo solo sonrío en silencio.
Es tan buena actriz que estoy pensando en sugerirle algunas fantasías…
Me siento a su lado y al parecer me ignora. Brando la mira con ganas de
besarla, pero sé que no lo hará porque tiene temas más importantes por
arreglar. Empezamos la reunión con la noticia del incendio. Dulce finge muy
bien estar aterrada y tensa, yo parezco ansioso de igual manera.
No tengo idea cuantas veces Brando ha golpeado el escritorio para
desfogar su rabia. Grita y amenaza con asesinar al chino, creo que ya lo
sospecha, y solo lo apoyo asintiendo a cada una de sus peticiones. Me da risa,
pero aguanto. Carcajearme ahora no vendría bien, por lo que ocupo mi mano
en otra cosa.
Se puso falda para mi, lo sé.
Recorro debajo de la mesa su piel y tose cuando siente mi toque. Voy
tomándola como quiero y me deja. Por abajo me permite todo, y por arriba finge
odiarme. Es segura de sí misma, arriesgada y sumamente inteligencia. A veces
me sorprendo de su capacidad de acción, y a la vez temo por sus intereses
conmigo. Aún no sé a ciencia cierta si es verdadera, pero sus labios me lo dicen
y olvido mis malos pensamientos.

—Mátalo. —Gruñe con furia hacia Brando mientras yo voy metiendo mis
dedos entre sus piernas.
—Primero es necesario comprobar si él fue —Opina uno de los
empresarios desatando un caos. Todos hablan a la vez y discuten, incluyendo
Brando. Sonrio solo no por él sino por mi Bonita, quien se ha quedado callada
con la cabeza abajo. Voy estimulando su centro poco a poco hasta donde llego
y se que le gusta. La conozco. Se donde ir en el mar de su cuerpo y solo deseo
besarla ahora mismo.
—Basta —Dice ella alzando la voz, entonces finge que es por la discusión
entre los socios pero en realidad ha gritado por mi toque. La dejo porque sé
que implora por ello, así que guardo mi mano de inmediato. Aún tengo su ropa
interior en mi armario y no he podido dejar de mirarla.. me aloca.
Cuando por fin Hilton decide viajar con algunos miembros ejecutivos, de
inmediato le hago recordar a mi chica que debemos vernos a la brevedad.
La esperaré en un café de la condesa mientras soluciona su salida y
distrae a todos. Sé que lo hará porque es inteligente y muere por tener intimidad
como se debe conmigo, pero no sabe que le tengo una sorpresa.
He cuidado los detalles para que se sienta cómoda en mi espacio y,
aunque no sea un departamento de última generación y lleno de lujos, sé que
lo amará cuando lo vea.
—Hola, Romeo… ¿O debo decir Alexander El grande? —Exploto en risa
cuando lo dice y ella también sonríe. Su expresión así es la forma más sublime
en la que la he visto hasta ahora… está relajada, calmada y con ánimos de
todo.
—Mi Bonita… vámonos ya. Tú sales por la puerta de allá —Le señalo—
Hay un auto negro. Yo termino mi café y te doy el alcance.
—Bien. —Me dice y eleva un suspiro para dirigirse al auto que renté de
prisa. Pasan solo algunos minutos y pago para luego encontrarla limándose las
uñas.
—No has dejado esa manía —Le digo empezando a manejar.
—No. —Se limita a responder y luce sería. Si no la conociera diría que
está enojada con todo el mundo, pero sé que lo hace porque es su carácter.
Me parece extraño tenerla conmigo en él auto. Recuerdos vienen a mi de
su sonrisa cuando le enseñé mi primer carro y su alegría al llevarla de paseo.
En ese tiempo soñaba con verla hecha mi esposa… y ahora solo sueño en
tenerla de vuelta a mi lado. El vuelo de su cabello por el aire de la ventana la
hace sencilla y aún más hermosa… De rato en rato la miro, porque no puedo
dejar de hacerlo. Soy un maldito pisado por ella.
—Bienvenida. —Digo mientras camina por todo mi espacio. El
departamento no es grande, pero si muy práctico. Tiene una sala, comedor,
baños suficientes, cocina pequeña y una habitación. Le doy un paseo por todo
el lugar y siento que explora más de la cuenta con sus ojos.
Trago saliva. No lo ha visto. Hay una pequeña puerta escondida entre la
sala y la cocina que es casi desapercibida. Es como mi caja fuerte, por lo que
tiene clave en letras y un reconocimiento de huella digital. No será problema si
pregunta, puesto que es usualmente utilizada para guardar implementos de
limpieza.
—Es bonito. —Dice sentándose en el sofá— Cómodo y muy acogedor.
Dulce no dice cosas para agradar a la gente
Comúnmente por lo que me siento aplaudido. Estamos en el piso 18 por
lo que se puede ver toda la ciudad desde las amplias ventanas.
—Ven aquí, Corazón…. —Le digo envolviéndola en mis brazos— De
anoche a ahora te extrañé como nunca —Beso su cuello e inhalo el aroma de
su cabello. Es exquisito…

—Le dije a Brando que necesitaba relajarme por lo que iría de compras,
shopping y toda esa mierda. —Me mira sonriendo y pego mis labios junto a los
suyos mientras nos balanceamos sin rumbo.
La beso suavemente y la aprieto contra mi cuantas veces quiero. Capturo
sus labios en los míos y me parece el sabor más agradable del mundo. Ella
sigue siendo una serpiente, pero ya no es venenosa… no conmigo. Me excita
su manera de actuar frente a los otros, la manera en la que mira a la gente y a
la vez en la que ha vuelto a mirarme.
Me quiere, lo sé. Lo siento.
Y no puedo dejarla. Simplemente no puedo.
—¿Tienes hambre? Será hora de almuerzo y pedí ensaladas.
—Buena elección, patancito.
—Siéntate —La suelto— ponte cómoda. Ahora regreso.
Salto a la cocina para traer copas de vino. Ella solo ve las fotografías de
mi estante y la encuentro sonriendo al ver a mamá en una de
Ellas.
—Macarena… ¿Cómo está? —Pregunta y siento que me da vértigo. Aún
me cuesta asimilarlo y se lo diré pero no ahora.
—Tranquila. —Respondo con verdad, porque sé que mamá está
tranquila— Brindemos por nosotros.
Sonríe y acepta el vino de la mejor manera. La comida llega de inmediato,
por lo que comemos con calma… riéndonos de todo. Así, como antes.
—Entonces la estúpida perra barata de Morgana intentó acusarme con el
profesor —Saca su ira— Cuando ella había copiado. Me la encontré hace un
año y ni si quiera le dirigí la palabra.
La veo y sonrió.
Habla de una compañera en Vallarta. La odia porque quiso conmigo.
Desde ese día le puso la cruz y me obligó a no hablarle.
—Pobre Morgana, me caía bien pero se topó contigo. —Sonrio.
—No me provoques. —Lanza una mirada llena de furia.
—No cielo, no. —Tomo su mano para besarla y me topo con un anillo que
no había visto antes. Lo miro… es caro, tiene brillantes y parece de…
compromiso. Me hielo al darme cuanta. Hubo un momento en donde no pude
ver nada de lo que hablaban porque estaban comiendo. Levanto mi mirada para
encontrarme con la suya y pronto quita sus manos de encima de las mías
haciendo que todo en mi se enfurezca.
—Iba a decírtelo, por eso… lo tengo puesto. Brando me pidió matrimonio.
—Me mira como si no fuera gran cosa y solo siento mi estómago retorcerse.
¡Mierda!
Fuego. Siento fuego dentro de mi cuerpo. Me levanto y de un arranque
golpeo la pared haciendo que unos cuadros se caigan. Dulce se levanta e
intenta controlarme pero no la dejo.
No voy a permitirlo, no.
—Basta. —Me dice y solo necesito sacar mi ira de alguna manera. Hago
puños para no golpear más cosas pero voy a explotar, juro que explotaré.
El sonido del timbre hace que todo en mi se paralice. Nadie conoce este
lugar, solo André y Tatiana, por lo que me asomo con cuidado a
La puerta.
—André, no es el momento. —Digo mientras lo veo pasar de golpe. Se
sorprende cuando ve a Dulce en la sala, pero no tengo por qué darle
explicaciones.
—¿Interrumpo? —Se burla y pienso que en cualquier momento voy a
golpearlo. Dulce lo mira con los ojos en blanco y él se sienta de la manera más
fresca del mundo en el sofá— ¿Esto es una luna de miel o qué?
—Deja tus ironías de lado, ¿Qué quieres? —Voy al grano. Estoy enojado,
no puedo controlar mis sentimientos y lo menos que quiero es a este idiota
molestando.
—¿Por qué el enojo? Oh, ya veo… te enteraste — Ríe— Iba a decirtelo.
Ese anillo es muy llamativo.
Tenso mi mandíbula cuando empieza a burlarse, Dulce solo lo mira con
desgano, yo… no lo soporto ¡Se está burlando de esta situación y quiero
golpearlo!
Para mí no es broma. — Espeto con furia— Deja de reirte.
Piensa las cosas de manera objetiva, Christopher. Que Dulce se case con
el viejo nos conviene a todos. Tendría acceso a todas sus cuentas bancarias y
más poder sobre él. Todo sería más rápido.
Mis ojos saltan mientras escucho sus estupideces. El corazón me late tan
fuerte que estoy a punto de tener un infarto por cólera ¡Jamás lo permitiría! ¡No
dejaría que ese malnacido toque a mi esposa! ¡Y mucho menos la pondría en
peligro! Respiro con profundidad para mantener mi cordura, pero me es
imposible. Muerdo mi labio y le lanzo una mirada asesina, entonces ríe… sigue
riendo.
Pareces un cavernícola así, hermano. Tranquilo… tu hermosa mujer
sabrá cómo seducirlo y en todas sus formas.
No siento cuando mi mano hace puño y lo golpeo. Estoy tan furioso que
soy capaz de matarlo, él me empuja y yo sigo partiendole cara. Dulce grita e
intenta separarnos pero no puede. Con fuerza lo lanzo hacia la mesa del centro
haciendo que se rompa el vidrio. Su rostro sangra pero no me interesa nada…
¡Juro que voy matarlo!
¡Christopher! ¡Déjalo! — Escucho su voz como un chillido a lo lejos. En
un descuido él me lanza otro golpe y siento que mi nariz sangra.
—Eres un imbécil, Christopher… ¡Un embécil! La primera regla ¿La
recuerdas? — Apunta con su dedo, entonces Dulce aprovecha para meterse
entre nosotros— No sentimientos. No corazón. No apegos… Las emociones
dañan, idiota… Querer te hace débil, vulnerable. Ya veo que sigues siendo el
mismo chiquillo tonto de hace 5 años. No aprendes.
No dejaré que involucres a Dulce más de la cuenta, ¿Lo entiendes?
Tenemos un trato. — Espeto contra él.
El trato no incluía perjudicar nuestros planes. Esto se dio y debemos
aprovecharlo. El jefe quiere verte pronto. Así no quieras tendrás que aceptarlo
y tú… — Mira a Dulce con tensión— Desde ahora harás todo lo que nosotros
te digamos. El dinero estará en tu cuenta pronto.
Con rapidez se dirige a la puerta y siento que necesito matarlo, pero Dulce
me detiene. Se larga dejándome aún con más furia ¿Quién carajo se cree para
amenazar a mi mujer? ¿Quién es esa pequeña mierda para venir a hacerlo
conmigo? ¡Prometieron no ponerla en peligro! Y lo están haciendo al permitir
este estúpido matrimonio.
Siento mi cuerpo arder después de que se va, aún tengo furia así que
golpeo nuevamente la pared. Voy a matarlo… a matar a todos… y no puedo
controlar mi ira. Todos estos años me he aguantado pero tengo un límite.
Cuando se meten con lo mío pierdo la paciencia.

—¡Basta Christopher! — Me empuja con fuerza— ¿Crees que así vas a


arreglar las cosas? — Jadeo sudando cuando me habla, entonces la miro…
Ella se tensa al ver mi rostro ensangrentado.
No voy a dejar que lo hagas ¡Tú no te vas a casar con ese malnacido!
¿Lo entiendes? ¡No lo harás! Primero me muero. Primero lo mato. Mataré a
todos… Los mataré — Mi garganta pica cuando siento que todo mi rencor sale
en forma de grito. Dulce está pasmada, jamás le he hablado así, pero ya no lo
soporto.
5 años…
5 malditos años protegiéndola en secreto, intentando descubrir las redes
de ese infeliz para poder seguir mi vida con ella sin apuros. La amo demasiado
como para dejarla sola con ese enfermo. No lo haré, así tenga que sacrificar mi
propia vida velaré porque esté fuera de peligro. Así solo esté aprovechándose
de la situación y no me quiera la cuidaré. Así me lo prohíba seré su sombra…
porque la amo, la amo y nunca podré dejar de hacerlo.
Con furia me voy dejándola en silencio. Tengo tanta mierda encima que
soy capaz de decirle cosas que no debo. Entro en el baño y miro mi rostro: mi
nariz sangra, mi boca sangra y mis manos están rojas, entonce me limpio. Arde
como la misma mierda pero no importa. Voy a pensar en algo, lo haré…
Y mi corazón se deja llevar de a pocos. Flaqueo sintiendo lágrimas en mis
ojos. Joder, no… pienso en mi madre y todo se vuelve oscuro. ¿Cuándo
dejamos de ser felices? Todo era paz y amor en ese entonces y de pronto la
vida nos cambió sin avisar. Sufrí todos estos putos años ideando un plan
maestro, no van a arruinarlo… no lo harán.
Silencio.
Trago rabia y me descontrolo al ver que la sangre no para de salir. Camino
aburrido y me acuesto en la cama boca arriba, jadeo… no puede ser, no puede
ser. Cierro los ojos y tengo un nudo en el pecho que me quema.
No la quiero perder… no de nuevo.
Una lágrima se resbala y siento cómo unas piernas se asoman por el filo
de la cama. Es Dulce… y me mira como si fuera un idiota. Me giro hacia el otro
lado limpiándome con la mano la sangre que aún está por mi rostro, entonces
camina hacia el otro lado y se sienta cerca a mí.
No eres un niño de 5 años, ¿O si? — Dice de la forma más dura posible—
Vamos, limpiate esa cara. — Extiende su mano y pasa alcohol por mi rostro.
Doy un grito por el susto, fue muy rápido, pero en el fondo agradezco su acto.
Espera, duele…— Le digo y es implacable.
Nadie te mandó a hacerlo, tú tienes la culpa por bruto. — Suspira— Toma
esto — Me da una pastilla— Es para el dolor. —Inmediatamente la tomo sin
agua, la cabeza me revienta— Ahora dame esa mano — Con suavidad pasa
alcohol por mi mano y siento que todo va calmándose poco a poco. Ella hace
milagros….
Déjame solo por favor, gracias por curarme. — Me siento en la cama con
dolor de cabeza. Dulce levanta una ceja y no puede creerlo.
¿Ya no quieres que me quede? Me iré entonces — Se levanta y logro
jalarla del brazo.
No, no es lo que quiero pero necesito estar a solas… No te enojes.
¿A solas para qué? — Pregunta sin paciencia— ¿Para seguir
comportándote como un cavernícola?
Dulce, no entiendes. — Digo.

No, no entiendo. Vamos, patancito… no es tan malo — Levanta sus


hombros.
¿No es tan malo que quieran que te cases con Brando?
No contesta, solo exhala aire.
No lo permitiré — Continúo.
¿Qué harás entonces? — Pregunta curiosa.
Cualquier cosa. Así tenga que quemar todos sus hoteles lo haré con tal
de evitarlo.
Estás loco… — Susurra sonriendo.
Por ti. — Confieso sincero. Soy un maldito pisado pero no me importa,
entonces la atraigo hacia mí para apretarla muy fuerte. Su aroma vuelve a
entrar por mis fosas nasales y me produce calma…
Iba a hacerte sufrir pero creo que ha sido suficiente con tu brutalidad —
Se burla— No me casaré con Brando.
Mi corazón salta.
¿Hablas enserio? ¿Y el anillo? ¿Y el dinero?...
Bate sus pestañas y sonríe.
Gano más cosas si estoy de tu lado. — Acaricia mi rostro y no sé si es
sueño o realidad— Pero le haremos creer a todos que he aceptado, así tú no
peleas con los tuyos y yo no me veré obligada a nada. Estoy segura que
encontrarás formas para mantener a Brando ocupado… — Curvea su sonrisa.
¡Es una bendita genio!
Río y la abrazo de golpe haciendo que nuestros cuerpos caigan en la
cama. Me tomo unos segundos para explorarla… Sus ojos, sus párpados, sus
labios… La miro como si no hubiera un mañana y me quedo suspendido en el
tiempo. Amo a esta mujer y debo confesar que me excita aún más su maldad.
¿Por qué no me cuentas, bebé? — Peina mi cabello con sus dedos… Me
ha dicho bebé— ¿Por qué tienes que trabajar para ellos? ¿Te amenazaron?—
Me quedo en silencio, no puedo decirselo.— Si vamos a ser un equipo no
deben existir secretos entre nosotros, ¿O si?
Dulce… — No sé si es muy inteligente o sincera, pero está en todo su
derecho.
Guerra avisada no mata gente — Se pega más a mi boca— Cuéntame.
Hicimos un trato hace años. Ellos querían atrapar a Brando pero era tan
audaz que nunca deja huella de sus actos. Necesitaban a alguien que lo odie
lo suficiente como para hacerlo personal, entonces me encontraron. Solo era
un ingeniero, sabía hacer planos y construír puentes, pero ellos me enseñaron
a manejar un arma. Fueron años de tensión… aprendí artes marciales, defensa
personal, diversas maneras de espionaje hasta que dí con Brando y
sembramos una farsa. Pasó algún tiempo y lo demás ya lo sabes.
La veo contenida mientras le conté lo sucedido. No puedo quitarme de la
cabeza que aún tiene preguntas… y sufro. Temo tanto que esto hermoso se
rompa, pero no puedo hablar con la verdad completa ahora.
Sé que te hice daño — Susurro— Pero pronto estaremos juntos sin que
nada nos separa, lo juro. — La acaricio con mis pulgares— Es mucha mierda
para decirla en solo una noche, amor… por favor. — Le imploro. No quiero que
pregunte.
Y suspira resignada.
Vas a traicionar a los tuyos, ¿Lo sabes cierto?
Primero estás tú, además no tengo intención de seguir sus planes. A ese
malnacido lo capturaré yo… — Clava sus ojos en mí.
¿Y luego? — Parpadea.
Luego te irás conmigo — Le doy un piquito— Y no existirá más una Dulce
y un Christopher, sino Romeo y su bonita…
Me pego en su pecho acunando mi rostro entre sus senos. Al principio se
queda inmóvil, quizá tensa, pero luego se relaja. Amaba hacer eso cuando
eramos esposos… entonces acaricia mi cabello. Cierro mis ojos intentando
pensar en algo, pero no quiero hacerlo porque deseo disfrutarla.
Las emociones, Christopher — Dice mi mente— Son traicioneras.
No me importa.
Me adormezco en su piel mientras siento que mis ojos se vencen… tengo
mucho, mucho sueño y no entiendo por qué, pero no me preocupo porque estoy
en sus brazos. Abro mis ojos para no dormir pero son como pesas fuertes que
no puedo detener.
Mierda. Conozco esta sensación.
Con dureza me despego de los brazos de Dulce y la miro incrédulo. Ella
sonríe y me susurra algo que no puedo escuchar, ¿Qué carajos está pasando?,
intento hablar pero no me deja. Calla mi voz con un suave beso, entonces todo
se vuelve ligero.
Siento mi cabeza caer a la cama y a la vez veo cómo se levanta para
seguir mirándome.
Qué has hecho, Dulce…. Qué has hecho.
24. Te quiero
Dulce

“No te quiero por cómo eres… sino por lo que me haces sentir cuando
estoy contigo”

Cierra sus ojos lentamente y solo arreglo la almohada para que tenga un
largo sueño. Mi pulso aumenta a medida que los minutos pasan, quiero
desesperadamente darle vuelta a todo este lugar pero sé que debo esperar…
Solo un poco más, un poco más.
Exhalo lento y paso mi mano por la nariz de Christopher para ver si está
dormido. Doy pequeñas palmadas en su rostro y no despierta ¡Está
profundamente dormido! ¡Si! ¡Es mi hora!
Con prisa corro hacia la sala y empezo a buscar en todas partes. La
puerta de entrada, en las paredes, detrás de los cuadros y nada. ¡No hay nada!
Todo parece ser muy normal aquí pero no voy a rendirme. Con rapidez ahora
Abro cajones, saco papeles, los ojeo rápidamente pero tampoco encuentro
nada fuera de lo normal.
Mierda.
Miro la alfombra y examino su extensión palpeando el suelo como en las
películas de acción y nada. ¡No hay nada! Mierda. Corro hacia el otro lado y
exploro el comedor, cocina y cuarto de limpieza pero solo puedo ver todo en
orden ¿Dónde carajos guarda sus cosas? Es tan pulcro que hasta me
sorprendo. Jamás fue un tipo ordenado.
O es muy inteligente o yo estoy perdiendo mi tiempo en este lugar.
Con las manos en mi cabeza camino y doy vueltas para manejar mi
frustración. Dónde… dónde… dónde… —Me pregunto— ¡No vas a salirte con
la tuya, patancito! Levanto la mirada y me dirijo a la habitación donde yace
dormido. Él sigue sin moverse, inspirando y exhalando tranquilamente, sin si
quiera sospechar nada. Yo busco debajo de la cama, en el armario, baño, mesa
de noche y no hay nada… pero sí encuentro un cajón con llave.
¡Mierda! ¡Aquí debe haber algo!
Trago saliva y voy en busca de un cuchillo para luego forzar la chapa. Me
molesta no poder hacerlo a la perfección pero así tenga que pasar años lo
abriré… ¡Voy a hacerlo! Aprieto con fuerza el pequeño orificio, lo muevo por
ambos lados y por fin cede…
—¡Lo hice! —Digo casi saltando. Trago saliva y me concentro— Eso es…
Jalo el cajón y lo que veo solo me causa dolor. Mi corazón de hielo está
caliente, y temo por mi cordura.
No puedo…
Jadeo tocando la pequeña cadenita de oro que un día compramos para
nuestro bebé… ese bebé que fue un sueño no realizado. Suspiro intentando
reprimirme de nuevo, tengo que hacerlo… No puedo quebrarme ante una
realidad que nadie cambiará, ¿Por qué tiene esto? ¿Por qué si yo misma lo tiré
en la playa? ¿Cómo es posible que él lo tenga? Cuando me fui de Vallarta quise
olvidar todo mi pasado, quemé todas sus cosas y me quise deshacer de lo que
aún me hacía llorar…
Y ahora esto…
Me duele recordarlo. No porque aún quiera ser madre sino porque tengo
muchos recuerdos. Beso la cadenita y la guardo en su mismo lugar, tenerla
conmigo solo haría que mi corazón se derrita y sería muy riesgoso para mis
intereses. Enseguida encuentro un sobre con dinero, mucho dinero… lo tiro y
no me interesa, luego veo fotos mías… ¡Maldito idiota! No quiero ver más. Estoy
tan afectada que ya no quiero seguir buscando.
Me paro contenida y voy hacia el baño para verme en el espejo. Eres
bella, grande y fuerte, Dulce… No lo hagas —Me digo a mí misma— Y no lo
haré. Me mantendré firme como siempre. Porque así es la vida, porque así
funciona el mundo, porque yo funciono así.
Después de estar vagando por el departamento un rato vuelvo más
tranquila nuevamente hacia la cama. Lo miro dormir… y mi paciencia se agota
¿Dónde demonios tienes tus evidencias, patancito? Por más que lo pienso no
me entra en la cabeza. He vuelto a rebuscar todo y no he encontrado nada pero
algo me dice que este es el lugar correcto.
Me siento agotada por todas las emociones que vivimos. Miro mi celular
y Brando no me ha hablado, estoy segura que este enfermo ha quemado otro
de sus hoteles… y en el fondo no me molesta. Es un viejo que me está
aburriendo.
Suspiro. No tengo sueño.
Paso mi mano por las sábanas intentando distraerme en cualquier cosa,
entonces veo un bulto en el bolsillo de su pantalón… es su arma. Lo sé porque
puedo notar el gatillo a lo lejos. Y la jalo con cuidado para luego mirarla.
Es pequeña, rara… peligrosa. Un extraño frenesí asoma como fantasma
por mis pensamientos, muerdo mi labio y lo apunto. He querido hacerlo desde
que me dejó. Soñaba con fantasías en mi cabeza. Lo odiaba… lo odiaba
mucho. Y sería fácil acabar con este tormento. Está dormido… solo bastaría
jalar el gatillo para matarlo y vengarme por su abandono. Me pudre su juego.
Me exaspera su paciencia. Me saca de mis casillas sus ironías.
Mátalo entonces —Dice mi otro lado. Con seriedad sigo apuntándolo y
solo puedo ver que duerme tranquilo. Su pecho se levanta y acuesta mil
veces… y yo puedo asesinarlo.
Pero no lo hago.
Bajo el arma con temor a no saber usarla, la dejo en la mesa de noche y
sigo observándolo como entorpecida. No me culpo, nunca he asesinado a
nadie, aunque me coman las ganas.
Miro el reloj y el tiempo ha pasado volando porque marca las 23:00 hrs.
Debería irme dejándole claro que no soy idiota, pero arruinaría todos mis
planes. Él es muy sentimental cuando quiere serlo, y yo debo encontrar el
momento para atacarlo de frente
Lo miro, miro, miro… y sigo perdiéndome en esa imagen. Una tonta
emoción aflora es mi pecho. Es estúpido y bipolar de mi parte hablar como lo
hago de él y ahora ceder tan rápido, pero ni yo misma me entiendo. Lo odio y
quiero. Lo necesito y a la vez me duele. ¿Qué clase de daño estoy
haciéndome?
Exhalo sintiendo mis fuerzas débiles. Nace en mi garganta la necesidad
de hablarte, aunque esté en completa inconsciencia, siento que necesito pasar
por esto.
¿Cómo habríamos sido tú y yo juntos si nunca me hubieras dejado? —
Pregunto en voz alta. Mi voz carraspea y me siento traicionada. Prometi no
pensar en este tipo de situación, ni recordar el pasado pero ahora… estoy
haciéndolo.
¿Y él? Solo Ronca.
Elevo mis ojos rondándolos con ironía y se me ocurre grabarlo solo para
demostrarle que sí lo hace pero no perderé mi tiempo en ello. Con tensión toco
su brazo y me llama la atención lo fuerte que se ha vuelto.
No lo recuerdo tan ejercitado. Debió pasar muchas cosas en este tiempo
para que haya cambiado su alimentación y estilo de vida. Cosas que no sé…
mundos que no conozco de él.
—Probablemente estaríamos separados y odiándonos… — Contesto la
anterior pregunta— Igual jamás podré darte hijos. — Digo y mi voz suena con
pena— Lo he superado, ¿Sabes?, pero me costó muchisimo tiempo… —Hago
la pausa más difícil de mi existencia— ….¿Por qué haces todo esto,
Christopher? ¿Por qué ahora? Dejaste pasar tanto tiempo… y sencillamente no
te creo. — Exhalo— No creo ni en mi sombra.
Mi voz rebota por toda la habitación siendo eco y pronto la tentación me
supera. Mi alma grita dentro y solo quiero gritarle, golpearlo.
Si tan solo hubieras tenido una buena razón… yo… — Digo,
enredandome con mis palabras— ¡Soy una estúpida! — Murmuro bajito—
rompí mi propio corazón queriéndote.
Me giro en la cama hacia el otro lado y mantengo mis ojos hacia el techo.
Pasan largos minutos en los cuales mi corazón pasa por emociones opuestas.
Y tengo la certeza de que estoy mal… muy mal pero no lo expreso. Me he
vuelto una máquina infinita de hielo.
¿Qué hago aquí? ¿Por qué no me he ido?
Él duerme aún y siento que será una agonía pasar toda la noche a su
lado pero no puedo levantarme. No quiero hacerlo. Algo me dice que me quede.
La receta médica nombra que dormirá algunas horas más, por lo que puedo
hacer lo que quiera y Lo golpeo. Doy un puño fuerte en su brazo contenida y
parece no afectarle. Estoy sumamente cansada de toda esta mierda y también
de él. Sí, de él… — Rechino mis dientes, respiro un par de segundos y me
vuelvo a frustrar.
¡A quién engaño!
Sollozo pensando en que necesito separarme de su cuerpo, pero cada
vez que avanza el plan no puedo seguir conteniéndome ante sus encantos.
Si tan solo no me hubieras dejado… — Escucho mi voz con sorpresa. Es
sublime, terca, llena de agonía… Llevo mis manos a mi boca y vuelvo a mirar
hacia el techo
Tiemblo.
Y con tensión veo mi mano acercarse a su corazón… lo toco. ¿Cómo hice
esto? Estoy aterrada mirándome hacerlo, pero a la vez complacida por seguir
mis impulsos aunque sea de esta manera.
Jadeo, muerdo mi labio y mantengo mis ojos abiertos mientras mi cuerpo
se va balanceando hasta llegar a su pecho.
Y me quedo ahí… sintiéndolo.
Mi oreja roza su lado izquierdo y puedo escuchar su corazón bombear
como metralleta. El silencio me hace querer morir… porque pronto descubro
que mi alma está unida a la suya.
Lo quiero, lo necesito, lo extraño y ya es tonto engañarme. Acabo de
imaginarme matándolo, acabo de darme un discurso barato sobre la distancia
que debo tener con él y todo se ha ido al puto demonio cuando lo toqué.
Respira con tranquilidad y yo sigo quieta escuchando sus latidos pero
pronto necesito más, así que me siento y acaricio su cabello para luego olerlo.
Amaba su perfume… y todo lo que él me hacía sentir con su cuerpo. Bajo como
si estuviera esculpiéndolo con mis dedos por su rostro y me acuesto en su
encima sin ningún tipo de interés sexual.
Con mis labios beso su frente, su nariz y luego llego a su boca para luego
acariciar su piel con mis manos. Bebé tonto…. —Me digo a mi misma
recordando sus estupideces— y pronto tomo sus brazos enrollándolos encima
de los míos.
Lo imagino…
Lo imagino diciéndome bonita y estando en la playa. Lo imagino besando
mi cabello y peinándome. Lo imagino mirándome con sus ojos de avellana, pero
luego se pierde.
—Te quiero…. —Suspiro…
…Y una lágrima explota como volcán por mi rostro. Solo una. Es pura,
valiosa y llena de sentimiento, el mismo que he perdido a lo largo de los años.
Ladeo mi cara y cierro mis ojos mientras la quietud nos mece. No hay
ruido, no hay gente, no esta despierto. Solo estoy yo y mi corazón de hielo.
El tiempo pasa y siento que voy adormeciéndome. Pronto despertará y
no puede verme en este estado así que me levanto con amargura y pongo mis
pies en el suelo.
Necesito desnudarme.
Con calma me desvisto y mientras voy quitando mi braga sigo mirándolo.
Doy un salto hacia su armario y encuentro una polera larga de algodón suave,
entonces me la pongo. Tiene su olor… y yo empiezo a morir lento.
Pero ya no es momento para cursilerías, sino debo enfocarme en
descubrirlo. Inspiro contendiéndome y cierro los ojos para pasar de caliente a
frío.
Me acuesto en la cama en silencio, los minutos van y vienen, me centro
viendo un reloj dar vueltas. Él sigue dormido y por más que quiera no puedo
conciliar el sueño.
Olvidé un pequeño detalle… ¿qué voy a decir cuando despierte? Sonrio.
Tendrá que creerme.
Bajo mi mano por su estómago hasta llegar a su parte inferior. Me gruño
a mi misma por las ideas locas que tengo, así que con suavidad abro su cierre
y lo toco por encima.
Me siento una violadora. No lo haré. Pero si desabrocho su pantalón y lo
jalo como puedo hacia abajo, luego voy con su ropa superior y le quito la camisa
lentamente. ¡Está listo!
Abro mis ojos olvidando un detalle muy importante… ¡La mesa de noche!
Me levanto y trato de mantener todo como si no hubiera pasado nada, pero la
chapa está forzada así que empiezo a caminar histéricamente por todo el
cuarto.
Condones. Donde tiene los malditos condones.
Abro y cierro cajones, hasta que se me ocurre buscar en el otro bolsillo
de su pantalón. ¡Aquí está! Meto uno de ellos en el cajón, un poco lejos de la
cadenita de oro, y lo cierro escondiendo el cuchillo.
Me voy al otro filo de la cama para dormir y lo miro una vez más con
tensión… Trago saliva y cierro mis ojos. Si quiero despegarme tengo que
alejarme de alguna manera, de la mejor forma posible… Así que no pasaré
horas a su lado, y tampoco quiero que me vea en su pecho cuando despierte.
La alarma de un maldito celular suena y hace que pierda el poco sueño
que he logrado. Jadeo rechinando mis dientes, miro por la ventana y aún no
amanece. Cuando volteo lo veo sentado mirándome implacable, sin su quiera
decir una palabra.
Está molesto
Suspiro lentamente para calmar mi ansiedad, entonces viene todo de
golpe. Abro mis ojos para fingir que no sé nada y se acerca a mi conteniéndose.
—Me dopaste. —Sigue enojado, lo sé.
—¿Qué? —Finjo como profesional— De donde sacas eso.
—¡Dulce! ¡Lo hiciste! —Se acerca a mí peligrosamente y no puedo dejar
de mirar su pecho fuerte acosándome— No soy un idiota. —Tensa sus labios.
Estás loco, de verdad estás loco. — Me levanto y camino mientras pienso
en los detalles— ¿Acaso no lo recuerdas?
Me mira incrédulo y aquí empieza mi drama.
¡Tuvimos sexo y no te acuerdas! — Abro mi boca— Qué clase de hombre
eres….
Levanta una ceja y sigue sin hablarme.
Te volviste un enfermo y me sedujiste. Te dije que no pero insistías… y
bueno, terminamos follando en tu cama. Maldito cogedor… —Alzo la voz— Me
puse tu ropa y dormimos.
No me cree. No me cree. Mierda…
Mi mesa de noche está abierta — Mira a un punto fijo y camina hacia él—
¿Cómo vas explicarlo?
Pfff… Buscabas condones como loco y no sé, parece que ahí tenías
alguno… quién sabe, lo abriste no sé cómo.
Asiente con la cabeza y a la vez tensa su expresión.
¿Cómo es posible que no me acuerde de esto?
—Porque eres un idiota. — Cruzo mis brazos— Y poco caballero. ¿Crees
que yo te dormí para rebuscar tus cosas? No, querido… no tengo necesidad.
—Eres muy aburrido. — Digo con tanta verdad que sé que hasta lo hago dudar.
Se da vuelta y camina por toda la habitación, está pensando en algo que
no me va a decir. Murmura entre dientes y me asfixio sin saber si me ha creído
o no, entonces carraspeo mi garganta…
No me cree aunque intente disimularlo. Es todo.
¿Cuándo se volvió tan hábil? Antes caía fácilmente en mis brazos, pero
ahora… es muy cauteloso.
Christopher… — Me juego la última carta— ¿De verdad crees que soy
una mentirosa? — Pregunto suavemente y se inmuta.
Mierda.
Camino sutilmente y me acerco a él como si fuera el diablo tentando a
un inocente. Recorro mis manos por su pecho y luego me envuelvo en su
cuello. Él no hace nada, ni si quiera me abraza, entonces me balanceo y pego
mis labios a los suyos para darle un casto beso.
Bebé… ¿Vas a dudar de mí, tu bonita? — Le digo lo más cursi posible.
Siento que voy a vomitar cuando escucho mis palabras, entonces veo un
cambio en su mirada. Suspira y besa mi cabeza.
Me ha creído ¡Lo he logrado! Hombres…
Dulce… — Entona mi nombre y siento que va a castigarme.
Si, hazlo… — Digo susurrando— Como quieras.
Abriste ese cajón — Me mira fijamente— Y me dopaste. Lo hiciste para
investigarme un poco más, por favor… no me mientas. — Mi cuero cabelludo
pica en cuanto escucho sus palabras. Con seguridad quito mis manos y me
mantengo seria pero es inútil… No lograré nada.
Me siento en la cama un poco frustrada, ¿Ahora qué voy a decirle? Mis
planes no pueden arruinarse, no cuando estoy a punto de descubrirlo.
Viste lo que hay en ese cajón… — Mis ojos se encuentran con los suyos
y no necesitamos palabras para sentir lo que sentimos. Con una paz resignada
camina y toma entre sus manos la pequeña cadenita de oro haciendo que mi
corazón explote.
Entonces… bajo mi mirada porque es demasiado fuerte para soportarlo
de golpe. Se sienta a mi lado y juguetea con el pequeño brazalete. Me quejo
cuando une sus manos a las mías y luego me mira fijamente…
Duele, lo sé… pero esto es nuestro… ¿Sabes por qué? Aunque no
hayamos cumplido ese sueño, ha sido nuestro sueño.
Aléjalo. — Le digo de inmediato resignada, pero sintiendo una especie de
rechazo por todo aquello que un día desgarró mi alma.
Lo tiraste… Dejaste que el mar se lo llevara, ¿Por qué Dulce?
No quiero contestar esa pregunta, ¿Es obvio no?
Lleva la pequeña cadenita hacia su boca y la besa con suavidad para
luego volverla a su sitio. Me mira incesantemente y siento que está
explorándome. He llegado a sentir que sabe todos mis movimientos y se hace
el estúpido, lo que me crea aún más ansiedad.
Creo que es mejor que me vaya… — Digo intentando irme pero de un
tirón me jala del brazo obligándome a verlo.
Son las 4am, es tarde. — Advierte.
Llamaré a un taxi, no te preocupes. —Murmuro irónica.
—Dulce… —Suelta un lamento— No lo hagas más difícil.
No me quedaré en un lugar con un tipo que no me cree. —Me mantengo
firme y parece hartarse, entonces me abraza.
—Bien, como tú digas. Lo que tú digas. Pero no te vayas… por favor, no
te vayas.
Pasan segundos y cierro mis ojos en sus brazos. Rendirme sería
estúpido, porque en realidad necesito de él. Con tranquilidad lo miro fijamente
y puedo ver en sus ojos que aún no me cree, que sabe todo y solo está
fingiendo. ¿Por qué lo hace? Quizá para retenerme…

—Bien, pero no te acerques a mi. —Le advierto con un dedo encima.


—¿Y si no quiero? —Pregunta divertido mientras me ve acostarme en la
cama.
—Te golpeo. —Amenazo— No te atrevas a tocarme.
—Me gusta tocarte, tengo derechos —Se sienta en la cama y ríe como si
estuviera jugando.
—Ja… Soy mucha jaula para tu pajarito, querido. —Le digo sin reírme y
luego me tapo con la sábana esbozando una sonrisa. Muerdo mi labio y siento
su peso caer en el colchón… segundos después está tocándome.
—Me enferma que no uses brassiere, lo sabes. —Su voz es un misterio—
amo todo tu ser, bonita.
Finalmente me abraza por detrás y volteo para encararlo pero me
encuentro con sus labios y empezamos a besarnos como locos. Me aprisiona
con sus caderas y luego me enreda las piernas con las suyas… es demasiado
tentador.
—Así, amarradito a ti por toda la vida… ese es mi sueño. —Cuando
pienso que seguirá el beso lo hace pero en mi frente.
—Me das calor, aléjate.
—Pero si yo tengo mucho frío… y faltan algunas horas para despertar.
Duerme y no te quejes.
No puedo decir nada porque enseguida está jalándole la cabeza hacia su
pecho desnudo, entonces me pierdo… y vuelvo a escuchar su corazón. Con
suavidad ahora mete sus dedos en mi cabello y lo acaricia haciéndome piojitos.
Nunca antes estuve tan encantada… sonrió y no le digo nada más hasta que
por fin me quedo dormida, así… en sus brazos.
Chris
Sé que me miente, lo sé.
Por fin se ha dormido y me aterro pensando en que me ha descubierto,
pero no quiero moverme de la cama. Tenerla así es complicado, por lo que
aprovecharé esta oportunidad y no pensaré en nada más que no sea ella.
Mi corazón galopa con fuerza cuando la veo decidida y a la vez tímida.
Algo me dice que voy ganando terreno y no hay persona más grande en el
mundo que quiera más que ella.
Falta poco, bonita… muy poco.
Las horas pasan y no puedo conciliar el sueño, solo me dediqué a verla
dormir. Sus manos son pequeñas, su cuerpo Perfecto y sus suspiros muy
tiernos, lejanos a lo que es ahora. La beso por milésima vez en la cabeza y me
despego con dolor de ella lentamente mientras pongo la almohada.
Necesito revisar mis cosas, así que camino en silencio hacia la sala para
luego tocar la pequeña puerta que da a mi estudio, un laberinto que yo mismo
diseñé para que nadie vea.
Todo en orden, no se ha dado cuenta de nada.
Entonces miro mis cosas puestas en diferentes lugares, muy distintos a
los que suelen tener y rio. Mi mujer es una diosa… pero muy mala mintiendo
en este sentido.
Claro que me dopó, pero fui más inteligente. Aunque debería tener más
cuidado.
Dulce… qué haré contigo. — Digo en voz alta y me siento en el sofá. Mi
mirada se concentra en una vieja fotografía expuesta en el cuadro de la sala…
Mamá.
Con nostalgia trago saliva y miro sus facciones. Ella es alta, de piel blanco
y cabellos dorados. Hermosa es su máxima expresión y con los ojos brillantes.
Macarena Miller era la mujer más buena y paciente del mundo. Mi mejor amiga,
mi compañera, mi madre.
Falta poco mamá, muy poco… — Hablo con su fotografía— Estás aquí
por una razón, mamita. Y voy a cumplir contigo… lo juro.
Me tuvo a los 15 años siendo aún una niña. Sus padres la corrieron de su
casa porque no estuvo dispuesta a abortarme… y aún así logró sacarme
adelante. Mis recuerdos con ella son los más hermosos del mundo porque tuve
una infancia feliz a su lado. Ella escuchaba mis problemas, aguantaba mis
rabietas y solo me apoyaba en cada cosa que quería hacer en el mundo. Jamás
me prohibió nada, y siempre le guardaré mi amor infinito.

Todo es por ti, para ti mamá… mamita, el otro amor de mi vida.


Una lágrima cae de mi rostro y empiezo a sentir tensión. Su voz
temblorosa invade mis sentidos y de mi boca empieza a salir fuego, un fuego
que no puedo controlar entonces grito. Cierro mis ojos con horror y grito.
¡Mamá! —Jadeo sollozando, temblando… muriendo por esas pesadillas,
por esas imágenes dando vuelta mi cerebro.
Con rabia empujo el sofá y saco de mi falso piso una caja que lleva sus
recuerdos. Ella está ahí siendo aún inocente y llena de alegría… Mamá,
Mamita… jamás voy a olvidarte, jamás voy a olvidar todo lo que un día hiciste
por mí.
Y veo el sobre, un sobre negro… Es peligroso que lo vea ahora pero lo
hago. Necesito hacerlo. Necesito recordarla y recordar toda la mierda que un
día vivió por salvarme. Jadeo con pánico y pronto saco un expediente que lleva
su nombre.
Macarena Miller, 2013.
Mis dedos tiemblan mientras veo aquellas pruebas. Verlas me hieren en
lo más profundo ahora y a la vez me recuerdan los motivos que tengo para
buscar justicia. Mi alma, mi vida, mi mundo da vueltas… y solo vuelvo a gritar
sin control.
Lloro, lloro y no tengo palabras.
Mamá era tan perfecta, tan buena, tan noble… Aprieto mis ojos con fuerza
y olvido al mundo mientras caigo al suelo como una pequeña basura. No pude
sostenerla, no pude velar por sus lágrimas…
En el silencio escucho mis sollozos rebotando en las paredes. La sola
idea de ser una diminuta copia de lacra me envenena y no deja que pueda
respirar. Cómo es la vida capaz de ponerme a favor y en contra, cómo pude
emanar de ese tormento. Y no puedo dejar de hacerlo. Lloro y no me arrepiento
de llorar porque necesito sacar mi miedo, mi frustración y la sed de venganza
que tengo de alguna manera.
Christopher… — Escucho su voz florenciendo entre la vida y mi propia
muerte.
Mierda, está aquí… lo olvidé por completo.
Aún temblando guardo todo y llevo la caja conmigo. Ella me mira
desorientada y por primera vez en la vida quiero que se aleje por un momento.
Dejo la caja en una esquina de la mesa e ignorándola saco la botella de whisky
para servirme una copa… necesito hacerlo.
Con amargura bebo de golpe y pronto vuelvo a servirme otra, y otra, y
otra…
Olvídalo, Miller… — Me digo pero las imágenes no se van.
Entonces siento unas pequeñas manos quitarme el alcohol con fuerza,
me enfrento a sus ojos desafiantes cuando la veo y me golpea. Sus bofeteadas
son como el castigo que necesito y me hago pequeño… llorando, exhalando,
tragando mierda de nuevo.
Eres un idiota, Christopher — Refunfuña con furia— Dijiste que nunca
más lo harías…
No puedo. — Jadeo temblando.
Qué demonios te pasa… estás muriendo… dímelo, por favor dímelo. —
Sus ojos se enfrentan a mi cobardía, entonces la veo sincera, sublime,
nerviosa… tal y como aquel día en el que llegué borracho a la casa. Uno de
mis últimos días con ella antes de dejarla.
Dulce… — Jadeo y puedo ver sus ojos como cristales mirándome.
Por qué lo hiciste, Christopher… por qué…. ¡Sabías dónde estaba todo
este puto tiempo y no fuiste capaz de buscarme! — Su voz es un reclamo y
vuelvo a retorcerme— Por qué… porqué vienes ahora a desestabilizar mi
mundo. Tienes una sola oportunidad, dímelo.
Dulce… — No puedo articular palabra porque sufro al igual que su
mirada.
¿Sabes cuánto tiempo me costó superarte? — Me golpea— ¿Lo sabes?
Hago silencio haciendo realidad mis miedos…
No lo sabes… Estuviste ahí, me viste morir y no hiciste nada ¡Nada! —
Grito.
Intento decir algo pero las palabras se ensombrecen en mi garganta. La
miro, la miro fuertemente y las imágenes regresan como cuchillos atravesando
mis sentidos. No puedo. No puedo.
Y creí en ti… — Suspira y puedo ver cómo sus ojos se vuelven agua—
Sigo creyendo en ti…
Jamás la vi tan sincera como ahora. Mi pecho duele de todo el dolor que
esbozo por dentro y siento cómo toma mi mano para luego acercarse a mi
rostro. Me explora con sus ojos bonitos y veo mi reflejo en sus cristales… Me
quiere, sé que me quiere y me está dando otra oportunidad, quizá la última…
Tomo su mano y mantengo mi torpes ojos en ella. Es tan hermosa…
entonces jadeo al sentir que todo vuelve de nuevo. Mi pasado, las reglas, los
gritos de auxilio atormentando mis pensamientos. Una mujer luchando, un
hombre tras ella… sombras, demonios, miedos. Todo el infierno frente a mis
ojos tapando al único amor que tengo ahora…
Ella.
Con fuerza me retuerzo y Dulce sigue mirándome de forma sincera.
Quiero hablar pero no puedo. Necesito decirlo pero las pesadillas vuelven. Un
forcejeo, un cuchillo, llagas en su cuerpo. Maldigo la hora, el lugar y el momento
en el que me ví forzado a verlo… Mi alma, mi vida, mi mundo tambalea ante
esas imágenes y solo me contengo.
Christopher… — Dice lentamente y pestañeo para regresar al ahora.
Tiemblo y siento que no debo meterla en mis problemas, pero me mira tan
necesitada de respuestas que solo me maldigo. Aunque duela debo seguir
protegiéndola… — ¡Christopher! —Me grita, lo hace con todo su corazón
ahora.
Vete. — Solo digo — Vete.
Sus ojos se secan y puedo ver cómo vuelve a su dureza en un segundo
para protegerse. Trago saliva y siento que me han quitado una pierna… He
herido lo que más le cuesta: su orgullo. Y sé que no habrá perdón para esto
pero lo hago por ella, solo por ella.
Se va desapareciendo por el marco de la puerta… la he perdido de nuevo.
25. Fantasmas que regresan
Dulce

“Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos” – Pablo
Neruda

Tardo solo 5 minutos en cambiarme de ropa. Mi garganta quema de una


forma inexplicable pero ahora no me pondré a pensar en eso, no hasta irme de
este lugar y dejar todo atrás.
Con seguridad camino hacia la puerta principal sin verlo. Sé que él está
mirándome pero no soy capaz de voltear… No quiero. No ahora. No así.
Cuando por fin cierro la puerta me apresuro en llegar al piso 1 y llamar a Tomás
para que venga a recogerme. Es temprano y lo último que quiero es ver a otra
persona, solo a él. Pasan solo 10 minutos y puedo visualizar su taxi llegando
de inmediato.
Lo necesito, quizá más de lo que creo.
—Dulce… — Sonríe y puedo ver sus sabias arrugas alinearse. Me toma
dos segundos subir y pronto nos vamos sin rumbo. Él maneja y yo solo me
dedico a ver las calles por la ventana sin emitir ningún tipo de emoción.
—¿A dónde? — Pregunta por fin.
—No lo sé. — Respondo casi sin voz.
—Está bien. — Suspira y gira el auto. Creo que me conoce muy bien, así
que no menciona nada más mientras nos acercamos a un lugar alejado.
Estaciona el auto y solo toca mi hombro.
—Gracias. — Digo mirando hacia mis piernas.
—¿Es Christopher, cierto? — Va directo a la herida y siento que voy a
vomitar de la tensión que tengo encima.
Siempre ha sido él.
—¿Estuviste en su departamento? — Pregunta susurrando— ¿Qué
sucedió?
—¿Cómo sabe que es su departamento? — Me causa curiosidad, él
exhala.
Lo imagino, hija… ¿Qué sucedió?
—No lo sé a ciencia cierta — Levanto mis hombros— Creo que… estoy
confundida, solo eso. —Mentalizo lo que acabo de decir y pienso en todo lo que
he tenido que hacer por años para mecanizarme. Cierro mis ojos con tensión y
solo suelto un suspiro…
Estás cansada de luchar contigo misma. — Dice con verdad— Lo quieres
más de lo que piensas.
Abro la boca dispuesta a decir que no pero es cierto…
—Sí… — Mi voz resuena con temblor y llevo las manos a mi rostro—
Pero va a ser imposible.
—¿Por qué aún no confías en él? — Pregunta y con cada palabra siento
un cuchillazo a mi corazón. Él es de ese tipo de personas que van directo a la
herida sin dejar que vuelvan las mentiras.
¿Cómo confío en un hombre que me dejó?
—Quizá hayan… otros motivos, hija. — Habla como si fuera Dios y siento
que me mareo con tantos pensamientos.
Eso creo, pero no es capaz de decirlo. Le importa un bledo.
Hija….
¡Lo dopé, Tomás! Busqué por todo su departamento y no encontré nada.
Tenía esperanza… — Digo aún tensa— Siento que me esconde algo que
debo saber, quizá es el motivo por el que me dejó, quiero tener una
esperanza… — Digo y mi alma se arruga.
¿Le pediste explicaciones?
Hoy me atreví, ¿Sabe?, lo encaré porque lo ví mal. Lloraba como enfermo
en el suelo y me desperté por sus gritos. Sé que algo lo está matando… y
aunque no lo crea intenté ayudarlo pero me pidió que me fuera. No se lo
perdonaré de nuevo. — Espeto con rabia.
—Te duele que te deje ir…
—Tomas… — Hago una pausa y en ella puedo escuchar la respiración
de Tomás— Mucho, duele mucho — Tomo mi pecho aceptándolo por fin— Y
no sé cómo volver a dominar esto. Me he acostumbrado a mandar, exigir, llevar
siempre el orden de mi vida… pero él llega como si nada a destruír mi castillo
de hielo.
Dulce…
Soy una estúpida. Creí en él ¿ Y Sabe qué fue lo peor? Que mientras
estaba engañándome pensando en que podría seducirlo y luego sacarle
información, jugaba su mismo juego… Lo besaba haciéndome creer que era
“parte de un plan” pero no, cada beso que le di fue de corazón… el corazón
que no tengo. Soy una maldita estúpida — Golpeo mis piernas— Pero voy a
sacarlo de mi vida.
Hija, no tomes decisiones apresuradas.
Se lo diré a Brando. Esa será la única forma de verlo alejado de mí.
Su actitud cambia cuando menciono su nombre. Ya le había hablado de
él, pero nunca antes lo sentí tan afectado con mis palabras.
No lo harás — Ordena como si fuera mi padre— No puedes hacerlo. No
vas a traicionar a tu marido.
¿Mi marido? — Espeto con furia— Ese marido me dejó sola cuando más
lo necesité.
Dulce, sé que es dificil pero dale tiempo.
Tiempo es lo que menos quiero dar. Ya no soy una niña, Tomás… Tomo
mis propias decisiones y juro que voy a sacármelo de la cabeza. Lo haré.
No, no lo harás. — Me inquieta su voz, entonces volteo y lo miro a los
ojos…
¿Por qué?
Tarda segundos en decidirse
Porque hay algo que debes saber.
Chris
Son las 5 de la tarde y mi cabeza explota.
Mierda — Grito al meter mi cuerpo en agua helada para despertarme.
Tomar en exceso nunca ha sido bueno para mí pero lo necesitaba.
Rápidamente seco mi cuerpo y cabello para luego cambiarme de ropa. Mi
corazón se exalta cuando me acuesto en la cama y huelo su aroma… Dulce,
Bonita… aún sigues en mi vida y mis recuerdos. Con furia cierro mis ojos
recordando lo sucedido la noche anterior y exhalo lentamente para olvidar todo
lo que me hace daño.
Pero no puedo.
El sonido vibrante de mi celular me hace pesar en que es urgente y
cuando veo su nombre en la pantalla solo me hielo.
Tomás… — Digo contestando de inmediato— ¿Sucedió algo con Dulce?
Mierda. — Solo pienso mientras me cuenta la verdad.
Todo mi cuero cabelludo pica cuando me paro delante de su oficina. Ha
pasado una hora desde que hablé con Tomás y, aunque esté molesto, en el
fondo lo agradezco. Con lentitud pongo la yema de mis dedos en la manija de
la puerta y entro suavemente deslizándome por el marco de madera… pero no
está.
Christopher — Escucho una voz conocida, enseguida mi sentido de alerta
comienza. Rita me sonríe como si nada sucediera.
Hola… — Digo— Buscaba a Dulce.
No la he visto desde hace horas, quizá está indispuesta. —Dice segura—
Vino con dolor de cabeza, pidió que nadie la molestara.
Dolor de cabeza… es una excusa conocida para mi.

—Brando… —No termino la frese y Rita está nuevamente contestando:


—El Señor Hilton todavía no ha regresado de su viaje. ¿Todo bien?
—Si, todo bien.
Sonrio falsamente y me despido para luego dirigirme al jardín donde unas
mujeres practican yoga. A Dulce le gusta el yoga, pero no está.
Amor mío, lo siento. —Solo digo desde mis adentros. Una conocida
preocupación pasa por mi estómago hasta llegar a mi garganta, entonces mi
corazón de acongoja pensando en que puede estar triste.
Me voy a la mierda
—¿Gusta Champagne, señor? —Un mozo rompe con mis pensamientos
y accedo.
—Gracias.
Tomo la copa y enseguida siento un apretón en mi cien. Soy un Imbecil
—Digo mientras tiro el alcohol hacia un costado, entonces la veo a lo lejos.
Estaba ahí… a otro lado y no ha notado mi presencia.
Trago saliva cuando la veo cruzar hacia el costado de la piscina. Lleva
unos pantalones blancos, blusa celeste y cara casi lavada. Su expresión es
dura pero a la vez pensativa. Mi corazón se acelera con solo mirarla.
—Bríndale más bebidas a los huéspedes. —Dice al mismo mozo que me
dio el champagne hace rato y se sienta en una de las sillas mientras mira el
vacío.
Enseguida me dedico a esconder mi cuerpo tras un arbusto. Mirarla me
hace bien, aunque sea a lo lejos.
Señorita, se nos acabó el champagne. — Logro escuchar su
conversación.
Trae más, pide que saquen la otra cosecha de la bóveda. Quiero que
todos los huéspedes se sientan cómodos hoy. —Contesta seria pero a la vez
más amable.
El mozo asiente, le sonríe y se va dejándola sola para mí de nuevo. Verla
me lastima y a la vez me hace vibrar. La necesito aunque sea de lejos.
Dulce… — Aparece Rita en la escena.
¿Qué sucede? — Pregunta a la defensiva. Ella aún no confía en su
asistente.
Nada, solo venía a reportarte que Gabriela ha cambiado el menú
definitivamente como querías. Puedes verificarlo tú misma… — Dulce la corta
con una seña.
No. No tengo ánimos. — Su voz es casi un susurro.
¿Estás bien? ¿Tu dolor de cabeza pasó? — Rita se asombra.
Sí, gracias. Solo necesito estar sola. — Es directa.
Jamás te ví así… ¿De verdad todo anda bien?
Dulce no le contesta.
Dulce… — Rita se sienta a su lado— Puedes confiar en mí. De verdad…
yo… sé que no me tienes confianza, pero te juro que jamás le dije nada al Sr.
Hilton. Me preocupa verte así.
Estoy bien — Solo mira a un punto fijo.
Tu voz dice eso pero tus ojos muestran algo distinto. Quizá… apagada.
¿Apagada? — Ríe sin humor— Solo tengo una maldita jaqueca. —
Espeta con fuerza— ¿Te largas o quieres que lo diga de otra manera? —
Vuelve su corazón de hielo con furia. Rita la mira parpadeando y no dice nada
mientras se va, quizá porque está acostumbrada.
Dulce vuelve a apagarse al ver que ha desaparecido y solo siento morir
cuando veo sus ojos pensativos.
Las horas pasan volando y solo me he dedicado a seguir sus pasos. Ella
ha trabajado mucho en la mañana, pero sé que ahora hará otra cosa para
distraerse: Ir de compras.

Su tienda favorita: Dior.


Entra y después de algunos minutos sale con compras en el brazo. Ni si
quiera miró los precios, solo señaló lo que quería y se fue de ese lugar.
Ahora camina entre calles de Polanco. La veo mirar algunos diseños
exclusivos pero pronto desiste porque sé que odia el exceso de colores en una
misma prenda. La conozco muy bien, quizá más de lo que pienso, entonces la
veo centrarse en un vestido.
Azul como el mar. De fina tela y un tanto escotado.
Mi corazón ruge cuando la veo desistir porque inmediatamente sé que es
por el color y los recuerdos. Sigue caminando y se detiene en otra tienda para
ver zapatos, lo que me permite hacer una pequeña locura.
—300 dólares —Sonrie una mujer.
—Bien, empáquelo. —Contesto.
Llevo el vestido en mi brazo mientras sale de la otra tienda. De pronto se
para de golpe y mi aliento se va cuando voltea por sorpresa.
Casi me ve.
Mis toques policiales me entrenan más de lo que a veces creo, así que
con rapidez me oculté en la pared de enfrente para que no me notara.
Ella sigue caminando con soltura y pronto levanta el celular para contestar
una llamada. Enseguida puedo notar quien es y siento que mi rabia aflora sin
avisar.
—Estoy bien, cariño —Finge— también te extraño. ¿Cuándo regresas?
Ummm, bueno. Estoy ahora de compras gastando de tu dinero. También te
deseo.
Suelta la lengua como si no pudiera medir sus acciones. Mi cabello pica
de nuevo y empiezo a estresarme.
—Llevo un sostén rojo y braga negra de encaje. —Rueda sus ojos—
Claro que serás el único.
Miente con facilidad y me exaspero.
—¿Fotos ahora? No podría hacerlo. Estoy en un centro comercial.
Mierda, fotos. No lo he olvidado.
—Bien. Te las mando en un rato, por favor cuídate mucho. El chino es
una basura. —Miente tan bien… que mi inseguridad emana por mi piel— Adiós,
amorcito.
Lo dice con tanto desapego que mis celos empiezan a torturarme. Va a
enviarle fotos y luego le dice amorcito… solo yo puedo ser llamado amorcito.
¿Qué hará después? ¿Le diré bebé?
Jadeo al sentir que no ha terminado, porque pronto llama su atención:
—Espera,Brando. —Cambia de actitud— Cuando regreses hay algo que
debo confesarte. Es muy serio, pero sé que apreciarás que te lo haya dicho.
Parpadeo sin poder creerlo. Va a decírselo.
Mi estómago se revuelve cuando corta la llamada y sigue caminando.
Estoy en completo shock, Tomás se lo dijo y aún así va a decírselo.
Siento mi garganta seca al verla entrar al baño, ¿Va a decírselo y también
le enviará fotos? Mi mente colapsa, ya no sé qué es peor. Entonces me
desespero y no estoy dispuesto a compartir a mi mujer que nadie.
Camino lento y me entreveo entre las mujeres sin que me noten. Soy
especialista en espionaje, todos estos malditos años han ayudado. Puedo ser
invisible si quiero, entonces me escondo tras una puerta.
—Milena, hija, ayúdame… —Dice una mujer y me siento aterrado al ver
que se quita el sostén. Debe tener unos 60 años y no es muy agradable lo que
veo.
Dulce pasa por su lado y mira el espejo sin preocupación. Tengo que
encontrar una manera de que salga de ese lugar ahora.
—Me aprieta, con cuidado. —Vuelve a decir la mujer mientras su hija
intenta hacerla entrar en la pequeña prenda.

La escena no me gusta, y creo que a Dulce tampoco. Las mira como si


fueran locas y las evita yéndose a otro lavadero.
Es mi momento.
Desconecto algunos cables con cuidado y un chorro de agua sale
disparado por el techo. La mujer grita y pronto mis ojos se queman al verla
desnuda, pero logro mi cometido.
Dulce sale en pánico de ese lugar y yo la sigo.
Se ha mojado un poco, y su mandíbula se pone tensa al maldecir lo
sucedido. Río. No puedo creer que he visto a una anciana desnuda, pero todo
sea por evitar las locuras de mi chica.
Una multitud viene y se encuentra a su paso. Son Estudiantes… y pronto
se me ocurre una idea.
Le robaré el celular.
Camino y doy un salto esquivando a la gente y metiendo mi mano en su
cartera. Ella no se da cuenta, y pronto desaparezco con su móvil en mano.
Si tengo este aparato no podrá hablar con ese malnacido y tampoco
podrá enviarle ninguna fotografía. Hackeo su clave con astucia, y pronto pongo
en dispositivo que permite entrar en su red sin que nadie lo note.
Técnicas, técnicas.
Suspiro al verla entrar en un café y sentarse. Pide al mozo lo que creo es
un americano, y enseguida me veo inmiscuido en la curiosidad por revisar sus
cosas.
No, no puedo esperar a llegar a casa.
Así que lo hago.
Cuentas, llamadas de trabajo. Brando, mensajes de Romeo y su galería…
Tengo miedo, ¿Qué podría tener una mujer en su galería de fotos? Jadeo
al abrirla y puedo verla hermosa posando de mil maneras con diferentes
vestuarios.
Estoy enamorado
Sonrio al descubrir que debió dedicarse a otra cosa, hasta que mi cara se
ensombrece porque la veo casi desnuda.
Esos son mis derechos. —Me digo.
Ella en bikini, luego una toma de sus piernas, espalda desnuda y entre
senos.
Voy a darme un tiro, pero me calmo al verla levantarse exasperada. Ha
notado que no tiene su celular… y se que irá a buscarlo.
Camina como si estuviera enojada y pronto se detiene pero no voltea.
Bastan solo pasos, algunos pasos más hasta que se queda parada frente a una
tienda. Y suspira… lo hace de una manera especial y mira… mira lo que
imagino es otro vestido.
Sus ojos se pierden en aquella luna de vidrio. No entiendo su expresión,
simplemente no la entiendo. Entonces… sucede. Pasa una mujer y mis ojos se
abren de inmediato. Ella voltea de golpe sin avisar y me mira con fuerza sin si
quiera decir una palabra.
Me ha descubierto.
La gente pasa y solo nos separan algunos metros. Solo trascurren
segundos y yo ya siento que son años… Estoy afectado, conmovido, aterrado
por enfrentarme a su piel, a sus ojos de nuevo.
Ella no sabe que he cuidado de sus sueños todos estos años. No sabe
que también lloré cuando tuve que dejarla. No sabe que la amo en silencio
Se acerca y con una actitud fría queda parada a centímetros de mi
haciendo que toda mi maldita vida se postre a sus pies.
Devuélveme mi celular. — Dice impaciente.
Yo…
Ahora. — Exige y suspiro mientras saco su móvil de mi bolsillo.

Cuando lo toma solo voltea y yo sostengo su brazo.


Qué quieres, Christopher.
Por favor… no te vayas.
¿No puedes dejarme en paz? — Se suelta— ¿No te has cansado de
seguirme 5 años, ver mi dolor y no decir nada?
Mi garganta se seca de inmediato. Me lastima con sus ojos llenos de furia
y resignación.
Dulce…
No digas nada. Quedas mejor si te callas. — Me enfrenta— ¿Qué vienes
a presumir ahora? ¿Tus dotes de espía?
Suspiro.
¿O que lograste casi inundar un baño?
Mierda. Lo sabe.
¿Crees que soy estúpida? ¿Crees que no noto tu aroma? Ahora entiendo
todo. Entiendo por qué estos malditos 5 años olí tu perfume en todos lados…
Has sido mi sombra.
Sí, lo he sido. — Reconozco.
No quiero verte. No quiero escucharte. No quiero seguir teniéndote en mi
vida.
No puedo hacerlo. Voy a estar aquí aunque no quieras.
Entonces le diré toda la verdad a Brando. Él es el único hombre en este
mundo que puede alejarme de ti. Me iré lejos con él y, así tenga que encerrarme
en un castillo, lo haré para no volver a ver tu maldita cara cerca de mí
Dulce — Vuelvo a jalar su brazo pero ahora con desesperación— Por
favor, no te vayas.
Me mira exasperada y pronto no puedo evitarlo:
Te amo. — Suelto con sinceridad y veo cómo todo su castillo de hielo se
derrumba delante de mis ojos.
Jadea con cristales formándose en su mirada, pero vuelve a construirse
como si eso fuera costumbre para ella.
Muy tarde. — Suelta mi brazo— Muy tarde.
Dulce
Camino casi por costumbre. La gente pasa por mi lado pero ni si quiera
los siento. Mi vida entera se va a la mierda cuando me dijo Te amo.
Siempre me he preguntado por qué las personas sueltan las palabras tan
fácil, yo no puedo. Cierro mis ojos con furia intentando contener la sensación
de vacío que llevo en mi pecho. Decir Te amo es tan fácil para él… que empiezo
a cuestionarme si realmente algún día lo sintió por mí.
¿Taxi señorita? — Me detengo en la pista.
Asiento.
Al hotel Hilton por favor. — Mi voz es casi un hilo y pronto me veo temblar
sin querer.
Trago saliva al escuchar una melodía a lo lejos, porque es como si no
estuviera aquí, y jadeo al sentir sus melodías en mis oídos. Mi pecho quema y
las ganas de llorar afloran en mí de nuevo pero no puedo. No debo. No quiero.
Quise alejarme, quise olvidarte, pero el cielo no lo permitió… —Suspiro
sin poder creer hasta la música se pone en mi contra. Me dedico a mirar la
ventana y pronto vienen a mí sombras del pasado.
La sonrisa de una casi niña de la mano de su nuevo marido, una ilusión
tonta ensombreciendo mis sueños ¿Y él? Solo tomando mi brazo.
Por fin eres mía — Besó mis labios contra los suyos.
Aún no puedo creerlo… — Chillé bajo su agarre.
Te amo, bonita… para siempre.
Júrame que nunca vas a dejarme — Miré sus ojos con miedo— Moriría
si lo haces.

Te lo juro por mi vida, amor… — Acunó mi rostro con sus manos— Jamás
podría hacerlo.
Tengo miedo, Chris… — Dije sin pensar— Lates tan fuerte en mí que
podrías destruirme en un segundo. Jamás amé así, jamás sentí la terrible
necesidad de estar con alguien todo el día. Por favor, nunca me dejes…
Lo abracé tan fuerte que hasta mis huesos dijeron basta. Danzábamos el
baile de recién casados en la playa mientras observaba a mamá llorar. Cerré
mis ojos sintiendo a mi amor conmigo, entonces me sentí protegida. Dijo que
no iba a dejarme… y le creí.
Le creí hasta ese día.
No… —Me digo a mí misma— No vas a llorar. No tienes permitido
hacerlo. Mi mente se desenfrena y en un grito solo suelto palabras sin si quiera
pensarlas:
Cambie esa música — Ordeno mientras siento mi rostro mojado, ¿En qué
momento sucedió y no me di cuenta? Me aterra llorar y sentir porque luego no
podré contenerme. Lo sé, me conozco, y estoy cansada de luchar.
Con temple saco un pequeño papel de mi cartera y limpio el rastro de mi
debilidad, entonces me doy cuenta que no estamos en la carretera correcta.
¿Cuánto tiempo ha pasado? Mis ojos se ponen en blanco al sentir que vamos
por una calle peligrosa, lo sé porque la conozco a la perfección. Miro al taxista
y está centrado en su camino.
Señor, no quiero ir por este lugar ¿Por qué no entró por la otra carretera?
Pero no me escucha.
¿Señor? — Pregunta aterrada y empiezo a sentir no estoy con la persona
correcta— Voy a gritar si no para el auto.
No dice nada.
¡Auxilio! — Grito por la ventana, entonces la cierra automáticamente.
¡Oiga! — Forcejeo la puerta pero está cerrada.
Cierre la boca. — Por fin habla y mi mente colapsa.
Qué quiere, no tengo dinero.
Ríe.
Por favor… detenga el auto. — Siento que mis nervios explotan.
Usted se lo buscó.
Parpadeo.
Es la perra de Hilton. —Agrega sonriendo— Es una buena forma de
vengarnos.
Mi corazón se paraliza y pronto no puedo moverme. El shock es tan
grande que me deja muda y sin poder hacer nada. El auto avanza más rápido
y puedo mirar con terror un cartel que dice “Cuidado”
Me hielo
Todo pasa muy rápido y siento que el aliento se me va cuando dos
hombres abren la puerta de golpe y me jalan del brazo.
Avanza, perra — Dice uno solo me enterco poniendo mis pies en el suelo.
Déjenme… — Los esquivo, intento correr pero otro me detiene.
Sabrosa… — Lame sus labios— Y exigente como me gustan. ¿Quién la
follará primero?
Abro mis ojos de golpe.
Quizá el jefe. — Responde otro de inmediato.
Jefe….
Mi cuerpo experimenta mil latigazos de golpe y solo me aterro.
¿Por qué hacen esto?
¿No le dijiste, Bruce? — Mira al hombre que me trajo— Nos gustan las
perras de los millonarios.

Jala mi cuerpo contra el suyo.


Quisiera probarte primero. Te traigo ganas desde hace mucho,
preciosa… — Recorre mi espalda y me empuja contra el suelo haciendo que
caiga de nalgas.
Jadeo al ver que entre abre sus pantalones, entonces escucho un disparo
al aire y mi entro en pánico mientras escondo mi cabeza debajo de mis manos.
Un tiroteo se arma y solo grito desgarrándome la garganta…
Cierro mis ojos.
Mátalo — Gruñe con fuerza uno de los hombres.
Las balas van despareciendo a medida que pasan los minutos y mi
corazón se detiene cuando lo veo disparar con frialdad sobre sus cabezas.
Uno, dos, tres tiros.
¿Quién eres? — Lo toma de los brazos obligándolo a confesar— Para
quién trabajas.
No me mate, por favor no me mate. — Dice casi llorando..
Quién mierda eres — Grita con furia alistando su arma.
Bruce.
Dispara. Lo ha matado.
Mi corazón se paraliza de nuevo y no puedo dejar de gritar. Entro en
pánico cuando lo veo así y no dejo que me toque.
Dulce… — Susurra tenso.
Aléjate, Christopher…. ¿Quién eres? ¿Quién eres? — Mi alma se aferra
a la tierra.
Por favor, bonita…
¿Se atreve a decirme Bonita cuando ha matado a 4 hombres delante de
mí? Mi cuerpo no aguanta y juro que colapso cuando lo veo guardar su arma.
Auxilio… — Clavo mis uñas en el suelo— ¡Auxilio! — Sollozo llena de
nervios.
Entonces me toma en sus brazos y lucho con fuerza contra él pero me es
imposible. Lo golpeo con furia y parece que no le hace nada. Me enferma
pensar que es un maldito asesino y que solo me ha engañado todos estos años.
No quiero.
Déjame… — Arranco mi corazón y lastimo su brazo arañándolo.
Voy a cortarte esas uñas, lo juro. — Espeta contra mí cansado, me tira
en su auto y maneja con rapidez hacia un lugar desconocido.
No puedo dejar de gritar porque aún sigo en pánico. Grito auxilio con
fuerza sumamente pasmada, pero el maldito idiota sube el volumen de la
música y sé que nadie podrá escucharme.
Mi cuerpo tiembla y mis manos sudan, entonces las fuertes emociones
me pasan la factura haciendo que me calle.
Tengo miedo.
¿Quién maldita sea es él? Exhalo con dolor pensando en que nunca lo
he conocido de verdad. ¿A dónde se fue el hombre del que un día me enamoré?
Quizá solo fue un espejismo, quizá solo es una mentira.
En silencio absoluto apaga el auto para jalarme del brazo y subirme a sus
hombros de nuevo. Ya no pongo resistencia porque es inútil pelear con él pero
aún sigo en shock por los sucedido.
Va a matarme, lo hará.
Y subimos por el ascensor hacia su departamento de nuevo. Pone mis
pies en el suelo y veo cómo utiliza una clave para cerrar la puerta.
Matame de una vez… —Digo con debilidad— Porque no aguanto, juro
que no aguanto.
Avanza dos pasos y parpadea frente a mis ojos.
Haría cualquier cosa para protegerte, Dulce. No lo has entendido.
Quién maldita sea eres… ¡Mataste a esos hombres delante de mis ojos!
— Aún tiemblo— Cómo pudiste.
¿Querías que te violen? ¿Pretendías que los deje pasar?
¿Cómo sabes usar todas esas armas? Cómo… en qué momento te
convertiste en un asesino. — Sollozo— En qué momento.
Me ignora y camina hacia la botella de whisky, entonces se sirve una
copa.
¡Maldita sea! — Mi voz se levanta.
Te lo dijo Tomás, ¿No?
Trago saliva.
¿Qué debía creerte? ¿Qué lo habías contratado para ayudarme? — Digo
con dolor— ¿Compras a todos, cierto?
Y bebe alcohol.
Esa no es una puta respuesta — Le arrancho el vaso con furia mientras
tiro el contenido de la botella al suelo— Mírame y no seas un maldito maricón.
Dos lágrimas salen por mis ojos y aún así no reacciona, se queda
suspendido en el tiempo.
No mereces nada en esta vida, maldito infeliz. Ni si quiera a tu madre.
Abre los ojos con furia y se acerca violentamente hacia mí.
No la menciones. No atrevas a mencionarla — Colapsa en mis ojos con
furia y un hilo de miedo asoma por mi rostro.
—¿Dónde está? —Pregunto ida, perdida por el miedo— ¿Qué hiciste
con tu madre?
Sus labios tiemblan y solo se desborda.
¡Donde diablos está Macarena! — Grito aterrada— ¡Donde diablos
metiste a tu madre!
Su pecho colapsa…
Christopher… —Mi respiración se hace dificultosa— Christopher…. No.
— Digo con miedo.
Y llora, llora desbordándose. Toma la misma caja de esta mañana y la
lleva contra su pecho. Ya no es un hombre sino un niño, un niño perdido en su
dolor…
Mi aliento se pierde y pronto siento mareos pero me armo de valor.
Déjame verlo… por favor — Susurro con pánico.
Abro la caja.
Shock.
Silencio.
Miedo.
Mi madre, la madre que escogí para mí… Macarena. Mi Macarena. Mi
amiga. Mi hermana. Mi vida entera muerta. Abro la boca y no soy capaz de ver
más porque suelto esas fotografías gritando fuerte, muy fuerte.
Desplomándome en el suelo, llorando… por fin llorando.
Lloro y tiemblo.
Lloro por miedo.
Lloro por todos los años que no lo hice, porque he destruído la misma
fuerza que un día armé.
Lloro por amor, por despecho, por terror a perderlo… y también por
Macarena.
Ella fue la razón. Ella. Ella…
Se fue por esto
Se fue porque necesitaba hacerlo… entonces grito aferrada a su
fotografía, con mil historias en mi cabeza, y me dejo ir por el dolor, el vacio, el
desgarro que tengo dentro. Entonces me paralizo…
Brando.
Levanto mis ojos hacia él sin miedo a que vea mi fragilidad
Brando mató a mamá —Aún tiembla— ¿Querías saber por qué te dejé?
— Contiene su llanto—Esta es la respuesta, la maldita respuesta. Él es un
maldito asesino, Dulce… no yo. Estás en peligro y solo quiero protegerte. No
soportaría perderte dos veces. No de nuevo.
26. Solo dame una oportunidad
Dulce

“Solo los dos sabemos la falta que nos hacemos” – Pablo Neruda

Tiemblo en el instante que pone sus manos sobre mis hombros. Estoy
exhausta de llorar pero increíblemente no puedo dejar de hacerlo. Ya no
importa si me ve… solo necesito sacar todo el dolor que traigo desde hace 5
años.
Esperé tanto este momento y sucedió sin querer. La noticia aún me afecta
porque no sé cómo reaccionar ante todo lo que he visto y oído. Tomo mis
manos y me obligo a contenerme, pero no puedo. Jadeo, me retuerzo, lloro…
lo hago con toda mi alma quemándose por dentro.
Me veo gritar, aruñar, morder, morir, y volver a despertar mil veces. Por
qué…
Entonces vienen a mi los recuerdos de esas imágenes y me horrorizo al
sentir que todo se va de golpe hacia abajo: mi alma, mis sueños, mis ideas del
mundo y la historia que cree en mi cabeza… Él.
Lo esquivo un segundo y de pronto mis manos sudan sin dejar de temblar.
Me toma del brazo y no quiero que me toque, solo que se aleje, pero no hace
caso alguno y con fuerza me sostiene.
—Dulce… —Dice con la voz ronca y el alma destruida como la mía.
—Macarena, necesito hablar con Macarena. Mamá…
Yo solía decirle mamá. Sin sentido doy vueltas por el departamento
buscándola desesperada. No quiero creer que esté muerta, no. No voy a
aceptarlo. Hace 5 años no la veo, pero la amo… Ella es mamá, la madre que
elegí para mi sin discusión y no soporto la idea de perderla.
—Mamá… —Grito—Macarena… aparece por favor. No me dejes. —
Chillo y mi pecho vuelve a colapsar haciendo que mis piernas se aflojen y
caigan al suelo.
Macarena…
Mi amiga, mi madre, mi confidente. Ella me acogió en su pecho cada vez
que peleaba com Christopher, se convirtió en todo lo que un día no me dieron:
liberad, sueños, cariño.
Entonces mi corazón se detiene y empiezo a recordar.
—Dulce… —Susurraba sonriendo.
—Maca…. —La abracé fuerte— Muchas gracias por hablar con mis
padres.
—Aunque se hubieran opuesto, haría lo que sea porque mi hijo y tú sean
felices. Te casaras con él y luego vas a ir a la universidad. Para nada vas a
quedarte en este sitio sin cumplir tus sueños. Mi hijo te apoya, yo te apoyo, no
naciste para ser ama de casa cariño. Si quieres, ve, lucha… y así te caigas mil
veces estaré a tu lado.
—Maca… —Jadié con alegria— Eres la mejor. Muchas gracias.
—Ahora cuéntame, ¿Christopher te pidió perdón? Es un tonto. No le
hagas caso. Así son los hombres… cuando tengan hijos vas a darte cuenta.
—Me trajo serenata —Me avergoncé con ella. Era la única mujer a la cual
podía confiarle mis cosas, hasta intimidades… — Y luego tuvimos sexo.
—Hija… no sean tan intensos —Rio con nervios— Cuidense.
—Él lo hace, Maca. Pronto será mi marido de todas formas, así que no
me quejo.
—Y tú mi querida hija… mi niña. He deseado mucho tener una hija y voy
a apoyarte en todo lo que necesites. No voy a cortarte las alas jamás, lo juro.
Si nos caemos, te levantas y volvemos al rumbo que tú decidas.
Nuestras risas van desapareciendo a medida que voy entrando a la
realidad de nuevo. Todo lo que tenía ella era amor para mí y, a comparación
de mi familia, jamás me enjauló ni cortó las alas. Fue la única mujer que creyó
en mí. Por ella postulé a la Universidad y gracias a ella tuve esa beca… Ella
fue mi maestra, mi guía, mamá. Y cuando Él me dejó decidí no volver a llamarla
o rompería mi propio corazón con la despedida.
—Mamá no puede irse…. —Digo aún con lágrimas— Mamá no.
Dulce…
Hace una pausa y se sienta a mi lado. Sabe respetar mi espacio porque
no me abraza ni vuelve a tocarme, y tampoco quiero que lo haga.
Cuándo…. Cuándo pasó. — Pregunto en voz alta, con la garganta
hinchada y mis labios aún temblando.
Suspira
No importa eso, por favor leva…
¡Deja de tratarme como una estúpida! — Grito con furia — Dime cuándo
pasó. Dímelo ahora.
Mi corazón se detiene pero mis lágrimas no dejan de salir de mis ojos. Me
mira y habla:
Hace 5 años… — Agua sus ojos.
5 años… es el número que no he querido escuchar en mucho tiempo.
Pasaron 5 años y nunca fui a verla, jamás le llevé flores ni esos chocolates
de frambuesa que tanto le gustaban.
Doy un bocanada de aire y me siento en la cama perdida en mis propios
pensamientos. Él busca mi mirada pero no quiero hablar con nadie, solo llorar
en completa soledad.
Déjame sola… — Digo con la voz quebrada, y lo hace.
Abrazo mi cuerpo en posición fetal y siento espasmos aparecer de
repente cuando escucho el golpe de la puerta. Lo minutos pasan y solo destello
emociones que duelen, pero a la vez sanan. Aún no puedo creer que esto esté
sucediendo… y necesito asimilarlo. Necesito verla, despedirme, pedir perdón
por no haber estado ahí… y dejarla ir también.
Macarena… — Doy un último suspiro y cierro mis ojos con su nombre en
mis labios. Todo es tan doloroso y confuso ahora que deseo olvidarme por un
rato de la realidad.
*
El ruido de un mueble moviéndose solo me despierta haciendo que salga
de mi burbuja. Pronto descubro que no estoy sola en la habitación sino que
Christopher está conmigo. Abro mis ojos percibiendo su aroma por todos lados
y murmuro algo que ni yo misma entiendo.
Flores… — Mi garganta arde y se quiebra. El dolor viene de nuevo como
látigos de realidad resonando en mi pecho. Pensé que había sido un sueño.
Lo siento, Dulce. Te desperté. — Dice suspirando.
Cierro mis ojos ignorándolo y toda la cabeza me explota. Siento que el
aire entra de manera distinta y no puedo evitar marearme por toda esta ola de
sentimientos.
¿Estás bien? — Pregunta con ansiedad. Sus dedos se mueven al filo de
la cama y veo cómo se sienta con temor.
No. — Acepto rendida. No quiero ocultar más lo que siento.
—Puedo traerte un medicamento, ¿Te duele la cabeza?
Me explota la cabeza — Digo— Pero ya me pasará.
Exhalo sintiendo que las lágrimas vuelven a amenazar con salir de mis
ojos y toso para aguantar. Enseguida él se acerca y acaricia con sus nudillos
mi rostro. Lo miro… lo he querido mirar así desde hace mucho tiempo pero algo
en mi aún lo repele.
—Me voy al hotel.
—No, por favor. Quédate. No estás bien… y empezó a llover. Quédate…
al menos hasta que pase un poco la tormenta.—Sus ojos palpitan en los míos
y la verdad es que no quiero irme.
—Está bien. —Respondo sin voz sin decir más ¿Qué podría decirle?
¿Qué me gusta su cama y compañía?
—Te traeré una aspirina y algo de comer.

—No quiero comer —Respondo de inmediato.


—Has pasado por… emociones fuertes hoy. Por favor, cielo…. —Susurra
y me quedo inmóvil cuando me dice esa palabra.
Cierro los ojos y niego con la cabeza.
—Está bien, entonces descansa… Solo traeré tu pastilla.
Se va y pronto siento que estoy vacía. Mi mente empieza a preguntarse
mil cosas, y mi estómago ruge por ansiedad.
Entonces nunca quiso dejarme…
Me dejó por su madre…
¿Por qué nunca me dijo nada?
Solo dijo que quería protegerme… ¿De qué? ¿De quien?
Las preguntas invaden mi alma. Llevo mis manos a mi cabeza e intento
controlarme. No quiero pensar, pero todo apunta a que lo haga.
—Macarena… —Vuelvo a sollozar, mi cabeza se calienta y no puedo
evitar que las lágrimas salgan. Arrugo las sábanas porque estoy harta. Pronto
hundo mi cabeza en la almohada y mi pecho expulsa retortijones.
Siento unos pasos… son suaves, ámenos, cálidos. En silencio se sienta
a mi lado y descubre mi rostro con sus manos. Me mira tímido y a la vez
ansioso, yo… solo lo veo a través de mis pestañas intentando detener mi llanto.
—Está bien, todo estará bien. —Con sus brazos me obliga a sentarme y
por fin tomo la pastilla.
—Toma toda el agua. —Su voz es casi un arrullo — Te hará bien.
Sonríe y obedezco.
Cuando por fin deja el vaso en la mesita de noche, orienta mi cuerpo y
me acuesta de nuevo en la cama. Mira mi rostro como si fuera una obra de arte
y toca mis lágrimas con sus dedos.
Silencio…
Trago saliva cuando su piel acaricia la mía. Lo hace de forma sublime,
suave, perfecta. Con paciencia peina mi cabello y chispa su sonrisa de nuevo.
Él esboza un suspiro… y de un movimiento rápido besa mi frente acariciando
mi rostro desnudo… porque esta vez soy solo yo y mis sentimientos.
—Descansa, estaré afuera para que estés más cómoda. —Sus dedos
rozan mis cachetes y, cuando está a punto de levantarse, atrapo su mano en
mi rostro.
No quiero que se vaya, pero a la vez lo necesito lejos por ahora.
—No apagues la luz… —Mi voz es casi un hilo— Y no te vayas.
—Estaré sentado en el sillón cuidando tus sueños.
Entonces cierro los ojos pensando que él siempre ha sido y será mi
sueño. Se aleja y cuando quita su mano me siento perdida. Toma una manta y
la pone sobre mi cuerpo. Pronto no escucho nada… solo las gotas de lluvia
caer por mi ventana.
El sueño me vence… quizá es la pastilla o mis ganas de no despertar de
esta pesadilla. Me voy perdiendo y, entre lo poco que veo, él sigue ahí velando
mis suspiros.
Christopher
Han pasado algunas horas y como lo imaginé aún no despierta.
Ha sido complicado tener que decirle la verdad de esta manera, pero
ahora me siento liberado. Miro el reloj y mi ansiedad crece cuando recibo un
mensaje de texto. Trago saliva y sin hacer ruido salgo de la habitación para
abrir la puerta.
Señor… — Dice Juan, uno de mis hombres de confianza. Ha trabajado
para mí por todos estos años y es casi insospechable.
¿Trajiste lo que te pedí? — Pregunto con ansiedad.

Lo tengo. — Sonríe a medias.


Adelante. — Lo invito a pasar mientras miro hacia la puerta.
Señor, sus sospechas fueron confirmadas. Los hombres que agredieron
a su esposa tienen que ver con Yin Lai Su. — Me muestra unas fotografías—
Al parecer el mafioso chino está desesperado por hundir a Hilton.
Arrugo las fotografías con mi mano y controlo mi rabia para no
despertarla.
¿Qué demonios…? — Me callo al ver la expresión de Juan.
Usted sabe que he cuidado a su esposa desde hace tiempo, y jamás vi
tanto intento de violencia contra ella.
Aprieto mis dientes
¿Qué quieres decir?
Señor, con todo respeto… — Suspira— Si ellos están intentando dañar a
su esposa es porque… saben que de alguna forma es importante para Hilton.
Abro mis ojos con furia.
Quizá es el anillo que le dio. — Respondo con crudeza.
O porque él realmente la quiere.
No vuelvas a repetirlo — Respondo con furia— Ese malnacido no va a
ponerle un dedo encima a mi mujer. Todo se acabó. Dulce sabe que busco
venganza, ahora tendrá que alejarse de toda esa vida.
Señor… — Agrega tímido— Si me lo permite…
No, no te lo permito — Corto su frase— Necesito que llames a 3 de tus
hombres y vigilen a mi mujer noche y dia. Ya sabes, sin que se de cuenta.
Pero señor…
Obedece — Espeto contra él— Aplica la operación que tenemos
planeada.
Su señora sabe que…
Hazlo — Aprieto mi mandíbula.
Está bien señor, tendré todo planeado.
Espera mis órdenes. — Me levanto y aprieta mi mano con seguridad.
Él lo hará, sacará a Dulce del país y yo patearé las bolas de Brando.
Necesito actuar rápido antes que el otro hijo de puta intente hacerle algo a mi
mujer. Quizá deba decirselo, se cuidaría más, pero tendría que dar más
explicaciones de las que debo ahora.
Me sirvo un trago mientras chequeo algunos documentos.
Papeles falsificados, contrabando, drogas…
¡Hijo de puta! — Tiro el vaso hacia la pared porque no puedo controlar mi
enojo. El infeliz de Brando ha hecho todo esto poniendo en peligro la vida de
Dulce. Falsificó documentos y embaucó a socios para que compraran acciones
del chino. Lo ha planeado todo a la perfección y ha embarrado a mi bonita en
todo esto.
Está su firma. Maldita sea, ahora todo es congruente.
Él está buscándola y no descansará hasta hacerle pagar por lo sucedido.
Jefe — Levanto el auricular ansioso— Ellos creen que Dulce es la
culpable al igual que Brando. Necesito protección.
Abro mis ojos como platos
¿Cómo piensa que voy a exponer así a mi esposa? ¡Tenemos un trato! Y
no esperaré más. Ella debe salir del país ahora. Y usted debe desaparecer
información.
Mi corazón se acelera ante la negativa del jefe.
No, el trato está cerrado — Repito— Usted prometió una cosa. Yo
atraparé a ese maldito asesino, no tiene por qué meter a mi mujer en esto.

Jadeo y cuelgo el teléfono cuando dijo No.


Me lo suponía… suponía que él haría todo esto, pero no lo permitiré así
tenga que arriesgar mi vida.
Dulce
8am, un nuevo día.
Mi cuerpo se despereza y aún siento tensión en mis músculos. La luz
intensa del día me hace recapacitar, así que me levanto un poco perdida y
pronto me encuentro con su voz tiritando en mi oído
Buenos días, bonita. — Sonríe con una bandeja de comida.
Ya te he dado mucha lata — Respondo aturtida— Me iré al hotel, no te
preocupes.
No. — Responde tenso— No puedes irte hasta que todo haya pasado.
¿Qué?
De qué hablas. — Contesto.
Primero come. — Ordena, mi estómago se revuelve de hambre y acepto.
Necesito cambiarme de ropa, me siento sucia. — Digo en forma de
excusa.
No te preocupes, compré algunas cosas para ti — Toma una bolsa y me
enseña unos pantalones y playera floja— Sé que las amas para estar en casa,
anda. Come, date un baño y relájate.
Increiblemente hago lo que dice. Termino de comer y pronto me baño
para luego estar cómoda. Él tenia razón, el conjunto que me dio me hace sentir
bien en este lugar pero hay algo que deseo hacer desde hace algunas horas y
no descansaré hasta que acceda.
Llevame con Macarena — Digo— Quiero despedirme.
Las palabras aún salen de mi corazón con dolor y él solo me mira
impaciente, ¿Realmente cree que me quedaré tranquila? Jadea, lleva una de
sus manos a la cabeza y solo mantengo mi mirada firme ante sus ojos.
Dulce… ¿Estás segura?
Sí.
Solo una condición… No te vayas de aquí.
No puedo quedarme más tiempo — Agrego.
Tenemos mucho de qué hablar… — Toma mi mano con ternura y
entrelaza sus dedos— Por favor.
Cierro mis ojos con presión. No quiero pensar en ello todavía… Me siento
extraña, perdida, nada acostumbrada a su presencia… ¿Realmente pretende
que todo estará bien así de golpe? Jadeo, suelto mi mano y doy un paso hacia
atrás.
Quiero ver a Macarena — Cambio de tema.
Después de una pequeña discusión accede y solo miro los árboles por la
ventana. El sitio es muy peculiar… un campo grande lleno de naturaleza, flores,
colores vivos. De un lado yace un pequeño lago y del otro están las lápidas
ordenadas. Mi ansiedad crece a medida que vamos avanzando, entonces
tiemblo cuando el auto se detiene.
Ella está aquí…
Con pequeños pasos sigo a Christopher y pronto llegamos a su tumba:
Macarena Miller, 2013. La imagen de un ángel está tallada en el pequeño
pedazo de mármol y solo caigo de golpe ante su presencia.
Maca…. — Acaricio el pequeño cemento— Aquí estoy… perdón. —
Jadeo sintiendo que mi pecho vuelve a sufrir espasmos. Christopher se aleja,
yo dejo las margaritas que tanto le gustaban encima de su nombre. No sé
exactamente cuánto tiempo pasa, pero mi momento con ella se acaba
Mamá está feliz en el cielo, Dulce. Ya descansa…
No descansa… — Susurro para mí.

Vamos, cielo… por favor. — Intenta pegar su pecho al mío pero no se lo


permito. Camino tensa hacia el auto y no puedo imaginar otra cosa que no sea
dormir y olvidar lo sucedido.
En el camino ninguno de los dos habla, entonces prende la radio y mi
mente se entretiene con la música. Todo me parece tonto, insípido, sin vida…
¿Y él? Aún sigue a mi lado buscando una respuesta que yo no podría dársela
ahora.
—Dulce, no. —Contesta al leer mis pensamientos.
—Necesito trabajar y distraer mi mente, o sino dormiré más de la cuenta.
—Prefiero que duermas a que regreses a ese lugar. —Murmura.
—Christopher, llévame al hotel o tomo un taxi.
—Dulce… —Suspira con paciencia— No. Punto.
Levanto una ceja.
—¿Quién te crees para darme órdenes? —Pregunto con agonia, solo
quiero irme y no verlo.
—Tu marido. —Respondo firme y presiona la llave del auto dispuesto a
encenderlo, pero yo lo detengo.
—No eres mi dueño. —Arrancho la llave— ¿Qué te pasa? —Respondo
con violencia.
—Dulce, por favor… —Baja la voz e intenta quitarme la llave, pero estoy
tan a la defensiva que ni yo misma me entiendo. Abro la puerta del auto, salgo
y se la tiro a lo lejos.
—No te atrevas a seguirme —Camino sin mirar atrás pero él me jala del
brazo y arrincona hacia el auto.
Suspiro exasperadamente. Pongo mis manos en su pecho para que no
se acerque y sin querer siento todo su cuerpo bien trabajado. Sus músculos
son fuertes, sus brazos anchos y su mirada me presiona de una forma
inquietante.
Trago saliva, cierro los ojos, no estoy en el momento adecuado para
pensar en esto. Y tampoco quiero hacerlo.
—¿Cuándo vas a dejarme en paz? —Pregunto cansada.
—Nunca. —Responde serio.
—Necesito tiempo. —Digo con firmeza porque sé que espera una
respuesta.
—No hay tiempo, Dulce. Te quiero conmigo.
—Christopher…
—Sh… —Pega su nariz con la mía— También me cuesta levantarme con
dolor, pero aprenderemos a superarlo juntos.
Mi garganta explota, mis ojos vuelven a ponerse llorosos. Mierda.
—No aguanto esta sensación de querer llorar todo el tiempo…
—Te has callado años, bonita. Llorar no está mal —Limpia una pequeña
lágrima naciente.
—Pero no quiero. —Tomo aire— Soy una mujer fuerte que se ha roto
pero volverá a ser la misma.
—Tenemos muchas cosas de las que debemos hablar. Dejé que
descansaras este tiempo para que puedas asimilarlo.
—¿Asimilarlo? ¿Asimilar las fotos de Macarena torturada? ¿Asimilar que
el hombre que creí un santo es casi un asesino?
—Dulce, hay respuestas para todas tus preguntas. Por eso no quería
decírtelo, pensaba hacerlo cuando haya capturado a Brando.
Brando…
—No me hables de esa maldita basura —Jadeo— No podré mirarlo sin
querer escupirle la cara.
—Bonita… —Me abraza y cierra los ojos con alivio. Lo conozco, sé que
en el fondo ha pensando en que yo sería capaz de pasarle esto al maldito viejo.
Miro al vacío perdida y mis ojos se llenan de furia.
—Te ayudaré a entregarlo.
Parpadea.
—¿Hablas enserio? —Pregunta atento.
—Si. Te daré la información que necesitas. Y estoy dispuesta a hablar
con tu jefe para ayudar en lo que pueda.
—No.Vas a darme esa información a mi pero no trabajarás más con el
gobierno. Es peligroso, Dulce. Ya no creo en ellos.
—¿Qué dices?
—Son muchas cosas que debo contarte, pero por favor no te vayas al
hotel. No quiero que regreses a ese lugar.
—¿Y Brando?
—Lo atraparé de otra forma, no lo sé. Las cosas se descontrolaron, has
sido tan tramposa que no tuve de otra. Cielo, esos tipos que intentaron
secuestrarte trabajan para el chino mafioso. Brando lo sabe, sabe que están
detrás de ti porque tienes ese anillo… y no ha hecho nada para cuidarte.
—No… —Solo digo— Brando me quiere, Christopher. Está tan
obsesionado que jamás permitiría que me dañen de esa forma.
Traga saliva y se separa de mi para patear una pequeña roca. Jadea
contenido, su mandíbula se tensa y puedo ver que tiene furia y celos.
—¿Tanto confías en él? ¡No lo vas a ver de nuevo! —Su tono emite celos
y ruedo mis ojos.
—No he pensando en que haré todavía, solo necesito regresar al…
—¡Que no, te he dicho! —Me grita con impaciencia— No voy a dejar que
ese maldito cerdo te toque y te ponga en peligro.
Entrecierro mis ojos con indignación.
—Puedo cuidarme sola.
—¿Puedes cuidarte sola? —Repite irónico— Quisieron secuestrarte…
¿Hiciste algo?
—No voy a discutir contigo cuando quiero mandarte a la mierda. —Lo
apunto con mi dedo y en su desesperación me toma entre sus brazos para
meterme al auto de nuevo.
—No vas y punto. Es muy peligroso.
Abro mi boca y veo como arranca el coche antes de que pueda hacer
algo. Rechino mis dientes agotada, realmente no quiero hacer más que trabajar
o dormir para no pensar pero parece que no me entiende así que sin fuerzas
decido no discutir más. Intenta tomar mi mano cuando bajamos y se la quito de
golpe porque sigo enfadada. No quiero verlo.
Sé que estás enojada pero es por tu bien. — Dice mientras cierra la puerta
de su departamento.
¿Tú qué sabes? — Respondo aturdida.
Mucho más de lo que piensas. Te conozco mejor que nadie. — Me sigue
hasta la habitación repitiendo esas palabras como grabadora malograda.
No quiero pelear — Respondo con tensión— ¿Me dejas descansar?
Sabes que te dejaría descansar cuantas veces quisiera, pero solo estás
evadiendo.
Exhalo. Eso dolió.
Voy a dormir otro rato — Cambio de tema— Retírate por favor.
Dulce…
¡Que te vayas! — Levanto mi voz— No quiero tu maldita ayuda, solo
quiero que me dejes en paz.
Trago saliva y se queda mirándome. Con impaciencia intenta decir algo
pero su mandíbula no lo deja: está tenso, cansado, estresado… y conociéndolo
por fin me dará un poco de respiro.

Sale de la habitación dando un portazo, como lo predije… Está enojado,


o quizá cansado de mí. ¿y yo? Solo sigo evadiendolo como si esa fuera la
solución.
Mientras me acuesto en la cama pienso en todo lo que ha hecho por mí.
Mi lado humano sale a flote y no me gusta porque estoy siendo considerada, y
esa es una palabra fuera de mi vocabulario. Desde hace 5 años mi vida cambió
de golpe. Estudié una maestría, me junté con quién quise, hice lo que se me
dio la gana hasta el punto de seducir hombres por interés. Jamás dejé que este
lado de mí salga, ¿Por qué? ¿Para qué? Si no me convenía. Fui mutando…
solo mutando hasta convertirme en una mujer de hielo.
Y me funcionó… hasta ahora.
De pronto todo cambió y movió mi piso. El hombre al que odié estos 5
años pensando en que me había dejado tuvo un gran motivo. Construí una
frontera capaz de soportar todo… menos sus brazos. Imaginé que era un ser
indestructible porque ya nada me afectaba hasta que volví a verlo.
¿Y ahora? No puedo.
Siento que lo necesito pero a la vez lo quiero lejos. Aunque él haya sido
inocente, yo ya he cambiado. No soy la chica dulce de antes, y tampoco puedo
pretender ser la misma. La herida sigue aunque pese menos y nudo en mi
garganta se forma cada vez que lo imagino como antes… pero a la vez lo
quiero.
¡Ah! — Lanzo un grito ahogado. Traigo ropa floja, el cabello casi
despeinado y mi rostro luciendo tan mal que hasta evito mirarme.
He llorado demasiado… Había olvidado lo que se sentía sacar, no retener
y me ha ayudado.
Las horas pasan volando y, después de horas dando vueltas a la cama,
por fin noto que es de noche. Han pasado casi dos días desde que me enteré
de todo… y nunca imaginé sentirme tan mal con ello. No he comido casi nada
en ese lapso de tiempo, solo he dormido y pronto empiezo a sentir rugidos en
mi estómago. Tengo hambre, así que miro el reloj y veo que marca las 11pm,
él debe estar dormido.
Camino con cuidado y pronto noto las luces apagadas, ¿Se ha ido? Con
firmeza avanzo un poco más dando pequeños saltos por el suelo helado y llego
a la cocina, entonces veo su figura casi endiosada comiendo chocolate. Me
quedo suspendida en el tiempo y cuando voltea me hielo. ¡Soy una estúpida!
Pero sí… siento la boca de mi estómago con mil nervios pasando de un lado al
otro, así que no puedo evitar reir… reir de verdad por una tonta inocencia que
salió sin avisar.
Hay más en ese cajón — Dice serio. Camina hacia el otro lado, se sirve
agua helada y me ignora dejándome sola.
Sé su motivo y me exaspero sintiéndome presionada, pero a la vez
confundida por mis sentimientos.
Vamos Dulce, es la hora. — Muerdo mi labio pensándolo por enésima
vez— Y lo decido. Hablaré con él y escucharé todo lo que tenga que decirme.
Salgo con prisa y me siento a su costado en el sillón. Puedo ver que nota
mi presencia de inmediato y se sorprende, pero aún así no dice nada… Somos
dos extraños conocidos que quieren y no quieren hablarse.
Lo siento. — Digo con sinceridad— Sé que mereces un tiempo para
hablar.
Vaya… ¿Qué mosca te picó? — Habla con ironía y juro que voy a
cachetearlo si sigue actuado de esa manera.
Estoy aprendiendo a ser tolerante, no la jodas más — Le advierto y hace
silencio.
Lo siento — Suspira y se pone cómodo— Estoy un poco enojado, solo es
eso.
Christopher… realmente todo esto ha sido muy fuerte para mí.
Lo sé, Dulce. Siento mucho que haya sido de esta forma.

Necesito saber… saber todo. — Solo digo.


Hace una pausa y se controla.
Hace 5 años decidí irme por dos cosas: Por mamá y por dolor. En aquel
tiempo recién nos habíamos enterado de la noticia y no pude con todo aquello.
Había recibido ya unas amenazas pero no hice caso, así que fui a ver a mamá
para contarle lo sucedido entonces me encontré con su cadáver.
Suspiro.
Estaba tirada en el suelo… casi degollada. — Se contiene— Traía mil
cortes, heridas, sangre por todos lados. ¿Te imaginas lo que fue para mí ver
aquello? Llamé a la policía, en ese tiempo tenía un par de amigos trabajando,
y se llevaron el cuerpo. Tú estabas en Vallarta, habíamos peleado, y estaba
destruído por la noticia. Pero eso no fue lo peor… La policía encontró videos y
fotografías de su muerte.
El horror aparece en mí de golpe al escuchar sus palabras. Christopher
se contiene, pero luego suelta su rabia ajustando su garganta. Siento que voy
a desmayarme… pero necesito seguir escuchando, al menos hasta entender
lo sucedido.
Mi madre fue violada, Dulce. — Esparce sus lágrimas— y murió con dolor.
Chri… — No puedo decir más, así que callo.
Me destruyeron la vida — Su pecho colapsa y tiembla— Esas fotos… —
Parpadea rápido— Son solo una prueba. Las tengo conmigo siempre, ¿Sabes
por qué? Para nunca olvidarme que ese malnacido lo hizo. Cuando flaqueo
vuelvo a reponerme y no descansaré hasta darle su merecido.
Suelto un sollozo y escondo mi rostro en mis manos.
Mamá se fue cuando más la necesitaba. Quizá ella… me hubiera puesto
en mi sitio. Cuando pude asimilar la noticia me despedí de ti dejándote esa
carta.
¿Por qué me hiciste el amor y luego me abandonaste? ¡Por qué mierda
no me dijiste nada! — Grito enfurecida, con dolor, rabia… y mucho miedo.
Porque no podía destruírte la vida a ti también de esa manera.
¡Me destruíste la vida dejándome sola! — Respondo con furia.
—Era eso o… —Se calla.
Vamos, dilo… ¿Ya estamos en esto, no?
El gobierno me pidió que me alejara de todos los seres que quería para
protegerlos. En este trabajo suelen atacarte por lo que más te duele y no iba a
permitir que te hicieran daño. Un amigo me metió en todo este rollo porque
necesitaba fuerzas para hundir a ese malnacido.
¿Y me sacrificaste? — Digo con ironía— Te fuiste… — Quiebro mi voz—
Dejándome una maldita carta de amor y despedida. Pensé que había sido mi
culpa por mucho tiempo, ¿Sabes qué es vivir con eso? Me sentí la mujer más
basura del universo por no poder darte el hijo que tanto querías…
Dulce… — Suspira con la voz entrecortada— Lo siento… de verdad lo
siento. — Me obliga a mirarlo— Pero jamás te dejé. Estuve contigo siempre.
¿Mirándome de lejos? — Lo empujo— ¿Viéndome morir? ¿Acaso no
decías quererme?
Te amo. Con toda mi alma te amo.
¿Entonces por qué mierda no regresaste? Viví un infierno sin ti. Era capaz
de hacer un pacto con el mismo diablo por tenerte a mi lado. — De mi pecho
sale toda mi mierda acumulada.
Lo siento… Yo… solo elegí protegerte.
No seas hipócrita — Limpio mis lágrimas— Elegiste vengarte.

Suspira.
¿Tú no lo hubieras hecho?
Exhalo y no digo nada. Acaba de hacerme la pregunta más complicada
de mi vida…
Pero sé que debí decirtelo e intentar ser sincero desde el principio —
Suspira— Pronto el tiempo pasaba y… no pude detenerme. Me entrené como
policía espía profesional y seguí los pasos de Brando desde hace mucho
tiempo. Sin querer te metiste en ese camino, entonces no iba a permitir que
salieras afectada y…
Regresaste — Completo su frase— Solo cuando te fue necesario.
Dulce… — Tira aire cansado— ¿Por qué te aferras en pensar eso?
¡Porque es la verdad! No fui suficientemente apta para que regreses
antes, y tampoco me creíste fuerte para soportarlo. Eramos un matrimonio,
Christopher… Dos chiquillos enamorados queriendo comerse el mundo, pero
podríamos haberlo hecho juntos.
¿Juntos? A la primera oportunidad te hubieran matado. No podría haber
sobrevivido sin ti. Además, yo cuidé todos tus pasos… Interferí en papeles,
documentos importantes, credenciales para que Brando jamás sospechara de
ti ni supiera de nuestro matrimonio.
Lo miro y todo es lo mismo.
Estoy harta, cansada, agotada emocionalmente.
Dulce… — Agrega— Sé que todo esto es confuso y dificil, pero hoy más
que nunca debemos ser una fuerza. ¿Quieres hacer pagar a esa rata, cierto?
Yo también. Tu información será sumamente valiosa.
Jadeo suspendida en el tiempo…
Bien.
Pero no debes regresar al hotel, el mafioso chino sigue buscándote. Uno
de mis hombres te sacará del país y…
No. — Contesto— No quiero. Ayudaré en lo que pueda y fingiré mejor
que tú con tus mentiras — Se lo digo restregándole en la cara mi enojo. Estoy
frustrada, consternada, indignada porque no fue capaz de confiar en mí y me
alejó de su lado… pero a la vez otra parte de mí lo entiende y eso es lo que me
resulta tóxico.
Dulce… — Repite.
Es un trato, Miller… Lo hago por Macarena, no por ti — Cruzo mis brazos
mordiendo mi labio.
Pero esos hombres…
Entrename. Haré lo que sea para aprender a defenderme. Di lo que
quieras pero no me alejes de esto. No quiero. No lo haré. No es una petición
sino una advertencia.
Lleva una de sus manos a la cabeza y lo piensa…
Bajo mis condiciones — Accede— No quiero que estés mucho tiempo
con él — Pronto me doy cuenta de sus intenciones.
Haré lo que sea por verlo hundido, Christopher. No eres mi jefe ni mi
dueño, ya te lo he dicho. — Refunfuño con rabia.
De acuerdo — Responde enojado— No puedo tener una conversación
alturada contigo. Eres más terca que una mula.
Y tú un maldito idiota…
No quiero saber más de él, he escuchado lo necesario. Con furia camino
pisando fuerte pero antes que pueda irme me jala del brazo de nuevo y me
lleva a sus brazos. Suspiro aún con dolor… dolor porque se fue, porque tuvo
una razón y no sé cómo tomarlo.
Me mira cansado, agitado, agotado de tanta pelea… pero a la vez sus
ojos me muestran un brillo y pronto me veo reflejada en ellos.
No he terminado.
Yo sí — Intento empujarlo, estoy a la defensiva.
Dulce… tenemos dos opciones: O nos enojamos haciendo drama por el
pasado, o intentamos salir adelante con un nuevo comienzo.
Mis manos tiemblan, trago saliva.
Te amo, te lo he dicho… — Acaricia mis labios con mis dedos— pero solo
haces que me enoje cuando me hablas de esa manera.
¿Y qué quieres? ¿Qué te perdone con las excusas que me das? Pudiste
haberme buscado antes y…
Sh… basta — Pone sus dedos en mi boca— Necesito una respuesta.
Jadeo.
¿De qué? —Pregunto.
Me evades de una forma increíble — Ríe sin humor— Parece que tengo
que repetirte mil veces que te quiero a mi lado. Juntos. Construyendo una
nueva historia… sin importar el pasado. Lo único que nos queda es esto —
Pone una mano en mi corazón— Porque sé que late tan fuerte como el mio…
y eso se llama amor sincero.
Parpadeo perpleja, él besa mi mano.
Construiré nuestro hogar de nuevo, bajo esas 7 estrellas en el cielo…
Prometo cuidar de tus noches y sueños. Prometo abrazarte sin avisar y
perderme en tus ojos como antes. Dame esta oportunidad, mi amor… He
estado esperándola desde hace mucho tiempo. Vuelve a ser mía, Bonita.
Cásate conmigo de nuevo.
27. No me gusta compartir
Dulce

“Júrame que no tendré que arrepentirme de entregarte hasta el alma” L

Me mira en completa impaciencia y solo siento mi garganta cerrarse ante


sus ojos. Una capa de hielo amenaza con deslizarse sobre mi, pero no quiero…
realmente hoy quiero sentir.
Trago mil preguntas aún rondando en mi cabeza y, con determinación,
levanto el mentón para enfrentar sus ojos ansiosos. Me quiere, pero ha hecho
lo que un día le imploré nunca hiciera: Me mintió. Sea cual sea la razón me ha
mentido, tomó decisiones por mi y eso no puedo pasarlo.
Pero a la vez lo extraño, demasiado quizá. La vida sin él ha sido como un
callejón oscuro. Aprendí a sobrevivir ciega y en la más completa oscuridad,
pero aún cargaba con la sensación de no poder respirar.
Él era todo para mi. Mi amigo, mi amante, mi marido. Con él hice cosas
que jamás haría con otros hombres y yo era tan tonta que solo rezaba para que
Dios no lo alejara de mi lado.
Rezaba… —Me río sin humor— Quizá porque me enseñaron a hacerlo y
era la única forma en la cual me sentía escuchada. No hablaba con mi madre
ni con mi padre, solo me tenia a mi misma intentando ser una mujer buena y
perfecta.
—Dulce… —Dice con voz ronca cerca de mi. Está impaciente, puedo
notarlo, pero realmente esto es algo que debo llevármelo con calma.

—¿Te has puesto a pensar en que yo ya no soy la misma? —Pregunto


sería. Sus ojos chispan y suspira.

—Si. Lo sé, sé todo de ti.

—¿Todo de mi? —Mascullo— También sabes que he seducido a otros


hombres. —Lo miro fijamente y sé que lo sabe, pero odia el tema. Estoy
probándolo…— Y sabes que he hecho algunas cosas ilegales. Me quedé
callada muchas veces, soborné a algunas personas por Brando, llené mis
cuentas de dinero.

Cierra los ojos, entonces sigo


—No soy la mujer perfecta que querías de esposa, Christopher. Y
tampoco esa esclava ama de casa que va a cocinarte y a lavar tu ropa. Me
gusta el sexo, el dinero y los lujos. —Exhalo— y es lo que soy. Me estoy
mostrando ante ti sin etiquetas ni máscaras. ¿Podrá un hombre como tú
soportar todo esto?
Río sin humor de nuevo, lo veo sufrir y me pongo a pensar en cómo he
cambiado en estos 5 años.
—Las cosas pasan por algo —Continuo— Una mujer inteligente lucha por
sus ideales y no cae en sentimentalismos. No soy dulce ni tierna, soy de hielo.
—Has roto ese hielo ahora… lloraste, sentiste, tú…
Suelto una carcajada fingida.
—Por qué sigues pensando en que todo será como antes. No,
Christopher… nadie vuelve a ser el mismo después de haber sido golpeado.
Mis ojos lo atacan con la furia que aún tengo.
—Solo estás enojada. —Responde.
—No. Es la verdad. Es mi verdad. —Paso saliva— No quieras cortar mis
alas.
—Jamás lo haría —Contesta de inmediato— Te apoyé cuando más lo
necesitaste. Yo quería que cumplas tus sueños. —Se desespera intentando
explicar.
—Y por eso contrataste a un anciano. —Espeto con ironía— para que me
diera dinero y me apoyara. Tomas me quiso solo porque tú le pagabas.
—No es así, Dulce. —Se desespera— Tomás realmente te quiso. Solo…
me contaba si estabas bien, si tenías algún problema, pero jamás me confíó
tus cosas. Jamás.
—Te das cuenta… —Mantengo mi ironía— Te contó que moría y tú no
hiciste nada para salvarme. Eso es aún peor.
Camino por toda la sala para refrescarme. Me siento invadida por mucho
veneno dentro y no quiero decir cosas de las cuales pueda arrepentirme
después.
—Solo quise estar contigo… —Suspira agotado— Pero ahora veo que
fue peor.
—Lo fue. Moviste las piezas del juego sin avisarme.
Se sienta en el sofá como si tuviera mil cosas cargando en su espalda,
baja la cabeza y hundo su rostro entre sus codos levantados. Es un hombre
que se ha equivocado y solo me dedico a mirarlo.
—Tengo mucho resentimiento ahora, Christopher. No puedo darte una
respuesta. —Trago mi rabia.
—Si, lo sé. Solo estaba… ansioso. —Me mira— Te esperaría toda una
vida si me lo pidieras.
Asiento con tensión y me cubro el pecho con mis manos. No negaré que
quiero besar sus labios, pero estoy enojada… necesito tiempo.
—No esperes un sí.
—Tampoco un no. —Suspira— y con eso me basta. Has pateado mi
trasero, Bonita. Y estás en todo tu derecho.
—Entonces no me presiones. —Advierto.
—Lo intentaré. Soy un tipo enamorado, solo eso.
Ruedo los ojos.
—No quiero que pises el hotel de nuevo. —Vuelve con su estupidez.
—Ya te dije mi posición. Son mis condiciones para ayudarte.
—No quiero ponerte en riesgo.
—¡Mierda! ¡Eres peor que mi madre con su cantaleta de la virginidad!
Deja de molestar, he tomado una decisión y punto.
Exhala rendido de nuevo y me señala con el dedo.
—Bien, pero mañana iniciaremos el entrenamiento.
—De acuerdo, compañero. —Ríe sin humor— Estamos juntos en este
juego de nuevo.
Es un trato, señora. — Se levanta y aprieta mi mano.
Señorita — Lo corrijo.
Señora Miller. No olvide que es una mujer casada. — Me guiña el ojo y
sonríe haciendo que algo en mí viva de nuevo.
Sonrío haciéndolo menos.
Sigue soñando.
Ríe.
Puedes quedarte aquí cuanto tiempo quieras — Cambia de tema— Me
gusta tenerte cerca.
Voy a regresar al hotel lo más pronto posible, Brando puede sospechar.
Pero aún está de viaje, además aún debes aprender algunas cosas.
Bien.
No dormiré contigo si es lo que quieres, el sofá suena interesante. —
Hace una pausa— … Amenos que tú me pidas lo contrario.
—No lo creo.
Con calma asiente y sin querer roza mi mano haciéndome sentir extraña.
Trago saliva e invento una excusa para irme, pero sé que sospecha que no me
es tan indiferente como aparento ser.
Las horas pasan y el baño que me he dado me relaja. Ahora estoy en su
cama y de un impulso jalo su almohada para abrazarla… Su olor es único,
sincero, floral. Me gusta, siempre me ha gustado olerlo y sentir su aroma
palpitando en mi cuerpo. Cierro los ojos y pienso en todo lo que nos espera…
¿Habrá un nosotros en el futuro? Nadie lo sabe, y tampoco me hago muchas
esperanzas.

Otro día más ha pasado y yo sigo amaneciendo en su cama.


Mi mente no deja de dar vueltas mientras me miro en el espejo, ¿Qué
sigo haciendo? Ni yo tengo la respuesta.
Rita — Digo mientras sostengo el teléfono en mi oreja— ¿Me pasaste
esos informes? Tuve que salir de la ciudad estos días para ver cómo va la
renovación de Hilton Garden ¿Brando ha llamado? Um… está bien, gracias.
Cuelgo y me quedo pensativa. Brando es sumamente dependiente de mí
en cuanto a mensajes, llamadas y fotografías ¿Por qué no se ha manifestado?
La angustia hace que pienso en que puede que me haya descubierto, pero si
eso fuera así posiblemente no estaría viva.
Dulce… — Toca la puerta y habla desde fuera.
Adelante. — Digo.
Entra y sonríe mirándome de arriba abajo. Traigo jeans, una blusa blanca
y zapatos cómodos, justo la ropa que me compró.
Estás muy hermosa — Murmura
No seas exagerado — Contesto— ¿Hoy qué haremos?
¿Y ese maquillaje? Es muy… natural. — Me ignora totalmente.
Traigo maquillaje en mi cartera siempre, Christopher. Dime qué haremos
ahora.
Practicar. — Sonríe.
Bien. Luego necesito regresar al hotel. Brando no me ha llamado…
¿Crees que sospeche algo?
No. Me he encargado de eliminar las pruebas, tranquila.
Bien. — Contesto— Estoy lista.
Suspiro y trago saliva cuando lo veo sonreírme de esa manera…
Concentro mi mirada en un punto distinto a su rostro y camino hacia la puerta
dispuesta a irme, entonces me sigue de la manera más normal posible pero
puedo sentir sus bajas intenciones .
No caeré, aunque sea un juego de seducción.
Prende el auto y nos adentramos en una especie de camino hacia el
bosque. Él maneja tan despreocupado… que los recuerdos vienen a mi de
golpe. Él a volante, yo comiendo golosinas, ambos riendo… tan normales y
dependientes el uno con el otro. Éramos dos chiquillos locos.
—¿Pensando en silencio? —Rompe el hielo.
—Tengo mucho trabajo en el hotel —Contesto sacudiendo mis piernas.
—Um… supongo que si, quizá también estás pensando en mi. —Sonrie
presumidamente y lo miro desde mis pestañas. ¡Es un maldito idiota! Juro que
no lo soporto.
—No perdería el tiempo en eso. —Respondo tolerándolo. Estoy sin
ánimos de pelear, al menos por ahora.
—Llegamos, bonita. —Estaciona el auto y nos adentramos en un
descampado lleno de árboles y arbustos.
—¿Y este lugar? —Pregunto ansiosa.
—Suelo venir aquí de vez en cuando. El dueño es un amigo mío, calma.
Enseguida coloca una especie de cartel en un árbol con varias ruedas
dentro, ¿Esto qué se supone que es? Jadeo tensa, odio tener que hacer esto
pero es necesario.
—Tranquila, bonita. Es solo para medir tu puntería. Toma —Saca su arma
y me la da.
Enseguida me quedo perpleja mirándola.

—Eh…
—Tómala. —Me aprieta las manos obligándome a tomarla. Apunto hacia
el cartel con círculos y en un acto tonto disparo.
¡Mierda! ¡Maté a un pájaro!
Me horrorizo y suelto el arma gritando haciendo que Christopher empiece
a reír.
—Lo maté… —Jadeo.
—Qué mala eres, bonita. —Se burla a carcajadas y lo miro con furia
mientras lo empujo. —Hey…. —Jala mi brazo— está bien, no voy a torturarte.
No lo mataste, solo lo asustaste. El pobre pájaro salió volando.
—No podré hacer esto. —Lo suelto aterrada—Siempre he odiado estas
cosas, Christopher.
—Vas a poder. Te ayudaré.
Sonríe y me ayuda una vez más sosteniendo el arma en mis manos para
luego acomodarse en mi cuerpo. Jadeo…. Esta proximidad no me gusta para
nada pero intento concentrarme en mi objetivo.
—Así… —Enreda mis dedos en el gatillo y puedo sentir su respiración en
mi oído— sostenla de manera correcta… —Susurra en mi oreja y empiezo a
sentir un shock nervioso. Tiemblo… él se aprieta contra mi haciendo que sus
pectorales abracen mi espalda y sus piernas colinden con las mías.
—De lejitos… —Digo advirtiéndole, entonces ríe.
—Estoy siendo profesional. —Sonrie y me paralizo con su voz ronca
palpitando en mi interior.—Mira al punto, luego quiebra las rodillas y sostén el
arma con fuerza. No dudes, solo dispara
Y lo hago.
—¡Si! —Sonrio emocionada—Ahora lo haré sola.
Bajo mis piernas y con seguridad lanzo un tiro que entra en el centro del
cartel. Lo miro, me pavoneo y arreglo mi cabello mientras él no deja de sonreír.
—Aprendes rápido.
—Gracias, claro… soy muy inteligente.
—Ahora vuelve a hacerlo pero desde otro ángulo.
Se hace a un lado, cruza los brazos y me reta haciendo que mis ganas
por ganar salgan.
—Voy a demostrarte lo buena que puedo ser.
Apunto mi vista como fiera hacia el árbol y disparo hacia otro lado.
Christopher me mira sin reír, solo levanta una ceja, pero lejos de desanimarme
vuelvo a intentarlo haciéndolo mejor. Mi obsesión empieza a salir en este
momento. Perfilo mis acciones y doy tres, cinco, diez disparos perfectos. Salto
cuando lo veo y vuelvo a pavonearme ante su mirada.
—¿Cómo te quedó el ojo, perdedor? —Digo saltando. Él ríe, yo sigo
presumiendo mi acción y me pavoneo. Estoy raramente feliz, no sé si es porque
he tenido otro logro.. o porque está aquí.
Entonces me hielo al pensarlo, ¿lo dije? ¿Realmente lo pensé? Vuelvo a
mi seriedad y se acerca para darme su mano.
—Muy bien, señora Miller…
—Evans —le corrijo y no dice nada.
El tiempo va pasando y yo sigo practicando. Pronto convertimos este
lugar en un mar de balas. Los pájaros se van y el sonido intenso del rebote ya
no me altera, aunque haya sido complicado al principio. La vegetación hace
que sea un camino escondido, me siento bien arruinando todo por primera vez
en mi vida, hasta he tirado hojas con las balas.

Cuida tu peso — Advierte— El arma es traicionera si te confías.


Bien — Respondo— ¿Y ahora? Ya sé disparar.
Vamos a practicar defensa personal — Se levanta agresivamente y me
ataca corriendo hacia mí haciendo que un grito agudo salga de mi boca. Cierro
los ojos, no lo pienso y me hago bolita con mis brazos.— Dulce, así no. — Para
justo antes de tocarme.
¡Eres un bruto! — Chillo.
El que quiera hacerte daño no parará — Exhala— Ven aquí — Jala mi
brazo y me pone delante de él— Imaginemos que yo soy tu enemigo, quiero
secuestrarte… ¿Qué haces para defenderte?
Grito, pateo, no sé.
Ese “no sé” puede marcar la diferencia. El secreto es la concentración. Si
viene alguien mucho más alto y fuerte que tú entonces ve hacia sus puntos
débiles: ojos, nariz, bolas…
Oh… — Expreso asombro, realmente no me había puesto a pensar en
ello.
No tenemos tiempo para enseñarte artes marciales, pero sí lo básico. Si
vengo así… — Roza mi brazo— Entonces tu antebrazo debe defenderse con
tu codo así — Me sigue enseñando— Si viene alguien por encima, solo te
agachas… Vamos, Dulce. Hazlo conmigo.
Te golpearé — Digo con firmeza
Hazlo — Sonríe— Pero si fallas… debes darme un beso como
recompensa — Tuerce sus labios.
Su mirada hace eco en mi interior y no me queda de otra que aceptar.
Bien, pero voy a ganar — Apuesto, me aparto de él y voy a atacarlo. Pone
su brazo por mi pecho y con mi antebrazo lo golpeo, luego me abraza por detrás
y lo pateo en las bolas pero no se deja. Sonríe paciente ¡Dios mio! ¡Estamos
en medio de una pelea y está sonriendo! Me enervo furiosa, golpeo su pecho y
parece que no le afecta nada. Pasan algunos segundos así, peleando, y
tampoco se rinde… ¡Maldito!
Basta — Ríe— Perdiste.
¡No es justo! Han sido 2 minutos de explicación y ya crees que soy Jackie
Chan.
No tenemos tiempo, Dulce. Debes ingeniártelas como puedas; por
ejemplo, pudiste haberme mordido y no lo hiciste.
Mierda.
Está bien, ¿Qué más debo aprender?
El arte de fingir… pero ahí tú me puedes dar una cátedra — Se burla.
Ja-Ja — Ironizo mis palabras— Muy gracioso.
Vamos, cielo… ¿No me digas que no lo haces? — Ríe el hijo de puta.
No — Me enfado y enterco. No le daré la razón.
Entonces… cuando dices no quererme, ¿Qué estás haciendo? O cuando
finges no querer tener intimidad, o espera… — Agrega divertido— Cuando me
inventaste que habíamos tenido sexo y en realidad rebuscaste mis cosas.
En primer lugar no te quiero, en segundo lugar tengo mis necesidades…
tú solo me has servido de “ayudita” y en tercer lugar jamás te inventé nada —
Levanto una ceja seria. Mi gran mentira comienza.

Eso es… ¡Eso! — Me aplaude el infeliz haciendo que yo me vuelva una


fiera— Esa es la actitud que necesitas siempre, así todos te creen.
Voy a probar mis tiros en tu linda cabecita — Digo— Con gusto te los
doy.
Eso que acabas de hacer no deberías hacer ante nadie — Sigue riendo—
Es fácil, cielo. Cuando alguien miente no está tranquilo. Tus cejas se mueven,
miras a otro lado o algunos se ponen nervioso. Acabas de hacer dos de las
tres cosas que mencioné.
¿Eso según quién? — Pregunto tensa.
Según las reglas básicas del lenguaje no verbal, cielo. — Sonríe y levanta
sus brazos— Pero está bien, me rindo ante mi bonita porque sé que es una
guerra perdida.
Haces bien… — Cruzo mis brazos seria, entonces él se sigue riendo.
No lo soporto. Juro que no lo soporto.
¿Sabes? Mejor nos vamos, tengo que ir al hotel. — Camino pisando
fuertemente mis pasos hasta llegar al auto.
No te enfades, Dulce… Es solo una broma.
Odio tus bromas — Volteo al ver que no puedo entrar— Dame la puta
llave.
¿Esta? — Me las enseña y cuando estoy apunto de tomarlas me las
quita— ¿O esta? — Las cambia de posición y de un arranque golpeo su pecho,
pero pronto me envuelve en sus brazos— Alguien me debe un beso…
No te lo daré — Lo empujo pero no logro soltarme— Odio que te burles
de mí.
Es solo una broma… — Besa mi oreja y siento que la electricidad empieza
a recorrer mi cuerpo.
Quítate. — Le advierto.
Mi beso — Reclama.
Quítate… — Vuelvo a advertir
Beso. — Sonríe.
O te quitas o…
Demasiado tarde, me ha besado.
Con gusto entra en mi boca dispuesto a recorrer mi lengua pero cierro
mis dientes. Estoy colérica, odio perder y peor que se burlen de mí, así que de
un tirón lo lanzo hacia atrás levantando mi rodilla.
Un sonido se escucha después del acto para luego curvearse hacia abajo.
Me mira impaciente y solo me río sin humor.
Te lo dije — Me pavoneo y le quito las llaves— Sube, marica. — Me
estresa… juro que me estresa. ¿No puede dejarme en paz? ¿No puede
comportarse como un ser normal? ¡Bien merecido! Maldito.
Espero algunos minutos y cuando se recupera sube al auto serio. ¿Ahora
no me habla? Que se joda, no fue mi culpa. Cuando pregunto él responde
cortante, prende la música a todo volumen y me ignora. La situación me genera
ansiedad, de pronto siento que algo hice mal y es lo que no debo permitir.
La Dulce buena se ha ido, la zorra mala es la mejor versión de mi misma
Trago saliva y también lo ignoro mirando por la ventana del auto. El aire
que cae a mi rostro me refresca, no necesito pensar en nada más que en mí…
y pronto veo el hotel asomarse por nuestro rumbo.

Hilton estará pronto de regreso — Espeta— Me lo dijeron. — Sigue


cortante.
Bien. — Respondo.
Tenemos un trato.
Por Maca —Digo— Todo es solo por ella.
Abro la puerta del auto y me voy caminando llena de mil preguntas en mi
cabeza. Él dice que quiere una oportunidad… ¿Cree que con esa actitud se la
daré? ¡Que se joda! ¡Es un idiota! ¿Enojarse solo porque lo patee en las bolas?
No quería besarlo, no me siento cómoda con eso aunque mi cuerpo sí
reaccione. Necesito tiempo, mucho tiempo para procesar todo lo que he vivido
y, sobretodo, entenderme.
Porque lo odio y a la vez lo quiero.
Dulce… — Abre los ojos cuando me mira con esta ropa— El Sr. Hilton
habló y preguntó por ti.— Se asombra la estupidita.
¿Y ahora se digna a hablarme? No me mires así, niña… Estuve
trabajando — Digo— ¿Novedades?
Todos los reportes te los pasé por correo.
Bien. Ahora necesito un baño de burbujas. — Me dispongo a irme y con
su voz me detiene.
Dulce… pensé que podíamos hablar un rato.
Ruedo mis ojos y estoy a punto de decir que sí, pero luego me arrepiento.
¿Quién mierda es esta tipa para que yo tenga consideraciones con ella?
Yo no soy así, además aún sospecho de sus intenciones conmigo, así que la
ignoro y me voy.
Hogar… — Digo tirándome en la cama.
Preparo mi baño y me desvisto suavemente para luego relajarme. Oh,
sí… esto es vida. Cierro los ojos mientras me hundo en el agua tibia, luego me
pongo shampoo y disfruto del momento poniendo música clásica. Esto me
relaja… me relaja mucho.
Vestirme no fue problema después de la ducha de vapor, estaba tan pero
tan cansada que no hice mi habitual berrinche por la hora y salí corriendo hacia
mi cama. Mientras apago la luz siento que este lugar me parece muy grande…
y me tenso.
Jamás he dicho eso, y mucho menos me he sentido sola.
Ruedo mi cuerpo hacia la otra esquina y así me voy moviendo hasta que
entiendo que no es la noche, ni la cama, ni el baño… sino yo. Yo, maldita sea,
yo… porque asquerosamente lo extraño.
Estoy jodida, muy jodida.
Golepo mi cabeza intentando hacerme entender que no es correcto.
Christopher es mi marido, sí… pero no merece que yo esté pensando en él más
de la cuenta. ¿Y si todo es una farsa? ¿Y si no es sincero? Tampoco voy a
perdonarlo así porque sí, ¿Dónde quedaría mi dignidad? Pero eso no me
importa, ¿a quién engaño?, extraño su olor plegado en la almohada… su
cuerpo tibio junto al mío y su estúpida voz de gallito.
Un gallito cogedor — Susurro y río.
Estoy riendo demasiado… y me pongo seria al darme cuenta. ¿Será que
estoy cambiando? No quiero cambiar. Hacerlo me debilita. No puedo dejarme
y traicionarme a mí misma. Me siento de malhumor ahora y camino a oscuras
por toda mi habitación, entonces me asomo a la ventana… Hay justo 7 estrellas
en el cielo. Y sé que una de esas es mi querida Macarena.

Voy a vengarte, lo juro.


Enseguida recuerdo que debo actuar perfectamente con Brando, pero no
tengo ganas. Nada de ganas. Ojalá que se muera. Ojalá que un día el gobierno
le meta electricidad y lo refunda en la cárcel. Mi cabello pica, simplemente no
puedo olvidarlo… Hijo de puta, maldito hijo de puta. Va a pagarlo.
Pasar la noche no fue fácil, dí mil vueltas y pensé en qué debería hacer
con mi vida, mis sentimientos, mi futuro. Con tranquilidad desayuno y luego
empiezo con mis labores. La zorra de Gabriela no me tolera, pero francamente
no me importa. Los empleados están bien, entonces me alegro. No soy tan
necesaria en las mañanas como pensé, lo que me da tiempo para hacer otras
cosas.
Gracias por venir, Erika — La invito a pasar a mi oficina y nos sentamos
un rato.
Pasaba por aquí y, como querías hablar conmigo desde hace mucho, me
acordé y bueno.
Lo había olvidado… — Digo tensa— ¿Tienes mis análisis?
Desde hace más de un mes, Dulce. Los envié por correo, ¿No te
acuerdas?
Suspiro, he estado tan ocupada que no he tenido tiempo de chequear
nada.
Es cierto.
Tranquila, lo verificaré aquí — Saca su celular y abre las imágenes de mis
ovarios— Poliquísticos.
Me ha estado doliendo mucho, cada vez es peor. — Agrego— Tú eres
mi ginecóloga de confianza, recetame lo que sea.
Anticonceptivas.
Las odio — Digo con verdad— ¿No hay otra cosa?
No. — Es firme.
Sabes que soy estéril, nunca jamás me preocupé por tomarlas. Creo que
lo hice solo una vez y tenía 16 años. Engordé, me volví una llorona y mis nervios
se alteraron, entonces las evité a medida que podía.
Dulce, tu carga hormonal es muy fuerte, es normal. Mira, con las
anticonceptivas todo irá bien, ¿Te proteges de otra manera, cierto?
Últimamente no usa condón — Digo suspirando— Solo con un hombre
no uso condón — Río— Odio el sexo con condón, no me mires así.
Ambas reímos.
Pero las enfermedades de transmisión sexual están al pié del camino.
No tengo sexo con muchos — Río— Solo tengo un amante ahora y con
ese no me gusta usar condón, entiéndeme.
Bien, bien… pero si tienes alguna molesta o picazón debes hablarme
¿Si?
Tanto como molestia… — Murmuro— ¿Qué hay del sexo duro?
Abre los ojos y no para de reír
No abuses.
Me abusan — Corrijo y sonrío.
¿Brando es tan sexy en la cama? No lo creo — Se burla.
Duh… — Contesto y sonrío— Tengo amantes.

Um….
Ya que estás aquí… voy a preguntar. Hace un tiempo creo que me excedí
con este amante que te digo, tuve un poco de dolor y ya no debería, digo… no
soy ninguna virgen.
Bueno, suele pasar cuando no has tenido práctica o porque fue un poco
intenso.
¿Pero no afecta, cierto?
No mientras te sientas bien. El cuerpo es un músculo, Dulce. Se
acostumbra.
Um… — Frunzo el ceño— Bien.
Bueno, si no tienes más dudas me voy. Te espero en mi consultorio
cuando puedas para tus revisiones anuales.
No te pierdas, Erika — Nos despedimos. Ella es la hermana de una
compañera de la maestría y le tengo confianza… La suficiente para contarle
este tipos de cosas, pero sin revelar el nombre Christopher delante de ella.
Tú eres la ocupada — Sonríe— Aquí te apuntaré las anticonceptivas que
debes tomar para que genere tu balance hormonal. SI no las tomas te seguirá
doliendo todo. Sé prudente, todas a la hora y no se las enseñes a los
hombres… es peor.
Bien. —Contesto pensando en las anticonceptivas. Jamás las usé
demasiado hasta que me enteré que era estéril y todo fue más relajante porque
al menos no tenía que preocuparme por ello.
Las horas siguen pasando sin sentido y no puedo concentrarme. Un nudo
en la garganta empieza a formarse en mi interior, miro mi móvil y no veo ningún
mensaje ni llamada. ¡El idiota se ha enojado! Y no entiendo por qué.
Que se joda — Murmuro hacia mí y sigo leyendo documentos, manuales
de imagen corporativa y los reportes que me dio la estupidita. Nada me quita
de la cabeza que ella tuvo que ver en algo… ¡Algo quiere hacerme! Pero debo
ser muy precavida para evitarlo— Menú corporativo… grasas.— Aprieto mi
mandíbula de golpe. ¡Le dije a la zorra con lentes que necesitaba menús bajos
en grasa! Se supone que ella debía darle seguimiento a lo que Gabriela estaba
preparando…
La gente es inútil — Pienso.
Me levanto cansada pero con ganas de ponerla en su sitio, francamente
me tiene harta. Camino hacia la cocina y todos los empleados se quedan en
silencio al verme entrar, pero no la veo.
¿Vieron a Rita? — Pregunto.
Dijo que estaría en el salón 2 — Contesta uno de ellos.
Gracias — Contesto seca, no tengo humor.
Voy a regañarla, y quizá le diga que es una buena para nada.
¿Es estúpida o qué?
El tiempo es oro y no puede perderse. Le repetí 350 veces que debería
ser menús bajos en grasa, sobre todo porque Gabriela quiere hacer lo que se
le da la gana con mis comidas. Me hierve la sangre que no me hagan caso, y
no volveré a hacer excepciones.
Ri… — Me callo al ver la puerta del salón entre cerrada, ¿Qué
demonios…?
Christopher… — Toma sus manos entre las suyas— Eres un gran apoyo.
Christopher se tensa, pero no dice nada.
Tú me escuchas y me das buenos consejos. Yo… quería decirte otra
cosa.
Rita…
Sh… no hables. Lo haré — Cierra los ojos— Me gustas y siempre me
has gustado. Yo sé que es un poco precipitado pero quisiera saber si tengo
alguna oportunidad contigo.
Mi boca cae abriéndose de inmediato. Una extraña sensación de tristeza
y celos invade mi cuerpo, ¿Quién. Mierda. Se. Ha. Creído? Contengo mi aliento
y aprieto mi estómago con fuerza, eso era lo que quería… robarme al marido.
Cuidate de las aguas mansas…. —Jadeo furiosa, pero me controlo. Miro
hacia un lado y luego al otro. Puedo hacerlo.
Pero al ver que toca sus brazos, se acerca a su pecho y lo huele como yo
lo hago todo mi mundo se incendia y arde en el infierno. Mi corazón se acelera,
la loba que vive en mí sale de golpe y puedo mirar a Rita con ganas de
asesinarla.
Zorra, mil veces zorra.
Vuelvo a contenerme con inteligencia, pero no puedo.
Respiro.
Como en yoga… respiro.
¡A la mierda el yoga y su puta coherencia!
Doy un portazo fuerte para que noten mi presencia y ambos se
sorprendes.
Voy a matarla ¿Y a él? Haré algo mucho peor, lo juro. Mucho peor.
28. No sueltes mi mano
Dulce

“Si estás esperando a sentirte listo, Vas a seguir esperando por el resto
de tu vida”

La furia invade mi cuerpo de pies a cabeza y no puedo controlarme. Mis


manos tiemblan, mi pecho desfoga rabia en forma de respiraciones rápidas,
mis piernas están más rígidas que nunca, listas y dispuestas para atacar.
¿Qué carajos le vio este bastardo a tonta?
Trago amargura. ¡Acabo de entrar y la idiota no le quita la mano de
encima! Mis ojos se enfurecen y Rita me mira como si fuera un corderito
acorralado ante una fiera… ¡Claro que vas a joderte, estúpida! ¡Lo harás!
—Hola Dulce —Christopher es serio ahora y me habla como si fuera
cualquier persona— ¿Qué sucede?
—Buscaba a Rita — Contesto de manera seca.
—Aa….aquí estoy — Tartamudea la fea— ¿Qué… qué pasó?
—¿Qué pasó? — Exploto— ¡Que hiciste todo mal! — Alzo la voz—
¿Sabes cuánto tiempo me costó armar todo el menú saludable? Nutricionistas,
selección de cocineros, noches de investigación… Te dije que monitorees a
Gabriela ¿Y qué hace la señorita? ¡Hacer todo mal! Eres una buena para nada.
Mi furia se vio reflejada en lo que acabo de decir. Siento que he vomitado
una combinación de rabia, celos, frustración alzando la voz, con mis palabras
y miradas. Rita abre la boca y se contiene bajando la cabeza, pero Christopher
me mira como si fuera una abusiva.
—No tienes por qué hablarle así a Rita — Espeta el pendejo, ¿La está
defendiendo? ¿La está defendiendo??? ¡No puedo creerlo!
—No te metas — Respondo casi ladrando.
—Me meto porque Rita es un ser humano, no un animal para que la trates
así. — Me mira serio.
Disculpe Señor Miller pero su función es construír hoteles no meterse con
el personal. Le agradecería nos deje solas. — Soy clara.
Lo siento, no permitiré que vuelva a faltarle el respeto.
Christopher, no… — Habla con voz de hilo— Está bien, es mi culpa.
Perdón Dulce.
¿Perdón? — La miro con más furia y me imagino ahora jalándole los
pelos, arrastrándola por todo el hotel y tirándole una patada en su diminuto
trasero— ¡Acabas de arruinarme el día!
—Disculpa, de verdad… disculpa. — Increíblemente se echa a llorar y
abraza a Christopher haciendo que mi boca caiga abierta al instante.
Esta tipa es más inteligente que nadie, pero yo no soy una tonta.
—Deja de llorar… ¡Hipócrita! — Mis palabras salen desde el alma.
—Dulce… — Dice Chris.
—Cállate — Lo amenazo de nuevo.
—No me parece que.. — Corto su frase cuando lo veo con furia. El imbécil
está aprovechándose del momento.
Todo me sale mal — Rita agrega y se con Christopher, él la mira
confundido.
¿Todo te sale mal? ¡Eres una maldita zoorraaaa!!! — Digo gritando,
saboreando mis palabras. Ella abre los ojos y se echa a chillar más fuerte.
Siento que voy a vomitar.
Señorita Evans, ¡Esto es demasiado! — Christopher se pone en mi
delante— Acaba de…
Cierra la puta boca — Mis nervios colapsan, estoy a punto de terminar
esta farsa— Tú no eres nadie.
Se calla apenas le digo eso y luego se enfada aún más conmigo. Lo sé
porque pone sus cejas tensas y presiona sus dedos.
Y a ti — Continúo— ZoRRITA — Hago énfasis en la palabra— Puedes
considerarte despedida y de paso… — Aplaudo— Cogértelo las veces que
quieras. Total, aquí no hay nada de respeto por el trabajo.
Rita me mira pasmada y deja de llorar. No me interesa si se da cuenta o
no ¡Estoy harta! ¡Cansada de toda esta maldita farsa! Doy vuelta y cierro la
puerta haciendo ruido de nuevo. Mi corazón late a mil por hora, siento que no
puedo respirar y me meto en el primer baño que veo para gritar.
Y lo hago… Furia, rabia, celos, miedo, venganza, todo se me viene a la
cabeza.
¿Qué mierda se cree Christopher?
¿Y quién le dio derecho a esa perdedora de mirar a mi marido?
Llevo mis manos a la cabeza e intento contenerme porque soy capaz
ahora de golpear al primero que se me ponga defrente. No puedo controlar mi
rabia, no puedo. Mi carácter está jugandome una mala pasada de nuevo.
¡Necesito destruir para calmarme! Me miro en el espejo y veo mis ojos rojos…
No sé si es furia o si es dolor pero no puedo dejar de sentir que voy a explotar
en llanto.
Llanto…
Desde que me liberé por la muerte de Macarena viene a mí con facilidad.
Me frustro mucho al sentir que no puedo manejar esta situación y necesito
poner fin a esto de alguna u otra manera. Jadeo cansada y lavo mi cara con
agua fria.. ¡Necesito controlarme! ¡Y juro que voy a cortarle las bolas!
¿Cómo se atreve? Se supone que está de mi lado, se supone que ambos
desconfiamos de esa zorra ¿Qué le pasa? Maldito, infeliz, idiota… que se joda,
juro que lo mataría ahora mismo.
¿Señorita, está bien? — Toca un empleado desde afuera.
Lárgate y déjame sola. — Contesto y ya no escucho a nadie más.
Todos conocen mi ira y saben que no deben molestarme. Me importa una
mierda si les gusta o no.
Necesito pensar, pensar mucho.
Respiro profundamente y exhalo de la forma en la que me dijeron para
controlar mis emociones. Pronto siento el aire navegar por mi interior, estoy
calmándome… Minutos después peino mi cabello y arreglo mi atuendo para
salir sin decir más.
Con mis tacones hago entender que llegó la jefa, su gran señora. Las
recepcionistas me saludan y las miro achinando mis ojos cuando veo que tienen
los botones de su blusa entre abierta. Volteo, Christopher está cerca. ¡Estas
también son unas malditas perras! Carraspeo mi garganta y señalo con mis
dedos la dirección de sus senos, automáticamente se arreglan el vestuario
sintiéndose avergonzadas.
No voy a permitir que este hotel sea un prostíbulo. — Solo digo y bajan la
cabeza. Enseguida camino por el pasillo central y vuelvo a encontrarme otros
empleados con los que finalmente desquito mi rabia, entonces llega…
Nuestros ojos se encuentran como dos galaxias chocando. Lo miro, me
mira, y ninguno de los dos dice nada. Con sorpresa descubro que no le intereso
en lo más mínimo porque pasa ignorándome hasta llegar a la recepción. Volteo,
miro a las zorras hablarle sin mirar a sus ojos. Están advertidas, y yo no les
quitaré la vista hasta que él se haya dicho.
¡Mierda!
De rabia paso a estrés. Mis emociones son un mundo interno que aún no
comprendo. Siento tensión… ¿Qué sucede? ¿Por qué no me habla? ¿Acaso
esa zorra le ha dicho algo? Mi mente empieza a profundizar preguntas
estúpidas. Cuando por fin se va pienso en seguirlo pero luego me retracto.

Mal, Dulce… muy mal. Tú deberías estar enojada, no él. —Dice mi


orgullo, entonces lo dejo y voy por mi lado.
Buenas tardes, Señorita Evans — Dice un hombre de aspecto asiático—
Estuve preguntando por usted pero no la ubicaba — Toma mi mano y la besa
haciendo que un estruendo aflore dentro de mí.
¿Nos conocemos? — Quito mi mano con seguridad.
No, pero nos conoceremos ahora — Tuerce su sonrisa— Deseo hablar
con usted en privado.
¿Sobre qué asunto? — Pregunto confundida.
¿Dónde es su oficina? — Contesta con otra pregunta y me enfado.
No tengo tiempo ahora. Si desea hablar conmigo saque una cita. —
Intento darme la vuelta pero su voz filuda me detiene.
Yo creo que por su propia seguridad debe mostrarme su oficina, señorita.
Me aterro.
… Lo que tengo que decirle es sumamente importante. — Continúa—
Estoy aquí por algo.
Mis piernas tiemblan pero no muestro miedo. Christopher dijo que debía
levantar la cabeza en situaciones así y no dejar de mirarlo a los ojos. Con
temple camino a su lado sintiendo que la respiración se me dificulta. Abro la
puerta, me pide pasar primero y lo hago. Cuando escucho el portazo leve mi
diafragma se contiene.
¿Y bien? — Lo sigo mirando.
¿Puedo sentarme?
Creo que debería ser breve — Soy directa— ¿Qué tiene que decirme y
quién es usted?
Mi nombre es Lion Fu — Sonríe— Trabajo para la organización hotelera
de China. — Suelta su voz como si me estuviera amenazando— He oido hablar
de usted y vine personalmente para conversar.
¿De qué?
Negocios — Sonríe— ¿Dónde tiene el dinero? — Pregunta
absurdamente.
¿Perdón?
El dinero. — Repite— Brando recibió una suma muy alta que debió pagar
a tiempo. Mi jefe decidió perdonarle la vida a cambio de ese dinero, ¿Dónde
está? — Sonríe.
No tengo conocimiento de ningún dinero, por favor váyase. — Entro en
nervios.
¿Qué pasa, señorita? ¿No puede controlar su miedo? —Se acerca—
Espero la visita de mis… amigos haya sido de su agrado, lástima que logró
salvarse. —Tuerce sus labios— O la salvaron.
¿De qué habla? — Pregunto a punto de gritar ¡Él fue! ¡Él mandó a esos
hombres atacarme!
Vamos a hablar sin hipocresías. Quiero mi dinero.
¡No sé de qué me habla! Yo solo soy una trabajadora de esta corporación.
Ríe alto.
Usted es la puta de Hilton, lo sabe todo el mundo. — Se aclara la
garganta— Mire, usted no tendrá que vivir con miedo si es que me da el dinero.
Yo no tengo su dinero, ¿No lo entiende? — Me exaspero y por nervios lo
empujo— No quiero volver a verlo.
Señorita… — Tensa los dientes— Usted es tan terca y tiene tan poca
apreciación por su vida.
¿Por qué presume que yo tengo ese dinero? — Lo enfrento.
La conversación se detiene cuando se abre la puerta de golpe.
Dulce. — Entra Christopher con furia. Con ojos de asesino explora el lugar
y toca el bolsillo de su pantalón…
Ya veo — Ríe el chino— ¿El amante viene a salvar a su musa?
¿Ustedes…? — Explota en risa— Y están viéndole la cara a Hilton. Esto si es
bueno.
Christopher se acerca con tensión, pero lo detengo con tensión.
Déjalo… — Agrega— Quiero divertirme. ¿Sabe que si trueno los dedos
usted recibiría un disparo?
Explora la sala, entro en pánico.
Si yo trueno dos veces usted y toda su organización estarán en la cárcel.
— Lo mira con completa seguridad y rabia. La sonrisa de Lion se quita de
inmediato para luego abrir los ojos con sorpresa.
El cuervo…. — Suena seco— Está bien — Levanta las manos— No
quiero problemas con ustedes. Dígale a su jefe que tenemos un trato.
Christopher tensa su mandíbula.
Lárguese y no regrese, tiene una advertencia — Masculla enseguida.
No volveremos a tocar a su…
A la señorita Evans — Contesta Christopher— Más le vale cerrar la boca.
Sí, entendido… — Sonríe— Mientras ustedes nos dejen seguir con
nuestro plan.
Lárguese. — Lo corre como a un perro.
Bien. — Sonríe y me mira irónico, voltea y Christopher vuelve a tomarle
el brazo.
Yo no perdono. — Entona de nuevo y Lion carraspea su garganta para
luego irse serio.
Cuando cierra la puerta un nudo de emociones se suelta de mi pecho.
Suspiro largamente y mis manos tiemblan como si fuera un temblor andante.
Estoy aterrada y llena de pánico, si ese hombre vino hasta aquí fue por algo…
Lo tengo controlado. — Espeta Christopher con seriedad— Pero no
deberías exponerte.
¿No debería exponerme? — Suelto mis nervios— ¡Tú me has metido en
toda esta mierda! — Me quejo.
¿Yo? — Me mira indignado— Nadie te obligó a seducir al hijo de puta de
Brando. — Explota contra mí.
¡No me hables así! — Respondo con más fuego— Primero… defiendes
a esa zorra, luego me ignoras… y ahora esto. ¿Así quieres que te de una
oportunidad? ¿Comportándote de esa manera?
Retuerce sus labios y me mira exasperadamente
Estoy harto. Harto. —Solo dice y gira furioso para irse de inmediato.
La jodi.
¿qué hice?
No me entiendo
¡Ah! —Refunfuño en mi. Y tiro un pote con lapiceros. No puedo
controlarme, estoy ansiosa, con miedo, rabia, temor. Mi corazón late con fuerza
y me siento confundida.
¿Realmente está sucediéndome?
Un loco chino acaba de amenazarme y no puedo seguir respirando, luego
está este idiota y me saca de mis casillas. No soporto que me de la contra,
necesito controlar… controlarlo. Mi impotencia hace que diga cosas que no
quiero, pero no puedo ir contra ello.
Sigo temblando.
Mis manos se mueven sin control. La adrenalina y supervivencia me
mantuvieron en defensa pero por dentro estoy destruida, hoy he tenido
suficiente. Y no quiero seguir en esto. No quiero.

El dia pasa increíblemente lento. He contado los minutos para que sean
más tarde y mientras más lo deseaba más demoraba. Necesito descansar,
tirarme en mi cama y dormir un rato pero el trabajo me lo impide. Monitoreo con
insistencia a todos mis empleados, sobre todo ahora que Rita ha desaparecido.
—Es lo último, señora. —Espeta Gabriela con rabia.
—Puedes retirarte.
Con paciencia evalúo la propuesta vegana, y estoy satisfecha. Gabriela
ha sido mi tormento. Es una mujer vieja, terca y rebelde pero he logrado
domarla. Con esto pongo fin al asunto.
Mientras camino por el hotel intento mantener mi concentración en la
copa de vino que voy a tomarme. Estoy agotada pero necesito un poco de esto
para tranquilizar los nervios que aún azotan mi corazón, así que me siento en
la terraza mientras uno de los mozos me ofrece una colección antigua que he
querido probar desde hace días.
Mis empleados me conocen y contesto con una media sonrisa.
El vino es alimento para mi cuerpo. Bebo con sed y a lo lejos diviso de
nuevo a mi ex marido. Mierda… tiene que aparecerse justo ahora. La vida se
empeña en juntarnos y no lo entiendo. Mantengo firme mi posición quizá por el
orgullo. Él nota mi presencia y vuelve a hacerse invisible. Ambos ahora somos
un perfectos desconocidos.
Con tensión bebo de golpe todo lo que quedaba en mi copa. Las luces
semi apagadas no ayudan, porque crean en mi un ambiente depresivo.
—Más vino. —Ordeno. El mozo me sonríe y sirve otra copa. Jamás me
he embriagado con vino, pero en este momento deseo terriblemente hacerlo
para olvidar… solo quiero olvidar.
Minutos pasan, minutos se van. Miro mi celular y marca ya las 8pm, muy
temprano para tomar descontroladamente pero necesito hacerlo.
Viene dos, cuatro copas…
Lo miro de reojo y no me mira. Tiene los ojos centrados en su tablet.
Apostaría a que está leyendo…. ¡Leyendo! Y yo sintiéndome morir por su
rechazo.
No debo pensar en él, no debo. Pero parece que mi mente está en mi
contra. Extraño su olor… —Digo en mi mente mientras tomo la otra copa— Sus
manos explorando mi piel, sus ojos centrados en los míos… y no lo tengo.
Le pedí tiempo para asimilar todo lo sucedido. He querido perdonarlo
desde hace mucho y no me atrevo. No sé si es orgullo o miedo, pero no puedo
soportar su falta de cariño.
Odio pelear…
Odio que no me quiera…
Odio su desinterés hacia mi…
Lo he odiado desde que lo conocí. Han sido pocas las veces en que las
ha hecho. Estuve tan segura de su pasión por mi que jamás lo he sentido
perdido… y ahora me aterra su indiferencia.
Hoy me ha atacado, se ha enojado, ha defendido a una tipa que ni si
quiera le importa solo para molestarme. Pero también estuvo ahí contra su
orgullo para cuidarme —Cierro mis ojos soltando una lágrima— me defendió
de ese tipo y de sus matones.
Él es todo lo que llamo bueno y malo. Es mi desastre hecho belleza. Es
mi boca y mi aliento. La respiración que necesito todos los días para vivir.
Lo quiero, maldita sea. Lo quiero.
—¿Algo más, señor? —Escucho a otro mozo preguntar.
—No, gracias. —Dice tranquilo— Ya me voy.
Se va… y pasarán más horas así, llenas de muerte.
Mis ojos se inundan apenas siento que se levanta. No me mira y tampoco
me persigue. Agacho mi cabeza para ignorarlo, entonces pasa dolorosamente
por mi costado sin si quiera mirarme. Una lágrima cae por mi rostro, ¿Qué
demonios estoy haciendo? Demasiado tarde, Dulce… has vuelto al hoyo. —
Respondo a mi misma.

La angustia se clava en mi garganta recomendándome que debo hacer


algo, pero no me atrevo.
Compromiso, fidelidad, una vida juntos sería muy peligroso para mis
intereses.
Si me enamoro podría perderme a mi misma de nuevo. Sería tan débil
que podría convertirme en loca si vuelve a mentirme o dejarme. No soportaría
dos muertes otra vez. Ya no pensaría en mi sino en él y me costaría la vida.
Es tan difícil…
Limpio mi lágrima con sutileza y giro mi muñeca para mover mi copa. No
más. Arreglo mi falda y me voy hacia mi recámara. Todos pasan y ni los miro,
solo quiero llorar… A veces necesito romperme para volver a empezar otro dia.
No quiero reprimirme, no hoy.
—Buenas noches…
Escucho una voz pero la verdad no me interesa.
—Oiga, le dije buenas noches. —Me reclama y volteo. Es una mujer
aparentemente joven, su pelo negro moldea su rostro hasta su cuello. Lleva
lentes y suena fresca. Mi curiosidad se entorna en su personalidad, ha osado
en molestarme.
—Buenas noches… —Contesto aturdida. Mi corazón se para cuando la
vuelvo a ver con atención, ¿Y si es parte de la mafia china?
—Disculpe, ¿Sabe donde está el salón dorado? —Me mira como si yo
fuera un secreto.
—No. Si. —Me corrijo— Al terminar el pasillo grande.
—¿Se encuentra bien? —Pregunta y solo achino mis ojos.—Dije que si
se encuentra bien.
Me irrita su insistencia.
—Si. Bien. —Respondo.
Y la ignoro. Camino y a lo lejos siento que me dice algo:
—Maleducada. —Habla de una forma particular.
¿Esto es fantasía o realidad? ¿Qué pasa con la gente hoy? ¡Si un perro
me orinara encima no me parecería raro! Vuelvo a centrarme en mi y no le hago
caso, me he topado con mucha gente jodida y extraña pero jamás con alguien
así.
El vino es sedante para mis venas. Ha Logrado calmar mi ansiedad y
enojo, pero me ha metido en una terrible depresión. Es eso, es eso… —Cierro
mis ojos con fuerza para creerlo— Porque aún me niego a aceptar lo que en el
fondo sé que es verdad. Porque no estoy dispuesta a sentirme mal por ello. No
así, no con él, no por él, no de nuevo.
Me tiro en mi cama con una profunda sensación de vacío. Intento hacer
lo de siempre: levantarme, bañarme, ponerme mis cremas, leer un libro y
dormir. Hago todo lo que me es cotidiano y no así logro despejar mis
pensamientos.
Él aparece en las burbujas del baño, en mi espejo, en las letras de mi libro
favorito y en mi almohada para luego volar hacia mis sueños.
Él es mi sueño…
Tiemblo y termino llorando.
Mis lágrimas son raras, son lejanas, verdaderas… que cuando osan en
salir es porque realmente me siento perdida, perdida por él.
Mi pecho quiebra sus límites y sollozo con fuerza sacando frustración.
Estoy entre la espada y la pared… si me alejo lo extraño y si vuelvo me pierdo
a mi misma.
Él. Él. Él.
Parezco máquina rallada con todo este drama. Que si me quiere… que
no. Que él quiere y yo no quiero. Que tengo miedo. Y si, tengo mucho miedo.
Muerdo mi uñas y miro por enésima vez mi móvil. No debería pero lo tomo
dispuesta a enviar un mensaje.
Necesito hablar. —Texteo pero luego lo borro.

Eres tan insoportable… pero necesito hablarte. —Contengo mi


respiración y por fin lo envío.
Siento bichos recorrer mi estómago al esperar los primeros segundos,
luego minutos… y pronto nada.
No me ha respondido. Y yo he quedado como estúpida haciéndolo.
Me hago bolita en mi cama y sigo mirando la pantalla de mi iPhone. No
va a responder, está enojado conmigo y no entiendo por qué. Me tapo y me
destapo. Me siento y vuelvo a acostarme. No encuentro tranquilidad, no quiero
encontrarla sin él.
Me levanto arruinada dando vueltas como tonta. Pronto miro la ventana y
la oscura noche se ve iluminada por una luna y 7 estrellas en el cielo.
Las cuento…
¿Será una señal?
Abro La mampara y me contagio de la vista. Sus promesas, sus palabras,
sus besos a media noche cuando estaba dormida. Él solía tocar mi cuerpo para
quedarse dormido, y yo solía acostarme en su pecho para escuchar su corazón.
Latía de una forma particular y volvía a hacerse más fuerte cuando yo
estaba a su lado.
Él no te mintió, Dulce —Vuelve mi voz interior— Solo te estaba
protegiendo…
Si, lo hizo pero tampoco puedo olvidar los años de intensa muerte. Solía
despertar por costumbre pero a la vez respirar con dolor. Fueron los años más
criminales de mi vida y de sólo imaginarlos me pongo tensa.
Pero lo necesito… lo necesito mucho.
Solo quiero que me abrace y que me diga bonita. Quiero que estemos
bien y no me muestre su indiferencia. Quiero hacerlo papilla con mis palabras
pero a la vez que se ría con mis ocurrencias.
Él ha celebrado cada una de las palabras que salía de mi boca…
Y pensé haberlo superado.
No puedo. No puedo con este sentimiento agrietante. Miro la ventana de
abajo y puedo visualizar la luz prendida. Aún está despierto…
Unas asquerosas mariposas se mueven en mi interior ¿Qué carajos?
Jadeo, muerdo mis uñas de nuevo y pongo mis zapatos en mis pies para luego
abrir mi puerta.
A pasos de tortuga camino hacia el piso de abajo. Estoy tan sensible…
que mi seguridad advierte que controle mis sentimientos. Tenso mis músculos,
levanto mi cabeza y me deslizo hasta llegar a su puerta.
Solo necesito verlo, aunque siga enojado.
Pronto escucho pasos, miro hacia mis costados y son tan cercanos que
no puedo evitar tener ganas de correr de inmediato.
Pero debo enfrentarlo. Decirle que quizá no lo odio como creo y que
puede que tenga razón en algunas cosas que me dijo.
Mentira, necesito su abrazo. Solo eso. Necesito sentir que aún soy su
bonita, que me quiere y no va a dejarme. Lo necesito profundamente en mi
vida, para siempre, y sin mentiras ni resentimientos.
Esto está mal, muy mal. Lo sé, me lo dice mi orgullo, pero no puedo
controlará necesitas que tengo de sus brazos
Tierra es a vida y yo… a sus besos.
Jadeo con ganas de gritar cuando escucho su voz tras la puerta. Va a
abrir ahora y yo estoy en pijama temblando. Nunca antes había estado tan
nerviosa, ni si quiera en nuestra época de enamorados. Le contaré lo que estoy
experimentando… y se que va a escucharme. Lo haré porque no puedo vivir
más sin su abandono.
Chispeo mi rostro entrecerrando un ojo cuando veo la puerta entre abrirse
pero pronto me hielo cuando escucho una particular voz junto a la suya.
Abro mis ojos, estoy en shock.
—Entonces Christopher, no seas tonto y hazme caso. —Ríe la voz
atrevida del pasillo principal, aquella mujer que buscaba el salón dorado.
—Si pudiera lo haría… —Su voz suena como tormento y pronto me topo
con ellos.
La mirada de la mujer es monstruosa. Me examina de pies a cabeza
mirándome como si fuera poca cosa. Mi sentido de alerta se acelera y pronto
siento ganas de golpearla ¿Qué hace con mi marido en su cuarto? ¿Y por qué
le tiene tanta confianza?
Christopher parpadea y abre la boca como si estuviera sorprendido.
—Ciérrala, Chris —Ella se burla— Te lo dije.
Nos miramos en silencio.
—Ay por Dios… que aburrido —Ríe.
—Ni… em.. por favor —Susurra irritado. Ella voltea su mirada hacia mi y
toma su brazo con total frescura.
—¿Qué sucede, eh? Nos interrumpes. Estábamos tan felices jugando a
las tocaditas. —Me reta con su mirada, Christopher la mira con furia; sin
embargo, no hace nada.
—¿To…To qué? —Pregunto.
—Nada, Dulce. Eh… Ella es..—Me mira.
—Nadie. No soy nada. —Suelto y corto su frase al querer presentarme.
—Dulce..: —Responde exhalando. Quizá lo harto pero eso no seguirá
pasando.
—Qué aburrido eres, Chris. Por qué no le dices a la chica la verdad… que
soy tu amante del Caribe. Verás, nena. Christopher viaja mucho y tiene zorras
por todo lado, yo soy una de ella. Mucho gusto.
Me da la mano y ríe sin parar. En vez de querer matarla ahora quiero irme
y enterrarme en el desierto. Christopher me mira impaciente y cuando me
dispongo a salir toma mi brazo.
—¿Todo está bien? —Pregunta preocupado.
—Claro que si. —Me suelto y se que ahora lo ha notado. Notó las huellas
de mi llanto.
—Nos interrumpes, disculpa… —Lo abraza y me quedo perpleja.
—Basta. —Alza la voz— Esto es demasiado —Murmura.
—No me parece. —Sonríe.
—Ella es mi esposa.
Su voz entonando ese título hace que toda la mierda que he traído encima
de venga sobre mis ojos. Estoy tan cansada de forzarme… tan cansada de
engañar a mi corazón que simplemente me encuentro en un laberinto.
Controlo lo más que puedo a mi cerebro: No. No. No. Pero la verdad gana
y mis emociones salen como chorros de agua.
Levanto mi cara, lo miro, y es la primera vez en que siento sus
pensamientos como si fueran palabras. Me mira tenso y preocupado, entonces
lloro. Muerdo mi labio para controlarme sin éxito.
Lloro sacando el dolor y el miedo.
Lloro delante de una extraña que salió de su cuarto.
Lloro porque no lo siento mío… y no soporto que otras mujeres se
interpongan en nuestra historia.
Tengo miedo, mucho miedo que deje de amarme. Miedo de no volver a
sus besos… miedo de perderlo.
Mi garganta explota y es la situación más vergonzosa que he pasado. Me
mira con fascinación y de un tirón toma mi mano. Lo miro hipnotizada por sus
ojos brillando hacia los míos… y siento que muero si sigue ignorándome como
lo hizo.
Lo amo, maldita sea… lo amo.
29. Amándote
Dulce

“Aprenderé historias para contarte, inventaré nuevas palabras para


decirte en todas que te quiero como a nadie” F.K

Mi corazón tiembla cuando me mira de esa manera… sublime, familiar,


verdadero. No estoy muy acostumbrada a este tipo de emociones, así que bajo
la cabeza disimuladamente para controlar mis nervios pero enseguida me
obliga a mirarlo de nuevo. Suspiro, carraspeo mi garganta y puedo verme
reflejada en la luz de sus ojos. Creo que lo ha intuído… intuye que estoy
destruída por su indiferencia.
—¿Ya te había presentado a mi secretaria? — Toca con suavidad mi
hombro intentando decir “todo está bien” con sus manos. Mi boca se abre, estoy
confundida ¿Desde cuándo tiene una secretaria? ¿Y por qué no me lo dijo
antes? ¿Ella es confiable?
Niego con mi cabeza y la miro de frente. Ella es un poco… ansiosa, no
deja de mover sus manos y de sonreírme sin ningún tipo de tapujos. Él le ha
dicho que soy su esposa y ella no se ha alterado, pero me enoja las confianzas
que tiene con Christopher. Y me hierve la sangre que él no haga nada.
—Niovis —Extiende su mano y toma la mía con fuerza, yo no quiero
corresponder a su saludo pero no tengo de otra.
—No sabía que tenías secretaria. —Digo.
—Oh, bueno… esto se maneja de manera confidencial — Masculla de
inmediato observando con ojos de águila toda la zona— Es mi brazo derecho.
—De hecho yo he sé todo de ti. Ah… y fui la que compraba las flores y
fresas en tus cumpleaños.
Abro mis ojos de inmediato. ¿Flores? Entonces los recuerdos vienen a mi
como baldes de agua fría. Flores… fresas… ¡Había sido él todo el tiempo! —
Llevo mi mano a la boca— Él.
—Tú… —Siento que mi respiración se acaba.
Exhala.
—Si. Yo fui el misterioso que te mandaba flores y fresas en tus
cumpleaños en este tiempo. Bueno, Niovis los pedía.
Mi corazón se hace chiquito cuando me mira. Estoy malditamente
afectada.
—¿Te enojaras por eso? —Pregunta suavemente sin soltar mi mano.
—Ah, pues si se enoja sería una estúpida. Teniendo un hombre como tú
quien no quería estar en sus zapatos. —Agrega Ella con sumo descaro. Es de
las personas que no filtran nada y parece que solo desean molestar.
—Nio…
—Nada Christopher. Yo le voy a decir la verdad —Levanta un dedo—
Tienes al mejor marido del mundo. Punto. Él se ha preocupado hasta el
cansancio por ti todos estos años.
Tengo ganas de golpearla, pero no puedo hacerlo porque en cierta forma
tiene razón y ha calado en lo más profundo de mis sentidos. Levanto la mirada
y me encuentro con la suya siempre vigilante a mis pasos. Me sonríe, pestañea,
y empiezo a preguntarme si sus pestañas no son las más hermosas del mundo.
Jadea asqueada de mi misma ¿Qué estoy haciendo? Estoy enamorada, es
eso. Y es el sentimiento más bello y agrietante del mundo.
Creo que debería irme a mi habitación, es peligroso que nos vean aquí.
— Murmuro intentando escapar, mordiendo mi labio para que no tiemble pero
él vuelve a detenerme. Sus ojos están cansados y parpadea como si no pudiera
creerlo.
—¿Por qué no lo aceptas y ya? — Dice la tal Niovis de nuevo. Juro que
no la soporto… pero tiene toda la razón. Inhalo suavemente, la miro y puedo
ver que es una chica fuerte, con mil historias por contar, noble… quizá lo que
Christopher busca es eso.
Entonces vuelvo a joderla. Mi mente piensa en las mil y una posibilidades
de que ellos estén juntos. ¿Y si me fue infiel? ¿Y si tiene algo con ella?
Ronroneo en mis adentros como una gata celosa, pero a la vez pienso en todo
lo que pierdo si digo lo que creo o si la lastimo de alguna manera.
Creo que es un poco tarde, te veo mañana Nio. — Ella lo abraza con
fuerza y yo me quedo inferiormente mirándolos. Jamás me he sentido tan dolida
como ahora… Quizá porque odio que él trate a otras mujeres como me trata a
mí. Vuelvo a morder mi labio y doy una pisada casual para llamar su atención.
Ella lo mira, ríe y le guiña el ojo.
¡Le ha guiñado el ojo! Quiero matarla pero si lo hago él se enfadará. Cierro
mis ojos para controlarme, no quiero que vuelva a ignorarme… Eso duele
demasiado. Mucho. No lo soportaría de nuevo. Entonces mi agonía pasa
cuando se despide de mí con un beso en el cachete… Es como besar al diablo
vestido de mujer, carraspeo y la veo irse.
Se ha ido. Y yo me he quedado sola con él. Tengo pánico atrapado en mi
lengua y no sé qué decir. Hacemos una pausa larga y silenciosa que al final
termina rompiendo por causa de su ansiedad.
¿Todo bien? — Pregunta.
No, nada bien. Estoy rota por ti.
Muy bien. — Digo fingiendo. Siempre fingir.
Em… ¿Ibas a decirme algo? — Busca mis palabras y abro mi boca para
controlarme pero no puedo.
No, solo pasaba a…
Suspira. Otra vez este juego. Estoy cansada, muy cansada de luchar
contra mí misma por mis sentimientos.
Mentira — Me corrijo al borde del suicidio— Todo es una mentira — Las
ganas de llorar vuelven a mí como chorros de lluvia. Christopher me mira sin
emitir emoción, entonces me hace una pregunta:
¿Quieres entrar y hablar con el corazón? ¿O prefieres seguir en tu cueva
de hielo y alargar una mentira?
Justo. Preciso. Sincero… directamente en la herida.
Me tenso cuando me mira de esa forma y trago saliva para tomar la
decisión que posiblemente ponga mi vida de cabeza.
Yo…
No habrá más oportunidades. Estoy agotado, sumamente agotado.
Piénsalo por favor. — Ruega con sus ojos y creo que no imagina lo que iba a
decir, por ende sigo:
Cerremos bien la puerta entonces. — Sonrío ligeramente y descansa su
pecho cuando escucha mis palabras. Con un tono particular abre la puerta y
luego la cierra tras mi paso.
Su habitación está fría. El aire acondicionado está al máximo y solo me
abrazo a mí misma para protegerme. Enseguida él lo nota y apaga el aparato
sin miedo. Nos miramos y siento que voy a vomitar por los nervios, así que me
siento en su cama y él se arrodilla ante mí para estar a mi altura.
Silencio.
Christopher… yo.. — Me enredo en mis propias palabras— No sé
cómo… El mafioso chino, ¿Estoy en peligro? — Termino diciendo por
equivocación. Él me mira, levanta una ceja y suspira.
Siempre que esté contigo estarás a salvo. — Murmura decepcionado.
Gracias… — Pego mis labios— Por todo lo que haces.
No me des las gracias, no tengo elección. — Su tono es serio.
Silencio.
¿Por qué estuviste enojado? ¿Es por cómo traté a la zorrita esa?

Niega con su cabeza.


Porque… ¿peleamos?
Vuelve a negarlo, abre los ojos y me mira:
Es por cómo me tratas… y porque estoy cansado. — Confiesa
suspirando— Sabes que te quiero como un idiota, y estás aprovechándote. Eso
está mal, Dulce.
¿Aprovechándome?
—Claro que no. Soy así, dijiste que me querías por como era.
Todo es un susurro entre nosotros. Tengo nudos en el estómago
formándose constantemente y no puedo controlarlo. Con solo escuchar su voz
me vuelvo loca.
—Estoy cansado de todo… Te soñé por 5 años, y solo esperaba que
llegue este momento para volver a acariciar tu rostro sin miedos, sin ataduras,
con los ojos de mi chica de vuelta. Y ahora me tratas como un trapo sucio.
Haces lo que quieres conmigo, Dul… eso no me gusta. Soy un tipo orgulloso,
al igual que tú, y dejé de ser yo para ponerte por encima de mi.
—Pero te aprovechaste. Me diste celos con todas las que se te ponían
encima, incluida la zorra de Rita. Me ignoraste… —Digo reteniendo mis
lágrimas.
—Jamás hice eso en mi vida. Jamás te ignoré. Jamás vi a otra mujer por
encima de Ti. Por eso estabas tan segura de mi… Pensaste que sería un perro
fiel toda la vida, independientemente de lo que hagas o no. —Ríe sin humor—
Y eso me ha lastimado.
Su cara lo dice todo: está ofendido.
Trago saliva y me concentro en su rostro ansioso. Sus labios carnosos
me incitan a besarlo, pero vuelvo a tragarme el impulso. Lo miro fijamente y sé
que duele. Le duele, me duele. Nos duele… y quizá si, sin querer nos
lastimamos. Mi carácter es espantoso, a veces hasta yo misma no me aguanto,
pero por él… ¿Podría hacerlo?
—Dulce… —Abre su boca.
—Chris… yo… bueno… —Nos interrumpimos.
—Dulce…. —Se arma de valor— Solo quiero escuchar una cosa en este
mundo…
Me hielo. Muerdo mi labio y cierro mis ojos. Aún no hemos conversado lo
suficiente, y tampoco he aclarado mis dudas, pero hay una cosa que es cierta…
si espero a estar lista tardaría toda una vida.
Mi alma tiembla, mi corazón se suspende en el vacío, mi boca palpita su
nombre. Y sigue así… mirándome, perdido en la profundidad de mis ojos,
suspirando, rezando en silencio por lo que es obvio entre nosotros…
Miedo. Tengo miedo. El pánico se clava en mi respiración, entonces lo
veo levantarse sin decir más. Inhalo aire y cuando menos lo piensa…
—Te quiero. —Suelto la bomba. Mi corazón se dispara cuando voltea y
me mira perplejo. Sus ojos, su voz, el misterio de su amor me envuelven y
mecen de una forma exquisita.
Se acerca a mi de inmediato y me abraza fuertemente, entonces me
desplomo. Siento que voy a desmayarme. El aire es dificultoso y solo sollozo
en sus brazos.
—Por favor, no te vayas. —Digo con voz lenta— No vuelvas a dejarme
nunca más.
—Jamás, Bonita… jamas. —Huele mi pelo y me da un suave beso en la
oreja.
Nos balanceamos un rato. No sé a donde vamos pero no importa. Yo sigo
tomándolo con mis brazos desde el cuello y él sigue apretando mi cintura
fuertemente. Hundo mi cabeza en su pecho y no quiero mirarlo… porque sé
que va a descubrir mi fragilidad, porque sé que verá todo lo que siento por él a
través de mis ojos, porque tengo miedo… pero me es inevitable cuando
sumerge su barbilla en mi cabeza, obligándome a ir hacia atrás.

Te perdono, Chris… — Suelto con lágrimas — Y lo hago con miedo,


porque… — Me quiebro, respiro dos segundos y continúo — Porque aún
siento que no te conozco, pero… ¿Sabes una cosa? Duele más tenerte lejos.
—Dulce… — Sus ojos también se vuelven cristales — Santo cielo, no
me digas eso. Me siento un bastardo. Yo solo quería…
Sh. — Subo mi dedo hasta sus labios — Basta de palabras, quiero
acciones. Intentaré olvidar el pasado, pues sé que lo hiciste por mi seguridad
pero también te reclamo que no me lo hayas preguntado. No puedes tomar
decisiones sin mí. Mil veces hubiera elegido vivir en cautiverio pero contigo a
que te fueras dejándome sola y herida. Pero hoy estoy aquí venciendome a mí
misma.
No voy a decepcionarte, lo juro. — Pega su nariz a la mía — Te amo…
Cierro los ojos y tras de mí salen las lágrimas que he reprimido durante
varias horas. Jadeo al sentir contusiones en mi pecho y vuelvo a abrazarlo para
sentir que todo ha valido la pena. Dejé mi orgullo y me abrí con él de manera
sincera. No me importa si vuelve a darme celos, tampoco importa si nos
peleamos… porque solo quiero sus brazos, su calor en mi rostro, sus besos en
mis labios.
Pasamos así varios minutos sin decir una sola palabra. Pronto dejo de
llorar e intento separarme pero no me deja. Sonrío de forma inmediata al sentir
que me impulsa de nuevo y levanto mi rostro con el labio inferior palpitando.
Enseguida una suave melodía me remota a la playa de noche, velas en la arena
y solo nuestros cuerpos danzando. Es estúpido pero divino. Me subo encima
de sus pies e impulso para intentar alcanzarlo, pero torpemente doy un salto y
grito.
Te tengo… — Dice astutamente y vuelvo a sus brazos — Y jamás
volveré a soltarte.
Me mira, lo miro, entonces me besa y sus labios saben a chocolate.
Jamás ansié tanto este momento. Fantasee con sus brazos apretando mi piel,
su boca mordiendo la mía, su olor impregnándose en mi vida. Sabe tan bien…
Muerde con manía mi labio inferior y lo succiona las veces que quiere haciendo
que en mí se alteren hasta mis intestinos. Aprieto con mis manos su cuello y
hacemos más profundo este beso. Su aliento embriaga mis sentidos y su
perfume acuna mis fosas nasales haciendo que me vuelva loca. Está recién
afeitado… y llevo mis manos hacia su mentón para sentirlo. Es suave, ameno,
cálido… me encantaba hacer eso en el pasado y cuando quiero parar se vuelve
loco.
Christopher… — Hablo en sus labios mientras respiro — Cámaras, hay
cámaras… — Digo desorientada.
Las desactivaron, tranquila. Hice siempre eso en la noche porque tuve la
esperanza de tenerte conmigo.
Eres un hombre inteligente — Suspiro.
Mucho. — Me vuelve a tomar entre sus brazos — ¿Qué dijiste? Con esto
cambio de tema y nada de besos. No señora Miller, han sido años sin tocarte…
— Río en sus labios y volvemos a besarnos. En sus labios me pierdo… y sueño,
porque él es mi sueño. Mi pecho tiembla cuando sube sus manos con suavidad
por mi espalda y llega hasta mi nuca para apretarla contra él.
Lo amo, lo deseo, pero quizá no es un buen momento. Aún me siento
extraña con todas estas emociones del pasado… Me he convertido en piedra y
estoy aprendiendo a salir de este hoyo.
Bebé… — Digo sin pensar y abro mi boca sorprendiéndome de mí
misma. Él sonríe como retardado y me carga suavemente hasta sentarme
encima de una mesa alta que tiene en su recámara.

Vuelve a decirmelo… — Ruega.


¿Qué cosa?
Bebé… — Dice con voz tonta.
Ruedo los ojos. La Dulce de antes se lo diría, pero aunque quiera ya no
soy la misma.
No. Punto. Bájame.
Um…. — Hunde su cuerpo entre mis piernas y me obliga a abrazarlo—
No puedo soltarte, ¿No lo entiendes? —Sonríe.
Pero yo debo regresar a mi habitación y dormir un rato. Me ha dolido la
cabeza por horas.
Tengo la solución para eso… — Sonríe y besa mi frente, mi cien, mi nariz,
mis mejillas y por fin termina en mis labios— Una noche de amor… — Habla
sin dejar de rozarme la boca.
¿Sexo? — Pregunto curiosa.
Ya no hay sexo entre nosotros, todo lo que hagamos será hacer el amor.
Um… nop, no quiero — Sonrío y sé que lo volveré loco. En el fondo estoy
castigándolo por haberme hecho pasar una larga agonía hoy.
¿Eh?
No creo que debamos — Subo mis manos por sus pectorales y cuello
hasta llegar a sus cachetes— Vamos despacio. Esto es totalmente
desorientador para mí… y quiero que sepas que intentaré dar lo mejor, pero no
quiero presiones. Me he acostumbrado a vivir sola, Chris. A… ver televisión
sola, correr sola, dormir sola… y no quiero golpes ¿Me entiendes?
Asiente
Haré lo posible por no presionarte entonces… — Hace una pausa y
sonríe— ¿Hoy duermes conmigo?
Ruedo mis ojos.
¿Qué hay con el “no presionarte”?
Dije que iba a intentarlo. Pero… fracasé — Sonríe enseñándome sus
dientes y río como estúpida abrazándolo. Me parece tan tonto y a la vez
horriblemente lindo lo que hace que no evitaré más esconderlo.
Bien, bien… dormiré contigo, pero… — Lo señalo— Sin presiones. Odio
el calor excesivo y no me gusta cuando me aprietan fuerte…
Bien. — Responde de inmediato— Lo que mi hermosa y sexy esposa
diga.
No te acostumbres a esa palabra tampoco — Sonrío— Se te puede salir.
Hoy le dijiste a tu secretaria, mañana… ¿A quién será?
Todos saben que eres mi esposa, Dulce. Bueno… menos Brando y su
equipo. No he dejado un día sin repetirlo y por Niovis no te preocupes, ella es
una tumba. Sabe guardar secretos, creelo.
Cómo la defiendes… — Me choca. Me choca. Lo juro.
No te pongas celosa, es solo una amiga, además tiene marido.
Levanto una ceja.
¿Enserio? Parece joven.
Eso no tiene nada que ver. Tú eras una niña cuando te amarraste a mí…
Bueno… sí — Digo pensando— ¿Conoces a su esposo? — Pregunto
curiosa y no me culpo. Han pasado tantas zorras por sus ojos que necesito
saber todo.

Es amigo mio. Niovis de Lapolla siempre…


Abro mis ojos con violencia.
¿De la qué?
Lapolla — Repite con tranquilidad— Así como tú eres Dulce de Miller…
Muerdo mi labio para no reír pero termino tirando una carcajada amplia.
Río como nunca antes he reído. No sé si es por él o por lo que acaba de decir
pero no me controlo.
¿Qué? — Pregunta.
Lapolla — Río alto— Lapolla… La… polla.
Él me mira y ríe conmigo. Somos un par de locos enfermos sexuales.
Nuestra complicidad va más allá de los límites… Él fue mi primer amante,
marido, amigo, hermano, hasta madre cuando necesitaba consolarme.
Por favor, no se lo digas. — Dice entre risas.
No imagino a su marido… ¿Un afroamericano de dos metros?
Christopher entorna sus ojos.
Bueno, Mark de hecho es así —Sigue riendo.
Somos dos malnacidos burlándose de cualquier cosa.
Niovis De… La polla — Repito sin aire
Joder, bonita… eres tan perversa. Jamás lo noté, te lo juro. Hay mucho
sexo en tu cabeza, ¿Quién habrá sido el que te metió en la suciedad de ese
mundo?
Mi marido… — Levanto la cara con orgullo— Me enseñó todo y mucho
más. — Acaricio sus labios— Me gustaba tanto hacerlo contigo. Hemos sido
un par de pubertos calientes follando a escondidas de sus padres.
¿Recuerdas cuando dormías con Kiara? Nos metimos en tu baño y
cuando tocó la puerta terminamos volando…
Ella afuera gritando “mamá, Dulce no quiere salir del baño” y tú y yo en
pleno orgasmo. — Río.
La mejor fue cuando fuimos al cine y te sentaste encima de mí. Bajé mi
pantalón y tú estabas con falda.
Idiota, casi nos descubren…
Nuestras risas retumban por toda la habitación y solo siento que muero
cuando van apagándose. Él sonrío, yo sonrío… es maravilloso tener una
historia juntos y poder sobrevivir para contarlo.
No me arrepiento — Acaricio su cabello— De habermela jugado y haber
aceptado. Mamá estaba furiosa cuando le dije que quería ser tu esposa y
terminaste siendo la favorito de mi padre. Gracias, Chris… por haberme sacado
de ese mundo de mierda. Juro por mi vida que vengaremos a Macarena.
Un espasmo inunda mi cuerpo sin saber bien cómo llegamos a este tema
complicado. Él se pone serio, pero luego sonrie.
No hablemos de cosas feas, hoy es nuestro día… y mañana un punto
nuevo en esta historia.
Tienes razón… — Lo miro— Júrame que no volverás a mentir, no lo
soportaría.
Una sombra pasa por sus ojos… y luego sonríe.

Te amo, cielo… y todo lo que hago es por ti, solo por ti. Prometo no volver
a hacerte llorar nunca y a no mentirte jamás….
Le sonrío.
No puedo olvidar lo de Lapolla… — Ríe como estúpido de nuevo y vuelvo
a burlarme de todo con él.
Con seguridad me carga entre sus brazos y cierro mis piernas en su
cintura mientras lo tomo del cuello. Gira y yo con él haciendo mi cabeza hacia
atrás, dejando los miedos de lado. Somos esos niños que intentaron ser
grandes queriéndose… me siento en el pasado, como en la playa, él dándome
vueltas hasta marearme. Solíamos hacerlo siempre y yo siento que mi corazón
explota de amor cuando lo veo.
Lo quiero malditamente. Lo necesito con agonía.
Caemos en la cama y él pone sus codos para no lastimarme. Enseguida
exploro su rostro con mis manos y con la yema de mis dedos acaricio sus ojos…
A él le gusta, lo cierra y vienen a mí risitas en medio de nuestra cama de plaza
y media. Él ya no es el muchachito caliente de antes, ahora es el hombre sexy
que me ha desbordado por completo.
Te he extrañado mucho… — Confieso sin miedo.
Yo a ti, mi vida… — Sonríe y vuelve a besarme ansioso. Ahora cae
encima mio y estamos haciendolo en el lugar más peligroso del mundo: una
cama.
Entre risas controlo sus manos sueltas en mi cintura y las pongo en su
sitio. Esto es una agonia pero debo hacerlo. Inspiro intentando contenerme
pero parece que el destino quiere que exploremos estas sábanas con nuestros
cuerpos. La intensidad viene de forma agresiva y pronto siento que mis
pezones me traicionan erizándose con solo un tocamiento en mi pierna.
Debo parar. O muero.
—Basta. —Me giro y él me sube en su encima.
—Vamos, bonita… tómame. —Me seduce con sus palabras. Es el
demonio.
—No, basta. —Digo un poco enojada, entonces hace que mis nalgas
salten en su encima.—Christopher…
Me levanto seria y sonríe rindiéndose.
—Está bien. Me retiro del juego… por hoy —Sonrie levantando las
manos— Me rindo ante mi reina. La dueña de mi vida y mi corazón.
Lo miro en shock
—Ajjj…
Ríe, me toma del brazo y me jala hacia él
—Te encanta. No lo niegues —Susurra en mi oído. — Es tarde. Tenemos
que dormir antes que quiera hacerte el amor de nuevo.
Le doy toda la razón y camino hacia el baño muy segura. Al cerrar la
puerta exhalo profundamente y doy un pequeñísimo grito de emoción.
Que tonta… —Dice mi razón.
Es amor —Digo yo.
Y pronto me cambio me doy un baño sencillo para luego usar su bata.
Salgo de inmediato buscando algo para dormir y lo veo por fin en pijama… pero
sin polo. Intento concentrar mis ojos en su ropa y, cuando menos lo pienso,
encuentro más de mi lencería en su armario.

¿Es enserio?
Él ríe al ver que lo he descubierto y lo ignoro mientras encuentro un polo
largo que parece cómodo. Entro en el baño de nuevo y me lo pongo. Con mis
ojos exploro sus cosas.. y veo que tiene más cepillos dentales en cajas, por lo
que tomo uno y lavo mis dientes de inmediato.
Pasan algunos minutos y la luz se apagada se hace presente. Miro su
rostro iluminado por la luna que da a nuestra ventana y sin pensarlo corro con
destello hasta la cama. Levanto la sábana y me acurruco en sus brazos cálidos.
—Tramposo. —Digo— duermes sin polo.
—Siempre lo he hecho, Dulce. —No me suelta.
—Bien. Buenas noches. —Digo pero no puedo separarme de su pecho.
—Siéntelo… —Lo miro—… Como late mi corazón cuando estás aquí, a
mi lado. —Su voz es un canto. Lleva mi mano hacia su piel y efectivamente
puedo sentir sus latidos.
Son rápidos cuando estoy con él y me maravillo.
—Hoy no tendremos pesadillas, solo sueños. —Solo Sonrio.
—El sueño que quiero ya está a mi lado, mi amor. Porque tú eres mi
sueño….
Lo dice y siento que quiero llorar porque he pensado absolutamente lo
mismo, pero no quiero decirlo.
Sin quejarme sigo su balanceo y pongo mi rostro en su pecho
descubierto, escuchando la suave música de su corazón… que es también el
mío.
La luz de la ventana hace que odiosamente abra mis ojos. Renegando
intento salir de la cama pero me siento presionada por unos brazos fuertes que
acunan mi cuerpo.
No, no ha sido solo un sueño.
Miro el reloj y marca las 7:00 am. Me acostumbré tanto a la hora que
aunque haya dormido tarde estoy programada para despertarme a esta hora,
pero hoy haré una maravillosa excepción.
Con suavidad me despego de su toque y de puntillas voy hacia su
ventana para cerrar la cortina gruesa de golpe y quedarnos de nuevo sin luz.
Torpemente me tropiezo, pero no es nada. Gateo en la cama y de un tirón me
jala de nuevo.
—Buenos días, bonita… —Su voz es ronca y excitante. Control, Dulce.
Control.
—Hola, Romeo. —Digo.
—Osaste en alejarte de mis brazos…
—Es que odio la luz blanca de la mañana —Me quejo justificándome—
pero ya estoy aquí. Se supone que debía ir a una reunión con los empleados,
pero me llega altamente a la punta de mi zapato.
—Te daré un castigo… —Ríe y besa mis labios— Quiero una cita contigo.
No digo más porque asumo que es una broma. Me vuelvo a acurrucar en
sus brazos y milagrosamente no tengo calor sino frío.
—No tuve calor…
—He ahí el secreto. —Murmura— Prender el aire acondicionado a full
para que mi chica me abrace por horas. Así solo te abrigas de mi calorcito.
Río.
—Idiota…
—Hermosa…
—Estúpido…
—Mi bonita… —Contesta y nos besamos de nuevo. Besaría sus labios
hasta secarme los míos toda la vida pero el sueño me gana. Estar con él es
una medicina… medicina para mi alma.
Me pierdo en sus brazos mientras acaricia con sus dedos mi cabello.
Suspiro intentando contener mi emoción y solo sonrio quedándome dormida de
nuevo.
Esa sensación… quedarte en tu cama sin presión, abrigadita en sus
brazos con frío… y con el amor de tu vida enrollándote en sus labios.
No sé exactamente cuánto tiempo pasó, solo sé que me despierta con
besos en mi frente. Abro un ojo perezosa y luego bostezo al verlo cambiado.
—Chris…
—Cielo, cámbiate por favor. Debemos estar abajo en unos minutos. —
Suena serio.
—¿Qué hora es?
—11 AM.
Abro mis ojos de golpe
¿Qué? Pero si pensé que habían pasado Unos minutos
—Cámbiate , amor. —Por más que esté serio es cariñoso.
—¿Qué Pasó? —Me alarmo.
—Tenemos una reunión con unos amigos abajo. Por favor, no preguntes.
Solo cámbiate.
Mi garganta se afloja y me visto de manera inmediata para ir a mi
recámara y alistarme. Sería peligroso si me ven con la misma ropa, por lo que
debo ser discreta.
Entre la rapidez y la angustia bajó sin su quiera mirar la comida. En el
salón privado del jardín puedo ver a dos hombres que conozco, Niovis y un tipo
alto más junto a Christopher destinando. Mi mente no piensa, solo me siento
junto a él y tomo su mano por debajo de la mesa.
—Buenos días.
Digo y todos me responden. Sus caras serias me asustan y pronto
empiezan a hablar de cosas que no entiendo:
El plan
Las estrategias
Dinero
Cuando sus conversaciones se tornan sangrientas aprieto la mano de mi
marido, él voltea y me sonríe mirando de reojo a todos lados. Deseo tanto
besarlo… pero debo aguantar. Y se que él también quiere hacerlo.
—Por lo pronto deberíamos despistar al chino. —Dice uno de ellos.
—Si nuestras sospechas son ciertas debemos proteger a Dulce. —Abro
mis ojos.
—De qué. —Contengo el aliento.
—Cielo… esos tipos están en constante asecho. Debemos cuidarte.
Tiene ganas de tocarme y se controla.
—Chris, debemos ver el otro asunto. —Ella lo mira en complicidad y mi
garganta resuena.

—Si, correcto.
No quiero preguntar. Tengo un nudo en el estómago que no me deja
respirar. Enseguida hablan de planes para ir fuera. Rusia, Londres, Las Vegas.
¿De qué carajos habla? Me mareo.
—Señora Miller… —Dice Juan, uno de los hombres de Chris. Lo sé
porque tiene una placa que dice su nombre. Y está con… uniforme de Hilton
Company. Mierda, es un espía— ¿Qué sabe de una entrega de drogas a
Estados Unidos?
Mi boca se abre.
—Nada. Lo único que sé es que tiene tratos con gente muy mala. Hay
dinero de por medio. Ha matado hombres. Y… —Me quedo en silencio— Si…
hay una entrega en estos días.
—¿Dónde? —Espeta Chris.
—Brando habló de China. Quizá es una mentira su bronca con él tal… —
Llevo mis manos a mi boca— Entonces… quiere matarme.
—No lo creo, Señora. —Agrega Nio— Está perdidamente obsesionado
con usted. —Sonrie— Lo que debe haber pasado es que esto se le haya salido
de las manos. Investigaré jefito.
Sonríe de una manera incisiva y Chris se ríe mientras me mira mirarla con
furia. Toma mi pierna por Debajo de mi falda y palmea en mi piel con una
sonrisa, como si me dijera que me calme.
Los minutos pasan y pronto acompañamos a la chica metiche hasta su
taxi. Juan ha vuelto a sus labores, y el otro hombre desapareció antes que me
de cuenta. Necesito hablar con Chris, preguntar qué está sucediendo antes de
colapsar. Confío plenamente en él pero necesito estar enterada de alguna u
otra forma para saber a qué atenerme.
—Los veo muy juntitos… —Dice ella— Cuidado qué hay cámaras.
Suspiro.
—Eso debe importarle. —Le guiño el ojo.
—Soy la secretaria y amiga personal de Christopher.
—Amiga personal… —Repito levantando una ceja.
—Si. —Sonrie para fastidiarme. Quiero creer en Chris y pienso que es
una de esas amigas chinchosas que se meten en todo.
—¿Su marido? ¿No vendrá a verla? —Digo aguantando la risa.
—No. —Contesta sería— Le dijiste. —Dice hacia Chris— Pensé que
querías que la molestáramos un rato, traidor.
Chris sonríe
Nos reconciliamos. — Dice con el impulso de abrazarme pero se contiene
mientras observa de reojo a todos lados de nuevo.
Oh… — Su mirada es sorpresiva— Bueno, felicidades. Me consta que
mi jefito está babeando por usted — Ríe.
Qué bueno que lo tengas presente — Sonrío y marco mi territorio. La
chica acomoda sus lentes y ríe sutilmente.
Qué sorpresa… — Dice Christopher al ver a un tipo alto y moreno
acercarse.
Uh… — Mi boca se abre, es mi momento de gloria— ¿Señor.. Lapolla?
— Pregunto a punto se explotar de risa, Christopher aprieta mi mano con
fuerza.

No puedo, voy a reir.


¿Qué haces aquí? — Lo trata de manera áspera.
Christopher, hay algo que debo decirte. Buenas… — Toma mi mano.
Si, claro Mark.
Usted es el famoso Mark Lapolla, conocí a su esposa recién… Ella tan…
encantadora — Digo irónica.
Oh, sí, bueno. — Sonríe. Parece un hombre tratable.
A continuación Chris va hacia un lado con él dejándonos a solas.
Bonito apellido. — Digo conteniéndome de nuevo. Soy la gran perra
cuando quiero joder y esta se ha metido conmigo.
Gracias. Mi apellido real es otro pero Mark quiere que use el de casada.
Um… yo de usted lo pensaría dos veces… Señora de LaPolla — La miro,
sostengo mi cordura y luego exploto en risa.
No lo soporto. No me soporto. Río como nunca antes lo he hecho con
esta tontería. Al parecer la chica es un poco inocente, tan inocente que no se
dio cuenta.
Niovis… de Lapolla…. — Repito una vez más conteniendo mi aliento—
Un gusto haberla conocido.
Sonrío.
Me duele el estómago de todo lo que me he reído hoy, pero me encanta.
Hacía tanto tiempo no reía de esa forma… y mi sonrisa es el reflejo. Camino
por el hotel saludando a mis empleados y veo sorpresa en sus rostros. Sí, estoy
de buenas… pero extraño a mi marido. Chris se fue con la familia de Lapolla a
arreglar un asunto y solo deseo con ansias que regrese para poder comérmelo
a besos.
Lo deseo.
Imagino sus brazos torneados acariciando mi piel y trago saliva mientras
finjo que todo está bien. Aún no comprendo ni cómo me he aguantado tanto
anoche. Muerdo mi labio y pienso él en todo el día. Hoy no puede hacerme
enojar nadie, ni si quiera la misma Gabriela con su terquedad.
Señorita Evans, ¿Cómo está? Soy Maite Acosta, vine a ver con usted el
tema de decoración de interiores.
Hola — La saludo con un abrazo— Ven por aquí, te estaba esperando.
No me reconozco, pero solo digo mis impulsos. Maite parece agradable
y conversamos sobre los tonos y colores de las cortinas, muebles y mesas para
la remodelación del área damas. Es un proyecto que tiene el hotel íntimamente
para mujeres. Ella es parte de Ensueña, así que es mejor ver su trabajo en
México.
No sé cuántos mensajes de texto he enviado y eliminado a la vez.
Christopher se ha pasado horas fuera y siento que estoy irritada. ¿Y si la tipa
esa lo coquetea? No, Dulce… calma. Es solo tuyo —Me digo a mí misma— y
sigo con mis labores cotidianas mientras veo a todos actuar como máquinas.
Miss you —Digo en inglés.
Pasan segundos y contesta:
Te extraño más, hermosa. Son las 7pm, no puedo creer que haya pasado
todo el día fuera sin ti. ¿Por qué no cenamos? Te veo en 20 minutos en el
Rossetta. Estás cerca, dí que sí 

Sonrío.
Bien, ahí estaré.
Dejo el celular y corro hacia mi habitación para alistarme. Me baño,
perfumo y pongo crema de vainilla con fresas por todo mi cuerpo. Abro mi
armario y veo un sinfín de ropa atrevida ahí, pero sé que con él no funcionan
tanto estas cosas… sino más el secreto.
Un vestido semi abierto.
Es azul, tiene una abertura en el pecho y es apretado. No muestro mi
trasero como siempre, pero sí dejo a la imaginación por la forma de mis curvas.
Un collar de oro va enrollado en mi cuello y estoy más que lista para ir en busca
de mi chiquito.
Pediré un taxi… — Sueno tensa y sin querer me fijo en la fecha.
¡Joder!
Llevo mi mano a la cabeza. Faltan algunos días para su cumpleaños.
¿Qué debería obsequiarle? No compré nada. Y tampoco lo haría si
estuvieramos peleados, pero ahora es diferente. Tenemos una promesa de
nuevo, un sueño en rumbo, las siete estrellas en el cielo guiándonos. Estoy tan
emocionada… como jamás he estado. Ya no recordaba lo que era sentirse de
esa manera, compartir tus horas con el hombre que amas y disfrutar una vida
juntos.
Una vida juntos.
El taxi va pasando por las calles de manera rápida. Tuve que pedir uno
de agencia para evitar que vuelvan a querer secuestrarme, aunque aún el
miedo navega por mis venas. Cuando llegamos veo un maravilloso pórtico de
madera. Este lugar es precioso, fino y elegante. Sonrío mientras entro y lo
encuentro con una media sonrisa a lo lejos. Me dispongo a ir hacia la mesa,
pero él me lleva hacia un callejón para otro lado.
Un lugar privado.
Sonrío como tonta mientras veo que estamos solos y, cuando el personal
se va, me arrincona hacia la pared para plantarme un beso. Um… huele tan
bien. Suelto una risita y muevo mis labios con rudeza para soportar sus
provocaciones intensas. Reímos mientras nos fastidiamos con nuestras
lenguas. Es muy divertido, siempre lo fue. No puedo ni imaginar todos los
recuerdos que tenemos en la playa, en nuestra vida y en la cama. Acaricio su
rostro y pego mi nariz junto a la suya.
Tengo hambre. — Mascullo.
Y empezamos a conversar mientras traen la comida. Como imaginé es
exquisita pero no puedo pesar en más cosa que sus brazos tomándome. Él me
cuenta de sus proyectos y lo escucho con atención, me pregunta sobre Brando
y contesto puntualmente. No me gusta hablar de él ahora porque siento que
mancha lo bonito que tenemos.
¿Y ahora? — Digo terminando.
Ahora… iremos por ahí.
¿Por ahí? — Me tenso con sorpresa.
Correremos un rato.
¿Correr? Estoy en tacones.
Entonces me enseña una bolsa de zapatos. Río, ¿Enserio cree que me
pondré zapatillas o tenis con un vestido? No.
Y termino haciéndolo.
Me siento tan mal vestida que me aterro de pensar que alguien pueda
verme. Salimos por la puerta trasera y me sumerjo en un auto que conozco. Él
maneja, yo solo suspiro por la ventana. Es increíble que esas estrellas siempre
estén en el cielo… ¿Será por algo? No importa, solo lo disfruto.
Pasan algunos minutos y llegamos a un mirador donde puede observarse
toda la ciudad y sus luces. Jadeo sonriendo y él me abraza por detrás mientras
pega su cabeza en mi hombro.
¿Te gusta?
Me encanta. — Aprieto mi estómago— Lo bueno es que no hay nadie,
ya que estoy mal vestida.
Por favor, cielo… tú eres bella hasta con una bata de loca. — Sonríe—
Eres muy bonita.
Solo quiero ser tu bonita, amor…
Y yo tu Romeo. — Enreda sus brazos en mi cintura y pienso en que podría
mirarlo toda la vida sin cansarme.
Qué asco.
Estoy jodida.
Mi vida siempre fue un golpe de extremos. Mamá solia decirme que debía
tener cuidado, y es la única forma en la que he sobrevivido. Darlo todo o nada.
Una sombra pasa por mi rostro, él me acaricia y pregunta preocupado:
¿Qué sucede?
Nada — Contesto.
Dulce…
Solo… — Respiro dándome valor— Siento que todo esto ha venido de
golpe. Tengo… miedo.
No debes tener miedo, ¿Por qué? Nos amamos.
Christopher, hay mucha mierda detrás de nosotros.
La superaremos juntos. Hundiremos a Brando y nos iremos a vivir a
Londres, ¿Qué te parece?
Londres… — Sonrío— ¿Cuándo será eso?
Pronto, cielo. Pronto.
Me abraza y siento que podría morir mil años en sus brazos y quedarme
así apretadita a él sin vida. Porque él es mi vida. Pasan segundos en silencio y
cierro mis ojos para disfrutar de este momento. Oh, cielos… como lo he
extrañado. Esta reconciliación me está pasando la factura con emociones que
no puedo controlar. Tengo reacciones que ni yo misma entiendo, solo sigo mis
impulsos.
—Hoy no dormirnos en el hotel… —Susurra en mi oído y saca su lengua
para rozar mi piel— Hoy vamos a mi departamento.
—¿Si? —Contesto con la voz ronca.
—Si… Es más, no dormiremos. —Ríe en mi oído.
—Si me convences puedo darte un premio —Muerdo mi labio.
—¿Cuál? —Suspira y pronto se acerca con sus dientes para morder el
labio que estoy presionando.
Me derrito.
—Quizá… una noche loca. —Hablo como puedo y volvemos a besarnos.
Me siento mal. No puedo con mis ganas de tenerlo dentro de mi. Han
pasado días sin eso.
Disfruto del beso como nunca pero raramente se separa de mi de golpe.
Jadeo. Su cuerpo se tensa y lo veo estar alerta.
—Christopher… —Digo.
No responde
—¡Chri…!
Me jala con fuerza hacia el auto y apenas cierro la puerta ya estamos
corriendo hacia la carretera. Maldice una y mil veces, golpea el volante y me
siento aterrada. Todo cambió de repente… estoy temblando.
¿Qué sucede, Christopher? — Pregunto cansada.
Nos están siguiendo. Nos encontraron. Nos vamos de México ahora.
30. Cuidado con tus palabras
Chris

“Quisiera darte todo lo que nunca hubieras querido, y ni así sabrías la


maravilla que es poder quererte” FK

Cuando la veo temblar siento que muero. Han pasado horas desde que
salimos de la ciudad y aún no tengo certeza si el extorsionador se ha ido. Lo
importante es que la tengo a mi lado. Ella siempre será mi fuerza para salir
adelante y mantenerme firme ante mis ideales.
—A donde vamos, ¿Vas a decírmelo? —Su tono es áspero, quizá lo usa
como mecanismo de defensa para protegerse, o quizá está mecanizada. Han
sido 5 años… y, a pesar de haber estado con ella desde lejos, siento que no la
conozco del todo.
Ella puede ser la más sublime poesía, pero a la vez el mismo infierno
hecho persona.
Hace un par de horas estábamos besándonos y ahora solo me ignora
hablándome de esa manera. No me gusta. No de ella. Pero debo entenderla,
lo estoy intentando… la he dejado sola mucho tiempo y se me parte el corazón
hacerlo.
—Te estoy hablando, Christopher —Su ansiedad crece cuando doy
vuelta al auto sin decir nada, entonces grita aterrada.
—Estás a salvo, calma. —Espeto y sigo manejando como un rayo.
Ninguno de los dos habla. Ella solo mira por la ventana la noche y sigue
moviendo sus piernas. Necesito hablarle… necesito que confíe en mi si no no
podremos avanzar con el plan que tengo para destruir a Hilton.
—Dulce… —Susurro y no me hace caso. En un abrir y cerrar de ojos
empieza la lluvia, por lo que es más difícil manejar en carretera— Mierda… —
Solo digo y unos kilómetros más allá entro por un desvío para adentrarme en
un lugar que conozco a la perfección. Es limpio, seguro y pasa fácilmente
desapercibido.
—¿Qué haces? —Pregunta a la defensiva. Estaciono el auto entre unos
árboles y la tomo en mis brazos intentando hacerla caminar rápido.
Al entrar en el Motel pido una habitación para pasar la noche, o al menos
hasta que acabe la lluvia. El cuarto es amplio, tiene una cama matrimonial y
unas velas que alumbran el espacio. No hay luz, solo se alimenta de lámparas
con velas por todos lados, por lo que lo hace más desapercibido.
—Podría criticar cada uno de los errores en el manejo de este hotel, pero
supongo que no tenemos alternativa.
—No es un hotel, es un motel. Y si, no la tenemos.
La ropa me ajusta y decido abrirme la camisa para luego tirar mi arma en
la mesa de noche. El sonido de la naturaleza está presente y solo la veo
husmear por la ventana de lejos. Sonrio. Es fan hermosa así… reflejada por la
luz de la luna y las velas que suelo admirarla en silencio. Si le digo posiblemente
me tire un golpe en el rostro porque sé que está enojada.
—¿Y si la cama tiene bichos? —Dice
—Los matamos —Sonrio— Se que todo esto es confuso, pero… confía
en mi. —Susurro apresurándome a su oreja.
—Quiero saber la verdad. Qué está pasando con esos tipos, por qué nos
siguen…
—Saben lo nuestro y están amenazándome. Solo nos protegemos hasta
mañana, día en el cual les dejaré claro que ellos pierden más.
—¿Por qué?
—Porque si le dicen a Brando, yo destruyo todo lo que han formado. No
tienen pruebas, Bonita. Solo quieren manipularte.
—Entonces…
Parpadeo
—Solo has lo que te diga.
—¿Por qué no te ayudan lo del gobierno?
—No debes ser fiel a nadie más que a ti mismo. —Con sutiliza le explico
lo sucedido, tensa sus labios mirándome como si no supiera quien soy,
entonces me acerco a ella y sostengo su rostro con mis manos. — Confia en
mi.
Me acerco a su boca y doy un casto beso sobre la comisura de sus labios.
Poco a poco voy sintiendo como se relaja, baja los hombros y se entrega a mí
por completo. Somos dos plumas envueltas en el aire. Mis manos ahora están
en su cintura sosteniéndola fuerte y mi rostro enterrado en el suyo comiéndola
como puedo.
Es uno de mis momentos favoritos: besarla.
Con sumo cuidado la giro y voy guiándola hacia la cama. Ella no imagina
todo lo que quiero hacerle… Lo que he querido hacerle desde que me confesó
que también me quiere. Ese fue el mejor día de mi vida después de haberla
dejado. Ella me dio una oportunidad y no voy a defraudarla.
—Chris…. —Se despega de mis labios— Para. —Con los labios
hinchados levanta su mirada hacia mi y puedo ver que me desea tanto como
yo a ella. —Pueden venir… pueden…
—No vendrán, los perdí. —Digo mientras desato el sutil moño que lleva
en el cabello—Por eso di el giro —Le Sonrio y pongo su pelo detrás de sus
orejas.
—Yo…
—Se que es muy arriesgado, pero… ¿Cuándo no nos hemos arriesgado?
No soporto más sin ti. Eres mi vida, Dulce… —Pongo mis labios en su rostro—
Mi mundo… —Beso su nariz— Mis sueños… —Acuno sus cachetes con mis
labios y la beso.— Quiero hacerte el amor.
Incendio sus ojos cuando menciono esa palabra. Ella levanta una ceja
retándome, le devuelvo la sonrisa y la abrazo fuertemente para luego besar su
oreja.
Con suavidad doy pequeños toques con mis labios en su mandíbula, para
luego bajar hacia su cuello. Ella jadea suave y se suelta su cabeza hacia atrás
permitiéndome el acceso total a su piel. La beso… la beso delicadamente,
entonces me incorporo e invado su boca sosteniéndola con mis manos.
Sabe a deseo.
Inundo su boca con tranquilidad, como si estuviera esculpiéndola con mi
aliento, y cuando por fin me lo permite meto mi lengua para danzar con la suya.
La temperatura sube y siento sus músculos reprimidos hacia mi de nuevo. Oh
Dios… esto es la gloria.
Con mis dedos tomo la tira de su vestido y la desato haciendo que el
pedazo de tela que lleva encima se resbale por su cuerpo. Su piel es cálida,
suave, perfecta para mi… y poco a poco voy subiendo mis manos hacia el
broche de su sujetador.
—Eres un maldito provocador —Susurra sonriendo— Quiero tocarte. —
Dice empujándome.
Muerde su labio y puedo sentir cómo desabrocha los botones en mi
camisa en un segundo. Con manos hábiles me la quita para luego incendiarme
con su toque. Extiende sus pequeñas manos en mis pectorales y con una
sonrisa malvada besa mi cuello.
Mierda… No podré controlarme.
Sus labios son mi medicina. Los baja con cuidado dando pequeños
toques y luego los sube haciendo que los capture en mi boca. Con sus uñas
acaricia mi espalda y luego toca toda mi zona superior.
—Um… —Se separa de mi boca— Me gustan estos… —Toca mis
brazos— Y estos… —Llega a mis pectorales— Me pregunto si… hay algo
interesante que ver por aquí… —Ríe traviesa esculcando hacia abajo. Desata
mi cinturón, abre mi cierre y empuja mi pantalón hasta que cae en mis pies.
Ahora ambos estamos solo en ropa interior y no puedo esperar para verla
desnuda.
—Te amo. —Le Digo con todo el corazón. La miro embobado y ella vuelve
a besarme pero ahora de manera apresurada. Por un momento me dejo llevar,
pero luego le advierto:

—Suave… hacer el amor —Le digo sonriendo, ella es un caso perdido


pero me encanta.
Con sumo cuidado bajo las casi invisibles tiras de su brassiere haciendo
que sus senos salten de inmediato. Sonrio embobado, pero no voy a tocarla.
No hasta que esté completamente desnuda para mi, así que termino de desatar
todo lo que amarra a su cuerpo y con mis manos jalo su braga observándola
por fin desnuda.
Una diosa…
—¿Quieres babero? —Dice riendo y me parece la imagen más hermosa
del mundo. Sus mejillas están rojas, su piel caliente. Tiene el pelo alborotado y
suelto. Es simplemente ella… Mi bonita, la misma chica que me robó el aliento
cuando la vi por primera vez.
—Si, por favor… —Digo con voz ronca.
Cuando la tomo de la cintura y la acuesto en la cama me siento un
arrastrado por ella. Beso su cuello mientras estimulo su piel con mis manos
para luego posar mi rostro entre sus senos. Ahí los aprieto contra mi y luego
meto uno de sus pezones a mi boca. Succionarlos es un gran honor y con mi
lengua creo un círculo haciendo que se vuelvan más largos. Ella gime y yo
juego con el otro de la misma manera. Los toco, aprieto, palpeo hacia mi. Son
grandes, rosados, suaves… y amo su rostro cuando los tengo en mi poder.
—Amo todo de ti—Susurro y cuando estoy listo bajo con caricias hacia su
zona inferior. Ella cierra las piernas, parpadea en un reflejo y yo vuelvo a
abrirlas con mis manos para luego agarrar uno de sus pies y llevármelos a la
boca.
Sonrio, muerdo sus dedos y con toques pequeños llevo mis labios por sus
rodillas hasta llegar a su entrepierna. Ahí meto mi lengua y subo delicadamente
por el hilo conductor hacia su centro.
Ella está más que lista para mi… pero no perderé la oportunidad de
probarla, así que me apresuro hacia su zona V y aprieto mi lengua contra su
clitoris. Ella se contrae, cierra los ojos y aprieta sus manos. Yo sigo torturándola
haciendo círculos con mi lengua, tirando mi aliento en su carne, comiendo todo
de ella.
—Ah…. —Escucho su voz aguda y me excito aún más, quiero darle más,
así que muevo mi lengua de manera rápida. Arriba, abajo, al centro y veo como
sus músculos se tensan. Sonrio, hundo mi cara más en ella y colapsa. Se
arquea hacia atrás jadeando, gritando mi nombre y a la vez entierra sus dedos
en mi cabello. Me muevo a su ritmo, quiero que disfrute, que tenga grabado
quien es su marido. Podría hacer esto toda la vida pero también necesito
domarla, me encanta hacerlo. Así que termino introduciendo mis dedos y
jalándola al ritmo de mi lengua. Ella chilla, su respiración es entrecortada y a
penas logro entenderla.
Con agilidad me retiro de su centro, saco mis bóxers y subo de inmediato
hacia sus labios. Con mis piernas abro las suyas de nuevo y le hablo:
—Mírame, bonita. —Susurro. Ella tiene una cara de dolor contenido,
porque sé que quiere más… y le daré más.
Abre sus ojos y me entierro en ella lentamente hasta que todo en mi se
haya copado. Sus ojos son hermosos cuando lo hago. Me mira con deseo,
placer pero también amor… sus pupilas brillan como espejo y yo solo le doy un
beso en los labios.
—Ter… mina lo que empezaste —Dice casi sin voz y levantó su cadera
con mis manos para poner una almohada debajo de sus nalgas. Dios, quiero
moverme… pero a la vez verla un poco más.
Y la miro contra mi propio deseo.
Luce hermosa con los senos erectos, labios hinchados, ojos dilatados y
yo dentro de ella. Es precioso ver como cabemos a la perfección y estamos
hechos el uno para el otro.
Ahogo un grito y empiezo a moverme lentamente… Puedo ver como mi
miembro se resbala entrando y saliendo de su centro. Me gusta ver cuando
cierra los ojos como si quisiera reprimirse, entonces voy al ataque volviendo a
poner mis labios contra los suyos.

—Mírame —Ordeno. Abre los ojos y toma sus manos tensas para
ponerlas en mi rostro. Voy aumentando el ritmo y ella mordiéndose el labio
inferior que luego libero con mis dientes.
Adentro, afuera, adentro, afuera. Me sigo moviendo y sigo succionando
su labio carnoso. Ella abre la boca y deja salir sus emociones que luego se ven
opacadas por mi boca y lengua.
—Mmm…. —Suelta un gemido en mi. Sigo besándola, sigo
apoderándome de su cuerpo, de su alma.
Ella es mía. Eterna, poderosa, mi hermosa esposa. La mujer que amo.
El silencio ayuda a sentir mi corazón hecho tambores, su corazón hecho
pesadilla. Es ese sonido de nuevo… el sonido del sexo. Mis caderas chocando
contra su cuerpo, la velocidad que aumenta, nuestras respiraciones hecha
mierda.
Empujo más profundo porque sé que le gusta, pero a la vez la cuido
mirándola. Quiero ver como reaccione, si es suficiente o quiere más fuerte. La
última vez la dañé sin querer queriendo, estaba furioso por Brando y en el fondo
lo hice para que supiera quien era su marido.
No me sentí bien, aunque lo tomé a broma. Hoy será distinto. Haré lo que
ella quiera. Haré que ella lo disfrute más que yo.
Abre los ojos y me mira… es una completa Diosa. Me jala del cuello contra
sus labios de nuevo y abre la boca para capturar la mía como si fuera una
serpiente. Me gusta su veneno.
Con rapidez enrolla sus piernas en mi cintura incitándome a ser más rudo.
La miro con dulzura y me despego de sus labios.
—Hacer el amor… —Le digo de nuevo educándola, oliéndola, amándola.
Se aturde y ahora hundo mi cabeza en el hueco de su hombro, cerca a su oreja
y ahí le susurro mil cosas que hacen que la piel se le ponga de gallina.
Eres mi vida. —Digo suave acariciando su oído con mi lengua,
moviéndome un poco más rápido, haciendo que ella vaya al cielo.
Pero pronto empezamos a construir algo y le doy más duro. Beso sus
labios una vez más y la penetro hasta el fondo. Oh cielos… podría morir así
agradecido. Entonces lo decido y de un tirón le doy vuelta para ponerla encima
de mí. Ella me mira aún perdida.
—Hazlo, preciosa… Manda. —Sonrio y me mira con fuego. Apoya sus
piernas en la cama y se mueve con fuerza hacia adelante y atrás.
La vista es increíble. Verla moverse de esa manera con sus senos
saltando el aire para mi no tiene precio. Sigue mordiéndose el labio para
contenerse y yo la ayudo agarrando con mis manos sus caderas. Lo aprovecha
y poco a poco va más rápido. Adelante, atrás, adelante. Sus movimientos son
certeros y precisos, como ella quiere… como a ella le gusta. Y pronto siento la
tensión en mi cuerpo.
No joder, no. No quiero que acabe tan pronto, pero esto es tan placentero
que siento morir cuando aumenta aún más sus movimientos.
—Mierda, Dulce….
Digo su nombre y siento que muero. Salta con sus nalgas encima de mi
y la cama se mueve de toda la fuerza que estamos poniéndole. Me siento
perdido cuando ella misma se hunde y vuelve a salir con furia, hasta que siento
que no aguanto más. Me contraigo y veo acercarse nuestra liberación. Mierda,
mierda, mierda… no lo soporto, no puedo, voy a explotar
¡Ah! Perfección….
Ella cae encima de mi desplomada, cansada y a la vez libre. Su rostro
choca mi cuello y yo solo la abrazo con fuerza como puedo.
El latido de nuestros corazones es muy rápido, pero pronto va
normalizándose en el más completo silencio. Mi garganta se seca y cuando
puedo la acaricio suavemente en la espalda. Su Columna vertebral es perfecta,
su espalda limpia y suave. Ella es la mujer que quiero en mi vida siempre.

—Fue increíble… —Susurra sin levantar la vista.


—Lo fue. —Respondo besándole la cabeza.
—Estoy tan relajada… —Su voz es ronca— pero debemos irnos ¿No?
—No. —Contesto de inmediato— Si ven algo raro nos van a avisar.
—¿Quién nos va a avisar? —Pregunta curiosa y luego se sale de mi.
Oh…
—Mi gente, mis hombres. —Digo sonriéndole y tapándola con las
sabanas.
—Um… no sabía que tenías hombres —Ríe molestándome— Ahora
juegas a los dos bandos.
—Sabes bien que no me refería a eso. —Suspiro quitándole un mechón
del pelo. Ni si quiera me interesa discutirle el punto— Mejor.. ven aquí, quiero
abrazarte toda la noche.
—¿Y si no quiero? —Levanta sus cejas.
—Um… entonces te castigo. No querrás saber como.
Lame sus labios y se acerca a mi boca para darme un piquito, entonces
aprovecho para sostenerla un poco más.
—Christopher, quiero que me cuentes toda la verdad. —Dice y me mira
fijamente— Te conozco.
La tensión evade mi cuerpo. Por un momento me quedo frío, pero luego
me doy cuenta que habla de otra cosa. Mierda. Trago saliva, Sonrio y le doy mi
mejor cara.
—¿De qué hablas? —Pregunto.
—Algo te preocupa. ¿Cierto?
Suspiro.
—Solo tu seguridad. —Agrego.
—Yo se que ha sido muy pronto, pero… necesito saber qué planes tienes.
Soy tu esposa, ¿no?
—Claro que si, bonita. Pero por favor no hablemos de eso.
—Yo necesito saber que pasará. No puedo seguir en el aire, tenemos que
hablar de todo esto.
—Pasará que vendrás conmigo. Nos iremos juntos cuando haya… —La
miro y me encuentro con sus ojos punzantes. Estoy ansioso, nervioso, no
puedo decírselo— … haya capturado a Brando.
—¿Se lo entregarás a la policia? —Suspira y me quedo en silencio. —
Christopher… —Toma con sus manos mi rostro y me obliga a mirarla— ¿Se lo
entregarás a la policía?
Trago saliva.
Es tarde, mejor dormamos. — La evado pero sé que no funcionará en
ella. Es más terca que una mula.
¿Dormir? Tienes que explicarme. —Se sienta sosteniendo la sábana—
No quiero que me ocultes nada.
Dulce…
¡Estamos empezando esto bien! — Dice casi gritándome— No soportaría
otra mentira.
Mi mente colapsa.
Dulce… conformate con lo que necesites saber.
¡No! ¡No me conformo! Somos una pareja, ¿No? En las buenas y en las
malas, o como se diga, así que debes decirmelo. No soporto ser la idiota que
termina enterándose de todo al final.
Hago nuevamente silencio
Te lo pongo claro, Christopher… O me lo dices o esto no va a funcionar.

Dulce… — Jadeo asustado, con el corazón hecho un hilo— Solo quiero


tu bien, nada más ¿Por qué no me crees? — Intento tocarla pero no me deja.
Porque lo que para ti está bien para mí es dolor… — Toca la herida y me
siento un bastardo.
Silencio.
No confío en el jefe — Digo apresurado— No les voy a entregar a Brando.
¿Qué? — Abre los ojos como fiera— ¿Estás loco? Si no lo harás
entonces qué… — Se calla, parpadea y me mira como si fuera un maldito
degenerado.— No vas a… a… asesinarlo ¿Cierto? — Suspira— Yo no quiero
un marido asesino, tú no eres un asesino. Por más que ese hijo de perra sea
lo que sea… no quiero que te manches las manos. ¿Sabes cuánta mafia hay
detrás de él? Te matarían, Christopher. No importaría en dónde te escondas…
te matarían.
Dulce… Se… lo entregaría al FBI, no quiero hacerlo en México. Hay
mucha corrupción aquí.
Relaja su pecho y vuelve a mirarme:
Entonces… ¿Por qué sigues perteneciendo al gobierno Mexicano?
Ellos me dan poder, Dulce. Me protegen. Puedo abrir puertas secretas si
estoy de su lado. Ellos harían lo que sea por tener el cuello de ese idiota y yo
no desperdiciaré la oportunidad de capturarlo. Jamás confiaría en personas que
no tienen honor, ellos no quisieron protegerte cuando teníamos un pacto.
Se queda en shock.
Bonita… todo lo que hago es por ti. Solo por ti. — Susurro despacio y la
tomo de sus hombros— Confía en mí.
Cuándo nos metimos en todo esto… — Dice afectada— Brando es… una
maldita rata, podría matarte — Un espasmo recorre su pecho y cuando toca mi
rostro con sus delicadas manos, siento que soy un idiota. La miro, sus ojos
traen miedo.
No me hará nada — Le digo con firmeza besando sus labios— Sabes
que debo hacer esto por honor. No dejaré que siga lastimado personas. No
dejaré que esté tranquilo después de haber matado a mamá.
¿Por qué la mató? — Pregunta con el corazón en la mano y yo me hielo.
Dulce… por lo que más quieras — Cierro mis ojos— No sigas con esto.
Me duele aún recordar aquellas fotografías… Por favor. — Le imploro porque
estoy a punto de morir si sigue indagando.
Pero tenemos que averiguarlo — Toma mis manos— Yo sé que te duele,
a mí también me duele, pero debemos saber cuál fue la razón. Macarena era
una mujer muy buena, jamás tendría enemigos… ¿Por qué lo hizo? ¿Será una
venganza? Lo voy a averiguar, te lo juro.
Dulce, no. No quiero que te expongas. Por favor, deja que yo lo solucione.
Confía en mí.
Confío en tu capacidad espiatoria, Christopher pero hay cosas que tú no
puedes hacer y yo sí. Confía también en mí — Me besa suavemente en los
labios— Tu mujercita será quien también te salve un día, ya lo verás.
Dulce… — Murmullo con un nudo en la garganta— Por favo…
Sh… — Pone un dedo en mis labios— No se diga más. Solo voy a
advertirte algo, patancito. No soy la mujer que se va a quedar en casa
esperando que los milagros sucedan.

Ruedo los ojos y mi corazón palpita con solo verla. Ella es valiente, fuerte,
única… ¿Cómo no quererla? Debería sentirme un bastardo ahora mismo, pero
no lo hago. Hay cosas en la vida que deben quedarse bajo 7 llaves. Solo puedo
asegurar que ella estará bien, así sea lo último que haga en esta vida la
protegeré.
Ha sido una terrible pesadilla luchar contra sus preguntas, pero por fin he
logrado hacer que se duerma. Los abrazos cálidos que le dí, algunos besos en
el cuello y mis piernas entre las suyas siempre han funcionado en nosotros. La
conozco, la conozco demasiado y a la vez no lo hago. Me preocupa su interés
obsesivo en el caso Hilton. He querido alejarla de todo sin éxito, así que debo
buscar alguna forma para que deje de pensar en ello.
Dime Juan — Digo mirando hacia la ventana alejado de la cama— Sí,
¿Qué quiere? No voy a reunirme con ese hijo de puta — Murmuro lo más bajo
que puedo— ¿Quiere que le meta un balazo en la cabeza? ¡Mis pelotas! —
Exclamo susurrando— Decide tú, estoy con mi mujer ahora. Bien, ¿Estás
seguro? Bueno, entonces regresamos pero quiero que alistes el departamento
de Nueva York. No sé, intentaré que sea pronto. Bien, adiós. — Cuelgo.
Dejo el móvil sobre una mesita de centro y camino de lado a lado por toda
la habitación. Son las 5 am y no he podido dormir después de sus preguntas.
Me la estoy jugando, lo sé… pero no quiero perderla. No soportaría perderla de
nuevo. Mi corazón tiembla cada vez que lo pienso y mi razón solo debe ir a su
beneficio.
¿Por qué demonios tengo que pensar en los demás? Solo debo pensar
en ella y en mí.
Necesito terminar con mi trabajo para luego ser libre. Quiero hacerlo.
Deseo formar una familia con mi bonita, quizá adoptar un bebé… quizá tener
un perro… quizá intentarlo de nuevo. Me da pánico decirselo, y lo mejor será
esperar hasta que las cosas se hayan calmado un rato. Tengo mucho en
juego… muchisimo. Necesito desaparecerlo antes de que abra la puta boca.
El día va apareciendo. En el completo silencio y oscuridad por fin nace un
rayo de luz en el cielo. Hay tranquilidad, solo se escuchan los cánticos suaves
de los pájaros, y pronto un suspiro se hace notar entre mis pensamientos.
Es ella.
Volteo para mirarla y camino suavemente hacia la cama. Me siento
despacio y puedo observarla dormir… Es tan tierna cuando está ajena al
mundo. Luce tranquila y no está a la defensiva. Me gusta observarla así…
suave, sublime, pequeña. La acaricio con las yemas de mis dedos y no se da
cuenta. Quisiera besarla… pero podría despertarla.
Juro que te protegeré así muera… — Digo con mil nudos en el pecho.
Cierro mis ojos y vuelvo a abrirlos pensando en que debo terminar de
contarle todo, pero… ¿Si me rechaza? El miedo a que se vaya me paraliza, no
podría soportar vivir otro día sin ella. He sido un imbécil por haberme contenido
tanto tiempo y estoy enfermo… enfermo de rabia, de dolor, de sed de
venganza.
Muchas veces me pregunté si era ideal para ella. Largos meses hincando
mi corazón y martirizándome porque pensaba que no la merecía a mi lado. Me
sentí un maldito mal nacido intentando escapar de un mundo de sombras. La
dejé por eso… por el dolor de no poder soñar con un bebé, por seguridad, por
el gobierno… pero también por temor a su rechazo. Ella era un ser de luz casi
perfecta. Bella, ingenua, traviesa… No soportaba las mentiras ni medias tintas,
¿Y si yo le decía qué habria pensado? Quizá se hubiera asustado.
No quiero perderte… — Mascullo muy bajo y la beso suavemente en el
cabello.
Me levanto angustiado pero la luz del día que cae en su rostro vuelve a
iluminar mi noche. Sonrío, carraspeo mi garganta y luego tomo una fotografía
con mi celular. Necesito tenerla en mis días… en mis tardes… en mis noches.
Protejo la foto como me lo han enseñado y me aseguro de no dejar rastro. Ella
es realmente hermosa así… cubierta de blanco, perdida en las estrellas,
soñando.

Me dedico a mirarla una y otra vez. Cuento sus pecas, hasta intento
hacerlo con sus pestañas, entonces decido no perder el tiempo y me ajusto en
su cuerpo. La abrazo y ella automáticamente me corresponde sin abrir los ojos.
Ambos olemos a sexo, tenemos los pelos alborotados y es la sensación más
hermosa de esta maldita tierra.
Pasa una hora, eso creo. Y pronto me encuentro con sus ojos
adormecidos mirándome. Ella sonríe y pasa su suave mano por mi rostro, yo la
beso.
¿Cuánto dormí? — Dice con la voz ronca.
Lo suficiente — Sonrío— ¿Tienes hambre?
Sí… de ti — Suelta una risita.
¿Nos desayunamos entonces? — Suspiro abrazándola.
Era una broma, patancito. Chu chu — Dice zafándose— Voy a cambiarme
para luego irnos.
Vamos a regresar a México.
Lo suponía… — Dice sin interés— La verdad es que no me iría como
una cobarde sin resolver el asunto Hilton.
Dejemos eso, amor. Hoy no… — Le ruego.
Bien, pero no te vas a librar de mí. — Me sonríe y empieza a cambiarse
delante de mis ojos. La miro sonriendo… es preciosa. Tengo muchas ganas de
todo con ella, pero sé que ahora no es una buena opción. — ¿Disfrutando de
la vista? — Pregunta sonriendo.
Sí. — Sonrío.
Se mira y no se toca por hoy — Termina de subir su vestido, es tan segura
de sí misma y su cuerpo que empiezo a admirarla.
Por hoy… — Insisto y me levanto de la cama para ponerme los
pantalones.
En dos días es tu cumpleaños, ¿Qué quieres de regalo?
Um… — Lo pienso— Nada, cielo. — Río— Solo pasar todo el día contigo
lejos de todo y todos.
Bien — Suspira— ¿Nada más? ¿Seguro?
¿Por qué tan buena onda conmigo? No te preocupaste por mis
cumpleaños antes.
Antes me caías gordo. Te odié por 5 años, pero ahora… empiezas a
caerme mejor — Me sonríe— Así que aprovechame.
Río.
Solo quiero un día contigo y un pastel, nada más.
Sonríe.
Bien.
Cuando por fin estamos listos pago y nos dirigimos hacia el auto. Ella
sigue en tacones por lo que decido cargarla en mis brazos, así no demoramos.
Bájame ya, estás tocándome toda la pompa.
¿Y? La he tocado mil veces… Cállese, señora.
Señorita, aún soy joven y hermosa.
Es una mujer casada — Contesto.
Pero no enjaulada. Deberíamos hacer cosas de jóvenes, ¿Me llevarás a
una disco?
Puedo hacerlo, aunque no sea conveniente ahora.
Quiero ponerme ropa apretada y vestirme como zorra. He sido muy
señorita hasta ahora y aún soy muy joven. A veces extraño la sensación de
perderme entre la gente, embriagarme hasta morir y toquetear toda la noche a
cualquiera
Mi boca se seca, entonces ríe.
Perdón, a mi marido. — Dice corrigiéndose.
Nada de ropa apretada, solo yo puedo verte así.
Pero la ropa apretada me gusta y no estoy en una jaula ¿O si? — Me
reta, maldita sea.
Otros te verán como carnada — La dejo en el suelo.
A mí no me interesan los otros, patancito. Me interesa solo uno… —
Cuelga sus brazos en mi cuello— Y me vestiría así porque me gusta no para
provocar a nadie. ¿Vas a cortarme las alas?
Ruedo mis ojos
Bien, pero no enseñes mucho. — Murmuro y la beso suavemente. Sus
labios son energía para mi día. Ella juega conmigo con su lengua, la miro
ansioso y vuelve a hacerlo. Aprieto su cintura hacia mí con ganas de tomarla
de nuevo. Su olor me envenena… su cabello me acaricia… sus manos son mi
vida.
Sin querer abro mis ojos y me quedo perplejo. No sé cuánto tiempo ha
pasado, pero me detengo invadiéndome de una furia que no puedo evitar sentir.
Ella se queja, yo ni si quiera la miro. Cuando voltea se queda pasmada al igual
que yo… tampoco puede creerlo.
Así que era verdad… Me da gusto verlos. — Retumba su voz como
cuchillos violentos. Ninguno de los dos hace nada, hay tres hombres tras él que
lo protegen, y yo empiezo a sacar mi arma sin que se de cuenta.
Es todo o nada.
31. Cuidado
Dulce

“Te amo sin pensar… y es que pensar me haría odiarte” F.K

Mi boca se seca cuando veo a 8 hombres de negro resguardar a un tipo


alto y de origen asiático. Es él, puedo notarlo. Se me cierra el pecho cuando
los veo con armas ¿Vienen a secuestrarnos? ¿O a vengarse?
Les devuelvo la mirada levantando el mentón y manteniendo mis ojos
puestos al frente. La tensión aumenta cuando Christopher me jala del brazo y
me aprieta contra sus músculos ¿Habrá una pelea? Mis latidos se desploman
cuando siento que saca su arma para amenazarlos.
—Yo no haría eso, Sr. Miller. —Bufa Yin, el chino. Puedo reconocer sus
ojos por las fotografías que Brando siempre tenía en su agenda de enemigos.
Se dedicó a pisotearlo por años.
—Qué quieres. —Espeta Chris en un tono serio. Aprieto su brazo, este
no es un hombre cualquiera pero parece no hacerme caso.
—Ver con mis propios ojos como te follas a la puta de Hilton. —Suelta
una carcajada, entonces Chris se altera.
—Dulce no es su puta, ella es mi mujer. —Contesta con rabia— Qué
quieres. —Insiste conteniéndose mucho. Me sorprende la manera en cómo se
domina aún. Él nunca ha sido un hombre tolerante, sino impulsivo.
—Tu mujer… —El chino finge sorpresa.
—Deja las ironías de lado, se que lo sabes. —Sigue mirándolo con furia.
—Tú ganas. Claro que lo sé. —Ríe— Desearia tanto poder torturar a
Brando con esto. Estoy seguro que se retorcería viendo cómo la mujer que
desea ha pasado la noche con su asesor de proyectos.
Chris tensa su mandíbula
—Sin rodeos. Que quieres —Repite.
—Que te unas a mi equipo y me entregues la cabeza de Hilton. Es
sencillo, hijo. Eres un tipo inteligente. A cambio de eso no le haré nada a tu…
mujer.
Christopher ríe sin humor.
—¿Por qué crees que lo haría? —Pregunta muy seguro. Mis nervios
empiezan a colapsar de nuevo.
—Porque te tengo en mis manos. —Contesta serio.— Puede llegarle
fotos y videos a Brando, las mismas que no te conviene que vea, además de
una extensa información sobre la verdadera cara de Christopher Miller.
Exhalo lentamente sintiendo que un peso invade mi pecho. ¡Lo sabe! ¡Él
lo sabe! Y si él lo sabe…
—Entiendo. —Parpadeo al ver que Chris sigue altivo— Tú… ¿Me estás
amenazando a mi? —Bufa sin ningún tipo de presión. Yin aprieta los labios y
con una seña hace que dos de sus hombres decidan apuntar a Christopher con
sus armas. Él deja de reír, pero sigue sonriendo. Jadea, levanta una ceja y de
un movimiento acaba con ellos.
Mi mente se queda en blanco, solo hizo un giro y los dos hombres yacen
en el suelo tiritando de dolor. Me llevo las manos a la boca y genero una especie
de grito en mi garganta. Él ya no sonríe, ahora lo reta. No sé cómo lo hizo, y
tampoco tengo idea de qué hizo con las balas, pero fueron dos disparos limpios.
No quiero pensar… ¡Dios! ¡Está loco! Muerdo mi labio llena de terror, él sigue
manteniéndome a su lado sin decir nada más.
—Así traigas a mil hombres… no podrán conmigo. —Dice altivo— La
respuesta es no.
—Estás provocándome…
—Lo mismo digo. —Lo apunta con el dedo— Si vuelves a meterte
conmigo o intentas hacerle algo a mi mujer, tú y toda tu porqueria de empresas
ficticias saldrán a la luz. Con un clic yo podría destruirte y lo sabes. Trabajo
para el gobierno, sé todos tus movimientos y tengo pruebas que podrían
aparecer muy pronto si yo quiero. ¿Te hace familiar el secuestro de Norka
Dumta? ¿O… quizá las ong fantasmas que tienes para lavar dinero? Hace
exactamente 24 horas te llegó un correo con todo el detalle de tus cochinos
movimientos, esa solo es una advertencia. No me provoques.
Lo hunde con la mirada y el chino se queda mirándolo perplejo. Trago
saliva aún en shock sintiendo que el cuerpo no deja de temblarme, entonces él
me lleva con pasos firmes hacia el auto. No respiro sintiendo que en cualquier
momento esos hombres van a dispararnos, pero la seguridad de Christopher
me hace tener más calma.
¿Qué demonios sucede? Mi mente se marea cuando veo a 6 hombres de
negro parados, 2 hombres heridos y un chino ansioso mirando nuestro auto.
Christopher maneja rápidamente y luego hace unas llamadas. Habla con el
maldito móvil mientras nos movemos mientras que yo solo puedo dedicarme a
voltear para ver si nos siguen.
Destrúyelo — Escucho decir a una misteriosa persona— O tú elige, me
tiene harto ese idiota.
Es tan frío ahora… Habla como si no tuviera sangre en sus venas. Estoy
sorprendida, muy sorprendida por su forma de actuar ante el peligro. Él no le
teme a nada… y eso me causa sensaciones extrañas porque siento que no lo
conozco.
Mi hombre no era así en el pasado.
En silencio miro mis piernas cuando siento que todo se ha calmado y
estamos muy lejos de donde estábamos. ¿A dónde mierda vamos? Un cartel
de México me hace voltear a la realidad y suspirar sintiendo aún tensión. Todo
esto es un enredo que necesito comprender. El enemigo más grande de Brando
está en las manos de Christopher, y a la vez él lo está amenazando. ¿Qué
carajos planea? ¿Qué mierda sabe de ese hombre? ¿Y por qué no lo mete a
la cárcel de una vez? ¿Por qué ha tenido que esperar este momento para
decirle todo esto?
Todo estará bien. — Dice de manera suave y seria a la vez. Su mirada
está fija en el volante y yo no puedo dejar de pensar en lo sucedido— Hay una
explicación para todo esto. — Agrega.
Decido no decir nada porque no podría soportar emociones fuertes ahora.
Estoy cansada y a la vez embriagada por todas estos sentimientos. No lo
conozco y temo haberle abierto mi corazón a un hombre que no es el mismo.
Me gusta mucho fisicamente ahora, quizá más que antes. Amo ver cómo es un
chico malo, cómo el poder arrasa con su vida, pero a la vez me preocupa el
final de esta historia. Sus ojos no son los mismos… ahora carga una especie
de sombra en su mirada, la misma que sigue angustiandome.
Juan. — Espeta contra el teléfono. Su mirada ahora se enciende y con
una maldición en sus labios da un giro sorpresivo al auto— Mierda, está bien.
Cuelga.
Aumenta la velocidad de manera brusca y solo puedo agarrarme del
asiento en dos segundos. Mi vida pasa por esa cosa de cuatro ruedas y grito
viendo que un auto de carga pasa rozando por nuestro lado.
¡Christopher! — Chillo tensa e histérica, pero él no hace caso. Mantiene
su mandíbula dura mientras observo sus ojos furiosos a través del espejo de
adelante. — ¡Basta! — Le grito. Su mente está en otro lado y vamos a
matarnos…— ¡Me estás asustando! ¡Basta! — Espeto fuerte y frena haciendo
que mi cuerpo se balancee hacia adelante.
Silencio. Solo hace silencio.
Golpea con un puño el volante y se lleva las manos hacia la cabeza. ¿Qué
demonios le sucede? Me atraganto de pánico, pero en un segundo pasa y me
armo de valor.
¿Qué te sucede? — Exhalo con fuerza— ¡Casi nos matamos!
Brando ha regresado. — Murmura entre dientes y puedo entender su
rabia.
Trago saliva y empiezo a sentir tensión en las manos. ¿Ha regresado?
¿Tan rápido? Suspiro caliente sintiendo que voy a marearme, usualmente
tengo ese tipo de reacciones cuando algo me preocupa demasiado.
No sé si voy a poder hacerlo. No sé si podré contenerme.
Verle la cara solo va a ocasionar asco en mi rostro, pero debo ser fuerte
como lo he sido hasta ahora.
No quiero que vayas. — Impone— No permitiré que respire el mismo aire
que tú.
Ya hemos hablado de esto. — Contesto seria— No deberías interferir en
mis decisiones.
¡No vas a ir y punto! — Responde agresivo, entonces me hielo. Lo miro
fijamente y veo sus ojos desesperados buscando una especie de aprobación
de mi parte.
Ya hemos hablado de esto. — Vuelvo a repetir con una falsa
tranquilidad— No pienso quedarme con los brazos cruzados, además…
¡Lo he decidido! ¡Cierra la boca! — Vuelve a hablarme de manera brusca.
Vete a la mierda, Miller… — Abro la puerta del auto y salgo de inmediato
porque necesito respirar.
¡Dulce! ¡Ven acá! ¡Dulce! — Grita como loco y sale del auto para
perseguirme. Estamos haciendo el ridículo, la gente nos mira extraño pero no
me interesa. Camino de frente sin mirar atrás y sin querer veo a unos hombres
molestándome. Rodeo los ojos, es lo último que necesito ahora pero
Christopher no ha pasado por alto lo sucedido.
—¡No! — Chillo al ver que les da un puñete en la cara.
¡No te metas con mi mujer, enfermo! — Sigue gritando furioso— Voy a
matarte, idiota.
¡Christopher! ¡Basta! — Mi corazón se acelera cuando no logro
separarlos. Christopher es una bestia hecha persona, un grandulón que pesa
demasiado como para poder detenerlo. Por más que lo tomo del brazo sigue
encima de un hombre delgado.— ¡Christopher!
En un segundo meto mi brazo en su pecho y se detiene. Su rostro luce
perdido, como si no supiera qué ha pasado hasta entonces. El hombre se
levanta con la cara ensangrentada y no sé qué decirle, no soy buena para las
palabras bonitas.
Llamaré a la policia, esto no se va a quedar así. — Amenaza y se va
muerto de miedo.
Christopher… — Digo cansada, entonces entorna sus ojos en los mios.
No iba a dejar que te falte el respeto… — Contesta consternado mientras
parpadea acordándose de todo.
¿Estás loco? ¡Ya a denunciarte! — Respondo seria.
No podrá conmigo. — Pasa saliva— No te preocupes.
Sí me preocupo… ¿Qué demonios te pasa? ¡Casi lo matas! El tipo se fue
lleno de golpes en el rostro. No puedes reaccionar como animal.
Solo quería defenderte… — Dice en forma infantil. Ruedo los ojos,
hombres…
Acabas de demostrarme que eres un idiota. — Estoy tan enojada que no
me interesaría irme dejándolo solo, así que giro mi cuerpo pero me detiene.
Lo siento. — Murmura.
¿Por qué lo sientes? Por haberle pegado a ese hombre o por haberme
gritado.
Por las dos cosas — Suspira— No puedo contenerme.
¡Tienes qué contenerte! — Exclamo regañándolo— No voy a permitir otra
más, es una advertencia. No soy la Dulce sumisa de antes y no vas a venir a
prohibirme cosas a estas alturas. Estamos grandecitos para esto.
Dulce… — Toma mi cintura desesperado— Estoy muriéndome… — Se
quiebra— No puedo permitir que ese malnacido te toque. Y eres tan… rebelde
que no puedo controlarte.
No necesitas controlarme — Me zafo— Estamos intentando volver a una
relación normal, debes confiar en mí.
Confío en ti pero no en ese hijo de puta. — Sus ojos destellan fuego—
Lo odio tanto… podría apuñalarlo ahora mismo si quiero, pero debo protegerte.
El chino estará quieto por ahora, pero sé que buscará la forma de retenerme.
El gobierno lo quiere también y sé que su única arma clave eres tú, ¿Lo ves?
Tú estás metida en este círculo. No tienes escapatoria.

—Les daré lo que quieren, conseguiré los documentos que me pidieron y


haré lo que sea para tenerlos.
—¿Y si te matan? No confío en André ni en nadie. Por favor, cielo…
Tienes un vuelo abierto a Nueva York, necesito que estés allá lo más pronto
posible.
No huiré como una cobarde — Contesto con furia— ¿Por qué yo no
puedo hacer nada? Macarena también era una madre para mí.
Maldita sea, Dulce… — Dice entre dientes.
El gobierno es muy poderoso, inclusive más que Brando y sus amigos,
¿Crees que nos dejarían en paz? No entiendo por qué te haces más problemas
en tu cabeza. Conseguiremos la cabeza de Brando y luego se acabará todo.
Ahoga un grito y poco a poco voy viéndolo impasible.
Hay algo más… — Continúo asombrada— ¿Cierto? Hay algo que no me
has dicho.
No. Solo deseo protegerte, bonita… — Me abraza fuerte y no puedo
resistirlo. Exhalo profundo y cierro mis ojos perdiéndome en sus brazos. Su
desesperación ha sido tan agrietante que puedo sentir sus latidos acelerados.
Tal vez podría entenderte si confiaras más en mí. — Agrego.
Confío en ti… — Se separa poniendo un mechón de mi cabello tras mi
oreja— Pero no en toda la mierda que nos rodea. Por favor, no hagas nada
estúpido. No des un movimiento sin antes decírmelo, ¿Lo prometes?
No respondo, entonces vuelve a desesperarse y accedo.
Lo prometo. ¿Contento? Ahora sepárate de mí que empiezo a sentir que
me ahogas. — Digo con un sinsabor extraño. Llegamos al auto y maneja más
calmado.
¿A dónde me llevas? — Pregunto viendo que sale por otro camino.
A comprar ropa. Tienes un vestido formal encima, sospechará si no luces
distinta. — Toma una tarjeta y me la da— Úsala.
Contengo el aliento cuando lo veo. Mi lado más humano sale a flote y solo
pienso en chanel, Dior, entre otras de mis marcas favoritas. Nunca me he
preguntado si tiene mucho dinero o no, pero ahora lo pienso…
Gasta lo que quieras — Repite— Sé que te gusta. — Sonríe a medias—
Antes no pude darte una vida en excesos y ahora quiero hacerlo.
Soy independiente, por si lo has olvidado. — Digo haciéndome la
victima— Pero si insistes… — Sonrio— Nos vemos.
Camino firme y segura mientras voy por el mall más privado de México.
Como era de esperarse no me quita la vista, y en realidad eso no me molesta
ahora.
Un par de horas solo bastaron para terminar de arreglar esta gran farsa.
Ya con ropa más suelta y un par de zapatos a medida regreso al hotel en un
taxi. Cuando entro miro a las recepcionistas que solo se fijan en mi ropa. ¡Sí,
estúpidas! ¡Esto es algo que probablemente jamás podrán comprar en sus
vidas! Un toque de amargura no viene mal para ellas.
Señorita Dulce, el Sr. Hilton me pidió que cuando la viera le avisara que
necesita conversar con usted. Está en su oficina.
Gracias.
Siento náuseas de inmediato. Aprieto mi mandíbula y camino por el largo
pasillo que luego dará acceso a las oficinas. Mi mente se ha preparado para
este momento en el camino: Frialdad, frialdad, frialdad. Me detengo en la puerta
y pronto abro.
Cariño… — Me mira serio— ¿Dónde has estado?
Abro mis ojos y siento que no puedo sostenerme. Se acerca a mí de
inmediato y veo cómo sus labios se dirigen a mi rostro. No, no, no… giro mi
mentón, contengo energia y me besa en el cachete reaccionando de una forma
sorpresiva.

¿Qué te pasa? — Masculla.


Hola. — Solo digo. Sus ojos me producen ganas de matarlo. Solo pienso
en aquellas imágenes… Macarena, sangre, tortura y tengo ganas de dispararle.
Podría hacerlo, pero me hielo cuando sostiene mi brazo.
Maldito seas, mil veces maldito.
Mi corazón se estrella contra mi piel y siento que no voy a poder
contenerme por mucho tiempo más. ¡Mierda! Necesito encontrar una forma
para olvidar lo sucedido, necesito hallar esos documentos y hundirlo.
Estás seria, cariño… ¿Qué sucede?
Nada. — Contesto con frases cortas— ¿Cómo estuvo tu viaje? — Me
separo de su agarre e intento no mirarlo a los ojos. Mi cuerpo tiembla cuando
lo hago.
Un poco estresante, pero he solucionado muchas cosas. Debemos
planear la boda, ¿Por qué no traes el anillo?
Abro los ojos como platos sintiendo furia y nervios.
Es muy caro como para tenerlo encima.
Tienes razón. — Contesta— ¿Hay algo que quieras decirme?
Su voz rebota contra mi pecho, levanto la cara con valor y respondo:
No.
¿Segura? — Me examina con paciencia.
Sí.
¡Qué demonios te pasa! ¿Estás enojada porque me fui? ¿Es eso? — Se
engríe de forma asquerosa contra mi cuerpo. Toma mis brazos y me obliga a
rozar sus labios.
Sí, estoy enojada. No quiero besarte — Pongo mis manos en su pecho y
arqueo mi rostro hacia atrás— Me dejaste mucho tiempo sola, odio esto. —
Invento excusas.
Estás aquí para complacerme y no para enojarte. — De un tirón jala mi
cabello hacia él y empiezo a sentir sus labios sobre los mios forzando un beso.
Abro los ojos en pánico y veo como su asqueroso rostro gira para domarme.
Mi corazón traga ansiedad, ¿Cómo podré soportarlo por más tiempo?
Cierro mis dientes y siento que empuja hacia dentro con su lengua. Ni si quiera
saber besar bien… Jadeo perdida intentando recordar a Christopher. Él me
trata distinto. En su propia brusquedad es distinto. Brando en cambio es
violento. Me trata como si realmente fuera su puta, como si estuviera ahí para
cumplir sus deseos.
Qué he estado haciendo… ¿Cómo he podido llegar a mecanizarme con
este hombre? Soportando su ira, sus malos tratos, su forma violenta de tocar
mi rostro y mis labios. No soportaría un minuto más así… entonces lo empujo
de golpe.
¡Qué te pasa! — Se exalta y lo miro como si fuera un maldito violador de
labios. Mi constante pensamiento es su rostro torturando a Macarena, lo veo,
imagino y tengo ganas de escupirle en la cara pero logro contenerme.
—No me gusta tu trato. —Lo reto.
—Pues tienes que acostumbrarte porque estás aquí para hacer lo que
quiera. —Se pega a mi de nuevo— Tengo muchos problemas ahora como para
andar preocupándome por ti, no quiero volver a enfrentarme contigo por esto
¿Lo entiendes?
Bien. — Susurro fría.
Mañana tenemos una cena con amigos empresarios, vístete bien y luce
amable.
¿Mañana? Mi corazón se tensa, es el cumpleaños de Christopher.
No puedo. — Digo. Enseguida voltea asombrado.
¿Qué? — Pregunta como si no pudiera creerlo. Siempre le he seguido el
juego en este tipo de cosas, pero ahora no estoy dispuesta a complacerlo.

Tengo cosas que hacer y no tengo ganas. — Soy firme — Quedé en


reunirme con Liliana para ver el tema de París. Está en México solo hasta
mañana.
Reúnete con ella hoy. — Espeta serio— Quiero tenerte a mi lado
mañana, iba a presentarte como mi prometida.
Río fuerte.
Pero si todos me conocen como tu puta, ¿Por qué tanto interés?
Porque nos casaremos, ¿Eso te parece poco?
Él sigue discutiendo y yo sigo pasando cada obstáculo que me pone.
Estoy tensa, cansada, indignada por su forma de tratarme y referirse a mí.
Hasta ahora no puedo creer cómo lo permití todos estos años… Y la respuesta
siempre será Christopher.
Desde que se presentó en la reunión aquel día yo no he vuelto a ser la
misma, y francamente lo agradezco.
No iré, punto. Estoy en mis días, ¿Eso querías saber? Cuando pasa me
veo gorda, me lleno de granos y estoy de pésimo humor, además ya te dije que
me veré con Liliana mañana. Sabes que es la única “amiga” que tengo.
Eleva una ceja y me doy cuenta que sigue sin creerme, así que tenso mis
manos para empezar mi táctica final…
Dios.
Contengo la respiración y me quedo viendo a un punto fijo para que mis
ojos lagrimeen un poco. Enseguida doy un paso atrás y bajo mi mirada.
—Estoy tan harta de todo… —Digo con voz débil— El estrés del incendio,
mis contratiempos, la estúpida de Gabriela que se me pone al brinco, el idiota
de Christopher que me contradice en todo… —Jadeo— Necesito tiempo,
necesito espacio, necesito unas buenas vacaciones. Yo… ya no sé qué quiero
o no… —Llevo una mano a mi pecho— Casarnos ahora ya no es mi prioridad,
yo…
Dulce. — Masculla entre dientes— No vamos a cancelar el matrimonio.
Yo necesito una mujer. — Parpadea con cierta sombra de miedo en sus ojos
¡Lo sabía! Me necesita de alguna forma tóxica. Soy joven, hermosa, con
clase… y sobretodo domino su interior, sus debilidades, sus miedos. Sé más
de lo que le ha contado a alguna amante, es un punto a mi favor y voy a usarlo.
Me presionas demasiado… — Susurro tocándole el hombro con asco—
Dame mi espacio, no me impongas las cosas y trátame como tu prometida, no
como una puta más de tu lista.
Examina mis ojos y puedo ver que su actitud cambia conmigo ¡Bingo!
Está bien. — Asiente— Tómate el día mañana, iré solo a la convención.
Gracias cariño. — Me asqueo por dentro— Te cuento todo lo que
hablemos con Liliana.
Sí, necesito el proyecto de Paris listo. Además de ser una mujer
manipuladora… eres una buena marketera.
Si no manipulas no gobiernas el mundo — Le sonrío. Sé que sabe lo que
hago. Sabe que lo utilizo pero lo permite porque de alguna forma me quiere.
Claro que sí, preciosa. — Toca mi mentón y me levanta la cara— Es por
eso que te elegí como esposa. Eres fría, dura, cruel… y debes ser muy ardiente
en la cama. No tienes límites, serás mi compañera perfecta.
Ríe y finjo reír con él. Es mi momento.
Claro que sí, cariño… Nos haremos multimillonarios y tú me darás la
presidencia que anhelo.
Por supuesto. — Sonríe— Estamos a muy poco. Ensueña será nuestra
gran meta.
El proyecto avanza muy bien, el gobierno ha accedido a todos nuestros
pedidos.

Todo se puede con dinero, cariño. Gerardo ha sido muy inteligente.


¿Quién es Gerardo? — Pregunto ansiosa.
Un gran hombre que trabaja para el estado. — Ríe— Te enseñaré poco
a poco todo.
Mis manos se tensan.
Pero si seré tu esposa… deberías compartirme información — Acomodo
su camisa— Quiero saberlo todo.
Tiempo al tiempo, cariño. He cerrado buenos negocios. — Murmulla—
Yin estará enterrado en menos tiempo del que pensé. Pusimos drogas en sus
tiendas, hoteles, almacenes… en un par de días todo estallará. — Alza su
risa— El chino es un perfecto idiota.
Mi boca se seca.
¿Qué? Pero… ¿Cómo?
¿Recuerdas que te conté sobre las drogas en china? Pues… están listas.
Serán distruídas luego de que la bomba haya estallado. Ese será el último
respiro de Yin.
Eres… increíble. — Lo alabo— ¿Qué más hiciste? — Mi tensión es obvia
¡Mierda! Eleva sus cejas y me calmo— Digo… soy la aprendiz.
Abrí 10 burdeles nuevos en China. — Su voz es firme y yo me siento
extraña… Sabía que lo hacía, y antes no me interesaba, pero ahora después
de lo de Macarena me he empezado a sentir más vulnerable.
Oh…
Una voz familiar nos interrumpe y entra sin avisar, es Rita. La miro
sorprendida sintiendo aún ganas de ahorcarla, ella camina tímida hacia
nosotros y le brinda unos papeles a Brando.
¿Qué hace esta zorra con lentes aquí? — Mi furia es evidente.
No tenías derecho a despedirla. — Espeta— Déjanos solos Rita.
Tenso mi mandíbula cuando se va y exploto contra Brando. Discutimos
de nuevo y pronto descubro que esto va más allá que un simple capricho. Abro
los ojos de golpe y me voy evitando su mirada. ¡Lo odio! ¡Maldita sea, lo odio!
Mi alma se quema en el maldito infierno cuando la recuerdo mirando a
Christopher de esa manera.
Dios. Yo reclamándole sus celos enfermos y ahora siento lo mismo.
Camino inquieta por los pasillos del Hilton México hacia mi recámara.
Nada me quita de la cabeza que algo raro está pasando en este caso… ¿Pero
qué? Cierro la puerta con fuerza y caigo rendida en mi cama.
Rita, ahora es ella.
¿Por qué la protege tanto? ¿Por qué su insistencia en que se quede a mi
lado? Abro mis ojos, pestañeo, no puede ser una simple espia… ¡Mierda! —
Llevo mis manos a la boca y vienen a mí los recuerdos.
Lo sabe, ella lo sabe.
Con pánico intento llamar a Christopher de inmediato. Mis manos
tiemblan, mi voz no es firme, y solo deseo que esto sea una pesadilla. Siento
mi cara pálida, fría, cansada… No soporto haber tenido que besar a Brando,
que esa estúpida haya regresado y peor aún que sepa lo nuestro.
Contesta, maldita sea.
Pero no lo hace. Tiro el móvil y me levanto para no ahogarme.
No, no, no… —Cierro mis ojos— No puedo haber sido tan tonta. ¿Cómo
iba a sospechar de esa idiota? Mi corazón no lo soporta, siento que voy a
colapsar. Entonces veo un número privado llamando de vuelta, mi angustia se
va y contesto.
¿Hola?
Bonita… — Su voz es el remedio para todas mis enfermedades.
Chris… — Jadeo al teléfono sintiendo malditas ganas de abrazarlo—
Tengo muchas cosas que decirte.

¿Qué te hizo ese hijo de puta? — Pregunta enojándose— Sé que


estuviste en su oficina y saliste indignada.
¿Me estás espiando? — Digo alerta.
No, cielo… — Suaviza su voz— Solo estoy siguiendo tus pasos. No te
dejaría de ninguna manera.
Christopher… — Entono con voz tensa— No quiero pelear, hay algo que
debes saber. Rita, esa zorra sabe todo.
¿Qué?
Lo sé, sabe todo. Brando la volvió a contratar, está obsesionado con que
ella trabaje conmigo. Christopher… ¿Y si sabe todo? Hace un tiempo, cuando
apareciste en mi vida de nuevo, la mandé a buscar a Vargas, mi abogado.
Nunca le conté nada pero ella pudo haber hablado con él. Dios… Christopher…
Tranquila. — Su voz es neutral— Voy a encargarme de ello. Enviame los
datos de Vargas, no te preocupes por nada.
¿Estás seguro? — Jadeo.
Segurísimo. — Suspira— ¿Tú como estás?
Me quedo en silencio.
Bien. — Digo por inercia.
¿Te besó? — Siento su voz apretada al teléfono, cierro mis ojos y llevo
una mano en la cabeza sin saber qué hacer. Si se lo digo va a volverse un
animal de nuevo.
Christopher, no puedo creer que me estés preguntando esto…
¿Te besó? — Vuelve a preguntar.
Suspiro.
Sí.
Nadie dice nada después. Pasan algunos minutos y sé que sigue en la
línea porque puedo escuchar su respiración.
Es un energúmeno cuando se trata de Brando.
Juro que lo mataré — Dice por fin— Voy a vengarme por lo de mi madre,
y por haber forzado a mi mujer.
¿Forzado?
¿Cómo sabes que me forzó?
Puedo suponerlo. — Agrega— Iré a tu recámara para quitarte su aliento
con el mio.
No, Christopher. Puede ser peligroso ahora. Siento que estoy vigilada…
Por favor, no te arriesgues.
Te extraño.
Su voz retumba desde la punta de mis cabellos hasta mis pies. Su voz es
magia para mí. Hace que vuele con solo escucharla y es tan clara que en un
segundo ha logrado tranquilizarme. Me siento en mi cama intentando no pensar
en nada más que en él.
Quizá nos vemos pronto… — Hago una pausa— Algún dia.
¿Algún día? — Pregunta tenso— Quiero verte mañana.
¿Qué hay de especial mañana? — Muerdo mis labios— Es un día
cualquiera.
Ríe y su risa es perfecta.
Bien Dulce, juguemos. — Añade.
—Yo no estoy jugando, patancito — Suspiro— De hecho mañana es un
día complicado para mí, tengo que hacer muchas cosas y…
Te estaré esperando en mi departamento, bonita. Sabes cómo llegar. —
Susurra sin rodeos y no puedo evitar sonreir como idiota.
¿Y si no llego?
Voy a buscarte. Tú eres mi mejor regalo, nunca lo olvides.
Hago silencio de nuevo, quizá porque escuchar este tipo de cosas aún
me afectan de una manera extraña.
Tengo que colgar y hablar contigo de algo más importante.
Mañana. —Insiste.
Algún dia —Contesto.
Descansa… Sueña conmigo, Julieta. — Murmura suave y lento.
Hasta algún día, Romeo…
Cuelgo.
Le he colgado por nervios.
¿Qué carajos me pasa? No lo sé, ni si quiera hay una explicación lógica,
solo sé que lo siento. Siento la maldita tensión por dentro cuando me toca,
cuando me besa, cuando susurra cosas en mi oído.
Mañana será un gran día, patancito. No imaginas lo que tengo para ti. No
lo imaginas.
Nunca antes había tenido una noche tan desesperante como la de ayer,
pero no importa. Hoy es un día nuevo. Un nuevo despertar. Un nuevo
comienzo.
Con suavidad peino mi pelo y me amarro una cola. Estoy casi lista para
ejecutar mi plan maestro y estoy segura que le encantará, por lo que aún siento
presión en el pecho. Mientras termino de cambiarme veo una llamada perdida
de Brando. No pienso contestarle, es un maldito acosador. Pego mis labios y
tomo mi cartera para enrumbarme hacia el mi tienda favorita, pero cuando
intento salir me encuentro con la mirada fija de Brando.
¿Qué sucede? — Pregunto cansada.
¿Tan temprano te verás con Liliana? — Masculla contra mí
Iba de compras ahora. — Lo miro seria.
¿De compras? — Finge sonreír, pero sé que tiene algo más.
Sí, ¿Algún problema? ¿Ahora me querrás acompañar? — Estoy
temblando como una maldita marica, pero finjo perfectamente tener seguridad.
No cariño, solo quería… desayunar contigo. Es tu prioridad. Liliana puede
esperar.
Accedo fastidiada y paso las horas más tensas de mi vida. Juego con la
comida mientras habla de trabajo, realmente no quiero nada con ese hombre
solo deseo volar hacia el puto Centro comercial. Son las 11 de la mañana y él
no me ha llamado… ¿Acaso piensa que no me he acordado de su cumpleaños?
Mi mente divaga, está en otro lado, y cuando Brando por fin me suelta corro
hacia un taxi para ejecutar mis planes.
Vengo por mi pedido — Sonrío y una jovencita me da una bolsa—
Gracias. — Respondo.
Tomo una caja de cartón y una bolsa de papel como puedo. Jadeo al
sentir que se acerca la hora, ¿Le gustará la sorpresa?, por un momento pienso
en que no debería hacer tantas cosas por él pero nadie puede quitarme las
ganas de la cabeza.
Lo deseo. Lo deseo con todas mis fuerzas y él dijo que yo era su mayor
regalo.
—¿La señorita Evans? —Me detengo cuando escucho mi apellido.
Sí. — Respondo viendo al hombre que se ha puesto delante de mis ojos.
—Tiene que acompañarnos.
32. Dulce Pastel
Dulce

“Debe ser pecado tenerte tantas ganas”

Parpadeo mientras los hombres me sonríen, aún no pudiendo creer que


esto esté sucediéndome de nuevo. Trago saliva, inspiro fuerte y solo me dedico
a mirarlos con furia asesina. Si son matones gritaré tan fuerte que no podrán
hacerme nada.
—Qué quieren. —Ladro.
—Señorita Evans, solo deseamos que suba a nuestro auto. —El hombre
es alto, formal y muy serio.
—No es Evans. —Le dice el otro hombre— Acuérdate. —Murmura.
—No iré a ningún lado con ustedes. —Soy firme, pero cuando intento
avanzar bloquean mi paso.
—Señora… por favor, es una orden.
—De quien.
—Del Sr. Miller.
Sonríe y se siento que se ilumina mi pecho, pero pronto algo me detiene…
¿Christopher los mandó? ¿Cómo puedo creerles? ¿Y si es una trampa? Mi
corazón se acelera y doy pasos hacia atrás.
—Por favor, señora Miller… No nos obligue a llevarla por la fuerza.
Ustedes no van a tocarme.
Señora… — Murmura el mismo hombre.
Tenemos algo para usted. — El hombre más apacible me da una pequeña
nota.
Si estás leyendo esto es porque haces lo correcto, bonita. Confiar en
extraños no es bueno. Me siento sumamente ofendido porque no has venido a
verme, entonces dije… ¿Qué puedo regalarme a mí mismo hoy? Y tú
apareciste en mis sueños. Te necesito, amarga. Hoy es ese algún día que
quiero a mi lado. Tu Romeo.
Sonrío de inmediato pensando en lo tonto que es, ¿Realmente pensó que
no iba a ir? Muerdo mis labios y me vuelvo seria cuando mis ojos entornan con
los hombres de negro. Ellos asienten y por fin accedo a acompañarlos.
Por favor, haga como si se fuera al baño. Luego baje la escalera hasta el
estacionamiento y espere nuestras indicaciones.
Hago exactamente lo que dicen y pronto los pierdo de vista, ¿Qué está
sucediendo? Mascullo entre dientes que son unos hijos de puta ¡Me dejaron
sola! A los dos minutos aparece uno de ellos vestido de forma civil y sin querer
me jala el brazo para girarme y meterme en un auto negro.
¿Qué pasa? — Pregunto ansiosa.
Es por seguridad, señora. Hacemos este tipo de cosas para evitar
sospechas. No se preocupe.
Hablaré ahora con el Sr. Miller para decirle que su esposa está con
nosotros. — Habla el otro hombre.
¿Le informan todo, cierto? — Rodeo los ojos— Por favor, no le digan que
tengo algunas sorpresas para él.
No podemos, señora. Informamos al detalle lo que hace.
Así que ustedes son los chismosos… — Tenso mi mandíbula— Por
favor, no lo hagan. Es una sorpresa. — Insisto.
Está bien, señora. — Espeta el más serio y no decimos más. Escucho la
voz sublime de mi patancito a todo volumen por teléfono.
¿Tienen a mi mujer? — Pregunta orgulloso y sonrio mordiendome los
labios.
Sí señor, estamos a punto de llegar.
¿Se aseguraron que no los siguieran? —Carraspea su garganta.
Todo en orden. — Responde el mismo hombre y cuelga.
Cuando estoy por fin en su ascensor marco la clave que un día me dio y
por fin llego a su departamento. La luz ilumina con perfección el centro de la
sala, tomo mis cosas y las dejo en la mesa para luego asomarme por la
ventana. Este lugar es precioso… y la vista casi mágica.
Buenas tardes, señora Miller. — Aparece sonriendo con una copa de vino
en sus manos. Trae la camisa entre abierta y unos pantalones caídos hasta su
cadera.
Joder.
Feliz cumpleaños. — Sonrío y asiente con gusto.
Gracias, salud por eso. — Bebe vino— ¿Quieres?
Me encantaría. — Respondo sonriente.
Enseguida toma una copa y me sirve un poco.
Que lo disfrutes. — Suspira— ¿Quieres música? —Pregunta con
tranquilidad, entonces me altero ¡No quiero música, quiero tu maldito cuerpo!
Suelto una risita y enseguida suena una bella melodía.. Gloria Estefan – Con
los años que me quedan.
¿Estamos románticos? — Pregunto burlándome.
Algo así no nos vendría mal ahora. — Ríe.
Salud por tu cumpleaños, estimado patancito. — Sonrío chocando la copa
y bebiendo un poco de vino.
Baila conmigo. — Me jala de la cintura y bailamos con las copas en la
mano, bebiendo de vez en cuando, sin quitarnos la vista. Cuando acabamos el
vino, deja las copas a un costado y pone sus brazos fuertes alrededor de mi
cintura para luego balancearnos al ritmo suave de la música— Estoy un poco
molesto, ¿Tengo que traerte hasta aquí el día de mi cumpleaños?
Tuve que desayunar con Brando — Arrugo la cara— Pero pasaré todo el
día contigo. Le dije al viejo que estaré con Liliana, una compañera de trabajo
que vive en París.
Buen tiro, bonita. Eres mi regalo favorito, ya lo sabes.
Sonrío y llevo mis brazos a su cuello para luego pegar mi nariz en su
pecho. Um… huele tan bien. Su piel es cálida y caliente ante mi toque, deseo
tocarlo más de la cuenta pero hoy es su día y voy a complacerlo, así que
mantendré mis deseos al margen.
¿Me compraste un regalo? — Pregunta curioso cuando ve la caja de
cartón y las bolsas.
Algo así, pero no hablemos de eso — Giro su rostro hacia mí— Dime
qué has hecho, ¿Ha sido fácil sobrevivir sin mí? — Pregunto divertida.
Mmm…. — Cierra un ojo— No. Ha sido horrible. ¿Y tú?
Bueno, he descansado de tus cursilerías.
Te gustan mis cursilerías, mentirosa. — Bromea.
No me gustan pero como no quiero herirte solo me dejo llevar. — Muerdo
mi labio divertida.
No hagas eso, bonita… No podré contenerme. —Advierte
Bien, bien. — Lo miro y sonreímos casi a la vez.
Demostraré… cuánto te quiero. — Canta suavemente en mi oreja y cierro
los ojos para disfrutar el momento. Su voz es tan suave, ronca, amena… Me
produce una especie de choque eléctrico y a la vez calma mis tensiones. Por
Dios, no lo escuché cantar por años… Tiene la voz más hermosa del mundo.
Así seguimos hasta que la canción se acaba, entonces me da un giro y
me aparta de su lado.
¿Te he dicho que te ves hermosa? — Me coquetea— Esa falta me
encanta.

Gracias, lo sé. — No le quito la mirada— ¿Es linda no? ¿Y mi blusa? La


escogí para mi marido.
Me alocas, Dulce.
Hoy es tu cumpleaños así que digamos que… haré lo que pidas.
¿Todo lo que pida? — Me mira divertido.
Todo. — Contesto— Hoy seré un poco más flexible y buena persona
contigo.
Uy… eso es raro. Me tratas como si fuera cualquiera.
Mentira. — Levanto un dedo— No seas difamador.
Así lo siento. Nunca me conscientes. — Agrega manipulándome.
¿Qué quieres entonces? — Cruzo mis brazos.
Que seas más cariñosa. — Sonríe— Y que me digas lo que sientes.
Soy cariñosa y te digo lo que siento. — Insisto terca.
Um… no lo creo. Quiero más.
Ruedo los ojos.
Bien, haré lo que pides solo por hoy hasta las 12 de la noche — Vuelvo a
abrazarlo— Luego volverás a ser cenicienta, ¿De acuerdo?
¿No vale dejar el zapato de cristal por un chance? — Ríe.
Nop, no hay chances. — Termino de reír sobre sus labios para capturarlos
de un solo tirón. Lo succiono como jamás he deseado hacerlo con nadie y su
aliento me produce querer tenerlo en la cama ahora mismo. Jadeo, vuelvo a
cambiar de posición y siento su lengua explorar el laberinto de mi boca en dos
segundos. Es suave, caliente, amena— ¿Ya comiste? — Me despego con
rapidez para poder respirar.
Pedí sushi, pero estaría feliz si mi mujer me hace algo rico…
Christopher — Me río alto— Sabes que soy muy mala en la cocina,
quemo todo.
Lo comería igual — Levanta sus hombros un poco más serio— Pero no
voy a obligarte.
Manipulador — Contesto tensa, realmente odio la cocina— Puede ser
después del sushi.
¿Me vas a enseñar lo que traes en esas bolsas? — Insiste.
No comas ansias, travieso.
Pasamos un par de horas conversando, recordando, riendo de todo. Él
empieza a hablar de sus proyectos y solo me dedico a escucharlo. No entiendo
ni mierda de sus planos, sus ideas, los puentes que ha construído pero no
importa. Lo único que quiero es verlo así… apasionado. Sonríe de vez en
cuando y me doy cuenta que sigue teniendo ese pequeño lunar en su
mandíbula. Es un hombre guapo, ardiente, interesante… con solo reír cambia
mi manera de ver la vida.
¿Lo dije? —Tenso mi cuerpo— Dios… ¿Lo dije? —Me aterro y pronto
descubro que solo fueron mis pensamientos. Moriría si realmente lo dijera
porque aún me cuido demasiado. No es bueno andar diciéndole a la gente este
tipo de cosas y, para ser sincera, necesito más tiempo. Él ha cambiado. Ahora
sabe disparar un arma y matar a sangre fría. No lo conozco como pensé, pero
eso lo hace más interesante. Es… como empezar de nuevo.
Son las 7 de la noche y el cielo se ha nublado. Las luces que pueden
verse a través de la ventana me indican que es un día loco, donde haré
posiblemente más cosas de las que me gusta hacer, así que me preparo. Me
excuso diciendo que voy al baño mientras lo veo comiendo palomitas en la sala,
es un maldito y follable cerdo. Aún no puedo entender cómo puede comer de
forma, pero lo olvido mientras entro en su habitación para cerrar la puerta con
llave.
Sonrío. Espolvoreo mi colonia por el aire, en la cama, en su almohada y
por último en mi cuerpo. Entro al baño para quitarme la ropa y ponerme la
crema que tanto le gusta. Suelto una risa, y tomo la bolsa que tanto he cuidado
hasta ahora.
Va a morirse.
Han pasado largos minutos y siento su voz llamándome.
Bonita, ven aquí… ¿Qué tanto haces? — Pregunta.
Ya voy, idiota. — Respondo. Es normal en mí decirle esas cosas, aunque
él nunca me ha faltado al respeto con insultos. Tomo mi bata y abro la puerta
muy despacio para luego caminar en puntillas hacia la cocina.
Es ahora.
Las luces de todo el departamento se apagan de golpe, entonces escucho
un gemido. Corro hacia su cuarto y lo veo reflejado por la luz de la luna
sosteniendo su arma asustado.
¡Dulce! — Grita desesperado— ¡Dulce! — Su voz es casi un tormento.
Ven aquí cielo… — Digo de la manera más sexual posible. Él se queda
inmóvil, lo sé… puedo verlo en sombras y luego baja el arma. Camina despacio,
quizá aún dudando, y cuando entra en su recámara ve lo que hice para él.
Sonrío de nuevo.
Dulce… — Su boca se abre asombrado, dejo caer mi bata y tomo su
pastel de fresas favorito entre mis manos.
Feliz cumpleaños. — Digo.
Chris
Mi boca se seca cuando la veo de esa forma… ¡Mierda! No puedo
contener la emoción ni la erección que se forma entre mis pantalones.
Asombrado doy dos pasos más y me sigue mirando como si quisiera
comerme… ¡Mierda! ¡No puedo dejar de maldecirla! ¡Es una puta y comestible
bruja! No sé si reír, agradecer, llorar.. o solo correr a follarla pero me encanta,
juro que me encanta.
Con suavidad se acerca hacia mí moviendo sus caderas y me siento
nervioso. Estoy en shock… Lleva una lencería muy atrevida de encaje. Una
especie de brassiere que solo protege sus pezones de la vista combinado con
una ropa interior de la misma forma y con tirantes.
¿Te gusta? — Suena muy sexual, joder… voy a cogerla ahora si sigue
haciéndolo.
Mucho. — Digo tenso, me siento duro… y duele.
¿Qué te gusta más, cielo? — Susurra— ¿Qué esté así… o así? — Da
un giro y puedo notar que la liga de la braga solo entra en medio de su trasero,
lo que me hace ver toda su extensión.
Dulce… — Me contengo— maldita sea, voy a follarte ahora.
Con paciencia, corazón… que este regalazo se come despacio. — Me
dice presumiendo, entonces río— Primero sopla las velitas.
Toma un encendedor y prende poco a poco las velitas del pastel para
luego cantarme feliz cumpleaños. Su voz es dulce… y parpadeo sonriente
mientras termina. Me acerco a ella, sus senos dan a la misma altura del pastel,
sinceramente ya no sé qué comer…
Eh… no. — Retrocede leyendo mis pensamientos— Pastel.
La complazco dando una pequeña mordida y me quedo a gusto con el
sabor. Tomo la fresa y la mastico lentamente haciendo que sus ojos evoquen
deseo. Lo sé, le gusta tanto como a mí. Pasamos noches interminables con las
fresas… Esto simplemente es maravilloso.
¿Sabes qué es lo que más me gusta de esto? — Le enseño mi fresa
mordida— Que puedo lamerla así — Saco mi lengua— y succionarla así —
Lo hago riendo, ella se tensa.

Hoy no vas a lamer nada — Ríe.


Bien.
Deja el pastel en la mesita y me mira con furia arrasadora.
Ven con tu marido, amada mía — Extiendo mis manos y me acerco, pero
luego retrocede.
No quiero.
—¿Qué?
Tendrás que capturarme, señor pistola… — Ríe y me quita el arma sin
avisarme.
Dulce, está cargada… no. —Me tenso.
Calma, calma… — Sonríe— ¿Morirías por amor? —Pregunta.
Por supuesto.
Entonces nos arriesgamos… todo en la vida es un riesgo, patancito. —
Muerde su labio y me apunta. Abro los ojos como platos, ¿Realmente está
haciéndolo? Mierda, si se le va un tiro podría morir en un segundo. Trago saliva.
Lejos de disfrutarlo ahora me está torturando. — Hacia la pared. — Amenaza
sonriendo.
Dulce…
Hacia la pared, dije. — Se vuelve seria— Levanta las manos.
Bien. — Levanto las manos hacia arriba.
Muy bien, patancito.
Entonces se acerca peligrosamente. Estoy a centímetros de su cuerpo.
Ella es perfectamente hermosa. Sacude sus pestañas y me sonríe para darme
confianza, pero entro en pánico. Pasa la pistola por mi nariz y la detiene en mi
boca. Muerde su labio, joder. Baja el arma hacia abajo, la deja en mi pecho
mientras desabotona mi camisa. Un escalofrío corre por mis venas. Ahora
desabrocha mi pantalón y lo deja caer. Con el arma toca el bulto en mis boxers
y me siento extraño, asustado, excitado y a la vez sorprendido. Es tan
traviesa… sabe lo que me gusta, esto me gusta. Mi chica fuerte, mi chica
espontánea. Mi esposa, mi amante, mi zorra, mi mujer.
¿Y si disparo? ¡Poom! — Se burla— Me perjudico, así que no. — Ríe
entretenida.
Basta, Dulce.
Silencio. Me gusta verte asi… rendido ante mí.
Dulce…
Dime qué quieres Christopher, te daría lo que sea hasta la media noche.
Ahora estás a mi merced.
Quiero… que saques esa arma y la dejes en ese cajón.
¿Seguro?
Dulce, puedes disparar sin querer. Por favor.
¿Tan poca fe me tienes? — Sonríe
Dulce… — Suspiro— Quiero disfrutarlo.
Yo también quiero disfrutarlo… — Sostiene su risa y explota sin medida.
Hace un círculo en mi miembro y tira la pistola al suelo— ¿Contento?
Mucho. — Trago saliva.
—Ahora dime, amor. ¿Qué quieres? —Sostiene sus lindos ojos en mi y
sonrió de nuevo. Sé que sabe la respuesta.
—A ti. Comerte hasta saciarme. —Mojo mis labios.
—Tus deseos son órdenes, Romeo.
Por fin se para delante de mi sin querer zafarse y pronto sostiene sus
dedos en mis cachetes para luego dar besos en mi rostro, labios, mandíbula y
por último el cuello. Jadeo al sentir su boca contra mi piel. Me tenso cuando su
cuerpo roza el mío. Sus senos envueltos en ese encaje me vuelven tan loco
que con el mínimo roce me incendio.

—Um…. —Susurra besando con su lengua mi zona más erógena. La


rigidez invade mi ser y pronto me arrincona mientras muerde con sus dientes
cuello. —Me gusta… ¿Te gusta? —Vuelve a verme con los labios hinchados,
despeinada y sonriendo.
—Si.
—Dime que quieres que haga. —Tuerce sus labios— Hoy seré tu esclava.
Joder, que no quiero que haga.
—Déjame tocarte.
—Lo harás, pero primero yo… Dime donde. —Sus ojos me embrujan y
sonrío. Sé que lo sabe, pero no estoy seguro si va a acceder a ello. Rueda sus
ojos y vuelve a mi piel.
Con sus pequeñas manos recorre mi pecho, pectorales y estómago. Con
su boca da pequeños toques y llega a mis tetillas. Muerde entre sus dientes y
esbozo un suspiro. Con su lengua lo rodea y luego apoya su rostro en mi
corazón. Ahí me aprieta. Me abraza. Y ahora sus manos están en mi espalda.
Las recorre exactamente desde mi cuello hasta mis pompas.
—¿Más? —Me pregunta.
—Si. —Contesto.
Sonríe y sigue casi mordiéndome el cuerpo en forma ascendente hasta
llegar a mi boca. Pega su nariz contra la mía y deja su aliento en mis labios.
Joder, mierda. Me besa… lo hace con calma y luego con furia. Enreda su
lengua caliente contra la mía y gimo en su interior. Sigo duro, muy duro. Podría
besarla asi toda mi maldita vida.
—Quédate quieto. —Dice. Sostengo mi ansiedad y se da vuelta moviendo
extraordinariamente sus pompas.
—Se me cayó… —Pone una falsa excusa y se agacha para recoger algo.
Puedo ver su trasero en toda su amplitud, su maravillosa espalda tiritar hacia
atrás y su liso cabello peinado por sus dedos. Toma el pastel y lo lleva hasta
mi de vuelta. No me interesa comer eso, solo a ella.
—Dulce… —Suplico, deseo tomarla ahora mismo.
—Silencio. —Agrega. Sonrio y lleva una fresa entre sus dientes para
morderla en mis ojos. Come, mastica, traga. Mi mente sucia se desploma y con
picardía toma toda la crema pastelera para esparcirla por su piel.
Mierda, no lo soporto.
Embarra su mano para esparcir sucia y lentamente por su cuello. Sonríe
mientras baja sus dedos por sus senos. Muerde su labio cuando sigue por su
precioso estómago hasta llevar a su centro. Toma más pastel con su mano y
come en mi cara.
—¿Quieres? —Pregunta.
—Todo. Quiero todo. —Respondo ansioso.
Entonces deja lo que sobra en la otra mesa y se acerca a mi para mirarme
fijamente. Con suavidad toma mi rostro y da un pequeño piquito en mis labios.
—Cómeme. Feliz cumpleaños.
Con brutalidad la acerco hacia mi sin poder contenerme mucho tiempo.
La beso de nuevo porque me quedé con las ganas y luego bajo por su cuello
lamiendo el dulce esparcido. Ella se hace hacia atrás, la sostengo con mis
manos. Y con mis dientes arranco las tiras de su encaje para dejarla suelta por
fin para mi.
Sus senos saltan de inmediato. Son duros, erectos, rosados. Meto uno
de ellos en mi boca y lo muerdo. Ella cierra los ojos, se que hace un esfuerzo y
voy a aprovecharlo. Chupo fuerte hacia arriba, jadea, doy un giro con mi lengua
sosteniéndolo entre mis dientes y ahora succiono de nuevo. Um… delicia. Me
atraganto metiéndolo hasta donde sostenga mi boca y palmeo el otro con mi
mano. Me separo, la miro, está soportando el placer…
—Se pondrá celoso. —Afirmo excitado y comienzo mi travesía con el otro
seno. Ella se arquea, la sigo sosteniendo con mis brazos. Muerdo, muerdo, sigo
mordiendo hasta hartarme pero nunca me harto. Jadeo para respirar, Dios….
He querido comerla así desde hace mucho. Meto mi cara entre sus pechos y
luego con mis manos los aprieto hacia adentro.
La huelo…
Huele a diosa
Sigo palmeando como quiero. Juego con mi lengua. Muerdo. Succiono.
Los arrastro, toco, manoseo. Me encantan porque son redondos y amables
hacia mi. Ella muerde su labio, se que es una tortura.
—¿No te cansas?
—Nunca. —Afirmo—Pero solo tengo hasta la media noche, así que voy
a apresurarme.
Con prisa me despido de sus chicas, dando un último beso a cada uno
de sus pezones. Y luego bajo con besos hasta su ombligo.
—Que mas quieres. —Me separa y se aleja.
—Sabes que quiero. —Sonrio— Entre todas las cosas que me gustan.
Bingo. Baja las tiras de sus bragas balanceándolas para los costados
hasta que la veo totalmente desnuda y perfectamente depilada. Es un gran
Diosa… Con brusquedad me pega nuevamente hacia la pared y Susurra en mi
boca
—Tienes razón. Sé todo lo que quieres, así que dejémonos de tonterías
Baja suavemente pegada a mi piel y siento que voy a explotar ahora. Su
cuerpo se desliza haciendo un suave masaje. Sus pechos recorren mis
pectorales, ombligo y pronto se queda parada arrodillándose ante mi.
Sube la vista, me tenso. Ríe y con rapidez baja mi bóxer haciendo que mi
erección choque contra su boca.
Mierda
Lo toma entre sus manos y acaricia toda su extensión de atrás para
adelante, de adelante para atrás. Masajes mi zona más sencillez y yo ya estoy
viendo luces. Cierro los ojos y puedo sentir sus labios adentrarse. Me succiona
de una manera divina y siento que muero. Lo hace primero lento, suave, y
presiento que no logra caber en todo su interior.
—Hmmm… —Gime y eso me produce un ataque al corazón. Me come
sin parar y aumenta su velocidad a medida que va estimulando otras partes de
mi cuerpo.
Abro los ojos por nervios y la miro, ella sonríe mientras sigue haciéndolo
y en un segundo me cruzo con sus ojos.
Por Dios, es perfecta.
Con sus manos ahora enrolla mis piernas y toda mis pompas. Se hunde
en mi cuantas veces quiere sin ningún tipo de respeto. Me arrastra con sus
dientes y no para.
Maldita sea, no para y yo estoy subiendo.
Toma mis manos y me obliga a ir hacia su cabeza. Ella lo aprueba y con
timidez la tomo pero luego me descontrolo. Esto es tan bueno que siento que
voy a morir de un infarto. Choco su boca más profundo y me muevo
hundiéndome más en ella. Jadeo, grito, pronuncio su nombre
Cuando veo que estoy llegando suelto mis manos e intento alejarla pero
no me deja. Se posiciona aún más fuerte y ella misma succiona adentro, afuera.
—Maldita sea, no. Dulce… voy… a
Se hunde fuerte y grito, mi voz sale desde lo más profundo de mi cuerpo,
entonces se separa violentamente y mancho su cuerpo.
La liberación absoluta se apodera de mí y sigo temblando mientras grito
con la cabeza hacia atrás. Oh Dios… esto fue increíble.
Cuando mis latidos vuelven a su normalidad la miro y sonríe. Ya está
levantada y tengo mucha pena… Dios, fue increíble. Solo lo ha hecho 5 veces
en toda nuestra relación, pero nunca había accedido a que me venga en ella.
Odia sentirse dominada, arrodillarse ante mi, tomar mi cuerpo pero lo ha hecho
porque me quiere. Si, se que me quiere.
—Espero lo mismo de tu parte en mi cumpleaños.
—Dulce… te amo. —Jadeo y me pongo serio cuando la veo ponerse la
bata.

—Voy a bañarme.
Me quedo quieto. Quiero follarla pero quizá ha sido mucho para ella. Me
pongo los boxers y camino en forma circular hasta que la veo salir con el cabello
mojado. Ella me sonríe y luego se acerca para darme un piquito.
¿Qué pasó, patancito? — Su cabello moja mi piel pero me encanta.
Nada. Ha sido maravilloso. — Le sonrío.
Qué bueno, mmm… tienes todavía tiempo para seguir pidiendo deseos.
— Ríe risueña.
¿Tú estás bien? Digo… ¿Cómoda?
Me gusta verte sufrir ante mi, solo eso. — Me besa en el cachete y se va
hacia la sala. La sigo de inmediato y pronto prende las luces de nuevo. Al
principio pensé que habían entrado a mi departamento, pero luego me dí cuenta
que era ella y sinceramente me ha encantado la sorpresa.
—Dulce…
¿Si? — Parpadea.
Gracias, cielo… ha sido maravilloso. Sé que no lo harás siempre y que te
ha costado, de verdad lo aprecio.
Ya deja de agradecer, sé que es dificil superarme pero… — Ríe y la jalo
hacia mi.
Ese encaje te quedaba tan bien…
Yo sé, es lindo. — Me besa— ¿Qué quieres hacer ahora?
Muchas cosas… — La miro perverso— ¿Tú?
Lo que tú digas, es tu cumpleaños. — Sonrío.
Oh, Dios… esto es la gloria.
¿Estamos solos cierto? ¿No tienes cámaras escondidas?
Solo en la parte del ascensor y la puerta. Este lugar está diseñado para
mi, Dulce. — Murmuro en su oreja. Puedo oler su pelo, huele a mujer
maravillosa.
Bien. Veamos una película.
Me lleva hacia la sala y se sienta a mi lado. Prendemos la televisión y
sigo viendo Criminal minds sin miedo. Ella hace caras cuando ve escenas
violentas, y yo me pregunto si tiene ganas de hacerlo conmigo. Dios… he
quedado satisfecho pero quiero estar dentro de ella. Desde aquí puedo ver sus
senos erectos por el agua fria traspasando la seda blanca de su bata de baño.
Mira la televisión entretenida, entonces la apago sin decirle una palabra.
¿Qué haces? — Pregunta tensa.
Quiero pasar el tiempo con mi mujer no viendo televisión.
Bueno, entonces conversemos.
Sonríe y me siento un estúpido arrastrado. La miro perfilando con mis ojos
su rostro. Tiene las pestañas largas, los ojos brillando. Su rostro limpio y
rosado. Sus labios dibujados.
¿Qué? — Pregunta como si no pudiera leerme.
Vas a decir que soy un idiota romántico, pero… qué bonita eres. —
Sonrío, tomo su mano y la beso— Mi corazón explota cuando te tengo aquí en
mi vida cotidiana. Te extraño.
Chistopher… — Ríe— Tanta miel me empalaga.
Lo siento. — Levanto una mano— pero al menos déjame admirar tu
hermosura. Desde que te ví en esa playa no he podido dejar de hacerlo.
Ay, patancito…. — Se queja y se levanta para luego sentarse en mis
piernas— Fue hermoso pero ya pasó.
¿Enserio crees que ha pasado? ¿No sigue latiendo algo aquí cuando
recuerdas nuestras estrellas? — Toco su corazón.

Sí, pero…
Pero nada. — La callo— Te amo.
Ella solo me sonríe y busca mi rostro para besarme. Sus labios son
cálidos, su aliento fresco. Muerde mi boca como toda una experta y me
succiona hasta dejarme sin habla. Adoro besarla.
Olvidé decirte algo. — Me separo— El tal “osito” resultó ser un malandrín
con poder, pero ya me encargué de él. Hoy mis hombres lo amenazaron, está
alejado de Kiara. Ah… y no está embarazada.
Su pecho se desinfla.
Esa niña me va a sacar canas verdes, gracias. — Acaricia mi mandíbula.
Kiara solo actúa de forma impulsiva.
¿Cómo están? — Pregunta con temor— Te encargué cuidarlos y veo que
lo has hecho muy bien.
Perfectos, amor. A veces llamo a tu padre y conversamos de todo.
Rueda sus ojos.
Ay si, su hijo favorito… — Sonríe— Si están bien eso me tranquiliza,
aunque no soporte a mi hermanita.
Kiara merece otro tipo de muchachos, me pongo celoso… — Susurro.
Idiota — No puede contener la risa— Es solo Kiara.
Pero es mi cuñada favorita, la única. Vamos a cuidarla.
Mi sonrisa se borra del rostro cuando veo su seriedad. Una sombra pasa
por sus ojos, quizá las ganas frustradas de ser mamá. Ella es fuerte. Aún me
sorprende su capacidad de salir ante los problemas. La admiro…. Palmeo su
mano y no digo nada para no quitarle su espacio, pero sé que sabe que lo
imagino. No debería hablarle de mi idea de adoptar ahora, no sería prudente,
pero ya estoy haciendo algunos trámites.
¿Qué hora es? — Pregunta levantándose— Debo llamar a Lili. — Toma
el teléfono y espera unos segundos, enseguida alguien le contesta. — Lili,
querida… bien, bien. ¿Brando te llamó?
Su nombre produce amargura en mi interior.
Oh… gracias, querida. Te debo una. Un beso. — Cuelga y mantengo mi
mirada dura hacia ella.
Soy un maldito psicópata obsesivo compulsivo contra ese hombre.
Ya no soporto tenerlo cerca, por eso lo evito. Si sigo en ese maldito hotel
es por cuidarla.
No empieces… — Dice como si fuera una bruja.
Esto me desborda.
Tienes que aprender a asimilarlo. Falta poco, es lo que dices. Oh…
mierda — Se lleva una mano a la cabeza— Olvidé contarte. Brando está
apunto de darle un golpe al chino. Le ha metido drogas en sus tierras y hoteles,
pronto llamará a la policía. Dice que será en un par de días. Y también abrió 10
burdeles.
Mi puño se hace fuerte y contengo mi rabia mientras texteo esa
información. Ella me mira con cautela, doy al botón enviar y tiro mi móvil en el
sofá. Respiro profundo. Maldita sea, no lo soporto.
Camino, deambulo de esquina a esquina. De solo recordar lo que han
informado me tenso aún más. Mi mujer besándolo… él oliéndola, respirando su
aroma, acariciando su piel. ¡Me vuelve un enfermo! Soy capaz de matarlo. Lo
mataría sin importarme nada. Mi odio se hace grande, santo cielo… acabo de
tener un momento especial con mi chica y ahora esto.
No me controlo, gruño.
Ella me mira cruzando los brazos ¿Acaso no entiende que me produce
ronchas ese hijo de perra?

Christopher, contrólate.
¡No puedo! — Me desahogo gritando. Soy un volcán en erupción de
nuevo.
Bueno, entonces quédate un rato solo… No quiero pelear, voy a la cocina.
Se va sin decir más y en el fondo me siento triste porque esperaba su
apoyo. Cuando Tatiana estuvo conmigo ella se volvió loca, cuando Rita se
acercó a mí también… ¿Acaso no puede entenderme? Me muero por esa
mujer. Me fascina ser su hombre, su chico, su marido. No estoy dispuesto a
compartirla. Mi capacidad de tolerancia se ha acabado.
Entonces la sigo. Entro en la cocina y la veo cortar fruta con un cuchillo.
Es tan torpe… se nota mucho que no hace eso comunmente. Recuerdo haber
padecido con ella comiendo sus cosas quemadas, pero aún así lo hacía porque
la amaba. ¡Mierda! Deseo disfrutar estas últimas horas con ella, pero mi rabia
aún está.
Tengo ganas de comer… — Dice tranquila— Cada vez hacen más filudos
estos cuchillos, me estresa cortar fruta.
Dulce… — Ahogo un suspiro.
No quiero pelear, ya te lo dije. —Me evade y sigue intentando cortar con
perfección la fruta.
Dulce… — La abrazo por detrás y siento sus músculos rígidos. Hago que
suelte el cuchillo, lo tiro lejos y luego la volteo— Lo siento, estoy ansiosos y
celoso. — Tomo sus dedos y chupo el extra de jugo.
Pero debes controlarte. — Susurra tranquila.
¿Controlarme? ¿tú podrías hacerlo con Tatiana o Rita? — Doy el golpe
maestro y se pone seria.
No me provoques — Dice con sus dedos. Agradezco al cielo por haber
tirado ese cuchillo.
Eso mismo siento, cielo… por favor entiéndeme. No lo soporto cerca de
ti ni en tus labios.
Estoy intentando evitarlo, pero a veces es complicado. — Me dice sincera
y me maldigo por haber aceptado el trato con el jefe.
Aguanta 1 mes, máximo un mes… — Digo seguro— Haré lo que sea
para atraparlo. — Beso su frente— Te lo juro.
Atrapo sus labios en mi boca sin poder dejarla decir basta. Tomo su nuca
con desesperación hacia mí y no la dejo separarse. Ella intenta hacerlo, pero
sigo apretándola contra la tabla de la cocina.
Chri… — Dice resbalándose de mí.
Sh, no… no quiero dejarte. — Me desespero. El solo hecho de pensar en
Brando hace que quiera dejar mi huella en su alma. Bajo mis manos por sus
caderas para pronto llegar a su trasero. Los aprieto, abro sus nalgas y la
impulso hasta subirla en la mesa de cocina. Abro su bata de rudeza dejándola
desnuda de nuevo para mí. Sus senos están listos para mí, me acuesto en su
encima chupándolos de frente. Ella intenta empujarme pero sé que le gusta…
quiere hacerlo tanto como yo.
Estás enojado. — Dice y entre jadeos.
¿Y? Voy a quitarte hasta el mínimo roce que ha dejado ese vejete en ti.
— Me impongo, con mi boca lamo mordiendo su piel y pronto abro sus piernas
de golpe. Me mire confundida y pronto hundo mi cabeza en su centro. Ella se
contrae y arquea. Yo lamo con furia su feminidad haciéndola subir hasta el
límite.
—Chri… Chris no. —Dice— Así no.
Pero no le hago caso porque sé que lo está disfrutando. Su sabor me
enloquece. De solo pensar en ese hijo de puta de nuevo me vuelvo loco. No
dejaré que toque lo que es mio. Cuando la siento lista bajo mis bóxers de nuevo
y jalo sus piernas hacia mi para introducirme en ella hasta el fondo. Jadea, grita
mi nombre y me muevo como bestia calando hasta topar sus paredes. Ella
apoya sus pies en mis hombres y pronto la embisto sin piedad. Muerde su labio
fuerte, contiene el aliento, pero no lo soporta por mucho y grita…
—Mi nombre más fuerte. —Ordeno dominando. Ella me mira perdida pero
lo hace. Grita fuere, alto, con dureza el nombre de su marido. Juro que la
mataría con mi miembro, pero debo controlar mi furia.
—Ah… —Sigue aumentado sus gritos cada vez más hondos y agudos.
El silencio incendia el lugar y el rebote de mi cuerpo con su trasero hacen
que me prenda. Brando sigue en mi cabeza, y lo hago duro hasta cansarme.
Veo una gota de agua pasar por sus senos y pienso que son míos.
—Yo. Soy. Tu. Marido. —Pronuncio subiendo el ritmo.
Me mareo. Todo es violento. La mesa se mueve y las cosas se caen pero
no importa. Ella se agarra como puede y sigue abriendo la boca. Oh Dios…
estoy llegando. Empujó hacia dentro y fuerzo con furia. Mis, Eres mia Dulce.
Grito. Cielos… esto es intenso. Me hundo chocando todo de mi y gruño al sentir
que me desplomo. Ella se tensa y pronto explota. Hemos llegado… y todo pasa
rápido. La mesa se cae pero logró atraparla en mis brazos. Me abraza fuerte
con miedo y solo la pongo a salvo cuando dejo que pise el suelo. Me he salido
de ella sin aviso. Solo me mira desorbitada y se cubre con la bata.
—Dulce….
Con furia me tira la puerta pero la sigo. Va hacia la habitación y toma su
ropa. No, no…
—Lo siento.
—Así no, ¿Lo entiendes?
La veo seguir y no sé qué más hacer. Se va.. Mi bonita se ha enojado. El
sonido de mi celular me tensa, aunque no quiera no puedo dejar de contestar.
Con rapidez logra vestirse y toma su cartera para irse. No… no te vayas,
no de nuevo. Mi corazón se hace pequeño. Quiero gritar pero tengo mi celular
vibrando.
Brando sospecha que eres el soplón. Cuidado.
Es un mensaje.
Ella sale de mi habitación y tengo la certeza de que no es un juego. Debo
protegerla, debo advertirle pero mi pecho colapsa haciendo que caiga en el
suelo. No puedo respirar, me tenso.
—Dulce…. Dulce… —Grito.
33. Algún dia
Dulce

Quien busca la verdad, corre el riesgo de encontrarla.

Estoy enojada, muy enojada. Aún no comprendo cómo he llegado a este


punto. Él hace lo que quiere conmigo y todo es mi culpa, solo mi culpa. Jamás
debí dejarlo tocarme de esa manera. Jamás debí darle permiso para entrar en
mi vida de nuevo. Jamás debí quererlo como lo quiero. Estoy abrumada con
todas estas emociones… y me siento usada de alguna manera para sacar su
frustración.
Juro que no voy a hablarle en años, lo juro. Que se joda. Me enfadaré
tanto que no volverá a tener ganas de hacer lo mismo nunca más.
Dulce… — Escucho su voz anormal. ¿Qué está pasando? Mi corazón se
detiene, pero puede ser otro de sus trucos así que no, me voy. Ahora sí lo haré.
Camino decidida; sin embargo mi corazón se detiene. Cierro mis ojos ¡No!
¡Por qué siento que debo quedarme! Volteo y no está detrás de mí, eso es raro.
¿Voy? Mierda, prometí no hacerlo, entonces me asomo con cuidado y solo lo
veo llevarse una mano al pecho. Abro mis ojos asustada y corro sin pensar dos
veces.
¡Christopher! — Me acerco y toma mi mano con fuerza, intenta respirar
pero siento que se le ha cerrado el pecho. — Espera, tranquilo.
Du…Du… ah… — Solo dice. El color de su piel pasa de rojo a casi
morado y me tenso aún más al ver que efectivamente no está recibiendo aire.
No hables. Tranquilo, no me iré. Por favor… concéntrate — Entro en
pánico— Respira, puedes hacerlo.
Toma su pecho y llevo mi mano encima para palmear su espalda. Mi
instinto solo me obliga a calmarlo poco a poco. Lo abrazo, lo acaricio, enredo
mis manos con sus dedos… Estoy muerta de miedo, ¿Qué le está sucediendo?
¿Debería llamar a un médico? ¡Dios!
Ah… — Se fuerza el pecho.
Christopher, está bien. Todo está bien. Prometo no irme… por favor,
calmate. No luches, vamos, respira…
Poco a poco mis palabras hacen efecto y su color va normalizándose.
Tengo la piel de gallina, estoy erizada y con pánico. Él no suelta mi mano y yo
solo lo calmo. Es tan agobiante… pero sería peor si lo dejo solo.
Mé…dico. — Dice suave cuando todo va acabando. Me señala un lugar
y corro para abrir una agenda. Ahí está escrito el nombre de un solo médico, el
Dr. Montes, marco apresurada y me contesta enseguida. Después de hablar
algunos minutos el hombre me cuelga prometiéndome que estará en 15
minutos.
Mi mente se enfoca en Christopher ahora. Regreso a él y no suelto su
brazo. Me mira sin hablarme e intenta respirar como puede. Pasan 15 minutos
y el timbre suena de manera precisa. Me levanto, corro a abrirle y un hombre
canoso entra de inmediato.
El señor Miller… — Espeta rápido y sin que le de permiso corre hacia la
habitación para luego ir por Chris quien sigue en el suelo. — Christopher…
tranquilo.
Con mi ayuda lo levantamos hacia la cama. Saca de su maletín un
pequeño balón de oxígeno y lo lleva a su nariz. Todo pasa muy rápido, aún no
supero lo que ha sucedido. Estoy asustada, él jamás ha enfermado en su vida
¿Qué le está sucediendo? Jadeo con miedo, mis manos tiemblan y no puedo
controlarlas. Muerdo mis uñas, camino por todos lados, y el hombre sigue
haciendo cosas que no entiendo.
Mide su pulso, acomoda el oxígeno, entonces siento que me desespero.
Pasan largos minutos, no estoy segura de cuántos, y cuando termina me obliga
a salir del cuarto. Christopher se ha quedado dormido.
¿Qué tiene? — Pregunto apenas cierra la puerta.
Un gusto conocerla. Usted debe ser la señora Miller. — Me dice con
calma.
Sí, pero qué tiene. — Insisto. Él mira mis manos temblantes, mi piel de
gallina y suspira. Saca unas pastillas y me las da sin preguntar.
Tómelas. Le ayudará. El señor Miller tiene ataques de nervios de vez en
cuando, esto es producido por emociones muy fuertes.
¿Qué? — Mi voz se debilita.
Es normal en personas que afrontan mucho estrés. Le sucede pocas
veces, lo medico con sedantes. Hoy algo debió desencadenar esto, estará
bien. Usted debe tomar las pastillas también, veo que sufre de lo mismo.
Estoy en shock.
Gracias… — Respondo.
No lo descuide, debe descansar bien por lo menos esta noche. Luego
pasará.
Gracias doctor.
De nada, Sra. Miller. — Sonríe. ¿A cuántas personas más le ha dicho que
soy su esposa? Me pregunto si es peligroso… pero luego lo olvido. Tomo la
pastilla y me voy a verlo.
¿Se fue? — Dice aún con los ojos cerrados y la voz débil.
¡Christopher! — Lo regaño— Tienes que dormir.
No. — Abre los ojos— Quiero hablar contigo. — Se sienta como puede
y enseguida voy a ayudarlo.
Por qué no me dijiste que sufres de esto…
Porque no es importante. Tuve pesadillas después de la muerte de mi
madre, eran usuales en ese tiempo y luego desarrollé una especie alergia que
me produce este tipo de emociones. Sentí que no podía respirar por la
frustración… Te fuiste y pensé que no volvería a verte. — Confiesa
arrepentido— De verdad lo siento.
No hablemos de eso ahora, duerme y descansa.
No. — Toma mi mano— Pásame mi celular por favor.
¡No! Tienes que dormir. — Susurro— Por favor, no empecemos.
Es urgente, Dulce. Recibí un mensaje donde afirman que Brando
sospecha de mi.
Mi cuero cabelludo pica en este momento, ¿Qué?, Jadeo, llevo una mano
a mi boca sin poder creer lo que escucho. Trago saliva, tomo el celular de Chris
y se lo doy. Él empieza a llamar y habla con una persona. Maldice, dice
palabras que no entiendo y pronto cuelga. Han pasado 10 minutos, él se ha
tardado ese tiempo en pelear con un desconocido. Me da miedo preguntar,
pero no necesito hacerlo porque sé que me lo dirá.
Sospecha de mí. — Agrega— Es confirmado.
Pero… no me dijo nada. — Mi corazón se aprieta— Christopher…
Soy el punto blanco para ellos. Supuestamente trabajo para el gobierno
regulando sistemas de construcción, alguien le ha metido esa idea en la
cabeza. Él habla con unos conocidos, tengo supuestos mafiosos en el ruedo y
les dijo que no confiaba en mí. Me he desaparecido mucho tiempo, eso es
sospechoso. El incendio, sus problemas con el chino, está más alerta. —
Suspira— Debo ganarme su confianza de nuevo.
No lo harás muy fácil. Él es un hombre muy inteligente y vengativo.
Veré la forma, tramitaré licencias que quiere. — Aclara su voz— Lo
bueno es que solo es una sospecha, cielo. Moriría si te pasara algo. Si se
enterara de lo nuestro te mataría.
No pienses en eso, por favor descansa. — Digo irritada por toda esta
información.— Voy a prepararme un té.
Espera… — Toma mi mano— De verdad lo siento. La idea de perderte
y esta información hicieron que colapsara, de verdad lo siento.

Llevo una mano a mi cabello.


Está bien, olvidalo. — Me levanto fastidiada y desaparezco de esta
habitación para irme a la cocina. Tomo la tetera y me sirvo un té cualquiera.
Cuando lo bebo siento que agua tibia calma mi ansiedad, o quizá es la pastilla.
Estoy agotada…
Doy vueltas de un lado al otro hasta que llego a la sala. Esto es más
estresante de lo que pienso… A veces me pregunto en cómo lograré salir de
todo este enredo, luego pienso en él y todo se va a la mierda.
Mi patancito.
Lo odio y quiero con locura, aunque se porte mal. Es el único hombre que
me hace querer nada y todo al mismo tiempo. Me pone bipolar sin ningún tipo
de respeto. Digo que no y al final termina siendo un sí.
Y en el fondo lo sabía…
Sabía que esto iba a pasar si le daba una oportunidad, pero lo que tengo
ahora con él es mejor que todo lo que he deseado. No recordaba lo que era un
beso de verdad, una caricia sincera, querer quedarme con un hombre todo el
día sin aburrirme aunque muchas veces diga lo contrario.
Estás jodida, Dulce. — Me digo a mí misma en voz alta y pronto me doy
cuenta que ha cambiado mi foto del retrato por una más actual. Yo sonriendo
en la playa… Mierda ¿Cómo lo logra? ¿Cómo logra conseguir todo sin que me
de cuenta? Roba mi ropa interior, me persigue con sus matones, sabe todos
mis movimientos y yo ni enterada. Pedirle que no lo haga sería en vano.
Pero odio sus celos enfermos. Cogerme de esa manera me ha hecho
pensar que tiene una especie de obsesión por mí… ¿Y si realmente no me
quiere? ¿Si solo es la necesidad que tiene por tenerme a su lado y cuidarme?
Un nudo en la garganta aflora como balde de agua fria. No soportaría un día
sin saber más de él.
Dulce… — Dice desde el marco de la puerta. Lo miro más calmada,
parece un niño chiquito.
Vete a la cama — Le ordeno sin moverme, pero al ver que se acerca me
levanto y lo obligo a ir a la habitación de nuevo— Dije a la cama.
Ven conmigo… — Susurra— Por favor.
Suspiro.
Bien, apagaré las luces de la sala.
No hace falta. — Sonríe y con dos chasquidos de dedos todo se apaga,
hasta la luz de la habitación. Él prende la lámpara y una luz tenue nos alumbra
ahora.— Son censores, te enseñaré a manejarlos pronto.
Bien, duermete. — Digo seria— No tengo pijama, así que…
Toma algo de mi ropa, ponte cómoda.
Con dudas le hago caso. Me cambio, lavo mis dientes y mi cara, luego
voy hacia la cama y me acuesto en el otro filo. Él me mira, no dice nada, pero
sus ojos me están pidiendo perdón de nuevo. ¿Cuántas veces voy a
perdonarlo? Ruedo mis ojos, no soportaré más este sentimiento.
Eres un idiota — Volteo— Odio que me fuercen.
Lo siento. — Repite— Espero no haberte lastimado.
Parece perrito mojado y no, no me ha lastimado. Solo está la sensación
de haberme forzado, aunque en el fondo lo haya disfrutado. Sí, me gustó…
siempre me gusta cuando cogemos así, pero no me gusta que lo haga sin mi
permiso. Él con un solo toque me prende, aunque no quiera que me prenda.
Podría tener intimidad cuando él quiera porque sabe dónde tocarme. Mi cuerpo
reacciona automáticamente con él sin diferenciar los momentos.
No me gustó que lo hayas hecho por celos… A veces pienso que solo
“me quieres” por eso.
¿Estás loca? — Se sienta indignado— ¿Crees que solo te quiero para
tener sexo? ¿O por revancha con Brando? Eres mi vida, Dulce. — Se acerca
peligrosamente hacia mí— ¿Cuántas veces te lo tengo que decir?

Pues no parece. — Lo miro seria.


Entonces voy a demostrártelo. — Sonrie, toma delicadamente mi rostro
con sus pulgares y me besa.
Oh… cielos.
Me relajo con sus labios en los mios. Correspondo al beso porque
realmente lo necesito. Él me calma en todas mis tormentas.
Basta. — Me separo— Aprovechas cualquier oportunidad, ¿Cierto?
Solo quise demostrarte cuánto te amo, ¿Está mal?
No le respondo y me acuesto dándole la espalda, entonces me jala y pone
su rostro en mi hombro.
Buenas noches, amor mio. Nunca olvides que eres mi milagro favorito. —
Susurra en mi oreja— Gracias por este día, fue maravilloso.
Tengo ganas de llorar de nuevo, pero me aguanto. Maldita sea.
Pasan minutos sin hablarnos y es tan preciso que me voltea para
abrazarme por completo justo cuando lo estoy necesitando… Cierro mis ojos y
luego los abro mirando hacia arriba. Sus ojos claros me envenenan, derriten
todo el hielo que me queda.
¿Me perdonas? Volvamos a querernos… — Insiste.
Está bien, pero no vuelvas a hacerlo. — susurro— Aún no puedo
entender por qué estoy tan buena onda contigo. Creo que te odio.
Esa es una palabra muy fea, me duele el corazón cuando lo dices… —
Dice en un tono burlón— Me duele aquí, de hecho. Pero si tocas mi pecho
sanarás mis heridas… — Ríe, toma mi mano y la lleva a su pecho, enseguida
la saco.
No molestes. — Contesto.
Todavía no es media noche — Sonríe— Aún me debes algunas cosas.
No voy a volver a hacertelo — Respondo seria.
No, no quiero eso. Quiero que me abraces… solo un ratito. —Se engríe,
parece un niño grande y no puedo evitar reirme. Qué ridiculo es… Entonces lo
hago, solo porque prometí hacerlo hasta media noche.
Bien.
Amé todo lo que hiciste hoy. — Toma mis piernas y las enrolla en sus
caderas. Me gusta mucho esa sensación, pero pongo mis ojos en blanco para
que no se crea— Eres una experta, cielo.
Tuve el mejor maestro. Hiciste que una criatura de 16 sea mujercita muy
rápido. — Sonrío.
Esa criatura me sedujo muchas veces… — Ríe sobre mis labios— Ha
sido maravilloso compartir todo contigo, bonita. — Me besa— Y quiero un
futuro contigo.
¿Y si no nos soportamos? Peleabamos mucho cuando viviamos juntos.
Mmm… tú peleabas, yo intentaba hacer lo que querías — Ríe.
Mentira, eres un mentiroso. — Sonrío.
Es verdad.
Reímos como retardados cuando recordamos nuestro caótico pasado.
Me da pequeños besos de vez en cuando, toca mis piernas con sutiliza y aprieta
mi trasero contra su piel. Es desesperante y a la vez hermoso. Estoy
completamente relajada ahora hablando con el hombre que hace algunos
meses odié, mi amante perfecto, mi marido.
¿Tú que extrañas del pasado? — Pregunta ansioso— Qué extrañas
hacer.
—Mmm… — Suspiro— Quizá no tener tantas responsabilidades. Extraño
levantarme sin tener que ver las caras de empleados que me odian, o dejar la
dieta. — Río— Me gusta mi cuerpo, pero necesito ser más normal, vestir como
las chicas de mi edad, ir de antro. Pero nomás no se puede.

¿Por qué no? — Sonríe— Podemos ir de antro y hacer todas esas cosas
que quieres. Eres joven y hermosa. Solo tienes 26.
Pero las responsabilidades son más grandes.
¿Y? Te prometo pasar un día de libertad contigo. Iremos a comer
hamburguesas, beberemos como adolescentes, iremos de antro, tendremos
sexo desenfrenado y nos vestiremos a la moda.
Estás loco… — Río, sería hermoso tener ese día de libertad pero no creo
que pueda hacerse realidad.— ¿Y Brando, qué? ¿Crees que no tendría mil
espias siguiéndonos?
Descuida cielo, cuando quiero desaparecer a alguien lo hago muy bien.
Me consta — Respondo— Desapareces muy bien.
Momento incómodo. Su sonrisa se apaga y en el fondo no me arrepiento
de decirlo.
No me has perdonado del todo, ¿Cierto?
Sí, Christopher… pero los recuerdos quedan.
Entonces haré que no tengan importancia. — Besa mi frente— Haré que
todo lo malo pase, lo juro.
Yo solo pido que seas sincero, solo eso.
Sonrío y escucho mi celular sonar. Entrecierro un ojo y luego me doy
vuelta para extender mi mano. Christopher se detiene, estoy segura que piensa
que es Brando, pero luego se alivia cuando ve el nombre Kiara en mi teléfono.
Es tarde, ¿papá está bien? — Pregunto sin saludar, entonces escucho
todo un sermón de su parte. Quiero reir, es una niña malcriada, pero me
contengo para luego poner el altavoz.
¡Christopher hizo que osito se fuera! ¿Cómo se atreve? Lo odio… — Dice
en un mar de lágrimas.
Christopher hizo lo correcto. Ese chiquillo solo quería usarte. Tiene tratos
con narcotraficantes. Punto.
¡No! — Chilla y llora.
Kiki… — Susurra Chris— Ha sido por tu bien.
¿Lo tienes a tu lado?? — Grita al teléfono— ¡Pusiste el altavoz!
Río.
Ya deja de quejarte.
No entiendo por qué si dices que lo odias te lo estás follando. Por favor
paren ya, por su culpa tengo pesadillas con el sexo. Escucho sus voces
asquerosas chillando… Era tan pequeña e inocente.
Vamos Kiara, no eres inocente — Chris bromea— No te quejes, cuñadita.
¡Ahhh!! Eres un maldito estúpido, Christopher. Te odio.
No me odies, cuñadita. Luego me lo vas a agradecer. Solo le di una
lección.
Deja de tirarte a mi hermana…
Um… — Me mira— No creo. Lo disfrutamos demasiado.
Río como estúpida, Kiara colapsará. Entonces pasa. Empieza con su
sermón infantil y reimos. Lo miro, me mira… estúpidamente extrañaba esta
complicidad. Lo hicimos tantas veces en mi cuarto… que la pobre tuvo que
hacerse de la vista gorda.
Después de sus quejas e insultos, le cuelgo. No la soporto. Christopher
no deja de reir porque se sabe todos nuestros tapitos sucios. Me duele el
estómago de todas las emociones que hemos pasado, entonces me abraza.
¿No te enojaste?
Me duele la panza de tanta risa.
Tengo la solución para ello. — Me acuesta y con suavidad levanta su
camisa. Me mira con ojos provocadores pero no intenta nada indebido. Pone
sus labios en mi vientre y me besa. Tengo la sensación más bella y dolorosa
del mundo. Sin querer ha hecho algo que quería hacer hace tiempo… Me mira,
lo miro. Ambos nos hemos metido en terrenos que no podemos soportar. Una
extraña sensación de llanto invade mi pecho, por lo que vuelvo a voltearme sin
preocuparme porque me vea el trasero. Estoy un poco extraña desde hace un
tiempo… pensando y pensando en el “hubiera”, reclamándome a mí misma
porque la vida no me dejó ser madre.

Suspira, me voltea y no me preocupo en nada más que ser sincera,


sencilla, yo.
No me importa que no puedas ser madre, cielo. — Es directo.
Te duele. — Afirmo.
Quise ser astronauta y no pude, tampoco muero por ello. Quiero a mamá
de vuelta y pues… es imposible. Hay que aprender a vivir con el dolor y con las
cosas de la vida.
Tienes razón… aunque a veces me pregunto cómo sería un hijo nuestro.
Hermoso seguro. Si fuera niña se parecería a ti y jamás la soltaría de mi
lado. — Sonríe tristemente.
Se llamaría Estrella… — Comento segura.
Por supuesto — Acaricia mi rostro.
¿Por qué yo? — Jadeo— Hay tantas mujeres que no quieren a sus hijos
y yo… solo quería uno, solo uno.
Nunca sabremos los caminos que nos pone la vida — Me abraza— Pero
yo estoy aquí y tú debes llorar todo lo que has callado. No seas fuerte, Dulce.
Déjalo ir… Las personas necesitamos curarnos para poder subir otro escalón
de la vida.
Sus palabras son como vidrios rotos presionando mi carne. Cierro los ojos
y siento espasmos hasta que por fin lloro… Lo abrazo fuerte y ahora mojo su
pecho. Él se queda en silencio, acaricia mi cabello y no dice nada. Sabe que
odio que hable cuando lloro. Me conoce muy bien, tan bien que hasta me da
miedo.
Mis lágrimas son llenas de sentimiento. Quise ser mamá desde niña… y
la vida no me dio la oportunidad. Siempre soñé con una luna llena en mi
estómago… suave, tranquila y a la vez dichosa. Un bebé llorando en mis
brazos, quitándome el sueño. Un pequeño pedacito de cielo con el rostro de
Christopher. Lo deseaba con toda mi existencia.
Cierro mis ojos y alzo mi llanto arrugando su polo. Abrazo su espalda
como puedo y, a medida que van pasando los minutos, mi voz se va
perdiendo… Duele todavía, pero tiene razón. Hay que aprender a vivir con el
dolor. Estoy cansada… muy cansada.
Duerme, cielo. Mañana será otro día… — Besa mi frente.
Nunca antes me sentí tan abrigada en pleno invierno, tan apoyada en
plena tormenta, tan relajada aún con dolor en el pecho. El tiempo se suspende
y dejo que meta su mano por debajo de mi ropa hasta llegar a mi espalda. Me
voy perdiendo… aún con mi alma tiritando y su cuerpo rozando.
Increíblemente no desperté en la noche. Dormí placenteramente en los
brazos de Christopher sin calor ni frio. Sonrio al verlo traer el desayuno: frutas
picadas con muchas fresas, café, tostadas y jugo de naranja. Mi simple
desayuno favorito.
—Espero te guste. Creo que no somos buenos cocinando… ni cortando
frutas. —Ríe y deja la bandeja en la cama. Se sienta a mi lado y acaricia mi
rostro.
—Es cierto, gracias. —Sonrio y empiezo a comer.
Los minutos pasan. Terminamos después de mucho tiempo conversando,
deja las cosas en la cocina y regresa hacia mí para abrazarme por detrás
mientras me miro al espejo.
Estoy horrenda. Lloré toda la noche y mis ojos están hinchados. Él sigue
sonriéndome y besa mi cachete para luego evitar que me quite la ropa.
—No te vayas…
—Sabes que tiene que ser así. —Respondo contenida, me suelto y
empiezo a vestirme.
—Puedes encontrar la forma, amor. —Insiste—Quédate conmigo otro día
más, prometo que solo hoy.
Mi pecho se endurece, realmente no me desagrada la idea pero no puedo
ceder. No haré siempre lo que él diga. Estoy un poco confusa aún, quizá
abrumada por toda esta ola de nuevos sentimientos. Lo amo, con toda mi
imperfección, pero no es sano tanto amor. Últimamente no he sido la mujer que
quise ser. Me he dejado arrastrar por los impulsos frenéticos que tengo por él.
He sido torpe y nuestro regreso quizá tóxico, extremo, intenso. De frío a calor.
De noche a día. De invierno a verano. He cambiado, o quizá dejé que saque lo
que tanto necesitaba… pero… ¿Hasta qué punto es bueno entregar todo? La
vida me enseñó a no hacerlo, a dejar siempre un pie afuera y he hecho todo lo
contrario. ¡Pero lo amo! Mi alma arde cuando estoy en sus brazos, cuando me
besa, cuando me toca. No puedo dejarlo… pero si intentar no volar muy alto.

Me observa con sus ojos chispones, suspiro y pego mis labios intentando
que no lea mis pensamientos. Me sonríe y de un tirón vuelve a tenerme en sus
brazos.
—Puedes…
—Pero no hoy, puede sospechar. —Contesto hábilmente.
—¿Qué pasa, bonita? —Me observa profundamente— Alguna idea loca
está pasando por tu hermosa cabeza.
—A veces me abrumas… —Me separo.
—Tienes miedo, ¿Verdad?
Lo ignoro y tensa sigo guardando mis cosas. Tomo mi cartera, dejo en
una bolsa la lencería y salgo de su habitación sin responderle pero él me sigue.
—No voy a dejarte nunca más, mi vida. —Entona y captura mi mano para
luego obligarme a verlo— Se que cometí errores, y que posiblemente todo esto
sea un maravilloso desastre pero es lo que sentimos.
—Me abruma sentir —Contesto— Esta no soy yo…
—Claro que si, solo has estado escondida. Nunca te avergüences de tus
sentimientos. Te amo, con toda mi existencia. Y quiero estar todos los días
contigo porque te necesito. Desde el día en el que te conocí no he parado de
imaginarte.
Sus palabras hacen que todo en mi se mueva; sin embargo me mantengo
firme. Es difícil, sobre todo porque también siento lo mismo. A veces me
pregunto si estoy loca… o realmente no mido el peligro que él me representa,
pero es más dulce la sensación que tengo a su lado. Sonrio, lo quiero, pero
también me quiero a mi misma y quizá necesito un breve descanso.
—Estoy corriendo el riesgo más entretenido de mi vida, patancito. Hasta
algún día. —Levanto mi ceja y le sonrio.
—Hey… —Enrolla de nuevo sus brazos en mi cintura— está bien,
entiendo. Pero no te vayas así… sin un beso.
Acerca su rostro precioso a mis labios y con sumo deseo lo beso.
Mordisquear su boca es la maravilla para la mía. Tomo su rostro con mis manos
y juntos profundizamos nuestro acto. Doy pequeños inspiros para soportar más
tiempo y siento que su perfume me envenena. Podría besarlo toda la vida… De
pronto siento una de sus manos en mi trasero, entonces me obligó a mi misma
a seguir pegadita a su cuerpo. Dejo que lo haga, en el fondo me encanta, pero
lo que más odio es el machismo por lo que también lo toco. Sus pompas son
redondas, duras y perfectas. Soltamos una risita en nuestros labios y seguimos
comiéndonos como si no existiera mañana. Es mi despedida por ahora…
—Hasta algún día. —Repito sin aliento.
—Adiós, hermosa. No hagas nada tonto, ¿Si? Quizá vaya esta noche a
tu recámara… para volver a hacerlo.
—No sé si se me antoje —Digo altiva— Te llamo si es qué pasa —Le
guiño el ojo y giro para irme por fin.
Se cierra la puerta de ascensor y suspiro.
Mi regreso a Hilton fue un poco estresante. Para salir del departamento
de Christopher tuve que cambiar de autos y partir por estaciones de buses. Un
taxi conocido me esperó en una esquina y por fin pude regresar con calma.
¿Hasta cuando tendré que soportarlo? Falta poco, Dulce. —Me digo a mi
misma.
Cuando entro en el hotel todo parece normal. El personal de recepción
en su sitio, los empleados, turistas, el movimiento fluyendo como siempre.
Aprieto mis piernas y me sumerjo en mi oficina.
Mierda
—Cariño… —Está sentado en mi mesa mirándome de manera incisiva.
—Brando, ¿Qué sucede? —Respondo natural.

—Nada, pensé que estabas ya aquí. Qué tal tu reunión con Liliana,
cuéntamelo todo.
Sonríe como si todo estuviera normal, entonces tiemblo. ¿Sospechará
algo? Carraspeo con mi garganta y me siento en el sofá sonriendo como si
nada pasara.
—Todo bien. Pasamos una noche de chicas increíble hablando de todo y
de negocios.
—Que bueno, cariño. Te ves más relajada… —Me sonríe, se levanta y
pone su cuerpo a mi lado— ahora que estás de buen humor quisiera hablarte
de algunas cosas.
—¿Qué cosas? —Pestañeo.
—Dulce, necesito formalizar esto ya. Necesito una esposa. Quiero
compartir todo contigo, cariño. —Besa mi mano— y asegurar mi futuro.
—No entiendo. —Digo seca, él sonríe.
—Tengo una herencia importante. No había querido cobrarla porque
realmente tengo los millones suficientes como para querer más dinero; sin
embargo, necesito asegurarme. Con esos otros millones hundiría a todos mis
enemigos de una vez. La lacra del Chino me tiene harto, la perra de Paris
intenta competir conmigo, y ahora el gobierno…
Mi boca se seca, entonces hablo.
—¿El gobierno? Pensé que tenías buenas relaciones.
—Mandaron un espia.
—¿Qué? —Mi sorpresa aumenta.
—Miller. —Mi pulso se acelera— puede que sea su espía. Tengo “buenas
relaciones” pero recibí un mensaje anónimo diciéndome que me cuide de él.
Suspiro, mi cabello pica e intento controlar mi ansiedad. Él sigue
mirándome, respiro con lentitud y ruedo los ojos para distraerlo. No puede darse
cuenta de nada, tengo que ser muy precavida. Defenderlo levantaría
sospechas.
—Bueno, has lo que quieras. —Digo fría.
Ríe
—Siempre tan precisa, cariño. Odias a Christopher.
—Me interesa una mierda su vida, pero si hablamos de negocios… debo
confesar que el tipo es necesario. —Tomo su mano sonriendo y a la vez
sintiendo asco— Te da dinero.
—Tienes razón. No quiero desconfiar de ese muchacho, pero no meto las
manos al fuego por nadie. Voy a investigarlo. Primero hablaré con mi contacto
en el gobierno para preguntar más por él, luego veré que hacer.
—Por qué ese tipo querría ser un espía. Él trabaja por dinero, y tú le
darías más que cualquier gobierno. —Levanto una ceja sembrando la duda. Lo
consigo.
—Siempre tan inteligente, cariño. No aguanto más… me tienes
embobado. —Recorre su mano por mi pierna y siento terror. Aguanto, Sonrio,
lo maldigo en mi mente y tomo su mano para volverla a su sitio.
—No seas travieso. —Suspiro.
—Pareciera que te doy asco. —Espeta serio— Ya te di el anillo que tengo
querías, te haré mi esposa, necesito tu cuerpo. —Toma mi cintura y mientras
besa mi cachete me siento tensa. Jamás he tenido tanto asco con alguna
persona, cuando tuve que seducir a otros hombres no me costaba tanto como
ahora.
Sus labios chocan con mi piel y siento que traiciono al patancito. Su
nombre está tatuado en cada centímetro de mi cuerpo, por lo que ardo cada
vez que lo pienso. Vamos… ya falta poco —Me digo dándome ánimos— él no
puede sospechar, así que lo miro sonriendo y beso sus labios.
Asco.
Cuento los segundos para que esto termine. Siento náuseas cuando su
aliento golpea mis poros. Huele a carne vieja podrida y solo ansío poder
librarme de todo.

—Me pones loco. —Jadea separándose de mi, yo le doy una falsa


sonrisa.
—Tú también, cariño pero esperemos… Es más emocionante así. —
Sonrio dándome aires de puritana. Él me sonríe, se que no me cree pero no
me preocupa mucho.
—Necesito que te cambies y pongas hermosa esta noche. Voy a
presentarte a algunas personas, estoy seguro que te encantará conocerlas.
Asiento con determinación. Quizá entre esas personas haya algún
mafioso que a Christopher le interese investigar.
Cuando por fin me suelta me siento libre de nuevo. Corro hacia el pasillo
para evitarlo, y luego termino de hacer mis cosas. Ha sido agotador tener que
soportarlo.
El día termina siendo amable para mi. Dos reuniones sobre el nuevo
concepto de comida vegetariana, una nueva entrevista laboral y algunas
facturas que tuve que girar. Trabajar me hace bien, al menos me mantiene
ocupada;sin embargo, no puedo negar que también pienso en él.
Son las 5 de la tarde y no me ha llamado. De vez en cuando miro mis
mensajes y tampoco hay señales de él, ¿Se tomó a pecho lo que le dije? No
importa. Es mejor así. Me mantendré firme en mi posición de Desligue.
—Señorita Evans, ¿A dónde llevo sus cosas? —Pregunta un empleado
sosteniendo algunas bolsas con compras.
—Eso no es mío. —Respondo, ¿Acaso olvidé algo? Mi mente está en mil
lados ahora, no me sorprendería.
—El Sr. Hilton dijo que eran obsequios para usted, que debía llevarlos
pronto.
—Oh… no se, déjalos por ahí. Luego los subes a mi suite.
Asiente y se va. No me interesa ver qué me compró. Con ganas de nada
sigo caminando por el pasillo hacia el área de descanso. Luces bajas, olor a
incienso de vainilla con canela, muebles cómodos, una televisión… todo está
como lo he planeado.
—Tengo que hacer mil llamadas… —Digo en voz alta.
A quien engaño.
Apago mi celular un poco seria. No va a llamarme… y tampoco vendrá.
No debería extrañarlo, yo misma quise eso.
Supéralo. —Me digo ansiosa. Y con la garganta caliente voy a hacer las
labores que me faltan.
La media noche ha llegado sin avisar. Intento no cerrar mis ojos porque
debo terminar con mi lista de pendientes. Llamé al periodista, organicé una
nueva conferencia y solo me falta ordenar mis nuevas ideas en cuanto a colores
para el salón dorado.
No se me puede ir nada de las manos. No lo soportaría.
Vuelve, corazón de hielo. —Pienso. Y Sonrio. Bostezo una vez más y la
puerta de mi oficina se abre.
Christopher… —Pienso.
Pero mis ojos se opacan cuando veo a Brando.
—Amor mío. —Suena estúpido— Teníamos una cena hoy.
—Recibí un mensaje tuyo. Dijiste que lo habías cancelado.
—Lo sé, pero mis planes han cambiado. Te llevaré a cenar a un lugar
especial.
—Es media noche, tengo sueño. Mañana debo madrugar.
—Bueno, cancelé la conferencia de prensa de ensueña. Soy el jefe,
puedo hacerlo. Y ahora quiero que mi prometida venga conmigo.
—Bien. Voy a cambiarme.
—No, así estás perfecta. —Me abre la puerta, camino a su lado y nos
dirigimos al estacionamiento.
No tengo idea cuanto tarda, solo siento que muero de sueño. Mis
párpados se vuelven pesados y bostezo a cada dos minutos. Lo veo hablando
con algunas personas, sus guardaespaldas entran a sus autos y él llega
sonriendo.
—Descansa, si quieres. Hoy trabajaste mucho.
Lo miro sorprendida, ¿Por qué está tan amable conmigo? No le digo nada
y arranca el auto. En el camino voy dormiteando. Mi cabeza se pega a la luna
del auto, y solo cierro dos segundos los ojos para luego volver a abrirlos. Pasan
algunos minutos o quizá más, entonces veo una seña extraña en él camino. La
señal de un avión a lo lejos.
Tiemblo.
Mis ojos se abren como dos platos y todo pasa muy rápido. El auto se
detiene, los guardaespaldas nos escoltan y solo camino en modo automático.
—Brando… ¿A dónde vamos? —Mi corazón se detiene.
—Te dije que te llevaría a cenar a un lugar especial, nos vamos a Paris.
—¿Qué? —Mi voz se queda suspendida en su mirada. El piloto sale del
avión privado y nos invita a pasar. Un hombre carga las bolsas que
supuestamente había olvidado… todo sucede muy rápido.
Camino lentamente. Mi celular está apagado. Christopher… ¿Por qué no
me ha llamado? ¿Acaso sabía lo que iba a pasar?
Veo cómo las puertas del avión se cierran y colapso. Mis manos tiemblan,
mi pecho se infla y no digo nada. Brando me ignora como si yo fuera una
persona cualquiera. Veo por la ventana, Christopher….
Jadeo.
—¿Cuándo volveremos? —Digo como puedo.
Brando sonríe.
—Algún día. —Tuerce sus labios y me mira serio. Sus ojos se oscurecen
y el avión despega.
Algún día…
34. Destapando máscaras
Chris

El peor error de un hombre es dejar que otro se desvele con su princesa<