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4.1 Fonética..............................................................................................................................12
4.2 Morfosintaxis......................................................................................................................14
6 CONCLUSIONES...........................................................................................................................19
1 INTRODUCCIÓN
El chabacano es, junto con el papiamento y el palenqueño, una de las tres lenguas
criollas de base española que perviven1, y la única en Asia. Esta afirmación puede
matizarse en al menos dos sentidos.
En primer lugar, no hay consenso absoluto entre los lingüistas sobre el significado
preciso de lengua criolla o criollo (algunos autores discuten, por ejemplo, que sea
necesaria la fase previa de lengua pidgin para alcanzar el estatus de criollo), sin olvidar
que el término ha sido empleado históricamente para referirse a cualquier lenguaje
mixto, resultado de un contacto prolongado entre lenguas, con la aparición de una
comunidad bilingüe, y aun debemos añadir que algunos autores manejan el término
semicriollo para designar la criollización parcial de una lengua. Sobre esta complejidad
terminológica se superpone la complejidad real producida por procesos como el de
descriollización (cuando el criollo sigue en contacto con la lengua lexificadora original,
aproximándose cada vez más a estas: continuum poscriollo)2; por último, son también
frecuentes y relevantes los procesos relexificadores (cuando una nueva lengua comienza
a substituir gradualmente a la lengua lexificadora original). Dada esta complejidad, no
es de extrañar que algunos autores clasifiquen, por ejemplo, el papiamento como un
criollo portugués, relexificado parcialmente por el español.
1
Algunos autores consideran que el español bozal, una lengua que fue hablado por los esclavos africanos en Cuba y
en otras zonas de Sudamérica y Centroamérica era también un criollo; en cualquier caso, se extinguió en el s. XIX.
Otros incluyen también en la categoría de criollo al chamorro de las islas Guam (aunque la mayoría considera que es
una lengua austronesia con abundantes préstamos léxicos del español, como el tagalo). Menos defendible parece la
consideración como criollo del yopará, una lengua surgida en Paraguay del contacto entre el español y el guaraní, que
es en realidad un continuum lingüístico entre un español guaraní y un guaraní español.
2
Para identificar los estados del proceso desde un criollo “puro” a uno que se ha diluido en la lengua lexificadora se
han acuñado los términos basolectal, mediolectal y acrolectal. La mayoría de los considerados criollos estarían, según
algunos autores, en el estadio mediolectal, con escasos representantes del basolectal.
1
génesis del chabacano, según veremos más adelante. La segunda zona, y la que
concentra actualmente la gran mayoría de los hablantes, se sitúa en el sur del
archipiélago, en la isla de Mindanao; el núcleo fundamental es la ciudad de Zamboanga
(cuya variedad es conocida como zamboangueño) y existen, o han existido hasta fecha
reciente, grupos de hablantes en la ciudad de Davao y en la población de Cotabato.
Esta distribución geográfica tan anómala (las dos zonas están separadas por más
de 900
km)
tiene sin duda una estrecha relación con la génesis y difusión del criollo, cuestión que
abordaremos en el capítulo correspondiente.
El vocabulario del chabacano deriva en su mayoría del español, mientras que las
estructuras gramaticales están tomadas de lenguas indígenas (tagalo, principalmente, y
también el bisaya y el hiligaynón); las distintas variedades del chabacano son, en
general, y según la mayor parte de los testimonios, como mínimo parcialmente
inteligibles entre sí, aunque hay algunas diferencias, incluso gramaticales, notables; la
situación es sin embargo controvertida y fluida, pues en ambas zonas la influencia del
inglés y tagalo son crecientes. Además, la vitalidad de la lengua es muy distinta en
Zamboanga y en el resto de los núcleos de hablantes, cuestión sobre la que nos
detendremos en el último capítulo de este trabajo.
2
gran parte desconocida para la comunidad lingüística. La atención prestada a este
criollo ha crecido, sin embargo, a partir de finales del s. XX, y es hoy un terreno
extremadamente activo de investigación lingüística. Mostraremos a continuación la
evolución de estos estudios, haciendo hincapié en las primeras fases, peor conocidas y a
veces ignoradas.
El primer estudio que trata sobre lo que hoy conocemos como chabacano fue
publicado en 1884 por el eminente lingüista Hugo Schuchardt (1842–1927) con el título
Ueber das Malaiospanische der Philippinen y es el cuarto de una serie, “Kreolische
Studien”, publicada entre 1882 y 1891 que ha hecho a Schuchardt merecedor del título
de pionero de los estudios sobre las lenguas criollas (aunque sea recordado sobre todo
como el gran opositor a los neogramáticos). El estudio de Schuchardt, a pesar de su
escasa extensión (50 páginas) y precaria información de base, es de una gran densidad y
representa una notable aportación, por lo que es sorprendente que haya sido tan
escasamente considerado1. Reseñaremos aquí con cierto detalle su contenido.
En primer lugar, en cuanto al nombre del criollo, hay que resaltar que Schuchardt
en ningún momento utiliza el glotónimo que hoy nos es familiar, sino el de
“Malaiospanische” (en el título), “tagalospanische” (la denominación más frecuente) o
la de “español de cocina”2 o “Küchenspanischen”; también “español de tienda, del
Parian, de trapo” (Schuchardt 1884 : 113). Esto ha contribuido a que algunos autores
(Lipski 2001) cuestionen si su estudio se refiere al chabacano, o más bien a un pidgin,
aunque el estudio de la correspondencia de Schuchardt con Blumentritt, que fue su
principal informante parece descartar esta opinión (Mattes, 2010 : 68).
En segundo lugar, hay que resaltar que Schuchardt trabajó desde Graz, donde
residía, sin viajar a Filipinas, siendo sus fuentes exclusivamente escritas; Schuchart
agradece las aportaciones del mencionado Ferdinand Blumentritt, autor del primer
1
Según Google Scholar, un total de 69 publicaciones citan este estudio. Aunque no se trata de un censo completo, es
una cifra muy baja; además, muchas de ellas son citas de “fondo de bibliografía”, que no entran a analizar ni valorar
el contenido de la obra; únicamente Quilis y Casado (2008) recogen unas conclusiones sumarias y Steinkrüger (2020)
una valoración general, imprecisa, en nuestro criterio; por otro lado Fernández (2010) y Mattes (2010) proporcionan
información historiográfica sobre el contexto en que Schuchardt escribió su obra a través de la correspondencia que
mantuvo con T. Pardo de Tavera y F. Blumentritt, respectivamente. Lamentable es la reseña de Muñoz (1893 : 1842)
en su catálogo de filología castellana (premiado por la Real Academia Española):
El autor colecciona porción considerable de canciones populares, frases y
palabras castellanas modificadas ó desnaturalizadas, cuyo verdadero significado
da á conocer. El trabajo no obedece á ningún plan científico ó didáctico.
Otro indicador del olvido que ha sufrido este estudio es que no hay traducciones del mismo. De hecho, dos
recopilaciones relativamente recientes de ensayos de Schuchardt sobre las lenguas en contacto, que incluyen
traducciones de los mismos al inglés, las de Markey (1979) y Gilbert (1980), omitieron el ensayo que nos ocupa.
2
Esta denominación aparece por primera vez en una de las obras de las que Schuchardt extrae textos: “Al terminar
ellas, un indio empezó á cantar el cundiman, mezclando coplas en español de cocina” (Montero y Vidal, 1876 : 105).
3
diccionario de filipinismos, con el que mantuvo una intensa correspondencia sobre esta
obra, y de Trinidad Pardo de Tavera, nativo de Manila y secretario de la embajada de
Santo Domingo en París, que le proporcionó los textos más completos en “español de
cocina”.
Formación de los tiempos verbales (pasado, presente, futuro) a partir del infinitivo
más partículas (ya, ta, de, respectivamente).
Uso del presente para imperfecto (ta cantando yo cuando ya entrá ele 'yo cantava
cuando entró') y del futuro para el condicional (de debolbé ‘devolvería’).
4
f (inexistente en tagalo) se confunde con p (taripa, Islas Pilifinas).
1
Es justo reconocer que en este punto está hablando de hablantes de “español”, sin precisar si se trata de la lengua
general o de lo que luego llamará “español de cocina”. En el caso de Manila sin duda debía incluir tanto el español
general como el criollo.
2
Transcribimos, traducida por nosotros, dicha nota: En “Visión general de la lengua” en F. Jagor, Viajando por
Filipinas, página 43 y sigs. aparte de Manila, Cavite y Zamboanga, el español solo figura como lengua habitual en el
distrito de Cottabató (en Mindanao). Blumentritt tiene aquí un signo de interrogación en lugar del número de
hispanohablantes, y según me informa por escrito, con 50 españoles, más de 1500 indios y más de 200 chinos (1870),
la lengua española difícilmente tendrá una posición destacada” (Schuchardt, 1884: 111, nota 3).
En el archivo de Schuchardt figura una carta, fechada el 19 de noviembre de 1883, remitida por el jesuita español y
lexicógrafo aficionado Jacinto Juanmartí, residente en Tamontaca, Cotabato, en la que este dice; “Ahora creo que
llegará ya tarde esta que va acompañada de unos dialogos hechos por un vecino de aqui en donde entran los
modismos que estos vecinos usan”. Efectivamente, la carta debió de llegar tarde para que se incluyeran en el estudio
de Schuchardt los copiosos diálogos que se adjuntan, escritos en lo que hoy calificaríamos sin duda de chabacano y
traducidos al español común. Mauro Fernandez ha dedicado un artículo a este asunto: El chabacano de Cotabato: el
documento que Schuchardt no pudo utilizar (2012). Sorprendentemente, no logra identificar al remitente de la carta,
especulando al respecto. http://schuchardt.uni-graz.at/id/letter/1360
3
Hay que tener en cuenta que las obras que cita no siempre son precisas, como muestra que en la obra mencionada se
dice literalmente “Die Bewohner von Zamboanga auf Mindoro sprechen verdorbenes Spanisch“ (Bastian, 1870 :
151), confundiendo la isla de Mindoro con la de Mindanao (Schuchardt sí cita correctamente la ubicación de
Zamboanga).
4
Aunque una versión digitalizada de este documento es también accesible en la Biblioteca Nacional de Filipinas.
5
natal, Cavite (aunque no logra concluir si ambas lenguas son mutuamente inteligibles).
El contenido más interesante es una lista de palabras que no proceden ni del español ni
del tagalo1. Es de destacar que el trabajo tiene un apéndice de Otto Scheerer, en esas
fechas profesor de alemán en la University of Philippines, quien relaciona
correctamente el trabajo con el estudio de Schuchardt (del que entresaca los principales
resultados) y resalta la importancia del estudio de los criollos (“mixed languages”) para
la lingüística; también enumera por primera vez las variantes del todavía innominado
criollo, pues dice que además de la recién descubierta: “The other variations of which so
far more or less details have been recorded, are the Tagalo-Spanish dialects of Manila
(chief among them that of the suburb Ermita) and those of Cavite and Zamboanga”
(Tirona, 1924 : 45)2.
En el mismo año de 1924 está datado The Caviteño Dialect, de Antonio Santos y
Gómez, obra no publicada3; no se dispone de información sobre su autor ni sobre las
circunstancias de la elaboración de ese documento, salvo lo indicado por Whinnom
(1956 : 50) 4. El opúsculo cuenta con una dedicatoria, un prefacio y un cuerpo principal
de 41 páginas (con el título de INTRODUCTION [sic]), que dedica tan solo cinco páginas a
las reflexiones que merecen el severo juicio de Whinnom y las restantes a los textos.
Aparte de alguna afirmación que parece acertada (calcula que el 60% del léxico es de
procedencia española y el resto tagalo, pero observa que esto cambiará probablemente
por la creciente influencia del inglés), el mayor valor del documento son las 36 páginas
de textos que aporta, y que fueron aprovechadas por Whinnom, según indicamos más
adelante.
Casi una década después, aparece una obra que parece ser de más enjundia, The
Spanish dialect of Cavite (1933), de Alfredo Germán (no publicada). A pesar de que es
cita común en los estudios sobre el chabacano, nos ha sido imposible acceder a su
2
Añade que el dialecto de Ermita ha alcanzado un cierto estatus literario por haber aparecido una novelita en dicha
lengua Na maldita arena de Jesús Balmori, publicada en Philippines Review en abril de 2017.
3
La Biblioteca Nacional de Filipinas permite el acceso a una versión digitalizada de este escrito.
4
“Another and earlier thesis, also for the M.A. degree, is Antonio Santos y Gomez's 'Caviteño Dialect' of 1924,
which is no. 448 in volume XII of the Beyer collection of Tagalog Papers. This work consists, of a brief account of
the origin of the dialect, which makes no mention of Ternateño, and is largely imaginative; a brief and totally
unscientific account of some of its phonetic features (thus vos is derived from vosotros, and binia < ven ya is
'explained': v becomes b, e becomes i, y becomes i); a sketch of the grammar with which I am compelled to disagree
(see Grammar, passim); and a series of texts, exceedingly sparsely annotated, which are quite its most valuable
feature”.
Añadiremos por nuestra cuenta que el nivel de formación lingüística del autor debió ser precario, atendiendo a lo
dicho por Whinnom y afirmaciones como la que sigue: “French, German [sic], Spanish, Italian and other modern
languages are the results of the fusion of the classic Latin with all the different dialects of the barbaric tribes that
share in the spoil of the great Roman empire during the Dark ages” .
6
contenido y de nuevo son escasas las fuentes que proporcionan algún detalle, como
Whinnom:
Probably the most thorough piece of work on the Caviteño dialect to date is a thesis for the
Master's degree at the University of the Philippines written by Alfredo German, a native of San
Roque, in 1933. All but one of the copies of this work were lost during the war, and the
survival copy could not be traced when I was in Manila. It consists of 400 folio pages: Part I
deals with the grammar, Part II is a vocabulary, and Part III is an anthology of about eleven
pieces. Leon. M. Guerrero translated two poems of Rizal into Caviteño for inclusion in the
anthology.
Tras otras dos décadas de sequía, en la segunda mitad del siglo XX se produce
una notable proliferación de publicaciones, que tienen además ya un perfil netamente
científico.
7
Molucas1, posteriormente relexificado desde el español. Volveremos sobre este asunto
en el apartado dedicado a los orígenes del chabacano, pero adelantamos que su tesis fue
aceptada casi universalmente hasta fecha reciente y utilizada como un axioma en el
estudio del chabacano.
De los primeros estudios que siguieron al de Whinnom, uno de los más citados es
Lexical Origins and Semantic Structures in Philippine Creole Spanish (1971) de
Charles Frake2. Incluye una breve pero densa historia del chabacano, con coherencia en
los hechos históricos e información estadística más actualizada. Aunque el objetivo del
estudio es establecer la singularidad del zamboangueño entre los dialectos de PCS, hace
referencia a problemas generales de las lenguas en contacto y los criollos. Identifica las
fuentes del léxico no español; interpreta la distribución de formas no españolas como
marcadas semánticamente y no marcadas estilísticamente, y compara la estructura
semántica del zamboangueño con las de sus fuentes (español y otros). Es llamativo que
no cita ninguno de los estudios que hemos comentado hasta ahora, con excepción del de
Whinnom.
Hasta los años 80 no aparecen los primeros estudios realizados por hispanistas,
destacando la figura de John Lipski, quien, tras una visita a Cavite y Ternate en 1985,
ha producido multitud de trabajos sobre el español en Filipinas El tema fundamental de
sus publicaciones gira en torno a los aspectos sociohistóricos y sociológicos de la
situación del español en Filipinas y el chabacano (Lipski 1985, 1987a, 1987b, 1987c,
1987d, 1988, 2001a, 2001b, 2002) pero también ha publicado estudios sobre la
1
Inmediatamente viene a la mente la obra de Tomás Tirona. Los hechos históricos que recoge Whinnom son
esencialmente los mismos que citó Tirona, aunque no es menos cierto que la elaboración lingüística de los mismos es
completamente original de Whinnom. En cualquier caso, este, que conoce y comenta la obra de Santos y Gómez y la
de German, no cita en ningún momento a Tirona (ni trata sobre el dialecto Ternateño). Más sorprendente aún es que
siendo un lingüista profesional no incluya la más mínima referencia a la obra de Schuchardt.
2
Como puede verse, Franke introduce un nuevo sintagma para referirse al chabacano, y lo justifica en una nota: “This
label for the language is composed according to principles suggested by Hockett 1958: 424.” (Frake 1971 : 273). Esta
denominación, abreviada como PCS, fue ampliamente utilizada en las publicaciones en inglés hasta fecha reciente.
También aparece aquí, por primera vez en una obra académica, la denominación chabacano: “Philippine Creole
Spanish (PCS) known in the Philippines as Chabacano” (Frake, 1971 : 253).
8
estructura interna de este criollo, como el dedicado a los sujetos elididos (Lipski 1994) o
una caracterización gramatical del zamboangueño (Lipski y Santoro 2007).
Por último, aunque en los últimos años del s. XX se publicaron bastantes obras,
hay que destacar especialmente la primera obra lexicográfica completa sobre el
chabacano1, A composite dictionary of Philippine creole Spanish (1989), de Riego de
Dios.
Resalta en primer lugar la labor del lingüista español Mauro Fernández, director
del Instituto Cervantes de Manila entre 1998 y 2000, que se ha dedicado intensamente
desde entonces al chabacano. El foco de sus investigaciones es el origen del
zamboangueño (Fernández 2006, 2011, 2017; Fernández y Sippola 2018) y diversas
características gramaticales de este, como las partículas del discurso (Vázquez y
Fernández 2006), la marcación de objetos (Fernández 2007) y las interrogativas
indirectas (Fernández 2008); recientemente ha publicado la edición con anotaciones del
primer vocabulario de zamboangueño (Fernández 2020). Comentaremos en el capítulo
siguiente su cuestionamiento de las tesis de Whinnom sobre la génesis del chabacano.
1
Con anterioridad existían únicamente obras de alcance muy limitado: el vocabulario de aproximadamente 3000
palabras del ternateño de Ocampo (1947), la sección de vocabulario y notas ya comentada de Whinnom (1956); el
glosario de 2000 palabras del zamboangueño de Forman (1972), y los contenidos de algunas secciones de Mc
Kaughan's 'Notes on Chabacano Grammar' (1954). El de Camins (1988) es una obra lexicográfica también valiosa,
pero cubre tan solo el zamboangueño.
9
Sippola 2018) y con Lesho en alguno de carácter sociolingüístico (Sippola y Lesho
2020).
Como hemos anticipado, la primera tesis elaborada sobre el origen del chabacano
la proporciona Whinnom (1956). En su opinión, la fuente última de este se halla no en
las Filipinas, sino en las Molucas, en la isla de Ternate. Parte del hecho histórico de que
200 familias, que según los textos de la época hablaban una lengua propia, fueron
evacuados de Ternate a Manila a mediados del siglo XVII, cuando los españoles
decidieron abandonar la guarnición allí emplazada para reforzar las defensas de Manila,
amenazada por el pirata chino Koxinga. Durante el siglo XVI la isla de Ternate había
estado bajo dominio portugués, aunque en algunos periodos el sultanato local había
logrado expulsar a los portugueses, y desde 1599 estaba en manos holandesas. La isla
pasó a manos de los españoles en 1606, pero en 1655, por la mencionada amenaza
china, se decidió abandonar las Molucas. En ese periodo turbulento, entre 1606 y 1658,
sitúa Whinnom la conformación del criollo que luego viajaría hasta Filipinas; partiendo
del hecho comprobado de que el portugués (o un pidgin del portugués) era la lengua
franca para el comercio en el Índico durante los siglos XVI y XVII, propone la idea de
que cuando se estableció la guarnición española se debió encontrar una pequeña
comunidad ya cristianizada, que hablaría (además de su lengua nativa) un pidgin
portugués, y que recibiría con los brazos abiertos a los españoles, ante la permanente
amenaza musulmana. Whinnom reconoce la formación de un criollo en tan solo dos
generaciones es difícil sin un contacto íntimo, por lo que postula los matrimonios
mixtos, entre soldados semianalfabetos (muchos ya mestizos, provenientes de México)
y mujeres nativas, cuyos hijos crecerían oyendo el lenguaje que sus padres utilizaban
para entenderse entre sí. Se desarrollaría así un pidgin del español con un pidgin previo
10
malayo-portugués. La criollización se habría completado para el momento en el que se
produjo la evacuación y este criollo no sería muy distinto del posterior ermitaño o
caviteño, aunque carecería de los elementos tagalos (que se incorporarían
posteriormente) y tendría, por el contrario, más elementos portugueses.
11
hasta la llegada del s. XX, registrándose en 1900 la llegada una importante colonia
procedente de Zamboanga.
4.1 Fonética
4.1.1 Fonemas vocálicos
Los fonemas vocálicos son los mismos del español, aunque los fonemas medios
tienden a cerrarse en posición pretónica (/e/ > /i/, /o/ > /u/): amula < ‘amolar’.
Los fonemas oclusivos sonoros (b/, /d/, /g/) presentan normalmente alófonos
oclusivos, aunque esporádicamente se fricativizan: pega [pegá] ‘pegar’; ruba [ruβá]
‘robar’. El fonema /d/ se pierde frecuentemente en final de palabra: usted [usté]. En la
terminación -ado se pierde casi siempre, cerrándose la vocal: arau ‘arado’.
La africada se realiza alternativamente como [t͡s] y como [t͡ʃ]: pecho [t͡s] [pet͡so]
~[pet͡ʃo].
13
El fonema /ɾ/ español en posición final de palabra se pierde siempre en los
infinitivos y frecuentemente en el resto de las palabras; en este último caso suele
aparecer en su lugar una oclusión glotal: mar [máʔ].
4.1.8 El acento
El acento puede tener función contrastiva, como en español y las lenguas
autóctonas: /amá/ ‘amar’ - /ama/ ‘ama’. La mayoría de las palabras proparoxítonas del
español se han mantenido como tales, en general: titulo [título], pero hay excepciones:
cómico [komíko].
4.2 Morfosintaxis
4.2.1 El artículo
Por influencia de las lenguas autóctonas, es invariable en género y número, solo
existen las formas el y un. Se utiliza la contracción del: debajo del olas ‘debajo de las
olas’.
La partícula lo del español se suele sustituir por cosa: no sabe yo cosa le quiere
hablá ‘no sé lo que quiere decir’, pero en la sustantivación de adjetivos se sustituye por
el: el bueno de ese maestra kay ta enseña bien ‘lo bueno de esa maestra es que enseña
bien’.
4.2.2 Género
El chabacano, adoptó las palabras con el mismo género del español, en general.
En el caso de referentes animados puede añadirse macho o hembra, que funciona como
morfema de género: el caballo hembra (en vez de yegua). En estos casos, el término
marcado es el femenino
4.2.3 Número
La formación del número es heterogénea. Unas veces, funciona como en español:
plor-plores. Otras, se utiliza el morfema de plural autóctono, mga, realizado
preferentemente como /mána/ mana en las variedades de la Bahía de Manila o como
14
/magá/ maga en las de Mindanao: el mana compañera (las compañeras). En ocasiones,
se combinan los dos procedimientos: su mana pulseras (sus pulseras).
4.2.4 El adjetivo
El adjetivo de origen español es invariable en género y número, al igual que en las
lenguas autóctonas y siempre se usa en masculino singular: el maga escuela limplio ‘las
escuelas están limpias’. Algunos, por estar lexicalizados, mantienen la forma femenina:
el Vilgen Santísima por La Virgen Santísima, o guapa. También suelen tener las dos
terminaciones del español algunos adjetivos como ladrón/ladrona.
Para el superlativo relativo el caviteño utiliza la forma tagala pinaka ‘el más, la
más’ ante el adjetivo: pinaka pobri ‘el más pobre’. El zamboangueño utiliza la
construcción «mas + adjetivo + ya gayot de todo»: Pilar mas guapa gayot de todo ‘Pilar
es la más guapa’.
1
En ternateño, mihotra.
15
informal, evos o vos para dirigirse a alguien de la misma posición social o inferior; evos
se usa cuando precede al verbo o al adjetivo, vos cuando se pospone. De forma similar,
ele se usa antepuesto y le pospuesto. Los plurales son préstamos de las lenguas
autóctonas: kamé excluye a la persona a la que hablamos; kitá la incluye.
El infinitivo es la forma española con pérdida de la [-ɾ]: vola por ‘volar’, siendo la
forma verbal resultante oxítona.
El participio es el mismo del español y se usa de dos formas: (a) los que acaban en
-ado, por medio de la terminación -au (< esp. -ado): acabau el piesta, ya bolbe kame
‘terminada la fiesta, regresamos’ (b) Utilizando el participio español con el morfema ya
pospuesto: abierto ya el puerta ‘la puerta está abierta’.
16
• el imperativo se forma con el infinitivo, posponiendo el pronombre si es
afirmativo, y anteponiéndolo, si es negativo: cantá kitá (cantemos), no kitá
cantá (no cantemos).
4.2.7 Adverbio
En chabacano (como en las lenguas de sustrato) tiene la misma forma que su
adjetivo correspondiente: tu clava bueno el vista ‘la miró fijamente’, donde bueno es
‘bien’. La intensificación se realiza de formas similares a las indicadas para el adjetivo.
1
Los recuentos para conocer el léxico español utilizado en las hablas chabacanas los hemos hecho sobre datos
procedentes de nuestros materiales, excepto el texto procedente de Ermita y los datos del chabacano de Cotabato”. El
texto de Ermita no es otro que de Jesús Balmori Na maldita arena, de 1844 palabras, que ya utilizara Schuchardt.
Aparentemente se trataría de una colección heterogénea de textos incluidos en la misma obra (pp. 585-640), algunos
de ellos traducidos al español y otros transcritos fonéticamente.
2
Aunque matiza que “la repetición de partículas y morfemas tomados de las lenguas indígenas, aunque no muy
numerosas, da origen a un porcentaje relativamente alto, el 6%” (Quilis, 1995 : 298).
17
En otra línea, señalan una cierta presencia de términos procedentes de
Hispanoamérica (sin duda, México): anona, atole, batea, camote, chongo, etc.
Otras fuentes como Lesho (2013) o Lipski (2001), aunque no proporcionan datos
estadísticos precisos, reducen el peso del léxico hispano, por considerar que se ha
incorporado un significativo número de préstamos del inglés.
1
Las estimaciones más recientes (2013) hablan de unos 3 000 hablantes, tanto en Ternate como en la ciudad de
Cavite, aunque hay que tener en cuenta que en Ternate representan el 22% de la población y en la ciudad de Cavite
tan solo el 3%. Al menos hasta hace una década en Cavite ha habido grupos como la Asociacion Chabacano del
Ciudad de Cavite, que han promovido iniciativas como la elaboración de un diccionario chacabano-inglés-tagalo y
otras actividades de difusión del chabacano. Los resultados parecen sin embargo modestos y la actividad
languideciente. Curiosamente (o quizás precisamente ante la inminencia de la desaparición de esta variedad del
chabacano) en la última época se han elaborado estudios académicos numerosos y de gran rigor científico sobre las
variedades ternateña y caviteña, incluyendo las tesis doctorales de Sippola (2012), Lescho (2013) y Pérez (2015).
2
Tan viva como dan a entender estas palabras de Carlos Madrid, anterior director del Instituto Cervantes de Manila
“en toda la península de Zamboanga, en cuyos pueblos pequeños y barangáis cercanos a la ciudad de Zamboanga los
candidatos a las elecciones municipales debían aprender el chabacano para ser considerados dignos del puesto al que
optaban, como el autor de estas líneas tuvo ocasión de comprobar en 2005”. Recuperado de
https://cvc.cervantes.es/lengua/iecibe/08_madrid.htm.
3
Utilizando como argumento la proximidad del chabacano al español, se intenta atraer a estudiantes de ELE, así
como inversiones en centro de llamadas (que encuentran dificultades para cubrir puestos que requieran hablantes de
español) y promover un turismo característico y único.
18
del idioma, las autoridades locales impulsaron la elaboración de una ortografía uniforme
(2014), así como la publicación de una gramática básica, varias colecciones de textos,
libros para niños, e incluso un diccionario normativo publicado a finales del 2018. Por
otra parte, el Ministerio de Educación de Filipinas reinstauró en 2012 un programa de
educación basado en la enseñanza en lenguas maternas, siendo el chabacano uno de los
idiomas beneficiarios, por lo que se utiliza el chabacano como lengua vehicular durante
los tres primeros cursos de escolarización. Fruto de estos esfuerzos, se han publicado en
los últimos años algunas obras literarias (como una traducción de El principito), aunque
todavía a un nivel muy modesto para la vitalidad del idioma. El espacio en los medios
de comunicación (radio y tv) también es muy limitado.
6 CONCLUSIONES
19
BIBLIOGRAFÍA
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Chabacano: Two unknown mid-19th century texts. Journal of Pidgin and Creole
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