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Aquí el discurso integro:

Fecha 18 de Julio de 2007.

Quiero iniciar estas palabras agradeciendo desde mi


alma en primer lugar a Dios Todopoderoso y Eterno,
por haberme concedido el privilegio de servirle en
grande desde esta posición, estando protegido por su
mano poderosísima, y a todas las personas que con su
apoyo, trabajo, dedicación e intercambio coadyuvaron
a llevar a feliz conclusión mi gestión al frente de este
Ministerio. Agradezco al Señor Presidente por la
confianza que depositó en mí al asignarme esta
responsabilidad, a usted, mi amistad y sentimientos de
afecto. Especial mención merecen mis dilectos
compañeros de armas, que conformaron en mi entorno
un equipo, sin cuyo aporte invalorable el resultado
exitoso de nuestra labor diaria hubiese sido imposible,
a ellos mi eterna gratitud y mi amistad por siempre,
cualquiera sea la trinchera que ocupe. Hoy me sucede
por designios del Altísimo, a cuya voluntad me acojo
mansamente, y decisión de la superioridad, el Señor
General en Jefe Gustavo Rangel Briceño, compañero y
amigo de quien conozco entre otras virtudes sus
arraigados principios religiosos, que le servirán de
férreo soporte durante su tránsito por este cargo. A
usted mis mejores deseos y que Dios le guíe e ilumine
en todas sus decisiones. Me ha correspondido el honor
de ejercer el cargo de Ministro del Poder Popular para
la Defensa, posición que obliga a quien la ocupe, por
principio y por ley, a mostrar su pensamiento frente al
ejercicio direccional de los hombres y la estrategia
política del Estado, de cara al futuro para que el
ciudadano de nuestra Nación, hoy en tránsito político
social inédito, conozca del profesionalismo de su
accionar y, en consecuencia, sienta el descanso y
reposo que le merezca al comprobar la decisión de
apego del jefe militar a la institucionalidad del Estado
venezolano, conservando la disciplina, la obediencia y
la subordinación, pilares fundamentales de nuestra
institución, con el ejemplo y la preservación de los
valores de nuestros integrantes.

Cuando digo que nos encontramos en un tránsito


inédito, que en los órdenes político y social está
atravesando nuestra Nación, entre otras cosas, me
refiero al proceso de construcción de un nuevo modelo
político, económico y social al cual hemos denominado
Socialismo del Siglo XXI. El término Socialismo
lamentablemente no tiene un significado uniforme y
homogéneo para todo el que de él habla y de allí quizás
la incertidumbre e inquietud que se generan en algunos
sectores de la vida nacional cuando siquiera se le
menciona. El llamado del Señor Presidente Hugo
Chávez a construir el Socialismo del Siglo XXI, implica
la necesidad imperiosa y urgente de formalizar un
modelo teórico propio y autóctono de Socialismo que
esté acorde a nuestro contexto histórico, social,
cultural y político. Hay que admitir que este modelo
teórico hasta los momentos, ni existe ni ha sido
formulado y estimo que mientras esto sea así,
persistirá la incertidumbre en algunos de nuestros
grupos sociales. Como he dicho en otro lado, debemos
“inventar” el Socialismo del Siglo XXI sí, pero no de
manera desordenada y caótica, sino valiéndonos de las
herramientas y el marco de referencia que nos da la
ciencia. Debemos inventar nuestro modelo propio con
lógica, con método, con orden, en fin con ciencia. En el
Aló Presidente del 27 de marzo de 2005, el Señor
Presidente Chávez indicó, cito: “el Socialismo de
Venezuela se construiría en concordancia con las ideas
originales de Carlos Marx y Federico Engels” fin de la
cita. Reiterando lo que al respecto he mencionado en
una oportunidad anterior, si la base para la
construcción del Socialismo del Siglo XXI es una teoría
científica de la talla de la de Marx y Engels, lo que
construyamos sobre ella no puede serlo menos, so
pena de que la estructura construida no pase a ser más
que una humilde choza, levantada sobre los cimientos
de un rascacielos.

Mucho se ha escuchado en tiempos recientes, a


algunos teóricos que quieren dar su aporte a la
construcción de un modelo socialista propiamente
venezolano, sobre lo inconveniente que sería repetir
los errores cometidos en los países del llamado
“socialismo realmente existente”, entre ellos, la extinta
Unión Soviética. Sin embargo, estimo que los errores
que estos teóricos señalan, se quedan única y
exclusivamente en lo concerniente a las fallas de orden
político del modelo soviético, por ejemplo, en cuanto a
la relación entre el partido revolucionario y el Estado y
entre el partido y el pueblo, o en el peligro de cometer
los errores del Partido Comunista de la Unión
Soviética, el cual se convirtió en una organización que
sustituyó y desplazó a la sociedad y que al final
terminó siendo manejada por el Comité Central del
partido. En el orden político, nuestro modelo de
socialismo debe ser profundamente democrático. Debe
dilucidar de una vez por todas que un régimen de
producción socialista no es incompatible con un
sistema político profundamente democrático, con
contrapesos y división de poderes. En este aspecto
considero que sí deberíamos apartarnos de la
ortodoxia marxista que considera que la democracia
con división de poderes es solamente un instrumento
de dominación burguesa. Como bien lo señaló nuestro
Presidente Hugo Chávez en una entrevista concedida a
Manuel Cabieses, Director de la revista Punto Final:

Cito: “En la línea política uno de los factores


determinantes del Socialismo del Siglo XXI debe ser la
democracia participativa y protagónica. El poder
popular. Hay que centrar todo en el pueblo, el partido
debe estar subordinado al pueblo. No al revés” fin de la
cita. Sin embargo no son solo los de orden político los
únicos errores que deberían considerarse. No debemos
olvidar algo fundamental: El socialismo es, en sentido
estricto, un sistema de producción económica, tal
como el capitalismo al que debe sustituir es también un
sistema de producción económica. También se
cometieron errores de índole económica en los países
del socialismo real. Contra estos también hay que estar
en guardia, para no repetirlos. Los errores económicos
de estos países del socialismo real como la URSS,
incluyen la insuficiente generación de riqueza, ya que a
pesar de haber logrado una industrialización acelerada,
de tener una economía centralmente planificada y de
los planes quinquenales, la economía soviética no
pudo ser rentable, no pudo generar la riqueza
necesaria para mantener confortablemente a su pueblo.
Una de las grandes paradojas y contradicciones de la
economía soviética se refleja en el hecho de que esta
nación llegó a depender de las importaciones de trigo,
precisamente provenientes de su archienemigo durante
la Guerra Fría, los Estados Unidos de Norte América,
para poder alimentar a su población; como ejemplo de
ello tenemos que en 1979 el gobierno norteamericano
envió a la Unión Soviética 25 millones de toneladas de
maíz y trigo. La URSS no pudo dar el salto definitivo
hacia adelante para alcanzar los niveles de eficacia en
la generación de riqueza de sus competidores
capitalistas, a pesar de que logró notables avances en
materia social, educación, deporte, salud, arte, etc.
Ciertamente no queremos repetir estos errores
tampoco.

No podemos permitir que nuestro sistema se


transforme en un Capitalismo de Estado, donde sea el
Estado el único dueño de los grandes medios de
producción. Un país puede cometer el error de
nominalmente llamarse socialista y en realidad
practicar un capitalismo de Estado. Durante un tiempo
y después de la etapa conocida como comunismo de
guerra, la Unión Soviética aún llamándose una
República Socialista, practicó el Capitalismo de Estado
a instancias del propio Lenin. En ese tiempo, entre los
años 1921 y 1927 etapa que se conoce como “Nueva
Política Económica”, se justificó tal acción alegando
los errores económicos del llamado comunismo de
guerra y que llevaron a la rebelión de Kromstadt y a
otros acontecimientos que casi liquidan a la
Revolución Bolchevique. Este período de “comunismo
de guerra” que se extiende de 1917 a 1921, se
caracterizó sobre todo por el fracaso: fracaso en la
agricultura y fracaso en la actividad industrial. La
política de nacionalización total de todas las empresas
agrícolas, industriales y comerciales crea entre el
gobierno y la población graves malentendidos y un
descontento que desembocan en la anarquía, el
hambre y la rebelión anticomunista. Los precios suben
verticalmente, mientras que la producción se hunde y
la moneda se desvaloriza y deja de ser un medio
normal de cambio.

La producción agrícola es una tercera parte de su


volumen en 1913; la producción industrial corresponde
al 13% de su nivel en 1913 y el tráfico ferroviario al
12%. Se estima que en 1921 mueren de hambre 5
millones de personas en la Unión Soviética. El
comunismo de guerra dejó la enseñanza de que no se
pueden implantar cambios bruscos en el sistema
económico, es decir abolición a rajatabla de la
propiedad privada y la socialización brutal de los
medios de producción sin que esto repercuta
negativamente en la producción de bienes y servicios y
sin que concomitantemente se genere un descontento
generalizado en la población. Lenin acuñó el término
“Capitalismo de Estado” para referirse a lo que él
consideraba era la fase de transición ideal entre el
capitalismo y el socialismo. Esto significó una
coexistencia por un período de 7 años del capitalismo
con el socialismo. Se permitió la propiedad privada de
medios de producción pequeños y medianos; sin
embargo, el Estado se reservó para sí los grandes
medios de producción. Se mantuvo nacionalizada la
banca, pero se dejó el comercio en manos privadas y
se permitió la venta de los productos a los precios que
fijara el mercado. Uno de los atractivos que siempre ha
ejercido el socialismo clásico, es la idea subyacente de
que un sistema socialista debe poder realizar un
reparto más equitativo y justo de la riqueza que uno
capitalista, en donde las inmensas desigualdades son
la orden del día. Pero no debemos olvidar algo que
quizás por evidente muchas veces obviamos. Antes de
repartir la riqueza hay que generarla.

No se puede repartir algo que no existe. Esa fórmula no


se ha inventado. El modelo de socialismo que
desarrollemos debe ser tal, que nos muestre el camino
socialista hacia la producción y generación de riqueza
primero y luego permita un reparto equitativo de la
misma entre quienes la generaron, o como diría Marx,
cito: “a cada quien según su capacidad y a cada quien
según su necesidad” fin de la cita. Para que el modelo
socialista que nos planteemos tenga éxito, este debe
encontrar las maneras de hacernos a los venezolanos
más productivos. En el pasado, durante la IV
República, los gobiernos emplearon la riqueza excesiva
generada por el “boom” petrolero para financiar todo
tipo de ayudas económicas y subsidios. Numerosos
venezolanos llegaron a depender enteramente de la
ayuda oficial. En vez de enseñarle a los venezolanos
cómo generar riqueza a través del trabajo y el esfuerzo,
se les enseñó a pedirle ayuda al gobierno de turno.
Cuando el boom petrolero terminó, el Estado se
encontró súbitamente sin los fondos para continuar
subsidiando la economía nacional. Fue entonces
cuando el país se sumergió en la crisis, la peor en toda
la historia venezolana.

Nuestro modelo de socialismo debe y tiene que evitar


la repetición de estos errores. Necesitamos aprender
de los errores cometidos durante las últimas cuatro
décadas y evitar repetirlos Como el llamado de nuestro
Presidente a construir e inventar el Socialismo del
Siglo XXI ha estado acompañado también de algunas
líneas y directrices, tales como aquella de que nuestro
modelo debe y tiene que ser profundamente cristiano,
basado en las ideas de justicia social de Cristo El
Redentor, considero pertinente citar un pasaje del
Evangelio que ilustra bien lo que Nuestro Señor Jesús
pensaba respecto de la generación y reparto de la
riqueza. Es la conocida parábola de los talentos que se
encuentra en el evangelio según San Mateo capítulo 25
versículos 14 al 30. Dice allí Jesús: Cito “El Reino de
los Cielos es también como un hombre que, al salir de
viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A
uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un
tercero, a cada uno según su capacidad; y después
partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos,
fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la
misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos pero
el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero
de su señor. Después de un largo tiempo, llegó el señor
y arregló las cuentas con sus servidores. Fin de la cita
En esto, Jesucristo, va abiertamente en contra del
concepto absolutista de la propiedad que privaba por
aquel entonces y que al parecer algunos todavía
sostienen: El que uno puede hacer con la propiedad lo
que se le antoje; esto es contradicho abiertamente
según nuestro señor Jesús por la obligación de rendir
cuentas, según el uso de los bienes morales,
intelectuales y materiales. Y la rendición de cuentas
implica un castigo muy duro. El evangelio continúa
diciendo: El que había recibido los cinco talentos se
adelantó y le presentó otros cinco. «Señor, le dijo, me
has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco
que he ganado». Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo
su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te
encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de
tu señor». Llegó luego el que había recibido dos
talentos y le dijo: “Señor, me has confiado dos
talentos: aquí están los otros dos que he ganado».
«Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste
fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra
a participar del gozo de tu señor». A cada quien se le
exigió según sus capacidades. A cada quien según sus
talentos. A cada quien según los bienes que había
recibido. No podía exigírsele igual a quien recibió 5 que
a quien recibió 2.

Las obligaciones de los seres humanos no son


equiparables, nuestra responsabilidad, aunque de la
misma naturaleza, no es igual para unos que para
otros. A quien mucho se le ha dado, mucho se le
exigirá. Por último, Jesucristo condena en este
Evangelio, en forma clara y llana, el atesoramiento.
Cuando dice San Mateo: Llegó luego el que había
recibido un solo talento. «Señor, le dijo, sé que eres un
hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y
recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y
fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!». Pero el
señor le respondió: «Servidor malo y perezoso, si
sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo
donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el
dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera
recuperado con intereses. Quítenle el talento para
dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le
dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará
aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este
servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes A
quien poco se le dio, poco se le exigió. Pero si aún si
ese poco no lo cumple, son para él «las tinieblas».
El infierno es en el Evangelio, el castigo inexorable
para quien teniendo la posibilidad no produce; para
quien teniendo la aptitud, no la usa; para quien, siendo
pobre porque poco se le ha dado, no utiliza lo poco que
tiene en bien de los demás. Para poder conseguir la
meta de generar riqueza de manera diferente al modelo
capitalista, nuestro socialismo debe “hacer pueblo”, ya
que como lo dijo el maestro Simón Rodríguez: “No
puede haber República sin pueblo”. Para hacer pueblo,
Simón Rodríguez sugería la implementación de lo que
él llamaba de manera visionaria la “Educación Social”.
Afirmaba el Maestro Simón Rodríguez en 1828: Cito:
“Las costumbres que forma una Educación Social
producen una autoridad pública, no una autoridad
personal; una autoridad sostenida por la voluntad de
todos, no la voluntad de uno solo, convertida en
Autoridad o de otro modo, la autoridad se forma en la
educación, porque educar es crear voluntades. Se
desarrolla en las costumbres que son efectos
necesarios de la educación y vuelve a la educación por
la tendencia de los efectos a reproducir la autoridad. Es
una circulación del espíritu de Unión entre socios,
como lo es la de la sangre en el cuerpo de cada
individuo asociado pero la circulación empieza por la
vida”. Fin de la cita. Nuestro modelo Socialista debe
romper con la mala costumbre del pasado de enseñarle
derechos al pueblo, pero no deberes. Nuestro modelo
Socialista debe enseñarle al pueblo lo que tiene que
hacer para poder obtener lo que no tiene. Nuestro
modelo socialista debe enseñarle al pueblo que las
cosas no aparecen por arte de magia, sino que hay que
obtenerlas a base de esfuerzo y trabajo. Esa debe ser la
tarea de la verdadera educación social, que permita
formar al republicano que necesitamos para conseguir
todo el potencial del cual es capaz esta tierra
venezolana de gracia, tan amada, tan bendecida y
protegida por Dios. En ese sentido, la Fuerza Armada
puede aportar mucho a la construcción del modelo, ya
que en la institución armada la ecuación siempre ha
sido inversa, puesto que hemos aprendido y practicado
que nuestros deberes están en primera línea de
importancia. Es el cumplimiento de los deberes uno de
los componentes de mayor ponderación en la vida del
soldado. Incluso, podemos afirmar que en los últimos
años y sobre todo con la aprobación popular de la
Constitución de 1999, nuestros deberes y
responsabilidades se han incrementado, ya que
además de los tradicionales, inherentes a la seguridad
y defensa de la nación y a la cooperación en el
mantenimiento del orden interno, se ha añadido el de la
participación activa de la Fuerza Armada en el
desarrollo nacional.

Esta última misión la hemos venido cumpliendo


fielmente y a cabalidad y es una honra para la
institución el ser tomada en cuenta para llevarla a
cabo; sin embargo, apreciamos que es necesario que
se afinen los instrumentos legales que la regulan, y que
le permitan a la FAN atender con mayor eficiencia
administrativa, operativa y financiera esta labor. El
pueblo venezolano les dio a los militares venezolanos
un mandato claro en el artículo 328 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela. Ahí el pueblo
venezolano nos dio, hablando en términos militares,
“una finalidad”, “un para qué”; que se traduce en
garantizar la independencia y la soberanía de la nación,
y asegurar la integridad del espacio geográfico. El
pueblo venezolano también nos dio “un cómo” a los
integrantes de la Fuerza Armada Nacional, a través del
ejercicio de tres misiones fundamentales: la defensa
militar, la cooperación en el mantenimiento del orden
interno y la participación activa en el desarrollo
nacional. Son tres misiones que deben estar en un
perfecto equilibrio dinámico, y de ellas se desprende
que el pueblo venezolano nos asignó el patrimonio de
custodiar las armas de la República para defender sus
intereses y ser administradores de la violencia legal y
legítima del Estado. Pero más que administradores de
la violencia, debemos ser propulsores y mantenedores
de la paz, y generadores de sosiego y sendero cierto
hacia el desarrollo de nuestro pueblo. Invoco las
palabras pronunciadas por el Papa Juan Pablo II El
Grande, El Peregrino de la Paz, de feliz e imborrable
memoria. Cito: “En un dilatado clima de concordia y
respeto de la justicia puede madurar una auténtica
cultura de paz, capaz de extenderse también a la
comunidad internacional” (Discurso pronunciado al
Cuerpo Diplomático, Enero 1997) Y navegando en las
páginas del Concilio Vaticano II, encontrándonos en la
Gaudium et spest (alegría y esperanza), cito: “La paz
no es la mera ausencia de la guerra ni se reduce al solo
equilibrio de la fuerza adversaria, sino que es el fruto
del orden plantado en la sociedad humana por su
divino fundador y que los hombres sedientos de una
perfecta justicia deberán llevar a cabo”.

La Fuerza Armada Nacional debe ser un instrumento de


poder para la democracia política, la paz y el desarrollo,
cuya actuación se enmarca en el reto que demandan la
voluntad nacional y el liderazgo, con miras a la
reivindicación de instituciones y procedimientos en
beneficio del colectivo nacional. Desde ahora se
impone un tiempo de reflexión, a este humilde soldado
de infantería paracaidista. Estos son los siete
principios que rigen el Código de Bushido, la guía
moral de la mayoría de Samurais. Sed fieles a él y
vuestro honor crecerá. Rompedlo y vuestro nombre
será denostado por las generaciones venideras.

Aquí el discurso integro:

Fecha 18 de Julio de 2007.


Quiero iniciar estas palabras agradeciendo desde mi
alma en primer lugar a Dios Todopoderoso y Eterno,
por haberme concedido el privilegio de servirle en
grande desde esta posición, estando protegido por su
mano poderosísima, y a todas las personas que con su
apoyo, trabajo, dedicación e intercambio coadyuvaron
a llevar a feliz conclusión mi gestión al frente de este
Ministerio. Agradezco al Señor Presidente por la
confianza que depositó en mí al asignarme esta
responsabilidad, a usted, mi amistad y sentimientos de
afecto. Especial mención merecen mis dilectos
compañeros de armas, que conformaron en mi entorno
un equipo, sin cuyo aporte invalorable el resultado
exitoso de nuestra labor diaria hubiese sido imposible,
a ellos mi eterna gratitud y mi amistad por siempre,
cualquiera sea la trinchera que ocupe. Hoy me sucede
por designios del Altísimo, a cuya voluntad me acojo
mansamente, y decisión de la superioridad, el Señor
General en Jefe Gustavo Rangel Briceño, compañero y
amigo de quien conozco entre otras virtudes sus
arraigados principios religiosos, que le servirán de
férreo soporte durante su tránsito por este cargo. A
usted mis mejores deseos y que Dios le guíe e ilumine
en todas sus decisiones. Me ha correspondido el honor
de ejercer el cargo de Ministro del Poder Popular para
la Defensa, posición que obliga a quien la ocupe, por
principio y por ley, a mostrar su pensamiento frente al
ejercicio direccional de los hombres y la estrategia
política del Estado, de cara al futuro para que el
ciudadano de nuestra Nación, hoy en tránsito político
social inédito, conozca del profesionalismo de su
accionar y, en consecuencia, sienta el descanso y
reposo que le merezca al comprobar la decisión de
apego del jefe militar a la institucionalidad del Estado
venezolano, conservando la disciplina, la obediencia y
la subordinación, pilares fundamentales de nuestra
institución, con el ejemplo y la preservación de los
valores de nuestros integrantes.

Cuando digo que nos encontramos en un tránsito


inédito, que en los órdenes político y social está
atravesando nuestra Nación, entre otras cosas, me
refiero al proceso de construcción de un nuevo modelo
político, económico y social al cual hemos denominado
Socialismo del Siglo XXI. El término Socialismo
lamentablemente no tiene un significado uniforme y
homogéneo para todo el que de él habla y de allí quizás
la incertidumbre e inquietud que se generan en algunos
sectores de la vida nacional cuando siquiera se le
menciona. El llamado del Señor Presidente Hugo
Chávez a construir el Socialismo del Siglo XXI, implica
la necesidad imperiosa y urgente de formalizar un
modelo teórico propio y autóctono de Socialismo que
esté acorde a nuestro contexto histórico, social,
cultural y político. Hay que admitir que este modelo
teórico hasta los momentos, ni existe ni ha sido
formulado y estimo que mientras esto sea así,
persistirá la incertidumbre en algunos de nuestros
grupos sociales. Como he dicho en otro lado, debemos
“inventar” el Socialismo del Siglo XXI sí, pero no de
manera desordenada y caótica, sino valiéndonos de las
herramientas y el marco de referencia que nos da la
ciencia. Debemos inventar nuestro modelo propio con
lógica, con método, con orden, en fin con ciencia. En el
Aló Presidente del 27 de marzo de 2005, el Señor
Presidente Chávez indicó, cito: “el Socialismo de
Venezuela se construiría en concordancia con las ideas
originales de Carlos Marx y Federico Engels” fin de la
cita. Reiterando lo que al respecto he mencionado en
una oportunidad anterior, si la base para la
construcción del Socialismo del Siglo XXI es una teoría
científica de la talla de la de Marx y Engels, lo que
construyamos sobre ella no puede serlo menos, so
pena de que la estructura construida no pase a ser más
que una humilde choza, levantada sobre los cimientos
de un rascacielos.

Mucho se ha escuchado en tiempos recientes, a


algunos teóricos que quieren dar su aporte a la
construcción de un modelo socialista propiamente
venezolano, sobre lo inconveniente que sería repetir
los errores cometidos en los países del llamado
“socialismo realmente existente”, entre ellos, la extinta
Unión Soviética. Sin embargo, estimo que los errores
que estos teóricos señalan, se quedan única y
exclusivamente en lo concerniente a las fallas de orden
político del modelo soviético, por ejemplo, en cuanto a
la relación entre el partido revolucionario y el Estado y
entre el partido y el pueblo, o en el peligro de cometer
los errores del Partido Comunista de la Unión
Soviética, el cual se convirtió en una organización que
sustituyó y desplazó a la sociedad y que al final
terminó siendo manejada por el Comité Central del
partido. En el orden político, nuestro modelo de
socialismo debe ser profundamente democrático. Debe
dilucidar de una vez por todas que un régimen de
producción socialista no es incompatible con un
sistema político profundamente democrático, con
contrapesos y división de poderes. En este aspecto
considero que sí deberíamos apartarnos de la
ortodoxia marxista que considera que la democracia
con división de poderes es solamente un instrumento
de dominación burguesa. Como bien lo señaló nuestro
Presidente Hugo Chávez en una entrevista concedida a
Manuel Cabieses, Director de la revista Punto Final:

Cito: “En la línea política uno de los factores


determinantes del Socialismo del Siglo XXI debe ser la
democracia participativa y protagónica. El poder
popular. Hay que centrar todo en el pueblo, el partido
debe estar subordinado al pueblo. No al revés” fin de la
cita. Sin embargo no son solo los de orden político los
únicos errores que deberían considerarse. No debemos
olvidar algo fundamental: El socialismo es, en sentido
estricto, un sistema de producción económica, tal
como el capitalismo al que debe sustituir es también un
sistema de producción económica. También se
cometieron errores de índole económica en los países
del socialismo real. Contra estos también hay que estar
en guardia, para no repetirlos. Los errores económicos
de estos países del socialismo real como la URSS,
incluyen la insuficiente generación de riqueza, ya que a
pesar de haber logrado una industrialización acelerada,
de tener una economía centralmente planificada y de
los planes quinquenales, la economía soviética no
pudo ser rentable, no pudo generar la riqueza
necesaria para mantener confortablemente a su pueblo.
Una de las grandes paradojas y contradicciones de la
economía soviética se refleja en el hecho de que esta
nación llegó a depender de las importaciones de trigo,
precisamente provenientes de su archienemigo durante
la Guerra Fría, los Estados Unidos de Norte América,
para poder alimentar a su población; como ejemplo de
ello tenemos que en 1979 el gobierno norteamericano
envió a la Unión Soviética 25 millones de toneladas de
maíz y trigo. La URSS no pudo dar el salto definitivo
hacia adelante para alcanzar los niveles de eficacia en
la generación de riqueza de sus competidores
capitalistas, a pesar de que logró notables avances en
materia social, educación, deporte, salud, arte, etc.
Ciertamente no queremos repetir estos errores
tampoco.

No podemos permitir que nuestro sistema se


transforme en un Capitalismo de Estado, donde sea el
Estado el único dueño de los grandes medios de
producción. Un país puede cometer el error de
nominalmente llamarse socialista y en realidad
practicar un capitalismo de Estado. Durante un tiempo
y después de la etapa conocida como comunismo de
guerra, la Unión Soviética aún llamándose una
República Socialista, practicó el Capitalismo de Estado
a instancias del propio Lenin. En ese tiempo, entre los
años 1921 y 1927 etapa que se conoce como “Nueva
Política Económica”, se justificó tal acción alegando
los errores económicos del llamado comunismo de
guerra y que llevaron a la rebelión de Kromstadt y a
otros acontecimientos que casi liquidan a la
Revolución Bolchevique. Este período de “comunismo
de guerra” que se extiende de 1917 a 1921, se
caracterizó sobre todo por el fracaso: fracaso en la
agricultura y fracaso en la actividad industrial. La
política de nacionalización total de todas las empresas
agrícolas, industriales y comerciales crea entre el
gobierno y la población graves malentendidos y un
descontento que desembocan en la anarquía, el
hambre y la rebelión anticomunista. Los precios suben
verticalmente, mientras que la producción se hunde y
la moneda se desvaloriza y deja de ser un medio
normal de cambio.

La producción agrícola es una tercera parte de su


volumen en 1913; la producción industrial corresponde
al 13% de su nivel en 1913 y el tráfico ferroviario al
12%. Se estima que en 1921 mueren de hambre 5
millones de personas en la Unión Soviética. El
comunismo de guerra dejó la enseñanza de que no se
pueden implantar cambios bruscos en el sistema
económico, es decir abolición a rajatabla de la
propiedad privada y la socialización brutal de los
medios de producción sin que esto repercuta
negativamente en la producción de bienes y servicios y
sin que concomitantemente se genere un descontento
generalizado en la población. Lenin acuñó el término
“Capitalismo de Estado” para referirse a lo que él
consideraba era la fase de transición ideal entre el
capitalismo y el socialismo. Esto significó una
coexistencia por un período de 7 años del capitalismo
con el socialismo. Se permitió la propiedad privada de
medios de producción pequeños y medianos; sin
embargo, el Estado se reservó para sí los grandes
medios de producción. Se mantuvo nacionalizada la
banca, pero se dejó el comercio en manos privadas y
se permitió la venta de los productos a los precios que
fijara el mercado. Uno de los atractivos que siempre ha
ejercido el socialismo clásico, es la idea subyacente de
que un sistema socialista debe poder realizar un
reparto más equitativo y justo de la riqueza que uno
capitalista, en donde las inmensas desigualdades son
la orden del día. Pero no debemos olvidar algo que
quizás por evidente muchas veces obviamos. Antes de
repartir la riqueza hay que generarla.

No se puede repartir algo que no existe. Esa fórmula no


se ha inventado. El modelo de socialismo que
desarrollemos debe ser tal, que nos muestre el camino
socialista hacia la producción y generación de riqueza
primero y luego permita un reparto equitativo de la
misma entre quienes la generaron, o como diría Marx,
cito: “a cada quien según su capacidad y a cada quien
según su necesidad” fin de la cita. Para que el modelo
socialista que nos planteemos tenga éxito, este debe
encontrar las maneras de hacernos a los venezolanos
más productivos. En el pasado, durante la IV
República, los gobiernos emplearon la riqueza excesiva
generada por el “boom” petrolero para financiar todo
tipo de ayudas económicas y subsidios. Numerosos
venezolanos llegaron a depender enteramente de la
ayuda oficial. En vez de enseñarle a los venezolanos
cómo generar riqueza a través del trabajo y el esfuerzo,
se les enseñó a pedirle ayuda al gobierno de turno.
Cuando el boom petrolero terminó, el Estado se
encontró súbitamente sin los fondos para continuar
subsidiando la economía nacional. Fue entonces
cuando el país se sumergió en la crisis, la peor en toda
la historia venezolana.
Nuestro modelo de socialismo debe y tiene que evitar
la repetición de estos errores. Necesitamos aprender
de los errores cometidos durante las últimas cuatro
décadas y evitar repetirlos Como el llamado de nuestro
Presidente a construir e inventar el Socialismo del
Siglo XXI ha estado acompañado también de algunas
líneas y directrices, tales como aquella de que nuestro
modelo debe y tiene que ser profundamente cristiano,
basado en las ideas de justicia social de Cristo El
Redentor, considero pertinente citar un pasaje del
Evangelio que ilustra bien lo que Nuestro Señor Jesús
pensaba respecto de la generación y reparto de la
riqueza. Es la conocida parábola de los talentos que se
encuentra en el evangelio según San Mateo capítulo 25
versículos 14 al 30. Dice allí Jesús: Cito “El Reino de
los Cielos es también como un hombre que, al salir de
viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A
uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un
tercero, a cada uno según su capacidad; y después
partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos,
fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la
misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos pero
el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero
de su señor. Después de un largo tiempo, llegó el señor
y arregló las cuentas con sus servidores. Fin de la cita
En esto, Jesucristo, va abiertamente en contra del
concepto absolutista de la propiedad que privaba por
aquel entonces y que al parecer algunos todavía
sostienen: El que uno puede hacer con la propiedad lo
que se le antoje; esto es contradicho abiertamente
según nuestro señor Jesús por la obligación de rendir
cuentas, según el uso de los bienes morales,
intelectuales y materiales. Y la rendición de cuentas
implica un castigo muy duro. El evangelio continúa
diciendo: El que había recibido los cinco talentos se
adelantó y le presentó otros cinco. «Señor, le dijo, me
has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco
que he ganado». Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo
su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te
encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de
tu señor». Llegó luego el que había recibido dos
talentos y le dijo: “Señor, me has confiado dos
talentos: aquí están los otros dos que he ganado».
«Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste
fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra
a participar del gozo de tu señor». A cada quien se le
exigió según sus capacidades. A cada quien según sus
talentos. A cada quien según los bienes que había
recibido. No podía exigírsele igual a quien recibió 5 que
a quien recibió 2.

Las obligaciones de los seres humanos no son


equiparables, nuestra responsabilidad, aunque de la
misma naturaleza, no es igual para unos que para
otros. A quien mucho se le ha dado, mucho se le
exigirá. Por último, Jesucristo condena en este
Evangelio, en forma clara y llana, el atesoramiento.
Cuando dice San Mateo: Llegó luego el que había
recibido un solo talento. «Señor, le dijo, sé que eres un
hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y
recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y
fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!». Pero el
señor le respondió: «Servidor malo y perezoso, si
sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo
donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el
dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera
recuperado con intereses. Quítenle el talento para
dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le
dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará
aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este
servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes A
quien poco se le dio, poco se le exigió. Pero si aún si
ese poco no lo cumple, son para él «las tinieblas».
El infierno es en el Evangelio, el castigo inexorable
para quien teniendo la posibilidad no produce; para
quien teniendo la aptitud, no la usa; para quien, siendo
pobre porque poco se le ha dado, no utiliza lo poco que
tiene en bien de los demás. Para poder conseguir la
meta de generar riqueza de manera diferente al modelo
capitalista, nuestro socialismo debe “hacer pueblo”, ya
que como lo dijo el maestro Simón Rodríguez: “No
puede haber República sin pueblo”. Para hacer pueblo,
Simón Rodríguez sugería la implementación de lo que
él llamaba de manera visionaria la “Educación Social”.
Afirmaba el Maestro Simón Rodríguez en 1828: Cito:
“Las costumbres que forma una Educación Social
producen una autoridad pública, no una autoridad
personal; una autoridad sostenida por la voluntad de
todos, no la voluntad de uno solo, convertida en
Autoridad o de otro modo, la autoridad se forma en la
educación, porque educar es crear voluntades. Se
desarrolla en las costumbres que son efectos
necesarios de la educación y vuelve a la educación por
la tendencia de los efectos a reproducir la autoridad. Es
una circulación del espíritu de Unión entre socios,
como lo es la de la sangre en el cuerpo de cada
individuo asociado pero la circulación empieza por la
vida”. Fin de la cita. Nuestro modelo Socialista debe
romper con la mala costumbre del pasado de enseñarle
derechos al pueblo, pero no deberes. Nuestro modelo
Socialista debe enseñarle al pueblo lo que tiene que
hacer para poder obtener lo que no tiene. Nuestro
modelo socialista debe enseñarle al pueblo que las
cosas no aparecen por arte de magia, sino que hay que
obtenerlas a base de esfuerzo y trabajo. Esa debe ser la
tarea de la verdadera educación social, que permita
formar al republicano que necesitamos para conseguir
todo el potencial del cual es capaz esta tierra
venezolana de gracia, tan amada, tan bendecida y
protegida por Dios. En ese sentido, la Fuerza Armada
puede aportar mucho a la construcción del modelo, ya
que en la institución armada la ecuación siempre ha
sido inversa, puesto que hemos aprendido y practicado
que nuestros deberes están en primera línea de
importancia. Es el cumplimiento de los deberes uno de
los componentes de mayor ponderación en la vida del
soldado. Incluso, podemos afirmar que en los últimos
años y sobre todo con la aprobación popular de la
Constitución de 1999, nuestros deberes y
responsabilidades se han incrementado, ya que
además de los tradicionales, inherentes a la seguridad
y defensa de la nación y a la cooperación en el
mantenimiento del orden interno, se ha añadido el de la
participación activa de la Fuerza Armada en el
desarrollo nacional.

Esta última misión la hemos venido cumpliendo


fielmente y a cabalidad y es una honra para la
institución el ser tomada en cuenta para llevarla a
cabo; sin embargo, apreciamos que es necesario que
se afinen los instrumentos legales que la regulan, y que
le permitan a la FAN atender con mayor eficiencia
administrativa, operativa y financiera esta labor. El
pueblo venezolano les dio a los militares venezolanos
un mandato claro en el artículo 328 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela. Ahí el pueblo
venezolano nos dio, hablando en términos militares,
“una finalidad”, “un para qué”; que se traduce en
garantizar la independencia y la soberanía de la nación,
y asegurar la integridad del espacio geográfico. El
pueblo venezolano también nos dio “un cómo” a los
integrantes de la Fuerza Armada Nacional, a través del
ejercicio de tres misiones fundamentales: la defensa
militar, la cooperación en el mantenimiento del orden
interno y la participación activa en el desarrollo
nacional. Son tres misiones que deben estar en un
perfecto equilibrio dinámico, y de ellas se desprende
que el pueblo venezolano nos asignó el patrimonio de
custodiar las armas de la República para defender sus
intereses y ser administradores de la violencia legal y
legítima del Estado. Pero más que administradores de
la violencia, debemos ser propulsores y mantenedores
de la paz, y generadores de sosiego y sendero cierto
hacia el desarrollo de nuestro pueblo. Invoco las
palabras pronunciadas por el Papa Juan Pablo II El
Grande, El Peregrino de la Paz, de feliz e imborrable
memoria. Cito: “En un dilatado clima de concordia y
respeto de la justicia puede madurar una auténtica
cultura de paz, capaz de extenderse también a la
comunidad internacional” (Discurso pronunciado al
Cuerpo Diplomático, Enero 1997) Y navegando en las
páginas del Concilio Vaticano II, encontrándonos en la
Gaudium et spest (alegría y esperanza), cito: “La paz
no es la mera ausencia de la guerra ni se reduce al solo
equilibrio de la fuerza adversaria, sino que es el fruto
del orden plantado en la sociedad humana por su
divino fundador y que los hombres sedientos de una
perfecta justicia deberán llevar a cabo”.

La Fuerza Armada Nacional debe ser un instrumento de


poder para la democracia política, la paz y el desarrollo,
cuya actuación se enmarca en el reto que demandan la
voluntad nacional y el liderazgo, con miras a la
reivindicación de instituciones y procedimientos en
beneficio del colectivo nacional. Desde ahora se
impone un tiempo de reflexión, a este humilde soldado
de infantería paracaidista. Estos son los siete
principios que rigen el Código de Bushido, la guía
moral de la mayoría de Samurais. Sed fieles a él y
vuestro honor crecerá. Rompedlo y vuestro nombre
será denostado por las generaciones venideras.

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