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III. DEFINICIÓN
Según señala Jorge Domínguez el orden público es el conjunto de principios y
normativa que permitirá preservar los bienes y valores que requieren de tutela del
régimen jurídico. Estos forman parte de los intereses generales de la sociedad
mediante la limitación de la autonomía de la voluntad, la finalidad entonces es
permitir que estos valores y bienes prevalezcan sobre los intereses de los
particulares (Domínguez, 2009, pág. 83).
Así también, la página de Wolters Kluwer, señala que la definición de orden público
se ha ido reformulando a través del tiempo, siendo que este término se utiliza como
garantía de la seguridad pública y en ese sentido es preciso señalar que la seguridad
pública ha ido evolucionando conforme a la conminación de los ciudadanos al
cumplimiento de las normas, asimismo, menciona que se trata de un concepto que
estará sometido a límites sobre todos constitucionales evitando la excesiva
discrecionalidad entendida como arbitrariedad (Wolters Kluwer, s.f.).
Para Rodrigo Bercovitz, el término de orden público se utiliza sobre todo para un
contexto negativo, es así que tenemos el término “alteración del orden público” que
está asimilado a la presencia de delincuencia, protestas, revueltas, guerras, etc.,
producidas por una alteración al orden de lo establecido dentro de la sociedad.
Asimismo, Bercovitz señala que el orden público es el conjunto de principios e
instituciones que son fundamentales dentro de una organización social de los países
y que da origen a los ordenamientos jurídicos (Bercovitz, 2011, pág. 120).
Según lo señalado por los autores anteriormente citados podemos decir que el orden
público es el conjunto de principios, normas y legislaciones cuya aplicación nos va a
permitir limitar los intereses particulares y con ello asegurar el orden establecido en
la sociedad y permitir la convivencia en armonía de todos los ciudadanos.
IV. EL ORDEN EL ORDEN PÚBLICO EN NUESTRO
ORDENAMIENTO.
Los delitos cometidos por medio del libro, la prensa y demás medios de
comunicación social se tipifican en el Código Penal y se juzgan en el fuero común.
Es delito toda acción que suspende o clausura algún órgano de expresión o le impide
circular libremente. Los derechos de informar y opinar comprenden los de fundar
medios de comunicación.
El Estado puede ser concebido como garante del orden público dentro de una
sociedad democrática, se puede afirmar que el Estado y el orden público siempre
han ido de la mano asegurando el desarrollo de una vida ordenada, asimismo, el
orden público puede ser concebido como un presupuesto ineludible del Estado. El
orden público entonces se convierte en vital para el desarrollo de una comunidad
política debido a que tiene como finalidad crear las condiciones necesarias para la
vida en comunidad, generando el soporte del funcionamiento y subsistencia del
sistema establecido. (Montalvo J. , 2010, pág. 207).
Podemos decir que una organización social debe poseer una estructura de gobierno
que proteja y satisfaga los intereses comunes de todos sus miembros, este bien
común constituirá entonces el elemento esencial del desarrollo de la vida política
como actividad al servicio de la colectividad.
El orden público entonces debe ser considerado como un mecanismo jurídico que
se encuentra al servicio del cumplimiento de los derechos y libertades, conforme a
un Estado de derecho establecido y protegido por fuerzas reconocidas formal y
legalmente, que poseen la permisión de hacer frente a todo perjuicio que la ley
tipifica como delito o contravención, se puede decir que es un instrumento de
ejercicio pleno de derechos y libertades (García, 1996, pág. 746).
Según Juan Carlos Montalvo los elementos del orden público son la seguridad y la
paz, la seguridad mantiene una relación estrecha con el orden público y así lo
afirman los órganos jurisdiccionales quienes en muchas ocasiones han tenido
dificultad para diferenciar ambos conceptos, lo que en efecto demuestra que se
encuentra profundamente ligados, además se debe tener presente que para ostentar
una sociedad basada en el orden público se debe generar un grado de seguridad.
Ahora bien, existen dos posibles sentidos que posee la definición de seguridad que
son inherentes al orden público.
El primer sentido gira en torno a la seguridad jurídica que forma parte de los
principios de la mayoría de ordenamientos jurídicos a nivel mundial, las Cartas
Magnas de los Estados son quienes establecen garantías y procesos a favor de los
ciudadanos.
Hay autores que señalan que la paz se asemeja al orden público, convirtiendo al
derecho a la paz como el derecho social más necesario, debido a que permitirá el
reconocimiento y disfrute de otros derechos; sin embargo, es preciso señalar que el
derecho a la paz no está expresamente referido en nuestra Constitución se debe
hacer alusión de una manera figurada como presupuesto básico al normal
cumplimiento de los fines del Estado. El orden público debe ser entonces
considerado como el concepto homólogo del derecho a la paz (Montalvo J. C., 2010,
pág. 215).
Juan Carlos Montalvo nos menciona que el concepto de orden público es subjetivo y
que en ocasiones ha encontrado similitud con la figura denominada “interés general”
teniendo que la similitud radica en que ambas figuras exigen la existencia y
actividad permanente del Estado para que constituya en base a las necesidades de
cada sociedad lo criterios jurídicos del ordenamiento jurídico vigente (Montalvo J.
C., 2010, pág. 197).
Por otro lado, tenemos al sentido restringido considerado como el más complejo de
ambos, manifiesta que el orden público es el límite de la voluntad de los
particulares, suele ser concebido como una cláusula de cierre del ordenamiento
jurídico, se considera que esta noción es la más conveniente para el derecho (Acedo,
1996, pág. 327).
Los derechos y libertades tendrán como uno de sus límites el orden público que
recordemos puede ser concebido como el término que se utiliza como garantía de la
seguridad pública y en ese sentido es preciso señalar que la seguridad pública ha ido
evolucionando conforme a la conminación de los ciudadanos al cumplimiento de
las normas (Wolters Kluwer, s.f.). En otras palabras los derechos fundamentales van
a tener como límite la seguridad pública y el bien común, si es que los derechos y
libertades que posea una persona no se ejercen acorde con lo establecido como bien
común estaría vulnerando el orden público; por lo tanto, el Estado debe limitar el
ejercicio de estos derechos y libertades con la finalidad de que no se incurra en un
uso excesivo del derecho.
Con respecto a la autonomía de la voluntad debe ser valorada como la virtud que
poseen las partes para que según su conveniencia determinen el contenido, alcance y
condiciones de los actos jurídicos que celebren, es decir es la expresión jurídica que
realiza el hombre en sus acciones dentro de la sociedad.
Cuando se evidencia alguna forma de inobservancia del orden público como límite a
la autonomía de la voluntad, será el juez el encargado de hacer respetar el orden
público mediante la aplicación de la ley imperativa que permitirá la nulidad de los
actos contrarios a la ley. (Gobbi, 2015, pág. 22).