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Batalla de Leuctra

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Batalla de Leuctra
los conflictos posteriores a la Guerra del Peloponeso y a la Guerra de Corinto
Parte de Guerra beocia
Leuctra2.svg
Disposición de los ejércitos en la batalla de Leuctra.
Fecha 6 de julio de 371 a. C.
Lugar Beocia
Coordenadas 38°25′00″N 23°05′00″E
Casus belli Control de la región de Beocia
Resultado Decisiva victoria tebana
Beligerantes
Tebas
Beocia Esparta
Liga del Peloponeso
Comandantes
Epaminondas Cleómbroto I †
Fuerzas en combate
6000 hóplitas y 1500 jinetes1 10 000 hóplitas y 1000 jinetes1
Bajas
300 (Diodoro)
47 (Pausanias) 1000 (Jenofonte)
+4000 (Diodoro)
2000 (estimación moderna)1
[editar datos en Wikidata]
La batalla de Leuctra (6 de julio de 371 a. C.) fue un enfrentamiento entre Tebas y
Esparta, acompañados de sus aliados respectivos, que en general se engloba entre
los conflictos que se sucedieron después de la guerra del Peloponeso y la guerra de
Corinto. La batalla tuvo lugar en los terrenos cercanos a Leuctra, un pueblo de
Beocia.

Terminó con la victoria tebana gracias a las innovadoras tácticas de su comandante,


Epaminondas. La batalla supuso el comienzo de la hegemonía tebana y el comienzo del
fin de la influencia política de Esparta.

Índice
1 Preludio
2 La batalla
3 Repercusión histórica
4 Véase también
5 Referencias
5.1 Notas
Preludio
A comienzos del siglo IV a. C., las ciudades de Tebas y Esparta estaban enfrentadas
políticamente con choques bélicos esporádicos provocados por el hecho de que
Esparta intentaba mantener su posición como ciudad-estado griega predominante,
mientras que los tebanos luchaban por expandir su propia influencia. Uno de los
principales asuntos que enfrentaban a las dos facciones era la región de Beocia,
que se encontraba bajo la influencia política de Tebas.

La disputa estalló cuando una coalición de ciudades-estado de Beocia apeló a


Esparta para que les liberase del control político de Tebas. Los espartanos
exigieron que los tebanos retirasen a su ejército de ocupación, pero éstos se
negaron, por lo que el rey espartano Cleómbroto I marchó a la guerra desde Focea.

En lugar de tomar la ruta más fácil hacia Beocia a través de un desfiladero, los
espartanos marcharon cruzando los montes, llegando por sorpresa y tomando una
fortaleza y doce trirremes tebanas antes de que nadie se diese cuenta de su
presencia. Fue ahí en donde el ejército del Peloponeso, compuesto por unos 10 000
hoplitas, se enfrentó al de Beocia (de 6.000 a 7000 soldados). A pesar de la
inferioridad numérica y de la dudosa lealtad de los aliados beocios, Epaminondas
aceptó luchar en el campo de batalla frente a la ciudad.

La batalla

En la parte superior se describe el orden de batalla hoplita habitual, mientras que


en la parte inferior aparece la estrategia de Epaminondas en Leuctra. El ala
izquierda, más fuerte, avanza, mientras que la débil ala derecha retrocede. Los
bloques rojos muestran la localización de las tropas de élite en cada falange.
Véase también: Falange
La batalla dio comienzo con los peltastas mercenarios espartanos (hostigadores
armados con jabalinas) atacando y haciendo huir del campamento beocio a los
acompañantes y a otras personas que no deseaban luchar. A continuación se produjo
un enfrentamiento de las caballerías de ambos bandos, en la que los tebanos
lograron expulsar a sus enemigos del campo de batalla.

Inicialmente, la infantería espartana se vio descolocada cuando la huida de su


caballería interrumpió el intento de Cleómbroto I de superar a la falange tebana
por los flancos, y se encontraron a su vez atacados por el flanco por Pelópidas y
el Batallón Sagrado de Tebas. Fue entonces cuando tuvo lugar el encuentro decisivo
entre las principales fuerzas de Tebas y Esparta.

La práctica habitual de los espartanos (y, en general, de todas las batallas


hoplíticas en la Antigua Grecia) era establecer una masa compacta de infantería
pesada, denominada falange, de 8 a 12 filas de hombres. Se consideraba que ahí se
encontraba el equilibrio entre la profundidad (y el empuje que suponía) y la
longitud (espacio que podía cubrir la primera línea de la falange). La infantería
avanzaría en bloque de forma que el ataque resultase en un impacto de toda la
falange contra el enemigo.

Por otro lado, la falange tenía tendencia al avanzar de desplazarse hacia la


derecha, debido a que al cargar con la lanza en la mano derecha y el escudo en la
izquierda, los soldados buscan inconscientemente la protección del escudo del
soldado que se encuentra a su derecha. Los comandantes griegos normalmente
combatían este efecto situando a sus tropas con mayor experiencia y de más renombre
en el ala derecha (para contener el movimiento), mientras que las tropas más
débiles o novatas se situaban a la izquierda.

En cambio, Epaminondas colocó a sus tropas de una forma completamente distinta a la


tradicional. Situó a toda su caballería y a una columna de cincuenta hombres de
profundidad de infantería tebana (la de élite, en su caso) en su ala izquierda, y
envió a esta masa de soldados directamente contra el ala derecha de Esparta. Por su
parte, el centro y el ala derecha de su formación eran mucho menos profundas y más
débiles, pero se situaron de forma que fueran retrocediendo para estar cada vez más
a la derecha y en la retaguardia de la columna principal, en una formación oblicua.

Los hoplitas se encontraron, y la formación tradicional de doce líneas de


profundidad de Esparta comprobó que no era capaz de aguantar el impacto de la
columna de cincuenta hombres que habían colocado contra ellos. Hubo un breve
encuentro en el que los espartanos trataban de mantener atrás la masa gigantesca de
tebanos y del Batallón Sagrado hasta que fueron barridos por la columna. El ala
derecha espartana fue derrotada con bajas de unos 1000 hombres, de los cuales 400
eran espartiatas (tropas de élite de ciudadanos espartanos), y entre los que se
encontraba el rey Cleómbroto.

Para cuando el centro y la derecha del ejército tebano habían avanzado lo


suficiente como para enfrentarse al enemigo, el ala derecha de Esparta había sido
devastada. En esa situación, y viendo a su ala derecha derrotada, el resto del
ejército peloponesio, compuesto por aliados y otros combatientes con poco interés
en la batalla, se retiraron y dejaron al enemigo el control del campo de batalla.
Por otra parte, la llegada de un ejército de Tesalia sirvió para que un segundo
ejército espartano comandado por Arquidamo II decidiera no intervenir y retirarse,
mientras que los tebanos prefirieron cesar su persecución sobre los espartanos
supervivientes.

Repercusión histórica
La batalla de Leuctra tuvo una gran repercusión en la historia de Grecia y, por
extensión, en la historia de Europa. Epaminondas no sólo rompió con los métodos
tácticos tradicionales de su tiempo, sino que marcó una revolución en el campo de
la táctica militar, creando el primer caso conocido de despliegue de la infantería
en oblicuo y uno de las primeras concentraciones deliberadas de tropas y ataque al
enemigo en el punto vital de su formación. Las nuevas tácticas de la falange
introducidas por Epaminondas supusieron el primer empleo en la historia bélica del
principio moderno de superioridad local.2

El uso de estas tácticas por Epaminondas fue, posiblemente, un resultado directo de


la utilización de maniobras similares por Pagondas, otro tebano, en la batalla de
Delio. Más adelante sería Filipo II de Macedonia, que estudió y vivió en Tebas y
que sin duda recibió una gran influencia de sus tácticas militares, quien
desarrollaría con gran éxito su propio acercamiento a las tácticas militares y al
armamento. Su hijo, Alejandro Magno, llevaría los desarrollos militares de su padre
a un nuevo nivel.

Los historiadores Victor Davis Hanson y Donald Kagan, entre otros, han argumentado
que la llamada formación oblicua de Epaminondas no fue una innovación intencional y
preconcebida de las tácticas de infantería, sino que fue más una inteligente
respuesta ante las circunstancias. Dado que Epaminondas había incrementado la
profundidad del ala izquierda hasta cincuenta líneas, el resto de sus unidades se
habían quedado con menos tropas de lo normal. Como además se encontraba ya de por
sí en minoría de fuerzas, no tenía otra opción que crear un menor número de
compañías y hacerlas marchar en diagonal contra la mucho más larga línea espartana,
con idea de poder abarcar lo más posible. Hanson y Kagan argumentan, por tanto, que
la táctica tenía una finalidad principalmente dilatoria. En cualquier caso, y
cualquiera que hubiera sido su motivación, el hecho es que la táctica supuso una
innovación y que fue sin duda de una gran efectividad.

Los efectos políticos de la batalla fueron muy extensos: la pérdida de fuerza y


prestigio que supuso para Esparta la Batalla de Leuctra, junto con la posterior
derrota en la batalla de Mantinea, la depusieron definitivamente de la posición de
hegemonía que había ostentado desde la guerra del Peloponeso, y la dejaron en un
poder de segunda fila de entre las ciudades estado. Por otra parte, la batalla
demostró que la superioridad numérica ya no era un factor desequilibrante en
combate, sino todo lo contrario. La nueva táctica era tan insultantemente sencilla
que sólo una mente genial podía haberla concebido. En 362 a. C.. en Mantinea
volvieron a encontrarse Epaminondas y los espartanos, ahora aliados con Atenas, con
idéntico resultado: una brillante victoria de Tebas que desplazaba a Esparta y
Atenas del liderazgo griego. En la paz que siguió a aquel cambio de mando en Grecia
llegaron a Tebas numerosos hijos de nobles enviados como lujosos rehenes, entre los
cuales se encontraba Filipo, el joven hijo del rey de Macedonia que pasó su retiro
tebano mostrando un gran interés por las nuevas tácticas militares.

Por último tanto, la batalla alteró para siempre el balance de poder existente en
Grecia: desapareció el poder hegemónico de Esparta y fue sustituido sólo de forma
temporal por Tebas, que se vio muy debilitada tras la pérdida de sus principales
líderes. Los historiadores coinciden en afirmar que este fue uno de los
ingredientes que permitieron la posterior toma de control por parte de Macedonia.

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