cuando entramos en el género de la ficción. El texto que sobre Alberti hace José Carlos Mainer
en un volumen dedicado a la Edad de Plata es el ideal para acercarse a la trayectoria poética de
Alberti, habla de la capacidad de Alberti en crear a distintos personajes. Alberti se autorretrata
poéticamente muy a menudo (algo novedoso), dicha costumbre proviene del simbolismo
francés a finales del siglo XIX que es una de las corrientes que confluyen en el Modernismo,
época en la que nos encontraremos la mayoría de autorretratos poéticos como por ejemplo a
Rubén Darío con Juventud divino tesoro o Los hermanos Machado. Este movimiento es mucho
de conciencia interior, mirar hacia fuera sintiéndose uno mismo o lo que es lo mismo un
movimiento de espejo, es un movimiento narcisista.
Rafael Alberti en primera estancia es un discípulo de los modernistas, cuando este empieza a
leer y a escribir, los modelos que tiene como referentes son los Machado, Juan Ramón Jiménez
y su propia generación (sus coetáneos). Es en esta escuela ya post- modernista donde debemos
encuadrar los autorretratos. Alberti al igual que Manuel Machado se va a retratar vestido de
cosas que refleja lo que el quiere ser o lo que el considera que es a lo largo del tiempo.
Alberti se da a conocer como un chaval que no ha terminado el bachillerato que consigue con
22 años “El Premio Nacional de Poesía” en 1924. Para retratar a este Alberti en su primer libro,
Marinero en Tierra, aunque originalmente se llamaba Mar y Tierra, premiado en 1924. Este
primer Alberti no tiene estudios pero se ha hartado de leer y eso es lo que hace a un poeta ser
grande, leer a otros poetas, devorar y memorizar por gusto.
Es el primer libro concebido y escrito como tal por Rafael Alberti es el que supuso su primer
reconocimiento público y el que primero lo dio a conocer, en el está explicitado lo que podemos
denominar sus formas y su mundo. Su pintura de entonces, digo sobre la marcha que la primera
vocación de Alberti fue la pintura, al final no terminó el bachillerato porque no le gustaba la
educación reglada y se iba se iba al Museo del Prado a ver a los maestros. Se iba al lo que se
llama el Casón del Retiro y es donde hay copias de obras maestras y de escultura. Se junta con
mucha gente, hace ejercicios de dibujo y de aprendizaje de la pintura, él quería ser pintor y
sobre la marcha le surgió la vocación literaria. En él está explicitado y, desde muy pronto, lo
que podemos denominar sus formas y su mundo. Su pintura de entonces (bancos playas o las
salinas árboles y castillos de la bahía de Cádiz- literal del propio Alberti) coincide con esta
escritura, a la que en cierto modo, preludia y adelanta. En Mayo de 1917 es la fecha que las
aglutina a ambas: “¡Dios mío! (memorias de Alberti) Yo traía las pupilas mareadas de cal,
llenas de sal blanca de los esteros de la isla, traspasadas de azules y claros amarillos, violetas y
verdes en mi río, mi mar, mis playas y pinares”. El traslado de su familia a Madrid le impone
su primer destierro, que él entiende y vive “desmar”: idealiza, pues, la sal y los esteros de su
infancia que rabiosamente retenidos dentro de su memoria se convierten en su más firme reserva
espiritual. A ella y a ellos es regresará numerosas veces invocándolos como recuerdo de su
paraíso perdido y como correlato de su angustiada y conflictiva identidad. La muerte de su
padre en marzo de 1920, cataliza un proceso que en 1923, se concreta en una voluntad de
escritura empieza entonces -dice- “a escribir en serio”. Una afección pulmonar “adenopatía
hiliar con infiltración en el lóbulo superior del plumón derecho” le inspira una serie de poemas
que él llama, con un nombre muy de la época, radiográficos, y en un retiro en la Sierra de
Guadarrama, escribe su primera canción de corte tradicional. Inicia así la composición de su
primer libro orgánico, cuyo título provisional “Mar y tierra” dejaría paso al definitivo
Marinero en tierra, con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura del año 1924-25. El
jurado estuvo compuesto por Ramón Menéndez Pidal, Carlos Amiches, Antonio Machado,
Gabriel Miró, José Moreno Villa y Gabriel Maura. En su Vida en claro Moreno Villa ha referido
a los pormenores de aquella votación en la que Gerardo Diego obtuvo de resultas, con Versos
humanos, el segundo premio. Y Alberti ha dado a conocer el “papelito amarillento, medio roto
escrito con una diminuta y temblorosa letra”, en el que uno de los miembros del jurado le hacía
llegar, dentro de unos ejemplares presentados, su opinión: “Mar y tierra Rafael Alberti es a mi
juicio, el mejor libro de poemas presentado al concurso. Antonio Machado”. No muy distinto
al de don Antonio Machado iba a ser el absoluto sí de Juan Ramón Jiménez, el primero que
supo ver la singularidad de esta poesía “popular pero sin acarreo fácil: personalísima; de
tradición española, pero sin retorno innecesario: nueva, fresca y acabada a la vez; rendida, ágil,
graciosa, parpadeante: andalucísima”, como le escribe, el 31 de mayo de 1925, en una carta que
las sucesivas ediciones del libro iban siempre a incluir y en la que El Andaluz Universal define
esta escritura como “exquisita sangre evaporada”.
Marinero en tierra da la medida de un poeta que todavía menos dueño de su mundo que de su
forma; que aspira a una libertad de estirpe romántica y que aparece sometido a un constante
juegos de tensión: de tensiones. Lo que genera el dinamismo mayor que el libro tiene: el de su
dialéctica, que es lo que el lector de sus páginas siente y lo que el poeta le transmite y le da.
Muchos años después, en 1967, Alberti describiría los ejes y fuentes de este primer libro suyo
así:
“yo nací junto al mar. Yo sigo siendo siempre un poeta del mar. Cuando apenas tenía 15 años,
me arrancaron del mar, convirtiéndome para siempre, desde entonces, en un marinero en
tierra. Separado de mi bahía de Cádiz, en donde vi la luz, y de su insigne río -el Guadalete-, y
ya viviendo en tierras interiores de Castilla, por sus altas llanuras y montes de pinares, la
nostalgia hecha espuma de aquel mar de mi infancia y años adolescentes se me va a ir
convirtiendo poco a poco en canción, y los ritmos entrecortados y ágiles de sus ondas van a
ceñirme la memoria, cruzándomela del lo popular andaluz. Y es, además, un poeta maravilloso,
el hispano-portugués Gil Vicente, quien me va a encaminar, con su canción sencilla y
temblorosa, a nuestros puros cancioneros musicales de los siglos XV y XVI, hallando en ellos
-como García Lorca por su lado- nuevos caminos de entronque con nuestra mejor poesía
tradicional, la no contaminada de las fórmulas métricas renacentistas, en la que ya también,
por mi creciente amor a Garcilaso había comenzado a enredarme en su mallas. De todo esto y
de otras cosas profundas mías es hijo este mi hoy ya tan lejano “Marinero en tierra””.
Los jurados son importantes porque a los poetas les gusta algo y prefieren a lo que va en sintonía
con ellos, Antonio Machado todo lo que viene de la tradición popular lo cultiva en su obra y lo
detecta en Alberti. Al igual que le pasa a Menéndez Pidal que es el jefe del centro de estudios
históricos y es un estudioso puntero a nivel nacional tanto de la épica como la lírica. Un Jurado
hecho a medida para que prospere lo que se conoció como Neopopularismo que da nuevo vigor
a formas de la lírica tradicional. Y principalmente lo hace por dos razones, El Centro de estudios
históricas edita ediciones que no estaban al alcance de todo el público como el Cancionero
Musical de Palacio, el deslumbramiento por el pasado y una tradición oral que les llega, en
España por Andalucía donde sigue habiendo un romancero tradicional, cantares andaluces,
flamencos, gitanos, folklore andaluz y canciones que perduran de la tradición infantil como son
los juegos infantiles. En el caso de Alberti hablamos de un folklore andaluz muy antiguo, que
se mantiene por la trasmisión de boca en boca, generación tras generación. En el siglo XIX, se
reconoce al folklore con un corpus que tiene un gran valor histórico y se busca conservarlo en
un soporte escrito para asegurar su perdurabilidad otorgándole un respecto intelectual, es en
esta línea donde se mueven los románticos como a la generación del 98, siendo esta la cadena
de tradición que le llega a Alberti.
ANÁLISIS MÉTRICO
Yo ma-ri-ne-roen-la-ri-be-ra-mí-a, 11 A: -ía
Des-un-day yer-ta so-bre los gla-cia-res, 11 C (la i de glaciares cuenta como una semivocal)
Rafael Alberti, Marinero en tierra (1924), en Marinero en tierra. La amante. El alba del alhelí,
Ed. Robert Marrast, Madrid, Castalia, 1982, pp. 79-80.
"Sueño del marinero" pertenece a la obra de Marinero en tierra (1924) de Rafael Alberti.
2. Planteamiento enunciativo
El sujeto poético nos sitúa en una escena protagonizada por un hombre, en este caso un
marinero, que expresa de forma deseosa y con tono nostálgico el anhelo de surcar los mares a
través de su propio sueño. Refleja de forma sublime la vida del marinero a través de la
descripción del viaje por los mares haciendo referencia a diferentes puntos geográficos y al uso
de imágenes visuales del paso del día a la noche y el cambio de estaciones, ofreciendo
dinamismo al poema.
Se lanza al mar, se despoja con la sirena. El sujeto poético se imagina ante el mar de su infancia,
se imagina como un marinero surcando los mares, casado con el mar y con esa figura mitológica
que es la sirena. El tema es ese deseo de fusionarse con el mar de la infancia, esto se ve por las
continuas menciones al mar, la tierra, el aire, mi serena (afán de elementalidad). En esta época,
años 20, estaba muy de moda lo primitivo y elemental. En el caso de Alberti, su hombre natural
es el marinero, por su procedencia del sur. El sujeto poético es un yo que alza en el poema un
sueño de ser marinero, de dar la vuelta al mar y que se casa con una sirena, a lo largo del poema
habla con la sirena de una manera referida al propio mar. Este poema da inicio a su libro,
enunciando la situación básica del sujeto poético del libro, en este caso es la situación de un
hombre que sueña con casarse con el mar y hacer de este su vida. Este poema evoca un conjuro
de mar ya que el poeta sustituye la realidad por un hombre que quiere casarse con el mar. (esto
lo dice Ana Sofía de su boca)
3. Forma métrica
Marinero en tierra está lleno de contradicciones debido a que el poema trata de la nostalgia de
la naturaleza elemental y los poemas mas famosas de este libro son cancioncitas inspiradas en
la tradición lirica medieval, este poema no es una forma popular y es aquí donde se da una
paradoja porque el tema es el afán del retorno a lo mas sencillo, puro y elemental pero la forma
es archiculta porque son tercetos encadenados de raíz petrarquista. Estos versos endecasílabos
llega desde Italia que Garcilaso de la Vega adapta las formas métricas italianas al español. El
libro comienza con estos tercetos encadenados, luego continua con sonetos petrarquistas y
luego ya vienen las canciones de tradición lirica medieval. El léxico del poema es
tremendamente culto con un vocabulario que no es propio de Andalucía. Alberti es hijo de una
familia relacionada con unas bodegas del Puerto Santa María que comerciaban con los países
del norte de Europa razón por la cual el poema esta lleno de referencias a los glaciares y el frío
de esa zona.
4. Recursos expresivos
Nada mas empezar nos encontramos con un “YO” dotando al poema, ya de entrada, de una
metáfora ya que ese sueño del poeta convierte a todo en una ficción. El poeta joven se convierte
en un niño que juega, instaura otra realidad trasformando de forma emotiva todo lo que ve. Los
seis versos primeros son exclamaciones con interjecciones y anáforas. Ni un solo verbo (forma
estática). El poema presenta también evocaciones y el recurso de Optación: manifestación de
un deseo vehemente. Poema de arriba abajo lleno de metáforas exageradísimas y repeticiones
en cuanto al tipo de verso, sonidos, rimas.
Ca-na-rio de la fres-que-ra, 8 d
no deal-co-ba o mi-ra-bel. 8 a
‒¿Quién a-quél? 4 a Estribillo
‒¿Quién a-quél? 4
en la ber-li-nain-cons-cien-te 8 i
el ton-to de Ra-fa-el! 8 a
Rafael Alberti, El alba del alhelí [1925-1926: 1928], tomado de Obra completa. Poesía I, Ed.
Jaime Siles, Barcelona, Seix Barra, 2002, pp. 340-341.
Poema publicado por primera vez en la revista Lola (abril de 1928). Alberti lo incluyó en la
segunda edición de El alba del alhelí (1934).
Se titula directamente Autorretratos y se encuentra en el libro “El alba del alhelí” que
inicialmente se publicó en 1928, hay que tener en cuenta que este poema no figura en la primera
edición del libro sino que Alberti lo incluyó en la segunda edición en 1934. Se publica por
primera vez en la revista “Lola”, revista que dirigía Gerardo Diego, miembro de la generación
del 27 que publica dos revistas: “Carmen” una revista mas seria y “Lola” con un tono mas
burlesco, gracioso. Esta segunda contaba con poeta mas jóvenes y con modalidad humorística,
en el numero en el que se publica este poema, los demás poetas escriben autorretratos con
características similares. Alberti era un cuidadoso constructor de libros de poemas y en este
caso lo incluye en su ultimo libro de poesía neopopularista, en el caso de este poema, tenemos
a un Alberti que no hace un autorretrato ideal sino todo lo contrario, realiza una inversión radical
de estas costumbres.
El poema es un autorretrato que hace Rafael Alberti en tono burlesco. El sujeto poético se define
como una persona pobre y sola, que cuenta con pocos amigos, es un ser que vaga sin rumbo por
la vida. El poeta hace uso de la tercera persona, habla del personaje como si lo viera desde fuera
y no como si se refiriese a sí mismo. El sujeto poético usa el mismo nombre que el del propio
poeta, Rafael, por lo que podemos interpretar que son la misma persona. Durante todo el poema
se hace uso de adjetivos peyorativos como pueden ser "tonto", "cretino" o "tonto de Rafael".
El poeta parece reírse de sí mismo durante todo el poema, hace un destrozo de su propia imagen
compensado por un componente lúdico y humorístico presente en todo el texto.
El tema principal del poema es la presentación con tono burlesco o satírico de un hombre tonto
y desgraciado.
En cuanto a la estructura del poema, podemos observar cómo empieza con un estribillo que se
repetirá a lo largo de todo el poema "¿Quién es aquel?" / ¡El tonto de Rafael! Y luego consta
de cuatro partes más donde se va describiendo al sujeto poético de forma burlesca y despectiva.
En relación con la métrica y la rima podemos decir que se mezclan diferentes elementos, tanto
tradicionales como populares. En general, los versos son octosílabos, excepto el primer verso
del estribillo que es tetrasílabo. La rima es regular, el estribillo forma un pareado con rima a-a,
una redondilla con rima b,c,c,b, con un verso de vuelta (b) y uno de enlace (a), este esquema se
repite en todas las estrofas siguientes.
En cuanto a los recursos estilísticos encontrados en el poema, podemos destacar el uso repetido
de exclamaciones e interrogaciones, la animalización del sujeto poético, ya que se le relaciona
con diferentes animales como pueden ser un "pollito", un "grillo" o un "canario". Encontramos
también la enumeración a lo largo de todo el poema, "bolas, bolindres, pamplinas" o una
hipérbole al final del poema "es tan tonto que por donde pasa levanta un murmullo que es un
cretino eco fiel".
En cuanto al estilo podemos observar que el poeta tiene un alto dominio del lenguaje poético.
(esto lo dice Ana sofia) Alberti escribe un poema que se titula “Autorretratos” y lo firma el con
su nombre, donde habla de si mismo en tercera persona, totalmente distanciado como si se viera
desde fuera pero mete su nombre propio con nombre y apellidos. Esto es una costumbre muy
novedosa que no lo hemos visto en Manuel Machado, ni Antonio Machado, ni Juan Ramón
Jiménez, ni siquiera Rubén Darío que son expertos en autorretratos, esta autor referencialidad
si la encontramos en la poesía española de la Generación del 27 en Alberti y en Federico García
Lorca, miembros neopopularistas y dos de lo mas jóvenes que son también los innovadores mas
radicales. Llama la atención que al tratarse de un autorretrato, el poeta en vez de hablar con un
“yo” confesional y romántico, utiliza la tercera persona. En la escena del poema, nos
encontramos con tres personas: dos mantienen un dialogo acerca de una tercera persona, que
no es otra que Alberti. Consta de varias estrofas en la que se repiten las ideas, un poema de tipo
amplificativo, es decir, un poema en el que una misma idea se va repitiendo con distintos
matices, a diferencia de otros poemas de Alberti que son tan concentrados.
“Los dos primeros versos, que plantean el tema a la manera de la cabeza de un villancico, crean
la ilusión de un diálogo desigual entre un espectador incrédulo y otro sabihondo, cuya
contestación categórica está ilustrada en cuatro estrofas de índole coloquial, insistente,
marcadas por “digo” (v. 6) y “que no digo” (v. 22). […]
Tanta evidencia tiene forzosamente que convencer al que planteó la pregunta que genera el
poema, la que, convertida en exclamación, confirma su premisa tanto como su contenido”.
El estribillo es propio de una canción, es una escena coral, en la que una serie de personajes se
ríen de un tercero que es Alberti, es un poema dramatizado ya que Alberti por esta época
cultivaba el género teatral. El estribillo es un pareado que lo encontramos de dos formas:
pareado de octosílabos con rima aguda en -e (forma mas característica de la lirica tradicional
castellana) y también lo encontramos con el primer verso de cuatro sílabas (pie quebrado) con
la misma rima. Luego nos encontramos con estrofas con características similares con rima
consonante o perfecta, mismo esquema aunque las rimas van variando (villancico). El esquema
de mudanzas con versos de vuelta que sale indicado en el análisis métrico del poema se repite
hasta el final del mismo.
La actitud burlesca que adopta Alberti en este poema es desmitificadora y humorística (actitud
de la vanguardia que introduce el futurismo), la voluntad de cortar con el sentimentalismo
confesional de la poesía anterior. Los poetas están aburridos de tantos sentimientos
políticamente correctos y hermosos y quieren simbólicamente destrozar la literatura, reírse de
lo serio.
El poema “Carta Abierta” es una etopeya, retrato moral que se inspira en la infancia del poeta.
Es una hoja suelta de una carta escrita por un desconocido y dirigida no se sabe a quien, otra
vez se encuentra presente la ficción literaria. En ella un “yo” innominado pero el que se entiende
que es el propio Alberti disfrazado que piensa en si mismo, hace un ejercicio de retrospección
y busca entre sus recuerdos infantiles como espectador de cine en este caso, además de su
infancia en el colegio y jugando como niño. El yuxtaponer imágenes descontextualizadas es
característicos de las primeras vanguardias y de las segundas, consiste en sustituir la realidad,
aquí no hay un referente real reconstruido de manera reconocible sino una serie de impresiones
subjetivas de recuerdos que se ponen uno detrás de otro y sustituyen a lo que sería un resumen
racional sobre la realidad. Se habla de trozos de películas, recuerdos de actores o de su infancia.
CARTA ABIERTA
Publicado por primera vez en el número único de la revista Ley (¿1927?), pp. 3-4.
Rafael Alberti, Cal y canto, en Obra completa. Poesía I, Ed. Jaime Siles, Barcelona, Seix Barral,
2003, pp. 475-477.
Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos (1929). Varios poemas de un proyecto
que no llegó a cuajar en su día como libro publicado de forma independiente.
Este muestra ese salto tecnológico de principios del siglo XX comparado con la enseñanza de
saberes tradicionales anticuados. Todo gira en torno al cine como rasgo futurista que permite
todo tipo de ilusión con esos montajes cinematográficos. El poema está enraizado en la infancia
de Alberti, comenta ese cine de verano tan común en los pueblos del sur y del que Alberti desde
niño disfruta en la playa de la Puntilla del Puerto de Santa María.
Esos versos hablan de la manera en que Alberti niño había contemplado el cine desde la arena:
en la pantalla, colocada entre dos barcas que se balanceaban, se proyectaban entonces films
mudos de las primeras vamps italianas, las divas Lyda Borelli y Francesca Bertini -nacidas en
1886 y 1892, respectivamente-, quienes protagonizaban entre los años 1910-1916 melodramas
y cintas históricas. También se proyectaban cintas de episodios sobre detectives -como las
aventuras de Nick Carter y Sherlock Holmes-, y films colosalistas -Quo Vadis?, E. Guazzoni,
1912-, inscritos en la línea de las superproducciones pioneras del cine italiano que llegaron a
distribuirse en todo el mundo dado su alto costo y espectacularidad para la época, y unos
decorados suntuosos donde por primera vez el genio arquitectónico de los italianos impuso al
cine el problema de la perspectiva.
Todo ese cine es el que más huella dejó en Alberti, y las impresiones de ese cine primitivo
quedaron reflejadas en Cal y Canto (1927), en cuyo último poema titulado «Carta abierta»
Alberti hizo esta declaración de entusiasmo por el séptimo arte.
cajas, 2
¿Dónde estás, 4
¿Qué es esto? 3
─Cerremos, 3
¡Detenedle! 4
¡Cerrad, 3
¿Qué es esto? 3
el mundo. 3
Rafael Alberti, De un momento a otro (Poesía e historia), en Obra completa. Poesía II,
Ed. Robert Marrast, Barcelona, Seix Barral, 2003, pp. 93-94. El poema se publicó primero en
Un fantasma recorre Europa, Madrid, Ediciones La Tentativa Poética, 1933. (Colofón: “Este
libro se acabó de imprimir por Concha Méndez y Manuel Altolaguirre el 8 de octubre de 1933,
Madrid”).
La temática del poema de Rafael Alberti de 1933 "Un fantasma recorre Europa..." está
íntimamente ligada e inspirada por el proceso político-histórico de la Revolución Socialista y
sus repercusiones en Europa en los primeros años de este siglo. El poema es, sin embargo, más
que una crónica en verso de los acontecimientos que transcribe. La narrativa de Alberti
impresiona a sus lectores como un drama donde un intenso conflicto de fuerzas es vívidamente
retratado y donde el lector-espectador experimenta un estado emocional elevado, un estado que
él/ ella comparte con el pueblo colectivo del poema-protagonista y representante de la
colectividad, el propio poeta. Mi discusión se refiere tanto a la cuestión temática como al
método de composición de este poema representativo de la producción poética política inicial
de Alberti. Particularmente, estudio las adaptaciones poéticas de Alberti de dos fórmulas
compositivas usadas por Sergei Eisenstein en sus películas, "montaje intelectual" y "levantar
un acontecimiento a las alturas del pathos", demostrando que en "Un fantasma recorre
Europa..." el proceso interno del poema refleja, sostiene e intensifica el dinamismo, la dialéctica
y el patetismo del proceso revolucionario externo que registra." th su política y su literatura -
sobre su vida y obra.
salen a recibirte. 7
Al dejar el vestíbulo, 7
«Cuarenta y dos versos, de los que una abrumadora mayoría son alejandrinos frente a tan solo
ocho heptasílabos.
La imaginación del regreso de lo ido se entiende ahora como el imaginario, reviviscente retorno
a los espacios desaparecidos. Como en otros textos anteriores, el poeta se ve retornado a la
patria perdida en el único camino posible que la poesía le ofrece, el del poema que genera su
propia realidad, aquella en la que –sobre el implícito modelo del odiseico regreso a la tierra
abandonada- el poeta recobra el sueño de la espera que se torna en feliz regreso.
Para ello se ha de forzar el recurso del desdoblamiento, verse en otro que reactualiza la presencia
en los espacios del pasado. Es un modo único de revivir, aunque al final se torne a la situación
de nostalgia elegíaca de la que siempre se parte. Alberti juega a la alucinación, si bien sabe que
esa alucinación nunca pasa de ser una ficción más o menos cuidada, conseguida. Por ello
confiesa en su íntima conciencia la imposibilidad de un eterno retorno fuera de los límites del
espacio poético: ni la voz de entonces, de cada instante, puede repetirse tal cual, ni es posible
modificar en un ápice el pasado desde el presente, sino tan solo rumiarlo y añorarlo: el poeta se
atreve a imaginar el regreso como peregrinación o ritual exigido de romero, pero a sabiendas
de que no es posible –y eso es lo que verdaderamente tiñe de dolor estos poemas- eliminar el
tiempo transcurrido y sus posos: que no es posible volver sin el riesgo del olvido o del cambio
que nos hace extraños. Por ello el imaginario (e imposible) regreso se hace “con más noche en
la frente”, y el tiempo y el espacio por recuperar se rayan de contraluces (“pasados todavía de
tu luz y tu sombra”).
Como en el poema del retorno familiar, a través de la música tocada por la madre, el regreso a
la patria abandonada se formaliza en el retorno a otra casa-espacio personal, ahora el del adulto,
el de otra etapa, en Madrid, paseo de Rosales, ferente al Guadarrama que pintara Velázquez y
cantara Machado, o antes aún, a la sierra segoviana de los meses de restablecimiento de la
adenopatía iliar, cuando la lectura de poesía a la poesía le lleva, en alejamiento de la pintura.»
Formalmente, el verso blanco nos provoca una sensación de naturalidad armónica en tanto que
el ritmo de los alejandrinos, absolutamente predominantes en él, nos subraya esa tristeza
lánguida que reconocemos desde el primer verso del libro (“También estará ahora lloviendo,
neblinando”). No es casual que los versos de Retornos... se ajusten mayoritariamente a este
metro; la obra poética de Rafael Alberti ha mostrado su sentido del ritmo y ha hecho siempre
un buen aprovechamiento poético de éste. El alejandrino está ligado connotativamente para el
lector en español a una tradición: Rítmicamente no es mucho más que un emparejamiento en
cada línea versal de los heptasílabos de la endecha castellana y, con ella arrastra al lector en su
convención de dolor y de pérdida. Por otro lado, el neorromanticismo de los modernistas
recuperó el alejandrino para la poesía española desde la francesa -por segunda vez en la historia
de la literatura española- precisamente como base rítmica de sus melancolías y nostalgias.
Al analizar las tres coordenadas ya mencionadas que operan en este juego de la memoria
es cuando podemos comprobar bajo qué mecanismos actúa la ESPERANZA. En el poema
encontramos dos “retornos encadenados”:
Primer retorno: En la estrofa primera “Alguien” que habita un futuro remoto hipotético
cuya irrealidad se subraya con expresiones como “Algún día”, “quizás”, “seguramente”,
“siquiera pueda” y con la condición “si hubiese retornado”, recordará a la persona que se
expresa desde un presente real (“yo”). El lector se percata en seguida de que ese “alguien” es
el “yo” desdoblado por efecto de la ESPERANZA y de la MEMORIA. Situado en el terreno
de la ESPERANZA que es el futuro, la persona “Alguien” recurre al mecanismo habitual de los
poemas del libro: la MEMORIA (“se acordará de mí”). Pero la peculiaridad de este poema es
que estos recuerdos son el presente de esa primera persona.
Todo se disuelve en la estrofa final, cuando la segunda persona visitante sale de los
espacios amados porque los sabe ya imposibles, y así: “No tienes más ámbito que el de los
escalones / que uno a uno descienden a las viejas aceras”. La propia persona se disuelve cuando
acaba el ensueño “perderte invisible, / peregrino en tu patria, por sus vivos retornos”. El
personaje abandona así las concreciones de ese ámbito hipotético en que se vio desdoblado para
perderse inconcreto, dejando al lector ese regusto de orfandad desheredada que todos los adultos
sabemos reconocer por experiencias diversas.