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anterior de la glándula hipófisis y secreta gonodotropinas: FSH (hormona estimulante del folículo) y
LH (hormona luteinizante)
Al inicio de cada ciclo ovárico la FSH rescata entre 15 y 20 folículos primarios (estadio preantral) a
partir de una reserva de folículos primarios que están en formación continua. Sólo uno de estos
folículos alcanza la madurez completa y sólo un ovocito se libera. En consecuencia, la mayor parte de
los folículos se degenera sin alcanzar ninguna madurez completa y desarrollan atresia. Estos son
sustituidos por tejido conectivo para formar un folículo atrésico.
La FSH y el factor de diferenciación del crecimiento 9 (GDF9) estimulan la maduración de las células
foliculares y a su vez la proliferación de estas. En cooperación, las células de la teca interna sintetizan
androstenediona y testosterona, y las células de la granulosa convierte a estas hormonas en estrona
y 17 B-estradiol.
Bajo la influencia de FSH y LH el folículo vesicular crece hasta alcanzar un diámetro de 25 milímetros
y se convierte en un folículo vesicular maduro o de Graaf.
El ovocito primario completa la primera división meiótica y el folículo ingresa a la etapa vesicular
madura preovulatoria. Se da inicio a la segunda división meiótica del ovocito, gracias a una elevación
de las concentraciones del factor promotor de la maduración, y queda detenido en su metafase
alrededor de 3 horas antes de la ovulación. Estimula la producción de progesterona en las células del
estroma folicular (luteinización). Incrementa la actividad de la colagenasa lo que da origen a la
digestión de las fibras de colágena que circundan al folículo. Las concentraciones de prostaglandinas
inducen contracciones musculares locales en la pared del ovario.
Estas contracciones expulsan al ovocito el cual es liberado junto con las
células de la granulosa derivadas del cúmulo oóforo que lo rodean y flota
para salir del ovario. Algunas de las células del cúmulo oóforo se
reacomodan en torno a la zona pelúcida para constituir la corona radiada.
Capacitación, durante la cual se retira una capa de glucoproteínas y proteínas del plasma
seminal a partir de su cabeza.
Reacción acrosómica, en la que se liberan sustancias similares a la acrosina y la tripsina, para
permitir la penetración de la zona pelúcida.
La liberación de enzimas acrosómicas permite a los espermatozoides penetran la zona pelúcida, para
entrar en contacto con la membrana plasmática. La permeabilidad de la zona pelúcida cambia cuando
la cabeza del espermatozoide entra en contacto con la superficie del ovocito. A su vez, estas enzimas
alteran las propiedades de la zona pelúcida (reacción de zona) para evitar la penetración de otros
espermatozoides, e inactivan sitios receptores para los espermatozoides específicos de la especie en
la superficie de la zona pelúcida.
1. Recuperación del número diploide de cromosomas en la mitad del padre y la mitad de la madre.
2. Determinación del sexo del nuevo individuo. Si el espermatozoide aporta un cromosoma X da
origen a un embrión femeninos y si aporta un cromosoma Y de genera un embrión masculino.
3. Inicio de la segmentación.
Consiste en una serie de divisiones mitóticas que dan origen a un incremento del número de células,
las blastómeras, que se vuelven cada vez más pequeñas con cada división. Después de tres divisiones
las blastómeras experimentan compactación, para quedar estrechamente agrupadas en una esfera
celular que separa las células internas y externas.
Las blastómeras compactadas se dividen para constituir la mórula de 16 células. Al tiempo que la
mórula ingresa al útero entre el tercer y el cuarto día tras la fecundación, comienza a aparecer en ella
una cavidad y se forma el blastocisto.
La masa celular interna, que se forma en el momento de la compactación y se convierte en el
embrión mismo, se ubica en un polo del blastocisto.
La masa celular externa, que rodea a las células internas y al blastocele, formará el trofoblasto.
Origina los tejidos del embrión y después la formación de la placenta.
El sexto día las células trofoblásticas ubicadas sobre el polo embrioblástico comienzan a penetrar
entre las células epiteliales de la mucosa uterina. Estudios nuevos sugieren que la L-selectina en las
células trofoblásticas y sus receptores de carbohidratos en el epitelio uterino median el anclaje inicial
del blastocisto al útero.
Las selectinas son proteínas de unión a carbohidratos que participan en las interacciones entre los
leucocitos y las células endoteliales que permiten la “captura” de leucocitos a partir de la sangre que
fluye.
Un mecanismo similar se propone ahora para la “captura” del blastocisto en el epitelio uterino, a partir
de la cavidad uterina. Tras la captura mediada por selectinas, la fijación adicional y la invasión del
trofoblasto implica a las integrinas que expresa el trofoblasto, y a las moléculas de la matriz
extracelular laminina y fibronectina.
Los receptores de integrinas para la laminina promueven la fijación, en tanto los de la fibronectina
estimulan la migración. Estas moléculas también interactúan con vías de traducción de señales para
regular la diferenciación del trofoblasto, de tal modo que la implantación es consecuencia de una
acción conjunta del trofoblasto y el endometrio. Así, al final de la primera semana del desarrollo el
cigoto humano ha pasado por las fases de mórula y blastocisto, y ha comenzado su implantación en
la mucosa uterina.
En el momento de la
implantación, el útero se
encuentra en la fase
secretora y el blastocisto
se implanta en el
endometrio de su pared
anterior o posterior. Si no
ocurre la fecundación,
entonces inicia la fase menstrual y se eliminan las capas
esponjosa y compacta del endometrio. La capa basal se conserva para regenerar las otras capas
durante el ciclo siguiente.