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Muebles “El canario”- comentario

El título es emblemático porque se refiere a hechos que suceden dentro del relato y tiene el formato de un
anuncio publicitario. El narrador comienza refiriéndose directamente a esos muebles.

En el principio del primer párrafo, está resumido todo el cuento; luego el narrador desarrolla el
acontecimiento sobre el cual gira todo el relato. El narrador cuenta en primera persona, su propia historia de
cuando, al volver de unas vacaciones en donde ha buscado desconectarse de todo el bullicio de la ciudad,
vive un hecho que lo desconcierta. La situación se da en una atmósfera habitual, en un medio de transporte
urbano de la época del autor: el tranvía. Allí, sin explicación alguna, es inyectado en el brazo por un hombre
que lleva una gran jeringa con una etiqueta que dice “Muebles El canario”. Debido a su desconexión con lo
que sucedía en la ciudad, no sabe lo que está pasando, aunque otras personas sí.

Finalmente, sin atreverse a preguntar qué pasa, se baja del tranvía intentando encontrar explicaciones para lo
sucedido hasta que llega a su casa. Se dispone a dormir pero antes de conciliar el sueño, se presenta el
primer efecto de la vacuna: un canto de una pequeña ave, suponemos un canario, que él percibe como
viniendo dentro de sí y no del exterior. El narrador califica lo que le sucede de nueva enfermedad y la
personaliza diciendo que era “como si se sintiera contenta”. El humor está dado no por la intencionalidad del
autor sino por la visión del personaje sobre la situación.

Entre que el personaje se acuesta, se levanta y vuelve a salir, transcurre aproximadamente una hora. En ese
tiempo, los efectos se hacen más concretos como el escuchar la transmisión de una radio dentro de su cabeza
con anuncios publicitarios y música, especialmente tangos.

El personaje trata desesperadamente de librarse de los mismos pero no lo consigue y sale a la calle otra vez.
Trata de buscar una manera de anular el efecto de la inyección hasta que toma otro tranvía. Hay una
descripción externa de las vías, e interna de lo que pasa dentro del coche, donde hay otra persona que está
inyectando a los pasajeros, incluidos niños. Es un fenómeno generalizado para el cual el protagonista no
encuentra explicación, lo desconoce.

Se establece un diálogo con el hombre de la jeringa, quien se sorprende de que no le guste lo que se
transmite. Por otro lado, le indica un antídoto que todos conocen, menos el personaje debido a lo ya indicado
antes. Son unas píldoras que se venden para anular los efectos de la inyección.

Mientras el protagonista sigue experimentando el tener una radio encendida dentro de su cabeza, se da otro
diálogo con el hombre que inyecta el cual le propone un trato ilegal: le ofrece una solución más simple que
la píldora, a cambio de dinero. Consiste, simplemente, en lavarse los pies con agua muy caliente. Le solicita
además, mantener el secreto para no perder su empleo.

Se asimila a lo que sucede en la actualidad donde las grandes compañías crean los problemas y luego
presentan las soluciones para los mismos, obteniendo grandes ganancias.

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