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MODELO EXAMEN ARGENTINA N°2


2- “Lo que comienza a configurar al grupo revolucionario es la conciencia de
participar en común e una aventura de los que más buscan permanecer apartados.
Para esta aventura se unen a los jefes y oficiales de los regimientos (…) grupos de
opinión capaces de enfrentarla (la crisis imperial) sin desconcierto y con nociones ya
preparadas sobre lo que había que hacer” – Tulio Halperin Donghi – Revolución y
Guerra
¿Cómo impacto es división de los sectores revolucionarios con sus ideales en los
diferentes proyectos políticos entre 1811 y 1820?
El proceso revolucionario según Noemí Goldman, comprendió dos períodos. El primero
abarcó los años que van de 1810 a 1814 y está marcado por los intentos frustrados por
parte de los morenistas de asociar la lucha de la independencia con la construcción de
un nuevo orden. El segundo, de 1814 a 1820, se caracterizó por el conservadorismo
político del gobierno del Directorio.
Durante estas etapas se sucedieron seis gobiernos revolucionarios: Primera Junta (mayo
a diciembre de 1810), Junta Provisional Gubernativa o Junta Grande (enero a setiembre
de 1811), Junta Conservadora (setiembre a noviembre de 1811), Primer Triunvirato
(setiembre de 1811 a octubre de 1812), Segundo Triunvirato (octubre de 1812a enero de
1814) y Directorio (enero 1814 a febrero de 1820).
Halperin Donghi fue uno de los primeros autores que destacó que había contradicción
política dentro de la primera junta (morenistas y saavedristas). Para Halperin Donghi,
esa contradicción se caracteriza por ser inherente, es decir, es interna a la revolución, al
proceso de revolución,
Si bien el desarrollo de la Primera Junta no es contradictoria en cuanto al momento de
realizar el juramento sean tanto morenistas como saavedristas (ya que ambos grupos
juran por Fernando VII) y, en tanto ambos rechazan la junta suprema de Sevilla (la junta
de gobierno). No obstante, las desavenencias políticas y personales entre sendos grupos
no tardaron en aparecer para configurar dos tendencias opuestas. En efecto, el nuevo
poder se caracterizó por una indefinición en cuanto a integrantes y objetivos que se
refleja negativamente en la dirección de sus acciones.
Fundamentalmente una cuestión de esta disputa está relacionada de alguna manera al
papel que debe obtener las milicias, para Saavedra como líder de las milicias
(regimiento patricios), las milicias deben conservar el poder político y para Moreno y
los intelectuales (de café de marcos) la revolución debía ser liderada por intelectuales y
por personas de leyes (esos abogados deben dirigir la revolución abogados).
Según Ternavasio, el secretario Mariano Moreno planteaba que los diputados debían
formar un congreso destinado a dictar una constitución y a establecer una forma de
gobierno. Por su parte, el presidente, Cornelio Saavedra, junto a los nueve
representantes del interior, apoyaron la moción de formar una junta ampliada. La
primera posición planteaba una estrategia más radicalizada, en la medida en que un
congreso con función constituyente implicaba abandonar el simple depósito de la
soberanía para transformar el orden vigente y abrir, en consecuencia, el camino a la
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emancipación definitiva. La segunda era más conservadora, porque formar una junta de
ciudades implicaba mantenerse dentro del orden jurídico hispánico, pero también dentro
de la autonomía lograda en mayo de 1810, asumiendo el depósito de la soberanía del
monarca, ahora en manos de un cuerpo que representaba tanto a la capital como al
conjunto de ciudades que habían " aceptado esta alternativa”.
Finalmente, triunfó la posición saavedristas y se instituyó una junta de ciudades. El 18
de diciembre de 1810 quedó conformada la Junta Grande. Moreno fue destinado a una
misión en Inglaterra -donde encontró la muerte antes de tocar la costa de las islas
británicas-, y el poder colegiado, ahora ampliado, fue el encargado de enfrentar los
nuevos desafíos abiertos en mayo.
Cabe destacar que la postura de Saavedra triunfa porque al pertenecer él al segmento
superior de la milicia la misma dinámica de la guerra le otorga legitimidad y poder
político. Es decir, la postura de saavedrista triunfa porque al ser su dirigente uno de los
líderes del regimiento patricios y ser el presidente de la primera junta le permite la
obtención de poder político que se va acrecentar o fortalecer por la misma dinámica de
la guerra, en este sentido haciendo referencia a Halperin Donghi la misma guerra le
otorga legitimidad. Moreno no es miliciano y dentro de la estructura de la primera junta
la postura de Saavedra es fuertemente aceptada porque posee y goza de prestigio
político desde 1806 en adelante.
Ante la misteriosa muerte de Moreno en alta mar, sus herederos crean el primer club
político que sesiona en el café de Marco. Surgió así el llamado "Club Morenista", cuyos
miembros fundaron luego la Sociedad Patriótica y, en una tercera etapa, integraron la
Logia Lautaro. El club hizo una oposición sistemática al gobierno de Saavedra,
calificado de "moderado", que terminó por desencadenar las jornadas del 5 y 6 de abril,
en las que son expulsados de la Junta Grande los morenistas que aún permanecían en
ella.
La mayoría de las provincias que aceptan a Bs As son la que forman parte de la Junta
Grande (si tienen una junta de gobierno es que aceptaron lo que Bs As tenían que
aceptar) Bs As tenían la mayor cantidad de representantes.
Esa Junta Grande que va entre 1811- 12, va a ser una importante base de apoyo para el
proyecto de Bs As, porque va a permitir que las élites del interior logren un acuerdo con
bs as, y que este extienda su hegemonía.
La Junta Grande fracasa porque existían diferencias entre los representantes que vienen
del interior, se organiza el Primer Triunvirato aunque no tuvo mejor éxito que su
predecesor. Todavía mantiene una postura conservadora aunque ya cambie la forma de
junta con varios representantes. (Se está atomizando el poder político, se está yendo de
la Primera Junta en Buenos Aires a una junta grande a un poder de 3 personas en
Buenos Aires).
La idea de la Logia de Lautaro, sociedad que van a entrar en diálogo con las ideas
morenistas que plantean hacer una constitución, es decir, radicalizar la revolución. La
logia de Lautaro planteaba la idea de expandir los ideales revolucionarios por américa,
planteaban que se debía constituir la “patria grande”. Esta idea era extender los ideales
revolucionarios y conectarlo con américa latina.
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Estos grupos que se inscriben a esta logia, van a encarar la línea más radicalizada
posrevolucionario que van obtener poder político cuando creen el Segundo Triunvirato.
La iniciativa política más importante de este período fue la reunión de la primera
Asamblea General Constituyente Rioplatense en Enero de 1813. En sus primeros
tramos, la Asamblea del año XIII representó el momento más radical de la revolución.
No sólo por haber sancionado la libertad de prensa, la libertad de vientre, la extinción
del tributo, la mita y el yanaconazgo, y la supresión de títulos de nobleza, sino también
por haber excluido la fórmula de juramento de fidelidad al rey Fernando VII. Sin
embargo, el temor que aporta una cada vez más cercana restauración monárquica en
España, junto con las conflictivas relaciones con la Banda Oriental, terminaron por
paralizar las iniciativas renovadoras de la Asamblea. Así, pues, la Asamblea del año
XIII no cumplió con sus principales cometidos, declarar la independencia y dictar una
constitución.
Así, el denominado Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en
Sudamérica comenzó sus reuniones en marzo de 1816 y designó como nuevo director
supremo a Juan Martín de Pueyrredón (Mayo de 1816). En este nuevo contexto
resurgieron sin embargo distintas alternativas para salvar la Revolución, dentro de las
cuales los proyectos monárquicos, bien vistos en Europa, ocuparon un lugar importante.
Belgrano, por ejemplo, propone la creación de una monarquía inca que favorezca la
restauración de uno de sus descendientes. Pero los pueblos se oponen a cualquier
solución monárquica. Lo fundamental del Congreso fue la declaración, en Julio de
1816, de la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica.
Cabe destacar que Buenos Aires tiene un proyecto revolucionario centralista (primero lo
centraliza luego lo expande). En lo que va entre 1810 a 1820 Buenos Aires aunque
cambien las ideas y proyectos es fuertemente centralista. No es lo mismo que
conservadurismo de Saavedra. En el sentido que centraliza el poder en Buenos Aires y a
su vez todos se someten a ella (una vez que se centraliza el objetivo es expandir como
decía la Logia de Lautaro).
No obstante, este proyecto centralista entra en disputa con el proyecto confederacionista
de Artigas. Dos proyectos opuesto que van a entrar en tensión hasta 1820 (Centralismo
vs Confederación).
El proyecto de Artigas surgió como consecuencia de sus desencuentros con los
gobiernos porteños que, sobre todo en la época del primer triunvirato, tendieron a
entenderse con los españoles y portugueses para negociar la situación de la Banda
oriental.
Al mismo tiempo vemos en 1813 con la asamblea del año XIII y obviamente con el
congreso de Tucumán en 1816 una tensión con el proyecto confederal de Artigas.
Artigas quería tener la misma cantidad de representantes que Bs As la cual rechazaba tal
propuesta.
Este proyecto se contrapone al centralismo en el sentido que: “Las partes integrantes de
una confederación retienen calidad de estados soberanos e independientes (…) y que el
órgano de gobierno central que organizan no tiene jurisdicción directa sobre los
habitantes de cada estado, pues sus resoluciones deben ser convalidadas por los órganos
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representativos de aquellos” (Chiaramonte). Es decir, las estructuras políticas menores,


(como pueden ser las provincias) obtienen autonomía pero delegan parte de esas
facultades a una identidad “supraprovincial”, en el caso de la Banda Oriental;
Montevideo.
Este es un Proyecto que no va a perdurar porque en el interior del proyecto
confederacional, se producen separaciones principalmente con López y Ramírez quienes
se separan de Artigas y plantea ir en contra del directorio Rondeau.
Los últimos directorios entra en una fase de declive por la misma guerra de
independencia y por los mismos problemas financieros , (Bs As no puede financiar ese
ejército propio y la guerra ), un avance realista que erosiona de alguna manera el
ejército del norte y de los andes, un pueblo desgastado, un aparato productivo que no
brinda recursos suficientes y esto va hacer aprovechado por López Y Ramírez para
derrocar el directorio de Rondeau y la Batalla de Cepeda de 1820 derrocan el directorio
de Rondeau y se abre en juego; un periodo desde 1820 conocido como “ crisis de
1820” .
Cabe destacar que cuando López y Ramírez se desligan de Artigas, lo que buscan es ir
contra Buenos Aires y después que las provincias tengan toda la autonomía posible pero
que no dependan como sostenía la confederación de un estado supraprovincial.
Plantean “Asaltar el poder” pero no replicando el modelo centralista sino creando un
modelo; modelo federal.
3- ¿De qué manera se conformó una elite militar criolla en Buenos Aires? Explicar el
desplazamiento político desde la colonia hasta el contexto independentista según la
hipótesis de Tulio Halperin Donghi.
Se ha sostenido que las invasiones inglesas fueron la antesala de la revolución que se
produjo en mayo de 1810 porque introdujeron transformaciones en el escenario político
que serían decisivas en ese año. Básicamente, esos cambios estaban relacionados con el
llamado proceso de militarización, es decir, con el proceso de formación de milicias
que estaban destinadas, en principio, a combatir a los ingleses pero que luego de 1807
no desaparecieron, sino que se incrementaron. Los regimientos formados durante las
invasiones inglesas quedaron en funcionamiento hasta 1810 y tuvieron un papel
fundamental en la Revolución de Mayo. En los años 1806 y 1807 se organizaron
milicias con base urbana, según criterios raciales o según el origen geográfico de los
combatientes.
Por otro lado, luego de 1807 se produjeron cambios en estas milicias urbanas. Por
varios motivos pervivieron los regimientos formados por criollos, mientras se fueron
disolviendo los que estaban formados por los peninsulares. Este factor inclino la balanza
del poder armado en favor de los americanos. Una buena parte de la población adulta
masculina estaba encuadrada en estas formaciones milicianas, organizadas de manera
bastante horizontal, dado que los combatientes tenían la facultad de elegir
democráticamente, por aclamación, a sus oficiales.
De esta manera nació la carrera militar que se transformó en un nuevo canal de
ascenso social para los criollos. Muchos de ellos, a partir de orígenes bastante humildes,
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llegarían a ocupar lugares de preeminencia y ganarían protagonismo político gracias a la


carrera de las armas. De hecho, numerosos oficiales de los regimientos milicianos que
surgieron a partir de las invasiones inglesas se transformaron en importantes figuras
políticas en los años sucesivos y durante la Revolución de Mayo.
Ahora bien, tomando al autor Tulio Halperin Donghi, las milicias eran una institución
política y militar voluntaria, integrada por comerciantes para la defensa del territorio.
Ella genero un sentimiento de pertenencia ya que genera prestigio entre sus pares y una
solidaridad orgánica.
Buenos Aires como polo económico pretendido por las potencias europeas, los ingleses
son rechazados en dos ocasiones, la última por una milicia liderada por Liniers. Vemos
que un poder local resiste a un poder extranjero en defensa del territorio y con esto se
refuerza el sentido de pertenencia de la milicia.
Vemos que luego de esta defensa, la sociedad refleja su orden verticalista donde estos
militares-comerciantes se consideran ideológicamente los superiores por repeler a una
fuerza extranjera. Santiago de Liniers es nombrado virrey y con esto se materializa este
sentido de pertenencia y autonomía. En otras palabras, la milicia local elige al virrey
rompiendo con la lógica del nombramiento a cargo de la corona. Se rompe ese pacto
colonial, el pacto de sujeción, por un vacío del poder del rey en la colonia.
En suma a lo mencionado, vemos que luego de las invasiones inglesas y la
consolidación del dispositivo militar propuesto por la milicia con su cadena de mando y
orden verticalista se gesta una elite. Por ende se presenta la siguiente pregunta: ¿Cómo
surge el poder político de la elite militar criolla en Buenos Aires? Encontraremos la
respuesta tomando al autor Tulio Halperin Donghi en “Revolución y Guerra” donde
podemos tomar los siguientes aspectos.
Esta nueva elite dueños de la entera máquina administrativa de la capital virreinal les
era preciso consolidar su nuevo poder de grupo lanzado al abordaje del poder político se
había trasformado por su mismo éxito en los titulares de ese poder; ello les imponía
establecer rápidamente nuevas vinculaciones con la entera población subordinada. En
esas vinculaciones, el estilo autoritario del viejo orden no fue abandonado, el prestigio
y los medios de coacción derivados del uso tradicional del poder eran, frente a esos
sectores marginales, una ventaja cierta. (Pág. 171)
El contexto de guerra exigirá una participación creciente de los sectores populares y —
como se verá más adelante, sobre todo por razones económicas— en primer término de
los que en la etapa colonial habían permanecido irreductiblemente marginales. (Pág.
176)
Respecto a la construcción del enemigo, la revolución busca reemplazar a los
“mandones” y a su vez toman en sus manos el poder político, satisfacen simbólicamente
las reivindicaciones de todos los americanos que en un momento u otro se han sentido
postergados frente a los metropolitanos. (Pág. 180)
Todas estas tareas han adquirido una nueva significación puesto que, como se ha
indicado ya, el estado prefiere buscar a sus soldados entre los marginales; desocupados
y "falsos pobres", a la espera del hospicio que la previsión del gobierno les destina,
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pueden contar con la hospitalidad del ejército. De este modo, la relación entre el nuevo
estado y los sectores populares y marginales, desde el comienzo ambigua, acentúa sus
aspectos autoritarios y represivos. (Pág. 198)
La revolución es en efecto más ambiciosa: por una parte se propone trasformar las
creencias y estilo de conducta de sus gobernados, por otra parte para sobrevivir debe
obtener de ellos un apoyo más activo que el antiguo régimen. Pero esa solución, posible
en rigor en Buenos Aires, lo era bastante menos en el Interior; y ello por un cúmulo de
razones. En primer lugar, la revolución había nacido en Buenos Aires, contaba en la
ciudad desde el comienzo por lo menos con el apoyo del grupo que la había lanzado; en
el Interior, la búsqueda de apoyos locales se presentaba aun con mayor urgencia, y su
supeditación a jefes llegados de la capital podía comprometerla. Por otra parte, el
Interior era para el poder revolucionario una fuente de hombres y recursos para la
guerra. (Pág. 199)
La militarización comenzada en 1806 cuya legitimidad misma de ese ejército urbano,
sólo a medias sometido a la disciplina de una tropa regular, era constantemente puesta
en duda. La revolución, al desencadenar la guerra, puso fin a esa situación y acreció de
inmediato el prestigio militar. (Pág. 200)
La guerra debe ser el principal objeto a que se dirijan las atenciones del gobierno. Todos
los ciudadanos nacerán soldados y recibirán desde su infancia una educación conforme
a su destino. Las ciudades no ofrecerán sino la imagen de la guerra. En fin, todo
ciudadano mirará la guerra como un estado natural. La tendencia a hacer del ejército el
primer estamento del nuevo estado es innegable. (Pág. 201)
De modo que, si bien la caza de marginales no es siempre un ejercicio fácil el gobierno
está decidido a no recurrir a la población libre y económicamente activa por razones
políticas y económicas, fácilmente comprensibles en un área de crónica escasez de
mano de obra, explican la tenacidad con que es mantenida esta decisión. Tomar vagos,
malentretenidos y esclavos para formar un nuevo cuerpo militar. Hacer de cuerpos así
formados el principal apoyo del poder revolucionario, no sólo contra sus enemigos
exteriores sino también contra los internos, encierra peligros que sólo podrían salvarse
mediante cuidadosas precauciones. Pero es precisamente la profesionalización del
ejército la que al reducir el sector políticamente relevante de éste al cuerpo de oficiales
aleja los peligros implícitos en un reclutamiento de soldados excesivamente concentrado
en los sectores más bajos y marginales de la sociedad. (Pág. 204)
Ahora el cuerpo de oficiales ejercía su influjo político por derecho propio; deja de
constituir el enlace entre una élite y los sectores más amplios que la crisis ha movilizado
por un momento y pasa a ser, más bien, el dueño directo de los medios de coacción que
tienen entre otras finalidades la de mantener firmemente el poder en manos de esa élite,
limitando las consecuencias de la democratización a la que la revolución debe su
origen. Esto es la monopolización de la acción revolucionaria. (Pág. 207) “Nadie es la
patria, pero todos lo somos”, oda escrita en 1966 por Borges.

4- ¿Por qué el unitarismo gobierna las Provincias Unidas del Rio de la Plata a partir
de 1820 si un año antes el centralismo de Buenos Aires había sido derrotado? Tener
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en cuenta las particularidades de la provincia de Buenos Aires a partir de la


denominada “crisis del 20”
Las particularidades de la provincia de Buenos Aires a partir de la denominada “crisis
del 20” fue el caso más exitoso de autonomía provincial fue el de Buenos Aires, que
experimentó un breve periodo de prosperidad material y de desarrollo institucional, que
algunos contemporáneos llamaron “feliz experiencia”.
La autora Ternavasio dice bajo el rótulo de "anarquía del año 20" la historiografía
tradicional calificó la catarata de acontecimientos que derivó del literal vacío de poder.
Esta situación se inició cuando los vencedores de Cepeda exigieron que el cuerpo
capitular se encargará de formar un nuevo gobierno a través de algún mecanismo que,
además de conferirle legitimidad, les garantizara una negociación favorable a sus
intereses. A tal efecto, el Ayuntamiento convocó a un cabildo abierto que, reunido el 16
de febrero de 1820, con la asistencia de menos de dos centenares de vecinos, decidió la
creación de la primera Sala de Representantes de Buenos Aires, llamada también Junta
de Representantes, cuyo único mandato en un principio era designar gobernador de la
provincia de Buenos Aires.
La disputa entre centralistas y confederacionistas culminó en octubre de 1820 con la
derrota militar de una de las facciones del confederacionismo porteño frente a las
milicias de campaña dirigidas por el general Martín Rodríguez.
El enfrentamiento entre ciudad y campaña -centrado en el debate sobre la representación
de cada espacio en la definición del futuro régimen político provincial- se definió
primero en el campo de batalla al ser derrotados los líderes del movimiento que, bajo la
influencia de Estanislao López, buscaban imponer una mayoría de representantes del
campo en detrimento de la ciudad y, luego, en la negociación que dio por resultado la
nueva representación política plasmada en la ley electoral de 1821.
Finalmente, la encarnizada lucha facciosa que caracterizó al "fatídico año '20" (como
solían llamarlo los contemporáneos) dio como cuyo resultado fue la constitución de un
grupo dirigente, heterogéneo en su origen, pero unido en un común objetivo: ordenar el
"caos" producido luego de la caída del poder central. Un orden que ya no buscaba
colocar a Buenos Aires en el centro de un poder nacional, sino que pretendía volver
"fronteras adentro" para reflotar la desquiciada economía provincial, organizar la
indisciplinada sociedad movilizada al calor de la guerra de independencia e imponer un
nuevo principio de autoridad.
El poder político provincial se organizó, por un lado, a través de un conjunto de leyes
fundamentales encargadas de regir y regular el funcionamiento de las instituciones de la
provincia -a mayoría dictadas entre 1821 y 1824- y, por otro, a través de un conjunto de
prácticas que aunque no contenidas explícitamente en la letra de la ley, se erigieron en
principios constitutivos del nuevo régimen político.
En cuanto al primer aspecto, se destacan la ley electoral de 1821 y la ley que establecía
la forma para designar gobernador. El Poder Ejecutivo de la provincia debía ser elegido
por la Junta de Representantes y esta designación se haría cada tres años. Respecto de
las prácticas no formalizadas, merece una consideración especial el problema de la
división de poderes tradicionalmente establecido en las cartas orgánicas y el papel
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fundamental que adquirió en esos años la Sala de Representantes, encargada del Poder
Legislativo.
El nuevo gobernador, Juan Gregorio de Las Heras, convocó al Congreso General
Constituyente, que comenzó a sesionar en Buenos Aires en diciembre de 1824.
En este congreso, volvió a hacerse evidente la disputa entre centralistas y autonomistas,
identificados ya como unitarios y federales.
Los problemas que presenta un Estado fragmentado se evidenciaron en el ámbito
internacional como una guerra con el Brasil era inminente por el problema de la Banda
Oriental, varias disposiciones recompusieron fugazmente el poder central disuelto en
1820. La llamada Ley Fundamental, otorgó provisoriamente el Poder Ejecutivo al
general Las Heras, gobernador de la provincias de Buenos Aires, que asumía la
representación de las demás en el ámbito de las relaciones internacionales. Sin embargo,
hasta tanto se sancionara una constitución, las provincias conservaban el autogobierno.
En 1826, el congreso sancionó la Ley de Presidencia que creaba un ejecutivo
permanente y nombró presidente a Bernardino Rivadavia. El vocero de la oposición al
grupo rivadaviano en el debate de la Ley de Presidencia fue Moreno, quien esgrimió
que ésta violaba la Ley Fundamental por la cual se habían limitado las atribuciones del
Congreso. . También sancionó una constitución de corte unitario, que fue rechazada por
los federales. La cuestión política, que dividía a unitarios y federales, desató la guerra
civil. Los unitarios sostenían que la soberanía de la Nación eliminaba las soberanías
provinciales, y, por el contrario, los federales defendían la idea de que el territorio del
antiguo Virreinato del Río de la Plata debía considerarse una mera unión de provincias
soberanas.
Tiempo después, mediante la Ley de Capitalización, el Presidente puso fin a la
autonomía de la provincia de Buenos Aires y la designó capital del nuevo país. A partir
de ese momento, Buenos Aires dejó de tener autoridades propias (es decir, Junta de
Representantes y gobernador), y los recursos aduaneros pasaron a pertenecer a la
Nación.
La Ley de Capitalización generó descontento y oposición, tanto entre los federales de
Interior (que se oponían a la designación de Buenos Aires como capital) como entre los
federales porteños, liderados por Juan Manuel de Rosas, que rechazaban la ley porque
implicaba la pérdida de autonomía de la provincia. A esta oposición se sumaron,
además, algunos unitarios.
La crisis sobrevino con la sanción de la Constitución de 1826, de características
centralistas. Esta era restrictiva con el derecho al sufragio: excluía a algunas categorías
de ciudadanos pertenecientes a las clases populares, como, por ejemplo, los
dependientes (peones y soldados), y los que carecían de propiedades, como los llamados
vagos.
Por otra parte, la Constitución establecía que los gobernadores de las provincias serían
elegidos por el poder central, lo que provocó la furia de los federales del Interior y,
posteriormente, la guerra civil.

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