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Modelo Examen Argentina N°2
Modelo Examen Argentina N°2
emancipación definitiva. La segunda era más conservadora, porque formar una junta de
ciudades implicaba mantenerse dentro del orden jurídico hispánico, pero también dentro
de la autonomía lograda en mayo de 1810, asumiendo el depósito de la soberanía del
monarca, ahora en manos de un cuerpo que representaba tanto a la capital como al
conjunto de ciudades que habían " aceptado esta alternativa”.
Finalmente, triunfó la posición saavedristas y se instituyó una junta de ciudades. El 18
de diciembre de 1810 quedó conformada la Junta Grande. Moreno fue destinado a una
misión en Inglaterra -donde encontró la muerte antes de tocar la costa de las islas
británicas-, y el poder colegiado, ahora ampliado, fue el encargado de enfrentar los
nuevos desafíos abiertos en mayo.
Cabe destacar que la postura de Saavedra triunfa porque al pertenecer él al segmento
superior de la milicia la misma dinámica de la guerra le otorga legitimidad y poder
político. Es decir, la postura de saavedrista triunfa porque al ser su dirigente uno de los
líderes del regimiento patricios y ser el presidente de la primera junta le permite la
obtención de poder político que se va acrecentar o fortalecer por la misma dinámica de
la guerra, en este sentido haciendo referencia a Halperin Donghi la misma guerra le
otorga legitimidad. Moreno no es miliciano y dentro de la estructura de la primera junta
la postura de Saavedra es fuertemente aceptada porque posee y goza de prestigio
político desde 1806 en adelante.
Ante la misteriosa muerte de Moreno en alta mar, sus herederos crean el primer club
político que sesiona en el café de Marco. Surgió así el llamado "Club Morenista", cuyos
miembros fundaron luego la Sociedad Patriótica y, en una tercera etapa, integraron la
Logia Lautaro. El club hizo una oposición sistemática al gobierno de Saavedra,
calificado de "moderado", que terminó por desencadenar las jornadas del 5 y 6 de abril,
en las que son expulsados de la Junta Grande los morenistas que aún permanecían en
ella.
La mayoría de las provincias que aceptan a Bs As son la que forman parte de la Junta
Grande (si tienen una junta de gobierno es que aceptaron lo que Bs As tenían que
aceptar) Bs As tenían la mayor cantidad de representantes.
Esa Junta Grande que va entre 1811- 12, va a ser una importante base de apoyo para el
proyecto de Bs As, porque va a permitir que las élites del interior logren un acuerdo con
bs as, y que este extienda su hegemonía.
La Junta Grande fracasa porque existían diferencias entre los representantes que vienen
del interior, se organiza el Primer Triunvirato aunque no tuvo mejor éxito que su
predecesor. Todavía mantiene una postura conservadora aunque ya cambie la forma de
junta con varios representantes. (Se está atomizando el poder político, se está yendo de
la Primera Junta en Buenos Aires a una junta grande a un poder de 3 personas en
Buenos Aires).
La idea de la Logia de Lautaro, sociedad que van a entrar en diálogo con las ideas
morenistas que plantean hacer una constitución, es decir, radicalizar la revolución. La
logia de Lautaro planteaba la idea de expandir los ideales revolucionarios por américa,
planteaban que se debía constituir la “patria grande”. Esta idea era extender los ideales
revolucionarios y conectarlo con américa latina.
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Estos grupos que se inscriben a esta logia, van a encarar la línea más radicalizada
posrevolucionario que van obtener poder político cuando creen el Segundo Triunvirato.
La iniciativa política más importante de este período fue la reunión de la primera
Asamblea General Constituyente Rioplatense en Enero de 1813. En sus primeros
tramos, la Asamblea del año XIII representó el momento más radical de la revolución.
No sólo por haber sancionado la libertad de prensa, la libertad de vientre, la extinción
del tributo, la mita y el yanaconazgo, y la supresión de títulos de nobleza, sino también
por haber excluido la fórmula de juramento de fidelidad al rey Fernando VII. Sin
embargo, el temor que aporta una cada vez más cercana restauración monárquica en
España, junto con las conflictivas relaciones con la Banda Oriental, terminaron por
paralizar las iniciativas renovadoras de la Asamblea. Así, pues, la Asamblea del año
XIII no cumplió con sus principales cometidos, declarar la independencia y dictar una
constitución.
Así, el denominado Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en
Sudamérica comenzó sus reuniones en marzo de 1816 y designó como nuevo director
supremo a Juan Martín de Pueyrredón (Mayo de 1816). En este nuevo contexto
resurgieron sin embargo distintas alternativas para salvar la Revolución, dentro de las
cuales los proyectos monárquicos, bien vistos en Europa, ocuparon un lugar importante.
Belgrano, por ejemplo, propone la creación de una monarquía inca que favorezca la
restauración de uno de sus descendientes. Pero los pueblos se oponen a cualquier
solución monárquica. Lo fundamental del Congreso fue la declaración, en Julio de
1816, de la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica.
Cabe destacar que Buenos Aires tiene un proyecto revolucionario centralista (primero lo
centraliza luego lo expande). En lo que va entre 1810 a 1820 Buenos Aires aunque
cambien las ideas y proyectos es fuertemente centralista. No es lo mismo que
conservadurismo de Saavedra. En el sentido que centraliza el poder en Buenos Aires y a
su vez todos se someten a ella (una vez que se centraliza el objetivo es expandir como
decía la Logia de Lautaro).
No obstante, este proyecto centralista entra en disputa con el proyecto confederacionista
de Artigas. Dos proyectos opuesto que van a entrar en tensión hasta 1820 (Centralismo
vs Confederación).
El proyecto de Artigas surgió como consecuencia de sus desencuentros con los
gobiernos porteños que, sobre todo en la época del primer triunvirato, tendieron a
entenderse con los españoles y portugueses para negociar la situación de la Banda
oriental.
Al mismo tiempo vemos en 1813 con la asamblea del año XIII y obviamente con el
congreso de Tucumán en 1816 una tensión con el proyecto confederal de Artigas.
Artigas quería tener la misma cantidad de representantes que Bs As la cual rechazaba tal
propuesta.
Este proyecto se contrapone al centralismo en el sentido que: “Las partes integrantes de
una confederación retienen calidad de estados soberanos e independientes (…) y que el
órgano de gobierno central que organizan no tiene jurisdicción directa sobre los
habitantes de cada estado, pues sus resoluciones deben ser convalidadas por los órganos
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pueden contar con la hospitalidad del ejército. De este modo, la relación entre el nuevo
estado y los sectores populares y marginales, desde el comienzo ambigua, acentúa sus
aspectos autoritarios y represivos. (Pág. 198)
La revolución es en efecto más ambiciosa: por una parte se propone trasformar las
creencias y estilo de conducta de sus gobernados, por otra parte para sobrevivir debe
obtener de ellos un apoyo más activo que el antiguo régimen. Pero esa solución, posible
en rigor en Buenos Aires, lo era bastante menos en el Interior; y ello por un cúmulo de
razones. En primer lugar, la revolución había nacido en Buenos Aires, contaba en la
ciudad desde el comienzo por lo menos con el apoyo del grupo que la había lanzado; en
el Interior, la búsqueda de apoyos locales se presentaba aun con mayor urgencia, y su
supeditación a jefes llegados de la capital podía comprometerla. Por otra parte, el
Interior era para el poder revolucionario una fuente de hombres y recursos para la
guerra. (Pág. 199)
La militarización comenzada en 1806 cuya legitimidad misma de ese ejército urbano,
sólo a medias sometido a la disciplina de una tropa regular, era constantemente puesta
en duda. La revolución, al desencadenar la guerra, puso fin a esa situación y acreció de
inmediato el prestigio militar. (Pág. 200)
La guerra debe ser el principal objeto a que se dirijan las atenciones del gobierno. Todos
los ciudadanos nacerán soldados y recibirán desde su infancia una educación conforme
a su destino. Las ciudades no ofrecerán sino la imagen de la guerra. En fin, todo
ciudadano mirará la guerra como un estado natural. La tendencia a hacer del ejército el
primer estamento del nuevo estado es innegable. (Pág. 201)
De modo que, si bien la caza de marginales no es siempre un ejercicio fácil el gobierno
está decidido a no recurrir a la población libre y económicamente activa por razones
políticas y económicas, fácilmente comprensibles en un área de crónica escasez de
mano de obra, explican la tenacidad con que es mantenida esta decisión. Tomar vagos,
malentretenidos y esclavos para formar un nuevo cuerpo militar. Hacer de cuerpos así
formados el principal apoyo del poder revolucionario, no sólo contra sus enemigos
exteriores sino también contra los internos, encierra peligros que sólo podrían salvarse
mediante cuidadosas precauciones. Pero es precisamente la profesionalización del
ejército la que al reducir el sector políticamente relevante de éste al cuerpo de oficiales
aleja los peligros implícitos en un reclutamiento de soldados excesivamente concentrado
en los sectores más bajos y marginales de la sociedad. (Pág. 204)
Ahora el cuerpo de oficiales ejercía su influjo político por derecho propio; deja de
constituir el enlace entre una élite y los sectores más amplios que la crisis ha movilizado
por un momento y pasa a ser, más bien, el dueño directo de los medios de coacción que
tienen entre otras finalidades la de mantener firmemente el poder en manos de esa élite,
limitando las consecuencias de la democratización a la que la revolución debe su
origen. Esto es la monopolización de la acción revolucionaria. (Pág. 207) “Nadie es la
patria, pero todos lo somos”, oda escrita en 1966 por Borges.
4- ¿Por qué el unitarismo gobierna las Provincias Unidas del Rio de la Plata a partir
de 1820 si un año antes el centralismo de Buenos Aires había sido derrotado? Tener
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fundamental que adquirió en esos años la Sala de Representantes, encargada del Poder
Legislativo.
El nuevo gobernador, Juan Gregorio de Las Heras, convocó al Congreso General
Constituyente, que comenzó a sesionar en Buenos Aires en diciembre de 1824.
En este congreso, volvió a hacerse evidente la disputa entre centralistas y autonomistas,
identificados ya como unitarios y federales.
Los problemas que presenta un Estado fragmentado se evidenciaron en el ámbito
internacional como una guerra con el Brasil era inminente por el problema de la Banda
Oriental, varias disposiciones recompusieron fugazmente el poder central disuelto en
1820. La llamada Ley Fundamental, otorgó provisoriamente el Poder Ejecutivo al
general Las Heras, gobernador de la provincias de Buenos Aires, que asumía la
representación de las demás en el ámbito de las relaciones internacionales. Sin embargo,
hasta tanto se sancionara una constitución, las provincias conservaban el autogobierno.
En 1826, el congreso sancionó la Ley de Presidencia que creaba un ejecutivo
permanente y nombró presidente a Bernardino Rivadavia. El vocero de la oposición al
grupo rivadaviano en el debate de la Ley de Presidencia fue Moreno, quien esgrimió
que ésta violaba la Ley Fundamental por la cual se habían limitado las atribuciones del
Congreso. . También sancionó una constitución de corte unitario, que fue rechazada por
los federales. La cuestión política, que dividía a unitarios y federales, desató la guerra
civil. Los unitarios sostenían que la soberanía de la Nación eliminaba las soberanías
provinciales, y, por el contrario, los federales defendían la idea de que el territorio del
antiguo Virreinato del Río de la Plata debía considerarse una mera unión de provincias
soberanas.
Tiempo después, mediante la Ley de Capitalización, el Presidente puso fin a la
autonomía de la provincia de Buenos Aires y la designó capital del nuevo país. A partir
de ese momento, Buenos Aires dejó de tener autoridades propias (es decir, Junta de
Representantes y gobernador), y los recursos aduaneros pasaron a pertenecer a la
Nación.
La Ley de Capitalización generó descontento y oposición, tanto entre los federales de
Interior (que se oponían a la designación de Buenos Aires como capital) como entre los
federales porteños, liderados por Juan Manuel de Rosas, que rechazaban la ley porque
implicaba la pérdida de autonomía de la provincia. A esta oposición se sumaron,
además, algunos unitarios.
La crisis sobrevino con la sanción de la Constitución de 1826, de características
centralistas. Esta era restrictiva con el derecho al sufragio: excluía a algunas categorías
de ciudadanos pertenecientes a las clases populares, como, por ejemplo, los
dependientes (peones y soldados), y los que carecían de propiedades, como los llamados
vagos.
Por otra parte, la Constitución establecía que los gobernadores de las provincias serían
elegidos por el poder central, lo que provocó la furia de los federales del Interior y,
posteriormente, la guerra civil.