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UNIVERSIDAD POPULAR DE LA CHONTALPA

DIVISIÓN DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO.

CURSO DE ACTUALIZACIÓN PROFESIONAL O DIPLOMADO CON OPCIÓN A


TITULACIÓN:

PSICOLOGÍA LABORAL Y FACTORES DE RIESGOS PSICOSOCIALES EN EL


ENTORNO ORGANIZACIONAL

TITULO DEL REPORTE ACADEMICO

COMO AFECTA LA PANDEMIA POR SARS COVID-19 EL DESEMPEÑO


LABORAL DE LOS TRABAJADORES DENTRO DE UNA ORGANIZACIÓN

REPORTE ACADÉMICO

QUE PRESENTAN:

Francisco Javier Domínguez Hernández

Ingrid Pamela Peralta García

Como requisito parcial para obtener el título de:

Licenciatura en Psicología

ASESOR

H.CARDENAS , TABASCO AGOSTO, 2021


INDICE
INTRODUCCIÓN

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

A. MARCO METODOLOGICO

Justificación
Objetivos
Objetivo general
Objetivos específicos

B. MARCO TEORICO REALIDAD DE LA SALUD MENTAL Y RENDIMIENTO DE


LOS TRABAJADORES ANTE LA PANDEMIA POR COVID 19

APARTADO I: SALUD MENTAL

1.1 Definición de salud mental


1.2 Salud mental en las organizaciones
1.3 Factores mentales y conductuales en cuanto a los factores de riesgo ante
el COVID 19
1.4 La carga emocional de trabajo en tiempos de pandemia

APARTADO II: DESEMPEÑO LABORAL


2.1 Definición de desempeño laboral
2.2 Desempeño laboral y salud mental
2.3 Limitaciones y barreras del desempeño laboral ante la nueva normalidad

APARTADO lll: CAMBIOS EN LA VIDA LABORAL POR LA PANDEMIA DEL


COVID 19
3.1 Medidas Sanitarias de las instalaciones y trabajadores
3.2 El rol de las empresas y los empleadores en la respuesta al COVID-19
3.3 Prevenir y reducir la transmisión entre los empleados

C.REVISION DE LA LITERATURA

D.CONCLUSIONES
Alcance
Recomendaciones

BIBLIOGAFIAS

ANEXOS
INTRODUCCIÓN

La pandemia del Covid-19, que ya afecta a casi 172,293,942 millones de personas


en 148 países y ha provocado más de 3,704,724 muertes en el mundo suelen
encender las alertas en las personas.

Durante la pandemia de la COVID-19 las personas han admitido tener un aumento


en sus niveles de estrés, ansiedad, miedo, tristeza, y soledad y frustraciones ya
que nos encontramos Imposibilitados de satisfacer nuestras necesidades o
un deseo. Los trastornos de la salud mental han ido en aumento, incluyendo la
ansiedad, depresión que se han convertido en factores de riesgo psicosociales
lo cual afecta la productividad de los recursos humanos.

Todo esta ha generado que la salud y funciones mentales de los trabajares


dentro una organización se vea debilitada, misma que influye en su desempeño
laboral.

A medida que los países han ido aplicando medidas para restringir los
movimientos con el fin de reducir el número de infecciones por el virus de la
COVID-19, cada vez más personas estamos cambiando radicalmente nuestra
rutina cotidiana y siendo resilientes antes dicha situación que el mundo presenta.

Las nuevas realidades del teletrabajo, el desempleo temporal, la enseñanza en


casa y la falta de contacto físico con familiares, amigos y colegas requieren tiempo
para acostumbrarse ya que debemos implementar el desapego en nuestras vidas.
Adaptarnos a estos cambios en los hábitos de vida y enfrentarnos al temor de
contraer la COVID-19 y a la preocupación por las personas próximas más
vulnerables es difícil, y puede resultar especialmente duro para las personas con
trastornos de salud mental.

El gran desafío en la actualidad es enfrentar y superar una crisis sin precedentes a


nivel mundial que es sanitaria, humana, económica y psicológica al mismo tiempo.

El presente documento tiene por objetivo dar cuenta del impacto psicológico que la
pandemia por COVID-19 tuvo en la salud mental en los trabajadores, así como de
las respuestas en el desempeño laboral ante la crisis de la COVID-19. El
autoaislamiento, la cuarentena y el distanciamiento social son las principales
medidas que están siendo utilizadas para contrarrestar la COVID-19 a nivel global.
Si bien estas medidas permiten aplanar la curva de contagio, también afectan las
emociones y salud mental, al desacelerar e incluso interrumpir la producción, lo
que disminuye las horas de trabajo y los salarios y da lugar a la reducción de la
demanda agregada de bienes y servicios. El virus y la consiguiente crisis de salud
mental repercuten adversamente en el mundo del trabajo en tres aspectos
fundamentales: 1) la cantidad de empleo; 2) la calidad del trabajo; y 3) los efectos
psicológicos en los grupos específicos más vulnerables.

JUSTIFICACIÓN
La pandemia de COVID-19 ha cambiado mucho la manera en que los seres
humanos viven su vida, esto ha traído incertidumbre, rutinas diarias alteradas,
presiones económicas, y aislamiento social. Las personas se preocupan por
enfermarse, se cuestionan por cuánto tiempo durará la pandemia, y qué les
deparará el futuro. El exceso de información, los rumores y la información errónea
pueden hacer que se sientan sin control y que no tengan claro qué hacer.

Esta investigación se centrará identificar posibles trastornos emocionales y


psicológicos, como afecta la interacción social dentro de una organización y el
posible bajo rendimiento laboral ocasionado por una mala salud mental producida
por la pandemia.

OBJETIVOS
Analizar cómo afecta la pandemia por SARS COVID-19 la salud mental de los
trabajadores dentro de una organización y de esa forma conocer el
desempeño laboral.

OBJETIVOS ESPECIFICOS
 Identificar los trastornos emocionales y psicológicos ocasionados por salud
mental producida por la pandemia.
 Analizar cómo afectan los trastornos psicológicos la interacción con el
demás miembro dentro de una organización.
 Conocer cómo afecta la salud mental el desempeño laboral dentro de una
organización.
 Analizar la repercusión que sobre la salud mental pudiera provocar la
COVID-19.

A.MARCO METODOLOGICO
Investigación Cualitativa de tipo comprensiva ya que no se busca la verdad o
moralidad sino la perspectiva del actor social captando la realidad dentro de las
organizaciones.

Busca conceptualizar sobre la realidad con base en el comportamiento, los


conocimientos, las actitudes y los valores que guían al comportamiento de los
trabajadores dentro de una institución. Explora de manera sistemática los
conocimientos y valores que comporten los individuos de un determina contexto
espacial y temporal.

APARTADO I: SALUD MENTAL

1.1 Definición de salud mental

Para hablar del concepto de salud mental es hacer referencia primero al concepto
de salud propiamente dicha, que etimológicamente viene del latín salus, entendida
como “el estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones”
(Davini, Gellon De Salluzi, Rossi 1968).

Sin embargo, “El concepto de salud este perdido, porque no puede ser utilizado
como único ni como uniforme, se lo debe relacionar con los aspectos individuales
de cada persona” (Davini, Gellon De Salluzi, Rossi 1968).

La salud no es solamente la ausencia de enfermedades sino la resultante de un


complejo proceso donde interactúan factores biológicos, económicos, sociales,
políticos y ambientales en la generación de las condiciones que permiten el
desarrollo pleno de las capacidades y potencialidades humanas, entendiendo al
hombre como un ser individual y social.

En cuanto al tema de salud mental, presenta gran polémica respecto a su


conceptualización. Se habla de salud mental en los ámbitos clínicos, sociales,
culturales.
En el ámbito clínico, por mucho tiempo se ha homologado el concepto de salud
mental con el concepto de enfermedad mental, así cuando se piensa y planifica en
salud mental, las propuestas y proyecciones empiezan y terminan en enfermedad
mental; también se han utilizado los criterios de la medicina tradicional para
referirse a la salud mental (Dávila, 1994).

En este sentido la salud mental tiene que ver con la vida diaria de todos, se refiere
a la manera como cada uno se relaciona con las actividades en general en la
comunidad y como se aplica la inteligencia múltiple; comprende la manera en
que cada uno armoniza sus deseos, anhelos, habilidades, ideales, sentimientos y
valores morales con los requerimientos para hacer frente a las demandas de la
vida. La salud mental depende de: cómo uno se siente frente a sí mismo, cómo
uno se siente frente a otras personas, y en qué forma uno responde a las
demandas de la vida.

1.2 Salud mental en las organizaciones

La actividad laboral es sin duda un gran aliciente para los seres humanos, el
trabajo aporta muchos beneficios a la salud mental de las personas, esta es de
gran importancia para que los empleados puedan dar su máximo esfuerzo, sean
capaces, competentes y se sientan bien consigo mismos. 

Tener una buena salud mental durante el trabajo es sumamente importante, según


datos de la Organización Mundial de la Salud ( OMS) la depresión y la ansiedad
tienen unas repercusiones económicas importantes: se ha estimado que cuestan
anualmente a la economía mundial US$ 1 billón en pérdida de
productividad. Además el desempleo puede ser causante de problemas mentales,
en tanto la reincorporación al mundo laboral le ofrece a las personas  la sensación
de bienestar y protección.

En la Publicación de Octubre de 2017 de la OMS “Salud mental en el lugar de


trabajo”, se exponen ocho recomendaciones para que directivos de empresas
apliquen para crear un ambiente saludable en el trabajo:

1.Proteger la salud mental reduciendo los factores de riesgo relacionados


con el trabajo.

2.Promover la salud mental desarrollando los aspectos positivos del trabajo


y las cualidades y capacidades del personal.
3.Tratar de solucionar los problemas de salud mental, con independencia
de su causa.

4.Tomar conciencia del entorno de trabajo y de cómo se puede adaptar


para promover una mejora de la salud mental de los distintos empleados.

5.Aprender de las motivaciones de los directivos y empleados de la


organización que han adoptado medidas.

6.No reinventar la rueda y fijarse en las medidas adoptadas por otras


empresas

7.Conocer las necesidades de cada trabajador y las oportunidades de que


dispone, con el fin de elaborar mejores políticas en materia de salud mental en el
lugar de trabajo.

8.Conocer cuáles son las fuentes de apoyo a las que pueden recurrir las
personas para pedir ayuda.

1.3 Factores mentales y conductuales en cuanto a los factores


de riesgo ante el COVID 19

En relación con los factores psicosociales podemos entenderlos como: Aquellas


condiciones que se encuentran presentes en una situación laboral y que están
directamente relacionadas con la organización, el contenido del trabajo y la
realización de la tarea, y que tienen capacidad para afectar tanto al bienestar o a
la salud (física, psíquica o social) del trabajador como al desarrollo del trabajo. (L.
Luceño, J. Martin, S. Rubio, E. Diaz, 2020)

Ahora, al hablar de factores psicosociales especialmente en el lugar de trabajo


podemos decir que son complejos, debido a que existen varios componentes que
influyen en el desenvolvimiento del individuo en su lugar de trabajo, entre ellos
tenemos las experiencias propias, percepciones del trabajador, y en muchas
ocasiones las influencias sociales y económicas que influyen en su desarrollo.
Llamados también riesgos psicosociales laborales se definen como situaciones
laborales que tienen una alta probabilidad de dañar gravemente la salud de los
trabajadores, física, social o mentalmente. (Moreno, B, 2011)
Es así como entendemos que los factores psicosociales dentro del lugar de trabajo
resultan de las interacciones que tiene el trabajador con varios elementos, que son
asociados con la satisfacción, el medio ambiente y condiciones de la organización
donde se desenvuelve, los mismos que influyen en las capacidades o perspectivas
del individuo y en sus costumbres y condiciones personales. De esta manera
todos estos elementos repercuten e influyen de una u otra manera en el
trabajador, pero estos cambios son notorios en el rendimiento del trabajador
siendo perjudiciales para la salud del trabajador.

A partir de esta definición entendemos que los factores consisten en interacciones


entre el trabajo, su medio ambiente, la satisfacción en el 8 trabajo y las
condiciones de su organización, por una parte, y por la otra, las capacidades del
trabajador, sus necesidades, su cultura y su situación personal fuera del trabajo,
todo lo cual, a través de percepciones y experiencias, pueden influir en la salud y
en el rendimiento y la satisfacción en el trabajo. (Informe del Comité Mixto OIT-
OMS , 1984)

1.4 La carga emocional de trabajo en tiempos de pandemia


En el caso actual que nos ocupa, los datos advierten del impacto negativo de la
pandemia en el bienestar psicológico de las personas. Se observa un aumento de
los niveles de estrés, ansiedad y depresión. Además de la magnitud de las
consecuencias psicológicas de la covid-19, también se ha señalado que estas se
pueden prolongar en el tiempo. Se ha acuñado el término “coronafobia” para
designar aquellas enfermedades mentales a largo plazo asociadas con la
pandemia, y en las que predominan el miedo y la tensión emocional y social hacia
la covid-19 desde el punto de vista de reacciones poco adaptativas y dañinas para
quienes las sufren.

La pandemia de COVID-19 puede resultar estresante para las personas. El temor


y la ansiedad con respecto a una nueva enfermedad y lo que podría suceder ante
ésta, pueden resultar abrumadores y generar que sus emociones básicas sufran
un desequilibrio fuertemente, tanto en adultos, como en niños (3). Las medidas de
salud pública, como el distanciamiento social, han causado que las personas se
sientan aisladas y en soledad y es posible que aumente el estrés, la ansiedad y su
miedo ante los brotes de enfermedades. Este miedo, trae consigo otros efectos
como la discriminación, de hecho, en el brote de ébola de 2014, se consideró un
problema social que resultó en discriminación contra aquellos de ascendencia
africana (4), mientras que, en el 2009, el brote de Influenza A H1N1 en los
Estados Unidos de América (USA), mexicanos y trabajadores migrantes fueron
objeto de discriminación (5). Desde enero de 2020, como resultado de la
propagación de COVID-19, el Reino Unido y USA han reportado informes de
violencia y actos de odio hacia personas de ascendencia asiática y un aumento
general de sentimientos de aversión hacia la población de origen chino (6). La
desinformación, ansiedad pública y los rumores han debido ser abordados por
funcionarios de salud y de gobierno para ayudar a mitigar los efectos adversos de
la estigmatización y xenofobia (7), y proporcionar protección a las poblaciones
vulnerables. En última instancia, atribuir la culpa en cualquier circunstancia puede
dañar a todos los involucrados y puede reducir la resiliencia individual y
comunitaria tanto a corto y largo plazo (8). La pandemia de COVID-19 está
afectando la economía de todos los países, generando situaciones críticas en
empresas de todo el mundo, desempleo y dificultades económicas a la mayoría de
las familias y personas. Aquellas con alto rasgo de ansiedad, es decir, que tienden
a responder con ansiedad ante situaciones de incertidumbre, podrían verse
desbordadas por la situación económica que ha creado esta pandemia. Durante
cualquier brote de una enfermedad infecciosa, la población Las reacciones
psicológicas juegan un papel crítico en la formación de la propagación de la
enfermedad y la aparición de angustia emocional y social trastorno durante y
después del brote. A pesar de este hecho, suficiente Por lo general, no se
proporcionan recursos para gestionar o atenuar los efectos de las pandemias en la
salud mental y el bienestar. Si bien esto podría ser comprensible en la fase aguda
de un brote, cuando la salud los sistemas priorizan las pruebas, reducen la
transmisión y la atención crítica del paciente, las necesidades psicológicas y
psiquiátricas no deben pasarse por alto durante ninguna fase del manejo de la
pandemia (3, 9).

2.1 Definición de desempeño laboral

Palaci (2005: 155), plantea que: “El desempeño laboral es el valor que se espera
aportar a la organización de los diferentes episodios conductuales que un
individuo lleva acabo en un período de tiempo”. Estas conductas, de un mismo o
varios individuo(s) en diferentes momentos temporales a la vez, contribuirán a la
eficiencia organizacional. El desempeño laboral según Robbins (2004),
complementa al determinar, como uno de los principios fundamentales de la
psicología del desempeño, es la fijación de metas, la cual activa el
comportamiento y mejora el desempeño, porque ayuda a la persona a enfocar sus
esfuerzos sobre metas difíciles, que cuando las metas son fáciles. Chiavenato
(2004: 359), plantea: “El desempeño es el comportamiento del evaluado en la
búsqueda de los objetivos fijados. Constituye la estrategia individual para lograr
los objetivos deseados”. El Sistema de Evaluación del Desempeño para los
Empleados de la Administración Pública Nacional, establece: “El desempeño es el
nivel de logros laborales que consigue un individuo únicamente después de
realizar cierto grado de esfuerzo. Depende no solo del monto de esfuerzo
invertido, sino también de las aptitudes y percepciones de los roles del individuo.
Un individuo que realiza un gran esfuerzo en su trabajo, pero posee una aptitud
limitada o ha evaluado incorrectamente que es necesario para tener éxito en la
organización bien podría alcanzar un desempeño deficiente”. Asimismo, se puede
decir, el desempeño laboral son acciones observables dirigidas hacia una meta,
donde el individuo manifiesta la voluntad y la capacidad de ejecutarla, siempre y
cuando el contexto sea idóneo para alcanzarlas. La evaluación de desempeño es
la identificación, medición y administración del desempeño humano en las
organizaciones. La identificación se apoya en el análisis de cargos y busca
determinar las áreas de trabajo que se deben examinar cuando se mide el
desempeño. La medición es el elemento central del sistema de evaluación y busca
determinar cómo se puede comparar el desempeño con ciertos estándares
objetivos. De acuerdo a Mondy y Noe (1997), el sistema de evaluación del
desempeño, contempla los procesos a los cuales se someten los recursos
humanos, considerando diferentes métodos y criterios para la medición del
rendimiento de los trabajadores: 1) Planeación de Recursos Humanos. Al evaluar
los recursos humanos de una compañía, debe disponerse de datos que describan
el potencial general y de promoción de todos los empleados, especialmente, de
los ejecutivos clave; 2) Reclutamiento y Selección. Las clasificaciones en la
evaluación del desempeño pueden ser útiles para predecir el desempeño de los
solicitantes de empleo; 3) Desarrollo de Recursos Humanos. Una evaluación de
desempeño debe señalar las necesidades específicas de capacitación y desarrollo
de un empleado, permitiendo a los individuos aprovechar sus puntos fuertes y
minimizar sus diferencias.

2.2 Desempeño laboral y salud mental

El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la


situación epidemiológica provocada por la enfermedad COVID-19 en el mundo
como una pandemia (1). En aquel momento, la OMS contabilizaba más de
118.000 casos en 114 países, de los cuales 4.291 habían fallecido. En el momento
de escribir este artículo, seis meses después, los datos acumulados que publica la
OMS son de más de 28 millones de casos confirmados, con cerca de un millón de
muertos, en 216 países, áreas o territorios a lo largo de todo el mundo(2). El
posible impacto provocado por la pandemia de la COVID-19 y el confinamiento
general durante tres meses en nuestro país sobre el bienestar emocional y la
salud mental de la población, a efectos de su análisis, se puede considerar tanto
consecuencia de factores directamente relacionados con la enfermedad como de
otros aspectos más relacionados con los efectos de dicha pandemia sobre la
actividad personal, laboral, educativa, social, económica y cultural, entre otras. Los
determinantes de la salud mental y de los trastornos mentales incluyen no solo
características individuales y factores neurobiológicos, sino también factores
sociales, culturales, económicos, políticos y ambientales como, entre otros, el nivel
de vida, las condiciones laborales o los apoyos sociales de la comunidad. Lalonde
atribuye a factores que tienen que ver con los estilos de vida y a los factores del
entorno, tan relacionados con la salud mental, un peso que se aproxima a los dos
tercios (61%)(3). Se podría afirmar que todos o casi todos los elementos
relacionados con los determinantes de salud mental se pueden ver potencialmente
afectados, en mayor o menor medida en el contexto de una pandemia como la de
COVID-19. Las dimensiones y la rapidez con las que se ha desarrollado esta
pandemia pueden haber facilitado el desarrollo de sentimientos de vulnerabilidad,
temor al contagio -tanto al propio como al de los seres queridos- y miedo al curso
futuro de la evolución de la pandemia entre la población, así como de
incertidumbre sobre el futuro a corto, medio y largo plazo. Las características
propias de la enfermedad producida por la infección por el coronavirus SARS-
CoV-2, en tanto que nuevo microorganismo para la especie humana frente al que
no se dispone todavía de un tratamiento antivírico específico ni de vacuna, y del
cual muchas de sus características microbiológicas, clínicas, terapéuticas y
epidemiológicas, entre otras, se han ido conociendo sobre la marcha, han
contribuido a incrementar sentimientos negativos como el miedo, la preocupación,
el estrés, la frustración o la vulnerabilidad. La incertidumbre en muchos aspectos
se puede haber comportado como un elemento estresor añadido, en particular
entre los profesionales sanitarios.

Este efecto directo relacionado con la enfermedad ha sido mayor en determinados


grupos como: los pacientes con COVID-19, sus familiares, allegados y
convivientes; los contactos de los casos; el personal sanitario; los profesionales
más expuestos directamente al virus en su labor; y las personas con antecedentes
de trastornos mentales, por citar algunos de los más significativos. En todos ellos,
la experiencia más directa con la enfermedad los convierte en grupos más
vulnerables desde el punto de vista del impacto emocional. Pero, además, la
COVID-19 ha tenido y está teniendo importantes consecuencias sobre la vida de
las personas, más allá de las directamente relacionadas con el virus y la
enfermedad que produce. En este sentido, el confinamiento general decretado
durante el estado de alarma, entre el 14 de marzo y el 21 de junio, como medida
de control en los peores momentos de la emergencia sanitaria, se mostró eficaz
para reducir de forma drástica la aparición de nuevos casos y fallecimientos, pero
también tuvo otros efectos colaterales. Son múltiples los cambios ocurridos en la
vida de las personas durante este periodo, cambios con capacidad de afectar al
bienestar emocional y psíquico en la medida en que actúan sobre los
determinantes de la salud mental, alteran hábitos de vida saludables o contribuyan
a la aparición de factores de riesgo de trastornos mentales: La limitación de la
movilidad, la disminución de la vida social, la limitación de actividades al aire libre
y ejercicio físico, la alteración de horarios de las comidas y de sueño son
elementos que pueden alterar el bienestar emocional o contribuir a que se agraven
trastornos preexistentes. Existe la posibilidad del aumento de hábitos tóxicos como
el consumo del alcohol u otras drogas, que pueden incrementar el malestar y la
ansiedad, así como un menor control sobre las emociones. El informe presentado
en el pasado mes de julio por el Observatorio Español de las Drogas y las
Adicciones sobre el impacto preliminar de la pandemia de COVID-19 en el
consumo de sustancias psicoactivas y adicciones observó que el 71,9% de las
personas encuestadas, que se declaraban consumidoras de sustancias
psicoactivas ilegales, habían cesado o reducido la frecuencia o la cantidad de su
consumo, mientras que el 16,3% no habían realizado cambios y un 11,9% habrían
aumentado la frecuencia o la cantidad de consumo durante el confinamiento
(encuesta realizada entre el 8 de abril y el 31 de mayo). En cuanto al consumo de
alcohol, la mayoría de las personas encuestadas en España habían reducido el
consumo de alcohol o lo habrían mantenido sin cambios: el 39,4% declaró haber
reducido su frecuencia de consumo, el 40,2% redujo el número de bebidas en
cada ocasión y el 41,9% realizó un menor número de episodios de consumo
intensivo (4). La pérdida o la preocupación por el empleo o la pérdida de la
actividad económica han sido también, sin duda, importantes factores estresantes
y motivo de preocupación para una parte importante de la población. Según los
resultados de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de
2020, la ocupación bajó en 1.074.000 personas en ese segundo trimestre, cifra
que no incluye a los afectados por un Expediente de Regulación Temporal de
Empleo (ERTE) con suspensión de empleo que, según la metodología de la
Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat) y de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) que se aplica en la EPA, se consideran ocupados
(5). Parrado-González et al realizaron un estudio durante la cuarentena con el
objetivo de evaluar el impacto psicológico y el deterioro de la salud mental
asociados a la pandemia de la COVID-19. Todo esto sin duda alguna tiene
grandes repercusiones dentro de la organizaciones, así como la manera en la que
los empleados se desenvuelven en su zona de trabajo. Por lo cual requieren una
gran intervención psicológica a los trabajadores.

2.3 Cambios en la vida diaria por la pandemia del COVID 19

El impacto de la COVID-19 en la sociedad no es un tema baladí. Desde el inicio de


la pandemia, el Johns Hopkins Coronavirus Resource Center había reportado
hasta el 23 de noviembre de 2020 un total de 58.696.029 personas contagiadasy
1.556.730 muertes de personas diagnosticadas con el SARS-CoV-2 (en inglés,
severe acute respiratory syndrome coronavirus 2; en español, coronavirus tipo 2
del síndrome respiratorio agudo grave). Siendo España el sexto país en número
de contagios (1.556.730) y el noveno en muertes (42.619)(1). Pese a que se trata
de una crisis sanitaria, el resto de ámbitos subyacentes (social, económico,
cultural, político, laboral, entre otros) están sintiendo el embate y la magnitud de
una enfermedad desconocida hasta la fecha, en mayor o en menor medida, en
todos los países del mundo. Como manifiesta la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) “además de ser una amenaza para la salud pública, las
perturbaciones a nivel económico y social ponen en peligro los medios de vida a
largo plazo y el bienestar de millones de personas”(2).
La sociedad se ha visto abocada a adoptar medidas drásticas para prevenir el
contagio, como son la higiene continua de manos y superficies, la identificación y
rastreo de contactos, el uso de mascarillas o el distanciamiento social, medidaesta
última con especial repercusión psicológica. El Consejo General de la Psicología
de España (2020) ha vaticinado que unos diez millones de españoles pueden
llegar a estar en riesgo de presentar problemas psicológicos derivados de la
pandemia(3). Problemas como el aislamiento domiciliario, el temor por contraer la
enfermedad y la incertidumbre podían hacer que las personas desarrollaran
sentimientos de miedo, ansiedad, tristeza, pensamientos suicidas, baja
motivación, mayor consumo de tabaco y alcohol, etc. Además, por experiencias
previas de otras epidemias, esta sintomatología no siempre desaparece cuando
acaba el problema(4). Esta problemática se puede ver exacerbada por el impacto
que causa la pandemia a nivel laboral, en la que muchas empresas han tenido que
echar el cierre, muchos trabajadores se han visto inmersos en Expedientes de
Regulación Temporal de Empleo (ERTE), y gran número de trabajadores han
perdido su puesto de trabajo o tienen unas perspectivas de empleo no muy
halagüeñas en un futuro próximo.

Como sabemos, tanto la inseguridad laboral, la pérdida económica y el desempleo


pueden tener graves consecuencias en la salud mental (5). Los sanitarios han
visto cómo sus compañeros y compañeras se han contagiado por el SARS-CoV-2,
han fallecido personas en la más triste soledad sin poder ofrecerles cuidados
humanizados, otros han sido víctima de agresión o de estigmatización social, y en
gran medida ha visto que sus cargas laborales han sobrepasado los recursos
personales. Han manifestado carecer de los suficientes recursos materiales para
poder tratar a los pacientes con plenas garantías de seguridad y, como
consecuencia, la salud mental de estos profesionales se ha visto profundamente
alterada. Todo ello ha elevado los niveles de estrés, ansiedad y depresión,
afectando al ejercicio de sus funciones profesionales, disminuyendo las
capacidades de atención, comprensión y toma de decisiones. Ellos, sin embargo,
pese a todos estos condicionantes negativos, no han dejado de prestar sus
servicios (6).
Cuando existe una sobrecarga emocional ante la exposición al sufrimiento ajeno
de forma continuada en el tiempo, como es el caso, se puede presentar sintoma-
tología y signos afines a la fatiga por compasión. Esta problemática además de
los riesgos psicosociales anteriormente expuestos, puede reducir el rendimiento
laboral de las personas afectadas, haciendo del mismo menos efectivo y menos
productivo, llegando en algunos casos a plantear dejar el trabajo o abandonar la
profesión(7).

Se ha sugerido que el impacto en la salud mental de los profesionales sanitarios,


durante la primera ola de COVID-19, puede haber reducido la capacidad de
resiliencia ante las futuras oleadas (8). Se han realizado estudios en dicho
colectivo, durante dicha fase crítica, arrojando valores cercanos al 40% en la
subdimensión agotamiento emocional; a lo que habría que sumar que 9 de cada
10 profesionales consideraban necesaria una atención psicológica para ellos en
los centros de trabajo (9). Todas estas cifras se ven incrementadas en los
profesionales sanitarios que están en primera línea frente al SARS-CoV-2.

Los trabajadores sanitarios han sido el colectivo más estudiado, pero no han sido
los únicos que siguieron trabajando durante el confinamiento. Dentro del colectivo
surge un inconsciente colectivo entre los trabajadores, donde hay que distinguir
dos grupos: los trabajadores de actividades esenciales y los no esenciales. Los
primeros han seguido su actividad laboral normal, en contacto con personas que
podían estar contagiadas y con el peligro añadido de contagiar a sus familiares al
volver al domicilio. Entre ellos encontramos a trabajadores de seguridad, limpieza,
cuidado de personas mayores o con discapacidad, producción, distribución y venta
de productos, etc.

En el segundo grupo están los trabajadores en puestos no esenciales, que en gran


medida han tenido que seguir trabajando en sus domicilios mediante teletrabajo y,
en caso de no poder hacerlo, tuvieron que interrumpir temporalmente su actividad
profesional por no haber podido virtualizarla. Siendo conocidos los riesgos para la
salud derivados del teletrabajo, con aumento de las tensiones a consecuencia del
aislamiento, la adaptación a nuevas formas de trabajar y a un nuevo entorno, que
suele provocar aumento de la carga mental y familiar(13), o factores positivos
como no tener que desplazarse al trabajo(14), así como los efectos de la pérdida
de empleo o la inseguridad para mantenerlo.

Se ha constatado que el entorno laboral tiene un fuerte impacto en la salud mental


de los trabajadores especialmente en situaciones límites de alta exigencia
profesional , dejando un grave cansancio emocional. El sentido de la coherencia
(SOC) es entendido como la capacidad de las personas para percibir una situación
estresante como comprensible, manejable y significativa, lo que les permite utilizar
sus recursos para afrontarla de forma eficaz (15). Se ha asociado niveles bajos de
SOC en sanitarios con niveles altos de angustia psicológica y la presencia de
síntomas de COVID-19(10). Esta asociación también es vista en los trabajadores
no sanitarios, a lo que hay que sumar el efecto del engagement laboral, entendido
como un estado de salud mental positivo y satisfactorio relacionado con el trabajo.
Niveles bajos de SOC y de engagement laboral, han demostrado ser factores
protectores ante la presencia de distrés, ayu- dando en el afrontamiento de esta
complicada situación(16). Entre las variables que predicen el distrés psicológico en
los trabajadores no sanitarios encontramos ser mujer, tener una vivienda interior,
una mala percepción de salud durante los últimos 14 días, el número de
síntomas, haber estado en contacto con personas o material contaminado y ser
trabajador autónomo(12).

Otro aspecto interesante a analizar son las vías de información recibida sobre la
pandemia y sus efectos en desarrollar distrés. Hemos constatado que, en el
conjunto de la población estudiada, las redes sociales ocupan el primer lugar
(77.5%), seguidas de la televisión (58.4%) y de las páginas webs de sociedades
científicas (48.8%) (11). En los trabajadores no sanitarios se utilizaron las mismas
fuentes de in- formación, aunque eran consideradas de menor calidad y utilidad
que las fuentes oficiales. El tiempo informándose y su nivel de conocimiento se
asoció al nivel de distrés, existiendo mayor confianza en los profesionales
sanitarios que en el sistema sanitario, y siendo la principal preocupación de los
trabajaban fuera de casa el contagiar a familiares (17). La oportunidad de ofrecer
información de calidad, veraz y actualizada en Internet ha motivado a los
organismos públicos, universidades e incluso editoriales de revistas de pago a
crear webs específicas ofertando dicha información accesible y gratuita (1,18-20).

Parece evidente la necesidad de preparar recursos que permitan responder a lo


que la mayoría de los encuestados demanda, la conveniencia de recibir apoyo
psicológico, no solo los trabajadores sanitarios y no sanitarios, sino también los
enfermos y sus familiares.

La pandemia del Covid-19 ha interferido inevitablemente en la vida de las


personas, lo cual ha causado cambios fuertes a nivel social y personal, la forma en
la que se trabaja se ha modificado ya sea asistiendo a su sitio de trabajo o desde
casa, esto implica que se generen emociones fuertes como el estrés debido a la
situación, como mencionan gallegos, et al., (2020): La inseguridad y la
incertidumbre vinculadas con la pandemia, aunado a la falta de claridad sobre el
fenómeno en curso, facilita la aparición de conductas de ansiedad que pueden
derivar en conductas egoístas y destruir el yo sano de lo trabajadores , la
búsqueda individual de soluciones para problemáticas que son colectivas. (p.5) El
aislamiento social al que se han visto sometidas las personas por causa del Covid-
19, alteró de una u otra forma las emociones causando malestares físicos,
mentales, sensaciones como la ansiedad, enojo, irritabilidad, el cansancio,
aburrimiento e incluso miedo ha llevado a que patologías como la depresión
aumenten en todo el mundo. Todas estas manifestaciones pueden estar presentes
durante la pandemia o incluso reaparecer con la reapertura de las actividades. “La
aparición del Covid-19 ha implicado innumerables desafíos a nivel global y todavía
no se pueden estimar con certeza las múltiples consecuencias que tendrá en el
medio y largo plazo.” (Gallegos, et al., 2020, p.23). Por otro lado, uno de los
asuntos a tratar por parte de los profesionales de la salud entre toda esta situación
presentada, es la violencia intrafamiliar, la cual pudo verse aumentada 10 desde el
momento en que se estableció confinamiento obligatorio dentro del país, lo que
está pasando para muchos desapercibido, y para otros en particular quienes lo
viven incluyendo los niños y niñas, puede llegar al punto de causarles a parte de
las agresiones físicas múltiples problemas emocionales o traumas mereciendo
especial atención. Por otra parte, en tanto la forma más común de violencia de los
hombres contra las mujeres es la infligida por la pareja –que en muchos casos
debe compartir el aislamiento junto a su agresor–, nos interesa dar cuenta de
nuestra preocupación por una problemática que la pandemia parece haber
relegado a un segundo plano y que merece una especial consideración: la
violencia de género. (Scholten, et al., 2020, p.9) Otro factor altamente influyente y
que ha afectado gran parte de la población en general ha sido el tema del duelo, el
cual también ha tenido algunos cambios que suele hacer más difícil este proceso
como la ausencia de funerales o rituales culturales y la prohibición de
acompañamiento, por lo que se tienden a buscar otras maneras simbólicas de
despedida. “La asistencia en la elaboración del duelo deberá tener en cuenta,
entre otras variables, las diferentes edades, la capacidad de procesamiento de la
información de cada persona y los recursos de afrontamiento.” (Gallegos, et al.,
2020, p.17). Por este motivo se ve sumamente necesario hablar sobre la situación
que ha afectado de forma directa o indirecta a la sociedad, y ha llevado a obtener
nuevos cambios cada día, a adaptarse y esperar. Pese a que no hay un tiempo
determinado para el fin de la pandemia, es importante establecer y dar a conocer
protocolos para el manejo de la misma, tanto para las personas en general y las
organizaciones que lo necesitan. 11 Estrés y ansiedad laboral Se ha demostrado
en algunos estudios que la situación mundial presente por la pandemia, está
siendo altamente influyente dentro de las afectaciones emocionales, sociales y
laborales en las personas. Indicando la cantidad de ellas que perdieron su trabajo,
u otras cuyo trabajo fue aumentado, pero no sus remuneraciones; “el estrés
laboral es el resultado de un desequilibrio entre las demandas que el trabajo exige
y las propias capacidades de la persona para enfrentarlas.” (Gabel, Peralta, Paiva
& Aguirre, 2012, p.275). Por lo cual es de suma importancia priorizar las
emociones y situaciones que viven estas personas causada por los cambios y que
llevarían a un desbalance en su rendimiento laboral. En su resumen sobre la
situación actual y perspectiva de futuro en el estudio del estrés laboral nos
recuerda que en los últimos 30 años han ocurrido una serie de cambios que han
influido sobre los procesos laborales y el diseño del trabajo. Estos cambios de
carácter sociodemográfico, económico, político, y tecnológico han originado
nuevos riesgos psicosociales en el trabajo que afectan de manera negativa a la
salud de los trabajadores y a su calidad de vida laboral, pues incrementan sus
niveles de estrés. (Hurtado, 2013, citado en Gil-Monte, 2010, p.79) El trabajo y los
riesgos psicosociales presentes dentro de esta área laboral son también
considerados como factores influyentes en la generación del estrés y la ansiedad
en los empleados. Hurtado (2013) determina que, “en otros estudios también se
ha comprobado que cuando existen altas demandas laborales y un bajo apoyo
social hay una mayor incidencia de ansiedad en los trabajadores” (citado en
Goncalves & Feldman, 2008, p.88). El estrés relacionado con el trabajo incluye
una serie de reacciones físicas y psicológicas cuando la persona debe ocuparse
de altas exigencias en su labor, o desempeño de puestos no incluyentes en sus
habilidades, lo que produciría afectaciones en el aspecto fisiológico, 12 emocional
e incluso cognitivo del trabajador, llevando a un bajo rendimiento laboral o siendo
causante de absentismo, constante rotación de personal, disminución en la calidad
y la satisfacción laboral en los empleados, y por tanto generación de poca
productividad para la organización: Los trabajadores sienten estrés cuando las
exigencias de su trabajo son mayores que su capacidad para hacerles frente.
Además de los problemas de salud mental, los trabajadores sometidos a periodos
de estrés prolongados pueden desarrollar problemas graves de salud física, como
enfermedades cardiovasculares o problemas musculoesqueléticos. (Vidal, 2019,
p.57) La actividad física resulta ser un factor de gran ayuda en el manejo del
estrés, algunos estudios, entre ellos la Organización Mundial de la Salud (OMS),
han manifestado la disminución de patrones estresantes cuando se realiza
actividad física por lo menos 30 minutos al día de manera constante. Según
Suarez, Zapata & Cardona (2014), “En este fenómeno, los riesgos psicosociales
son los principales estresores, numerosos estudios han concluido que estos son
agentes capaces de deteriorar la salud de las personas durante el desempeño de
su trabajo e incluso fuera de él” (citado en Quick & Tetrick, 2002, p.132). En
organizaciones donde existe un sedentarismo por largas horas, se puede ver más
altamente afectada esta parte por la falta de actividad, sin embargo, en labores en
las que se debe permanecer de pie o en constante movimiento, y en las que por el
contrario se está sentado por horas, aunque tienen exigencias distintas, el nivel de
estrés en los dos casos puede ser igual de alto y delicado, de esto la importancia
en que las organizaciones implementen o promuevan espacios de pausas activas
o deporte que pueda mejorar la calidad de vida de sus empleados y la satisfacción
y productividad de los mismos. 13 La realidad en la que se pueden ver
encontradas muchas personas actualmente por la situación que se vive implica
una serie de comportamientos, actitudes y sensaciones, que la pandemia puede
estar dejando en un segundo plano, pero no quienes lo experimentan; personas
que han vivido solas pero que antes del confinamiento solían manejar su soledad
con salidas constantes sin verse obligados a permanecer en casa, los afectados
por violencia intrafamiliar que han de continuar sometidos por el aislamiento,
incluso la comprensión y el manejo de la situación por parte de los padres y
madres con sus hijos, siendo una situación que se ha visto afectada con estos
generando niveles de tensión para los cuidadores, quienes han tenido que dividir
su tiempo y sus obligaciones. “…algunas características de los hijos e hijas que
conviven en el hogar, pueden contribuir a que la tarea de criarlos y educarlos
resulte más dura o requiera de un esfuerzo adicional, incrementando así el estrés
de los padres y de las madres” (Pérez, et al., 2010, p.49). los niños, niñas y
adolescentes que se ven frustrados por no poder salir como antes a las calles y el
estrés de los trabajadores teniendo que realizar sus distintas labores desde casa y
demás. Por lo que no se deja de lado todo lo que conlleva manejar tareas
laborales y de casa al mismo tiempo, incluyendo quienes deben cuidar de sus
hijos también en sus horas de trabajo, Pérez, Lorence & Menéndez (2010)
mencionan que: Asimismo, el número de hijos tiende a guardar una relación con el
estrés experimentado por los progenitores, de manera que en las familias en las
que hay un mayor número de hijos e hijas, se observa una mayor intensidad en la
respuesta de estrés tanto de las madres como de los padres. (citado en Flouri,
2005, p.49) Por otra parte, con el cierre de colegios, los padres y madres se han
visto en la necesidad de cumplir con tareas de casa y dedicarse a educar y
enseñarles a sus hijos mientras realizan teletrabajo, o por el contrario también
dejar a un lado los cuidados por falta de tiempo y 14 agotamiento, lo cual ha
comprobado ser un indicador sumamente influyente de creador de estrés y
ansiedad para estas personas, viéndose en el deber de cumplir distintas
responsabilidades, desarrollando capacidades multifuncionales, pero sacrificando
y dividiendo sus tiempos. Con el uso frecuente actual de las Tecnologías de la
Información y la Comunicación (TIC), siendo ya más utilizadas por la situación que
se enfrenta, y el verse casi obligados a realizar teletrabajo, sin dejar atrás los
jóvenes, personas mayores, y la mala información que a veces se comparte en las
redes sobre la pandemia causando mayores malestares, lleva a una gran
producción de estrés y ansiedad dando una disminución significativa en cuanto a
la satisfacción laboral de los trabajadores, por lo que es más necesario cada día
promover su adecuado uso. Sin embargo, se destaca el uso de las TIC en cuanto
a la frecuente información que se manifiesta y surge en todas las redes sociales,
que en ventaja brinda la posibilidad a las personas de acceder al conocimiento y
mantenerse informado durante el confinamiento, relacionando así las emociones
experimentadas y el control que se tiene de estas, “se puede sostener que la
relación entre la inteligencia emocional y el estrés laboral se basaría en la
suposición de que las emociones negativas y el estrés subsiguiente son el
resultado de alguna relación disfuncional entre el individuo y el entorno.” (Gabel, et
al., 2012, p.277). Gestión emocional De acuerdo con lo anterior, se plantea la alta
relación que tiene la inteligencia emocional con el estrés y ansiedad que se puede
presentar en el trabajo, si se requiere mejorar estas, es necesario hacer frente a
las emociones que tiene o está presentando la persona para poder adquirir un
mejor y adecuado manejo de sus situaciones. Gabel, et al., (2012) señalan que “la
15 inteligencia emocional se podría considerar como una respuesta mental
organizada a un evento que incluye aspectos psicológicos, experienciales y
cognitivos” (citado en Mayer et al., 2001, p.276). Las emociones tienden a estar
sujetas a las situaciones que se presentan, y actualmente las organizaciones
están en la necesidad de mejoras en su desempeño laboral para resaltar y
alcanzar competencia en el mercado: “En un contexto laboral-organizacional, se
afirma que el modo como algunos individuos identifican, regulan y utilizan la
información derivada de las emociones tiene relación con la adaptación o
afrontamiento del estrés laboral.” (Gabel, et al., 2012, p.277). En este ámbito, esto
implicaría un mayor rendimiento con los empleados dentro de la organización, y
mejoras en la calidad de vida y clima laboral de la misma: El estado emocional de
un sistema influye en sus resultados y en su desempeño diario. Parece lógico,
pues, aspirar a gestionar esas emociones colectivas, lo que nada tiene que ver
con manipular sentimientos personales. Gestionar la emoción colectiva de un
grupo o equipo supone actuar en lo que va a ser factible o no, en el espacio de
posibilidades de ese sistema. (Peñalver, 2009, p.73) Dentro de una organización
se debe tener presente el valor de fomentar la gestión emocional entre quienes la
componen, se ha visto en los últimos años la gran influencia que ha tenido en las
personas el hecho de tener la capacidad de gestionar emociones especialmente
en el campo laboral, destacando la importancia que tiene el dominio de la gestión
emocional en el desarrollo de la productividad para el avance y mejoramiento de
las organizaciones. En la actualidad es fundamental para una empresa al
momento de contratar, no solo determinar la experiencia que ha tenido la persona
sino también sus habilidades interpersonales, la capacidad para saber
comunicarse y expresarse, el trabajo en equipo, el 16 manejo de emociones y
situaciones, la empatía y la forma de relacionarse con los demás, entre otras; se
ha comprobado la alta relación de estas habilidades con el éxito laboral. Como
afirman Carmona, Vargas & Rosas (2015): El desempeño laboral se centra en
identificar las necesidades de capacitación y desarrollo del trabajador con base en
el análisis continuo de las habilidades y destrezas del mismo, evaluando la
posibilidad de otorgar una promoción o ascenso en la empresa, sin embargo el
empleado no es considerado como un ente integral conformado por sentimientos y
emociones. (p.59) Una persona que no gestione de manera adecuada sus
emociones puede conllevar a ser conflictiva y poco comunicativa en una situación
que le produzca tensión, por ende, se considera elemental que se enfatice más en
el desarrollo del manejo de emociones dentro de toda organización. “…las
empresas deben estar mejor preparadas en temas relacionados a la inteligencia
emocional de sus colaboradores y así evitar conflictos laborales que no generan
valor para la empresa.” (Avellaneda, 2019, p.11). Es importante que la sociedad
en general conozca lo indispensable de saber controlar los impulsos y gestionar
mejor las emociones, en especial con la situación presente que se está viviendo,
el confinamiento ha alterado las emociones de un sin número de personas
llegando a perjudicar su salud mental. La información que se comparte en los
medios muchas veces implica también una serie de riesgos para todos, por eso se
insiste en conocer e indagar mejor sobre todos los accesos que se ofrece a la
población. La inteligencia emocional puede contribuir a la auto motivación de cada
persona favoreciendo la capacidad frente al control de los propios impulsos y
frustraciones, formando habilidades como la empatía, la resolución de conflictos,
el reconocimiento de las propias emociones y las de los demás, una mejor
comunicación y el trabajo en equipo: 17 La inteligencia emocional es de
importancia dentro de las empresas a nivel mundial. Se ha comprobado que tener
personal con un coeficiente intelectual elevado no es suficiente para alcanzar el
éxito en un puesto de trabajo, el controlar las emociones de manera positiva es
importante para ser competitivo y tener satisfacción laboral La inteligencia
emocional, permite conocer y manejar los propios sentimientos, interpretar o
enfrentar los sentimientos de los demás, sentir satisfacción y ser eficaces en la
vida. (Avellaneda, 2019, p.21) De esto, la importancia de que los líderes de una
organización tengan presente el valor de gestionar las emociones, y el predominio
que tiene en la toma de decisiones, lo que influirá en sus habilidades para motivar
y dirigir al resto de los miembros de su empresa; sin embargo, muchos de ellos no
tienen presente la relación y el impacto que tienen las emociones dentro de los
trabajadores y organizaciones. Las distintas situaciones que surgen cada día, se
podrían considerar que ponen de una u otra manera a prueba las emociones,
cuando se crean factores de estrés en otros aspectos de la vida como en lo
familiar, lo personal o lo social, este se suele plasmar en los demás ámbitos a los
que se está expuesto, en particular si se pasa gran parte del tiempo en ese
entorno. Por lo que, en muchos casos las emociones que expresan las personas
dentro de su área de trabajo pueden ser el reflejo de sus demás situaciones
externas, el carecer de un autocontrol de las mismas causaría dificultad de
afrontamiento para los retos que conlleva el trabajo diario. Merino, (2018) declara
que: En el mundo de los negocios, las personas con mayor inteligencia emocional
parecen ser más capaces de lidiar con las quejas de los consumidores o de
mediar en las discusiones, y pueden destacar de forma especial a la hora de
establecer conexiones personales positivas y sólidas a largo plazo con
subordinados y clientes. (p.6) 18 El ser más inteligentes emocionalmente
contribuirá en las diversas áreas y situaciones de la vida, es fundamental
sensibilizar y concientizar a las diferentes empresas sobre el impacto que
desarrollaría el incremento de este tipo de inteligencia en sus empleados. “El
estado emocional de un equipo expande o contrae su talento, e influye en su
desempeño y sus resultados. Las emociones tienen un efecto exponencial.”
(Peñalver, 2009, p.71). El medio laboral es uno de los campos a los que mayor
tiempo se le invierte, por lo que expresar lo que se siente es un insumo para llevar
una mejor calidad de vida incluso organizacional y también el clima de este, lo que
ha resultado efectivo en la satisfacción de los trabajadores y la disminución de
estrés, en especial cuando el mundo se ve sometido a nuevos cambios como el
que se está viviendo con la pandemia, la gestión emocional es algo que se puede
desarrollar y aprender cada vez más para el avance y mejoramiento de todas las
relaciones sociales, el afrontamiento, la comunicación y empatía entre las mismas.

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