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Adrián Rama
Resumen: trataré de exponer de manera sintética el dialogo entre dos áreas destacadas del conocimiento
humano, a saber ciencia y filosofía, así como la evolución y el desarrollo de su relación, respetando el
criterio histórico que has establecido para la asignatura.
Además, al ser las primeras en desarrollar la escritura, desde un punto de vista histórico,
funcionan como sintetizadoras de grandes culturas anteriores (indias, fenicias y persas),
pues reconstruir culturas orales resulta imposible.
Tras él se prolonga una larga y prolífica tradición de filósofos en la Antigua Grecia que
irán preformando el saber racional. De todos ellos se suele hacer especial mención a; en
primer lugar los presocráticos, quienes ofrecieron una explicación pseudoracional del
origen del cosmos, en segundo lugar y mencionándolos juntos por su
complementariedad, el maestro Sócrates y su discípulo Platón, quienes expandirán los
límites de la filosofía hasta abarcar toda la realidad y sus múltiples performances (ética,
política, estética…), y por último, el que a mi juicio es el más brillante de todos ellos,
Aristóteles, con quien abandonamos definitivamente cualquier explicación mítica sobre
la realidad para darle un papel protagonista tanto al carácter racional como al empirista.
Son muchas las propuestas formuladas para separar la ciencia de la filosofía. La
principal diferencia que hay entre ellas es que unas promueven la concepción unitaria
del conocimiento (al menos del conocimiento racional) y otras aceptan que ciencia y
filosofía son formas de conocer esencialmente independientes.
La primera de las propuestas que pugna en favor de la unidad es, la del ya mencionado,
Aristóteles. Para él, la filosofía abarca todo el saber racional y dentro del mismo habría
una parte preparatoria sin contenido específico (la lógica) y tres partes que en esencia lo
componen: la física, ocupada de las cosas que cambian y de su movimiento; la
matemática, relativa a lo invariable que hay en lo que cambia; y la filosofía primera
(actual metafísica), centrada en los primeros principios y causas.
En los siglos posteriores se generó un cuerpo de conocimiento cada vez mayor, gracias
a la labor de autores como Euclides, Arquímedes o Ptolomeo. En aquel entonces la
filosofía estaba representada por la metafísica y la ciencia por la matemática, haciendo
que ambas confluyeran en una misma disciplina, la física.
Dicha disciplina se vio sometida a unas tensiones que a la larga fueron acentuándose,
amenazando así el carácter unitario del saber.
2. La crisis de la unidad teórica del saber. Antigüedad tardía y Edad Media.
Solución, a mi juicio, algo chapucera pero que consiguió no solo establecerse sino
perpetuarse durante casi quince siglos.
Finalmente se abolió el statu quo gracias a Nicolás Copérnico (siglo XVI), y más
adelante a Galileo Galilei (siglo XVII) quien fue el causante directo de las
consecuencias. Lo que hizo el italiano fue promover de nuevo la constitución de un
paradigma unitario a costa de abandonar las doctrinas aristotélicas (pese a que
compartían la concepción unitaria).
3. Reconstrucción de la unidad del saber: René Descartes. La Edad Moderna.
René Descartes (siglo XVII), partidario de la unidad del saber, fue el primero en asumir
tras la crisis del aristotelismo el desafío de recomponer el sistema de la razón.
Intentó reintegrar la medicina dentro de un único árbol de las ciencias a través de una
concepción mecanicista de la biología. Pretendió también devolver a la filosofía la
dimensión matemática que la escolástica había dejado escapar, y reconstruir la física
desde los cimientos.
Invirtió la secuencia propuesta por Aristóteles haciendo que la filosofía empiece por la
metafísica en lugar de por la física. Las consecuencias de dichos cambios pese a parecer
buenas a corto plazo, resultaron a largo devastadoras.
La física cartesiana (res extensa, cogitans e infinita), tuvo un gran éxito momentáneo y
además puso de moda el estudio de la naturaleza en la Modernidad, pero la metafísica
(pese a su intención) no suscitó adhesiones, sino controversias.
4. El paradigma newtoniano.
Los físicos cartesianos ya se habían dado cuenta de lo insostenible del sistema, con ellos
se produce de nuevo la ruptura de la unidad del saber, porque no tuvieron la pretensión
de eliminar la metafísica, sino tan solo de liberarse de su tutela.
El segundo es, que supo dar respuesta a las exigencias galileanas porque, en oposición a
Descartes, hizo de la matemática el lenguaje adecuado para objetivar los contenidos
aportados por la experiencia.
El tercero se deriva también de las matemáticas, y es que gracias a ellas supo reducir
fenómenos físicos de gran complejidad a fórmulas numéricas, lo que influyó
posteriormente a otras disciplinas científicas que también trataron de simplificar así sus
soluciones (véase Durkheim).
El quinto y último radica en que supo aprovechar las aportaciones de casi todos los
matemáticos, físicos y astrónomos anteriores a él, transformando así la ciencia en una
empresa colectiva.
El punto más débil de la física newtoniana era lo artificial de la frontera entre las
matemáticas y la metafísica (que le servía para fundamentar la unidad del saber): la
metafísica servía para aclarar los puntos que la física deja sin explicar. Sin embargo, el
mismo Newton había predicho un aumento de la potencia explicativa de la física en el
futuro, progreso que consecuentemente tendría que ocurrir en detrimento de la teología
física.
Hacia este punto se dirigían las críticas de Leibniz, quien le reprochaba que utilizara el
concepto de Dios para tapar los agujeros de su sistema. Cien años más tarde Laplace
justificó dicho reproche.
En resumen, tanto Descartes como Newton trataron de asociar físicas de gran magnitud
a metafísicas controvertidas o frágiles.
El único autor que estuvo que representaba una alternativa válida para evitar la
inminente ruptura de la unidad del conocimiento fue Gottfried Leibniz. Pues a
diferencia de sus rivales, hay un equilibrio y coherencia notable en sus realizaciones
como físico, matemático y metafísico. Sin embargo su pensamiento no consiguió
transcender ni en su contexto histórico por múltiples motivos.
Otros pensaron que había que efectuar una división otorgando a la ciencia competencia
exclusiva para el estudio de la naturaleza y reservando a la filosofía lo específicamente
humano, la cultura o el espíritu. Quienes se encontraron con la dificultad de definir
hasta dónde llega exactamente lo “natural”.
Finalmente hubo también quien rechazó la propuesta kantiana y trató de conseguir una
filosofía omnicomprensiva, eso sí, en contraposición a la nueva ciencia: la filosofía
romántica de Fichte, Schelling, Hegel y muchos otros.
Un gran resto (aceptando las tesis de Kant) trató reinventar la filosofía por la vía de la
especialización, buscando legitimización al reducir sus competencias y encontrando
procedimientos de actuación exclusivos. Esa tendencia ha perdurado hasta la actualidad.
La gran ventaja que tuvieron los científicos respecto de los filósofos es que no estaban
afectados por una problemática identitaria. Además, entonces se veía en la ciencia una
fuente inagotable de salud, paz y prosperidad, lo que la hizo posicionarse al alza en la
relación ciencia-filosofía.
A finales del XIX, y como consecuencia de los triunfos obtenidos por la ciencia,
empezó a difundirse vagamente un malestar entre los que la cultivaban. Se tenía la
impresión de que los grandes descubrimientos escaseaban, y que la ciencia muy
probablemente iba a morir de éxito (simplemente porque al explicar todo lo accesible a
ella terminaría su labor).
Sin embargo, no mucho después se produjo un auténtico torrente de descubrimientos
empíricos, que abrieron las puertas al universo lejano y al mundo subatómico.
La crisis de final de siglo lo fue más bien de crecimiento, puesto que la primera mitad
del XX ha conocido una auténtica avalancha de descubrimientos.
Se dirigen primero hacia un mito aceptado por el discurso positivista; la Edad Media es
una “época oscura” en la que la incipiente ciencia grecorromana habría sido limitada
por el obscurantismo religioso y la especulación escolástica.
La segunda falacia contra la que se pronuncian es aquella que afirma que en cada
momento histórico se distinguen nítidamente los límites exactos donde acaba la filosofía
y empieza la ciencia.
La frontera que delimita ambas ha sido siempre confusa además de cambiante. Más aún
cabe decir; es en esta frontera donde se han desarrollado además de debates
fundamentales para ambas disciplinas, personalidades muy influyentes, descriptibles
como interseccionalidades. Albert Einstein se reivindicó a sí mismo como filósofo a la
par que científico (y no con falta de criterio). Este fenómeno de superposición que se da
en la práctica está más que fundamentado teóricamente.
Es más, en el mismo método científico hay ciertos pasos que se suelen categorizar como
pertenecientes a la actividad filosófica. Estos a los que me refiero son en concreto los
tres primeros: observación, pregunta e hipótesis. A su vez, de un filósofo que se halle
ante x problema y adopte una solución empírica, cabría decir que está utilizando el
método científico.
La que considero mejor descripción dada acerca del panorama actual de esta relación:
La tesis que trato de defender es que en realidad toda disciplina científica se incluye, en
última instancia, dentro de un conjunto más general, a saber la filosofía. La ciencia es
posiblemente el mejor de los métodos que ha desarrollado la misma filosofía en su
intención de conocer el mundo. Es cierto que consecuencia de la evolución científica
ésta ha generado una identidad propia reconocible por método y objeto de estudio. A lo
que atribuyo menos sentido es a su intención secesionista pues, y como he dicho antes,
en su mismo método se pueden observar procedimientos tradicionalmente filosóficos.