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metaliterarios
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ÍNDICE
1. Introducción al concepto de metaliteratura
2. Textos metaliterarios
3. Conclusión
4. Bibliografía
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1. Introducción al concepto de metaliteratura
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2. Textos metaliterarios
El Libro de Alexandre es una obra en verso del primer tercio del siglo XIII
perteneciente al mester de clerecía. Está escrito en romance y narra la vida de Alejandro
Magno. Utiliza como forma métrica la cuaderna vía.
Lo mismo dijo el ama: tal era la gana que las dos tenían de la muerte de aquellos
inocentes; mas el cura no vino en ello sin primero leer siquiera los títulos. Y el primero
que maese Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura:
—Parece cosa de misterio esta, porque, según he oído decir, este libro fue el
primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado
principio y origen de este, y así me parece que, como a dogmatizador de una secta tan
mala, le debemos sin excusa alguna condenar al fuego.
—No señor —dijo el barbero—, que también he oído decir que es el mejor de
todos los libros que de este género se han compuesto, y así, como a único en su arte, se
deber perdonar.
—Así es verdad— dijo el cura, y por esa razón se le otorga la vida por ahora.
Nos encontramos ante el final de la primera parte del hilo argumental del Quijote.
Alonso de Quijano, tras su primera marcha del pueblo, ha regresado. Sus más allegados,
deciden proceder a la quema de sus libros de caballerías, a los que se les atribuye la causa
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de su locura. Así, Cervantes aprovecha para ir más allá de la propia narración literaria y
proceder a la crítica de las obras de la biblioteca del hidalgo.
En Europa hay varias clases de escritores. Unos escriben cuanto les viene
a la pluma; otros, lo que les mandan escribir; otros, todo lo contrario de lo que
sienten; otros, lo que agrada al público, con lisonja; otros, lo que les choca, con
reprehensiones. Los de la primera clase están expuestos a más gloria y más
desastres, porque pueden producir mayores aciertos y desaciertos. Los de la
segunda se lisonjean de hallar el premio seguro de su trabajo; pero si, acabado de
publicarlo, se muere o se aparta el que se lo mandó y entra a sucederle uno de
sistema opuesto, suele encontrar castigo en vez de recompensa. Los de la tercera
son mentirosos, como los llama Nuño, y merecen por escrito el odio de todo el
público. Los de la cuarta tienen alguna disculpa, como la lisonja no sea muy baja.
Los de la última merecen aprecio por el valor, pues no es poco el que se necesita
para reprehender a quien se halla bien con sus vicios, o bien cree que el libre
ejercicio de ellos es una preeminencia muy apreciable. Cada nación ha tenido
alguno o algunos censores más o menos rígidos; pero creo que, para ejercer este
oficio con algún respeto de parte del vulgo, necesita el que lo emprende hallarse
limpio de los defectos que va a censurar. ¿Quién tendría paciencia en la antigua
Roma para ver a Séneca escribir contra el lujo y la magnificencia con la mano
misma que se ocupaba con notable codicia en atesorar millones? ¿Qué efecto
podría producir todo el elogio que hacía de la medianía quien no aspiraba sino a
superar a los poderosos en esplendor? El hacer una cosa y escribir otra es el modo
más tiránico de burlar la sencillez de la plebe, y es también el medio más poderoso
para exasperarla, si llega a comprender este artificio.
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cabo esta tarea de crítico; el de la coherencia de vida de acuerdo con lo que se escribe.
Arremete por tanto contra aquellos cuya vida está impregnada de los defectos que
precisamente ellos critican.
1Extraído de http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/don-timoteo-o-el-literato--0/html/ff756a60-
82b1-11df-acc7-002185ce6064_1.html en enero de 2022.
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En este fragmento del artículo de Larra, encontramos una parodia de los falsos
intelectuales y literatos que, por sus composiciones pedantes y exuberantes en cuanto a
su forma, son considerados sabios supremos de la sociedad. En este caso encontramos la
forma de hacer metaliteratura mediante la crítica de los autores y de la forma de realizar
composiciones, únicamente dando importancia a la utilización del lenguaje en su máxima
belleza y complejidad, excluyendo la riqueza de contenido tan importante para una buena
creación literaria (según Larra, carecen del conocimiento de las ciencias, la medicina, la
legislación etc.) Encontramos de nuevo, como en el fragmento de Cadalso, literatura
dentro de literatura con objeto de crítica a la comunidad escritora.
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—Sí, cuando en una que lee se encuentra con largas descripciones,
sermones o relatos, los salta diciendo: ¡paja! ¡paja! ¡paja! Para ella sólo el diálogo
no es paja. Y ya ves tú, puede muy bien repartirse un sermón en un diálogo...
—¿Y por qué será eso?...
—Pues porque a la gente le gusta la conversación por la conversación
misma, aunque no diga nada. Hay quien no resiste un discurso de media hora y se
está tres horas charlando en un café. Es el encanto de la conversación, de hablar
por hablar, del hablar roto e interrumpido.
—También a mí el tono de discurso me carga...
—Sí, es la complacencia del hombre en el habla, y en el habla viva... Y
sobre todo que parezca que el autor no dice las cosas por sí, no nos molesta con
su personalidad, con su yo satánico. Aunque, por supuesto, todo lo que digan mis
personajes lo digo yo...
—Eso hasta cierto punto...
—¿Cómo hasta cierto punto?
—Sí, que empezarás creyendo que los llevas tú, de tu mano, y es fácil que
acabes convenciéndote de que son ellos los que te llevan. Es muy frecuente que
un autor acabe por ser juguete de sus ficciones...
—Tal vez, pero el caso es que en esa novela pienso meter todo lo que se
me ocurra, sea como fuere.
—Pues acabará no siendo novela.
—No, será... será... nivola.
—Y ¿qué es eso, qué es nivola?
—Pues le he oído contar a Manuel Machado, el poeta, el hermano de
Antonio, que una vez le llevó a don Eduardo Benot, para leérselo, un soneto que
estaba en alejandrinos o en no sé qué otra forma heterodoxa. Se lo leyó y don
Eduardo le dijo: «Pero ¡eso no es soneto!...» «No, señor—le contestó Machado—
, no es soneto, es... sonite.» Pues así con mi novela, no va a ser novela, sino...
¿cómo dije?, navilo... nebulo... no, no, nivola, eso es, ¡nivola! Así nadie tendrá
derecho a decir que deroga las leyes de su género... Invento el género, e inventar
un género no es más que darle un nombre nuevo, y le doy las leyes que me place.
¡Y mucho diálogo!
—¿Y cuándo un personaje se queda solo?
—Entonces... un monólogo. Y para que parezca algo así como diálogo
invento un perro a quien el personaje se dirige.
—Sabes, Víctor, que se me antoja que me están inventando...
—¡Puede ser!
Al separarse uno de otro, Víctor y Augusto, iba diciéndose éste: «Y esta
mi vida, ¿es novela, es nivola o qué es? Todo esto que me pasa y que les pasa a
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los que me rodean, ¿es realidad o es ficción? ¿No es acaso todo esto un sueño de
Dios o de quien sea, que se desvanecerá en cuanto Él despierte, y por eso le
rezamos y elevamos a Él cánticos e himnos, para adormecerle, para cunar su sueño
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De aquel sol invernal de la grandeza
Que no atempera el frío del desdichado,
Y aprende a desearles buen viaje
A príncipes, virreyes, duques altisonantes,
Vulgo luciente no menos estúpido que el otro;
Ya se resigna a ver pasar la vida tal sueño inconsistente
Que el alba desvanece, a amar el rincón solo
Adonde conllevar paciente su pobreza,
Olvidando que tantos menos dignos que él, como la bestia ávida
Toman hasta saciarse la parte mejor de toda cosa,
Dejándole la amarga, el desecho del paria.
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Como metal insomne en las entrañas de la tierra.
Ventaja grande es que esté ya muerto
Y que de muerto cumpla los tres siglos, que así pueden
Los descendientes mismos de quienes le insultaban
Inclinarse a su nombre, dar premio al erudito,
Sucesor del gusano, royendo su memoria.
Mas él no transigió en la vida ni en la muerte
Y a salvo puso su alma irreductible.
Como demonio arisco que ríe entre negruras.
Y a salvo puso su alma irreductible.
Como demonio arisco que ríe entre negruras.
[…] quién pudiera tener delante y copiarlo para ti aquel pasaje de Cumbres
borrascosas que tanto te gustaba, está casi al principio, cuando el rostro de
Catherine niña se asoma en una noche de tormenta al cuarto abuhardillado que fue
suyo y donde se ha quedado a dormir Lockwood, y a través del cristal súbitamente
roto él aferra sus dedos fantasmales y comprende aterrado que, aunque tal vez en
sueños, ha rozado una historia de la que ya jamás se podrá desprender, la que
luego investiga por conducto de la señora Dean y nos cuenta a nosotros, pero sobre
todo a ti.
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obra como palabra viva que cada vez que la lee le sugiere algo nuevo, y, por tanto hace
metaliteratura en este fragmento epistolar.
3. Conclusión
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Así, se va más allá de la literatura para Ese ir más allá de la literatura se pone de
manifiesto cuando el autor rompe el marco narrativo y entra en el libro (va más allá de la
narración, lo que permite encontrar -reconstruir en el comentario- la mentalidad del autor
en su obra), cuando se rompe la barrera diferenciadora de los géneros literarios (tránsito
entre géneros literarios), cuando hay un juego en el origen del texto (uso de literatura)el
ir más allá del propio discurso literario para Según Camarero, J., la metaliteratura “es el
resultado de extender la función metalingüística de Roman Jakobson al texto literario por
medio de una adaptación que consiste en definir la operación que el texto puede llevar a
cabo para mostrar el procedimiento mismo de su funcionamiento interno anotando de
paso el concepto de una función metaliteraria dentro de la literariedad” (p.457, 2004) es
la apuesta del escritor por una acción comunicativa capaz de incorporar al lector a un acto
de construcción textual en la que se ponen al descubierto las estructuras conformantes de
ese mismo texto, de modo que el lector se puede volver más activo en la tarea de
construcción (significación + interpretación) del sentido, completado éste por el conjunto
de significaciones añadidas en el desvelamiento metaliterario. Es decir, es el uso de la
literatura para la reflexión sobre la esencia y mecanismos de la literatura así como el uso
de lo literario para afrontar cuestiones filosóficas y existenciales.
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