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Toman de ¢ Der Podeny La sramatica Y oTRos quvsayos Sonne HiyTorL IA , Politicn y Urenatuna Clomsiavas ogora : Tencen Munn Goirones 4993 MIGUEL ANTONIO CARO Y AMIGOS: GRAMATICA Y PODER EN COLOMBIA Ratact Uribe Uribe fue un inquieto y ambicioso guerrero y poli tico colombiano, cuya carrera concluyé con su asesinato en octu- bre de 1914. Combatié en tres guerras civiles, y en los intervalos de paz publics periddicos, sembré café y animé a otros en el culti- vo del banano. Dicté conferencias sobre el socialismo, figuré en el Congreso, viajé mucho como diplomaitio y eseribié cuentos para nifios. Fue el arquitecto de muchas combinaciones revoluciona- rias y progresistas, o al menos subversivas. Semejante versatil dad no era rara en la vida puiblica colombiana, aunque Uribe Uri- be parece haberla levado a extremos frenéticos. Cualquier cosa que otro pudiera hacer, él, ciertamente, intentaria hacerla mejor. Viejos colombianos de ascendencia liberal en la década de 1960 guardaban entre sus recuerdos de niiez ambiguos sentimientos acerca de este hombre ejemplar, quien también era muy dado a los ejercicios de gimnasia sueca y a los bafios de agua fria’. De joven coronel, Uribe Uribe no estuvo en el bando ganador en la guerra civil de 1885. En un acceso de celo diseiplinario —es- te fue siempre uno de sus defectos comé comandante en el eampo de batalla, lo cual ocasioné en sus tropas muchas mas deserciones que las usuales— maté de un disparo aun soldado de su bando y fue enviado a prisidn. Alli, ademas de sdaptar un texto de geolo- sia para el lector comtin, tradueir un trabajo de Herbert Spencer y preparar su propia defensa, escribié su Diccionario Abreviado de Galicismos, Provincialismos y Correeciones de Lenguaje, con trescientas notas explicativas, un trabajo denso de 376 paginas”. 26 ‘Matcoum Deas Su carrera, su prestigio, su arsenal, no hubieran quedado completos sin un libro asi. Tampoco fue ese el fin de sus estudios gramaticales y filolégicos. Los congresos de finales de los afios 1880 y de la década de 1890 fueron ampliamente dominados por Jos adversarios del liberalismo, y Uribe Uribe fue uno de los dos inicos liberales que lograron ser elegidos en ese periodo. El cono- cimiento de galicismos, provincialismos y correcciones era, sin duda, una ayuda en el ataquey en la defensa®, Sin embargo, para medirse con la figura principal del gobierno en la década de 1890, Miguel Antonio Caro, el conocimiento del latin también era nece- sario, Uribe Uribe contraté a un discreto profesor de esa lengua, tun desconocido traductor de tratados religiosos, y tomé lecciones durante tres meses, al final de los cuales le dijo a Caro en un debate que él no era el tinico latinista en el Congreso. Para demostrarlo cits un proverbio, Nunqua es fide cum po- tente socia, Caro, poniondo las manos sobre la cabeza, exclamé: “jHorror, horror! Cuando ustedes quieran hablarme en latin, les ruego que me pronuncien bien las silabas finales, porque alli es donde esti el meollo de la cuestién”®. éPor qué escoger estas dos anéedotas en una carrera tan activa y variada? Qué, aparte de vanidad, condujo a este revo- lucionario a Ia lexicografia y a los clasicos? @Qué pertinencia tienen estas peculiares preguntas? {No preferiria el lector cono- cer mejor sus experiencias en ol cultivo del café y los caprichos de sus precios, o su entusiasmo, posiblemente infundado, por las prometedoras perspectivas del comercio del banano? Quizé. Pero es tal vez algo mas que vanidad lo que impulsé a Uribe Uribe a redactar su Diccionario y a tomar lecciones de latin. Se daba la inevitable presencia de Miguel Antonio Caro, ingente obsticulo para el partido liberal, fildlogo y latinista superior y vicepresidente encargado de la presidencia, Cuando uno explo- ra un poco mas alld, sale a luz que esta clase de sabiduria y de ‘competencia entre sabios esta intimamente conectada en Co- lombia con el ejercicio del poder. Una exploracién minuciosa de este tema y de sus implicacio- nes, incluso en el que pareceria ser el nada complicado caso de una repiiblica suramericana, agobiadoramente rural y analfabe- ta, a finales del siglo XIX, es una perspectiva intimidante, A pesar DEL PODER Y LA GRAMATICA 27 de su alejamiento de los centros académicos mas avanzados, de su pobreza y de las distracciones de la politica, a las cuales eran. muy propensos, algunos de esos estudiosos colombianos fueron. eruditos formidables y prolificos. Pocos hoy tienen Ia particular preparacidn, o el tiempo, o la inclinacién que se necesitan para recrear su mundo académico y para evaluar sus contribuciones al mismo. Este autor se siente lejos de estar bien equipado para la tarea. Espera, sin embargo, que le sea posible analizar el impor- tante papel que ha desempefiado esta cultura académica en la politica colombiana, sin nada mas que una rudimentaria com- prension de partes de su contenido. Que el siglo XIX fue “la edad de oro de los lexiedgrafos, gra- miticos, fildlogos y letrados vernacularizantes”, ha sido frecuen- temente dicho y su rol en el surgimiento de muchos nacionalis- mos es bastante familiar®, Bl entusiasmo gramatical y lexicogrifico en Ins colonias inglesas de Norteamérica y en los Estados Unidos durante a primera etapa de la vida republicana, al igual que el interés de su gente por la pureza y uniformidad, han sido interpretados como “un fenémeno tipicamente colonial, el de pueblos todavia inseguros de su nueva cultura y que trata- ban de reafirmarse demostrando que eran més correctos atin {que los habitantes de 1a madre patria”. Las interpretaciones nor- teamericanas siempre revelan un caracteristico matiz igualita- rio y enérgico: Los primeros pobladores de la Nueva Inglaterra, pertenecientes ala clase media educada, campeones de la escuela comin (com ‘mon school), tuvieron mucho que ver con el establecimiento de Jn uniformidad en el primer lugar. El profesor de la escuela yan- qui, asi como el vendedor yanqui, viajaban mucho, y ambos lle- vaban consigo el manual de ortografia, que daba la pauta de la respetabilidad lingtistica. A comienzos del siglo XIX, un tendero do Nueva Inglaterra podia tener en su lista de ventas: “Todo tenemos: whisky, melaza, percales, libros de ortografia y parillas patentadas”, Noah Webster se beneficis grandemente con el he- cho de que Ia uniformidad del lenguaje norteamericano depen- diera de la escuela y de la universalidad del alfabetismo, “Nada sino ol establecimiento de eseuclas y alguna uniformidad en el uso {de los libros (jpreferiblemente la ortografia de Webster!) —argiiia ‘en sus Disertaciones sobre el idioma inglés (1789)—, puede aca- 28 Matcoum Deas bar con las diferencias en ol habla y preservar la pureza de la Iengua estadounidense®, Sin embargo, no parece posible asimilar satisfactoriamente las preocupaciones de los colombianos por la lingiiistica con las de los nacionalismos europeos del XIX 0 con las de la América del Norte anglosajona. Aunque las hazafias filol6gicas eran motivo de orgullo patridtico, e implicaban cierta resistencia contra las influencias culturales externas, esencialmente no eran de carée- ter nacionalista. Aun a veces podrian resultar conscientemente antinacionalistas, es decir, transnacionales. Aunque los libros de gramitica y de ortografia se vendian junto con el aguardiente, la panela, las tolas y las parrillas, las ganancias no eran tan grandes y el espiritu no era tan democrattico, Habja algo mas en juego. La gramatica, el dominio de las le- yes y de los misterios de Ia lengua, era componente muy impor- tante dela hegemonia conservadora que duré de 1885 hasta 1930, y cuyos efectos persistieron hasta tiempos mucho mas recientes. La politica colombiana ha contenido desde un prineipio un. vigoroso elemento ideolégico y pedagégico. Mucho se escribié, y se ha escrito desde entonces, acerca de la conveniencia de formar la joven mentalidad republicana con base en los textos de Bentham y Destutt de Tracy: el presidente Santander, 1832-1837, a favor; cl presidente Herrén, 1841-1845, en contra ...’, La educacién po- pular laica que preparase a las masas rurales, manipuladas por Jos curas, para el sufragio universal que prematuramente se les habia concedido, era una de las principales preocupaciones del liberalismo radical en las décadas de 1860 y 1870, y fue una de las ostensibles manzanas de discordia en la guerra eivil de 1876- 1877. Los colombianos no hubieran diserepado de la doctrina de David Hume relativa a la importancia del piilpito y Ia escuela. Los gobiernos sucesivos, al readmitir o reexpulsar a los jesuitas, tuvieron muy en cuenta sus habilidades como educadores. El con- trol de la educacién fue frecuentemente el centro del debate en torno a las relaciones entre Iglesia y Estado; era algo de vital importancia para conservadores y liberales, elemento esencial de cualquier hegemonia. Dichos debates fueron apasionados y comprometidos. Es fas- cinante seguir las carreras de Bentham y Destutt de Tracy a tra- DEL PODER ¥ LA GRAMATICA 29 vés de la geografia y las generaciones de la Colombia inde- pendiente, y examinar los métodos y motivos opuestos que libe- rales y conservadores adoptaron en la inmensa tarea de ilustrar a las masas populares. Pero esto no es‘asunto de este ensayo, que tiene que ver con la singular prominencia de gramsticos y fildlo- os en la vida publica del pais. Comencé con el ejemplo del diccionario que compuso en Ia cércel Uribe Uribe, el Diccionario de Galicismos. Aunque respe- table, jamas alcanzé la fama, ni logré una segunda edicién. Aqui contrasta con la obra que, como se puede deducir del prélogo, de- bia emular: Apuntaciones Criticas sobre el Lenguaje Bogotano, de Rufino J. Cuervo®, Publicado por primera vez.en Bogota en 1872, este libro habia alcanzado su cuarta edicién en 1885, algo nunca logrado por ningun otro trabajo local de erudicién. El articulo “Spanish Language” en la Encyclopaedia Britannica, undécima edicién, 1911, lo elogia con cierta casual generosidad geogréfica, como la primera autoridad en lo relacionado con el espaiiol de América. La obra de Cuervo, en sus ediciones posteriores, fue im- presa en Francia, y se encuentra, por lo general, bien encuader- nada, con la apariencia solemne y sin leer del premio escolar. Aungue no particularmente raro, tiene alto precio en el mercado dol libro de segunda mano. Mucho mas amplia divulgacién alcanzé un librito mas barato, menos ambicioso, mas practico: Tratado de Ortologia y Ortogra- fia Castellana, de José Manuel Marroquin —guia para la orto- grafia y pronunciacién castellana, con titiles listas de cuando usar “x” y cuindo “s", y de palabras “de dudosa ortografia”—. Buena parte de esta informacién se daba en rimas, y generaciones de nifos colombianos han tenido que aprenderlas de memoria: Las voces en que la zeta Puede colocarse antes De otras letras consonantes ‘Son gazpacho, pizpireta, Cabizbajo, plazgo, yazgo, Hazlo, y hazlas y juzgar Con pazguato, sojuzgar Haztey los nombres en azgo 30 MALCOLM DEAS ‘La obra todavia se imprime, el texto permanece igual que en vida del autor y se vende por la calle, fotograficamente reproducido con todas las preocupaciones y los ejemplos de hace cien afos". Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo escribieron una ‘gramética latina que disfruté un succes a’estime en Espaiia y que fue objeto de varias ediciones. Caro oseribié extensamente sobre ‘Andrés Bello, cuya Gramatica de la Lengua Espaiiola, publicada por primera vez en 1847, fue la gramatica més utilizada en His- panoamérica en el siglo pasado, y dirigié una edicién de la Orto- logia de Bello en Bogoté en 1882. En 1870 redacté un Tratado del Participio, muy aplaudido, que se volvié a publicar en 1910. (Es- cribié muchisimo mais y fue la inteligencia rectora de Ia longeva Constitucién de 1886, euyo trazado general sobrevivi6 en sus i= neas generales hasta 1991, pero lo que aca nos concierne es ape- nas la parte gramatical y filolégica de sus escritos). Hubo otros gramaticos que giraban con mais 0 menos inde- pendencia en la érbita de Caro. Marco Fidel Suéirez, presidente a su vez. posteriormente, nunca se sentia més feliz.que cuando pes- caba ervores en los escritos de los demas, Al término de la ultima guerra civil colombiana, Lorenzo Marroquin, el hijo de José Ma- nuel, que habia dejado de versificar la ortografia para ciercer La presidencia del pais, escribié una novela en clave, Pax, para ex- poner la moralidad y las costumbres de entonces. La faccién de Sudrez era opuesta a la de los Marroquin, y su reaccién fue publi- car una anatomia de sus errores, de ciento cincuenta paginas: Analisis Gramatical de Pax. Los temas filolégicos son comunes en su voluminosa produccidn periodistica’”. Miguel Abadia Méndez, cl tiltimo presidente de la hegemonia conservadora, escribis, por su parte, unas Nociones de Prosodia Latina, obra publicada por la Libreria Americana en 1893. E] mismo también suininistré el prologo para el Tratado del participio de Caro en la edicién de 1910. Anteriormente la empresa de Miguel Antonio Caro, la Li- breria Americana, habia pasado manos de José Vicente Concha, también presidente del pais entre 1914 y 1918. ‘Aunque Uribe Uribe como liberal fue sobrepasado en ntimero de aliados y ampliamente superado en erudicién por los grami ticos conservadores, no fue el tinico liberal en publicar un trabajo en este campo. Santiago Pérez, dirigente radical y presidente en- DEL FODER ¥ LA GRAMATICA 31 tre 1874 y 1876, sostuvo una escuela yen 1858 publied una de las primeras graméticas colombianas, Compendio de Gramdtica Castellana, para uso de sus alumnos. También publieé una abre- viacién de la Gramdtiea de Andrés Bello —a uno le parece que um conservador hubiera ampliado la sbra; ciertamente, Cuervo asi lo hizo en 1881—. César Conto, prominente radical del Valle del Cauca, may comprometido con lot conflictos educativos que desembocaron en la guerra civil de 1876-1877, eompuso en 1885 un Diccionario Ortogréfico de Apellidcs y de Nombres Propios de Personas, con un apéndice de nombres geogrdficos de Colombia. ‘Tambien claboré un trabajo acorea delinglés, Apuntaciones sobre Ja Lengua Inglesa, con un apéndice soore el argot'™ Un rapido vistazo a la lista de gramiticas, diccionarios y guias para escribir y pronunciar bien que se han publicado en Colombia en el iltimo siglo revela que en su mayor parte fueron obra de personas politicamente prominentes y comprometidas. Los lideres en este campo también eran lideres en la vida puiblica. Santiago Pérez no fue el tinico que fue propietario de una escuela. ‘También lo fue José Manuel Marroquin, en su hacienda de Yer- babuena, en la Sabana de Bogota. Marroquin habia ensefiado an- tes en el establecimiento de Pérez. El colegio de Marroquin adop- t6 la norma de los jesuitas de vigilancia total de los alumnos en todo momento, aunque la solemnidad era aliviada por becerradas y frecuentes representaciones teatrales. Un selecto grupo de mu- chachos cantaba las rimas ortogréficas: algunos afios después se- rian remplazados por otro escogido grupo de nifias'”. Igualmente, Miguel Antonio Caro abrio una escuels después de retirarse de la presidencia. Un buen nimero de esos hombres también dicté cur- #08 universitarios a lo largo de sus carreras. Abadia, por ejemplo, siguié con sus clases de derecho, temprano por la mafiana, duran- te su periodo presidencial. Pero no nos desviemos de gramatiea y filologia. El interés lo- ‘eal por estas ciencias —sus practicantes insisten siempre en Ila- marlas ciencias— reelbis forma ésea institucional con el estable- cimiento de la Academia Colombiana, en 1871. Los tres espiritus fundadores, Miguel Antonio Caro, José Manuel Marroquin y José Maria Vergara y Vergara, eran miembros correspondientes de la ‘Academia Espaiiola, El mimero de miembros se fijé, primero, en 82. ‘Matcoum Daas doce, “como conmemorativo de las doce casas que los conquista- dores, reunidos en la Ilanura de Bogota el 6 de agosto de 1538, levantaron como niicleo de la futura ciudad”"!*. Entre los doce fi- guraban dos prominentes radicales, Santiago Pérez y Felipe Za- pata, pero la mayoria eran conservadores. Aprobada por la Academia Espafiola en noviembre de 1871, esta fue la primera entidad de tal naturaleza que se funds en las Américas’. Durante aiios sus actividades fueron intermitentes, sin dejar de ser controvertidas politieamente. Como no tenia dén- de reunirse, en 1875 la Academia pidié permiso al Congreso para utilizar el antiguo convento de Santo Domingo. La solicitud fue rechazada. Los congresistas se opusieron, acusando a los miem- bros de la Academia de ser “los soldados péstumos de Felipe II”, de rezar el rosario en sus sesiones y de escribir Ia conjuncidn “y” asi, y no con “i”, “a la manera de ese funesto monarea”. El uso de la “y” era considerado conservador, reaccionario. En vano Caro sefialé que Felipe II habia favorecido la “i”, como los radicales"®, La Academia no tuvo ambiente favorable bajo el régimen ra- dical, a pesar de contar entre sus miembros a Pérez y a Zapata. Se reunia, pues, raras veces, en casas privadas. Rufino J. Cuervo, el académico més distinguido, quiso renunciar a pesar yo: un malentendido lo llevé a creer que no habia sido invitado a una de Jas escasas reuniones que se llevaron a cabo, Caro apel6, con éxi- to, a su sentido dol deber: Usted sabe que nuestra Academia, por falta de rentas, de local, de ocupacién fija, y de cuanto informa una sociedad semejante, hha sido generalmente y por afios enteros como eoncilio disperso. Es un simulacro de Academia, una lucecita que espera mejores dias, mantenida por la amistad que agrupa a unos pocos (..) Hoy ‘ereo que hubiera sido mas prudente de parte de la Academia Espafiola tener aqui individuos correspondientes, por las dficul- tades de establecer en América sociedades de esta clase.) Pero tuna vez aceptado el compromiso, hay que lavar la ropa sucia en Ja casa y sostener el honor de la familia, o como dice Cervantes, limpiarnos los dientes en pablico para que parezca que hemos comido aunque estemos muertos de hambre! La imagen final es sorprendente y sugestiva. Aunque ellos jban a ejercer el poder y a establecer una hegemonia a partir de ‘Del PODER ¥ LA GRAMATICA 33, 1885, no se trataba de hombres ricos. Algunos de ellos habian eenocido la pobreza en came y hueso. El mayor interés que des- pierta el grupo radica en esto. éCémo pudo ocurrir que cuatro personas, conectadas por una sola libreria, se convirtieran en pre- sidentes de la nacién en un lapso de treinta afios? Y pedagogos, todos ellos, hasta cierto punto. Si hubieran sido exportadores de tabaco, cultivadores do café 0 abogados de compaiiias de petréleo, es facil suponer que ellos y sus relaciones hubievan Iamado més la atencidn. Es fécil tam- bign imaginar qué clase de conclusiones sobre su época habrian deducido los historiadores, si grupo tan influyente se hubiera con- gregado alrededor de un solo negocio, Los historiadores, sin em- bargo, no se han mostrado ni muy interesados, ni muy benévolos on ellos. En una historiografia predominantemente liberal, Caro tiene los rasgos de un “monstruo sagrado’, y disfruté de cierto renovado interés por el centenario de la Constitucién de 1886 y por la defi- niliva desaparicién de la misma en 1991, Los demas no son muy recordados. Marroquin perdis 1pocos estadistas: recibi un pais y le devol tuvo origenes notoriamente humildes, pues fue hijo ilegitimo de luna lavandera; como presidente fue acusado, con éxito, por empe- fhar sus gastos de representacién. Abadia tuvo la desgracia de ser presidente en el tiempo de la huelga de las bananeras, 1928, aho- ra tan célebre por su inclusién en Cien aitos de soledad. Se han explorado poco las fuentes de su poder, tal como fue realmente. Es notorio que el régimen conservador dependié, principal- monte, de los recursos politicos de la Iglesia. Pero, ide qué mas? ¢Bstas eruditas figuras eran agentes “dependientes’ de algin iro clan familiar? éEfectuaron el trabajo politico de los latifun- ilistas, de los cafeteros, de laS casas importadoras y exportadoras 6 del capital extranjero? En términos politicos, qué clase de in- tolectuales eran? {Las teorias de Gramsci, tan leidas y tan poco iijlicadas, vierten alguna luz sobre ellos? Antes de volver a la snimitica y la filologia, ya su posible papel en el sostenimiento do esa hegemonia, vale la pena examinar estas figuras y su con- texto con mayor detenimiento. ot Macoum Deas No todos son de Bogotd, pero es la cultura bogotana la que los informa, Tomemos a Rufino José Cuervo y Miguel Antonio Caro —a Rufino José Cuervo, ante todo, que aunque conservador, nun- a fue militantespero que, con sus Apuntaciones result6 ser la inteligencia més destacada, El linaje de Rufino José Cuervo aparece en la biografia que, con su hermano Angel, escribié de su padre, Rufino Cuervo. Los Cuervo eran de diversa ascendéncia criolla, de estirpe espaiiola egada mas o menos recientemente. Por lo menos un antepasado resolvi6 emigrar cuando la independencia se afianz5, por fin, en 1819, con la batalla de Boyacd. Rufino Cuervo nacié en Tibirita, cerea de Bogota, en 1801, retofio de un criollo de primera genera- cin, y mercader fracasado. Fue criado por su tio, préapero elérigo bogotano. Este tio firmé la declaracién de independencia de Bogo- ta, y fue lo suficientemente destacado como patriota para ser de- nunciado por el realista obispo de Popaysn como “hijo del diablo, separado del rebaiio de Jesueristo ¢ indigno del sacerdocio”. El joven Rufino, sin embargo, tuvo la suficiente prudencia para lle- gar a ser escogido para pronunciar la “oracién de estudios”, el discurso conmemorativo, en el colegio de San Bartolomé en 1817, en tiempos de la reconquista espafiola, bajo el régimen del gene- ral Pablo Morillo. Habria de coronar una larga carrera como bu- récrata, politico, abogado y periodista; fue vicepresidente y can- didato a la presidencia. Comenz6 como liberal “moderado” y terminé como conservador. Vida de Rufino Cuervo y noticias de su época’” es fruto del amor filial que exalta la inquebrantable consistencia ideolégica del biografiado, pero también esté Ileno de detalles sobre otras facetas de su casta mental y sobre el ambiente de su Bogota. ‘Amediados de 1820 Cuervo editaba La Misceldnea, un perié- dico, y en sus paginas se pueden encontrar algunos de los prime- ros ejemplos de interés local por el idioma. Como escribieron sus hijos, ‘llama particularmente la atencién el empefo con que in- culcan la importancia de conservar en toda su pureza la longua castellana (...). y es cosa que causa maravilla que, apenas acaba- da una guerra de exterminio, supiese con justo temperamento reconocer la primacia literaria de Espaiia sin comprometer la in- dependencia politica de América”, Vale la pena citar en forma DBL PODER Y LA GRAMATICA 35 mais extensa La Miscelcinea: “Nosotros creemos que es de sumo interés para los nuevos Estados Americanos, si es que quieren agin dia hacerse ilustres y brillar por las letras, conservar en toda su pureza ol cardcter de originalidad y gentileza antigua de la literatura espaiiola, tal cual se presents en sus mas hermosas 6pocas de Carlos V y Felipe II. Pensamos que los negociantes, los magistrados y tedos los que de cualquier modo puedan tener al- una influencia, deben proteger por todos los medios que Tes #u- a el patriotismo y el amor Tetras, Ta introduecién de Ti- fol, Ta y la ensefanza por ellos y no por los que estén en lenguas extranjeras” Tos autores de La Misceidned recomendaban una “federa- cidn literaria” conformada por hombres escogidos, virtuosos y sa- bios de cada nueva nacién. Tendria su sede en alguna ciudad lo- calizada centralmente, “digamos Quito”, que debia estar dotada de imprenta, bib‘ioteca y todos los elementos necesarios, ajena a toda intriga politica. En palabras de los dos Cuervo, “no debia ‘ener por instituto sino conservar la lengua castellana en la mis- ma pureza que nos Ia lego Espana, para que en ella pudieran (lignamente redactarse nuestros cédigos, escribirse nuestra Ais- loria, pintarse nuestra naturaleza y cantarse las glorias de nues- nos guerreros”. La Misceidinea, mientras tanto, toms la iniciati- va: “En los articulos titulados ‘Neologismo’, ‘Correspondencia entre un doctorcito flamante y su padre’, se satiriza con agudeza 1 galicanismo chabacano de los recién graduados, que no habien- do estudiado ni leyendo sino libros franceses o traducciones b: buras, hacian alarde de estropear su propia lengua”™, Cuervo se interesé personalmente por Ia educacién. Como go- bormador de Cundinamarca a comienzos de los aiios 1830, funds luna Sociedad de educacién primaria que distribuy6 libros y otros ‘lomentos para las escuelas, y edifies, cuando menos, un plantel. Batablecis un colegio para nifias con fondos de los extinguidos tonventos menores, “destinado especialmente para las hijas de low préceres de le Independencia y de los beneméritos de la pa- ria”, Para tal colegio escribié en 1883 un Catecismo de urbani- dad, “obrita tan recomendable por la sencillez como por la discre- idn y universal oportunidad de sus maximas (...) dispuesto de minera que pueda legar lo mismo a manos de sefioritas criadas 36 Matootat Deas ‘en los salones, que a las de modestas aldeanas, sin riesgo de que Ia afectacién haga insoportables sus maneras. Lleva por epigrafe Ja divisa que parece tuviera él estampada en el fondo de su cora- z6n: Quod munus reipublicae maius meliusve offerre possumus, quam si docemus atque erudimus iuventutem (Cicerén, De Divi- nitatey™. Cuervo se esmeré mucho en la educacién de sus propios hijos, ¥y no escatimé en gastos: “Era tal la atmésfera de estudio y api cacién que habia en la casa —escribieron sus hijos— que los cria- dos en sus horas de descanso aprendian a leer, o a escribir y con- tar, siendo nosotros los maestros”. Parece haber vivido bien, pero no dejé gran fortuna. Era, en palabras de sus hijos, “tan distante dol despilfarro como de la miseria’. No contento con estampar Quod munus, ete., en su corazén, colocé la siguiente inscripeién “en piedra sobre el portaldn de su hacienda: 1848 NEC NOS AMBITIO NEC NOS AMOR URGET HABENDI RC. ‘Tal fue el padre de Rufino José™, fiste y Angel se dedicaron al estudio, ala literatura y a la fabricacién de cerveza. Quiza porque cellos mismos escribieron la admirable y convincente biografia de ‘su padre, uno ve mucho de él en ollos, hasta llegar a extremos curiosos. Por ejemplo, Rufino padre fue un entusiasta gastrénomo y un vido coleccionista de recetas. Aqui también se dan la mano lo viejo con lo nuevo: Dentro de los limites de una moderacién higiénica gustaba el Doctor Cuervo de manjares regalados, aficidn que sin duda se habia acrecentado con los viajes y el trato con personas de dis- tincién; ast que las copiosas recetas de cocina espaiiola que nos venian de nuestros abuelos maternos, se aumentaban con los ‘buenos platos que se le servian fuera, y cuya descripeidn se com- placia en hacer luego, ya por haber adivinado su composicién, ya por haberla averiguado diseretamente en la conversacién. DBL PODER ¥ LA GRAMATICA a7 Su hijo Angel” mostré una tierna lealtad a las viejas recetas espafolas, y en 1887 publicé los resultados en La Dulzada, Poema de ocho cantos y un epilogo, larga narracién heroico-burlesca de Ja guerra librada por dulces, pudines y tortas, espafioles y crio- los, contra la nefasta invasién de confites franceses, de moda en Jos afios del Segundo Imperio: Nos trata a matar a indigestiones Por eso manda Napoledn II A tanto ruin y puereo pastelero Este trabajo puede reputarse afortunado por haber logrado una segunda edicién al cabo de un siglo, A Rufino José le fue mucho mejor en las ventas, con el éxito de las Apuntaciones criticas sobre el lenguaje bogotano, que ya ha sido mencionado. En realidad, Rufino fue uno de los colombianos mis preparados de su generacién, y sostuvo nutrida correspon- dencia con fildlogos y lexicégrafos contempordneos. El y Angel establecieron sus finanzas sobre un sdlido fundamento gracias a Ja organizacién de una fabrica de cerveza en Bogota, remota an- topasada de la actual Bavaria, y sus utilidades y venta final les produjeron ingresos suficientes para pasar el resto de sus vidas ‘on Paris”®. La residencia alli resultaba mas econémica y, obvia- mente, favorecia el estudio. En Paris pasé Rufino sus tltimos tres decenios dedicado a trabajar en su Diccionario de construccién y Wigimen de la lengua espayiola, obra basada en avanzados y cui- ddadosamente ponderados principios. Algunas muestras y dos vo- Kimenes fueron publicados durante su vida, aunque no vivid lo waficiente para ver mds alla de la letra “D". Estas primicias fue- ‘von bien acogidas y, desde entonces, han sido muy admiradas: Yosultaron superiores, en concepcién y ejecucién, a lo que pudiera_ brindar cualquier otro diccionario espafiol de la época. Se dice ‘que la cerveceria Bavaria ha prometido financiar la terminacién del diccionario como parte de su contribucién a la celebracién del quinto centenario de lo que Cuervo no habria vacilado en llamar | Descubrimiento de América. Las Apuntaciones criticas traen un prélogo que precisa las Infonciones del autor: 38 ‘MALcouM DEAS Es el bien hablar una de las més claras sefales de la gente culta, y bien nacida, y condicién Indispensable de cuantos aspiren a utilizar en pro de sus semejantes, por medio de la palabra o de Ia escritura, Jos talentos con que la naturaleza los ha favoricid de ahi ol emporio con que 80 recomienda el estudio de la gramsi- tea”. Las Apuntaciones ciertamente no son de facil lectura, pero el autor no pretendié que fueran parte de la “alta filosofia” de la ma- teria; el trabajo se proponia sefialar “digémoslo asi, con el dedo, las incorrecciones a que mas frecuentemente nos deslizamos al hablar y al escribir", y esto se procuraba para aquellos que no disponen del tiempo ni de Jos elementos para realizar estudios profundos. El mtimero de colombianos que no hall el libro pesado debe haber sido sumamente reducido, pero es muy significativo que su autor afirmara que estaba destinado a ser un libro accesible. El titulo puede parecer parroquial. Su objetivo fue todo lo con- trario: Cuando varios pueblos gozan del beneficio de un idioma comin, propender a la tniformidad de éste es avigorar sus simpatias y relaciones, hacerlos uno solo, De modo pues que, dejando aparte alos que trabajan por conservar Ia unidad religiosa, aspiracién mas elevada a formar de todas las razas y lenguas un solo redil conn solo Pastor, nadie hace tanto por el hermanamiento de las rnaciones hispano-americanas, como los fomentadores de aque- os estudios que tienden a conservar la pureza de su idioma, destruyendo las barreras que las diferencias dialécticas oponen, ‘al comercio de Ins ideas. El modelo tenia que ser Espaiia: “Ya que la razén nolo pidie~ ra, la necesidad nos forzaria a tomar por dechado de nuestro ha- blar a la lengua que nos vino de Castilla”. No hay posible rival americano. Hasta los Estados Unidos, “con gloriarse de los Prescotts, Irvings, Bryants y Longfellows” veneran a Shakespeare, a Pope, a Gibbon y a Hume. Hay que desechar los odios recientes: “Rotas las antiguas ataduras, unos y otros son pueblos hermanos, trabajadores de consuno en la obra de mejorarse impuesta por el Sefior de la familia humana”. ‘Cuervo enuneia entonces sus razonables propésitos. Algunas observaciones quedarian, tal vez, mejor ubicadas en un manual 5 t DEL PODER Y LA GRAMATICA 39 le urbanidad, “pues no pueden despreciarse sin dar indicios de vulgaridad y descuidada educacién”. Otras son para los mas ade- lantados. Acerca de algunas mas, Cuervo mismo parecia insegu- ro: “No es facil, verbigracia, que a quien bautizaron Aristides se contente con ser Ilamado Aristides”. Hace un rechazo y una pro- losta. Primero, niega cualquier imputacién de que pretende erigir tina suerte de “odiosa dictadura, para lo cual no tenemos ni titulos ni disposicién”. En segundo término, teme que sus quinientas pé- inas contengan tantas censuras que induzcan a los extranjeros que no hayan visitado al pais —muy pocos Io habjan hecho— a car la conclusién de que “aqui hablamos en una jerga como de gitanos". Ello no era asi: En Bogota, como en todas partes, hay personas que hablan bien | y personas que hablan mal, y en Bogota, como en todas partes, lie nocesitan y so eseriben libros que, condenando los abuses, vinculen el lenguaje culto entre las clases elevadas, y mejoren el chabacano de aquellos que, por la atmésfera en que han vivido, no saben otro. Bl asunto, sin embargo, es grav Buono es también recusar aqui las disculpas que alegan algu- hos en favor de sus desaciertos gramaticales, Tratando, suelen ocir, de puntos de mucha monta, no es dable ntender a atildar ¢llenguaje y obedecer menudos precoptos relativos a la forma; ‘eyeribiendo, ademés, do prisa, quién va a reparar en minucio- hidades y pequefieces? Bl bien hablar es a la manera de la bue- na crianza: quien la ha mamado en la leche y robustecidola con fl roce cohstante de la gente fina, sabe ser fiel a sus leyes aun fn las circunstancias mas graves, y en éstas precisamente le es iis forzosa su observancia. Es mas: quien osa tratar puntos uy altos debe tener muy alta ilustracién, y apenas se concibe {ita sin estudios literarios, esmalte y perfume de todas las fa- ‘ultades; segrin aquella peregrina idea, los escritores més emi- hontes de todos los paises no habrian producido sino obras lige- 1s, cuando es a menudo todo lo contrario. En suma: los llefesios de personas humildes que escriben cuando las cir- funstancias los procisan a ello, cualquiera los disculpa; pero no 0% ficil ser indulgente a este respecto con los que presumen eomponer el mundo. 40 ‘Matcoum Deas Cuervo mismo fue un gramitico relativamente apacible. Has- ta creyé conveniente incluir una advertencia en su prélogo, aun- que muchos de sus lectores no lo han tenido en cuenta: ‘No menos oportuno parece sefialar un escollo propio de los estu- dios gramaticales. El habito, sobre todo en los prineipiantes, de exigir la correceién en la forma se convierte a menudo en pedan- teria que rechaza cuanto no satisface a un ideal falso o legitimo. Por lo mismo que una forma descuidada suele ser indicio de poca solidez on la parte sustancial de la obra, es ordinario que, en faltando lealtad para reconocer méritos de otro orden, o ciencia para dilucidar la materia sobre que versa un escrito, acuda la asin a la odiosa tarea de probar que el contrario no sabe gra- ‘miitica. Dicho so ost que jams ha sido nuestro designio pro- porcionar armas para esta clase de ataques, Ciertamente, pocas prevenciones en un prefacio han sido ig- noradas en forma més general. Era importante tener los motivos correctos, pero la vigilancia deberia sin embargo ser mantenida: Nadie revoca a duda que en materia de lenguaje jamés puede el vulgo dispatar Ia preeminencia a las pe ‘también es cle @ la esfera de las tiltimas puede trascen- der algo del primero, en cireustanclas y lugares espetiales. Asi, el aisiamiento de los demas pueblos hermanos, origen dol ‘lvido de muchos vocablos puros y del consiguiente desnivel del idioma, el roce con gente zafia, como, por ejemplo, el de los nifios con los criados, y los trastornos y dislocaciones de las capas sociales por los solevantamientos revolucionarios, que eneum- bran aun hasta los primeros puestos alos ignorantes e inciviles, pueden aplebeyar el lenguaje generalizando_giros antigrama: ticales y términos bajos. Esto sin contar otras influencias, tal ‘vez no tan oficaces, pero que siempre van limando sordamente «el lenguaje culto de la gente bien edueada; asi, on parte pudiera achacarse la diferencia entre la copiosa y més castiza habla de nuestros padres y la nuestra a lo distinto de los libros que an- daban en sus manos y Jos que manejamos constantemente no- ssotros; ocidbanse ellos saboreando con sus familias las obras de Granada, Rodriguez y Teresa de Jestis, mientras que en nues- tros hogares, cuando se lee, se leen de ordinario libros pésima- ‘mente traducidos o periédicos en que, a vueltas de algo original, menudean también tradueciones harto galopendas. Pero como el Dit PopeR ¥ LA Gramamica 41 objeto del Lenguaje sea el entenderse y comuniearse, una vez que Jos vulgarismos vienen a constituir obstéculos para ello en- {ro diversos lugares, en vista del estado de Ia lengua en los domi paises que la halan, hay derecho para proscrbir lo que ‘Glo por abuse ha logeado privar. Muy lejos en Paris, levando la vida de un “monje secular’, ~ {wubajando duro en su Diccionario, Cuervo no fue olvidado en Bo- "fol: Sus amigos tuvieron el euidado de preservar y enaltecer su Yoputacidn. Alli habia un colombiano que se habia dedicado, con #xilo, a una empresa intelectual que le habia merecido el recono- Wimiento y el respeto de las figuras principales de la filologia eu- ‘open. Muy pocos colombianos habian sido capaces de establecer- wen el exterior y de sobrevivir y, mucho menos, de labrarse tal rontigio. B1, en consecuencia, siguié ejerciendo una autoridad a ‘distancia. También se mantuvo en contacto con sus amigos, como “lo Comprueba su voluminosa correspondencia. Un volumen de “tll es con Miguel Antonio Caro”. Bl primer Caro en llegar a la Nueva Granada fue Francisco lavior Caro, nacido en Cadiz en 1750. Llegé en 1774, eomo prote- ido dol virvey Flérez; hacia 1782 era oficial mayor de la secreta- ‘tin del virreinato, y se habia casado con una de las damas de “onor de la virreina. Vejo, entre otros escritos varios, un diario Aoluble, que recoge con minuciosos y maliciosos detalles doce dias dle rutina burocratica en agosto de 1783", Su hijo, Antonio José, ‘leyé una corta, triste y agitada vida politica y matrimonial, sien- porseguido por los dos bandos durante las guerras de inde- iloncia, Su adversa fortuna en Ia politica también, a su turno, liguié a su hijo, el posta y fildsofo José Eusebio Caro, si bien We tiene el honor de ser uno de los padres fundadores del con- 0 organizado. Fue ol padre de Miguel Anto- |, y nunca volvié a ver a su familia. La fiebre amarilla dio al ite con él en Santa Marta a su regreso, en 1853”. Garo crecié en un ambiente de pasién politica, asi como de wracién por el estudio y la literatura, La familia vivié en gentil, a. Desde muy temprano Miguel Antonio mostré su aficién ‘o1 estudio. Su abuela Nicolasa Ibatiez traté de infundirle otras, win; Desengiate, hijo mio, el comercio da la riqueza, propor- 42 ‘Matcorm Deas ciona tener buenas relaciones, y una vida divertida y agradable. ‘Lo demas no es talento, sino bestialidad, pasar la vida entre los ‘cuatro paredes de la casa con los libros y la pluma en la mano, sin saber eémo se gana un real, sino atenidos a lo que los dems quie- ran darles”. En carta anterior, también lo habia prevenido, por los abismos de su poco comtin experiencia personal: “Por Dios, hijo mio, cuida de no meterte en politica”. Caro no seguiria ninguno de estos consejos. Su tia tuvo un sentido mas claro del destino de 1a familia, cuando le escribié a la madre de él: “Debes saber que todos los Caros han sido pobres”. Miguel Antonio le hacia evocar la memoria de su padre. Caro estaba destinado, inequivocamente, para la politica. Es representante de cierta clase, pero de una clase que tiene su exis- tencia en el gobierno, no en ninguin sector o faceta particular de la economia. Es heredero de la antigua burocracia del imperio espaiiol, tal como los Cuervo, los Marroquin, los Vergara”. Estas familias estaban acostumbradisimas al poder, sin poseer grandes ‘tierras ni riqueza comercial. En eso se manifestaban no intere- sadas, 0 mejor, desinteresadas: el poder si les interesaba. No les parecia, en lo mas minimo, anormal o inverosimil que ste fuera ejereido por letrados, como muchos de sus miembros, cayos ante- pasados habian venido a las Américas a gobernar a cualquier ti- tulo, Para los letrados, para Tos buréeratas, el idioma, eTidioma _correcto, es parte significativa del gobierno. La burocracia impe- “Fial espafiola fue una de las mas ‘imponentes que el mundo haya jams visto, y no es sorprendente que los descendientes de esos burderatas no lo olvidaran; por eso, para ellos lenguaje y poder deberian permanecer inseparable Caro se forjé su reputacién politica mediante el periodismo y la polémica, en oposicién a los gobiernos radicales que predomi- naron entre 1863 y 1885. Lo hizo asi, eon gran resonancia, en el resueltamente ultramontano El Tradicionista, periédico que al fin en 1876 fue fisiamente destruido por los radicales. También aleanzé fama de literato y erudito, Su bibliografia ocupa ciento treinta paginas en la versién de su hijo, y su obra completa en la edicién filial ocupa ocho gruesos voliimenes. Ademés de sus ex- tensos y variados escritos ocasionales, habia publicado, antes de la caida de los radicales y en unién con Cuervo,la Gramdtica La- ‘Dit. rope vA GRAMATICA 43 ina. Asi mismo, dio a la estampa su Tratado del participio, y Del {wo en sus relaciones con el lenguaje, su traduecién de la Eneicia, Gedrgicas y las Higlogas de Virgilio, al igual que numerosos ‘esludios sobre Virgilio y Andrés Bello, un largo prélogo a las _ oli del poeta conservador, politico y asesinado dirigente de gue- ‘yi eivil, Julio Arboleda, y varios volimenes menores de su propia Joosin, En 1878 obtuvo con uno de sus poemas una mencién ho- ‘jurifien en los juegos florales de Montpellier™. ‘Hue a través de sus escritos como Niifiez se fijé en él. Rafael lifioz, inspirador de las evoluciones politicas de la década de ), le hizo el primer nombramiento politico: le designs director ‘tle i Biblioteca Nacional. Gon Niifiez, fue el arquitecto de 1a Constitucién de 1886, sgido vicepresidente en 1892, pero en realidad ejercié la jidencia mientras Nufez permanecia semirretirado en Car- wt, hasta su muerte en 1894. Goberné Caro, pues, hasta | Su manejo de la sucesién fue un fracaso: su anciano lo candidato, Manuel Antonio Sanclemente, fue sustitui- ‘por el vicepresidente, José Manuel Marroquin, en un golpe ‘oatado consumado en medio de la guerra civil, el 31 de julio 1000. A Caro esto le dolié profundamente. Un interés comin Aa filologia, y cer ambos miembrns dela Academia, na garan- wn la amistad entre los conservadores™, Bere ordens grandes pedidos del primer volumen del Diccio- ide Cuervo y de las Apuntaciones para la Libreria America- 1884 solicits quinientos ejemplares de cada uno, y trescien- la Gramdtica Latina que habian escrito juntos. Se Ipd mucho cuando la llegada de los libros se retrasé por la elvil de 1885. En esas dificiles circunstancias, promovio el rio en todas las formas posibles: |i Asumblea de Cundinamarea ha pasado por nani ‘lopuesto por diputados de los tres partidos, un proyecto d ‘on que se reconoce el alto valor cientitica del Diccionario ‘i Yola la suma necesaria para comprar cineuenta ejemplares;, [reeisamente, sino que se ordena la compra de cincuenta lures do la obra, y que se incorpore en el presupuesto la ih que so juzgue necesaria para la adquisicién inmediata del jt tomo, También he tenido alguna parte en este asunto, Ne no la iniciativa, “4 ‘MALCOLM Deas Caro le remitié a Cuervo una entusiasta resefia hecha por ‘Mareo Fidel Sudrez, en la que calculaba que la obra completa podria abarear doce volimenes de mil paginas cada uno, quizd mais de lo negociado por la Asamblea de Cundinamarca. Después del cambio de gobierno, Caro se propuso persuadir a los goberna- dores de los demas departamentos, designados bajo los términos de la nueva Constitucién: Como los gobernadores de los departamentos tionen provisional: mente las facultades de las asambleas, me parece que no seré dificil que compren cierto miimero de ejemplares del Diccionario ‘a ejemplo de Cundinamarea. Promoveré esto con la debida cir- ‘cunspeceidn y decoro, y en modesta escala. Asi, pues, una fina y refrescante Iuvia de Voltimenes I, A- B, caeria sobre las resecas y sedientas provincias. Caro también re- sefiaria la obra en forma inequivoca: A La Luz enviaré el articulo que me ha pedido el doctor Niiiez; seri més filoséfico que literario, La idea ser que una obra como su Diccionario de usted y otras semejantes no hubieran podido ‘componerse, ni aun concebirse, bajo la influencia de los falsos principios que dominaban en el siglo XVIII, cuando se ereia que cl lenguaje era cosa de capricho, y la gramatica reglamento re- volucionario; y de aqui tomaré pie para mostrar el parentesco entre la filologia de la Enciclopedia y 1a Revolucién francesa. El doctor Niifiez de hecho bendijo la obra, pero fue de menor ayuda para las ventas; Caro escribié de nuevo: Nada tengo que decirle del Diccionario. El doctor Nitiez me ha escrito una carta en que me dice que esa obra ‘alegra y pasma’, La tiene sobre su mesa, y el otro dia le of diseurrir sobre ella delante de muchas personas con la mayor propiedad. Con todo ‘esto no me he atrevido a pedir que el Gobierno se suscriba, por- que se ha iniciado una época de economins feroces: se ha reducido el ejército, suprimidose muchos destinos, y acordidose que no habra mas auxilios que los decretados para el ferrecarril de Gi- rardot y el de] Cauca. Yeremos si los gobernadores toman algu- nos ejemplares. ‘Lastima que no habia llegado a “g’, para gobernadon, ‘Di PODER ¥ LA GRaMATICA 45 Bil propio Cuervorespetaba a Caro como gramitico y fildlogo. ‘Muyo hasta la cortesia de reconocer una sombra de temor: en la Inlroduccién al Diccionario, pagina XXXIX, escribe que “varios ‘que hemos tratado, han sido aclarados y resueltos por Mi- ‘sul Antonio Caro en su escrito Del uso en sus relaciones con el lenguaje, con tanta precisién filoséfica y filolégiea, que uno expe- cierto temor al volver a mencionarlos”. ‘Onro, al fin, concluyé que literatura y politica eran incompa- . Pero en su carrera, frecuentemente se confunden. Como Jos politicos grandes, suscité anéedotas, y muchas de ellas jon a su erudicién™. Tenia un busto de Virgilio en su patio. lio qué?”, pregunta un curioso visitante, bastante despis- "Virgilio Rodriguez’, replica Caro. Dos curiosos ciudadanos para preguntarle qué diferencia hay entre “estar dor- I" y “estar durmiondo’: “La misma que entire ‘estar jodido’ y Jodiendo’”, fue la impublicable —y, virtualmente, intradu- ‘respuesta. Otros dos piden la definicién de “teologia”: dice Caro—, sucode que la teologia es una yerbita que ‘encontrarse en los campos de Boyaca, que si la comen los os hace engordar hasta reventar”, refiriéndose a ese de- wonto notoriamente conservador y clerical. En forma ele- J, as anéedotas reflejan emo la reputacién de sabio de Mi Antonio Caro entraba en el ambiente politico cotidiano, ino, Piste agrezaba a su erudicién grandes dosis de sarcas- Ingenio y don de gentes; fue un hombre abordable por los ides, Las anéedotas tienen interés politico: son parte de la joni que él represent, parte de la forma como la erudicién yentir. il alumno de escuela det pais sufrié con las lecciones de xy sobre el gorundio. Tales lecciones tenian una dimen- licional cuando el maestro del participio, o el autor de la fin, desempefiaban Ia presidencia, en una época en que el podagégico que prevalecia era el que se resumia en la "in lotra con sangre entra”. Una descripcién mas detallada sma educativo de entonces permitiria observar eémo esta lad se transmitia en el seno mas amplio de la sociedad™. [dominio del idioma Hegé a ser y lo fue durante mucho @lemento del poder politico. Nuitez se sirvid de él, como 46 ‘MALcou Deas Caro y como Marco Fidel Suarez, Este tiltimo, desalojado de la presidencia por los ataques de su copartidario conservador Lau- reano Gémez, abandons el poder disparando esta flecha gramati- cal del parto: “Lo tinico que no perdono en su discurso es el error gramatical (..) el pecado de decir ‘ovejos’, término desventurado que echa a perder tan brillante oracién (...) él todavia no conoce la diferencia entre ‘ovejo’ y ‘cordero” °°. Quiz Laureano Gémez, el mas formidable politico conservador de los afios treinta, los cuarenta y los cincuenta, mas tarde repar% el entuerto con su apo- yo al Instituto Caro y Cuervo, centro fundado por el exalumno de Caro, Alfonso Lopez Pumarejo, y sostenido por el Estado para estudios filolégicos y literarios, euyas ediciones puleras y escogi- das me han suministrado buena parte de los libros y los materia- les necesarrios para este ensayo. No tiene rival en América Latina el Caro y Cuervo en su especialidad; quiza lo tenga en otros luga- res del globo, pero estos han de ser muy contados. éCuall es la ideologia de todo esto? Realmente, hay aqui una ideologia coherente que vale la pena volver a examinar en el aiio centenarrio de 1992, cien afios después de efectuarse la eleccién de Caro a la vicepresidencia de la reptiblica. éPor qué se preocuparon tanto por el idioma? Proclamaron su temor por la fragmontacién del espaol, que podria generar una Babel después de Ia independencia. Como tantas otras veces, la lasica definicidn de esta posicién la hizo Andrés Bello, en su dis- curso al inaugurar la Universidad de Chile, en 1843: Si coneedemos carta de naturaleza a todos los caprichos del ex- ‘travagante neologismo, entonces nuestra América, en corto tér- ‘mino, reproducird Ia confusién de las lenguas, de los dialectos y de las jergas, que es el caos babilénico de la edad media; diez paises perderan uno de sus mas poderosos vinculos fraternos, uno de sus mais preciosos instrumentos para la correspondencia yelcomercio’”, Esto es lo que continuamente parafrasean los colombianos. El idioma no es considerado tan importante como elemento de la unidad nacional colombiana: Ia mayoria de los colombianos hace mucho que habla espaiol, por largo tiempo, y las concepciones romiinticas sobre las lenguas nativas reciben poca atencién de los. Di PopeR y LA GRaMATICA aa Winulos de Caro. Entonces, cuidar la lengua es preservar la comu- " flcacidn con ol mundo hispanoparlante. {Qué tan sincera era esta concepeién? No creo que ella obede- ‘Jorn a ningtin impulso econdmico, a ninguna visién del futuro ‘econdmico del pais: esto mas bien explicaria la anglofilia de los iiow 1820, que no le gusté a la mayoria de quienes se preocupa- 14n por el futuro del idioma espaiiol en Colombia. Pero estas per- is tampoco estaban tan directamente interesadas en la comu- Hnieacién con sus vecinos, o con Espaia. Los comienzos de la “Iiabilonia fueron evidentemente lentos; el pais estaba poco inte- “rojo en sus vecinos y, antes de las superficiales festividades de 1992, tan poco comprometido con Espaia como ésta con la Nueva " Granada, la Confederacién Granadina, los Estados Unidos de Co- Jombia o 2 Colombia de la Constitucién de 1886. Ciertos colombianos se sentian felices con la aprobacién de Mepaia: Cuervo, Caro, Marroquin, Suarez, se sentian todos hala- yaddos con los elogios de espafoles, en una ocasién o en otra. He- ‘mos visto que eran correspondientes dela Academia Espafiola, y {jue buscaron su bendicién para la Academia Colombiana. Sin wnbargo, no es tanto el servilismo; es més bien como si se buseara ‘un instrumento. Por catélico ortodoxo y ultramontano que fuera, " Yaunque venevara a la Roma de Virgilio y a la Roma de los papas, ‘Garo no era individuo para recibir drdenes de un obispo 0 arzobis- ‘po, y el Papa residia muy lejos. | no estaba mas dispuesto a aca- "tur a fil6logos espafioles. La preocupacién por el idioma no se derivaba del temor al | aislamiento, aunque Colombia ostuviera aislada, ni del men- fruante nivel de comunicacién con. los mexieanos, chilenos o ar fjentinos, que le importaban poco™. Me parece que el interés ro- querian. Caro, en sus escritos sobre la lengua, insiste con frecuencia fon esta continuidad histérica. El ensayo sobre el uso se abre con ‘una inyitacién a *honrar (..) el recuerdo de aquellos hombres de fo y sin miedo que trajeron y establecioron la lengua de Castilla (on estas regiones andinas. Volvemos a conmemorar el dia glorioso quo en este valle de los Aledzares comenzaron a sonar acentos 48 ‘MALCOLM Deas neo-latinos, de que estas mismas palabras, que por encargo vues- tro tengo el honor de dirigiros, son como una continuacién y un * La guerra de independencia es una guerra civil, segtin la ver- én de Caro, expresada en su “Americanismo en el Lenguaje”, de 1878*°. La lucha de Espaiia contra los franceses tiene sus aspectos, lingiiisticos, como los contiene la siguiente contienda americana: El hecho es que en aquel periodo de vaivenes sangrientos, re- vueltas y fraccionamientns, Ia lengua castellana, lejos de verse amenazada en su unidad, Ia aflanzé recibiendo homenaje und- rime, y a veces tributos valiosos, de los escritores que abogaban Ia causa de diversas y contrarias parcialidades. Lo cual fué en- tonces una consecuencia, y hoy es demostracién, de que la gue- ra de independeneia hispano-americana no fue guerra interna- cional, sino una guerra civil, encaminada 2 emancipar como ‘emancipé, de la dominacién de un Gobierno central, vastos ¥ lejanos territorios. Bien lo entiende y lo expresa Bello cuando dice: "El que observa con ojos filossficos la historia de nuestra Iucha con la Metrépoli, reconocera sin dificultad que lo que nos hha hecho prevalecer en ella ¢2 cabalmente ol clomento ibérie. Los eapitanes y las legiones veteranas de las regiones transa- ‘lsntieas fueron vencidos por las cuadrillas y los ejércitos impro- visados de otra Iberia joven, que abjurando el nombre conservé elaliento mdomable de la antigua (..) La constancia espafiola se ha estrellado contra si misma". Hemos ofdo contar que alguna ‘vex el soldado espaol descubria al insurgente american por- que éste, como nosotros hoy dia, pronuneiaba la “2” como *s”. Pero cuando esto sueediese, diriamos con mis exactitud que el genuine castellano distinguia al enemigo por una pronunciacién que es provincial en Esparia y que prevalecié en América. Por lo demas semejante sefal hubiera side por punto general equivoea, pues los americanos se dividieron en opiniones, y el elemento indio fue de ordinario adverso a la emaneipacién, No pocos pe- ninsulares a eu vez militaban en las filas patridticas. En Ayacu- cho el general espatiol Moret invitd al colombiano Cérdoba a que antes de darse la batalla saliesen a saludarse en cierto sitio equi- distante, los hermanos y parientes que en notable miimero habia repartidos en uno y otro campo; y asi se verifies. én qué guerra propiamente internacional hubiera podido suceder cosa seme- jante? Sélo el acento, que suele variar de una provincia a otra, hubiera servido a distinguir, menos la opinin, que la proceden- cia local de las personas. DEL PODER Y LA GRAMATICA 49 Caro insiste hasta en sefialar al liberalismo origen peninsu- lar: tales ideas, declard, no se generaron espontiineamente en mentes americanas, ni fueron importadas de contrabando desde Francia o Estados Unidos. Nociones “trans-pirenaicas” ya habian arraigado entre las clases educadas de Espaia, y de alli pasaron a América: Las odiosas doctrinas sensualistas de la escuela de Condillac habian invadido los venerables claustros de Salamanca muchos ‘aioe antes de que penetrason en nuestras universidades. Aque- o de “tres siglos de servidumbre" que soné come feliz frase pa- tridtica en los escritos de (José Fernsndez) Madrid y Camilo To- rres, era ya expresién manoseada en Espaiia. Una de las primeras publicaciones de Caro habia sido una reseiia de las Memorias histérico-politicas del general Joaquin Posada Gutiérrez, un trabajo famoso por su conclusidn: “La inde- pendencia es el tinico bien que hemos logrado"". Caro y sus alia- los estuvieron en eso de acuerdo: defendian la independencia, per) nunca repudiarian lo que Espaiia habia hecho en las Améri- (as yy ellos ondeaban la lengua éomo una bandera. Su vision del pasado era ciertamente coherente, y hasta rea- lista, Evoca el aspecto lingitistico de la conquista y la catequiza- cién’®. Por diferentes motivos, anticipa ciertos temas que la his. toriografia moderna ha escogido para poner de relieve, como la naturaleza “civil” de las guerras de independencia y la generali- yoda lealtad al rey entre los indigenas™. Este ultimo punto me ‘rece mas profunda consideracién. Bs demasiado facil ver en estos eseritos nada mas que la jus- {ifieacién de otro “idioma de dominacién’, de un idioma bajo el ‘onirol de los eruditos y civilizados, que se utiliza para mantener fotros en su lugar, cuyas reglas son. parte esencial del orden, en foneral. Habria mas que decir en defensa de dichos idiomas, mas "tle lo que esta actualmente de moda sostener, pero el énfasis sobre dominacién también pasa por alto en ese caso una nota popular 6, por lo menos, paternalista, 1 gramatica y la filologia son predominantemente conserva- doris en Colombia. Lo propio ocurre con el folelor, ¥ todo esto esta Wwlicionado por la visién compartida del pasado. El primer “cua- 50 MALCOLM Deas dro de costumbres”, o bosquejo literario de Ia vida colombiana, fue escrito en 1841 por Rufino Cuervo —"Los Bogas del Rio Magda- Jena”—y mi impresién es que la mayoria de los escritores de este género, que incluye entre los gramaticos y filélogos a Marroquin ya Vergara y Vergara, fueron conservadores“4, Los primeros pin- toros de la vida colombiana, José Manuel Groot y Ramén Torres Méndez, fueron conservadores. El interés de Marroquin en las rimas, dichos y refranes populares, fue al menos en parte filolégi- co, y es el paralelo colombiano del descubrimiento, por James Russell Lowell, en el dialecto yanqui, de “la mas pura habla sajo- na que haya quedado en el mundo™®. El apacible Rufino José Cuervo, eseribiendo desde Paris, se manifesté inusitadamente vido de echarles un vistazo a los apuntes sobre dichos y refranes de Marroquin, y le eseribié a Caro con la esperanza de que éste buscase otras fuentes: el poeta Rafael Pombo coleccionaba rimas, el costumbrista Caicedo y Rojas proverbios (ambos fueron conser- vadores). “iSabe usted si alguien ha pensado en recoger cuentos de criadas a estilo de los Grimm y Andersen?™®, La biisqueda era de cosas viejas, incontaminadas y esencial- mente espaiiolas. El enemigo no era el americanismo —Caro, Cuervo y Marroquin, todos defendieron los americanismos en su debido Iugar— sino el neologismo, el galicismo, la importacién reciente. La tradicidn y el predominio conservadores en el estudio del folclox, estudio con una pronunciada inclinacién lingiifstica, persistieron en los afios 1950. Las hebras se juntan, por ejemplo, en el easo de Lucio Pabén Niiiez, ministro de Gobierno, brevemente ministro de Guerra en la administracién conservadora de Laureano Gémez, y uno de los au- tores del golpe de estado de 1958. Entre sus escritos figuran un ‘estudio sobre el folclor en su departamento natal, Norte de Santan- der, un ensayo sobre José Eusebio Caro, y otro con motivo del cen- tenario de la Gramatica de Bello". Este tltimo aparecié en el aiio sectario de 1952. Por esa época se construyé una calle nueva que atravesaba el principal cementerio de Bogota. Los liberales la Ila- maron “Avenida Pabén Niiiez”, pues dejaba muertos a cada lado. Una vez més, como con el general Uribe Uribe, un gramético en medio de una guerra civil, o casi una guerra civil. DEL PODER ¥ LA GRAMATICA 61 El historiador comunista Nicolas Buenaventura declaré algu- na vez que cuando alguien le felicitaba por la pureza de su espa- iol siempre pensaba en los doscientos mil muertos que ella le habia costado al pais"®. Quiza argiiia que el aislamiento habia conservado puro el idioma, pero que habia tenido otros efectos menos felices, y tal vez pretendia expresar el rechazo de esta arro- gante erudicién y la distorsién de valores que algunas veces im- plica: “cuidar la lengua” no es garantia de tolerancia en politica’ En los dltimos sesenta afios filologia y gramética, no sin lu- char, han cedido, gradualmente, la posicién central que una vez ocuparon en la cultura colombiana. Los conservadores perdieron el poder en 1930, a manos de un partido liberal liderado por el fantiguo pupilo de Caro, Alfonso Lépez Pumarojo, quien tenia mucho de pedagogo pero cuya mente se inclinaba a dictar leccio- nes sobre otros asuntos. La Libreria Americana fue consumida por las llamas del Bogotazo, 9 de abril de 1948, Nuevas ciencias tnglosajonas, particularmente la economia, han suministrado oportunidades alternativas para el ejercicio de la erudicién, y han engendrado nuevos “vocabularios de dominacién”. Es dificil, ‘nctualmente, para la mayoria de los colombianos evocar esa cla- wo de hegemonia que he tratado de recordar, imaginar las lealta- des que exigié en sus dias de esplendor, y hasta entender las onas de burlarse de ella, que algunos todavia sintieron hasta hace veinte afios. Este ensayo llama la atencin sobre un fenémeno inusitado: el gobierno de los gramiticos en forma peculiarmente directa y pura. Si esos hombres fueron “intelectuales tradicionales”, en el sentido gramsciano, entonces ciertamente disfrutaron de la auto- nomia que Gramsci les atribuia. Una explicacién més a fondo de ‘qué fue lo que les permitié ejercer tanta influencia durante tanto tempo, demandaria un examen mas minucioso de la estructura idol pais, de sus debilidades comparativas, econémicas e institu- vionales, que no le permitieron producir Guzmanes Blancos, pero {uo les dieron a nuestras figuras su ventaja comparativa, Uno de filos, José Manuel Marroquin, derivé hacia la nocién de que Co- Jombia, no muy afortunada en lo demés, disfruté de cierta ventaja womparativa lingiiistica: “La Nacién, que, ya que en otros ramos 52. ‘MALCOLM Deas de a cultura no puede competir sino con muy pocas, puede en cuanto a lenguaje preciarse de no ser de las tiltimas”™. Durante mucho tiempo se export6 poco, pero la industria do- méstica prosperé extraordinariamente. Notas El autor desea agradecer a Bill Schwarz, Efrain Sinchez y Eduardo Posada, Traduecidn basada en primera versién de Luis E. Guarin G. 1. Una biografia accesible es E. Santa, Rafael Uribe Uribe, Bogoté, 1962, Como ejemplo de au actividad, néanse sus Discursos parlamentarios, Bor sg0td, 1896, y su Por la América del Sur, 2 Vols., Bogoté, 1908; también C.A Urueta, ed,, Documentos militares y politicos, Bogoti, 1904. 2, Medellin, 1887. 8. Seguin parece, en ocasiones eran también de rigor. En sus memorias, Julio H. Palacio comenta una de las eartas de Uribe Uribe a su padre, el general eonaervador Francisco J. Palacio, clarficando relaciones entre él ‘y sus enemigos: “Vibrante, enfities, y casi que me atreveria acalficarla de soberbia(..) comunicacidn sin embargo redactada en términos corteses pa- ‘ra el comandante en jofe del ejéreito del Atlintico a quien no se negaba el ‘tratamiento de vos con tanto el e6digo militar como el de régimen politico ‘y municipal seialaban para los generales en jefe". J. H. Palacio, Historia de ‘mi vida, 2 Vols, Bogota, 1942 ys. (1990), Vo. 2, pp. 179-180. 4. G.Hernandoz Pefalosa, ed., Ancedotas y poesias satiricas de Miguel An. tonio Caro, Bogoté, 1988, pp. 82-84. 5. Lacita es de B. Anderson, Imagined Communities, Londres, 1988, p.69, y reconoce la inapiracién de H. Seton Watson, Nations and States, Boul- dor, 977. He encontrado particularmente itil para propésitos de comparacién R. D. Grillo, Dominant Languages. Language and Hierarchy in Britain and France, Cambridge, 1989; también K. Cmiel, Democratic Bloquence. The Fight over Popular Speech in Nineteenth Century América, Nueva York, 1990; y ©. Smith, The Politics of Language, 1791-1819, Oxford, 1984; ambos tratan temas relacionados. 6, Ambascitas son de D. Boorstin, The Americans, The Colonial Experience, ‘Nueva York, 1958, pp. 277-287. 7. Tampoco el presidente Santander descuidaba la grai traba al Senado sobre eudndo la conjuneidn ‘! debia bitse 'u sino que eefalé tres errores gramaticales monores en una ley y halls tiempo para observar que ‘expresarin siempre’ seria ‘maselogante’ jen: "Noséloilus- DEL PODER Y LA GRAMATICA 83 que ‘siempre expresarin’”. D. Bushnell, The Santander Regime in Gran Colombia, Delaware, 1954, p. 41. ‘Hubo otros prominentes graméticos liberales, ademas de Santander, c0- ‘mo otro presidente, Santiago Pérez; pero la gramética era, predominan- ‘temente, una preocupacién conservadora: “El odio a la gramitica y a la lengua latina es en Colombia como la divisa de las escuelas politics treformadoras y revolucionarias; yno les falta razén para ello, porque no hay en.el mundo nada més tradicional y conservador que el lenguaje, ya ‘que él es el trasunto de los sentimientos mas cares al hombre: la religién. de los antepazados, la glorias nacionales, los purisimos afectos hogare- ios, eada uno de los cuales tiene en cada familia, de generacién en gene- ‘ravién, st voeabulario especial, una especie de idioma propio que sélo ‘entienden a fondo los que han vivido en intime contacto con las porsonas que ala sombra de un mismo techo reeibieron una miama educacién, y hhan experimentado los mismoa goces y sufrimiontos. La daiosa tirria que en Colombia le tienen algunos escritores a la gramitica y a toda antigua cultura, proviene en parte de que don Miguel Antonio Caro, don Rafino J. Cuervo, don José Manuel Marroquin, don Marco Fidel Suarez y tantos otros hombres ilustres pertenecientes a la misma escuela politi fa que contaren, entre otras muchas excolencias, Ia de haber consagrado f las humanidades lo mas floride de su vida, con lo que aleanzaron, sino bienes de fortuna ni la estimaciin de muchos de sus compatriotas, si verdadero renombre para su patria en centros europeos de gloriosas tra- diciones literarins. A don Manuel Maria Mallarino le hacian el eargo de {que en medio de las duras faenas del gobierno empleaba algiin tiempo en ln lectuva de los autores latinos. Don Julio Arboleda era un scholar y don Carlos Holguin recitaba de memoria larges tiradas de La Eneida. La fenemistad para con la gramstiea tiene pues como causa una pobre ojeri ‘2norenccién de partido". L. M. Mora, Los maestros de principios de siglo, Bogota, 1998, pp. 8-10. Yéase del mismo autor Croniquillas de mi ciudad, Bogota, 1936, 2a, ed., 1972, para la fisonomia cultural de Bogota durante ng décadas de 1880 y 1890. El diccionario de Uribe Uribe hallé una recepeién contradictoria. Bl poc- ta conservador Rafael Pombo al comienzo lo denuncié como plagio del trabajo desu amigo Cuervo, desfigurade por “términos no oidos on lbioe smos no escuchades fuera de eaa regisn"; alomés, el autor fue irrespetuoce con la Academia. Un viraje posterior fen alianzas politioas lo levé a revisar su opinisn. El dicefonario fue tra- tadode inmoral en el periédico de Medellin La Misceldnea, pero fue apro- Jbado por el obispo. J. M, Maxroquin, director de la Academia Colombiana de la Lengua y ‘miembro correspondiente de Ia Real Academia Espaiila, Tratados de or tologia y ortegrafa de la lengua castellana, Bogoté, 1858.

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