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Índice
1 Formación inicial
1.1 Nebulosa solar
1.2 Problemas con el modelo de nebulosa solar
2 Estimación de la edad
3 Evolución subsecuente
3.1 Sistema solar interior
3.2 Cinturón de asteroides
3.3 Planetas exteriores
3.4 Bombardeo pesado
3.5 Cinturón de Kuiper y nube de Oort
3.6 Satélites
4 Futuro
4.1 Evolución solar
4.2 Otros eventos
5 Historia de las hipótesis sobre la formación del sistema solar
6 Véase también
7 Referencias
8 Referencias adicionales
8.1 Referencias de teoría de la captura
9 Enlaces externos
Formación inicial
Nebulosa solar
La hipótesis actual sobre la formación del sistema solar es la hipótesis nebular,
propuesta por primera vez por Emanuel Swedenborg.1 En 1775 Immanuel Kant, quien
estaba familiarizado con el trabajo de Swedenborg, desarrolló la teoría más
ampliamente. Una teoría similar fue formulada independientemente por Pierre-Simon
Laplace2 en 1796. La teoría nebular sostiene que hace 4600 millones de años el
sistema solar se formó por un colapso gravitacional de una nube molecular gigante.
Esta nube inicial tenía probablemente varios años luz de largo y fue la sede del
nacimiento de varias estrellas.3 Aunque el proceso era visto como relativamente
tranquilo, estudios recientes de antiguos meteoritos revelan restos de elementos
solamente formados en los núcleos de estrellas muy grandes que explotan, indicando
que el ambiente en el que el Sol se formó estaba dentro del alcance de algunas
supernovas cercanas. La onda de choque de estas supernovas pudo haber desencadenado
la formación del Sol a través de la creación de regiones de sobredensidad en la
nebulosa circundante, causando el colapso de ellas.4
Una de estas regiones de gas colapsante (conocida como nebulosa protosolar)6 pudo
haber formado lo que llegó a ser el sol. Esta región tenía un diámetro de entre
7000 y 20 000 UA (unidad astronómica)37 y una masa apenas mayor que la del Sol
(entre 1,001 y 1,1 masas solares).8 Se creía que su composición sería más o menos
la del Sol actual: aproximadamente 98 % (por masa) de hidrógeno y helio presente
desde el Big Bang, y 2 % de elementos más pesados creados por generaciones
anteriores de estrellas que murieron y los expulsaron de vuelta al espacio
interestelar (ver nucleosíntesis).
Estudios de las estrellas T Tauri, estrellas jóvenes con masa solar prefundida, que
se creían similares al Sol en este punto de su evolución, mostraron que están
frecuentemente acompañadas por discos de materia preplanetaria.8 Estos discos se
extienden por varias UA y son bastante fríos, alcanzando apenas 1000 K en su punto
más caliente.11 Después de 100 millones de años, la temperatura y la presión en el
núcleo del Sol se hizo tan grande que su hidrógeno comenzó a fusionarse, creando
una fuente interna de energía que contrarrestó la fuerza de la contracción
gravitacional hasta que se alcanzó el equilibrio hidrostático. En este punto el Sol
se volvió una estrella completamente nueva.12
De esta nube y su gas y polvo (la "nebulosa solar") se piensa que se formaron
varios planetas. El mecanismo actualmente aceptado por el cual los planetas se
formaron es conocido como acreción, en el que los planetas comenzaron como granos
de polvo en órbita alrededor de la protoestrella central, que inicialmente se
formaron por el contacto directo entre grupos de entre uno y diez kilómetros de
diámetro, que a su vez colisionaron para formar cuerpos más grandes
(planetesimales), de aproximadamente 5 km de tamaño, gradualmente incrementados por
colisiones adicionales de 15 cm por año durante el transcurso de los siguientes
pocos millones de años.13
El sistema solar interior era demasiado cálido para que se condensaran moléculas
volátiles como las del agua y metano, así que los planetesimales que se formaron
ahí fueron relativamente pequeños (abarcando solo 0,6 % de la masa del disco)3 y
compuesto principalmente por componentes con altos puntos de fundición, como los
silicatos y metales. Estos cuerpos rocosos finalmente se convirtieron en planetas
terrestres. Más lejos, los efectos gravitacionales de Júpiter hicieron imposible
que se unieran los objetos protoplanetarios presentes, dejando detrás el cinturón
de asteroides.14
Todavía más lejos, más allá de la línea de congelación donde más compuestos
volátiles de hielo pudieron permanecer sólidos, Júpiter y Saturno consiguieron
juntar más material que los planetas terrestres, así como esos componentes eran más
comunes. Se convirtieron en gigantes gaseosos, mientras que Urano y Neptuno
capturaron mucho menos material y son conocidos como gigantes de hielo porque se
cree que sus núcleos están hechos principalmente de hielo (compuestos de
hidrógeno).1516
El viento solar del joven Sol esparció el gas y el polvo del disco protoplanetario,
diseminándolo en el espacio interestelar, poniendo así fin al crecimiento de los
planetas por acrecimiento. Las estrellas T Tauri tienen vientos solares mucho más
fuertes que los de estrellas más viejas y estables.1718
Estimación de la edad
Usando fechado radiométrico, los científicos estiman que el sistema solar tiene
4600 millones de años de antigüedad. Las rocas más viejas en la Tierra tienen
aproximadamente 4400 millones de años. Las rocas así de viejas son raras, ya que la
superficie de la tierra está siendo constantemente remodelada por la erosión, el
vulcanismo y las placas tectónicas. Para estimar la edad del sistema solar, los
científicos deben usar meteoritos, que se formaron durante la condensación temprana
de la nebulosa solar. Los meteoritos más viejos (como el meteorito del Canyon
Diablo) se han encontrado con 4600 millones de años de edad, por lo tanto el
sistema solar debe tener por lo menos 4600 millones de años.20
Evolución subsecuente
Originalmente se creyó que los planetas se formaron en o cerca de las órbitas en
las que los vemos ahora. Sin embargo, este punto de vista ha sido sometido a un
cambio radical durante la parte final del siglo XX y el principio del siglo XXI.
Actualmente se cree que el sistema solar se veía muy diferente después de su
formación inicial, con cinco objetos por lo menos tan masivos como Mercurio estando
presentes en el sistema solar interior (en lugar de los actuales cuatro), el
sistema solar exterior siendo mucho más compacto de lo que es ahora y el cinturón
de Kuiper empezando mucho más adentro de lo que comienza ahora.
Actualmente se cree que los impactos son una parte regular (si bien poco frecuente)
del desarrollo del sistema solar. Además del impacto que formó la Luna, se cree que
el sistema Plutón-Caronte resultó de una colisión entre objetos del cinturón de
Kuiper. También se cree que otros casos de lunas alrededor de asteroides y otros
objetos del cinturón de Kuiper son el resultado de colisiones. Que siguen
ocurriendo colisiones está demostrado por la colisión del cometa Shoemaker-Levy 9
con Júpiter en 1994 y por la huella del impacto de Meteor Crater en el estado
americano de Arizona.
Los efectos de Júpiter han dispersado la mayor parte de los contenidos originales
del cinturón de asteroides, dejando menos del equivalente a 1/10 de la masa de la
Tierra. La pérdida de masa es el principal factor que evita que el cinturón de
asteroides se consolide como un planeta. Los objetos con una masa muy grande tienen
un campo gravitacional lo suficientemente grande para evitar la pérdida de grandes
cantidades de material como resultado de una colisión violenta. Este no es
usualmente el caso en el cinturón de asteroides. Como resultado, muchos objetos más
grandes se han roto en pedazos, y a veces los objetos más nuevos han sido forzados
fuera en colisiones menos violentas. Se puede encontrar evidencia de las colisiones
en las lunas alrededor de algunos asteroides, que actualmente sólo se pueden
explicar como siendo consolidaciones de material arrojado del objeto de origen sin
suficiente energía para escapar de él.
Planetas exteriores
Artículo principal: Gigante gaseoso
Los protoplanetas más grandes fueron lo suficientemente masivos para acumular gas
del disco protoplanetario, y se cree que sus distribuciones de masa se pueden
entender a partir de sus posiciones en el disco, aunque esa explicación es
demasiado simple para dar cuenta de muchos otros sistemas planetarios. En esencia,
el primer planetesimal joviano en alcanzar la masa crítica requerida para capturar
gas de helio y subsecuentemente gas de hidrógeno es el más interior, porque —
comparado con las órbitas más lejanas del Sol— aquí las velocidades orbitales son
más altas, la densidad en el disco es mayor y las colisiones ocurren más
frecuentemente. Así Júpiter es el joviano más grande porque acumuló gases de
hidrógeno y helio por el periodo más largo de tiempo, y Saturno es el siguiente. La
composición de estos dos está dominada por los gases de hidrógeno y helio
capturados (aproximadamente 97 % y 90 % de la masa, respectivamente).
Bombardeo pesado
Artículo principal: Bombardeo intenso tardío
Mucho tiempo después de que el viento solar limpiara el disco del gas, una gran
cantidad de planetesimales permanecieron atrás sin ser "aceptados" por ningún otro
cuerpo planetario. Esta población se creyó primeramente que existía más allá de los
planetas exteriores, donde los tiempos de "adhesión" planetesimal son tan extensos
donde era imposible que el planeta se formara antes de la dispersión gaseosa. El
planeta gigante exterior interactuaba con este "mar planetesimal", dispersando
estos cuerpos rocosos pequeños hacia adentro, mientras que sí mismo moviéndose
hacia fuera. Estos planetesimales se dispersaron del planeta siguiente encontraron
de una manera similar, y del siguiente, moviendo las órbitas de los planetas hacia
fuera mientras que los planetesimales se movieron hacia adentro.
En el modelo de nebulosa solar la única forma en que los planetas pueden obtener
lunas es capturándolas. Las dos pequeñas y llanas lunas de Marte son claramente
asteroides y otros ejemplos de satélites capturados abundan en sistemas jóvenes.
Las interacciones orbitales regulares de Júpiter (ver resonancia orbital) también
es responsable de que material que alguna vez formó parte del cinturón de
asteroides no se desvíe y se acerque a otro planeta terrestre importante. La mayor
parte de ese material lleva tiempo dentro de órbitas excéntricas y han colisionado
con algo más; la masa total del cinturón de asteroides es actualmente menos de un
décimo de la masa terrestre.
La evolución del sistema solar exterior parece haber sido influenciada por
supernovas cercanas y posiblemente también por el paso por nubes interestelares.
Las superficies de los cuerpos en el sistema solar exterior podían experimentar
aclimatamiento espacial por el viento solar, micrometeoritos, así como los
componentes neutrales del medio interestelar, e influencias más momentáneas como
supernovas y erupciones magnetarias (también llamadas terremotos estelares). Beth
E. Clark24 está entre aquellos que hacen investigación sobre aclimatación espacial
o erosión espacial aunque todavía no se cuantifican las implicaciones específicas
para el sistema solar exterior.
La muestra del Stardust que volvió del cometa Wild 2 ha revelado también alguna
evidencia de que los materiales de la formación temprana del sistema solar migraron
desde el más cálido sistema solar interior a la región del cinturón de Kuiper, así
como algo del polvo que existía antes de que se formara el sistema solar.25
Satélites
Los satélites naturales han llegado a existir alrededor de la mayoría de los
planetas y muchos otros cuerpos del sistema solar. Estos satélites naturales han
llegado a existir por tres posibles causas:
En el caso de los planetas interiores y otros cuerpos sólidos del sistema solar,
las colisiones parecen ser el mayor creador de lunas, con un porcentaje del
material expulsado por la colisión, terminando en órbita y uniéndose en una o más
lunas. Se cree que la Luna se formó de esta forma.
Un planeta también puede crear un aumento en las mareas de una luna, y este
disminuirá la rotación de la luna hasta que su periodo de rotación llegue a ser el
mismo que su periodo de revolución. Así la luna mantendrá uno de sus lados mirando
hacia el planeta, como es el caso de la Luna. Esto es llamado rotación sincrónica y
está presente en muchas otras lunas del sistema solar, como en el satélite Ío de
Júpiter. En el caso de Plutón y Caronte, tanto el planeta como el satélite están
sincronizados por las mareas del otro.
Futuro
Excepto por un acontecimiento imprevisible e inesperado, tal como la llegada de un
agujero negro o una estrella a su espacio, los astrónomos estiman que el sistema
solar, como lo conocemos hoy durará otros pocos cientos de millones de años, tiempo
en el que se espera sea sometido a su primer transformación mayor. Los anillos de
Saturno son bastante jóvenes y no se calcula que sobrevivan más allá de 300
millones de años. La gravedad de las lunas de Saturno gradualmente barrerá la
orilla exterior de los anillos hacia el planeta y, finalmente, la abrasión por
meteoritos y la gravedad de este harán el resto, dejándolo sin sus característicos
ornamentos;26 sin embargo, estudios recientes realizados sobre la base de los datos
tomados por la misión Cassini-Huygens muestran que los anillos podrían durar aún
varios miles de millones de años más.
En algún momento dentro de 1,4 y 3,5 miles de millones de años contados desde
ahora, la luna de Neptuno, Tritón, que está actualmente en una lenta órbita
retrógrada, en declive alrededor de su compañero, caerá bajo el límite de Roche de
Neptuno, tras lo que su fuerza de marea hará la luna pedazos, pudiendo crear un
amplio sistema de anillos alrededor del planeta, similar al de Saturno.27
Evolución solar
Concepción de un artista de la evolución futura de nuestro Sol. Izquierda:
secuencia principal; al centro: gigante roja; derecha; enana blanca.
El Sol se está haciendo más brillante a una tasa de más o menos del diez por ciento
cada mil millones de años. Se estima que dentro de mil millones de años, provocará
un efecto invernadero descontrolado en la Tierra que hará que los océanos empiecen
a evaporarse29
Dentro de alrededor de seis mil millones de años, las reservas de hidrógeno dentro
del núcleo del Sol se habrán agotado y comenzará a utilizar aquellas en sus capas
superiores menos densas y, en más o menos 7600 millones de años en el futuro,
volverse una gigante roja, fría y embotada por su muy incrementada área de
superficie. Cuando el Sol se expanda absorberá a Mercurio y Venus y posiblemente
también La Tierra.32 Se espera que el Sol permanezca en una fase de gigante roja
por alrededor de cien millones de años, alcanzando un diámetro alrededor de 256
veces mayor al que tiene ahora —1.2 UA—, y una luminosidad más de 2300 veces
superior. Durante este tiempo, es posible que en mundos alrededor de Cinturón de
Kuiper, tales como Plutón e Caronte, la temperatura superficial se haga lo
suficientemente apacible para que la superficie congelada se convierta en océanos
líquidos que podrían alcanzar condiciones similares a aquellas requeridas para la
vida humana actual. 33
Recientes estudios muestran que, a diferencia de lo que se creyó por un tiempo (que
la Tierra no sería aniquilada por el Sol), la Tierra será absorbida y destruida por
nuestra estrella tras ser tragada por la misma a causa de la abrasión y
vaporización producida por su caída en espiral hacia el centro solar en un proceso
que llevará apenas 200 años,35 aunque también existe la posibilidad de que
sobreviva y de que el mencionado roce producido por el movimiento de nuestro
planeta, primero dentro de la atmósfera solar y luego dentro del astro, despoje a
nuestro planeta de sus capas externas, quedando solo su núcleo.
La Nebulosa del anillo, una nebulosa planetaria similar a lo que el Sol llegará a
ser finalmente.
Finalmente, el helio producido en la superficie caerá de vuelta al núcleo,
incrementando la densidad hasta que alcance los niveles necesarios para fundir el
helio en carbono. El flash del helio ocurrirá entonces y el Sol se convertirá en
una estrella de la rama horizontal; encogerá abruptamente a un tamaño de alrededor
de 10 veces mayor que su radio original y su luminosidad descenderá de manera
brusca, al caer su fuente de energía de nuevo a su núcleo. Debido a la relativa
rareza del helio como opuesto al hidrógeno (se necesitan cuatro iones de hidrógeno
para crear un núcleo de helio, y adicionalmente tres núcleos de helio para crear
uno de carbono) y la tasa incrementada de reacciones debidas a la temperatura y
presión en el núcleo del Sol, la fusión de helio en carbono durará solamente 100
millones de años, mientras que alrededor del núcleo seguirá fusionándose el
hidrógeno en helio. Finalmente tendrá que recurrir de nuevo a sus reservas en sus
capas exteriores y recuperará su forma de gigante roja convirtiéndose en una
estrella de la rama asintótica gigante, siendo entonces aún mayor y más luminosa
que en su época de gigante roja (hasta más de 200 veces mayor y más de 5000 veces
más brillante). Esta fase dura otros 100 millones de años, después de los cuales,
sobre el curso de otros 100 000 años, las capas exteriores del Sol desaparecerán,
expulsando un gran flujo de materia en el espacio y formando un halo conocido (de
forma engañosa) como una nebulosa planetaria.
Finalmente, todo lo que quedará del Sol será una enana blanca, un objeto caliente,
sombrío y extraordinariamente denso; de la mitad de su masa original pero con sólo
la mitad del tamaño de la Tierra. Si fuera visto desde la superficie terrestre,
sería un punto de luz del tamaño de Venus con el brillo de cien soles actuales,
aunque disminuyendo rápidamente.3637
Tan pronto como el Sol muera, su empuje gravitacional en los planetas, cometas y
asteroides que lo orbitan, se debilitará. Las órbitas de la Tierra y de otros
planetas se expandirán. Cuando el Sol se convierta en una enana blanca, se
alcanzará la configuración final del sistema solar: La Tierra y Marte —si todavía
existen—, orbitarán respectivamente a 1.85 y 2.80 AU. Todo nuestro sistema solar se
alterará drásticamente. Éstos, y los otros planetas restantes, se congelarán como
cáscaras oscuras, heladas y sin vida. Continuarán orbitando su estrella, con su
velocidad reducida debida a su mayor distancia del Sol y a la reducida gravedad del
mismo. Ese cambio de las órbitas planetarias también producirá que las de
asteroides y cometas se inestabilicen hasta el punto de que algunas de ellas pueden
llevar a dichos cuerpos tan cerca de la enana blanca solar que sean destruidas por
las fuerzas de marea de esta, produciendo un anillo de restos a su alrededor3839
Dos mil millones de años más tarde, el carbono en el núcleo del Sol se
cristalizará, transformándose en un diamante gigante. Finalmente, luego de
trillones de años más, se desvanecerá y morirá por fin, cesando de brillar
completamente.40414243
Otros eventos
Más o menos dentro de tres mil millones de años, con el Sol aún en su secuencia
principal, Andrómeda se acercará a nuestra galaxia para, tras varios pasos
cercanos, terminar colisionando y fundiéndose con ella. Si bien, ello podría
afectar a nuestro sistema solar como un todo, es muy poco probable que pudiera
afectar al Sol o a los planetas dada la gran distancia a la que están las estrellas
unas de otras, incluso en el caso de una colisión galáctica. Sin embargo, es
bastante probable que el sistema solar sea expulsado de su posición actual y acabe
en el halo de la galaxia recién formada.
Con el paso del tiempo, y ya con el Sol apagado y convertido en una enana negra,
las posibilidades de que una estrella se acerque al sistema solar y arruine las
órbitas planetarias irán aumentando. Si no se cumplen los escenarios que apuntan a
un Big Crunch o a un Big Rip, dentro de 1015 años la gravedad de las estrellas que
hayan pasado cerca de este habrán conseguido quitarle al Sol sus planetas. Si bien
todos ellos podrían sobrevivir aún mucho más tiempo, ello marcará el fin de nuestro
sistema solar en el sentido en el que lo conocemos.44
La hipótesis de las colisiones cercanas también fue criticada y, en los años 1940,
el modelo nebular fue mejorado hasta conseguir una amplia aceptación por parte de
la comunidad científica. En la versión modificada, se asumió que la masa del
protoplaneta original fuese mayor y que la variación del momento angular fuese
debida a fuerzas magnéticas. Es decir, el joven Sol transfirió algo de momento
angular al disco protoplanetario y los planetesimales mediante ondas de Alvén, como
se supone que ocurre en las estrellas T Tauri.
Véase también
Historia de la Tierra
Gran Historia
Futuro de la Tierra
Edad de la Tierra
Hipótesis del gran impacto
Migración planetaria
Sistema solar
Nebulosa solar
Evolución estelar
Fotoevaporación
Anexo:Datos de los planetas del sistema solar
Referencias
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The extrasolar planets encyclopedia
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Enlaces externos
Evolución del Sistema Solar, de la NASA, en inglés
Formación del Sistema Solar, del sitio web Astrosigma
Control de autoridades
Proyectos WikimediaWd Datos: Q3535
Categoría: Sistema solar
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