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Trabajo Práctico Aspectos Éticos y Legales de la Psicología

Ámbito del ejercicio profesional: Psicología Social

La ética dentro de la intervención social es un tema poco trabajado y lo


existente es implícito, pero de gran relevancia. Por esto, se podría pensar que
no se le estaría dando la importancia teórica que dicho aspecto, desde nuestra
perspectiva, merece.

Desde el enfoque de la Psicología Social, se sostiene que no se trata de


abordar un objeto, sino de una multiplicidad de procesos y relaciones que se
determinan y afectan recíprocamente. Hace a la especificidad de la Psicología
Social, el indagar el nexo dialéctico y fundante: el que se da entre el orden
socio-histórico y la subjetividad. La realidad social debe ser entendida desde
una perspectiva dialéctica, en la que persona y sociedad se construyen
mutuamente.

Según Ana Quiroga (2002), el sujeto con el cual se trabaja es un ser de


necesidades, que sólo se satisfacen socialmente en las relaciones que lo
determinan. Además, es considerado un sujeto de la praxis, en tanto que es
productor del orden social, material y simbólico, que a su vez, lo alberga e
instituye. Por lo tanto, se reconoce el carácter activo de los seres humanos,
considerados como actores y constructores de su realidad. Se propone así, un
modelo de ser humano que posee una autodeterminación relativa que los lleva
a hacer un agente de cambio y transformación.

La psicología social trabaja porque sus sujetos de estudio, seres humanos, en


uso de sus capacidades y potencialidades, adquieran conciencia y control
sobre sus vidas y circunstancias vitales. Se estudian los procesos mediante los
cuales las personas pueden devenir en dueños de su destino.

El rol del psicólogo social es el de agente y facilitador del cambio social, lo


cual supone una toma de conciencia de su inserción social y de los intereses
históricos a los que sirve. La asunción de este nuevo rol supone a su vez la
adquisición de un compromiso con las mayorías oprimidas. Es decir, se trata de
la necesidad de incluir en el estudio psicológico el punto de vista de los
oprimidos, lo cual supone no hacer solamente psicología desde la perspectiva
del hombre promedio, ni adoptar en el estudio de los fenómenos psicosociales
únicamente el punto de vista de quienes tienen poder y en función de sus
intereses. El objeto fundamental es liberar al oprimido y mostrar cómo se usan
en las relaciones de poder las categorías del conocimiento.

La Psicología Social se reconoce como ciencia histórica, su objeto de estudio


es ubicado en el devenir y está constituido por hechos cultural y espacialmente
anclados. Los fenómenos psicosociales se dan en realidades específicas. La
realidad social es concebida como orientadora fundamental de los estudios
psicológicos, es entendida como una construcción cotidiana y desde una
perspectiva dialéctica; persona y sociedad se construyen mutuamente.

La Psicología debe reflejar los problemas de la realidad, tomar en cuenta la


estructura económica y social, y sus efectos en la formación del ser social;
ubicar la conducta en su contexto social, sin por ello reducirla a
particularidades.

Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, se pueden ir visualizando los


siguientes aspectos éticos generales anclados en el área de la Psicología
Social, que responden a los principios postulados por los Códigos de la Fepra y
APA:

o El respeto por los derechos y la dignidad de las personas


o La responsabilidad social
o Beneficencia y no maleficencia
o Idoneidad y competencia

En base al respeto por los derechos y la dignidad de las personas (primer


principio del Código de la Fepra y quinto principio del Código de la APA), y lo
que se postula en el Preámbulo del Código de la Fepra, en donde los
psicólogos se comprometen a propiciar la vigencia plena de los derechos
humanos, se puede decir que éste principio se ve reflejado ya en la concepción
misma de sujeto sostenido en el trabajo dentro de esta área, al considerarlo
como un ser de necesidades materiales y simbólicas. Por lo tanto, los derechos
humanos serían el suelo igualador en la dignidad personal de todos los
hombres.

Al referirnos a los derechos humanos hacemos alusión a derechos tales


como: vivienda, salud, alimentación, educación, identidad, entre otros, y es
precisamente el goce de éstos, los que se van a analizar a la hora de realizar
una intervención en este ámbito. Esto se sostiene debido a que, previo a la
realización de un abordaje terapéutico, es necesario estar implicado y tener un
conocimiento respecto de las condiciones materiales y simbólicas de existencia
de las personas para poder brindar una ayuda pertinente.

Al sostener que el ser humano tiene un carácter activo, constructor de su


realidad social y como agente de cambio y transformación, ya se estaría
considerando el principio ético que incluye la autodeterminación y autonomía
propias de las personas (Principio A de la Fepra). Esto implica respetar la
capacidad de los individuos, familias, grupos y comunidades para tomar
decisiones por sí mismos, y para cuidar de sí mismos y entre sí. Vale decir que
el respeto por la autonomía y autodeterminación de la persona también se
puede ver en lo planteado con anterioridad acerca de que desde la Psicología
Social se busca que los seres humanos, en uso de sus capacidades y
potencialidades, adquieran conciencia y control sobre sus vidas y
circunstancias vitales.

En cuanto a la responsabilidad social, la Fepra, en su quinto principio, plantea


que los psicólogos se comprometen a asumir la responsabilidad profesional y
científica hacia la comunidad y sociedad en la que trabajan y viven. Esto se
puede evidenciar en el rol que el psicólogo asume dentro del ámbito social en
tanto agente y facilitador del cambio social, tomando el punto de vista de los
oprimidos y denunciando cómo se usan las categorías inmersas en la sociedad
en las relaciones de poder presentes entre las clases sociales y evitando la
culpabilización de las víctimas de los males sociales (atribuir a las víctimas de
los problemas sociales la culpa de sus infortunios: el desempleado por no
encontrar trabajo y el pobre por no ganarse la vida).

Según el artículo 3 de la Ley de Salud Mental Nº 26657, la salud se considera


un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos,
culturales, biológicos y psicológicos. Por lo tanto, en cada comunidad habrá
una multiplicidad de formas de concebir a la salud, la enfermedad y atención,
todas estas cuestiones que deberán ser tenidas en cuenta y respetadas por el
Psicólogo Social a la hora de elaborar un plan de acción. Esto implica el
compromiso con uno de el primer principio desarrollado en la Declaración
Universal de Principios Éticos para Psicólogos/as (Principio de respeto por la
dignidad de las personas y los pueblos), que hace referencia al respeto por las
costumbres y creencias de las culturas, limitando a aquellas que contradigan
seriamente el principio de respeto por la dignidad de las personas o pueblos, o
cause serio daño a su bienestar.

Desde la Psicología Social, se plantea una relación entre el profesional y el


destinatario de las intervenciones, diferente a la Psicología Clínica,
proponiendo la necesidad de una horizontalidad, en la que se elimina el criterio
de experto, y se trabajan con personas que poseen conocimientos que deben
ser objeto de intercambio. Así, se reduce la asimetría tradicional que se
establece entre terapeuta-paciente. Así, se respeta y no se deslegitima a
aquellos actores que intervienen en cada comunidad particular, brindando
apoyo para el bienestar social (como es el caso de curas, curanderos, terapias
alternativas). En estos casos, no se sigue a rajatabla la obligación que plantea
la Fepra de denunciar el curanderismo y cualquier otra práctica carente de
fundamento científico (Responsabilidad en las relaciones profesionales: con la
profesión y la comunidad. 3.3.8.)

Asimismo, al reducirse esta asimetría se sigue enfatizando el carácter activo


de los seres humanos, como protagonistas, constructores y transformadores de
la realidad y de los cambios que ésta pueda requerir. Por ende, el psicólogo
social con sus intervenciones no pretende educar ni colonizar a los
destinatarios, respetando, de esta manera, las diferentes formas de vida, sin
discriminar por raza, ideología, etnia, religión, estatus social, género,
capacidades, edad, nacionalidad, etc.

Otro de los principios que consideramos rectores en este ámbito es el primer


principio postulado por la APA: Beneficencia y no maleficencia; el cual postula
que el psicólogo en sus acciones profesionales trata de salvaguardar el
bienestar y los derechos de aquellos con quienes interactúan. Esto se
corresponde con el segundo principio de la Declaración Universal de Principios
Éticos para Psicólogas y Psicólogos: Cuidado competente del Bienestar de los
Otros. Por consiguiente, el psicólogo social, previo a cualquier intervención
social, deberá examinar las premisas ideológicas y sociales presentes en esa
comunidad en particular. En base a esto, se puede sostener que se pueden
proponer tantas estrategias terapéuticas como necesidades planteen las
personas de una comunidad, siendo todos igualmente importantes (una chapa
para el techo es tan importante como un psicofármaco, un par de zapatillas es
tan importante como la psicoterapia).

El interventor debe perseguir el beneficio de aquellos destinatarios con


quienes trabaja profesionalmente, y no el suyo propio. Deberá, por ende,
examinar estas premisas ideológicas y sociales mencionadas y analizar las
motivaciones personales de su actuación, para asegurarse de que son
compatibles con una praxis esencialmente benéfica. Esto se relaciona con el
último principio ético que incluimos, el de Idoneidad y competencia, que se
articula con el segundo principio del Código de la Fepra donde se explicita que
los psicólogos se comprometen a asumir niveles elevados de idoneidad y
reconocer las fronteras de sus competencias particulares y las limitaciones de
sus pericias.

En este ámbito, si el psicólogo social no tiene en cuenta este principio ético,


existe el riesgo de anular al otro, es decir, cuando por exceso de altruismo o
buenas intenciones, se ayuda al otro sin su consentimiento, violando su
privacidad o capacidad de autonomía, o decidiendo lo que es bueno para él sin
consultarle (Sánchez Vidal, 1999. Pág. 108). Tal comportamiento encierra el
peligro potencial de invalidar al otro como sujeto capaz de dirigir su propia vida,
resolver sus problemas y desarrollar su potencial psicológico y social, lo cual
iría en contra de lo postulado por la psicología social.

Teniendo en cuenta lo planteado anteriormente en cuanto a la relación no


asimétrica que debe existir entre el psicólogo y los destinatarios de sus
intervenciones, es importante que las acciones del profesional no generen una
dependencia por parte de los sujetos, debido a que esto no les permite
movilizar sus propias capacidades o hacerlo desde sus propias ideas y valores.
En principio, el destinatario de la intervención social tiene derecho a ser
ayudado sin cambiar sustancialmente su forma de pensar o vivir (desde luego,
sin ser adoctrinado por el interventor).
El otro riesgo de invalidación del otro se da cuando el psicólogo condiciona la
ayuda a un sector social en función de su fidelidad política. Esto se contrapone
con lo planteado por la Fepra en el punto 3.2.3 acerca de que el psicólogo no
se valdrá de las circunstancias de intervenir en actividades político/gremiales
para obtener ventajas profesionales y/ personales. Frente a estas situaciones,
el psicólogo social debe reconocer sus límites y apostar siempre al mayor
beneficio de los sujetos.

De esto se desprende la idea de que el rol del psicólogo social supone una
toma de conciencia en su inserción social y de los intereses históricos a los que
sirve e implica, a su vez, la adquisición de un compromiso. Para ello, es
necesario contar con un autoconocimiento y autoreflexión respecto a cómo sus
propios valores, actitudes, experiencias y contexto social influyen en sus
acciones, interpretaciones, elecciones y recomendaciones (Principio II. Punto f
de la Declaración Universal de Principios Éticos para Psicólogos y Psicólogas).

Después del trabajo realizado, podemos concluir que, si bien en torno al


ámbito de la psicología social no existen demasiados trabajos teóricos en
cuanto a la ética profesional, se evidencia claramente una ética implícita muy
arraigada al trabajo del psicólogo social, desde la cual éste se posiciona para
llevar a cabo sus intervenciones.

Por tal motivo, creemos que el profesional que se desempeñe en dicha área
debe tener un posicionamiento ético consolidado que le permita superar los
dilemas éticos que puedan llegar a plantearse en la dialéctica entre el sujeto y
la sociedad.

Pamela Calcaterra _______________

Camila Clivati _______________

Sofía Fenoglio _______________

Florencia Franchino _______________

Leandro Imfeld _______________

Sofía Martinez _______________

Candela Renna _______________


TEORIA SISTEMICA.

Podríamos comenzar a desandar la ética propuesta por la teoría sistémica con


la siguiente frase “El campo sistémico como tal es una preocupación por un
cierto modo de mirar, con un cierto tipo de distinciones que uno puede hacer,
es un campo más bien metodológico”, ya que si bien no existe como en el
psicoanálisis un código de ética especifico, se puede vislumbrar o percibir la
postura ética implicada a través de las publicaciones realizadas. Es decir, la
ética que se propone desde este enfoque, está basada en la acción, situada en
contexto de manera inmediata. Por ello, la ética es espontánea y vinculada a
las maneras de reaccionar en la cotidianidad, tanto de la vida diaria de quienes
consultan, como en la acción que implica saber cómo actuar terapéuticamente
de manera concreta, vivida en el ser del terapeuta que le permite responder a
las necesidades de bienestar del sistema que consulta, en correlación con un
medio cultural y social.

En base al dialogo que mantuvimos con la profesora Claudia Calzada


(profesora titular de la cátedra Psicología Sistémica) se puede establecer que
dentro de la terapia sistémica, la ética que adopta cada psicólogo de esta
disciplina está basada ampliamente en lo que disponen los códigos de la APA y
de la FePRA, pero, a diferencia de otras ramas de la psicología, cada uno de
los profesionales plantea frente a su trabajo su propio posicionamiento ético, o
sea se adopta una postura dependiendo de la forma y las técnicas aplicadas en
su labor. Por lo tanto, la ética del psicólogo sistémico está dirigida tanto a su
labor, como al reconocimiento activo de las partes en la consulta; es decir se
plantea desde el análisis de su propio trabajo.

Por lo tanto, la ética que debe adoptar el terapeuta, puede relacionarse con los
principios plateados por el Código de la FePRA, como por ejemplo la
competencia, dónde lo que se plantea es que el terapeuta se comprometa a
asumir niveles de idoneidad en su trabajo, llevando a cabo solo aquellas
técnicas que estén habilitadas y aceptadas científicamente. A su vez, con este
avance en cuanto a la teoría y la práctica, se está teniendo en cuenta al
principio del compromiso profesional y científico, dónde se puede observar la
existencia de constantes desarrollos personal, científico, técnico y ético. y por
último se tiene en cuenta la integridad, donde estos desarrollos demuestran el
compromiso de los psicólogos centrados en esta teoría al promover la
integridad del quehacer científico-académico y de la práctica. Es por ello que
se plantea que la terapia sistémica es siempre, y al mismo tiempo
investigación. Cada vez que hallamos una solución, muy a menudo esta se
convierte en un problema. Lo que ocurre es que en un caso particular
encontramos una buena hipótesis, pero en el caso siguiente está no nos sirve.
El hecho de no tener una hipótesis mantiene al terapeuta vivo, con curiosidad
hacia la persona o la familia que acude a él.
Un aspecto recurrente, dentro de este campo, es la necesidad de aceptar una
perspectiva sistémica, al proponer que cada sistema desarrolle su propia
racionalidad y sus propias prácticas, que dan lugar a su identidad, rechazando,
de este modo, tanto la "ética correctiva" que se impone desde afuera, como la
"ética utilitaria" que ha sido adoptada por el sistema. Sugiere una "ética
integradora" que debe ser acordada colectivamente por todos los miembros del
sistema para mejorar genuinamente la toma de decisiones. Es de mucha
importancia recalcar que esta posición ética se sostiene en torno al pasaje de
la primer cibernética a la segunda cibernética. Esta transición supone, la
inclusión y la presencia de la ética y la responsabilidad, (cuestiones que en la
Cibernética de Primer Orden no eran tenidas en cuenta). Desde la cibernética
de segundo orden se reconoce una perspectiva ética, se admite el nexo entre
el observador y lo observado, lo que conduce a examinar cómo participa el
observador en lo observado. Dentro de esta postura de la cibernética de
segundo orden, Von Foerster introdujo los ámbitos de la responsabilidad y de la
ética al plantear que no se trata de reconocer sólo la propia realidad como
única, sino de incluir al otro con su mundo, tanto como incluirme yo al
construirla, lo que a su vez incluye a un tercero que pone en relación al otro y a
mí mismo al construir comunidad, y en el que personas y realidad son parte de
una sola entidad. Con esto se quiere decir que la realidad social se construye y
reconstruye en la interacción con las demás personas, dentro de circunstancias
histórico-sociales particulares, existiendo la relación en tanto cada uno
construye al otro y todos construyen la relación.

Esta cibernética nos provee una visión de autorreferencia y consideraciones


éticas sobre la manera en que participamos en la construcción y mantenimiento
de nuestro universo de experiencia (Keeney). Es decir, se pasa desde un
pensamiento bidireccional a un pensamiento sistémico mutualista, de la
preocupación de las propiedades de lo observado al estudio de las propiedades
del observador. Las propiedades del observador son esenciales a la hora de
describir y conocer la realidad. Es por esto, que la terapia vista desde esta
perspectiva, le da énfasis al papel que tiene el terapeuta en cuanto a la
responsabilidad que posee a la hora de considerar desde dónde está mirando
la realidad y cómo lo está haciendo. Es en este sentido, que el terapeuta debe
tener cuidado de no llevar siempre "su" realidad a la terapia, ya que sus
emociones no van a ser las mismas que las que tienen la familia. Sin embargo,
las puede tener en cuenta, sólo si es que le dan sentido al modo de pensar de
la familia. Las intersecciones del mundo del terapeuta se relacionen igualmente
con otros sistemas en juego, como los sistemas familiares, sociales, culturales,
institucionales y de formación. De este modo aquello que se define como un
sentimiento, emoción, reacción e ideación que nace en el terapeuta durante la
terapia, no tiene solamente un sentido en cuanto a la construcción del mundo
que posee, acorde con su experiencia e historia personal, sino también al
sistema consultante dentro del contexto de la terapia del cual emerge, punto
que nos sirve para proponer que aquello que nace en el terapeuta puede ser
indicativo de una regla importante para el sistema terapéutico en cuanto a su
dinamismo, evolución y su eficacia para la transformación y el cambio. Sobre
esto Maturana dice: "Un ser humano no es un individuo sino en el contexto de
los sistemas sociales en los que se integra, y sin seres humanos individuales
no habría fenómenos sociales humanos", aspecto éste que tiene implicaciones
éticas y políticas en cuanto a la responsabilidad profesional del terapeuta por
su participación en el contexto terapéutico, concebido como un ámbito de
construcción de autoimágenes y visiones del mundo de los participantes,
incluido él mismo, en el devenir de la interacción.

En lo que respecta a la relación terapéutica en los modelos sistémicos se


entiende que las terapias sistémicas se han desarrollado teniendo como
paradigma a la familia. La terapia sistémica no es lo mismo que la terapia
familiar, ya que aquella define una serie de constructos y principios básicos que
no todas las terapias familiares tienen. Si bien los desarrollos posteriores de
este tipo de asistencia psicológica han extendido los campos de aplicación más
allá de la familia, nosotros nos referiremos preferentemente al sistema familiar
como centro de atención.

Dos son los aspectos claves de esta aproximación terapéutica:

1. Hay que prestar atención a los significados, ‘es imposible no comunicar’, y

2. Los significados, tienen valor en la medida que se dan entre las personas;
hay que prestar atención por lo tanto a las relaciones interpersonales en un
contexto determinado. Hay un cambio cualitativo: si otras aproximaciones
terapéuticas se centran en lo ‘intrapsíquico’, las terapias sistémicas se centran
en lo ‘interpersonal’; es el sistema como ‘totalidad organizada de elementos
interdependientes’ el objeto de la terapia.

Así entendido el objeto de estudio, la drogadicción de un miembro de una


familia, por ejemplo, es el reflejo de la incapacidad de ese sistema familiar para
funcionar adaptativamente en un contexto dado, e integrar los cambios internos
y externos que naturalmente se producen. No hay una ‘causa lineal’ del
problema (A es la causa de la drogadicción), si no una ‘causalidad circular’, una
secuencia de interacciones amplias en la familia, en las cuales el drogadicto es
el ‘paciente identificado’. Por lo tanto, es toda la familia la que acude a la sesión
terapéutica, al mismo tiempo o en diferentes momentos. El terapeuta sistémico
interviene en la familia para modificar los patrones de interacción entre los
miembros de la familia. “El supuesto principal es que no hay ningún sistema
que no disponga de todos los recursos necesarios para solucionar sus
problemas (aunque actualmente no los utilice)”, (Von Schlipppe y Schweitzer).

En relación a estas cuestiones, y con el cambio de cibernética en auge, se


reconoce la necesidad de formar un profesional cada vez más autónomo,
reflexivo y propositivo; en oposición al terapeuta de otras épocas,
estereotipado, definido en su estilo por los modelos teóricos y por sus
maestros. Se persigue potencializar el impacto de su intervención en los
contextos en que realiza la actividad profesional, por su mayor capacidad para
asumir, con un criterio ético la responsabilidad social y política de su labor. Esta
responsabilidad se entiende desde el vínculo que establece con el sistema
consultante y sus redes, y la interdependencia que los une, lo cual conduce a la
definición de una relación terapéutica compleja en la que el terapeuta es un
agente de la terapia y sus resultados. En base a esto la terapia sistémica busca
construir un conocimiento que se ponga al servicio de la transformación del
sufrimiento humano, a través del terapeuta como gestor, consciente del cambio
desde una postura ética. Resumiendo, la cibernética de segundo orden abre un
espacio para la reflexión sobre el propio comportamiento y entra directamente
en el territorio de la responsabilidad y la ética. Dado que se fundamenta en la
premisa de que no somos descubridores de un mundo exterior a nosotros, sino
inventores o constructores de la propia realidad, todos y cada uno de nosotros
somos fundamentalmente responsables de nuestras propias invenciones.
Según Von Foerster el cambio fundamental que implica asumir esta posición no
sólo se manifiesta en el quehacer científico, docente, empresarial o tantos
otros, sino en la comprensión de las relaciones humanas en la vida diaria.

A modo de concusión se plantea que dicha practica exige asumir que el


terapeuta, más que un experto que enseña el "arte de vivir", es un ser humano
que se reconoce a sí mismo y reconoce al otro en sus vicisitudes y
posibilidades para construir, en conjunto con los consultantes, un contexto de
ayuda, y que a partir de discernir los supuestos y valores fundamentales que
dan origen a las teorías y a las técnicas, y del cuestionamiento de la puesta en
curso de sus propios sistemas de referencia y de acción, brinda las condiciones
para configurar el cambio desde los recursos y potencialidades de todos los
sistemas implicados en el contexto social. Esa es la base de la postura ética
que se pretende concordar, enriquecida con un estado de curiosidad
permanente del terapeuta, que facilite el desarrollo de multiplicidad de
opciones, de elaboraciones y de reconstrucciones creativas de lo humano.

De este modo se observa que el terapeuta promueve el principio A del código


de ética de la FePRA, ya que en el pensamiento de Maturana, la mente es un
fenómeno que pertenece a la dinámica relacional del organismo. En su mirada,
la mente, como un fenómeno relacional, surge en la relación entre organismos
y el medio. Esta forma de ver a la mente, y la manera general de pensar de
Maturana, tiene consecuencias incalculables para la psicoterapia. Para
empezar, cualquier cambio que surja en los sistemas humanos por la
intervención de un psicoterapeuta tiene que ser siempre, entendido como una
reorganización de la experiencia del paciente, determinada por el mismo
paciente, y no por el terapeuta (autodeterminación y autonomía).
En la psicoterapia, esta mirada de Maturana nos permite ver que los cambios
que un cliente puede experienciar están ligados a su identidad sistémica. En
otras palabras, el paciente cambiará solamente hasta el punto que la
realización de su organización, como sistema viviente, no esté en riesgo. De
esta manera, la efectividad de la psicoterapia siempre tiene un límite, y los
bordes son puestos por el paciente, no por el terapeuta o el sistema
terapéutico. Por tanto, el terapeuta no se ve a sí mismo como el portador de la
verdad, y pasará a considerar que el mundo generado por el paciente es el
único mundo posible para él o ella bajo sus circunstancias presentes. En este
último caso, la tarea del terapeuta será la de ayudar al paciente a entender el
mundo que él o ella genera como una apertura para la disolución de su
sufrimiento.

También Matura hace referencia a la responsabilidad social; principio E del


código de ética de la FePRA sostiendo que, las "relaciones sociales" merecen
ser llamadas "sociales" sólo en la medida que recreen el amor, la emoción que
posibilita el estar juntos, y se prevengan de las prácticas mercantilistas que
invaden las relaciones humanas. En una sociedad en la cual se alimentan sutil
o abiertamente las divisiones entre las personas, no se fomentan ni se honran
las relaciones sociales. Como terapeutas, tenemos la función de erradicar el
clasismo, el racismo y el sexismo de las instituciones de salud, y de fomentar
los procesos de reflexión sobre las condiciones que impiden la realización de
las relaciones sociales y su revitalización en nuestras interacciones cotidianas.
Por supuesto, con el objeto de erradicar los obstáculos de las relaciones
humanas respetuosas, debemos cuestionar las estructuras que nos inducen a
ser técnicos ciegos y autómatas de control de costos, y tenemos que mantener
o recuperar nuestras naturalezas como seres sociales con la tarea de curar. La
re-encarnación de los antiguos rituales de interacciones humanas que merecen
denominarse "sociales" son, por el momento, suficiente recompensa. Eso es lo
que una práctica de los derechos humanos puede, hoy en día, involucrar.
Psicodiagnóstico y ética

1.Área de incumbencia: Psicodiagnóstico.

El psicodianóstico es un área de incumbencia del psicólogo. Para


desempeñarse en éste área debe poseer conocimientos científicos teóricos,
técnicos y también de los marcos legales y éticos que regulan su práctica. El
psicólogo que se avoca al psicodiagnóstico, puede dedicarse a construir tests,
realizar investigaciones, interpretar resultados, o llevar a cabo un proceso que
consta de distintas etapas. La primera es la pre entrevista que implica el primer
contacto que se establece con el paciente (aquí se debe atender a lo que
verbaliza y cómo, captar la transferencia, la contratransferencia). La demanda
al psicólogo puede realizarse en función a que realice un psicodiagnóstico
laboral, forense o educacional. Asimismo puede ser que otro profesional
psicólogo haya solicitado una interconsulta, y continúe con la relación
terapéutica, o se trate de una derivación. Posterior a esto pasaremos a la etapa
de entrevista de administración propiamente dicha. En caso de que se trabaje
con niños la entrevista con los padres se hace presente dado que brinda la
posibilidad de una mejor compresión de la posición del niño, obtener
referencias para el diagnóstico y pronóstico y decidir la estrategia terapéutica.
En esta instancia el profesional aplicará una entrevista y otras técnicas
proyectivas y psicométricas, y luego también base a sus observaciones,
arribará a ciertos resultados. Finalmente está la etapa de devolución, en el
cual el psicólogo expresa las conclusiones obtenidas del proceso
psicodiagnóstico a diferentes personas intervinientes: sujeto (responde a la
pregunta de ¿Para quién?), demandante (responde a la pregunta ¿Quién
demanda?, dependiendo la demanda (la cual responde al ¿Qué?)

2. Objeto de estudio y ética implícita.En Psicodiagnóstico, el objeto de estudio


es entonces un sujeto a quien se pretende evaluar y describir en distintos
aspectos; para arribar a conclusiones que pueden estar referidas a posibles
tendencias a ciertas categorías diagnósticas y consideraciones pronósticas,
como así para que el psicólogo pueda establecer indicaciones terapéuticas. Se
tiene en cuenta que es un objeto social, por eso al momento de interpretar los
resultados obtenidos se enfatiza tener en cuenta las cuestiones culturales,
siendo que muchas técnicas tanto en sus estímulos, expectativas de respuesta
y baremos se adaptan a diferentes culturas. Asimismo se tiene en cuenta el
momento vital y evolutivo que atraviesa el sujeto.

Los instrumentos con los que cuenta el psicólogo que se desempeña


profesionalmente en éste ámbito son las entrevistas, los cuestionarios, las
observaciones, las técnicas proyectivas y psicométricas.
En el caso particular del proceso psicodiagnóstico, el objeto de estudio es un
sujeto, entre otros intervinientes en el proceso psicodiagnóstico, que no es
siempre el que demanda la intervención del psicólogo que lo lleva a cabo a
cabo. En tanto no es quien demanda, la devolución de los resultados no
necesariamente debe obtenerla.

También se aprecia que puede que no sea de su propia voluntad el atravesar


por el proceso en cuestión, por ello como se lo concibe un sujeto de derecho se
pugna por obtener su consentimiento informado y favorecer su autonomía y
autodetermiación. Además como inicialmente, puede concebir el proceso como
una situación de evaluación ansiógena, el psicológo deberá buscar disminuir su
ansiedad a partir de dar el encuadre, informar sobre las pautas de trabajo y
establecer un buen rapport dado que si el nivel de ansiedad es muy alto el
proceso no se da en las condiciones viables que aseguren los resultados más
cercanos a la realidad ante esta situación es preferible no administrar ningún
test.

3. “Código de ética del Psicodiagnosticador”

Hay diferentes consideraciones éticas que regulan y guían el ejercicio


profesional en el área de psicodiagnóstico y que se explicitan en el “Código de
ética del Psicodiagnosticador” que fue creado por la Asociación Argentina de
Estudio e Investigaciones en Psicodiagnóstico y aprobado el 11 de septiembre
de 1999.

El mencionado Código cuenta con 12 apartados referidos a:

1- Evaluación, Diagnóstico e intervenciones en un contexto profesional

2- Competencia y uso apropiado de evaluaciones e intervenciones

3- Del secreto profesional

4- Construcción de tests

5- Uso de la evaluación en general y con poblaciones especiales.

6- Interpretación de los resultados de la evaluación

7- Personas no calificadas

8- Vigencia de los tests


9- Servicios de puntuación e interpretación

10- Mantenimiento de la seguridad de los test

11- Comunicación de los resultados de la evaluación

12- Difusión

A continuación se desandarán cada uno de ellos, con los agregados que se


consideren pertinentes.

1- Evaluación, Diagnóstico e intervenciones en un contexto profesional

a) Únicamente pueden llevarse a cabo evaluaciones diagnósticas, dentro del


contexto de una relación profesional explicitada.

Esto tiene que ver con el consentimiento informado que el psicólogo debe
obtener de las personas que participan en su práctica profesional. En
consonancia con los articulos 1 del Código de la FePRA, y 3.10 y 9.03 del
Código de la APA, dicho consentimiento da sustento al respeto por la
autonomía de las personas entendiendo que el consentimiento es válido
cuando la persona lo brinda voluntariamente y con capacidad para comprender
la práctica en la que participará. La persona que participará puede ser una
persona que no tenga capacidad legal, intelectual o emocional para brindar su
consentimiento, en este caso se deberá obtener el consentimiento de los
responsables legales, pero de todas maneras, aunque no sea obligatorio el
consentimiento de parte del sujeto, se proveerá una explicación apropiada
procurando el acuerdo del individuo y su colaboración, y establecer un buen
rapport. Lo mismo se realizará en psicodiagnósticos enmarcadas en pericias
judiciales, aunque la persona no esté deseosa de estar en el lugar en que se
encuentra, se buscará una implicancia de su parte. En este caso
personalmente le aclarararía que se trata de una práctica justa y objetiva, que
respetará su derecho a la intimidad e integridad. En base a todo esto, ante un
proceso de psicodiagnóstico es importante explicitar la naturaleza de la
práctica, los objetivos, lo métodos y los roles.

Asimismo este inciso se relaciona con los principios del Código de la FePRA y
el Código de la Apa, ambos denominados “Respeto por los derechos y la
dignidad de las personas” en tanto respeta el derecho a la autonomía,
autodeterminación, privacidad y confidencialidad.
b) Debe acreditar una sólida formación teórico-práctica sobre métodos de
exploración y evaluación psicológica proyectivos y/o cognitivos, que garantice
la validez científica de sus conclusiones psicodiagnósticas.

Este inciso se encuentra estrechamente vinculado con el principio de


Competencia enunciado en el Código de la FePRA en tanto que debe asumir
elevados niveles de idoneidad en su práctica para hacer un uso apropiado de
los recursos científicos.

c) Las evaluaciones de los psicólogos, recomendaciones, informes y


diagnósticos o apreciaciones evaluativas, deben basarse en información e
instrumentos (tests o técnicas psicológicas) suficientes para proporcionar una
fundamentación científica de sus hallazgos.

Para alcanzar esto es imprescinble que los instrumentos utilizados estén


validados científicamente, no estén desactualizados o obsoletos, como indica el
artículo 9.08 del Código de la APA, se realice un uso correcto de los recursos
científicos, utilice suficientes test para abordar a determinadas conclusiones,
correlacionando las recurrencias y convergencias que se deriven de los
mismos, sin hacer juicios absolutos de valor, sino que sean preposiciones
evaluativas que tenga un sustento científico.

2- Competencia y uso apropiado de evaluaciones e intervenciones

a) Le corresponde la selección del conjunto de instrumentos psicodiagnósticos


necesario para un estudio psicológico. 

b) En la realización de su Psicodiagnóstico, debe adecuar los procedimientos a


los objetivos perseguidos, para lo cual debe asegurarse de la pertinencia de las
técnicas a utilizar.

Los objetivos que se persiguen a través del psicodiagnóstico son factores a


tener en cuenta a la hora de seleccionar una técnica adecuada, por esto si el
psicodiagnóstico es demandado por otro profesional se debe esclarecer cual es
el motivo y saber que elementos de la personalidad se trata de investigar.

Por otra parte, el psicólogo:

c) No proveerá o se abstendrá de proveer de conclusiones de los tests u otros


datos que hubieran surgido de la interpretación de los mismos a personas no
idóneas o incompetentes en el uso de dicha información. Asimismo no deberá
realizar publicaciones sobre resultados totales o parciales de evaluaciones, a
medios de comunicación no científicos

Tal cual enuncia el artículo 2.8.1.3 del Código de la FePRA la información será
brindada a personas competentes y se comunicará aquella información
estrictamente necesaria, respetando la intimidad. Esto se relaciona a su vez
con la minimización de las intrusiones a la privacidad que establece la APA en
su Código de ética (artículo 4.04) reglando que el psicólogo solo debe incluir en
sus comunicados información relativa al propósito de su intervención

d) Se abstendrá de evaluar una persona de la que tenga un conocimiento o


relación que puede contribuir a alterar los resultados.

En los artículos 3.1.2 , 3.1.3, 3.1.4 y 3.1.5 se contemplan la obligación de


establecer relaciones profesionales que se establezcan sobre la base de
principios éticos y responsabilidad profesional y no establecer relaciones que
busquen satisfacer intereses personales u otros intereses ajenos a la relación
profesional o inflluyan en detrimento de los objetivos por los cuales fueron
requeridos los servicios.

e) Deberá tener en cuenta que los resultados de una evaluación psicológica


tienen vigencia por un lapso determinado, especialmente en niños y
adolescentes.

Esto último se debe a que son sujetos en constitución psíquica, y que muchos
indicadores obtenidos en el proceso debe comprenderse bajo el momento
evolutivo y vital que atraviesan, como el síndrome de la adolescencia normal.
3- Del secreto profesional

a) Es obligación guardar en secreto la información que le fuere confiada en el


marco o contexto de la evaluación excepto en casos en que deba priorizarse el
derecho a la integridad del evaluado o de terceros, sobre el derecho a la
intimidad.

Por su parte, el último fragmento del inciso está estrechamente vinculado con
los límites del Secreto Profesional mencionados en los artículos 2.8.1.1 y
2.8.1.2 del Código de la FePRA que sostienen que se puede violar el secreto
en pos del bien del propio consultante, o terceros, dado que se evidencia la
posibilidad de un daño o delito. Asimismo, esto se plasma en el artículo 4.05
del Código de la APA cuando sostiene que los psicólogos revelan información
sin el consentimiento del paciente para proteger al cliente/paciente, al psicólogo
o a otras personas de daño.

4- Construcción de tests

Tanto el que construye nuevos tests y otras técnicas de evaluación como el


que realiza investigaciones de los mismos, debe utilizar el procedimiento
científico pertinente y contar con conocimientos profesionales actualizados de
los tests, estandarización, validación, reducción o eliminación de sesgos, y
recomendaciones de uso.

El Código de la APA postula lo mismo en el artículo 9.05.

5- Uso de la evaluación en general y con poblaciones especiales.

a) Cuando se llevan a cabo intervenciones en las que aplican, puntúan,


interpretan o utilizan técnicas de evaluación, deben conocer la fiabilidad y
validez del instrumento, a la vez que su uso y aplicación adecuada.

b) Es recomendable que en sus informes, exprese en términos de


probabilidades, conciente de los límites de la certidumbre con la que pueden
hacerse los diagnósticos, juicios y predicciones acerca de las personas.

Aquí vale detenerse a mi parecer dos consideraciones particulares.


En primer lugar, que un psicólogo debe aclarar cuando no puede responder a
la demanda que se le hizo, como puede sucederle a un psicólogo en una
práctica pericial. Y en segundo lugar, si puede responder a la demanda y
hacer conclusiones, hablar en términos de “tendencias” “características
similares” a ciertos tipos personalidades, y no indicar que el paciente es
“determinada categoría diagnostica”. La intención es no promover que
encasille a las personas en categorías diagnósticas, que borran su posición
singular y subjetiva.

c) Deben intentar identificar las situaciones en las cuales determinadas


intervenciones, técnicas de evaluación o normativas pueden no ser aplicables,
requerir un ajuste en la aplicación o interpretación, debido a características
tales como : el género, edad, raza, etnia, nacionalidad, religión, orientación
sexual, discapacidad, idioma o status socio-económico.

A la hora de llevar a cabo un proceso psicodiagnóstico además del motivo del


psicodiagnóstico, es importante considerar: -La edad cronológica del
consultante: dado que no todos los instrumentos son indicados para utilizar en
todas las edades. Por ejemplo el Test Desiderativo, o Test de la Familia están
contraindicados en ancianos ya que su avanzada edad los enfrenta con la
muerte demasiado próxima- El momento vital particular porque el que está
atravesando la persona. En caso de que una persona haya tenido un intento de
suicidio recientemente, o tenga una enfermedad oncológica el Test
Desiderativo lo enfrenta a la fantasía de muerte. -El nivel sociocultural del
sujeto y su grupo étnico. Los objetos de las evaluaciones o investigaciones son
siempre objetos sociales y culturalmente significados y nombrados. El
psicólogo a la hora de adaptar el test a la cultura del sujeto debe asegurarse
que desde su posición pueda entender la consigna, y que el estímulo y la
respuesta y le sean habituales. Asimismo debe ajustarse el tiempo de
respuesta para no sobrecalificar o subcalificar al evaluado. Otro factor a
considerar es:- La existencia de sensorial o comunicacional y -el Contexto
espacio- temporal en que se realiza para brindar condiciones de comodidad al
entrevistado en el momento de la evaluación y que los factores físicos y
temporales no influyan en su desempeño.

Utilizar test sin adaptarlos a los mencionados factores lleva a incurrir en


grandes errores.

6- Interpretación de los resultados de la evaluación


Al interpretar los resultados de la evaluación, incluídas las interpretaciones
automatizadas, deberá abstenerse de emitir juicios de valor sobre la persona
evaluada.

7- Personas no calificadas

No deberán promover la aplicación técnicas de evaluación psicológica por


personas no habilitadas por su título universitario y preparación especial.

Esto es un punto que merece una atención particular debido a que muchos
alumnos aplican distintas técnicas en el cursado de su carrera. No obstante, su
práctica presenta ciertos límites, en tanto no le de da una devolución al sujeto
evaluado y se le explicita desde un comienzo que la misma no se efectuará, el
objetivo de la práctica es la capacitación. Además la práctica está controlada y
supervisada por un profesional docente matriculado que previamente le enseñó
como llevarla a cabo de manera competente. El código de la APA en el artículo
9.07 dispone que mientras se efectué con propósitos de capacitación con la
apropiada supervisión la evaluación por persona no calificadas está permitida.

8- Vigencia de los tests

Deberá basar sus evaluaciones, decisiones sobre intervención o


recomendaciones, en datos o resultados de tests con baremos actualizados en
los últimos diez años y adaptados a la región. En caso de utilizar instrumentos
con baremos o normas que no se ajustan a lo anterior, deberán tomar en
cuenta este condicionante al momento de interpretar los resultados.

9- Servicios de puntuación e interpretación

a) Cuando elija los servicios de puntuación e interpretación (incluídos los


servicios automatizados) deberá asegurarse de la validez del programa y de los
procedimientos.

b) Deberá responsabilizarse de la aplicación adecuada, la interpretación y el


uso de los instrumentos de evaluación, tanto si son ellos mismos los que
puntúan e interpretan los datos del test, como si utilizan servicios
automatizados u otros para hacerlo.
Dichas situaciones están contempladas y reguladas en el artículo 9.09 de la
APA.

10-Mantenimiento de la seguridad de los test

a) Los protocolos originales deben quedar bajo la custodia del psicólogo, le


pertenecen y son el único elemento que avala sus afirmaciones escritas en el
informe, que lleva su firma.
b) El material obtenido deberá ser conservado al menos por el término de 5
años, de acuerdo a los plazos establecidos por el Código Civil. 

c) Cuando se realiza una investigación para resguardar la identidad de los


sujetos no se debe archivar el material con el nombre de los mismos.

d) Deberá abstenerse de asesorar sobre las respuestas más pertinentes a los


sujetos en general, y en especial a los sujetos que vayan a ser evaluados.

11- Comunicación de los resultados de la evaluación

A menos que se establezca claramente en el contrato inicial que la evaluación


excluye cualquier tipo de explicación de los resultados (como ocurre con
algunas situaciones de asesoramiento organizacional, o ciertas evaluaciones
de pre-empleo, seguridad o del ámbito jurídico), comunicará los mismos,
utilizando un lenguaje claro acorde a las características de personalidad del
destinatario. En caso de haber patología de alto riesgo deberá comunicarlo a
algún adulto responsable.

Por su parte el Código de la FePRA postula que: (...) los psicólogos deben
tomar medidas para asegurar que el individuo o su representante legal obtenga
las explicaciones de los resultados, a menos que la naturaleza de la relación
impida proporcionales (en algunas consultas institucionales, exploraciones
ocupacionales o de seguridad y evaluaciones forenses) y este hecho haya sido
claramente explicado previamente a la persona evaluada (artículo 9.11)

Dicha devolución debe ser efectuada por el psicólogo, entonces, en un


lenguaje en que a los receptores de la información les sea comprensible.

En la entrevista de devolución al sujeto evaluado es importante señalar primero


los aspectos sanos y positivos, y luego otros, para que el sujeto facilitar la
capacidad de “insight”. Es importante diferenciar entre lo que se puede decir y
lo que no se puede decir. No todo lo que aparezca en el material
psicodiagnóstico debe ser dicho inexorablemente. Esto último rige también
para la elaboración de informes. La información que se devuelve siempre es en
función de quien la recibirá, y que le sirva y sea útil para sus objetivos. Es decir
que el punto de partida de la devolución es lo que se ha mencionado como
motivo del pedido del psicodiagnóstico.

La devolución es la última etapa de un proceso psicodiagnóstico; es importante


dado que el proceso psicodiagnóstico implica depositaciones en el psicólogo de
partes adaptativas y enfermas del paciente las cuales deben ser devueltas al
mismo y esto funciona como prueba de realidad de que el psicólogo ha salido
indemne de la depositación de los aspectos más dañados y dañinos del sujeto
evaluada, que los ha aceptado con los buenos y reparadores. La falta de
devolución favorece la aparición de sentimientos de robo, curiosidad, envidia,
intensificación de fantasías de enfermedad, gravedad, incurabilidad, locura, etc.

12 - Difusión

a) Debe abstenerse de difundir falsos beneficios o alcances de un instrumento


específico.
b) La publicidad de la tarea psicodiagnóstica deberá ajustarse a los alcances
científicamente probados.
c) Deberá abstenerse de proveer el material de las técnicas psicodiagnósticas
para su difusión en medios masivos de comunicación.

Esto tiene que ver con asegurar la validez de los instrumentos que el
profesional psicólogo utiliza y con promover la confianza en la Psicología, en
tanto se busca la honestidad y veracidad, que es lo que se especifica que se
pretende en el principio C del Código de la APA.

La Internacional Test Commission es otro organismo que regula en parte la


práctica de Psicodiagnóstico en tanto publica “Pautas internaciones sobre el
uso de los tests”. En uno de sus aparatados refiere específicamente al uso
ético de los test, con la intención de que los profesionales que se valgan de
ellos logren actuar bajo estándares éticos y profesionales a través de la
formación adecuada, el conocimiento de los límites propios, la confidencialidad,
el uso racional de los test teniendo la capacidad de justificar su utilización en
los distintos casos y la seguridad del material evitando que tengan acceso al
mismo personas no capacitadas, la circulación de información en Internet, las
violaciones de los derechos de autor, el entrenamiento a sujetos para que den
determinadas respuestas.

4. Posicionamiento ético particular

Elegí psicodiagnóstico como área de incumbencia porque me gustaría llevar a


cabo procesos psicodiagnósticos en mi fututo como profesional, ya que me su
metodología de análisis me parece apropiada en tanto con las entrevista y los
test que se aplican se busca un acercamiento lo más certero a la realidad
psíquica del sujeto, y esto me parece que lo permiten los test validados
científicamente y las observaciones, las recurrencias, convergencias durante el
proceso. Mi posición subjetiva frente a psicodiagnóstico incluye todo lo
establecido en el “Código de ética del psicodiagnosticador”, excepto en un
punto. Me voy a detener aquí en lo que a devolución refiere, dado que no
coincido es con la no necesariedad de devolver la información el caso
consultas de organizaciones y evaluaciones circunscriptas al campo forense.
Para mi la devolución puede generar efectos positivos en el sujeto en tanto
podría reconocer sus aspectos negativos como también sus características
favorables, sus propios recursos. Además la no devolución aumenta en los
sujetos las ansiedades persecutorias, fantasías de robo y especialmente en el
ámbito forense de locura, incurabilidad, y no considero eso un trato humano
que respete

Asimismo quisiera agregar que nunca se debe olvidar lo valiosa que es la


entrevista como instrumento en el proceso psicodiágnóstico porque es a partir
de la cual se obtiene conocimiento de las situaciones más concretas
atravesadas por el sujeto que luego se reflejan en los test. La selección de
batería de test adecuada al sujeto es fundamental, no solo como medio para
aquello que se quiere conocer, y obtener un resultado lo más certero posible,
sino también para que el sujeto no se estrese con un número demasiado
amplio de test, como se podría aplicar sobre todo en la práctica clínica. Incluso
hay que considerar que un test bien administrado y profundizado en su análisis,
con las consideraciones obtenidas a partir de las entrevistas y otras
observaciones sirve para abordar a distintas conclusiones y además si se
realizan intervenciones en el proceso de evaluación se pueden generar efectos
psicoterapéuticos.

Por último, considero que las convergencias, recurrencias, observaciones a lo


largo de un psicodiagnóstico deben servir para obtener información sobre el
paciente, que no tiene que ser un rótulo. En mi opinión, la devolución de las
conclusiones arribadas sobre el paciente es como un reflejo de él mismo, que
no tiene porque “encasillarlo” sino que tiene que servir para que integre su
saber, se abre para el descubrimiento de si mismo, con una mayor implicancia
en su destino.
Psicología Forense

Para comenzar a desandar el área de incumbencia de la Psicología Forense,


partiremos de su objeto de estudio, el cual es el hombre en situación de
atravesamiento legal. Dicho ámbito, permitirá dar cuenta de los procesos
psíquicos que inciden en la conducta del sujeto, y se acercará a lo judicial con
el objetivo de rescatar la subjetividad del protagonista de dicha conducta. Al
mismo tiempo que permitirá singularizar y particularizar el emergente de la
misma.

Por otro lado, dicho ámbito se fundamenta en el reconocimiento del sujeto


como ser simbólico, de un sujeto que se humaniza por el lenguaje, que a través
de la palabra accede a la condición de humano. Tal pasaje por el lenguaje
constituye al sujeto deseante, escindido, del inconsciente. Del mismo modo, se
va a considerar la subjetividad como una construcción atravesada por la
cultura, por el momento histórico-social, por el grupo social de pertenencia, y
constituida en los vínculos familiares y con los otros. Asimismo, se considera al
sujeto como un sujeto de derecho, es decir, con derechos adquiridos por su
condición de tal, y es obligación del psicólogo, bregar por ellos en su quehacer,
respetándolos y haciéndolos respetar en su práctica, por ser considerados
fundamentales.

Centrándonos en éste área de incumbencia de la Psicología Forense,


pudimos reconocer que, al igual que en los distintos ámbitos de aplicación y
teorías de la Psicología, consta de una ética implícita que acompaña el
ejercicio del profesional que se desempeña en ella. Es importante que el
psicólogo respete los principios éticos que lo guían, los cuales jamás deberán
quedar subordinados a los intereses de las partes en litigio, ni del Juez como
representante de la ley social. De este modo el psicólogo realizará su trabajo
manteniendo la especificidad de su ciencia, colaborando con la otra ciencia,
que es el Derecho. Consideramos que en el ámbito de intervención de la
Psicología Forense, son primordiales los siguientes lineamientos éticos que se
explicarán a lo largo del trabajo.

Desde lo planteado en el Código de Ética de la Fe.P.R.A se puede decir que


esta incumbencia extrae de dicho código y hace propios determinados
principios, que son los siguientes:

 A. Respeto por los derechos y la dignidad de las personas:


Plantea guardar el debido respeto a los derechos humanos fundamentales,
como así también la dignidad y el valor de todas las personas, sin participar en
prácticas discriminatorias. Se respeta el derecho a la privacidad,
confidencialidad, autodeterminación y autonomía.
Este principio se refleja en la concepción de sujeto que plantea éste área de
incumbencia, el cual alude, como se dijo anteriormente, a un sujeto de derecho,
con su propia singularidad. Esto es lo que debe respetar el psicólogo en el
ejercicio de su profesión tratando de rescatar la subjetividad de las conductas
del sujeto en cuestión.

Dicho respeto también se pone en juego al intentar no realizar prácticas


discriminatorias para con los periciados, los cuales pueden estar acusados de
múltiples cargos que pueden ir en contra de los propios valores del profesional.
Así, éste debería dejar de lado sus prejuicios e intentar realizar una práctica lo
más objetiva posible. El respeto a la privacidad y confidencialidad del sujeto en
cuestión se vislumbrará en el respeto por el secreto profesional, del mismo
modo que el respeto por la autonomía y autodeterminación quedará reflejado
en el intento de lograr un consentimiento informado en cada caso.

Todo lo mencionado anteriormente puede vislumbrarse en lo planteado por


Varela, en su ensayo “Algunas reflexiones sobre la concepción ética en
Psicología Forense”: las prácticas del psicólogo forense “deben ser efectuadas
dentro del máximo respeto por los derechos personalísimos del sujeto
periciado, es decir, que nada de lo investigado debería violentar la intimidad del
sujeto respecto básicamente de cuestiones que no le son propias a la cuestión
jurídica que se ventila”.

 B. Competencia: El profesional se compromete a asumir niveles


elevados de idoneidad en su trabajo al mismo tiempo que se mantendrán
actualizados en el conocimiento científico y profesional relacionado con su
ejercicio. Del mismo modo deben reconocer las fronteras de sus competencias
particulares y las limitaciones de su pericia.

Partiendo de la necesidad de reconocer las propias limitaciones del


psicólogo que trabaja en el ámbito forense, podemos decir que se debería
intentar lograr un apartamiento de los propios valores, impidiendo ser
condicionado en sus acciones por aquellos. Al mismo tiempo se debería lograr
un reconocimiento en la necesidad de excusarse de la labor en caso de que
existan prejuicios, ideas o creencias que lo impidan desempeñarse
correctamente. Es decir, se tratará de diferenciar lo que podemos, debemos o
no debemos ni podemos hacer.

También es relevante que el psicólogo forense reconozca que no puede


dirigir sus intervenciones con un sentido terapéutico, ya que si su accionar
angustia al sujeto en cuestión, luego el profesional no contará con los recursos
necesarios para trabajar sobre ello. Por esto, es importante que el perito
reconozca los límites de su práctica y función, siendo cuidadoso y respetuoso
del periciado.
En relación a lo que también se plantea en este principio, es importante que
la calidad científica que brinde el perito en su práctica sea consecuencia de una
capacitación de actualización continua en técnicas, abordajes, aspectos
psicológicos y jurídicos inherentes a su práctica. Creemos que es fundamental
la formación continua del perito, ya que la aceptación y respeto de su palabra,
dependerá de la solvencia y fundamentos científicos que la sustenten.

En base a lo planteado con respecto al profesionalismo que debe tener el


psicólogo en el ámbito trabajado, también se considera esencial el siguiente
principio:

 C. Compromiso profesional y científico: Los psicólogos se


comprometen a asumir sus responsabilidades profesionales a través de un
constante desarrollo personal, científico, técnico y ético.

De la misma manera, se puede vislumbrar que en dicho ámbito de


aplicación, se ven implicadas en mayor medida ciertas normas deontológicas
que plantea la Fe.P.R.A:

Artículo 1. Consentimiento informado:

1.1. Los psicólogos deben obtener consentimiento válido de las


personas con las que trabajan en su práctica profesional, con el fin de dar
sustento al respeto por la autonomía de las personas. El mismo es válido
cuando, quien lo brinda, lo hace voluntariamente y con capacidad para
comprender las acciones de su acto.

1.5. En los casos en los que la práctica profesional deba ser


efectuada sin el consentimiento de la persona involucrada, como puede ser el
caso de algunas intervenciones periciales, los psicólogos se asegurarán de
obtener la autorización legal pertinente y restringirán la información al mínimo
necesario.

El psicólogo debe informar a las personas a entrevistar cuál es su rol, quién


ordena el estudio, cuáles son las características del mismo y su obligación de
efectuar un informe a la autoridad competente. De este modo, salvaguardará la
autonomía de las personas para brindar la información que crean conveniente
o si así lo consideran, negarse a la realización del estudio. Mediante esta
norma, se respeta principalmente el principio del respeto por los derechos y
dignidad de las personas.
Artículo 2. Secreto profesional:

2.1.Los psicólogos tienen el deber de guardar secreto de todo


conocimiento obtenido en el ejercicio de su profesión. Este deber responde al
bien común, protege la seguridad y honra a los consultantes y sus familias y es
garantía de la respetabilidad del profesional.

2.2. Los informes escritos o verbales sobre personas, instituciones o


grupos, deberán excluir aquellos antecedentes entregados al amparo del
secreto profesional, y ellos se proporcionarán sólo en los casos necesarios
cuando, según estricto criterio del profesional interviniente, constituyan
elementos ineludibles para configurar el informe.

Dicho secreto profesional es un medio o herramienta para respetar el


principio de la intimidad de ese sujeto periciado, puesto que al resguardarlo, se
respeta todo lo que el individuo comenta dentro del clima de confianza y
confidencialidad que se establece en el trabajo con el psicólogo. Esta norma,
en el ámbito forense, posee ciertas particularidades debido a que se nos
plantea por un lado, preservar desde la ética psicológica el secreto profesional,
y por otro lado, responder a la demanda del juez mediante los puntos
periciales. Es importante que el psicólogo forense tenga presente que al
responder dicha demanda se brinde sólo aquella información pertinente,
relacionada con el hecho investigado para no violar el secreto profesional; a la
vez que no debe guardarse información relevante para no cometer el delito de
ocultamiento de pruebas. Esto genera una disyuntiva ética que se le plantea al
profesional a la hora de confeccionar el informe pericial psicológico, la cual
variará en complejidad según el caso tratado.

Asimismo, al momento de confeccionar informes sobre el caso en cuestión,


es importante que el psicólogo no incluya en los mismos los protocolos de los
test aplicados; debido a que no le servirá al profesional que lo evaluará fuera
de la situación pericial, sino que por su descontextualización, podría llevar a
conclusiones erróneas. Además, tampoco deberían darse a conocer los
mismos, ya que el entrevistado se explaya en los encuentros porque tiene en
cuenta la garantía de que ese material sólo se va a utilizar para la evaluación
del psicólogo. Del mismo modo, en la realización de los informes no se deben
incluir citas textuales, ni hablar de terceras personas.

Según el sub artículo 2.8.1.1 del Código de Ética de la Fe.P.R.A., el brindar


información obtenida por el psicólogo en el ejercicio de su práctica, no se
considerará como una violación al secreto profesional cuando la conducta del
entrevistado pueda implicar riesgo para sí o para terceros.

Esto, a su vez, está relacionado con la obligación de denunciar que se


plantea en el Código Procesal Penal de Argentina, que en su artículo 177
establece que tendrán esta obligación todas las personas que ejerzan cualquier
rama del arte de curar, en cuanto a los delitos contra la vida e integridad física
que conozcan al prestar los auxilios de su profesión, salvo que los hechos
conocidos estén bajo el amparo del secreto profesional.

Mariana Travacio, en su libro “Manual de psicología forense” menciona a


Nerio Rojas quien plantea que el psicólogo tiene la opción entre dos caminos:
si denuncia el delito por él conocido, cumple con su obligación legal e
imperativo moral por lo que no comete el delito de violación de secreto porque
hubo justa causa para hablar, causa legal y moral. Por el contrario, si el
profesional decide callar, la obligación de denunciar estaría neutralizada por la
excepción que ampara el silencio. El profesional psicólogo no está obligado a
denunciar aquellos hechos que hubiese conocido bajo el amparo del secreto
profesional. Sin embargo, el experto se haya facultado a denunciar cuando
considere que el interés de la revelación es superior al de la reserva, es decir,
cuando medie una justa causa que lo exceptúe de la sanción que recibiría por
violar el secreto. Esto constituye otro dilema ético al que se enfrenta el perito
psicólogo, el cual se resolverá dependiendo del caso particular y el
posicionamiento ético especifico de cada profesional.

 Artículo 3.2. Responsabilidad en las relaciones profesionales


con los colegas.
3.2.1. Los psicólogos mantendrán sus vínculos con colegas y
otros profesionales siempre dentro del respeto mutuo y sin intromisión en los
límites de la especialidad ajena.

En este ámbito particular, el psicólogo desarrollará su actividad en conjunto


con otros profesionales, como por ejemplo abogados. Al tratarse de
posicionamientos tan diferentes, uno desde el discurso psicológico y otro desde
el jurídico, es importante que el perito psicólogo reconozca las propias
especificidades de su ciencia, y las de la ajena, para poder cooperar en el
proceso, sin entrometerse en el lugar del otro profesional. En estas
circunstancias se deberá respetar la opinión y el accionar de los demás,
entendiendo que se necesitan de ambos discursos para la resolución del caso.
ÉTICA DEL PSICOANÁLISIS

a) Antes de introducirnos en el tema de la ética psicoanalítica, debemos


considerar los orígenes de la misma en el psicoanálisis. Freud hace de la
renuncia de lo pulsional, el origen de la ética, renuncia que está en estrecha
relación con el asesinato del padre primordial, asesinato con el cual se habría
iniciado el orden social, las leyes éticas y la religión. Se puede decir, entonces,
que dicha renuncia tiene por causa al padre, o mejor, el asesinato del padre.
Según Freud, esta renuncia de lo pulsional es también el origen de la ética,
según él la Ética es una limitación de lo pulsional.
Si la ética es un juicio sobre los actos del sujeto, entonces es claro que a
partir de ella se puedan determinar los derechos del sujeto; hasta se podría
definir a la ética como un conjunto de derechos y deberes, en la medida en que
estos sirven para regular la acción de los sujetos.
La ética parece tener una relación directamente proporcional con el
sentimiento de culpa, es decir que, a mayor sentimiento de culpa, más altura
tendrán las exigencias éticas.
Si hay un aporte verdaderamente trascendental del psicoanálisis respecto
de la ética, es el hecho de que hay que contar con esa conciencia de culpa
castigadora, en gran medida necesaria para garantizar la convivencia entre los
seres humanos. Así como la sociedad reposa, pues, en la culpa compartida por
el crimen perpetrado en común, la ética está supeditada a las necesidades
objetivas de la sociedad y a las expiaciones exigidas por la conciencia de
culpa. El lazo entre ética y sentimiento de culpa, es, a partir del psicoanálisis,
inescindible.
Esta introducción nos permite adentrarnos en la ética psicoanalítica, sobre
lo que puede afirmarse, que dicha teoría le otorga gran relevancia a esta
cuestión. Basta revisar la gran cantidad de textos y desarrollos teóricos, que
tanto Freud como Lacan le dedican a este tema para aseverar esto.

b) Para garantizar el derecho de los individuos a la autonomía y la


autodeterminación1, el psicoanálisis se basa en plantear la ética de esta teoría
como una ética del deseo. En virtud de este principio, se entiende al sujeto,
desde el psicoanálisis, como un sujeto deseante. Para respetar la autonomía
del sujeto (es él quien tiene la verdad), el analista debe correrse del lugar de
Sujeto Supuesto al Saber en que el paciente lo posiciona al iniciar un análisis.
El psicoanálisis produce una inversión, ya que el analizante es el que habla y el
analista es el que escucha, precisamente porque el lugar del analista no es un
depósito de saber científico. 

El analista, en concordancia con esta ética psicoanalítica, no acepta ser el


Otro; en este momento, nos referimos al fin de análisis, donde ocurre la
emergencia del sujeto, que ya no está fijado a un goce, sino abierto al deseo.

1 Código de Ética de la FePRA, Principio I: Respeto por los derechos y la dignidad de las personas.
El sujeto descubre el deseo que habita en él, y se hace responsable, decide
qué hacer con él. El Otro no existe, es él.

La posición de saber que se le atribuye al analista, que Freud lo describe


como situación transferencial, es en sí misma, otorgadora de poder. Poder que
puede devenir, peligrosamente, en dominación. En virtud de esto, el
psicoanálisis se aleja de los métodos sugestivos. Lo que separa al psicoanálisis
de las prácticas que se valen de la sugestión como herramienta terapéutica, es
precisamente una posición ética, ya que el cimiento del psicoanálisis es un
respeto básico por el derecho del paciente a resistirse a la dominación,
mientras que la sugestión considera a esta resistencia como un obstáculo. El
psicoanálisis expone que no corresponde aconsejar ni guiar en los asuntos de
la vida, sino que hay que evitar el papel de mentores, ya que el enfermo debe
adoptar sus decisiones de manera autónoma.
Por un lado, es anti-ético utilizar la transferencia como una sugestión,
utilizando un régimen correctivo y adaptativo, en vez de proseguir la dirección
de la cura. Esto es coherente con una norma que se postula en el código de
ética, según la cual los psicólogos deben ser conscientes de la posición
asimétrica que ocupan frente a sus consultantes, y no podrán hacer uso de su
influencia más que con fines benéficos para éstos 2.

En relación a esto, sería anti-ético responder la demanda de amor del


paciente, que surge de la transferencia erótica (una de las vertientes de la
transferencia), en el marco del análisis. Freud explicita en “Puntualizaciones
sobre el amor de transferencia” (1914) que la técnica analítica impone al
médico el mandamiento de denegar a la paciente menesterosa de amor, la
satisfacción apetecida. El analista jamás tiene derecho a aceptar la ternura que
se le ofrece, ni a responder a ella. Esto se correlaciona con algunas normas del
código de ética, en las cuales se enuncia que los psicólogos no se involucraran
sexualmente con consultantes actuales de sus prácticas profesionales.  Los
psicólogos no aceptarán como consultantes a personas con las cuales han
mantenido vínculos sexuales, afectivos, comerciales, laborales, o de otra índole
que pudieran afectar de manera negativa el objetivo primordial de su práctica. 3
Con respecto a la situación transferencial, es necesario plantear que Freud
la considera una herramienta técnica necesaria y fundamental para el análisis,
de la cual se debe hacer un uso responsable, puesto que implica una cierta
forma de engaño, en la que el paciente le adjudica al analista un lugar en su
serie psíquica, posicionándolo en una posición ideal (sin ser consciente de
esto). En este sentido, el psicoanálisis consideraría el principio de
INTEGRIDAD, dentro del cual se postula que debe hacerse un uso responsable

2 Código de Ética de la FePRA, Norma 3.1.1


3 Código de Ética de la FePRA, Normas: 3.1.6; 3.1.7
y honesto de técnicas que impliquen ciertas formas de engaño, con el objetivo
de maximizar el beneficio de la terapia.4
El psicoanalista debe dirigir la cura, pero lo que no debe hacer es dirigir al
paciente. No debe tomar una dirección de conciencia en el sentido de guía
moral más correctiva que terapéutica. El psicoanalista debe pensar en el
paciente pero sin desearle el bien, ya que desear el bien al paciente equivale a
desear por él, desde nuestro propio deseo. En relación a esto, es preciso
referirse a la diferenciación que Lacan plantea acerca de la ética psicoanalítica
y la ética filosófica aristotélica, considerando a esta última como una ética que
gira en torno al Bien y que propone diferentes Bienes, que compiten entre sí
por la posición del Bien Supremo. Su problema es el bien, el bien soberano,
cuestión que debe quedar obligatoriamente por fuera del psicoanalista. Frente
a esto, la ética psicoanalítica ve al Bien como un obstáculo en la senda del
deseo. Por lo tanto, el deseo del analista no puede ser “hacer el bien”.

El psicoanálisis no trabaja con un individuo al que habría que adaptar. El


analista no debe ponerse en el lugar del ideal del yo del paciente, en ese lugar
omnipotente, paralizador, sino ubicarse en el lugar de la causa del deseo del
otro, habilitando el movimiento, la apertura del inconsciente y la producción
discursiva en el Sujeto Supuesto al Saber, desplegando su deseo hacia ese
camino de la dirección de la cura. Lo que verdaderamente va a orientar la
dirección de la cura es el deseo del analista. Lo que nos lleva a preguntar:
¿Cuál es el deseo de ser analista? Algo del deseo del analista se pone en
juego en el análisis, y es el deseo de analizar, no de curar. El deseo no tiene
cura, y el psicoanálisis presta un espacio para que “lo incurable” sea
simbolizado e imaginarizado, para que lo rechazado se integre de algún modo
a la historia del sujeto.

El analista debe evitar caer en lo que se denomina el furor curandis, esa


compulsión a la que puede llegar el profesional y que implica “curar” a como dé
lugar, sin por ello, respetar la autonomía y autodeterminación del paciente.
Estos derechos también se garantizan a partir de la regla fundamental del
psicoanálisis, la regla de la asociación libre, posibilitando al paciente hablar
libremente, sin que su discurso deba ceñirse a ninguna convención
preestablecida, introduciendo la dimensión de su propio deseo.
Es correcto ejercer la transferencia, posibilitando así la instauración del
sujeto supuesto al saber, encarnando el lugar al que es llamado por el
paciente, pero sin habilitar la idealización del analista.

En este sentido, cuando el analista se ubica en una posición de amo, de


dominación, se ubica en una posición anti-ética.Y esto no es difícil que ocurra,
sobre todo, si tomamos en cuenta el estado con el que llega, muchas veces, el
paciente, buscando alivio a la desesperanza, al dolor y al vacío y que pueden

4 Código de Ética de la APA, Principio C: Integridad


generar en el analista la sensación de ser el único capaz de detener su
sufrimiento y obrar en consecuencia para lograrlo.

En el psicoanálisis, se privilegia la palabra y por contrapartida, la escucha


del analista. ¿Qué ética del deseo está implícita a esta escucha? La ética
psicoanalítica se entiende, desde Lacan, formulando una pregunta que
interroga al analista: “¿has actuado en conformidad con tu deseo? La ética
consiste en un juicio sobre nuestra acción. Propone elegir como patrón de
medida de la revisión de la ética a la que nos lleva el psicoanálisis, la relación
de la acción con el deseo que la habita. Y pregunta más adelante: ¿Ha Ud.
actuado en conformidad con el deseo que lo habita?
En relación al principio de COMPETENCIA que expresa que los psicólogos
reconocen las fronteras de sus competencias particulares y las limitaciones de
su pericia5, en el texto “Sobre la iniciación del tratamiento” (1913), Freud
explicita que si en el curso del análisis el paciente necesita pasajeramente de
otra terapia clínica o especializada, es mucho más adecuado acudir a un
colega no analista, que prestarle uno mismo esa otra asistencia. De este modo,
deja entrever que hay cuestiones clínicas que no son abordadas desde el
psicoanálisis, por lo tanto, el paciente debe ser atendido por otro profesional.
Esto es, reconocer las limitaciones de esta teoría, y como consecuencia, de su
técnica. Lo que Freud plantea en el texto mencionado, se relaciona con el
principio de FIDELIDAD Y RESPONSABILIDAD donde se plantea la
cooperación con otros profesionales e instituciones, según sea necesario, para
servir los mejores intereses de aquellos con quienes trabajan. 6
La exigencia de análisis personal se encuentra explícita en “Consejos al
médico sobre el tratamiento Psicoanalítico”. En este texto, Freud plantea que
“es lícito exigir más bien que se haya sometido a una purificación
psicoanalítica, y tomado noticia de sus propios complejos que pudieran
perturbarlo, para aprehender lo que el analizado le ofrece; es que cualquier
represión no solucionada en el médico corresponde a un punto ciego en su
percepción analítica”. Esto tiene su fundamento en la norma ética de la APA
que establece que los psicólogos se abstienen de iniciar una actividad si
conocen que existe una posibilidad considerable de que sus problemas
personales les impidan desempeñar sus actividades laborales de manera
competente (S. Freud, 1912) (competencia- problemas y conflictos
personales7).

Asimismo, para reconocer los propios límites, el psicoanálisis plantea como


necesarios tanto el análisis personal como la supervisión, exigencias para
poder llevar a cabo éticamente el análisis de los pacientes.
El espacio dedicado a la supervisión privilegia la escucha  de los
profesionales, para los cuales ciertos puntos ciegos podrían interferir en su
5 Código de Ética de la FePRA, Principio B: Competencia
6 Código de Ética de la APA, Principio B: Fidelidad y responsabilidad
7 Código de Ética de la APA, Normas: 2; 2.06
escucha. La supervisión es una de las instancias de formación que incluye otra
visión, caracterizada por otra escucha, dejando al descubierto que siempre en
la propia visión, hay algo que se pierde y que puede encontrarse en la
dimensión de la escucha. En la supervisión, se interroga al deseo de la primera
escucha: del supervisado, lo que tiende a ubicarlo en un estatuto ético del
psicoanálisis más verdadero.
En cuanto a la conciencia de sus propios sistemas de creencias, valores,
necesidades y limitaciones8, el analista debe tener en claro, que para poder
lograr una regla que le incumbe, la de la atención flotante, es necesario
sostener un posicionamiento de neutralidad. La posición de neutralidad supone
que el analista sustraiga de los tratamientos que conduce sus propias
expectativas conscientes, su propia actividad espiritual, sus ideales, sus
valores morales, su ambición pedagógica, así como sus pretensiones
terapéuticas. En suma, la posición de neutralidad se funda básicamente en que
el analista se sustraiga como persona para dar lugar así a su función.
Además de la neutralidad, el analista debe tener en cuenta la regla de la
abstinencia. Esta regla es uno de los fundamentos de la teoría psicoanalítica e
implica que el analista deniegue las satisfacciones sustitutivas, propiciando la
pregunta por el deseo, e invitando al sujeto a responderla. Esta regla es una
indicación técnica y, como tal, debe ser observada por el analista a lo largo del
tratamiento y como condición de posibilidad del mismo, siendo pura y exclusiva
responsabilidad suya.
El análisis respeta la especificidad del paciente, no procura remodelarlo
según sus ideales personales –los del analista–, y se contenta cuando puede
ahorrarse consejos, para despertar, en cambio, la iniciativa del analizado.
Por tentador que pueda resultarle al analista convertirse en maestro, arquetipo
e ideal de otros, crear seres humanos a su imagen y semejanza, no tiene
permitido olvidar que no es esta su tarea en la relación analítica, e incluso sería
infiel a ella si se dejara arrastrar por su inclinación.

Estas reglas técnicas, el principio de neutralidad, y el principio de


abstinencia, pueden corresponderse con uno de los principios éticos de la APA,
el principio de JUSTICIA en el cual se plantea el reconocimiento de la
imparcialidad y la justicia y la precaución necesaria para asegurar que los
potenciales prejuicios, los límites de su competencia y las limitaciones de su
pericia no los conduzcan ni les permitan aprobar prácticas injustas. 9
Para respetar el principio de INTEGRIDAD, el cual afirma la prudencia ante
nociones que desencadenen en rotulaciones devaluadoras o discriminatorias 10,
la teoría psicoanalítica plantea que si bien el diagnóstico es importante para

8 Código de Ética de la FePRA, Principio D: Integridad


9 Código de Ética de la APA, Principio D: Justicia
10 Código de Ética de la FePRA, Principio D: Integridad
abordar un análisis, no se trata sólo de rotular, sino de ver surgir la subjetividad
detrás del rótulo, escuchando al paciente en su discurso.
Freud plantea en “Sobre la iniciación del tratamiento” el importante uso de
las entrevistas preliminares, para investigar si el paciente es apto o no para el
psicoanálisis. De esta forma, toma a los enfermos provisionalmente, con la
justificación de que si uno interrumpe el tratamiento dentro de ese lapso, le
ahorra al enfermo la impresión penosa de un intento de curación infortunado
(S. Freud, 1913). Esto correspondería al intento de utilizar el psicoanálisis sólo
en beneficencia del paciente y con la intención de hacer el menor daño posible.
Con este planteo, se respetaría el principio de BENEFICENCIA Y NO
MALEFICENCIA, en donde se explicita que los psicólogos se esfuerzan por
hacer el bien a aquellos con los que interactúan profesionalmente y asumen la
responsabilidad de no hacer daño.11
También el principio de FIDELIDAD Y RESPONSABILIDAD se vislumbra
en la teoría psicoanalítica, a partir de retomar la preocupación por el
cumplimiento ético de las conductas científicas y profesionales de sus
colegas12. A partir del caso Dora, analizado en un principio por Freud, y
retomado más tarde por Lacan, se pueden reconocer las limitaciones en la
interpretación que hizo Freud, del mismo.
Freud pensaba que Dora tenía una homosexualidad inminente hacia la
Señora K, dejando de lado los sentimientos que tenía Dora hacia el Señor K.
Más tarde, Lacan retoma el caso, en el cual infiere que hubo ciertas fallas de
parte de Freud, en referencia a la interpretación del deseo de Dora. Ésta
buscaba en la Señora K la figura para la identificación femenina, ya que no
tenía otra referente. Esto es sólo un ejemplo de lo que Lacan, como
psicoanalista, realizó con la teoría de Freud. Él es quien propuso volver a
Freud, y retomar cuestiones que no habían sido del todo desarrolladas, y
ahondar más en su teoría, demostrando compromiso con la teoría
psicoanalítica, y con la práctica profesional de la misma.

CONCLUSIÓN:

Como conclusión, se puede decir que no hay clínica psicoanalítica sin


ética. Ser psicoanalista ya implica un posicionamiento ético por tener una
relación singular con el saber, o sea con el deseo de saber acerca del deseo de
los demás. Algo intrínseco a mi propio deseo hace que me coloque en tal
actitud de escucha. Pero va a ser en el acto singular cuando se ponga a prueba
el anudamiento de mi propio deseo. El deseo del analista es el instrumento que
se necesita para que éste opere de manera correcta.

11 Código de Ética de la APA, Principio A: Beneficencia y no maleficencia


12 Código de Ética de la APA, Principio B: Fidelidad y responsabilidad
La ética del psicoanálisis supone tomar partido, sólo a favor del sujeto; de
su goce singular y de su síntoma. El psicoanálisis sugiere la renovación de una
moral enmascarada y represiva por una moral más sincera y libre que
contemple la verdadera condición humana, articulando deseo y principios,
salud y posiciones éticas.

Psicología Cognitiva:

2) Previo a la realización del trabajo en cuestión nos parece importante hacer


una pequeña introducción sobre la Terapia Cognitiva.
La Terapia Cognitiva es un tipo de psicoterapia que se basa en un modelo de
los trastornos psicológicos que defiende que la organización de la experiencia
de las personas en términos de significado, afectan a sus sentimientos y a su
conducta (Beck, 1975,1976).
Está relacionada a nivel teórico con la psicología cognitiva, que se ocupa del
estudio de los procesos y estructuras mentales.
Psicología cognitiva :es la psicología que se encarga del estudio de
la cognición; es decir, de los procesos mentales implicados en el
conocimiento. Tiene como objeto de estudio los mecanismos básicos y
profundos por los que se elabora el conocimiento, desde la percepción,
la memoria y el aprendizaje, hasta la formación de conceptos y razonamiento
lógico. Por cognitivo entendemos el acto de conocimiento, en sus acciones de
almacenar, recuperar, reconocer, comprender, organizar y usar la información
recibida a través de los sentidos.
El interés de la psicología cognitiva es doble. El primer interés es estudiar
cómo las personas entienden el mundo en el que viven y también se abordan
las cuestiones de cómo los seres humanos toman la información sensorial
entrante y la transforman, sintetizan, elaboran, almacenan, recuperan y
finalmente hacen uso de ella. El resultado de todo este procesamiento activo
de la información es el conocimiento funcional en el sentido de que la
segunda vez que la persona se encuentra con un acontecimiento del entorno
igual o similar está más segura de lo que puede ocurrir comparado con la
primera vez.
El segundo interés de la psicología cognitiva es cómo la cognición lleva a la
conducta. Desde un enfoque motivacional, la cognición es un "trampolín a la
acción". La acción está principalmente en función de los pensamientos de la
persona y no de algún instinto, necesidad, pulsión o estado de activación
(arousal).

.El análisis de los llamados fenómenos cognitivos se puede realizar sobre tres
niveles

1)Tríada cognitiva: Es la percepción de uno mismo, del mundo exterior y del


futuro. De manera general, esta percepción y sus actitudes de y hacia estos
aspectos por el paciente deprimido, es negativa.

2)Distorsiones cognitivas: Interpretaciones erróneas de la realidad. Si bien


varían, en la práctica clínica se encuentran algunos patrones constantes.

3)Esquemas cognitivos: Reglas o postulados que organizan la toma y la


organización de la información

Es un modelo de terapia basado en la colaboración del paciente con su


terapeuta que tiene como fin la comprobación de los significados personales y
subjetivos con la realidad y el desarrollo de habilidades de resolución de
problemas.
Este modelo de terapia parte de la existencia de una estrecha relación entre el
ambiente, la cognición, las emociones, la conducta y la biología.
Se destacan fundamentalmente los procesos de pensamiento como factores
que intervienen en los trastornos psicológicos. Sin embargo, se tienen en
cuenta los otros factores señalados. Los componentes cognitivos se consideran
esenciales para entender los trastornos psicológicos, y la terapia cognitiva
dedica la mayor parte de su esfuerzo en producir cambios en este nivel. A su
vez se expresa que todos estos componentes se organizan mentalmente en
torno a determinadas estructuras de significados subjetivos que organizan la
experiencia de las personas. Dicho de otra manera, aunque todos los
componentes de los trastornos son importantes, lo más relevante es la cuestión
del SIGNIFICADO.
El significado hace que las personas relacionen sus estados anímicos con sus
conductas y sus pensamientos. Es decir, que el término “significado” refiere al
sentido que tienen los acontecimientos de la vida para una persona.
Por ultimo explicitamos que la Terapia Cognitiva deriva de los descubrimientos
del psiquiatra americano Beck quien expresa que los trastornos psicológicos
provienen en gran parte de maneras erróneas de pensar o interpretar los
acontecimientos que vive una persona. Estos pensamientos e interpretaciones
se convierten en formas estereotipadas y rígidas de valorar los
acontecimientos, la propia conducta y a sí mismo.
Esta terapia se basa a su vez, en una tradición previa que parte de la filosofía
griega. Epíteto, filósofo griego estoico, defendía que “las personas no se
afectan por los acontecimientos sino por la opinión que se hace de estos”. Po
su parte, Alfred Adler (1897 - 1937) crea un método de terapia cognitiva
estructurado basado en que los trastornos psicológicos son un problema que
responde a una alteración de las formas en que las personas buscan sus
metas o propósitos e la vida. Y más adelante Albert Ellis, difunde un método de
terapia cognitiva, la “Terapia Racional Emotiva”, crea este método de terapia
donde desarrolla su modelo A (acontecimientos) B (creencias en inglés) y C
(consecuencias).

2)
a) En cuanto a la ética implícita en la Teoría Cognitiva pudimos delimitar que
el terapeuta adquiere un rol activo, a diferencia de otros abordajes en donde el
terapeuta es más bien pasivo, lo cual genera una mayor confianza por parte de
los pacientes en cuanto a la terapia y fortalece también la relación terapéutica.
De esto se desprende, a su vez, que este rol activo del terapeuta requiere de
una labor en conjunto de terapeuta y paciente, ya que para lograr los objetivos
propuestos, los mismos deben ser desarrollados entre los dos (terapeuta y
paciente) siendo estos claros y compartidos. También entre los dos deben
estar de acuerdo en torno a las metas a alcanzar y en la modalidad de trabajo a
utilizar en líneas de la problemática concerniente. Esto antes explicitado, da
cuenta de que la Terapia Cognitiva responde y tiene en cuenta la autonomía
de las personas y el respeto por sus derechos, ya que los objetivos y metas
son expresados por el paciente a fin de respetar lo que él desea que sea
trabajado en terapia, y se respeta sus derechos debido a que el paciente elige
la meta a donde desea llegar o anhela alcanzar, para después poder trabajarlo
en conjunto.
Por otra parte, pudimos observar que en la Terapia Cognitiva el terapeuta
adquiere un compromiso ético en su rol profesional porque si bien el paciente
es el que explicita las metas que aspira alcanzar, el trabajo es en conjunto con
el terapeuta, se co – construye, en donde el terapeuta toma el compromiso
ético de focalizarse en la problemática actual traída por el paciente y en su
solución.
Para lo cual los procedimientos y técnicas que utiliza tienen amparo científico y
eficacia; y además ofrece tratamientos puntuales y planificados. Todo esto da
cuenta de que en la Terapia Cognitiva el terapeuta posee, adopta un
compromiso ético a la hora de trabajar en forma conjunta, cooperativa con su
paciente brindándole, como se dijo anteriormente, tratamientos eficaces
breves, buscando hacer prevención hacia posibles futuros trastornos.
A su vez, podemos determinar que en la Terapia Cognitiva, además del rol
activo que representa el terapeuta, el paciente, por su parte, también se
posiciona en un rol activo debido a que debe comprometerse a trabajar en
sesión y a veces también por fuera del consultorio mediante tareas propuestas
por el profesional. Estas tareas proporcionan muchas veces diversos
aprendizajes de utilidad para el paciente, con el fin de que éste (paciente)
pueda incorporar estrategias, modalidades de afrontamiento para su vida. Esto
también da cuenta de un compromiso ético profesional por parte del terapeuta,
ya que al proporcionarle diversas estrategias y modalidades de afrontamiento
le permite al paciente, una vez finalizado el tratamiento contar con recursos que
ya han sido trabajados conjuntamente con el fin de que pueda llegar a
aplicarlos frente a futuras situaciones y que velar por la salud psíquica y mental
de su paciente, y por ayudarlo también a que pueda darse cuenta de los
recursos, modalidades de afrontamiento, estrategias con los que cuenta para
poder afrontar por sí mismo una nueva situación problemática.
Por último puede expresarse, que la teoría cognitiva éticamente respeta el
derecho y autonomía de sus pacientes, por el hecho de que se trata de ayudar
al paciente a superar la problemática planteada por el paciente, mediante
tratamientos eficaces, con aval empírico, trabajando en forma conjunta y
colaborativa, brindándole herramientas para que el paciente pueda emplearlas
en un futuro ante una misma situación o una situación diversa. Y si bien, dicha
terapia plantea el hecho de buscar un cambio en los pensamientos y creencias
del paciente, este cambio no resulta ser una imposición por parte del terapeuta,
sino que más bien es un trabajo conjunto entre terapeuta y paciente, en donde
se busca promover el cambio y que el paciente pueda darse cuenta y aceptar
querer el cambio, cambiar. Esto vislumbra un poco más la ética
correspondiente a respetar la autonomía, la autodeterminación de las personas
como lo establecen los principios del código de la Fepra.

2)
b) El posicionamiento profesional del terapeuta cognitivo radica, como se
explicitó en la pregunta anterior, en la posición de un rol activo, en donde
terapeuta y paciente delimitan los objetivos, metas y modalidades de abordaje
en torno a la problemática demarcada por el paciente. Dichas técnicas,
estrategias, tratamientos y modalidades de trabajos brindados al paciente
cuentan de aval científico, y de gran eficacia empírica.
Además este modelo de terapia cuenta con tratamientos breves, acorto plazo,
razón por la cual las personas buscan su elección. Es un modelo activo,
directivo, dinámico, estructurado debido a que utiliza tratamientos puntuales y
planificados.
Esto último puede dar cuenta de que el terapeuta no aplica los procedimientos
que “le gustan” o aquellos con “los que está de acuerdo”, sino que más bien
aplica aquellos que se ciñen a lo que la investigación científica ha establecido
como más efectivos para el problema que presenta el paciente. Esto nos
permite hipotetizar que quizás la terapia cognitiva se basa en “pequeñas
recetas” como tratamientos, lo cual podría ponerse en tela de juicio, debido a
que no todo paciente reacciona igual ante tratamientos similares.
El terapeuta cognitivo adopta un posicionamiento conjunto y colaborador de
trabajo con su paciente, debido a que los objetivos a trabajar y las metas a
alcanzar son expresados por el paciente y trabajados en conjunto. Por lo tanto,
el terapeuta puede ayudar a sus pacientes a reconocer sus estilos de
pensamiento disfuncionales, irracionales, para que pueda así modificarlos,
mediante la aplicación de la evidencia y la lógica. Esto último puede ponerse en
consideración con lo establecido en el Código de la F.E.P.R.A (Federación de
Psicólogos de la República Argentina) respecto al principio del respeto por los
derechos y la dignidad de las personas, en el sentido de que el cambio a
modificar (pensamiento irracional) no es algo impuesto, instituido por el
terapeuta, sino que forma parte de la decisión del paciente a querer cambiar y
de un trabajo de construcción conjunta. Aquí, se ve el respeto a la autonomía y
el derecho de los pacientes desde esta teoría.
Estos tratamientos, tienen como principal objetivo que alcance un punto de
partida donde pueda ''hacerlo él mismo” y elaborar tu propia manera de afrontar
los problemas.
El vínculo entre el paciente y el terapeuta se basa en una relación de suma
colaboración, donde ambos trabajan en conjunto estableciendo objetivos a
cumplir. Se intenta adquirir e implementar nuevos recursos que permitan
afrontar las dificultades de la vida cotidiana, aumentando la satisfacción
personal y mejorando la calidad de vida.
A través de la Terapia Cognitivo Conductual se busca comprender como uno
piensa acerca de sí mismo, de otras personas, del mundo que nos rodea y
como lo que uno hace afecta a nuestros pensamientos y sentimientos.Por ello
hay que tener mucho cuidado de no introducir posturas éticas personales en el
paciente sino respetar su idiosincracia, sus valores, su ideología tratando de
construir una forma de pensar y actuar saludable pero siempre respetando su
individualidad.
Además este principio “Respeto por los derechos y dignidad de las personas”,
puede verse en el hecho de que la habilidad del terapeuta cognitivo radica en ,
primero, saber evaluar el problema planteado por el paciente a los fines de
hallar el tratamiento adecuado para él y, segundo, en integrar las técnicas en
un programa terapéutico adaptado a las necesidades del paciente. Y lo más
importante es que el paciente sepa que las intervenciones a utilizar no son un
“invento” del profesional, sino que por el contrario, son fruto de investigaciones
científicas. Esto permite ver que se da el respeto por el derecho de las
personas, debido a que resulta ser un derecho del paciente el conocer y saber
que técnicas, estrategias, tratamientos y modalidades de trabajo van a ser
utilizadas con él.
Por otra parte también pudimos establecer que se cumple el principio de
“Compromiso profesional y científico” plasmado en el código de la F.E.P.R.A.,
ya que el terapeuta cognitivo asume la responsabilidad profesional y ética de
adquirir un constante desarrollo personal, en cuanto a las actualizaciones que
acontecen en esta rama de la psicología, desarrollo científico, técnico y ético.
Esto también se relaciona con el hecho de que los tratamientos que se
emplean presentan comprobación científica como también lo establece la ley
23.277 de ejercicio profesional de la Psicología en su artículo 8 cuando legisla
que se debe proteger a los examinados asegurándoles que las pruebas y
resultados que obtenga se utilizarán de acuerdo a normas éticas y
profesionales.
Este principio antes mencionado (compromiso profesional y científico) también
puede verse en que el terapeuta cognitivo no prejuzga las cogniciones del
sujeto sino que las respeta. Este principio de “compromiso profesional y
científico”, también se denota en esta terapia en el sentido de que el terapeuta
técnicamente y éticamente posee las características de ser capaz de aportar la
energía necesaria para que la sesión sea productiva, de establecer una buena
relación empática sin dejar de ser firmes (alianza terapéutica), además
demuestra credibilidad ante el paciente.
Otra cuestión que se pudo observar, recae en el hecho de que como la terapia
cognitiva suele emplear lo que se define como “Psicoeducación”, en donde el
paciente, se nutre de información científica sobre su padecer, lo que le otorga
un marco de entendimiento general desde el cual se justifican racional y
lógicamente los procedimientos que el terapeuta le propone como manera de
solucionar los problemas.
Por otra parte vemos que se cumplen dos de las normas deontológicas
presentadas en el código de la F.E.P.R.A., a saber, el consentimiento
informado y el secreto profesional.
Así podemos afirmar, en relación al consentimiento informado, que el terapeuta
cognitivo bajo ningún punto de vista admite ocultamientos o engaños al
paciente, y además el paciente puede expresar su acuerdo o desacuerdo con
las estrategias propuestas, siendo por lo tanto el consentimiento informado un
elemento crucial de la transparencia de la relación terapéutica. Tal acuerdo o
consentimiento no necesariamente se formaliza por escrito, de hecho, la
mayoría de las veces se trata de un acuerdo verbal. No obstante, resulta clave
destacar la claridad y precisión en la transmisión del mensaje, así como su
aceptación, pues ello valida el rol activo que emprende el profesional.
Además, también se vislumbra el secreto profesional, debido a que el terapeuta
cognitivo guarda secreto de todo lo que obtiene bajo el ejercicio de su
profesión, cuida la integridad de su paciente, honra a dicho sujeto, a su familia
y a su contexto.
Continuando, puede expresarse, que a esta teoría se le suele criticar que
aborda un trabajo “superficial”, en el sentido de que no tiene en cuenta la
historia del sujeto. Esto puede contemplarse por el motivo de que si bien la
terapia cognitiva aplica procedimientos delimitados con metas focalizadas,
puntualizadas, no debería desdeñarse la historia del paciente, ni sus
padecimientos. Ante esto la terapia cognitiva responde justificando que sólo
existen problemas actuales, que son aquellos que hoy les generan sufrimiento
al paciente independientemente de cómo y cuándo se hayan gestado y por tal
motivo, indagan la historia con vistas a resolver padecimientos presentes.
Por ultimo no es lícito expresar, que el posicionamiento profesional del
terapeuta cognitivo consiste en ayudar al paciente a identificar y cambiar el
significado que le otorga al curso de ciertos hechos o acontecimientos. Esto es
lo que se denomina “reestructuración cognitiva” y es un recurso especialmente
útil cuando el paciente se muestra rígido, en una interpretación de las cosas
que le es perjudicial. El terapeuta puede ayudar al paciente, mostrándole de
manera persuasiva alternativas diferentes en el modo de observar las cosas.
Toda vez que es posible, el humor suele ser un recurso adicional de gran
utilidad para esta técnica de reestructuración cognitiva. Todo esto da cuenta del
respeto por la autonomía de las personas establecido en el código de la
F.E.P.R.A.
El objeto de estudio de la terapia cognitiva tal como lo expresa Beck radica en
que todas las perturbaciones psicológicas tienen en común una distorsión del
pensamiento, que influye en el estado de ánimo y en la conducta de los
pacientes. En donde una evaluación realista y la consiguiente modificación del
pensamiento producen una mejoría en esos estados de ánimo y
comportamientos. Esta mejoría permanente resulta de la modificación de las
creencias disfuncionales, o pensamientos irracionales. La terapia cognitiva
toma al ser humano como biopsicosocial, tiene en cuenta el ambiente, el
contexto., los factores emocionales, conductuales, sociales, personales. TCC
ayuda a cambiar la forma de pensar ( “Cognitivo”), y de actuar (“Conductual”),
estos cambios pueden conectarte con nuevas emociones, mejorando tu calidad
de vida.
A diferencia de otras terapias, la TCC  te brinda procedimientos y técnicas 
para tratar las distintas problemáticas  y dificultades que se manifiestan en la
vida, centrándose en la resolución de conflictos del ''aquí y ahora".   
 

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