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S JUAN GOYTISOLO
TEMA 01 - FUERZA
GRAVITACIONAL.CAMPO
GRAVITATORIO
1. INTRODUCIÓN
Cuenta la leyenda que Isaac Newton (1643-1727) empezó a gestar sus ideas sobre la gravedad al
ver caer una manzana sobre la verde hierba de su campiña de Woolsthorpe. Probablemente se
trate solo de una historia narrada por el propio Newton cuando ya era anciano, pero no cabe
duda de que fue él, con su teoría, quien marcó el inicio de una senda uni cadora en la física que
aún no hemos terminado de recorrer. El comienzo de esa senda fue la suposición de que la fuerza
que hace caer la manzana es la misma que origina las mareas y hace girar los planetas y satélites
en torno al Sol. Se trata de la «gravitación», una atrevida idea que solo podía gestar la portentosa
mente de un genio dotado de una habilidad especial para las matemáticas. No en vano, fue
Newton quien desarrolló las modernas nociones de cálculo diferencial como herramienta
necesaria para explicar el movimiento elíptico de los planetas.
Sin embargo, como suele ser habitual en el desarrollo y evolución de las ideas cientí cas, Newton
no fue una singularidad en la ciencia. Como él mismo reconocería más tarde, necesitó auparse
sobre «hombros de gigantes», como Galileo (1564-1642) y Kepler (1571-1630), y hacer suyas las
ideas sobre el movimiento de los cuerpos en la super cie terrestre, desarrolladas por Galileo, o
las del movimiento de los planetas y satélites del sistema solar, plasmadas en las leyes de Kepler.
Su gran acierto consistió en uni car ambos tipos de movimientos en una sola teoría, a la que
dotó de una gran belleza matemática.
Siguiendo la hoja de ruta marcada por el propio Newton, aún hoy los físicos del siglo XXI buscan
afanosamente la «teoría del todo» que pueda explicar la complejidad de nuestro universo, en
todos sus órdenes de magnitud espacial y temporal, bajo una única interacción (que englobaría
también a la gravitatoria, precisamente la más difícil de encajar en dicha teoría) y un limitado
conjunto de partículas elementales.
fi
fi
fi
fi
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Sin embargo, Johannes Kepler (1571-1630) acabaría demostrando que la naturaleza no le tenía
un afecto especial a la simplicidad. Contemporáneo de Galileo, Kepler fue ayudante de Tycho
Brahe (1546-1601), quien, con un instrumental de gran precisión, había recabado durante años un
gran número de datos relativos a las posiciones de los seis planetas conocidos por entonces
(Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter y Saturno). En 1601, tras la muerte de Tycho, Kepler
decidió adaptar dichos datos a órbitas circulares. Las cosas parecían encajar razonablemente
bien, hasta que llegó Marte.
Este planeta se apartaba tan solo 8 min de arco (0,13º) de la circularidad, pero encajaba a la
perfección si se consideraba que su órbita era elíptica y que en uno de sus focos estaba el Sol. A
partir de este hecho, Kepler enunció tres leyes que describían el movimiento planetario y que
abrieron el camino a la ley de gravitación universal.
Primera ley: los planetas se mueven en órbitas elípticas alrededor del Sol, que está situado en
uno de los focos de la elipse ( gura 12.3).
Casi todas las órbitas planetarias tienen excentricidades muy pequeñas, por lo que
prácticamente pueden considerarse como círculos descentrados.
Segunda ley: el vector que une el Sol con el planeta barre áreas iguales en tiempos iguales
( gura 12.4).
Esta ley indica que los planetas no se mueven con velocidad lineal constante en todos los puntos
de su órbita, sino que esta es mayor en las proximidades del perihelio (punto más próximo al Sol)
y menor cerca del afelio (punto más alejado del Sol). En consecuencia, si llamamos velocidad
areolar, al área barrida por el vector que une el sol con el planeta, diremos que los planetas se
mueven con velocidad areolar constante.
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fi
fi
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Tercera ley: Los cuadrados de los períodos orbitales de los planetas son proporcionales a los
cubos de sus distancias medias al Sol. Es decir:
T2 = kr3
p = mv
Dado que la forma habitual de proceder en física es explicar los fenómenos en función de la
constancia o regularidad de ciertos parámetros o magnitudes, debemos encontrar una magnitud
que permanezca constante en el movimiento planetario. Dicha magnitud, también vectorial, es el
momento angular, L , también llamado momento cinético.
Se de ne el momento angular L de dicho cuerpo con relación a ese origen como el producto
vectorial de su vector de posición por su momento lineal. Es decir:
L = r × p = r × mv
Si tenemos presente la segunda ley de Kepler, cuya consecuencia es que los planetas se mueven
a mayor velocidad cuanto menos sea su distancia al Sol, queda claro que la magnitud así de nida
parece compensar las variaciones de ambas magnitudes, de modo que es una buena candidata a
cumplir la condición de constancia requerida.
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fi
fi
fi
fi
fi
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Debemos observar que, como se desprende de la de nición, esta no es una magnitud exclusiva
del cuerpo, sino que depende del sistema de referencia que se escoja.
En general, en el caso de los movimientos curvilíneos alrededor de un punto, ese punto será el
origen con respecto al cual de niremos el momento angular de un cuerpo.
Por ejemplo, podemos de nir el momento angular de la Tierra respecto del centro del Sol o el de
un satélite respecto del centro terrestre (si bien ambos también pueden de nirse respecto de
cualquier otro punto).
L = mvr sen α
Si el movimiento que efectúa un cuerpo es circular, entonces el valor del momento angular de ese
cuerpo con respecto al centro de la circunferencia es:
L = mvr
L = mωr2
Teniendo en cuenta que los planetas se mueven en órbitas elípticas, estando el Sol en uno de sus
focos, podemos preguntarnos hasta qué punto es válida la
expresión del momento angular deducida para el movimiento
circular.
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fi
fi
fi
fi
fi
fi
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angular será:
Sin embargo, los vectores r y vr son paralelos, por lo que su producto vectorial es cero. Así
mismo, puesto que los vectores r y vt son perpendiculares, el valor del momento angular para un
cuerpo que se mueva en una órbita elíptica es:
L = mvtr = mωr2
Ejercicio resuelto
i j k
20 -30 10
2. Determina el valor del momento angular de la Luna con respecto al centro terrestre, suponiendo
una órbita circular y sabiendo que la masa de la Luna es 7,2⋅1022 kg, su distancia al centro terrestre
384 000 km y su período orbital de 27,31 días.
Puesto que se nos informa del período orbital, y dado que este se relaciona con
T 2,36 ⋅106
dL = d(r × p) = dr × p + r × dp
dt dt dt dt
Teniendo en cuenta que dr/dt es la expresión del vector velocidad v , y que dp/dt es justamente la
de nición de la fuerza F , entonces:
dL = v × p + r x F
dt
5
fi
Sin embargo, en la anterior expresión, el primer término v ×p = 0, dado que ambos vectores son
paralelos y su producto vectorial es cero. Por tanto:
dL = r x F
dt
El término r × F de ne una magnitud vectorial que se conoce como el momento de fuerza y que
simbolizaremos como Mr . En consecuencia, podemos a rmar que:
El momento angular de un cuerpo varía cuando sobre él actúa el momento de una fuerza. Es
decir:
dL = Mr = r x F
dt
La condición de constancia del momento angular se cumplirá cuando dicha magnitud no varíe
con el tiempo, lo que supone que su derivada respecto del tiempo sea cero:
dL = r x F = 0
dt
Teniendo en cuenta las reglas del producto vectorial, este producto será cero si:
- La sumatoria de las fuerza que actúan sobre el cuerpo es nula (∑F = 0) . En ese caso, el
cuerpo tendrá un movimiento rectilíneo uniforme (MRU).
- Los vectores r y F tienen la misma dirección, ya que su producto vectorial será nulo. Este es
el caso de las llamadas fuerzas centrales, que son fuerzas dirigidas siempre hacia un punto jo,
siempre que el momento angular se mida en referencia a dicho punto. La fuerza centrípeta es una
fuerza central.
Dado que la constancia de L implica que tanto su módulo como su dirección y su sentido
permanecen invariables, entonces:
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fi
fi
fi
fi
su cientes para desentrañar si la fuerza que gobierna el movimiento de los planetas es central o
no. Para ello, tendremos que comprobar si el momento angular de un planeta que órbita
alrededor del Sol es constante.
Dado que el movimiento de los planetas obedece a la segunda ley de Kepler, que establece que
la velocidad areolar (rapidez con que se describe el área) es constante, entonces, si A es el área,
podemos formular esta ley diciendo que:
ΔA = constante
Δt
- La distancia r del planeta al Sol apenas ha variado en ese tiempo, por tanto podemos
considerarla constante en el intervalo Δt.
- El ángulo barrido Δθ es muy pequeño, así que puede hacerse la aproximación de ángulos
pequeños, según la cual sen Δθ ≈ Δθ.
- El área barrida en ese intervalo de tiempo Δt es ΔA, que resulta ser prácticamente igual al área
del triángulo isósceles SPP’. Por tanto:
2 2 2
dA = 1 r2dθ = 1 r2ω
dt 2 dt 2
Pero si recordamos que el momento angular de un cuerpo en órbitas circulares o elípticas viene
dado por la expresión L = m r2ω, entonces el término r2ω equivale al cociente L/m, de modo que
podemos escribir que:
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fi
fi
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dA = 1 r2ω= 1 L
dt 2 2 m
Pero ¿qué signi cado tiene esta expresión? Si consideramos que la masa del planeta es
constante y asumimos como cierta la segunda ley de Kepler (dA/dt = cte), entonces llegamos a la
conclusión de que:
- Las órbitas de los planetas son planas debido a la constancia en la dirección del momento
angular.
- Las órbitas planetarias son estables: si asumimos que las masas de los planetas apenas
varían, sus distancias medias al Sol permanecen constantes.
Como es evidente, todo lo expuesto hasta ahora con relación al movimiento de los planetas
alrededor del Sol es extensible al movimiento de los satélites en torno a los planetas, de modo
que podemos a rmar que:
- Las órbitas de los satélites en torno a los planetas son planas y estables debido a la
constancia de su momento angular con respecto al planeta.
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fi
fi
- La fuerza que gobierna el movimiento de los satélites en torno a los planetas es de tipo
central y dirigida a lo largo de la línea que une ambos cuerpos.
Estas fueron las premisas de las que partió Newton al desarrollar su imponente teoría de la
gravitación, como veremos más adelante
Ejercicio resuelto
Deduce, por conservación del momento angular, la relación entre las velocidades de un planeta en
el afelio y en el perihelio.
En esos dos puntos (A y B de la igura 12.13), los vectores r yp y son perpendiculares entre sí, de modo
que el momento angular en cada uno de ellos viene dado por:
Dado que el momento angular permanece constante, igualando las dos expresiones anteriores se
obtiene:
vaf = rph
vph raf
Es decir, la relación entre las velocidades es inversa a la relación entre las distancias, de modo que a
menor distancia, mayor velocidad, en consonancia con la segunda ley de Kepler.
El propio Kepler sintió la necesidad de proporcionar una explicación física a sus leyes y situó la
«causa motriz» de los planetas en el Sol. Sin embargo, erró en su diagnóstico al considerar que la
fuerza que «emanaba» del Sol era magnética. Pocos años más tarde, ya en la época de Hooke y
Halley pensaron que la fuerza que gobernaba el movimiento planetario era atractiva, centrípeta y
variaba con el inverso del cuadrado de la distancia; sin embargo, no fueron capaces de
describirla matemáticamente ni de asignarle una causa. En cambio, Newton sí pudo hacerlo.
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fi
Parece ser que esta idea tuvo su origen en los cálculos que realizó en 1666 (casi veinte años
antes de escribir su obra Principia), en los que supuso que la Luna «caía» hacia la Tierra de forma
continua, del mismo modo que un proyectil se precipita «parabólicamente» al suelo. De esa
manera, halló que la aceleración con que caía cumplía con la regla del inverso del cuadrado de la
distancia.
Esa misma relación fue la que obtuvo Newton, y encajaba con su idea de que la aceleración
podía obedecer a una fuerza de tipo centrípeta dirigida hacia el centro de la Tierra. Ahora bien, si
¿Cómo es posible, pues, que la fuerza centrípeta varíe conforme al inverso del cuadrado de la
distancia? La respuesta la encontraremos si tenemos en cuenta que el movimiento del planeta
que se mueve bajo una fuerza centrípeta obedece a la tercera ley de Kepler. Si recordamos que la
velocidad angular es ω = 2π/T, entonces:
Fc= m 2π 2 ⋅ r = m 4π2 r
T T2
Fc=4π2m
kr2
Es decir, la fuerza centrípeta muestra una dependencia del inverso del cuadrado de la distancia.
Así pues, Newton ya disponía de dos nociones clave a la hora de desarrollar sus ideas sobre la
gravitación en el tercer libro de sus Principia:
- Las fuerzas que rigen el movimiento de los planetas y los satélites son centrales.
Sin embargo, subsistía un interrogante: ¿cuál era el signi cado físico de la constante k de la
tercera ley de Kepler? Si se encontraba una respuesta a esta pregunta, se habría logrado
enunciar una ley física de la gravitación. Esto fue lo que Newton consiguió por méritos propios.
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fi
fi
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Ejercicio resuelto
kr2 ar2
Este valor coincide con el que se obtendría a partir de la tercera ley de Kepler,
r3
De la coincidencia de ambos resultados se desprende que la asunción de que la fuerza que gobierna el
movimiento de los planetas es centrípeta es coherente con la tercera ley de Kepler.
La dirección de la fuerza gravitacional es radial, es decir, dirigida a lo largo de la recta que une los
centros de los cuerpos que interaccionan y actúa en el sentido de atracción entre ambos
cuerpos.
F = −G mm´ ur
r2
Donde el signo negativo indica el carácter atractivo de la fuerza.
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fi
fi
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- La distancia r, en consecuencia con lo anterior, debe considerarse como la distancia entre los
centros de los cuerpos.
- Las fuerzas gravitatorias entre dos cuerpos cualesquiera son, a tenor de la tercera ley de
Newton, iguales y de sentidos opuestos.
La fuerza que actúa sobre una masa cualquiera de un conjunto de masas es igual a la
resultante de las fuerzas que las demás ejercen sobre ella, consideradas individualmente.
Es decir:
Donde Fi1 son las distintas fuerzas que sobre la masa 1 ejercen las i masas restantes
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Ejercicio resuelto
la suma de las fuerzas que sobre la misma ejercen las demás partículas.
Y en módulos serán
r212 (1 m)2
-11 2 2
r213 (√2 m)2
-11 2 2
r214 (1 m)2
Si situamos el sistema de referencia en la partícula 1 (figura 1.14), las fuerzas anteriores, en notación
vectorial, serán:,
F21= 2,67⋅10−10 i N
F41= -2,67⋅10−10 j N
Análogamente se obtendrá el mismo resultado para las otras tres partículas debido a la simetría.
F = G mTm
(rT+ h)2
Esta fuerza, de acuerdo con la segunda ley de Newton, comunicará al cuerpo de masa m una
aceleración que vendrá dada por la identidad:
F = G mTm = ma
(rT+ h)2
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fi
fi
fi
a = G mT
(rT+ h)2
Dicha aceleración se representa con la letra g (minúscula) para denotar su carácter «gravitatorio»,
de modo que la aceleración con que un cuerpo es atraído hacia la Tierra viene dada por e implica
que:
g = G mT
(rT+ h)2
- La aceleración con que un cuerpo cae a la tierra no depende de su masa, sino que solo
depende de la masa de la Tierra (o del cuerpo celeste de que se trate).
rT2 (6,37⋅106)2
A su vez, el peso de un cuerpo de masa m es la fuerza gravitatoria con que este es atraído
hacia el centro de la Tierra (o de otro cuerpo celeste cualquiera). Por tanto, su expresión será:
P = mg
En consecuencia, siendo la masa invariable, el peso de los cuerpos disminuye con el inverso
del cuadrado de la distancia..
Pese a que las órbitas planetarias son elipses, como establece la primera ley, sus excentricidades
son tan pequeñas que podemos considerarlas como circulares. En consecuencia, la fuerza
gravitatoria, como fuerza central, puede considerarse centrípeta. De ese modo, si tenemos un
planeta de masa m que órbita en torno al Sol (de masa ms) a una distancia media r, entonces
podemos establecer una importante identidad entre la expresión de la fuerza gravitatoria y su
carácter centrípeto:
r2 T r2 T2
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fi
fi
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T2 = 4π2 r3
Gms
k = 4π2
Gms
Así pues, el Sol es la causa del movimiento planetario porque el valor de k para el movimiento de
todos los planetas del sistema solar es exactamente el mismo y solo depende de la masa del Sol,
pero no de la de los planetas. Igualmente sucede si repetimos el procedimiento para el
movimiento de un satélite en torno a un planeta, veremos que la constante k solo depende de la
masa del planeta.
G mPm = 4π2 r
r2 T2
Siendo r, en este caso, la distancia entre el planeta y el satélite y T el período orbital del satélite.
Si despejamos la masa del planeta, se obtiene:
mp = 4π2 r3
GT2
Es decir, todo lo que se necesita saber para determinar la masa de un planeta es el período
orbital y la distancia de uno de sus satélites.
¿Cómo es posible que los astronautas de la Estación Espacial Internacional oten ingrávidos
dentro de la misma, cuando el valor de la aceleración gravitatoria a esa distancia es de unos 8,7
m/s2?
Como fácilmente se deduce del enunciado de la cuestión, la situación de ingravidez que viven los
astronautas de la Estación Espacial Internacional nada tiene que ver con la ausencia de
gravedad.
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fl
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7. CAMPO GRAVITATORIO.
7.1 ¿Por qué el concepto de campo?.
La teoría de la gravitación de Newton, estudiada en la anterior unidad, daba pie a una pregunta
que suscitó una gran controversia: ¿cómo es posible que un cuerpo pueda actuar allí donde no
se encuentra? Dicho de otro modo, ¿cómo es posible explicar la acción a distancia?
La idea de «acción a distancia» presupone que la interacción entre los cuerpos a tuantes es
instantánea, es decir, no hay un tiempo nito de propagación de la int racción, por muy lejanos
que se encuentren los cuerpos. Dicha idea, por otra parte, admite sin ambages la inexistencia de
un medio transmisor de la interacción.
e
c
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Podemos concluir resumiendo las principales diferencias conceptuales entre la idea de acción a
distancia y la noción de campo:
Acción a distancia Concepto de campo
alguna.
de la interacción.
En esta unidad, consideraremos una idea intuitiva del concepto de campo. Así, h blaremos de
campo creado por una partícula y de las consecuencias que dicho campo tiene sobre una
segunda partícula colocada en su seno. A esta segunda partícula la denominaremos partícula
testigo.
Campo es aquella región del espacio cuyas propiedades son perturbadas por la presencia de
una partícula.
Pero, para ello, debemos establecer cuáles son las propiedades que asociamos a esa región
espacial. Elegiremos, pues, una serie de magnitudes dependientes de la pos ción y del tiempo,
cuyos valores de nirán el campo. Hemos de tener bien presente que en la de nición de estas
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o
e
fi
fi
e
s
s
i
fi
a
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magnitudes no podrán aparecer factores que depe dan de partículas ajenas o partículas testigo
situadas en dicho campo. De este modo, diremos que:
Un campo es de nido mediante magnitudes que adquieren distintos valores en cada punto del
espacio y en el tiempo. Así, el conjunto de valores A(x, y, z, t) que adoptan dichas magnitudes
de ne el campo.
Cuando tales magnitudes son vectoriales, hablaremos de un campo vectorial (por ejemplo: el
campo gravitatorio, el electromagnético, el de velocidades en un uido, etc.). Por el contrario, si
las magnitudes son escalares, hablaremos de campo escalar (por ejemplo: un campo de
temperaturas, de presiones…).
La existencia de un campo determinado se pone de mani esto al situar en su seno una partícula
dotada de la propiedad necesaria para interactuar con dicho campo.Así, para que una partícula
interaccione con un campo gravitacional, debe tener la propiedad de la masa, y para que una
partícula interaccione con un campo electr magnético, debe tener la propiedad de la carga. Esta
interacción se mani esta cua do actúa una fuerza sobre la partícula.
Podemos hacer uso de la noción de campo en la gravitación y considerar que una masa m
perturba las propiedades del espacio circundante y crea un campo gravit torio que se hace
evidente cuando una partícula testigo de masa m’ se sitúa en él a una distancia r del centro de m.
Entonces el campo interacciona con dicha partícula ejerciendo sobre ella una fuerza Fm cuya
expresión es la correspondiente a la ley de gravitación
F = −G mm´ ur
r2
La fuerza, sin embargo, no puede considerarse una magnitud propia del campo, al depender de
una variable ajena como es m’. Por tanto, deb mos distinguir entre.
◗ Fuerza que actúa sobre la partícula como medida de la interacción, desde un punto de vista
dinámico.
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fi
fi
fi
fi
n
o
e
n
fi
fl
a
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Centremos ahora nuestra atención en el campo gravitatorio originado por la masa m. A la hora de
de nir la magnitud representativa de dicho campo, debemos tener en cuenta que esta tiene que
ser exclusivamente función de la propiedad que origina el campo (la masa m) y de la distancia al
punto que consideremos.
Según eso, no podemos considerar la fuerza que actúa sobre una partícula situada en un campo
como una magnitud propia del campo, al depender de la masa de dicha partícula testigo. Sin
embargo, y dada la identidad existente entre masa ine cial y gravitatoria, sí podemos elegir como
magnitud representativa de dicho campo la aceleración que adquiriría una partícula situada en un
punto del mismo y que, como hemos visto, es independiente de la masa de la pa tícula testigo en
virtud de la mencionada identidad.
−G mm´ ur = m’·g
r2
Y, en consecuencia:
g = −G m ur
r2
A la magnitud g, cuyas dimensiones son las de aceleración, se la suele denominar más
correctamente intensidad del campo gravitatorio, ya que el término «acel ración» presupone la
existencia de una partícula que se acelera. Así pues, para no considerar factores ajenos al
campo, debemos emplear el término «intensidad del campo».
g=F
m
Dado su carácter representativo del campo, suele denominarse también campo gravitatorio.
La unidad del campo gravitatorio en el Sistema Internacional es el newton por kilogramo (N/kg),
que equivale al m/s2.
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fi
r
e
e
r
fi
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De todo ello se desprende que su valor es el mismo en cualquier punto situado a igual distancia
de la masa puntual m.
Anteriormente hemos hablado de las características del campo creado por una masa considerada
puntual. Sin embargo, en nuestro universo no existen en la práctica masas puntuales y sí, por el
contrario, cuerpos con simetría esférica, como la mayoría de nuestros planetas y satélites.
g = −G m ur
r2
Campo gravitatorio en el interior de un cuerpo esférico
Para el caso de una corteza esférica en el interior de la misma el campo gravitatorio es nulo.
Para el caso de un esfera maciza, se puede demostrar que el campo en interior de la misma
g = −G m r’ ur
r3
Observa en la gura la variación del valor del campo gravitatorio terrestre en el interior y en el
exterior de la Tierra, considerada como una esfera sólida. El valor, partiendo de cero en el centro
de la esfera, aumenta hasta 9,8 en la super cie, desde donde va disminuyendo conforme al
inverso del cuadrado de la distancia hasta hacerse cero de nuevo en el in nito.
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fi
fi
fi
fi
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g = −G m ur = -9,8 ur N/kg
r2
Sin embargo, este valor no coincide totalmente, en la mayoría de los casos, con la aceleración
que adquiere un objeto en la super cie terrestre. Analizaremos aquí las dos razones principales
de este hecho. Por una parte, y como se desprende de la dependencia de g con respecto a la
distancia, su valor variará ligeramente con la altitud, pues la super cie terrestre no es lisa. Por
otra parte, la Tierra no es un sólido en reposo, sino que rota alrededor de su eje, provocando que
los objetos de su super cie que no se encuentren en los polos estén sometidos a aceleraciones
centrífugas, ello supone una disminución en el valor efectivo de la aceleración gravitatoria.
La propia concepción del campo y su de nición mediante una magnitud vectorial desde el punto
de vista dinámico nos llevan a suponer que, si existen n masas en cierta región del espacio,
entonces el campo en un punto dado que se encuentra a distancias ri de las distintas masas será
la composición vectorial de los campos ind viduales generados en ese punto por cada una de las
masas. Es decir:
g = ∑ gi = ∑−G mi ur
ri2
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fi
fi
b
fi
fi
i
n
fi
fi
m
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Ejercicio resuelto
Tres partículas que tienen, respectivamente, una masa de 2, 4 y 0,3 kg se encuentran situadas en
los vértices de un triángulo equilátero de 8,66 m de altura. ¿Cuánto vale la intensidad del campo,
g, en el centro de dicho triángulo?.
d = 2/3h =5 5,77 m
Por tanto, los valores de g debidos a cada masa, vendrán dados por la expresión:
g = −G m ur
d2
d12
g2 = G m2 j = 8·10-12 j N/kg
d22
d32
Así pues, la intensidad del campo creado por las tres masas es, en el punto P:
❚ Ser fuerzas bajo cuya acción se conserva la energía mecánica del sistema.
❚ Realizar un trabajo que solo depende de la posición inicial y nal, pero no de la trayectoria
seguida. En consecuencia, si esta trayectoria es cíclica, de modo que la posición inicial y nal
coinciden, el trabajo realizado por dichas fuerzas es nulo.
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fi
a
fi
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Por esta razón, y teniendo en cuenta que realización de trabajo equivale a variación de energía,
se de nía un tipo de energía asociada a la posición y que denominamos energía potencial, de
modo que:
Dado que la fuerza gravitatoria es conservativa, podemos de nir una energía potencial
gravitatoria asociada a la posición que ocupa un cuerpo en un campo gravitatorio.
Hecho esto, podremos referir los movimientos de los cuerpos en un campo gravit torio en
función de las variaciones de la energía potencial del sistema.
Si de nimos la energía potencial en términos del trabajo realizado por la fuerza gr vitatoria,
jaremos como valor cero de energía potencial aquel en el que la fuerza gravitatoria es cero. Y
esto, teniendo en cuenta la ley de Newton, ocurre en el in nito.
De ese modo, podemos calcular la energía potencial asociada a una posición r ev luando el
trabajo realizado por la fuerza gravitatoria ejercida por un cuerpo de masa m para traer otro
cuerpo de masa m’ desde el in nito hasta dicha posición.
Dado que, al tratarse de una fuerza conservativa, el trabajo no depende de la traye toria seguida
entre ambas posiciones, podemos considerar que la trayectoria es r dial; por lo que:
r2 r r2 r1
Como hemos jado como valor cero de la energía potencial en el in nito, entonces, el trabajo
para traer una masa desde el in nito hasta una distancia r, sería.
r ∞ r
En la grá ca de la gura 2.20 puedes observar cómo varía la energía potencial del sistema
constituido por un cuerpo de masa m’ y la Tierra conforme aumenta su s paración hasta el
in nito.
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fi
fi
fi
fi
fi
fi
fi
fi
fi
fi
a
fi
fi
e
c
a
a
a
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Vamos a deducir aquí la expresión mgh, conocida de cursos anteriores, y que se r ere a la
energía potencial gravitatoria de un cuerpo a cierta altura h sobre la supe cie terrestre. La
energía potencial de un cuerpo de masa m a una distancia rT del centro terrestre es:
Ep= -G·mT·m
rT
Ep= -G·mT·m
rT+h
La variación de energía potencial que tiene lugar cuando el cuerpo cae es:
Si, al hablar de proximidad a la super cie, consideramos que h << rT, podemos de preciar el
producto rTh frente a rT2. Y como GmT/rT2 es el valor de g en la super cie, entonces:
Podemos extender al caso de tres o más partículas el mismo razonamiento aplicado a la energía
potencial de un sistema constituido por dos partículas. En este supuesto, la energía potencial
total del sistema es la suma llevada a cabo sobre todos los pares de partículas. Así, si tenemos
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fi
fi
fi
r
fi
s
e
fi
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un sistema constituido por tres partículas, como se observa en la gura 2.21, la energía potencial
total asociada al sistema será:
En general, para un sistema de n partículas, el número de términos que contiene el sumatorio que
da la energía potencial del sistema es el correspondiente al número de combinaciones que
pueden formarse con n elementos tomados de dos en dos. Es decir:
n.° de términos de Ep = n! .
(n-2)! · 2!
Sin embargo, si consideramos la energía potencial por unidad de masa colocada en dicho punto,
habremos de nido una magnitud que solo es función de la masa que origina el campo y de la
posición con respecto a dicha masa. Será, por tanto, una magnitud representativa del campo.
Esta magnitud es el potencial gravitatorio.
V = Ep = - G·m
m’ r
La gran ventaja del potencial como magnitud representativa del campo es que se trata de una
magnitud escalar. En consecuencia, el conjunto de valores del potencial en función de la
distancia de ne un campo escalar. En este caso, el principio de superposición de varios campos
se reduce a una suma algebraica de los valores del potencial.
Así, el valor del potencial en un punto P situado con relación a las masas m1, m2, m3, …, mn, a
una distancia r1, r2, r3, ..., rn, respectivamente, será:
V = -G m1 -G m2 - ... -G mn
r1 r2 rn
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d
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g = -dV
dr
Sin embargo, V es una magnitud escalar, mientras que g es vectorial. ¿Cómo podemos hallar la
intensidad del campo si conocemos V en función de la posición?
Dado que V depende de (x, y, z), podemos analizar cómo varía V en función de x , manteniendo
constantes y y z. Esa variación nos permitirá conocer la componente x de la intensidad del
campo.
Sin embargo, cuando una función de tres variables se deriva solo con respecto a una de ellas,
manteniendo constantes las demás, decimos que «derivamos parcialme te». Dicha derivada se
representa por la letra δ, en lugar de la letra d.
En consecuencia:
δx δy δz
Así:
g = -( δV i + δV j +δV k)
δx δy δz
FUERZAS.
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❚ Como consecuencia del principio de superposición (es decir, en cada punto solo hay una
intensidad de campo resultante), las líneas de fuerza nunca se entr cruzan.
❚ El número de líneas de fuerza que atraviesan una unidad de super cie es pr porcional al valor
de g.
En la gura 2.23 puedes observar las líneas de fuerza del campo gravitatorio orig nado por una
masa esférica. Estas líneas convergen en el centro de la esfera.
La expresión del potencial es válida para masas puntuales y para cuerpos esféricos. Como se
desprende de la propia expresión, todos los puntos situados a la misma distancia r de la
masa m tienen el mismo valor de potencial. Si unimos todos esos puntos mediante una
super cie, habremos dibujado una super cie equipotencial.
En el caso de una masa puntual o de cuerpos esféricos, dichas super cies equipotenciales son
super cies esféricas.
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Supongamos que deseamos que un cuerpo de masa m abandone el campo gravit torio terrestre
y no vuelva a él. Esto, en términos físicos, viene a signi car que el cuerpo ha de llegar hasta una
distancia in nita.
¿Cuánto trabajo tendríamos que realizar para conseguir que un cuerpo de masa m que se
encuentra en la super cie terrestre alcance una distancia in nita?
En este caso, el trabajo se realiza contra la fuerza gravitatoria, por lo que la fuerza que se debe
ejercer sobre el cuerpo una vez en movimiento ha de ser, como mínimo, igual y de sentido
contrario a dicha fuerza.
Es decir:
F = -Fgravitatoria = G mT·m
r2
Así pues, el trabajo para llevar al cuerpo de masa m desde la tierra hasta el in nito será:
r2 r rT
Si sustituimos los valores de masa y radio correspondientes a la Tierra, comprobar mos que el
trabajo o, dicho de otra manera, la energía mínima necesaria para que un cuerpo de 1 kg
abandone de nitivamente la Tierra es de 6,28·107 J. Así pues, a la hora de lanzar una sonda que
deba escapar de nitivamente del campo terrestre, esta es la energía que hay que transferir a
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dicha sonda por cada kilogramo de masa. Cualquier ca tidad de energía que se halle por debajo
de este valor hará que la sonda no escape del campo. Por esa razón, a esta energía se la
denomina energía de amarre o ligadura, pues, por debajo de ese valor, un cuerpo queda
amarrado o ligado al campo.
En consonancia con lo expuesto en el apartado anterior, la energía cinética inicial que debe
adquirir una sonda para escapar totalmente del campo gravitatorio terre tre ha de ser, como
mínimo, igual a la energía de ligadura o amarre. Esto nos perm te conocer cuál tiene que ser la
velocidad que debe tener ese cuerpo para aband nar la super cie terrestre:
Esta velocidad, denominada de escape, es la mínima que debe comunicarse a un cuerpo para
que salga del campo gravitatorio. Como puede observarse, es indepe diente de la masa del
cuerpo y, dado que su deducción surge de la igualdad de dos magnitudes escalares, es
indiferente la dirección del lanzamiento (obviamente, sie pre que no se apunte hacia el suelo).
Dicha velocidad constituye, por tanto, una característica del cuerpo celeste de que se trate. Así,
sustituyendo los valores terre tres, se obtiene una velocidad de escape de 11,2 km/s.
Al hacer este cálculo, sin embargo, no se han tenido en cuenta otros cuerpos que también
ejercen atracción gravitatoria. Por ejemplo, si lanzamos una sonda que e cape de las
proximidades de la super cie terrestre con una velocidad de 11,2 km/s, conseguiremos que salga
de la Tierra, pero no podrá abandonar el sistema solar, debido a que dicha velocidad no es
su ciente para escapar del Sol a la distancia a que se encuentra nuestro planeta. Sin embargo,
sabemos que ciertas sondas, como las Pioneer 10 y 11 o las Voyager I y II, se encuentran ya en
los con nes del sistema solar. ¿Cómo se ha conseguido esto?
Asistencia gravitacional
Así, por ejemplo, la sonda Galileo fue lanzada el 18 de octubre de 1989 hacia Júpiter y sus
satélites siguiendo una trayectoria que se denominó VEEGA (Venus Earth Earth Gravity Assist).
Como puede observarse en la g ra 2.27, después de realizar un paso por el planeta V nus, pasó
dos veces cerca de la Tierra cuyo objetivo era el de conseguir el empujón gravitacional necesario
que la llevara hasta Júpiter, a cuya órbita llegó a nales de 1995
Hemos hablado en el apartado anterior de cuál es la velocidad necesaria para que un cuerpo
abandone de manera de nitiva un campo gravitatorio, la llamada veloc dad de escape. Observa
que al mismo resultado de velocidad de escape se llega bajo la siguiente suposición: un cuerpo
que se halla en la super cie terrestre (con la c rrespondiente energía potencial, -GmTm/rT) es
dotado de la energía cinética nec saria para que llegue hasta una distancia in nita donde su
velocidad (y, por cons guiente, su energía cinética) se haga cero. Dado que, según el criterio que
hemos establecido para el valor cero de energía potencial, esta se hace cero en el in nito,
entonces la conservación de la energía mecánica exige que:
Este resultado nos indica que, si un cuerpo alcanza la velocidad de escape, su ene gía será cero;
por tanto, un cuerpo con energía cero abandonará un campo gravitatorio.
Al ser la velocidad de escape una velocidad límite que marca el valor mínimo para el abandono
del campo, la consideración anterior nos lleva a concluir que:
❚ Cuando la velocidad del cuerpo es mayor que la velocidad de escape, la energía será superior a
cero; por tanto, el cuerpo no quedará en ningún caso ligado a campo gravitatorio alguno y
alcanzará una distancia in nita con cierta vel cidad.
❚ Cuando la velocidad del cuerpo es menor que la velocidad de escape, dicho cue po posee
energía negativa y, por tanto, quedará ligado al campo gravitatorio.
Esto nos lleva a la conclusión de que cualquier cuerpo con energía negativa establece una órbita
cerrada (ya sea circular o elíptica). Vamos a comprobar esto en el caso de una órbita circular.
Supongamos un cuerpo de masa m que describe una órbita circular a una distancia r del centro
terrestre (por tanto, r =rT+h) y que m << mT. La energía potencial es, en consecuencia:
Ep= -G·mT·m
Si la órbita es circular, la fuerza gravitatoria es, además, centrípeta, por lo que, al igualar ambas
fuerzas:
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o
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r
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Que, como puede verse, es una energía negativa. Este resultado, obtenido para una órbita
circular, es extensible a órbitas elípticas y, en general, a cualquier órbita cerrada.
De un modo general, podemos utilizar la grá ca de la energía potencial en función de r para así
relacionar la energía con la forma de las órbitas.
❚ Cuando la energía es negativa, cualquier cuerpo con valores de energía E1, E2 o E3 menores
que cero estará ligado al campo gravitatorio terrestre, por ejemplo o bitando en torno a la Tierra.
Los puntos de corte de las líneas correspondientes a ese valor con la curva de energía potencial
determinan la máxima distancia que puede separarse el cuerpo de la Tierra. Luego:
Las órbitas correspondientes a una energía negativa son cerradas (circulares o elípticas). Este
es el caso de todos los cuerpos del sistema solar, ligados al campo gravitatorio del Sol o de sus
planetas ( gura 2.30).
❚ Cuando la energía es cero o positiva, no existe punto de corte entre la curva de energía
potencial y la línea correspondiente al valor de energía, por lo que no se e tablece una órbita
cerrada. Este sería el caso de un cuerpo que proviniera del exterior del sistema solar y cuya
energía cinética fuese, a cierta distancia, igual, en valor a soluto, a su energía potencial. Si la
velocidad tiene una pequeña componente ta gencial que desvía al cuerpo de la dirección radial,
este describe una parábola en su máximo acercamiento a un planeta de referencia, por ejemplo a
la Tierra. Así:
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Las trayectorias correspondientes a una energía total cero son de forma p rabólica ( gura 2.31).
Las trayectorias correspondientes a una energía total positiva no despreci ble son de forma
hiperbólica ( gura 2.32).
En el sistema solar, casi todos los cuerpos describen órbitas elípticas de mayor o m nor
excentricidad. Los planetas y la mayoría de los satélites tienen excentricidades bajas, de modo
que en algunos casos las órbitas son casi circulares. Sin embargo, ciertos asteroides y la mayoría
de los cometas tienen excentricidades muy elevadas y sus órbitas son elípticas. Los cometas de
período largo (centenares de miles o millones de años) describen casi parábolas, pues sus
velocidades en el afelio son muy bajas.
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