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ISBN: 978-84-7991-439-4
Depósito Legal: M-35534 - 2015
Segunda edición revisada y ampliada. Noviembre 2015
Imprime:
Solana e hijos, A.G. , S. A. U. San Alfonso, 26 - La Fortuna (Leganés) - Madrid
Impreso en España / Printed in Spain
, .
Indice
PRESENTACIÓN 21
Conceptos 27
1. Introducción 28
7. Conclusiones 48
8. Lecturas recomendadas 49
8.1. Texto 49
8.2. Lectura recomendada 50
8.3. Bibliografía recomendada 50
9. Ejercicios de autoevaluación 51
10. Resumen 51
13
TEORÍA DEL TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS
Objetivos 57
Conceptos 57
1. Introducción 58
2. Dinámicas grupales 58
2.1. ¿Qué es lo que pasa en un grupo? 60
2.2. Teoría y Trabajo Social con Grupos: avanzando hacia
enfoques «no binarios» 64
3. Reflexiones sobre el trabajo social con grupos en el siglo XXI 71
3.1. Reflexiones sobre la dinámica de grupos : Richard Sennett 72
3.2. Reflexiones sobre la dinámica de grupos: la paradoja de la
generosidad 75
6. Conclusiones 95
7. Lecturas recomendadas 96
7.1. Texto 96
7.2 . Lectura recomendada 98
7.3. Bibliografía recomendada 98
8. Ejercicios de autoevaluación 98
9. Resumen 98
Objetivos 103
Conceptos 103
1. Introducción 104
14
Antonio López Peláez
15
TEORÍA DEL TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS
5. Conclusiones 192
8. Resumen 195
Objetivos 199
Conceptos 199
1. Introducción 200
5. Conclusiones 234
8. Resumen 238
Objetivos 243
16
Antonio López Peláez
Conceptos 243
1. Introducción 244
5. Conclusiones 277
6. Lecturas recomendadas 277
6.1. Texto 277
6.2. Lectura recomendada 278
6.3. Bibliografía general del capítulo 278
8. Resumen 279
17
PRESENTACIÓN
Presentación
21
PRESENTACIÓN
Podemos decir que con los nuevos Grados, con los nuevos Másteres, y con las
tesis doctorales en Trabajo Social, nuestra di sciplina ha alcanzado el estatus que siem-
pre le ha correspondido, y los profesion ales del Trabajo Social tienen ya una forma-
ción y una titulación a la altura de los ti empos que corren . Para los que nos dedica-
mos a esta disciplina, es un motivo de alegría y, también, de satisfacción por el tra-
bajo bien hecho. Durante muchos años, la actividad profesional de los profesionales
del Trabajo Social ha constituido un eje cl ave en la puesta en marcha del Estado del
Bienestar. Ahora, además, en las univers idades pueden ya investigar, ejercer la
docencia, y formarse, con los mayores nive les de calidad y los mejores resultados.
Dentro del extenso campo de con ocimiento específico del Trabajo Social, el
Trabajo Social con Grupos ocupa un lugar relevante. Contamos con manuales muy
rigurosos en lengua inglesa y en lengua española sobre la disciplina, desde diver-
sas perspectivas teóricas. En este libro, me he centrado en una dimensión clave en
cualquier ciencia: la teoría. No hay nada más práctico que una buena teoría, y es
necesario analizar las principales perspectivas teóricas sobre la disciplina. Dada la
distribución de asignaturas por créditos ECTS, y las exigencias de la enseñanza uni-
versitaria a distancia, presento un texto que favorece el aprendizaje autónomo del
estudiante, limitando nuestra temática a cuestiones que considero realmente estra-
tégicas en la formación de los profesional es del Trabajo Social, como el análisis del
poder, la comunicación o las etapas o fa ses de las dinámicas grupales. En asigna-
turas posteriores, tanto del Grado en Trabajo Social de la Universidad Nacional de
Educación a Distancia, como de los Grados ofertados por otras Universidades, se
presentarán y analizarán las principales técnicas aplicables en el ámbito de las
dinámicas grupales.
Los planteamientos que formulo en esta obra están íntimamente relacionados con
anteriores publicaciones que he realizado sobre esta temática. Todas ellas encuentran su
cimiento en el concepto de ciudadanía democrática, que es el que nos permite recono-
cer a los demás como iguales y coprotagoni stas de nuestra historia común. La extensión
de los derechos de los ciudadanos, la vi gencia de la democracia como el mejor medio
para resolver nuestros problemas, y la necesidad de conformar estructuralmente la socie-
dad para que nuestros derechos teóricos se conviertan en capacidades reales que pode-
22
Antonio López Pelaéz
mos ejercer, son tres temáti cas que recurrentemente van a aparecer en las páginas que
siguen. Creo que es necesario analizarlas una y otra vez, puesto que el Trabajo Social se
genera como disciplina científica precisamente para hacer posible la ciudadanía real
(afrontando problemas personales, gru pales y comunitarios, y trabajando para que el
bienestar de los ciudadanos sea real, y por lo tanto, avancen en su inclusión social -y se
alejen de los procesos de exclusión social-).
No puedo concluir este prólogo sin manifestar mi agradecimiento a todos los que
hacen posible la vida universita ria. En prim er lugar, quiero agradecer a los estudian-
tes de la UNED su esfuerzo y su tesón, y recordarles en el inicio de su carrera aca-
démica, que estudiar e interiorizar una mentalidad científica merece la pena. Nuestra
profesión se consolidará y crecerá en prestigio si adoptamos siempre una actitud cien-
tífica, rigurosa en la evaluación, diseño, realización y evaluación final de nuestra acti-
vidad. En segundo lugar, quiero agradecer el compañerismo y la curiosidad intelec-
tual de Héctor Luis Díaz, catedrático de Trabajo Social y director de la School of
Social Work, Western Michigan University (Michigan, USA). Gracias a su apoyo he
podido aprender, compartir e investi gar en el ámbito del Trabajo Social con Grupos.
En tercer lugar, quiero agradece r al profesor Rafael Acebes, que forma conmigo el
equipo docente de la asignatura «Teoría del Trabajo Social con Grupos», su dedica-
ción y su competencia en la acti v id ad docente. Y también agradecerle que haya com-
partido conmigo su experiencia profes ional como trabajador social con grupos en el
Ayuntamiento de Segovia. En cuarto lugar, quiero agradecer al personal de adminis-
tración y servicios del Centro Asoci ado de la UNED de Segovia, del que he sido direc-
tor desde el 1 de noviembre de 2006 hasta el 5 de octubre de 2015, su competencia
y su profesionalidad: gracias, Paloma, Montse, Begoña, Paqui , Ana, Enrique, Alberto
y José Luís, porque he podido compartir con vosotros un entorno de trabajo, una
dinámica de grupo, excepcional. Ya no estoy allí, pero no os olvido.
Y finalmente, pero no en último lugar, nada de esto sería posible sin mi familia y sin
mi equipo, que, cinco años después de la primera edición de este libro, siguen constitu-
yendo mi más preciado bien y el ám bito seguro de mi intimidad.
23
,
CAPITULO 1:
Trabajo Social con Grupos en el siglo XXI:
ciudadanía y dinámica de grupo
en la época del e-Socia/ Work
Capítulo 1: Trabajo Social con Grupos
en el siglo XXI : ciudadanía y dinámica
de grupo en la época del e-Social Work
Objetivos:
- Conocer las principales características del entorno en el que se desarrolla
el Trabajo Social con Grupos.
- Analizar el escenario digi tal como nuevo entorno para lo que denomina-
mos E-Social Work.
Conceptos:
- Ciencia
- Ciudadanía
- E-Social Work
27
CAPÍTULO 1: TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS EN EL SIGLO XXI
1. INTRODUCCIÓN:
28
Antonio López Pe laéz
En tercer lugar, el debate sobre las aportaciones del Trabajo Social con Gru-
pos como disciplina científica en un entorno en el que se evalúan constan-
temente nuestros resultados. Y, finalmente, el nuevo contexto digital, en el
que tenemos que redefinir nuestra profesión desde lo que denominamos el
e-Social Work.
29
CAPÍTULO 1: TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS EN El SIGLO XX I
30
Antonio López Pelaéz
31
CAPÍTULO 1: TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS EN El SIGLO XXI
32
A nton io López Pelaéz
- Desarrollo sostenible.
- Importancia de las relaciones humanas.
33
CAPÍTULO 1: TR ABAJO SOCIAL CON GRUPOS EN EL SIGLO XXI
34
Anton io López Pelaéz
35
CAPÍTULO 1: TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS EN EL SI GLO XXI
36
Antonio López Pe laéz
37
C APÍTU LO 1: T RA BAJO SOCIAL CON GR UPOS EN EL SIGLO XXI
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Antonio López Pelaéz
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CAPÍTULO 1: TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS EN EL SIGLO XXI
40
Antonio López Pelaéz
41
CAPÍTULO 1: TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS EN EL SIGLO XXI
cía que el aumento de recursos era la norma, nos encontramos con una
mayor precariedad en la financiación. Y, consecuentemente, con una
mayor precariedad en la carrera profesional de los trabajadores socia-
les, que desempeñan su actividad en instituciones públicas o privadas
obligadas a reestructurarse. El aumento de los problemas, derivados
también de la mayor proporción de personas solas en una sociedad que
mitifica el individualismo, el aumento de la exclusión social, y la pre-
carización de las condiciones de vida de sectores cada vez más amplios
de la población, también introducen nuevas demandas a las que hacer
frente. Y, en último lugar, podem os señalar la transformación de los
modelos de gestión, que, con menos recursos, deben hacer frente a
mayores problemas, y en los que se introducen criterios de eficiencia
importados del sector privado. Tienen que readaptarse en función de
los objetivos de las políticas sociales, de la condición de ciudadanos de
aquellos que acuden a los servicios sociales, y también de la evolución
y requerimientos de los profesionales del Trabajo Social. Una de las for-
mas de adaptarnos a la crisis (y tamb ién a la presión de los partidos polí-
ticos que defienden una menor intervención del Estado), que se ha con-
solidado en los últimos años, es la siguiente: la transferencia al sector
privado, o al sector asociativo, de un número mayor de recursos, pres-
taciones y servicios.
- El cuarto gran reto para la renovaci ón del Trabajo Social con grupos
tiene que ver con la utilización de las nuevas tecnologías de la infor-
mación y la comunicación. Cierta burocratización, individualización y
aislamiento en nuestras sociedades urbanas, complejas, coinciden con
un modelo prestacionista en el que la carga de trabajo burocrática favo-
rece que la actividad profesional del trabajador social se oriente hacia
la mera gestión de prestaciones. La intervención social con grupos per-
día vigor, a la vez que los cauces de participación democrática se redu-
cían a las reclamaciones a los partidos políticos, la participación en las
elecciones, y el papel que juegan los sindicatos. Volcados en el consu-
mo, en una sociedad de masas con cierto nivel de bienestar y una visión
individualista y competitiva de las relaciones con los demás, la partici-
pación, clave de la democracia y también clave de la vida social, se
difuminaba, a la vez que la política se profesionalizaba y se alejaba de
la vida cotidiana de la población.
La consecuencia clara ha sido, desde nuestro punto de vista, la desafi-
1iación a partidos políticos y sindicatos, y la menor participación en
42
Antonio López Pelaéz
43
CAPÍTULO 1: TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS EN EL SIGLO XXI
ayuda a una población que se define como nativa digital, tanto en el ámbito
online como offline.
44
Antonio López Pelaéz
El e-Socia/ Work tiene que hacer frente también a los nuevos desafíos que
se originan en nuestra sociedad tecnológica avanzada. Podemos resaltar dos:
la privacidad, y la capacidad para interpretar correctamente los mensajes que
nos llegan.
45
CAPÍTULO 1: T RABAJO SOCIAL CON GRUPOS EN EL SIGLO XXI
¿Qué implica aceptar como amigo a una persona en Facebook? ¿Puede ser
un novio/a? ¿Qué implicaciones tiene subir fotos a Facebook? ¿Cómo contes-
tar a un mensaje corto? ¿Y a uno largo? ¿Cuáles son las connotaciones y deno-
taciones de los mensajes? ¿Qué está di ciendo al otro/a mi forma de contestar,
la rapidez en hacerlo, el contenido, el vocabulario, y la extensión de la res-
puesta? ¿Cómo manejarnos en el trabajo con los mensajes, como evitar gene-
rar conflictos derivados de emails que so n rudos o maleducados? Podemos
establecer diversas categorías de mensajes de texto (Winning and McDermott
2014): Texted, Group Texted , eTxd, Ranted, Sexted, Linked, Dated, Ended.
46
Antonio López Pelaéz
¿Cómo interpretar que los textos que nos envía una persona son cada vez más
cortos? ¿Cómo manejar una ins inuación? El análisis de los mensajes de texto,
que cada vez más se convierten en una jerga específica, sobre todo en los
jóvenes, se ha convertido ya en una cuestión clave en el ámbito del trabajo
social con jóvenes.
Los trabajadores sociales necesitan más y mejores habilidades en este
terreno, para poder diseñar estrategias de intervención adecuadas al contexto
j uven i 1: entender su jerga, uti 1izarla, ser capaces de trabajar con el los para
mejorar sus capacidades y hab ilidades. En el ámbito específico del acoso, es
muy relevante empoderar a los usuarios para poder gestionar correctamente
las nuevas tecnologías. Y para poder hacer frente, en su caso, a las nuevas for-
mas de acoso que se derivan de los insultos y presiones de internautas que
con su cuenta de twitter, pueden acusar falsamente o vituperar o bloquear
nuestra cuenta, en un ataque masivo. Formular críticas o pensamientos ajenos
a lo que se considera políticamente correcto en un entorno determinado,
puede convertirse en una pesadilla, arruinando nuestra carrera profesional o
nuestra vida privada.
47
C APÍTULO 1: TRABAJO SOC IAL CON GRUPOS EN EL SIGLO XXI
7. CONCLUSIONES
48
Antonio López Pelaéz
8. LECTURAS RECOMENDADAS
8.1. Texto
«El trabajo social se está moviendo hacia el ámbito online, ya que las nuevas
tecnologías ofrecen formas innovadoras para la formación y para la prestación
de servicios. Esta transición presenta retos y riesgos potenciales. La comunica-
ción digital y las redes sociales ofrecen nuevas formas de conectar a los profe-
sionales entre sí y con sus clientes, a la vez que en los últimos años hemos asis-
tido a la introducción de «e-servicios», donde el apoyo y la información están
49
disponibles en línea. Por ejemplo, los adolescentes suecos con una pregunta
acerca de las drogas o el alcohol pueden recurrir a un sitio web para respuestas
inmediatas, y en Bélgica está disponible un «chat de ayuda» que se ofrece a las
personas con las consultas e inquietudes sobre temas de salud.
La Conferencia Mundial Conjunta sobre Trabajo Social y Desarrollo Social,
organizada en Suecia, se centró en cómo la comunicación digital está desempe-
ñando un papel cada vez mayor en la actividad profesional de los trabajadores
sociales. Al ser el confundador de Skype sueco, y al ser miembros de Facebook la
mitad de la población sueca, según las fuentes disponibles, (un porcentaje similar
al del Reino Unido), el uso de medios de comunicación social por los estudian-
tes y profesionales se convirtió en un tema apropiado para la conferencia. La con-
ferencia analizó cómo la ciudad de Estocolmo ha estado evaluando la utilización
de internet y la comunicación digital por parte de sus trabajadores sociales. El estu-
dio muestra cómo los trabajadores sociales utilizan el Internet y la tecnología
móvil para la información, la investigación y la comunicación. Prácticamente
todos los trabajadores sociales utilizan los emails para contactar a sus clientes,
siendo también comunes las llamadas de teléfono móvil y los mensajes de texto».
The rise of social care 'e-services' (2012). http://www.theguardian.com/social-
care-network/2012/jul/25/rise-social-care-e-services
JONES, D. N., TRUELL, R. (2012): «The Global Agenda for Social Work and
Social Development: A place to link together and be effective in a globali-
zed world», in lnternational Social Work 55 (4): 454-472.
PAYTON, T.M., CLAYPOOLE, T. (2014): Privacy in the Age of Big Data, Lanham
(Maryland), Rowman & Littlefield.
REISCH, M. (2002): The Road Not Taken: A History of Radical Social Work in
the United States, New York, Routledge.
9. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
10. RESUMEN
51
CAPÍTULO 1: TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS EN EL SIGLO XXI
- En segundo lugar, dado que los ci udadanos son sujetos de sus propias
vidas, y por lo tanto actores políticos, lo que se considera básico para
el ejercicio de la ciudadanía será redefinido en cada momento históri-
co por dichos ciudadanos. Y esto implica que se demandan nuevos ser-
vicios y prestaciones, y se redefine aquello que consideramos necesario
para vivir nuestra vida como ciudadanos.
En tercer lugar, el debate sobre las aportaciones del Trabajo Social con
Grupos como disciplina científica en un entorno en el que se evalúan cons-
tantemente nuestros resultados. En el área del Trabajo Social y los Servicios
Sociales, el futuro de la disciplina y de la profesión se vincula claramente con
la capacidad para convertirnos en expertos que contribuyen, en todos los
entornos institucionales, con su experiencia práctica y sus resultados de inves-
tigación.
Y, finalmente, el nuevo contexto digita l, en el que tenemos que redefinir
nuestra profesión desde lo que denominamos el e-Social Work. El e-Social
Work puede definirse como el uso de nuevas tecnologías de la información y
la comunicación en el ámbito del Trabaj o Social y los Servicios Sociales.
Incluye investigación online, tratamiento de pacientes (tratamiento individual,
dinámicas grupales y comunitarias), form ación y capacitación de los trabaja-
52
Antonio López Pelaéz
53
CAPÍTULO 11:
Ciencia, sociedad y dinámica grupal:
perspectivas sobre las sociedades
contemporáneas
Capítulo 11: Ciencia, sociedad y dinámica
grupal: perspectivas sobre las sociedades
contemporáneas
Objetivos:
- Conocer los procesos que se desarrollan en una dinámica grupal.
Conceptos:
- Generosidad
- Teoría
- Dinámica grupal
- Empowerment
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CAPÍTU LO 11: CIENCIA, SOCIEDAD Y DINÁMICA GRUPAL
1. INTRODUCCIÓN:
2. DINÁMICAS GRUPALES:
Las personas somos animales sociales, cuanto más nos descubrimos a nos-
otros mismos, más aprendemos sobre nuestros grupos y la sociedad en la que
estamos inmersos. Y, por contraste, cuando nos integramos en nuevos grupos
o viajamos y nos resocializamos en un nuevo contexto, tomamos conciencia
de las diferencias entre unos grupos y otros. El sentido del humor, la forma de
saludarnos, lo que se considera comportamiento educado o maleducado, las
pautas de cortesía, las relaciones de género, entre otras muchas dimensiones
de nuestra vida social, responden a un contexto social determinado, y varían
de un lugar a otro.
No estamos solos. Nuestro bienestar, y nuestro malestar, están vinculados
con el éxito o el fracaso de aquellos con quienes vivimos. Una persona que
pertenece a una familia bien educada, con muchos recursos económicos, con
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Anton io López Pelaéz
una educación políglota, y con una red de contactos muy relevante, no expe-
rimenta los mismos tipos de constricciones que una persona que vive en un
contexto de exclusión social, sin educación formal, que ha sufrido maltrato
físico y psíquico, y que experimenta severos problemas para poder relacio-
narse con los demás.
Las relaciones humanas están condicionadas por habilidades o discapaci-
dades físicas, enfermedades, diferencias de género, de raza, de educación,
discriminaciones por causa de las creencias religiosas, de la clase social, y un
largo etcétera. En este sentido, el punto de partida del Trabajo Social como
disciplina científica es precisamente la importancia que tiene en nuestras
vidas la interacción con los demás: «los seres humanos dependemos extraor-
dinariamente de las relaciones con otros seres humanos. Casi todo lo que
hacemos en nuestra vida lo hacemos en grupos y a través de la dinámica de
grupos» (Skidmore, Thackeray y Farley 1994: 71 ).
Las personas nos relacionamos, somos seres sociales, disfrutamos, com-
partimos, competimos, generamos y padecemos conflictos que pueden llevar
al triunfo o a nuestra propia extinción (como pareja, como familia, como ser
vivo en un conflicto bélico). Nuestras relaciones pueden ser positivas, y
hacernos crecer (se denominan relaciones «nutritivas», que nos nutren, nos
alimentan, nos permiten desarrollarnos en un sentido equilibrado), pueden
darnos poder sobre nosotros y nuestros proyectos personales y colectivos (lo
que se denomina «empowerment») . Pero también los modelos relacionales
pueden convertirse en una cárcel, en un conjunto de pautas de comporta-
miento que nos llevan siempre al fracaso, a perder oportunidades, a bloquear
nuestras relaciones personales ...
La falta de habilidades sociales, los patrones de comportamiento que
hemos interiorizado a lo largo de nuestra vida (sean eficientes o no), no se
cambian con facilidad. Necesitamos, porque somos seres sociales, trabajar
sobre ellos a través de las dinámicas grupales, precisamente porque los hemos
incorporado mediante la interacción con los otros. De lo contrario, podemos
permanecer siempre atrapados dentro de un modelo relacional insatisfactorio.
O podemos recurrir a una proyecci ón imaginaria de nosotros mismos.
A menudo, personas que han crecido en entornos que no les satisfacen,
que no tienen una relación madura consigo mismos, reaccionan inventándo-
se una identidad, lo que denominamos en el ámbito de las redes sociales, un
«Catfish»: «alguien que pretende ser otra persona distinta a la que es en reali-
dad, utilizando Facebook o las redes sociales para crear falsas, particular-
59
CAPÍTU LO 11: Ü ENCIA 1 SOCI EDAD Y DINÁMICA GRUPAL
Las personas necesitamos relacionarnos con los demás, pero no como una
necesidad que uno siente en un determinado momento de su vida. Antes de
tener conciencia de nosotros mismos, ya estábamos en relación con los
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Antonio López Pelaéz
61
CAPÍTULO 11: CIENCIA, SOCIEDAD Y DINÁMICA GRUPAL
los conflictos, y con ello aumentamos nuestro bienestar interior, nuestra segu-
ridad, y mejoramos nuestra autoestima.
Las dinámicas grupales, aunque pueden diseñarse de forma instrumental
para lograr un objetivo común del grupo (una tarea a realizar entre todos), tie-
nen siempre un impacto más profundo en nuestros afectos, nuestra forma de
comportarnos y nuestra forma de afrontar la realidad. Por ello, el objetivo final
de las dinámicas de grupo no es quedarse dentro del grupo indefinidamente. Al
contrario, se trata de capacitar a cada miembro de grupo para tener interaccio-
nes adecuadas, maduras y equilibradas, en cualquier otro contexto, diferente al
del propio grupo en el que se ha estado trabajando con el/la trabajador/a social.
Podemos observar las diferentes dimensiones de lo que ocurre dentro de
un grupo, (y cómo debemos intervenir en cada una de ellas), analizando los
objetivos específicos de una intervención desde la perspectiva del Trabajo
Social con Grupos. Estos objetivos pueden agruparse en cuatro ámbitos:
62
Antonio López Pelaéz
Los objetivos de cada uno de los participantes pueden ser muy diferentes:
63
C APÍTULO 11: ÜE NCIA, SOCI EDAD Y DINÁM ICA GRUPAL
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A ntoni o López Pelaéz
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CAPÍTULO 11: CIENCIA, SOCIEDAD Y DINÁM ICA GRUPAL
Las personas somos seres históricos. Estamos aquí y ahora, en una cir-
cunstancia determinada y con unas posibilidades y limitaciones que depen-
den del contexto en el que nos ha tocado v ivir. En las sociedades contempo-
ráneas, por ejemplo, las diferencias en el nivel de bienestar pueden objeti-
varse analizando la esperanza de vida (ya que lo más básico que tenemos es
nuestra propia vida). En unos países de l mundo, la esperanza media de vida
es la mitad que en otros países. Y dentro de los países desarrollados, como
EEUU, hay zonas degradadas donde la esperanza media de vida de muchas
personas no supera los 40 años.
En realidad, según el lugar en el que haya nacido cada uno de nosotros, y
su entorno socioeconómico, algunas personas pueden vivir el doble de tiem-
po que otras, es como si tuvieran dos vidas. En España, país receptor de inmi-
gración en los últimos años, muchas personas lo experimentan. Pensemos en
las mujeres que abandonan un país en desarrollo, mujeres pobres, que con
cuarenta años son ya abuelas, y no encuentran empleo en su país de origen.
Al llegar en avión a España, se encuentran con que muchas mujeres españo-
las de 40 años están decidiéndose a tener su primer hijo, y tanto física como
laboralmente se encuentran en la pleni tud de la vida.
Hay posiciones teóricas que defienden un reduccionismo cultural: las per-
sonas estaríamos determinados por nuestra cultura, de tal forma que no es
posible un diálogo entre culturas diversas, ya que cada uno percibe y analiza
desde su patrón cultural. La comparaci ón y el diálogo entre culturas es, por lo
tanto, imposible, y desde este punto de vista, el objetivo fundamental de cada
grupo social es mantener libre de contaminación , mantener pura, su propia
cultura, negando la posibilidad de un d iálogo intercultural.
No todos los relativismos de este ti po, que niegan un fundamento común
para establecer un diálogo entre las personas y las culturas, son etnocentris-
tas. Pero uno de los peligros del relativ ismo fuerte es que puede desembocar
en la afirmación de la propia cultura como superior a las demás. La conse-
cuencia de esta forma de pensar es cl ara : las demás culturas deben quedar
negadas o sometidas a su mínima expresi ón. El ideal de la superioridad de la
raza se traslada, en consecuencia, a la cultura propia, que se considera crite-
rio absoluto de verdad y pauta ún ica de comportamiento. La postura teórica
que considera la propia cultura superi or a las demás e interpreta a las cultu-
ras ajenas desde la suya propia, se denomina etnocentrismo.
66
Antonio López Pelaéz
67
CAPÍTULO 11: CIENCIA, SOCIEDAD Y DINÁMICA GRUPAL
La reflexión que formula Susan P. Robbins (The Red Pill or the Blue Pill?
Transcending Binary Thinking), centrada en la necesidad de superar los enfo-
ques binarios, es particularmente relevante en el ámbito del Trabajo Social con
Grupos. Las personas tendemos a clasificar y organizar la realidad en oposicio-
nes binarias: elementos contrapuestos que mutuamente se excluyen. Podemos
pensar en pares opuestos como progresista/conservador, ortodoxo/heretodoxo,
o nosotros/los otros. Esto nos da tranquilidad aparente, y favorece nuestra per-
tenencia al grupo, por contraposición con el grupo opuesto.
Es una estrategia común en muchos grupos o comunidades: buscar el ene-
migo externo que consolida las relaciones internas. Identificarnos con los
nuestros y descalificar a los otros. Nos aporta seguridad y cohesión interna,
pero a la vez simplifica y manipula la realidad, que siempre es más comple-
ja. Y tiene un segundo efecto: no solo nos permite clasificar la realidad y esta-
blecer diferencias. También implica una posición de poder, un sentimiento de
superioridad, una negación y devaluación del contrario: «En las ciencias
sociales, y también en el trabajo social , la aceptación y la confianza en las
oposiciones binarias crea fronteras entre los grupos de personas, sino que
también coloca a un grupo en una relación de superioridad con respecto a
otro» (Robbins 2015: 1).
Este pensamiento binario no solo nos sirve para clasificar personas y gru-
pos. También lo utilizamos para organizar nuestras ideas y métodos de inves-
tigación. Si analizamos con detalle la evolución de los debates teóricos y
metodológicos en nuestra disciplina, podemos observar como con frecuencia
se reproduce una dialéctica entre los dos enfoques predominantes, buscando
afianzar la legitimidad de uno de ellos. Al clásico debate entre el positivismo
(planteamiento teórico que afirma que solo podemos conocer a través de los
sentidos, y que toda afirmación científica tiene que tener su correlato verifi-
cable a través de los sentidos) y el constructivismo (que afirma que lo que
conocemos es un producto de nuestra forma de ordenar el mundo, y nuestras
categorías ordenan los datos de la realidad), se añaden nuevos debates en el
ámbito del Trabajo Social con Grupos.
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Antonio López Pelaéz
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CAPÍTULO 11: CIENCIA, SOCIEDAD Y DINÁMICA GRUPAL
El ser humano «Se convierte ... en una persona en la medida en que puede
adoptar la actitud del otro y actuar hacia sí mismo como actúan otros ... Lo que
constituye una persona es el proceso social de influir sobre otros en un acto
social y luego adoptar a la actitud de los otros que ha sido provocada por el estí-
mulo y por fin reaccionar a su turno frente a esta reacción» (Mead 1972: 199).
Para Mead, «la relación personalidad-sociedad, o lo que es lo mismo, la
relación entre el 'I' y el 'me' (... ) remite expresamente a una suma concreta
de individuos o actores que en su interactuación modifican su propia psico-
logía y aún la realidad intersubjetiva global. (. .. ) El 'self' es la personalidad
propiamente dicha, el individuo social; una parcela hecha de fases dinámi-
cas, dialécticamente engarzadas, que al mismo tiempo que sedimenta los fru-
tos de la introspección (o diálogo consigo mismo/a), impacta los 'gestos' aje-
nos y desarrolla respuestas» (Rodríguez lbañez 1989: 205).
El 'self' o personalidad se estructura a través de dos fases dialécticamente entre-
lazadas: el 'I' («la respuesta del organismo a las actuaciones de los otros» (Mead
1972: 175) y el 'me' («la serie organizada de actitudes de los demás que uno
mismo asume» (Mead 1972: 175). En este sentido, «el 'I' es el elemento nuevo, el
'me' es el elemento social que corresponde al 'otro generalizado'. (. .. ) el 'I' y el
'me' son 'dos fases' diferenciadas del mismo acto» (Alexander 1997: 172).
Por lo tanto, la personalidad no existe previamente a la interacción social:
a través de dicha interacción el individuo asume papeles, organiza sus expe-
riencias y desarrolla, a través de la representación de la perspectiva del 'otro
generalizado', el pensamiento abstracto y la objetividad. Así se produce la inte-
riorización de las actitudes sociales que constituyen el yo, se puede llevar a
cabo la comunicación con los otros, y la persona puede organizar sus res-
puestas en función de las normas y regl as que el individuo aprende en dicho
proceso de asunción de papeles. «( ... ) La persona es algo que tiene desarrollo;
no está presente inicialmente, en el nacimiento, sino que surge en el proceso
de la experiencia y la actividad sociales, es decir, se desarrolla en el individuo
dado de resultas de sus relaciones con este proceso como un todo y con los
otros individuos que se encuentran dentro de este proceso» (Mead 1972: 167).
Ahora bien, en este proceso no se elimina la peculiaridad de cada perso-
na, y por lo tanto tampoco defiende M ead una completa determinación del
individuo por parte de la sociedad: aunque todo 'se lf' está constituido por el
proceso social, y es un reflejo suyo, esto«( .. .) no es en absoluto incompatible
con el hecho (que permanece intacto) de que cada 'self' tenga su propia pecu-
liaridad, sus propias y únicas pautas» (Mead 1972 : 201 ).
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C APÍTULO 11: CIENCIA, SOCIEDAD Y DI NÁMICA GRUPAL
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ser igual que ellas» (Sennett 2012: 43). Y esta forma de afrontar las rela-
ciones está directamente relacionada con el intercambio que denomina
«dialógico», aquel tipo de intercambio o de cooperación que no se resuel-
ve en el «hallazgo de un fundamento común» (Sennett 2012: 37), pero
que nos permite tomar mayor conciencia de los puntos de vista propios
y ajenos, y aumentar nuestra comprensión mutua. En este sentido, este
tipo de conversación dialógica nos permite evolucionar hacia resultados
imprevistos, y se basa en la «la empatía, el sentimiento de curiosidad
sobre quiénes son por sí mi smas las otras personas» (Sennett 2012: 43).
La agresividad, verbal o gestual, no deja espacio al otro. En este senti-
do, en la conversación dialógica dejamos espacio para escuchar al otro,
y no simplemente repeti r nuestra argumentación previa. «Sólo compor-
tándonos con la mínima autoafirmación posible nos abrimos a los otros,
lo que es a la vez un concepto político y personal» (Sennett 2012: 298) .
Se trata de relacionarnos con los demás, tratando de dejarles un ámbi-
to de expresión, aplicando la mínima agresividad posible (al igual que
en el ámbito del taller, la resistencia de un material hay que tratarla con
la mínima fuerza posible, gestionándola correctamente y utilizando
bien nuestras herramientas). «Con el uso de la mínima fuerza, tanto en
el dominio físico como en el social , nos hacemos más sensibles al
medio, nos conectamos y nos comprometemos más con él. Las cosas y
las personas que se resisten a nuestra voluntad , las experiencias que se
oponen a nuestra comprensión inmediata, pueden llegar entonces a
interesarnos en sí mismas» (Sennett 2012: 299).
Reforzar nuestras capacidades cooperativas nos permite avanzar en un
proyecto de grupo. Y nos permite prepararnos para mantener relaciones
cooperativas, exitosas y respetuosas en cualquier tipo de grupo en el que
nos encontremos. Un anális is detallado del comportamiento humano nos
muestra que existen diferentes tipos de intercambios, que se mueven en
una línea que se desplaza desde el acuerdo mutuo al conflicto. Desde el
punto de vista de Sennett, nos encontramos inmersos en una cultura que
nos d~pacita para la cooperación, y que exalta un individualismo que
nos descualifica para la vida en común.
Por ejemplo, en la gestión de conflictos, en vez de exaltar la victoria
completa y la aniquilación del adversario, un modelo adecuado de ges-
tión de los conflictos tiene que partir de un principio básico: responder a
los demás respetándoles tal y como son. El conflicto es una forma de
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CAPÍTULO 11: ÜENCIA, SOCIEDAD Y DINÁMICA GRUPAL
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Antonio López Pelaéz
La parte central de este conti nuo, desde el intercambio que todos ganan
hasta el inte~cambio diferenciado r, es la parte en la que la cooperación y la
competencia están más equil ibradas. «El intercambio en el que todos ganan
tiene lugar tanto en la natural eza como en la cultura, pero en ambos casos el
equilibrio es frágil . Los intercambios dialógicos que diferencian los individuos
y los grupos también pueden equ ilibrar la cooperación y la competencia. El
establecimiento del territorio mediante marcas que crean lindes y fronteras
impregna las comunidades naturales, pero en la cultura humana se especiali-
za y refina. En los extremos del intercambio, el altruismo es una fuerza invo-
luntaria en las sociedades naturales y una experiencia internalizada en los
seres humanos; en él no se necesita reciprocidad tangible. En el otro extremo
del espectro, la competencia prevalece sobre la cooperación en los intercam-
bios de suma cero, si bien para entrar en acción necesita la cooperación . La
competencia humana se organiza simbólicamente en la misma medida que la
cooperación. En los intercam bios en los que el ganador se lo lleva todo, las
conexiones entre ambas partes quedan completamente cortadas; el mayor
depredador es amo y señor» (Sennett 2012: 127-128).
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CAPÍTU LO 11 : CIEN CIA, SOCIEDAD Y DI NÁMICA GR UPAL
capacidad para cooperar. Y para ello, vamos a exponer brevemente los resul-
tados expuestos en la obra de Christian Smith y Hilary Davidson, «The Para-
dox of Generosity» (2014).
Hay dos cuestiones básicas en las que hay que detenerse al analizar los
conceptos básicos que articulan nuestras relaciones, sea el de «generosi-
dad», sea el de «egoísmo», o cualquier ot ro. Por una lado, la definición del
concepto. Por otra lado, la dinámica que genera su presencia o ausencia.
Podemos definir «generosidad» como «la virtud de dar bienes a los demás
libre y abundantemente» (Smith y Davidson 2014: 4). Se trata de una orien-
tación vital, y por eso no se identifica con un único y aislado acto de dona-
ción o entrega. Es una virtud en el sen tido de una forma de estar en el
mundo que implica regularidad, cotidianidad, repetición. Y no se identifi-
ca estrictamente con el altruismo (entend ido como donación de uno mismo
sin tener en cuenta el propio interés), ya que la generosidad es compatible
con el propio interés. La generosidad se expresa de diversas maneras
(ayuda financiera, voluntariado sin remuneración, donación de sangre,
préstamos y apoyos a la familia, conoc id os y organizaciones de diverso
tipo, etcétera). Y tiene que ser persegui da por sí misma, se basa en perse-
guir el bien de los otros.
La generosidad genera bienestar, pero es en sí misma una forma de estar
en el mundo, de relacionarnos. En nuestras sociedades individualistas, teóri-
camente hemos criticado la «generosidad» y hemos exaltado los comporta-
mientos centrados en el bienestar individual considerando a los demás como
obstáculos o meros competidores. Y esto oculta las dimensiones básicas de la
generosidad , presente por otra parte en nuestro comportamiento cotidiano. En
este sentido, podemos aprender más sobre la «generosidad» e incorporar a
nuestra vida comportamientos más generosos.
En relación con la dinámica de la generosidad, la investigación empírica
de Smith y Davidson, apoyada por otras muchas investigaciones de máximo
nivel en los últimos diez años, resalta un dob le aspecto : por un lado, los datos
muestran que los comportamientos generosos refuerzan nuestro bienestar
(aunque el foco de nuestra acción esté puesta en los demás). Por otro, el argu-
mento contrario también es cierto: la falta de generosidad, la falta de interés
en el cuidado de los demás, genera mayo r insatisfacción y malestar en nos-
otros mismos. Los datos que aportan Smith y Davidson son relevantes: puede
establecerse una correlación directa entre generosidad y bienestar, y se puede
demostrar, con evidencia empírica, «que las prácticas generosas de los ame-
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CAPÍTULO 11: CIENCIA, SOCIEDAD Y DINÁMICA GRUPAL
las personas consideran esenciales para tener una buena vida: felicidad, salud,
propósito o fin en la vida, y desarrollo personal. Este es un resultado relevante
con grandes implicaciones para nuestra vida» (Smith y Davidson 2014: 45).
Los comportamientos generosos refue rzan el bienestar de diversas formas .
Smith y Davidson diferencian nueve formas en las que se produce este refor-
zamiento:
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CAPÍTULO 11: CIENCIA, SOCIEDAD Y DINÁMICA GRUPAL
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actuar de cada persona que participa en el grupo. En este punto, podemos resal-
tar algunas paradojas que hay que afrontar en cualquier dinámica de grupos.
La primera paradoja es la siguiente: las personas que forman parte del
grupo, como cualquier otra persona, conocen el mundo exterior, la realidad
física, pero a menudo no son conscientes de las teorías en las que viven, les
mueven y nos mueven . Es decir, teorizando constantemente, no se dan cuen-
ta (ni nosotros tampoco) de que están siempre inmersos en teorías. Identifica-
mos nuestra forma de mirar y de explicar con el orden natural de las cosas.
Por ello, el lema de la Ilustración, brill antemente formulado por Kant, fue
«atrévete a saber», libérate de la tradición y analiza con rigor la realidad física
y la realidad social. Y la estructura de poder que caracteriza una sociedad en
un momento histórico dado.
En cierta forma, como señala Mannheim, podemos liberarnos de la cone-
xión afectiva e instintiva con nuestra form a de pensamiento heredada, pro-
ducto de la socialización, en la medida en que establecemos un modelo de
interacción, el científico y/o universitario, en el que la búsqueda de la verdad
sustituye a la búsqueda de la seguridad en la tradición. La característica prin-
cipal de los científicos o de lo que denomina la «intelligentsia libre» es «que
de manera creciente ha sido reclutada en estratos sociales y situaciones vita-
les constantemente cambiantes, y que su modo de pensamiento no está ya
sometido a reglamentación por una organización en forma de casta. A causa
de la ausencia de una organización social propia, les ha sido posible a los
intelectuales tomar en consideración los modos de pensar y de experimentar
que se encontraban en abierta competencia unos con otros» (Mannheim,
1966: 57).
En este punto, hay que señalar que expl icamos los datos porque dispone-
mos de teorías, y es necesario analizar las diferentes teorías que permiten el
análisis de un objeto de estudio determinado, constatando sus potencialida-
des, sus aciertos, y también sus limitaciones. «Poseer o entender una teoría es
organizar conceptualmente los datos. (. .. ). El significado de una palabra
depende del contexto. La medida en que una palabra pueda tener una carga
explicativa en un contexto determinado, dicha palabra debe formar parte de
un modelo de organización contextual dentro de ese contexto» (Suppe, 1979:
193). En el ámbito de las Ciencias Sociales, en el que se ubica el Trabajo
Social con Grupos, es fundamental ana lizar las teorías que se utilizan, sus
potencialidades, sus limitaciones, y los puntos de partida desde los que se arti-
cula su análisis de la realidad.
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Como señalaba Epicuro, «de todos los bienes que la sabiduría ofrece para
la felicidad de una vida plena, el más grande es la adquisición de la amistad».
El interés, el pragmatismo que está presen te en nuestras relaciones, no tiene
que definirse por contraposición al interés altruista: nuestros actos siempre
esperan la respuesta de los otros, y cuando esa respuesta es solidaria, benefi-
ciosa para los que se comunican, accedemos al espacio de la amistad (Lledó,
1996: 120).
En este sentido, los vínculos sociales se basan siempre en la reciprocidad,
la ayuda mutua, la lealtad y un altruismo funcion almente necesario para rea-
lizarnos como personas, y para asegura r, en términos biológicos, la continui-
dad de la especi e. Sin embargo, en el d iscurso neoliberal que impregna nues-
tro mercado de trabajo, todo aquello relacionado con la interacción con los
otros, con la mutua interdependencia, es estigmatizado: «el vínculo social
surge básicamente de una sensación de dependenci a mutua. Todos los dog-
mas del nuevo orden tratan la dependencia como una condición vergonzosa
(. .. ) casi sin pensar aceptamos el contraste entre un yo débi 1 y dependiente, y
otro fuerte e independiente. Sin embargo, al igual que el contraste entre el
éxito y el fracaso, esta oposi ción aplana nuestra real idad. La persona auténti-
camente independiente no demuestra ser en absoluto tan independiente
como dan por sentado los estereotipos culturales» (Sennett, 2009: 147).
La paradoja de una conciencia indiv idual, la de cada uno de nosotros, que
necesita a los otros para ser ella misma, para realizarse como tal , en definiti-
va la aparente contradicción de, siendo únicos, ser animales sociales, ya esta-
ba presente en las primeras reflexiones sobre la naturaleza social de los seres
humanos. El egoísmo innato, la búsqueda de la supervivencia, deja paso al
altruismo y la amistad como estrategia más adecuada para sobrevivir, y para
realizarnos como personas: no podemos sobrevivir si no sobrevive nuestro
modo de vida y la vida de los otros, que son parte de nosotros también , como
muestra el altruismo innato de los padres y madres hacia sus hijos.
Como ejemplo, podemos analizar este debate en una de las primeras cri-
sis de los modelos sociales tradicionales, en la que se redefinen las pautas de
comportamiento y la definición de lo auténticamente humano: el paso del
período cosmológico al período antropo lógico en la civilización griega. En la
Grecia antigua, en la época de transici ón entre la polis y las monarquías hele-
nísticas, entra en crisis el modelo de comunidad sociopolítica que había
imperado hasta entonces. En ese momento se originan nuevas corrientes para
el estudio de los grupos humanos y su interacción, tanto política como social
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Antonio López Pelaéz
y económica. Podríamos decir que nace una disciplina. Fue el filósofo Aris-
tóteles, eslabón privilegiado en esa transición como discípulo de Platón y
maestro del gran Alejandro, quien estableció los fundamentos pa ra el estudio
y la organización de los grupos sociales en su célebre tratado de la Política.
Afirma el Estagirita: «Puesto que toda ciudad (polis) es una comunidad (koi-
nonia) y que toda comunidad está di spuesta de cara a algún bien, porque los
hombres siempre actúan con miras a aquello que les parece bueno, y si todas
tienden a cierto bien, es indicativo aquí más que ninguna otra parte, que se
orientan al bien principal el que, entre todos comprende a los demás, siendo
este el bien propio de la ciudad que es comunidad (koinonia) civil» [Aristóte-
les, Polítical .1.1252a1-7]. Algo más adelante, se encuentra la famosa cita que
establece que «la ciudad se origina para que los hombres vivan , pero persiste
para que puedan vivir bien» [Pol. 1. 1.1252b12].
Como escribe G. C. Homan s en su clásico ensayo The Human Croup, para
Aristóteles cda ciudad era el más importante de los grupos humanos organiza-
dos, y mucho lo que dice sobre ell a se aplica al resto de grupos». Cómo se
organizan los hombres en sociedad y cómo interaccionan entre ellos tiene
que ver mucho con un concepto básico para el filósofo como la philía. En la
Ética a Nicómaco (libros VIII y IX) A ristóteles trata esta idea que trasciende
con mucho la noción moderna de «amistad»: amantes (1156b2), amigos
(1156b12), ciudades (1157a26), tratados políticos y económicos (1158a28),
familiares (1158b20), huéspedes y combatientes (1159b28) o correligionarios
(1160a19) comparten ese víncul o fundamental para la confianza del grupo
humano, un sentimiento mutuo q ue será la base de la solidaridad y el altruis-
mo. Cuando Aristóteles di v ide la phi lía en tres categorías -l a originada por la
utilidad, por el placer o por el bien- queda clara la escala de valores que tien-
de hacia la amistad y solidaridad desinteresada (1157a18-21). Para alcanzar
el más alto grado de philía, su obj eto debe constituirse en una especie de alter
ego: la persona debe amar al prój imo como a sí mismo (1169a12-15).
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CAPÍTULO 11: CIENCIA, SOCIEDAD Y DINÁMICA GRUPAL
resto. Pero no puede haber identidad sin entorno, ni vida humana sin rela-
ciones sociales. Desde esta perspectiva, es posible diferenciar tres dimensio-
nes íntimamente relacionadas: evolución personal, contexto que nos define,
y sentido que damos a la acción.
En cualquier grupo, es necesario tomar en consideración la situación per-
sonal de cada individuo, su autodefinición, cómo afronta su trayectoria y qué
modelo relacional tiene, producto de su evolución personal. También hay
que resaltar que cualquier grupo, y cualquier miembro de cada grupo, se
encuentra inserto en un contexto social , con un modelo de trabajo, de orga-
nización, con expectativas de consumo, éxito, y poder. Se encuentra dentro
de un modelo económico, en una determinada posición en la estructura estra-
tificada de la sociedad, y tiene que tomar conciencia de sus relaciones socia-
les. Y, finalmente, el sentido que damos a nuestros actos, la capacidad de
ordenarnos conforme a una definición de la realidad, es clave, tanto para
entender lo que hacemos, como para trabajar generando en el grupo nuevas
formas de dar sentido a lo que nos acontece.
Las dimensiones básicas del enfoque del empowerment (desarrollar una
identidad más potente y positiva de cada persona; comprender mejor su
entorno y establecer pautas de actuación adecuadas, orientadas al fortaleci-
miento de la vida personal y grupal; y generar recursos, estrategias y compe-
tencias funcionales para que cada uno pueda alcanzar en la medida de lo
posible sus objetivos, y también para que el grupo pueda alcanzarlo) mues-
tran precisamente la uti 1id ad de reflexiona r sobre estas características básicas
de la vida social.
En algunos de los manuales que podríamos denominar «clásicos» del Tra-
bajo Social con Grupos, directamente se anal izan los modelos teóricos más
relevantes en la disciplina (por ejemplo, la perspectiva sistémica y ecológica,
la perspectiva del empowerment, el modelo de ayuda mutua, o el modelo
cognitivo-conductual -Garvin, Gutiérrez y Galinsky, 2004-), o directamente
se exponen los modelos de desarrollo grupal que han elaborado a lo largo de~
tiempo relevantes investigadores en nuestra área (el modelo de Garland, Jones
y Koldny, el modelo de Tuckman, el modelo de Northen y Kurland, o el
modelo de Bales -Zastrow, 2008: 21-27; Gitterman y Salman, 2009: 45-58-).
Sin olvidar que, desde disciplinas afines, como la Psicología social, o la
Antropología, se han desarrollado teorías muy interesantes sobre las dinámi-
cas de grupo, desde la perspectiva de las organizaciones, del mercado de tra-
bajo, o de la cultura. Vamos a intentar reflexionar sobre las orientaciones teó-
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CAPÍTULO 11: ÜENCIA 1 SOCIEDAD Y DINÁMICA GRUPA L
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5.2. Perspectivas sobre el Trabajo Social con Grupos desde los modelos
sistémicos, psicodinámicos y de la ayuda mutua
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CAPÍTULO 11: ÜE NCIA, SOCIEDAD Y DI NÁMI CA GRUP.<\L
tos, los conflictos internos que nos llevan a actuar de forma negativa o
perjudicial para con nuestros propios intereses o los intereses ajenos ...
En muchas ocasiones, la imagen que tenemos sobre nosotros mismos,
las expectativas que hemos interiorizado y que no podemos alcanzar,
la opresión derivada de una experiencia traumática mal asimilada,
determinan nuestro comportamien to. La dinámica grupal permite que,
en la interacción con los otros, podamos verbalizar nuestro conflicto, y
vernos reflejados en la situación de los demás. En este sentido, la diná-
mica de grupos desde esta perspectiva tiende a focal izarse en aspectos
concretos del comportamiento vinculados con nuestra vida inmediata.
Nos permite aprender a liberarnos de nuestros patrones inadecuados de
acción. Y potencia, desde el conoc imiento de nuestra trayectoria, nues-
tras habilidades. Pero también se puede utilizar en grupos cuyos inte-
grantes no tienen problemas de interacción derivados de conflictos,
sino que sufren trastornos severos de la personalidad o psicosis.
- El modelo de ayuda mutua es un modelo ampliamente utilizado en
nuestra profesión. Desde nuestra perspectiva, para anal izar su modelo
teórico, hay que hacer hincapié en la noción de altruismo: la coopera-
ción altruista es uno de los mecan ismos que explican la supervivencia
de la especie humana. Los progen itores, sin esperar nada a cambio, y
poniendo en riesgo su vida, favorecen a sus descendientes. A menudo,
muchos miembros del grupo se esfuerzan y dan su vida por la colecti-
vidad.
El modelo de ayuda mutua se basa en esta tendencia natural de nuestra
especie (aunque también tenemos inscrita en nosotros la tendencia ego-
ísta y violenta, como se ha señalado en numerosas ocasiones) . Ya en las
primeras experiencias del Trabajo Social, aquellos que acudían a las set-
tlement houses, experimentaban en su vida la pobreza y las duras con-
diciones de vida, a la vez que trabaj aban para mejorar la situación de
las personas que vivían en barrios desfavorecidos. En el debate entre la
naturaleza egoísta y violenta, o altruista y benevolente, del ser humano,
la neurobiología ha puesto de reli eve cómo nuestro cerebro tiene una
estructura orientada hacia el compo rtamiento altruista: existe un meca-
nismo altruista en el cerebro, nuestro cerebro está configurado para
producir comportamiento altruista (Pfaff 2015: 12-13).
Desde la perspectiva de este autor, nuestro cerebro está configurado
(wired) para actuar altruistamente, y lo relevante es analizar los obstácu-
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Antonio López Pelaéz
6. CONCLUSIONES
El Trabajo Social con Grupos es una disciplina científica, que en los últi-
mos 75 años se ha dotado de rev istas científicas, programas universitarios de
especialización, y doctorados. Se ha constituido una comunidad científica, y
también se han constituido agru paciones profesionales en las que se integran
los trabajadores sociales que se especializan en este ámbito. En este capítulo,
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CAPÍTULO 11: ÜENCIA, SOCI EDAD Y DINÁMICA GRUPAL
7. LECTURAS RECOMENDADAS
7.1. Texto
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«La comunidad no es solo una solución potencial para los problemas socia-
les, sino que el hecho de que esos problemas existan en ella forma parte de la
naturaleza de la comunidad. La agresión racial contra los escolares en los auto-
buses fue el resultado de las tensiones surgidas en la comunidad local que se
escaparon del control de cualquier v iajero o conductor de autobús. Las perso-
nas contribuyen a la creación de sus comunidades y redes mediante su manera
de comportarse, y sus formas de «comportarse mal» en su medio. Estos conjun-
tos de relaciones están tan pronto extinguiéndose como desarrollándose. Cuan-
do cambian, crean y perpetúan los mismos problemas que están llamados a
remediar o resolver. Los problemas sociales forman parte de la trama misma de
las redes y las comunidades. En consecuencia, las redes y comunidades no pue-
den aplicarse como remedios o ayudas externas. El problema de la delincuen-
cia ilustra esta cuestión. Los delincuentes, jóvenes y adultos, forman parte de la
comunidad. Una manera de contemplar esto consiste en verlos como la causa
del delito en la sociedad, porque, sin ellos, no existiría el delito. Algunos dicen
que son, a su vez, el producto de las influencias negativas en la sociedad de la
pobreza, las viviendas deficientes, el desempleo y la exclusión social, ciertos
enfoques del ejercicio materno-paternal o de su falta, de una educación deryia-
siado reducida o mal orientada, etcétera. Otros dicen que la causa del delito es
genética, una manifestación del pecado original o la malévola o egoísta opción
del delincuente. Cada vez son más quienes afirman que las causas del delito
radican en una combinación de todos estos factores y las circunstancias socia-
les presentas en el momento del suceso. Con independencia de cuál sea la
causa, la mayoría de la gente da por supuesto que puede hacerse algo, que el
delito y la conducta de los jóvenes delincuentes se verán afectados por las res-
puestas que se les otorguen en los niveles nacional y en la comunidad local. La
elección de la causa influirá en las respuestas que se escojan, desde la educa-
ción especial, el tratamiento psicológico, la intervención social de distintos
tipos, los planes de empleo, combinados con tácticas como el circuito cerrado
de televisión y la vigilancia del barrio, hasta los enfoques penales, como ence-
rrar a los jóvenes delincuentes hasta que cometan mayores fechorías y se les
aplique (. .. ) un encarcelamiento de por vida»
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CAPÍTULO 11: CIENCIA, SOCIEDAD Y DINÁM ICA GRUPAL
8. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
9. RESUMEN
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CAPÍTULO 111:
Teoría, posibil idades y paradojas:
rastreando los fundamentos del
Trabajo Social con Grupos
Capítulo 111: Teoría, posibilidades y paradojas:
rastreando los fundamentos del Trabajo Social
con Grupos
Objetivos:
- Conocer las principales características del contexto en el que se desarro-
lla el Trabajo Socia l con G rupos como disciplina científica: la Ilustración,
las Revo luciones Industriales y la sociedad tecnológica contemporánea.
- Ana li zar los planteamientos de autores relevantes que han anali zado el con-
texto en el que se desarrol lan las ciencias sociales, y en el que se desen-
vue lve la actividad profesional de los trabajadores sociales con grupos en
la actualidad.
Conceptos:
- Ilustració n
- Libertad
- Revolución Industrial
- Exclusión social
103
CAPÍTULO 111: TEORIA, POSIBILIDADES Y PARADOJAS
1. INTRODUCCIÓN:
En los dos primeros capítulos de este libro, hemos analizado nuestro con-
texto actual desde la perspectiva del Trabaj o Social con Grupos. Un contexto
tecno lógi co, en el que se redefinen nuestras relaciones. Y un contexto demo-
cráti co, en países como España, en el que podemos constatar el equilibrio
inestable entre la dinámica imparable de universalización de derechos, y por
otro lado las d ifi cu ltades financieras de nuestro estado del bienestar. No
podemos ana1izar dimensiones básicas de cualquier dinámica grupal, como
la com unicación o el poder, sin previamen te analizar los fundamentos del
Trabajo Socia l como disci plina científica y como profesión .
Nuestra profesión, y nuestra discipli na científi ca, para explicarse a sí
mi sma, debe reconocer que se basa en una con cepción previa de la persona
co mo ciudadano, sujeto de derechos. Buscamos recuperar las habilidades y
competencias de las personas porque di chas personas merecen la pena. Y
merecen la pena más allá de sus comportami entos personales, que pueden ser
acertados o no en determinadas circunstanci as. Por eso, en el Derecho Penal,
bu scamos la reinserción del condenado. Y por eso, en el Trabajo Social per-
seguimos la recuperación y fortalecimiento de cada persona.
No sería posible desarrollar nuestra disciplina en un contexto teórico en el
que se defiende la legitimidad ética de la esclavitud. Una sociedad en la que
determinados grupos de población carecen de derechos, porque no se les
considera ciudadanos. Nuestra disciplina responde a un compromiso ético
que se fundamenta en los derechos hum anos, en la dignidad de las personas.
En cada contexto histórico, a lo largo de los últimos cien años, los trabajado-
res sociales han afrontado las situaciones de injusticia y desigualdad, y han
trabajado para recuperar y potenciar las hab ilidades de los ciudadanos.
¿Por qué? Porque frente a las injusticias y desigualdades que podemos
observar en nuestro entorno, nuestra forma de estar en el mundo, de enten-
der la realidad , se basa en la ciudadanía y la democracia. El principio de la
igualdad y de la dignidad de los seres humanos actúa como una permanente
mirada crítica que desenmascara dichas situaciones de exclusión y pobreza.
Desde una cosmovisión esclavista, los esclavos carecen de derechos y su
situación no es relevante para los que se consideran ciudadanos. Desde una cos-
movisión basada en la igualdad de las personas, las situaciones de esclavitud
devienen injustificables, insoportables, y nos movilizan para hacerlas desparecer.
En este sentido, los trabajadores sociales son profesionales que luchan por el
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CAPÍTULO 111: TEORÍA, POSIBILIDADES Y PARADOJAS
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CAPÍTULO 111 : TEORÍA, POSIB ILIDADES Y PARADOJAS
antiguo modo de pensar; no existe ya un texto para ser glosado o una ver-
dad para ser ilustrada, sino el riesgo de una aventura, donde todo es cier-
tamente oscuro, pero también posible» (Garín, 1958: 8).
Los nuevos descubrimientos geográficos, científicos y técnicos pusieron
de relieve las limitaciones de las doctrinas de los denominados 'anti-
guos'. En consecuencia, la experiencia, la reflexión personal, y el aná-
lisis racional, se convirtieron en los métodos imprescindibles de inves-
tigación. Se trata de comenzar de nuevo, poniendo en duda todo lo
anterior, y estableciendo un nuevo edificio del saber, basado en la con-
fianza en las posibilidades del ser humano, como ejemplifica de forma
paradigmática la obra de Descartes.
- En tercer lugar, la idea de progreso: el saber se concibe como algo que
aumenta, que crece con el tiempo gracias al esfuerzo de generaciones
de seres humanos, y por ello los 'modernos' tienen ventaja sobre los
'antiguos', simplemente porque se levantan sobre los hombros de las
generaciones anteriores: «Se han descubierto infinitas cosas bellas que
los antiguos ignoraron, la brújula, fa ltos de la cual tantos navíos se per-
dieron en otros tiempos, y el arte de imprimir, que es el invento más
admirable y divino que haya conceb ido nunca el humano ingenio. Estas
invenciones pueden bien contraponerse a cuanto los anteriores siglos
tuvieron de más raro y exquisito (. .. ) Es razonable hacerle un sitio a la
Antigüedad, pero de ahí no se sigue ciertamente que se deben leer o ver
o alabar o aprobar tan sólo las obras de los antiguos» (Vigeneré, 1571).
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CAPÍTULO 111: TEORÍA, POS IBILIDADES Y PARADOJAS
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CAPÍTULO 111: TEORÍA, POSIBILIDADES Y PARADOJAS
virse por sí mismo de él sin la guía de otro. Sapere aude! ¡Ten valor de ser-
virte de tu propio entendimiento!, he aq uí el lema de la Ilustración» (Kant,
1988: 9).
El fundamento de la libertad y de la realización de nuestra propia huma-
nidad reside en someter todo argumento o descripción de hechos al tribunal
de la razón, como última instancia que debe regir los acuerdos y diferencias:
«¡Amigos del género humano y de lo que es más sagrado en este género! Ya
se trate de hechos ya se trate de fundamen tos racionales; admitid lo que os
parezca más auténtico luego de un examen cuidadoso y sincero. Pero no
neguéis a la razón lo que hace de ella el bien supremo sobre la Tierra, a saber,
el privilegio de ser la última piedra de toque de la verdad. Si no, indignos de
esa libertad, seguramente la perderéis, y arrastraréis en esta desgracia a vues-
tros semejantes que son inocentes y estarían seguramente dispuestos a servir-
se legalmente de esa liberta y, así, usarla con el fin del bien de la humanidad»
(Kant, 1982: 65-66).
En este sentido, la madurez de la edad, la capacidad para analizar racio-
nalmente y sin prejuicios cualquier aspecto de nuestra vida, es un requisito
indispensable en cualquier dinámica de grupo. Y, al mismo tiempo, se con-
vierte en un objetivo de la intervención profesional a través de las dinámicas
grupales: fortalecer la capacidad de cad a miembro del grupo para analizar
con rigor su circunstancia personal y gru pal.
La Ilustración, frente al racionalismo del siglo XVII, concibe la razón como
una fuerza de transformación de lo real. Frente a la concepción de la razón
como una facultad que permitía llegar a los primeros principios del ser, pro-
pia del racionalismo del siglo XVII , la razón se concibe en la Ilustración como
una facultad humana, que se desarrolla con la experiencia, y que permite
caminar desde los hechos hasta los principi os. Una facultad con un evidente
carácter utilitario, herramienta para la reorganización de la sociedad (Cassirer,
1978).
Desde esta perspectiva se originan en esta época histórica nuevas líneas de
investigación sobre la naturaleza humana, caracterizadas por un nuevo enfo-
que teórico, tanto en el ámbito de las actividades económicas, como pode-
mos ver en la obra de Adam Smith (1958), cuanto en el ámbito del análisis de
la realidad social y las diversas formas de organización política, como puede
verse en la obra de Montesquieu (1980), como en el análisis de las costum-
bres e instituciones de la sociedad de su tiempo, como podemos ver en la
obra de Voltaire, ' Ensayos sobre las costumbres y el espíritu de las naciones'.
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El Trabajo Social con Grupos en el siglo XXI tiene que tomar como punto
de partida en el contexto tecno-económico en el que se desenvuelve la vida
de los ciudadanos en cualquier lugar del planeta. Los denominados Primer y
Tercer .Mundo coexisten tanto en España como en cualquier otro país, y la
economía basada en la innovación tecnológica está presente, también, en paí-
ses en vías de desarrollo. Tenemos que tomar en consideración el conjunto
de oportunidades y de constreñimientos que se derivan de la sociedad tecno-
lógica en la que estamos inmersos, en diferentes dimensiones: en los patro-
nes de comportamiento individual (recordemos el uso intensivo de tecnolo-
gías como la televisión o el teléfono móvil); en las pautas de consumo o en
los modelos de éxito y realización personal; y por supuesto en el análisis de
los procesos de exclusión social.
Cuando en una dinámica de grupos con personas con problemas relacio-
nales y adicción a sustancias psicoactivas, desarrollamos una serie de sesio-
nes dirigidas a fortalecer su identidad, mejorar sus habilidades relacionales,
favorecer sus capacidades de trabajo en equipo, y por supuesto abandonar no
so lo el consumo de sustancias, sino el entorno y las relaciones sociales uni-
das en las que se produce, tenemos siempre un objetivo claro: lograr la inser-
ció n social de estos ciudadanos. Para ello, tienen que integrarse en el mundo
laboral, tienen que desarrollar o fortalecer un conjunto de habilidades rela-
ci onales. Estas habilidades se definen en relación con el tipo de trabajo, el
entorno tecnológico, y las características de la sociedad en la que se van a vol-
ve r integrar como ciudadanos.
Y para ello, el trabajador social con grupos debe, previamente a establecer
el diagnóstico de la persona que acude a la institución correspondiente, tener
una idea clara sobre el entorno socioeconómico en el que, al final del proce-
so, se debe integrar cada uno de nosotros, y también las personas que van a
;ortalecer sus capacidades mediante la dinámica de grupo. Como hemos visto
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papel que juegan los grupos pequeños, los grupos informales, o los patrones
de comunicación:
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Respondiendo a estas dos var iab les, se han formulado diversas propuestas
sobre la flexibilidad. Una flexibi lidad que no se limita a la flexibilidad labo-
ral, y se amplía a la flexibilidad en la formación, aumento de la capacitación
del trabajador, creación de diversas posibilidades de empleo y de crecimien-
to laboral y personal. En este contexto, es necesario analizar las nuevas opor-
tunidades y riesgos, ya que la demanda de mayor flexibilidad a menudo va
unida a una reducción de los sal ari os y una mayor inestabilidad en el puesto
de trabajo. Tras la larga crisis eco nó mica y social que se generó con la crisis
de las hipotecas subprime en 2007, aumentaron las demandas de formación
y cualificación, pero no se incrementaron los salarios. En este punto, necesi-
tamos no solo estrategias individual es de supervivencia. Necesitamos también
respuestas institucionales, más y mej ores programas educativos, de formación
permanente, y también de intervenc ión social , que permitan aumentar nues-
tra capacidad competitiva. Pero no hay que centrarse solo en el individuo.
Necesitamos también respuesta s institucionales que consoliden nuestras
estructuras o mallas o redes de protección social, en un entorno de mayor
incertidumbre.
Las claves del éxito o del fracaso, en términos de sostenibilidad social de la
nueva sociedad y la nueva economía (Carnoy, 2001) dependen de la articula-
ción de las respuestas institucionales correctas. Y, en este ámbito, el Estado del
Bienestar, las poi íticas sociales, y los trabajadores sociales, juegan un papel
insustituible, desde una perspecti va basada en la noción de c iudadanía, confi-
gurando la sociedad para que cada persona pueda establecer su trayectoria
individual. Por ejemplo, en relac ión con el tema del empleo en la sociedad
contemporánea (y con un empleo de calidad que permita la realizac ión de los
seres humanos), Freeman y Soete son taxativos al señalar la importancia de los
cambios institucionales, resaltand o co n ello la capacidad y la necesidad de una
gestión institucional (pública y pri vada) adecuada: «La velocidad de expansión
y la consiguiente posibilidad de creación de empleo dependerá, sin duda algu-
na, de la política económ ica genera l y de las políticas específicas de cambio
institucional en áreas relacionadas con las TIC (tecnologías de la información y
la comunicación) que se adopten en los próximos años» (Freeman y Soete,
1996: 88).
Los modelos de implantación y gestión de las nuevas tecnologías no están
predeterminados. Ciertos ejempl os de nuevas empresas multinacionales en
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5. CONCLUSIONES:
En este capítulo, hemos analizado las raíces del Trabajo Social con Grupos
como disciplina científica: la Ilustración y las Revoluciones Industriales, des-
cribiendo también algunos rasgos característicos de las sociedades contem-
poráneas. Las conclusiones básicas que podemos formular son las siguientes:
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6. LECTURAS RECOMENDADAS:
6.1. Texto:
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7. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN:
8. RESUMEN:
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CAPÍTULO IV:
Comunicación y grupos sociales
Capítulo IV: Comunicación y grupos sociales
Objetivos:
- Conocer las características básicas de los procesos de comunicación, su
papel en la evolución de la especie humana, y el lugar clave que ocupa la
comunicación en las sociedades contemporáneas, presentado especial
atención a los medios de comunicación social.
Conceptos:
- Comunicación
- Ideología
- Internet
- Agenda-setti ng
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CAPÍTULO IV: COMUNICACIÓN Y GRUPOS SOCIALES
1. INTRODUCCIÓN:
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nar con los demás de forma adecuada, a la vez que, mediante el análisis y
debate de las formas de pensar y los temas que «Se piensan» (y «nos piensan»,
ya que a menudo los pensamos tal y como nos los presentan los medios de
comunicación social), podemos aumentar la capacidad de cada persona para
relacionarse de manera crítica y autónoma con su propio medio cultural.
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Una de las consecuencias más claras de la brecha digital no es solo que tene-
mosque afrontar las dificultades de acceso a la red. Junto al problema del acce-
so, hay que abordar el problema de la capacitación de los ciudadanos. Tene-
mosque analizar y favorecer el desarrollo de las habilidades y estrategias para
relacionarnos en la red, aprovechando su potencial desde una perspectiva,
como defendemos en este libro, centrada en la noción de ciudadanía. Un lema
para el Trabajo Social con Grupos en la red podría ser el siguiente: frente a las
dinámicas exclusógenas on-line, también somos ciudadanos en Internet, tam-
bién tenemos que ejercer nuestra ciudadanía democrática en la red.
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gías como los «sms» han sido utilizados masivamente para comunicarnos,
porque es lo que somos. En cierta medida, igual que Carlos Marx señala-
ba que nuestro ser son nuestras relaciones sociales, podríamos decir que,
si nuestras relaciones sociales se basan en nuestra capacidad de comuni-
cación, el armazón de nuestra identidad son nuestras pautas comunica-
cionales, y en este sentido, muchos problemas personales y colectivos se
derivan de la utilización de pautas de comunicación desajustadas o erró-
neas, que nos llevan a conflictos o a fracasos.
La comunicación interpersonal crea y sostiene nuestras relaciones per-
sonales: la amistad, el amor, la relación filial. En este sentido, como ya
hemos analizado en otro lugar, el analfabetismo relacional se conv ierte
en un predictor claro de exclusión social, y es un analfabetismo direc-
tamente relacionado con la incapacidad de establecer comunicación y
relaciones adecuadas con los demás. A continuación, exponemos el
análisis de este síndrome que hemos publicado recientemente, con sus
consecuencias en el ámbito de las relaciones interpersonales, tanto en
la familia como en la empresa:
«Una de las ventajas de las situaciones de crisis es que nos permiten tomar
conciencia de aquellos aspectos que quedaban ocultos por la rutina y el
éxito. Después de más de veinte años de exaltación de un individualismo
extremo, en el que la carrera profesional se describía como una lucha per-
sonal, y en el que la vinculación entre empresa y trabajador, y entre tra-
bajador y trabajador, era siempre provisional en función del interés de
cada parte, nos enfrentamos a la dura realidad. Hay problemas que, solos,
no podemos solucionar. Hay que afrontar colectivamente retos difíciles.
Hay que trabajar en equipo, hay que establecer lazos de solidaridad, hay
que volver a dar importancia a las relaciones sociales, a nuestras amista-
des, a nuestras familias, a nuestro entorno, hay que afrontar entre todos la
construcción de un futuro mejor. Este lenguaje está presente en las estra-
tegias de los partidos políticos, y en el discurso de organizaciones empre-
sariales y sindicales. Primero fue la crisis ecológica, después la crisis finan-
ciera, ahora la crisis laboral y el paro ... Necesitamos afrontar colectiva-
mente los retos, y ya no es tan válida esa metáfora del ratón que se lanza
solo a la búsqueda de un nueva habitación llena de queso ...
Antes de esta situación de crisis, muchos de nosotros nos preguntábamos
por la viabilidad de una sociedad en la que cada vez nos encontramos más
aislados en nuestra vida física. Hay que tener en cuenta, como muestran
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que lo que importa es alcanzar un objetivo prefijado (como puede ser una
campaña militar), la comunicación es completamente diferente. Igualmente,
cualquier trabajador/a social experimenta la diferencia entre trabajar en un
Ayuntamiento determinado, la forma de proceder y la cultura de la gestión
que existe, por contraposición a otros Ayuntamiento, a las Diputaciones o a
una empresa en la que puede desarrollar su actividad profesional.
Una de la cuestiones previas que se encuentra en la raíz de muchos proble-
mas laborales es, precisamente, no entender la cultura y las reglas explícitas
e implícitas que caracterizan una organización dada. No es lo mismo llegar
a un edificio de oficinas en el centro financiero de una gran ciudad, donde
todo el personal adopta pautas de vestir y de comunicarse similares (traje y
corbata) que ir a una oficina de diseñadores web, donde las pautas de com-
portamiento, la vestimenta y la forma de re lacionarse adoptan otras caracte-
rísticas muy diferentes. Podemos diferenciar las siguientes cuestiones:
a) La primera cuestión que hay que tener en cuenta es que toda estructura
organizativa descansa sobre la base de una estructura comunicativa, en la
que podemos diferenciar dos ámbitos: los modelos de comunicación, y los
medios concretos que se utilizan: «la comunicación es tanto el modo de
recibir la cultura, como el instrumento utilizado en su construcción. La cul-
tura de cada organización vendrá definida por la propia atención general
a la comunicación, la complejidad del modelo de comunicación maneja-
do (especialmente por los directivos), la atención a la comunicación de
retorno (transporte de información o proceso transaccional), a los medios
de comunicación de masas, a la distinción entre la comunicación interna
y externa, o a la formal e informal» (Lucas, García, Ruiz 2003: 57-58).
b) La forma de comunicarnos puede adoptar, dentro de una organización ,
tres posibilidades: la comunicación horizontal (aquella que se da entre
miembros que se encuentran en la mism a posición jerárquica, y que
puede tener códigos explícitos y códigos implícitos); la comunicación
descendente (en la que el mensaje parte de la jerarquía, en dirección a
las personas que se encuentran en pos iciones inferiores); y la comuni-
cación ascendente (aquella en la que la comunicación se produce
desde la base de la estructura hacia los niveles jerárquicos superiores) .
c) Desde la perspectiva de nuestra disciplina, es fundamental evaluar el
entorno profesional en el que se integran cada persona, o en el que
quiere integrarse (en el caso de dinámicas de grupo con desempleados),
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GENERAL PUSH
. -~
INFORMACION Jéo~.µNlfAflóEfz
-. DSITRIBUCION
2000 Buscar Comprar Publicar
1800 Leer Mirar
Comercio
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Hablar
~ 1400
1200
.gi 1000
i 800
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400
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o
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que resuelven los problemas ocasionados por una Web carente de semántica
en la que, en ocasiones, el acceso a la información se convierte en una tarea
difícil y frustrante»
(http://www.w3c.es/Divulgacion/GuiasBreves/WebSemantica).
En 2015, las dos redes sociales más relevantes en el ámbito digital son
Facebook y Twitter. Facebook fue creado originalmente por Mark Zuckerberg
en febrero de 2004 como una simple aplicación online alternativa al libro
físico . Su objetivo era el siguiente: colgar cada curso las fotografías y datos
básicos de los alumnos de la Universidad de Harvard. Poco después Facebo-
ok comenzó a facilitar que más estudiantes de otras universidades agregasen
a nuevos usuarios, cuyas facultades no pertenecían a Harvard. Actualmente
aquella funcionalidad ha sido ampl iamente superada y modificada por los
usos y demandas cotidianos de m ill ones de usuarios alrededor del mundo; y
ha habido traducciones locales de éxito como Tuenti en España, que supone
una traducción local del mismo fenómeno global a una audiencia distinta.
Facebook es utilizado por más de 1.350 millones de personas (octubre
2014) . Más de 700 millones de d ichos usuarios son acceden y utilizan Face-
boolk a través del móvil. Para poder prestar sus servicios, Facebook utiliza
una infraestructura compleja, formada por una red de más de 50.000 servi-
dores. Estos servidores usan distribuciones del sistema operativo GNU /
Linux, usando LAMP (un sistema de infraestructura de Internet que utiliza un
sistema operativo, un servidor web, un gestor de bases de datos y diferentes
lenguajes de programación). Facebook tiene versiones en más de 70 idiomas
y más de 300.000 usuarios han ayudado en las traducciones locales de la apli-
cación en todo el mundo, que ha si do desarrollada por más de un millón de
desarrolladores de más de 180 países. Facebook también se puede utilizar
desde plataformas móviles y ha superado las cifra de 150 millones de usua-
rios activos, siendo el doble de activos que los que usan Facebook desde
ordenadores.
Los mayores dudas y peligros que conlleva Facebook, y en su versión local
Tuenti, tienen que ver la protección de los datos de los usuarios, por ejemplo,
la protección de los menores que pueden acceder y usar esas plataformas.
Asegurar la privacidad de los usuari os es una prioridad. Especialmente en el
año 2013, cuando se descubrió que las agencias de seguridad de diferentes
países, como la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de
América, espiaban los perfiles de los usuarios, y sus redes sociales. Otro pro-
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dos. A la vez, analizar las gratificaciones que los sujetos reciben, al con-
sumir un medio u otro de comunicación social, y unos programas u
otros, nos permite comprender en mayor medida su forma de ser. En el
entorno actual, en el que las generaciones más jóvenes ven menos la
televisión y pasan más horas conectados a Internet, es importante ana-
l izar lo que les gusta, las gratificaciones que encuentran, y el modelo de
interacción social y de visión del mundo que presentan las series, pro-
gramas o videoclips que contemplan.
En muchos casos, por ejemplo, las infoadicciones comienzan por la
búsqueda de una gratificación determinada, por ejemplo el consumo de
pornografía, a través de Internet, que progresivamente van generando
más interés y más adicción en la persona, generando en algunos casos
pautas de acción (reproducir en la vida real lo que contemplas o lo que
llevas a cabo en la red, de modo virtual, con tu identidad virtual). A su
vez, esa búsqueda de gratificación revela una determinada concepción
de las relaciones sociales, y una serie de problemas reales para relacio-
narse con los demás físicamente. Podemos interiorizar pautas de com-
portamiento que son disfuncionales, que nos conducen a problemas o
conflictos en la vida real, pero que contemplamos en la red. En este sen-
tido, cada vez es más relevante diseñar dinámicas de grupo on-line,
desde la perspectiva de nuestra d isci pi i na.
- En tercer lugar, en el debate entre libertad y condicionamiento (¿nos
determina nuestra educación , o nuestra cultura, nuestro comporta-
miento, o más bien es la influencia de los medios de comunicación la
que nos dice lo que debemos hacer? ¿Y, si no nos determinan, cuánto
influyen?), podemos señalar dos cuestiones:
a) No podemos analizar nuestra identidad, nuestros proyectos y nues-
tra circunstancia sin tomar en consideración el universo cultural y
simbólico en el que estamos inmersos. Nuestros sueños, y nuestras
pesadillas, son las de nuestra época, y, en sociedades donde el con-
junto de la población es protagonista de la participación política y el
consumo (es decir, en sociedades de masas), la comunicación juega
un papel fundamental para impulsar el voto, la compra de unos u
otros productos, o el mode lo de ocio.
En este sentido, el poder, como veremos en el próximo capítulo, «en
una sociedad informacional, queda inscrito, en un ámbito funda-
mental, en los códigos culturales mediante los cuales las personas y
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5. CONCLUSIONES:
En este capítulo, hemos anal izado las características básicas de los proce-
sos de comunicación, resaltando algunas cuestiones clave para el Trabajo
Social con Grupos, para poder obtener una evaluación adecuada de cada per-
sona y de su entorno, y diseñar una dinámica de grupos que tenga en cuenta
la influencia de los medios de comunicación social , y que tome en conside-
ración la importancia del modelo concreto de comunicación que hay que
aprender a utilizar en entornos determinados, por ejemplo en una empresa
(todo trabajador social «trabaja» en una organización, sea una institución
pública o una empresa privada, con su propia cultura organizativa y su mode-
lo de comunicación, y todo trabajador soci al tiene que tener en cuenta que
las personas con las que lleva a cabo una dinámica de grupo tienen, en su
vida cotidiana, que participar en diversas organizaciones). Las principales
conclusiones que podemos formular son las siguientes:
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6. LECTURAS RECOMENDADAS
6.1. Texto
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Gooov, J. (1986): The logic of writing and the organization of society, Cam-
bridge University Press, Cambridge.
LóPEZ PELÁEZ, A. (2009): «Analfabetismo relacional e inteligencia emocional:
¿un nuevo reto para las organizaciones en el siglo XXI?», en Orthopedic
Business Review, nº 3, pp. 3-8.
LucAs, A., GARCÍA, C., Ru1z, J. A. (2003): Sociología de la comunicación, 2ª
ed., Trotta, Madrid.
PosTMAN, N. (1994): Tecnópolis, Galaxia Gutemberg / Círculo de Lectores,
Barcelona.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2001 ): Diccionario de la Lengua Española, Madrid,
Espasa, Madrid.
7. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN
8. RESUMEN:
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C APÍTU LO IV: COM UN ICACIÓN Y GRUPOS SOCIALES
nuestra época. Es importante señalar que las dinámicas grupales son dinámi-
cas comunicativas, que deben cumplir ciertos requisitos. A la vez, las perso-
nas que se incorporan a una dinámica de grupo están ya de antemano inmer-
sas en una relación continua consigo m ismas, con su entorno inmediato,
están inmersas en organizaciones de diverso tipo, y viven en un entorno sim-
bólico y cultural en el que los medios de comunicación de masas ejercen una
influencia fundamental.
Es necesario conocer estas dimensiones de la comunicación, tanto para
gestionar bien un grupo concreto (evaluand o los modelos de comunicación
que cada persona trae ya consigo y utiliza al relacionarse con los demás),
cuanto para capacitar a las personas para describir, controlar y utilizar los
recursos comunicativos de la manera más adecuada (por ejemplo, mejorando
su capacidad para trabajar en grupo en una empresa).
En tercer lugar, ya que vivimos en un mundo de noticias e imágenes,
hemos analizado algunos de los efectos característicos de los medios de
comunicación, ya que cada uno de nosotros está ya dentro de un lenguaje y
una cultura en la que dichos medios ejercen un influjo muy relevante. Inmer-
sos en una sociedad de masas en la que revolución de las tecnologías de la
información está modificando la interacción entre emisores y receptores,
desde la perspectiva de nuestra discipli na es importante analizar algunas
características y efectos de los medios de comunicación de masas, ya que solo
comprendi endo nuestro mundo podremos evaluar adecuadamente las poten-
cialidades y los problemas de los ciudadanos.
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CAPITULO V:
Poder, conflicto, negociación
y grupos sociales
Capítulo V: Poder, conflicto, negociación
y grupos sociales
Objetivos:
- Conocer las características de l poder.
Conceptos:
- Poder
- Ilustración
- Carisma
- Tradición
- Legalidad
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CAPÍTULO V: PODER, CONFLICTO, NEGOCIACIÓN Y GRUPOS SOCIALES
1. INTRODUCCIÓN:
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con su propio poder es también la experiencia de cada uno con sus propios
errores. Y, a veces, uno elige equivocarse o cometer un error, porque al hacer-
lo manifiesta su poder, se empeña, porque lo ha elegido, a pesar de llevarle
al fracaso. La necesidad de afirmarnos, de ejercer nuestra voluntad, es a veces
mayor que nuestra capacidad de racionalizar y analizar fríamente nuestro
comportamiento. Es decir, a menudo no hay una conexión directa entre el
ejercicio del poder, cuestión vital para el ser humano, y la racionalidad del
poder (entendida como adecuación a los fines que se quieren obtener) .
En segundo lugar, el ejercicio de poder implica siempre a los demás. Por
eso, tanto en relación con el d iálogo con nuestro propio pasado y nuestros
deseos, cuanto en relación con la resistencia que oponen los demás a nues-
tros proyectos, el poder siempre conlleva conflicto, negociación y acuerdos.
Como hemos visto en otros capítulos, somos seres sociales, y nos encontra-
mos inmersos en una cultura, una forma de vida, en una sociedad determi-
nada, con unas pautas de relac ión prefijadas, y con una estructura de poder
consolidada en el tiempo. Nuestra propia identidad esta ya construida, res-
pondemos a un entorno, a unos deseos, a unas expectativas, propias de nues-
tra época, de nuestro entorno, y de nuestra familia.
Experimentamos el poder cotidianamente: cuando accedemos a un
empleo, y nos ofrecen un contrato temporal, ese contrato y esa relación labo-
ral responden a un determinado consenso social, a una relación de poder
entre diversos grupos sociales, y por eso, en unos países hay mejores contra-
tos que en otros, porque se han establecido normas para defender o proteger
determinados intereses (de los trabajadores, de los empresarios, de las insti-
tuciones ... ). El Estado del Bienestar, en este sentido, no es el resultado de un
sueño romántico: es la respuesta a dos guerras mundiales, a severos conflic-
tos sociales, y se corresponde con el triunfo de una noción de ciudadano
basada en los derechos humanos.
El Estado del Bienestar es un ejercicio de poder, establece unas reglas de
juego, y responde a consensos sociales básicos. Cualquier empresa es tam-
bién una organización basada en el poder: el poder interno, que distribuye las
funciones y las capacidad de sancionar dentro de la institución, y el poder
externo: la empresa persigue objetivos más allá de su pura organización inter-
na, e influye sobre otros actores que también participan en el mercado.
El poder, por lo tanto, es algo consustancial a nuestra vida. Si pensamos en
cualquier máquina, una tijera, por ejemplo, ¿por qué es así, tiene esa forma?
La respuesta es sencilla: por la forma de nuestras manos, está hecha de un
201
CAPÍTULO V: PODER, CONFLICTO, NEGOCIACIÓN Y GRUPOS SOCIALES
202
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203
CAPÍTULO V: PODER, CONFLICTO, NEGOCIACIÓN Y GRUPOS SOCIALES
mundo, sobre esas cosas y su relación con ella, para fraguarse un plan
de ataque a las circunstancias; en suma, para construirse un mundo
interior. De este mundo interior emerge y vuelve al de fuera. Pero vuel-
ve en calidad de protagonista, vuelve con un sí mismo que antes no
tenía -con su plan de campaña-, no para dejarse dominar por las cosas,
sino para gobernarlas él, para imponerles su voluntad y su designio,
para realizar en ese mundo de fuera de sus ideas, para modelar el pla-
neta según las preferencias de su intimidad» (Ortega y Gasset, 1987:
301-302).
- Los deseos que nos mueven, frente a los deseos de los animales, son ili-
mitados: «Entre el hombre y los otros animales hay varias diferencias,
unas intelectuales y otras emocionales. Una de las principales diferen-
cias emocionales es que algunos deseos humanos, a diferencia de los
deseos manifestados por los animales, son esencialmente ilimitados e
incapaces de satisfacción completa» (Russell, 201 O: 9). Esta falta de lími-
tes se deriva de la imaginación, que por definición no conoce límites:
«La imaginación es el aguijón que impulsa a los seres humanos a un
esfuerzo ininterrumpido después de haber satisfecho sus necesidades
primordiales» (Russell, 2010: 10). Entre estos deseos ilimitados, el más
importante es el del poder, que puede ser definido en el ámbito de las
Ciencias Sociales, en analogía con la Energía en el ámbito de la Física:
el poder tiene muchas formas, y «Únicamente dándose cuenta de que el
amor al poder es la causa de las actividades que importan en los asun-
tos sociales puede ser rectamente interpretada esa historia, antigua o
moderna» (Russell 201 O: 12). Podemos diferenciar cuatro característi-
cas, desde la perspectiva de Russell:
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Antonio López Pelaéz
En el mundo clásico el con cepto del poder que unos hombres ejercen
sobre otros es muy amplio y variopinto, y es tratado por poetas y filósofos,
desde Homero, que llama a Agam enón en la llíada «pastor de pueblos» hasta
Platón, que usa esa definición arca ica como uno de los puntos de partida de
su estudio sobre el gobernante en su diálogo El político. La propia lengua grie-
ga es muy rica en el vocabulario relacionado con el concepto del poder,
desde la época homérica hasta el griego bíblico. El griego usa palabras como
dynamis (poder como capacidad) , kratos (poder político), xeir (poder físico),
megaleiotes (poder como potencia o grandeza), además de sustantivos como
dexia, brachion, hypselos, exou sia, areté, y otras muchas.
Ya en los comienzos de la literatura griega hay múltiples alusiones a la
convivencia entre diversos grupos humanos y su sometimiento a un poder
político, adjetivo derivado del término polis, que expresa precisamente la
agrupación de los seres humanos, no solo habitacional sino también como
comunidad. Desde antiguo están atestiguadas comunidades socio-económi-
cas en la Grecia arcaica v inculadas por lazos étnicos, familiares, materiales o
religiosos. Es difícil, sin embargo, a causa de la lejanía temporal y de la esca-
sez o ambigüedad de las fuentes, definir con claridad estas comunidades
desde el punto de vista de la socio logía o la teoría poi ítica moderna, a riesgo
de incurrir en errores de apreciaci ón histórica que sólo es posible enmendar
mediante un análisis de la realidad histórica.
No existe, por ejemplo, en griego antiguo una voz equivalente a la pala-
bra «estado» en el amplio sentido moderno. La idea de polis incluye también
el concepto de la territorialidad, básico para la ciudad-estado. El poder políti-
co se designa como una idea de lo colectivo que se refleja en el uso de fór-
mulas que incluyen «los atenienses», «la ciudad de los locrios», «los lacede-
monios», etc. El poder que ejercen estas comunidades o colectivos se deno-
mina como «los asuntos de los aten ienses» (ta pragmata ton athenaion), como
en la res publica de los romanos. La designación de la idea del poder ejecu-
tivo en las fuentes suele estar revestida en palabras como arche o kratos (que
ha pasado el idioma griego moderno).
La justicia y las relaciones soci ales se convierten en un tema clave en la
filosofía y la literatura griega, desde las reflexiones de Hesíodo en su obra Tra-
bajo y días (en la que insiste en la responsabilidad social de los malos reyes
y jueces), hasta las reformas de Sol ón (basadas en la distribución de las clases
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CAPÍTULO V: PODER, CONFLICTO, NEGOCIACIÓN Y GRUPOS SOCIALES
El trabajador social no puede ser ingenuo en este ámbito: criticar las rela-
ciones de dominación no significa afirmar que es posible relacionarse sin que
intervenga el «poder», definido como la voluntad de cumplir nuestro deseo o
propósito. El «poden> es consustancial a la vida misma. Se trata de establecer
el tipo de «poder» adecuado, y diseñar límites para el ejercicio del poder arbi-
trario (en este caso, el poder arbitrario de la pareja, sea hombre o mujer),
redefiniendo nuestros deseos y propósitos.
Frente a los sueños de una sociedad de iguales, derivada de la eliminación
de las relaciones de poder, la realidad nos ha mostrado que el objetivo histó-
rico es una sociedad de iguales, derivada del control sobre el poder arbitra-
rio, basada en la ciudadanía democrática. Más que transformar nuestra natu-
raleza hasta crear un tipo de sociedad nueva, sin poder, de lo que se trata es
de controlar el ejercicio del poder, elemento esencial en la vida social.
En cualquier grupo se dan relaciones de poder, se establecen patrones de
interacción, protagonismos, conflictos derivados del control sobre las deci-
siones comunes (desde el día de la reunión , que puede venir bien a unos
miembros y no a otros hasta el objetivo de la acción grupal). La solución no
es eliminar este proceso, sino gestionarlo bien, introduciendo pautas para el
debate, el compromiso, el acuerdo, y la negociación. La historia nos ha ense-
ñado, a lo largo de los siglos, que la búsqueda de una sociedad más justa, en
la que los excesos del poder que criticamos en un momento dado no puedan
darse, no ha conseguido eliminar el poder. Todas las revoluciones han susti-
tuido un poder por otro, y a veces por otro aún peor.
En este sentido, la historia de la Antigua Grecia nos proporciona muchos
ejemplos. El caso de Dionisia el Viejo es paradigmático: Siracusa, bajo un
régimen más o menos democrático, había sufrido diversas derrotas militares.
Dionisia, como jefe de los guerreros, pedía el castigo de los generales derro-
tados, reclamando el nombramiento de un nuevo jefe que perteneciese al
pueblo, de condición humilde, y que fuera bondadoso en su comportamien-
to como consecuencia de su propio origen popular. «Y de este modo, se con-
virtió en tirano. Pero la historia no nos dice que los pobres y humildes consi-
guieran con ello ventaja alguna. Es cierto que confiscó las propiedades de los
ricos, pero las entregó a su cuerpo de guardia. Su popularidad se desvaneció
pronto, pero no su poden> (Russell, 201 O: 83).
En definitiva, el origen del poder está en nuestra propia naturaleza: volun-
tad de sobrevivir; voluntad de sobrevivir transformando la realidad; voluntad
de sobrevivir con los otros, con los demás, grupalmente; voluntad de ser reco-
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El Principe, obra escrita por Maquiave lo, ha ejercido una influencia cons-
tante en la historia de la ciencia política y la filosofía. Y la ha ejercido porque,
frente a las reflexiones utópicas de algunos pensadores de u época, y de épo-
cas posteriores, Maquivalo se centra en el análisis del comportamiento real de
los seres humanos en sociedad. Y analiza la mezcla de interés, miedo, bús-
queda de seguridad y fortuna que caracteriza el comportamiento personal del
que tiene el poder, y también el comportamiento de cada uno de los miem-
bros de una sociedad determinada.
Para el trabajador social , es importante analizar la realidad tal y como se
presenta, y desde los criterios de interpretac ión de aquellos que actúan, inde-
pendientemente de lo que consideramos «debiera ocurrir», del deber ser, de
lo éticamente correcto. A partir de un conocimiento adecuado de la realidad,
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tamiento real de las personas, las características de cada sociedad, y las for-
mas en las que se ejerce el poder en cada contexto histórico. Con Montes-
quieu toma carta de naturaleza un enfoque científico sobre el estudio de la
sociedad, que busca reducir la diversidad de leyes, costumbres e instituciones
a un orden inteligible. Para ello, adopta un método de análisis empírico, reco-
giendo los datos que podemos obtener de la experiencia, y comparativo, bus-
cando las causas profundas de los comportamientos humanos y de la estruc-
tura institucional de sus sociedades.
Para el autor de 'El espíritu de las leyes', el análisis de la realidad social
debe partir de dos principios: en primer lugar, los hechos no son producto de
un devenir accidental; hay que analizar las causas que los explican, más allá
de la apariencia de sucesión desordenada; en segundo lugar, podemos clasi-
ficar los costumbres, usos y tipos de sociedades en una tipología sencilla y
clara, resaltando las similitudes entre las sociedades humanas; en tercer lugar,
hay que poner en relación la organización social con el régimen político en
cada caso determinado.
Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) desarrolla una perspectiva de análisis
en su teoría del pacto social, en la que se explica el ser humano en función
de su condición de animal social, desde una perspectiva diferente a la que ya
hemos analizado de Hobbes. De un estado de inocencia inicial (el estado nat-
ural) se pasa a un estado de decadencia (el estado social actual), y posterior-
mente la superación del estado de decadencia se dará en la 'restauración' (por
el contrato social). Para Rousseau, la sociedad actual es la consecuencia de la
coacción impuesta por el egoísmo y por las pasiones, y por lo tanto es corrup-
tora de la condición humana. Las características de nuestra sociedad actual
responden a la degradación producto de la cultura y la desigualdad humana.
Y por ello, se trata de volver a la naturaleza humana primigenia, como refe-
rente teórico para la constitución de un nuevo pacto social, basado en el desa-
rrollo de las fuerzas naturalmente buenas del ser humano.
De ahí que propugne un nuevo pacto social, un nuevo contrato, ligado al
consentimiento libre de los ciudadanos, que se determinan a obedecer las
leyes derivadas de la 'voluntad general'. Esta 'voluntad general' coincide con
la forma natural de la naturaleza humana, y por lo tanto es universal. Frente
al optimismo ilustrado, Rousseau analiza la sociedad de su tiempo como un
producto histórico, y indaga en los principios que constituyen su entramado
básico, tanto institucional como moral: la desigualdad, el egoísmo y el domi-
nio de las formas de interacción individuales, que no toman en cuenta la pro-
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CAPÍTULO V: PODER, CONFLICTO, NEGOCIACIÓN Y GRUPOS SOCIALES
pia naturaleza del ser humano. Con ello, sitúa a la sociedad como objeto de
estudio. Pero, en segundo lugar, debe destacarse que, en su análisis, la indi-
vidualidad queda sometida a un análisis estructural: es la propia ordenación
de la sociedad la que contamina al individuo, y por lo tanto debe abordarse
su análisis desde una perspectiva que supere el individualismo, tomando
como punto de referencia la propia estructura social como causa de los com-
portamientos de sus miembros. Por ello, la auténtica realización del individuo
solo puede darse en la comunidad articu lada en torno al contrato social, que
permite su realización y le libera de la degradación presente en las estructu-
ras de la sociedad de su tiempo.
En ambos casos, los individuos se encuentran inmersos en una cultura y un
entorno determinado, y experimentan el poder político, del Estado, pero también
el poder de cada uno en relación a los otros: el ejercicio de nuestras pasiones,
de nuestros sueños y deseos, la persecución de la felicidad. Y aquí es donde los
pensadores ilustrados, y no solo Montesquieu o Rousseau, hacen una aportación
decisiva, tanto en su contexto histórico, como en la actualidad. El objeto de su
análisis no es ya la ciudad ideal o el Estado perfecto, sino la crítica fundamenta-
da a los excesos y arbitrariedades de poder tal y como se ejerce en su contexto
histórico. Instauran una perspectiva universalista que se caracteriza por el reco-
nocimiento del otro, la autocrítica, el discurso abierto a nuevas teorías y aporta-
ciones, y, sobre todo, la crítica feroz al ejercicio arbitrario del poder.
En este sentido, el ideal de la Ilustración es, precisamente, salvaguardar al
individuo del ejercicio arbitrario de cualquier poder (incluido el suyo perso-
nal): «sus mejores representantes abogaron por la tolerancia frente al prejui-
cio, por la innovación frente al inmovilismo, por los derechos de la minoría
frente a los entusiasmos de la mayoría, y por la autonomía del individuo fren-
te a las afirmaciones reveladas de la auto ridad religiosa. El componente radi-
cal de la Ilustración se halla en su ataque generalizado contra privilegios y
prejuicios. Su carácter reflexivo y crítico permite a su teoría política más dis-
tintiva exigir la 1imitación del ejercicio arbitrario del poder institucional y
ampliar las posibilidades de la experiencia individual tanto en las sociedades
occidentales como en las no occidentales» (Bronner, 2007: 15).
Podemos señalar cuatro cuestiones relevantes sobre la tradición ilustrada,
desde este punto de vista:
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No puede olvidarse que, como ocurre siempre que hay seres humanos
relacionándose, en el grupo se generan también situaciones de poder, lide-
razgos, sometimientos, y conflictos, que se derivan casi siempre de tres cues-
tiones:
En este sentido, es relevante diferenciar entre los objetivos que cada perso-
na pueda marcarse (las expectativas que tenemos en nuestras sociedades avan-
zadas, lo que se denomina en marketing «deseos u objetivos aspiracionales»), y
la vida real que cada uno de nosotros vivimos. Soñamos, y nos hacen soñar, con
el éxito vinculado con una gran coche, una gran casa, un cuerpo de escándalo
(con un físi co envidiable, sea natural o producto de una intervención quirúrgi-
ca), viajes, experiencias de todo tipo, una carrera profesional exitosa, etcétera.
Pero la realidad es, muchas veces, que todas esas aspiraciones, que habitan en
nuestros sueños, que se convierten en nuestros deseos, y que nos llevan a otor-
gar prestigio a quienes lo consiguen (y nos «d isciplinan» a nosotros mismos, tra-
bajando para alcanzarlos), son de imposib le realizac ión .
Perseguir algo imposible no es una buena estrategia de desarrollo personal
y grupal, y, a menudo, muchos de los cód igos de comportamiento que obser-
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gar a la moderna noción de ciud adanía. En este proceso, cada vez que
hemos aceptado los derechos de los otros (los otros ciudadanos varo-
nes, las mujeres, los extranjeros, etcétera), hemos modificado nuestra
relación de poder con ellos y con nosotros mismos. Pero nuestra ten-
dencia natural hacia el poder lleva a que en cada momento tengamos
de nuevo que replantearnos cómo relacionarnos, y en este sentido, la
dinámica de grupo se revela como un lugar adecuado para practicar la
interacción con los iguales.
En este proceso, no hay que perder de vista las limitaciones que se deri-
van de nuestra naturaleza y nuestra educación: «después de la anarquía,
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CAPÍTULO V: PODER, CONFLICTO, NEGOCIACIÓN Y GRUPOS SOCIALES
Estado del Bienestar ilustra esta cuestión: a pesar de llevar tres déca-
das debatiendo su existencia, y reclamándose desde perspectivas
neoliberales su desmantelamiento, la opinión pública europea no
acepta dicha reducción. Al contrario, se reclaman nuevas presta-
ciones y servicios, y, después de la alternancia de gobiernos de
diferentes orientaciones políticas en España y el resto de la Unión
Europea, el porcentaje de gasto asignado al mantenimiento del
Estado del Bienestar apenas ha disminuido en los últimos decenios.
d) El poder de las organizaciones: las personas vivimos siempre inmer-
sas en una sociedad dada, en famili as, en grupos y en organizacio-
nes. Y experimentamos en nuestra vida cotidiana el poder de las
organizaciones: el poder de la Inspección de Hacienda, el poder
judicial, el poder de una gran empresa, el poder de una organización
no gubernamental. .. Y podemos observar su «poder» tanto en lo que
hacen, en su capacidad de actuación (muy superior a la de cualquier
individuo aislado) cuanto en su estru ctura interna: la distribución del
poder dentro de la organización , y la lucha por alcanzar un deter-
minado nivel de poder dentro de ella (por parte de los que pertene-
cen a dicha organización).
«Una organización es un conjunto de personas que se relacionan en
virtud de actividades dirigidas a fi nes comunes. Puede ser puramen-
te voluntaria, como un círculo social; puede ser un grupo biológico
natural, como una familia o un clan; puede ser obligatoria, como el
Estado; o puede ser una mezcla complicada, como una compañía
ferroviaria . El propósito de la organi zación puede ser explícito o táci-
to, consciente o inconsciente; puede ser militar o político, económi-
co o religioso, educacional o atlético, etcétera. Toda organización,
cualquiera que sea su carácter y cualquiera que sea su propósito,
implica cierta redistribución del poder» (Russell, 201 O: 147). Las
características más importantes de una organización son las siguien-
tes: el objeto de la organización; el tamaño; el poder sobre los miem-
bros; el poder sobre los no miembros; y la forma de gobierno.
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5. CONCLUSIONES:
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CAPÍTULO V: PODER, CONFLICTO, NEGOCIACIÓN Y GRU POS SOCIALES
6. LECTURAS RECOMENDADAS
6.1. Texto
«El poder puede ser definido como la producción de los efectos deseados.
(. .. ). Hay varias maneras de clasificar las formas del poder, cada una de las
cuales tiene su utilidad. En primer lugar está el poder sobre los seres huma-
nos y el poder sobre la materia muerta o las fo rmas no humanas de la vida
(. .. ). El poder sobre los seres humanos puede ser clasificado por la manera de
influir en los individuos o por el tipo de organización que implica.
Un individuo puede ser influido: a) po r el poder físico directo sobre su
cuerpo, por ejemplo, cuando es encarcelado o muerto; b) por las recompen-
sas y los castigos utilizados como alicientes, por ejemplo, dando o retirando
empleos; c) por la influencia en la opinión, po r ejemplo, la propaganda en su
sentido más amplio . En este último punto pod ría incluir la oportunidad para
crear en otros los hábitos deseados, por ejemp lo, mediante los ejercicios mili-
tares. La única diferencia es que en semejantes casos la acción se produce sin
un intermediario mental que pueda llamarse opinión.
Esas formas de poder se manifiestan más desnuda y simplemente en
nuestras relaciones con los animales, en las que no se consideran necesa-
rios los disfraces y pretextos . Cuando un cerdo con una cuerda alrededor
del lomo es alzado a la bodega de un barco a pesar de sus gruñidos, está
sujeto a un poder físico directo sobre su cuerpo. Por otro lado, cuando el
proverbial asno sigue a la proverbial zanahoria, le inducimos a actuar como
queremos persuadiéndole de que está en su interés hacerlo. Intermediario
entre estos dos casos es el de los animales amaestrados, cuyos hábitos han
sido formados mediante castigos y recompensas. También, aunque algo
diferente, es el caso del rebaño inducido a embarcarse en un buque cuan-
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Todas estas formas de poder tienen ejemplos entre los seres humanos:
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CAPÍTULO V: PODER, CONFLICTO, NEGOCIACIÓN Y GRUPOS SOCIALES
8. RESUMEN
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que tienen las personas, las familias, los grupos y las comunidades, y tomar
en consideración la falta de poder que también tienen las personas, las fami-
lias, los grupos y las comunidades . Evaluada correctamente la falta de poder,
el poder existente, y la naturaleza compartida del mismo (lo que lleva a tra-
bajar en colaboración y mutualidad para poder capacitarnos y recuperar el
protagonismo en nuestra propia vida), este enfoque se centra en establecer
estrategias que nos permitan incrementar nuestro poder, nuestras capacida-
des, a partir de nuestras potencialidades reales. Con ello evitamos centrar
nuestra actividad profesional en desarrollar capacidades inexistentes, o en
afrontar problemas que solo son una expresión de la falta de poder.
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,
CAPITULO VI:
Hacia un modelo teórico en el
Trabajo Social con Grupos
Capítulo VI: Hacia un modelo teórico en el
Trabajo Social con Grupos
Objetivos:
- Conocer los principales elementos que hay que tomar en consideración
para formular una definición del Trabajo Social con Grupos.
Conceptos:
- Trabajo Social con Grupos
- Teoría
- Modelo
- Progresividad
- Gradualidad
- Reversibi 1idad
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C APÍTULO VI : H AC IA UN MODELO TEÓRICO EN EL TRABAJO SOCIAL CON GR UPOS
1. INTRODUCCIÓN:
- En primer lugar, que cada persona tom e una mayor conciencia sobre sí
misma, sobre sus circunstancias, sobre lo que le ocurre. Y que pueda
analizar cómo su actuación se deriva en muchas ocasiones de compor-
tamientos que ha interiorizado, y que no se corresponden con las
demandas de los otros, o de uno mi smo (a menudo, una persona actúa
contra sí misma, y su forma de relac ionarse con su propio cuerpo, con
los demás, le perjudica de forma sistemática). En este sentido, a través
del grupo alcanzamos una mayor libertad para relacionarnos con nos-
otros mismos.
- En segundo lugar, observamos, aprendemos y practicamos pautas rela-
cionales adecuadas. La dinámica de grupo es una escuela de compor-
tamiento, y en ella podemos darnos cuenta de cuáles son las reglas de
juego que se generan, las que cada uno trae consigo, cómo negociarlas,
como aprender a compartir, y cómo reconocernos a nosotros mismos a
través de la experiencia con los otros. En definitiva, somos más libres
porque entendemos y participamos de la experiencia con los demás.
- En tercer lugar, la dinámica de grupo nos permite desarrollar nuestras
capacidades en relación con un obj eti vo predefinido, que implica una
evaluación adecuada de la persona, de l contexto, y de las preferencias
establecidas . Y esta capacidad de actu ación se refuerza porque pode-
mos actuar como grupo, experimentando la acción colectiva, la con-
fluencia de diferentes capacidades en cada miembro del grupo, y el
enriquecimiento que se deriva de la diversidad organizada para alcan-
zar un fin definido de forma colecti va. Es decir, nos da la libertad que
se deriva de un conocimiento adecuado del entorno, de la experiencia
de la acción con los otros. Y experimentamos cómo la toma de deci-
siones democrática produce un efecto no solo sobre los objetivos que
perseguimos. Partiendo de que tenem os diversos intereses contrapues-
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CAPÍTULO VI: HACIA UN MODELO TEÓRICO EN EL TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS
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CAPÍTULO VI: HACIA UN MODELO TEÓRICO EN EL TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS
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2.2. Elementos para una definición del Trabajo Social con Grupos
El Trabajo Social con Grupos, desde sus inicios, busca capacitar a los ciu-
dadanos para afrontar los retos personales, familiares, de integración en gru-
pos, comunidades y organizaciones, mediante un proceso de enriquecimien-
to personal basado en la dinámica de grupos. En un doble sentido: capacidad
para definir, establecer estrategias y actuar en relación con sus objetivos; y
capacidad para compartir colectivamente y actuar en grupo persiguiendo
objetivos definidos previamente por el mismo grupo.
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CAPÍTULO VI: HACIA UN MODELO TEÓRICO EN EL TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS
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los otros, y queremos ejercer nuestro propio poder sobre los demás y
sobre la naturaleza) ...
Podríamos establecer un listado, que en parte hemos reproducido en el
epígrafe anterior, al precisar los resultados de aprendizaje previstos en
la asignatura Teoría del Trabajo Social con Grupos (junto con la asig-
natura de tercer curso del Grado, Modelos de Trabajo Social con Gru-
pos), de capacidades y fortalezas que son necesarias para la vida prác-
tica, y que en muchos casos no se tienen. Más aún, muy al contrario, lo
que observamos son procesos de des-poseimiento, de des-capacitación,
que conducen a la exclusión social.
Esta capacitación tiene una dobl e dimensión: en el nivel personal, for-
taleciendo dimensiones de la vi da que exigen la interacción con los
demás; y en el nivel de la interacción con organizaciones: por ejemplo,
en una empresa, en un grupo de trabajo, en una organización no guber-
namental, en una asamblea esco lar, es necesario que las personas pue-
dan describí r las reglas de ju ego, y ser capaces de uti 1izarlas, y para el lo,
como se dan siempre en la interacción con los demás, el ámbito ade-
cuado es la dinámica de grupos.
- En segundo lugar, el ámbi to propio de nuestra disciplina: la dinámica
de grupos. En justa correspondencia con el epígrafe anterior, si obser-
vamos que muchos procesos de des-capacitación se originan en pautas
inadecuadas de comportamiento, en modelos relacionales que son pre-
dictores claros del fracaso en la interacción social , la respuesta es repro-
ducir un entorno social en el que la persona pueda fortalecer sus capa-
cidades, pueda aprender a rel acionarse, pueda asumir la realidad de los
otros como sujetos y como ciudadanos. Si nuestra realidad personal
emerge sobre un largo proceso de socialización, es reproduciendo ese
proceso, reproduciendo la interacción en grupo, como podemos re-
socializarnos, como podemos volver a empezar, volver a interiorizar
pautas de comportami ento adecuadas.
De ahí que la dinámica de grupos se considerara desde el primer
momento un entorno adecuado para la intervención profesional de los
trabajadores sociales . Y esto en un doble sentido: potenciar a la perso-
na (mediante la interacción con los demás, la persona puede alcanzar
un mejor conocimiento sobre sí misma, puede objetivar sus pautas de
comportamiento, y puede aprender a relacionarse de forma más eficaz),
y actuar colectivamente para alcanzar objetivos (en las tareas coopera-
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CAPÍTULO VI: HACIA UN MODELO TEÓRICO EN EL TRABAIO SOCIAL CON GRUPOS
Ortega y Gasset afirmaba que cada uno de nosotros, nuestro yo, es insepa-
rable de nuestras circunstancias. Es decir, se construye y se define y es posible
en interacción con dichas circunstancias. Y afirmaba también un principio que
podemos situar en la base del Trabajo Social con Grupos: yo soy yo y mis cir-
cunstancias, y si no las salvo a ellas, no me salvo yo. Es decir, el ejercicio de
nuestra libertad solo se posible si generamos libertad en nuestra circunstancia,
en nuestro medio social. Algo parecido a este planteamiento movía a los pen-
sadores ilustrados para reaccionar críticamente ante las injusticias que obser-
vaban en su entorno: «la solidaridad con los marginados y disidentes, con quie-
nes han sido privados de voz, es el producto más radical de la Ilustración. Su
placer por la experimentación y su insistencia en ampliar la gama de posibili-
dades individuales ofrecieron una libertad con contenido. Para lograr este
objetivo fundamental se utilizó la razón en sus dos principales variantes: la
racionalidad científica cuestionó los prejuicios tradicionales y las pretensiones
religiosas respecto a la verdad, mientras que la racionalidad especulativa plas-
mó los objetivos a los que podía servir la ciencia. Insi stir en que, para evitar el
relativismo y el caos, se necesitan unos fundamentos absolutos, o abrazar el
relativismo y el caos debido a la falta de un principio absoluto, son posturas
que nada tienen que ver con la Ilustración» (Brunner, 2007: 205).
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a otras cuestiones, que son las que auténticamente nos interesan (aun-
que nos cueste trabajo reconocerlo).
En relación con este último aspecto, Pascual Bruckner, en su obra «La eufo-
ria perpetua. Sobre el deber de ser fel iz», analiza la relación entre la felicidad
y la libertad (Bruckner, 2001). La felicidad, percibida colectivamente en las
sociedades contemporáneas como una ilusión que se convierte automática-
mente en un derecho y un deber, tropieza con la rutina de la vida ordinaria,
en la que se diluye, y con la experiencia radical del dolor, la desigualdad y la
opresión (tanto sobre nosotros, como la que nosotros mismos ejercemos sobre
los demás). Desde su perspectiva, nos encontramos inmersos en una cultura
en la que somos a la vez cómplices de la felicidad (culpables por ser felices,
en un entorno en el que cotidianamente experimentamos la infelicidad o las
catástrofes que afectan al resto de ciudadanos del planeta), y víctimas de la
felicidad (angustiados por no serlo).
Frente a los límites de esta concepción de la vida, Bruckner postula el valor
superior de la libertad, y nos reta a una vida más heroica, en la que hacemos
frente y asumimos el dolor, la rutina y el destino. En definitiva, nos propone
dejar atrás dos patologías características de nuestra época, el infantilismo y el
victimismo, y dar paso a una vida basada en la libertad, en un modo de vida
creativo y personal , que nos permi ta desarrollar una trayectoria abierta al ries-
go, al ejercicio de nuestras potencialidades, y al riesgo que supone ir más allá
del conformismo y la aceptación acrít ica del destino (que implica, siempre, la
aceptación acrítica de la estructura de desigualdades en la que estamos inmer-
sos, y en la que muchos conciudadanos se encuentran desposeídos de su
capacidad de actuar, y desposeídos también de su propia capacidad de pen-
sar más allá de la costumbre y lo pol íticamente correcto).
Habermas, en su obra «El futuro de la naturaleza humana. ¿Hacia una
eugenesia liberal?», analiza los pe ligros que se derivan del uso acrítico de la
tecnología, y de la aceptación de los criterios del mercado como único lími-
te para la implantación de tecnologías, sin analizar los riesgos para nuestra
supervivencia (Habermas, 2002). En este sentido, se plantea los peligros deri-
vados de la utilización de las técnicas de la ingeniería genética, que se deri-
van no tanto de su propia lógica interna, cuanto de su uso en función de los
códigos de lo que denomina «eugenesia liberal», es decir, en función de las
estructuras de poder de nuestra sociedad.
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CAPÍTULO VI : HACIA UN MODELO TEÓRICO EN El TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS
Nuestra disciplina tiene una clara finalidad práctica. Buscar intervenir para
capacitar, recuperar, fortalecer, mejorar, la v ida de cada uno de nosotros,
mediante una metodología específica: la dinámica de grupos. Nuestra vida
esta inmersa en grupos desde su mismo inicio, y es la interacción con los
demás la que favorece el desarrollo de nuestras capacidades, desde el len-
guaje a la inteligencia. Somos nosotros mismos porque nos relacionamos con
los demás, y tanto para afrontar nuestras limitaciones personales, como para
saber como afrontar las demandas de los demás (en nuestra familia, en nues-
tra empresa, en nuestra universidad, etcétera), necesitamos conocer la estruc-
tura y las pautas de comportamiento de nuestro entorno, y necesitamos expe-
rimentar cómo relacionarnos. Siempre vivimos en grupos, y es mediante la
dinámica de grupos como podemos resoc ializarnos, recuperarnos, o afrontar
un conocimiento más exacto de nuestra realidad personal y nuestra circuns-
tancia social, y también podemos aprender, inte riorizar, cómo relacionarnos
adecuadamente.
Cada uno de nosotros se encuentra consigo mismo, con nuestras costum-
bres y pautas de comportamiento, como si fueran algo natural, y por lo tanto
adecuado. Sin embargo, todos tenemos experiencia de los errores, y sabemos
que a menudo nos equivocamos, que nos comportamos de forma inadecua-
da, que no conseguimos nuestros objetivos, y que los demás esperaban algo
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CAPITULO VI: HACIA UN MODELO TEÓRICO EN El TRABAJO SOCIAL CON GRUPOS
Fuente: Fernández García, T., López Peláez, A. (2008): Trabajo Social con Grupos, Madrid, Alianza Editorial.
La segunda fase es la fase de inicio como tal del grupo, una vez consti-
tuido. Se caracteriza por dos objetivos generales (la inclusión y la orien-
tación) que a su vez se desagregan en varios objetivos específicos (tabla
6.4.)
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Fuente: Fernández García, T., López Peláez, A. (2008): Trabajo Social con Grupos, Madrid, Alianza Editorial
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C APÍTU LO VI : H ACIA UN M O DELO TEÓ RICO EN EL TRABAJO SOCIAL CON GR UPOS
Fuente: Fernández García, T ., López Peláez, A. (2008): Trabaj o Soc ial co n G rupos, Madrid, Alian za Editorial
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5. CONCLUSIONES:
6. LECTURAS RECOMENDADAS
6.1. Texto
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7. EJERCICIOS DE AUTOEVALUACIÓN:
8. RfSUMEN:
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