La responsabilidad sin amor hace desconsiderado; La responsabilidad ejercida con amor hace cuidadoso. La justicia sin amor endurece; La justicia ejercida con amor hace fiable. La educación sin amor llena de contradicciones; La educación ejercida con amor hace paciente. La sagacidad sin amor hace pícaro; La sagacidad ejercida con amor hace comprensivo. La amabilidad sin amor hace hipócrita; La amabilidad ejercida con amor hace bondadoso. El orden sin amor hace meticuloso; El orden ejercido con amor hace magnánimo. La pericia sin amor hace altercador; La pericia ejercida con amor hace digno de confianza. El poder sin amor hace violento; El poder ejercido con amor hace servicial. El honor sin amor hace arrogante; El honor ejercido con amor hace modesto. La posesión sin amor hace codicioso; La posesión ejercida con amor hace dadivoso. La fe sin amor hace fanático; La fe ejercida con amor hace pacífico.
Tomado de Hans Kung, “El Cristianismo: Esencia e Historia” p.72, autor desconocido. [Traducción de Víctor Abelardo Martínez de Lapera, Editorial Trotta, 1997]