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STUDIOS MICHEL DE CeRTEAU HISTORIA Y PSICOANALISIS ENTRE CIENCIA Y FICCION Nueva edicién, revisada y aumentada precedida de “Un camino sin trazar” por Luce Giard ‘Traducci6n de Alfonso Mendiola y Marcela Cinta INSTITUTO TECNOLOGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE OCCIDENTE. | | UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA, DEPARTAMENTO DE HISTORIA, | | | Vv LA RISA DE MICHEL FOUCAULT Hace algunos afios, en Belo Horizonte, en el transcurso de un paseo brasilefio, Michel Foucault era una vez mds interrogado sobre su lugar: “Pero finalmente, a nombre de que titulo habla usted? {Cual es su especialidad? gDénde esta usted?” Esta solicitud de identidad lo herfa en lo més intimo. Buscaba comprender su secreto de atravesar ilegal- mente fronteras. Provocd, en La arqueotogia del saber, una réplica irrita- da, de un tono casi tinico, donde brilla intempestivamente el movimiento que produjo la obra: No, no, no estoy donde ustedes tratan de descubrirme sino aqut, de donde los mirofriendo,|iCdmo! {Se imaginan ustedes que me tomaria fanto trabajo y tanto placer al escribir, y creen que me ‘obstinarfa, si no preparara -con mano un tanto febril- el laberin- to por el cual aventurarme, con mi propésito por delante, { abriéndole subterréneos, sepultandolo lejos de s{ mismo, bus- 1 candole desplomes que resuinan y deformen su recorrido, labe- into donde perderme y aparecer finalmente a unos ojos que nunca mas volveré a encontrar? Més de uno, como yo sin duda, q escriben para perder el rostro. No me pregunten quién soy, ni : me pidan que permanezca invariable: es una moral de estado civil la que rige nuestra documentacién. Que nos dejen en paz cuando se trata de escribir. Esta viva voz escapa atin de la tumba del texto. * Larchéologe du seoir, Paris, Gallimard, 1969, p.28 [La anquologta del saber, te. de ‘Aurelio Garzén del Camino, México, Siglo 2%, 1970 6 Estar clasificado, prisionero de un lugar y de una competencia, revestido de la autoridad que proporciona a los fieles su admis tuna disciplina, colocado en una jerarquia de saberes y de sitio pues finalmente “establecido”, esto era para Foucault la fi de la muerte. “No, ng”. La identidad fifa el g homenaje a un orden. Pensas, al contratio, es pa: orden, asombrarse que do, hasta dénde seria posible pensar dé otro °? He aquiTo que Foucault respondié a sus jo Horizonte, pero con una palabra més ajustada a ezas de la escena brasilefia y que designaba su estilo filoséfico: “iQ Una prictica intelectual Desde Poitiers donde nacié (1926) hasta el hospital de la Salpétridre 5 de junio de 1984), sus. recorridos dejarot como cebras los saberes y los paises. Visitaha los ihros como circulaba en Paris en bicicleta, en San Francisco o en Tokio, igilante para asir, a la vuelta de una p4gin in eft las FefGrericias de algo impensado. Estén abv, bles, pero no leida io lo familiar al p tiene nuestra edad y nuestra gec todas las superficies ordenadas y todas los planos que ajustan la abundancia de seres”* Aristotele filos6fica. Por unos resqui Paris, Gallimard, 1984, p. 15 IE 985] aris, Gallimard, 1971, pd te de Alberto ano, Barcelona, Tusquets Fito Paris, Gallimard, 19, p. 7 { ta de Elsa ho Xx, 1968 exreAU ‘un lugar y de una competencia, rciona a los eles su admisién a rquia de saberes y de sitios, ast ra para Foucault la figura misma d fija el gesto de pensar. Rinde rario, es pasar; es intetrogar este #8e.qué.lo_volvi6 posible, razos de los movimientos que rias supuestamente yacientes de otro modo”. He aqui lo cutores de Belo Horizonte, pero utilezas de la escena brasilefia y 1ién soy yo? Un lector”. sta el hospital de la Salpétrigre de 1984), sus.recorridos dejaron sil ins como circulaba © en Tokio, con una atencién. de una pagina 9 de una calle, te ali, nad ttida. Todas estas ios"| 0 confesiones enor- algo impensado. Estén ahi, es 5 lo previsto'y lo le Ja risal En algunas oca- Sito de un texto de Bor- > familiar al pensamiento —al nestra geograffa-, trastornando fos los planos que ajustan la ar de nacimiento” del libro Las cen_tener.el. mismo origen: ata- fiebre), formas de jdbilo stbi- 15 LEI uso de foe placeres, tr. de Marti 14El orden de discurgo, te. de Alberto °73). p.7 Las palabras y tas cosas, te. de Elsa HISTORIA YPSICOANALIIS.BYTRECHENCIA Y FICCOS aradéjicos, alguna cosa hace irrupcién que desborda Io pensable y abre la posibilidad de “pensar de otro modo”. Agazrado por la risa, afectado por una ironia de las cosas que es el equivalente de una ilu. minacién, el filésofo no es el autor sino el testigo de estos relampagos que atraviesan y transgreden el cuadriculado de los discursos susten- tados en razones establecidas. Sus hallazgos son los acontecimientos de un pensamiento que aiin no esti pensado. Esta inventiva sorpren- ¢ dente de las palabras y de las cosas, experiencia intelectual de una di .ciGn_instauzadora_de_posibles, Foucault Ja.marca con un. 2 feizlEs su firma de fil6sofo a la ironia de la historia Pero su prictica del asombro proporciona constantemente nue- vos puntos cle partida en el empefio, a veces imperioso y frégil, minu- cioso, irritable, siempre tenaz, con el cual busca elucidar esta “otra dimension del diseuzso” que los azares le revelan. Ella da un tono de ‘western incluso a su trabajo archivistico y analitico por desdoblar los. juegos de verdad que primero son indicados por las luces paradéjicas. El cuidado que pone en controlar, clasificar, distinguir y comparar sus hhallazgos de lector no sabtfan apagar la vibracién de despertar que revela en sus textos su manera de descubrir. Sus obras combinan por lo tanto el reir de a invencién con el cuidado de la exactitud, aun cuando las proporciones varien y, en el curso de los afios, la exactitud le gane poco a poco sobre el reft, porque se desarrollaba su pasién de cirujano por una lucidez que se convierie, en sus dos tiltimos libros, en. una claridad ascética, despojada incluso de su alegre virtuosismo. Lo més importante, en su trabajo, es este excepcional ejercicio del asom- bro, transformado en préctica asidua de los “nacimientes” del pensa- miento y de la historia, Sus “relatos”, como él decfa, cuentan cémo aparecen y se insti- tuyen nuevas problematicas. A menudo tienen la forma de sorpresas, como novelas policiacas. Asi la progresiva liberalizacién y diversifica- cin del derecho penal, en el curso del siglo Xxvill, es interrumpida, invertida y “canibalizada” por la proliferacién de procedimientos pe- dagogicos y militares de vigilancia que impone por todas partes of sistema panéptico de la prisién ~un desarrollo que no se esperaba~ {Usted supone que el poder es identificable con la apropiacién de apa- ratos aislables, jerdrquicos y legales? No, es la expansicn de mecanis- ‘mos anénimos “normalizadores” del espacio social que atraviesa las 5 Naissnce de a cinique, Pais, FUE, 1963 [EI nacmdento dela clinic. Una arqucoogia de 1a mimda méites, te. de Prancisco Perujo, México Siglo rx, 1966]; Nassance de la prison, subtitulo de Suroaler et puni, Paris, Gallimard, 1975 [Viglar y astiger, te. de Aurelio Garr6n del Camino, México, Siglo 04, 1976]. et. Por otta pact, estas dos obras constt- ‘yen, yo creo, las “intervencionas” mis decisivas de Foucaul. © Survelr et pur 6 Micra DE CERTEAU instituciones y la legalidad.’ ;Usted supone que una moral burguesa hizo del sexo un secreto a ocultar? No, las técnicas de Ja confesién transformaron al sexo en incansable producto de discursos y de ver- dades... Asi, de libro en libro, cl andlisis sefiala estos giros que, al des- concertar a los saberes constituidos, aun a los més autorizados (incluso Marx o Freud), generan nuevas maneras de pensar. Este no se funda sobre las ideas personales de un autor, sino sobre lo que la misma his toria permite ver. No es el sefior Foucault quien se burla de los saberes y de las previsiones, es la historia la que se re de ellos. Ella se burla de ios teledlogos que se consideran los lugartenientes ‘del sentido. Un insensato de la historia, dios noctumo y reidor, transforma en cOmicos los magisterios y le quita al mismo Foucault el papel, pedagégico 0 moralista, de ser el “intelectual” que sabe lo que hay. La lucidez. pro- viene de una atencién, siempre mévil y sorprendida, a lo que los acon- {ecimientos nes muestran sin que nosotros lo sepames. ‘A gsta atencién es necesario incorporarle un asp sin embargo permanente de la obra: su cardcter visual. estan indicando su direccién por medio de cuadros y grabados. De la misma manera el texto toma su ritmo de escenas y figuras. La Historia de la locura se inicia con la imagen de la nave de los locos? Las palabras y las cosas, con Las meninas de Vel&zquez;” Vigilar y castigar, con el relato del suplicio de Damiens'" etcétera. {Es esto por azar? No, cad libro presenta una secuencia de, imagenes a partir de las cuales. Sarfolis eI trabajo fino de distinguir sus condiciones de posibilidad.y ‘De_hecho, 3 genes instiluyen.} a Tos personajes cuya silueta se xiedad, sino a las “operaciones” -tejen y componen el fondo del jue”, Hjamos este segundo plano, res-vedettes del primer plano. En- fas de hacer o de us0s (wses): préc- io, usos del tiempo, etcétera, Estas 9s protocolos; tienen “recorridos” lades 0 “estilos”, como hay “esti- tigaciones ya emprendidas sobre ra al menos recordar, de una ma- programética, las “maneras” de an en el campo de las actividades Michel Foucault, yo entiendo por én que no acta directa e inmediia- a sobre su propia accion”. Estas xcciones sobre acciones posibles”.® nientos) y no concepciones (ideas), registros que implica, en propor- a parte una autoridad (rolativa al relativa a una presiGn o represién », mientras més poder tiene la au- > bien que la disminucién de auto- la fuerza, entonces se tendrén icidan més sobre el registro de la distincién es fundamental cuando in en el campo constituido por la Ln Aris df, Piss, 1980, pp. 108, i sexerce-tll”, en Hubert L. Dreyfus y Psopique, Paris, Galimasd, 1984, p. 313, | HISTORIA Y FSICOANALISIS. ENTRE CIENCIA ¥FICION produccién y circulacién del saber y que en consecuencia parecen some- tera prueba, en el poder, su aspecto de autoridad. Limito las notas que siguen al teatro francés de estas operacio- nes de poder imbricadas en las précticas intelectuales pero con una ‘experiencia californiana de seis affos que me permite quizés una pe~ quefia distancia “etnol6gica” en relacién con mi aldea- y yo quisiera solamente, para terminar, esbozar algunas apreciaciones refiriéndome primero a la organizacién del paisaje donde estas précticas se efectéian, después a una primera clasificacién de sus diversos “modos” 0 “esti- los”, y, finalmente, un examen de algunos funcionamientos que carac- terizan una racionalidad de estos “gobernamientes” (en el sentido en que se habla de una “razén de Estado”). Estas notas podrian constituir cuestiones previas a una geopolitica, a una estilistica y a una economia de las pricticas intelectuales en tanto que précticas del poder. La perspeetiva “geografica” se refiere a una disposicién de fuer- zas que se confrontan, a una geopolitica. En una proyeccién (ficticia, ‘como, siempre) del espacio donde se efectiian las précticas intelectua- les, se podria distinguir el juego de tres elementos: el sitio, la masa y la verdad. Este mapa fantastico s6lo es una primera aproximacién. El sitio, primeramenie, es el cargo, la situacién institucional, el concurso de oposicién a una cétedra, la identidad social, la garantfa dada por tuna disciplina cientifiea y por un reconocimiento jerarquico. Constiti ye un lugar, en el que el reclutamiento es selectivo, los protocolos or- ganizan un sistema de elecciones y de pertinencias, y el discurso es provisto de una legitimidad. La delimitacion sociopolitica de una “po- sicién” varia seggin las €pocas; no deja de ser un objeto de huchas entre profesiones (por ejemplo entre médicos y pastores,’ en el campo psi- quitrico) o entre medios sociales. Pero, cada vez, ol sitio circunscribe un terreno de apropiacién. Asegura una identidad contra Ia doble amenaza de la masa y de la verdad. La masa es la muchedumbre urba- na, o rural, océano mudo o tempestuoso que rompe, como lo contaba Diderot, contra las ventanas de los labsratorios intelectuales. La fuerza andnima de un dotor, de una célera o de una risa de la muchedumbre cautiva, inquieta, invade algunas veces y destruye el edificio del saber. La verdad, ella, es un elemento de interrogacién que pone en cuestin las configuraciones de un orden del sentido. Sobreviene como una duda que transgrede lo verosfmil, es decir la ley de un medio. Tiene la extrafieza de una irrupcién y de un “nacimiento” en la coherencia de lo que es “acepiado”. Aparece como un hecho singular que se busca olvidar porque cuartea las generalidades de la ideologia y de la teorfa. jee aqui la acepcién de ministro de iglesia. (N. del E). a Mien Curiosamente, la masa y la verdad tienen en comiin el ser indefi- nibles (instauran un exceso, un desbordamiento), el ser inapropiables (atrapan el pensamiento, lo dominan) y el ser tnnombrables (no se clasi- fican en las taxonomias establecidas). Quizés hay un punto (gmitico?) de convergencia entre la masa y la verdad. Yo reflexiono en la escena descrita por Nicolés de Cusa en el inicio de su gran tratado De mente:* el “fil6sofo”, mudo de asombro sobre un puente de Roma, mira la masa innumerable de los pascantes. Una verdad incomprensible, sin- gular y multiple, esta ahi en. marcha, perdida en la muchedumbre, Sustituye al fildsofo;-lo “rapta”. En adelante, ser el Idiotus, el no-especialista, el hombre sin sitio y sin atributo, quien introduciré una pregunta de verdad en el discurso itinerante ~desplazado y sor- prendido- del filésofo..Inversamente, las practicas definidas por un sitio luchan sin tregua para educar, disciplinar, ordenar a la masa pre- tendiendo representarla, y para domesticar, articular y sistematizar la verdad pretendiendo producirla como doctrina. El sitio es un operador que transforma a la masa y a la verdad en objetos tratados en un lugar defendible, apropiable y nombrable. La segunda perspectiva mira las practicas intelectuales en tanto que se definen como “maneras de hacer” y es posible recono- cer “estilos” en ellas. Esta puede remitirse al libro poco conocido de G. Granger que descubria en la misma escritura matematica “esti- os” diferentes -un estilo euclidiano, un estilo cartesiano 0 un estilo “vectorial’~.* Bl estilo es “esta estructuracién latente de la activi dad cientifica misma, en tanto que constituye un aspecto de la préc- tica”. También examinaba una “estilfstica de la practica cientifica”. Para precisar lo que esta en juego en una investigacién sobre la formalidad de estas practicas ~pero una investigacion que se separa de la “individualizacién”, problema atin central en la obra de Granger, se podrfan evocar también los trabajos recientes sobre las, maneras de utilizar el lenguaje, en la “ethnography of speaking” o en una “sociology of communication” desde Hymes, etcétera. Sea lo que sea, yo solamente haré tres observaciones en relacién con los pro cedimientos intelectuales. a) Las “maneras de hacer” no obedecen a una determinacién in- dividual, Forman repertorios colectivos, que pueden reconocerse en los modos de utilizar el lenguaje, de administrar el espacio, de cocinar, elcétera. Procedimientos de orfgenes heterogéneos pueden sucederse y cruzarse en el campo de las actividades individtales, a la manera de Nicolds de Cusa, De a pr Renaissance, Pais, Minuit, Corea srdad tienen en comnin el ser indefi- sbordamiento), el ser inapropiatles n) y el ser innombrables (no se clasi- }). Quizas hay un punto (zmitico?) verdad. Yo reflexiono en la escena nicio de su gran tratado De mente: bre un puente de Roma, mira la Una verdad incomprensible, sin- ha, petdida en la muchedurnbre. En adelante, ser el Idiotus, el y sin atributo, quien introducira uzso itinerante ~desplazado y sor- te, las practicas definidas por un disciplinar, ordenar a la masa pre- esticar, articular y sistematizar la 0 doctrina. El sitio es un operador lad en objetos tratados en un lugar ra las précticas intelectuales en as de hacer” y es posible recono- -mitirse al libro poco conocido de isma escritura matematica “esti- 0, un estilo cartesiano un estilo tructuracidn latente de la activi- constituye un aspecto de la préc~ tilistica de la préctica cientifica”. 0 en una investigacion sobre la 2 una investigacién que se separa ma atin central en la obra de én los trabajos recientes sobre las la “ethnography of speaking” o en escle Hymes, eteétera. Sea lo que aciones en relacién con los pro- obedecen a una determinacién in- 06, que pueden reconocerse en los dministrar el espacio, de cocinar, heterogéneos pueden sucederse y. ades individuales, a la manera de Casirer, Ind of cosmos das la philaso- 5 cophie du style, Pais, Armand Colin, 1968. | | | | i HISTORIA Y PSICOANALISIS. BUTE CIENCIA Y FICION actores anénimos que representan el drama que leva el nombre de un supuesto autor, ») Estas précticas, especificadas por unos estilos, son més estables que sus campos de aplicacion, Ast las maneras de hablar o de practicar una lengua pueden extenderse a vocabularios importados, 0 a lenguas extranjeras. Sobreviven aun a la lengua que se hablaba primero. Por lo tanto, no son identificables con el lugar en el que se han ejercido: hay tuna manera vasca de hablar francés, aungue ya no se hable mas vasco. También, Pierre Legendre pudo analizar cémo las practicas juridicas medievales persistieron, a través de las épocas, mucho después de la muerte de las grandes instituciones en que esta tecnologia haba toma- do forma.” ©) Por allimo, estas pricticas no son totalizadoras, no forman parte de conjuntos coherentes. Un “estilo” operacional no gobierna Ja regién entera de las actividades, y no es el elemento de un sistema. Diferentes "maneras” pueden cohabitar ya en un mismo campo, ya en. ‘un mismo actor, de la misma manera que en un mismo apartamento, del lado del que lo habita, puede haber simulténeamente formas mo- dernistas, tradicionalistas 0 fetichistas de “tratax” el espacio. Seria posible identificar estilos de operaciones intelectuales in- disociables de modos de ejercicio del poder: el estilo téctico det pro- cedimiento juridico que muda lo epis6dico en una escena de la ley, el estilo estratégico de la enunciacién profesoral o clerical que trans- forma lo particular en aplicacién de una ideologfa general, el estilo ‘oral del “consejero del principe” que representa con virtuosismo una opaca proximidad con el nombre ambiguo del Querer 0 “voluntad” de un poder, el estilo escrito de la manipulacién textual que hace de la distancia un principio de autoridad, el estilo “ingeniero” que pre- tende, por la reconciliacién de la teorfa y de la préctica, instaurar una neutralidad objetivamente impuesta a toda decisién como su condi- cién de posibilidad, el estilo tecnolégico y “clénico” de la “investiga- cién” en los laboratorios ligados a un mercado internacional de la competencia, etcétera. ‘Nosotros mismos constituimos el campo de experimentaci6n y de elucidacién de estas précticas intelectuales que funcionan como pricticas de poder. Me parece que al explicitarlas, al asombrarse de ellas, podemos convertirlas en sorpresas que Heguen a ser maneras de “desprenderse de si mismo” ¢ instaurar el gesto, reidor y filoséfi- co, de inventar formas de “pensar de otro modo”. 26 [Pierre Legendre, Limour du censeur. Essai sur Vorre dogmatiqu, Pare, evil, 1974). B

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