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En su adolescencia fue un asiduo lector de obras de viajes y aventuras realizadas en todas las
épocas por la superficie del globo; escuchaba con entusiasmo las relaciones que le hacían sus
compañeros de juventud sobre las grandes riquezas que atesora la región de las selvas y su
temperamento noble e inquieto se vio hondamente conmovido al recibir de Lima, con
dedicatoria del autor el diario de “Exploraciones de los ríos peruanos Apurimac, Eni, Tambo,
Ucayali y Urubamba por José Benigno Samanez en 1883 y 1884”
Encontrándose en su residencia de la hacienda Chinchi del valle de Santa Ana, recibió una
comunicación de su sobrino el señor Adriel Montes, fechada en Huambo (Departamento de
Apurimac), en la que le anunciaba su próxima visita, de paso a la hoya del Ucayali, donde se
dirigía por asuntos comerciales. Esta noticia lo entusiasmo grandemente, decidiéndose a
agregarse a la expedición para satisfacer sus ideales largamente alimentados.
Salvada la zona peligrosa para la navegación, que podría ser evitada por un camino de
herradura de unas treinta leguas, nuestros expedicionarios partieron de la Portada de Tonquini
el 7 de noviembre con rumbo a la hacienda Providencia, fundada pocos años antes por el
explorador José Benigno Samanez y ubicada en la confluencia de los ríos Tambo y
Urubamba, limite septentrional del departamento del Cuzco. Viajando en un río tranquilo, en
medio de un paisaje encantador y enteramente nuevo, arribaron en jornadas consecutivas a la
desembocadura de los ríos Ticumpinea, Camisea, en el que descansaron un día; Huitircaya,
Cumaria y Providencia; donde arribaron sin ninguna nueva novedad el 12 del mismo mes.
En Providencia el señor Fry se vio obligado a permanecer por algunos días mientras
conseguían nuevos balseros para proseguir su marcha. Aprovechando de su estadía forzosa se
dedicó al estudio de la geografía, etnografía, etc de la región, practicando al efecto cortas
excursiones por los alrededores de la enunciada finca, apunta los nombres vulgares y
científicos de un considerable número de plantas industriales que crecen en las orillas del
Urubamba, Tambo y Ucayali; siendo al parecer el primer cuzqueño que empleó la
nomenclatura científica vulgarizada por el profesor A. Raimondi.
Despidiéndose de los señores que hasta entonces fueron sus compañeros de excursión y
asociado con su amigo el señor Fernando Arzubialde se lanzó el 8 de diciembre por las aguas
del caudaloso Ucayali con rumbo a la desembocadura del Pachitea, término por entonces de la
navegación en canoas. El trayecto que media entre los lugares extremos fue salvado en 7 días
consecutivos, en el que viajó muchas veces durante la noche. En Panahuesa se proveyó de
nuevos vestidos y anota que desde Cumaria (del Ucayali), desaparecen completamente las
piedras de las orillas del río y que la planicie situada a ambas márgenes, son susceptibles de
inundación periódicas y por tanto impropias para la agricultura.
El 23 de enero de 1887 se embarcó en una lancha a vapor, comandada por el ex-Prefecto del
departamento de Loreto, señor Benjamin Medina, única que llevaba por entonces la bandera
peruana, con rumbo a la ciudad de Iquitos. En esta ultima etapa de su viaje, después de una
corta navegación en el Amazonas, cuya majestuosidad imponente nos describe, llegó a la
ciudad de Iquitos el 30 del mismo, después de haber recorrido desde el Cuzco 530 leguas
poco más o menos; 40 de herradura, 190 a canoa y 300 a vapor.
Aquí terminan, bruscamente las noticias que tenemos sobre el explorador cuzqueño señor
Carlos Fry, quien parece se dirigió poco después a la capital de la República para solicitar de
El resultado de sus exploraciones los dio a conocer en una serie de correspondencias tituladas
“El gran agente civilizador del Ucayali” que vieron la luz publica en el diario “La Bolsa” de
Arequipa, uno de cuyos redactores era la insigne escritora cuzqueña señora Clorinda Matto de
Turner.
Mas tarde publicó en un volumen, bajo el patrocinio del Concejo Provincial de Lima, el diario
de sus viajes y exploraciones en 1886, 1887 y 1888 cuya primera parte se titula como sigue:
“La gran región de los bosques o ríos peruanos navegables Urubamba, Ucayali, Amazonas,
Pachitea y Palcazu” Lima, 1889, ornado con numerosos dibujos y planos del mismo autor.
Fortunato L Herrera