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El relativismo moral domina el gremio de los antropólogos culturales.

El mayor enemigo cultural es


el misionero cristiano. ¿Por qué? Él impone sus principios en culturas tribales y grupos étnicos.
¿No deberíamos dejar a esos pueblos como están sin imponerles el bagaje cultural de Occidente
que arruinará su modo de vida?

Esta filosofía de “quién eres tú para decir que la cultura de otro no es válida” se remonta siglos;
quizás más notablemente al filósofo Johann Gottfried von Herder (1744–1803). Él despreciaba el
frío racionalismo de la Ilustración, y hacía hincapié en la individualidad de las personas y sus
culturas.2 Según von Herder los seres humanos no tienen una naturaleza estable, su entorno
familiar y sus experiencias influyen en ellos, y podemos predecir sus acciones y respuestas sobre la
base de estas influencias.

Von Herder enfatizaba el concepto de que las culturas son tan diferentes una de la otra que no
debemos buscar lo que está mal. Después de todo, argumentó, “nadie se hizo hombre por sí solo”.
De hecho, no debemos ser esnobs cronológicos (como decía C. S. Lewis), actuando como si
fuéramos mucho mejor que nuestros antepasados. Es injusto juzgar a nuestros antepasados ya
que nuestros descendientes de manera similar nos juzgarán a nosotros. Como el poeta inglés
Alexander Pope escribió: “Creemos que nuestros padres eran tontos, nos hemos vuelto tan sabios.
Nuestros hijos, más sabios, sin duda, pensarán lo mismo de nosotros.” Al igual que la “directiva
primordial” de Star Trek de no interferir con el desarrollo social de otro planeta, ninguno de
nosotros debe juzgar a otras sociedades sobre la base de nuestra propia cultura, ya que todos
somos productos de un accidente histórico y fuerzas sociales.

En este ensayo, abordo dos temas relacionados. El primero tiene que ver con la idea de imponer la
moral o forzar los principios morales personales en otros. El segundo se refiere al tema más
específico de la moral y la ley. Voy a abordar el lema: No se puede legislar la moralidad.

La imposición de la moral en los demás

Los antropólogos culturales en algún momento enfocan la humildad. Sin embargo, cuando lanzan
piedras a los misioneros, es difícil ver alguna base para sus denuncias. ¿Cómo se puede condenar
incluso al déspota más tiránico o asesino en masa ya que él también es simplemente el producto
de su propio entorno? A pesar del grito de guerra de los antropólogos a respetar otras culturas,
podemos preguntar: “¿Por qué estos relativistas morales ponen tantas objeciones?”

¿Cómo se puede criticar a la crítica si no hay normas morales objetivas, universalmente


vinculantes? Como resultado, el lema “Todo el mundo debe respetar otras culturas” pasa a ser lo
mismo de siempre: el relativismo moral, menos el relativismo. ¿Por qué los relativistas, cuando
hablan como pontífices sobre absolutos morales, caen en su propia moral absoluta? Simplemente,
tenemos variaciones sobre el mismo tema: sí, defienda el relativismo pero recuerde que debe ser
tolerante, no haga daño a nadie, participe con otro adulto que esté de acuerdo con usted, o lo que
sea. El antropólogo cultural nos da una vez más: “¡El relativismo! Bueno... casi.” Este falso
relativismo sutilmente se convierte en una excepción —una norma moral— un relativismo que
acepta todo y que elimina completamente los límites.

Cuando alguien hace una crítica moral en contra de otra cultura, el antropólogo condena esto
como el mal universal de etnocentrismo, que de manera arrogante dice: “Mi cultura es mejor que
la tuya.” De hecho, el antropólogo –el ejemplar del relativismo moral– tiene en su arsenal una
cantidad de epítetos con carga no sólo cultural sino también moral para lanzar a los misioneros y
sus métodos: “etnocentrista”, “colonialista”, “explotador”, “ideólogo”, y cosas por el estilo.3

Otro problema para el relativismo moral es que su punto de vista va en contra de nuestras más
profundas intuiciones acerca de la moralidad. Considere una historia de septiembre de 2008:
misioneros cristianos que trabajaban entre las tribus en la región amazónica de Brasil acusaron al
gobierno de hacer la vista gorda a la práctica de las tribus de infanticidio. Estas tribus suelen
enterrar vivos a los recién nacidos con defectos de nacimiento tratables (o los nacidos de una
madre soltera). Algunos defienden esta práctica para no interferir con las culturas indígenas
antiguas o porque “no se considera asesinato” en esa cultura.4 Para seguir esta lógica, si los nazis
quieren matar judíos, ¿quiénes son los extranjeros para intervenir? Después de todo, los nazis no
lo consideran asesinato. Tampoco algunos consideraban asesinato la práctica sati en la India. Sin
embargo, podemos estar agradecidos de que el misionero cristiano Guillermo Carey ayudó a poner
fin a esta práctica. El gobierno prohibió este mal, como finalmente se hizo con otros, incluyendo
los sacrificios de niños en el río Hooghly en Calcuta y en otros lugares, la quema de los leprosos, y
el matrimonio infantil, que dejó decenas de miles de jóvenes viudas en la miseria.

Dios ha dotado a los seres humanos –sean ateos, teístas, o cualquier otra variante– con un factor
de desagrado. La idea de torturar a los bebés por diversión, la de violación en grupo, o la de guiar
a ciegos por un acantilado nos repugna.

Aunque hay poca moral en una cultura con conciencia reprimida y corazón endurecido, no
debemos ignorar las intuiciones morales básicas, incluso si haya que ajustar o afinarlas después de
algo de reflexión. Son, como el filósofo ateo Kai Nielsen la llama, “piedra angular”: “Es más
razonable creer que cosas tan elementales [como golpear a la esposa y el maltrato infantil] son
malas, que creer cualquier teoría escéptica que nos dice que no podemos saber o razonablemente
creer que cualquiera de estas cosas son malas. ... Creo firmemente que esto es fundamental y
correcto y que cualquiera que no cree no puede haber indagado lo suficiente en la razón de sus
creencias morales.”5

¿Alguna pregunta?

Una crítica del relativismo moral es que no puede lidiar con el dilema reformador. ¿Por qué
molestarse con el cambio moral de cualquier cosa? La reforma moral no puede ocurrir si hay
relativismo. Pero sin duda la abolición de la esclavitud en Occidente fue una victoria moral y ha
llevado a un mayor florecimiento humano. La concesión de la igualdad de derechos a los negros en
Estados Unidos fue un importante avance moral. De hecho, durante y después de los debates
Lincoln–Douglas de 1858, la gente acusó a Abraham Lincoln de querer imponer su moral sobre los
estados del sur. Ahora bien, no era la moral de Lincoln, sino una universalmente vinculante. Por
otra parte, los dueños de esclavos, irónicamente, estaban imponiendo su voluntad sobre los
esclavos.6

Podemos estar agradecidos por la dedicación de Lincoln para afirmar que los esclavos también
están incluidos en el “todos los hombres” que son “creados iguales” y “dotados por su Creador
con ciertos derechos inalienables”. ¿Y acaso no fue algo bueno el que detuvimos la agresión de
Hitler? Una banda de relativistas morales nunca podría haber alcanzado los hitos logrados en la
moral de Occidente. ¿Por qué sacrificarse para vivir como la Madre Teresa si ella no es mejor (o
peor) que Hitler? ¿Por qué molestarse en votar por el cambio si no hay una norma moral que
seguir?

Otro problema para los relativistas: no pueden juzgar entre creencias morales en conflicto. Es
cierto que Occidente tiene su cuota de problemas, su decadencia moral continúa. Abundan los
denostadores y enemigos de Occidente; ellos parecen favorecer a las culturas no occidentales que
a menudo se dedican a sus propias tiranías y opresiones. Sin embargo, estos críticos ignoran los
notables avances morales y culturales en Occidente. Pero más allá de esto, tales condenas de la
cultura occidental –independientemente de sus méritos– tienden a ser arbitrarias. Si rige el
relativismo moral, entonces ¿por qué convertir a hombres blancos muertos en cabezas de turco?
¿Por qué condenar el colonialismo o favorecer en las universidades un currículo multicultural
sobre un “canon cultural” occidental?7

A pesar de la afirmación relativista de que uno no puede imponer sus valores morales sobre los
demás, la ironía es que la condena de Occidente suele ir de la mano con los intentos de imponer
los valores morales sobre los demás. Dichas imposiciones incluyen tratar de cambiar la definición
del matrimonio, los abortos, la inyección de todo tipo de prácticas moralmente cuestionables en
los programas escolares de educación sexual, la votación a favor de jueces activistas, y similares.
Detrás de la cara sonriente de la tolerancia, los relativistas a menudo tratan de hacer su propia
imposición sobre los demás.

Una cuestión más: ¿No es cierto que la condena de la imposición de los valores morales implica
una norma moral? Sí, por supuesto. Esta es la norma moral asumida por los relativistas: “Siempre
es incorrecto imponer sus valores morales sobre los demás.” Así que amablemente debemos
preguntar al relativista: “¿Por qué es malo imponer valores morales sobre los demás? ¿Qué hace
usted con alguien que quiere imponer sus valores morales sobre los demás? ¿Debe imponer su
moralidad sobre el que quiere imponer la suya?” No hay duda de que el relativista cree que su
moral debe imponerse a aquellos que piensan que la moral de ellos debe imponerse sobre los
demás. Seguimos viendo que los relativistas convenientemente imponen sus normas morales
cuando conviene a sus planes

NOCIONES BÁSICAS SOBRE LA EDUCACIÓN EN VALORES

Orientaciones sobre cómo educar en valores

Fuente: www.valores.com.mx

1. Esforzarse por formar personas autónomas

Educar en valores es diseñar un proceso de enseñanza-aprendizaje que permita a los alumnos


construir de forma racional y autónoma su escala de valores.

Formación valoral auténtica


Racional Autónoma
Porque los valores se Porque para que los
fundan en buenas valores se incorporen a la
razones para forma de ser de las
preferirlos personas, éstas han de
hacerlos suyos por
voluntad propia y no por
imposición

2. Educar versus adoctrinar.


 Cuando se quiere imponer a los alumnos un conjunto de valores, por más
deseables que sean, se está adoctrinando.
 Educar significa que aunque sabemos que en la etapa infantil los alumnos no
tienen los elementos para tomar decisiones realmente autónomas, confiamos y
estimulamos que así llegue a ser.

Adoctrinamos cuando Educamos cuando


sistemáticamente: sistemáticamente:
 Imponemos normas sin  Explicamos el porqué de las
explicarlas normas
 Censuramos las opiniones  Aceptamos las opiniones
diferentes diferentes
 Castigamos sin explicación  Justificamos el castigo
 Hacemos sentir mal a quien como  consecuencia
actúa de forma incorrecta, racional de un acto
ridiculizándolo o indebido
avergonzándolo, a solas o  Tratamos de explicar las
en público consecuencias de una
 Cuando amenazamos de acción incorrecta
cualquier forma para forzar  Cuando convencemos
una conducta mediante razones

3. Favorecer un enfoque vivencial.

 Se debe tener en cuenta que los niños que cursan la primaria se encuentran en una etapa
de desarrollo en la que requieren remitir el aprendizaje a sus experiencias concretas. Por
ello, los valores no deben presentarse como conceptos abstractos sino con ejemplos y
vivencias del día a día.
 Es particularmente importante que los niños lleguen a involucrarse íntimamente con los
ejemplos y actividades, que las vivan, que las sientan.
 En esta edad es conveniente realizar actividades que ayuden a los niños a imaginar los
sentimientos de los demás, y a no ser indiferente frente al sufrimiento de los otros.
4. Utilizar una perspectiva transversal

o Existen espacios naturales en el currículum para abordar los valores, como es el


caso de Educación Cívica, sin embargo el reto más importante para que la
educación resulte efectiva es lograr encontrar todas las intersecciones posibles:

Educación Historia Ciencias Español Educación Matemática


cívica artística s

o Sin introducir contenidos de manera artificial, pero con creatividad y convicción,


es posible y, sobre todo, necesario, que los valores atraviesen el conjunto del
currículum:

 Al hacer operaciones de suma y resta podemos hablar de justicia en la


distribución de algún bien.
 En Biología podemos trabajar el valor de la responsabilidad de cuidar el
medio ambiente.
 En español podemos practicar el diálogo.
 En Educación artística podemos utilizar imágenes que revaloren la
diversidad indígena del país y reflexionar sobre ella.
 En Historia podemos hablar de la amistad entre los pueblos.

5. Involucrar a toda la escuela

 Las personas aprenden de lo que viven día a día. Si se quiere que los alumnos aprendan a
ser justos, la escuela debe ser justa; si se quiere que los alumnos valoren el diálogo, se ha
de priorizar con ellos este mecanismo frente a la imposición.
 La educación en valores no es tarea de un solo maestro, tendría que formar parte del
proyecto escolar, de manera que todos los maestros y maestras analicen cuáles son los
valores que se enfatizarán y cómo hacerlo.
 La colaboración entre maestros es indispensable para compartir experiencias, imaginar
formas efectivas de resolver situaciones y para promover la participación de las familias.
 También sería conveniente que entre todos los maestros busquen formas para
actualizarse en este campo.

6. Trabajar con la familia

 Es importante lograr la colaboración de la familia para lo cual es recomendable:

   Realizar una sesión introductoria en la que


se explique a los padres la importancia de
Al inicio trabajar los valores
del ciclo  Reflexionar con ellos la relevancia de los
valores seleccionados en el proyecto escolar
 Pedir su apoyo a lo largo del ciclo escolar

 Realizar reuniones colectivas  para analizar


  con los padres cómo apoyar en casa el
Durante el trabajo con cada valor
ciclo  Informar y comentar individualmente los
resultados de las evaluaciones periódicas de
los alumnos
 Pedir a los padres que también evalúen a
los niños en casa

   Evaluar conjuntamente con los padres el


resultado del trabajo con valores
Al finalizar  Enviar a los padres los resultados finales de
el ciclo las evaluaciones y recibir sugerencias para
el curso siguiente

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