La antigimnasia
THÉRÈSE BERTHERAT
Antigimnasia 19/7/07 13:31 Página 87
Te r a p i a s c o r p o r a l e s
Antigimnasia Thérèse Bertherat
A simple vista, parecería obvio nuestra capacidad para adaptar- personas de importante referen-
decir que vivimos dentro de nos al mundo que nos rodea. cia inmediata. Absorbemos la
nuestro cuerpo, ¡al menos en lo La infancia puede ser, al me- cultura a la cual pertenecemos,
que a la reencarnación presente nos en apariencia, una etapa sin filtrar, buscando la aproba-
se refiere! Y, sin embargo, la co- más o menos feliz. A medida ción general o rebelándonos.
sa no es tan sencilla. Desde que que vamos creciendo, parece Muy pronto el discurso mental
nacemos, nos vemos sumergidos que nos las tenemos que ver con va ganando predominancia so-
en un entorno con patrones y le- retos de mayor complejidad. Pa- bre la información que pertene-
yes explícitas e implícitas que ra evolucionar en este universo, ce al lenguaje de nuestro cuerpo,
paulatinamente van moldeando nos valemos, en parte, de la imi- al que llegamos a olvidar, cuan-
nuestra forma de funcionar y tación (física y psíquica) de las do no a maltratar.
Paralelamente al progresivo sedentaris- De hecho, el cuerpo es el libro en el sus miedos no reconocidos, son los que
mo de la población, al alejamiento de los que la totalidad de nuesta historia está forman o deforman nuestro cuerpo.
ritmos naturales y del cuerpo a cuerpo marcada con increíble fidelidad. Todos El cuerpo, sobrecargado por las emo-
con la Naturaleza, que de por sí ya daba los esfuerzos de la persona para adaptar- ciones negadas, los traumas no resuel-
una posibilidad natural de estar en for- se a su entorno, a los valores que marcan tos, los aprendizajes condicionados, se
ma, –véase si no qué diferentes son los la estructura condicionada de su cultura, queja. Si estamos con la sensibilidad agu-
cuerpos de las personas de culturas que todos los elementos a los que se agarra zada, captaremos las primeras protestas
aún están en contacto directo con la Na- para construir su personaje, el que nece- cuando las molestias son leves, cuando
turaleza–, fueron apareciendo formas de sita de la aprobación de los demás, todos son simples de reconducir. Pero, si esta-
ejercitar el organismo para mantenerlo mos más atentos a nuestro discurso mental
en forma, elástico, ágil. que a nuestro cuerpo, más va a tener que
Pero, imperceptiblemente, el cuerpo “Toda perturbación protestar hasta que le hagamos caso. Con
hace su camino más allá de nuestra vo- en la capacidad de sentir frecuencia, cuando nos dignamos a empe-
luntad, y así, a poco que nos fijemos, ve- plenamente el propio zar a escucharle de verdad, el desaguisado
mos aparecer progresivamente un sinfín cuerpo ataca la confianza ya tiene proporciones de gran magnitud.
de actitudes corporales bien definidas. Es- Suele ser frecuente que busquemos la
paldas contraídas, mentones desafiantes,
en sí mismo y la unidad razón de nuestro comportamiento y nues-
nucas encogidas, costillas paralizadas, del sentimiento corporal; tras crisis emocionales, a través de la pala-
mandíbulas apretadas... nos hablan de ac- crea al mismo tiempo bra. Sin embargo, buscar a través de las
titudes frente a quienes nos rodean, frente la necesidad sensaciones las razones del cuerpo puede
a los conflictos, frente a los placeres. Y qué convertirse en un aprendizaje del regreso
decir de los pies, que aprenden a regaña-
de compensación” a casa, al cuerpo, al presente. Liberarse de
dientes a ser enfundados en zapatos que la programación del pasado para expresar
los aprietan, los deforman, los cortan de W. Reich la propia identidad, la que no quiere vivir
un contacto inmediato con el suelo. Gran encarcelada, encorsetada ni asfixiada,
parte de nuestro tiempo los llevamos ocul- puede hacerse a través del cuerpo.
tos, vencida la inicial resistencia, bien pa-
tente en el rechazo que vemos en los niños Una propuesta
pequeños a aceptar las primeras botitas. de trabajo corporal
Hemos olvidado que los pies son básicos La anti-gimnasia nació en Francia, en
para nuestra forma de avanzar por la vida. la década de los setenta, de la mano de la
Sutilmente, pero con contundencia, el kinesioterapeuta Thérèse Bertherat.
cuerpo almacena infinidad de informa- En un entorno en el que el culto al cuer-
ciones que van moldeando la globalidad po vivía un gran apogeo, en el que espe-
de la estructura de la persona. El cuerpo cialmente las mujeres se entregaban a
recoge con especial predilección todas unas disciplinas más o menos feroces pa-
aquellas emociones y reacciones que ra domesticar el cuerpo, doblegarlo,
nuestra conciencia rechaza o reprime. moldearlo, Bertherat acuñó esa palabra
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