Está en la página 1de 13

LA MAYORDOMÍA DE LOS BIENES

Juan Carlos Ortiz

Lección 1

No somos dueños sino mayordomos


Introducción:

El título de esta lección es muy sugestivo. ¿Somos dueños de lo que


poseemos, o no somos dueños? Decimos que no, pero, ¿cómo es que lo
tenemos todo nosotros? La respuesta para esta pregunta nos da la Biblia
con la palabra
MAYORDOMOS

¿Qué es un mayordomo?

1. Veamos un ejemplo bíblico: José, hijo de Jacob a quien sus hermanos


vendieron a Egipto (Gé. 39:1-6; 41:38-44).

2. ¿De quién eran los bienes que José administraba? ¿De él o de Faraón?

3. Mayordomo es ser casi dueño.

4. Mayordomo es uno que administra bienes ajenos.

La Biblia enseña que Dios es dueño de todo

1. Gén 1:1. ¿Quién creó el universo? ¿De qué lo creó? ¿Pidió algo prestado a
alguien?
El universo es de Dios porque él lo creó. Nosotros no hemos creado nada.
Cuando aparecimos en el mundo, ya estaba todo creado. Trabajamos con los
materiales de Dios.

2. Dios no vendió ni regaló su propiedad a nadie. Cuida y preserva todo (Ilus:


cuidamos una casa mientras que es propia). Se preocupa para que haya
flores nuevas cada año, semillas nuevas, alfombra verde nueva, animales,
personas, etc. Ver Deut. 10:14; Sal. 24:1; 50:9-12; Hageo 2:8; Lev. 25:23.

Ideas humanas en cuanto a


los bienes temporales

1. Para muchos es difícil comprender esta verdad, porque por muchos años se
nos ha enseñado una teoría humana equivocada. Veamos cuales son estas
teorías:

La idea capitalista (que los bienes son del individuo).

1
La idea socialista o comunista (que los bienes son de la sociedad y el
estado los administra).

2. Ambas tiene mucho de bueno y mucho de malo. Pero son contrarias a lo que
enseña la Biblia.

3. No podemos profesar ninguna de estas dos ideas. Las riquezas no son ni del
individuo ni de la sociedad o del estado. Son de Dios.

Ilustración de esta verdad

1. Puede que tú digas: “No Señor. Este terrenito es mío. Aquí está la escritura”.
Pero, ¿quién se lo compró a Dios? Si hubiera un dueño humano, serían los
aborígenes. Pero ni ellos son los dueños.

2. Al morir nos damos cuenta que no somos dueños de nada. Debemos dejar
todo en la tierra. Todo se oxida y vuelve a la tierra, aun ciudades. Los
herederos se pelean pero aquí deberían también ellos dejar todo. No somos
dueños, sino administradores.

3. Dios destruirá todo sin pedir permiso a ningún “dueño”.

4. Todos somos mayordomos desde que nacemos.

5. Los inconversos también son mayordomos.

Conclusión

1. Todos tendremos que dar cuenta de nuestra mayordomía cuando Cristo


regrese.

2. El principio que regirá será: El que sabe administrar recibirá más.

3. Volvamos a Dios, reconociéndole como dueño de todo.

2
Lección 2:

Dios quiere mayordomos honrados


Introducción:

Ya hemos aprendido lo que es un mayordomo y nos enteramos que no somos


dueños de nada, sino sólo administradores. Los bienes que tenemos parecen
nuestros, como con José, pero somos, como él, sólo mayordomos. Ahora
aprenderemos cómo ser mayordomos honrados de Dios.

¿Qué es un mayordomo honrado?

1. Es uno que pone en la cuenta del dueño las ganancias de lo operado,


quedándose sólo con el sueldo asignado para él. Un mayordomo que se
guarda para sí la parte del patrón, ¿es un mayordomo honrado? ¿Qué es?

2. Veamos un ejemplo: Un amigo de Córdoba tiene un campo, con contrato de


“medieros”: 50% para el dueño, y 50% para el mayordomo. Según el lugar,
así son los contratos.

3. Un mayordomo honrado, al llegar la cosecha, divide las ganancias tal como


había acordado con el patrón. Si no lo hace, no podemos decir que es
honrado sino un estafador.

Dios tiene también un convenio con sus mayordomos

1. ¿Quiénes son los mayordomos de Dios? Todos. ¿Cómo es el trato de Dios con
ellos?

Dios es el dueño pone: el campo, la vida en la semilla, las minas de metales, el


sol, las lluvias, el petróleo, la fuerza para trabajar; en fin. TODO. Nosotros
mismos somos hechura suya.

¿Qué ponemos nosotros? La mano de obra. Trabajamos con los materiales de


Dios.

Al recibir las ganancias debemos preguntarnos: ¿Qué parte de ellas corresponde


a Dios, y qué parte corresponde a nosotros? Debemos respetar el trato que Dios
ha hecho con sus mayordomos.

El trato de Dios con sus mayordomos es el más favorable. Él es el mejor patrón.


Podemos usar para nosotros el 90% y debemos darle a él el 10%.

2. Este es el origen de los diezmos. Muchos que ignoran esto dan una propina a
Dios, o diezman cuando se acuerdan o cuando les sobra, pensando que se
trata de una ofrenda, nada más. Pero eso es desconocer a Dios como dueño,
y hacerse el dueño uno mismo.

3
3. En cuanto a pagar los diezmos, no es cosa que podemos decidir nosotros; eso
ya está decidido por el dueño de todo. Si lo pagamos, somos honrados; si no,
tendremos que dar cuenta ante el tribunal de Cristo (Ilus.: Pagar el pan no es
cosa que hay que pensar mucho, ni pagar la luz, gas, etc.).

4. ¿Qué parte de las ganancias corresponde a Dios? Esto no es ningún regalo ni


ofrenda; es la parte que le corresponde como dueño. Debe ser exactamente el
10%. Recordemos de Ananás y Safira (Hech. 5).

Algunos ejemplos de mayordomos honrados

1. En la primera lección vimos un ejemplo de un mayordomo honrado: José.


Hoy veremos otros ejemplos de mayordomos honrados de Dios. Para esto
dividiremos la historia bíblica en tres períodos: la época de los patriarcas, la
de la ley, y la de la iglesia.

La época de los patriarcas

2. Gé. 14:18-20. ¿Quién le enseñó a Abraham que debía pagar los diezmos?
Todavía no había ninguna ley escrita. Sin embargo, ¡con qué espontaneidad
lo hace Abraham! Lo hizo como algo muy acostumbrado y claramente
revelado.

3. Pero mucho antes Caín y Abel, los hijos de Adán y Eva, nos demuestran que
sabían de la mayordomía al llevar al Señor parte de sus ganancias, que bien
podían haber sido diezmos.

4. Gé. 28:20-22. Jacob había quedado sin nada porque había escapado de su
casa. Se consagra a Dios y promete seguir el ejemplo de sus padres desde el
primer sueldo. Sigamos, jóvenes y niños, su ejemplo.

Los mayordomos bajo la ley de Moisés

1. La ley de Moisés no inventó los diezmos. Fue promulgado mucho tiempo


después de Abram y Jacob. Dios mismo instituyó la mayordomía, y en el
mismo jardín de Edén. El principio de la mayordomía no tiene nada que ver
con la ley de Moisés. Viene del Edén y seguirá hasta que venga el Señor.

2. ¿Por qué Dios dio la ley? Gá. 3:19. Entre las transgresiones estaba la del
diezmo, que ya se guardaban para ellos los descendientes de Jacob.

3. Bajo la ley los judíos pagaban el 23%:

10% para Dios (Deut. 14:22; Lev. 27:30-33: para el sostén de los levitas).

10% para el sostén del palacio del rey (1 Sam. 8:11, 15, 17).

3% para los pobres (10% adicional cada tres años; ver Deut. 14:28, 29).

Además, las ofrendas por los pecados, y para edificar y reparar.

4
4. Antes de la ley, los hombres pagaban sus diezmos por honradez. Bajo la ley
debían darlos casi por obligación. Nosotros ya no estamos bajo la ley; por eso
pagaremos nuestros diezmos no porque alguna ley nos obligue, sino porque
somos honrados como Abram y Jacob. Dios depende para recibir sus
diezmos de nuestra integridad y honradez. Hay diferencia entre pagar por
honradez o por obligación. Vale mucho más la honradez.

5. ¿Qué clase de mayordomo es el que paga a Dios sus diezmos? Honrado. ¿Y el


que no los paga? Mal. 3:8 lo dice. Parece absurdo poder robarle a Dios, pero
aquí lo tenemos. Debemos repetir, hermanos: los diezmos no son ninguna
ofrenda o regalo al Señor. Son de él. No dárselos es robarle su parte como
dueño.

6. Debemos arreglar nuestras cuentas hoy mismo. Dios no nos pide regalos; él
nos pide su parte, nos llama a ser honrados y nada más.

7. Resumiendo, Abram, Jacob y los otros patriarcas, pagaron los diezmos por
honradez; la ley lo incluyó en sus mandamientos porque los mayordomos
deshonestos se multiplicaban y se quedaban con la parte de Dios. Ahora, tal
como en el tiempo de Abram, Dios espera su 10% en base a la honradez.

¿Dijo Cristo algo en contra de la mayordomía?

1. De ninguna manera, por lo contrario. Manifestó claramente que no había


que dejar de seguir pagando los diezmos (Lc. 11:42).

2. Lejos de reducir las obligaciones de la ley, las acentuó (Mt. 5:21-45; aplicar el
mismo principio a los diezmos).

¿Eran mayordomos honrados los creyentes de la iglesia primitiva?

1. Hech. 2:45; 4:34-35. Por lo visto, no se consideraban dueños de nada.

2. 2 Co. 8:3-5. Daban más allá de sus fuerzas. Consideraban que Dios al fin y al
cabo no es sólo dueño del 10%, sino de todo, aún de sus propias vidas. ¡Qué
bien que comprendían su mayordomía!

¿Adónde debe colocarle el diezmo de Dios?

1. Muchos utilizan el diezmo como si fuera dinero suyo. ¿De quién es el dinero
de los diezmos? De Dios. Entonces, debemos depositarlo donde él lo ha
dicho. Si el patrón se va de viaje y nos dice que le depositemos las ganancias
en el Banco de la Nación, ¿qué demos hacer con las ganancias?

2. No debemos utilizar los diezmos para hacer “ofrendas” particulares. Las


ofrendas particulares deben salir de nuestro bolsillo y no del de Dios. ¡Qué
fácil es hacer caridad con dinero ajeno! (Ilus.: de ofrecer a un hermano
dinero y pedírselo a otro).

3. Tampoco debe usarse para regalar muebles u otras cosas para la iglesia
(acordeón, ventilador, alfombra, etc.). ¿Qué le parece si al ir a cobrar el

5
sueldo le dan un paquete? ¿Y sus compromisos? ¿Cómo pagará el alquiler,
los alimentos, etc.?

4. ¿Adónde debemos depositar los diezmos del Señor? Mal 3:10: alfolí, mi
casa, son términos inequívocos del lugar donde debemos depositar los
diezmos. De allí se alimentaban los siervos del Señor, los levitas.

5. Resumiendo: ¿Dónde deben depositarse los diezmos? En la iglesia. ¿Con qué


dinero debemos hacer las obras de caridad? Con nuestro 90%.

¿Quiénes deben diezmar?

Deben diezmar todos los que tengan ingresos económicos: hombres, mujeres,
jóvenes o niños. ¿Cómo se determina el diezmo? Es el 10% del total de las
ganancias. Los que no tienen un suelo fijo deberán llevar sus anotaciones a fin
de poder calcular ordenadamente sus diezmos. Los comerciantes diezman sobre
el total de sus ganancias y no sólo sobre sus retiros personales.

Aplicación

1. Cada discípulo es un mayordomo honrado, por lo cual debe poner sus


diezmos puntualmente en el “alfolí”.

2. ¿Estás pagando a Dios tus diezmos como mayordomo honrado? Si lo haces,


Dios bendiga tu honradez; si no lo has hecho hasta hoy, al comprender la
mayordomía pídele perdón al Señor en este mismo momento, y dile que
desde hoy serás honrado.

3. Si te guardas el diezmo para ti, estás diciendo que Dios no es el dueño, y te


estás haciendo dueño de algo que no es tuyo. Eso es engañarte a ti mismo y
robarle a Dios lo que a él le corresponde. Pagar los diezmos es reconocer que
Dios es el dueño y nosotros mayordomos. Nada vale que digas con la boca,
“Dios es dueño de todo”, si no lo demuestras dando los diezmos.

4. Recordemos a Abraham, Jacob y los primeros discípulos. Tomemos su


ejemplo. Seamos íntegros, justos, y sobre todo, seamos mayordomos
honrados. Dios y la Iglesia esperan que seas honrado.

6
Lección 3:

¿Para qué usa Dios su dinero?

Introducción:

Ya sabemos que somos mayordomos de Dios, y también cómo ser mayordomos


honrados. Ahora veremos para qué usa Dios su dinero de los diezmos. Dios tiene
una gran empresa y tiene obreros. Él usa ese dinero para pagar a sus obreros.

En la época de los patriarcas

1. Parece que cuando no había sacerdote o representante de Dios para


entregarle los diezmos, lo quemaban directamente a Dios sobre un altar.

2. En el caso de Abram, notamos que él los entrega al sacerdote Melquisedec


(Gé. 14), lo que nos da a entender que Dios utilizó su dinero para pagar el
sueldo o sostén a sus obreros. Melquisedec era un obrero del Señor.

En la época de la ley de Moisés

1. Ruego ahora mucha atención porque esta es una parte clave de la presente
lección. Consideremos la historia de la familia de Abraham, Isaac, Jacob y
sus doce hijos:

Rubén Simeón
Leví Judá
Dan Nefatlí
Gad Aser
Isacar Zabulón
José Benjamín

2. Cuando llegaron a la tierra prometida, después de andar cuarenta años por el


desierto en su viaje desde Egipto, Josué repartió la tierra tal como Dios le
mandó a Moisés, a todas las familias de Jacob, a cada una, una parte de la
herencia. Por causa de haber aceptado Jacob a sus nietos (Efraín y Manases,
los dos hijos de José) en su lecho de muerte, los herederos eran TRECE, pero
igual dividieron la tierra en DOCE porciones. ¿Quién se quedó sin tierra?
LEVI. ¿Por qué no se dio herencia a la tribu de Leví? Ver Jos. 18:7 y 2 Tim.
2:4.

3. ¿Dónde vivían entonces los levitas? Ver Nm. 35:2, 3, 7, 8. Al estar


desparramados influían espiritualmente a Israel. Se les dio 48 ciudades con
1500 metros de terreno para los animales domésticos y verduras (casa
pastoral y tierra).

4. Pero, ¿cómo se sostenían? Con la casa sola no se come. Los levitas eran
sostenidos por Dios. Dios no necesitaba que nadie sostuviera sus obreros; él
los sostenía con dinero propio. Ver Nm. 18:21-24: “Yo he dado los diezmos a

7
los levitas por herencia”. Note que no dice: “Den, por caridad, sostén a mis
levitas”, sino “Yo he dado...” ¿Por qué dice: “Yo he dado”? Porque los
diezmos son de Dios.

5. Resumiendo, en la época de los patriarcas Dios sostenía a sus siervos.


Tenemos el nombre de uno: Melquisedec. Bajo la ley Dios también usó su
dinero para pagar el sueldo a sus obreros los levitas. No era Israel que
pagaba sino Dios, con su dinero. Israel les daba casa y terreno.

¿Para qué quiere usar Dios sus diezmos en esta época de la iglesia?

1. ¿Tiene Dios obreros hoy día? ¿Quiénes son los levitas de hoy? Los apóstoles,
profetas, evangelistas, pastores, diáconos, etc., que dedican todo su tiempo a
la obra del Señor porque él los llamó a su viña.

2. Dios, al llamarlos a una dedicación total al ministerio les prometió sostén


(Mt. 19:27-29). Él mismo dijo que: “el obrero es digno de su salario” (1 Tim.
5:18; Lc. 10:7).

3. El apóstol Palo dice de una manera clarísima que en la iglesia se debe usar el
mismo sistema de sostén para los obreros del Señor que el que se usó con los
levitas que servían en el santuario y trabajaban en el altar del templo.
¿Adónde depositaban los diezmos los israelitas? En el alfolí del templo.
¿Quiénes se mantenían de allí? Los levitas que trabajaban en las cosas
sagradas, en el altar del templo.

1 Cor. 9:13-14 ¿Qué significaban las palabras “así también”? Quieren decir:
“Igual, de la misma manera”. Y para que no queden dudas agrega: “que viva
del evangelio”.

4. Concluimos, entonces, que bajo la gracia, en la iglesia, debe usarse el dinero


de Dios para pagar a sus obreros, es decir, el mismo sistema levítico.
Siempre Dios ha pedido los diezmos para pagar el sostén de sus obreros. De
modo que, recalcamos:

Todos los mayordomos deben ser honrados y traer sus diezmos a Dios.

Ese dinero debe usarse para lo que Dios ordenó: el sostén de sus obreros y
no para otra cosa.

Diezmos y ofrendas

1. Hay diferencia entre diezmo y ofrenda.

El DIEZMO no es ofrenda sino una deuda que debemos pagar a Dios. La iglesia
no es dueña de este dinero porque es un dinero ya designado pro Dios, que
nadie puede tocar.

Las OFRENDAS son lo que nosotros damos voluntariamente de nuestro 90%


para los gastos de la Iglesia, obras de caridad, etc. Algunas ofrendas son
designadas por el dador, otras no.

8
2. “Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos de Israel POR
HERENCIA, por su ministerio” (Nm. 18:21). Debemos usar los diezmos para
sostener a los obreros del Señor.

3. El tesorero de la iglesia lleva la cuenta de los diezmos aparte de las ofrendas.


Pues cada cual tiene su propio destino.

4. En la Biblia, nunca se utilizaron los diezmos para construcción de templos.


Para ello se usaban ofrendas especiales:

Construcción del tabernáculo (Éx. 35:5, 21, 22, 24, 29; 36:3-6).

Acopio de materiales para el templo, por David (1 Cr. 28:14-20; 29:1-18).

Reparación del templo, bajo Joás (2 Cr. 24:4-14).

Reconstrucción del templo, por Zorobabel (Esd. 1:4).

5. Los diezmos siempre fueron para el sostén de los levitas, los cuales en el
Nuevo Testamento corresponderían a los siervos de Dios que, respondiendo
al llamado del Señor y de la iglesia, han dejado sus trabajos materiales para
dedicarse por entero a la obra del Señor.

6. Cuando el sostén de los obreros se ha suplido y aún hay fondos excedentes,


los mismos se han destinado a la ayuda de hermanos necesitados de la
comunidad. Esto se ha hecho teniendo en cuenta dos principios del Nuevo
Testamento:

a. Las palabras de Jesús: “En cuanto lo hicisteis a uno de mis


hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mt. 25:10)

b. La práctica de la iglesia primitiva: “Así que no había entre ellos


ningún necesitado” (Hech. 4:34).

Conclusión

Tanto en la época de los patriarcas, como bajo la ley, como en la iglesia, Dios usa
sus diezmos para pagar a sus obreros.

Recuerda el texto clave de esta lección: “He aquí yo he dado los diezmos por
herencia a los levitas”.

9
Lección 4:

El Señor quiere mayordomos astutos

Introducción:

Hemos llegado ya a la última lección de este curso relámpago. Estamos


convencidos que Dios nos ha hablado y estamos dispuestos a obedecer su
voz. Ya aprendimos lo que es ser mayordomo honrado y ahora aprenderemos
a ser, además de honrados, ASTUTOS.

Lectura bíblica: Lucas 16:1-4

Esta es una parábola muy interesante y aleccionadora. Queremos escudriñarla y


procurar comprender el motivo por el cual el Señor la relató.

El propósito de la parábola

1. El propósito del Señor al narrar esta parábola es hacernos imitar, no la


maldad, sino la inteligencia y astucia de este mayordomo deshonesto.

2. A este mayordomo le iban a quitar la mayordomía por portarse mal, y al


enterarse actuó de una manera astuta. En este curso estamos aprendiendo
que a nosotros también se nos acabará la mayordomía. ¿Cuándo se nos
termina la administración o mayordomía? Al morir, perdemos la potestad
sobre las riquezas, de tal manera que los que quedan vivos se la reparten.
Cuando tú mueras, perderás el dominio que tienes sobre los bienes que
administras.

3. Es AHORA que tenemos todo bajo nuestro poder. Una vez muertos no
podremos hacer más nada. Ya no podremos ayudar a los pobres ni a los
misioneros. Nos va a pasar como al rico que hacía banquetes, ¡pero en el
infierno quería ayudar a la obra misionera!

4. ¿En qué consistió la viveza de este mayordomo infiel? En ganarse amigos


que lo emplearan cuando lo despidieran de su mayordomía. Aprovechó los
últimos momentos de su mayordomía para beneficiarse en el futuro. Usando
lo mismo para sí, se arruinó; usándolo para otros, se benefició (ver Mt.
25:40; Hech. 10:4).

5. El Señor dice (Lc. 16:8) que los mayordomos de Dios son menos vivos que
este mayordomo mundano. Dios quiere que seamos honrados y también
astutos.

10
Lo más importante de esta parábola

1. ¿Qué haremos antes que nos quiten la mayordomía? Esto es lo que veremos
ahora. Lc. 16:9: “Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que
cuando estas falten, os reciban en las moradas eternas”.

2. Nuestras riquezas espirituales, intelectuales, físicas y materiales están ahora


bajo nuestro control. Podemos usarlos como queremos. ¿Qué haremos antes
de que se nos termine esta potestad? Jesús nos dice que imitemos al
mayordomo en su astucia; que invirtamos en el futuro.

Nombres que Jesús da a las riquezas de este mundo y a las del cielo

1. En los vs. 10-12 de esta parábola, el Señor dice tres cosas de las riquezas de
este mundo y tres de las del cielo. Tomemos nota de esos seis calificativos:

las riquezas de este mundo: las riquezas espirituales:

lo muy poco lo más


riquezas malas, injustas riquezas verdaderas
lo ajeno lo nuestro

2. Lo muy poco: Aún de los que tienen millones, podemos decir que tienen
muy poco si no tienen la salvación, pues les durará poco. Al morir se les
terminará la abundancia. Si no tienen a Cristo, tienen muy poco. ¿Qué son
los millones comparados con calles de oro, mar de cristal, puertas de perlas,
cimientos de piedras preciosas?

3. Lo más: Superlativo. Nada puede superar ni igualar. Son las riquezas


divinas y eternas que ningún soberano de este mundo puede tener. Son las
riquezas que nos esperan en el cielo (aún los dones de Dios son de más valor
que el dinero).

4. Riquezas malas, injustas: Mal poseídas o mal empleadas cuando nos


creemos dueños de ellas. Estos son nombres muy calificativos y muy
apropiados que el mismo Señor da a las riquezas materiales. De repente nos
quedamos sin nada. Pueden robárnoslas. Son injustas porque generalmente
el que más tiene es el que más ha estafado y robado y explotado a otros
menos afortunados. Otras veces las riquezas llevan a vicios y pecados. Son
malas riquezas.

5. Riquezas verdaderas: Las que la muerte no nos puede arrebatar. Son


eternas. Nadie las puede robar. No llevan a vicios. No se consigue mintiendo
y explotando a otros; en ese caso las perderíamos en vez de aumentarlas. Son
justas; Dios no pondrá en la cuenta de otro lo tuyo.

6. Lo ajeno: ¿De quién son en realidad? De Dios. Aquí vemos otro pasaje en el
que el Señor enseña la mayordomía. Dice con toda claridad que las riquezas
del mundo son ajenas, y que debemos dejarlas al mudarnos de casa (al cielo).

11
7. Lo nuestro: Las riquezas que nos hagamos en el cielo son realmente
nuestras porque las tendremos, no por un tiempo como las terrenales, sino
para siempre. Allá en el cielo no seremos más mayordomos sino dueños. ¡La
esposa de Cristo el dueño de todo! Nadie nos lo podrá quitar. Compare 1 Tim
7:7, 17-19; 1 P. 1:3, 4; 2 P. 1:3, 4.

8. El Señor enseña que podemos usar las riquezas pocas, malas y ajenas, para
hacernos riquezas muchas, verdaderas y nuestras. Tal como lo hizo el
mayordomo de la parábola con el dinero ajeno, malo, injusto y poco
(Ilustración con billete falso, si se pudiera cambiar por verdadero).

¿Hay otros pasajes que enseñan lo mismo?


¿Qué vamos a hacer con nuestro 90%?

1. Gá. 6:6-10. Sembrar para la carne significa invertir todo para el bienestar
de nuestra propia persona o familia. Es invertir en cosas que no tienen valor
eterno, sino pasajero (comida, vestido, casa, comodidades, etc.) ¿Cómo nos
paga la carne todo eso? ¿Qué cosecha nos da? Putrefacción y gusanos.
Debemos poner más interés en la cosecha, tal como lo hacemos con las
semillas. Sembrar para el espíritu es indicado por el contexto: “haced bien” =
obras de caridad. Podemos cambiar estos pocos, malos y ajenos bienes
materiales, para ganar riquezas abundantes, verdaderas y nuestras. Pr. 19:17

2. Mt. 6:19-21. No nos dice que las riquezas materiales son malas; pueden
corromperse o ser robadas. Las del cielo son seguras.

3. Mt. 19:21. Nos indica sin lugar a dudas que la forma de depositar nuestra
poca, mala y ajena riqueza, es hacer caridad.

4. Quizás te parezca exagerado este estudio en cuanto a las finanzas, pero no lo


será cuando pienses lo que gastabas antes para el mundo. ¿Cuánto gastaban
en cigarrillos, cine, baile, borracheras, etc.?

5. ¿En qué podemos usar ese dinero ahora que somos salvos?

En sembrar para el espíritu. Como dice Pedro: “haced bien” a los


verdaderos pobres, viudas, huérfanos, inválidos, ancianos, hermanos
necesitados: orfanatos, asilos, enfermos, etc. Inclúyelo a Dios en tu testamento.

En la salvación de almas. ¿Cuánto se invierte para salvar cuerpos?


Invirtamos para hacer discípulos, para la obra misionera, evangelística, para
literatura cristiana.

Últimas enseñanzas del pasaje de la parábola

1. Lc. 16:11 y 12: Nos dicen que si no somos astutos con las riquezas de este
mundo, el Señor no nos dará riquezas en el más allá.

2. V. 13: “No podéis servir a dos señores”.

12
3. V 14: Dios quiere que no suceda aquí esto. El que ofende en la mayordomía,
el que habla mal de este curso o lo ridiculice, según dice Lucas, lo hace por
avaricia. Ama al dinero más que a Dios y su verdad.

Aplicación

1. Dios quiere que seas un mayordomo honrado y astuto. ¿Eres honrado? ¿Le
pagas a Dios tus diezmos? ¡Comienza hoy! Pero también quiere que seas
astuto, inteligente, y que de tu 90% deposites algo en el cielo que será tu
riqueza eterna.

2. Recuerda que las riquezas de este mundo son: pocas, malas y ajenas, y que
con ellas puedes ganar riquezas abundantes, verdaderas y tuyas. ¿Qué haces
con tu dinero, con tus riquezas espirituales, intelectuales y materiales?
¿Siembras sólo para la carne? Ella te pagará con muerte y corrupción. ¿Por
qué no comienzas a sembrar para el espíritu? ¡Él paga con vida, y vida
eterna! ¿Cuánto dabas al mundo? Aparte del diezmo dabas otro 15%. Bien
pueden depositarlo en el cielo.

El obediente no juzgue al desobediente.


El desobediente no impida al desobediente.

13

También podría gustarte