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PATRIMONIO ICONOGRÁFICO: LA FIGURA

DEL DEMONIO EN LOS ANDES


Gabriela Benavides de Rivera·

U na indagació n acerca de la rep rese ntación del del demonio ha sido alterada por las críticas de los
demo ni o en el Perú del XIX parece un contra- fil ósofos de la Ilustración sin desaparecer del todo,
sentido. ¿Es q ue acaso el pensamiento ilustrado sino adoptando form as m ás personales, interiori-
y la soberanía de la razó n no lograro n d iluir en zadas y más íntimamente relacio nadas con el
la espesura del espacio co lonial la presencia de hombre, del cual no es más que una faz oscura o
este personaje tan út il y soco rri do por la Igles ia máscara vacía 1 . Dentro de esta definición cabe
evangelizadora y extirpado ra, hij a de la Contra- una gama infin ita de posibilidades: motivos, em-
rreforma? En el nive l de la representació n plásti - blemas, mitos, símbolos, pasiones, pulsio nes, ma-
ca y en el arte en general se p uede afi rm ar que les y terrores ind ivid uales y colectivos.
sí y no al m ismo tiempo . Sí, porque si hacern os
una revisión de la plástica rep ublica na - en don- Apa rentemente es una cantera inagotable para
de el neoclásico y el academicismo se im ponen- los estud ios psicoanalíticos marcados a fines del
la figura luciferina brilla po r su ausencia. No, siglo XIX por la fuerte personalidad de Freud. A
puesto que un breve recorrido po r el arte pop u- propósito de ello, hace ve inte años apareció uno
lar - llámese imagine ría, máscaras, retablos, ta- de esos li bros q ue impactan y son éxito de ve n-
blas o telas- muestra que en este nivel se ha con- tas: Freud et le diable, en el cual Luisa de Urtu-
servado el interés por la represe ntació n demo- bey estud ia las avent uras satán icas en el pensa-
níaca, y ni q ué decir de la danza y en ge neral de miento del pad re del ps icoanálisis. Pocos estu-
las fi estas en el universo and in o . diosos de la obra del ilustre austríaco sabían que
ya en 1896 el d iablo se le apareció en un proce-
so de autoanálisis como un "descenso a los infier-
EL D EMONIO DEC IMONÓNICO nos", co incidiendo con la muerte de su padre.
No era un tema nuevo para Freud, q uien soste-
Satanás, Lu cifer, Ángel Ca ído o simplem ente D ia- nía que los procesos de histeria y las psicosis en
blo. Este personaje ele la historia sagrada cristiana general respondían a una fuerza m aligna que se
no desapareció con la revolución francesa ni co n in stalaba en los enfermos obligándo los a actuar
el proceso científico y tecnológico posterior. Su co mo si no fueran dueños ele sí mismos.
imagen contin úa en el imaginario occidenta l, aun-
q ue ya no responde exclusivamente al dogma re- Esta reseña sirve para subrayar cómo este seño r
ligioso sino q ue se le ubica tam bién en m ovimien- del Averno ha pasado de ser un perso naje de la
tos inlelectuales, cul tura les y sociales europeos de cul tura y de la religión a un fantasma interior, sin
los siglos XIX y XX. La representación trad icional qu e po r ello deje de ser -según afirmación del

Instituto de Investigaciones, Facul tad de Ciencias de la Comun icación, Turi smo y Psicologla, Universidad de San Martfn de Porres, Lima.

1 En este punto sigo básicamente el planteamiento de Roben Muchembl ed. U11e lúsroire du diable. XII -XX siécle;. Pari s, Seui l, pp. 249-297.
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propio Freud- la figura mitológica que mejor en- no reconoce la de Jesús, al menos debería abra-
carna los males que el hombre rechaza y que sir- zar la de Satanás2 .
ve de excusa para justificar toda la negatividad .
Negativo y cruel pero muy seductor, ciertamen- En general se observa que el demonio está dismi-
te, debido a su naturaleza de ángel caído y casti- nuido en una sociedad anticlerical y liberada de
gado por haber querido ser semejante al Padre. una visión trágica de la vida como la decimonó-
De allí la ambivalencia de amor y odio que pro- nica. Sin embargo es en la tradición popular en
duce en las sociedades y en los individuos, que le donde el personaje sobrevive aunque sea en cla-
temen pero lo buscan. Así la figura del diablo a fi - ve de parodia y haciendo el ridículo. Por otro la-
nes del XIX se va recluyendo en las tinieblas del do, en los secto res cultos que consumían literatu-
inconsciente en donde pervive como eterna ten- ra y arte con esta temática la imagen del diablo
tación y culpa, siempre en busca de lo prohibido. era trivial y no obsesiva como en siglos pasados,
mucho más cerca de la moda que de la hogue-
Pero esta no es la única posición ideológica del XIX ra3: una estética mundana del horror que llevaba
frente a la figura del demonio. Se le considera en lo sobrenatural a niveles curiosos y hasta risibles.
ciertos ámbitos intelectuales como objeto de curio-
sidad, de burla, o simplemente como parte de las
supersticiones provenientes de tiempos menos ilus- EL FANTASMA DEL DEMONIO EN EL PERÚ
trados. Frente a uno y otro planteamiento la Iglesia
católica siguió afirmándose en su mensaje tradicio- La situación en el Perú no fue muy diferente de la
nal acerca del Maligno como representante del europea en lo tocante a la imposición del pensa-
desorden, de la degeneración moral y el rechazo a miento ilustrado y la actitud frente al terna demo-
la autoridad establecida. En 1879 la encíclica Ae- níaco. Los ciudadan os siguen con avidez los
ternis patris de León XI 11 declaró eternamente váli- acontecimientos y transformaciones en el Viejo
da la teología tomista, imponiendo la existencia del Mundo; ya no es España sino son Francia e Ingla-
demonio corno una realidad objetiva. terra los paradi gmas para una sociedad , en espe-
cial para el sector dominante, que quiere alejarse
de los antiguos patrones tradicionales para inte-
EL DEMONIO EN EL ARTE grarse en lo que se presentaba corno lo moderno.

Satanás ha sido y sigu e siendo un personaje de La relación con la Iglesia no fue fácil. Los regulares
novela y de teatro. Héroe medieval o truhán ba- fueron considerados por los ilustrados un produc-
rroco, lo cierto es qu e hay una ca ntid ad impor- to de la corrupción debido al carácter privilegiado
tante de traged ias, tragicomedias, poesía pastoril de las órdenes religiosas, poseedoras de bienes
y ballets que muestran al demonio en diferentes que quedaban al margen del libre comercio y
momentos y aspectos. En el siglo XIX la cultura exe ntas de cualquie r tributo a favor del Estado. Es-
popular muestra su preferencia por un diablo to los etiquetaba como inútiles para la sociedad y
burlado por los hombres (Belcebú). Respuesta su presencia no se justificaba socialmente, salvo un
obvia a los temores surgidos de la enseñanza re- retorno a la pobreza de la iglesia primitiva. De allí
ligiosa y de los sermones de la época. Los autores el planteamiento de una reforma del clero regu lar
satíricos ta mbi én toman el tema para sus propias y la desamortización de sus bienes. Este argumen-
imitaciones y parodias haciendo del diablo un to primó para legitimar la expulsión de los jesuitas
personaje cóm ico . O tros como William Blake, en 176 7. Fue así como muchos bienes de la Igle-
d esviándose de la tradición cristiana pero afir- sia -y no solo los de la Comparíía de Jesús- pasa-
mando la necesid ad de cree r en algo, afirman ron a manos privadas.
que el hombre debe tener una religión y que si

2 M . M ilner. Le Oi ab/e dam la li1téra1ure francaise de Cazolle a Baudel aire ( 1772- 186 1). Paris, Corti, 1960, 2 vol s.
3 Nadie mejor que W illiam Hogarth, pintor satírico del si glo XVIII, para demostrar este sentimiento trági co de la vida. Se trata de una lámina que ti tuló Credulidad super<-
t,c,ón Y_p re¡u,c,o. Observamos el interior de una iglesia con gran cantidad de fi el es extasiados por l a prédica del pastor que amenaza desde el elevado púlpito 'y con ia
f eluca inclinada_por tanto entu siasmo, con las llan~as del Avern o._ De sus dedos cuelgan dos monigotes: uno que representa a una br~ja, con escoba y gato por supues-
o. Y el otro al diablo con alas, l arga cola y gran tridente. En un rincón se ven copias de los sermones de John W esley y una traducción al ingl és del M a//eus /\tale fica-
rum , con un bJrómetro marcando los grados de posesi ón diabólica. Estos van desde el suicidio hasta la locura, la desesperación, los dolores permanentes la lujuria las
convulsiones, l a histeria. ' '
Gabriela Benavides de Rivero: Patrimonio Iconográfico... . . - - -
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En el campo artístico hay un abandono de los mo- suficientes como para eliminar ritos, creencias
delos barrocos hispanos para adentrarse en tipos y mitos que constituyen aún el fondo del dis-
más refinados y de moda. Durante la primera mi- curso religioso andino"5 • Esto explicaría la vi-
tad del siglo XIX la pintura peruana estuvo decisi- gencia de antiguos ritos y expresiones simbóli-
vamente influenciada por el romanticismo y el cas propias que han permitido la supervivencia
academicismo, mientras que en la segunda hubo de este pueblo, un tipo de resistencia a las ma-
una actitud ecléctica, reflejo de las muchas inquie- nifestaciones culturales de Occidente.
tudes y tendencias de los artistas: al lado de los eu-
ropeizantes y academicistas se colocaron los na- ARTE POPULAR Y COLECCIONISMO
cionalistas. El demonio no fue un tema de refle-
xión en ninguno de los dos momentos. Al igual El arte popular -como bien señala Francisco
que en Europa quedó al amparo de algunos curio- Stastny- es una de las más fascinantes y valio-
sos y a veces alucinados literatos, pero de muy po- sas creaciones de la cultura peruana por sus
cos plásticos. formas, sus técnicas y, fundamentalmente, por
la historia contenida en sus imágenes: "El ca-
charro del alfarero de aldea, el santo de yeso,
DE EXTIRPACIONES Y EXPIACIONES el amuleto de piedra, la prenda tejida en el te-
lar familiar, son los acompañantes eternos y si-
El mundo andino ha procesado a su manera la fi- lenciosos del campesino indio y en sus formas
gura del demonio y ha logrado - pienso- resulta- se ha acumulado a través de los siglos una ca-
dos bastante parecidos a los que se observa pa- dena sutil de transformaciones"6.
ra la cultura popular europea: un diablo que no
asusta pero que comunica. lPor qué? Se señala que en este arte popular la tradición
prehispánica se manifiesta de manera velada: to-
Haciendo un poco de historia veremos que do lo que era prohibido por la Iglesia y el apara-
cuando la Inquisición inició las grandes persecu- to colonial permanece oculto tras la apariencia
ciones de los grupo s contestatarios medievales, engañosa y superficial de corte occidental. U n
los manuales y doctrinas subrayaban la acción lenguaje formal y un mensaje explícito conte-
directa del demonio en los movimientos disi- niendo un bagaje autóctono.
dentes. Entonces la id olatría se explicaba por la
presencia del Maligno. Esto nos suena bastante Es pertinente subrayar la labor de los coleccio-
cercano efectivamente, y es porque con la con- nistas de arte en general y de arte popular en
quista españo la llegan a estas tierras contingen - particu lar porque gracias a su empeño y tesó n es
tes católicos premunidos de dicha cruzada con- posible contar con repositorios bien conservados
tra el mal y -có mo no- los ídolos prehispánicos y puestos a disposición de la colectividad acadé-
debían ser obra del demonio. Para Acosta y la mica y artística para su estudio y exposición 7 • A
mayoría de los curas doctrineros y extirpadores propósito de esta investigación he tomado ma-
no cabía la menor duda de que la ca usa princi- yor contacto con algunas colecciones de arte po-
pal de la ido latría era el demonio 4 . pular y el tema del demonio realmente es esca-
so aunque interesante en las pocas oportunida-
Pero "ni e l movimiento de 'exti rpación de ido- des en que se presenta .
latrías' de los siglos XV I y XV II ni la estructura y
e l aparato ecles iást ico que impera en los An- Una tipología iconográfica muestra fundamen-
des desde los albores del siglo XVII, han sido talmente dos imágenes: la de Miguel Arcángel,

4 Henrique U rbano. "Estudio preliminar y notas". En Joseph de Arriaga. La extirpa ció n de la ido/arria en e/ Pirú /1621). Cuzco, Centro Bartolomé de las Casas, 1999, pp.
XI-C XX XI.

5 Henrique U rbano. "Sim bología religiosa y conílictos sociales en el sur andino". En Allpanchis, vol. 6 (abril 1976), pp. 161-1 77.
6 Franci sco Stastny. "D imensión histórica del arte popular". En 1-/istoria y Cultura, vol. 12 (Lima, 1979), pp. 137-149.
7 El tema del coleccioni smo particul ar es materia de debate hoy en día. Revisar los artículos pertinentes en los dos volúmenes de Patrimonio cultural del Perú, publicados
por el Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2000. Asimismo resulta de lo más estimulante el artículo de Al fonso Alfara. "La lógica del deseo: el coleccionista y sus afa-
nes". En Artes de México 6 1 (agosto 2002), pp. 33-43.
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el príncipe de la milicia celestial que combate y repertorio artístico era fruto de largos años de in-
vence a Luzbel, que aparece en forma de dra - vestigación, recurrentes viajes por el Perú y una
gón o de ser cornudo; y la de la Virgen Apoca- preocupación constante por hacerse de máscaras
líptica, cuyo origen es el Apocalipsis de San Juan, que aparecían en las fiestas populares9 .
coronada de estrellas o no, pero siempre sobre
un dragón de una o siete cabezas (hay variacio- La máscara, con su doble significado de público y
nes) . En ambos casos hay una evidente influen- privado, comparte con el término "persona" el mis-
cia de la pintura religiosa oficial que sigue estos mo origen latino: personatus o enmascarado. Có-
patrones iconográficos de origen medieva l y los mo so mos y cómo nos mostramos ante los demás,
al imenta con las tradiciones renacentista y barro- espacios privados y espacios públicos, lo auténtico
ca. Es sabido que el arte popular no obedece a y lo aparente 10 . Todos estos conceptos pueden ser
cá nones estrictos y se da libertades para inter- trabajad os en torno del tema de las máscaras. En
pretar la imagen y sintetizarla de acuerdo con el esta oportunidad interesa indagar cómo es que el
criterio del artista, del momento o del contexto. demonio aparece representado en ellas.
Además de estas dos representaciones los demo-
nios son utilizados como complemento en algu- • En Cajabamba se baila la danza de diablos. Dia-
nos retablos y tablas; existen asimismo algunas blos con máscaras rosadas y ojos de cristal cu-
figuras interesan tes como la de un inca domi- briendo toda la cabeza. Lo único realmente dia-
nando al demonio cual arcángel justiciero. bólico son los dos cuernos de carnero o chivo.

Una tipología formal o por técnicas informa acer- • En Paucartambo se venera a la mamacha Car-
ca de la preferencia de los coleccionistas por los men. En la fiesta aparecen demonios enmasca-
retablos y tallas, sobre todo en piedra de Hua - rados conocidos como sajras que acompañan a
rn anga. La imaginería resalta por su belleza y es la virgen en su recorrido pero cubriéndose la ca-
evidente la inspi rac ión netamente occidental de- ra para no mirarla. Caminan lejos de las andas,
rivada -como en el caso anterior- de los mode- por los techos. Se trata de máscaras de yeso, po-
los virrei nal es o del costumbrismo romántico. El licromadas y con pelucas hechas de crines.
demonio está presente en algunas de estas obras
de arte, escasas en realidad 8 . Hay muy poco que • En Hu ancabamba las máscaras de diablo en
decir en cuanto a textiles, cerámi ca o mates bu- hoj alata están presentes en la danza de los
rilados. Sin embargo ex iste una veta en el arte diablicos .
popular qu e presenta una iconografía del demo-
ni o y que permitirá un a explicación mayor. M e • En Puno la diablada es la danza más conocida.
refi ero a las máscaras en la Co lección de Arturo Las máscaras son enormes y complicadas. De
Jiménez Borja qu e pertenece al Museo de Arte tela enco lada y yeso. Aqu í el papel del arcán-
Popular del Instituto Riva-Agüero. gel Migu el es sobresaliente .

• En Pallasca los diablos van enm ascarados en la


DEMONIO Y MÁSCARA danza de diablos y san migue/itas. La boca es
bastante grande para que se ubique el cigarro.
La simbología de la másca ra vacía comentada al
inicio de este ensayo toma cuerpo en este mo- • En Pomabamba destaca la danza de turcos.
mento gracias a la labor importa ntísima para el Hay un demonio entre los catorce personajes y
co leccionismo naciona l realizada por el doctor va al fin al de la comparsa. Lleva máscara de fiel-
Artu ro Jiménez Borja, quien manifestaba qu e este tro viejo.

8 Jo sé Sabogal. El desván de la ima¡¡ inetía peruan,1. Lima, Juan M ejía Baca & P.L. Vil lanueva, 1956 .
9 Arturo Jiménez Borj a. Máscar;is peruanas. Lima, Banco Continental , 1996. Para el tema de la fi esta una obra complementaria es la editada por Raúl Rome ro. Música, dan-
zas y m,1scar;is c11 l os Andes. Lima, Pontific ia U niversid;1d Católica d el Perú, 1998.
10 A propósito de las 1.!minas de Baltasar Jaime Martínez de Compa,ión, cuando Jiménez Borj a encuentra la danza de los diablicos o diablad;1 - que es u na representación
de la l ucha entre el Bien Ce l ángel) y el Mal ( 7 d emonios): l os 7 pecados capitales o los siete dem onios d el Apocalipsis- señala que los indígenas que danzan en ningún
momento se muestran como tales, sino que aparecen pieles bl ancas. bigotes y cejas rubias y hasta ojos claros. La mjscara oculta la verdad.
Gabriela Benav ides de Ri vero: Patrimonio Iconográfico ... ~

• En H uaral las máscaras recuerdan las observa- andina de colocarse máscaras po r un motivo ri-
das en las ilu straciones de Pancho Fierro. tual o festivo: Ped ro Piza rra, Francisco de Ávila;
también lo hiciero n Garcilaso de la Vega y Gua-
• En Angasmayo un d iablo peculiar - por no llevar mán Poma. En el siglo XVIII el obispo de Truj illo
cuern os- pa rticipa en la danza llamada la legión, M artínez de Compañón registró a través de
nombre q ue alude a la legió n ele demonios. acuarelas las costumbres de su d iócesis y queda
muy clara la preferencia por las d anzas de en-
En esta relación aparece una serie de datos relati- masca rados : imágenes de venados, osos, gall i-
vos a la imagen del demon io y a sus materiales y nazos, co nejos, guacamayos y otros .
condiciones formales. Lo más interesa nte es el con-
texto festivo en el cual se dan. Los doctrineros ob- Por o tra parte, la poblac ión hispana, de antigua
servaron q ue la po blación and ina era muy afecta a t radició n en la confección y uso de másca ras,
la danza y se valieron de las imágenes religiosas ex- se valió de festi vidad es como la de Corpus
puestas en las celebraciones cató licas para la ense- Christi o to ros para mostra r su arte. Tanto los Li-
ñanza y evangelización a través de ellas. La imagen bros de Cabildo de Lima como los Diarios d e
de San M iguel dominando al Anticristo o demonio Suard a y M ugaburo informa n de los pormeno-
en forma de serpiente (con una o siete cabezas) fu e res d e las fiestas re ligiosas limeñas, en especia l
una de las pred ilectas. Pero también se convirtió en la de Corpus co n sus Gigantes y Cabezudos.
una expresión bienq uerida por los indígenas, por la
sencilla razón de ser la serpiente o amaru el espíri- Pero de todas las danzas festivas hay un a en par-
tu conector con los seres sobrenaturales, restaura- ticu lar q ue Martínez de Compañ ón observó con
dor del equi librio cósmico en el mundo andino. deteni m iento y que nos servirá para la última
Cabe preguntar si la fuerte presencia ele estas más- parte de este informe: la danza de los diablicos ,
caras de d iablos desde fines del XVIII hasta el siglo co nocida como diablada en el sur and ino.
XX no obedece fundamenta lmente a esta segunda
razón . Esta observac ión descansa en la supuesta su-
pervivencia de los mitos y creencias and inos. LA DIABLADA ANDINA

Como ser'i ala Jim énez Bo rj a, para un estud io Este festejo popular tiene un correlato en la deno-
adecuado de las másca ras en el Perú hay que minad a endiablada española: "festejo y función jo-
servirse de d os trad icion es: los testi mon ios cul- cosa en que m uchos se disfrazaban con máscaras
tu rales prehispánicos y los escritos hi spanos. y figuras ridículas de d iablos". El origen de ella en
Contrastando las imáge nes co n el materi al tex- tanto festej o público de los demonios se remonta
tu al es co mo se llega rá -a través del métod o ico- por lo menos a la segunda mitad del siglo XVI,
nográfico, especialme nte segCin el d iseño el e Pa- cuando adquiere un ca rácter ritual al incorporarse
nofsky- a la co nstrucc ión de una co rrecta ima- a las procesio nes del Corpus Christi en Barcelo-
gen d e lo q ue signifi có la másca ra de di ablos en na11 . Para 1583 hay documentación que señala
el Perú . En el primer caso ex iste ev idencia en los q ue durante la procesión del Corpus, en el tema
vasos moche co n rep rese ntacion es mito lógicas y de las representaciones del Antiguo Testamento,
zoomorfas; tam bién se pu ede recurrir a las im á- "aparece una Creación del mundo, en la que 24
genes recogid as po r G uamán Poma e n su d es- d iablos batallaban a pie con tra 20 ángeles con es-
cripció n d e las festividades de los cuatro suyos. pada, capitaneados por San M iguel". En otro mo-
U n tercer elemento co rrespo nd e a las másca ras mento se observa el entremés sobre el Paraíso y el
fune rarias, co nfecc ionad as en hueso , cerámica, Infierno, con la bata lla de San M iguel y los ángeles
mad era, co bre y o ro. D esde q ue los espaiio les buenos contra Lucifer y sus secuaces. Las imáge-
llega ro n a estas t ierras empezaro n a recoger y nes preferidas son las de diablos y ángeles en ba-
pu blicar info rmac ió n ace rca d e la costumbre talla, y la del castillo del infierno y el d ragón.

11 D emetrio Bri sser. "D iabl Jdas andinas y granadinas" . En Fermín del Pino Dlaz, Coord. Demonio, religión I' sociedad entre Espa,la y A111e,ica. M adrid, Consejo Supt>rior
de Investi gaciones Cienllficas, 2002, pp. 30 1-32 1.
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lQué tanto de esta tradición queda en el XIX pe- lDe dónde proviene la imagen de un "diablo"
ruano después del proceso de evangelización y prehispánico? El Uku Pacha es el mundo de
en pleno contexto ilustrado y anticlerical? Pues abajo, tenebroso y bajo el dominio de un genio
ni tan ilu strada ni anticlerical es la zona altope- maléfi co denominado H uari por los habitantes
ruan a en donde se origina esta fiesta denomina- aymaras de esta región del lago Titicaca. Este
da diablada. En 1 789 la Virgen se aparece mila- genio de l mal hace daño con el engaño, en-
grosamente a un bandido herido, quien muy viando serpientes, sapos y lagartos a sus enemi-
agradecido pinta un fresco con la im agen de la gos; es además el señor de los cerros ricos en
se ñora sobre un muro de la bocamina del cerro metales de O ruro. Quien lo vence en reitera-
en que se produjo el milagro, pues su alma tam- das oportunidades es la "Virgen del Socavón",
bién se salvó . Se trataba de una bellísima imagen que se enfrenta a los enem igos infe rnales o del
de la Virgen de la Candelaria y el luga r se deno- inframun do. Por ello las máscaras con sapos y
minó desde entonces "Socavón de la Virgen". Es- laga rtos van asumiendo rasgos occidentales. En
ta advocación se celebra el 2 de febrero, muy la tradición j udeocrist iana la Virgen del Apoca-
cerca de los carnavales. Se juntaron las fechas y lipsis aplasta al dragón y las grandes orejas son
en los tres días de festejo los mineros festejaban los cuernos característicos de la rep resentación
a la Virgen disfrazándose de diablos. Aquí se ob- medieval de Satanás.
servan dos datos que es pertinente subrayar.
Uno: una Virgen cuya fiesta coincide con los car-
navales (fiesta pagana por la primera cosecha de A MODO DE CONCLUSIÓN
papas). Dos: se le celebra con danzas de diablos.
H ay que agregar que este bandido, de acuerdo Durante el siglo XIX la figura del demonio decae
co n la tradición oral, solo robaba a los ricos. en la iconografía universal debido al avance de la
ideología ilustrada y científica. El Perú no se ale-
A inic ios del XIX apareció un "Relato de los dia- ja mucho de este desarrollo, principalmente en el
blos", de autor desconocido pero atribuible a un nivel de la cultura oficial y urbana. En el nivel ru-
clérigo culto. Al poco tiempo la peregrinación a ral la situación es diferente y es posible encontrar
las faldas d el cerro por co merciantes de la ciu- una cantidad estimable de producción en arte
dad fue cosa común. Las danzas de diablos se popular que sigue presentando al demonio como
sistematizaron en las co noc id as diabladas. parte importante del imaginario religioso.

"Los diablos tradicionales portan un a víbo ra Dentro del co njunto de arte popular las más-
en la mano, y mientras que sus antiguas ca ras d e d iablos ofrecen la oportunidad de un
máscaras (en hojalata o escayola) poseían análisis u n poco más profundo, debido a la va-
rasgos humanos con sapos entre los die ntes riedad y ca ntidad en comparació n con otros ti-
y lagartij as en las mejillas -fauna menor y en pos artíst icos.
corto número- se pidió a los mascareros qu e
in cluyesen nu evos eleme ntos; y así apa re- La diablada en tanto fiesta, pero en especial la
cen los dragones de tres cabezas, con o j os másca ra de d iablo como elemento que confiere
saltones y grand es orej as, rodeados por naturaleza y se ntido a este acontecimiento, sirve
abund antes fieras" 1 2 . para entender cómo se ha ido constru yendo la
imagen del demonio en el arte popular, por lo
Es evidente que a una tradición de "d iablos" pre- menos en la regió nc altoandina.
hispáni cos se superpone la im agen cristiana de l
demon io. La Virgen y la se rpiente o amaru tie- La prese ncia de elementos cató licos y prehispá-
nen en común la condic ión de intercesores en - nicos hacen de este arte popular un claro expo-
tre los hombres y los seres divinos: léase Cri sto nen te del llamado arte mestizo.
en el primer caso y H anan Pacha en el segundo.

12 Ibídem, p. 3 12.
Gabriela Benavides de Rivero: Patrimonio Iconográfico... ~

La lectura iconológica para esta construcción del por demostrarlo. Un diablo identificado con el
demonio descansa en los atributos consignados amaru. Esto explicaría la gran aceptación de la
a partir de las tradiciones, y a la interpretación diabfada y en general de cualquier expresión
del comportamiento de los actores en la fiesta y icónica del demonio dentro de la población ru-
el porqué de la misma. Es evidente que hay una ral campesina.
yuxtaposición de una festividad católica sobre
otra andina. ¿Quién la hizo? El dominio español En este caso se cumple el sentido d ual de la más-
es evidente a través de la Madre de Dios y sin cara. lDónde se encuentra lo auténtico y dónde
embargo el diablo es el protagonista, es quien lo aparente? Esta pregunta queda pend iente pa-
destaca y hace gala de su poder. Hay un interés ra una próxima investigación.

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