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aproximadamente dos horas.

Módulo 3: Derechos conexos

Resultados de aprendizaje

Al completar exitosamente este módulo, los estudiantes estarán


capacitados para:

1. Indicar quiénes son los beneficiarios de los derechos


conexos.

2. Explicar la naturaleza de los derechos a que pueden


acogerse los beneficiarios de los derechos conexos.

3. Indicar la duración de los derechos conexos que figura en


la Convención de Roma, el Acuerdo sobre los ADPIC, el
WPPT y el Tratado de Beijing.
4. Explicar en unas 250 palabras cómo puede ampliarse el
concepto de derechos conexos para que abarque las
“expresiones culturales tradicionales (ECT)”.

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Introducción

Los derechos conexos, en ciertos aspectos, se asemejan al derecho de


autor. El objetivo de los derechos conexos es proteger los intereses jurídicos
de determinadas personas y entidades jurídicas que contribuyen a la difusión
de las obras protegidas por derecho de autor. Un ejemplo evidente es el
cantante o músico que interpreta la obra de un compositor ante el público. El
propósito general de los derechos conexos es proteger a las personas u
organizaciones que, en el proceso de difusión de una obra, aportan su
capacidad creativa, técnica u organizativa.

En este módulo se estudian los distintos tipos de derechos conexos, la


manera como se obtienen, su duración y los principales tratados o
convenciones internacionales que se ocupan de los derechos conexos.

Derechos conexos

En primer lugar, cabe señalar que el término derechos conexos es


relativamente nuevo y que, en algunos documentos, se habla de derechos
afines. En el presente módulo solo se utiliza el término derechos conexos.
Comience el estudio escuchando el segmento sonoro sobre los derechos
conexos.

Segmento sonoro 1: ¿Podría volver a definir el concepto de


derechos conexos?

Los derechos conexos no son lo mismo que el derecho de autor, pero


están íntimamente relacionados con ese derecho, ya que por lo general
se basan en una obra protegida por derecho de autor, de modo que están
relacionados. Los derechos conexos ofrecen el mismo tipo de
exclusividad que el derecho de autor, pero no abarcan las obras
propiamente dichas, sino aspectos conexos, en el sentido general de
facilitar su difusión. Veamos el ejemplo de una canción protegida por
derecho de autor y las etapas por las que pasa.

Suponiendo que se trata de una canción original, el compositor y el autor


de la letra estarán protegidos en su calidad de titulares originales del
derecho de autor; posteriormente, podrían ofrecerla a un cantante para
que la interprete, quien también necesitará alguna forma de protección.
En caso de que se realice una grabación de la canción o de que el
cantante desee difundirla, deberá recurrirse a una empresa, que también
deseará estar protegida por medio de un contrato. Así pues, el primero

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de los derechos conexos corresponde a las personas que interpretan o


ejecutan las obras, a saber, los intérpretes o ejecutantes, cantantes,
actores, bailarines, músicos u otros artistas.

A continuación, hay un segundo grupo, los productores de fonogramas o,


más exactamente, los productores de grabaciones sonoras, ya que el
soporte de grabación ha pasado de los discos de vinilo a los CD y al
mundo digital. En cierto sentido, la protección de este colectivo es de
carácter más bien comercial, ya que las grabaciones sonoras de calidad
están más relacionadas con una inversión que con los aspectos artísticos
inherentes a la creación, composición o interpretación de una canción.
Aun así, el proceso de selección del acompañamiento instrumental, los
repertorios o los arreglos entraña cierta creatividad, al margen del
evidente e importante aspecto económico. Cabe señalar que estos
productores son las primeras víctimas de la piratería, ya que no reciben
el dinero que se desvía a los productores piratas, si bien estas pérdidas
económicas se transmiten posteriormente a los artistas intérpretes o
ejecutantes y a los autores. Este es el motivo por el que también se han
concedido derechos específicos a los productores de grabaciones
sonoras.

El tercer grupo que recibe protección por derechos conexos son los
organismos de radiodifusión. Sus derechos derivan de su aportación
creativa y económica, en particular la inclusión de los programas en la
señal difundida y su distribución; no derivan del contenido del material
difundido, por ejemplo, de una película, sino del hecho de difundir la
película en cuestión. La capacidad de emitir las señales que constituyen
la transmisión otorga a los organismos de radiodifusión determinados
derechos sobre esas señales. En este caso, también se trata de una
inversión, es decir, la labor de reunir y transmitir los distintos programas.

Al principio de este documento sonoro se menciona que los derechos conexos


no son lo mismo que el derecho de autor, pero que están íntimamente
relacionados.

En ocasiones, los derechos conexos están relacionados con obras que


no están protegidas por derecho de autor, por ejemplo, obras que forman parte
del dominio público. Pongamos el ejemplo de un concierto para piano de
Beethoven, que puede ser interpretado en una sala de conciertos o bien
grabado en un CD. Como Beethoven murió en 1827, todas sus obras forman
parte del dominio público, por lo que no están protegidas por derecho de autor.
Por consiguiente, cualquier persona puede interpretar o grabar una
composición de Beethoven, por ejemplo, uno de sus conciertos para piano, sin
necesidad de obtener autorización.

Sin embargo, siguiendo el mismo ejemplo, los artistas intérpretes o


ejecutantes del concierto (pianista y orquesta) y el productor del CD que
contiene la grabación del concierto, gozarán de derechos conexos en relación
con su interpretación o ejecución del concierto y su grabación,

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respectivamente. Por lo tanto, nadie tendría derecho a grabar una


interpretación o ejecución en directo del concierto sin el consentimiento de los
artistas intérpretes o ejecutantes. Además, nadie podría realizar copias de una
grabación sonora del concierto para piano sin el consentimiento del productor
de la grabación.

También cabe señalar que los productores de grabaciones sonoras


pueden gozar de protección incluso si lo que se graba no es propiamente una
obra. Las grabaciones sonoras pueden ser de sonidos de la naturaleza, como
cantos de pájaros u olas del mar, sonidos que no se consideran obras. No
obstante, la empresa de grabación encargada de la producción del CD que
contiene esos sonidos estaría protegida contra todo acto de piratería respecto
de la grabación en cuestión.

Pregunta de autoevaluación

Pregunta 1: ¿Cuáles son los tres grupos de personas u


organizaciones que tienen derechos conexos?

Escriba aquí su respuesta:

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Respuesta 1:

Los tres grupos son:

 los artistas intérpretes o ejecutantes, como el cantante de una


canción;

 los productores de grabaciones, como las empresas


discográficas;

 los organismos de radiodifusión.

En el documento sonoro se menciona el término piratería. Si tiene dudas


sobre el significado de este término, puede consultarlo en el glosario.

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Como se explica en el documento sonoro, los derechos conexos se han


concedido tradicionalmente a tres categorías de beneficiarios: los artistas
intérpretes o ejecutantes, los productores de grabaciones y los organismos de
radiodifusión.

Los derechos de los artistas intérpretes o ejecutantes son


reconocidos porque su intervención creativa es necesaria para dar vida, por
ejemplo, a las obras musicales, las obras dramáticas y coreográficas y las
películas, y porque tienen un interés legítimo en la protección jurídica de sus
interpretaciones.

Los derechos de los


productores de
grabaciones sonoras son
reconocidos porque sus
recursos creativos,
financieros y organizativos
son necesarios para poner
las grabaciones a
disposición del público en
forma de fonogramas
comerciales (por ejemplo,
cintas, casetes, CD o
ficheros MP3).

Este grupo también tiene un interés legítimo en disponer de los recursos


jurídicos necesarios para tomar medidas contra los usos no autorizados, sea
la producción y distribución de copias no autorizadas (piratería) o la
radiodifusión y la comunicación al público de los fonogramas sin su
consentimiento.

Del mismo modo, los derechos de los organismos de radiodifusión


son reconocidos por su función a la hora de poner las obras a disposición del
público, así como por su interés legítimo en controlar esas transmisiones y
retransmisiones.

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El siguiente segmento sonoro muestra la importancia y la evolución de


los derechos relativos a la radiodifusión mediante un ejemplo de retransmisión
de un evento deportivo.

Segmento sonoro 2: Derechos conexos de los organismos de


radiodifusión de eventos deportivos

Los derechos de los organismos de radiodifusión revisten especial


importancia en el caso de los programas deportivos. En numerosos
países, estos programas no serían susceptibles de protección por
derecho de autor. En algunos países, en particular en los Estados Unidos
de América, los partidos de fútbol, cuando se graban y fijan sobre una
base material, se tratan como una obra audiovisual, ya que se
consideran suficientemente creativos. No obstante, en muchos otros
países, la legislación establece que el juego es el factor determinante y
que no es suficientemente original ni creativo como para gozar de
protección. El operador de la cámara se limita a seguir la acción que se
desarrolla en el campo y otros sucesos fortuitos. Es posible que se trate
de un operador experimentado, pero no de un artista. En muchos países,
pocas de esas transmisiones (o incluso ninguna) se considerarían
merecedoras de la protección por derecho de autor.

Aun así, existe un enorme interés, por ejemplo, en los derechos de


televisión de los Juegos Olímpicos o del Mundial de Fútbol, ya que
millones o miles de millones de dólares, libras, euros, francos o yenes
pueden cambiar de manos.

Resulta evidente que, para los organismos de radiodifusión, no sería una


inversión atractiva si, tras haber pagado enormes sumas de dinero con
antelación para obtener una licencia de transmisión o disponer de acceso
exclusivo a otros grandes eventos
deportivos destinados a un público
determinado, no pudieran acogerse a la
protección que ofrecen sus derechos
conexos para impedir que otras
empresas retransmitieran el producto
de su labor –por ejemplo, en tiempo real
a través de Internet– o hicieran
grabaciones en vídeo y las vendieran.

Estos ejemplos muestran por qué los artistas intérpretes o ejecutantes,


los productores de fonogramas y los organismos de radiodifusión se
consideran beneficiarios de derechos conexos.

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La primera respuesta internacional organizada a la necesidad de


protección jurídica de las tres categorías de beneficiarios de los derechos
conexos fue la adopción, en 1961, de la Convención de Roma o, más
concretamente, la Convención de Roma sobre la protección de los artistas
intérpretes o ejecutantes, los productores de fonogramas y los organismos de
radiodifusión. A diferencia de numerosos convenios internacionales, que
recogen las distintas leyes nacionales a fin de sintetizarlas, la Convención de
Roma fue un intento de establecer normas internacionales en un ámbito poco
desarrollado por las leyes nacionales. En consecuencia, la mayoría de los
Estados tendrían que elaborar y aprobar las leyes pertinentes antes de
adherirse a la Convención.

Desde que se aprobó la Convención en 1961, numerosos Estados han


legislado en lo que se refiere a los aspectos tratados en la Convención, a
menudo más allá del mínimo de protección establecido en ella.

La siguiente respuesta internacional de importancia ante las nuevas


necesidades de protección jurídica fue la adopción del Tratado de la OMPI
sobre Interpretación o Ejecución y Fonogramas (WPPT) en Ginebra el 20 de
diciembre de 1996 (junto con el Tratado de la OMPI sobre Derecho de
Autor -WCT-, que se describe en el módulo sobre el derecho de autor). Este
tratado tiene por objeto ofrecer una mayor protección de los derechos
patrimoniales y morales de los artistas intérpretes o ejecutantes y los
productores de fonogramas (artículos 5 a 10 del WPPT), sobre todo en lo
que respecta a su ejercicio en el entorno digital, en particular en Internet. El
WPPT entró en vigor el 20 de mayo de 2002.

El tratado multilateral más reciente que se ocupa de los derechos conexos


es el Tratado de Beijing sobre Interpretaciones y Ejecuciones Audiovisuales
(Tratado de Beijing), adoptado en junio de 2012; en particular, este tratado
protege los derechos conexos de los artistas intérpretes o ejecutantes sobre
las obras audiovisuales. El Tratado de Beijing entrará en vigor cuando haya 30
Partes Contratantes.

Tras haber analizado los tipos de personas y organizaciones que gozan


de protección en virtud de los derechos conexos, estudiaremos en qué
consisten esos derechos. En principio, son similares a los derechos concedidos
a los titulares del derecho de autor. Es decir, el derecho a impedir la explotación
no autorizada de la interpretación o ejecución, grabación o transmisión objeto
de protección.

Derechos concedidos a los beneficiarios de los derechos conexos


Convención de Roma y Acuerdo sobre los ADPIC

Los derechos concedidos a los tres grupos de beneficiarios de los


derechos conexos en las legislaciones nacionales son los siguientes, si bien
es posible que no todos ellos figuren en la misma ley (véase el artículo 3 de la
Convención de Roma).

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Los artistas intérpretes o ejecutantes gozan del derecho a impedir la


fijación sobre una base material (grabación), la radiodifusión y la
comunicación al público, sin su consentimiento, de sus
interpretaciones o ejecuciones en directo, así como la reproducción
de las fijaciones de sus interpretaciones o ejecuciones. El derecho
relativo a la radiodifusión y la comunicación al público de las
fijaciones de los fonogramas comerciales puede consistir en una
remuneración equitativa en sustitución del derecho a impedir. Esta
remuneración se concedería en virtud de una licencia no
voluntaria, como se explica en el módulo sobre el derecho de autor.
Habida cuenta del carácter personal de estas obras, algunas
legislaciones nacionales también conceden derechos morales a los
artistas intérpretes o ejecutantes, que pueden hacerse valer para
impedir la omisión injustificada de su nombre o una modificación de
sus interpretaciones o ejecuciones que los presente de manera
desfavorable.

Los productores de fonogramas gozan del derecho a autorizar o


prohibir la reproducción directa e indirecta, la importación y la
distribución de sus fonogramas o copias de ellos, así como a percibir
una remuneración equitativa por la radiodifusión y la comunicación
al público de sus fonogramas.

Los organismos de radiodifusión gozan del derecho a autorizar o


prohibir la redifusión, la fijación y la reproducción de sus
transmisiones. Algunas legislaciones conceden derechos
adicionales; por ejemplo, en los países de la Unión Europea, los
productores de fonogramas y los artistas intérpretes o ejecutantes
tienen un derecho de alquiler sobre sus fonogramas (los artistas,
además, sobre las obras audiovisuales), y algunos países conceden
derechos específicos sobre las transmisiones por cable. En virtud del
Acuerdo sobre los ADPIC, los productores de fonogramas (y otros
titulares de derechos sobre los fonogramas con arreglo a la
legislación nacional) también gozan del derecho de alquiler.

WPPT

Los artistas intérpretes o ejecutantes gozan del derecho a autorizar


la reproducción, distribución, alquiler y puesta a disposición de sus
interpretaciones o ejecuciones fijadas sobre una base material
(excepto de las audiovisuales). En lo que respecta a las
interpretaciones o ejecuciones no fijadas (en directo), tienen derecho
a autorizar la radiodifusión y la comunicación al público (con algunas
limitaciones), así como la fijación. También se les conceden
derechos morales, es decir, el derecho a que los identifique como los
artistas intérpretes o ejecutantes y el derecho a oponerse a cualquier
deformación, mutilación u otra modificación que cause perjuicio a su
reputación.

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Los productores de fonogramas gozan del derecho a autorizar la


reproducción, distribución, alquiler y puesta a disposición.

Tratado de Beijing

Los artistas intérpretes o ejecutantes de obras audiovisuales gozan


del derecho a autorizar la reproducción, distribución, alquiler y
puesta a disposición de sus interpretaciones o ejecuciones fijadas
sobre una base material. En lo que respecta a las interpretaciones o
ejecuciones no fijadas (en directo), tienen derecho a autorizar la
radiodifusión y la comunicación al público (con algunas limitaciones),
así como la fijación. También se les conceden derechos morales, es
decir, el derecho a reivindicar ser identificados como los artistas
intérpretes o ejecutantes (excepto cuando la omisión venga dictada
por la manera de utilizar la interpretación o ejecución) y el derecho a
oponerse a cualquier deformación, mutilación u otra modificación
que cause perjuicio a su reputación (teniendo en cuenta la
naturaleza de las fijaciones audiovisuales).

Limitaciones y excepciones

Al igual que en el caso del derecho de autor, en la Convención de Roma


se establecen determinadas limitaciones y excepciones a los derechos que
permiten, por ejemplo, el uso privado, el uso de breves fragmentos con motivo
de informar sobre sucesos de actualidad y el uso con fines docentes o de
investigación científica respecto de las interpretaciones o ejecuciones,
fonogramas y transmisiones objeto de protección (artículo 15 de la Convención
de Roma).

En el WPPT (artículo 16) y el Tratado de Beijing (artículo 13) se incorpora


la denominada “regla de los tres pasos” para determinar las limitaciones y
excepciones, lo que constituye la aplicación de una versión de la prueba que
figura en el artículo 9.2) del Convenio de Berna a todos los derechos. Las
limitaciones y excepciones deben circunscribirse a determinados casos
especiales que no atenten contra la explotación comercial normal de la obra ni
causen un perjuicio injustificado a los intereses legítimos del titular de los
derechos.

En las Declaraciones concertadas relativas al WPPT se establece que


esas limitaciones y excepciones pueden hacerse extensivas al entorno digital.
Los Estados también pueden fijar otras excepciones y limitaciones en relación
con el entorno digital.

Las legislaciones nacionales pueden ir más allá de las limitaciones y


excepciones mínimas previstas en los tratados. Numerosos países establecen
los mismos tipos de limitaciones y excepciones para los derechos conexos y el
derecho de autor. En el WPPT y el Tratado de Beijing se menciona
específicamente esta posibilidad (artículo 16 del WPPT y artículo 13 del
Tratado de Beijing).

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Plazo de protección

La duración de la protección de los derechos conexos en virtud de la


Convención de Roma es de 20 años contados a partir del final del año en el
que (artículo 14 de la Convención de Roma):

- tuvo lugar la interpretación o ejecución, en lo que respecta a las


interpretaciones o ejecuciones no incorporadas en fonogramas;

- se realizó la fijación (grabación), en el caso de los fonogramas y


las interpretaciones o ejecuciones incluidas en ellos;

- tuvo lugar la transmisión.

En el Acuerdo sobre los ADPIC (Parte II) se estipula que los derechos de
los artistas intérpretes o ejecutantes y de los productores de fonogramas
gozarán de protección durante 50 años contados a partir del final del año en
que se haya realizado la fijación o haya tenido lugar la interpretación o
ejecución, y los derechos de los organismos de radiodifusión tendrán una
duración de 20 años a partir del final del año en que haya tenido lugar la
transmisión. Esto significa que los países que se adhieran al Acuerdo sobre los
ADPIC tendrán que establecer en su legislación una protección de mayor
duración que la exigida por la Convención de Roma.

Tanto el WPPT como el Tratado de Beijing prevén un plazo de protección


de 50 años contados a partir de la fecha en que haya tenido lugar el acto objeto
de protección (artículo 17 del WPPT y artículo 14 del Tratado de Beijing).

Las legislaciones nacionales pueden establecer un mayor período de


protección que el mínimo previsto en los tratados.

Observancia

En lo que respecta a la observancia de los derechos, los recursos por


infracción o violación de los derechos conexos son, en general, similares a los
previstos para los titulares del derecho de autor (Parte III del Acuerdo sobre los
ADPIC), a saber, medidas cautelares o provisionales; recursos civiles;
sanciones penales; medidas que se toman en la frontera; y medidas, recursos
y sanciones contra los abusos respecto de los dispositivos técnicos (véase el
módulo sobre el derecho de autor).

En virtud del WPPT y el Tratado de Beijing, las Partes Contratantes deben


proporcionar una “protección jurídica adecuada y recursos jurídicos efectivos”
contra la acción de eludir las medidas tecnológicas utilizadas en relación con
el ejercicio de los derechos (artículo 18 del WPPT y artículo 15 del Tratado de
Beijing), así como “recursos jurídicos adecuados y efectivos” contra

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determinados actos relacionados con la información sobre la gestión de


derechos (artículo 19 del WPPT y artículo 16 del Tratado de Beijing).

Protección de las expresiones culturales tradicionales

El concepto de derechos conexos también ha concitado cierta atención


como medio de proteger las expresiones culturales no registradas de
numerosos países en desarrollo, las cuales forman parte de sus expresiones
culturales tradicionales (lo que históricamente ha sido denominado “folclore”),
ya que a menudo es gracias a los artistas intérpretes o ejecutantes que esas
expresiones se comunican al público. La protección por medio de derechos
conexos puede facilitar a esos países la protección de las vastas, antiguas e
inestimables expresiones culturales, metáfora de su propia existencia e
identidad y esencia de lo que distingue cada cultura de sus vecinos al otro lado
de la frontera o en otra parte del mundo. El WPPT y el Tratado de Beijing
incluyen entre sus beneficiarios a los artistas intérpretes o ejecutantes de
expresiones del folclore (artículo 2 del WPPT y del Tratado de Beijing).

Del mismo modo, la protección de los productores de fonogramas y de los


organismos de radiodifusión contribuye a sentar las bases de una industria
nacional con capacidad para difundir las expresiones culturales nacionales en
el país en cuestión y, lo que quizá es más importante, en los mercados
externos. La enorme popularidad actual de las “músicas del mundo” es la
prueba de que esos mercados existen, pero los beneficios económicos
derivados de la explotación de esos mercados no siempre vuelven al país de
origen de las expresiones culturales.

Como se menciona en la introducción al dominio público (en el módulo 1),


con arreglo al Convenio de Berna, el dominio público es el “ámbito de las obras
y objetos de derechos conexos que pueden utilizarse y explotarse por
cualquiera sin autorización y sin la obligación de abonar una remuneración a
los titulares correspondientes de los derechos de autor o derechos
conexos -como norma, debido a la expiración del plazo de protección, o debido
a la ausencia de un tratado internacional que garantice la protección para estos
titulares en un país determinado”1. También hemos visto que la condición de
dominio público para los conocimientos tradicionales y las expresiones
culturales tradicionales es rechazada por numerosos pueblos indígenas,
comunidades locales y países con el argumento de que quedan expuestos a
una apropiación indebida y un uso no deseado. Por ejemplo, un tercero podría
adaptar y proteger mediante el derecho de autor una canción tradicional
indígena sin el conocimiento de la comunidad que creó la canción y sin que
esta participara en los beneficios resultantes de su explotación. (La definición
de conocimientos tradicionales y expresiones culturales tradicionales se
analiza en el módulo correspondiente del presente curso.)

1
Como se cita en el documento WIPO/GRTKF/IC/17/INF/8, la Guía sobre los tratados de derecho de
autor y derechos conexos administrados por la OMPI y el Glosario de derecho de autor y derechos
conexos.

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En resumen, la protección de los derechos conexos puede contribuir al


doble objetivo de preservar la cultura nacional y proporcionar un medio para
explotar los mercados internacionales de manera comercialmente viable.

Resumen
En esta sección se han tratado los derechos conexos, también
denominados derechos afines o, específicamente, “derechos conexos al
derecho de autor”. La finalidad de los derechos conexos es proteger los
intereses jurídicos de determinadas personas u organizaciones que facilitan
que las obras lleguen al público o aportan su capacidad creativa, técnica u
organizativa.

Tradicionalmente se han otorgado derechos conexos a tres categorías de


beneficiarios: los artistas intérpretes o ejecutantes, los productores de
fonogramas y los organismos de radiodifusión. La necesidad de proteger
jurídicamente a esos tres grupos se estableció en 1961 en la Convención de
Roma, en un intento de legislar a escala internacional en una esfera poco
desarrollada por las leyes nacionales. Dicho de otra forma, la mayoría de los
Estados tendrían que elaborar y aprobar las leyes pertinentes antes de
adherirse a la Convención. Los tratados más recientes en materia de derechos
conexos, el WPPT y el Tratado de Beijing, ampliaron el alcance de la protección
de los derechos de los artistas intérpretes o ejecutantes y los productores de
fonogramas a la explotación de las obras en el “entorno digital”, en particular
en Internet. Los Estados aprobaron las disposiciones de estos tratados en 1996
y 2012, respectivamente. Todavía no existe un tratado multilateral en el que se
actualice la protección de los derechos de los organismos de radiodifusión. Al
igual que sucede con el derecho de autor, la Convención de Roma, el WPPT,
el Tratado de Beijing y las leyes nacionales prevén limitaciones y excepciones
a los derechos conexos.

Con arreglo a la Convención de Roma, la duración de la protección de los


derechos conexos es de 20 años contados a partir del final del año 1) en que
se realizó la grabación, 2) tuvo lugar la interpretación o ejecución o 3) tuvo
lugar la transmisión. La duración de la protección de los derechos conexos
previstos en el WPPT y el Tratado de Beijing es de 50 años contados a partir
de la fecha del acto en cuestión.

Las medidas cautelares o provisionales se refieren a los recursos por


infracción o violación de los derechos conexos, a saber, recursos civiles;
sanciones penales; medidas que se toman en la frontera; y medidas, recursos
y sanciones contra los abusos respecto de los dispositivos técnicos.

Cabe señalar que los derechos conexos también pueden servir para
proteger las expresiones culturales de numerosos países en desarrollo, que a
menudo no han sido grabadas ni fijadas sobre una base material. Los artistas
intérpretes o ejecutantes del folclore figuran en la definición de los beneficiarios
del WPPT y del Tratado de Beijing.

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La protección de los derechos conexos ha pasado a formar parte de un


marco mucho más amplio y es una condición previa necesaria para participar
en el nuevo sistema de comercio e inversión internacional.

Textos legislativos:

 Convención de Roma sobre la protección de los artistas intérpretes o


ejecutantes, los productores de fonogramas y los organismos de
radiodifusión (Convención de Roma)

 Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual


relacionados con el Comercio (Acuerdo sobre los ADPIC)

 Tratado de la OMPI sobre Interpretación o Ejecución y Fonogramas


(WPPT)

 Tratado de Beijing sobre Interpretaciones y Ejecuciones Audiovisuales


(Tratado de Beijing)

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