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Fragmentos de Parménides de Elea

Texto tomado con modificaciones de


Bernabé, A. (2001). Fragmentos presocráticos: De Tales a Demócrito (ed. 2). Madrid: Alianza Editorial.

1.
Las yeguas que me llevan —y tan lejos como alcance mi ánimo—
me escoltaban, una vez que en su tiro me abocaron al camino muy nombrado
de la deidad, el que por todas las ciudades lleva al hombre que sabe.
Por él era llevado, pues por él me llevaban las discretas yeguas
5 que tiraban del carro; pero el rumbo lo marcaban las muchachas.
El eje, en los bujes, emitía un chirrido de siringe,
al rojo como estaba (y es que lo urgían, vertiginosas, dos
ruedas a uno y otro lado), cuando se apresuraron a escoltarme
las hijas del Sol —una vez que atrás dejaron la morada de la Noche—
10 hacia la luz, destocando sus sienes de los velos con sus manos.

Allí se hallan las puertas de las sendas de la Noche y el Día


y las encuadran dintel y umbral de piedra.
Ellas, en lo alto del éter, se cierran con grandes portones
cuyas llaves de doble uso tiene a su cargo Justicia, pródiga en dar pago.
15 Hablándole, pues, con blandas palabras las muchachas
la persuadieron hábilmente a que en un vuelo liberase
el cerrojo con fiador de las puertas. Y de los portones
vasto hueco dejaron al abrirse, tras girar en sus cuencos
alternativamente los quiciales muy broncíneos,
20 ajustados con pernos y clavijas. Por allí, a su través,
por la calzada en derechura guiaban las muchachas carro y yeguas.

Y la diosa me acogió benévola; tomó en su mano


mi mano diestra y así me dirigió la palabra y me decía:
«Joven acompañante de aurigas inmortales,
25 llegado con las yeguas que te traen a nuestra casa,
salud; que no fue un hado malo quien te impulsó a tomar
este camino (pues de cierto que está fuera de lo hollado por hombres)
sino ley y justicia. Preciso es que te enteres de todo:
tanto del corazón imperturbable de la verdad bien redonda
30 como de las opiniones de mortales en que no cabe creencia verdadera.
Aun así, también aprenderás cómo es preciso
que las opiniones sean en apariencia, entrando todas a través de todo.
2.
Ven, pues, que yo voy a contarte (y presta tú atención al relato que me oigas)
los únicos caminos de búsqueda que pueden pensarse:
el uno, el de que es y no es posible que no sea,
es camino de Persuasión, pues acompaña a la Verdad;
5 el otro, el de que no es y es necesario que no sea,
éste te aseguro que es sendero totalmente intransitable.
Y es que no podrías conocer lo que no es —no es alcanzable—
ni podrías decirlo.

3.
Pues pensar y ser son una misma cosa.

4.
Mira pues lo ausente, aun así firmemente presente al entender,
pues nunca podrías cortar de modo que el ser no se siga con el ser,
ni dispersándolo en un orden del todo por doquier,
ni reuniéndolo.

5.
... Indiferente me es
por dónde comenzar, ya que de nuevo allí de vuelta llegaré.

6.
Es necesario que sea lo que es posible decir y pensar. Pues hay ser,
pero nada, no la hay. Te exhorto a que medites sobre ello,
pues te aparté en primer lugar de esta vía de indagación.
Pero también de esta otra, por la que ciertamente mortales que nada saben
andan errantes, como con dos cabezas, pues la incapacidad que anida
5 en sus pechos torna derecho un pensamiento descarriado. Y ellos se ven arrastrados
sordos y ciegos a la vez, estupefactos, horda sin discernimiento,
a quienes ordinariamente ser y no ser les parece lo mismo
y no lo mismo, y de todas las cosas es regresivo el camino.

7.
Y es que nunca se violará tal cosa, de forma que algo que no es, sea.
Así que tú aparta de este camino de búsqueda tu pensamiento,
y que la costumbre de la mucha práctica no te fuerce tampoco a encaminar
por esta vía ojo desatento, oído resonante
5 y lengua: en vez de eso discierne con la razón la prueba muy argumentada
que te he mencionado.

8.
Y ya sólo la mención de una vía
queda; la de que es. Y en ella hay señales
en abundancia; que lo que es es ingénito e imperecedero,
entero, único, inmutable y completo.

5 Y que no «fue una vez» ni «será», pues ahora es, todo simultáneamente,
uno, continuo. Pues ¿qué origen le buscarías?
¿Cómo y a partir de qué habría crecido? Pues «de lo que no es» no te dejaré
decirlo ni pensarlo, pues no se puede decir ni pensar
lo que no es. ¿Y qué necesidad lo habría empujado
10 a crecer antes o después, si empezó a partir de la nada?
Así que tiene que ser plenamente, o en absoluto.
Y nunca la fuerza de la convicción admitirá que, a partir de lo que no es,
nazca algo distinto de ello. Por eso, ni nacer
ni perecer le permite Justicia, aflojando sus grilletes,
15 sino que lo retiene. La decisión sobre tales cuestiones es la siguiente:
es o no es. Mas decidido ya quedó, por necesidad,
dejar un camino impensable, innombrable (pues no es un verdadero
camino), de forma que el otro sea, y sea el auténtico.
Y es que ¿cómo lo que es iba a ser después? ¿Y cómo habría llegado a ser?
20 Pues si «llegó a ser» no es, ni tampoco si «va a ser».
Así, queda extinguido «nacimiento» y, como cosa nunca oída, «destrucción».

Divisible tampoco es, pues es todo él igual,


y no hay algo más que le impidiera ser continuo,
ni algo menos, sino que está todo él lleno de lo que es.
25 Así que es todo continuo, pues lo que es toca con lo que es.

Además, inmóvil entre los límites de grandes cadenas,


es sin principio ni fin, pues «nacimiento» y «destrucción»
se fueron muy lejos y los rechazó la verdadera convicción.
Manteniéndose lo mismo y por sí mismo, yace por sí solo
y así permanece firme donde está, pues la poderosa Necesidad
30 lo mantiene entre las cadenas del límite que lo encierra por ambos lados.

Y es que no es correcto que lo que es sea incompleto,


pues no está necesitado, ya que, si lo estuviera, le faltaría todo.
Así que es lo mismo pensar y aquello de lo que hay pensamiento,
35 pues sin lo que es, hacia lo cual se dirige,
no hallarás el pensar; porque nada hay ni habrá
además de lo que es, pues el Hado lo encadenó
para que sea entero e inmóvil.

38 Por tanto serán nombres todo


lo que los mortales establecieron, creyendo que se trata de verdades:
40 nacer y perecer, ser y no ser,
cambiar de lugar y variar de color resplandeciente.

Pues bien, como hay un límite último, es completo


en todas las direcciones, semejante a la masa de una bola bien redonda,
igualmente resistente en todas direcciones desde el centro. Pues es necesario
que no sea algo mayor ni algo menor aquí o allí,
45 ya que no hay algo que no es y que le impida alcanzar
lo homogéneo, ni algo que es y que lo haga ser
por aquí mayor, mas por allí menor; pues es todo inviolable.
Porque al ser igual a sí mismo por doquier, alcanza sus lindes uniformemente.

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