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Los Pompapetriyasos
Los Pompas llevan 16 años en actividad bajo la tutela de Esteban Ruiz Barrea
(dirección musical) y Agustina Ruiz Barrea (directora teatral). El grupo se ges-
tó a partir de la Carpa Cultural Itinerante impulsada por el Grupo de Teatro
Comunitario Catalinas Sur y el Circuito Cultural Barracas en 2002. Cuando la
Carpa Cultural se monta en el Parque de los Patricios, un grupo de vecinos –
entre ellos, Agustina Ruiz Barrea– empieza a idear la posibilidad de poner en
funcionamiento un grupo de teatro comunitario barrial con el mismo fin que
Ricardo Talento le había dado a su grupo del Circuito Cultural Barracas: brin-
darle a la gente un espacio artístico en la comunidad para expresarse respecto
del contexto de la crisis del 2001.
Los Pompapetriyasos comienzan a improvisar y ensayar sus obras en el
Parque de los Patricios en 2002; sin embargo, las obras de extensión de la
línea H de subterráneos, en 2006, los obligan a trasladarse al Parque Ameghi-
no. Este parque, a diferencia del Parque de los Patricios, es un espacio público
menos transitado y, además, está estigmatizado por su historia. Los terrenos
habían sido usados para emplazar el Cementerio del Sur, donde se enterró a
los muertos por la epidemia de fiebre amarilla de 1871. Frente al parque se
ubicaba un centro correccional de menores que, más tarde, se transformó en
la Cárcel de Caseros. Así, el espacio verde se convirtió en un lugar de espera
de los familiares de los reclusos.
A partir de las investigaciones e improvisaciones realizadas en ese espacio
tan abundante en sus capas de significados, Los Pompapetriyasos crean Lo
que la peste nos dejó.
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Sin embargo, desde 2011, cuentan con un espacio propio ubicado en Av.
Brasil y Esteban de Luca. Esto les permitió mayor visibilidad y cohesión con la
comunidad circundante y la realización de talleres para niños, jóvenes y adul-
tos, de teatro, música, movimiento, bandas musicales, creación de máscaras,
fotografía, plástica y producciones audiovisuales.
En 2012, finalmente, estrenan Lo que la peste nos dejó, espectáculo declara-
do de interés cultural por el régimen de promoción cultural del Gobierno de la
Ciudad y por el que reciben el Reconocimiento a la Trayectoria de la Comisión
de Cultura de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Lo que la peste nos dejó se centra en la división de la ciudad entre norte y sur.
Las clases pudientes del sur se desplazan hacia el norte huyendo de la fiebre
amarilla y el sur queda relegado y aislado, con un cementerio en el medio.
A través de la inclusión de la historia barrial en la representación teatral,
Los Pompapetriyasos construyen una obra de teatro que se conforma como
práctica memorial: se recuperan los hechos del pasado con la intención de
reconstruir un relato identitario de la comunidad.
Tomando en cuenta aquello que los integrantes del grupo relatan acerca de
la obra, nos interesa tomar las alusiones de la directora Agustina Ruiz Barrea
a su técnica de composición de escenas. Según una de las actrices, Ángeles
Acea, las escenas se arman en forma de estampas. Esta idea de trabajar con
imágenes, cuadros, elementos aparentemente desprovistos de contexto, a la
vera del camino de los grandes relatos y de los imaginarios oficiales y co-
merciales que actualmente rigen la trama urbana, apunta hacia una idea de
trabajo artesanal, manual, del teatro comunitario. En línea con lo que propone
Lola Proaño en “Zurcido a mano”: el trabajo con fragmentos y retazos para
componer la historia de lo colectivo (2013: 13).
Para entender cómo se estructura la representación a partir de estas es-
tampas, tomaremos la escena de La quema.2 Entra un grupo de trabajadores
cargando costales de tela y los depositan en el centro del espacio escénico.
Inmediatamente, al ritmo de una tarantela, acude un grupo de personas co-
rriendo y, con desesperación, revuelven esas bolsas, extrayendo elementos
que comen. Acto seguido, caen al piso, se mueven lentamente hasta detenerse
y quedan tendidos entre los costales. Otros personajes entran a escena y los
tapan con chapas. Alrededor de estas, se produce una danza con personajes
que llevan telas en las manos, lo que simbolizaría el fuego, el incendio de los
desperdicios, que remitiría a la quema histórica que se realizó en los terrenos
del barrio. La música va in crescendo. De los restos, van reapareciendo los
vecinos, quienes reubican las chapas hasta conformar una villa, acompañados
por un ritmo que va tornándose en una cumbia.
Esta escena alude al período en el que se ubicaba en la zona el Matadero de
los Corrales, reemplazado luego por los Mataderos del Sur. Estos producían
2 En el barrio Parque de los Patricios, se emplaza, como una de sus marcas de identidad, el Club Atlético
Huracán. Su estadio es conocido como la quema y sus hinchas como quemeros. Asimismo, la murga del
club se llama Pasión Quemera.
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Conclusión
Lo que la peste nos dejó propone un juego de relectura en clave cómica de he-
chos del pasado que poseen una connotación negativa. Las operaciones de
desplazamiento entre significados y significantes reconstruyen la identidad
barrial: se remite a un tiempo del pasado en una espacialidad del presente; se
remite a un lugar del presente y se lo traslada al tiempo de la representación.
Como hilo conductor de estos desplazamientos, aparece en la obra el concepto
de fantasma. Ese fantasma es la fiebre amarilla, el mosquito, luego es la pobre-
za (o los pobres) y, finalmente, es la gentrificación, los monstruosos edificios
nuevos que amenazan la identidad del barrio.
A medida que estos desplazamientos de sentido se van sucediendo, la obra
busca diversas formas de inquietar la mirada del espectador frente al espacio
que habita, las relaciones que puede establecer con este, los usos y prácticas
que se le proponen e imponen desde lo convencional, la posibilidad que plan-
tea el hecho de haber asistido a una obra al aire libre en un parque urbano.
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Bajo este parque hay una historia de terror / la de un verano que Buenos Aires
murió. / Llegó la peste, pero el carnaval siguió / a negros sanos y criollos se lle-
vó. / Y así quedó esta ciudad partida en dos, el norte brilla, pero el sur palideció.
/ Nació un fantasma que aquí quedó / pero que nunca, nunca más se retiró.
Bibliografía
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