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INFORME № 001-2022-FDCP-UNMSM
Lima, 13 de enero 2022
Señor:
Cesar Augusto López Nuñez
Docente del curso Lenguaje y Comunicación
Presente.
Asunto: INFORME DEL TERCER CAPÍTULO DE LA OBRA “LA HISTORIA DE
LA CORRUPCION DEL PERU”
Recordando un poco del anterior informe, entre los años de 1856 y 1860, una significativa
controversia constitucional, señaló la necesidad de contar con un marco legal más competente
ante la presión por lograr una renovación económica. Estos años fueron de full inestabilidad
política, debido a una serie de revueltas militares contra el presidente Ramón Castilla. Castilla y
sus partidarios en el Congreso, bajo presión local y externa, continuaron en sus cargos y
rescindieron las medidas anticorrupción que interferían con las solicitudes de acreedores
extranjeros.
Teniendo en cuenta, este nuevo marco legal, ósea la nueva Constitución de 1860, tuvo un error
notable que fue acarreada desde el pasado colonial y consistía en continuar sancionando un
Estado patrimonial reunido en un mismo lugar, que mantenía los derechos de propiedad, que
favorecian a los de alto rango, sobre las principales fuentes de riqueza nacional.
Uno de estos acreedores extranjeros, mencionado anteriormente, fue el alemán Heinrich Witt
que aparte de ser un participante en las transformaciones económicas fue un testigo excepcional
de las décadas de 1860 y 1870. Como miembro sobresaliente de la élite de negocios limeña,
Witt acumuló su fortuna fuertemente unida al crédito comercial y a las transacciones de guano
consignada a compañías monopólicas.
Siguiendo con Witt, hacia finales del decenio de 1860, poseía acciones en el nuevo e
inicialmente prometedor sector de banca y seguros, así como en compañías de ferrocarriles,
agua y gas. Asimismo, los sobornos y favores políticos desplazaban a la competencia abierta en
la puja por los contratos oficiales e inyectaban un serio sesgo a la toma de decisiones
trascendentales para el desarrollo económico e institucional del país.
Al pasar los años, las tirantes relaciones diplomáticas con Chile en torno a las políticas
tributarias bolivianas en la región productora de salitre de Atacama y una alianza defensiva
secreta entre Perú y Bolivia fueron los principales factores que se han alegado desataron la
Guerra del Pacífico (1879-1883)
Según lo que cuenta este y varios libros históricos, desde el inicio de la guerra, la derrota de las
fuerzas navales y militares peruanas estaba casi asegurada, dada la superioridad de las fuerzas
navales y terrestres chilenas y su muy desarrollada red de apoyo internacional. Después de
perder las primeras batallas, el presidente en ese instante fue Mariano Ignacio Prado, quien
decidió abandonar el país en medio de la guerra, con el pretexto de comprar en el extranjero
material de guerra necesario. Este fue un grave error, seriamente criticado por esas y nuestras
generaciones, y que según algunos testigos fue inducido por la enfermedad o por el temor que
Prado sentía por su vida, bajo la creciente amenaza del movimiento insurrecto de Piérola. Ante
la ausencia de Prado, Piérola llevó a cabo un golpe de Estado oportunista y asumió el control
del gobierno. Denigró entonces a Prado como un cobarde y lo acusó de haber robado fondos
nacionales. El gobierno dictatorial de Piérola, sin embargo, continuó comprando armas y
municiones muy costosas y en ocasiones defectuosas a Grace Brothers & Company.
A causa de este capítulo, se da a conocer públicamente que al Perú le falta líderes con lealtad y
que se identifiquen con su tierra ya que el texto relata cómo nuestros almirantes, generales y
todos esos cargos de altísima importancia, no son tan importantes sino hay personas que lo
sepan lucir al máximo como nuestros héroes ya sea Miguel Grau, Francisco Bolognesi, Alfonso
Ugarte y a muchos otros, que tal vez no los conocen tanto en el extranjero, como los tres antes
mencionados, pero son de igual importancia para nosotros y para conocedores de la historia.