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INTRODUCCION
Esta visión del adolescente permitirá al profesional de la educación secundaria tener un marco
de referencia que le oriente sobre su actuación en el aula, comprendiendo como todos estos
aspectos se ven involucradas en el proceso de enseñanza aprendizaje para con ello,
finalmente si es necesario reoriente su propuesta pedagógica, de tal manera que utilice
estrategias acordes a los intereses y necesidades psicológicas, sociales, y biológicas.
El periodo de entre guerra favoreció nuevamente a la autonomía de los jóvenes pues modificó
por completo la estructura social y la visión de la juventud en Europa, dando a los jóvenes
mujeres y niños nuevos roles tanto en lo rural como en las ciudades, tuvieron también mayor
participación política hasta llegar a la creación de nuevos movimientos como el comunismo, el
fascismo o el nazismo. Esto permitió que los jóvenes tuvieran más apertura en los asuntos
políticos considerándolos “la nueva fuerza para la renovación y la regeneración” y permitiendo
la agrupación nacional e internacional de jóvenes como la Confederación de estudiantes
Internacionales.
Esta exposición que hace la autora nos muestra por un lado como los adolescentes han
tomado fuerza como grupo de edad cuando se han visto sometidos, buscando siempre su
independencia económica y social, generando con ello una mayor seguridad, autonomía y
desarrollo en ellos, demostrando que son capaces de asumir mayores retos.
Independientemente de que concepción se tenga de ellos pues al parecer dependiendo de su
devenir histórico van a manifestarse, exigir ser considerados y tratados con mayores garantías
lo cual no está muy alejado de lo que ocurre en nuestras aulas de clase, los adolescentes con
los que trabajamos siguen manteniendo esa necesidad de reconocimiento social y la piden de
acuerdo a lo que les ha tocado vivir con sus familias o en sus contextos de tal manera que la
diversidad de formas de ser obedece también a esa historia personal.
Las diferentes teorías como lo refiere (Souto, 2007 No. 13) han tratado de explicar la etapa
adolescente desde 1904 en el ámbito académico de acuerdo a la definición que realizó G.
Stanley Hall, concibiendo al adolescente con sus características físicas y psicológicas desde la
pubertad, pasando por un periodo de tensión, desorden emocional, confusión interna e
incertidumbre que llevaba en la mayoría de los casos a desequilibrios emocionales,
desviaciones etc. que se expresaban comúnmente en conductas egoístas crueles o
criminales. Así hace un recuento de autores que van confirmando estas aseveraciones como
Freud quien además la refirió como una edad innatamente difícil, problemática y universal o
Erikson al considerar psicopatológicas las conductas de rebeldía del adolescente, por otro
lado, Lenin les reconoció el potencial que tenían como fuerza social o Gramsci que aunada a
esta idea los vio como reproductores de la hegemonía política, social y cultural que podían ser
inculcados en la escuela, introdujo el termino de llamar a esta edad como una generación. En
los años 20 Margaret Mead, antagónicamente, negó que los factores biológicos fueran un
factor de estrés y tensión, inclinándose por los factores culturales los determinantes de estos
conflictos después de realizar sus investigaciones en las culturas de Samoa, Frederick
Trasher apoya esta teoría con su investigación en la bandas en Chicago, tras concluir que la
delincuencia se asocia con las desintegración social urbana, y que los elementos de
solidaridad interna, la vinculación a un territorio y la creación de una tradición cultural es lo que
distinguía a las bandas juveniles.
Por tanto como lo refiere (Souto, 2007 No. 13) con las teorías Margaret Mead o Frederick
Trasher la cultura determina comportamientos patológicos o de desorden social como se les
quiera clasificar, pues se ignoraba las variaciones históricas y culturales en las formas y estilos
familiares, en la educación, en la cultura y ocio que influyen en los jóvenes; Posteriormente
las teorías de los años setenta y ochenta del siglo XX reconocieron que las diferencias
sociales, geográficas, étnicas, de género, de la vida familiar y laboral, que juegan un papel
fundamental en los comportamientos de los jóvenes. Y que por tanto para entender a los
adolescentes y jóvenes es importante considerar que no son un fenómeno universal, sino que
dependen del orden económico, social, cultural y político de cada sociedad por ende siempre
están en un proceso de socialización dependiendo de su tiempo individual o histórico,
proceso, estructura y en general su contexto.
Otra visión basada en la biología se muestra en el video de (Navarra, 2013) cuando expone el
desarrollo cerebral en base a los estudios de las neurociencias, en donde se explica que el
crecimiento del cerebro se presenta como un proceso de maduración que va de la nuca hacia
la frente alcanzando su máximo tamaño al final de la infancia, está maduración se va dando
por áreas, sin embargo en la adolescencia se presenta una acelerada maduración estructural
ya que la sustancia gris se convierte en blanca perfeccionando las facultades cognitivas, la
capacidad de estudio, lectura memoria etc. este proceso es gracias al desarrollo que se
presenta en los lóbulos frontal y temporal encargados de procesos cognitivos y emocionales,
finalmente la onda de maduración alcanza la corteza prefrontal implicada en la toma del
control de los impulsos el juicio y la toma de decisiones, pero también contempla que el
establecimiento y la regulación de los circuitos neuronales se moldea con educación y la
propia conducta, explica que , las crisis en la adolescencia son el resultado de influencias
sociales, de las propias experiencias y actitudes de cada uno sobre un cerebro vulnerable.
Entonces de acuerdo al análisis de estas teorías y desarrollo histórico los docentes debemos
fundamentar nuestra práctica pedagógica, asumiendo una postura ante estos hechos, en
donde evidentemente los adolescentes si viven una crisis, pero que está determinada por el
contexto social con todas sus estructuras desde la familia, la escuela, la comunidad y el
estado, es decir, hay factores internos y externos que justifican su conducta; por tanto,
coincido con mis compañeros de los foros con la definición de adolescente del español José
Ortega y Gasset y la del húngaro Karl Mannheim, ambos destacan que esta etapa de la vida
es clave en la afirmación de la mayoría de los criterios personales en la adquisición de una
identidad propia de las generaciones, que tienen intereses comunes, inquietudes, analogías o
circunstancias parecidas.
Es por ello que los jóvenes tienden a pertenecer a grupos sociales de amigos, pandillas,
escolares, recreativos, solo por mencionar algunos, ya que en estos espacios interactúan, se
comparten experiencias, vivencias, anécdotas, problemas y posibles soluciones, rehusándose
a la intervención de alguien ajeno a este entorno, por lo que conocer y hacer un diagnóstico
del contexto social y familiar tiene una trascendencia importante para poder proponer
estrategias pedagógicas, y una muestra clara de esta postura es este momento histórico tan
trascendente el vida de nuestros adolescentes, donde el contexto de sometimiento que viven
por la situación de salud mundial: la pandemia por el covid-19, la situaciones familiares,
económicas, laborales y emocionales, los valores sociales de verse a ellos mismos
responsables de su propia salud y la de los demás, nos ha enfrentado a un nuevo contexto de
aprendizaje en el que les exige a los adolescentes someterse a sus deseos de relacionarse
para reconocerse entre ellos mismos, a su libertad y expresión de su energía, en un espacio
limitado de aislamiento social, dejando una ventana muy estrecha de convivencia a la llamada
convivencia virtual; provocando ansiedad, frustración y por ende una falta de compromiso con
sus actividades académicas que se manifiesta incluso en alumnos que destacaban
académicamente en la presencialidad, pero como hacer frente a este evento mundial creo que
la respuesta es reconociendo su necesidad de identidad y favoreciendo su independencia
social dando en nuestros espacios de clase la oportunidad de convivencia y expresión de sus
necesidades y preocupaciones proponiendo alternativas de crecimiento con el uso de las Tics
para que se expresen y adquieran un poco de libertad y autonomía.
Como analizamos en las participaciones para el foro Los alumnos con los que trabajamos se
ubican entre la primera adolescencia y la adolescencia media, ya que tienen entre 12 y 16
años y se encuentran cursando desde el primero hasta tercer grado de educación secundaria,
de acurdo a la clasificación que hacen los autores (Antona A., Madrid J. y Aláez, 2003 no. 84)
es un periodo en el que la pubertad se encuentra en pleno auge ya que ingresan en su
mayoría con apariencia de niños sobre todo los hombres y se transformas por completo, como
cuando las mariposas egresan del capullo totalmente transformados.
En el aspecto corporal sueñan con el estereotipo del cuerpo ideal por lo que están muy
sensibles a lo que ellos creen son defectos de acuerdo a la moda; en el aspecto relacional
tienen una necesidad imperiosa por formar parte de un grupo de amigos, de los que asumen
modas en la vestimenta o en los gustos, o comportamientos que los influyen como por ejemplo
las autolesiones o los retos que se difunden por las redes sociales.
En la identidad presentan labilidad emocional, al principio sueñan con metas ambiciosas, pero
viven su aquí y ahora sin planificar un proyecto de vida hasta finales de la secundaria inician a
plantearse este proyecto cuando la identidad comienza a consolidarse aunado a la necesidad
de decidir lo que harán al terminar la secundaria.
Para cada una de estas áreas del desarrollo, los docentes en primer lugar debemos conocer
que son procesos que el adolescente es posible que pase, para que después le permita
intervenir o encontrar alternativas que orienten los comportamientos de los estudiantes
adolescentes. Ya que como se comentó en el foro en muchas ocasiones estas conductas son
tomadas como rebeldía o son tomadas como un asunto personal hacia la autoridad, sin
percatarse que es una manera de expresar una necesidad de adaptación o problemática
interna que está buscando la manera de expresarse.
Una segunda acción necesaria es realizar un diagnóstico que permita a los docentes conocer
los procesos que los adolescentes están viviendo, tanto en su vida familiar con en la
comunidad en la que conviven, para que cuando se tenga que hacer frente a las distintas
manifestaciones conductuales de los alumnos se cuente con las herramientas necesarias para
poder realizar una intervención oportuna a través del diálogo y la escucha activa, fomentando
valores que fortalezcan la sana convivencia, por medio de la escucha activa y el dialogo con
los estudiantes que ha sido una forma efectiva de abordar las situaciones conflictivas, así
como el fomentar valores que contribuyan a la sana convivencia. Se busca animarlos a
identificar objetivos significativos para ellos, facilitando la expresión de sus emociones para
poder guiarlos en la construcción de su identidad.
En ésta etapa del proceso formativo de los adolescentes (secundaria), no importa que materia
se imparta, estos son conocimientos y habilidades que los docentes debemos desarrollar para
orientar los comportamientos de los estudiantes que cotidianamente se presentan en nuestras
aulas de clase, fomentando con todo ello al fortalecimiento de la autoestima y la identidad en
los adolescentes, ya que de otra manera pasaremos a ser otra parte de sus problemas pues
en ocasiones el suspender a un alumno de una institución educativa lo lleva aún más a la
necesidad de enfrentar otras dificultades como a continuación se tratará.
Los autores (Antona A., Madrid J. y Aláez, 2003 no. 84) señalan que los principales
problemas de salud en la etapa de la adolescencia son derivados de los comportamientos y
estilos de vida que siguen los adolescentes y qué, de acuerdo al informe que realizó la OMS
en 1999 también son ocasionados por los procesos que están pasando los adolescentes,
específicamente los cambios de imagen corporal, la capacidad de fecundación, el desarrollo
de la identidad personal y sexual, y los procesos de socialización, además también señala
que la mayoría de estos pueden ser evitables.
▪ Embarazo adolescente. En esta etapa resulta de alto riesgo el embarazo, además de que ha
corta edad los adolescentes adquieren roles de mayor responsabilidad y tener que integrarse
a la vida laboral.
▪ ETS Y SIDA. son consecuencia del inicio de relaciones sexuales sin protección, ya sea por la
deficiente información o por la idea de sentirse invulnerables.
▪ Accidentes. Esta es una de las principales causas de muerte debido diferentes causas como
el consumo de drogas, aceptación social, creer ser invulnerables, búsqueda de identidad, etc.
▪ Alimentación. la deficiente nutrición por la idea de seguir estereotipos, modas, modelos,
causando trastornos de comportamiento alimentario (anorexia y bulimia) y por el contario
sobrepeso por el consumo excesivo de grasas y comida chatarra.
▪ Maltrato infantil y violencia. La violencia entre jóvenes es cada vez mayor. En la etapa de la
primera adolescencia (10-14 años) y en la adolescencia media (15-17 años) es cuando son
más vulnerables al abuso sexual.
enfermedades físicas va a tener que hacer también un paréntesis, ante la presencia de esta
pandemia mundial en la que se ha reconocido que el covid-19 está atacando por igual a
cualquier grupo de edad. Además, como lo mencioné antes hay ocasiones en que las mismas
instituciones educativas utilizan métodos disciplinarios y de control que más que favorecer el
estado de salud propician que los adolescentes recurran a cualquiera de los riesgos
anteriores.
Ahora cabe mencionar como la escuela puede favorecer el paso de esta etapa teniendo un
estilo de vida saludable, los autores (Antona A., Madrid J. y Aláez, 2003 no. 84) señalan que
pueden prevenirse si se invierte en el capital de salud que se entiende como un conjunto de
conocimientos y hábitos con los que se deben dotar a la población (niños y adolescentes)
sobre los cuidados que se deben tener a nivel individual como social para garantizar el
bienestar físico y mental a corto, mediano y largo plazo. Con una intervención de forma
integral e interdisciplinaria en los tres aspectos: biológicos, psicosocial y ambiental.
Favorecer el cuidado de la salud desde los distintos enfoque como lo manejan los autores
(Antona A., Madrid J. y Aláez, 2003 no. 84) como son:
Protección/riesgo: que considera que las personas o grupos tienen distintas probabilidades de
presentar problemas de salud, que los factores que proporcionan salud están íntimamente
relacionados por lo que requiere un enfoque integral e interdisciplinario, y que los factores
protectores pueden ser ambientales o personales.
Enfoque familiar: En donde los padres y madres son el principal sistema de apoyo, ya que las
familias se hacen más resilientes y potencian los factores de protección cuando los padres:
entienden a sus miembros, son consejeros competentes y relevantes en la vida de sus hijos,
se interesan en la vida escolar, comparten aficiones, se practica el valor del respeto, y el
ambiente familiar es armónico y cooperativo.
Ahora bien, por que toca al rol docente es importante la promoción en temas de prevención
por los mismos docentes como por especialistas en la materia que sean invitados para ofrecer
charlas o talleres en temas de autoestima, asertividad, manejo del tiempo libre, prevención de
adicciones y de cualquier tipo de violencia, aplicación de proyectos transversales en estos
mismos temas. Pero sobre todo fomentar desde la materia que se imparte el compañerismo,
la concientización de la aplicación de los valores y formar con ello adolescentes críticos
capaces de cuestionarse a sí mismos, sus valores y actitudes para que aprendan a tomar
decisiones más adecuadas, favorecer los espacios libres de drogas donde pueden
desarrollarse en actividades lúdicas, deportivas y culturales, que se les muestre la importancia
de cuidar de ellos, su comunidad y medio ambiente, así como, realizar actividades que
contribuyan al desarrollo físico, psicológico y social y en medio de todas estas acciones que
sean los adolescentes con la tutoría del docente el que se encargue de llevar a cabo estas
acciones para que se involucre de una forma más efectiva.
Conclusiones:
Los adolescentes del siglo XXI en México, como los de cualquier otra época en la historia son
producto de las construcciones sociales, determinados por las estructuras políticas,
económicas, sociales, culturales y ambientales; que aunado al propio proceso madurativo
manifiesta conductas en respuesta a estas condiciones, forjando su identidad y autonomía;
aunque en ello también se enfrenta a riesgos para su salud física y mental que con el apoyo
de su contexto más cercano como la familia o la escuela puede llegar a afrontar y resolver de
una forma positiva.
Por lo que los docentes tienen una amplia gama de posibilidades para potenciar ese desarrollo
integral con el apoyo de los padres de familia y la misma sociedad en donde también impacta
como un sistema circular; desde el diagnostico, la intervención pedagógica y la aplicación de
estrategias que potencien el capital de salud de los adolescentes.
En las clases se retoman temas relacionados con el desarrollo socioemocional, los cambios
físicos y psicológicos por los que atraviesan, convirtidose en una acción necesaria ya que la
confianza con los padres es mínima o nula, hay estudiantes que expresan que les da “pena”
hablar de esos temas con sus padres.
En Asistencia Educativa se generan estrategias que permitan trabajar los temas que refieren
principalmente a los riesgos por los que pasan los estudiantes. Desde un enfoque preventivo
se planean talleres y dinámicas formativas sobre sexualidad, adicciones, relaciones
interpersonales, comunicación asertiva, y sana convivencia entre otros.
El acercamiento con los padres de familia también se hace necesaria, por lo que se les
involucra en los procesos por los que pasan los alumnos; al informarlos y comprometerlos en
el apoyo, acompañamiento y seguimiento sobre lo que hacen sus hijos, para la integración del
estudiante a la vida académica de la educación secundaria.
BIBLIOGRAFIA.
Antona A., Madrid J. y Aláez. (2003 no. 84). Adolescencia y Salud. A Fondo, 45-53.