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Ensayo sobre la Muerte

“Todo en esta vida es arte incluso la Muerte”

por Jessica Osegueda (a73722)

Sartre nos detalla en relación con el tema de la muerte, la decadencia de


los principios cristianos, la supremacía de los estereotipos estéticos, burgueses
y la caída del ser humano, necesariamente para su tiempo, como una sociedad
superficial y carente de integridad ética. El sol y la muerte, no pueden mirarse
de frente.
Su obra filosófica y narrativa, plantea un tejido colectivo sensible y
acribillado, es decir, a lo largo de sus obras alberga un panorama
completamente vacío y un abismo entre la libertad y la muerte que se asoma
para dialogar con ellas; contestatario al romanticismo literario de Shakespeare,
sobre la misma con respecto al tema de la muerte y crítico de los valores
cristianos. Crítica Católica: Hemos olvidado la sonrisa de los Niños. Sartre
desde su posicionamiento, respondería, y sin embargo, la explotación laboral,

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sexual, las guerras, las pestes y las hambrunas son consecuencia de los actos
humanos. Sartre, tomó la tragedia humana para denunciar de manera crítica y
cómica, el drama de la humanidad. Uno de los grandes engaños de la Historia
ha sido la religión, la cuál está ligada al razonamiento y a la filosofía. La misma
se ha encargado de revelar la existencia del ser, pero Sartre piensa en la nada,
el vacío, la ausencia y la negación del yo. Nadie espera la muerte del otro, se
da de manera sorpresiva. Existencialismo: “…entendemos por
existencialismo una doctrina que hace posible la vida humana y que, por otra
parte, declara que toda verdad y toda acción implican un medio y una
subjetividad humana.” (Sartre, Pp. 23, El Existencialismo es un Humanismo). El
tema de la muerte es el tema de la vida, sin embargo, continúan nuestras
dudas, ¿qué tan reales pueden llegar a ser los escenarios que Sartre o
cualquier otro plantean sobre una existencia después de la vida? Será acaso
que tenemos aquí más demostraciones irónicas realizadas por nuestro escritor
de reparto para la muerte. No tenemos experiencia alguna, tampoco evidencia
física sobre la existencia de dios alguno. La muerte es real, no cabe duda, pero
cualquier exposición sobre la misma nos invita cordialmente a pensar qué es lo
que existe en el más allá y ésto a su vez genera valores, sentimientos de toda
índole y respuestas variables.
El destino de la vida moderna y el fin de la modernidad, implican estás
constantes interrogantes, la vida misma es lo que parece ser un Estado de
muerte y la muerte, el mismo Infierno sobre la tierra. Las situaciones humanas
evocan el renacer del Teatro, éste escenario son los hechos socio-históricos
que nos acompañan cada día, las tragedias, el drama, las emociones a flor de
piel y el Acto. La persuasión gira en torno de lo que se consume, a través de la
mirada del otro y los aparatos ideológicos al servicio del Poder. No podemos
prever la muerte a ciencia cierta, sin embargo la tecnología ayuda a las
estadísticas de la probabilidad, lo cotidiano hoy en día, enumera estados
similares al contexto de Sartre, en la actualidad, las pandemias azotan el
porvenir de la humanidad. La ciencia puede contener el proceso de muerte más
no inmortalizar la existencia.
El escritor y su lenguaje, a través de este recurso, Sartre expresa su
disconformidad y propone juegos narrativos, éstos albergan dilemas éticos.
¿Qué sabemos sobre la muerte? Nada en absoluto, sobre la vida, sabemos

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nuestras experiencias y creamos conocimientos sobre el diario vivir. Lo
cotidiano no enmienda nuestras dudas pero es participe de lo que podría
suceder. Quién muere es el otro, nuestra muerte es subjetiva. El otro nos
brinda los datos sobre la experiencia de la muerte, la ausencia es lo queda
plasmado y es el hecho que percibimos. Interpretamos el devenir desde
nuestras concepciones morales, ideas y desde nuestros procesos internos.
Elegimos cómo será albergada nuestra muerte, fijamos y proyectamos en el
Anfiteatro o Proscenio la conmemoración del hecho, promulgar al héroe, sin
embargo, el otro es quién padece la muerte mientras nosotros observamos, el
otro es el que muere. Nosotros experimentamos esa muerte, a medida de
espectadores y por eso otorgamos una carga semántica, ella es ni más ni
menos qué impredecible. La desintegración es violenta y son los regímenes
quienes ordenan la muerte y la tortura. La muerte se da cuando muere el otro,
ella no se puede definir a cabalidad; la muerte es sueño es un hecho grato.
Cada individuo siente la muerte del otro de diferente manera y se imagina la
propia.
Sartre plantea diversos escenarios para describir detalladamente ésta
interpretación, pero en realidad no podemos saber con certeza qué sucede en
el más allá. El cielo o el infierno es nuestra creación, las deidades son reflejo
de nuestra existencia y no podemos asegurar un mundo espiritual después de
la muerte. Asistimos a la puesta en escena y le damos la bienvenida al tema de
la muerte, la recibimos de diferentes formas, ésta variedad es una de tantas,
Sartre la postula desde una diversidad de escenarios en donde se espera el fin
o quizás estamos muertos. El Existencialismo como Moda: Después del
Auge del Movimiento Surrealista, siglo XX, se intentó hacer del Existencialismo
un movimiento contestatario que llenara falsamente los espacios vacíos, sin
embargo, Sartre dice: “…en realidad es la doctrina menos escandalosa, la más
austera; está destinada estrictamente a los técnicos y los filósofos.” (Sartre, Pp.
26-27, El Existencialismo es un Humanismo)
La muerte entonces, permanece plasmada a través del lenguaje, la muerte
es un escenario vacío y la puesta en escena de un Teatro de la ciudad
destinada a la producción de pensamiento filosófico; los otros transfieren datos
de sus propias experiencias, las cuales implican relaciones sociales y tejidos
sensibles. La muerte del otro es mi propia muerte, su ausencia es la mía, el

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otro es mi propio reflejo, sino me miro en el espejo, entonces no sé si
realmente existo. Se traspasa al otro (sujeto impersonal) la muerte de alguien
desconocido es, a medida de testimonio desgarrador. La banalidad es
representante de la crisis del humanismo. El Existencialismo se intenta
convertir en moda danzante, sin embargo su estudio es conceptual y elabora
temas éticos de discusión qué implican como objetivo fundamental el rescate
de la libertad, la base del humanismo como fuente de riqueza y alimento de la
vida interior, exterior y colectiva. Sartre propone desde el Teatro, mirar
subjetivamente pero de frente el rostro de la muerte, sin más nuestro propio
rostro y el del otro, desde la filosofía.
Hoy en día, pero desde la época de Sartre, los medios de comunicación
transmiten el tema de la muerte desde un hecho solemne a un hecho
meramente amarillista, el recurso más común, vil y caprichoso es convertirla en
noticia del día, además de generar informes falsos.
Asistimos al Teatro, el drama es la muerte, pero la muerte es parte de la
vida. El otro desaparece ante nosotros y Sartre, a medida de comic irónico, le
representa apareciendo nuevamente ante nosotros a través de una
tragicomedia sobre mundos posibles y opuestos, sobre un escenario
cualquiera. Sin embargo, ésta escena teatral denuncia de manera crítica la
muerte del otro, expone los sentimientos de angustia y culpa, debido a los
actos inhumanos que las dictaduras y guerras traen consigo. Da la impresión
de que el Teatro, esconde verdades claras, persuade la mirada del espectador
pero a su vez le roba sonrisas a pesar de la tempestad de la modernidad. El
ritual mortuorio es el escenario común de los seres humanos para despedir a
los muertos con dignidad, abrir las puertas hacia el más allá y entregar el
cadáver a la sólida ausencia, ya sea el de la Puta Respetuosa o el del Infierno
son los otros.
Sartre realiza una especie de ritual teatral al denunciar, los muertos sin
sepultura, la violencia con que la vida es arrebatada, la violación a la dignidad
humana y el irrespeto o vulgaridad que padecen los menos favorecidos.
Muerte o crepúsculo del arte: “Como muchos otros conceptos hegelianos,
también el de la muerte del arte resultó profético en lo que toca a los
fenómenos verificados en la sociedad industrial avanzada, aunque no en el
sentido exacto que tenía en Hegel, sino más bien, como solía enseñarnos

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Adorno, en un sentido extrañamente pervertido. ¿No es acaso cierto que la
universalización del dominio de la información puede interpretarse como una
realización pervertida del triunfo del espíritu absoluto? “ (Apuntes para Sartre:
Vattimo G., Pp. 49, El Fin de la Modernidad) La muerte es un acto y una
elección, somos libres cuando decidimos, eso implicaría, que Alemania y
compañía son responsables por causar una muerte indignante para toda la
humanidad. Al final, se trata de eso, lo que le hacemos al otro, lo estamos
haciendo para sí mismos. La muerte del otro, es la mía y el cristianismo en
algún momento olvida sus principales características. Mirar la muerte de frente
es un acto terrorífico, nos atemoriza y nos deprime, no se puede brindar un
método objetivo de lo que ella es, tampoco se puede otorgar una ley universal,
el acto es subjetivo, nadie la puede contemplar y de manera general dar un
dato preciso. No existe experiencia concreta sensible porque la muerte es tan
bella que nadie ha regresado de ella. Todo en la vida es arte incluso la muerte,
con ello hago referencia a las diferentes exposiciones o muestras de arte sobre
la muerte. Sartre expuso la muerte desde el teatro, para qué morir si la vida es
un pánico en llamas, un Teatro de la vida y de la muerte. Además, cuentan las
leyendas que son dos viejas amigas y amantes, la vida se pasa tiempo
enviando regalos hacia la muerte.
Sobre la muerte Sartre dice, el drama del acto y la tragedia, a veces cruel y
despiadado, otras al estilo de los griegos, un poco de la divina comedia de la
ironía europea. La lección del maestro es discutir el tema de la libertad sobre la
existencia y cuestionar por qué, o quién nos da el poder de destruir, porque la
excusa del buen Diablo o dios, es la decadencia de la humanidad y nos ha
convertido en esclavos de nosotros mismos, la crisis ha coartado las libertades,
las ha violentado y ha sometido al resto de la humanidad, al castigo de la
existencia y a la vigilancia eterna. Aceptar la muerte como mal necesario es la
mentira de la depravación.
En ésta obra, el diablo y el buen Dios, una de las mujeres es sometida al
castigo de la violación y la lepra la contagia. La culpa de él intenta liberarla, sin
embargo, es tarde, la muerte se aproxima. La vida es sueño, dice Calderón de
la Barca, Sartre representa la muerte como un sueño colectivo, el escenario
lúdico que de alguna manera provoca una crítica implícita sobre los valores
arcaicos, no tenemos certeza de ella ni comentarios: “La muerte es la

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continuación de la vida sin mi.” (Sartre) La verdad que se encuentra recuperada
en sus obras, mortifica la hipocresía, todavía no existían las producciones de
Hollywood.
La utopía del retorno del espíritu a sí mismo...(…) “…de la coincidencia
entre ser y autoconciencia completamente desplegada se realiza de alguna
manera en nuestra vida cotidiana como generalización de la esfera de los
medios de comunicación, como generalización del universo de
representaciones difundidas por esos medios, que ya no se distingue (más) de
la "realidad". Naturalmente, la esfera de los medios de comunicación de masas
no es el espíritu absoluto hegeliano; tal vez sea una caricatura de éste, pero de
todas maneras no es una perversión de ese espíritu en un sentido
exclusivamente degenerativo, puesto que más bien contiene, como a menudo
ocurre con las perversiones, potencialidades cognoscitivas y prácticas que
deberemos examinar y que probablemente delineen lo que está por venir.”
(Apuntes para Sartre: Vattimo, G. Pp. 49, El Fin de la Modernidad)

Es por esto, que el juego de las imágenes tiene como finalidad, confrontar
el espíritu colectivo e identificar lo que está mal desde las discusiones éticas y
lógicas, sobre todo desde la Filosofía y el Teatro Filosófico.

“El Existencialismo no es otra cosa que un esfuerzo por sacar todas las
consecuencias de una posición atea coherente. No busca de ninguna manera
hundir al hombre en la desesperación. Pero si, como lo hacen los cristianos, se
llama desesperación a toda actitud de incredulidad, parte de la desesperación
original. El Existencialismo no es tanto un ateísmo en el sentido de llegar a
agotarse en demostrar que Dios no existe. Más bien declara: aunque Dios
existiera esto no cambiaría; he aquí nuestro punto de vista. No es que creamos
que Dios existe, sino que pensamos que el problema no es el de su existencia;
es necesario que el hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de que
nada puede salvarlo de sí mismo, ni siquiera una prueba valedera de la
existencia de Dios.” (Sartre, Pp. 86-87, El Existencialismo es un humanismo)

NLos cristianos confunden su propia desesperación con la nuestra dice


Sartre, llamándonos desesperados.

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Teatro Filosófico Jean Paul Sartre

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