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ORDENAMIENTO Y MANEJO DE CUENCAS

Decreto 1729 de 2002.

TERRITORIO

“Todo el tema territorial es político, en el sentido amplio y noble de


la palabra”.

“No podemos seguir construyendo un país, como un arquitecto que


quisiera construir un edificio sin conocer el terreno”.

Reconocer que el territorio no aparece de un momento a otro por


voluntad de los hombres, si no que el territorio, surge de la mano de
los dioses, pero recordemos que fueron muchos y en lo católico
siete días, los que tardo Dios en su misión del paraíso.

Hay que hablar de las grandes riquezas de nuestros ecosistemas,


hablar de la fragilidad, de sus habitantes de su fauna, de su flora, y
de la necesidad y urgencia de siempre pensar en ordenamiento
territorial desde una mirada histórica que reconozca los valores
mismos del medio ambiente, que sea capaz de integrarse a él de
manera equilibrada y no simplemente de el ejercicio de depredador
de sacar las mayores ganancias en el menor tiempo posible.

“El ordenamiento requiere la consolidación del suelo, del agua, de la


biodiversidad y nos sintamos parte de la naturaleza y no encima de
ella”.

Hay que alejarse de los debates y visiones políticas tradicionales,


hay que colocarse en otra política, en la política del universo, la
política de quien se sabe criatura elemental del universo, de quien
se sabe mundo y al saberse mundo se reconoce humildemente
coparticipe de él.

Es útil recordar aquí algunas palabras enmarcadas en reflexiones


infantiles de cómo hasta “el mas leve aleteo de una mariposa en un
extremo del mundo puede llegar a cambiar el curso de los vientos
en el otro extremo del mundo”. Si no comprendemos la totalidad,
esa relación holistica, esa integralidad, esa relación absolutamente
inequívoca y univoca que se tiene entre lo particular y lo general,
jamás entenderemos el problema del ordenamiento territorial. Aquí
lo global no hace referencia exclusiva a las nuevas miradas
económicas que de alguna manera se nos imponen de manera
unilateral, sino hace referencia a la necesaria vinculación que tienen
los fenómenos de la naturaleza, unos entre otros por frágiles y
elementales que ellos parezcan.

El territorio se entiende como la expresión simbólica de la cultura


que se representa en los mapas descritos por los pasos cotidianos
de hombres y mujeres que caminan a diario sobre él.

Una cultura que no es simplemente azar, caprichosa expresión de


lenguajes ocultos o incomprensibles, sino que resulta de los
deseos, las fantasías, los sueños, las expresiones lúdicas, el folclor,
y múltiples formas de expresión y aun denuncia y resistencia, que
las comunidades y los pueblos eligen como herencia y refugio de su
memoria, identidad y autonomía.

“Recuperar el concepto de cultura, pero una cultura que se hace


política, una cultura que se hace voluntad, no solamente sus
gobernantes, no solamente sus legisladores, sino
fundamentalmente una cultura que es voluntad de los pueblos”.

Esta cultura genuina con su tono de voz, su alegría y su profunda


ironía, nos recuerda que afortunadamente los territorios también
son la memoria de nuestros sentires, decires, nuestras formas de
amar, de vivir la vida que, en otros sitios del olvido, son también
formas de resistencia ante quienes quieren imponer una sola forma
de entender y de pensar el mundo, y por lo tanto una sola forma de
ordenar el territorio.

Por lo tanto hay que sintetizar el pensamiento en una sabia


enseñanza indígena recogida en un rincón de esta extensa
geografía colombiana: “ordenar el territorio, implica ordenar la
cabeza”.

Pero ordenar la cabeza es mirarnos en el reflejo de nuestros


propios ojos, mirarnos en los ojos de los demás en una construcción
colectiva.

El ordenamiento territorial trasciende los ejercicios y elaboraciones


jurídicas y técnicas que se hace a partir de contenidos normativos y
científicos, pues fundamentalmente debe ser un proceso de
construcción por parte de los habitantes de un territorio que les
impulse a buenas soluciones a sus problemas y necesidades a
partir de autodiagnósticos de su propia realidad. El proceso de
ordenar el territorio implica el reconocimiento por parte de quienes
lo habitan y lo gobiernan, de las relaciones que lo configuran.

La asociación de cabildos Nasa Çxhâçxha viene adelantando


procesos de ordenamiento territorial en sus territorios, contando con
la participación de sus ancianos, mujeres, lideres y comunidades.
Desde su creación hace nueve años, este proceso ha tenido el
apoyo instituciones y organizaciones de la sociedad civil
( universidades, asuntos indígenas, ONIC, CRIC y otros) a partir de
trabajos de mesas territoriales de concertación en la elaboración de
planes de vida, la asociación y sus asociados están elaborando
propuestas de manejo territorial, con mapas y planes de
ordenamiento territorial dentro del proceso de construcción del plan
de vida para ser concertadas con las demás autoridades
territoriales.

Las autoridades indígenas están obrando en ejercicio de las


funciones públicas que les son inherentes como entidades publicas
de carácter especial y de acuerdo con el espíritu de la constitución
Nacional que reconoce una Colombia diversa, multiétnica y
pluricultural.

Colombia necesita construir su sentido de nacionalidad, el cual


debe fundarse en la gran cantidad y diversidad de procesos
sociales que existen y enriquecen la vida del país. El carácter
democrático y participativo del ordenamiento territorial permitirá que
las comunidades y organizaciones de base se identifiquen con este
proceso y asuman las responsabilidades de generar y mantener el
orden dentro de su cotidianidad. En este sentido las leyes
constituyen estructuras que deben ser provistas de contenido por la
acción ciudadana.

Así pues el espacio de Páez-Tierradentro debe ser ordenado con


base en las particularidades sociales, culturales, ambientales y
económicas que lo construyen. En el caso de los Resguardos Nasa
de Páez el problema no radica en el mal uso de los suelos o del
medio ambiente (naturaleza), ni en cuestionar las estrategias
indígenas de conservación. El problema esta en la superposición de
varios tipos de orden, provenientes uno de la visión indígena y otro
del estado y la sociedad nacional, los cuales han de armonizarse en
el ordenamiento territorial de la zona y el Departamento para
contribuir a su construcción pacifica sin deterioro social, cultural y
ambiental.

En las sociedades indígenas Nasa de Tierradentro el orden del


Territorio es entendido como un complejo sistema.

En este, la relación seres humanos-naturaleza constituye una


efectiva relación personal, en la cual los animales y las plantas
reciben un tratamiento respetuoso y cauto siguiendo las leyes de la
madre tierra. Esta visión representa una comprensión sofisticada
del mundo natural acumulada durante varios milenios de
convivencia, análisis y observación de la naturaleza donde los seres
humanos han adaptado y dado significado al medio natural que los
rodea y ello define la forma como se relacionan entre si.

La tradición en la cultura occidental se fundamenta en una


separación racional y sistemática que conduce a un camino distinto:
desde que el genero humano trato a la naturaleza como un objeto,
empezó a ejercer su dominio sobre ella. Los adelantos tecnológicos
hasta nuestros días nos han dado elementos para mejorar nuestra
subsistencia en muchos sentidos, pero al mismo tiempo han
marcado una forma de relación con la naturaleza básicamente
extractivita y acumulativa que genera el deterioro y agotamiento de
la misma.

En occidente, el orden territorial ha buscado someter la naturaleza a


las necesidades crecientes de los seres humanos, generándose con
ello un gran desorden que luego obliga a impulsar procesos de
ordenamiento territorial, tratando de recomponer la relación entre la
sociedad y la naturaleza. Esta tarea compete al estado como
regulador del conjunto de las relaciones sociales, quien determina
cuales deben ser las competencias, las funciones, las obligaciones
y los derechos, que en terminas generales se agrupan en la ley.

En el panorama actual de Páez-Tierradentro se superponen dos


ordenes (el indígena y el occidental) cuya diferencia fundamental
reside en la forma en que los seres humanos se relacionan con la
naturaleza, lo que determina formas diferentes de establecer la
territorialidad. El orden indígena ha resultado de un proceso
milenario de adaptación al medio ambiente y a los nuevos
elementos que a través de la historia reciente se fueron
introduciendo, el orden occidental ha sido impuesto por el estado al
intentar ejercer su soberanía sobre estos territorios.
El desorden generado por la superposición de estas dos
concepciones de territorialidad, origina una falta de espacios reales
de respeto y convivencia, que hagan posible un intercambio cultural
para construir conjuntamente el territorio que ambas partes
necesitan y desean.

Este desorden resulta también del desconocimiento por parte del


Estado de la forma en que las comunidades manejan sus territorios.

El estado implementa iniciativas y proyectos para invertir recursos y


beneficiar a la población, y generalmente la acción estatal termina
ocasionando mas perjuicio que generando soluciones. Esto sucede
porque se planea y ejecuta los programas desde el nivel central sin
consultar activamente a las comunidades y sin tener en cuenta el
conocimiento que estos detentan sobre como afrontar necesidades
y problemas en sus territorios. Es el caso de la mayoría de
proyectos de infraestructura y desarrollo económico, de los
programas educativos, culturales y de salud que se elaboran desde
las capitales para ser adoptados en todo el territorio Nacional.

Los planes deben buscar el fortalecimiento de los procesos de


descentralización y autonomía de las distintas unidades territoriales
(Departamento, Municipios y territorios indígenas).

El ordenamiento territorial es ante todo un proceso concertado de


reflexión, decisión y acción, basado en la realidad cultural, social,
económica, ecológica y política que se vive y en la que se proyecta
hacia un futuro posible cuyo fundamento es la convivencia con el
mundo social, natural y espiritual. Por lo tanto un verdadero
ordenamiento territorial solo puede provenir de un proceso
adelantado por la gente que habita el territorio.

Los indígenas hemos expresado con insistencia que ”para ordenar


el territorio, es preciso ordenar el pensamiento”. Con ello se refiere
a que es necesario conocer para donde se quiere ir, a que futuro se
aspira, como se pueden articular los dos ordenes, y como manejar
el desorden anticipando problemas y conflictos. Para los territorios
indígenas, se debe considerar la Laguna de Juan Tama como lugar
sagrado a partir del cual el pueblo indígena Nasa ha ordenado el
territorio, es decir han definido y redefinido constantemente su
proceso de interacción con los otros y con el otro. Sobre esta base
habran de tomarse en cuenta los mecanismos de regulación
incorporados al territorio por la cultura occidental. Por lo tanto, el
proceso de ordenamiento constituye la armonización del
conocimiento indígena y el conocimiento occidental, tal como lo
expresa el espíritu de la constitución política de 1991.

¿Qué es territorio indígena?

Al referirnos al territorio, los indígenas estamos hablando del


espacio que ha dado nacimiento a su pueblo Nasa, en el cual se
articulan todos los aspectos de su cultura: economía, salud,
educación, manejo ambiental, rituales, estructura social y política.
Allí se integran los ámbitos materiales y espirituales de la vida
indígena. Territorio es mas que el suelo, páramo y nevado, es
además la atmósfera y el subsuelo; es toda la estructura del
universo, por eso “el manejo del territorio es al mismo tiempo el
manejo del mundo”, representado por los pueblos indígenas como
una serie de niveles cósmicos o mundos distintos pero
interdependientes. La concepción indígena de territorio trasciende
hasta lo mas profundo de su cosmovisión y de su forma de vivir
como pueblos en el universo.

Nuestro territorio es este que nos dieron nuestros ancestros para


vivir y cuidar para los descendientes. Este pueblo necesita
mantener una relación con sus lugares de origen, bien sea
habitándolos o manejándolos con el pensamiento, a través de
recitaciones y de rituales. Aunque los procesos históricos han
obligado a nuestras culturas indígenas a migrar y ha reasentarse
lejos de su origen, en estos desplazamientos se reproduce y adapta
su territorialidad.

La parte material del territorio, es decir la tierra, la sabana y su


diversidad biológica existe en armonía con las culturas indígenas
quienes son parte integral de ella.

Durante milenios nuestros pueblos han desarrollado complejos


sistemas de conocimiento, manejo y uso del bosque y el páramo.
Dicho manejo solo es posible en la integralidad que hay entre la
práctica cotidiana y la práctica espiritual en la que se actualiza toda
la cosmovisión.
“Conocemos como indios aspectos tales como la variación de
periodos y la micro distribución de las especies animales y plantas”.
Poseemos un alta grado de comprensión de las comunidades
ecológicas: en el saber espiritual se hallan a menudo descripciones
pormenorizadas de tales contactos e intercambios, muchos The
Walas afirman haber adquirido parte de su conocimiento especifico
de animales, que les habrían rebelado la existencia de un recurso
alimenticio inusitado, la cura para un enfermo o el procedimiento
practico para resolver un problema cotidiano”.

Desde el origen el territorio fue entregado para vivir en él y no para


apropiarse de él, en ese sentido el territorio es un espacio de vida
(vital), en el cual se establecen relaciones de interdependencia
entre unos pueblos y otros, y entre la cultura y la naturaleza.

El concepto de territorio, base para lo que desde el estado se ha


llamado ordenamiento territorial, se diferencia del concepto indígena
en que territorio se asimila a tierra cubriendo no únicamente la
dimensión material; en la cultura occidental, se ejerce la propiedad
sobre las tierras, lo que implica una relación de dominio entre la
cultura y la naturaleza. De ahí que sea tan importante ordenar el
uso de los suelos en términos de propiedad, producción y
economía.

Por eso los pueblos indígenas decidimos que “el ordenamiento


territorial que propone el estado tiene una visión limitada al
contemplar solo lo material y lo geográfico”.

¿Qué es orden para los indígenas?

El territorio que nos fue entregado a cada cultura vino con un orden;
los ancestros recibieron todas las indicaciones de cómo vivir aquí,
de cómo manejar este mundo y ser parte integral de él, de cómo
relacionarnos con todos los seres que lo conforman, tanto animales
y plantas, como minerales y espíritus. Este orden fundamental esta
inscrito en los diferentes aspectos de toda nuestra cultura, se ha
trasmitido de generación en generación no solo en la tradición oral y
los rituales (mitos, oraciones, curaciones, armonizaciones, cantos y
bailes), también en el aprendizaje del que hacer cotidiano, en las
normas y dietas que regulan el comportamiento tanto en sociedad
como con la naturaleza.

Los indígenas al conocer la fragilidad del sistema ecológico donde


habitamos, hemos creado mecanismos culturales para evitar la
sobre-explotación del medio que conllevaría no solo a la extinción
de nichos ecológicos, sino también de su propia cultura. Estas
estrategias se fundamentan en la concepción que tenemos los
indígenas de una creación aun no culminada y limitada en el
numero de especies tanto de flora como de fauna. Al ser limitada el
“padre sol” quien es el creador, concibió unos “espiritas” o dueños
para que cuidaran y protegieran estas dos categorías contra abusos
cometidos contra ellas.

La creación no ha sido culminada porque la energía creadora


proviene del padre sol en forma de luz y calor seminal, los cuales
permiten no solo la reproducción de plantas, animales y seres
humanos, sino también la adquisición de una gran sabiduría. Pero
esta energía creadora hace parte de un gran circuito en donde
participa todo el cosmos, aunque con ciertas limitantes, puesto que
la energía se piensa como finita. Basándonos en esta condición, “el
hombre puede remover lo que necesita, solo bajo ciertas
condiciones y debe convertir su porción de emergía prestada en
una esencia que puede ser reincorporada en el circuito”.

Este modelo de fuerzas en equilibrio necesita ser reajustado por


medio de entradas de energía, que el pueblo indígena recrea con
mecanismos culturales como el parentesco, creencias y rituales,
entre otros, en donde los conceptos ecológicos desempeñan el
papel organizador de la comunidad. Por tanto es necesario para la
supervivencia de estos pueblos manejar empírica y
conceptualmente los ecosistemas y territorios que los rodean.

Los sistemas de gobierno, educación, salud, las actividades de


subsistencia (caza, pesca, recolección, siembra de parcelas), la
constricción de viviendas y de elementos necesarios para trabajar,
están integrados y regulados por el orden ancestral de cada pueblo.

Para garantizar este balance (equilibrio dinámico), los The Walas


son los encargados de servir de intermediarios entre las
necesidades sociales y el mundo sobrenatural, representado por los
dueños de los diferentes ecosistemas. El objetivo de su trabajo de
intermediación es mantener el “equilibrio del flujo en el circuito de
energía, lo que se logra mediante el seguimiento de ciertos
controles como la continencia sexual, el consumo controlado de
ciertos alimentos, la presencia en algunos sitios sagrados donde
habitan los dueños sobrenaturales. De no cumplirse estos patrones
culturales se rompe el equilibrio.
Sin embargo para los indígenas es claro que somos pueblos que
hemos venido viviendo transformaciones, que hemos
experimentado procesos de cambio, que el contacto con la
sociedad nacional iniciado y mantenido hace mas de 200 años ha
generado una superposición de ordenes con el propio. Cada uno de
estos ordenes, el de los esclavistas y comerciantes, el de los
misioneros católicos, el de los científicos sociales y naturales, el del
estado nacional con sus distintas formas de acción institucional y el
de sectores sociales contemporáneos (terratenientes, narcotráfico,
guerrilla), funciona con una lógica distinta son ordenes que han
venido de afuera y que con su presencia han ocasionado cambios
en el orden propio y con su imposición han generado desordenes
en el territorio.

Los indígenas Nasa de Páez hemos incorporado en el orden


territorial la condición de ser colombianos sin dejar de ser
indígenas. La pertenecía a esta nación nos da nuevos elementos
para transformar la superposición de estos “ordenes” que están
llevando ciertos “desordenes” a nuestras vidas y territorios.

Actualmente estamos en la búsqueda de regular las relaciones


internas, con el resto de la nación y con el estado para no ser
destruidos.

Los ordenes impuestos no funcionan bien en nuestros territorios


indígenas, pues al ser otros los que establecen y al desconocer
estos nuestra ley de origen, están desestructurado su identidad
(etnicidad) están desconociendo el derecho constitucional a la
diferencia. Además de contribuir a generar entre otros problemas,
divisiones entre las comunidades, incoherencias entre su
pensamiento tradicional y sus actividades cotidianas, mayor
integración a la economía de mercado y a las transformaciones
sociales que esta integración implica.

ORDENAMIENTO TERRITORIAL

Para nuestros pueblos indígenas hablar de ordenamiento territorial


es hablar de cultura, de cosmovisión, de su vida cotidiana. Ese es el
ordenamiento que conocemos y que queremos seguir manteniendo
en nuestros territorios, para que la ley de origen se cumpla.

Las relaciones con la cultura occidental y los procesos históricos


vividos a partir del contacto han generado desaparición,
desestructuracion y desplazamiento de pueblos enteros; sin
embargo aquellos que quedaron han vivido procesos de
reconstrucción. Actualmente el territorio indígena sigue siendo el
mismo, cada Resguardo aun cuida y maneja sus lugares de origen;
cada tiene estructurado su sistema de manejo de lo que hoy es su
territorio aunque están mezcladas unas con otras y coexisten en los
mismos espacios Geográficos.

Entre ellos poco a poco han ido estableciendo normas de


convivencia y manejo, han ido recreando el orden territorial para
garantizar la paz entre sus pueblos.

En su condición de colombianos su territorialidad esta establecida y


protegida bajo la figura de Resguardos indígenas. Dichos
Resguardos establecen de hecho una territorialidad y un orden que
difiere del ancestral, se superpone con ese orden original.

Por eso cuando la constitución política hablo de entidades


territoriales indígenas, estas culturas indígenas han querido volver a
ver expresada su territorialidad en el orden que se establece desde
el ordenamiento territorial de la nación.

Porque es la oportunidad de ordenar las relaciones

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