Mientras el mundo se cae a pedazos, canto tu nombre siguiendo los trazos que tiene el Cielo. Tengo en mí y me aguardan, en la herida de mi palabra llana, estas íntimas ansias de soñarte. Pienso, acaso, en la tersa noche, el arte que de tu cálida mirada emana y la suerte que tuve al conocerte una noche desde la cual no hay día en que no cruces mi mente y sonría; es la medida de mi tiempo el verte. Guardo, en lo más profundo de mi espera, tu sonrisa y un tal vez; ¡qué más quisiera!