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LA RELACIÓN DE LA INMUNIDAD HUMORAL Y CELULAR EN COVID-19

1. Hacer  un análisis y descripción sobre la relación de la inmunidad humoral y celular en


COVID-19.

La inmunidad contra la COVID, y cualquier otro virus, es mucho más que anticuerpos. Desde que
comenzó la pandemia y sobre todo con el estudio y llegada de las vacunas hemos oído hablar
mucho de cómo se desarrolla la inmunidad frente al virus, de la producción o no de anticuerpos, de
la inmunidad celular, etc.

La inmunidad celular está principalmente especializada en luchar contra patógenos intracelulares,


como pueden ser los virus, parásitos o patógenos que han sido fagocitados. Para ello, cuentan con la
ayuda de células como los macrófagos o las células dendríticas, que les presentan los antígenos a
través de moléculas MHC I. Los principales efectores son los linfocitos T citotóxicos. Si bien, otro
tipo de células T, los linfocitos T cooperadores, también pueden participar en la gestión inmunitaria
de antígenos extracelulares a través de MHC-II, activando otras células de la inmunidad y mediante
la secreción de citoquinas.

La inmunidad humoral sin embargo, actúa más bien contra patógenos extracelulares a través de
moléculas que circulan en la sangre y en secreciones de las mucosas, como son los anticuerpos. En
este caso intervienen los linfocitos B, que al reconocer antígeno se convierten en células
plasmáticas productoras de anticuerpos. Hay que recordar que después de producirse este tipo de
respuesta inmunitaria quedará como remanentes los linfocitos B de memoria. Los mismos que
facilitarán que la respuesta secundaria sea más rápida.

Con respecto al virus se han utilizado muestras de un grupo de pacientes que ha pasado la COVID-
19 con diferentes grados de severidad. En todos los casos, la infección ha sido confirmada por un
resultado positivo de la prueba PCR. En un estudio se observó que ambos perfiles de personas
tienen una inmunidad celular capaz de detectar las células infectadas por SARS-CoV-2.

La clave de esta inmunidad celular es que, en ausencia de anticuerpos, se observa un mayor número
de células capaces de reconocer diferentes partes del virus. En concreto, la proteína de la espícula
(Spike en inglés) y la nucleocápside.

Tanto la inmunidad celular como la humoral son respuestas muy específicas contra los patógenos.
Estas están protagonizadas por las células T y los anticuerpos, respectivamente. En el caso de la
COVID-19, sin embargo, lo más común es evaluar la respuesta inmunitaria del paciente en función
de sus anticuerpos. Es más complicado realizarlo en base a la respuesta celular.  Esto puede generar
confusión en las personas a las que no se les encuentran anticuerpos contra el SARS-CoV-2 a pesar
de haber sido vacunadas o haber pasado la COVID-19.

Responder a las siguientes preguntas:

2. ¿Por qué la inmunoglobulina IgM se produce primero en cualquier patología?


Debido a que se encuentra principalmente en la sangre y en el líquido linfático así como también es
el primer anticuerpo que el cuerpo fabrica para combatir una nueva infección, por es que cuando
hay algún tipo de microorganismo causado por una patología reacciona de primero.

3. Explique cómo se forman los anticuerpos

Los anticuerpos son proteínas que forman parte del sistema inmune. Recorren la sangre y
suelen activarse al detectar sustancias extrañas en el organismo, como lo son virus y bacterias. Se
forman a partir de cadenas de proteínas en una forma de Y, en él se van a formar dos cadenas
pesadas que son iguales H y dos cadenas ligeras también parecidas en L, estos están unidos por dos
enlaces de disulfuro, en las cadenas que van a diferenciar dominios estructurales.

4. ¿Cuáles son las células presentadoras de antígenos?

Los macrófagos, las células dendríticas, los propios linfocitos B, y cualquier célula del organismo
que exprese en su membrana determinantes antigénicos asociados a proteínas del complejo mayor
de histocompatibilidad.

5. Explique cómo se forman los complejos mayores de histocompatibilidad tipo I y Tipo II

CMH de clase I:

Están presentes como glucoproteínas de transmembrana en la superficie de todas las células


nucleadas. Las moléculas de clase I intactas están formadas por una cadena pesada alfa unida a una
molécula de microglobulina beta-2. La cadena pesada consta de 2 dominios que se unen al péptido,
un dominio tipo immunoglobulina (Ig) y una región transmembrana con una cola citoplasmática. La
cadena pesada de la molécula de la clase I está codificada por genes en los locus HLA-A, HLA-B y
HLA-C. Las células T que expresan moléculas de CD8 reaccionan con moléculas de MHC clase I.
Estos linfocitos sulen tener una función citotóxica, que requiere la capacidad de reconocer cualquier
célula infectada. Debido a que cada célula nucleada expresa moléculas del CMH de clase I, todas
las células infectadas pueden actuar como células presentadoras del antígeno para las células T CD8
(el CD8 se une a la parte no polimórfica de la cadena pesada de clase I). Algunos genes del CMH
de clase I codifican moléculas no clásicas, como la HLA-G (que puede cumplir una función en la
protección del feto de la respuesta inmunitaria materna) y HLA-E (que presenta péptidos a ciertos
receptores en las células natural killer [NK]).

CMH de clase II: 

Suelen estar presente sólo en las células presentadoras de antígenos (linfocitos B, macrófagos,
células dendríticas, células de Langerhans), el epitelio del timo y los linfocitos T activados (pero no
en reposo); la mayoría de las células nucleadas pueden ser inducidas para que expresen moléculas
de CMH de clase II mediante interferón (IFN)-gamma. Las moléculas de MHC de clase II consisten
en 2 cadenas polipeptídicas (alfa [α] y beta [β]); cada cadena tiene un dominio de unión al péptido,
un dominio del tipo Ig y una región transmembrana con una cola citoplasmática. Ambas cadenas
polipeptídicas están codificadas por genes de la región HLA-DP, -DQ o -DR del cromosoma 6. Las
células T reactivas a las moléculas de clase II expresan CD4 y suelen ser células helper.

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