La historia de amistad comienza cuando era un niño. Fue atracción a primera vista, en un restaurante italiano se encontraba postrado, encima del comedor principal, un platillo bello como ningún otro. La superficie ruborizada, el tono dorado y la fragancia cautivante son los detalles que tiene una buena lasaña. Para sentir el cielo solo se necesita un cuchillo y tenedor en mano. Crujiente por fuera y blanda por dentro, es la combinación perfecta que se puede encontrar al probar el platillo de procedencia greco-italiana. “Lasagna” en Italia, “Pasticho” en Venezuela, “Pastel Azteca” en México o “Musaca” en Grecia. La “lasaña” (termino que se usa en Colombia) tiene diferentes nombres y variantes, es decir, que cualquier comensal tiene la oportunidad de disfrutar un pedacito de cielo hecho de pasta. Además, la belleza de “Il Pasticcio” se encuentra en la frescura de los ingredientes que la componen: Laminas de pasta, queso en abundancia y salsa bechamel. Pero se le puede agregar los demás ingredientes que desee, este platillo mediterráneo se adapta a los gustos y la innovación de quién lo prepare. Si busca un platillo extraordinario, “il pasticcio di lasagne” será la mejor historia que pueda contar.