Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
aprender a aprender
Luis de la Peña
ciencias de la materia
Pablo Rudomin
ciencias de la vida
Pablo González Casanova
ciencias humanas
Rolando García
teoría y metodología
Raymundo Bautista
matemáticas
Hugo Aréchiga
ciencias de la salud
Felipe Lara Rosano
ingenierías y tecnologías
Esta página dejada en blanco al propósito.
CLÁSICOS DE LA BIOLOGÍA
MATEMÁTICA
por
FAUSTINO SÁNCHEZ GARDUÑO
PEDRO MIRAMONTES
JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ SÁNCHEZ
JORGE SOBERÓN MAINERO
GERMINAL COCHO GIL
ALBERTO ALDAMA
MANUEL FALCONI MAGAÑA
LOURDES ESTEVA
MIGUEL LARA-APARICIO
coordinado por
FAUSTINO SÁNCHEZ GARDUÑO
PEDRO MIRAMONTES
y
JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ SÁNCHEZ
siglo
veintiuno
editores
siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.
CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACÁN, 04310, MÉXICO, D.F.
[vii]
Esta página dejada en blanco al propósito.
ÍNDICE
[ix]
PRESENTACIÓN
[11]
12 GERMINAL COCHO GIL
1
Ernst Mayr, biólogo estadounidense, nació en Alemania en 1904. Es conocido,
sobre todo, por sus investigaciones en taxonomía de las aves, genética de poblaciones
y evolución. Graduado en la Universidad de Berlín en 1926, ha trabajado de manera
ininterrumpida en Estados Unidos desde 1932. Con base en un trabajo de campo
extraordinario (sobre todo para estudiar las aves del Pacífico suroccidental), antes aún
de 1940, Mayr hizo contribuciones esenciales a la teoría de la evolución por selección
natural. En particular, propuso una nueva definición del concepto de especie (hasta
entonces impreciso y vago) y explicaciones como el llamado “principio del fundador”
para el proceso de especiación. La lectura de su obra se considera imprescindible en
sistemática, biología evolutiva y filosofía de la biología. Entre sus trabajos más conoci-
dos destacan Methods and Principles of Systematic Zoology (con E. G. Linsley y R. L.
Usinger), Animal Species and Evolution (1963) y The Growth of Biological Thought (1982).
ERNST MAYR, LA TEORÍA SINTÉTICA DE LA EVOLUCIÓN 13
2
Hugo Marie de Vries (1848-1935), botánico y genetista holandés. Introdujo el
estudio experimental de la evolución orgánica; redescubrió en 1900 los principios
mendelianos de la herencia y reconoció la primacía de Gregorio Mendel, quien los
había publicado en 1866. Para él, una “mutación” es la aparición aleatoria de nuevas
formas o variedades en una población biológica formada por especímenes comunes;
con base en la observación de este tipo de fenómenos, en donde se tenía la posibili-
dad de estudiar la evolución experimentalmente, de Vries postuló la evolución como
una serie de cambios radicales abruptos suficientes para producir la existencia de nue-
vas especies en un solo salto.
3
Thomas Hunt Morgan (1866-1945), zoólogo y genetista estadunidense, recibió el
Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1933 por su trabajo experimental con la
mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) mediante el cual estableció la teoría cro-
mosomática de la herencia. Para él, una “mutación” es una alteración génica que afec-
ta los rasgos heredados por los descendientes.
ERNST MAYR, LA TEORÍA SINTÉTICA DE LA EVOLUCIÓN 15
Asimismo, según Mayr, la discordia provenía de las formas de pen-
sar esencialmente distintas de los actores del diferendo; sus preocu-
paciones estaban motivadas por “biologías diferentes”: una, atenta a
las causas próximas, la otra, a las causas últimas. Esta diversidad de
intereses es sustancial para comprender los escollos que hubieron de
librarse en la elaboración de la síntesis.
Las causas próximas ocupan la atención de los biólogos funciona-
listas, interesados en el fenotipo y su desarrollo como resultado de la
ejecución del programa genético sujeto a las restricciones del medio
ambiente y a las particularidades de los individuos.
En la contraparte, los biólogos evolucionistas abstraen la búsque-
da de las causas últimas del dominio de lo sobrenatural y lo someten
al de la razón: investigan los orígenes del genotipo, indagan la his-
toria de las adaptaciones, responsables de los programas genéticos
actuales, y por ello les importa lo que haya ocurrido hace mucho,
desde el principio de los tiempos.
En el primer tercio del siglo XX esta diversidad de intereses pro-
vocaba verdaderos diálogos de sordos. Por ejemplo, prevalecía la
idea –presente aún en disputas como la de hoy entre evolucionistas
y embriólogos– de que los métodos del biólogo experimental son
más objetivos y científicos y por lo tanto superiores al enfoque espe-
culativo del naturalista. Por esto, zoólogos como Koelliker insistían
en que muchos de los taxones de la sistemática pueden ser polifilé-
ticos pues consisten de especies o géneros similares no porque des-
ciendan de un ancestro común sino porque han sido producidos por
las mismas leyes fisicoquímicas.
Además, en cada campo se trataban niveles diferentes de la jerar-
quía evolutiva: desde la perspectiva de los genetistas, bastaba entender
lo que ocurre a nivel de los genes para comprender el proceso evolu-
tivo pues la adecuación total sería la suma de las adecuaciones de los
genes individuales; los naturalistas, a su vez, no veían conexión alguna
entre los cambios de las frecuencias génicas y los acontecimientos evo-
lutivos en los niveles jerárquicos de especies y taxones superiores.
También había un conflicto asociado con el número de variables
y la dimensión correspondiente a los procesos considerada por cada
grupo: antes de la síntesis, al tratar el comportamiento de genes indi-
viduales y sus alelos dentro de un solo acervo génico, los genetistas
trabajaban en un sistema prácticamente adimensional, excepto por
cambios temporales menores a lo largo de una secuencia breve de
generaciones; los naturalistas, por el contrario, trabajaban en siste-
16 GERMINAL COCHO GIL
4
Incluso la discrepancia esencial entre gradualismo y saltacionismo ha resurgido.
Véanse, como ilustración del nivel que ha alcanzado, los múltiples ensayos de Stephen
Jay Gould o consúltese a Niles Eldredge en Reinventing Darwin, the Great Debate at the
High Table of Evolutionarv Theory, Nueva York, John Wiley & Sons, 1995.
18 GERMINAL COCHO GIL
5
Recuérdese la célebre metáfora gouldiana según la cual, si nos fuese dado repe-
tir las condiciones iniciales en que apareció la vida en la Tierra y volver a tocar el cas-
sette, la sucesión de contingencias sería tan distinta que su resultado podría ser una his-
toria de la vida completamente diferente de como ha sido.
ERNST MAYR, LA TEORÍA SINTÉTICA DE LA EVOLUCIÓN 19
termodinámica queda en un segundo plano; por consiguiente, las
colisiones moleculares disminuyen drásticamente con respecto a las
que podrían ocurrir en el medio terrestre: en tal escenario, la frial-
dad hace completamente improbable la aparición de las primeras
formas de vida.
Pero, como fruto del azar y con pocas restricciones, tampoco en
nuestro planeta habría sido posible la aparición de la vida: la edad
de la Tierra como lugar habitable no sería suficiente; la probabilidad
de que ocurriesen síntesis tan complejas en un lapso así de breve es
también extremadamente baja.
La controversia entre los biólogos del desarrollo y los evolucionis-
tas darwinianos es vieja ya de varias décadas. Empero, hay elementos
en los cuales apoyar una síntesis de las dinámicas del desarrollo
embriológico y de la evolución; hoy es posible construir puentes so-
bre la idea de que la evolución es un sistema dinámico en cuyo espa-
cio fase hay regiones privilegiadas donde la búsqueda se acelera y la
probabilidad de asimilación a estructuras antecesoras se vuelve posi-
tiva. Es posible, entonces, encontrar una explicación en los mecanis-
mos de restricción del espacio de búsqueda.
Si las mutaciones hubiesen de explorar de manera uniforme en
todo el espacio fase potencialmente accesible, el problema sería
insoluble. Es decir, en una búsqueda ciega, la probabilidad de apari-
ción del ojo sería prácticamente nula. Entonces, es necesario consi-
derar mecanismos de restricción de la zona de exploración para que
ésta se dé en una “tierra prometida”, en un lugar con potencial de
integrarse fácilmente a las estructuras y procesos del desarrollo
embriológico, presentes de antemano en los ancestros.
Para empezar, veamos la estructura y el funcionamiento de las célu-
las: en una primera mirada se les puede considerar recipientes micros-
cópicos, de volumen minúsculo, en donde ocurre un conjunto de reac-
ciones químicas complicadas, base de la vida. Sin embargo, a pesar de
su pequeñez, la probabilidad de que –a la temperatura ambiente y por
colisiones moleculares azarosas– las reacciones bioquímicas básicas se
den con velocidad suficientemente grande es prácticamente nula.
De hecho, esas reacciones sólo pueden suceder a tal temperatura
gracias a la aceleración producida por la presencia de enzimas cata-
lizadoras, superficies inhomogéneas sobre las cuales tienen lugar las
reacciones químicas, y donde por la acción de fuerzas de Van der
Waals (fuerzas atractivas de corto alcance), los sustratos se acomodan
y pueden ser deformados en regiones específicas cercanas: la dimen-
20 GERMINAL COCHO GIL
6
Richard Dawkins es un neodarwiniano duro y puro, célebre por las metáforas y
trasposiciones a las que suele recurrir en numerosos libros de divulgación como The
Selfish Gene o The Blind Watchmaker.
ERNST MAYR, LA TEORÍA SINTÉTICA DE LA EVOLUCIÓN 21
una dinámica al borde del caos o en zona crítica, las contribuciones
a la energía libre termodinámica provenientes de la entalpía y de la
entropía (y que tienen signo contrario) casi se cancelan y pueden
tener lugar cambios estructurales grandes con cambios energéticos
pequeños; de este modo, las diversas escalas estructurales y los tiem-
pos de relajación se presentan simultáneamente y pueden existir
transformaciones con poco gasto energético.
En este sentido, a temperatura celular, en los polímeros biológicos
como las proteínas y los ácidos nucleicos, la contribución energética
de la entropía casi cancela la de la entalpía y se aproximan mucho a
la zona crítica en donde se anulan recíprocamente. Por esto y por su
carácter cuasi-unidimensional la dinámica de los polímeros es flexi-
ble. Por otro lado, la presencia en el borde del caos de niveles jerár-
quicos en todas las escalas espaciales y tiempos de relajación indica
que la selección natural actuaría de modo eficiente sobre los diversos
niveles de organización.
Por todo lo anterior, la vida no es un artífice inteligente y genial a
cuya disposición hay un número infinito de posibilidades para reali-
zar insospechadas obras de arte biológico: al contrario, dispone sólo
de un número limitado de herramientas y métodos porque la natu-
raleza la sujeta a muchas restricciones y debe resolver los problemas
como buenamente puede, con los materiales y en las regiones que la
constelación de leyes fisicoquímicas le impone.
Descubrir que los procesos biológicos más importantes no pue-
den ser el resultado de una larga cadena de casualidades –esto es, no
están sometidos al capricho del dios todopoderoso y laico de la selec-
ción natural– vuelve la vida más inteligible de lo que hasta ahora
habíamos creído. Pero reconocer esto no sólo no disminuye la admi-
ración ante la obra magna de la evolución biológica: por el contra-
rio, ¿acaso no es la vida aún más maravillosa si, entre tantas restric-
ciones, ha podido producir algo tan complejo como el cerebro
humano y éste, arquitecto incansable, es capaz de construir puentes
entre lugares tan distantes?
BIBLIOGRAFÍA
[22]
WADDINGTON, THOM Y LA BIOLOGÍA TEÓRICA 23
siglo XIX sin una sola ecuación”, teoría suficiente para darle cohe-
rencia a toda la ciencia biológica por su gran capacidad explicativa.
A veces, quienes opinan tienen también una buena formación mate-
mática –bastante para no confundir la matemática con la estadística– y
aceptan la aplicación de los métodos de esta ciencia a la biología para
sugerir y plantear conjeturas respecto a cómo funciona la vida en un
lenguaje preciso y claro; conviene incorporar la modelación matemáti-
ca como una herramienta para interrogar a la naturaleza, agregan, sólo
cuando las consecuencias no sean obvias, pero esto no implica la posi-
bilidad de hallar los equivalentes biológicos de la ecuación de Schrö-
dinger, el principio de incertidumbre de Heisenberg o la ley de la dis-
tribución de Maxwell–Boltzmann. Para ellos, la búsqueda de las que
pudieran llamarse “ecuaciones de la evolución de la vida” –sea cual
fuere su significado– es algo sin sentido.
Más o menos entre 1936 y 1947, en los centros académicos de Oc-
24 JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ SÁNCHEZ
2
René Frédéric Thom (1923-), matemático francés, graduado en la École Normale
Supérieure en 1946 y profesor, desde 1964, del Institut des Hautes Études Scientifiques
à Bures-sur-Yvette. Recibió la Medalla Fields en Edinburgo durante el Congreso Interna-
cional de Matemáticos de 1958 por su trabajo en topología. Seguramente, su contribu-
ción más conocida es la teoría de catástrofes: un intento de modelar cambios abruptos
en procesos continuos (de una manera imposible si sólo se usa cálculo diferencial) ideal
para representar procesos físicos, biológicos o sociales cuya característica esencial es este
comportamiento de “cambio de fase violento” luego de transponer un umbral de satu-
ración. Dos de sus obras más destacadas son Stabilité structurelle et morphogénèse (1972) y
Théorie des catastrophes et biologie (1979).
WADDINGTON, THOM Y LA BIOLOGÍA TEÓRICA 25
3
Son clásicos sus textos Mathematical Ideas in Biology (Cambridge University Press,
1968) y Mathematical Models in Ecology (Cambridge University Press, 1974), publicados a
contracorriente de la opinión de la inmensa mayoría de los estudiosos quienes suponían
que, si acaso, sólo los métodos estadísticos son útiles en biología.
WADDINGTON, THOM Y LA BIOLOGÍA TEÓRICA 27
LA SABIDURÍA CONVENCIONAL
FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA
ÉTICA DE LA NATURALEZA
4
Alfred Norton Whitehead (1861-1947), escribió entre 1900 y 1910 con su joven dis-
cípulo Bertrand Russell los Principia Mathematica, una monumental fundamentación
lógica de la matemática pura. Desarrolla su metafísica y su ética en Science and the Modern
World (1925) y Process and Reality (1929) donde parte de una crítica del “materialismo
científico” y para argumentar en favor de la existencia de valores en la naturaleza apela
a los poemas de W. Wordsworth y P. B. Shelley. Para Whitehead (nótese la semejanza con
las propuestas de Waddington), el Universo consiste completamente de transiciones
(becomings en el original), cada una de las cuales es un proceso en donde se integran la
infinidad de detalles (la “realidad”) provistos por el Universo antecesor y por Dios (la
fuente donde moran las posibilidades de lo nuevo). Como metafísico, a Whitehead se
le compara con Leibniz y con Hegel.
32 JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ SÁNCHEZ
5
Ésta era, dicho sea de paso, una de las razones por las cuales los seres vivos eran con-
siderados “inversos locales” de la segunda ley de la termodinámica: ¿cómo, si no, era posi-
ble que en los seres vivos no ocurriese que la tendencia al desorden o entropía aumen-
tara indefinidamente y surgiese orden y organización autorregulada y reproducible?
WADDINGTON, THOM Y LA BIOLOGÍA TEÓRICA 33
tas se agrega como igualmente importante su capacidad reproductora
y, sobre todo, el hecho de estar empeñados en el proceso de largo
alcance de la evolución.
Sin embargo, esto define la vida completamente en términos del
genotipo y no basta la capacidad de copiarse a sí mismo y ser sujeto de
evolución para estar vivo; para Waddington, la vida involucra también
la producción del fenotipo: es decir, algo desarrollado desde el geno-
tipo y que interactúa con el medio ambiente.
En los symposia, esta propuesta es aceptada por todos y se produ-
ce un acuerdo por consenso: la transmisión hereditaria de informa-
ción genética mutable no es un criterio bastante para distinguir a la
materia viva de la inerte; debe, además:
CARACTERIZACIÓN MATEMÁTICA
Si uno considera cualquier caso real, como el cambio de parte del ectoder-
mo de la gástrula de un anfibio para convertirse en tejido neuronal o en epi-
dermis, es muy claro que [el conglomerado de células] no entra a un estado
estable sino todo lo contrario: arranca por alguna trayectoria particular de
cambio en la cual, por ejemplo, una dirección la llevará a formar parte de la
placa neuronal, luego del tubo neuronal, luego de alguna región de la médu-
la espinal o del cerebro, para convertirse en parte de la materia gris o de la
blanca o, quizás, madurar como el tronco de un nervio. Solamente después
de haber pasado por un gran número de estados transitorios llegará a una
situación relativamente estable […] en realidad, cuando el individuo sea
adulto (Waddington y Thom, 1968a:10-11).
6
El lector interesado en las definiciones originales puede seguir las indicaciones del
mismo Waddington en su correspondencia con Thom: “Si desea usted dar referencias
para mis discusiones de estos conceptos, podrían ser: (i) la palabra creoda: Strategy of the
Genes (Allen and Unwin, Londres, 1957: 32). (ii) El paisaje epigenético: Organisers and Genes
(Cambridge University Press, 1940) y Strategy of the Genes. (iii) Homeorhesis: Strategy of the
Genes fue el primer lugar donde propuse la palabra; el concepto, como he tratado de mos-
trarle, estaba implícito en la Introduction to Modern Genetics de 1939 (Allen and Unwin,
Londres) y en Organisers and Genes” (Waddington y Thom, 1968b:179).
7
De hecho, Ilya Prigogine ganará diez años después del segundo symposium el
Premio Nobel de Química por demostrar que exactamente eso pasa en estructuras disi-
pativas lejos del equilibrio termodinámico como los seres vivos. Por cierto, estas investi-
gaciones resolverían, finalmente, la disputa del vitalismo al caracterizar el orden pre-
sente en los seres vivos como autoorganización, una propiedad intrínseca de los siste-
mas abiertos; en consecuencia, ni se viola la segunda ley de la termodinámica, ni la
materia viva es distinta de la inerte y la hipótesis de la “fuerza vital” es tan innecesaria
como la intervención de un dios para la existencia de la vida.
36 JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ SÁNCHEZ
8
Otros aspectos esenciales de la filosofía evolutiva waddingtoniana y, sobre todo, la
contraparte en favor del neodarwinismo, deben leerse en el debate a cuatro voces entre
él, John Maynard Smith, David Bohm y Marjorie Grene contenido en la serie de ensa-
yos “The Status of Neo-Darwinism” de J. Maynard Smith y “Paradigm for an Evolutiona-
ry Process” de Waddington. Además de a las réplicas cruzadas entre estos autores, pón-
gase atención particular al “Addendum on order and neo-Darwinism” de David Bohm
y las “Notes on Maynard Smith's Status of neo-Darwinism” de la filósofa Marjorie Grene
(IUBS, 1969:18-128).
WADDINGTON, THOM Y LA BIOLOGÍA TEÓRICA 39
de un adulto, sino la trayectoria epigenética completa, la creoda arque-
típica que va del huevo al organismo maduro.
• La correspondiente a la evolución de las especies. Donde no se ten-
drían arquetipos de díptero o de caballo sino de sus respectivas fami-
lias filogenéticas, caracterizadas dinámica y topológicamente porque,
en su seno, hay una mínima resistencia al cambio evolutivo.
EL PAISAJE DE LA SUBVERSIÓN
∂H ∂H
P= , Q=
∂q ∂p
. ∂H . ∂H
q= , p=
∂p ∂q
o mediante un principio de variación global, como el de Mínima Acción de
Maupertuis y ambos enunciados son equivalentes, aunque el punto de vista
de uno es determinista y el otro, finalista (Waddington y Thom, 1968a:32).
9
Pierre Louis Moreau de Maupertuis (1698-1759), matemático, biólogo y astróno-
mo francés que ayudó a popularizar la mecánica newtoniana en la Europa continental.
40 JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ SÁNCHEZ
t1
δ ∫
t0
Sdt = 0
RAÍCES Y FRUTOS
DIALÉCTICA DE LA NATURALEZA
UN DEBATE VIVO
10
Por ejemplo, hay un ensayo notable de Ilya Prigogine (Prigogine, 1976) –uno de
los científicos más influyentes de nuestros días– en una antología coeditada por Jantsh
y Waddington en 1976.
11
Sin ir más lejos, este libro está compuesto por ensayos que son las versiones escri-
tas de la serie de conferencias del ciclo “Clásicos de la biología matemática” que tuvo
lugar en la Facultad de Ciencias de la UNAM entre febrero y junio de 1996.
WADDINGTON, THOM Y LA BIOLOGÍA TEÓRICA 45
Bien mirado, quizá sea posible decir a quienes auguraron la pronta
muerte de la biología teórica waddingtoniana –o más drásticamente,
apostaron a que no nacería– como en el drama de Zorrilla: “los muer-
tos que vos matásteis, gozan de cabal salud” o ¿ustedes qué piensan,
amables lectoras y lectores?
BIBLIOGRAFÍA
[47]
48 PEDRO MIRAMONTES Y JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ SÁNCHEZ
Este libro ha sido escrito con la convicción de que alguna vez nuestra propia
existencia significó para nosotros el más profundo de los misterios pero ese
misterio no existe más porque ya fue resuelto. Darwin y Wallace lo resolvie-
ron. A nosotros no nos resta, al menos por un rato, sino trabajar en los deta-
lles de esa solución (Dawkins, 1991:xiii).
• Entonces, ¿qué sucede con las formas faltantes?, ¿por qué hay tal
escasez de estructuras?
Hoy por hoy, nadie tiene la respuesta y si se sigue la línea de pen-
samiento dominante –la de Dawkins, por ejemplo– se ve difícil dar
con ella. ¿Estamos realmente trabajando sólo en la solución de cues-
tiones de detalle después de la solución esencial dada por Darwin y
Wallace?
“No, en absoluto. Necesitamos un libro completamente nuevo” ha
sido la enérgica respuesta del “poeta de la biología teórica” (Stuart
Kauffman dixit) Brian Goodwin (Lewin, 1993:35-36). Se precisa, en-
tonces, tratar el problema de otro modo. Veamos cómo.
3
No obstante, aun este dogma tendría que revisarse: descubrimientos recientes
indican que la presencia de proteínas sesga las tasas de mutación del ADN. De este
modo, como el camino de la información proteína-ADN no está cerrado...
52 PEDRO MIRAMONTES Y JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ SÁNCHEZ
VIDA Y OBRA
D’Arcy Thompson
4
D’Arcy Wentworth Thompson demoró veintinueve años en obtener su doctora-
do, lo que, en nuestros días y en nuestro medio, le hubiera impedido acceder a las
becas del SNI o a los estímulos por desempeño y, posiblemente, desarrollar su obra
monumental.
EL ORIGEN DE LAS FORMAS VIVAS 53
Thompson no sólo destacó por su habilidad como biólogo natura-
lista; su interés por la cultura griega lo hizo también un conocedor pro-
fundo de la geometría euclideana: con el método cartesiano de coor-
denadas, inspirado en los estudios anatómicos de grandes artistas del
Renacimiento como Alberto Durero y Leonardo da Vinci, D’Arcy des-
arrollaría estudios morfológicos iluminadores y profundos.
Publicó más de trescientos artículos científicos y libros; su contri-
bución mayor al tema que nos importa aquí es el tratado On Growth
and Form, cuya última edición revisada por el autor en 1946 (Thomp-
son, 1992) suma investigaciones de toda la vida y culmina un trabajo
publicado por primera vez en 1917.
5
Un ejemplo claro de hasta dónde puede alejarse la actividad científica o acadé-
mica de sus objetivos esenciales cuando se traslapa con el poder político es el conflic-
to entre Lamarck y Saint-Hilaire y el poderoso e influyente Cuvier. Véanse Appel, 1987
y Jordanova, 1984.
54 PEDRO MIRAMONTES Y JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ SÁNCHEZ
CIENCIA VERDADERA
Por una u otra razón, hay muchas formas orgánicas que no podemos describir
ni, aún menos, definir en términos matemáticos: exactamente del mismo
modo en que hay problemas de la física que están más allá de la matemática de
nuestro tiempo. Ni siquiera buscamos una formula para definir éste o aquel
pez ni éste o aquel cráneo; pero ya podemos hacer uso del lenguaje de la mate-
mática para describir y hasta definir la forma de la concha de un caracol, la tor-
sión de un cuerno, el contorno de una hoja, la textura de un hueso, el tejido
de un esqueleto, las líneas de flujo en los pájaros y los peces o el fantástico enca-
je de las alas de un insecto. Para hacer esto, debemos aprender del matemáti-
co a eliminar y a descartar, a guardar en la mente el tipo y dejar de lado el caso
singular con todos sus accidentes y a encontrar, en este sacrificio de lo poco
importante para conservar lo que importa mucho, una de las excelencias pecu-
liares del método de la matemática (Thompson, 1992:1030-1031).
T( x, y ) = ( u ( x, y ), v ( x, y ) )
(1)
T( A ) = B
6
Según René Thom, la visión de la morfogénesis que se da en On Growth and Form
es demasiado avanzada para su tiempo; Thompson trata de comprender la genera-
ción de las formas “sin recurrir a las propiedades especiales de [su] sustrato […] ni a
la naturaleza de las fuerzas que actúan sobre ellas” y sus ideas, esencialmente innova-
doras y fecundas, “se expresan, con frecuencia, de una manera demasiado ingenua-
mente geométrica” (Thom, 1968:153) pues les falta una justificación sólo existente en
la teoría de los sistemas dinámicos. Quizá D’Arcy no recurre a tal aparato matemático
por su acendrado clasicismo: parece empeñado en buscar sólo las invariantes morfo-
lógicas y, para ello, es suficiente el método cartesiano de coordenadas aplicado a la
geometría euclideana.
EL ORIGEN DE LAS FORMAS VIVAS 57
los hábitos de los animales son sólo aquéllos que resultan de la estructura de
sus órganos; si ésta varía, alterará de un mismo modo todos sus resortes de
acción, todas sus facultades y todo su comportamiento (University of
California, 1996).8
7
Por cierto, en contra de la opinión del poderoso Cuvier, para quien las semejan-
zas anatómicas entre órganos homólogos de diferentes especies obedecen sólo a que
deben cumplir funciones parecidas.
8
Las citas de Geoffroy se han tomado de University of California (1996), donde se
las refiere al reporte: Geoffroy Saint-Hilaire, 1833. “Le degré d’influence du monde
ambiant pour modifier les formes animales; question intéressant l’origin des espèces
téléosauriens succesivement celle des animaux de l’époque actuelle”, en Mémoires de
l’Academie Royale des Sciences, núm. 12, París, 63-92.
EL ORIGEN DE LAS FORMAS VIVAS 61
que la fricción modifica la forma esférica de una gota que cae– y no
azaroso, como quiere la teoría de la selección natural:
En los albores del siglo XIX estas ideas fueron el sustento del movi-
miento de la morfología racionalista –Geoffroy Saint-Hilaire, Kant,
Goethe, Bateson, el mismo Cuvier, Lamarck, Owen– y la línea per-
siste en el xx con D’Arcy Thompson, Conrad Hal Waddington, René
Thom, Brian Goodwin, Germinal Cocho y Stuart Kauffman, Octavio
Miramontes y los autores de este ensayo.
La vertiente contemporánea incorpora una interpretación dinámi-
ca de los procesos naturales; en particular, concibe la evolución como
un sistema con dinámica de baja dimensionalidad cuyo espacio fase
tiene una infinidad de estados posibles (el universo de los seres vivos
imaginables) pero sólo un conjunto relativamente pequeño –y, desde
luego, finito– de estados viables o atractores, compatibles con la diná-
mica y sus restricciones (el mundo de los phyla realmente existentes,
cada uno con sus miles de especies en la cuenca de un atractor).
Así, para los morfólogos racionalistas la naturaleza es discreta; el
conjunto de sus formas vivas es finito y necesario: puede explicarse
en términos de una ley natural, lógica y asequible al conocimiento,
en el mismo sentido en que las leyes de Newton explican la dinámi-
ca del Universo y, las de Maxwell, la de la electricidad y el magnetis-
mo. D’Arcy Thompson explica así su concepción:
9
Véase el ensayo fundacional de esta corriente de pensamiento en Miramontes,
1999.
EL ORIGEN DE LAS FORMAS VIVAS 63
LA POLÉMICA HOY
10
Maynard, uno de los más destacados y agudos defensores de la teoría sintética,
sin renunciar a su profesión de fe neodarwinista reconoce, empero, que los argu-
mentos selectivos no son suficientes para justificar estas transiciones (Maynard Smith
y Sathmáry, 1995).
EL ORIGEN DE LAS FORMAS VIVAS 65
neodarwinismo– una leyenda inverificable por la sencilla razón de
que, hasta ahora, nadie ha podido regresar al pasado.11
En contraparte, una teoría dinámica trata los fenómenos de la na-
turaleza basándose en sus propiedades elementales y sus leyes: no sólo
describe cómo son los procesos que estudia, los explica; puede ser falsa
o verdadera, pero lo más importante es que puede comprobarse.
Si la evolución de la vida fuese un proceso histórico, sería único e
irrepetible; por el contrario, de ser dinámico, estaría determinado y
podría reproducirse. Dice de Duve “la vida y la conciencia son impe-
rativos cósmicos, escritos en la urdimbre del universo. Si se le conce-
de la oportunidad, la materia da lugar a la vida y la vida a la con-
ciencia” (Duve, 1996:12).
Es probable que la vida sea un proceso intermedio entre los dos
extremos. Pero, a contracorriente de la opinión dominante y preci-
samente por su hegemonía, es necesario hacer hincapié en la impor-
tancia, la pertinencia y la necesidad del enfoque dinámico: la natu-
raleza es inteligible12 y la ciencia sabe interrogarla para desentrañar
los secretos que aún guarda para nosotros.
Contingencia o necesidad, función o estructura, gradualismo o
equilibrio punteado, historia o dinámica; éstas son algunas de las gran-
des interrogantes que, a despecho del confiado optimismo de muchos
biólogos contemporáneos, persisten en el campo de las ciencias de la
vida. Hay quienes creen que sólo son detalles. Nosotros sostenemos
que pueden requerir, como el espectro de emisión del cuerpo negro,
varios actos de desesperación.
BIBLIOGRAFÍA
Appel, T. A. 1987. The Cuvier-Geoffroy Debate: French Biology in the Decades before
Darwin, Oxford, Oxford University Press.
Dawkins, R. 1991. The Blind Watchmaker, Londres, Penguin Books.
11
Ciertamente, la astrofísica cuenta la historia del Universo o del Sistema Solar y
no hace falta que se vaya al pasado para ello. Pero como sus investigaciones sí se some-
ten a “la demostración matemática” exigida por Leonardo, es posible leer las conse-
cuencias de la dinámica en las ecuaciones y verificarlas o refutarlas en el firmamento.
12
Es tan inteligible, que el mismo big bang –acontecimiento desmesurado, si los
hay, de cuyas consecuencias hubiéramos podido esperar el mayor desgarriate posible–
generó ese modelo de buen orden que es la tabla periódica de los elementos.
66 PEDRO MIRAMONTES Y JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ SÁNCHEZ
Duve, Ch. de. 1996. “The constraints of chance”, Scientific American, núm.
112, enero.
Geoffroy Saint-Hilaire, E. 1818-1820. Philosophie anatomique. Des organes respi-
ratoires sous le rapport de la determination de leurs pieces osseuses & c, París.
Jordanova, L. J. 1984. Lamarck, Oxford, Oxford University Press.
Lewin, R. 1993. Complexity: Life at the Edge of Chaos, Nueva York, MacMillan.
Lovett Cline, B. 1973. Los creadores de la nueva física, México, Fondo de Cul-
tura Económica (Breviarios, núm. 134).
Mackay, A. L. 1992. A Dictionary of Scientific Quotations, Bristol and Philadel-
phia, Institute of Physics Publishing.
Maynard Smith, J. y E. Szathmáry, 1995. “The Major Transitions in Biology”,
Nature, núm. 374, 227.
Miramontes, P. 1999. “El estructuralismo dinámico”, en Ramírez Santiago T.
(coord.), Perspectivas en las teorías de sistemas, México, CEIICH-UNAM-Siglo XXI,
70-82.
Papavero, N. y J. Llorente-Bousquets (eds.). 1995. Principia taxonómica. Una
introducción a los fundamentos lógicos, filosóficos y metodológicos de las escuelas
de taxonomía biológica, vol. VI, Analogía y conceptos relacionados en el periodo
pre-evolutivo, México, Facultad de Ciencias, UNAM.
Thom, R. F. 1968. “Une théorie dynamique de la morphogénèse”, en Wad-
dington, C. H. (ed.), Towards a Theoretical Biology, vol. 1, Prolegomena, Edin-
burgo, International Union for Biological Sciences (IUBS), Edinburgh
University Press, 152-156.
Thompson, D. W. 1992. On Growth and Form, Nueva York, Dover.
University of California. 1996. “Geoffroy St. Hilaire (1772-1844)”, Museum of
Paleontology, www.ucmp.Berkeley.edu/history/hilaire.html.
FISHER: LA PRIMERA SÍNTESIS
ALBERTO ALDAMA*
[67]
68 ALBERTO ALDAMA
MENDEL Y EL MENDELISMO
aparece determinada con certeza la razón media de 2:1 [y] queda claro ahora
que los híbridos forman semillas que tienen uno u otro de los caracteres dife-
rentes y que de éstos una mitad se desarrolla de nuevo en forma híbrida, mien-
tras que la otra mitad da plantas que permanecen constantes y que reciben en
igual cantidad los caracteres dominante o recesivo (Mendel, 1965).
LA LEY DE HARDY–WEINBERG
1
d 2 + (2dh)
2
2
1 1 1 1
d ' = d 2 + (2dh) + h 2 = d 2 + dh + h 2 = d + h
2 4 4 2 (1)
80 ALBERTO ALDAMA
2
1 2 1 1
r' = h + (2rh) + r 2 = r + h
4 2 2 (3)
h 2 = 4 dr (5)
LA VARIANZA GÉNICA
α 1 = p( m11 ± m ) + q( m12 ± m )
α 2 = p( m12 ± m ) + q( m22 ± m ) (9)
y podemos entonces definir al efecto promedio de sustituir a A1 por A2
como:
EVOLUCIÓN
Frecuencia p2 2pq q2
ω 11 p + ω 12 (q – p ) – ω 22q
p ’– p = pq
ω 11 p 2 + 2ω 12 pq – ω 22q 2 (13)
[
p ’– p = spq p + h (q – p ) ] (17)
dp
dt
[
= sp(1 ± p) p + h(1 ± 2 p) ] (18)
FISHER: LA PRIMERA SÍNTESIS 87
Si se denota por t(p1,p 2 ) al tiempo requerido para que la frecuen-
cia de A1 cambie del valor p1 al valor p2 , entonces:
p2
dp
t ( p1 , p2 ) = ∫ sp(1 ± p)[ p + h(1 ± 2 p)] (19)
p1
h /rango 10–3 →10–2 10–2 →10–1 0.1→0.5 0.5 → 0.9 0.9 → 0.99 0.99 → 0.999
1/2 462 480 439 439 480 462
1 232 250 309 1020 9240 90631
[ ]
p' ± p = p(1 ± p) s2 ± p(s1 + s2 ) (21)
ω = ω 11 p 2 + 2ω 12 + ω 22q 2 (29)
BIBLIOGRAFÍA
Fisher, Ronald Aylmer. 1958. The Genetical Theory of Natural Selection, Nueva
York, Dover.
Hardy, Godfrey Harold. 1908. “Mendelian proportions in a mixed popula-
tion”, Science, núm. 28, 49.
Mendel, Gregor. 1965. Experiments in Plant Hybridisation, J. H. Bennett (ed.),
Londres, Oliver and Boyd.
Seneta, Eugene. 1973. Non-negative Matrices: an Introduction to Theory and
Application, Londres, Allen and Unwin.
UNA SEMBLANZA DE VITO VOLTERRA
[93]
94 MANUEL FALCONI MAGAÑA
MODELO DEPREDADOR–PRESA
dD
dt
= ± E2 .
D
E1 = ε 1 ± αD E2 = ε 2 ± βP.
Así se obtiene
(2.1)
.
D = ε 1P – αPD,
.
P = – ε 2 D + βPD,
D(t )ε 1 P(t )ε 2
= K.
e ±αD(t ) e βP(t ) (2.2)
UNA SEMBLANZA DE VITO VOLTERRA 99
Si los tamaños iniciales de ambas poblaciones son positivos, es
decir D0 > 0 y P0 > 0, y la constante K es positiva y entonces la ecua-
ción (2.2) define una curva cerrada que rodea al punto (ε2/β2, ε1/α);
esto quiere decir que las soluciones de (2.1) son soluciones periódicas _y
γ_(t)=(ε2/β2, ε1/α) es una solución de equilibrio. Los valores promedios D y
P y de las poblaciones de depredadores y presas se pueden calcular
fácilmente. Por definición se tienen las igualdades
T T
1 1
D= ∫ D(t )dt, P = ∫ P(t )dt,
T T
0 0
dP
T T
1 dt 1
∫ dt = ε ± αD(t )dt =
∫
T P(t ) T 1
0 0
1 T
ε1 ± α ∫ D(t )dt = ε 1 ± αD
T
0
pero
dP
T
dt T
∫ dt = log P(t ) 0 ,
P
0
ε1
α
P
ε1
β
Tipo 1 Tipo 2
Tipo 3
MODELO DE COMPETENCIA
dN1
dt
= E1 ,
N1
dN 2
dt
= E2 .
N2
UNA SEMBLANZA DE VITO VOLTERRA 103
Por efecto del crecimiento continuo de las poblaciones N1 y N2,
decrece el alimento disponible. Supongamos que la presencia de Ni
individuos hace decrecer el alimento a un nivel hiNi,i = 1,2. Por lo
tanto la disminución conjunta sobre el recurso es h1N1+h2N2. Volterra
supuso que esta disminución afectaba a la tasa Ei en forma propor-
cional, y consecuentemente las tasas de crecimiento resultantes son
E1 ± γ 1 (h1 N1 + h2 N 2 ),
E2 ± γ 2 (h1 N1 + h2 N 2 ).
Así, el modelo es
.
( (
N 1 = ε 1 – γ 1 h1N 1 + h 2 N 2 N 1, ))
.
( (
N 2 = ε 2 – γ 2 h1N 1 + h 2 N 2 N 2 . )) (2.6)
d d
γ2 log N1 ± γ 1 log N 2 = ε 1γ 2 ± ε 2γ 1 ,
dt dt
de la cual se sigue
N1 (t )γ 2
N 2 (t )γ 1
(
= C exp (ε 1γ 2 ± ε 2γ 1 )t , ) (2.7)
∂h ∂h
c = h( N1 , N 2 ), < 0, < 0.
∂N1 ∂N 2
.
N2 = [ – ε + G ( f (h (N , N )))]N .
2 2 2 1 2 2 (2.10)
En = {( x ,…, x ) x
1 n i ≥0 . }
Observe que la evolución de una comunidad queda determinada
( )
por las n funciones gi, i = 1,…n. Sea Ψ n = C ∞ E n , R n . Una comunidad
ecológica de n especies se puede pensar como una función
g = ( g1 , …, gn ) ∈ Ψ n cuya dinámica está dada por (2.11). La solución
de esta ecuación con condición inicial x 0 ∈ E n , determina una curva
( )
φ ( x 0 , t ) en Ei que expresa el tamaño de cada población en cada ins-
tante t. A continuación se enuncian algunos conceptos dinámicos,
que serán muy útiles para definir persistencia y exclusión en una comu-
nidad ecológica.
106 MANUEL FALCONI MAGAÑA
{ ( ) ( )}
Φ nk = g = u o r r ∈ C ∞ E n , R n , u ∈ C ∞ R k , R n .
BIBLIOGRAFÍA
[110]
KOLMOGOROV Y LA BIOLOGÍA TEÓRICA 111
2
Según este punto de vista, si uno conoce en cualquier instante la ley que describe
la interacción, el tamaño poblacional de las especies y el valor de los parámetros invo-
lucrados, entonces puede determinar la densidad poblacional para tiempos posteriores.
112 FAUSTINO SÁNCHEZ GARDUÑO
3
Durante mucho tiempo se pensó que era imposible que en reacciones homogé-
neas se produjeran oscilaciones temporales en la concentración de las sustancias reac-
cionantes; de hecho, se pensaba que una condición necesaria para que tal fenómeno
ocurriera era la existencia de gradientes.
KOLMOGOROV Y LA BIOLOGÍA TEÓRICA 113
genética. Aquélla tuvo lugar en la antigua Unión Soviética en la
década de los años cuarenta. En el apéndice se incluyen algunas
notas biográficas del científico soviético motivo de este trabajo.
+ – 0
+ ++ +– +0
– –+ –– –0
0 0+ 0– 00
.
u = uM (u,ν )
.
v = vN (u,ν ) (1)
∂M ∂M ∂N ∂N
, , y
∂u ∂ν ∂u ∂ν
α
v(t) •
α(t)
α(t)
0 t
u(t) u
4
Hilbert enunció el problema en los siguientes términos: “Quiero plantear un pro-
blema […] éste es el de determinar el número máximo y la posición de ciclos límite
del sistema x = f(x, y), y = g(x, y), donde f y g son dos funciones racionales[…]”
KOLMOGOROV Y LA BIOLOGÍA TEÓRICA 117
Con esta interpretación, por cada punto (u, ν) de la región de inte-
rés biológico, el sistema (1) define un vector α· (t). A este conjunto de
vectores se le llama campo vectorial. Por otro lado, fijémonos en el con-
junto (u, ν) de la región de interés biológico para el que uM(u, ν) = 0;
sobre éste, la componente horizontal de los vectores α es cero; mien-
tras que sobre las parejas (u, ν) para las que νN(u, ν) = 0, la compo-
nente vertical es nula. Por esta razón, a tales conjuntos se les llama
genéricamente ceroclinas : ceroclina horizontal al primero y ceroclina verti-
cal al segundo. La ceroclina horizontal tiene dos ramas u ≡ 0 (el eje ver-
tical) y M(u, ν) = 0. La ceroclina vertical también tiene dos ramas: v ≡ 0
(el eje horizontal) y N(u, ν) = 0.
A los puntos (u, ν) de la región de interés para los que uM(u, ν) = 0
y νN(u, ν) = 0, se les llama puntos de equilibrio del sistema (1). Éstos corres-
ponden a la intersección de las ceroclinas del sistema. La caracteriza-
ción de los puntos de equilibrio de sistemas planos puede consultarse
en cualquier texto básico de EDO’s. En Gutiérrez S. y Sánchez G., 1998,
el lector también encontrará una presentación accesible de estos temas.
Usando consideraciones ecológicas, Kolmogorov propuso una for-
ma cualitativa para las ramas principales, M(u, ν) = 0 y N(u, ν) = 0, de
las ceroclinas, a fin de describir la relación de tipo presa-depredador.
Éstas se ilustran en la figura 2. Su propuesta contiene como caso par-
ticular al clásico sistema de Lotka-Volterra para presa-depredador que
exhibe oscilaciones periódicas en ambas densidades poblacionales.
Las ramas M(u, ν) = 0 y N(u, ν) = 0, dividen en cuatro partes a la región
de interés biológico. En éstas, el campo vectorial, α· (t), definido por
(1) es como lo ilustra la figura 2; aquí mismo se ven los puntos de equi-
librio de (1): P0 = (0, 0), P1 = (u1, 0) y P = (u*, ν*). El punto P es la inter-
sección de las ramas principales M(u, ν) = 0 y N(u, ν) = 0.
La dinámica a la que da lugar el sistema (1) se dibuja en la región
de interés biológico y aquélla la da su retrato fase. Éste se determina
haciendo, en primer lugar, el análisis local alrededor de cada punto
de equilibrio y, en segundo, el análisis global, es decir, en la región de
interés biológico. Debido a las características cualitativas impuestas a
M y N (véase la figura 2), del análisis local se concluye que: P0 no es
estable, la única trayectoria de (1) que termina ahí es el eje vertical
y la única que sale de P0 es el eje horizontal; P1 es un punto silla; mien-
tras que el retrato fase de (1) alrededor de P cambia, dependiendo
de la forma en que se intersecten las ramas principales de las cero-
clinas. Tanto para completar el análisis local como para dar el com-
portamiento global, Kolmogorov considera los siguientes casos:
118 FAUSTINO SÁNCHEZ GARDUÑO
II
I
A M=0
IV
III
N=0
P0 C P1 u
u
v u0
u*
v
A
v*
v*
L
v0
P0 C u* P1 u t
(a) (b)
u
v
u*
t
t
v
L
v*
ciclo límite
P0 C P1 u
(a) (b)
u t = D1∇ 2u + uM (u , ν )
ν t = D 2∇ 2ν + νN (u , ν ) (2)
∂p ∂ 2p
= k 2 + mpq
∂t ∂x
donde t se mide en generaciones… El uso de la analogía con difusión física
será solamente satisfactoria cuando la distancia de dispersión en una sola
generación sea pequeña comparada con la longitud de la onda.
0.9 0.9
0.8 0.8
0.7 0.7
0.6 0.6
0.5 0.5
0.4 0.4
0.3 0.3
0.2 0.2
0.1 0.1
0 0
–14 –12 –10 –8 –6 –4 –2 0 2 4 6 8 10 12 14
∂u 1 2 ∂ 2u ∂ 2u 2
= ρ + + αu (1 – u )
∂t 4 ∂x 2 ∂y 2
Aunque estos autores dedujeron una ecuación para un hábitat
bidimensional, en realidad analizan el caso unidimensional conside-
rando un término cinético que generaliza al término αu(1–u)2 de la
ecuación anterior.
Sigamos el texto de nuestros autores:
1
t
t3
t2 >
t2
1
>
>
τ=t
t2
t3
τ=
τ=
τ=
τ = t0
x
1. Población homogénea.
2. Hábitat unidimensional, homogéneo e infinito.
3. Población diploide; con esto lo que queremos decir es que con-
sideraremos una población con dos alelos, digamos A y a en un locus.
4. Estado de equilibrio, esto es, consideramos que la población
está en equilibrio Hardy-Weinberg.
5. Crecimiento continuo.
6. Tiempo homogéneo.
7. Población panmíctica, es decir, que los apareamientos entre los
individuos de la población son al azar.
El significado de las premisas 1, 2, 5 y 6 es el mismo que el dado
en la sección anterior, y para los detalles sobre la premisa 4, consúl-
tese cualquier libro de genética de poblaciones.
Para la construcción del modelo (del que el analizado por Kolmo-
gorov et al. resulta ser un caso particular), sea u: R x R → [0,1], la pro-
babilidad de ocurrencia del gen A en el punto x al tiempo t. Luego, la
correspondiente para a es (1 – u). Así, la descendencia de padres que
poseen el par de genes A y a puede tener cualquiera de los siguientes
tres genotipos: AA, Aa y aa. Por la premisa 7, la probabilidad de ocu-
rrencia de cada uno de estos genotipos es u2, 2u(1 – u) y (1 – u)2, respec-
tivamente. Llamando ρ , σ y τ a las adecuaciones de los genotipos AA,
Aa y aa, respectivamente, puede probarse (Aronson y Wienberger,
1975) que la probabilidad u satisface la ecuación diferencial parcial (EDP):
∂u ∂ 2u
=
∂t ∂x 2
[ ]
+ u (1 – u ) ρ – τ – (2ρ – σ – τ )u . (3)
126 FAUSTINO SÁNCHEZ GARDUÑO
Caso I II III IV
Gráfica de
la parte reactiva
en la ecuación
(3)
5
Las características de una onda viajera son: se propaga por el espacio a velocidad
constante y lo hace conservando su forma. Para una presentación elemental de estas
cuestiones, véase Sánchez Garduño y Esteva Peralta, 1994.
KOLMOGOROV Y LA BIOLOGÍA TEÓRICA 127
φ ( ±∞) = 1 y φ ( +∞) = 0 (5)
además de la obvia que debe satisfacer la probabilidad u, es decir,
0 ≤ φ ( ξ ) ≤ 1, ∀ ξ ∈ ( – ∞ ,+∞ ). Como mencionamos en la sección 1,
sin duda alguna fueron Kolmogorov et al. quienes introdujeron la
primera metodología sistemática para el estudio de la existencia y de
la convergencia 6 hacia soluciones del tipo onda viajera.
La parte medular de la metodología de análisis introducida por
Kolmogorov et al. consiste en replantear el problema. En efecto, en
vez de determinar las condiciones bajo las cuales la ecuación (4)
tiene solución del tipo onda viajera u(x, t) = φ (x – ct ) cumpliendo las
condiciones de frontera (5), ellos muestran que este problema es
equivalente a determinar el conjunto de valores de la velocidad c,
para los que un sistema autónomo de EDO’s tiene trayectorias que
conectan a dos puntos de equilibrio.7 Para precisar lo anterior, plan-
teamos el siguiente problema:
6
Por convergencia, aquí queremos decir lo siguiente: supóngase que para cier-
to valor c, φ (x – ct) es solución de la EDP. Considérese ahora una distribución inicial
u(x, 0) = u0(x) y denotemos con ν(x, t) a la solución de la EDP. Si ocurre que φ(x –
ct) – ν(x, t)→0 cuando t → ∞ , entonces diremos que la solución ν converge a la
onda viajera φ.
7
A la trayectoria de un sistema de EDO’s que une a pares de puntos de equilibrio,
se le llama trayectoria heteroclínica del sistema.
128 FAUSTINO SÁNCHEZ GARDUÑO
φ’ = ν
ν’ = −cν’ – f (φ )
con φ ( – ∞) = 1, ν ( – ∞) = 0, φ ( +∞) = 0, ν ( +∞) = 0
y 0 ≤ φ (ξ ) ≤ 1, ∀ξ ∈ ( – ∞, +∞).
v v
P1 P1
P0
φ P0 φ
(a) (b)
v
φ
P0 P1
t ξ
(b)
(a)
Figura 8. Dinámica global del sistema (6) para c 2 ≥ 4f’(0), que son los que
tienen sentido biológico. (a) Para cada c, como antes, la trayectoria T que
deja P1 “termina” en P0 cuando ξ → ∞. (b) Correspondiente a la trayectoria
T se tiene una onda viajera de tipo frente.
NOTA BIOGRÁFICA
BIBLIOGRAFÍA
LOURDES ESTEVA*
[135]
136 LOURDES ESTEVA
CONCEPTOS GENERALES
S’ (t ) = – λS (t )I (t ) (2)
I ’ (t ) = λS (t )I (t ) – γI (t ) (3)
Z ’ (t ) = γI (t ) (4)
Z (t ) = N ± S (t ) ± I (t ) (6)
entonces, es suficiente considerar el problema de valores iniciales
para las ecuaciones (2) y (3).
Una pregunta fundamental en una situación epidémica es la
siguiente: conociendo los parámetros λ, γ y el número inicial de sus-
ceptibles S0 e infecciosos I0, queremos determinar cuándo la infec-
ción se propagará en la población. En caso de que esto suceda, esta-
mos también interesados en conocer su curso temporal y, por
supuesto, cuándo empezará a declinar. La primera pregunta se
puede responder evaluando las ecuaciones (2) y (3) al tiempo t = 0 :
I ’ (0 ) = I 0 (λS 0 – γ ) (7)
I ’ (t ) = I (λS – γ ) ≤ 0 (8)
lo cual implica, a su vez, que I0 ≥ I(t) para toda t > 0. En este caso la
epidemia no prosperará en la población. Como
λ So λN So
So = = Ro
γ N γ N
λ S 0 λN S 0
S0 = = R0
γ N γ N
el sencillo análisis del párrafo anterior nos dice que
So Ro = 1
N
S0
R =1 (9)
N 0
146 LOURDES ESTEVA
N S( ∞ )
N ± S( ∞ ) + ln =0 (12)
R0 S0
EL MODELO DE KERMACK Y MCKENDRICK 147
I
N
S+I=N
Imax
N
S
N
1 ln( N / R0S0 )
Imax = N 1 ± ± (13)
R0 R0
La figura 2 muestra la prevalencia de I(t) como función del tiem-
po obtenida a partir del modelo; la incidencia también se incre-
menta hacia un pico y después decrece.
En la figura 3 se muestran los casos de hepatitis infecciosa en un
campo de refugiados en Tug Wajale, Somalia, a partir del 15 de
marzo hasta el 25 de octubre de 1986. Aunque los datos son irre-
gulares, la forma general de la curva es consistente con la de la
figura 2.
148 LOURDES ESTEVA
400
300
infecciosos (t)
200
100
días
S0
ln
S∞
R0 = (14)
S0 ± S∞
40
Número de casos
30
20
10
0
5 22 29 5 12 19 26 3 10 17 24 31 7 14 21 28 5 12 19 26 2 9 16 23 30 6 13 20 27 4 11 18 25
MAR ABR MAY JUN JUL AGO SEP OCT
Figura 3. Casos de hepatitis en un campo de refugiados de Tug Wajale, Somalia, marzo 15 a octubre 25, 1986.
Datos tomados de Centers for Disease Control, Enterically transmited non–A, non B-hepatitis, East Africa, Morbidity and
Mortality Weekly Report, 1987.
150 LOURDES ESTEVA
VACUNACIÓN
1 1
V > 1 ± (16)
R0 VE
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
MIGUEL LARA-APARICIO*
[154]
MODELOS MATEMÁTICOS DE LOS RITMOS CIRCADIANOS 155
Como último ejemplo considérese la existencia de ritmos que tie-
nen un periodo semejante al día y la noche, cuya señal influye, de
manera importante, en muchas funciones de los organismos. Estos
ritmos se han denominado ritmos circadianos (circa = casi, diem = día),
y son de los que nos ocuparemos principalmente.
¿Cómo identifica un biólogo un ritmo circadiano?
Requiere verificar que el ritmo en cuestión consta de varias
características esenciales como:
i) Al registrar cierta actividad en condiciones ambientales cons-
tantes, tal actividad muestra oscilaciones cercanas, pero diferentes,
de 24 h.
ii) Los parámetros de la oscilación (frecuencia, amplitud y fase)
dependen de la cantidad de luz que recibe el organismo.
iii) El ritmo debe ser capaz de ser sincronizado mediante señales
externas, en particular el día y la noche.
iv) El ritmo debe ser innato.
Algunos autores mencionan otras características de los ritmos
circadianos aun cuando éstas no se han universalizado; tal es el caso
de Pittendrigh (uno de los precursores más famosos de este tema),
quien sugiere que los ritmos deben ser indemnes a las “perturba-
ciones” de origen químico; también propuso que tienen mecanis-
mos de compensación de los cambios de temperatura (Pittendrigh,
1960).
En todo ritmo circadiano subyacen las siguientes estructuras:
1. Un marcapaso.
2. Un sistema sincronizador.
3. Una serie de componentes donde se exprese el ritmo.
ANTECEDENTES
LOS PRECURSORES
.. A + Bk g ' (x ) . k
x=
AB
+
A
x +
AB
[ ]
g (x ) – f (x ) = 0
+
– F.e.m
+
C
– –
.. .
y – ε (1 – α 2 y 2 ) y + ω 2 y = 0
.. . .. .
y + ε ( y 2 + y – a ) y + y + gy 2 = z + z + z
y
2
z = 3.6 1
3.1 1
2.6 1
2.1 1
1.6 1
1.1 1
0.6 1
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
Tiempo (días)
puede ser cómo funciona un organismo y hacernos saber qué tan lis-
to ha sido él para averiguarlo, tratará de preguntar a los lectores algo.
En seguida, destaca las suposiciones más razonables de aceptación
común acerca de los relojes circadianos y plantea lo siguiente,
1. En un ambiente idealmente constante, el reloj del organismo
.
tiene una cinética autónoma. Esto es, la razón de cambio xi de cada
una de las muchas variables de estado xi (por ejemplo, las concentra-
ciones bioquímicas) está dada como función de todas aquellas varia-
.
bles. O sea que se trabaja con un sistema x = R(x, P) donde P repre-
senta la salida de parámetros externos desde alguna configuración
estándar.
2. Ese sistema tiene un único ciclo límite atractor y regresa a él
rápidamente después de la mayoría de los tipos de perturbación
transitoria.
3. Para muchos propósitos, comúnmente se considera razonable
suponer que el reloj siempre se encuentra suficientemente próxi-
mo a su ciclo atractor de manera que su cinética se puede escribir
en términos de una variable de fase sencilla φ ∈ (0,1).
4. Un estímulo (como la exposición a la luz visible o el enfria-
miento durante la noche) es un cambio de los parámetros P, a par-
tir de O. En muchas situaciones de laboratorio P(t) es cero hasta un
tiempo t0, a partir de ahí es constante y luego de un intervalo M es
nuevamente cero.
5. La salida observable de un sistema biológico raramente es x o
alguna función F(x). Es más común observar variables Oi que están
indirectamente afectadas por las variables de estado xi . Dada la rit-
micidad regular de x, no es necesario que O sea regularmente rít-
mica. Sin embargo, a menudo lo es luego de unos cuantos ciclos de
irregularidad transitoria. Pero a mi entender, en los transitorios está
la esencia de la adaptación temporal y el primer objetivo del cam-
bio evolutivo. Esto es debido a que los ritmos circadianos funcionan
en forma autónoma sólo en el laboratorio. En la naturaleza están
perpetuamente gobernados por la sucesión día y noche, de mane-
ra que su comportamiento es un poco más que una sucesión conti-
nuamente renovada de transitorios. La dinámica de los transitorios
ha sido universalmente ignorada. Recientemente, ha sido conside-
rada en el caso del ritmo circadiano de amplitud de respuesta a la
luz del acocil (Fuentes-Pardo et al., 1995).
6. Algunas veces no observamos O(t) directamente, debido a que
el organismo es un mosaico de muchos osciladores semejantes (así
MODELOS MATEMÁTICOS DE LOS RITMOS CIRCADIANOS 165
sucede en muchas células separadas) del cual sólo observamos el
comportamiento colectivo mediante mediciones burdas del com-
portamiento del organismo completo.
7. De acuerdo con el punto 6, estos muchos osciladores indivi-
duales quizás no siempre interactúen de una manera adecuada
como para mantenerse en sincronía estricta en un ciclo límite atrac-
tor común. Esta distribución interna de la fase puede ser una carac-
terística vital de los ritmos biológicos.
8. De manera particular, en situaciones que abarquen espacial-
mente campos externos de células puede haber gradientes espacia-
les de fase. Las interacciones vecinas pueden lograr sincronizacio-
nes locales sin afectar grandemente el patrón del espacio.
A partir de estas observaciones se generaron varios modelos de
ciertos aspectos de fenómenos circadianos particulares como, por
ejemplo, los modelos de Daan-Berde (1978). Además, estas cuestio-
nes de tipo biológico llevan a planteamientos de naturaleza pura-
mente matemática, cuyo interés no radica en su supuesta aplicación
biológica. Como muestra se tiene el trabajo de J. Guckenheimer
sobre los conjuntos sin fase (Guckenheimer, 1975).
A continuación se describe un importante concepto que aparece
en algunas de las preguntas de Winfree.
Isocronas. En muchos problemas de contexto biológico se requie-
re saber la diferencia de tiempo entre dos osciladores independien-
tes cuando ambos se encuentran suficientemente cercanos a un
ciclo límite atractor común. Lo que se “conoce” es sólo un estado ini-
cial de cada oscilador en la cuenca atractora pero no en el ciclo
atractor. Winfree asegura que existe una foliación de la base atrac-
tora en una familia de variedades de 1-parámetro llamadas “isocro-
nas” con la propiedad siguiente:
“Todos los estados en una isocrona determinada confluyen en el
sentido de que los ritmos que aparecen a partir de tales condicio-
nes iniciales, eventualmente, son indistinguibles.”
Se dice entonces que todas estas condiciones iniciales tienen la
misma “fase latente” φ, que es una transformación del espacio de
estados del oscilador al círculo de las fases
Ru → S 1
En la figura 4 se aprecia un dibujo simple de un sistema de iso-
cronas en donde cada partición corresponde a estados que están en
la misma isocrona con respecto a la misma intensidad luminosa, lo
que implica que su fase es la misma.
166 MIGUEL LARA-APARICIO
22
2
20 4
18 6
16 8
14
10
12
BIBLIOGRAFÍA
[169]
170 ÍNDICE ONOMÁSTICO
[172]
ÍNDICE ANALÍTICO 173
comunidades bióticas, 94, 95 eliminados, 142
conflicto, 6, 7, 12, 15, 17, 25, 43, 107 embriología, 7, 22, 34, 35, 70
conglomerado, 34 embriólogos, 2, 5, 15, 22, 31
conjunto, 8, 35, 62, 106, 115, 117, embrión, 24, 28, 35, 41
127, 165 endemicidad, 139
conjuntos sin fase, 165 energía mecánica, 18, 20
contingencista, 17 energía termodinámica, 18-21
convergencia, 127 enfermedad endémica, 138, 140, 144
cordados, 6, 59 enfermedad infecciosa, 135, 137-141
correlación de partes, 60 entalpía, 21
crecimiento, 8, 95-98, 102-106, 114 entropía, 32
crecimiento continuo, 114, 125 enzimas catalizadoras, 19
creodas, 35, 39, 41 epidemia, 9, 95, 135-142, 145-148
cromosomas, 75 epidemiología, 137, 138, 140, 152
crustáceos, 59, 154 epidemiología matemática, 9, 137
cuenca de atracción, 62, 63, 106, 165 epidemiología teórica, 136
cuerpo negro, 48, 65 epidermis, 34
curva logística, 95 epigénesis, 33
equinodermos, 59
decaimiento, 96, 97 esencialismo, 68
depredadores naturales, 94, 97 esfera imperfecta, 60
deriva génica, 16 espacio fase, 19, 20, 34, 35, 38, 62
desarrollo, 12, 17, 19, 24, 30, 33, 34, espacio temporal, 121, 122
38, 54, 62 especies, 8, 12, 14, 15, 16, 30, 34, 36,
desarrollo embriológico, 12, 17, 19, 38-40, 43, 49, 50, 57, 59, 60, 62-
20, 24 64, 68-70, 75, 76, 94-98, 102-106,
determinista, 12, 17, 39, 40, 44, 63, 111-115, 118, 121-123, 161
111, 137 especies politípicas, 16
dominancia, 84, 87, 89, 90, 92 estabilidad biológica, 38
dominante, 71-73, 87, 89, 123 estabilidad estructural, 38
estado biológico, 40
ecología, 8, 12, 37, 93-95, 104, 105, estado de equilibrio, 125
110, 122 estado estable, 34, 161
ecología matemática, 1, 8, 9, 96, 113, estados transitorios, 34
115 estructura, 12, 17-19, 32, 35, 36, 41-
ecosistemas artificiales, 94 43, 50, 51, 59-65
ectodermo, 34 estructuralismo dinámico, 62-64
ecuación de Lienard, 161, 163 estudios serológicos, 148
ecuación de Schrödinger, 23 evolución, 5-8, 11, 12, 14, 17, 19-22,
ecuaciones de la evolución de la vida, 24, 26-28, 32, 33, 36-43, 47, 49, 51,
23 62, 63, 65, 70, 77-79, 82, 84, 92, 111
efecto Allee, 121 evolución biótica, 18
efecto fotoeléctrico, 11 evolución horizontal, 64
174 ÍNDICE ANALÍTICO