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Titailpí… timokotonal. Atar la vida, trozar la muerte. El sistema ritual de los mexicaneros de Durango
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Titailpí… timokotonal. Atar la vida, trozar la muerte. El sistema ritual de los mexicaneros de Durango

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Titailpí… Timokotonal, Atar la vida, trozar la muerte. El sistema ritual de los mexicanerosde Durango, es una obra que pone en la escena antropológica y con una etnografía dedetalle, a los mexicaneros, hablantes del náhuat, de la Sierra Madre Occidental. Presentala participación de hombres, mujeres y niños en los diferentes rituales individuales,co
LanguageEspañol
Release dateAug 17, 2023
ISBN9786078906123
Titailpí… timokotonal. Atar la vida, trozar la muerte. El sistema ritual de los mexicaneros de Durango

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    Titailpí… timokotonal. Atar la vida, trozar la muerte. El sistema ritual de los mexicaneros de Durango - Neyra Patricia Alvarado Solís

    CAPÍTULO I

    LA SIERRA MADRE OCCIDENTAL EN LA HISTORIA

    La Sierra Madre Occidental es una de las dos cadenas montañosas de México. En el corazón de esta sierra se sitúa la región objeto de nuestro estudio, en los límites de los estados de Durango, Jalisco, Nayarit y parte de Zacatecas. Es aquí donde viven actualmente huicholes, coras, tepehuanos¹ y mexicaneros.

    Varios autores han hecho referencia a los mexicaneros. Lumholtz (1981,

    T I,

    pp. 441, 460-467) visitó en el siglo

    XIX

    el pueblo azteca de Pueblo Viejo, que era un pueblo mexicanero. Él describe un rito en el que se emplea el arco musical en una representación de la danza del venado, así como una danza alrededor del fuego dirigida por un hombre y una mujer que detentan cargos religiosos. Esta descripción es importante porque permite establecer semejanzas y diferencias entre este rito y el mexicanero de San Pedro Jícoras.

    Preuss (1968/1982) visitó San Pedro Jícoras a principios del siglo

    XX,

    e hizo una recopilación de mitos. Es el único trabajo sobre este tema en la lengua del grupo. La introducción a la obra de Preuss fue hecha por Ziehm, quien establece un paralelismo entre la religión mexicanera y la de los antiguos nahuas. El trabajo tiene una importancia histórica, a pesar de que los mitos fueron recopilados fuera del contexto, lo que limita su utilización para el análisis del rito, ya que es indispensable tomar en cuenta la etnografía, los gestos, las palabras y la exégesis, entre otros aspectos. Sin embargo, Preuss fue el primero en estudiar los grupos de la Sierra Madre Occidental, donde encontró semejanzas rituales, aunque no haya estudiado a los tepehuanos. ²

    Benítez (1995) visitó San Pedro Jícoras en los setentas. Hace una descripción del grupo y de dos ritos mexicaneros que no habían sido abordados hasta entonces: las sesiones chamánicas y los ritos ligados al ciclo agrícola (xuravét). Introduce una tesis sobre el origen de los mexicaneros, a los que considera tlaxcaltecas llevados por los españoles a la frontera norte de Mesoamérica durante la época colonial. Esta tesis plantea problemas porque la ausencia de investigaciones históricas sobre los mexicaneros puede conducir a la formulación de hipótesis frágiles. La descripción de las prácticas rituales mexicaneras y tepehuanas permite establecer comparaciones con las de estos dos grupos, que en la actualidad cohabitan en la comunidad mexicanera de San Pedro Jícoras.

    La etnografía de los mexicaneros de San Pedro Jícoras de Sánchez Olmedo (1980) fue utilizada para la instalación de una parte de la sala etnográfica del Museo Nacional de Antropología e Historia de México. Sánchez Olmedo retoma la hipótesis de que los mexicaneros pueden ser tlaxcaltecas debido a sus cantos del carnaval en náhuatl. Pero estos cantos en náhuatl también se encuentran entre los coras. Si así fuera, ¿se puede decir que los coras son también tlaxcaltecas traídos por los españoles a esta frontera?

    En los noventa, Cuevas y Reyes (1994) hicieron un estudio etnográfico en San Pedro Jícoras, solicitado por el Instituto Nacional Indigenista de Durango. Se trata de un corpus informativo, en ocasiones contradictorio, que muestra limitaciones en su utilización Weigand (1992, pp. 178-79) analiza la asimilación de los mexicaneros a los coras como consecuencia de la pobreza de la región en los siglos

    XIX

    y

    XX.

    Ignoramos los argumentos que usa este autor para afirmar esto, y consideramos que es importante analizar el sistema ritual de estos dos grupos para conocer sus semejanzas y diferencias, pero de ninguna manera se puede reducir este fenómeno a la pobreza.

    La lengua de los mexicaneros es considerada como una variante lingüística del náhuatl de México, de acuerdo con un estudio dialectológico del náhuatl contemporáneo (Lastra, 1986). En este trabajo se encuentran diferencias del náhuatl de los mexicaneros y las otras variantes. Por ejemplo, la ausencia de la consonante tl y el uso de términos como texuste para denominar al fuego, propio del náhuatl occidental.

    En otro artículo, Valiñas (1991), mediante el análisis de la sintaxis, muestra que los mexicaneros no pueden ser un grupo tlaxcalteca porque la distancia entre las dos lenguas contemporáneas es prueba de un alejamiento parental. Este mismo autor (1996) menciona una hipótesis sobre la existencia de esta variante lingüística en el estado de Durango, la del parentesco de lenguas entre los hablantes del náhuatl contemporáneo del occidente de México, es decir, el náhuatl de Michoacán y de Durango. Anota como argumento la separación de los mexicaneros una vez que éstos se instalaron en la sierra. Esta hipótesis es compartida por Canger (1995), y parece más próxima a la realidad de los mexicaneros, haciendo necesarios los estudios profundos sobre la cultura, la lengua y la región.

    Existe también un estudio acerca de la trayectoria histórico-lingüística del náhuatl mexicanero (Castro, 1995), en el cual se afirma que el náhuatl se desplazó del occidente al corazón de la sierra. La falta de datos sobre la lengua en la historia de la región, no obstante, cuestiona la aseveración de dicha trayectoria.

    Por último, nuestras investigaciones sobre la etnografía (1994), la oralidad y el ritual (1996, 1996a) entre los mexicaneros de San Pedro Jícoras contribuyen a este estudio. Estas investigaciones se relacionan con las de los otros grupos de la región; subrayan la carencia de trabajos sobre los ritos y el sistema ritual de los mexicaneros y observan la fuerte ausencia de la historia. Entraremos en este tema para conocer el papel de los mexicaneros en la historia de la Sierra Madre Occidental. Este espacio ha tenido constantes movimientos de población desde antes de la llegada de los españoles hasta nuestros días. ³ Nuño de Guzmán y sus tropas hicieron la primera incursión a la zona para conquistar el territorio y buscar minas.

    Con la primera expedición se creó la jurisdicción de Nueva Galicia en 1531, cuyo gobernador fue Nuño de Guzmán. El territorio conquistado por Francisco de Ibarra al norte y oeste de Nueva Galicia fue llamado Nueva Vizcaya y fue reconocido como jurisdicción en 1562. Las crónicas de la época mencionan a la población que los españoles encontraron a su paso. Se trataba de pueblos guerreros que utilizaban el arco y la flecha, llamados genéricamente chichimecas.⁴ Durante la primera incursión española, muchos grupos desaparecieron, algunos aceptaron la sujeción a la Corona de España y otros huyeron a la sierra Durante esta expedición muchos pueblos fueron creados. Los soldados tenían por guías y traductores a nahuas, otomíes y cazcanes (Powell, 1996, pp. 166,169). De acuerdo con las crónicas, no se conoce la población que habitaba el corazón de la sierra, aunque hubo expediciones de soldados de Nuño de Guzmán que la atravesaron de este a oeste y en sentido inverso, como Chirinos y Angulo (De la Mota y Escobar, 1966, p. 53; Del Paso y Troncoso, 1948, p. 221), y pese a que misioneros como el padre Barrios⁵ recorrieron el camino de Zacatecas hacia Guadiana. Las investigaciones históricas sobre las dos jurisdicciones políticas mencionan Acaponeta, Guazamota y Mezquital como lugares importantes de delimitación política, administrativa y religiosa. Estas localidades están próximas a las actuales comunidades de los mexicaneros.

    Otras investigaciones históricas muestran que una parte de la población estaba en guerra abierta con los españoles, otra estaba fija en los pueblos mineros o funcionando como traductores y aliados de los primeros colonos. De igual forma, los españoles llevaron grupos de población a esta zona para vivir en los pueblos y enseñar a los indios bélicos la vida sedentaria y católica.

    El hecho importante en nuestra investigación es la ausencia de los mexicaneros en la historiografía de la región. La mayor parte de los textos escritos por misioneros y militares cita a grupos que se opusieron a la conquista e hicieron difícil la doctrina católica, como los cazcanes, tepehuanes, coras, acaxees, xiximes; a poblaciones aliadas de los españoles como los huicholes y los tepehuanes; también a la población del centro llevada a este territorio, es decir, tarascos y tlaxcaltecas, entre otros, pero no mencionan a los mexicaneros.

    Por otra parte, la historia de la región es confusa. La investigación mayoritaria versa sobre el Gran Nayar, que pertenecía a Nueva Galicia, además de la que trata sobre los pueblos de Nueva Vizcaya. A esta falta de datos se suma el problema de los textos cuyas fuentes no es posible verificar, como los de Ortega (1754/1887) y Tello (1891). Poco fiables son también las síntesis de diferentes épocas y culturas como las de Arlegui (1737/1851) y Santoscoy (1899). En este contexto los mexicaneros se pierden.

    Mapa 2

    Nueva Galicia y Nueva Vizcaya en 1786

    Elaboración: Aurora Martínez Ponce, a partir de un mapa de Gerhard (1996, p.28).

    Buscaremos, entonces, pistas para intentar responder las siguientes preguntas ¿Los mexicaneros se refugiaron en la sierra con otro nombre? Si esto sucedió, ¿de qué grupo podrá tratarse? ¿Qué ocurrió con tlaxcaltecas y mexicas llevados a esta región? ¿Los mexicaneros podrían identificarse con un grupo al que se pensaba desaparecido? ¿Cuál fue la importancia del náhuatl entre la población local y en su conversión al cristianismo? ¿Qué pueden decir las crónicas de los misioneros sobre la vida ritual de estos grupos? No es seguro que las respuestas nos digan el origen de los mexicaneros; sin embargo, discurrir en estos asuntos nos ayudará a comprender mejor su presencia minoritaria en la región, así como los fundamentos de su cultura actual.

    El territorio mexicanero

    Los límites de las jurisdicciones de Nueva Galicia y Nueva Vizcaya al sureste corresponden al territorio actual de las comunidades mexicaneras: San Pedro Jícoras y San Agustín de Buenaventura. ⁶ La ubicación de los pueblos en la frontera de dos jurisdicciones ha generado un conjunto de contradicciones en los nombres y la ubicación de los pueblos, en los límites políticos y la administración del territorio.

    Los pueblos de la región están citados en las crónicas como en comienda,⁷ sujeto o doctrina.⁸ Los dos últimos remiten a unidades que estaban bajo control de los franciscanos. La comunidad de San Buenaventura es mencionada únicamente en un mapa del reino de Toledo de 1729 (Calderón, 1984, p. 279).

    Gerhard (1996, p. 264), retomando a Santoscoy (1899), dice que, entre 1625 y 1633, Vicente Saldívar y Mendoza recibió la encomienda de San Francisco del Mezquital y su alejado sujeto Xicara Mota Padilla (1920, p. 334) subraya que el gobernador de la Nueva Vizcaya nombró en 1625 a Vicente Saldívar encomendero por dos vidas de todos los indios que existieran entre San Francisco del Mezquital y San Francisco de Xecara, incluidos todos los indios de la provincia fronteriza de Guazamota.

    Santoscoy (1899) toma textualmente a Mota Padilla (1742/1920, p. 334), pero la ubicación de San Francisco Xecara presenta problemas Gerhard (1996, p. 264) supone que se trata de San Pedro Jícoras, municipio del Mezquital, Durango, ya que en el mapa que él presenta el pueblo se sitúa en el lugar actual de Jícoras.

    Mapa 3

    San Buenaventura (cuadro superior derecho)

    en el Plan orográfico del Reino de Toledo de Berreiro, 1729

    Elaboración: Aurora Martínez Ponce, a partir de un mapa publicado en Calderón (1984, p. 279).

    Respecto a la mención de Tello (1891, p. 759) de un pueblo de la sierra llamado San Francisco, Mota Padilla (1920, p. 334) dice que se puede tratar del de San Francisco que se encuentra entre Jesús María y Peyotán, que para él es San Francisco Xecara Francisco Ibarra reclamó en 1566 la región que recorrió a pie comprendida desde Chametla hasta Guazamota como parte de la Nueva Vizcaya (Gerhard,1996, p. 264).Guazamota era, pues, el pueblo más alejado al sur de la jurisdicción. Por otro lado, Peyotán, ubicado al sureste de Guazamota y fuera de Nueva Vizcaya, había formado parte de Nueva Galicia, por lo tanto, también de San Francisco. Este último pueblo no pudo haber sido encomienda de Nueva Vizcaya si formaba parte de otra jurisdicción. Después de lo que se acaba de mostrar, San Francisco Xecara y San Francisco al sur de Peyotán son dos pueblos diferentes. En otro documento, San Francisco Xicara aparece en 1622 como visita de Guazamota (Christophe Giudicelli, comunicación personal). Es posible que el nombre de San Francisco Xicara haya sido cambiado por el de San Pedro Jícoras.

    Ahora buscaremos pistas sobre el nombre de Xecara. Este nombre aparece por primera vez en la "Relación de la conquista de los teúles chichimecas que dio el capitán de emergencia Juan de Sámano

    III"

    , durante la expedición de Nuño de Guzmán (

    IJAH

    , 1960, pp. 124,125), cuando el capitán envió soldados para conocer a los enemigos de la población de Chametla. Algunos soldados se dirigieron hacia la sierra de Xicora, y descubrieron valles y arroyos. Esta referencia a Xicara fue objeto de varias hipótesis, para llegar a la conclusión de que se trataba de la sierra de los coras, la del peyote. El nombre de este cactus en huichol es xi-curi, lo que podría explicar el término Xicora. El paso de la e de Xecara —nombre de la encomienda— a la i de Xicara se explica como una corrupción del español, pero los dos términos son considerados el mismo (Mota Padilla, 1920, pp. 336-337). Esta interpretación no nos convence. Se sabe que un grupo de la costa que vivía en Chametla llamaba Xicara a la sierra donde vivían sus enemigos. Esta población era totorame, e ignoramos todo sobre su lengua.

    Como se acaba de ver, la palabra Xicara es citada por primera vez en boca de dicho grupo y no puede ser una palabra huichol o cora. De hecho, parece que Jícoras, nombre de una comunidad actual mexicanera, es una hispanización del náhuatl xical, jícara. Posiblemente se trata del Xicara antes citado.

    Hasta el momento, la historia no puede ayudarnos a asegurar que la sierra llamada Xicara sea la sierra de los coras ni que corresponda al nombre del pueblo de los mexicaneros; pero es posible que se trate de un término náhuatl. Además, ningún pueblo contemporáneo de coras o huicholes lleva este nombre.

    Mapa 4

    Mezquital

    Elaboración: Aurora Martínez Ponce, a partir de un mapa de Gerhard (1996, p. 264).

    Mapa 5

    Chametla en el mapa de Rosario, Sinaloa

    Elaboración: Aurora Martínez Ponce, a partir de un mapa de Gerhard (1993, p. 270).

    La ubicación

    En el mapa de Ortelio de 1579 y en el de Thodoro de Bry de 1595⁹ (León-Portilla,1996, pp. 63, 65), Guazamota se encuentra siempre al norte de Guaynamota. En la actualidad, ambos sitios se ubican aproximadamente en los mismos lugares señalados en estos antiguos mapas. En la suma de visitas de 1548, Guazamota estaba ubicado en la cima de un cerro (Gerhard,1996, p. 263), información que se contradice con la del padre Barrios,¹⁰ quien visitó el lugar en 1604, del que hizo una descripción de un valle caliente con un río que hacía imposible la comunicación en la época de lluvias. Esta última información corresponde a la situación actual del pueblo.

    Los mapas fueron hechos con información aproximada que se debe tomar con reservas. Es el caso de la provincia. Coringa representada en el mismo mapa de Ortelio. Esta provincia está situada al sur de los tepehuanes y más al norte de Guazamota León-Portilla (1996, p. 49) menciona que, para Tello, Coringa formaba parte de las tierras de Nayarit y que esta palabra es sinónima de Tlaxicoringa, comunidad donde aparentemente inició el fuego de la guerra del Mixtón. En una carta que Martínez de la Mancha envió al emperador, aquel distinguía la población coringa de la cora; la primera la ubicaba al norte de Compostela (cit. en León-Portilla,1996, p. 50). Ignoramos cuál es el paso de Tlaxicoringa a Coringa y qué era esta población coringa, ya que en los mapas citados anteriormente esa provincia está al norte de Guazamota, es decir, en la sierra. De acuerdo con el mapa de Ortelio y con la carta dirigida al emperador, la población coringa se ubicaba en la costa del Pacífico. En todo caso, ahora existe una comunidad tepehuana llamada Taxicaringa cuyo nombre en tepehuano es Muicham (Sánchez Olmedo,1980, p. 46), cuya ubicación está más o menos en el lugar indicado en el mapa.

    Así, las preguntas sobre los nombres y la ubicación de los lugares en los mapas no están aún del todo resueltas.

    Mapa 6

    Guazamota en el mapa de Ortelio de 1579

    Elaboración: Aurora Martínez Ponce, a partir de un mapa de León-Portilla (1995, p. 63).

    La disputa de un territorio

    Tello (cit. en Calvo, 1990, p. 224) menciona Guazamota por primera vez precisando que esta provincia fue conquistada por Nuño de Guzmán y sus tropas, y que en 1541 los indios de Guaynamota y Guazamota mataron a su encomendero. No se puede verificar esta información, ya que no se hace mención de ella en las relaciones de los capitanes de Guzmán. Sin embargo, Guazamota fue referida en los textos de la época.

    Genotte (1999, p. 245) piensa que el capitán Ginés Vázquez del Mercado hizo una expedición en 1552 en la que encontró el camino que unía Guazamota y Culiacán. Siguiendo las referencias de esta última afirmación, constatamos que el autor retoma a Mota Padilla (1742/1920, p. 284), quien a su vez comenta lo que Tello escribió (1891, p. 679) acerca de la posibilidad de que Vázquez Mercado pasara por Guaynamota, Guazamota y Xocotlán, debido a la proximidad de la sierra. Nada prueba que los soldados pasaron por Guazamota, y la lectura de Genotte no es confiable. Por otra parte, es posible que Tello haya mezclado la guerra del Mixtón de 1541 y la toma de armas de los Guaynamotas que sucedió después. Tampoco hay seguridad de que Guazamota haya participado en la toma de armas de los Guaynamotas contra los españoles, pero sabemos que se trataba de dos provincias diferentes y que solamente Guaynamota estaba levantada (De Ciudad Real, 1584/1993, pp. 98,108-110).

    La revuelta de Guaynamota tuvo lugar después de la guerra del Mixtón en 1541 y antes de la visita del padre Ponce en 1573-1578, ya que este último denunció la violencia de los españoles contra los de Guaynamota. Es posible también que la revuelta relatada por el padre Ponce sea la de 1584, cuyos hechos conoció después de su visita, integrándolos de esta forma a su texto. Se mencionan otras fechas de la revuelta: en 1593 el capitán Llaldera informó de la sumisión de 63 jefes rebeldes; se trata de gente de la sierra de Tepeque, Guaynamota, Guazamota y de San Andrés, entre otros. Eran los indios guachichiles, asanatoya, guajanone, copuse, chanaloe, tepeguane y çacateca (Genotte, 1999, p. 327). Existe un gran número de contradicciones en las fechas y los hechos que impiden la comprensión de las revueltas de Guaynamota y otras de esta región.

    Los textos que hablan del control político del territorio y sus análisis contienen también contradicciones. En 1548, Guazamota fue encomienda de Gonzalo Martín, vecino de Compostela (Gerhard,1996, p. 263). En 1625, Vicente Saldívar tenía como encomienda a los indios que se encontraban desde Mezquital hasta Guazamota (Mota Padilla, 1920, p. 334). Aparentemente, Guazamota fue encomienda desde 1548 hasta 1625, pero en 1619 Francisco Montaño de la Cueva, visitador y reformador de presidios,¹¹ reformó los de Mezquital y Guazamota, lo cual quiere decir que estos dos lugares existían como presidios antes de 1619 (Porras, 1980a, p. 276). En efecto, para Guazamota, la construcción del presidio fue ordenada por Mateo de Vesga en 1618 (Genotte, 1999, p. 433), pero otra información indica su creación por Rafael de Gascue, lugarteniente del capitán general Gaspar de Alvear y Salazar (Christophe Giudicelli, comunicación personal).

    Guazamota tenía un justicia mayor en 1619,¹² Mezquital tenía un alcalde mayor en 1623 y Guazamota tenía también el suyo en 1693 (Gerhard,1996, p. 265). Con esta información, vemos que coexistían tres tipos diferentes de autoridad pública en Guazamota durante la misma época: la encomienda, el presidio y el justicia mayor. Respecto a Guazamota no hay información sobre el tipo de actividad de la población, pero si tomamos en cuenta las características de la región, es muy posible que hayan practicado el trabajo agrícola y la cría de ganado.

    Parece que el presidio de Guazamota fue instalado para controlar la revuelta de los tepehuanes en 1616, al encontrarse en los límites del territorio cora. Es posible que el justicia mayor y el presidio hayan existido conjuntamente como dos cargos¹³ públicos en Guazamota debido al control que ellos ejercían. Pero ¿cómo podría existir además la encomienda? La población no podía dejar de trabajar de acuerdo con el orden de la encomienda, lo que es diferente al presidio, donde era exonerada al beneficiarse con un trato especial haciendo alianza con españoles.

    Respecto a la delimitación religiosa, la población de este territorio fue evangelizada por franciscanos y jesuitas; los franciscanos dependían de la provincia de Zacatecas, creada en 1604. El territorio de la evangelización en esta provincia se extendía a una parte de Nueva Galicia y Nueva Vizcaya, cuyos límites al oeste eran Acaponeta y Chametla, y al este, San Andrés y Guazamota (Porras, 1980b, pp. 28,47). Sin embargo, Guazamota se menciona como parte de la región cora. El padre Ortega (1996, pp. 31-32) señala que el nayerit,¹⁴ especie de cacique representante de los coras, cedió a los españoles en 1618 el territorio donde se encuentra Guazamota para la fundación del pueblo, la construcción de la iglesia y del convento. Si Guazamota era encomienda de Nueva Vizcaya en 1548 y presidio antes de 1619, entonces este pueblo ya existía con este mismo nombre antes de 1618 y no formaba parte de Nueva Galicia, territorio donde vivía dicho nayerit.

    Además, la descripción del padre Barrios¹⁵ de 1604 menciona las visitas a Guazamota que hacía el guardián del Mezquital, un padre franciscano de la Provincia de Zacatecas. Él designó a Guazamota como el lugar más adecuado de la región tepehuana para la creación de un convento. Otra fuente señala la construcción del convento de Guazamota en 1606 (Arlegui, 1851, p. 77). Estos datos permiten pensar que la afirmación del padre Ortega sobre la fundación de Guazamota y la construcción del convento es difícil de aceptar porque no se apoya en ningún documento. Puede tratarse de información dada por los caciques, quienes deseaban vivir en paz con los españoles. ¹⁶

    Las contradicciones acerca de la fecha de construcción del convento de Guazamota son un índice para cuestionar que este pueblo pertenecía a los coras o que estos últimos lo hayan dado a los franciscanos como lo señalan Calvo y Jáuregui (1996, p.

    XXIII)

    y Neurath (1998, p. 96).

    Otro caso es el del nayarit cora Francisco, a quien hacen alusión dos cartas en náhuatl enviadas al obispo de Guadalajara en 1649 (Santoscoy, 1899, pp. 1-5). En la primera, el nayerit describía a los tepehuanes como malos consejeros incitándolos a rebelarse contra los españoles, mientras él y los coras eran hombres de paz. En la segunda, él ofrecía la asistencia de sus sujetos para la construcción de los conventos de Guazamota y Guaxicori. Es posible que se trate de coras que escribían en náhuatl y viajaban de Guadiana a la sierra, como el padre Barrios lo indica.

    Dejamos de lado la pregunta sobre el autor de estas cartas. Con claridad vemos en la primera la intención cora de separarse de los tepehuanes levantados, y en la segunda, la voluntad de mostrar que los coras ayudaban a los españoles para que llevaran a buen término la evangelización de la población. No se puede asegurar que Guazamota, como pueblo tepehuán, estaba bajo el poder cora en 1649, ya que en esa fecha los tepehuanes estaban bien identificados con las instituciones españolas de Nueva Vizcaya. Los textos no relatan más que una historia política y religiosa, por lo que ofrecen poca información sobre la población misma. Es seguro que hubo relaciones entre tepehuanes de Guazamota y coras del Nayar, debido a sus fronteras comunes, pero se ignora todavía la naturaleza precisa de sus nexos. Se sabe que Guazamota fue un punto clave del desplazamiento de los españoles hacia la región cora durante sus negociaciones de paz (Reynoso, 1982, pp. 204-206).

    Mapa 7

    Nayarit.

    Elaboración: Aurora Martínez Ponce, a partir de un mapa de Gerhard (1993, p. 111).

    Respecto al cristianismo, los tepehuanes del territorio que se ubicaba entre el Mezquital y Guazamota fueron evangelizados por padres franciscanos, quienes predicaban en estos dos pueblos (Gomez, 1987, p. 96). San Pedro Jícara fue sujeto distante del Mezquital, y en 1763 fue transferido como visita¹⁷ de Guazamota, debido a la proximidad entre ambos (Gerhard, 1996, p. 265). En 1769, el padre Bugarín mencionaba a San Pedro Jícoras como parte de los pueblos pertenecientes al obispado de Durango, ubicándolo en los límites de su misión (Santoscoy, 1899, pp. 46,52). Una mención de San Pedro Ticara (Jicara) la hizo en 1793 el obispo de Durango, Esteban Lorenzo de Tristán, en un reporte al Rey. ¹⁸ En ese reporte, el obispo señalaba la existencia de cuatro pueblos pertenecientes al hospicio¹⁹ y curato de Guazamota. Desde su llegada, los franciscanos refirieron la falta de misioneros para evangelizar a los pueblos de esta extensa región. En 1573-1578, el padre Ponce contaba que los franciscanos abandonaban los conventos por falta de misioneros para cubrir los ranchos dispersos (De Ciudad Real, 1993, pp. 91-98).

    Las rebeliones, los conventos quemados y el asesinato de misioneros retrasaban el proyecto evangelizador. La misma situación se encuentra en el reporte escrito en 1793 por el obispo de Durango, Esteban Lorenzo de Tristán, quien solicitaba al rey su acuerdo para enviar franciscanos y evangelizar a los indios de la región, debido a que el cura no podía visitar más que una sola vez al año a los indios: nunca comulgan, rara vez se confiesan (aún en el artículo de la muerte) […] Las siete iglesias que los pueblos tienen deben llamarse mezquitas, y con toda propiedad porque están en el Mezquital.²⁰ La falta de padres en las comunidades perdura hasta el momento, según su antiguo argumento, debido a la extrema dispersión de la población en un amplio territorio.

    El ejemplo de las contradicciones y confusiones sobre Guazamota como centro de disputa política y religiosa da una idea de la dificultad de comprender la historia de la región. Vemos que en San Pedro Jícoras estuvo ligado política y religiosamente a Guazamota y al Mezquital en Nueva Vizcaya. Ahora se trata de identificar a la población que vivía en este gran territorio.

    La población

    Desde los primeros contactos con los pueblos de este territorio llamado chichimeca, los militares españoles los identificaron de forma confusa. La información más sorprendente se halla en la Relación escrita por Gonzalo López, en la que afirma la presencia de otomís en Tepic (IJAH,1960, p. 59). Pero otro artículo muestra su inexistencia (Soto, 1994, pp. 341-353). ¿Cómo es posible que las fuentes mencionen la presencia de otomíes en la costa del Pacífico cuando los soldados españoles eran acompañados por nahuas del centro, quienes conocían perfectamente a los otomíes? Se observa la dificultad de reconocer a estas poblaciones nuevas para ellos.

    Los españoles nombraban a la población por el lugar donde vivían, con el nombre de bárbaros chichimecas o la denominación distintiva que los pueblos se daban. Se sabe que, al menos en 1550, los españoles utilizaban otomíes en las campañas militares de la Chichimeca: se tiene el ejemplo de los jefes otomíes de Querétaro y Jilotepec (Powell, 1996, p. 169). Los tarascos estaban presentes en la región debido a que los españoles los habían llevado a la sierra de Topia para la búsqueda de minas en el siglo XVI (Porras, 1980a, p. 72).

    Mapa 8

    Reconstrucción de lenguas de Nueva Galicia

    Elaboración: Aurora Martínez Ponce, a partir de un mapa de Gerhard (1996, p. 56).

    En los mapas de reconstrucción de las lenguas de Nueva Galicia y Nueva Vizcaya, en el límite sur de la región tepehuana, se ubican a los zacatecos, tepecanos, huicholes, coras y totorames. Al norte, los tepehuanes se avecinan con los laguneros, tobosos, conchos, tarahumaras, tubares y acaxees (Gerhard, 1996, pp. 56, 206). El área lingüística tepehuana es la más extendida, pero no se sabe si se trata de varias lenguas identificadas como una sola.

    Mapa 9

    Reconstrucción de lenguas de Nueva Vizcaya

    Elaboración: Aurora Martínez Ponce, a partir de un mapa de Gerhard (1996, p. 206).

    Diferente población compartía el mismo territorio, cohabitación ligada a su movimiento en aras de la fundación de pueblos o las diversas rebeliones. Un ejemplo es dado por el padre Barrios,²¹ quien en 1604 encontró en la sierra a coras que hablaban náhuatl y viajaban constantemente a Guadiana. Otro ejemplo es el pueblo llamado Nayar, a tres leguas de Durango (Santoscoy, 1899, p. XLV). Hasta el momento, ignoramos casi todo sobre estos intercambios entre los tepehuanes y los coras. En 1550, en la región de Bolaños vivían huicholes, tepecanos, tepehuanos y cazcanes (Gerhard, 1996, 94). Después de la revuelta de los guaynamotas, los padres franciscanos desplazaron población hacia la costa del Pacífico para fundar un pueblo, proyecto que fracasó debido a que, después de un tiempo, la población regresó a su lugar de origen (Gómez, 1987, p. 102).

    De los intercambios comerciales, el de sal era el más importante para la gente de la región, como sucedía entre la población de la sierra y la de Chametla. En este último lugar era donde se encontraban las salinas (De Ciudad Real, 1993, pp. 89, 110,117; Porras, 1980a, p. 60).²²

    Por otro lado, la guerra y los pactos de paz conformaron otros elementos importantes de intercambio. Los guaynamotas eran víctimas de los coras; existía una guerra permanente entre ellos (Santoscoy, 1899, pp. 1-5). Los tarahuamaras y los acaxees tenían miedo de los tepehuanes, y cuando los tres se encontraban juntos, los tepehuanes podían robar mujeres de los otros, sin mediar una declaración previa de guerra (Pérez de Ribas, 1944, p. 137). Alguna población intercambiaba mujeres por arcos y flechas en signo de alianza, pero no dudaban en declarar la guerra para defender su territorio (Arlegui, 1851, pp. 145, 148, 150). Hubo alianzas durante las revueltas: los coras se aliaron con los tepehuanes durante la revuelta de 1616 (Porras, 1980a, p. 159). Los tarahuamaras también se unieron a los tepehuanes en una lucha contra los españoles. Los xiximes eran enemigos de los acaxees, pero cuando los españoles llegaron a su territorio, ellos les pidieron luchar juntos contra los españoles (Pérez de Ribas, 1944, p. 233; Porras, 1980a, p. 129).

    Se ha visto el tipo de relación que entretejía la población de Nueva Galicia y de Nueva Vizcaya, pero las rebeliones rediseñaron el espacio demográfico como lo expondremos enseguida.

    Movimientos de la población a consecuencia de rebeliones.

    Después de la guerra del Mixtón de 1541 hubo una nueva organización llamada la liga chichimeca, ubicada alrededor de la región de Malpaís, la cual se extendía sobre 250 000 hectáreas. Los indios de Malpaís eran los de Peñol Blanco y los de Guadiana. Hacia 1561, su dominio se extendía hacia el oeste hasta donde habitaban los tepehuanes y hacia el sur hasta donde habitaban los cazcanes. Aparentemente, los indios del Mezquital eran aliados del grupo de Malpaís. Los españoles encontraron el refugio de los chichimecas de Malpaís y los persiguieron hasta la región tepehuana. Los zacatecos se refugiaron donde habitaban los tepehuanes, pero estos últimos no estaban en guerra contra los españoles, contrariamente a lo que se podría esperar (Powell, 1996, pp. 88-89, 90). Se sabe que los zacatecos se fueron al territorio tepehuán, mas ignoramos si se quedaron allí o si fueron hechos prisioneros por los españoles.

    Hubo otras revueltas: de los tepehuanes en la región de Santa Bárbara en 1570 y 1598, de los acaxee en 1600, de los xixime en 1610 y de los tepehuanes en 1616 (Escalante, 1997, p. 74). Los españoles las reprimieron violentamente provocando la huida de la población hacia la sierra, aun llegando al genocidio. Los tepehuanes fueron perseguidos en toda la sierra y se ofreció una recompensa por cabeza (Escalante, 1997, p. 79). En general, la sierra fue considerada como un refugio durante toda la época colonial. De tal modo que el obispo de Durango podía escribir en 1793:

    En este vasto terreno se retiraron y establecieron […] los diez mil indios rebeldes, tepehuanes que quedaron vivos y vencidos en la célebre batalla de Cacaria […]. Se tiene y reputa todo este vasto terreno por la ciudad de refugio, y asilo de todos los hombres abandonados de la Nueva España, en él se abrigan y recogen los ladrones y los homicidas. ²³

    Aunque este texto describe una situación de barbarie en un territorio concebido como tierra de nadie, muestra que la sierra fue un lugar de refugio, no sólo para los indios, sino también para los españoles. Falta agregar que la región de los tepehuanes fue perturbada por incursiones de apaches en las regiones de San Juan del Río a partir de 1769 y de Santiago Papasquiaro, Durango, en 1780 (Genotte, 1999, p. 547). Estas incursiones continuaron hasta 1843-1844, como lo subrayó un viajero que recorrió la región (Guilliam, 1996).

    La respuesta de la administración española

    Como respuesta a las primeras revueltas chichimecas, los españoles crearon los presidios con el fin de mantener el orden y proteger a los indios aliados en los pueblos. Para consolidar los presidios, los españoles llevaron familias tlaxcaltecas en 1591, a las que otorgaron privilegios; algunas fueron enviadas a Chalchihuites, San Andrés, Colotlán y Saltillo. Aparentemente, los tlaxcaltecas vivieron sin mezclarse con los pueblos de la región. Hasta 1622 continuaron teniendo privilegios, ya que el virrey decidió reprimir toda afrenta a sus tierras. El hecho de que las mejores tierras hayan sido cedidas a los tlaxcaltecas provocó una discriminación, penalizando y empobreciendo a los primeros habitantes (Powell, 1996, pp. 205, 206, 223, 224).

    Después de la revuelta tepehuana, los españoles decidieron crear pueblos controlados por caciques, con quienes firmaron pactos de paz. La organización española civil y religiosa en los pueblos se implantó bajo el control de los tepehuanes. Tras los pactos de paz, se puso en marcha la organización colonial.

    Los misioneros introdujeron entre la población el cargo de doctrinero, en vista de la construcción de capillas para la evangelización. El doctrinero debía aprender y enseñar a los suyos los principios del evangelio; podía subir de grado y recibir el cargo de fiscal o de topil. El gobernador de Nueva Vizcaya otorgó a los tepehuanes un bastón de mando simbolizando la función de gobernador. Otra recompensa fue dar los primeros títulos de tierra a los indios aliados en la pacificación. Hubo un gobernador, un fiscal y un capitán para cada pueblo: el gobernador dirigía, el fiscal tenía una función religiosa y el capitán ejercía funciones religiosas y militares (Escalante,1997, pp. 53-88). Dicha organización cambió con el tiempo, pero su composición se ha mantenido hasta nuestros días.

    Los constantes movimientos de población a causa de las revueltas, las guerras y la fundación de pueblos hacen problemática la identificación de los diferentes pueblos de la región. Se debe

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