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Hola, buen día queridos presentes, espero que se encuentren de lo mejor y sigan

disfrutando de los discursos de mis compañeros. Hace días me detuve a pensar


que les podía a hablar, pensaba en muchos temas como problemáticas sociales,
problemáticas políticas, entre algunas otras. Hasta que me detuve y me di cuenta
que eso es algo que estamos rodeados día a día, y en ocasiones lo vemos de
manera normal, y sí, hoy les vengo a platicar de un problema, que ha cada uno de
nosotros descuidamos, que todos nosotros olvidamos…

El dejar de sentirte joven, que nos lleva la condena ¿y por qué el sentirte joven?
Porque nos olvidamos las ganas de querernos comer al mundo, las ganas de
ignorar lo malo y enfocar lo bueno, dejar el no querer hacer algo por el estar
grande o no hacer algo por el hecho de ser joven. El no poder nos lo atribuimos
nosotros mismos y al llegar a la adultez en ocasiones puede ser un poco nocivo
para el alma, por la autoridad que impone, refleja miedo hasta el grado de dejar de
ser cosas que nos gustan, tienes que dejar de hacer esto, ya no estas para esto,
pero no nos detenemos a pensar en el porqué.

Tenemos una lista de pendientes en la cual nos prometimos cumplirlas, ¿y si… le


hacemos fiel?, que no vemos que entre más pasa el tiempo, más empolvada la
encontramos.

Si ponemos atención, cada día nos preparan para ser adultos y sin darnos cuenta
vamos perdiendo esa esencia cuando éramos jóvenes, ¿Por qué dejar de sentirte
joven?... Así que jóvenes hagamos cosas que nos haga feliz, que nos llenen el
alma, vivir el momento, nunca te quedes con las ganas de nada porque luego al
final eso pasa factura… recuerda que no pierde quien intenta, si no quien se
queda con las ganas, y aquí no vinimos a perder. Sentirte

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