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Sistemas hidráulicos y
transformaciones urbanas en el sector
oriental de Mursiya. Informe
preliminar de la inter...
ALFONSO ROBLES FERNÁNDEZ
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ALFONSO ROBLES FERNÁNDEZ
INT RODUCCIÓN AL URBANISMO DE LA MURCIA ISLÁMICA A T RAVÉS DE UNA INT ERVENCIÓN DE URGEN…
J A Ramírez Águila
SI STEM A S H I D R Á U LI CO S Y
TR A N SFO R M A CI O N ES U R B A N A S EN EL SECTO R
O R I EN TA L D E M U R SI Y A . I N FO R M E
P R ELI M I N A R D E LA I N TER V EN CI Ó N R EA LI Z A D A
EN LA P LA Z A D E LA S B A LSA S, N º 1 5
El v i r a N a v a r r o Sa nt a - Cr uz
M a r í a M a r t í ne z A l ca l de
M EM O R I A S D E A R Q U EO LO G Í A
EN TREGAD O : 1 9 9 5
REV I S AD O : 2 0 0 1
SI STEM A S H I D R Á U LI CO S Y
TR A N SFO R M A CI O N ES U R B A N A S EN EL
SECTO R O R I EN TA L D E M U R SI Y A .
I N FO R M E P R ELI M I N A R D E LA
I N TER V EN CI Ó N R EA LI Z A D A EN LA P LA Z A
D E LA S B A LSA S, N º 1 5
ALFONSO ROBLES FERN Á NDEZ , ELV I RA NAV ARRO SANTA- CRUZ , M AR Í A M ARTÍ NEZ ALCALDE
Resumen : Excavación desarrollada en los tres últimos meses del año Abstract: Excavation developped during the last thee months of 1995.
1995. Básicamente se aprecian cuatro niveles diferenciados por otras Four different stages can be basically distinguised because of town-
tantas rupturas urbanísticas y transformaciones estructurales constata- planning splits and structural differences shown by stratification. First of
das en el registro estratigráfico. En primer lugar contamos con una serie all we own some solidly well-built structures on which settled adove
de estructuras erigidas con una sólida cimentación de mampostería que walls. They can be dated from the last years of the 11th century or at the
probablemente debieron servir de zócalo a tapiales de tierra no conser- beginning of the 12th century. From this time two outstanding architec-
vados, y que se pueden fechar en los últimos años del siglo XI o prime- tural elementes are preserved:
ros del XII. Hemos delimitado dos elementos estructurales relevantes: a) A sewage pipe which marks the difference of an exterior space, pos-
a) Un “albollón” que demuestra la existencia de un espacio exterior, sibly a street, because this great sewage pipe takes the flow of dirty
esto es, una calle de servicio que comunicaba las viviendas de este sec- water of other two smaller. Therefore, as a service street which connec-
tor de la “madina”. ted the houses of this sector of the “madina”.
b) Restos bien definidos de una tienda que disponía de dos salas rectan- b) Clearly defined remains of a shop which only had two rectangular
gulares comunicadas entre sí; la interior se identificó como una letrina. rooms connected between each other and one of which was a latrine.
El segundo nivel transcurre entre finales del siglo XII y la primera mitad The second stage takes place between the en of the 12th century and
del XIII. En este momento se amortiza el sistema de alcantarillado. Se the beginning of the 13th century. In that time the sewage pipe is made
construye una vivienda de gran entidad, de la cual sólo se ha excavado useless. A house of great size is built we had only excavated the wes-
el sector W. Sólo pudimos documentar el vano de entrada y el zaguán tern side in. We have only documented the entry and the hall –crossed
(al-satwân) recorrido por una atarjea que desaguaba las aguas pluviales through a sewage pipe that drained possibly the pluvial waters from the
desde el patio; así como la letrina, además de una dependencia donde yard –the latrine and a section where a watermill well was situated that
se emplazaba un pozo de aceña que debía surtir de agua a unos baños perhaps must supply with water the reservoir of the baths (hammam).
( ha mma m ). El precario estado de conservación de los restos no nos ha Because of the fragmentation of the remains we haven´t been able to
permitido documentar claramente las edificaciones islámicas del resto document clearly the islamic buildings of the rest of the excavated lot.
del solar excavado. From the end of the Middle Ages we have documented a building in all
En lo que respecta al periodo bajomedieval cristiano, delimitamos las likelihood a house with four moments of occupation. It has been iden-
estancias de un edificio, probablemente una vivienda, con cuatro fases tified a yard and several rooms it was surrounded by. In the 17th cen-
de ocupación. Se han identificado un patio y varias salas perimetrales. tury it can be dated some arcades with some pillars supported with a
En el siglo XVII se pueden fechar unas arcadas con unos pilares asenta- solid of foundations and a tiled floor room with rowlock bricks.
dos sobre una potente cimentación de mortero de cal y un espacio
solado por medio de ladrillos dispuestos de canto.
1 . SÍ NTESI S DEL PROCESO DE EX CAV ACI Ó N 1 de Murcia: el número 15 de la Plaza de las Balsas. Tal como
se aprecia en la planimetría de la ciudad (fig. 1), se trata de
1 .1 . Descripci ó n del solar y met odolog í a. un solar ubicado en el sector oriental de la “madina” islá-
En esta memoria preliminar procuramos sistematizar los mica, distante del núcleo originario de las épocas emiral y
datos más relevantes extraídos en la intervención arqueoló- califal. En la actualidad, forma parte de la colación de Santa
gica de urgencia desarrollada en un solar del casco urbano Eulalia, circunstancia que parece retrotraerse al período
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Figura 1 . Localizaci ó n del solar sobre plano del casco hist ó rico murciano.
bajomedieval. No obstante, tambié n se sitúa en el límite de senta dos irregularidades: un acusado chaflán en su extremo
separació n establecido entre la ciudad y la “judería”, barrio NW. y un saliente rectilíneo en el extremo SE. Sus límites
compacto y segregado é tnicamente que estuvo vigente fueron los siguientes: hacia el flanco W. limitaba con la plaza
desde 1267 hasta el famoso decreto de expulsió n de 1492 de las Balsas, de cuya existencia ya se conocen testimonios
(TORRES FONTES, 1962 y 1963; GARCÍA, 1993). que se remontan al siglo XVII; al N. con la calle Paco y en los
En lo referente al viario medieval, el solar afronta con una frentes E. y S. con edificios colindantes2.
de las calles que debieron tener un mayor peso espec ífico en Antes de ahondar en los aspectos más significativos de la
el devenir econó mico y comercial de la urbe medieval. La intervenció n, creemos necesario mencionar los factores de
calle Paco se integra en uno de los principales ejes longitudi- índole espacial, cronoló gica y té cnica que determinaron el
nales que describe una orientació n W-E: C/. Escultor Salzillo, transcurso de la propia excavació n y la naturaleza de los
Plaza Hernández Amores, C/. Barrionuevo, Plaza Cetina, C/. datos extraídos en la misma. Dado el interé s arquitectó nico
Vara del Rey, Plaza de las Balsas, C/. Paco, C/. Sé mola, Plaza del inmueble preexistente, fue necesario conservar sus teste-
Amores, C/. Joaquín Baguena. Esa vía tiene su gé nesis en el ros, una de las fachadas se abría a la plaza de las Balsas y la
testero septentrional de la antigua mezquita aljama y finaliza otra a la calle Paco ( fig. 3). Por motivos de seguridad se man-
en las proximidades de la antigua Puerta de Orihuela, donde tuvo un testigo perimetral de 3 m. de anchura con el fin de
a su vez se inicia uno de los caminos más transitados del terri- evitar riesgos innecesarios, máxime teniendo en cuenta que
torio castral murciano. Otro eje de referencia es el trazado de el estado de conservació n de los paramentos no era el más
la actual calle de Mesegueres, que remonta su origen al perí- idó neo. Esa circunstancia condicion ó nuestra intervenció n,
odo árabo-medieval; una vez atravesada la calle Paco, se pro- supuso una reducció n considerablemente de la superficie
longaba en el solar estudiado, permitiendo el acceso, al excavada (de los 398 m2 h ábiles quedaron sin excavar más
menos, a una de las residencias islámicas delimitadas ( fig. 2). de 100 m2 ) e impidió completar la documentació n de aque-
En las planimetrías generales se advierte con nitidez llas estancias y vanos de acceso ubicados en las cercanías de
c ó mo el perímetro del solar dibuja un rectángulo que pre- los testigos.
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Figura 2 . Sit uaci ó n del solar en el ent ramado urbano. Obsé rvese la cont inuidad de Figura 3 . V ist a de los t est eros neocl á sicos conserv ados y del v iario con punt o de
la calle M esegueres en el int erior del solar ex cavado. ref erencia en la cat edral ( ant igua mezquit a aljama) .
El proceso de excavació n se inició con un desfonde extremo SE. del solar (mitad oriental del corte A) fueron
superficial de 0,50 m. de profundidad, cuya supervisió n per- exhumados los restos arquitectó nicos, paramentos e infraes-
mitió delimitar todas las infraestructuras contemporáneas, tructuras de saneamiento, asociados a pavimentaciones que
inherentes a la arqueología urbana3. Una vez de finidas y par- registraban las cotas de mayor profundidad. Ello nos ha per-
cialmente eliminadas las intrusiones que incidían en el depó - mitido aportar algunos datos clarificadores sobre el modo
sito arqueoló gico, se llevó a cabo el replanteo inicial por como aconteció el proceso de urbanizació n de este sector.
medio de cuatro cuadrículas cuya morfología procuraba Las estructuras y los niveles de fundació n indican que el pri-
adaptarse al perímetro del solar (cortes A, B, C y D). Del mer parcelario urbano se adaptó a los desniveles topográfi-
mismo modo, se trazó un testigo axial orientado de norte a cos de consideració n que debieron existir en este sector del
sur ( fig. 4) 4. yacimiento murciano. Ese dato es ratificado por las cotas de
las solerías exhumadas en las unidades espaciales A y B, que
2 . NI V EL I . ESTRUCTURAS FUNDACI ONALES ( SI GLOS X I - X I I ) registraron 0,50 m. de desnivel, cifra que se incrementa con-
siderablemente en los cortes C y D. Teniendo como referen-
Las viviendas de la zona fueron de cierta entidad, a juz- cia la uniformidad de las estructuras arquitectó nicas identifi-
gar por la factura de sus paramentos y por las dimensiones cadas y con el fin de facilitar una mejor comprensió n de las
de las estancias. En los sistemas de saneamiento o evacua- mismas, hemos diferenciado tres unidades espaciales que
ció n de aguas, se detecta una disposició n jerarquizada de tratamos seguidamente ( fig. 5).
infraestructuras que se inicia en el interior de las residencias
y se ramifica hasta alcanzar los albollones o canales de dre- Unidad espacial A: arquitectura doméstica .- Se loca-
naje ubicados en espacios comunitarios o p úblicos. En el liza en el chaflán meridional del solar y consta de dos estan-
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El albolló n o cloaca pública disponía de un caz de mayor 3 . NI V EL I I . ESTRUCTURAS I SLÁM I CAS RECI ENTES
capacidad encargado de recoger las aguas sucias de las atar- ( SI GLOS X I I Y X I I I )
jeas, trasladándolas hasta el canal excavado en la tierra9 . Su
pendiente era muy acusada tratándose de un tramo tan corto Hemos identificado cuatro unidades espaciales con ana-
(4,64 m. de longitud), puesto que la base del canal sufría un logías de orden té cnico y espacial que hacen posible su
desnivel de 0,55 m., desde el sector más elevado (donde interpretació n como coetáneas. Los niveles más recientes de
desembocan las dos atarjeas) hasta el lugar en el que desapa- é poca islámica están definidos por una serie de estructuras
rec ía ( – 3,74 / – 4,10 m). Era un colector de capacidad conside- que se sitúa entre las cotas – 3,45 m. y – 2,63 m., excepció n
rable, puesto que medía 0,34 m. de ancho y 0,39 / 0,35 m. de hecha de las meridionales (unidad espacial A) donde, al
profundidad, aunque en el tramo final se incrementaba hasta igual que ocurría en el nivel precedente, hemos constatado
los 0,50 m. ( fig. 5, 6 y 7). un desnivel cercano a los 0,60 m11.
El caz estaba cubierto por grandes lajas de piedra y los Las té cnicas constructivas utilizadas en los paramentos se
huecos que dejaban entre sí tambié n hab ían sido taponados definen por el uso casi exclusivo de tapiales, de diferentes
con peque ñ as piedras que procuraban sellar la infraestruc- modalidades, que citamos a continuació n: tapiales de tierra
tura con el fin de evitar la emanació n de malos olores y favo- apisonada con un revoque de cal (se localizan en la unidad
recer el asiento de las lajas (fig. 6). Las paredes y la solera espacial A), tapiales de mortero de cal y canto que se levan-
presentaban un enfoscado de cal sobre el cual se hab ía tan y cimientan sobre los zó calos de los muros de mampos-
depositado una capa compacta de concreciones calc áreas, lo tería pertenecientes al nivel anterior (unidad espacial B), y
que denota el paso de agua abundante y el uso dilatado de por último, tapiales erigidos con forros de cal y tongadas de
la misma. Sobre las concreciones aparec ía otra capa uni- tierra que se concentran en las unidades espaciales C y D.
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Figura 8 . Topograf í a de las est ruct uras isl á micas má s recient es. Nivel I I ( siglos X I I - X I I I ) .
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Figura 1 0 . V ist a de las est ruct uras isl á micas má s recient es. En el cent ro la sala de servicio con el pozo de ace ña. Obsé rvese el grosor de la medianera ex ist ent e ent re la let rina
y el zaguá n de la unidad espacial B ( siglos X I I - X I I I ) .
a travé s de un vano bipartito, tal como ponen de manifiesto la tació n y abundante materia orgánica. Además, parece ser que
distribució n de los pilares de ladrillo trabado exhumados. Su mantuvo (como veremos a continuació n) el carácter de espa-
flanco occidental estaba marcado por un muro testero levan- cio a cielo abierto al menos en é poca bajomedieval cristiana.
tado en una só lida obra de encofrado de mortero, cal y canto. El En definitiva, só lo se documentaron restos de dos para-
lado sur limitaba con el propio zaguán y en é l localizamos res- mentos: el testero situado en el frente meridional y el muro
tos de un tabique de ladrillo trabado que parecía indicar la exis- de cierre del patio en su flanco septentrional. Ambos fueron
tencia de una alcoba. Fue imposible encontrar el cierre de su elaborados con tapiales de tierra característicos de este perí-
lado septentrional, aunque según nuestra propuesta de restitu- odo. Como hemos indicado, en el centro se exhumaron
ció n quedaría el espacio preciso para acoger una crujía septen- varias canalizaciones que, a juzgar por su pendiente (-3,65 /
trional, saló n cuyo testero limitaba con la calle Paco. -3,72 m), evacuaban el agua hacia el sur, atravesando un
vano que quedaba marcado por dos jambas de ladrillo. Es
Unidad espacial C.- En este sector, el depó sito arqueoló - por ello que pensamos que las calles Paco y Mesegueres tie-
gico estaba muy alterado por fosas de é poca bajomedieval y nen su origen en el viario de la ciudad islámica y que, ade-
moderna, que nos impidieron de finir la distribució n de los más, deb ía existir otro adarve transversal que recogiera las
espacios. Las estructuras delimitadas con mayor claridad se aguas por el flanco sur, calle que no se ha podido documen-
corresponden con restos de atarjeas de ladrillo trabado que tar por las premuras de tiempo. Sin embargo, su existencia
describen una trayectoria axial N-S. Creemos que se encuen- es obligada pues de otro modo no se podría acceder a las
tran en un amplio espacio a cielo abierto que podría interpre- viviendas, ni recoger los caudales expulsados por las atarjeas
tarse como el patio de una vivienda andalusí. En ese espacio de las unidades espaciales C y B.
aparecieron restos de atarjeas superpuestas y el registro estrati-
gráfico mostraba la coloració n verdosa propia de los terrenos Unidad espacial D: ¿letrina y salas de servicio de
expuestos a cielo abierto que en alguna ocasió n tuvieron vege- unos baños?.- En este nivel detectamos un cambio estructu-
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Figura 1 1 . Det alle de los at anores ensamblados que conducí an el agua desde la ace ña hast a el int erior del ba ño. Nivel I I ( siglos X I I - X I I I ) .
ral interesante: fue suprimida la sala que precedía a la habi- bañ os p úblicos ( ha mma m ). Como todos sabemos, normal-
tació n que albergaba la letrina; el anterior muro testero de mente ese tipo de pavimentaciones aparece en las salas de
mampostería sería desmochado hasta la cota de las pavimen- los bañ os p úblicos, tal como se puso de manifiesto en los
taciones que lo sellaron definitivamente. Sin embargo, el Baños de Trinquete, San Antonio, San Nicolás y San Lorenzo,
espacio ocupado por la letrina mantuvo su funcionalidad, a aunque en ninguno de ellos se ha identificado una letrina de
pesar de quedar incorporado a un edificio de diferente esta magnitud13 . Quizás el paralelo más elocuente haya que
nomenclatura. El ingreso se sigue realizando desde un vano buscarlo en el conjunto áulico de Madinât al-Zahrâ’, en con-
abierto en la esquina SE. En el tercio occidental se localiza la creto en los baños adosados al saló n de `Abd al Rahmân III.
atarjea, sobre una plataforma de unos 0,40 m. de altura, que El vestíbulo del mismo, conocido como “patio de la pila”,
posibilitaba una pendiente más acusada de la misma. La cuenta con una letrina adosada en la crujía norte, cuya dis-
pavimentació n de la sala era extraordinaria dada su funcio- posició n recuerda a la aquí tratada (VALLEJO, 1988: p. 161).
nalidad, se encontraba solada con bloques de arenisca per- En el flanco occidental de la letrina aparec ía una habita-
fectamente tallados y ensamblados ( figs. 8, 9 y 10) 12. ció n de servicio que adoptaba una orientació n S.-N. Ese
Esos rasgos denotan la importancia del inmueble y nos espacio queda ce ñido al sur, al este y al norte por unos só li-
plantean la duda de si realmente nos encontramos en la dos muros de encofrado de cal y canto. En la mitad septen-
misma unidad residencial (unidad espacial B), tratándose, trional se exhumó una infraestructura para la captació n de
por tanto, de unos bañ os privados, o si por el contrario agua. Se trata de un “pozo de ace ña” o noria de rosario cons-
forma parte de unos baños públicos a los cuales se accedería truida con peque ñ os bloques de arenisca colocados con
desde otro adarve situado en el edificio colindante. A pesar gran maestría de forma que su cara más regular conforma el
de ello, nos inclinamos por pensar que la letrina y la sala de pañ o. Como es ló gico en este tipo de infraestructuras, su
servicio donde se ubica la ace ñ a formaban parte de unos forma era ovalada, midiendo su eje mayor unos 2,06 m. y el
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menor 0,95 m. De su uso como infraestructura para la extrac- la caliente ( ba yt a l-sa jûn ), además del hipocaustum se locali-
ció n de agua no cabe la menor duda, pues el paño se encon- zarían bajo el edificio colindante.
traba recubierto por una capa consistente formada por las
concreciones calc áreas originadas por el prolongado desliza- 4 . LA FASE BAJOM EDI EV AL ( SI GLOS X I V - X V )
miento de agua (8, 10 y 11) 14. Su interior fue excavado hasta
una cota de – 3, 76 m., cifra que supone un paño de 1,57 m. Despué s de la conquista castellana, y una vez fue sofo-
No hallamos restos de los mecanismos, ni de los arcaduces, cada la rebelió n mudé jar en 1266, se producen decisiones
pero sí un estrato limoso de color marró n que se hab ía fil- políticas por parte de la monarquía castellana que se plasma-
trado desde el nivel fre ático. A pesar de todo, los inventarios rán en una serie de transformaciones urban ísticas y de la
cerámicos nos han permitido identificar, en las unidades fisonomía de la ciudad. La salida de los mudé jares de sus
estratigráficas vinculadas a este nivel, numerosos fragmentos límites y el reparto del caserío musulmán a los nuevos pobla-
de cangiló n; todos ellos eran de cerámica bizcochada y pre- dores cristianos marca una serie de cambios arquitecturales
sentaban labio redondeado, paredes troncoc ó nicas con que se manifiestan en dos campos: varian los mé todos cons-
estría central y base en forma de ápice agudo, tipología pro- tructivos pues los gustos y las tradiciones de los repoblado-
pia de ejemplares de finales del siglo XII y de la primera res nada tienen que ver con los preexistentes, cambia la con-
mitad del siglo XIII. cepció n de los espacios constructivos. Parece ser que a
Algunos pozos de ace ñ a relacionados con edificaciones finales del siglo XV acontece la reestructuració n de finitiva de
de é poca islámica han aparecido en las excavaciones del este sector urbano, gracias a los impulsos en la construcció n
casco urbano, como por ejemplo en los baños públicos de la de una oligarquía emergente 15.
calle San Nicolás (NAVARRO; ROBLES, 1993) y otro más Hemos documentado restos de un edificio, posiblemente
peque ñ o en el bañ o privado de la calle Pinares. El último una vivienda, en el sector más occidental del solar (cortes B y
hallazgo ha acontecido en las excavaciones que Indalecio D). Las té cnicas constructivas empleadas en esta fase son varia-
Pozo viene dirigiendo en el convento de Santa Clara, donde das, encontramos unos tapiales de tierra junto con tapiales
se exhumó un pozo ovalado de mampostería con similares valencianos. Sin embargo, al realizarse la remodelació n de
características, que posiblemente captaba el agua de un é poca moderna, se desmontaron todos los muros arrasados a la
baño privado cercano (POZO, 1999: p. 79 y fig. 5). misma cota, para recuperar sus ladrillos que serían incorpora-
Adosadas al pozo de ace ña aparecieron dos estructuras de dos a la solería del nuevo edificio. En algún caso só lo ha lle-
ladrillo trabado, un pilar y un rebanco, que probablemente sir- gado hasta nosotros una fosa longitudinal (que sigue la orienta-
vieron para sustentar los aparejos de la rueda y como asiento ció n del muro) tal como ocurre con la medianera que formaba
de la cubeta que recogía el agua de los cangilones para distri- la crujía septentrional; en otras ocasiones só lo quedaba una
buirla hacia el lugar indicado. Su derivació n se realizaba por hilada del muro, tal como ocurre en la crujía meridional.
medio tubos cilíndricos o atanores cerámicos que descansa- El acceso pudo realizarse a travé s de un adarve (conti-
ban sobre un preparado amorfo obrado con mortero de cal y nuació n de la calle Mesegueres) que moría en un vano
cantos; de esa conducció n tuvimos la fortuna de documentar abierto en el frente septentrional y que parece haber perdu-
cuatro atanores ensamblados que se conservaron “in situ” ( fig. rado en sucesivas fases de ocupació n de la vivienda, pues se
10 y 11). Fue curioso comprobar c ó mo las juntas de unió n se han hallado los quicios a diferentes cotas. En este espacio se
encontraban enfoscadas de cal para evitar pé rdidas de agua. exhumó una atarjea que se dirigía hacia la calle Paco. Se han
La pendiente descrita por esa canalizació n y su trayectoria definido dos amplios espacios cuadrangulares que estaban
denotan que nos hallamos en el área perifé rica de un baño comunicados entre sí ( fig. 12). El primero (A) se situaba en el
cuya disposició n sería muy similar a la documentada en el flanco sur y deb ía ser un patio domé stico recorrido por una
Baño de la calle San Nicolás. La letrina formaría parte de los atarjea que vertía en la propia Plaza de las Balsas. Dicha atar-
vestuarios ( ba yt a l-ma sla j) garantizando el primer servicio de jea atravesaba un vano que daba paso a una crujía oeste. En
higiene que debe prestar un baño, mientras que la ace ña se el frente septentrional de la estancia se abría otro vano de
encontraría en el área de servicio, junto a la le ñera. Las tres doble hoja que lo comunicaba con el espacio B, se conserva-
crujías que configuraban el cuerpo principal del edificio, esto ban los dos quicios, uno tallado sobre una laja y otro sobre
es, la sala fría ( ba yt a l-bâ rid ), la templada ( ba yt a l-wa stâ nî) y un fragmento de ladrillo, a una cota de - 2,48 m.
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Figura 1 2 . Topograf í a de las est ruct uras de é poca bajomedieval crist iana. Nivel I I I ( siglos X I V - X V ) .
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Figura 1 3 . V ist a aérea de la solería y ciment aciones de las arcadas de época moderna ( siglo X V I I ) . Obsérvese como descansan sobre los muros de t apial de t ierra de época bajo-
medieval.
La segunda estancia se encontraba muy afectada por 5 . NI V ELES DE ÉPOCA M ODERNA Y CONTEM PORÁNEA
fosas y fue imposible documentar las fases de ocupació n. En
el flanco occidental se exhumaron dos muros de ladrillo tra- Estos períodos quedan representados por una serie de
bado, que no seguían la misma orientació n que el resto de restos arquitectó nicos que configuran un edificio de enver-
los paramentos de la edificació n. Entre ellos dejaban un gadura. En primer lugar tenemos que rese ñ ar la presencia
vano muy amplio de 3,10 m. de luz. Su cimentació n a base de tres grandes zapatas de cimentació n que sirvieron para
de una lechada irregular de mortero y cantos podría consti- sustentar otros tantos pilares de ladrillo que soportaban
tuir el precedente de las zapatas de cimentació n empleadas una gran arcada o p ó rtico tripartito (fig. 13). Las menciona-
en el edificio de é poca moderna que trataremos a continua- das zapatas eran de forma cuadrangular, se orientaban en
ció n (-2,68 / -2,60 m). direcció n W-E y dejaban entre sí unos vanos con una
En el flanco oriental se delimitó un vano de 0,65 m. de amplia luz que oscilaba entre 1,90 y 2,00 m. Dada su fun-
luz con un umbral de ladrillos dispuestos a sardinel (-2,08 ció n como sostenimiento de los forjados de la planta supe-
m). El cierre de la sala oriental tambié n se erigió con un rior, fueron construidos con una solidez fuera de lo común,
muro de ladrillos trabados que descansaban directamente mediante una gran lechada de cal y cantos que sobrepa-
sobre los paramentos de encofrado de é poca islámica. Otra saba el metro de profundidad y en planta dibujaba un cua-
de las modificaciones estructurales de este nivel es el muro drado de 1,20 m. de lado. En su cara superior registramos
de tapial de tierra que cierra la sala en su flanco sur, estruc- unas cotas muy regulares que oscilaban entre 1,60 y 1,64 m.
tura que no descansa sobre otra anterior, lo que parece indi- Pese a todo, no hallamos resto alguno de los pilares de
car que en este momento se cegó el adarve islámico, siendo ladrillo trabado que debieron descansar sobre los dados de
retranqueados los accesos hasta el viario actual16. cimentació n; probablemente fueron reutilizados como
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Figura 1 4 . Det alle de un pozo ciego que f ormaba part e de la soler í a de é poca moderna ( siglo X V I I ) .
material de construcció n en la remodelació n llevada a cabo tros de la solería, quedando una peque ña c ámara de aire entre
en el siglo XVIII. é sta y el depó sito que fue suficiente para detectar su presencia
Esas estructuras se vinculan con un pavimento de ladri- y excavarla por completo. La abertura se encontraba cubierta
llos de canto que fueron colocados ortogonalmente de por dos ladrillos puestos de plano, a una cota de -1,76 m. A
manera que trazaban unas calles longitudinales, característi- partir de una abertura en la solería se extendían una serie de
cas de los inmuebles de este período. Esta solería se puede hiladas de ladrillo sin trabar y dispuestos de manera muy irre-
interpretar como la pavimentació n só lida presente en aque- gular. Ello se explica porque este tipo de pozos ciegos era
llas estancias de las viviendas donde se introduc ían las carre- vaciado perió dicamente por los “poceros”, procedimiento que
terías y las bestias de tiro. Algunos tramos se hallaban repa- ha perdurado sin solució n de continuidad hasta principios del
rados con lajas de piedra o incluso con fragmentos de siglo XX, cuando se construyó el primer sistema de alcantari-
molinos manuales. Las calles describ ían una orientació n N-S llado. Para ello era necesario realizar el desmonte del pavi-
y su anchura oscilaba entre 0,80 y 0,90 m. La solería presen- mento de ladrillo y de las primeras hiladas del pozo, permi-
taba grandes desniveles, registrándose cotas que oscilaban tiendo así el vaciado del contenido del mismo, terminado el
entre 1,50 y 1,90 m., circunstancia que se debe achacar a cual hab ía que rehacer la infraestructura y la pavimentació n.
hundimientos del terreno posteriores al uso del edificio 17. Ese modo de actuar explica que los ladrillos que conforman la
En el sector meridional del corte C, y bajo la pavimenta- solería de este sector tomen una disposició n diferente al resto
ció n solada que acabamos de mencionar, fue documentada del patio, pues vienen a formar un c írculo que marca el lugar
una infraestructura de saneamiento que se puede interpretar donde se encontraba el pozo ciego.
como un pozo ciego (fig. 14). Dicha estructura era de forma Sobre los niveles de la vivienda de é poca moderna aflo-
piriforme y se encontraba colmatada hasta unos 20 centíme- raron varias estructuras que datan del siglo XVIII y XIX. En
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primer lugar se produjo una reforma, tal como demuestra la se trazó una sala de servicio, donde ahora se emplaza una
existencia de una serie de só lidos muros correspondiente a ace ñ a o noria de rosario, infraestructura dotada de cangilo-
la fase anterior al inmueble preexistente. Só lo se localizaron nes cerámicos que captaba y elevaba el agua del nivel fre á-
en el corte D y no presentaban la misma orientació n que los tico y la distribuía por medio de atanores ensamblados hasta
paramentos del edificio demolido sino que se superponían y alguna alberca perteneciente posiblemente a unos bañ os
respetaban la orientació n de los muros de é poca bajomedie- ( ha mma m ). Aunque ese extremo es difícil de verificar, el
val que, a su vez, se elevaban sobre los tapiales de tierra empleo de só lidos muros de encofrado de cal y canto, con
correspondientes a una vivienda islámica datada entre los los cuales se evitan p é rdidas de calor, y sobre todo la gran
siglos XII y XIII. calidad de la pavimentació n empleada en la letrina, son indi-
En el siglo XIX se construye el edificio del cual se conser- cios que parecen confirmar su pertenencia a un edificio de
van las fachadas de estilo eclé ctico que caracteriza a los edi- esas características.
ficios trazados en una fase del neoclasicismo tardío en el que La conquista del Sureste peninsular supuso un cambio en
surge una nueva generació n de arquitectos de la escuela el gobierno de la ciudad (Protectorado castellano de 1243-
murciana que por fin consiguen despojarse de algunos de 1264) y una ruptura en la fisonomía de este sector que se
los motivos y conceptos barrocos que aún seguían apare- plasmó en la creació n de la judería murciana. Durante el
ciendo en el primer neoclásico murciano (NICOLÁS, 1993). período bajomedieval cristiano se cegaron los adarves islá-
A pesar del eclecticismo que muestran las dos fachadas, el micos que serían incorporados como crujías de las nuevas
arquitecto ha logrado dotar al edificio de un lenguaje origi- viviendas de las cuales hemos identificado un patio y varias
nal, empleando una nueva sintaxis. Esta fase representa una estancias perimetrales. En é poca postmedieval se pueden
profunda reestructuració n del anterior edificio, de tal manera fechar las salas y las amplias arcadas tripartitas pertenecien-
que apenas dejaría rastros de su existencia. Es en este tes a un inmueble de cierta envergadura, que parece haber
momento cuando se elevaría el tercer cuerpo y se cambiaría perdurado sin solució n de continuidad a lo largo de los
la primitiva disposició n de los vanos. Por consiguiente, se siglos XVIII y XIX. Precisamente a esta última fase construc-
podría concluir que los rasgos generales de las fachadas tiva pertenecen las dos fachadas de estilo neoclásico conser-
actuales son el reflejo de un modelo de arquitectura muy vadas que contribuyen al embellecimiento del nuevo inmue-
espec ífico, alcanzado por la escuela arquitectó nica murciana ble construido.
de la segunda mitad del siglo XIX.
NOTAS
fueron incorporadas a un inmueble con otra funcionalidad; dibujaba una planta rectangular y disponía de una cubierta en b ó veda
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de cañó n y de doble compartimento con un tabique que permitía la Murcia que desaguan en los albollones de las calles, existiera un sis-
decantació n del agua. tema mixto en lugares donde los desniveles topográficos no permitie-
4 En realidad, las dificultades de acceso al solar por medio de camiones, ran seguir la línea de rigidez del sistema. Por tanto, en este caso la única
como consecuencia de la angostura del callejero adyacente, trajo con- funció n del albolló n documentado era la de recoger las aguas sucias de
sigo que tuvié ramos que dejar la mitad del solar como terrera. La exca- los dos canales y evacuarlas hasta la torrentera sin que en ningún
vació n se tuvo que realizar en dos fases, en la primera nos centramos momento se estancaran. Ello quedaría corroborado por el hecho de
en las cuadrículas meridionales (cortes A y B) y en la segunda pudimos que el albolló n mantuviera una inclinació n tan acusada y que su inte-
ampliar los mencionados cortes a fin de excavar en extensió n (cortes C rior haya aparecido sin colmatar.
y D) dejando en reserva el extremo nororiental del solar. 11 Los pavimentos se sitúan a unas cotas algo más elevadas (entre – 2,02
les de ocupació n de los siglos XII-XIII. “ma dina ” murciana; ya han aparecido restos de atarjeas relacionadas
6 Es curioso comprobar c ó mo en el nivel má s reciente de ocupació n con letrinas asentadas sobre espacios solados de la misma manera; este
islámica, cuando fueron sustituidos los tapiales de tierra por encofrados es el caso de unas infraestructuras exhumadas en dos cuadrículas de la
de mortero, se conservaron las jambas de la fase constructiva anterior, excavació n realizada en el número 8 de la calle Montijo (BERNAL, F. y
sirviendo ahora de referencia para ubicar las cajas del encofrado. JIMÉNEZ, P., 1993: p. 391).
7 Sobre esa temá tica consultar la publicació n de RAMÍ REZ, J.A.; 14 Sobre la mec á nica de este tipo de ingenios hidrá ulicos cabe rese ñ ar
MARTÍNEZ, J.A. (1995): “Hidráulica urbana de una madina agrícola. las palabras del agró nomo andalusí Ibn Bassâl: “Si el pozo no se
Murcia, siglos XI-XXIII”, Agricultura y rega dío en Al-Anda lus. Síntesis y encuentra en la s cerca nía s de un río, su nivel va ria rá y los a rca duces
problema s. Almería, pp. 133-151. no servirá n a ca usa de esta va ria ción. Empero podemos a cudir a una
8 Buena parte de las numerosas acepciones de los té rminos adarve estra ta gema pa ra que los a rca duces nos sirva n: Pa ra ello introducire-
(derivado del árabe da rb , plural durub ) y azucaque ya fueron recogi- mos en el fondo del pozo un tubo o cilindro corta do por sus ca bos,
das por el profesor L. Torres Balb ás. Entre ellas nos parecen significati- pulido, en cuyo extremo ha ya dos cla vija s de hierro; en los luga res en
vas las descripciones realizadas por autores como Clerget a cerca de los los que se empla cen la s cla vija s ha brá una lá mina de un pa lmo de
adarves de El Cairo, “calle de un barrio, cerrada por una puerta, en la a ncho y cuya a ltura sea de una bra za , y pondremos a llí como tuerca s
que hay tiendas, y que no excedía de seis a ocho pies de ancho ”, o la de hierro, a fin de que el cilindro se deslice rá pida mente por ellos a l
de Sauvaget sobre la ciudad de Damasco “a las calles principales abren menor roce de a lguna cosa , y se pondrá n sobre el cilindro pieza s de
las callejuelas ( da rb , hâ ra ), cuyas puertas se cierran todas las noches ma dera , como pelda ños de una esca lera y se sujeta rá bien; se pa sa rá
desde la puesta del sol, y permanentemente en é pocas de intranquili- la cuerda de la a ceña por ba jo del cilindro, procura ndo que no se
dad; estas callejuelas se ramifican a su vez en calles sin salida ( zuqâ q , mueva , y a l moverse la a ceña se mueve entonces el cilindro, efecto del
da jla ), cerradas tambié n por puertas, en las que están los ingresos de movimiento de la a ceña . Así no se rompen los a rca duces” (Ibn Bassâl,
las viviendas. Cada casa no presenta así a la calle más que su fachada Libro de Agricultura , ed. facsímil de 1995, capítulo XVI, p. 223).
posterior, sin hueco alguno; para penetrar en ella hay que franquear, 15 “Los palacios ciudadanos que llamaron la atenció n de Jouvin hay que
sucesivamente, la puerta del barrio, la del atolladero y la de la vivienda. situarlos entre los siglos XV y XVIII, con predominio, al parecer, de los
Gracias a esta sucesió n de obstáculos y a la solidaridad que existe entre últimos. Hay noticias durante el primer impulso urbano, de la casa edi-
los vecinos de un mismo barrio, pueden é stos vivir relativamente segu- ficada en 1409 para el alguacil mayor Pé rez Calvillo en la Plaza de las
ros” (TORRES BALB ÁS, 1947b: p. 46). Balsas” (ROSELLÓ , V.M . y CANO, G.M., 1975: p. 72).
9 Llamamos así a esa estructura de saneamiento en atenció n a las de fini- 16 Tambié n hay que mencionar la existencia de un pozo de agua de este
ciones vertidas tradicionalmente en la huerta de Murcia. Javier Fuentes período en el corte A. De esta infraestructura só lo pudimos documentar
y Ponte defin ía la palabra albelló n como sin ó nimo de albañ al o “con- los anillos p é treos de 0,70 m. de diámetro interior que sirvieron de
ducto de agua para dar salida a las aguas” (FUENTES Y PONTE, 1872: cimentació n al aparejo de ladrillos trabados (desaparecidos en su totali-
p. 398). Según José Frutos Baeza el té rmino albelló n, propio del dia- dad y acaso reutilizados tambié n en la solería del edificio moderno).
lecto murciano, es un catalanismo, pero en ese idioma es un arabismo Pozos de este tipo han aparecido, entre otras, en las excavaciones de los
(FRUTOS, 1934). “Era atribució n del Almotac é n mantener los << albe- dos alfares bajomedievales: en la Plaza de Yesqueros-calle Toro
llones mayores y menores>> -elemental sistema de alcantarillado- en (ROBLES; NAVARRO SANTA-CRUZ, 2001: 42 y fig. 9) y en la calle de la
condiciones de recoger las aguas de las casas y calles; la documenta- Manga. Su construcció n provoc ó una intrusió n en unidades estratigráfi-
ció n cristiana atribuye su construcció n a <<tiempo de los moros>>” cas precedentes y supuso la ruptura de dos muros de encofrado de cal y
(ROSELLÓ y CANO, 1975: p. 59). canto y de los zó calos de mampostería. De su amortizació n en é poca
10 En nuestra opinió n, la interrupció n del albolló n y la existencia de esa medieval no queda duda alguna, puesto que su interior se encontraba
fosa, justifican la presencia de un canal excavado en la tierra. Tampoco colmatado con la vajilla cerámica característica de este período.
se puede descartar que se tratara del brazo de una rambla natural, no 17 En lo referente a los paralelos hay que decir que en algunas excava-
en vano, cerca de este sector el nomenclátor urbano aún conserva la ciones urbanas han aparecido ejemplos de este modelo de edificio: por
calle Rambla y se tiene constancia de la existencia de una torrentera ejemplo, en la “Casa de las carreterías”, bajo el antiguo Convento de
(Rambla del cuerno) que discurría por el espacio que hoy ocupa la calle Veró nicas, en el que se documentó una solería similar y unas zapatas
Saavedra Fajardo. Aunque nuestro planteamiento es difícil de verificar, de cimentació n de pilares análogos a los aquí encontrados. Tambié n se
no parece descabellado pensar que junto con el sistema de alcantari- han hallado este tipo de solerías en un edificio excavado en la calle
llado documentado en múltiples viviendas andalusíes excavadas en José Antonio Ponzoa.
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