Está en la página 1de 4

Nos aferramos a nuestras

creencias a pesar de la incesante


persecución, porque teníamos la
absoluta seguridad de que nuestras
creencias eran ciertas.

‫פרשת יתרו‬

P arashat Itró:

La primera mitzvá:
Conocer a Hashem

“Yo soy Hashem, tu Dios, Quien te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre”. (Shemot 20:2)

El primero de los Aséret HaDibrot, los Diez Mandamientos, es saber que hay un Dios. Esta es también la
primera mitzvá que figura en el listado de las 613 mitzvot compiladas por el Rambam. Allí, él explica:

El fundamento de todos los fundamentos y el pilar de la sabiduría es saber (leida) que hay un Ser
Primero que trajo todo a la existencia. Todos los seres de los cielos, la tierra y lo que hay entre
ellos, sólo llegaron a tener existencia a partir de la verdad de Su ser (Séfer Madá, Hiljot Iesodei
HaTorá 1:1).

El Rambam usa específicamente el verbo leida (saber) para explicar la obligación subyacente de esta
mitzvá. ¿Pero a quién se dirige esta mitzvá? Alguien que no cree en Dios no cree en un “Mandatario universal”, y
sin un Mandatario, no puede haber un mandamiento. Y alguien que cree en Dios, ya está cumpliendo la mitzvá.
Por lo tanto, esta mitzvá pareciera ser irrelevante o redundante.
La respuesta es que la creencia en Hashem se basa en un entendimiento continuo. Esta mitzvá le habla
al creyente y le dice que profundice en el entendimiento de su creencia. Una creencia en Dios basada sólo en las
enseñanzas de los padres y maestros no es suficiente. Hashem quiere que la persona deje de lado la
complacencia respecto a su creencia y que fortalezca esa convicción fundamental, verificándola por sí misma.
Esto se logra estableciendo una base racional para corroborar lo que se te ha enseñado que debes creer
y aceptar. Todavía más, al identificar tus preguntas y dudas, y esforzarte para reunir la información necesaria
para resolverlas, haces que tu creencia en Hashem ascienda en la escalera de tus convicciones, alcanzando un
nivel superior de conocimiento. Esta es la forma ideal de cumplir esta mitzvá, como explica el Séfer HaJinuj
(Mitzvá 25):
Y si uno tiene el mérito de escalar las alturas de la sabiduría, y su corazón entiende y sus ojos ven la clara
evidencia de que la creencia que ha albergado es cierta y evidente, sin que exista otra posibilidad, entonces está
llevando a cabo esta mitzvá de la mejor manera posible.

Una jerarquía de convicciones

1
El primer paso para mejorar tu creencia en Dios es estimar la fuerza actual de tu creencia,
categorizándola en uno de los cuatro niveles siguientes de convicción:

1. Conocimiento (Deá)
Conocimiento implica claridad absoluta, basada en una abrumadora cantidad de evidencia. Por ejemplo,
todos sa bemos que tenemos diez dedos y, más allá de lo mucho que alguien intente persuadirnos para que
creamos que tenemos once dedos, nuestra convicción permanecerá firme. Este es el nivel de claridad que
debemos esforzarnos por alcanzar en nuestra creencia en Hashem, como fue descrito antes por el Séfer HaJinuj.

2. Creencia (Emuná)
El segundo nivel de convicción es lo que llamamos emuná, creencia. También este nivel está basado en
la evidencia, pero le falta la claridad absoluta del conocimiento. Por ejemplo, estás dispuesto a aceptar un
cheque de un buen amigo sin preocuparte por la posibilidad de que rebote, a pesar de que desconoces el
balance exacto de su cuenta bancaria. La brecha entre conocimiento y creencia puede deberse a falta de
evidencia o por una pregunta irresuelta que socaba la certeza.

Convicciones infundadas
Estas dos categorías de convicciones carecen de cualquier base válida:

3. Condicionamiento social
Toda persona es criada con cierto grupo de creencias, que varían de sociedad en sociedad. Quienes
crecen en India creen que las vacas son sagradas. Quienes crecen en una sociedad occidental tienden a creer
que no hay verdades absolutas. Un árabe nacido y criado en Gaza seguramente creerá que los judíos son
opresores malvados. A menos que examinen la validez de sus convicciones, estas personas permanecerán
siendo sólo un producto de su sociedad, porque sus creencias son meramente un accidente de nacimiento.

Analizar independientemente tus creencias requiere un esfuerzo intensivo, por lo que es mucho más
cómodo dejarte llevar por la corriente de lo que piensa tu sociedad y adoptar sus creencias como propias.

4. Fe ciega (Emuná tefelá)


La fe ciega es una convicción basada en un deseo físico o emocional de que algo sea cierto. Esta forma
de fe carece de todo tipo de evidencia para sustanciar su posición. De hecho, las personas que confían
ciegamente a menudo están dispuestas a dar un salto de fe que va en contra de la evidencia que puede
contradecir sus convicciones. Por ejemplo, un fumador puede decir confiadamente: “Este cigarrillo no me
dañará”, a pesar de conocer la abrumadora evidencia respecto a que fumar pone en riesgo la vida.

Enfrentar tus preguntas


fortalecerá tu claridad y
disipará tus dudas, mientras
que desatenderlas, garantizará que
tu creencia nunca sea firme como
una roca.

A partir de estas cuatro definiciones, estima la calidad actual de tu creencia en Hashem. Una vez que
hayas identificado tu nivel, puedes comenzar a esforzarte para fortalecer tu creencia, ya sea llenando los vacíos
de tu entendimiento o buscando respuestas a las preguntas que debilitan tu seguridad en la existencia de

2
Hashem. Si bien esto puede ser un poco incómodo, enfrentar tus preguntas fortalecerá tu claridad y disipará tus
dudas, mientras que desatenderlas, garantizará que tu creencia nunca sea firme como una roca.

¿Quién es Dios?
Un estudiante de Aish HaTorá desafió en una ocasión a Rav Nóaj Weinberg con la siguiente pregunta. Su
hermana estaba viajando con una amiga por Sudamérica, tuvieron un terrible accidente de tráfico y la amiga
sufrió dolorosas quemaduras en todo el cuerpo. En el hospital se le acercó y comenzó a hablarle un cristiano
evangélico y le dijo que si aceptaba a JC como su salvador, su terrible dolor terminaría. La amiga le pidió que se
fuera y la dejara tranquila.
Al día siguiente, el cristiano volvió y nuevamente le prometió que su dolor terminaría si aceptaba a JC.
En un momento de debilidad, ella dijo que lo aceptaba como su salvador y, efectivamente, su dolor desapareció
de inmediato.
El estudiante le preguntó a Rav Weinberg: “Si los milagros son una prueba de la existencia de Dios, ¿no
sirve esta historia como una prueba a favor del cristianismo?”.
Rav Weinberg le respondió con la siguiente parábola:
Imagina que la ONU convoca a una conferencia internacional sobre la existencia de Dios. Líderes
religiosos y filósofos de gran renombre viajan de todo el mundo para asistir a la conferencia.
En medio de las discusiones, un hombre de aspecto poderoso se dirige al estrado y grita: “¡Silencio!”. De
repente, todo el edificio se despega del piso y empieza a levitar.
Todos están sorprendidos. Luego, el hombre dice: “¡Observen!”. Para asombro de todo el grupo, el
edificio comienza a volar sobre la ciudad.
“¡Ahora sumerjámonos en el agua!” dice, y el edificio de la ONU va directo al océano. A través de las
ventanas la gente puede ver los peces nadando.
“¡Ahora vayamos al espacio exterior!”. El edificio comienza a subir y aterriza en la luna.
Después de recoger piedras como recuerdo de la luna, el hombre dirige el edificio de la ONU
nuevamente hacia la tierra y aterriza en su lugar original.
Todos están mudos de asombro. Entonces el hombre les dice a todos los filósofos y líderes religiosos:
“Yo soy Dios, ¡póstrense ante mí!”.
Todos los presentes se reverencian, implorándole que sea misericordioso con ellos. La única persona
que continúa parada es un anciano conserje judío, de ascendencia europea, que trabaja para la ONU. A pesar de
las súplicas de los demás, él continúa de pie y le dice a ese hombre poderoso: “Señor, yo no tengo idea cómo
hizo lo que hizo, pero usted no es Dios”.
¿Cómo podemos entender la confiada negación del conserje a reverenciarse? Para responder,
cambiemos el final de la historia.
Bajan del espacio exterior y el hombre poderoso dice: “Yo soy un sapo, ¡póstrense ante mí!”. ¿Crees que
alguien lo reverenciaría? Probablemente dirían algo similar a lo que dijo el portero judío: “Señor, no tengo idea
cómo lo hizo, pero usted no es un sapo”.
Todos saben que un ser humano no puede ser un sapo, porque todos entendemos lo que es un sapo y lo
que es un ser humano. El anciano conserje judío tenía un entendimiento de Hashem lo suficientemente claro
como para saber que un ser humano nunca puede ser Dios, más allá de los milagros que haga. Pero si no tienes
una clara definición de Dios, entonces corres el riesgo de llegar a conclusiones falsas, especialmente cuando hay
milagros de por medio. Incluso puedes llegar a creer que JC es responsable de la recuperación de alguien
cuando, en realidad, no hay ninguna correlación lógica entre las dos cosas.
Entonces, ¿cuál es la definición judía de Dios?

Creador, Sustentador y Supervisor

3
Hay tres axiomas principales que definen a Hashem, y estamos obligados a entender y creer cada uno de
ellos como parte de la mitzvá de saber que Dios existe:
1. Hashem es el Creador del universo, y creó al universo de la nada.
2. Hashem es el Sustentador que continuamente hace que exista cada partícula del universo.
3. Hashem es el Supervisor que dirige todo lo que nos ocurre.3

Cada uno de estos axiomas tiene implicancias importantes en la vida diaria.

1. Creador implica que Hashem nos ama


El amor se expresa al dar. Y cuanto más altruista es la entrega, más expresa el amor del dador. Cuando
se da un regalo con un motivo ulterior, eso es manipulación, no amor. Dado que Hashem es infinito y perfecto,
no hay nada que Él pueda recibir de nosotros. Por lo tanto, Su regalo de crear la vida es la expresión de amor
más pura posible, y sólo puede ser para beneficio del receptor. Se nos dio la oportunidad de desarrollar una
relación personal con el infinito Creador del Universo, el regalo más grande posible, y no hay nada que hayamos
hecho para merecerlo. De hecho, como dijo el Rey David: “El mundo se construye sobre la bondad” (Tehilim
89:3).

2. Sustentador implica que no hay otro poder al cual recurrir


Que Hashem sea Sustentador implica que en el universo nada existe de manera independiente; todo
existe sólo porque Dios desea que así sea. Esto implica que apoyarse en cualquier poder o persona más allá de
Dios será infructífero porque, a final de cuentas, todos esos poderes dependen completamente de Dios. Sólo
pueden ayudarnos si Hashem decide obrar a través de ellos, convirtiéndolos en Sus mensajeros. Por lo tanto,
sólo tiene sentido ir a la fuente; negociar con el titiritero, no con los títeres.

3. Supervisor implica que no hay accidentes


Hashem, en su rol de Supervisor, orquesta y dirige todo lo que nos ocurre. Incluso los eventos triviales
ocurren por una razón, tal como enseña el Talmud que incluso la frustración de tener que meter tu mano una
segunda vez en el bolsillo para sacar la moneda correcta es una lección de Dios (ver Brajot 5a).
No hay accidentes, todo lo que nos ocurre es un mensaje personal de Hashem. Dios nos habla
constantemente a través de los eventos que ocurren en nuestra vida diaria. Presta atención y escucha.
El pueblo judío sobrevivió como una pequeña minoría en un mundo muy hostil durante más de 2000 años de
exilio. Nos aferramos a nuestras creencias a pesar de la incesante persecución, porque teníamos la absoluta
seguridad de que nuestras creencias eran ciertas. Entendimos la base intelectual de nuestras creencias
fundamentales, y eso nos permitió rechazar todos los intentos para convertirnos, sin importar las terribles
consecuencias que enfrentamos. Esta claridad de convicción es lo que nos permitirá sobrevivir a las incesantes
tentaciones de la sociedad secular, así como darles a nuestros hijos un sólido entendimiento de la realidad de
Hashem y de Su Torá.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- ---
3 El Séfer HaJinuj incluye estos tres aspectos en su explicación de la mitzvá de saber que Dios
existe:
a. Creador: “Creer que el mundo tiene un Dios que ha creado todo…”
b. Sustentador: “…todo lo que fue, es y será eternamente proviene de Su poder y de Su voluntad…”
c. Supervisor: “…Él nos sacó de la Tierra de Egipto y nos entregó la Torá”.

También podría gustarte