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BARRIENTOS OLVERA ADA CESIAH

Adorno, Theodor, Dialéctica negativa, trad. José María Ripalda, Madrid, Taurus, 1975,
410 p. (Introducción, pp. 11-33)

En una de las obras más importantes del filósofo alemán Theodor Adorno expone con
mucha más precisión lo que en su obra en colaboración con Max Horkeimer Dialéctica
de la Ilustración (1944) había ensayado; a saber, su propuesta teórica de la Dialéctica
negativa. En estas páginas introductorias presenta una aguda crítica a la filosofía
occidental la cual, según Adorno, ha fracasado en su prometido de ser idéntica con la
realidad. Adorno se enfrenta con la filosofía positiva y principalmente con la dialéctica
hegeliana que se ha encargado de desproporcionar la realidad y falló en su intento por
conceptualizar filosóficamente lo heterogéneo (p. 12).

Por lo tanto, y a la par, Adorno propone una dialética que afirme que los objetos
son más que sus conceptos, es decir “que contradicen la norma tradicional de la
adaequatio”. Este filósofo aqueja a la filosofía que ha hecho de la conciencia una
tendencia a la unidad-identidad, dejando a un lado lo diferente y contradictorio, siendo
que, para Adorno, eso es la realidad, la realidad histórica: “mientras mida lo que no le es
idéntico con su pretensión de totalidad, lo distinto tendrá que parecer divergente,
disonante, negativo. Esto es lo que la dialéctica reprocha a la conciencia como una
contradicción.” (P. 14)

De modo que, la propuesta de Theodor Adorno es “Cambiar esta dirección de lo


conceptual, volverlo hacia lo diferente en sí mismo: ahí está el gozne de la dialéctica
negativa.” (p. 21). Es decir, desmitologizar el concepto, que no ha permitido el
conocimiento de las cosas porque busca la unidad y la homogeneidad. Es menester
cambiar el pensamiento identitario para percibir la realidad como histórica, cambiante y
contradictoria. Ser conscientes del lenguaje y sus limitaciones y alejarse de las
percepciones falsas de pretensiones absolutas, objetivas y totalizantes, que han causado
estragos a nivel ontológico y a nivel histórico-social, pues Adorno reconoce que las
manifestaciones de los regímenes totalitarios se vinculan con esta forma de
pensamiento.

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