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Las desigualdades persisten en las áreas geográficas y entre grupos étnicos, y los
pueblos indígenas continúan particularmente en desventaja, algo que el censo de
2018 volvió a confirmar. En esencia, hay “dos Guatemalas”, una con buena posición
económica y una pobre, una urbana y otra rural, una ladina y otra indígena con
grandes brechas sociales y económicas. Estas diferencias se ven agravadas por la
alta vulnerabilidad del país al cambio climático, que afecta la desnutrición, la salud,
la seguridad alimentaria, los recursos hídricos y los ecosistemas naturales.
Acelerar el crecimiento será crucial para lograr los objetivos sociales a mediano y
largo plazo del país. Si bien las reformas de políticas en favor de los pobres podrían
generar mejoras marginales, se necesita un cambio en el crecimiento económico.
Impulsar ese crecimiento dependerá de reformas continuas para movilizar una
mayor inversión privada y generar más ingresos para financiar importantes
inversiones en infraestructura y capital humano.
Otros desafíos cada vez más importantes para Guatemala son fortalecer la
gobernanza, aumentar la rendición de cuentas y la participación ciudadana y
mejorar los niveles de seguridad pública. Los altos niveles de delincuencia y
violencia representan enormes costos humanos y económicos para el país.
(bancomundial.or, 2020)
Depende de cuándo aparezca una vacuna o una cura y pueda ser administrada a
miles de millones de personas.
La reanimación será diferente si pasa dentro de unos meses o un año o más tiempo,
pero a pesar de esto, salir del coronavirus no va a resolver el legado de devastación
económica que dejó en el camino. (Martínez, 2020)
¿Qué tiene que ver la discusión de las medidas económicas con la gestión efectiva
de la epidemia del covid-19? ¡Tiene absolutamente todo que ver!
Por eso, hoy hago un llamado urgente al presidente para que el gobierno acelere el
paso y simplifique los procesos que lleven a ejecutar esa asistencia económica de
manera inmediata. No solo es necesaria para contener el deterioro de la economía;
es determinante para interrumpir la transmisión del virus, al asegurar el
cumplimiento del “Quédate en casa”.
El gobierno no puede exigirle a la gente que se quede metida en su casa si no tiene
cómo asegurar que sus familias contarán con alimento y con un ingreso mínimo que
les permita afrontar otros gastos mientras dura este período especial. La gente no
debe tener que escoger entre conservar su empleo y arriesgarse a infectarse con el
virus con tal de que no la despidan o suspendan, especialmente, en una economía
que normalmente ofrece tan pocos puestos de trabajo formales. Es obvio que la
gente tomará el riesgo, pues ingenuamente cree poco probable que se contagie o
que enferme.
Si los que tienen empleo formal están sufriendo económicamente, imagínese cómo
le va a quienes sobreviven en la economía informal, que viven de sus ingresos del
día; no digamos quiénes son pequeños agricultores o en infrasubsistencia, sin poder
cultivar o perdiendo sus cosechas; o a los profesionales en autoempleo, que han
tenido que dejar de ofertar sus servicios o cerrar sus centros de trabajo. Esta
epidemia ha desnudado plenamente la extrema fragilidad de la economía
guatemalteca: no solo afecta a la micro y pequeña empresa, o a la mediana, sino
también a las grandes empresas. ¡Nadie diría que son estas las que normalmente
acaparan la mayor parte de la riqueza que se genera en el país!