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hacernos cada vez que conmemoramos estas fechas, acerca de los grandes genocidios
de la historia es si podrían volver a repetirse, si lo que pasó- el exterminio sistemático
o la desaparición de miles de personas por motivos raciales, étnicos , políticos,
culturales y hasta económicos- podría volver a ocurrir o solo fue el horror perpetrado
por la monstruosidad de seres ¿“humanos”? y sistemas totalitarios emparentados con
el mal absoluto.
terroríficamente normales”.
crueldad y sin ninguna compasión para con otros seres humanos, para los que no se han encontrado traumas o cualquier
desvío de la personalidad que justificaran sus actos. En resumen: eran «personas normales», a pesar de los actos que
cometieron, y por ello, justamente juzgados.
Hay dos cosas que son importantes resaltar: por un lado, que Arendt era judía, estuvo detenida en campos de
concentración en Francia y consiguió huir a EEUU con una visa; por el otro, ella no consideraba banal al sistema totalitario
sino a las personas que tuvieron un rol secundario en la misma. En este sentido, gran parte del pueblo alemán acompañó y
sostuvo el régimen perpetrado por Hitler.
¿Por qué hacer referencia al régimen nazi (y a otras experiencias de exterminio) y al concepto de “banalidad del mal” de
Arendt, en una fecha en la que nos invita a rememorar un momento nefasto de nuestra historia, como fue la última
dictadura cívico-militar?
Más allá de las particularidades históricas que trabajarán con el profesor Ochoa, quisiera que pensemos juntos/as algunas
categorías:
Todos aquellos actos de eliminación y/o exterminio del otro por cuestiones raciales, políticas, étnicas, ideológicas,
realizados en forma sistemática y planificada por un Estado, son actos que afectan al conjunto de la humanidad.
No es sólo un problema de las víctimas, de los afectados directos, no es el problema de quien sobrevivió a un
campo de concentración, de quien sobrevivió a la represión o a la masacre. Es el problema de todos quienes
sobrevivimos.
Apropiarnos de estas experiencias, no como algo ajeno o que nunca podrían volver a suceder, nos permiten abrir
una serie de interrogantes sobre el pasado y el presente: qué hice, cómo pudo suceder, qué estoy dispuesto a
hacer ahora, cuánto me atraviesa, cómo me atraviesa, cuáles de esos efectos de terror me siguen constituyendo,
cuántas de mis prácticas y de mis posibilidades se explican por esos hechos y cómo las elaboro en la actualidad.
Por ejemplo, en los últimos años ha renacido un discurso que busca justificar de manera explícita la desaparición
sistemática de personas en la última dictadura o la apropiación de bebés y la consecuente negación de sus
identidades, como si los seres humanos fuéramos simples medios para la consecución de otros fines superiores.
El estudio de estas experiencias permitirá adentrarnos en una serie de debates que han resultado fundamentales
en el campo de la filosofía, la historia, las ciencias políticas y la pedagogía: la “negación y eliminación del otro”.
Como señala Tzvetan Todorov, podemos hallar las primeras narrativas de este tipo durante el proceso de
“conquista europeo” sobre América; a ese “otro” ya no le alcanzaba con la “conversión” o “civilizarse”, ahora se
trataba del exterminio del “otro”, algo que podemos rastrear en el genocidio armenio pero que luego de la
experiencia del nazismo alemán se expandió hacia todos los continentes.
Otro de los tópicos centrales del debate posterior al Holocausto, y que influye también en el análisis de nuestra
historia, tuvo que ver con los alcances y utilidades de la ciencia. Si la “promesa de la Modernidad y la Ilustración
Moderna” había sido la emancipación de los hombres a través del conocimiento, los campos de exterminio -
particularmente Auschwitz- y otras formas sistemáticas de eliminación de personas obligaban a debatir el sentido
del desarrollo tecnológico. La racionalidad burocrática y el conjunto de técnicas utilizadas para el exterminio,
evidenciaban que el conocimiento científico también podía servir para la destrucción de la humanidad.
Una visión crítica pondrá al Holocausto, al antisemitismo, y a las prácticas negacionistas de “lo otro” en general,
en el contexto de la historia y no en un ámbito metafísico; es decir un análisis crítico que nos corre de una
perspectiva de Mal o Bien Absolutos. Estas acciones fueron protagonizadas por seres humanos: victimarios,
víctimas y testigos, sucedieron en décadas recientes y no estamos exentos de la posibilidad de su repetición. De
este modo, podamos hacer del estudio de los genocidios en el siglo XX una premisa para, desde una racionalidad
crítica, cuestionar nuevas formas de intento de “eliminar” lo otro, lo diferente, y actuar en consecuencia.
CONSIGNAS DE TRABAJO:
1) Leer atentamente este documento y analizar el discurso que hace Hannah Arendt en la película, acerca de “la
banalidad del mal”. Tienen disponible el link en el documento y también una breve explicación.
2) Realizar una producción escrita, extensión mínima 400 palabras y máxima 500 palabras, en la que puedan
reflexionar sobre la última dictadura cívica-militar desde la categoría de “banalidad del mal” propuesta por
Arendt. ¿En qué hechos, frases o situaciones podemos verla reflejada?
3) Retomando la categoría de “banalidad del mal”, ¿En qué otras situaciones/ejemplos cotidianos (al menos
uno) pueden verse reflejado este concepto en relación a los “otros”? Justificar tu elección.