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Mijail M.

Bajtín

PROBLEMAS
LITERARIOS
Y ESTÉTICOS

EDITORIAL ARTE Y LITERATURA


CIUDAD DE LA HABANA, 1986
NOTA DE LA EDITORIAL SOVIÉTICA

En <1 /ik -.i hIc libro se. lian recopilado las investigaciones so­
bre /enría literaria realizadas por el destacado científico y
filólogo ■.m ieh,,, Mijaíl Mijáilovich Bajtín (1895-1975), es­
trila. eii dtvei'.o'. míos y reimpresas en los últimos tiempos
Traducción / Alfredo Caballero en la revista V'iipio i lileiaturi (Cuestiones de literatura) y
Edición / Omelio Ramos Metieres «■n otras laihhi ia iiint s, algunos materiales aparecen por pri­
Corrección tipográfica / José A. Fernández
mera tioz.
Cubierta / Alejandro Luis García Chaple
I.a propaiiKiíni de esta obra para su impresión fue la
última labor </<• M. Al. Ha ¡lili.
El libio .• inicia con el texto titulad) «El problema
del contenido, tlel mulmial y de la forma en la creación ar­
Primera traducción al español tística ceibal", escrito en 192'1 por encargo de la revista
lile ski sov f iiKiiiiik (l'l < oiili-nipoi'iíneo Ruso), muy renom­
brada en aquel enlom es y uno </« cuyos directores era .4. M.
Sobre la presente edición: Gorki. En < -.<i oportunidad dicho trabajo no vio la luz, pues
Editorial Arte y Literatura, 1986 la revista dejo de c.tistii muy pronto. Al valorar este anti­
guo ensayo de l\t. A/. Bajtín es indispensable considerar que
fue creado en el mano de uno amplia y aguda discusión en
Este libro ha sido procesado en el Combinado
torno a los problemas mvlodologu os general w de la teoría y
Poligráfico «Alfredo Ixjpez» del Ministerio de la crítica literarias. I.a obra del joven científico constituía
Cultura, terminado en mayo de 1986, «Año del una singular réplica en este diálogo metodológico, una répli­
XXX Aniversario del Desembarco del Granma», ca importante y original que. sin embargo, debido a las cir­
Ciudad de La Habana, 08-07. cunstancias. «se deslizaba» del diálogo de entonces. Para
ofrecer una imagen más plena y objetiva de la vida científi­
ca de aquel tiempo, la publicación de este trabajo tendrá
EDITORIAL ARTE Y LITERATURA una importancia verdaderamente esencial.
Palacio del Segundo Cabo M. M. Bajtín ocupó una posición muy independiente y
OTleilly no. 4, Habana Vieja científicamente fecunda en el abordaje de los problemas del
Ciudad de La Habana, Cuba contenido y la forma de la obra literaria. Su concepción,
como lo demuestra el trabajo que se publica, se definía en
un rechazo polémico de la orientación representada en la
8 M. M. BAJTÍN
PKOIII.I IM AS IJIIItAHlOS Y ESTÉTICOS 9
poética por la «escuela formal» (con respecto a dicha orien­
¡i<> y del cronotopo en la novela») relacionada con su libro
tación es profundamente crítico). Como les natural, el tietn-
dedicado <i lina de las variedades de la novela europea, la lla­
po en que lo escribió se pone de manifiesto en la terminología
mada «novela de educación» (cuyo original no se conservó).
utilizada por el autor; ahora bien, al valerse de algunos tér­
Este ensayo de M. M. Bajtín, escrito entre 1937 y 1938, an­
minos empleados en aquellos años, los enriquece con un ticipo la actualidad que ha adquirido en la teoría literaria so­
contenido personal originalísimo. De manera que ese ensayo viética el problema del tiempo y el espacio en la literatura.
conserva su vigencia teórica incluso para el presente (ha Al prepararlo para su impresión, en 1973, Bajtín le añadió
sido publicado parcialmente en el libro Contexto 1973 —Edi­ el capí lulo «Observaciones como conclusión» (un fragmento
torial \«Naúka»; Moscú, 1974—, del Instituto de Literatura ile «Formas del tiempo y del cronotopo en la novela» fue pu­
Universal de la Academia de Ciencias de la URSS). blicado en Voprosi literaturi, no. 3 de 1974).
Los demás trabajos incluidos en el présente libro se El ensayo «Rebeláis y Gógol» constituye una parte de
ciñen al estudio de los dos problemas fundamentales que la disertación de M. M. Bajtín «Rabelais en la historia del
demandaron la mayor atención por parle de M. M. Bajtín a realismo», que no incluyó en su libro sobre este escritor
lo largo de toda su actividad creadora: el de la novela como (se publicó en la recopilación Contexto 1972, Editorial «Naú-
género rector y más específico de la literatura de la época ka», Moscú, 1973).
moderna y el de la palabra literaria, particularmente de la I.os trabajos incluidos examinan una amplia gama de
palabra de la prosa artística. Los intereses científicos de M. problemas relativos a la teoría literaria y la poética histórica.
M. Bajtín estuvieron concentrados en la intersección de am­ Al mismo tiempo, ofici en una visión acerca de la integrali-
bos problemas. dad de la creación científica de M. M. Bajtín. Por otra par­
El tema relacionado con «La palabra en la novela», de te, los princi pales tenias elucidados —la teoría de la novela
gran extensión, fue desarrollado entre los años 1934 y 1935 y de la palabra artístico literaria posibilitan una estructu­
bajo el título de «La palabra en la poesía y en la prosa» (dos ración armoniosa de este con junto de valiosos ensayos que
capítulos fueron publicados en Voprosi literaturi, no. 6 de nos brindan una investigación. multilateral y a la vez impreg­
1972). Posteriormente el autor lo retomó en la ponencia nada de una idea única, de la naturaleza artística del género
«La palabra en la novela», leída el 14 de octubre de 1940 rector de. la literatura en la época moderna.
en el Instituto de Literatura Universal de la Academia de
Ciencias de la URSS (fue divulgada en forma de dos artícu­
los: en Voprosi literaturi, no. 8 de 1965, y en la recopilación
Literatura rusa y extranjera, Saransk, 1967; en esta edición,
el trabajo fue titulado «De la prehistoria de la palabra de la
novela»). Un poco más tarde (él 24 de marzo de 1941),
también en el mencionado Instituto, M. M. Bajtín leyó una
segunda ponendia: «La novela como género literario» (pu­
blicada en Voprosi literaturi, no. 1 de 1970, con el título
«La épica y la novela», que mantiene en esta antología).
La teoría de la novela Se analiza en las obras de M.
M. Bajtín en sus distintas facetas y en sus diferentes aspec­
tos. El autor dedicó una investigación especial al problema
del tiempo y el espacio en la novela (véase «Formas del tiem-
EL PROBLEMA DEL CONTENIDO,
DEL MATERIAL Y DE LA FORMA
EN.LA CREACIÓN ARTÍSTICA VERBAL
t

El presente ensayo constituye un intento de análisis metodo­


lógico de los conceptos y problemas fundamentales de la
poética sobre la base de la estética sistemática general.
Como punto de partida de nuestra investigación han ser­
vido algunos trabajos rusos acerca de la poética, cuyos pos­
tulados esenciales sometemos a un análisis crítico en los pri­
meros capítulos; sin embargo, aquí no abordamos las tenden­
cias de las diversas investigaciones en su conjunto y en su
definición histórica, ni damos su valoración: en el primer
plano aparece para nosotros sólo el valor puramente sistemá­
tico de los conceptos y postulados básicos. Tampoco entran
QQ nuestra larca los resúmenes de obras sobre poética de
carácter histórico o informativo: en los estudios donde se
plantean objetivo', puramente sistemáticos y las magnitudes
válidas pueden ser sólo los postulados y las demostraciones
teóricas, aquéllos no siempre son convenientes. También
hemos liberado nuestra labor de un excesivo lastre de citas y
remisiones que carecen en absoluto de importancia metodo­
lógica directa en investigaciones no históricas, y que resultan
completamente sobrantes cu una obra condensada de carác­
ter sistemático: son innecesarias pura el lector competente e
inútiles para el incompetente.
ritoinj:mah i.itkiukios y estéticos
13

<0.1 < 01110 vci-ctnoe más adelante, la joven poética rusa


CAPÍTULO I tampoco bu anlildo evitar esto siempre. El construir una
vm-iii 1.1 mui 11 otra esferu do la creación cultural con-
ici vinido líala la complejidad, plenitud y originalidad del ob­
jeto, cu un iisunto altanu'iilo difícil.
La teoría del arte y la estética general A pinar <lo la indudable productividad o importancia
de la obiaa rima aibre poética aparecidas en los últimos
añm la pnab ioii científica general ocupada por la mayorí;
Actualmente, en Rusia se desarrolla en alto grado un traba­ do elbm no pio ili rier reconocida como enteramente fidedigna
jo serio y fructífero en la esfera de la teoría del arte. La y naliaíadoi ia, c lo no H'líerc. en particular, a los trabajos
literatura científica rusa se ha enriquecido en los últimos de los ii-prc eniaiiii 1 del llamado método formal o morfoló­
años con Valiosas obras, particularmente relacionadas con la gico. pero e i-xtli'iidc también a algunas investigaciones que
poética. Incluso puede hablarse abiertamente de un cierto no aceptan i-.le método en nbaolulo aunque tienen premisas
auge de la teoría del arte en Rusia, sobre todo en compara­ comunes con el: talen non Ion excelentes trabajos del profesor
ción con el período precedente, cuando la esfera del arte era V. M. Zhirmutwkl.
el principal refugio de todo tipo de palabrería científicamen­ Lo iiiHailisfaetorio de ln punición científica de estas obras
te irresponsable que pretendía la profundidad de pensamien­ sobre poética se eondieionn en definitiva, por una actitud
to: todas aquellas ideas y consideraciones presentadas como incorrecta o, en el mejor de Ion nisixs, melódicamente inde­
profundas y vitalmente fructíferas pero que no podían in­ finida de la poética que ion fruyen ante la estética sistemá-
cluirse en ninguna ciencia (o sea, que no podían hallar un tico-filosófica general. Es mi pecado general de la teoría
lugar en una unidad objetiva del conocimiento), las llama­ del arte, en todas sus 1 liras, que hc comete en la cuna mis­
das «vagas revelaciones», habitualmente se manifestaban y
ma de esta ciencia y que con: i le en mui uclilud negativa
situaban en un orden externo casual de conformidad con
hacia lia estética general, en un rechazo intransigente a su
el arte de una u otra obra. El pensamiento semicientífico
dirección. La ciencia acerca del arle a menudo es definida
estetizado, que por un malentendido se llamara a sí mismo
a través de su contraposición a la estética filosófica no cien­
alguna vez científico, siempre sintió apego por el arte, per­
tífica. Construir un sistema do valoraciones científicas so­
cibiendo su parentesco sanguíneo —aunque no totalmente
bre un arte determinado en el caso dado, el yerbal—• in­
lícito— con él.
dependientemente de las cuestiones relativas a la esencia del
Ahora la situación de las cosas cambia: el reconocimien­ arte en general: tal es la tendencia de los trabajos contempo­
to de los derechos exclusivos del pensamiento científico tam­ ráneos sobre poética.
bién en la esfera del estudio del arte se hace patrimonio de
círculos amplios; casi puede hablarse ya del otro extremo —la Si por esencia del arle se entiende la metafísica de éste,
moda de lo científico, del cientificismo superficial, del tono entonces en verdad hay que concordar con que el carácter
precoz y presuntuoso del carácter científico—, allí donde científico es posible sólo donde la investigación se efectúe sin
el tiempo de la verdadera ciencia aún no ha madurado, pues­ tener en cuenta semejantes problemas. Pero, por suerte, ya
to que la tendencia a construir una ciencia a toda costa y no hay que polemizar seriamente con la metafísica, y la in­
lo antes posible conduce a la extrema disminución del nivel dependencia que pretende la poética recibe un sentido total­
de la problemática, el empobrecimiento del objeto que se mente distinto, más triste para ella, el cual puede definirse
somete a estudio, e incluso a la sustitución de este objeto como la pretensión de construir una ciencia sobre un deter­
—en nuestro caso, la creación artística— por alguna otra minado arte independientemente del conocimiento y de la
rROl.l l'.MAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 15
14 M. M. BAJTÍN

mitin podiin refutur, ya que una naturaleza desnuda puede


definición sistemática de la peculiaridad de lo estético en la <>l<> < t (".piolada: <•! hecho y la peculiaridad puramente fac­
unidad de la cultura humana. tual'.■> im licncii (Icroelio al voto: para recibirlo, deben deve­
De hecho, semejante pretcnsión es completamente irrea­ nir iiilidn. Pero pina devenir sentido hay que integrarse
lizable: sin un concepto sistemático <lc lo estético, tanto en a la unidad y nivpim la ley de la unidad: un sentido aislado
su diferencia de lo cognoscitivo y lo ético como en su nexo en lina conlradictio in udjeclo.' So puede superar la discor­
con ellos en la unidad de la cultura, no se puede ni siquiera dancia metodológica en la esfera del estudio del arte no
diferenciar el objeto sometido al estudio de la poética —la mediante la creación de un método quo intervenga en la
obra artística en la palabra de la masa de obras verbales lucliu general de todos los métodos, para explotar sólo a su
de otra índole; y este concepto sistemático, c'aro está, es modo la factualidad del arte, sino únicamente por la vía de
introducido en cada ocasión por la investigación, pero de la fundamentación sistemático-filosófica del hecho y de la
una manera totalmente no crítica. peculiaridad del arte en la unidad de la cultura humana.
Algunas veces se asegura que este concepto puede ser La poética, privada de la base de la estética sistemáti­
hallado directamente en el objeto de estudio; que el investi­ co-filosófica, se vuelve vacilante y casual en sus fundamen­
gador de la teoría literaria no necesita remitirse en absoluto tos mismos. La poética, definida sistemáticamente, debe ser
a la filosofía sistemática en busca del concepto de lo estético, la estética de la creación artística verbal. Esta definición
y que lo encontrará en la propia literatura. subraya su dependencia de la estética general.
En realidad, lo estético de cierta manera está dado en La ausencia de una orientación estética general siste-
la obra artística misma —el filósofo no lo inventa—; pero mático-filosófica, de una observación constante y metodoló­
sólo la filosofía sistemática con sus métodos puede compren­ gicamente elaborada de las otras artes, de la unidad del
der de modo científico su peculiaridad, su relación con lo arte como esfera de una cultura humana única, conduce a
ético y lo cognoscitivo, su lugar en el conjunto de la culiura la actual poética rusa2 a una extrema simplificación de la
artística y, por último, las fronteras de su aplicación. El tarea científica, a la superficialidad y falta de plenitud del
concepto de lo estético no puede extraerse intuitiva o empí­ abarcamiento del objeto que se somete a estucho: una inves­
ricamente de la obra artística, pues entonces sería ingenuo, tigación se siente segura sólo donde se mueve en la periferia
subjetivo e inestable; para una autodefinición exacta y segu­ misma de la creación artística verbal; se abstrae de todos
ra, le es indispensable una interdefinición con las otras es­ los problemas que llevan al arte hacia el gran camino de la
feras en la unidad de la cultura artística. cultura humana única y que son irresolubles fuera de una
Ni un solo valor cultural, ni un solo punto de vista amplia orientación filosófica; la poética se une en estrecho
creador puede o debe quedarse en el peldaño de la simple abrazo a la lingüística, temiendo alejarse de ella aunque sea
existencia, de la desnuda factualidad de orden psicológico o
histórico; sólo una definición sistemática en la unidad de 1 Contradicción lógico-formal entre lo que determina y lo que se
sentido de la cultura supera la factualidad del valor cultu­ determina (en latín en el original).
ral. La autonomía del arte se fundamenta y garantiza por su 2 Entre las obras rusas sobre poética y metodología de historia de
participación en la unidad de la cultura, por el hecho de la literatura, de los últimos tiempos, hay algunas que, claro está,
que aquél ocupa en ésta un lugar no sólo peculiar, sino han ocupado una posición metodológica más correcta desde nues­
tro punto de vista. Merece especial atención el notable artículo
también imprescindible e insustituible; en el caso contrario, de A. A. Smirnov «Vías y tareas de la ciencia sobre la literatura»
esta autonomía sería sencillamente una arbitrariedad. Por (en Literatúrnaya mísZ, no. II, 1923). Nosotros nos adherimos a
otra parte, al arte podrían imponérsele cualesquiera objeti­ muchos de sus postulados y conclusiones.
vos y finalidades ajenos a su naturaleza desnuda-factual: él
16 M. M. BAJTÍN NIOBI.KMAB 1.ITKRAR1OS 1 ESTÉTICOS 17

un solo paso (en la mayoría de los lingüistas y en V. M. vo-cieiitificos y, en otros casos, demostrables directamente
Zhirmunski), y a veces tratando abiertamente de convertirse nwdiuntc las matemáticas.
sólo en una parte de la lingüística (en V. V. Vinográdov). Por esta vía, la teoría del arte llega a la creación de
Para la poética, al igual que para toda estética especia­ la premisa del carácter estético general, la cual es psicológica
lizada, donde además de los principios estético-generales hay o históricamente comprensible por entero sobre la base de
que tener en cuenta la naturaleza del material —en el caso lo dicho por nosotros, pero a duras penas legítima y facti­
dado, el verbal—, la lingüística es indispensable como dis­ ble de ser demostrada de modo sistemático. Esta premisa,
ciplina auxiliar; pero aquí ésta comienza a ocupar un lugar desarrollando un poco lo expresado antes, la formulamos
dirigente que no le resulta nada conveniente, pues es casi el del siguiente modo: la actividad estética está orientada a un
mismo lugar que debiera ocupar lal estética general. material, sólo le da forma; una forma estéticamente válida
El fenómeno señalado es altamente característico de las es una forma del material, comprendido desde el punto de
ciencias sobre las artes que se autocontraponen a la estética: vista de las ciencias naturales o de la lingüística; las afirma­
en la mayoría de los casos, ellas valoran de forma incorrecta ciones de los artistas acerca de que su creación es valiosa,
la significación del material en la creación artística, y esta está dirigida al mundo y a la realidad y tiene que ver con las
sobrestimación del elemento material se condiciona por al­ personas, las relaciones sociales y los valores éticos, religio­
gunas consideraciones fundamentales. sos y de otra índole, no son más que metáforas, ya que en rea­
lidad al artista se le ofrede sólo el material: el espacio fisico­
En su tiempo, fue proclamada una consigna clásica; no
matemático, la masa, el sonido de la acústica o la palabra de
hay arte, sólo hay diversas artes. Este postulado planteaba
la lingüística, y puede ocupar una posición artística sólo res­
de hecho la primacía del material en la creación artística,
pecto del material dado.
ya que el material es precisamente eso que distingue al arte
Esta premisa de carácter estético general, que yace si­
y —si se promueve metódicamente a primer plano en la
lenciosa o manifiestamente sobre la base de muchos traba­
conciencia del estético— aísla las distintas artes. Pero, ¿qur'
jos y de corrientes enteras en la esfera de las ciencias acerca
condiciona esta primacía del material? ¿Es legítima desde
de las diversas artes, nos da derecho a hablar de una concep­
el punto de vista metódico?
ción estética general especial que ellos plantean en forma no
En su tendencia a construir los juicios científicos sobre crítica y que nosotros llamaremos estética material.
el arte, independientemente de la estética filosófica general, La estética material es como la hipótesis de trabajo de
la teoría del arte encuentra el material como la base más las direcciones de la teoría del arte, que pretenden ser inde­
sólida para el enjuiciamiento científico, pues la orientación pendientes de la estética general; en ella se apoyan tanto los
al material crea una atrayente proximidad a la ciencia em­ formalistas como V. M. Zhirmunski: es justamente la pre­
pírica positiva. En realidad, el espacio, la masa, el color, misa que los une.3
el sonido, etcétera, todo esto lo obtiene el teórico de la li­ Es bueno señalar aquí que el llamado método formal
teratura y el arte (y el artista) de las ramas correspondientes no está ligado en modo alguno ni histórica ni sistemática-
de las ciencias naturales matemáticas, y la palabra la obtie­
ne de la lingüística. Y he aquí que en el terreno de la teo­ 3 Esta premisa, formulada por nosotros con toda claridad y rigor,
ría del arte nace la tendencia a entender la forma artística a menudo adopta formas más suavizadas que poseen una variante
característica: la concepción de V. M. Zhirmunski, la cual pro­
como una forma del material en cuestión!* no mayor que una
mueve el momento temático. Sin embargo, también el tema es
combinación dentro de los límites del material en su defini­ introducido por él sólo como momento del material (el significado
ción y regularidad científico-natural y lingüística; esto daría de la palabra), mientras que en algunas artes cuyo material carece
a los juicios de la teoría del arte la posibilidad de ser positi­ de este momento, el tema está ausente.
18 M. M. BAJTÍX
' IOIII IIMAN i I II KAIIIOS Y ESTÉTICOS 19
mente con la estética formal —Kant, Herbart y otros, a di­
ferencia de la estética de contenido: Schelling, Hegel y iiíiui, «ii l<> r.si«-«-niv<> consideraremos la estética material ya
otros— y no se encuentra en su camino. En el plano estéti­ ,< JikIoiikolí de lu í < icik in-i sobre In.s diversas artes, y como
co-general, se le debe definir como una de las variantes —a ■ oio <-|>i ion <••11111111 gcm-iul independiente, como lo es en rea­
decir verdad, un poco simplificada y primitiva— de la ya lidad. i n ( ididiid di- tul debe someterse u enjuiciamiento y
mencionada estética material, cuya historia es la de las crítica: ¿podrá satisfacer aquellas exigencias que son total­
Kunstwissenschaften4 en su lucha por la independencia de mente obligatorias respecto de toda teoría estética general?
la filosofía sistemática.
Al valorar los trabajos sobre teoría del arte, es indispen­
sable delimitar con rigurosidad esta concepción general de 1. La estética material no es capaz de fundamen­
la estética material, completamente inaceptable —como con­ tar una forma artística.
fiamos poder demostrar más adelante—, de esas afirmaciones
puramente particulares y concretas que pueden tener, sin
embargo, un valor científico, independientemente de la fal­ El postulado fundamental de la estética material, el cual
sa concepción general, pero sólo en aquella esfera donde la se refiere a la forma, origina determinadas dudas y en ge*
creación artística está condicionada por la naturaleza del neral resulta inconvincente.
material dado.® La forma, entendida como forma del material en su de­
Se puede decir que la estética material, como hipótesis finición científico-natural —matemática o lingüística—, se
de trabajo, no es perjudicial y, con un reconocimiento me­ convierte en algo externo, carente del elemento valorativo».
tódicamente claro de los límites de su aplicación, puede ser en una simple regulación de aquél. Queda totalmente in­
incluso productiva en el estudio sólo de la técnica de la crea­ comprendida la intensidad emocional-volitiva de la forma,
ción artística y se hace incondicionalmente nociviai e inacce­ así como el carácter de la expresión de determinada actitud
sible allí donde sobre su base se trata de comprender y es­ valorativa del autor y del espectador ante 'algo más que el
tudiar la creación artística en general, en su peculiaridad y material; este carácter es inherente a dicha intensidad, pues
significación estéticas. esto que se expresa con la forma —con el ritmo, la armonía,,
la simetría y otros elementos formales—, la actitud emo-
La estética material, que no se limita en sus pretensio­
cional-volitiva, ostenta un carácter demasiado intenso, de­
nes sólo al aspecto técnico de la creación artística, conduce
masiado activo, para que se le pueda interpretar como una
a diferentes errores cardinales y dificultades insupera­
bles para ella. Vamos a analizar los principales proble- actitud ante el material.
Cualquier sentimiento, privado del objeto que lo com­
4 Las ciencias sobre las artes (en alemán en el original).
prende, degenera hasta el estado psíquico desnudamente fac­
0 En los trabajos de los formalistas, junto a afirmaciones totalmente tual, aislado y extracultural; por esta razón, un sentimiento
ilícitas —sobre todo de carácter general— se encuentran muchas no referido a nada pero expresado con unía forma se convier­
observaciones valiosas desde el punto de vista científico. Un alto te sencillamente en un estado del organismo psicofísico ca­
valor científico poseen en plena medida obras tales como La rima, rente de toda intención desplegadora del círculo de la exis­
su teoría e historia, de V. M. Zhirmunski, y Métrica rusa, de B. V. tencia espiritual desnuda; se convierte simplemente en un
Tomashevski. El estudio de la técnica de las obras del arte ver­
bal comenzó, inicialmente, en el terreno de la estética material, placer que puede ser explicado y entendido en definitiva sólo
tanto en la literatura estética de Europa occidental como en la de un modo puramente hedonista; por ejemplo: el material'
rusa. en el arte se organiza por la forma, de manera que devenga
excitador de sensaciones y estados agradables del organismo-
20 M. M. BAJ1ÍN
21
psicofísico. La estética material dista mucho de llegar siem­ lien, reafirma a alguien o a algo», poseen, sin embargo,
pre a tal conclusión, pero debe hacerlo consecuentemente. •olería dosis de justez.n cienlil'ica, y precisamente en el hecho
La obra artística, entendida como material organizado, ■de que una forma nrlÍHlicninciite valiosa en realidad se re­
•como cosa, puede tener importancia sólo como excitador fí­ fiere a algo, se orienta valoralivamentc a algo aparte del ma­
sico de estados fisiológicos y psíquicos, o bien debe recibir terial con el cual se asocia y está inseparablemente ligada.
•una determinada destinación utilitaria y práctica. Por lo visto, es indispensable suponer el elemento del conter
El método formal ruso, con la consecuencia propia de nido, que permitiría comprender la forma de un modo más
todo primitivismo y una cierta dosis de nihilismo, utiliza los sustancial que el burdamente hedonista.
términos «percibirá la forma, «hacer» la obra artística y
Pero al igual que hay una belleza libre y no vinculada,
■otros.
hay un arte sin objeto, respecto del cual la estética material
Cuando un escultor trabaja en mármol, sin duda está
■es, evidentemente, lícita por completo.
elaborándolo en su definición física, pero no es a él a quien
va dirigida la actividad valoralivamentc artística del creador, Sin entrar por ahora a analizar con más detalles esta
ni a él se refiere la forma que éste realiza, aunque la propia cuestión, señalaremos aquí sólo lo siguiente: las artes libera­
realización no se las arregla ni un momento sin el mármol; les son libres únicamente de la definición cognoscitiva pura
dicho sea de paso, tampoco se las arregla sin el cincel, el cual y de la diferenciación del objeto de su contenido (la música,
en ninguna medida no entra en el objeto artístico como ele­ por ejemplo). Pero también en ellas la forma es igualmen­
mento suyo. La forma escultórica que se crea es una forma te libre de la actitud primaria y directa hacia el material: el
estéticamente valiosa del hombre y de su cuerpo: la intención ■sonido de la acústica.
de la creación y Ja contemplación va en esta dirección; en En general, se debe distinguir rigurosamente (lo cual
cambio, la actitud del artista y del espectador ante el már­ está muy lejos de hacerse siempre) el contenido (elemento
mol como cuerpo físico definido ostenta un carácter secun­ que, como veremos, es indispensable en el objeto artístico) de
dario, derivado, regido por determinada actitud primaria la diferenciación cognoscitiva del objeto (elemento que no
hacia los valores objetivos, y en el caso dado, hacia el valor es obligatoria en él); la libertad de la definición del con­
del cuerpo humano. cepto no equivale en absoluto a la libertad del contenido, la
Como es lógico, casi nadie se pondrá a desarrollar con falta de objeto no es una carencia de contenido; en otras
seriedad los principios de la estética material tan consecuen­ esferas de la cultura existen valores que no admiten en prin­
temente en su aplicación al mármol como en nuestro ejemplo cipio tal diferenciación ni la limitación a un concepto defi­
(aunque es cierto que el mármol como material posee un sig­ nido y estable; así, la conducta moral en sus cimas genera
nificado más específico y estrecho que el habitualmente con­ un valor que se puede sólo consumar pero no expresar ni
ferido al término «material» en la estética material); pero, conocer en un concepto adecuado. La música carece de de­
en principio, la cuestión se plantea de igual manera cuando finición objetiva y de diferenciación cognoscitiva, pero es
en vez del mármol se tiene en cuenta un sonido de la acús­ profundamente rica en contenido: su forma nos lleva más
tica o una palabra de la lingüística; simplemente la situa­ allá de los límites de la sonoridad acústica, y no precisamente
ción se hace un poco más compleja y no tan burda a primera a un vacío de valores; el contenido es aquí ético en su base
vista —sobre todo, claro está, cuando el material lo consti­ (se puede hablar de una libre y no predeterminada objetivi­
tuye la palabra, el objeto de una disciplina humanística: la dad de la intensidad ética generada por la forma musical).
lingüística. Una música «árente de contenido como material organizado
Las expresiones metafóricas habituales, tales como «la no sería sino un excitador físico del estado psicofisiológico
forma artística canta a 'alguien, decora, transforma, justi- del placer. . _ _______________ —1
UMlvERSIDAC 01 UM A*MB 1
mno M INV ACIONES literaria*!
22 M. M. BAJTÍN
l’lllll I l'MAM IIIIIIMIIOH Y ESTÉTICOS 23

Así, pues, en las artes no objetivas la forma tampoco .......... ..... « orno mi li'iioiiieno d. l lenguaje, o sea, de modo
|nn iiih nii lin|’iii',i 1111. ni volverse en absoluto hacia el ob-
puede ser fundamentada como la forma del material.
|riu que in.ifci iiiIiaii, uln ili iilru <lr los limites de esa regu­
laridad cieniíficii quo dirige su inntoriul.
2. La estética material no puede fundamentar la l’or ultimo, la IrriT 111 tarea del análisis estético consiste
diferencia esencial que existe entre el objeto en comprender la obra material externa como el objeto es­
estético y la obra externa, entre la articulación tético que se realiza, como el aparato técnico de la realización
y los nexos dentro de este objeto y las articula­ estética. Resulta evidente que esta tercera tarea presupone
ciones y nexos materiales dentro de la obra, y como ya conocidos y estudiados tanto el objeto estético en
en todas partes revela una tendencia a confun­ su peculiaridad como la obra material en su 'aspecto extra-
dir estos elementos. estético.
Para la solución de esta tercera tarea, hay que utilizar
el método ideológico.
Para la estética como ciencia, la obra de arte constitu­ A la estructura de la obra, entendida teleológicamente
ye, claro está, el objeto del conocimiento; pero esta actitud como realizadora del objeto estético, la llamaremos composi­
cognoscitiva hacia la obra ostenta un carácter secundario: la ción. La composición de la obra material, como es natural,
actitud primaria debe ser puramente artística. El análisis es­ no coincide en absoluto con la sosegada e independiente exis­
tético debe estar dirigido de modo directo no a la obra en tencia artística del objeto estético.
su aspecto sensorial y organizado sólo por el conocimiento, La composición puede definirse igualmente como el con­
sino a aquello que constituye la obra para la actividad esté­ junto de los factores de la impresión artística.
tica del artista y el espectador dirigida a ésta. La estética material no se da cuenta, con suficiente cla­
Así, pues, el objeto del análisis estético lo constituye ridad metódica, de su carácter secundario y no realiza hasta
el contenido de la actividad estética (de la contemplación) el final la estetización previa de su objeto; por esta razón
dirigida a la obra. nunca tiene que ver con el objeto estético en su pureza to­
En lo sucesivo llamaremos a este contenido sencillamen­ tal y no es capaz, en principio, de comprender la peculiaridad
te el objeto estético, a diferencia de la propia obra externa, la de éste. De conformidad con su premisa fundamental, la
cual admite también otros enfoques, ante todo y de manera estética material no puede ir más allá de la obra como mate­
primaria el cognoscitivo, o sea, la percepción sensorial orga­ rial organizado.
nizada por la comprensión.
En rigor, a la estética material es asequible por com­
La comprensión del objeto estético en su peculiaridad
pleto sólo la segunda de las tareas del análisis estético, seña­
puramente artística y de su estructura, 0 la cual llamaremos ladas por nosotros, y propiamente, el estudio no estético aún
en lo sucesivo la arquitectónica del objeto estético, es la pri­ de la naturaleza de la obra como objeto científico-natural o
mera tarea del análisis estético.
lingüístico. El análisis de la obra como un todo composicio-
Además, el análisis estético debe remitirse a la obra nal con objetivos no puede ser realizado satisfactoriamente
en su aspecto primario, puramente cognoscitivo, y compren­
por ella a consecuencia de la falta de comprensión de la
der su estructura de una manera totalmente independiente peculiaridad del objeto estético. Este objeto, claro está, se
del objeto estético: el estético se debe volver geómetra, físi­ aparta de la viva contemplación estética del investigador,
co, anatomista, fisiólogo y lingüista, como tiene que hacerlo pero de una manera absolutamente acrítica y no consciente
hasta cierto punto también el artista. Así, la obra artística
metodológicamente.
en la palabra debe comprenderlo todo en cada uno de sus
24 M. M. BAJTÍN
l-liolll I MAS LITERARIOS Y ESTETICOS 25

La no diferenciación de los tres momentos señalados por |x i o la forma de la individualidad no puede ser atribuida en
nosotros, o sea, el objeto estético, el aspecto extraestético ma­ mismo sentido —o sea, en el puramente estético—
terial y la organización composicional del material enten­ a la obra como material organizado (al cuadro, el todo verbal,
dida ideológicamente, introduce en el trabajo de la estética etcétera); se les puede atribuir individualidad sólo metafóri­
material y —esto respecto a casi toda la teoría del arte— camente, o sea, convirtiéndolos en el objeto de una nueva
mucha ambigüedad y falta de claridad, y conduce a una obra artística verbal elemental —la metáfora—, poetizán­
constante quatemio terminorum en las especulaciones: se dolos.
tiene en cuenta ya el objeto estético, la obra externa o la La forma de autosuficiencia de independencia, que per­
composición. La investigación oscila fundamentalmente en­ tenece a todo lo estéticamente terminado es una form^. arqui­
tre los momentos segundo y tercero, saltando de uno a otro tectónica pura, mucho menos factible de ser trasladada a la
sin ninguna sucesión metódica; pero lo peor es que, no en­ obra como material organizado: ésta es un todo teleológico
tendida de modo crítico, la composición de la obra es decla­ composicional donde cada momento y el propio todo están
rada abiertamente como el propio valor artístico, como el orientados a un objetivo, materializan y sirven a algo. Por
objeto estético mismo. La actividad artística (y la contem­ ejemplo, sólo se puede calificar al todo verbal de una obra
plación) es sustituida aquí por el juicio cognoscitivo y por de autosuficiente si se utiliza una metáfora en alto grado
una mala (ya que no es metódicamente consciente) valora­ osada y puramente romántica.
ción técnica. La novela es una forma composicional de organización
de las masas verbales; con ella se materializa en un objeto
estético la forma arquitectónica del acabado artístico de un
3. En las obras de la estética material ocurre una hecho histórico o social, la cual constituye una variante de
constante mezcla, inevitable para ella, de las la forma del acabado épico.
formas arquitectónicas y composicionales: ahora El drama es una forma composicional (el diálogo, la
bien, las primeras no alcanzan nunca claridad división en actos y demás); pero lo trágico y lo cómico son
de principios y pureza de definición y son sub­ formas arquitectónicas del acabado.
estimadas por eso. También se puede hablar de las formas composiciona­
les de la comedia y la tragedia como varian'.es de la dramá­
tica, teniendo en cuenta, al hacerlo, los procedimientos del
Esta deficiencia de la estética material está condiciona­ ordenamiento compositivo del material verbal, no de los va­
da por la esencia misma de esta concepción y no es superable lores cognoscitivo-éticos: la terminología no es sólida ni
sobre su terreno. Ella, claro está, se encuentra ligada en plena. Se debe tomar en consideración que toda forma ar­
forma estrecha con las particularidades señaladas por noso­ quitectónica se realiza con determinados procedimientos
tros en los puntos primero y segundo. composicionales; por otra parte, las formas compositivas más
He aquí algunos ejemplos de diferenciación metódica importantes —por ejemplo, las de género— se corresponden
de las formas arquitectónicas y composicionales. en el objeto realizado con las formas arquitectónicas esen­
La individualidad estética es la forma puramente ar­ ciales.
quitectónica del propio objeto estético: se individualiza un La forma ele lo lírico es arquitectónica, pero existen las
suceso, una persona, un objeto material estéticamente anima­ formas composicionales de los poemas líricos.
do, etcétera; la individualidad del autor-creador, que tam­ El humor, la heroización, el tipo y el carácter son for­
bién entra en el objeto estético, ostenta un carácter especial; mas puramente arquitectónicas, pero se realizan, claro está,
26 M. M. BAJTÍN
l’llollLEMAS LITEKAIUOS Y ESTÉTICOS 27

mediante determinados procedimientos composicionales; el genera la tendencia a diluir por completo las formas arqui­
poema, el relato y la novélela son formas puramente compo­ tectónicas mi bu compositivas. La expresión extrema de esta
sitivas, de género; y el capítulo, la estrofa, y el párrafo, divi­ tendencia es el método formal ruso, donde las formas de com­
posición y de género se esfuerzan por absorber todo el objeto
siones puramente composicionales (aunque tnmbién pueden
estético y donde, por añudidura, no hay una rigurosa dife­
entenderse en forma puramente lingüistica, o sea, con in­
dependencia de su lelos estético). renciación de las formas compositivas y lingüísticas.
Esta cuestión cambia poco en esencia cuando refieren
El ritmo puede ser entendido tanto en uno como en
las formas arquitectónicas a la temática y las compositivas a
otro sentido, es decir, como forma arquitectónica o como for­ la estilística, la instrumentación de la composición —en un
ma composicional. Como forma de ordenamiento del mate­ sentido mucho más estrecho que el que nosotros damo3 a
rial sonoro empíricamente percibido, audible y cognoscible, este término—; al mismo tiempo, se consideran como unidas
el ritmo es composicional; cinocionalmcnlc dirigido, orien­ en la obra (no hay diferencia entre el objeto estético y la
tado hacia el valor de la tendencia y la tensión internas que obra externa) y se diferencian sólo como formas de ordena­
él culmina, el ritmo es arquitectónico. miento de las distintas facetas del material (como, por ejem­
Entre estas formas arquitectónicas que hemos señalado plo, en las obras de V. M. Zhirmunski). La diferenciación
sin ningún orden sistemático hay, por supuesto, gradaciones metódica de principio de las formas compositivas y arquitec­
sustanciales en cuyo examen no vamos a entrar aquí; sólo tónicas y la comprensión de su diversidad total de planos
nos importa que todas ellas —en contraposición a las formas faltan aquí también. A esto se une, además, la negación
compositivas— entran en el objeto estético. del momento temático en algunas artes (por ejemplo, en la
las formas arquitectónicas son formas del valor espiri­ música), lo cual implica que se abra un profundo abismo en­
tual y corporal del hombre estético, formas de la naturaleza tre las artes temáticas y no temáticas. Se debe señalar que,
como el entorno de éste, formas del suceso en sus aspectos en la concepción de Zhirmunski, la temática dista mucho de
personal-vital, social, histórico, etcétera. Todas ellas cons­ coincidir con la arquitectónica del objeto estético; es cierto
tituyen logros, materializaciones; no sirven a nada, sino que que en ella entra la mayoría de las formas arquitectónicas,
se bastan tranquilamente a sí mismas: son formas de la exis­ pero no todas, y junto con éstas coincide algo ajeno al objeto
tencia estética en su peculiaridad. estético.
Las formas composicionales que organizan el material Las formas arquitectónicas fundamentales son comu­
llevan un carácter ideológico, auxiliar y, al parecer, intran­ nes a todas las artes y a toda la esfera de lo estético: cons­
quilo, y se someten a una valoración puramente técnica: a tituyen la unidad de ésta. Entre las formas composicionales
cuán adecuadamente realizan ellas la tarea arquitectónica. de las diversas artes existen analogías, condicionadas por lo
La forma arquitectónica determina la elección de la compo­ común de las tareas arquitectónicas, pero aquí también las
sitiva: así, la forma de la tragedia (la forma del suceso y en particularidades de los materiales asumen sus derechos.
particular del individuo es de carácter trágico) elige la for­ El planteamiento correcto del problema del estilo, uno
ma compositiva adecuada: la dramática. De aquí no se de­ de los problemas cardinales de la estética, es imposible sin
duce, claro está, que la forma arquitectónica existe en algún una rigurosa diferenciación de las formas arquitectónicas y
lugar en un aspecto acabado y que puede ser realizada ade­ composicionales.
más de la compositiva.
Sobre el terreno de la estética material es completamen­
te imposible una rigurosa diferenciación de principio de las 4. La estética material no es capaz de explicar la
formas composicionales y arquitectónicas, y a menudo se visión estética fuera del arte: la contemplación
28 M. M. BAJTÍN
l'lior LEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 29
estética de la naturaleza, los momentos estéti­ construir cualquier estética especial), pues sólo ella ve y
cos en el mito, en la concepción del mundo y, fundamenta el arte en su interdeterminación e interacción
por último, todo lo que llaman esteticismo, o esencial con las restantes esferas de la creación cultural, en
sea, el traslado ilícito de las formas estéticas a la unidad de la cultura y en la unidad del proceso histórico-
. la esfera de la conducta ética (personal-vital, del surgimiento y desarrollo de ésta.
política, social) y a la esfera del conocimiento
La historia no conoce series aisladas: una serie aislada
(el pensamiento semicientífico estetizado de fi­
lósofos como Nietzsche y otros). es estática como tal, y la sucesión de los momentos en ella
puede ser sólo una división sistemática o simplemente una
colocación mecánica de series, pero en modo alguno consti­
tuye un proceso histórico; sólo el establecimiento de la in­
Una particularidad característica de todos estos fenóme­
teracción y el condicionamiento mutuo de la serie dada con
nos de la visión estética fuera del arte la constituye la falta
de un material determinado y organizado y, por consiguien­ las demás crea el enfoque histórico. Hay que dejar de ser
te, la falta de técnica; aquí la forma, en la mayoría de los uno mismo para entrar en la historia.
casos, no está objetivada ni fijada. Precisamente por ello, La estética material, que aísla en la cultura no sólo
estos fenómenos de la visión estética fuera del arte no al­ al arte, sino también a las distintas artes, y que toma a la
canzan pureza metódica ni plenitud de independencia y ori­ obra no en su vida artística, sino como cosa, como material
ginalidad; son confusos, inestables, híbridos. Lo estético se organizado, en el mejor de los casos es capaz de fundamentar
realiza a plenitud sólo en el arte, por eso hay que orientar únicamente la tabla cronológica de los cambios de los pro­
la estética a éste; sería metódicamente erróneo comenzar la cedimientos de la técnica del arte dado, pues la técnica aisla­
construcción estética por la estética de la naturaleza o del da no puede tener historia en absoluto.
mito; pero la estética debe explicar esas formas híbridas y no Éstas son las deficiencias fundamentales, inevitables
puras de lo estético: esta tarea es extraordinariamente impor­ piara la estética formal, y las dificultades no superables para
tante, tanto desde el punto de vista filosófico como vital y pue­ ella. Todas son ilustradas con suficiente brillantez por el
de servir como piedra de toque a la productividad de toda método formal ruso debido al primitivismo inherente a su
teoría estética. concepción estética general y a su algo sectaria crudeza.
La estética material con su interpretación de La forma
Las deficiencias señaladas en los cinco puntos anterio­
carece hasta del enfoque de semejantes fenómenos. res están condicionadas, en definitiva, por el postulado me­
tódicamente falso, indicado al inicio del capítulo, acerca de
que se puede y debe construir la ciencia del arte indepen­
5. La estética material no puede fundamentar la dientemente de la estética sistemático-filosófica. Una con­
historia del arte. secuencia de ello es la falta de una base sólida en el carác­
ter científico. Para salvarse del mar de lo subjetivo en que
se hunde la apreciación estética privada de una base cien­
No hay duda alguna, por supuesto, de que la elabora­ tífica, la teoría del arte trata de hallar refugio en aquellas
ción productiva de la historia de uno u otro arte presupone disciplinas científicas que conocen el material del arte dado,
la estética elaborada del arte dado, pero es necesario subra­ como antes —y todavía algunas veces en la actualidad— con
yar especialmente la importancia fundamental de la estética iguales fines se remitiera la teoría del arte a la psicología
sistemática general (además de la que ya le pertenece al e incluso a la fisiología. Pero esta «salvación» es ficticia:
M. M. BAJTÍN
30

un razonamiento es verdaderamente científico sólo donde no


rebasa los límites de La disciplina salvadora dada, pero en CAPÍTULO II
cuanto los rebasa y se convierte en una apreciación propia­
mente estética, es cubierto con la fuerza de antes por las
olas de lo subjetivo y lo casual, del cual esperaba salvarse.
En tal situación queda ante todo el postulado fundamental El problema del contenido
de la teoría del arte, que establece la importancia del mate­
rial en la creación artística: éste es un razonamiento estético
general y, quiéralo o no, se ve obligado a soportar la crítica de El problema de una u otra esfera cultural en su conjunto
la estética filosófica general, ja que sólo ella puede funda­ —del conocimiento, la moral, el arte— puede ser entendido
mentar semejante razonamiento y, al mismo tiempo, refu­ como el problema de las fronteras de esa esfera.
tarlo. Tal o cual punto de vista creador, posible o en rea­
Los puntos analizados por nosotros hacen dudosa, en lidad existente, deviene convincentemente necesario e in­
grado sumo, la premisa de la estética material e indican dispensable sólo en correlación con oíros puntos de vista
parcialmente la dirección de una comprensión más correcta creadores: allí donde en sus fronteras surge una necesidad
de la esencia de lo estético y de sus momentos. Desarrollar esencial de él, de su peculiaridad creadora, encuentra su fun-
esta dirección en el plano de la estética general, pero aplicada damcnlación y justificación sólidas; por el contrario, fuera
primordialmente a la creación verbal artística, es la tarea de de él mismo, de su filiación a la unidad de la cultura, es
los capítulos subsiguientes. sólo desnudamente efectivo, y su peculiaridad puede presen­
Determinado el momento del contenido y establecido tarse simplemente como una arbitrariedad y un capricho.
correctamente el lugar del material en la creación artística, Aliona bien, no se debe representar la esfera de la cultu­
dominaremos también el enfoque correcto de la forma y sa­ ra como un cierto todo espacial que tiene fronteras y también
bremos comprender cómo ésta, por una parte, es verdadera­ un territorio interno. La esfera de la cultura no posee ese
mente material, realizada íntegramente en el material y fi­ territorio: está ubicada sobre fronteras que pasan por todas
jada a él, y por otra, nos lleva valorativamente fuera de los parles, a través de cada momento suyo, y la unidad sistemá­
límites de la obra como material organizado, como cosa; esto tica de la cultura se extiende a los átomos de la vida cultural,
esclarecerá y fortalecerá todo lo antes señalado sólo en forma reflejándose como un sol en cada una de sus partes. Todo
de presuposiciones e indicaciones. acto cultural vive esencialmente sobre fronteras: en esto ra­
dica su seriedad y significación. Abstraído de éstas, pierde
el terreno, se hace vacío, arrogante, degenera y muere.
En este sentido, podemos hablar de la sistemuticidad
concreta de cada fenómeno de la cultura, de cada acto cul­
tural aislado, y de su participación autónoma y autonomía
participante.
Sólo en esta sistematicidad concreta, o sea, en su situa­
ción y orientación directas en la unidad de la cultura, el
fenómeno deja de ser simplemente un hecho real, desnudo,
adquiere validez y sentido y deviene como una mónada que
refleja en sí todo y se refleja en todo.
pnOIIIAMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 33
32 M. M. BAJTÍN

valiosa la obra en el mundo, también vivo y valioso, en los


En efecto: ni un solo acto cultural creador tiene que sentidos cognoscitivo, social, político, económico y religioso.
ver con una materia totalmente indiferente ante el valor o
completamente casual y desordenada —la materia y el caos La habitual contraposición de la realidad y el arte o de
son en general conceptos relativos sino siempre con algo la vida y el arte, y la tendencia a hallar cierto nexo esencial
ya valorado y ordenado de algún modo, respecto del cual entre ellos, son completamente lícitas, pero requieren una
debe ocupar ahora su posición valorativa con responsabilidad. formulación científica más precisa. La realidad, contrapues­
Así, el acto cognoscitivo encuentra la realidad ya elaborada ta al larte, sólo puede ser la del conocimiento y de la con­
en los conceptos del pensamiento precientífico, pero —y esto ducta ética en todas sus variantes, o sea, la realidad de la
es lo principal— ya valorada y ordenada por la conducta éti­ práctica vital, económica, social, política y propiamente
ca práctico-cotidiana, social y política, y la encuentra reafir­ moral.
mada religiosamente; por último, el acto cognoscitivo parte Se debe señalar que en el plano del pensamiento corrien­
de la imagen estéticamente ordenada del objeto, es decir, de te la realidad, contrapuesta al arte (en tales casos, dicho sea
la visión de éste. de paso, gustan de utilizar la palabra «vida»), ya está esen­
Lo que es encontrado de antemano por el conocimien­ cialmente estetizada: es ya una imagen artística de la reali­
to no es, por consiguiente, una res nullius,6 sino la realidad dad. pero híbrida e inestable. Muy a menudo, al censurar
de la conducta ética en todas sus variantes y la realidad de el nuevo arte por su ruptura con la realidad en general, es­
tán contraponiéndolo en efecto a la realidad del viejo arte,
la visión estética; el acto cognoscitivo en todas partes debe
del «arte clásico», e imaginando que es ésta una cierta reali­
ocupar una posición esencial respecto de esa realidad, la
dad neutral. Pero a lo estético como tal se debe contraponer
cual no debe ser, por supuesto, una colisión casual, sino que
con todo rigor y claridad la realidad del conocimiento y la
puede y debe ser sistemáticamente fundamentada partiendo
conducta, aún no estetizada y, por lo tanto, no unificada. Se
de la esencia del conocimiento también de otras esferas. delie recordar que ella deviene vida o realidad concreto-úni­
Lo mismo debe ser dicho acerca del acto artístico: tam­ ca sólo en la intuición estética, y unidad sistemática dada
bién vive y se mueve no en el vacío, sino en la tensa atmósfera en el conocimiento filosófico.
valorativa de una interdeterminación importante. La obra Se debe evitar igualmente la limitación, ilícita e injus­
artística como cosa está delimitada tranquila e inexpresiva­ tificada desde el punto de vista metodológico, que plantea
mente, en espacio y tiempo, de todas las otras cosas: una al arbitrio sólo un momento del mundo extraestético: así, la
estatua o un cuadro desplaza físicamente a todo lo demás necesidad de la naturaleza de las ciencias naturales la con­
del espacio que ocupa; la lectura de un libro comienza a traponen a la libertad y la fantasía del artista, o con especial
determinada hora, ocupa varias horas de tiempo llenándo­ frecuencia sugieren el momento social o sociopolítico única­
las y también a determinada hora se acaba el propio libro; mente, y en ocasiones hasta la ingenua e inestable realidad
además, éste es limitado por la encuadernación que lo abarca de la práctica vital.
por todas partes, pero vive la obra y es artísticamente valiosa
También es necesario recordar, de una vez y para siem­
en su tensa y activa interdeterminación con la realidad co­
pre, que no se puede contraponer al arte ninguna realidad
nocida y valorada por la conducta. Vive y es valiosa —como
en sí, ninguna realidad neutral. Por el mismo hecho de que
obra artística—, claro está, no en nuestra psiquis; aquí tam­
hablamos de ella y de que la contraponemos a algo, la esta­
bién sólo existe empíricamente, como un proceso psíquico mos definiendo y valorando de cierta matiera; sólo hay que
localizado en el tiempo y psíquicamente normal. Vive y es tener conciencia clara de sí mismo y comprender la orienta­
ción real de la valoración propia.
® Cosa <le nadie (en latín en el original).
34 M. M. BAJTÍl*

l lllllll IMAM l.m BARIOS Y ESTÉTICOS 35


Esto puede expresarse brevemente del siguiente modo:
la realidad se contrapone al arto sólo como algo bueno y mente valioso —algo bueno, sagrado, útil, etcétera—. El co­
verdadero a la belleza. nocimiento no sabe de tal resistencia valorativa.
Claro que el mundo de la conducta ética y el de la be­
lleza devienen ellos mismos objeto del conocimiento, pero
Todo fenómeno de la cultura es concreto-sistemático, o sea, al hacerlo, no introducen en este último sus valoraciones y
ocupa cierta posición esencial de acuerdo con la realidad de su autolegitimidad: para llegar a ser cognoscitivamente va­
las otras orientaciones culturales pre-encontradas por él, y liosos, deben someterse de modo íntegro a la unidad y regu­
por lo mismo se enmarca en la unidad dada de la cultura. laridad de aquél.
Pero son profundamente diferentes estas relaciones del co­ Así, pues, de una manera puramente negativa se com­
nocimiento, y las de la conducta y la creación artística hacia porta el acto cognoscitivo ante la realidad pre-encontrada de
la realidad prc-encontrada por ellos. la conducta y de la visión estética, materializando con esto
El conocimiento no acepta la valoración ética y la pre­ la pureza de su peculiaridad.
sentación estética de la existencia; se aparta de ellas. En este Por este carácter fundamental del conocimiento están
sentido, el conocimiento no parece pre-encontrar nada; co­ condicionadas sus particularidades siguientes: el acto cognos­
mienza desde el principio, o —más exactamente— el mo­ citivo sólo se toma en consideración relacionado con el traba­
mento del pre-encuentro de algo valioso además del conoci­ jo del conocimiento pre-encontrado por él y precedente a él,
miento queda al margen de éste y pasa a la esfera de la y no ocupa ninguna posición independiente respecto de la
realidad histórica, psicológica, personal-biográfica y de otra realidad de la conducta y de la creación artística en su de­
índole, que es casual desde el punto de vista del conocimien­ terminación histórica. Más aún: el carácter aislado, singu­
to mismo. lar, del acto cognoscitivo y de su expresión en una obra cien­
La valoración pre-encontrada y la presentación estética tífica aislada e individual no es valioso desde el punto de
no entran dentro del conocimiento. La realidad, al penetrar vista del conocimiento mismo; en el mundo del conocimien­
en la ciencia, arroja de sí todo el ropaje valorativo para to no hay en principio actos aislados ni obras aisladas; es in­
devenir la realidad desnuda y pura del conocimiento, donde dispensable aportar otros puntos de vista para hallar un en­
es soberana tan sólo la unidad de 1$ verdad. La interdeter­ foque y hacer esencial la singularidad histórica del acto cog­
minación positiva en la unidad de la cultura tiene lugar noscitivo y el aislamiento, el acabado y la individualidad de
únicamente con respecto al conocimiento en su conjunto la obra científica; al mismo tiempo —como veremos más
en la filosofía sistemática. adelante— el mundo del arte debe dividirse esencialmente
Hay un mundo único de la ciencia, una realidad única en conjuntos independientes, autosuficientes c individuales:
del conocimiento fuera de la cual nada puede llegar a ser las obras artísticas, cada una de las cuales ocupa una posición
cognoscitivamente valioso; esta realidad del conocimiento no independiente respecto de la realidad del conocimiento y la
está terminada y siempre se encuentra abierta. Todo lo que conducta; esto da lugar a la inmanente historicidad de la
es piara el conocimiento está determinado por él mismo y obra de arte.
—en la tarea— lo está en todos los sentidos; lo que se resis­ La conducta ética se comporta de una manera algo di­
te al conocimiento en el objeto, no está identificado aún en ferente ante la realidad pre-encontrada del conocimiento
él, y persiste sólo para el conocimiento como un problema y de la visión estética. Esta actitud se denomina generalmen­
cognoscitivo, y en modo alguno como algo extracognoscitiva­ te la actitud del deber ante la realidad; no tenemos intención
de entrar a analizar este problema; sólo señalaremos que
I ItOIII.I M AM 1 I I I KAIUOS Y ESTÉTICOS 37
36 M. M. BAJTÍN

también aquí la actitud ostenta un carácter negativo aunque iliiil m'c al -, las enriquece y completa; pero sobre todo crea
distinto al que se manifiesta en la esfera del conocimiento.7 la miidi.d intuitiva concreta de estos dos mundos —sitúa al
Pasemos a la creación artística. lo mbre en la naturaleza, entendida como su entorno estéti­
La particularidad fundamental de lo estético, que lo co , humaniza la naturaleza y naturaliza al hombre.
distingue radicalmente del conocimiento y de la conducta, En esta recepción de lo ético y lo cognoscitivo dentro
es su carácter receptivo, de recepción po ii.ua; pre-encontrada <lr su objeto radica la peculiar bondad de lo estético, su be­
por el acto estético, conocida y valorada por la conducta, la nignidad; al parecer, no escoge, separa ni suprime nada, y
realidad entra en la obra (con más exactitud en el objeto <le nada se aparta ni se abstrae. Estos momentcs puramente
estético) y se convierte aquí en un momento constitutivo in­ negativos tienen lugar en el arte sólo en relación con el ma­
dispensable. En este sentido podemos decir que, en efecto, terial; ante él, el artista es riguroso e implacable. El poeta
la vida se encuentra no sólo fuera del arte, sino también desecha sin piedad las palabras, formas y expresiones y elige
dentro de él, en toda la plenitud de su ponderabilidad valo- muy poco; los fragmentos de mármol vuelan debajo del cin­
rativa: social, política, cognoscitiva y de otra índole. El arte cel del escultor, pero el hombre interno en un caso y el hom­
es rico, no árido ni especial: el artista es un especialista sólo bre corporal en otro resultan enriquecidos: el hombre ético
como maestro, es decir, en relación con el material. se ha enriquecido con la naturaleza reafirmada de manera
Es sabido que la forma estética traslada esta realidad positiva, y e1 hombre natural, con el sentido ético.
conocida y valorada a otro plano valorativo, la subordina a Casi todas las categorías (no religiosas, claro está, sino
una nueva unidad y la vuelve a ordenar; la individualiza, puramente laicas) buenas, receptivas, enriquecedoras y opti­
concreta, aísla y termina, pero no suprime la cognoscitividad mistas del pensamiento humano sobre el mundo y el hombre
y valoraiividad de dicha realidad: precisamente a eslías últi­ ostentan carácter estético; es igualmente estética la eterna
mas se dirige la forma estética terminada. tendencia de este pensamiento a concebir lo debido y pro­
La actividad estética no crea una realidad completamen­ puesto como ya dado y existente en algún lugar; esta ten­
te nueva.8 A diferencia del conocimiento y de la conducta, dencia la creó el pensamiento mitológico y en gran medida
que crean la naturaleza y la humanidad social, y el arte can­ el metafísica.
ta, embellece, recuerda esta realidad pre-encontrada del co­ El arte origina una nueva forma como una actitud va-
nocimiento y de la conducta —la naturaleza y la humani- lorativa también nueva ante lo que ya ha llegado a ser una
realidad para el conocimiento y la conducta: en el arte todo
' La actitud del deber ante la existencia ostenta carácter de conflic­ lo conocemos y recordamos (en el conocimiento no conoce­
to. En el interior del propio mundo del conocimiento no es posible mos ni recordamos nada, a despecho de la fórmula de Pla­
conflicto alguno, ya que en él no puede uno encontra-se con nada tón ); pero precisamente por esta razón en el arte tal signi­
valorativamente ajeno. En conflicto puede entrar no la ciencia, ficación tiene momentos de novedad, originalidad, inespe-
sino el científico, y no ex cathedra, sino como el sujeto ético, para
el cual el conocimiento es la acción del reconocimiento. I.a ruptura rabi’idad y libertad, ya que aquí se encuentra aquello sobre
entre el deber y la existencia tiene validez sólo en el interior del cuyo fondo puede ser percibida dicha novedad, originalidad,
deber, o sea. para la conciencia ética actuante, y existe sólo para libertad; el mundo del conocimiento y la conducta, conocido
ésta. y valorado, se muestra y resuena en forma nueva en el arte,
8 Este carácter, al parecer secundario, de lo estético no disminuye en relación con el cual se percibe como libre la actividad del
en modo alguno, claro está, su independencia y peculiaridad junto artista. El conocimiento y la conciencia son primarios, o sea,
con lo ético y lo cognoscitivo; la actividad estética crea sn propia
ellos crean los primeros su objeto: lo conocido no es recono­
realidad, en la cual la realidad del conocimiento y la conducta re­
sulta aceptada y transformada de modo positivo: en esto consiste cido ni recordado a una nueva luz, sino determinado por pri­
la peculiaridad de lo estético. mera vez, y la conducta vive sólo por aquello que no existo
I-IIOKI I MVt LITERARIOS Y ESTÉTICOS 39
38 M. M. BAJTÍN
teoría de la filosofía intuitiva sobre la base de la teoría del
arte En estética material es la menos capacitada para llevar
todavía; aquí todo es nuevo desde el inicio, y por ello no
ii l ici to semejante tarea: al ignorar el contenido, carece has­
hay novedad; todo es ex origine, y por eso no existe origina­
ta de un enfoque de la intuición artística en la filosofía.
lidad.
La realidad del conocimiento y déla cfonducta ética, que
La particularidad de lo estético señalada por nosotros
entra con su cognoscitividad y valoratividad en el objeto es­
—la recepción positiva y la unificación concreta de lia natu­
raleza y la humanidad social— nos explica igualmente la ac­ tético y se somete aquí a una unificación intuitiva concreta,
titud peculiar de lo estético ante la filosofía. En lia historia a una individualización, una concreción, un aislamiento y
de ésta observamos sin cesar una tendencia regresiva a la una terminación, o sea, a una. presentación artística multila­
sustitución de la unidad sistemática propuesta del conoci­ teral con ayuda de determinado material, nosotros (de per­
miento y la conducta por la unidad, de la visión estética, con­ fecto acuerdo con el tradicional uso de las palabras) la lla­
creta, intuitiva, y al parecer ya dada y existente. mamos el contenido de la obra de arte (más exactamente,
del objeto estético).
Puesto que la unidad del conocimiento y la conducta
El contenido es un elemento constitutivo indispensable
ética, de la existencia y la obligación, unidad que es concreta
y viva, se nos da en nuestra visión inmediata, en nuestra del objeto estético; le es correlativa la forma artística que
intuición, ¿no es esta unidad intuitiva la que busca la fi­ fuera de tal correlación carece totalmente de sentido.
losofía? En esto, ciertamente hay una gran tentación para Fuera de su remisión al contenido, es decir, al mundo
el pensamiento, ia cual creó, junto con el camino único de y sus momentos (al mundo como objeto del conocimiento
la ciencia filosófica, sus paralelas, que no son vías, sino islas y de la conducta étiqa), la forma no puede ser estéticamente
aisladas de las intuiciones artís’ico-filosóficas individuales válida, no puede materializar sus funciones fundamentales.
(a veces geniales en su género).89 En estas asimilaciones in­ La posición del autor-artista y su misión artística pue­
tuitivas estetizadas, la unidad cuasifi'osófica encontrada por den y deben ser entendidas en el mundo en relación con to­
ellas se conduce hacia el mundo y la cultura de la misma dos los valores del conocimiento y de la conducta ética: se
manera que la unidad de la forma estética se comporta fren­ unifica, individualiza, dirige a su fin, aísla y culmina no el
te al contenido en la obra de arte.10 material (éste no necesita ni una unificación, pues en él no
Una de las tareas fundamentales de la estética es ha­ hay rupturas, ni una terminación ia la cual es indiferente, ya
llar una aproximación a los filosofemas estetizados, crear la que, para necesitarla, debe familiarizarse ccn el movimien­
to de sentido valorativo de la conducta), sino la composición
8 Otra variante peculiar de la unidad intuitivo-estética del conoci­
miento y la conducta la constituye el mito que está mucho más valorativa multilateralmente experimentada de la realidad,
próximo al arte que la filosofía intuitiva, a consecuencia de la el hecho de la realidad.
primacía del momento ético sobre el cognoscitivo —por añadidura La forma estéticamente valiosa es la expresión de la ac­
privado aún casi por completo de diferenciación— y de una li­
bertad de presentación estética mayor que en la filosofía intuiti­
titud esencial ante el mundo del conocimiento y la conducta,
va (es más fuerte el momento del aislamiento del hecho mítico,
pero esta actitud no es cognoscitiva ni ética: el artista no se
aunque, desde luego, incomparablemente más débil que en el arte; «inmiscuye» en el hecho como un partícipe directo de éste
son más fuertes el momento de la subjetivización y personificación —sería entonces un cognisciente y un actuante ético—, sino
estéticas y algunos otros momentos de la forma). que ocupa una posición esencial fuera del hecho como un es­
10 Como medio auxiliar, igual que el dibujo en geometría, y como pectador no interesado pero que comprende el sentido valora­
hipótesis heurística, la filosofía puede valerse de la imagen intuitiva tivo de lo que se realiza; no lo experimenta, sino lo coexpe­
de la unidad; también en la vida a cada paso estamos trabajando
con ayuda de una imagen intuitiva semejante.
40 M. M. BAJTÍN
-■<<>>>■ <N I I I I KARIOS Y ESTÉTICOS 41
rimenta, ya que, sin valorarlo conjuntamente en cierta me­
dida, no se puede contemplar el hecho precisamente como En el capítulo siguiente abordaremos brevemente la sc-
tal. "tiixln dirección, ya que está dedicado al material. Nos de-
Esta posición externa (no lo indiferencia) permite a la tcmlrcmos en el primer intento.
actividad artística unificar, presentar y culminar el hecho Ante lodo se debe señalar que el contenido está dado en
desde fuera. Esta unificación y culminación son imposi­ <1 objeto artístico como íntegramente presentado y plasmado;
bles en principio desde dentro del conocimiento y la r el caso contrario, es un vulgar prosaísmo, un momento no
conducta mismos: ni la realidad del conocimiento puede uni­ diluido en el todo artístico. No puede ser separado ningún
ficarse con la obligación manteniéndose fiel a sí misma, ni momento real de la obra de arte que sea contenido puré,
tampoco puede hacerlo esta última con la realidad conser­ como tampoco es reatiter11 la forma pura: el contenido y la
vando su peculiaridad; hace falta una posición va'orativa sus­ forma se interpenetran recíprocamente y son inseparables.
tancial fuera del cognisciente y de la conciencia que debe y Sin embargo, para el análisis estético no pueden ser fusiona­
actúa, encontrándose en la cual se podría efectuar esta uni­ dos. o sea, son valores de diferente índole: para que la forma
ficación y culminación (también ésta es imposible desde poseía un valor puramente estético, el contenido abarcado
el interior del conocimiento y la conducta mismos). por ella dclie poseer un valor cognoscitivo y ético posible; la
La forma estética in'.uitivo-unificadora y culminadora forma necesita de la ponderabilidad exlraestética del conte­
desciende desde fuera al contenido, a su posible fragmenta- nido, ya que sin ella no podría realizarse como forma. Pero
riedad y constante disposición para la insatisfacción (tales ¿es factible decir sobre esta base que el contenido es un mo­
ruptura e insatisfacción resultan verdaderos fuera del arte, en mento puramente formal?
la vida sentida éticamente), y lo lleva al nuevo plano valora- Sin hablar ya de Ja absurdidad aparentemente lógica
tivo de la existencia liberada y terminada, valorativamente —terminológica— de' abandonar el término «forma» ante
sosegada en sí: la belleza. una negación total del contenido (ya que la forma es un con­
La forma, al abarcar el contenido desde afuera, lo proyec­ cepto correlativo al contenido, el cual no es precisamente la
ta hacia afuera, es decir, lo encarna; así, pues, la terminolo­ forma), existe, claro está, un peligro metódico más esencial
gía clásica tradicional se mantiene fiel en su base. cu semejante afirmación: en ella, el contenido se entien­
de como sustituible desde el punto de vista d? la forma.
En Ja poética contemporánea, la negación del contenido
Ésta no tiene que ver con el valor cognoscitivo-ético del con­
como momento constitutivo del objeto estético ha tomado
tenido: dicho valor es completamente casual en el objetivo
dos direcciones que, dicho sea a propósito, no siempre son
artístico; la forma relativiza todo el contenido: tal es el sen­
rigurosamente diferenciables ni han encontrado una formula­
tido de la afirmación que hace de éste un momento de la
ción clara en su totalidad:
forma.
La cuestión estriba en que semejante estado de cosas,
ciertamente, puede tener lugar en el arte: la forma puede
1. El contenido es sólo un momento de la forma, o
perder su actitud primaria ante el contenido en su valor
sea, el valor cognoscitivo-ético en la obra ar­ cognoscitivo-ético; el contenido puede ser reducido a «un
tística tiene un significado puramente formal.
momento puramente formal», y tal debilitamiento del conte­
2. El contenido es sólo un momento del material. nido reduce ante torio el valor artístico de la forma. Ésta es
privada de una de sus funciones más importantes: la unifica­

11 Real (en latín en el original).


l II' l i i IV. lili VARIOS T ESTÉTICOS
43
42 M. M. BAJTÍN
mui literarias o por ellas, valerse de éstas y combinar-
Iih • uperar su resistencia o encontrar un apoyo en ellas; pero
ción intuitiva de lo cognoscitivo con lo ético, que tiene suma en ln liase de todo este movimiento dentro del marco de un
importancia, particularmente en el arte verbal; también debi­ contexto puramente literario yace la lucha primaria, más
litan la función del aislamiento y la de la terminación, y i- encial y determinante, con la realidad del conocimiento
en semejantes casos, por supuesto, tenemos que ver de todos y la conducta: todo artista en su creación, si ésta es valiosa
modos con el contenido como momento constitutivo de la V seria, es como el primer artista: debe ocupar inmediatamen­
obra de arte (pues en el caso contrario no tendríamos en te una posición estética con respecto a la realidad extraestética
absoluto una obra de arte), pero con un contenido tomado de del conocimiento y la conducta, aunque sea en los límites de
segundas manos, aligerado, y a consecuencia de esto, con u experiencia ético-biográfica puramente personal. Ni la
una forma también aligerada: simplemente, tenemos que ver obra artística en su conjunto, ni ningún momento de ella,
con la llamada «literatura». Conviene detenerse en este fe­ pueden ser entendidos desde el punto de vista de una sola re­
nómeno, ya que algunos formalistas son proclives a conside­ gularidad abstracto-literaria, pero es imprescindible tener en
rar la «literatura» como el único tipo de creación artística en cuenta la serie semántica, o sea, la posible regularidad del
general. conocimiento y la conducta, ya que la forma estéticamente
Hay obras que en realidad no tienen que ver con el mun­ valiosa abarca no el vacío, sino la perseverante y lícita orien­
do, sino sólo con la palabra «mundo» en el contexto literario, tación semántica de la vida. En la obra de arte hay como dos
que nacen, viven y mueren en las páginas de las revistas, poderes y dos órdenes legales determinados por éstos: cada
que no «despegan» las páginas de las ediciones periódicas momento puede ser determinado en dos sistemas valorativos,
actuales y no nos sacan en modo alguno fuera de sus lími­ el del contenido y el de la forma, ya que en cada momento
tes. El momento cognoscitivo-ético del contenido, que éste importante estos dos sistemas se encuentran en una interac­
necesita de todos modos como momento constitutivo de la ción esencial y valora ticamente intensa. Pero, como es na­
obra artística, no es tomado por estas obras directamente del tural, la forma estética abarca desde todos los ángulos la po­
mundo del conocimiento y de la realidad ética de la conduc­ sible regularidad interna de la. conducta y el conocimiento,
ta, sino de otras obras de arte, o bien se construye por analo­ la subordina a su Unidad: sólo con esta' condición podemos
gía con ellas. La cuestión está, como es natural no en la hablar de la obra como propiamente artística.
existencia de influencias y tradiciones artísticas que tienen
lugar obligatoriamente hasta en el arte más elevado, sino en
la actitud interna ante el contenido asimilado. En esas obras ¿Cómo se realiza el contenido en la creación artística y en
literarias de que hablamos, el contenido no se reconoce ni la contemplación y cuáles son las tareas y los métodos de su
6e coexperimenta, sino que se asimila según consideraciones análisis estético? A estos problemas de la estética debemos
externas puramente «literarias»; la forma artística no se en­ referirnos en las siguientes líneas brevemente. Las observa­
cuentra aquí frente a frente con el contenido en su ponde­ ciones que aparecen a continuación no ostentan en absoluto
rabilidad cognoscitivo-ética; más bien una obra literaria se un carácter que agote el objeto del análisis, sólo esbozan el
encuentra con otra a la cual imita o «desplaza», o sobre cuyo problema; ahora bien, no vamos a abordar aquí la realización
fondo se «percibe» como nueva. Aquí la forma se vuelve in­ composicional del contenido con ayuda de un material de­
diferente respecto del contenido en su valor extraestético in­ terminado.
mediato.
a) Se debe distinguir rigurosamente el momento cog­
Además de la realidad del conocimiento y la conducta noscitivo-ético que constituye el verdadero contenido, o sea,
pre-encontrada por el artista de la palabra, él también pre­
encuentra la literatura: hay que luchar contra las viejas for-
44 M. M. BAJTÍN
1-1........ .I-'.MAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 45

< iindario, en cambio, puede tener sólo el valor auxiliar de


el momento constitutivo del objeto estético dado, de aquellos
juicios y valoraciones éticas que se pueden construir y ma­ medio.
Es indispensable subrayar que el artista y el espectador
nifestar en relación con el contenido, pero que no entran
exfierimentan la vivencia simultánea no de la conciencia psi­
en el objeto estético.
cológica (no pueden hacerlo en el sentido estricto de la
b) El contenido no pu'-de ser puramente cognoscitivo palabra), sino de la conciencia éticamente orientada y ac­
ni estar privado en su totalidad del momento ético; más aún, tuante.13
puede decirse que lo ético goza <le una primacía esencial en ¿Cuáles son, pues, las tarcas y las posibilidades del
el contenido. Respecto del concepto y el juicio puros, la for­ análisis estético del contenido?
ma artística no fucile realizarle: el momento puramente cog­ El análisis estético, ante todo, debe revelar la compo­
noscitivo resultará aislado de manera inevitable en la obra sición del contenido inmanente al objeto estético sin salirse
artística como un prosaísmo no diluido. Todo lo conocido cu nada fuera de los límites de dicho objeto, como se realiza
debe ser correlacionado con el mundo de la consumación de por la creación y la contemplación.
la conducta humana y estar ligado de manera sustancial a la Vamos a remitirnos al momento cognoscitivo del conte­
conciencia actuante; sólo así podrá -chinar en la obra de arte. nido.
Lo más desacertado sería concebir el contenido como un El momento del reconocimiento cognoscitivo acompaña
todo cognoscitivo teórico, como un pensamiento, como una en todas partes a las actividades de creación y contemplación
idea. artísticas, pero en la mayoría de los casos es completamente
c) La creación y la contemplación artística dominan el inseparable del momento ético y no puede ser expresado con
momento ético del contenido directamente por la vía de la uu juicio adecuado. La posible un dad y la necesidad d i
vivencia y la valoración simultáneas, pero en modo alguno inundo del conocimiento vienen como a atravesar a cada mo­
mediante la comprensión y la interpretación teóricas, que mento del objeto estético, y, al no alcanzar plenitud de ac­
pueden ser sólo un camino para la vivencia. Es directamente tualización en la obra misma, se unen con el mundo de la
tendencia ética, realizando esa peculiar unidad intuitivo-dada
ético tan sólo el propio hecho de la conducta (de la conducta-
de los dos mundos que, como ya señalamos, constituye un mo­
idea, de la conducta-acción, de la conducta-sentimiento, de
mento esencial de lo estético como tal.13 Así, tras cada pala-
la conducta-deseo, etcétera) en su viva consumación en el
interior de la propia conciencia actuante; precisamente este 12 La vivencia y la interiorización no ostentan todavía, por «» mismas,
hecho es culminado desde fuera por la forma artística, pero un carácter estético. El contenido del acto de la vivencia es ético:
no es su transcripción teórica a través de juicios éticos, nor­ resulta una orientación vital-práctica o ético-valorativa (emocional-
volitiva) de otra conciencia. Este contenido del acto de la viven
mas morales, sentencias, apreciaciones judiciales, etcétera.
cia puede ser asimilado y elaborado en distintas direcciones: hacién­
La transcripción teórica y la fórmula de la conducta dolo objeto del conocimiento (psicológico o filosófico-ético), con­
ética son ya la traducción de aquél al plano cognoscitivo, o dicionando la conducta ética (la forma más difundida de asimila­
cea, un momento secundario mientras que la forma artísti­ ción del contenido de la vivencia son la simpatía, la compasión.
ca —por ejemplo, la forma realizada por un relato sobre la Ia ayuda), y por último, se le puede convertir en objeto de la cul­
minación estética. En lo sucesivo, tendremos que abordar con más
conducta, o la forma de su heroización épica en el poema, detalles la llamada «estética de la vivencia».
o la forma de su plasmación lírica, etcétera— tiene que ver 13 En lo adelante esclareceremos el papel de la personalidad creadora
con la conducta misma en su naturaleza ética primaria, do­ del autor como momento constitutivo de la forma artística, en
minándola mediante la vivencia simultánea de la conciencia cuya unidad de la actividad encuentran también su unificación
volitiva, perceptiva y activa; el momento cognoscitivo se- los momentos cognoscitivo y ético.
46 M M. BAJTÍN

MOBI.EMAS LITERARIOS T ESTÉTICOS


47
bra, tras cada frase de una obra poética, se siente su posible
significado prosaico, su inclinación prosaica, o sea, su posi­ do del hecho. Así, las ya señaladas concepciones de Iván
ble remisión continua a la unidad del conocimiento. Karamázov tienen funciones puramente caracterológicas,
El momento cognoscitivo viene a iluminar por dentro constituyen un momento indispensable de su posición moral
el objeto estético: como una corriente de agua pura se mez­ frente a la vida, guardan relación además con la posición éti­
cla con el vino de la tensión ética y de la culminación artís­ ca y religiosa de Aliosha y, por ello, se insertan en el hecho
tica, pero no siempre se condensa y concentra hasta el grado hacia el cual está dirigida la forma artística culminante de
de un determinado juicio: todo se conoce, pero no siempre la novela; también los juicios de Andréi Bolkonski expre­
se identifica en el concepto adecuado. san su individualidad ética y su posición vital y se entrela­
Si no existiera este reconocimiento omnipenetrante, el zan con el hecho representado no sólo de su vida privada,
objeto estético, o sea. lo artísticamente creable y perceptible, sino también social e histórica. De esta manera, lo cognos-
desaparecería de todas las relaciones de la experiencia —tan­ citivo-verdadero llega a ser un momento de la realización
to teórica como práctica—, como desaparece el contenido del ética.
estado de amnesia general, sobre el cual no hay nada que
Si todos estos juicios no estuvieran necesariamente rela­
recordar ni que decir, y que no se puede valorar (puede va­
cionados por una vía u otra con el mundo concreto de la con­
lorarse el estado, pero no su contenido); del mismo modo, la
ducta humana, seguirían siendo prosaísmos aislados, lo que
creación y contemplación artísticas, privadas de toda par­
ocurre a veces en la obra de Dostoyevski y tiene lugar tam­
ticipación en la posible unidad del conocimiento, no atrave­
sadas por ella ni reconocidas desde dentro, se convertirían sen­ bién en Tolstói, por ejemplo, en la novela La guerra y la paz,
donde hacia el final los juicios cognoscitivos filosófico-his-
cillamente en un estado aislado de amnesia, sobre el cual es
tóricos rompen por completo su vínculo con el hecho ético
posible saber que ha existido sólo post factum por el tiempo
y se organizan en un tratado teórico.
transcurrido.
Esta iluminación interna del objeto estético en la esfera Por una vía algo distinta se relaciona con el hecho ético
del arte verbal, del grado del reconocimiento, puede ser eleva­ el momento cognoscitivo que tiene lugar en las descripciones,
da hasta el grado del conocimiento definido y de las asimila­ en las explicaciones científico-naturales o psicológicas de lo
ciones profundas, que pueden ser distinguidas por el análi­ realizado, etcétera. No es tarea nuestra señalar todos los po­
sis estético. sibles métodos de vincular lo ético con lo cognoscitivo en la
Pero, una vez separadas una u otra asimilación cognos­ unidad del contenido del objeto estético.
citiva del contenido del objeto estético —por ejemplo, las Al subrayar la vinculación del momento cognoscitivo
concepciones puramente filosóficas de Iván Karamázov so­ con el ético, se debe señalar, sin embargo, que el hecho ético
bre la importancia del sufrimiento de los niños, la negación no relativiza los juicios que entran en él y no es indiferente
del mundo de Dios, etcétera, o bien los juicios filosófico-his- a su profundidad, amplitud y veracidad puramente cognos­
tóricos y sociológicos de Andréi Bolkonski acerca de la guerra, citivas. Así los hechos morales de la vida del «hombre del
del papel del individuo en la historia y otros—, el investiga­ subsuelo», que son presentados y realizados artísticamente
dor debe recordar que todas estas concepciones, por muy pro­ por Dostoyevski, necesitan de la profundidad y firmeza cog­
fundas que sean por sí mismas, no están dadas en el objeto noscitivas de su visión del mundo, lo cual constituye un mo­
estético en su aislamiento cognoscitivo, y que la forma ar­ mento esencial de su orientación vital.
tística no está dirigida a ellas y no las culmina de modo di­ Una vez separado, en los límites de lo posible y lo ne­
recto; estas concepciones están necesariamente ligadas al mo­ cesario, el momento teórico del contenido en su ponderabili
mento ético del contenido, al mundo de la conducta, al mun- dad puramente cognoscitiva, el análisis estético debe com­
prender más adelante su relación con el momento ético y su
48 M. M. BAJTÍN l-IIOBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 49

significación en la unidad del contenido; pero, como es na­ más claridad sus nexos con la unidad de los cuales se ha li­
tural, este momento cognoscitivo puede ser convertido en berado la forma; esto puede facilitarle al momento ético el
objeto de análisis y valoración teóricos independientes de la paso a la forma cognoscitiva de razonamientos, que pueden
obra artística, refiriéndose ya no a la unidad del contenido j ser éticos —en el sentido restringido—, sociológicos y de
de todo el objeto estético en su conjunto, sino a la unidad otra índole, o sea, su transcripción puramente teórica en aque­
puramente cognoscitiva de cierta concepción filosófica del llos límites donde ésta es posible.
mundo (generalmente del autor). Semejantes trabajos tie­ Muchos críticos e historiadores de la literatura han po­
nen gran valor científico-filosófico e histórico-cultural, pero seído una alta maestría de revelación del momento ético
se encuentran ya fuera de los límites del análisis estético y mediante la narración semiestética melódicamente reflexio­
deben ser distinguidos rigurosamente de él; nosotros no va­ nada.
mos a detenernos en la singular metódica de tales trabajos. La transcripción teórica pura no puede dominar nunca
Pasemos a las tareas del análisis del momento élico del toda la plenitud del momento ético del contenido, la cual es
contenido. dominada sólo por la vivencia, pero puede y debe aspirar a
Su metódica es mucho más compleja: el análisis esté­ ello como su límite jamás alcanzable. El propio momento
tico, como el científico, debe transcribir de algún modo el de la realización ética se culmina o se contempla artística­
momento élico que la contemplación asimila mediante la vi­ mente, pero nunca puede ser formulado de manera adecua­
vencia y la valoración simultáneas; al realizar esta trans­ da en lo teórico.
cripción. hay que abstraerse de la forma artística, y ante todo Cuando se transcribe en lo posible el momento ético
de la individualización estética: es necesario separar la in­ <lel contenido que es terminado por la forma, el análisis
dividualidad ética tic su plasmación artística en un cuerpo estético propio debe entender el significado de todo el con­
y un alma individuales y estéticamente valiosos; hay que tenido en el conjunto del objeto estético, es decir, como con­
abstraerse, además, de lodos los momentos de su terminación. tenido precisamente de la forma artística dada, y ésta, como
Esta tarca es difícil, y en otros casos —par ejemplo, en la forma del contenido dado, sin salirse en absoluto de los lí­
música— resulta completamente irrealizable. mites de la obra. Pero el momento ético, al igual que el
El momento élico del contenido de una obra se puede cognoscitivo, se puede separar y convertir en objeto de una
transmitir y transcribir parcialmente a través de la narra­ investigación independiente, filosófico-ética o sociológica; pue­
ción: se puede contar con otras palabras acerca de la vivencia, de ser convertido en objeto de valoraciones morales o polí­
conducta o hecho que han hallado su terminación artística ticas actuales (de valoraciones secundarias, no de las prima­
en la obra. Semejante narración, con un reconocimiento rías, imprescindibles asimismo para la contemplación esté­
metódico correcto de la tarea, puede tener gran importancia tica). Así, pues, el método sociológico no sólo transcribe el
para el análisis estético. En efecto: la narración, aunque con­ hecho ético en su aspecto social, que es vivido y valorado en
serva su forma artística —la forma de cuento—, la simplifica la contemplación estética, sino que rebasa los límites del ob­
y reduce a un simple medio para la vivencia, abstrayéndose jeto e introduce el hecho en nexos sociales e históricos más
en lo posible de todas las funciones aislantes, culminadoras y amplios. Semejantes trabajos pueden tener gran importan­
«tranquilizadoras» de la forma (el cuento, claro está, no pue­ cia científica: son incluso totalmente indispensables para el
de abstraerse totalmente de ellas). Como resultado de ello, historiador de la literatura, pero se encuentran fuera de los
aunque la vivencia se debilita y palidece, se manifiesta con límites del anáfisis propiamente estético.
más claridad, sobre todo, el carácter puramente ético, in­ La transcripción psicológica del momento élico tampo­
terminable, integrante de la unidad del hecho de la existen­ co tiene una relación directa con el análisis estético. La
cia y responsable de lo vivido, y se manifiestan también con creación y contemplación artística tienen que ver con los
CAPÍTULO III
M. M. BAJTÍN
50

sujetos éticos, los sujetos de la conducta, y con las redaciones


ético-sociales existentes entre ellos. A estos sujetos éticos El problema del material
se orienta valorativamente la forma artística que los culmi­
na, pero de ningún modo a los sujetos psicológicos y a los
nexos psicológicos que existen entre los mismos. Durante la solución del problema de la significación del ma­
Se debe señalar, sin someter por ahora este planteamien­ terial para el objeto estético, se debe tomar el material en su
to a un desarrollo más profundo, que en algunos casos —por definición científica totalmente exacta, sin enriquecerlo con
ejemplo, durante la percepción de una obra musical— es ningún momento ajeno a esta definición. La dualidad de
perfectamente admisible desde el punto de vista metódico la sentido respecto del material tiene lugar con especial fre­
profundización intensiva del momento ético, mientras que su cuencia cu la estética de la palabra: por ésta se entiende todo
ampliación extensiva destruiría la forma artística dada; el lo que se quiere, hasta «el verbo divino». La metafísica de
momento ético no tiene fronteras internas que pudieran ser la palabra —verdad que en sus formas más sutiles— tiene
violadas ilegalmente: la obra no predetermina ni puede pre­ lugar con especial frecuencia en las investigaciones sobre
determinar el grado de profundidad del momento ético. poética realizadas por los propios poetas (en nuestro país, por
¿En qué medida el análisis del contenido puede tener V. Ivánov, A. Bieli y K. Balmont): ellos toman la palabra
un carácter científico de validez general? ya estetizada, pero conciben el momento estético como per­
Es factible, en principio, el logro de un alto grado de teneciente a la esencia de la palabra misma, y con ello lo
cientificidad, especialmente cuando las disciplinas correspon­ transforman en una magnitud mítica o metafísica.
dientes —la ética filosófica y las ciencias sociales— alcan­ Al dotar a la palabra de todo lo que es propio de la
zan por sí mismas el grado de cientificidad posible para ellas; cultura, o sea, de todos los valores culturales —cognoscitivos,
pero en realidad el análisis del contenido es muy difícil, y éticos y estéticos—, se llega con mucha facilidad a la con­
resulta totalmente imposible evitar cierto grado de subjeti­ clusión de que, salvo la palabra, en la cultura no hay nada
vidad, lo que está condicionado por la propia esencia del más; de que esta última no es otra cosa que un fenómeno
objeto estético; pero el tacto científico del investigador siem­ del lenguaje; de que el científico y el poeta, en igual grado,
pre puede mantenerlo dentro de las fronteras debidas, obli­ tienen que ver solamente con la palabra. Pero al diluir la
gando a determinar aquello que es subjetivo en su análisis. lógica y la estética, o cuando menos la poética en la lingüís­
Tal es, en sus rasgos más generales, la metódica del tica, estamos destruyendo la peculiaridad tanto de lo lógico
análisis estético del contenido. y lo estético como en igual medida de lo lingüístico.
Sólo se puede comprender el valor de la palabra para
el conocimiento, para la creación artística, y en particular
para la poesía (esto es lo que nos interesa aquí ante todo),
si se comprende su naturaleza lingüística puramente verbal
en forma independiente de las tareas del conocimiento de la
creación artística, del culto religioso y otras, a cuyo servi­
cio se encuentra la palabra. La lingüística, como es natural,
no permanece indiferente a las particularidades del lenguaje
científico, artístico o ritual, pero para ella resultan particu­
laridades puramente lingüísticas del lenguaje mismo; en cam­
52 M. M. BAFTIIS
PROBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 53
bio, para la comprensión de su valor en el arte, la ciencia Sólo liberándose consecuentemente de ¡a inclinación me­
y la religión, eLa no puede pasarse sin las orientaciones rec­ tafísica (de la sustancialización y materialización real de la
toras de la estética, la teoría del conocimiento y otras disci­ palabra), del logismo, del psieologismo y del esteticismo, la
plinas filosóficas, del mismo modo que la psicología del co­ lingüística se abre paso hacia su objeto, lo considera desde
nocimiento debe basarse en la lógica y la gnoseoiogía, y la el punto de vista metódico y con esto por primera vez ge
psicología de la creación artística, en la estética. convierte en una ciencia.
La lingüística constituye una ciencia sólo porque posee No en todas sus ramas, la lingüística ha sabido asimilar
su objeto de estudio: el lenguaje. El lenguaje de la lingüís­ metódicamente por igual su objeto de estudio: con dificul­
tica está determinado por el pensamiento puramente lingüís­ tad apenas empieza a asimilarlo en la sintaxis; muy poco se
tico. Una expresión singular concreta se da siempre en un ha hecho todavía en el campo de la semasiología. No está
contexto cultural valorativo-semántico (científico, artístico, elaborada en absoluto aún la rama que debe tratar sobre los
político o de otra índole), o bien en el contexto de una situa­ grandes conjuntos verbales: las largas expresiones vitales, el
ción vital-individual singular. Sólo en estos contextos una diálogo, el discurso, el tratado, la novela, etcétera, ya que tam­
expresión aislada es viva y consciente: es verdadera o falsa, bién estas expresiones pueden y deben ser determinadas y es­
beLla o fea, sincera o hipócrita, franca, cínica, autoritaria, tudiadas en forma puramente lingüística, como fenómenos
etcétera. No hay ni puede haber expresiones neutrales, pero del lenguaje. El análisis de estos fenómenos en las ars poe-
la lingüística ve en ellas sólo un fenómeno del lenguaje, ticae y las retóricas, y además en su variante contemporánea
las refiere únicamente a la unidad del lenguaje, pero no a —la poética—, no puede ser aceptado como científico debido
la unidad del concepto, de la práctica vital, de la historia, al ya señalado entrelazamiento del punto de vista lingüísti­
el carácter de la persona, etcétera. co con otros completamente ajenos a él: los lógicos, los psi­
Sea cual fuere tal o cual expresión histórica por su va­ cológicos, los estéticos, etcétera. La sintaxis de los grandes
lor en la ciencia, la política o la esfera de la vida privada conjuntos verbales (o la composición como rama de la lin­
de un individuo, para la lingüística esto no es un avance güistica, a diferencia de la composición que tiene en cuenta'
en el campo del sentido, no es un nuevo punto de vista so­ una tarca artística o científica) todavía está esperando por
bre el mundo, no es una nueva forma artística, ni una proe­ su fundamentación: hasta ahora la lingüística no ha ido en
za moral: para ella, esto es sólo un fenómeno del lenguaje, lo científico más allá de la oración compleja, que es el más
largo fenómeno del lenguaje investigado científicamente por
tai vez una nueva construcción lingüística. También el sen­
aquélla: se obtiene la impresión de que el lenguaje lingüís­
tido de la palabra, su significado material, constituye para
tico metódicamente puro termina aquí de repente y se ini­
ella sólo un momento de una palabra lingüísticamente defi­ cian de inmediato la ciencia, la poesía y demás, y mientras
nida, extraído lícitamente del contexto cultural semántico
tanto el análisis puramente lingüístico puede seguir adelante,
y valorativo en el cual resonaba la palabra en la realidad. por muy difícil que resulte y por muy tentador que sea in­
Únicamente así, aislando y iberando el momento pura­ troducir aquí puntos de vista ajenos a la lingüística.
mente lingüístico de la palabra y creando una nueva unidad Sólo cuando la lingüística domine su objeto a plenitud
lingüística y sus subdivisiones concretas, llega la lingüística y con toda pureza metódica, podrá trabajar productivamente
a dominar metódicamente su objeto de estudio: el lenguaje, también para la estética de la creación verbal, valiéndose a
indiferente a los valores extralingüísticos (o, si se quiere, crea su vez sin temor de sus servicios: hasta ese momento, «len­
un nuevo valor puramente lingüístico al cual refiere toda guaje poético», «imagen», «concepto», «juicio» y otro» tér­
expresión). minos serán para ella una tentación y un gran peligro, y de­
54 M. M. BAJTÍN

PROBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 55


berá temerlos no en vano: ellos han enturbiado demasiado
y continúan enturbiando la pureza metódica de esta ciencia.
¿Qué importancia tiene el lenguaje, entendido en for­ nación lingüistica. La poesía no constituye una excepción
ma rigurosamente lingüística, para el objeto estético de la del postulado común a todas las artes: la creación artística
poesía? No se trata en absoluto de cuáles son las particula­ que se determina por su actitud ante el material es su su­
ridades lingüísticas del lenguaje poético —como somos pro­ peración.
clives a interpretar en ocasiones este problema—, sino del El lenguaje en su determinación lingüística no entra en
valor del lenguaje lingüístico en su conjunto como material el objeto estético del arte verbal.
para la poesía. Este problema ostenta un carácter puramen­ Esto tiene lugar en todas las artes: la naturaleza extra­
te estético. estética del material —a diferencia del contenido— no pe­
El lenguaje para la poesía, al igual que para el conoci­ netra en el objeto estético: no entran el espacio físico-mate­
miento y para la conducta ética en su objetivación en el dere­ mático, las líneas y figuras de la geometría, el movimiento
cho, en el Estado, etcétera, es solamente un momento técnico: de la dinámica, el sonido de la acústica, etcétera. Con ellos
en esto estriba la completa ana’ogía del valor del lenguaje tienen que ver el artista-maestro y la ciencia estética, pero no
para la poesía con el valor de la naturaleza de las ciencias la contemplación estética primaria. Estos dos momentos de­
naturales como material (y no contenido) para las artes re­ ben ser rigurosamente diferenciados: en el proceso de su
presentativas: nos referimos al espacio físico-matemático, la trabajo, el artista tiene que ver con lo físico, lo matemático
masa, el sonido de la acústica, etcétera. y lo lingüístico; y el estético, con la física, la matemática y
Peno la poesía utiliza técnicamente el lenguaje lingüís­ la lingüística; pero todo este enorme trabajo técnico reali­
tico de un modo especial: el lenguaje le es necesario a la zado por el artista y estudiado por la estética —trabajo sin
poesía en su todo, multilateralmente y en todos sus momen­ el cual no habría obras artísticas— no entra en el objeto es­
tos: la poesía no permanece indiferente ni a un solo mati~ tético que se crea por la contemplación artística, o sea, la exis­
de la palabra lingüistica. tencia estética como tal, el objetivo final de la creación:
A excepción de la poesía, ninguna de las esferas cultu- todo esto se «retira» en el momento de la percepción artís­
ra’es necesita del lenguaje en su todo: el conocimiento no tica, como se retira el andamiaje cuando se ha terminado la
requiere en absoluto de la compleja peculiaridad del aspecto construcción de un edificio.14
sonoro de la palabra en sus facetas cualitativa y cuantitativa, Para evitar incomprensiones, nosotros le damos aquí
ni de la diversidad de entonaciones posibles, del movimiento una definición completamente exacta a la técnica en el arte:
de los órganos articulatorios, etcétera. Lo mismo se puede llamamos momento técnico en el arte a todo aquello que es
decir en relación con otras esferas de la creación cultural: completamente indispensable para la creación de la obra ar­
todas ellas no pueden obviar el lenguaje, pero toman muy tística en su determinación científico-natural o lingüística;
poco de él. i aquí se incluye toda la composición de la obra artística ter­
Sólo en la poesía el lenguaje revela plenamente sus po­ minada como cosa, pero que no entra de manera directa en
sibilidades, ya que las exigencias que se le plantean aquí el objeto estético y no es componente del conjunto artístico;
son máximas: todas sus facetas están tensas hasta el extremo los momentos técnicos son factores de la impresión artística,
y llegan hasta sus últimos límites; la poesía viene como a pero no son componentes importantes del contenido de esta
sacarle todos los zumos al lenguaje, y éste se supera aquí a impresión, o Sea, del objeto estético.
sí mismo.
Pero, aun siendo tan exigente para con el lenguaje, la 14 De aquí no se deduce, por supuesto, que el objeto estético existe
poesía sin embargo lo supera como lenguaje, como determi­ en algún lugar y de cierto modo antes de la creación de la obra
e independientemente de ella en una forma terminada. Tal supo­
sición, como es natural, resulta absurda por completo.
PROBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 57
56 M. M. BAJTÍN
ritu: el hecho ético del recuerdo y el arrepentimiento ha
¿Debemos sentir en el objeto artístico la palabra precisamen­ encontrado una presentación y una terminación estéticas en
te como tal en su determinación lingüística? ¿Debemos per­ esta obra (a la presentación artística se refiere también el
cibir la forma morfológica de la palabra como morfológica momento del aislamiento y de la imaginación, o sea, de la
y sintáctica, y la serie semántica como semántica? ¿Debe­ i'ealidad incompleta), pero no las palabras, los fonemas, los
mos percibir el conjunto poético en la contemplación artís­ morfemas, las oraciones y las series semánticas; todos estos
tica como un conjunto verbal y no como el conjunto termi­ elementos se encuentran fuera del contenido de la percepción
nado de un hecho, una tendencia, una tensión interna, estética, o sea, fuera del objeto artístico, y sólo se necesitan
etcétera? para el juicio científico secundario de la estética, por cuanto
surge la cuestión de cómo y por qué momentos de la estruc­
Está claro que el análisis lingüístico hallará las pala­
bras. las oraciones y demás: el análisis físico encontrará el pa­ tura extraestética de la obra externa está condicionado el con­
pel, la tinta tipográfica de determinada composición quími­ tenido dado de la percepción artística.
ca, o bien las ondas sonoras en su determinación física; el La estética debe determinar Ja composición inmanente
fisiólogo determinará los procesos correspondientes en los del contenido de la contemplación artística en su pureza es­
órganos de percepción o en los centros nerviosos; el psicó­ tética, o sea, el objeto estético, para la solución de la cuestión
logo percibirá las correspondientes emociones, sensaciones acerca de la importancia que tiene para aquél el material
auditivas, imágenes visuales, etcétera. Todos estos juicios v su organización en la obra externa; al actuar así, la estéti­
científicos de ios especialistas, particularmente los del lin­ ca debe establecer inevitablemente, en relación con la poe­
güista (y en mucho menor grado los del psicólogo), se'rán sía, que el lenguaje, en su determinación lingüística, no pe­
necesarios al estético en su trabajo de estudio sobre la estruc­ netre al interior del objeto estético, sino que quede fuera de
tura de la obra en su determinación extracstética; pero tam­ éste; el propio objeto estético, en cambio, se compone del
bién él, como todo espectador artístico, comprende que todos contenido artísticamente presentado (o de la forma artística
estos momentos no entran en el objeto estético, en ese objeto provista de contenido).
a que se refiere nuestra valoración estética directa («es be- El enorme trabajo del artista con la palabra tiene como
lio», «es profundo», etcétera). Todos los momentos son in­ finalidad su superación, ya que el objeto estético crece so­
dicados y determinados sólo por el juicio científico secunda­ bre las fronteras de las palabras, del lenguaje como tal; pero
rio y esclarecedor del estético. esta superación del material ostenta un carácter puramente
inmanente: el artista se libera del lenguaje en su determi­
Si hiciéramos el intento de definir la composición del
nación lingüística no mediante la negación, sino por el per­
objeto estético de la obra Recuerdos, de Pushkin.
feccionamiento inmanente de éste; el artista viene como a
vencer el lenguaje con las propias armas lingüísticas de éste
y lo obliga, perfeccionándolo lingüísticamente, a superarse
Cuando para el mortal calle el ruidoso día a sí mismo.
Y sobre los mudos muros de la ciudad Esta superación inmanente del lenguaje en la poesía
Se acueste la semitransparente sombra de la noche... se diferencia de manera radical de su superación puramente
negativa en la esfera del conocimiento, o sea, de la algebrai-
zación, del uso de signos convencionales en lugar de pala­
diríamos que en su composición entran: la ciudad, la noche, bras, de las abreviaturas, etcétera.
ios recuerdos, el arrepentimiento, etcétera. Con estos valores
tiene que ver directamente nuestra actividad artística y a
ellos se halla orientada la intención estética de nuestro espí­
58 M. M. BAJTÍN

PROBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 59


La superación inmanente es la determinación formal de
la actitud ante el material no sólo en la poesía, sino en todas
La «imagen» de la estética potebniana* se nos presenta
las artes.
como poco aceptable a consecuencia de que a ella se ha aso­
ciado sólidamente mucho de superfluo e inexacto, y, a pe­
sar de la muy venerable vieja tradición de la imagen, para
La estética de la creación verbal no debe saltar el len­ la poética no está de más despedirse de ella; pero la crítica
guaje lingüístico, sino valerse de todo el trabajo de la lin­ de la imagen como momento fundamental de la creación
güística para comprender la técnica de la creación del poeta poética, propuesta por algunos formalistas y desarrollada con
sobre la base de la correcta comprensión del lugar del ma­ especial claridad por V. M. Zhirmunski, nos parece comple­
terial en la creación artística, por una parte, y de la peculia­ tamente incorrecta en el aspecto metódico, pero al mismo
ridad del objeto estético, per otra. tiempo muy característica para la poética rusa actual.
El objeto estético como contenido de la visión artística El valor de la imagen es negado aquí sobre la base de
y su arquitectónica, como ya hemos señalado, son una for­ que, entre nosotros, durante la percepción artística de una
mación existencial completamente nueva de índole no cien­ obra poética surgen no representaciones visuales nítidas de
tífico-natural (y no psicológica, por supuesto) ni lingüísti­ aquellos objetos sobre los cuales se trata en la obra dada,
ca: es una singular existencia estética que crece sobre las sino sólo fragmentos casuales, variables y subjetivos de esas
fronteras de la obra mediante la superación de su determi­ representaciones visuales, con les cuales, claro está, resulta
nación objetivo-material y extraestética. totalmente imposible construir el objeto estético. Por consi­
Las palabras en la obra poética, por una parte, toman la guiente, las imágenes nítidas no surgen e incluso, en prin­
forma del conjunto de la oración, el período, el capítulo, el cipio, no pueden surgir; por ejemplo, ¿cómo debemos re­
acto, etcétera, y por otra, crean el conjunto de la apariencia presentarnos la «ciudad» del ya señalado poema de Pushkin,
del héroe, de su carácter, posición, situación, conducta, etcé­ como una ciudad extranjera o como una rusa, como una ciu­
tera, y por último, el conjunto estéticamente presentado y dad grande o como una pequeña, como Moscú o como Peters-
terminado del hecho ético de la vida, dejando entonces de burgo? Esto se deja al arbitrio subjetivo de cada cual: la obra
ser palabras, oraciones, párrafos, capítulos... El proceso de no nos da ninguna indicación, imprescindible para constru r
realización del objeto estético, o sea, de materialización de una representación visual concreta y singular de una ciudad;
la tarea artística en su esencia, es el proceso de la transfor­ pero si es así, entonces el artista no tiene que ver en absoluto
mación coherente del conjunto verbal entendido de manera con un objeto, sino sólo con una palabra —en el caso dado,
lingüística y composicional en el conjunto arquitectónico con la palabra «ciudad»—, y con nada más.
del hecho estéticamente terminado; al mismo tiempo, claro El artista sólo tiene que ver con las palabras, ya que éstas
está, todos los nexos e interrelaciones verbales de orden lin­ son algo definido e indudablemente existente en la obra.
güístico y composicional se convierten en nexos extraverbales Semejante razonamiento es en extremo característico
arquitectónicos del hecho. para la estética material, todavía no libre por completo de
Un estudio más pormenorizado del objeto estético y su la inclinación psi ?ologista. Ante todo, se debe señalar que
arquitectónica no entra en la tarea de nuestro trabajo; aquí este mismo razonamiento podría ser empleado además en la
sólo nos referiremos brevemente a los errores surgidos en
el terreno de la poética rusa contemporánea en relación con * Potebniá, A. F. (1835-1891). Filólogo-esclavista ucraniano y ruso,
la teoría de la imagen, los cuales tienen la relación más esen­ analizó cuestiones de la teoría del lenguaje (el lenguaje y el pen­
cial con la teoría del objeto estético. samiento, la naturaleza de la poesía, la poética del género, etcéte­
ra), el folclor, la etnografía, la lingüística general, la fonética, la
gramática y la semasiología de los idiomas eslavos. (N. del E.)
60 M. M. BA.JTÍN PROBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 61
esfera de la teoría del conocimiento (lo que se ha hecho en cia, se convierte en la característica de un valor concreto y
más de una ocasión): también el científico tiene que ver como tal penetra en el objeto estético, o sea, entra no la for­
sólo con la palabra y no con el objeto ni cen el concepto, ma lingüística, sino su significado valorativa (la estética
ya que sin dificultad se puede demostrar con procedimien­ psicológica diría: el momento emocional-volitivo correspon­
tos análogos que no existe ningún concepto en la psiquis diente a dicha forma).
del científico, sino tan sólo formaciones y fragmentos de re­ Estos componentes se integran en la unidad del hecho
presentaciones inestables y subjetivo-casuales. Aquí se resu­ valorativamente importante de la vida, presentado y termi­
cita, ni más ni menos, el viejo nominalismo psicológico; apli­ nado estéticamente (fuera de la forma estética sería un
cado a la creación artística. Pero se puede mostrar con hecho ético, no realizable en principio dentro de sí mismo).
igual convicción que en la psiquis del artista y del cientí­ Este hecho ético-estético es completamente definido y artís­
fico tampoco hay palabras en su determinación lingüística, ticamente univalente; nosotros podemos dar a sus componen­
y más todavía, en la psiquis no existe otra cosa que las for­ tes el nombre de imágenes, entendiendo por tales no las re­
maciones psíquicas que, como tales, son subjetivas y, desde presentaciones visuales, sino los momentos del contenido
el punto de vista de cualquier esfera de sentido —cognosci­ que poseen forma.
tiva, ética, estética—, son igualmente casuales e inadecua­
Se debe señalar que no es posible ver la imagen tampo­
das. Por psiquis se debe entender sólo la psiquis, el objeto
co en las artes representativas; es completamente imposible,
de estudio de la ciencia empírica de la psicología, conside­
por supuesto, ver sólo con los ojos al hombre representado
rado por ella de modo puramente metódico y poseedor de su
como hombre, o sea, como valor ético-estético, como imagen,
regularidad puramente psicológica.
ver su cuerpo como valor, como expresión de su apariencia,
Mas, a pesar de que en la psiquis todo es sólo psicológi­ etcétera En general, para ver algo u oír algo, o sea, algo ma­
co y de que resulta imposible sentir en forma psíquicamente terialmente definido o sólo valorativamente importante o
adecuada la naturaleza, los elementos químicos, el triángulo, ponderable, no bastan ya los sentidos externos, «el ojo que
etcétera, existen las ciencias objetivas, donde tenemos que no ve y el oído que zumba», para decirlo con palabras de
ver con la naturaleza, con los elementos y con el triángulo; Parménides.
al mismo tiempo, el pensamiento científico tiene que ver
con estos mismos objetos, a ellos está dirigido y establece
nexos entre ellos. Y el poeta, en nuestro ejemplo, tiene que Así, pues, el componente estético —llamémoslo por aho­
ver con la ciudad, el recuerdo, el arrepentimiento, el pasado ra la imagen— no es ni el contenido, ni la palabra, ni la
y el futuro como valores ético-estéticos, y lo hace de manera representación visual, sino una peculiar formación estética
estéticamente responsable, aunque en su alma no hay ningún que se realiza en la poesía con ayuda de la palabra, y en las
valor, sino sólo vivencias psíquicas. Los componentes del arles representativas, con ayuda del material visualmente per­
objeto estético de la obra dada son, por lo tanto, «los muros ceptible, pero que no coincide en ninguna parte ni con el
de la ciudad», «la sombra de la noche», «los pergaminos de material, ni con alguna combinación material.
los recuerdos», etcétera, pero no las representaciones visua­
les, las vivencias psíquicas en general y las palabras. Al
mismo tiempo, el artista (y el espectador) tienen que ver Todas las incomprensiones similares a la antes analiza­
precisamente con la «ciudad»; el matiz que se expresa con da, surgidas alrededor del objeto estético no verbal y no
la forma eslavo-eclesiástica de la palabra es referido al va­ material, se explican en definitiva por la tendencia total­
lor ético-estético de la ciudad confiriéndole gran importan­ mente ilícita a encontrar un equivalente empírico puro e in­
PROBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 63
62 M. M. BAJTÍN
No vamos a retomar la cuestión del contenido como mo­
cluso localizado en tiempo y espacio (como cosa) del objeto mento crtnstitulivo imprescindible; sólo, diremos que por
estético, o hasta por la tendencia a empirizar cognoscitiva­ momento temático, el cual en unas arles falta y en otras
mente todo este objeto. En la creación artística hay dos mo­ está presente, somos proclives a entender por lo general tan
mentos empíricamente presentes: la obra material externa y sólo el momento de la diferenciación material y de la deter­
el proceso psíquico de la creación y percepción (sensaciones, minación cognoscitiva, momento que, como es natural, no
representaciones, emociones y demás); en el primer caso, es inherente a todas las artes y en ningún caso agota el con­
tenemos una regularidad científico-natural, matemática o tenido. Sin embargo, en otros casos (en V. M. Zhirmunski,
lingüística; en el segundo, una puramente psicológica (una aunque a éste tampoco le es ajena la primera y más estre­
relación asociativa, etcétera). A ellas se aferra el investiga­ cha interpretación de la temática) la poética contemporánea
dor, por temor a salirse en algo fuera de sus límites, supo­ hace pasar bajo la temática a casi todo el objeto estétioo en
niendo por lo general que más lejos se encuentran ya sólo su peculiaridad no material y con su estructura arquitectó­
Jas esencias metafísicas o místicas. Pero estos intentos de nica de hecho; pero al mismo tiempo este objeto, introducido
empirización integral del objeto estético resultan siempre de modo no critico, se inserta en la palabra lingüísticamen­
desafortunados y, como lo hemos demostrado, son ilícitos te determinada y se coloca en ella junto al fonema, el mor^
por completo en el aspecto metódico: lo importante es com­ fema y otros elementos, y eon esto, como es natural, se alte­
prender precisamente la peculiaridad del objeto estético como ra de raíz su pureza. Pero, ¿cómo concordar el mundo te­
tal y la peculiaridad del nexo puramente estético de sus mo­ mático de los hechos (el contenido presentado) en un todo
mentos, es decir, de su arquitectónica. Ni la estética psico­ único con la palabra lingüísticamente determinada? La poéti­
lógica ni la material son capaces de realizar esto. ca no da una respuesta a esta pregunta, y no la plantea tam­
No tenemos por qué temer en lo más mínimo el hecho poco en forma básica. Mientras tanto, el mundo temático en
de que el objeto estético no pueda ser encontrado ni en la su interpretación amplia y la palabra lingüística yacen en pla­
psiquis ni en la obra material: él no se convierte, a conse­ nos y dimensiones totalmente diferentes. Conviene añadir
cuencia de esto, en una esencia mística o metafísica: en la que la temática teoriza en grado sumo el objeto estético y el
misma situación se halla también el variado mundo de la contenido: el momento ético y la vivencia que le correspon­
conducta, la existencia de lo ético. / Dónde se encuentra el de se subestiman, y en general no se diferencia el momento
Estado? ¿En la psiquis, en el espacio físico-matemático, so­ ético puro de su transcripción cognoscitiva.
bre el papel de las actas constitucionales? ¿Y dónde está el Así se determina el valor del material en la creación
derecho? Y sin embargo, tenemos que ver responsablemen­ artística: sin entrar en el objeto estético en su determinación
te con el Estado y con el derecho; más aún, estos valores material extracstética como componente estéticamente va­
asimilan y ordenan tanto el material empírico como nues­ lioso, resulta imprescindible para su creación como momen­
tra psiquis, permitiéndonos superar su subjetividad psíquica to técnico.
desnuda. De esto no se deduce, en modo alguno, que en la es­
Por esta misma tendencia a la empirización y la psico- tética el estudio de la estructura material de la obra como
logización extraestéticas del objeto artístico se explica el in­ puramente técnica debe ocupar un lugar modesto. La impor­
tento, ya señalado más arriba, de comprender el contenido tancia de las investigaciones materiales en la estética espe­
como momento del material-palabra: fijado a la palabra como cializada es muy grande, tanto como la importancia de la
una de sus facetas junto al fonema, el morfema, etcétera, el obra material y de su creación para el artista y para la con­
contenido se presenta como científicamente más palpable, templación estética. Podemos adherirnos plenamente a la
más material.
64 M. BAJTÍN
PROBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 65
afirmación de que «la técnica lo es todo en el arte», enten­ la obra, o una construcción metafísica arbitraria, o un razo­
diéndola en el sentido de que el objeto estético se culmina namiento psicológico puro.
sólo mediante la creación de la obra material (la visión es­ Sí es posible un tipo especial de interpretación subjeti-
tética fuera del arte es híbrida porque aquí resulta inalcan­ vo-filosófico metódicamente consciente de la obra musical,
zable una organización lo bastante perfecta del material, el cual puede tener gran importancia cultural pero, por su­
como ocurre, por ejemplo, durante la contemplación de la puesto, no es científico en el sentido estricto de esta palabra.
naturaleza); antes de esta creación e independientemente de •Nosotros no podemos ofrecer aquí la metódica del aná­
ella dicho objeto no existe; éste se culmina por primera vez lisis composicional material, ni siquiera en sus rasgos más
junto con la obra. generales, como hicimos con la metódica del análisis del con­
En su aplicación a la creación artística, no hay que con­ tenido; esto es factible sólo después de una familiarización
ferirle a la palabra «técnica» ninguna acepción odiosa; aquí más pormenorizada con el objeto estético y su arquitectóni­
la técnica no puede ni debe separarse del objeto estético; ca, por los que se determina la composición. Aquí, en cam­
par éste ella vive y se mueve en todos sus momentos, y por bio, debemos limitarnos a lo dicho.
igual razón no es nada mecánica en la creación artística; sólo
puede aparecer como mecánica en una investigación estéti­
ca deficiente que pierda el objeto estético y haga autosu-
ficientc a la técnica, separándola de la finalidad y de! senti­ CAPÍTULO IV
do. En contraposición a semejantes investigaciones, se debe
subrayar el carácter auxiliar de la organización material de
la obra —puramente técnico—, no para rebajarla, sino, por
el contrario, para interpretarla y animarla. El problema de la forma
La correcta solución del problema del significado del
material, por lo tanto, no hará innecesarios los trabajos La forma artística es la forma del contenido, pero culmi­
de la estética material y no disminuirán en lo más mínimo nada íntegramente en el material y «fijada» a él. Por eso,
su trascendencia, sino que los dotará de principios y de una debe ser entendida y estudiada en dos direcciones:
orientación metódica acertada, pero, naturalmente, deberán
desechar su pretensión de agotar la obra artística.
Debemos destacar que, respecto de algunas artes, el 1. En el interior del objeto estético puro, como for­
análisis estético debe limitarse casi exclusivamente al estu­ ma arquitectónica orientada valorativamente al
dio de la técnica, concebida, claro está, de manera metódica, contenido (el hecho posible) y referida a él.
o sea, sólo como técnica: en tal situación se encuentia la 2. Dentro del conjunto composicional material d"
estética de la música. Acerca del objeto estético de la mú­ la obra: éste es el estudio de la técnica de la
sica, objeto que surge sobre las fronteras de la sonoridad acús­ forma.
tica, no tiene casi nada que decir el análisis estético de las
diferentes obras, salvo la definición más general de su pecu­
liaridad. Los juicios que rebasan los límites del análisis de En la segunda dirección de estudio, la forma no debe
la composición material de la obra musical, en la mayoría interpretarse en ningún caso como la forma del material
de los casos devienen subjetivos: son una libre poetización de —esto tergiversa de raíz la comprensión—, sino sólo como
PROBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS
66 M. M. BAJTÍN 67

culminada en él y con su ayuda, y en este sentido, además de creación. Por esto se condiciona la necesidad forzosa
de su objetivo estético, está condicionada también por la peculiar del pensamiento cognoscitivo: él es activo, pero no
naturaleza del material dado. siente su actividad, pues el sentimiento sólo puede ser indi­
vidual, referido a la individualidad, o, con más exactitud, el
El presente capitulo constituye una breve introducción
a La metódica del análisis estético de la forma como forma sentimiento de mi actividad no entra en el contenido obje­
tivo del pensamiento mismo, sino que se queda al margen
arquitectónica. Con demasiada frecuencia, la forma se en­
de él como un apéndice subjetivo-psicológico, y nada más:
tiende sólo como la «técnica»; esto es característico tanto del
formalismo como del psicologismo en la teoría del arte. No­ la ciencia, como unidad objetivo-material, no posee un autor-
16
creador.15
sotros, en cambio, consideramos la forma en el plano propia­
El autor-creador es un momento constitutivo de la for­
mente estético, como forma artísticamente valiosa. He aquí
ma artística.
la cuestión fundamental de este capitulo: ¿cómo la forma,
al ser realizada integramente en el material, se convierte al Yo debo sentir la forma como mi propia actitud de va­
mismo tiempo en la forma del contenido refiriéndose, desde loración activa ante el contenido para poderla sentir estética­
el punto de vista valorativo, a éste? O dicho con otras pala­ mente: en la forma y con ella yo canto, narro y represento;
bras: ¿cómo la forma composicional —la organización del con la forma yo expreso mi amor, mi afirmación, mis acep­
material— culmina la forma arquitectónica, o sea, la uni­ taciones.
ficación y organización de los valores cognoscitivos y éticos? El contenido se contrapone a la forma como algo pasivo
La forma se dcsmatcrializa y se extrae de los límites de que la necesita, como receptivo, abarcable, fijable, amable,
la obra como material organizado sólo al convertirse en ex­ etcétera, tan pronto como yo dejo de ser activo en la forma,
presión de la actividad creadora valorativamente definida, el contenido «tranquilizado» y culminado por ella se «re­
del sujeto estéticamente activo. Este momento de la acti­ vuelve» de inmediato y aparece en su valor cognoscitivo-éti­
vidad de la forma, ya señalado por nosotros con anterioridad co puro, o sea, la contemplación artística finaliza y es sus­
(en el primer capitulo), se somete aquí a un análisis más tituida por la vivencia puramente ética o la reflexión cognos­
pormenorizado.1 s citiva, la aceptación o el rechazo teóricos, la admisión o la
En la forma me hallo a mí mismo, encuentro mi activi­ negación prácticas, etcétera. Así, con una percepción no ar­
dad productiva creadora de valores, siento vivamente mi mo­ tística de una novela, se puede «asfixiar» la forma y hacei
vimiento creador del objeto, y no sólo en la creación prima­ activo el contenido en su orientación cognoscitivo-problémica
ria y en la interpretación propia, sino también durante la o ético-práctica; se puede, por ejemplo, vivir junto con los
contemplación de la propia obra: debo sentirme a mí mismo héroes sus aventuras, éxitos o fracasos en la vida; se puede
en cierta medida como el creador de la forma para poder también reducir la música al simple acompañamiento de los
realizar en general la forma artísticamente valiosa como tal. sueños personales, de la propia tensión ético-elemental libre,
En esto estriba la diferencia esencial entre la forma ar­ trasladando a dicho acompañamiento el centro de gravedad.
tística y la cognoscitiva; esta última no posee un autor-crea­ Cuando nosotros sencillamente estamos viendo u oyen­
dor. Yo encuentro la forma cognoscitiva en el objeto y no do algo, todavía no percibimos la forma artística; hay que
me siento a mí mismo en ella ni siento mi propia actividad hacer de lo visible, lo audible y lo pronunciable la expresión

15 La comprensión de la forma como expresión de la actividad no es 18 El científico-autor organiza sólo la forma externa de la exposición;
del todo ajena a la teoría del arte, pero sólo en una estética sis­ la particularidad, el acabado y la individualidad de la obra cientí­
temáticamente orientada ella puede recibir una fundamentación fica, que expresan la actividad subjetiva estética del creador, no
sólida. ' penetran en el interior del conocimiento del mundo.
68 M. M. BAJTÍN
PROBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 69
de nuestra actitud de valoración activa, hay que entrar como sa en realidad los límites de la obra material, sino sólo la
creador en lo visible, lo audible y lo pronunciable y por lo genera y organiza—, la actividad de formalización del con­
mismo superar el carácter extracreadoramente definido de la tenido cognoscitivo-ético que, dicho sea de paso, culmina
forma, su materialidad: ella deja de existir fuera de nosotros totalmente la formalización?
como material percibido y ordenado de modo cognoscitivo, y Aquí nos vemos obligados a abordar brevemente la fun­
deviene la expresión de la actividad valorativa que penetra ción primaria de la forma en relación con el contenido: la de
en el contenido y lo transforma. Así, al leer o escuchar una enajenación o aislamiento.
obra poética, yo no la dejo dentro de mí como una expresión
La enajenación o el aislamiento no se refieren al ma­
ajena, la cual simplemente es necesario escuchar y cuyo sig­
terial, a la obra como cosa, sino a su significado, al conteni­
nificado —-práctico o cognoscitivo— sólo es necesario enten­
do, que se libera de algunos nexos imprescindibles con la
der; pero yo en cierto grado la hago mi propia expresión acer­
unidad de la naturaleza y con la del hecho ético de la exis­
ca de otro, me subordino al ritmo, la entonación, la tensión
tencia. Este aislamiento de la relación no destruye la cog­
articulatoria, la gesticulación interna (los movimientos crea­
noscibilidad y la valoratividad ética del contenido aislado:
dores) del relato, la actividad representativa de la metáfora, éste es reconocido por la memoria de la razón y por la me­
etcétera, como la expresión adecuada de mi propia actitud moria de la voluntad, pero puede ser individualizado y con­
valorativa ante el contenido, es decir, estoy orientado du­ vertirse en culminado en principio, ya que la individualidad
rante la percepción no a las palabras, a los fonemas, al ritmo, no es posible con una remisión y una inclusión rígida en la
sino que con éstos, me oriento de manera activa al conteni­ unidad de la naturaleza, y la culminación no es posible en
do, lo abarco, lo formo y lo culmino (la propia forma, to­ el hecho único e irreversible de la existencia: el contenido
mada en abstracto, no se basta a sí misma, sino que hace debe ser aislado del hecho futuro para que la culminación
autosuficiente al contenido poseedor de forma). Yo me vuel­ (la existencia autosuficiente, el presente de pleno valor) re­
vo activo en la forma y con ésta ocupo una posición valorati­ sulte posible.
va fuera del contenido como orientación cognoscitivo-ética, El contenido de una obra es como un fragmento del he­
lo cual por primera vez hace posible la culminación y en cho único y abierto de la existencia, aislado y liberado por
general la realización de todas las funciones estéticas de la la forma de su responsabilidad ante el hecho futuro y por
forma con respecto al contenido. ello autosuficiente, sosegado y culminado en su conjunto,
Así, pues, la forma es la expresión de la actitud de absorto en su tranquilidad, en su autosuficiencia y en su
valoración activa del autor-creador y del perceptor (o coautor naturaleza aislada.
de la forma) ante el contenido; todos los momentos de la obra
El aislamiento de la unidad de la naturaleza destruye
—en los cuales podemos sentirnos a nosotros mismos y tam­ todos los momentos materiales del contenido. La forma de
bién a nuestra actividad valorativa referente al contenido— la materialidad en general devino posible por primera vez
que se superan en su materialidad por esta actividad, deben sobre la base de la concepción de la naturaleza única de las
ser referidos a la forma. ciencias naturales: fuera de su objeto, se puede percibir sólo
de manera animista y mitológica, como la fuerza y el partici­
pante en el hecho de la vida. El aislamiento nuevamente
Pero, ¿de qué manera la forma, como expresión, por la pa­ desmaterializa: la cosa aislada es una contradictio in ad-
labra, de la actitud subjetiva activa ante el contenido, puede jecto.
llegar a ser creadora, culminadora del contenido? ¿Qué hace La llamada ficción en el arte es sólo la expresión positi­
a la actividad verbal y la actividad en general —que no reba­ va del aislamiento: el objeto aislado es por lo mismo también
70 M. M. BAJTÍN PROBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 71

ficticio, o sea, no real en la unidad de la naturaleza y no ter individual, subjetivo (no psicológico-subjetivo), de la
habido en el hecho de la existencia. En el momento negati­ forma, y le permite al autor-creador llegar a ser un momento
vo, la ficción y el aislamiento coinciden; en el momento po­ constitutivo de ésta.17
sitivo de ésta se subraya la actividad propia de la forma, la Por otra parte, el aislamiento promueve y determina el
condición de autor: en la ficción yo me siento máe aguda­ valor del material y de su organización compositiva: el ma­
mente como activo inventor del objeto, siento mi libertad terial se hace condicional; al elaborarlo, el artista crea los
—condicionada por mi externidad— de presentar y culminar valores de la realidad aislado y con ello supera al material
sin obstáculos el hecho. de un modo inmanente, sin salirse de sus límites. La palabra
Se puede inventar sólo algo subjetivamente valioso e y la expresión dejan de esperar y de desear cualquier cosa
importante en el hecho, algo humanamente trascendente pero real fuera de sus fronteras: la acción o la correspondencia
no la cosa inventada como cosa (contradictio in adjecto). con la realidad, o sea, la realización material o la verificación-
Tampoco en la música el aislamiento y la ficción pue­ reafinnación (la superación de la subjetividad); con sus
den ser referidos valorativamente al material: no es el sonido fuerzas, la palabra traduce la forma culminadora en el con­
de la acústica lo que se aísla, y no es el número matemático
tenido: así, una petición en la lírica, estéticamente organiza­
de orden composicional lo que se inventa. Es aislado y fic-
da, comienza a bastarse a sí misma y no necesita una satis­
ticio-irreversible el hecho de la tendencia, la tensión valora-
facción (es «satisfecha» por la propia forma de su expresión);
tiva que, gracias a esto, cae de manera ininterrumpida en des­
uso y se hace sosegadamente culminada. los rezos dejan de necesitar a un dios que pudiera oírlos; la
ayuda no le hace falta al lamento; el arrepentimiento ya no
La llamada «separación» de los formalistas es, en su
requiere el perdón, etcétera. La forma, valiéndose sólo del
base, simplemente la función del aislamiento expresada no
con plena claridad metódica y referida, en la mayoría de los material, completa todo hecho y toda tensión ética hasta la
casos, incorrectamente al material: se separa la palabra plenitud de su realización. Con la exclusiva ayuda del ma­
mediante la destrucción de su serie semántica habitual; a terial, el autor ocupa una posición creadora y productiva con
veces, dicho sea de paso, esta separación es referida al objeto, respecto al contenido, es decir, a los valores cognoscitivos y
pero se entiende, de manera burdamente psicológista, como éticos; el autor viene como a entrar en el suceso aislado y
la separación del objeto de su percepción acostumbrada (ésta, a devenir en él creador sin llegar a ser participante. El ais-
naturalmente, es tan casual y subjetiva como la extraordina­ lamiento, de esta manera, hace a la palabra, a la expresión y
ria). En realidad, el aislamiento es la separación del objeto, al material en general (el sonido de la acústica, etcétera)
del valor y del hecho de la serie cognoscitiva y ética nece­ creadores en lo formal.
saria. ¿Cómo entra la individualidad creadora del artista j
El aislamiento por primera vez hace posible la realiza­ del espectador en el material —la palabra— y cuáles face­
ción positiva de la forma artística, ya que se logra no la tas de éste asimila ella con preferencia?
actitud cognoscitiva y ética ante el hecho, sino el libre mol­
deado del contenido, se libera la actividad de nuestro senti­ 17 El aislamiento resulta ya naturalmente, el primer producto <k
miento del objeto, del sentimiento del contenido, y se libe­ esta actividad: es como un acto de irrupción en Jos dominios del
ran también todas las energías creadoras de este sentimiento. autor.
Así, pues, el aislamiento es la condición negativa del caráo
M. M. BAJTÍN
72 PROBLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 73

En la palabra como material nosotros distinguimos los La actividad formadora del autor-creador y del especta­
siguientes momentos:18 dor domina todas las facetas de la palabra; con la ayuda de
todas ellas él puede realizar una forma culminadora orien­
1. El aspecto sonoro de la palabra, su momento tada al contenido; por otra parte, todas ellas sirven también
para expresar a este último; en cada momento el creador
propiamente musical.
y el espectador sienten su actividad —seleccionadora, crea­
2. El significado material de la palabra (con todos dora, definidora, culminadora— y al mismo tiempo sienten
sus matices y variantes). ese algo a que está dirigida dicha actividad y que es ante­
3. El momento del nexo verbal (todas las relacio» rior a ella. Pero el momento rector, el foco de las energías
nes e interrelaciones puramente verbales). formadoras es, por supuesto, el quinto momento, y le si­
guen, en orden sucesivo de importancia, el cuarto, o sea, la
4. El momento entonativo (en el plano psicológi­ valoración; el tercero —los nexos—; el segundo, es decir,
co, el emocional-volitivo) de la palabra, la orien­ el significado, y, por último, el primero, referido al sonido,
tación valorativa de ésta, la cual expresa la di­ que reúne en sí a todos los demás momentos y se convierte
versidad de actitudes valorativas del hablante.
en portador de la unidad de la palabra en la poesía.
5. El sentimiento de la actividad verbal, el sentido Para la expresión cognoscitiva, el momento rector lo
de la generación activa del sonido significante constituye el significado material, objetivo, de la palabra,
(aquí se incluyen todos los momentos motores el cual trata de hallar un lugar requerido en la unidad obje­
—la articulación, el gesto, la mímica del ros­ tivo-material del conocimiento. Esta unidad objetiva rige y
tro y demás— y toda la intención interna de mi determina todo en la expresión cognoscitiva, arrojando im­
individualidad, que ocupa activamente, con la placablemente fuera de la borda a todo lo que no guarda
palabra y la expresión una cierta posición valo­ relación con ella; en particular, se margina el sentimiento
rativa y semántica). de la ocupación de una posición activa por lo expresado: éste
no es referido a la unidad objetiva y no penetra dentro de
Nosotros subrayamos que se trata del sentimiento dé ella como sentimiento y voluntad creadores y subjetivos, y
generar la palabra significante: no es éste el sentimiento menos aún es capaz de crear la unidad de la expresión cog­
del movimiento orgánico desnudo que genera el hecho físi­ noscitiva.
co de la palabra, sino el que genera el sentido y la valora­ El sentimiento de la actividad verbal en el comporta­
ción, o sea, el sentimiento del movimiento, y de la ocupa­ miento de la palabra (la sentencia, el acuerdo, el perdón, el
ción de una posición por el hombre íntegro, movimiento en ruego) no constituye en modo alguno el momento rector; el
que están sumidos el organismo y la actividad semántica, ya comportamiento de la palabra está referido a la unidad del
que se generan el cuerpo y el alma de la palabra en su uni­ hecho ético y se define en ella como necesario y debido.
dad concreta. En el quinto y último momento están refle­
Sólo en la poesía el sentimiento de generar una expre­
jados los anteriores, pues constituye esa faceta de ellos que
está dirigida a la individualidad del hablante (el sentimien­ sión significante llega a ser el centro formador, el portador
de la unidad de la forma.
to de generar el sonido, el sentido, el nexo y la valoración).
De este foco de actividad sensible generadora brota
18 Nosotros abordamos aquí la palabra lingüística desde el punto de ante todo el ritmo (en el más amplio sentido de la palabra,
vista de la realización composicional de la forma artística por ella. tanto el poético como el prosaico) y en general todo orden de
74 M. M. BAJTÍN PltOBIRMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS
75

expresión de carácter no objetivo, orden que devuelve al del contenido mismo, determinados en el interior de él, mo­
hablante a sí mismo, a su unidad activa y generadora. mentos de actividad del abarcamiento del contenido desde el
La unidad del orden, basada en el regreso de lo pare­ exterior, determinados por la* actividad del autor orientada
cido (aunque sólo se devuelvan los momentos semánticos si­ al contenido, aunque, como es.natural, penetran esencialmen­
milares), es la unidad de la actividad que regresa a sí mis­ te en éste y lo presentan de una manera adecuada desde el
ma buscándose de nuevo; el centro de gravedad yace no en punto de vista estético, pero no lo fuerzan.
el sentido devuelto, sino en el regreso de la actividad del La unidad de la forma estética es, }>or lo tanto, la unidad
movimiento —interno y externo— del alma y el cuerpo, que de la posición del alma y el cuerpo actuantes, del hombre-
generara dicho sentido. integral que interviene apoyándose en sí mismo; en cuanto
La unidad de todos los momentos composicionales que la unidad se traslada al contenido de la actividad —a la uni­
realizan la forma, y ante todo la unidad de la obra verbal dad objetiva del conocimiento y a la de sentido del hecho—,
integral (como formal) se considera no en qué o de qué se la forma se destruye como estética; así, pierden su fuerza
habla, sino en cómo se habla, en el sentimiento de la acti­ formadora el ritmo, la entonación culminadora y los demás
vidad del discurso consciente, la cual debe sentirse a sí momentos formales.
misma todo el tiempo como una actividad única, independien­ Sin embargo, esta actividad generadora del sonido-pala­
temente de la unidad objetiva y semántica de su contenido; bra significante, que se siente a sí misma y asimila su uni­
no se repiten, regresan, ni relacionan los momentos semánti­
dad en el sentimiento, no se basta a sí misma, no se satisface
cos directamente —en su objetividad, o sea en su total sepa­
sólo consigo, sino que sale fuera de los límites del organismo
ración de la individualidad hablante del sujeto—, sino el
y la psiquis actuantes, se dirige al exterior de sí, ya que es
momento de la actividad referente, de la viva autopercepción
una actividad que ama, sublima, rebaja, canta, lamenta, et­
de la actividad que no se pierde en el objeto, sino que de nue­
cétera, o sea, constituye una actitud definida de modo valora-
vo siente la propia unidad subjetiva en sí misma, en la in­
tensidad de su posición corporal y espiritual: la unidad no tivo (en el plano psicológico, posee una determinada tonali­
del objeto ni del hecho, sino la del abarcamiento de uno y dad emocional-voliliva), ya que se genera no sólo el sonido,
otro. Así, el principio y el fin de la obra —desde el punto sino el sonido significante; la actividad generadora de la pa­
de vista de la unidad de la forma— son el principio y el fin labra penetra y toma conciencia de sí valorativamente en la
de la actividad: yo comienzo y yo termino. faceta entonativa de la palabra, y asimila esta valoración en
La unidad objetiva del conocimiento no conoce el fin el sentimiento de la entonación activa.19 Por faceta entona­
tiva de la palabra entendemos la capacidad que posee ésta
como positivamente válido: comienza y termina el cientí­
para expresar toda la diversidad de actitudes valorativas del
fico, pero no la ciencia; el fin, el principio y un considera­
hablante ante el contenido de la expresión (en el plano psi­
ble número de momentos composicionales de un tratado cien­
cológico, la diversidad de reacciones emocional-volitivas del
tífico reflejan la actividad de su autor-sujeto, o sea, son
hablante); por lo demás bien se exprese esta faceta de la
momentos estéticos que no penetran dentro del abierto, in­
palabra en una entonación real durante su interpretación, o
finito y eterno mundo del conocimiento.
bien se sienta sólo como una posibilidad, será de todos modos
Todas las divisiones composicionales del conjunto ver­
bal —capítulos, párrafos, estrofas, renglones, palabras— ex­
10 El orden de la asimilación de los momentos de la palabra por la
presan la forma solamente como divisiones; las etapas de la actividad del autor y el espectador, que nosotros indicamos más
actividad generadora verbal son períodos de una tensión úni­ adelante, no constituye en modo alguno el orden de la percepción
ca, momentos que alcanzan cierto grado de terminación no y creación reales.
76 M. M. BAJTÍN
rKOlILF.MAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS
77
estéticamente ponderable. La actividad del autor deviene tnr penetrados de la unidad del sentimiento de la actividad
actividad de la valoración expresada, que matiza todas las vinculadora y orientados a la unidad —realizada por ellos
facetas de la palabra: ésta reprende, acaricia, es indiferente, mismos— de los nexos objetivos y semánticos de carácter
rebaja, embellece, etcétera.20 cognoscitivo o ético; en fin, deben estar penetrados de la
Además, la actividad generadora asimila las relaciones unidad del sentimiento de la tensión y del abarcamiento for-
verbales significantes (el símil y la metáfora; el uso compo­ mador del contenido cognoscitivo-ético en su interior.
sicional de los nexos sintácticos, las repeticiones, los parale» También el significado objetivo, material, de la pala­
lismos y la forma interrogativa; la utilización composicional bra se cubre con el sentimiento de la actividad de selección
de los nexos hipotácticos y paratácticos, etcétera): el senti­ del significado, con el singular sentimiento de la iniciatividad
miento de la unidad de la vinculación es, también en ellas, semántica del sujeto-creador (ésta no existe en el conocimien­
organizador, pero ya se ha definido valorativamente. De to, donde no se puede ser iniciador y donde el sentimiento
esta manera, el símil y la metáfora se apoyan en la unidad de la actividad de selección se arroja fuera de los límites
de la actividad de la valoración, o sea, el nexo concluye las del mundo de lo conocido). Pero este sentimiento de la
facetas entonativas de las palabras —no indiferentes, claro selección está referido a lo elegible y abarca su autolegiti-
está, al significado objetivo (en el plano psicológico, la me­ midad cognoscitiva y ética.
táfora, el símil y otros nexos verbales poetizados se basan en Por último, el sentimiento de la actividad comprende
la interrelación emocional-volitiva y en la afinidad de las también la faceta sonora de la palabra. La faceta desnuda­
palabras)—; la unidad se crea no por el pensamiento lógico,
mente acústica de la palabra tiene en la poesía una impor­
sino por el sentimiento de la actividad valorativa; no son
tancia pequeña; el movimiento que genera el sonido acústico,
nexos objetivos necesarios que dejan al sujeto que siente y
el cual es el más activo en los órganos articulatorios, pero
voliciona fuera de sí y no lo requieren, sino puramente sub­
que comprende también a todo el organismo y que en reali­
jetivos que se apoyan en la unidad subjetiva del hombre que
dad se puede realizar durante la propia lectura, experimen­
siente y voliciona. Sin embargo, la metáfora y el símil pre­ tar en el momento de la audición o percibir sólo como posible,
suponen tanto la unidad y vinculación objetiva posible como
es en gran medida mucho más importante que lo propia­
la unidad del hecho ético, sobre el fondo de las cuales se
mente audible, que es rebajado casi hasta el papel auxiliar
siente su actividad creadora: la metáfora y el símil abarcan
de ser un signo del sentido o el significado, o, en última ins­
la orientación cognoscitivo-ética pertinaz, y la valoración ex­
presada en ellos se hace verdaderamente formadora del obje­ tancia, de servir como base para la entonación (ésta necesita
de la extensión sonora pero es indiferente a su composición
to, materializadora de él. Separada del sentimiento de la
sonora cualitativa) y para el ritmo que ostenta, como es na­
actividad vinculadora y formadora del autor, la metáfora
muere, o sea, deja de ser poética, o se convierte en un mito tural, un carácter motor. En la novela, y en general en los
(como una metáfora sólo lingüística, ella puede servir ma­ conjuntos verbales prosaicos más importantes, el fonema cede
ravillosamente a los fines de la expresión cognoscitiva). casi totalmente sus funciones auxiliares —indicar el signi­
ficado, producir el movimiento y ser la base para la entona­
Todos los nexos verbales sintácticos, para devenir com­
ción— al grafema. En esto estriba la diferencia esencial que
positivos y realizar la forma en el objeto artístico, deben es-
existe entre la poesía y la música. En ésta, el movimiento
20 Nosotros tenemos en cuenta la entonación valorativa puramente
que produce el sonido posee un valor secundario en compa­
estética del autor, a diferencia de la entonación ética, llamada «rea­ ración con la faceta acústica de la sonoridad, a excepción de
lista», del personaje o héroe real o posible que siente el hecho de la música vocal, que en este sentido está aún próxima a la
manera éticamente interesada, pero no de modo estético. poesía, aunque aquí el momento acústico es, sin embargo,
BKOKLKMAS LITERARIOS Y ESTÍTICOS
78 M. M. BAJTÍN 79

la forma; en la novela, en cambio, la unidad del organismo


incomparablemente más importante que en ella; pero el mo­
interno con la forma es mínima.
vimiento creador es todavía orgánico, y podemos decir que el
cuerpo interno, activo y creador del autor, del ejecutante y Como es natural, también en la novela la actividad que
del oyente se insertan como un momento en la forma artís­ genera la palabra sigue siendo el principio que rige la for­
tica. ma (si la novela es en realidad artística), pero carece casi
por completo de momentos orgánicos o corporales: es una
En la música instrumental, el movimiento que produ­
actividad generadora y de selección puramente espiritual de
ce el sonido deja de ser orgánico casi por completo: el mo­
significados, nexos y actitudes valorativas; es la tensión in­
vimiento del arco del violín, el golpe de la mano sobre las terna de la contemplación y el abarcamiento espiritual-cul-
teclas, la tensión indispensable para los instrumentos de minadores de los grandes conjuntos verbales, tales como ca­
viento, etcétera, en gran medida se quedan al margen de pítulos, partes y novelas enteras. De manera especial se ma­
la forma, y sólo la tensión correspondiente a este movimien­ nifiesta el sentimiento de la intensa actividad valorativa de
to —como la fuerza de la energía invertida—, separada en la memoria, de la memoria emocional. Aquí entra en la
su totalidad del sentido orgánico externo de la mano que gol­ forma un momento constitutivo de ella: el autor-creador
pea o se mueve, se inserta en el sonido mismo, y en él, ya externamente activo que ve, oye, valora, vincula y escoge
depurada, se capta por el oído consciente y deviene expre­ —aunque no ocurre una verdadera tensión fisiológica de los
sión de la actividad y la tensión del hombre interno como sentidos externos y de los órganos del cuerpo—; es uno solo
aparte del organismo y del instrumento-cosa que genera el en su sentimiento de la actividad a lo largo de toda la novela,
sonido valoralivamente importante. En la música, todos la empieza y termina como el conjunto de su tensión inter­
los momentos valiosos en lo composicional son asimilados y na productiva y consciente.21
absorbidos por la faceta acústica del sonido; si en la poesía La unidad de la forma es la unidad de la posición va­
el autor que realiza la forma es el hombre hablante, en la lorativa activa del autor-creador, realizable por medio de la
música lo es aquel que suena directamente, pero no el que palabra (ocupación de una posición por la palabra), pero re­
toca —el piano, el violín, etcétera—, en el sentido de pro­ ferida al contenido. Esta posición ocupada por la palabra y
ductor del sonido por medio de un instrumento de movimien­ sólo por ella, se hace productiva y culminadora integral del
to; la actividad creadora de la forma musical es la de la pro­ contenido gracias a su aislamiento, a su no-realidad (con más
pia sonoridad significante, del propio movimiento valorativo exactitud y rigor filosófico, a su realidad de orden especial,
del sonido. puramente estético). El aislamiento constituye el primer
paso de la conciencia formadora, el primer don de la forma
El término «instrumentación» —para designar el or­
al contenido, que posibilita los posteriores dones de la forma,
denamiento de la faceta cualitativa del material sonoro en
los cuales son ya puramente positivos y enriquetcedores.
la poesía— debe ser tomado como desafortunado en extre­
mo: se ordena, propiamente, no la faceta acústica de las pa­ Todos los momentos de la palabra, que realizan compo-
labras, sino la articulatoria o motriz; es verdad que este or­ sicionalmente a la forma, devienen expresión de la actitud
creadora del autor ante el contenido: el ritmo fijado al ma-
den articulatorio encuentra su reflejo en la composición
sonora, al igual que en la gráfica. 21 La ya señalada actividad creadora del autor-creador de la forma
La importancia del organismo creador interno no es debe ser diferenciada rigurosamente del movimiento pasivo de imí.
Igual en lodos los tipos de poesía: es máxima en la lírica, tación, real o posible, que a veces resulta necesario para la vivencia
donde el cuerpo que genera el sonido desde el interior y que e interiorización éticas, como de igual manera se debe diferenciar
la entonación ética de la entonación estética culminadora.
siente la unidad de su tensión productiva está sumido en
80 M. M. BAJTÍN PKOHLEMAS LITERARIOS Y ESTÉTICOS 81

terial se sale de los límites de éste y comienza a impregnar oye, se mueve y recuerda, no plasmada, sino plasmadora, y
de sí al contenido como una actitud creadora ante él, lo tra­ sólo después reflejada en el objeto formalizado.
duce en un nuevo plano de valores: la existencia estética. El objeto estético es una creación que incluye en sí al
La forma de la novela, que ordena el material verbal, una creador: éste encuentra en él mismo a su propio yo y siente
vez devenida expresión de la actitud del autor, crea la forma con intensidad su actividad creadora. Dicho con otras pa­
arquitectónica que ordena y culmina el hecho, independien­ labras, es la creación en la forma como aparece ante los
temente del único y siempre abierto hecho de la existencia. ojos del propio creador que la ha producido con libertad y
En esto consiste la profunda peculiaridad de la forma es­ amor (es verdad que no se trata de una creación realizada a
tética: ella es mi actividad orgánicamente motora, valorativa partir de nada: ella presupone la realidad del conocimiento
y consciente, y al mismo tiempo constituye la forma del he­ y la conducta y sólo la transforma y presenta).
cho y de su participante contrapuestos a mí (de su persona­
lidad, de la forma de su cuerpo y de su alma).
El hombre-sujeto singular se siente creador sólo en el La tarea fundamental de la estética es el estudio del objeto
arte. La personalidad creadora positivo-subjetiva es un mo­ estético en su peculiaridad, sin poner en su lugar ninguna
mento constitutivo de la forma; aquí su subjetividad encuen­ etapa intermedia del camino de su realización. Ante todo,
tra una peculiar objetivación, deviene una subjetividad crea­ hay que comprender el objeto estético de manera sintética,
dora culturalmente valiosa; entonces se realiza una peculiar en su conjunto; se debe entender la forma y el contenido
unidad del hombre orgánico, corporal e interno, moral y en su interrelación esencial y necesaria: la forma como for­
espiritual, pero la misma es sentida desde dentro. Como mo­ ma del contenido, y éste como contenido de la forma, y
mento constitutivo de la forma, el autor es la actividad or­ también la peculiaridad y la ley de su interrelación. Sólo
ganizada y dimanante del interior del hombre íntegro, el cual sobre esta base se podrá indicar la orientación correcta para
realiza a plenitud su tarea y no presupone nada fuera de sí el análisis estético concreto de las distintas obras.
para su culminación; nos estamos refiriendo al hombre ente­ De todo lo dicho por nosotros ya debe estar claro que
ro, desde los pies hasta la cabeza: él es necesario en su tota­ el objeto estético no es una cosa, ya que su forma (más exac­
lidad, respirando (el ritmo), moviéndose, viendo, oyendo, tamente, la forma del contenido, pues el objeto estético es
recordando, amando y comprendiendo.22 el contenido presentado), en la cual yo me siento a mí mismo
Esta actividad de la personalidad del creador organizada como sujeto activo y entro como momento constitutivo im­
desde el interior se diferencia, en lo esencial, de la personali­ prescindible de ella, no puede ser, por supuesto, la forma
dad pasiva organizada externamente del héroe u hombre ob­ de una cosa o de un objeto material.
jeto de la visión estética, corporal y espiritualmente definido: La forma artísticamente creadora presenta ante todo al
su definición es visible y audible, es la imagen del hombre, hombre y al mundo, sólo como el mundo del hombre, bien
humanizando y vivificando dicho mundo, o conduciéndolo a
su personalidad externizada y plasmada, mientras que la in­
un nexo valorativo tan directo con el hombre, que pierde
dividualidad del creador es invisible e inaudible, pero se sien­
junto con éste su independencia de valores y se convierte
te y organiza desde el interior como una actividad que ve,
únicamente en un momento del valor de la vida humana.
A consecuencia de esto, la actitud de la forma ante el con­
22 Sólo la comprensión y el estudio metódicos rigurosos del autor
como momento del objeto estético ofrecen los fundamentos para
tenido en la unidad del objeto estético ostenta un peculiar
la metódica de su estudio psicológico, biográfico e histórico. carácter personal, y el objeto estético constituye un cierto
82 M. M. BAJTÍN

hecho, peculiar y realizado, de la acción y la interacción


del creador y el contenido. LA PALABRA EN LA NOVELA
En la creación artística verbal, el carácter de hecho
del objeto estético es particularmente ostensible: la interrela­
ción de la forma y el contenido tiene aquí un carácter casi
dramático, en especial es visible la «entrada» del autor —el
hombre corporal, espiritual y moral— en el objeto; es osten­
La idea central del presente trabajo es la superación de la
sible no sólo la inseparabilidad, sino también la infusionabi- ruptura que existe entre el «formalismo» y el «ideologismo»
lidad de la forma y el contenido, mientras que en otras artes abstractos en el estudio de la palabra artística. La forma y
la forma penetra más en el contenido, viene como a materia­ el contenido están unidos en la palabra, entendida como un
lizarse en él y es muy difícil separarla y expresarla en su ais­ fenómeno social en todas las esferas de su vida y en todos
lamiento abstracto. sus momentos, desde la imagen sonora hasta los más abstrac­
Esto encuentra su explicación en el carácter del mate­
tos estratos de sentido.
rial de la poesía, la palabra, con ayuda de la cual el autor
—el hombre hablante— puede ocupar de inmediato su po­ Esta idea determinó nuestro hincapié en la «estilística
sición creadora, mientras que, en otras artes, en el proceso del género». La separación del estilo y el lenguaje del gé­
de creación entran —como intermediarios técnicos— deter­ nero ha conducido, en gran medida, a que se estudien pre­
minados cuerpos extraños: los instrumentos musicales, el cin­ ferentemente sólo los modos mayores individuales y direc-
cel, etcétera; además, el material no aprehende tan multila- cionales del estilo, mientras que su tono social fundamental
teralmente a todo el hombre activo. Una vez atravesados es ignorado. Los grandes destinos históricos de la palabra
estos extraños cuerpos intermediarios, la actividad del autor- artística, relacionados con los de los géneros, están cubier'os
creador se especializa, se hace unilateral y, por lo mismo, por los pequeños destinos de las modificaciones estilísticas
deviene menos separable del contenido presentado por ella. vinculadas a artistas y tendencias individuales. Por ello, la
estilística carece de un auténtico enfoque filosófico y socio­
1924 ‘ lógico de sus problemas, y se hunde en nimiedades estilísti­
cas: no sabe sentir, tras los cambios individuales y direccio-
nales, los destinos grandes y anónimos de la palabra artística.
En la mayoría de los casos, se presenta como la estilística de
la maestría compacta, e ignora la vida social de la palabra
fuera del taller del artista, en los espacios de las plazas, las
calles, las ciudades y las aldeas, los grupos sociales, las ge­
neraciones, y las épocas. La estilística tiene que ver no con la
palabra viva, sino con su preparado histológico, con la pala­
bra lingüística abstracta al servicio de la maestría individual
del artista. Pero también estos modos mayores individuales
y direccionales del estilo, desgajados de las vías sociales fun­
damentales de la vida de la palabra, reciben inevitablemente
una interpretación trivial y abstracta y no pueden ser es­
tudiados en su unión orgánica con las esferas semánticas
de la obra.

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