Está en la página 1de 1

Carl Rogers Uno de los más destacados teóricos humanistas, Carl Rogers (1902-1987), afirmaba

que los hombres y las mujeres desarrollan su personalidad al servicio de metas positivas. De
acuerdo con Rogers, todo organismo nace con ciertas capacidades, aptitudes o potencialidades
innatas, es decir, “una especie de proyecto genético al que se agrega sustancia a medida que la
vida progresa” (Maddi, 1989, p. 102). La meta de la vida es satisfacer este proyecto genético y
convertirse en lo mejor que cada uno puede llegar a ser. Rogers llamó tendencia a la realización a
este impulso biológico. Aunque Rogers sostenía que la tendencia a la realización caracteriza a
todos los organismos (plantas, animales y humanos), advirtió que los seres humanos también
forman imágenes de sí mismos o autoconceptos. Así como tratamos de realizar nuestro potencial
biológico innato, también intentamos hacer realidad nuestro autoconcepto, nuestro sentido
consciente de quiénes somos y qué deseamos hacer con nuestra vida. Rogers llamó a este
esfuerzo tendencia a la autorrealización. Por ejemplo, si el lector piensa que es “inteligente” y
“atlético”, se esforzará por estar a la altura de esas imágenes de sí mismo. Cuando nuestro
autoconcepto corresponde cercanamente a nuestras capacidades innatas es probable que nos
convirtamos en lo que Rogers llamó una persona con funcionamiento óptimo. Dichas personas son
autodirigidas: deciden por sí mismas lo que desean hacer y en qué quieren convertirse, aun
cuando sus elecciones no siempre sean acertadas. No se dejan dominar por las expectativas que
otra gente tiene para ellas. Las personas con funcionamiento óptimo también se abren a la
experiencia (a sus propios sentimientos así como al mundo y a las otras personas a su alrededor) y,
por tanto, están “cada vez más dispuestas a ser, con mayor precisión y profundidad, el yo que
realmente [son]” (Rogers, 1961, pp. 175-176). De acuerdo con Rogers, la gente tiende a funcionar
de manera óptima si crece con consideración positiva incondicional, es decir, la experiencia de ser
tratado con calidez, respeto y amor independientemente de sus propios sentimientos, actitudes y
conductas. Pero a menudo los padres y otros adultos ofrecen a los niños lo que Rogers llamó
consideración positiva condicional: sólo valoran y aceptan ciertos aspectos del niño. La aceptación,
calidez y amor que el niño recibe de los demás depende entonces de que se comporte de ciertas
maneras y satisfaga ciertas condiciones. La condición se expresa explícitamente como “Papá no te
querrá si …” o “Mamá no quiere a las niñas que…”. Pero también puede plantearse de manera
sutil en afirmaciones como “Es una buena idea, pero ¿no preferirías…?” No resulta sorprendente
que una respuesta a la consideración positiva condicional sea la tendencia a cambiar el
autoconcepto para incluir aquellas cosas que uno “debería ser” y así parecerse más a la persona
que se espera que uno sea para obtener el amor del cuidador. En el proceso, el autoconcepto llega
a parecerse cada vez menos a la capacidad innata y la vida se desvía del proyecto genético. De
acuerdo con Rogers, al perder de vista su potencial innato, la gente se vuelve coartada, rígida y
defensiva. Se siente amenazada y ansiosa, además de que experimenta considerable incomodidad
y desasosiego. Como su vida es dirigida hacia lo que otras personas desean y valoran, es poco
probable que experimente mucha satisfacción verdadera en la vida. En cierto punto puede
percatarse de que en realidad no sabe quién es o qué desea.

También podría gustarte