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Feminismos: qué son y para qué sirven Beatriz Sudrez Briones Los feminismos son varios, pero todos ellos parten de tina consideracién elemental: que la opresién de las mujeres ¢s un hecho histérico, social y cultural incuestionable. Todas las estudiosas feministas son conscientes de la dimensién politica de su investigacién, de las conexiones entre vida, produccién cultural y situacién politica de las mujeres, y de que las experiencias y las perspectivas de las mujeres han sido sistematicamente asimiladas en el genérico «universal» masculino, lo que convierte en imperativo naturalizar en la cultura lo femenino. Por este motivo, toda investigacién femi- nista es una forma de accién y de compromiso por cambiar las estructuras del mundo real y las representaciones simbé- licas. El componente intrinsecamente politico es seguramen- te el rasgo mas destacable del pensamiento feminista. Durante los aiios sesenta y primeros de los setenta de este siglo el feminismo cobré entidad bien definida y se con- solidé como hermenéutica de la sospecha; y utilizo esta denomi- nacién en su sentido filoséfico: el feminismo se sittia entre las corrientes interpretativas criticas que, a lo largo del siglo XX, ha propugnado una actitud de voupecha ante las practicas cul- turales, los poderes y los saberes monolégicos y oficiales, y las grandes totalizaciones (relatos maestros o metarrelatos) Erictafisicas, ontologicos, histérioot... universalistas, Pero ademés de una hermenéutica, el feminismo es, y funda- mentalmente, una epistemologfa y una politica radicales, ya 35 ee Fenn CQ ony a se tain, es deci, independiente de los sigiticados Belagest dais trl al nena 1 feminist se situ6 en la vanguardia de la tacea de snascaraient culural que pusoal descubierto acon ora de la cultura. Las primerastecrcas del gée- Simone de Beauoir, Dorathy.Dinnerstcin, Nancy Kate Millet, Carol Gilgen © Gayle Rubin, tras, fueron las encargada de describ un territorio Jetamente nev y que alter radicalment as norma Mndocéatrcas de discusin sobre ln realidad y la expe sta primera tercasfeministasforzaran el eco- jiiento del diferencia que marea el geno el recone nt dela pole come ricipoFurdacional del jareado. Police eal fue el término que popula Millet para designar todo el sistema de celacones jcurada de acuerdo cn el poder por el el uno de los {las mujeres) queda subordinado al otro género, ‘Milt (197535), cun examen objetivo de moesteas com res sexuales pone de manifesto que ésas consiayen, han constivido en el transcuso de ls historia, un caso mpl de es que Max Weber denominé frchit, exec ones de daminios Moda las euturas que conocemos se caracterizan,inde- wliotemente de su locakeacén espacial cronolgcs, 34 dominio —indiscuto,y que se hace pasar por nat essa ser una insteidn — del macho sobre a hembra favo, un dominio «ms resistente que cualquier tipo de cin, y ms uniform, iguoso,y tenaz que la estt- de a des nc ute mio ules la deslgia més arragada en todas ls cultura Stl fe manive nasal pore aks bs ras capaces de produc legtimara —la pot, las Tas fnanzs, la inci, la eenoogt, las academia, lows armados, el eritoy la plicia— estén en manos scalnas. IL eins de lon aos 6. 70, és que ha pasa ala intra come primers oleada feminists, ey y defends. bad vo to ula rp al ‘sino modificarla, ip ‘ Un inpori pio tesco dado por a roa tin deen Fenn elo en 70 cara daoe fon de errsoceps de atnetence dear Iolesiner portroni ic lceeste cone ae ee herramienta de andlisis imprescindible, ‘ldimoria tere delntpce baited al fee, beligne de lr'erineae a. dor (lonbralmaca) seb conrad adi poe Eo bp cnt cat Pape y de comeraniets ge ck cer agi fads eno dels sexo ala hembra humana a sleminidadl ‘Trach himavolasoncliads lems dl roms ot cau wot y de unt eam Fit a bre boasting geen ore ca ha ocurrido que sobre la base bioldgica del sexo se peeriintiy neryeayryreng tere cola eupns, edna, won urging Sgt la ln agp Sct contend oa alanis bape aa aloraeh he Gg ‘Tenernas Las dine coals ae dep ee yaar eee eae te of Sada sentence ea pr las Lara de género cobran carta de naturalezs se ast papers etek baie” se on nee iene en evehee ol eric pe uereue | tae) dave tn elt pinta ese al Muse ae teacup cvo ents unral YS cabal fas potomn eben ge oo cca engi all Ee rated eciee oe Vaieweaturl~ abe sanlanpaenae dle ‘Tbecho bln en ir: Inpor dl primers yes ai Fated puns Fog so eis el Exper iaripeniaprenigs, 2. Elacxo, come prodackin dele ular ene una Wistri, Ca ha smperado a contar Themae Laqueer Mang Sex, Hoy lad ef he CG Pr | Combride Harvard University Press 1980, Beatrin Susres Briones enon Qu so ya quire ‘que se podia definir una categoria Hamada «mujer, foe clint eee Nile dtatainn cere ne ‘Perspectivas trunshistéricas y transculturales y que las ticas discursivas —en los textos literarios o en los cerfticos— procedian directamente de esa experiencia. Y minante a la hora de desenmascarar la razén trascender ‘como razén patriarcal, al poner al descubierto cémo las tensiones de neutralidad y objetividad del discurso humanis 1a ilustrado se hacian 4 expensas de las mujeres —y en. contra, al mantener como pilar del sistema patriarcal vexclusién de dea upens de la eslera de la razén trascen Se ae alanine eens dle la vida social. y utilizé conceptas y teorias perfectament ubicados histéricamente como si fueran herramientas ‘manentes ¢ invariables, lo que las hizo, obviamente, comy tir algunos de los rasgos esencialistas y ahistéricas de. ee ‘Desde mediados de los afios 80, el nucvo sujeto «gener do» (‘con género') por las feministas de la década oe manifest muchas veces como una ficcién unitaria, 4 encubria, al no tenerlas en cuenta o igualarlas consciente- ‘mente, otras dimensiones de la construccién de la identidad individual y social. Las primeras en denuaciar que el género se habia convertido en una nueva totalizacién excluyente fueron las marginadas de los relatos feministas prevaleciene tes: las mujeres negras y lesbianas que encontraban su histo- ee ‘rosexuales. El término emujer+ usado en el discurso feminis- tade los 70,y primeros 80 a menudo se refer‘a a la experiene cia de las mujeres occidentale, blancas, burguetas y hetera- sexuales como si fvese la tinica, universal, en lo: que la femi- rnista Hortense Spiller denoming una «metonimia mortal», «que relegaba a silencio la experiencia individual y clectva de muchas mujeres : i ena parte de la investigacién feminista reciente sobre iad pare del base de que la sexoaiad humana onstruceién social en la que interseecionan las huras econdmicas, socials y poltcas del mundo mate- Ta sexualdad no es simplemente un hecho «natural» nugieren ls teoriasesenciaitas; aunque se basa mate- seen el euerpo el Funcionamiento fisiolégico de éste rina la configuracién o el significado de a sexual wo forma directa nes, conoinetos i 6 populares que daa a entender que los uss cultura- evueles dominants son cl realtado dela bse, To ani, inves, eteros «inmates no so sine iones idedgicas que apuntalan las relaciones lominantes. Identidades profundamente. setidas, ‘exo la femenina/masculina ola heteroshomo seal 0 sprivadas» (individvales) ni producto exelssivo de la sino que se crean ene espacio de encuentro y ten fureascultarales que varian con el iempo. HL cultura dominantey su sistema de simbolos rllejan fcverdos de clase de esa sociedad. Las postulados cultu- de los grupos hegeménicosreciben una consideracién ada y los grupos minorizados se ven relegados adi frados de invisiblidad cultural. Como Ia palabra 12 es a menudo patrimonio del grupo dominantey se para relorrar la propia visiblidad cultural (al mismo po. [a invsibilidad cultural de los grupos slenciados), voces de los grupos dominados se encuentran relativa- te ausentes de as narrativas dominantes. Pero estos gra no han permanecido en silencio: al contrario, han erea- sistemas simbolicosy culturales que permiten vislumbrar sensbildad y tuna conciencia distinas, que se expresan, Antrayés de una variedad de formas cultural. ‘Maluzgar, incomprender, ignorar, estableer jt ‘excluyentes al frjar eénones y normas que borran las dif Fencias entre mujeres, ésts fueron algunas de as acusaco ‘esque la nueva generacién de feminists de los 80 hizo a fs hermanas mayores, y desde agus emané el praceso de Beatie Sues Biome utocorreccién que hizo dl feninismo un movimiento pl raly polifénica, Que la cultura es che Fue algo que la tica feeinista de los 70 puso en insoslayable evdenca, la cultura, adem, es blanco, uaa y btemncrual (yr (a, casita y heterosexsta) ha sido la denuncia del emi ‘mo multicultural lesbiano y marxsta de los 80. También es necesario aclarar que no hay una teri i ‘aria feminist sino muchas, y que la critica lteraria Femini ta de este final de siglo ha sido informada y conformada, tal ver deformad, pero en toda caso enriqucida, por diversas teorasy correntes ideolggicas que han de tener algo que decir alo largo del siglo XX: el marsismo,, psicoandiss, la esttica de la recepeidn, la deconstruccis, teorla de la sexualidad y- los estudios cultural Precisamente el hecho innegable de que coexistan diversas tendencias ideologicas y metodoldgicas en el ambito de «studios literaros feministas, en un continua eericio plural ‘rtodoxa la teoria iteraria feminist. En est sentido, una de tas caractersticas mis sgnifiatvas de las) teara(s) trae ria(s) feminista(s) es su negativa a constituirseen un discur- 30 auloretahilis, que aliene teoria literaria de production literara y ésta de las condiciones materiales de vida de las smujeres (escritoras, ectorasy eticas). Las erticas lteraria Feministasparten de a idea de que {a literatura es una prictica dscursiva productoray repro: dluctora de ideologia. y prestan atencién a la connivencia ‘entre literatura e ideologia sexual. Todas las erticasfeminis- {as comparten como asuncién elemental la creencia en que el vero (es decir la ideologia de género) deja su huella en la cultura; en que no hay objeto cultural en que estéausente la ideologia del género, 1 andi Feminista ha puesto al des: cubierto que el género constituye una categoria universal de construccidn de la experiencia y- que todas las pricticas sociales estan mediatizadas por la eolagia de génera. 10 lidico,impide hablar de una tendencia oficial w Finn: ds yp son institucién literaria cadena como inte ene praca rein ‘movlelo que uniformice, regule y eree un orden: el it: Per laren sempre ea hecho a expenss de lo inte, y la diferencia por antonomasia en la cultura areal est representada por lo femenino. Que la mujer ‘Okra del hombre fue elucidado ya por Simone de voir en El Sunde Seve. Usa otra? ha sido utilizada fexcusa perfect para la excusin de las mujeres de las itr dl por ‘Tanto la norma(lidad) como la otredad se construyen Tas institucones, dado que (y me repito) una de las oes de I inicio aegurar bs homogenidd regulary sanciaoa lo normal (coma quello que ess ever con las norma nsividas) yl anormal (aqullo fe se marifistay aetia en desacuerdo con la norma), Io no y lo malo (en un amplio abanico de valoraciones que esd lo moral alo esttio), lo sano y To patoligico (en stros gusto, en nusetrasFantasas, en fo que nos excita y Lo cierente a ciferena qd aera de palabra, inaudible, y, por lo tanto, inv ‘eatin el visjo principio que dice —y todas ls miorias W) : El goce, la fantasia races profundisimas de la subjeivi- dd: y de lo errio. Uno de los aximas tradicional de bos festudios literarios es el de que ef canon de la «Gran Titeraturas representa experiencias universales (y el «alma humana» el sespiritu humano>..), pero desde la incorporae iin de las mujeres y de distintos grupos étnicos al estudio dela ferrin univer a demon pr jcularidad y falibilidad. Lo que venia pasando por es). scrbir el cuerpo femenino significa no neutralizar la cia entre las subjeividades sexnadas, y negarse a Tir In sexualidad de la cultura. Y afirma Ieigaray st: «No contribuir a sexuar la lengua y sus formas tae significa perpetuar la pseudoneutraldad de las eyes Tradiciones que privilegian las genealogias masculinas y ws cdigos ligicos sara Hélene Cixous lo femenino se caracteriza por la tle, la abundancia, lo abierto, por su negativaa ser d Tilo en relacién con lo masculino, por sw negativaa ser teo~ Final, codificado; para ella, ya que el deseo femenino ha Hilo reprimid y flsiicado en las sociedades falocénrricas, “fo expresion se vuelve un acto vital y revolucionario, La Theva femenina tiene que ver con el cuerpo femenina, ©s fina eseriura que fluye sin que se puedan discernir sus con- tomos, una eseritura que tiene que ver con el placer y ques tomo el placer femenino, es miltple, diversiicada, opuesta A uniexualidad falocéntrica del hombre. Para el relato icoanalico clsic, la diferencia sexual se construye alr ledor de la diferencia tenerfno tener pene; para Cixous, en tambio, la diferencia sexual no esté determinada tanto por ks felacin fantasmatiea que establece con la anatomia, cuanto ton su relacién on el gooey de ah sus preguntas: «qué es tl gace femenino, dénde tiene lugar, cbmo se inscribe en st \a7 48 Beatriz Suarez Briones cuerpo, en su inconsciente? Y, jcdmo se escribe?» [19954 y su llamada a las mujeres para evcribir mujer, Otra creadora y tedrica feminista francesa, Moniq Wittig, ataca, desde posiciones materialistas, la neo-femin de Cixous, Irigaray y Kristeva. Poner en el centro de la bi queda de la identidad femenina al cuerpo femenino (y ast al gar que hay que «escribir el cuerpo») es, para Wittig, afirm la otredad de la mujer precisamente en aquello que nos dife rencia permanentemente de los hombres, el cuerpo biolégi« co, y usar las diferencias biolégicas para afirmar la otreda de las mujeres es lo que ha hecho el patriarcado; sobre difee rencias biolégicas ha construido y justificado la opresién de. un sexo por otro. Curiosamente, Wittig ha llevado a la préc- tica en sus textos creativos, profundamente originales y rebeldes, lo que sus criticas no han dudado en calificar de «escritura femenina», Este ensayo tenia por intencién presentar algunos de los debates que han animado la investigacién literaria feminista en los tiltimos treinta afios. Me gustarfa terminar con una serie de preguntas inquietantes; las formula Rosi Braidotti: «{Cémo podemos alimentar y desarrollar lo que es més inno- vador y subversivo en el pensamiento de las mujeres y al mismo tiempo evitar las trampas clésicas que aguardan a lo femenino: el mimetismo, la dependencia, la denigracién, la histeria, la aporfa? ;Cémo podemos hablar, pensar y crear dentro de estructuras que son mis6ginas y parecen alimen- tarse de la exclusién de lo femenino? ;Cémo se puede ser una pensadora conceptual y al mismo tiempo no estar contami- nada por la naturaleza ginofébica del pensamiento tedrico? » Dejo que la intrépida lectora —o lector— busque sus propias respuestas.

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