Un manto o unción especial a menudo vendrá acompañado de
una muestra de lo que sucederá en el futuro.
Cuando usted vea suceder algo extraordinario en su vida, una o dos veces, no de manera frecuente, es muy posible que eso sea un anticipo de lo que está por venir. En este momento hay mantos o unciones que están siendo desatados en la tierra; incluso mantos que nunca han estado sobre alguien antes. Si lo cree, mantenga los ojos abiertos. ¿Cuántos hombres de Dios han dejado un manto abandonado? ¿Cuántos nunca lo tomaron? ¿Cuántos mantos para la música y la enseñanza; mantos de profeta, de adoración, de guerra espiritual, están disponibles, esperando que el pueblo de Dios los tome? Dicho esto, bueno es aclarar que usted nunca podrá tomar ni ponerse un manto nuevo, si antes no se despoja de la vieja capa de la religión y las tradiciones, del ego, el orgullo. Si no está preparado para deshacerse de lo viejo, tampoco lo estará para recibir un manto nuevo. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. (1 Samuel 17:39) Saúl puso a David su armadura para que enfrentara al gigante, pero a David no le funcionó, le resultó muy pesada y no podía moverse con aquel peso. La armadura de Saúl es una figura de lo viejo, tradicional y religioso, con lo que muchos de nosotros acostumbramos caminar; pero al contrario de David, quien de inmediato se quitó el armatoste, nosotros pretendemos caminar con eso aunque no nos guste y nos incomode. El manto viejo no le funcionó a David porque él era odre nuevo. La vieja armadura o manto viejo simboliza la religión y el esfuerzo propio; todo aquello que no produce vida ni da fruto. A veces Dios permite que pasemos una temporada de cansancio donde no sucede nada, para que nos despojemos de ese manto viejo, porque quiere darnos uno nuevo. Percibimos en nuestro espíritu que hay algo más pero no sabemos cómo recibirlo. Otras veces nos produce frustración, desesperación, insatisfacción, para que busquemos su rostro y pueda darnos un manto nuevo. No es tarea fácil; primeramente, porque Dios no nos ha llamado a nada fácil, así que tenemos que prepararnos para pagar el precio.