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Memoria de Humanidades
AUTOR
Benjamín Cárdenas Macher
PROFESOR RESPONSABLE
Sofía Chacaltana Cortez
2. Fundamentación teórica
3. Análisis
5. Bibliografía
PRESENTACIÓN PERSONAL
En este trabajo de investigación, nos ocuparemos de una festividad que se entiende dentro
de la reapropiación cultural, los raymis: festividad religiosa de tiempos incaicos,
reinventados en su mayoría de veces en la actualidad. La creación de nuevos raymis en
diversas comunidades ha sido evidente en los últimos años. Esta festividad se prolifera
desde finales de los noventa en las provincias del sur de Cusco teniendo como referente al
Inti Raymi que se realiza en la ciudad del Cuzco que desde 1949 atrae cada año a miles de
visitantes. Surgen así el Tanta Raymi de Oropesa, el Pachamama Raymi de Ccatcca, el
Qocha Raymi de Urcos, entre otros (Asensio, 2019). La creación de nuevos raymis, a
través del flujo de turistas que generaría consigo, servirían para generar espacios de
negociación entre la comunidad y las autoridades y mejorar la calidad de vida, recibir un
beneficio económico, entre otros intereses de la comunidad en cuestión. No obstante, hablar
de la autenticidad, como se expondrá posteriormente en el trabajo, va más allá de “poner en
la balanza” lo que uno puede percibir como “real” o como una “simple copia”. Este
concepto está en debate constante entre distintos antropólogos, los cuales, en algunos casos,
consideran la autenticidad únicamente como el grado de conservación de las tradiciones
mientras que, por otro lado, incluso hay quienes exponen que lo auténtico es una
característica subjetiva, en tanto depende de la percepción de cada persona, como lo expone
Sanchez (2013) a continuación: “Lo que puede ser auténtico o falso es lo que el público
piensa sobre ellos, sus ideas o sus juicios” (p. 607).
Por ello, la festividad del Inti Raymi, mencionada anteriormente, presentada como
festividad “tradicional”, es un buen ejemplo para entender la problemática de la
autenticidad como tal, al ser esta una festividad inca reinventada en la década de los 50 el
cual implicó un proceso del uso del pasado para crear un ritual público con fines
principalmente políticos (De la Cadena, 2004). Hablar de “autenticidad” en la creación del
Inti raymi y en el significado que tiene en la población cusqueña puede ser contradictorio y
confuso si se pretende entender el concepto de autenticidad en los parámetros ya
mencionados.
Ahora bien, cabe precisar que este trabajo no tiene como objetivo principal analizar la
creación del Inti Raymi como una nueva festividad reiventada. Debido al éxito en términos
turísticos que supone la realización de dicha festividad, el ensayo tendría como objetivo
analizar la creación de nuevos raymis en la región del Cusco a partir de la reinvención del
Inti Raymi para determinar en qué medida crear nuevas manifestaciones culturales para el
consumo turístico atenta contra la autenticidad. Para lograr responder esta interrogante, se
analizará en primer lugar el concepto de autenticidad para aterrizar el término y, de esta
manera, poder vincularlo al trabajo de investigación. En segundo lugar abordaremos el
concepto de “Invención de la Tradición” elaborado por Eric Hobsbawm para entender la
razón por la cual se crean nuevas manifestaciones culturales y explicar las creación de los
raymis a partir de dicho concepto. Finalmente, se elaborará un análisis a partir los
conceptos mencionados anteriormente y las posturas de diversos antropólogos con la
finalidad de entender y explicar si la creación de nuevas tradiciones exclusivamente para el
consumo turístico atenta contra la autenticidad cultural en las comunidades.
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA
Autenticidad y cultura:
Carlos Romero (2001) indica que hay dos tipos de autenticidad. Por un lado, expone que la
manera tradicional de referirnos a dicho concepto es en donde lo que genera más
autenticidad es el alto grado de conservación de los objetos materiales que han sobrevivido
al paso del tiempo, como es el caso de los paisajes no afectados ni transformados por la
industrialización, las obras de arte, edificaciones singulares, entre otras, como también lo
pueden ser elementos como los modos de vida, fiestas, tradiciones, etc. En esta definición
únicamente entra a tallar la variable de la conservación, es decir, lo auténtico podrá ser
considerado como tal, siempre y cuando los objetos, tradiciones, entre otros, se mantengan
inalterados en la medida de lo posible a lo largo del tiempo (p.4).
Asimismo, el autor indica que hay otra manera de percibir la autenticidad, más ligado al
desarrollo de las comunidades rurales, donde explica que el factor principal no es
exclusivamente el grado de conservación de las tradiciones, el patrimonio construido o los
modos de vida, sino, citando textualmente: “la capacidad que cada comunidad debe tener
de escoger libremente vivir en el presente sin renunciar a su propia cultura, conservando su
patrimonio y adaptando sus valores a nuevas necesidades y situaciones, de acuerdo a los
Derechos Humanos” (p.4). Sin embargo, es a partir de la primera concepción mencionada
sobre la que la mayoría de autores implícitamente se refiere al mencionar la autenticidad,
no obstante, la segunda manera de percibir dicho concepto sería la ideal para tener una
mirada más crítica y realista en el contexto actual. En el desarrollo general del análisis
emplearemos este segundo concepto al referirnos a la autenticidad por tener una mayor
relación con nuestro objeto de estudio al estár intrínsecamente ligado al desarrollo y
evolución de las comunidades, incluyendo, por consiguiente, el ámbito cultural.
Briones (1994) considera necesario destacar que si bien la mayoría de autores comparte la
idea de que existe un interés por parte de los grupos dominantes de imponer prácticas para
mantener una asimetria en las relaciones de poder, no habría que ignorar que los grupos
subordinados también inventan sus propias tradiciones para legitimar alguna realidad
presente o aspiración como es el caso de los ya mencionados raymis. Ahora bien, dentro de
las invenciones de tradiciones cabe acotar que no debería hablarse de una pérdida de
autenticidad al verificar qué parte es inventada o no, sino que la atención debería estar
centrada en los procesos por los cuales se adquiere dicha autenticidad. Como se expone en
la cita a continuación:
Conforme pasaron los años, esta festividad se volvió parte de la identidad cusqueña y
nacional a pesar del trasfondo discriminatorio que tuvo en un inicio. Cabe acotar que fue a
través del éxito que significó en términos turísticos, como lo explican los diversos autores
mencionados en este análisis, la razón por la cual proliferaron los raymis en casi todos los
lugares que cuentan con un pasado y restos arqueológicos inca.
Dentro de este marco, si se quisiera medir la autenticidad del Inti Raymi por el motivo de
su creación, cuando fue una festividad reinventada por una élite intelectual que la creó con
fines particulares, la creación de nuevos raymis en las comunidades no deberían ser
criticadas por ser superficiales, cuando en muchos casos son las propias comunidades las
que también se reapropian de un pasado para elaborar festividades con un fin específico,
como se verá en posteriormente en el trabajo.
El primer factor que se tiene que analizar es lo que realmente busca el turista a gran escala
al visitar estos destinos “auténticos”. Según Fuller (2015), los turistas saben que lo
observado en varias ocasiones ha sido preparado para su consumo por la gran industria
organizada del turismo. Esto genera que al saber que dicha autenticidad es fabricada, lo que
realmente importa es que la representación sea de calidad, lo que no quiere decir, que lo
escenificado en el turismo sería una copia, sino una nueva realidad específicamente
construida para una audiencia determinada (p.103). Dicha afirmación se asemejaría a la
variable simbólica o constructiva de la autenticidad en donde, como se explicó
anteriormente, la experiencia se torna auténtica si se consigue establecer una conexión entre
lo que el turista proyectó y lo que vivencia, independientemente de si los objetos y lugares
son legítimos o no, por lo que podríamos afirmar que desde la perspectiva del turista no
habría una pérdida de la autenticidad como tal.
Un segundo factor que deberá ser analizado es la motivación por la que se generan ciertas
prácticas culturales en las comunidades como el raymi, en nuestro caso. Es en este punto en
donde nos trasladamos de la perspectiva del turista para entender desde la comunidad el por
qué se crean estas festividades. Pérez, en su trabajo “Turismo y representación de la
cultura: identidad cultural y resistencia en comunidades andinas del Cusco” (2006), nos
explica que la creación de los raymis puede estar ligado a factores económicos como puede
ser la dependencia del turismo en ciertos casos, por lo que las comunidades buscarían
interpretar los deseos de los visitantes y elaborarían dicha manifestación cultural
específicamente para esta audiencia. Ahora bien, la autenticidad cultural de los raymis no
se ve afectado por hecho de que haya sido creado prinipalmente a raíz de una necesidad
económica o por criterios de otra índole. La autenticidad cultural de dichos festivales es
entendida como un concepto flexible y relativo al contexto social e histórico en el que se
produce e irreversiblemente ligada a los actores (sociales y escénicos en este caso) que le
dan significado. Dicho de otro modo, esta autenticidad no derivaría nide su relación con el
turismo, ni de la precisión histórica de lo transmitido, como tampoco de la procedencia
autóctona de los mismos, sino más bien de la reapropiación cultural que protagoniza la
población indígena de un discurso elaborado por una élite intelectual y de sus
manifestaciones actuales, los raymis. (Pérez, 2006, p.38).
Es más, la creación de los raymis serviría a las comunidades incluso como una acción
política de negociación. La acción política de negociación según Chapman, McDonald y
Tonkin (1989) es entendido como el modo en que las autoridades étnicas, en calidad de
representantes de sus comunidades, se reapropian de un pasado reiventado por otros y lo
integran de manera consciente a su cultura (como se citó en Pérez, 2006, p.43). Dicha
negociación podría traducirse en tanto los pobladores locales dan una imagen “exótica” en
en la participación del raymi elaborado para la actividad turística y la municipalidad
retribuye dicho flujo turístico generado a través de la implementación de servicios básicos y
obras de infraestructura. Cabe mencionar, que no sólo serviría a una mejora en la calidad de
vida de la población beneficiada sino que, a su vez, serviría a redifinir la posición las
comunidades en la localidad, como lo cita Fuller (2015):
Para ello la los agentes turísticos deben negociar con la población, las
autoridades regionales y locales y los expertos en la cultura local. Desde este
punto de vista el turismo puede ser un nuevo canal de negociación política
entre los grupos locales –detentadores de la tradición- y las autoridades
municipales y regionales lo que les granjea una cuota de poder y puede,
eventualmente, redefinir su posición en la localidad. (p. 105)
El proceso de reapropiación cultural consciente que implica desfilar en los raymis
inventados para ser observado por los turistas no necesariamente genera una pérdida de
significado sobre el sentido y la función que desempeñan estas personas como
representantes de sus comunidades frente a los turistas. Como lo expone Pérez (2006) se
trataría, por el contrario, parte de las modernas estrategias de negociación con las que
garantizan la vigencia del pacto de reciprocidad con las autoridades locales que atraviesa
todas sus formas de organización que no estarían al margen ni de los procesos de
desigualdad pero que les serviría para pensarse y situarse como grupo en relación con el
mundo global (p.45).
Lo analizado hasta este punto sobre la creación de los raymis encaja con la definición de
autenticidad de Carlos Romero (2001) mencionado en la fundamentación teórica de este
trabajo, el cual explica que la autenticidad no está ligado exclusivamente el grado de
conservación de las tradiciones, el patrimonio construido o modos de vida de una
comunidad, sino, de la capacidad que cada comunidad debe tener de escoger libremente
vivir en el presente sin renunciar a su propia cultura, conservando su patrimonio y
adaptando sus valores a nuevas necesidades y situaciones. Esto debido a que, como se
observó en el presente trabajo, las comunidades al crear nuevas manifestaciones culturales
estarían adaptando su cultura a las nuevas necesidades y situaciones a las que se enfrentan a
través de una reapropiación cultural consciente, por lo que podemos afirmar que, dentro de
este marco, no se vería afectada la autenticidad de esta nueva manifestación cultural.
Fuller (2015) nos explica que el debate sobre la relación entre turismo y cultura ha dejado
atrás las posiciones conservadoras que veían en el consumo de tradiciones locales un
atentado contra la integridad cultural de las poblaciones receptoras y que el turismo podría
ser considerado como un fenómeno cultural en sí mismo que no sólo transforma
costumbres y rituales sino que produce nuevas expresiones y significados (p.107) De este
modo podríamos concluir determinando que el turismo ya no puede ser analizado como un
factor externo que influye en las tradiciones y expresiones culturales. Bajo esta premisa se
podría indicar que la autenticidad no sería una cualidad inherente a un rasgo o fenómeno
cultural. Como lo menciona Fuller (2015) sería un proceso social, una lucha en la cual
intereses en conflicto tratan de imponer su versión de la historia y apropiarse del derecho de
representarla (p.103) Es aquí en donde se gira el debate de decidir que es lo auténtico o
inauténtico, para llevarlo por la discusión de decidir qué actores tienen la autoridad para
decidir que es lo auténtico lo cual, sin embargo, sería materia de discusión en nuevos
trabajos que puedan abordar esta problemática de manera más extensa.
Un punto que tiene que tenerse en cuenta que el turismo no es el único factor que
intervendría en la construcción de estas nuevas realidades, debido a que las culturas, al estar
en contacto con un mundo globalizado, están en continua transformación y se adaptan a los
nuevos cambios. Si bien la creación de manifestaciones culturales exclusivamente para el
consumo turístico no atenta contra la autenticidad, cabe acotar que un punto al que se le
debería tomar mucha importancia es el manejo adecuado y la buena gestión del turismo en
estos espacios ya que un turismo masivo, sin un control permanente, desembocaría en
problemas relacionados al deterioro físico del patrimonio cultural e incluso podríamos
hablar sobre una influencia negativa del turismo en valores, comportamientos y hábitos de
consumo de la población local. En una comunidad dañada y severamente afectada por el
turismo masivo, la discusión sobre la autenticidad y la creación de nuevas manifestaciones
culturales quedaría en segundo plano, debido a que el debate giraría en torno a otras
variables como podría ser el daño irreversible que puede generar dicho tipo de turismo
(tanto a nivel cultural como social). Considero que abordar temas sobre las comunidades, la
autenticidad y entender el porqué se crean nuevas manifestaciones culturales, es
indispensable para alejar posibles prejuicios al comprender los motivos de dichas
comunidades al crear nuevas expresiones culturales.
En esta misma línea, no podemos dejar de pensar lo que será el turismo después de la
pandemia mundial actual que estamos viviendo. Dentro del sector se replantearán nuevas
formas de gestionar la actividad turística y habrá un cambio muy radical en la manera de
consumir los distintos productos turísticos debido a los cambios en los protocolos que se
adoptarán después de esta pandemia (los turistas en los siguientes años, a su vez, preferirían
frecuentar lugares con menos afluencia debido al miedo de un posible rebrote del virus).
Considero que es la oportunidad perfecta para dejar de lado el turismo masivo y que el
enfoque esté en generar un turismo centrado en sumergir al visitante en las comunidades
rurales a través del Turismo Comunitario . Enfocar la experiencia del turista a través de la
convivencia por un periodo determinado con las comunidades rurales puede ser muy
beneficioso siempre y cuando se respete la capacidad de carga, y sobretodo, que la
comunidad en cuestión esté capacitada para poder gestionar dicho turismo. Centrándonos
en los diversos beneficios que ofrece esta tipología de turismo encontramos, en lo
ambiental, la conservación del entorno natural como aspecto clave para la realización del
Turismo Comunitario a través de nuevos marcos legislativos apropiados para llevar a cabo
una buena planificación y la mejora continua de la gestión en las empresas. En lo social, la
llegada de turistas ayudaría a mejorar la infraestructura de carreteras, servicios públicos,
entre otros, además de crear oportunidades para grupos tradicionalmente desfavorecidos en
el medio rural como lo son los jóvenes o ancianos. En el marco cultural, el Turismo
Comunitario a través de la imporancia que dan los visitantes a la cultura y tradiciones
locales, tendría un papel fundamental en la preservación y conservación a largo plazo de
estas (háblese de gastronomía, artesanía, costumbres, entre otras) sin ninguna imposición
sino en concertación con las comunidades. Es necesario acotar que este nuevo contexto no
será de extrañarse que la proliferación de nuevas manifestaciones culturales sea recurrente,
quizás como una forma de atraer a los turistas a estas comunidades, por ende, el Turismo
Comunitario podría ayudar a romper los prejuicios, aprender sobre la cosmovisión de los
pobladores y, sobretodo, entender las razones por las que estas comunidades deciden crear
nuevas festividades.
Para finalizar, considero oportuno precisar que no sólo deberíamos apostar por esta
tipología del turismo, sino en las diversas variables que sean sostenibles y responsables
tanto en el aspecto social, económico, ambiental y cultural para poder tener un turismo en
el Perú que sea símbolo de progreso y no de retroceso.
BIBLIOGRAFÍA