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El gran partido

Había una vez una pandilla de chicos aficionados al fútbol, que quería jugar el partido más
memorable de todos los tiempos. Tras muchos días discutiendo sobre la organización, al fin
acordaron, que cada uno de los integrantes del partido llevaría algo similar a lo que los
futbolistas de verdad utilizan. Con todos reunidos en el lugar acordado y antes de que el
balón rodara, no se ponían de acuerdo para quien era el primero en elegir a sus compañeros.
Como aquello tenía pinta de alargarse, el árbitro dijo que elegiría aquel que hubiera traído
la cosa más importante. Una gran idea, que no soluciono el problema, ya que todos
pensaban que su cosa u objeto era imprescindible. Para evitar más enfrentamientos
decidieron ir eliminando paulatinamente todas las cosas, para descubrir que era lo
realmente importante. Así fue como uno tras otro, fueron desapareciendo las porterías, el
silbato del árbitro, los guantes de los porteros e incluso el balón, que fue sustituido por una
lata.
Fue entonces, cuando un padre que pasaba por allí con su hijo, le dijo a su pequeño:
-Míralos hijo, a pesar de no tener ni un balón para disfrutar del deporte, tienen la ilusión de
jugar al fútbol, a pesar de que con esa lata no vayan a ser grandes futbolistas.
Al escuchar estas palabras, los chicos descubrieron lo tontos que habían sido por dejarse
llevar por el orgullo y lo aburrido que estaba resultando su gran partido. Mirándose unos a
los otros y sin mediar palabra, comenzaron a poner de nuevo todo sobre el campo, jugando
el mejor partido de sus vidas.

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