Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Oposicion Magisterio Musical
Oposicion Magisterio Musical
1
La música como lenguaje y como medio de
expresión. Valor formativo de la música. Percepción y
expresión. Importancia de la Educación Musical en
Primaria. El currículo de Educación Musical en la
concreción de unidades didácticas globalizadas.
0‐ INTRODUCCIÓN
1‐ LA MÚSICA COMO LENGUAJE Y COMO MEDIO DE EXPRESIÓN.
01. LA MÚSICA COMO LENGUAJE
02. LA MÚSICA COMO MEDIO DE EXPRESIÓN
2‐ EL VALOR FORMATIVO DE LA MÚSICA. IMPORTANCIA DE LA
EDUCACIÓN MUSICAL EN LA EDUCACIÓN PRIMARIA
3‐ PERCEPCIÓN Y EXPRESIÓN
01. LA PERCEPCIÓN Y LA EXPRESIÓN COMO EJES DE
ARTICULACIÓN EN LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA
02. PERCEPCIÓN
03. EXPRESIÓN
4‐ EL CURRÍCULO DE EDUCACIÓN MUSICAL EN LA CONCRECIÓN DE
UNIDA‐DES DIDÁCTICAS GLOBALIZADAS
01. NIVELES DE CONCRECIÓN EN EL CURRÍCULO DE
EDUCACIÓN MUSICAL
02. EL CURRÍCULO EN EDUCACIÓN MUSICAL
03. LA UNIDAD DIDÁCTICA
5‐ BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
El arte musical se desarrolla, a diferencia de otras manifestaciones
artísticas, en el tiempo. La música es invisible e intangible; necesita del oído
para que el mensaje pueda ser transmitido; como todo lenguaje, es un proceso
comunicativo en la doble vertiente de expresión y percepción. El Real Decreto
1513/2006, de 7 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas
mínimas de la Educación Primaria nos explica como “el área de Educación
artística está integrada por dos lenguajes: el plástico y el musical. Ambos a su
vez, se articulan en dos ejes: percepción y expresión. El primero incluye todos
aquellos aspectos relacionados con el desarrollo de capacidades de
reconocimiento sensorial, visual, auditivo y corporal, que ayudan a entender
las distintas manifestaciones artísticas, así como el conocimiento y disfrute de
producciones plásticas y musicales de diferentes características. El segundo se
refiere a la expresión de ideas y sentimientos mediante el conocimiento y la
utilización de distintos códigos y técnicas artísticas.” La música es una forma
universal de lenguaje, el lenguaje musical es mundialmente conocido, es
necesario que los escolares tengan conocimiento de los elementos que con‐
forman ese lenguaje y que se comuniquen con él. En nuestra práctica docente
los esfuerzos irán dirigidos a armonizar la formación integral del alumnado,
desarrollar su capacidad auditiva, la maduración y coordinación de
movimientos a través del ritmo, perfeccionar y educar su expresión vocal, así
como desarrollar su sentido afectivo‐social. La música entendida como
lenguaje debe ser un medio, para percibir, asimilar, comprender y expresarse,
así como un alimento importante para desarrollar la creatividad.
1- LA MÚSICA COMO LENGUAJE Y COMO MEDIO DE EXPRESIÓN.
1.1‐ LA MÚSICA COMO LENGUAJE
El concepto de Lenguaje musical ha tenido siempre la facultad de
erigirse en un foco de controversia. Desde aquellos que lo han considerado,
única y exclusivamente, como sinónimo de grafía musical, convencional o no,
hasta aquellos otros que han visto en la música un magnífico lenguaje
equivalente a cualquier otro de los así establecidos.
Podemos entender que un lenguaje es un conjunto de maneras de comunicar y
lo que parece ser aceptado unánimemente por la mayoría de los autores es el
hecho de que se produce cierta comunicación cuando se interpreta música. El
modelo para la comunicación propuesto por Jakobson es también aplicable a
la música. Dicho modelo sería el siguiente:
RECEPTOR
EMISOR
MENSAJE CÓDIGO CANAL CONTEXTO
Ha sido la naturaleza del mensaje la que ha provocado más problemas a
la hora de trasladar este esquema al terreno musical: para unos, la música
comunica solamente so‐nidos organizados; para otros, además, comunica
también conceptos (emocionales, esté‐ticos, etc.). También ha resultado
controvertido el papel del intérprete dentro de este esquema. Por un lado es
receptor del mensaje enviado por el compositor, por otro es emisor al
reinterpretar ese mensaje a su manera, y por último también podría ser el
canal a través del cual el compositor se comunica con el público. No obstante a
pesar de estas controversias, podemos concluir que la música es un medio de
comunicación con un código propio susceptible de ser elevado a la categoría
de lenguaje, y que posee muchas similitudes con otros lenguajes como puede
ser el verbal. Si no existe, entre otras cosas, la intención comunicativa tanto en
el emisor como en el receptor, la comunicación es parcial, fragmentada o nula.
Por esto, debemos diferenciar entre comunicación e información;
comunicación es, básicamente, una acción; in‐formación es su resultado.
Para que la información sea compartida el emisor debe poseer cierta
habilidad para captar la atención del receptor utilizando múltiples y variados
recursos, el canal escogido debe ser el más idóneo posible, el receptor debe
tener la predisposición de participar atentamente en el discurso; pero, sobre
todo, el código utilizado debe ser un código compartido por emisor y receptor,
coherente con el mensaje e integrable en el canal. Según Charles Morris un
signo lingüístico se presenta en tres dimensiones:
* Dimensión semántica que lo relaciona con los objetos a los que es aplicable
(en música hablaría sobre su significado). El lenguaje musical, como todo
lenguaje, posee una gramática y una sintaxis pero, a pesar de que han sido
muchos los intentos, no presenta un significado unívoco en sus signos: es
decir, carece totalmente de un vocabulario preciso que se pueda
conceptualizar o traducir a otros lenguajes. Podemos decir que la música es
polisémica, o que, en otras palabras, su semántica es polivalente: que sus
signos contienen más, muchos más, de un único significado.
* Dimensión sintáctica que lo relaciona con los demás signos del sistema
lingüístico al que pertenece. En esta dimensión se incluyen los contenidos de
la lectoescritura musical pero implica, sobre todo, la expresión y la
comprensión de las estructuras y los medios sonoros para alcanzar el objetivo
comunicativo a través de su representación gráfica. El verdadero objetivo
cuando usamos una grafía o un conjunto de grafías para representar uno o
varios sonidos no es tanto ser capaces de reconocer sino de comunicar. Es
decir, que el código sea significativo y funcional: que le uso de un len‐guaje
gráfico sirva para comprender el lenguaje musical y no a la inversa.
* Dimensión pragmática (experiencia musical) que lo relaciona con los
usuarios o intérpretes de ese signo. Esta dimensión de la música, se halla,
principalmente, en el tipo y grado de la experiencia musical o participación en
el hecho sonoro (como contacto con la realidad). Ésta establece una doble vía
entre el interior (sujeto) y el exterior (objeto) y se convierte en vivencia o
producción musical. En ella podemos distinguir cuatro formas o planos de
relación con la realidad sonora: sensorial, perceptiva, expresiva y
comunicativa. En un estado ideal todas ellas se hallarían mezcladas.
1.2‐ LA MÚSICA COMO MEDIO DE EXPRESIÓN.
Al hablar de expresión estamos hablando de la exteriorización (con o sin
objeto) en su estado más puro; es decir la exteriorización de los sentimientos
y vivencias que una obra de música puede provocar en un individuo, tanto
como de la comunicación de esos sentimientos por parte del artista. Las
vivencias significativas anteriores y su residuo memorístico también juegan
un papel fundamental en la expresión y ésta se convierte en comunicación
cuando las barreras que separan una conciencia de otra están más o menos
superadas y permiten la transmisión de ideas, sentimientos, deseos de uno o
varios sujetos a otro u otros. En este proceso existe una gran carga
sociocultural: el significado vivencial y su residuo memorístico actúan como
sistemas de referencia, pero el verdadero puente entre los sujetos que
comparten esta experiencia es, justamente, aquello que es común a ellos.
Respecto a esto, algunos autores destacan dos aspectos necesarios para que el
plano expresivo‐comunicativo exista: intencionalidad y código.
2- EL VALOR FORMATIVO DE LA MÚSICA. IMPORTANCIA DE LA
EDUCACIÓN MUSICAL EN LA EDUCACIÓN PRIMARIA.
Frente a teorías pedagógicas más academicistas que aún perviven
socialmente, la música viene a contribuir grandemente al desarrollo de la
personalidad y de la inteligencia. Diversas investigaciones confirman que las
clases de música impartidas desde la edad infantil desarrollan las capacidades
de los escolares y que la enseñanza de la música entre otros aspectos ayuda al
perfeccionamiento auditivo, contribuye al desarrollo psicomotriz, mejora el
desarrollo de la memoria, favorece la capacidad de expresión y el gusto
estético. Todos estos argumentos demuestran que a comienzos del siglo XXI la
Educación Musical es un derecho del ser humano y su enseñanza no debe
estar reservada a una minoría privilegiada en función de sus recursos o sus
talentos excepcionales.
La inclusión en el currículum de La Educación musical en España nace en el
marco de la LOGSE, dentro del Área de Educación Artística. La actual Ley
Orgánica 2/2006 de 3 de mayo, de Educación, continúa incluyéndola en su
currículo, tal y como podemos ver en el Real Decreto 1513/2006, de 7 de
diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas de la Educación
Primaria, en donde además, hace referencia a la gran aportación de ésta en la
formación del alumnado de la siguiente manera:“La Educación artística
involucra lo sensorial, lo intelectual, lo social, lo emocional, lo afectivo y lo
estético desencadenando mecanismos que permiten desarrollar distintas y
complejas capacidades con una proyección educativa que influye
directamente en la formación integral del alumnado, ya que favorece el
desarrollo de la atención, estimula la percepción, la inteligencia y la memoria
a corto y largo plazo, potencia la imaginación y la creatividad y es una vía para
desarrollar el sentido del orden, la participación, la cooperación y la
comunicación”. ¿Hasta qué punto puede tener importancia la educación
musical en la formación integral de la persona? Según J. Dalcroze, la educación
rítmica es para el niño/a un factor de formación y de equilibrio del sistema
nervioso, ya que cualquier movimiento adaptado a un ritmo es el resultado de
un complejo conjunto de actividades coordinadas. En estudios de muchos
investigadores, como J. P. Despins, se refleja cómo la educación musical
proporciona un desarrollo de ambos hemisferios cerebrales, por lo cual se
aconseja la integración de dicha enseñanza en la educación básica. Así con la
música, como disciplina, se consigue un aumento de las capacidades
cerebrales de la siguiente forma: • Hemisferio izquierdo: Percepción rítmica,
control motor, rige mecanismos de ejecución musical, el canto, aspectos
técnicos musicales, lógica y razonamiento, captación de lo denotativo,
percepción lineal. • Hemisferio derecho: Percepción y ejecución musical,
creatividad artística y fantasía, captación de la entonación cantada, percepción
visual y auditiva, percepción melódica y del timbre, expresión musical,
apreciación musical. No hemos de olvidar que la música es un arte, una ciencia
y una técnica, por lo que su práctica y ejecución nos va a favorecer un
desarrollo cerebral y nervioso muy completo al comprender estas tres facetas
tan diferentes y complejas. La ejecución musical, al desarrollar las
posibilidades de nuestros circuitos neuromusculares, permite no sólo cultivar
el sistema nervioso, sino trabajar también nuestro desarrollo en general,
nuestros estados afectivos, nuestra receptividad, nuestra atención, etc.
En consecuencia, la educación musical estimula todas las facultades del
ser humano: abstracción, razonamiento lógico y matemático, imaginación,
memoria, orden, creatividad, comunicación y perfeccionamiento de los
sentidos, entre otras. Por otra parte, con el paso del tiempo cada vez ha ido
adquiriendo más importancia en la educación del niño/a la psicomotricidad,
es decir, la relación existente entre las funciones neuromotrices del organismo
y sus funciones psíquicas. Se pretende restituir al cuerpo su verdadero valor
en el desarrollo integral de la persona, tomando cada acción corporal que
realice él mismo como fuente de conocimiento y aprendizaje, algo descuidado
en épocas anteriores. La música y el movimiento están estrechamente ligados,
surgen simultáneamente de la necesidad de expresión. El cuerpo, la voz, los
objetos y el entorno poseen unas dimensiones sonoras y, por lo tanto, pueden
ser utilizados como medios o materiales para la actividad musical y
psicomotriz. A través de la psicomotricidad y de la música desarrollamos en el
niño/a las capacidades mentales siguientes: análisis, abstracción, expresión,
simbolización, síntesis y atención, favoreciendo la imaginación y la
creatividad. La aplicación musical en la educación psicomotriz encuentra gran
utilidad en la adquisición y desarrollo de los aprendizajes básicos de la
lectura, escritura y cálculo. La música, según los filósofos de la educación,
contribuye de forma importante al desarrollo de la personalidad humana ya
que provoca un enriquecimiento estético y favorece el desarrollo del
optimismo y el bienestar personal. Ya desde la antigua Grecia, la música se
consideraba ligada al orden, la armonía, proporción y equilibrio y, por lo
tanto, un complemento ideal para el hombre, que genera experiencias
estéticas, que tan necesarias son para el ser humano. Otro aspecto a
mencionar es que ya los pitagóricos dieron a la música un valor ético y
terapéutico. La música afecta claramente al alma y es capaz de devolverle el
equilibrio perdido gracias a la dulzura de los sonidos y a la proporción
matemática de sus ritmos. Así los estados de ánimo perturbados, como el
furor en los frenéticos y el temor en los niños/as, sólo se apaciguan con el
movimiento armonioso y rítmico de la música, según nos dice Platón en las
“Leyes”, haciendo renacer la calma y la tranquilidad. Éste es el motivo por el
que se les canta canciones de cuna a los niños/as para que duerman. Hoy en
día hay constancia del poder medicinal de la música: E. Lacourt nos dice que
gracias a la diversidad de géneros musicales (clásico, folklórico, ligero,...) su
valor expresivo y emotivo puede ser utilizado con un fin preciso de incidencia
psicológica, bien por su acción estimulan‐te o por su acción calmante. Puede
emplearse como analgésico y de utilidad en problemas de insomnio,
inhibición, autismo, mutismo y dificultad de expresión.
La música tiene también un valor ético‐social al facilitar el dominio de
uno mismo, la sensibilidad y el buen gusto que por mimetismo se proyecta a la
sociedad. La música en grupo adquiere aún un valor más educador ya que
incide en la socialización, acercando a personas entre sí, tanto ejecutando
como escuchando, que comparten un amplio conjunto de experiencias
inherentes a la música. Se favorece así el respeto por los demás. Además la
interpretación musical en grupo requiere flexibilidad y capacidad de
adaptación al mismo, por el bien del conjunto. La sociedad actual urbana e
industrializada, en pro de una necesaria humanización, ha generado entre
otras la cultura del ocio, que tiene por finalidad mejorar la calidad de vida y
las relaciones entre las personas. La música es un vehículo ideal para ello y un
modo idóneo de emplear productiva y placenteramente el tiempo de ocio.
Además para los adolescentes es un modo de dedicar el tiempo libre y
realizarse personalmente, alejando el riesgo de malas compañías o de
acciones desaconsejables. Podemos decir que la música es generadora de
experiencias estéticas que son muy necesarias para el hombre. Asimismo es
una fuente de gratificación que nace de sentimientos de realización y dominio
en situaciones no competitivas. El sentimiento de “ser competente” y la
autoestima son absolutamente necesarios para el desarrollo humano. Por otro
lado, podemos definir la cultura como un modo de representación colectiva de
una sociedad dada que conlleva un modo de vida, una manera de ser y de
sentir. Uno de los parámetros socio‐culturales de un pueblo es, sin duda, la
música. Por ello, ha sido siempre compañera del hombre desde sus albores
hasta nuestros días con su presencia casi permanente en nuestra vida
cotidiana. La música va directamente ligada a nuestra historia, a la religión, al
arte, a la filosofía, a nuestras tradiciones, en definitiva, forma parte
inseparable de nuestra cultura; por ello hemos de conocerla, apreciarla y
cultivarla integrándola en nuestros planes de estudio de la enseñanza básica.
Hemos de hacer posible el acceso a ese patrimonio cultural, apreciarlo y
valorarlo, ya que los pueblos que olvidan su cultura pierden sus señas de
identidad y su esencia.
Por todo ello podemos llegar a la conclusión de que la educación musical
reviste una gran importancia en la formación integral y globalizadora de la
persona, proporciona experiencias cognitivas (lenguaje y ciencia) y sensitivas
(arte) de un modo armónico participando del valor educativo de estas tres
ramas del saber y representa una ayuda valiosa para el resto de materias del
currículo escolar aportando madurez para aprendizajes futuros. De ahí la
necesidad de su inclusión en los planes de estudio de la enseñanza básica.
3- PERCEPCIÓN Y EXPRESIÓN
3.1‐ LA PERCEPCIÓN Y LA EXPRESIÓN COMO EJES DE ARTICULACIÓN EN LA
EDUCACIÓN ARTÍSTICA
Tal y como explicábamos en la introducción, el Real Decreto 1513/2006,
de 7 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas de la
Educación Primaria nos explica como “el área de Educación artística está
integrada por dos lenguajes: el plástico y el musical. Ambos a su vez, se
articulan en dos ejes: percepción y expresión. El primero incluye todos
aquellos aspectos relacionados con el desarrollo de capacidades de
reconocimiento sensorial, visual, auditivo y corporal, que ayudan a entender
las distintas manifestaciones artísticas, así como el conocimiento y disfrute de
producciones plásticas y musicales de diferentes características. El segundo se
refiere a la expresión de ideas y sentimientos mediante el conocimiento y la
utilización de distintos códigos y técnicas artísticas.” La percepción se refiere
“a la observación de los elementos plásticos y a la audición musical. La
observación debe centrarse en la interpretación, indagación y análisis del en‐
torno natural y de la actividad y creación humanas, entendida esta última
como genera‐dora de objetos y elementos presentes en lo cotidiano y de
representación puramente artística. Por su parte, la audición se centra en el
desarrollo de capacidades de discriminación auditiva y de audición
comprensiva, durante los procesos de interpretación y creación musical así
como en los de audición de piezas musicales grabadas o en vivo”. La expresión
remite “a la exploración de los elementos propios del lenguaje, al tratamiento
de los materiales y a las diversas posibilidades de expresar lo percibido y
sentido, ajustándose a una planificación en el proceso de elaboración.
También alude a la interpretación musical desarrollando habilidades técnicas
y capacidades vinculadas con la interpretación instrumental. A través de este
lenguaje se estimula la invención y la creación de distintas producciones
musicales”.
A través de esta propuesta establecida en el currículo vemos como la
percepción y la expresión son los ejes que aglutinan de alguna manera todos
los contenidos de la Educación Musical y podemos añadir que, con frecuencia,
se dan simultáneamente en el proceso de aprendizaje de la música. 3.2‐
PERCEPCIÓN Se refiere al conjunto de capacidades relacionadas con la
interiorización, interpretación y comprensión del elemento sonoro, a través
del oído o de cualquier otro sensor corporal. A partir de los elementos
musicales, el desarrollo de la capacidad de la percepción sonora se puede
trabajar de múltiples formas pero quizás es posible, con todas las
precauciones, tipificarlas en tres maneras que pueden mezclarse entre sí (la
presencia simultánea de las tres es, quizá, la forma perceptiva más completa,
pero también la que requiere más trabajo):
* Sensorial: todo sonido o grupo de sonidos provoca una experiencia
sensorial. Como experiencia perceptiva es la más primaria de las tres
(primitiva pero también indispensable para las demás) y, prestando o sin
prestar atención a lo que suena, muestra una gran influencia sobre el
inconsciente: se traduce en reacciones físicas y psicológicas como la ansiedad,
la hiperactividad, la relajación o el movimiento corporal.
* Emotiva: también se traduce en reacciones físicas y psicológicas como el
llanto, la sonrisa, el miedo, etc. Por su carácter etéreo, la música despierta
fácilmente una emoción concreta: todas las personas recordamos y
conservamos, como si fuera una íntima y exclusiva posesión, esa pieza que nos
evoca un momento alegre (un baile, un beso, una persona amada…) o triste
(pérdida de un ser querido, una guerra…). Si la percepción sensorial y la
analítica son dos de las maneras de escuchar música más trabajadas en
educación musical, en cambio, a menudo se olvida la emotiva cuando, en
realidad, quizá sea la más significativa de las tres.
* Analítica: Es la más común, sobre todo en las edades en las que se tiende a
olvidar la experiencia sensorial. Por ejemplo, en la educación de adolescentes
(y todavía en edades menores) se insiste en buscar en la obra escuchada,
únicamente a través de la actividad intelectual debido al poco espacio de las
aulas y el autoconcepto que tienen sobre el propio cuerpo, toda la serie de
elementos musicales. Es un aprendizaje que, por poco significativo y poco
funcional, quizás no incorporarán a su vida cotidiana si no existe al mismo
tiempo el componente sensorial y el emotivo. Solamente a través de una
música próxima a quien la debe analizar ese análisis adoptará el significado y
la funcionalidad necesarias para incorporarse a la vida cotidiana del
alumnado
3.3‐ EXPRESIÓN
La expresión en música es la capacidad que el individuo tiene por tomar
los elementos del lenguaje musical y producir mediante su manipulación un
acto de comunicación con los demás. La expresión se realiza dentro de tres
estadios diferentes:
* La improvisación: es la forma más espontánea de comunicarse con los
demás, ya que proviene de la intuición, la cual está condicionada a su vez por
la asimilación de los elementos del lenguaje, realizada en los primeros
estadios del aprendizaje mediante el juego de la imitación. A medida que el
conocimiento de esos elementos es más profundo, la improvisación será más
expresiva y original.
* La interpretación de obras musicales: en cuanto a expresión del
intérprete, es la que se realiza cuando se toman las obras creadas por otros/as
y se reelaboran siguiendo el propio criterio. En este proceso, es necesario
reconocer lo que el/la compositor/a ha intentado comunicar (elementos del
lenguaje, planos sonoros, matices, etc.) y transmitir lo interpretado por
nuestro propio filtro expresivo.
* La elaboración de obras musicales propias: se puede realizar mediante la
utilización de grafías y métodos no convencionales, convencionales, o
mediante una mezcla de los dos. El uso de grafías y métodos no
convencionales posee la ventaja de la inmediatez, ya que el código y la obra, a
menudo, se van creando simultáneamente y a la medida del alumno/a o del
grupo de alumnos/as que los crea, sirviéndole, además, como apoyo para la
comprensión de nuevos conceptos del lenguaje convencional. Para poder
utilizar el mismo (el lenguaje convencional) en la creación de obras, el proceso
es más largo, ya que se necesita un período de aprendizaje mayor. La mayor
capacidad expresiva se da cuando se realiza una mezcla de los dos, ya que
cada uno abarca un campo expresivo complementario del otro.
Los medios de los que nos valemos para desarrollar la expresión pueden
ser de dos tipos:
a) Medios corporales (el cuerpo como instrumento). Podemos hallar tres
categorías expresivas:
1- Corporal-verbal-verbal: desarrolla la capacidad de descubrir recursos y
estrategias para ejecutar piezas con un contenido textual. El canto es
significativo porque nace en el interior y es funcional porque puede
desarrollarse en cualquier contexto.
2- Corporal-vocal-no verbal: desarrolla la capacidad para descubrir recursos y
estrategias para ejecutar piezas sin contenido textual, usando únicamente el
órgano fonador. Las posibilidades expresivas de la voz son infinitas y como
instrumento musical no acaban en la emisión melódica ni en el mensaje
verbal. En la educación musical deberían introducirse, de vez en cuando,
piezas vocales cuyo contenido fuese únicamente musical.
3- Corporal-consonante: desarrolla la capacidad de descubrir recursos y
estrategias para ejecutar piezas (rítmicas, polirrítmicas o melódicas)
realizadas con todo tipo de percusiones corporales. Es necesario conocer y
agotar las posibilidades expresivas sonoras de nuestro propio cuerpo antes de
pasar a otros instrumentos. Nos referimos a sonidos ejecutados con las
manos, los dedos, los pies, etc. Dentro de estos medios corporales, nos
quedaría un tipo de expresión que, aunque no es estrictamente musical, sí está
íntimamente relacionada con la percepción que el in‐dividuo tiene del entorno
sonoro: se trataría de la expresión corporal, la cual se realiza a través del
movimiento coordinado con la música. Esta forma de expresión refleja el
sentimiento y la percepción que el individuo tiene de una determinada música
o entorno sonoro, pero no es la música el medio del que se sirve para realizar
la expresión, sino que el medio utilizado es el propio cuerpo. No obstante, es
necesario mencionarla dada la importancia que posee en cuanto a expresión
de la percepción sonora del individuo.
b) Medios materiales. Podemos distinguir otras dos categorías:
1- Material de fabricación propia: aquellos instrumentos que nosotros
podemos construir o utilizar a partir de materiales y objetos cuya
función original no era la de hacer música o, simplemente producir
sonido. En ellos es más importante el sonido que la forma. Estos
instrumentos se encuentran en nuestro entorno habitual, de él pueden
surgir instrumentos de todas las variedades y todos los gustos:
idiófonos, membranófonos, aerófonos, cardófonos y electrófonos.
2- Material de mercado: son aquellos instrumentos que podemos adquirir
en una tienda (habitualmente especializada en música). Con ellos
podemos interpretar obras de todo tipo, clásicas, populares, etc. y
abarcan cuatro categorías según su proximidad cultural al alumnado:
los electrónicos y de percusión utilizados en la música popular
moderna, los instrumentos populares de cada zona geográfica, los
llamados instrumentos Orff trabajados habitualmente en la escuela y
para finalizar estarían los instrumentos pertenecientes al ámbito de la
música llamada “clásica” o “culta” (violín, viola, piano…).
4- EL CURRÍCULO DE EDUCACIÓN MUSICAL EN LA CONCRECIÓN DE
UNIDADES DIDÁCTICAS GLOBALIZADAS
4.1‐ NIVELES DE CONCRECIÓN EN EL CURRÍCULO DE EDUCACIÓN MUSICAL.
Hay que tener en cuenta que la Música no se encuentra en el Currículo
oficial como área, sino que aparece junto con la plástica englobada dentro del
Área de Educación Artística (área establecida en el apartado 2 del artículo 18
de la Ley Orgánica 2/2006, de 6 de mayo de Educación). Se entiende por
Currículo de la Educación Primaria el conjunto de objetivos, competencias
básicas, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación (artículo 6,
del Título Preliminar de la citada Ley) de esta etapa Educativa y que quedan
fijados en los siguientes Reales Decretos:
Real Decreto 1513/2006, de 7 de diciembre, por el que se establecen las
enseñan-zas mínimas de la Educación Primaria.
Decreto 40/2007, de 3 de mayo, por el que se establece el currículo de la
Educación Primaria, en la Comunidad de Castilla y León.
Así pues y en base a lo anterior, establecemos el siguiente esquema con
los Niveles de Concreción Curricular que deberemos tener en cuenta a la hora
de elaborar nuestra Programación de Aula que configuran las unidades
didácticas:
4.2‐ EL CURRÍCULO EN EDUCACIÓN MUSICAL.
Tal y como explicábamos en el apartado anterior, dentro del currículo
general propuesto por el MEC, la música aparece integrada dentro del área de
Educación Artística, junto con la Plástica. No obstante, en esta área también se
reconoce la necesidad de maestros/as especialistas en Educación Musical para
su impartición, debido a la especificidad de su lenguaje. Aún así, el
tratamiento de ambos debe responder a un enfoque globalizado que
contemple las estrechas conexiones entre los distintos medios de expresión y
representación artística. A partir de los dos grandes ejes en que se articula el
área ‐ Percepción y expresión – se han distribuido los contenidos en 4
bloques, dos de los cuales están directamente relacionados con la Música:
Competencia del maestro/a (En nuestro caso el especialista de
Educación Musical)
Competencia del claustro de maestros/as
Competencia del MEC y de las Comunidades Autónomas.
UNIDADES DIDÁCTICAS QUE CONFIGURAN LA PROGRAMACIÓN DE AULA
TERCER NIVEL
PROYECTO EDUCATIVO DE CENTRO PROGRAMACIONES DIDÁCTICAS
SEGUNDO NIVEL
DISEÑO CURRICULAR PRESCRIPTIVO (Real Decreto 1513/2006) +
Prescripciones de las administraciones educativas (Decreto 40/2007‐ Castilla
y León)
PRIMER NIVEL
* Bloque 3 – Escucha, en donde los contenidos se centran en el desarrollo de
capacidades de discriminación auditiva y de audición comprensiva.
Además, los elementos de la música y sus referentes culturales nunca se
disocian de ella y, por tanto, están implícitos en el repertorio usado en los
distintos bloques. Por ello tanto los contenidos del lenguaje musical como los
referidos a la música como expresión cultural, se encuentran de forma
transversal en los dos bloques. Estos bloques deberán estar contemplados en
las Programaciones Didácticas de los diferentes ciclos y han de ser
desarrollados como un todo en las programaciones de aula que elaboremos
para nuestra especialidad.
4.3‐ LA UNIDAD DIDÁCTICA.
La unidad didáctica se entiende como un núcleo de programación en el
que quedan recogidas una serie de actividades necesarias para conseguir, en
un período temporal concreto, un conjunto de objetivos propuestos. En ella
deben precisarse los objetivos, competencias básicas, contenidos, actividades
de enseñanza y aprendizaje y las actividades de evaluación, así como los
principios metodológicos que aseguren la consecución de tales objetivos. En el
trabajo cotidiano del maestro/a de música, nos podemos encontrar con dos
situaciones diferentes en cuanto al trabajo con unidades didácticas:
1‐ El maestro/a especialista de música se encontrará en la situación de
entrar a formar parte de un proyecto global de unidades didácticas
coordinado entre todos lo maestros/as implicados en un nivel o ciclo
determinados; su papel es el de implicar la música dentro de las
unidades didácticas propuestas y, a su vez, el de utilizar la misma
como refuerzo de parte de los contenidos propuestos en otras áreas.
2‐ Por otra parte, el maestro/a de música puede realizar sus propias
unidades didácticas persiguiendo objetivos concretos del área. En
este caso, es recomendable el buscar también la implicación de otros
maestros/as en el desarrollo de la unidad didáctica y la relación con
otras áreas.
Lo que no podemos olvidar a la hora de elaborar nuestras propias
unidades didácticas es la relación que cada una de ellas mantiene con
decisiones globales relativas al centro (Proyecto Educativo de Centro) y a la
secuencia curricular desarrollada a lo largo de la etapa (Programaciones
didácticas). Estos elementos, son aquellos que, por un lado, van a servir para
contextualizar la unidad didáctica (características del centro, entorno,
alumnado al que va dirigida y sus rasgos psicológicos, temporalización,…) y,
por otro los elementos que conforman lo que es el proceso programador en sí
(objetivos, competencias básicas, contenidos, metodología, actividades,
recursos necesarios y evaluación). Junto a elementos, en cierto modo comunes
en todas las unidades didácticas, es importante señalar la presencia de otros
propios y específicos de cada una. Son éstos los que las constituyen en
realizaciones prácticas concretas del Diseño Curricular Prescriptivo. La
realización concreta de unidades didácticas gira en torno a unos ejes
globaliza‐dores sobre los que debe fundamentarse la actividad del nivel al que
va dirigida. Estos ejes pueden se de muy diversa índole, aunque en general
suelen girar en torno a los centros de interés que se consideran propios de los
alumnos/as a los que van dirigidas. De lo que no cabe duda es de la
importancia que la unidad didáctica posee dentro del sistema educativo actual
y de que ellas van a ser las responsables de todo el proceso educativo de
nuestros alumnos/as. Una mala selección de los núcleos generadores, una
falta de rigor en su planteamiento didáctico, una mala secuenciación de las
actividades, y otros muchos factores, pueden dar al traste con todas nuestras
buenas intenciones. Para ello es preciso un ejercicio de reflexión sobre los
objetivos y los contenidos propuestos y su posibilidad de realización práctica.
Uno de los mayores problemas que suelen surgir a la hora de plantear las
unidades didácticas es la realización de la evaluación. Las estrategias están,
normalmente bien diseñadas, pero en la práctica es difícil la evaluación
individual de los alumnos/as. La observación directa del maestro/a es, a
menudo, poco objetiva ya que a veces debe emitir juicios sobre la belleza de la
interpretación o el grado de expresión de un alumno/a al realizar
movimientos corporales; cuestiones, en definitiva, dependientes del propio
gusto estético, ¿Cómo conocer las cualidades de todos los alumnos/as cuando
son un gran número y solamente los vemos una vez a la semana? A pesar de
todas las dificultades, el maestro/a debe siempre intentar realizar su función
lo mejor posible, y para ello, es imprescindible el análisis y perfeccionamiento
progresivo de su actividad docente. “El primer paso en una reforma educativa
es darlo” (Murray Schafer).
5- BIBLIOGRAFÍA
ALSINA, PEP: “El área de educación musical”. Graó.
DOMINGO CEBRÍAN, V.: “El valor de la educación musical en el desarrollo
integral de la persona”. www. educaweb.com
FREGA, ANA L.: “Música para maestros”. Graó.
GARCÍA GONZÁLEZ, F.: “Diseño y desarrollo de unidades didácticas”. Escuela
Española.
HEMSY DE GAINZA, V.: “La iniciación musical del niño”. Ricordi.
SHAEFFER, P.: “Tratado de los objetos musicales”. Alianza Música.
SCHAFER, R.M.: “El rinoceronte en el aula”. Ricordi.